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Aprende Hipnosis de Forma Fácil y Rápida

Cómo Hipnotizar a Cualquier Persona en Cualquier Situación

Alex Rodríguez
Índice
Introducción: Qué puedes lograr con la hipnosis
Parte I: Qué es la hipnosis
Por qué deberías aprender a hipnotizar
¿Existe la hipnosis? El día que descubrí la verdad
Qué es realmente la hipnosis
El secreto de la hipnosis
Empieza por lo sencillo
Empieza con personas que no conozcas demasiado
Elige bien a tus voluntarios
Haz que tus voluntarios deseen de ser hipnotizados
Comunícate como un verdadero hipnotista
Parte II: Cómo hipnotizar a alguien
Paso 1: Pre – charla
Miedo a perder el control
No es lo mismo que estar dormido
Es imposible quedarse atrapado en un trance
Hace falta colaboración
Otras ideas erróneas
Paso 2: Tests de sugestionabilidad
Dedos magnéticos
Manos magnéticas
Ojos pegados
Paso 3: Inducciones
Inducción de relajación
Inducción del brazo ligero
Inducción del apretón de manos
Inducción del chasqueo de dedos
Paso 4: Profundización
“Cada vez más profundo”
Refuerzo
Anclajes
Cadenas
Fraccionamiento
Señales de que tu voluntario está en trance profundo
Paso 5: Rutinas
Supersugestión
La mano que levita
Mano pegada
Adivinar el pensamiento
Amnesia del número 3
Cambio de nombre
Invisibilidad
Alucinaciones
Paso 6: Despertar al voluntario
Bonus: El efecto final
Otros usos de la hipnosis
Lecturas recomendadas
Libros sobre hipnosis de espectáculo
Hipnosis terapéutica
Autohipnosis
Despedida
Introducción: Qué puedes lograr con la
hipnosis
Imagínate que pudieses hacerte invisible. O que pudieses leer la mente de
los demás, hacerles tener alucinaciones, o que te diesen su cartera sin
protestar.

Pues bien, la verdad es que todas estas cosas, y muchas más, son posibles
gracias a la hipnosis. Últimamente es muy común ver por la televisión a
hipnotizadores “durmiendo” a otras personas en directo. Normalmente son
hombres de traje con pinta misteriosa y cara de estar haciendo algo muy
difícil. En sus manos, los voluntarios se olvidan de quiénes son, y hacen
toda clase de cosas extrañas.

La mayoría de la gente no cree en la hipnosis. Piensan que los voluntarios


son compinches, y que el hipnotista no es más que un charlatán.

Otros, cuando piensan en un hipnotizador, tienen en la cabeza la imagen de


un psicólogo, alguien formado durante años para poder hacer terapia, y
creen que la hipnosis es muy difícil. Pero la realidad es bien distinta: no
sólo se puede hipnotizar a otra persona, sino que, cuando termines de
leer este libro, y con un poco de práctica, tú también sabrás cómo hacerlo,
de forma fácil y rápida.
Parte I: Qué es la hipnosis
Por qué deberías aprender a hipnotizar
La hipnosis que vas a aprender en este libro no se parece mucho a la que
practican los psicólogos en terapia. Tampoco tiene mucho que ver con la
que podemos ver por televisión, aunque tiene algunas cosas en común con
ella.

No; cuando acabes de leer, tú serás capaz de hipnotizar a cualquier


persona, en cualquier momento, sin necesidad de tener compinches ni de
estar horas y horas relajando a tus voluntarios. No importa quién seas, si
has intentado hipnotizar a otra persona antes o es la primera vez que
escuchas hablar sobre el tema: este libro tiene todo lo que necesitas para
que te conviertas en un experto hipnotista en un tiempo récord. Al hacerlo
conseguirás:

Tener una habilidad que prácticamente nadie domina, y que


llama muchísimo la atención. Si quieres, con la hipnosis puedes
ser el centro de atención en cualquier parte.
Conocer a otras personas y ampliar tu círculo social. Cuando
seas capaz de hipnotizar, créeme que se hablará de ti; y mucho.
Si eres mago, podrás ampliar el efecto de tus espectáculos
añadiendo un toque de hipnosis. Muchos de los juegos que ya
practicas se volverán todavía más potentes, y podrás aprender
algunos nuevos.
Si eres terapeuta, podrás aplicar lo que has aprendido con tus
clientes, y ayudarles a superar todo tipo de problemas.
Incluso, podrás aplicarte a ti mismo lo que has aprendido,
usando la autohipnosis para mejorar tu insomnio, dejar de
fumar, o prácticamente lo que se te ocurra.

Por cierto, este libro se centra en un tipo muy concreto de hipnosis, que
puedes hacer en cualquier lugar. Aunque las técnicas son muy similares a
las de la hipnosis clínica o la de espectáculo, aquí me refiero sobre todo a
cómo puedes hipnotizar a personas en fiestas, bares, por la calle... Con el
objetivo de entretenerles y hacerles pasar un buen rato.

Aún así, si quieres aprender más sobre otros estilos de hipnosis, al final del
libro tienes una sección de Recursos en la que te dejo enlaces a varios de
los materiales que más me han ayudado a mejorar como hipnotista.

Pero por si aún no estás del todo convencido de que tú también puedes
aprender a hipnotizar, déjame que te cuente una pequeña historia personal.
¿Existe la hipnosis? El día que descubrí la
verdad
Cuando oí hablar de la hipnosis por primera vez, pensé que era una
patraña, un cuento que algunos timadores usaban para aprovecharse de los
crédulos. Pero como soy una persona muy curiosa, me puse a investigar, y
descubrí que un tío mío se ganaba la vida hipnotizando a la gente para que
dejase de fumar.

Como no me lo terminaba de creer del todo, fui a verle y le pregunté si la


hipnosis funcionaba de verdad. Lo siguiente que recuerdo es oírle
chasquear los dedos mientras decía: “despierta”.

Me acababan de hipnotizar por primera vez.

A partir de ahí, me puse a practicar y a aprender cómo podía hacerlo yo


también. Al cabo de pocos meses, ya dominaba completamente la técnica,
y me pasé todo el verano hipnotizando a gente que venía a pedírmelo
porque había oído hablar de mí. Fue uno de los veranos más interesantes
de mi vida.
Cuando acabes de leerte este libro, tú también serás capaz de hipnotizar a
quien quieras de forma fácil y rápida, y te aseguro que no te faltarán
voluntarios.
Qué es realmente la hipnosis
Seguramente hayas oído alguna vez que nuestra mente tiene dos partes: la
consciente y la inconsciente. Normalmente estamos dirigidos por nuestra
mente consciente, aunque en algunas ocasiones, ésta se “apaga”.
Si conduces, te habrá pasado alguna vez ir en coche por un camino que
conoces perfectamente, sumergido en tus pensamientos, y sorprenderte al
llegar a tu destino porque no recuerdas nada del trayecto. Pues bien, la
hipnosis es exactamente eso.

El estado hipnótico (o trance) es el que se produce cuando tu mente


inconsciente se centra en una sola idea, descartando todo lo demás. Esto
nos ocurre constantemente, por lo que ¡todos hemos estado en trance
muchas veces! Tu única tarea es guiar a tus voluntarios hacia este estado, a
través del proceso de hipnosis, que tiene las siguientes partes:

Una charla previa, en la que explicarás qué es la hipnosis y te


encargarás de eliminar cualquier duda o miedo que puedan tener
sobre ella.
Uno o varios “test de sugestionabilidad”
Una inducción, en la que pones al voluntario en estado hipnótico
Una o varias técnicas de profundización del trance
Las “rutinas”: el plato fuerte de tu sesión de hipnosis
Despertar al voluntario y fin de la sesión

Si todo esto te suena un poco a chino, tranquilo: una vez que leas cómo
funciona el proceso verás que es extremadamente sencillo, y que se puede
aprender en un tiempo récord. Pero antes de pasar a explicarte el modelo,
necesitas conocer el verdadero secreto de la hipnosis.
El secreto de la hipnosis
Como verás a continuación, hipnotizar a alguien es realmente fácil. Sólo se
trata de seguir una serie de pasos, y podrás llevar a casi cualquier persona
a un estado de trance en muy poco tiempo.
Sin embargo, para conseguir ser un hipnotizador de primera, hay una cosa
que tienes que hacer primero: debes empezar a pensar en ti mismo como
El Hipnotista. Así, con mayúsculas.

La clave para hipnotizar a una persona, en realidad, es que crea que


realmente puedes hacerlo. Y para conseguir convencerla de ello, no basta
con que se lo digas verbalmente: tienes que creértelo tú.
El motivo es que las personas tenemos una capacidad enorme para detectar
emociones y pensamientos en los demás. Si le dices a alguien que sabes
hipnotizar, pero en el fondo no te lo terminas de creer, se dará cuenta y te
será mucho más difícil que caiga en trance.
Por lo tanto, en este caso la expresión “ver para creer” no se aplica: tienes
que “creer para ver”. Cuando seas capaz de verte a ti mismo como El
Hipnotista y transmitirle esta imagen a los demás, tu éxito en esta
disciplina se disparará.

A continuación tienes algunos consejos para lograrlo.


Empieza por lo sencillo
Cuando nos metamos de lleno con el proceso de hipnosis, verás que
algunos de los efectos que te enseño están basados en el cuerpo, mientras
que otros tienen que ver con la mente. En general, es mucho más fácil
provocar un efecto físico en tus voluntarios que uno mental. Por lo tanto, si
estás empezando y aún no confías demasiado en poder hipnotizar a una
persona, mi consejo es que te centres sólo en lo corporal.

Esto se puede llevar un paso más allá: tres de los efectos que aprenderás
más adelante, en la sección “tests de sugestionabilidad” (“dedos
magnéticos”, “manos magnéticas” y “ojos pegados”) están basados en
principios físicos, que actúan prácticamente sin importar lo que tú digas.
Aunque técnicamente no son efectos hipnóticos, si sólo hicieras estos
efectos ya estarías provocando que tus voluntarios vivieran una
experiencia totalmente distinta de lo habitual. En varias ocasiones, cuando
he tenido un público poco receptivo, me he centrado sólo en estos tres
efectos y las reacciones han sido increíbles.

Eso sí: la idea es que uses este tipo de efectos como los ruedines de la bici,
mientras vas aprendiendo a hipnotizar y pasas cada vez a rutinas más
complejas. Verás como, una vez que lo hayas hecho un par de veces, los
efectos más impresionantes como la amnesia o las alucinaciones son
también muy fáciles de conseguir.
Empieza con personas que no conozcas demasiado
Como te decía antes, una de las claves para conseguir producir efectos
increíbles es que tus voluntarios te vean como El Hipnotista. El problema
es que la mayoría de los que empiezan lo hacen con sus amigos o familia,
gente que les conoce desde hace mucho tiempo, y que saben perfectamente
que están empezando en este mundillo.

Por lo tanto, salvo que seas capaz de convencer a las personas cercanas a ti
de que te has convertido en un maestro hipnotista de la noche a la mañana,
mi recomendación es que las primeras veces practiques con gente que no
te conozca tan bien: amigos de amigos, conocidos, compañeros de trabajo
con los que no has hablado mucho...

La razón es que, con este tipo de personas, puedes decirles que eres
Hipnotista, sin mencionar que solamente estás empezando. Si les
transmites seguridad en lo que haces, no tendrán motivos para dudar de ti,
y será mucho más fácil trabajar con ellos.

Pero tranquilo: una vez que hayas conseguido hipnotizar a unas cuantas
personas con éxito, podrás enseñarle tus nuevas habilidades a tus amigos y
seres queridos si es lo que quieres. Las reuniones familiares nunca
volverán a ser aburridas.
Elige bien a tus voluntarios
Uno de los principios básicos de la hipnosis es que absolutamente todo el
mundo puede caer en trance. Sin embargo, no todos lo hacen con la misma
facilidad.
Mientras que para hipnotizar a algunas personas hace falta estar horas
relajándoles y usando un montón de técnicas, otros caen en trance de
forma casi intantánea. Incluso, te encontrarás con voluntarios a los que no
es necesario hipnotizar para poder provocarles efectos: son personas que se
encuentran continuamente en estado de trance.

Si estás empezando, una de tus primeras tareas será aprender a reconocer


quién es más fácil de hipnotizar dentro de un grupo. Algunos de tus
voluntarios serán tan sugestionables, que incluso aunque lo hicieses todo
mal y se te olvidase lo que tienes que decir (algo que no suele pasar),
caerían en trance. Por lo tanto, encontrar a uno de estos sujetos es una de
las mejores maneras de terminar de convencerte de que la hipnosis es real,
y de que tú también puedes hacerla.

En el capítulo dedicado a los “tests de sugestionabilidad” hablaremos de


cómo reconocer a uno de estos sujetos.
Por cierto, si una persona ya ha sido hipnotizada antes, es muchísimo más
fácil volver a meterla en trance. Si te encuentras con que uno de tus
voluntarios ya tiene experiencia con la hipnosis, no lo dudes: escógele a él.
Haz que tus voluntarios deseen de ser hipnotizados
Como verás más adelante, la hipnosis sólo funciona si tus sujetos
colaboran contigo. Si alguien se resiste a ser hipnotizado, te será
prácticamente imposible llevarle a un estado de trance. Por lo tanto, la
mejor manera de facilitar las cosas es conseguir que tus voluntarios estén
deseando probar.

Algunas ideas para conseguirlo:


Asegúrales que no les va a pasar nada malo. En el capítulo sobre
la charla inicial te cuento cómo tratar algunos de los miedos más
comunes que la gente tiene respecto a la hipnosis.
“Véndeselo” como algo muy divertido/agradable. El estado de
trance es muy relajante, y la mayoría de los que lo prueban se
sienten genial después de una sesión de hipnosis.
Habla de ello de forma indirecta. Si intentas convencer
demasiado a alguien para que se deje hipnotizar, es posible que
se ponga nervioso y no quiera. Sin embargo, si sacas el tema de
la hipnosis en la conversación, la mayoría de personas te
preguntarán sobre ello y querrán probar lo que se siente.
Consigue que otro les hable de ti. Si por ejemplo quieres
hipnotizar a alguien en una fiesta en casa de unos amigos (una
de las mejores situaciones para hacerlo), puedes pedirle a
alguien cercano que saque el tema y te “venda” como un
maestro hipnotista. Sólo esto aumentará tus resultados
enormemente.
Comunícate como un verdadero hipnotista
Aunque lo que dices es muy importante a la hora de hipnotizar a otra
persona, tu lenguaje corporal, tu tono de voz y cómo dices las cosas lo son
mucho más. Si tratas de meter a alguien en trance con una voz débil o
chillona, estando encorvado o repitiendo muletillas como “¿vale?” todo el
rato, te será mucho más difícil conseguirlo.

Aunque este no es un libro sobre lenguaje corporal o paralingüística, a


continuación te dejo algunos consejos sobre cómo mejorar tu
comunicación:

Cuando hables, intenta sacar la voz de tal manera que si pones la


mano sobre tu pecho notes cómo vibra. De esta forma, tu tono
de voz será mucho más resonante e hipnótico.
Imagina que tienes un gancho que tira desde tu esternón hacia
arriba. Sólo este truco hará que adquieras un lenguaje corporal
erguido y confiado.
Las primeras veces que hipnotices a alguien, pídele permiso
para grabar la sesión, y luego observa tu forma de hablar. Busca
las muletillas que seguramente estés usando, y para la siguiente
vez trata de decir menos. Tómate esto como un juego, y verás
como en poco tiempo has mejorado enormemente.
Toca a tu voluntario. Cosas como ponerle una mano sobre el
hombro o “recolocarle” son tan efectivas, que forman parte de
varias de las inducciones que aprenderás más adelante.
Parte II: Cómo hipnotizar a alguien
En esta segunda parte del libro aprenderás cómo hipnotizar a una persona
paso a paso. Te recuerdo que el proceso tiene las siguientes partes:
Pre – charla
Tests de sugestionabilidad
Inducción
Profundización
Rutinas
Despertar y fin de la sesión
Cuando acabes de leer esta parte, tendrás todo el conocimiento que
necesitas para ir a buscar a tu primer voluntario y hacerle vivir una
experiencia hipnótica.

¿Preparado? ¡Vamos a ello!


Paso 1: Pre – charla
Cuando saques por primera vez el tema de la hipnosis (o si has seguido los
consejos del capítulo anterior, cuando alguien lo saque por ti), verás que la
mayoría de la gente le tiene bastante miedo. Tu misión en esta primera
parte de la sesión será tranquilizarles y explicarles cómo funciona
realmente, para que sean capaces de relajarse y dejarse llevar.

Aunque esta parte es la menos “espectacular”, es también la más


importante. La mayoría de las veces que no he conseguido hipnotizar a
nadie ha sido por falta de una buena pre – charla.

A continuación te dejo una lista de los miedos más habituales sobre el


tema, y qué debes explicarles sobre cada uno de ellos. Mi consejo es que
“mejor prevenir que curar”: háblales brevemente sobre todo lo que estás a
punto de aprender en este capítulo, incluso si crees que no son temas que
les preocupen especialmente. Creeme, cuanto más estén convencidos de
que la hipnosis es totalmente segura, más fácil será hipnotizarles y más
disfrutaréis todos de la experiencia.

El único caso en el que podrías saltarte la pre – charla es si tus voluntarios


ya han sido hipnotizados antes, y ya saben cómo funciona. Pero aún así, no
te lo recomiendo, porque el resto de espectadores podrian formarse una
idea errónea de lo que está pasando.

Veamos algunos de los errores más comunes sobre la hipnosis.


Miedo a perder el control
En cuanto saques el tema de la hipnosis, verás que algunas de las personas
que te escuchan ponen mala cara o se echan para atrás. Es casi como si
hubieran visto algo aterrador.
La razón es que la mayoría tienen la idea errónea de que la persona
hipnotizada pierde el control, y hace todo lo que el hipnotista le pide. Esto
está muy reforzado por los espectáculos que vemos en televisión, en los
que un voluntario hace toda clase de cosas vergonzosas a petición del
hipnotista.

La realidad es que, en una sesión de verdad, el voluntario no le da el


control al hipnotista, sino a su propia mente subconsciente. Tu trabajo al
hipnotizar a otra persona es el de convencer a esta parte de su cerebro de
que haga lo que tú le pides. Si algo de lo que le sugieres no le parece bien
al sujeto, no solo no lo hará, sino que es muy probable que salga
totalmente del estado de hipnosis.

Te pondré un ejemplo. Una vez estaba hipnotizando a una conocida mía


delante de un grupo de amigos. Esta chica había nacido en Albania, y sabia
hablar algo del idioma, así que me pareció buena idea darle la sugestión de
que iba a ser incapaz de hablar en español, y que cuando lo intentase
hablaría en albano sin darse cuenta. Normalmente esta sugestión es muy
divertida y le suele gustar mucho al público, pero en este caso, a pesar de
que la chica estaba totalmente metida en trance y ya había seguido varias
sugestiones, se despertó de repente y no fue capaz de volver a entrar en
hipnosis.

Más adelante me contó que hablaba bastante mal el idioma y que le daba
mucha vergüenza hacerlo delante de otras personas. Como era algo que le
resultaba desagradable, su mente inconsciente se negó y la despertó
totalmente.
Así que es importante que tanto tú como tus espectadores tengáis claro que
no se puede obligar a otra persona a hacer algo en contra de su
voluntad. Por lo tanto, el voluntario nunca pierde el control de sí mismo.
No es lo mismo que estar dormido
Una de las características de la inducción (la técnica que se utiliza para
meter a las personas en trance) es que vas a decir la palabra “duerme”, y
tus voluntarios entrarán en hipnosis al hacerlo. Debido a esto, mucha gente
cree que estar hipnotizado es lo mismo que estar dormido.
Esta idea es errónea, y puede traerte varios problemas a la hora de
hipnotizar a tus voluntarios. Usamos la palabra “duerme” porque el estado
de sueño es el más parecido que la mayoría de la gente conoce al de
trance; sin embargo, hay unas cuantas diferencias que es importante
conocer:
Al contrario que alguien que esté dormido, la persona en trance
es consciente de todo lo que pasa a su alrededor. Aún puede
oír a los demás, puede escuchar ruidos, moverse...
La atención de la persona en trance está centrada alrededor de
una sola idea. En general suele ser en la voz del hipnotista, las
sugestiones que éste le va dando...
La persona en trance puede salir del mismo en cualquier
momento que lo desee, al contrario de alguien dormido, que no
puede elegir cuándo despertarse.

Si no le explicas estas diferencias a tus voluntarios, será mucho más difícil


que entren en hipnosis, ya que tendrán una idea equivocada de lo que va a
pasar y pensarán que algo no está saliendo bien.
Es imposible quedarse atrapado en un trance
Como te contaba antes, el trance es un estado natural de la mente. De
hecho, a lo lago del día entramos en trance muchísimas veces: cuando nos
quedamos absortos leyendo o viendo la televisión, cuando nos
concentramos tanto en una tarea que no nos damos cuenta de lo que pasa a
nuestro alrededor, cuando nos perdemos en nuestros propios
pensamientos...

¿Qué pasaría si te ocurriese algo durante la sesión de hipnosis y no


pudieras acabarla correctamente? Para evitarles preocupaciones a mis
voluntarios, siempre suelo contarles que si yo muriese mientras hacemos la
sesión, a la persona en trance podrían pasarle sólo dos cosas:

Se despertaría inmediatamente, sin ningún tipo de problema. O


bien;
Se dormiría de verdad.
El estado de trance sólo puede acabar en uno de esos dos resultados, no
hay ninguna otra posibilidad. Y por si te lo estás preguntando: sí, alguna
vez se me ha dormido un voluntario en medio de una sesión. Me enteré
cuando empezó a roncar.
Hace falta colaboración
La mayoría de la gente piensa que un hipnotista “controla la mente” del
voluntario de alguna forma. Pero la realidad, como te contaba antes, es que
tú no puedes obligar a nadie a hacer algo que no quiera. Por lo tanto, si
alguien te dice con actitud desafiante que a él no le podrías hipnotizar, la
única respuesta posible es reconocer que tiene razón.

Para poder hipnotizar a alguien, esta persona tiene que dejarse llevar y
colaborar en el proceso. Esto no significa que tenga que hacer un esfuerzo
consciente para que ocurran cosas; pero por ejemplo, si nota que su mano
derecha empieza a levantarse sola (uno de los efectos que provocarás más
adelante), tiene que dejar que se mueva. Si trata de resistirse
conscientemente, saldrá del trance y la hipnosis será imposible.

Este es, quizás, uno de los puntos más importantes que tienes que tratar
durante tu pre – charla. Muchas de las personas a las que les hables de la
hipnosis se pondrán en actitud desafiante, y te retarán a que les hipnotices
mientras ellos se resisten. Tu misión en este sentido es asegurarte de que
ninguno de tus voluntarios piensa así.
Otras ideas erróneas
Hasta ahora te he dado una lista de las creencias falsas más comunes que la
gente tiene sobre la hipnosis. Sin embargo, puede haber muchísimas más.
¿Cómo encargarte de todas ellas?
La respuesta es que tienes que preguntarles a ellos. Cuando termines de
explicarles los cuatro puntos que acabas de aprender, dales a tus
voluntarios un espacio en el que puedan compartir contigo sus dudas,
preocupaciones, miedos... Y respóndeles de manera que quede claro que la
hipnosis se trata de un proceso:

Totalmente seguro
Natural
Divertido
Agradable para la persona hipnotizada

Con que tengas estas cuatro ideas en mente, serás capaz de responder a
todas las preguntas que te planteen tus voluntarios.
Paso 2: Tests de sugestionabilidad
¡Empezamos con la parte práctica!

En esta parte del proceso, por primera vez empezarás a provocar


reacciones hipnóticas en tus voluntarios. Pero lo harás de forma totalmente
segura, a la vez que aprovechas para conseguir distintos objetivos.

Los tests de sugestionabilidad no son más que efectos basados en


principios físicos, que funcionan para todo el mundo. Si tú no dijeras
absolutamente nada, sólo por la propia mecánica del cuerpo humano, estos
tests todavía funcionarían. Sin embargo, al añadir sugestiones, los
resultados serán mucho más poderosos.
Usar estos tests te permite sobre todo cuatro cosas:

Acostumbrar a los voluntarios a seguir sugestiones.


Provocar efectos que parecen imposibles, haciendo que se dejen
llevar más fácilmente por tus sugestiones cuando empieces con
el proceso de hipnosis propiamente dicho.
Enseñarle a tus voluntarios el tipo de efectos que se producen
con la hipnosis, lo que ayuda a convencer a los indecisos de que
no tiene ningún peligro, y muchas veces aumentando sus ganas
de participar.
Seleccionar a los participantes que mejor siguen tus sugestiones.
En general, estos serán los mejores voluntarios y los que más
rápido caigan en hipnosis.

Aunque hay muchísimos de estos tests (puedes encontrar más simplemente


buscando “tests de sugestionabilidad” en internet), en este libro te voy a
enseñar tres de ellos: dedos magnéticos, manos magnéticas y ojos pegados.

(Nota: a partir de ahora, cuando te enseñe técnicas concretas, pondré en


cursiva las palabras exactas que utilizo en cada caso. No es necesario que
te las aprendas de memoria, pero cuando estés empezando te puede
resultar de utilidad repetirlas tal cual están. Una buena idea puede ser
apuntarte los guiones más importantes en algún sitio y leerlos en voz alta,
al menos hasta que te sientas seguro imporovisando).
Dedos magnéticos
El primer test de sugestionabilidad que vas a aprender es también el más
sencillo de todos. Es posible que lo conozcas, ya que está bastante
extendido.
Consiste en pedirle a tus voluntarios que coloquen las manos de tal forma,
que sus dedos índices empiecen a juntarse solos. Cuando lo hagan, tu
misión será ir dando sugestiones para aumentar la velocidad a la que lo
hacen, mientras observas a todos los participantes para ver a quién le están
afectando más tus palabras.

De nuevo, aunque podrías quedarte totalmente callado y el efecto


funcionaría solo, tus órdenes hipnóticas te permitirán escoger a los
voluntarios más sugestionables.

Al tratarse de algo bastante sencillo, intenta que todas las personas que te
estén mirando se animen a participar. Diles que no es hipnosis, sino que
sólo es un experimento para que vean el poder de la mente. De esta forma
incluso los más reticentes se suelen decidir a participar (y en muchas
ocasiones, los que más respeto le tienen a la hipnosis son los que mejor
acaban cayendo).
Las instrucciones son las siguientes:

Vamos a hacer un experimento para demostraros el poder de la mente. Os


voy a pedir que extendáis las manos frente a vosotros, con los brazos
totalmente estirados. Juntad las palmas y cruzad los dedos, doblad los
codos como si estuvieseis suplicando, y levantad los dos dedos índice.

En un momento os voy a pedir que separéis los dedos índice con las manos
todavía juntas, y miréis al hueco que queda entre ellos. Vais a notar una
fuerza que los junta, como si tuvieseis un imán en la punta de cada uno de
los dedos. Simplemente seguid mirando el hueco, y permitidles que se
junten. A la de tres, separad los dedos índice, y mirad el hueco: una, dos,
¡tres!

Cuando digas esto, tus voluntarios separarán los índices, y verás cómo
empiezan a juntarse automáticamente. Es un efecto natural provocado por
los tendones de la mano; pero aún así, ahora te toca acelerar el proceso.

Eso es, muy bien; notad cómo la fuerza magnética es cada vez más... y
más... y más fuerte. Lo estáis haciendo muy bien, notad cómo los dedos se
van juntando cada vez más.
La idea aquí es que seas muy insistente, para que tus voluntarios asocien
el efecto de que sus dedos se juntan con tu voz. Notarás enseguida que
algunos de los participantes ya casi tienen los dedos juntos, mientras que
los de otras personas están prácticamente quietos; haz una lista mental de
quién está en cada grupo.
Para acelerar todavía más el proceso, puedes chasquear los dedos de forma
rítmica; esto hace que el cerebro empiece a entrar en trance y que los
dedos se junten aún más rápido. Es una técnica que puedes usar en todos
los efectos que aprenderás más adelante.
Una vez que todos (o al menos las personas que no se estaban resistiendo)
tengan los dedos juntos, puedes dar por finalizado el test y pasar al
siguiente.
Manos magnéticas
Este test es muy similar al anterior, pero se basa algo menos en un efecto
físico y más en tus sugestiones. Normalmente lo hago justo al acabar
“dedos magnéticos”; de esta forma los participantes ya se han
acostumbrado a que ocurran cosas y estarán más preparados para seguir
tus instrucciones.

El efecto es el siguiente: teniendo los participantes los brazos extendidos


frente a ellos, y separados unos 20 centímetros, sus manos van a empezar a
juntarse mientras tienen los ojos cerrados. De esta forma no notarán el
movimiento tan claramente, y cuando sus manos se junten el asombro será
mucho mayor.

En este test de sugestionabilidad, vas a usar dos técnicas que harán que
todo el proceso de hipnosis resulte más sencillo:

Vas a escoger al participante al que más rápido se le juntaron los


dedos en el test anterior, y vas a cambiarle la posición de las
manos. De esta forma estableces una relación “dominante” con
él, y se acostumbrará aún más a seguir tus instrucciones.
Vas a hacer mucho énfasis en las instrucciones del test, como si
fuese fundamental que las siguiesen al pie de la letra. Al
hacerlo, tus voluntarios se formarán la idea de que sabes
perfectamente lo que estás haciendo, y de que cada uno de tus
actos y tus palabras tienen mucho peso en el proceso de
hipnosis.

Veamos el guión paso a paso, suponiendo que acabas de terminar “dedos


magnéticos”:

Muy bien, acabáis de ver el poder que tiene vuestra mente sobre el cuerpo.
Ahora vamos a hacer un ejercicio parecido, pero en el que tenéis que usar
todavía más la imaginación.
En este punto puedes elegir entre dejar participar a todas las personas que
te están mirando, o centrarte sólo en los que creas que son más
sugestionables. Ambas formas de hacerlo pueden darte buenos resultados;
te recomiendo que pruebes hasta que veas con cuál te sientes más cómodo.

Antes de nada, os voy a explicar cómo tenéis que hacerlo. Extended los
brazos frente a vosotros, con las manos separadas unos veinte
centímetros, así.

Extiende los brazos totalmente frente a tu cara, con las manos separadas
unos veinte centímetros. Verás cómo, aunque hayas dicho que primero vas
a explicarles lo que tienen que hacer, es muy probable que tus voluntarios
empiecen a imitar de inmediato tus movimientos. Éste es un buen
momento para corregirles, de modo que parezca que es fundamental que
hagan lo que les estás diciendo de manera exacta.
No, no; esperad a que termine de explicar, que necesito que conozcáis los
pasos exactos. Una vez que tengáis las manos así (extendidas frente a
ellos), mirad el hueco entre ellas, y cerrad los ojos. Con los ojos cerrados,
vais a volver a sentir la misma fuerza magnética que antes unía vuestros
dedos, imaginando que tenéis un imán en la palma de cada mano, y vais a
notar que se empiezan a juntar. Esta vez, como tendréis los ojos cerrados,
no sabréis muy bien la posición de vuestros brazos; simplemente dejad
que se junten. Está bien, ya podéis empezar: levantad los brazos.

Cuando extiendan los brazos frente a ellos, localiza al voluntario que creas
que responde mejor a tus sugestiones, y corrige su posición. Sólo hace
falta que le muevas un poco sus brazos, sin importar exactamente cómo los
tiene puestos.
Espera, un poco más arriba; eso es.

De esta forma, le acostumbras a seguir tus instrucciones, y al contacto


físico, que usarás más adelante en tu primera inducción.
Muy bien, una vez que tengáis las manos frente a vosotros, mirad el hueco
que queda entre ellas, cerrad los ojos, e imaginad que tenéis un imán en
cada palma. Dejad que esa fuerza magnética las vaya juntando cada vez
más y más.

En este momento, verás cómo las manos de algunos de tus voluntarios


empiezan a juntarse. De nuevo, este efecto tiene una base fisiológica,
aunque algo menor: al tener los brazos extendidos mucho tiempo, se
cansan y tienden a bajar, juntándose ligeramente. Si atribuyes este
movimiento a tus sugestiones, las manos se acabarán juntando del todo.
Ahora puedes decir varias cosas para hacer más fuerte el efecto:

“Eso es, cada vez más y más fuerte, cada vez más juntas”
“Seguid así, lo estáis haciendo muy bien”
“Con cada chasquido de mis dedos, la fuerza magnética se hace
más fuerte” (y chasqueas los dedos varias veces)

Cuando las manos de la mayoría de tus voluntarios estén juntas, pídeles


que abran los ojos y pasa al siguiente ejercicio. Normalmente, si en este
momento he detectado que uno de los voluntarios ha juntado las manos
muy rápidamente, le pregunto si quiere ser hipnotizado y paso a hacer una
inducción. Otra opción (por ejemplo si no quieres hacer un proceso de
hipnosis completo, o si quieres convencer aún más a tus espectadores de
que la hipnosis es real) es pasar al test de sugestionabilidad que te enseño a
continuación.
Ojos pegados
De nuevo, este test tiene su base en la fisiología del cuerpo. Si pruebas a
cerrar los ojos y miras hacia arriba con ellos cerrados, verás cómo te
resulta un poco complicado abrirlos. Éste es el efecto que vas a provocar
en tus voluntarios, pero aumentado gracias a tus sugestiones.
Es un poco más complicado conseguir este efecto que los dos anteriores,
por lo que te recomiendo que lo hagas sólo con uno de tus espectadores
(preferiblemente alguno de los que más sugestionables te han parecido) y
te centres exclusivamente en él.

Por otro lado, el efecto es mucho más fuerte que los previos, y además
tiene la ventaja de que acostumbrará a tus voluntarios a tener los ojos
cerrados, algo que les pedirás a menudo más adelante.

A continuación te dejo las palabras exactas que suelo usar:

Vamos a ir un paso más allá. Ésta vez sólo necesito un voluntario; tú


(señalando al espectador que has escogido), ¿quieres participar?

Voy a pedirte que cierres los ojos, y que con ellos cerrados, mires a un
punto fijo en la parte de arriba de tu cabeza. Si quieres, puedes poner un
dedo en lo alto de tu frente para que sepas a dónde tienes que mirar.

Ahora quiero que te concentres en tu respiración. Nota cómo entra el aire


por tu nariz, y llega a tus pulmones; nota cómo sale lentamente. Con cada
respiración, vas a sentir cómo tus párpados se hacen cada vez más y más
pesados, y están cada vez más cerrados, como si te los hubieran pegado.

Sigue repitiendo que van a ser cada vez más pesados con cada respiración,
al menos tres o cuatro veces. Hazlo lentamente: la idea es que cada vez
respire más lento, señal de que estará entrando en un trance ligero.
En un momento voy a pedirte que intentes abrir los ojos, y cuando lo
hagas, te darás cuenta de que cuanto más tiras de ellos, más pegados
están. Y cuanto más tratas de abrirlos, más pesados son tus párpados, y
más difícil es abrirlos. Eso es, cada vez más y más pegados. Cuando
cuente hasta tres, intenta abrirlos y verás cómo están imposiblemente
pegados: una, dos, ¡tres!

Si todo ha salido bien, tu espectador empezará a hacer muecas pero será


incapaz de abrir los ojos. Dale dos o tres segundos para que todo el mundo
pueda ver lo que está pasando, y después, di “¡abre los ojos!” mientras
chasqueas los dedos.

No te recomiendo que dejes pasar más de un par de segundos desde que le


pides que los abra hasta que le “das permiso”, ya que si le dejas más
tiempo, lo más seguro es que acabe abriéndolos por sí mismo, quitándole
fuerza al efecto.
Paso 3: Inducciones
Una vez que ya has localizado a los voluntarios más sugestionables, y que
les has hecho experimentar cosas “imposibles”, llega el momento de
empezar con la hipnosis propiamente dicha.
Aunque hay muchas formas de provocar efectos hipnóticos, la versión
“clásica” (que es la que estás aprendiendo aquí) requiere que pongas a tus
voluntarios en un estado de conciencia alterada: el trance.

Para conseguirlo, en esta parte del libro vas a aprender una serie de
técnicas, conocidas como inducciones, que se encargan de hacer pasar a tu
espectador desde un estado normal a uno de trance.
Hay muchísimos tipos de inducciones; con una búsqueda en internet
podrás encontrar cientos de ellas. Pero para los propósitos de este libro,
podemos dividir todas las que existen en dos grupos: lentas, y
rápidas/instantáneas.
Las inducciones “lentas” son usadas sobre todo en hipnosis clínica, donde
es necesario que el paciente alcance estados profundos de trance y el
tiempo no suele ser un problema. Con este tipo de inducciones, es bastante
normal estar más de media hora hasta conseguir que el paciente alcance el
estado de hipnosis que se quiere conseguir.

Por el contrario, las inducciones rápidas o instantáneas buscan conseguir el


estado de trance lo más rápido posible. Tienen el inconveniente de que, al
contrario que las lentas, no funcionan para todo el mundo, pero te
ahorrarán mucho tiempo y harán que el proceso sea más dinámico y
entretenido de ver.

Como no todas las personas caen en hipnosis usando inducciones rápidas,


es importante que lleves a cabo todo el proceso anterior para elegir a los
voluntarios más sugestionables de cada grupo.
En este libro voy a enseñarte cuatro inducciones, de la más lenta a la más
rápida:

Inducción de relajación
Inducción del brazo ligero
Inducción del apretón de manos
Inducción del chasqueo de dedos

Todas ellas tienen sus ventajas e inconvenientes, y te serán útiles en


situaciones distintas. La idea es que pruebes con cuál te sientes más
cómodo, y luego te centres en la que más te guste hasta que hayas
conseguido dominarla.
Inducción de relajación
Ésta es, normalmente, la primera inducción que hago con todos mis
voluntarios. Es un poco más lenta que las demás, pero el proceso no suele
llevar más de cinco minutos.
Su principal ventaja es que es prácticamente imposible que falle, ya que
en todo momento vas a estar pendiente de cómo responde tu voluntario a
lo que le vas diciendo, para modificar tus sugestiones.
Esta inducción tiene que hacerse estando tanto tú como tu voluntario
sentados. Pídele que se ponga lo más cómodo posible, con los pies bien
plantados en el suelo si está en una silla o similar. A lo largo del proceso,
su mirada tiene que estar centrada en un punto fijo; lo más fácil es pedirle
que mire fijamente a un punto debajo de tu ojo. De esta forma podrás ver
los cambios en su mirada, respiración, etc., lo que te ayudará a darte
cuenta de cuándo está entrando en trance.
Además, en esta inducción vas a añadir un elemento de contacto físico que
le ayudará a caer más rápidamente en trance. Pídele permiso para tocarle, y
empieza a dar golpecitos con tu dedo índice en su pierna, cerca de la
rodilla. La idea es que lo hagas de forma suave y rítimca, lo que hará que
tu voluntario se relaje y todo el proceso sea más sencillo.

Una vez que tu voluntario esté mirando a un punto fijo, y hayas empezado
con los golpecitos en la pierna, puedes empezar con el guión que te dejo a
continuación. Procura decirlo con voz profunda y relajada, para que sea
más efectivo.

Ahora quiero que te concentres en tu respiración. Nota cómo el aire pasa


por tu nariz... Por tu garganta... Y llega hasta tus pulmones, y cómo vuelve
a salir lentamente. Nota cómo se va haciendo cada vez más profunda, y
con cada inspiración, vas a sentirte cada vez más... y más relajado. Eso
es, lo estás haciendo muy bien.
Ahora, empieza a notar cómo tus músculos se van relajando cada vez más.
Tus hombros se destensan, los músculos de la cara están cada vez más
relajados... Y con cada respiración que des, nota cómo tus párpados
empiezan a volverse cada vez más pesados. Con cada respiración, y con
cada palabra que escuches, tus párpados van pesando cada vez más... y
más... y más.

Puedes seguir repitiendo estas sugestiones de relajación hasta que notes


que la respiración de tu voluntario es muy profunda, y/o que sus ojos están
algo desenfocados. En este momento, di lo siguiente:
En un momento, voy a contar desde cinco hasta cero, y con cada número
te vas a ir relajando cada vez más. Quiero que te imagines el cero en tu
mente como una puerta, y cuando lleguemos hasta el cero, la vas a
atravesar, y caerás en estado de trance. Eso es, cada vez más relajado.
Cinco... nota cómo tus párpados se hacen cada vez más pesados...
Cuatro... Más y más relajado... Tres... Deja a tus ojos que se cierren...
Dos... Casi hemos llegado al cero... Uno... Y cero (y chasqueando los
dedos) ¡Duerme!
Si no ha cerrado los ojos al sugerirlo en el tres, seguramente lo haga ahora.
Es bastante normal que tu voluntario deje caer la cabeza hacia su pecho o
muestre algún síntoma parecido de relajación; esto es señal de que ha
entrado en un trance ligero.
Inducción del brazo ligero
Esta inducción tiene la ventaja de que se puede acortar o alargar tanto
como sea necesario, en función de las reacciones de tu voluntario. La idea
es hacerle creer que vas a ensayar las instrucciones antes de hacer la
inducción propiamente dicha. Pero mientras le estás explicando lo que vas
a hacer, realmente ya estás llevándole a un estado de trance.

Al hacerlo de esta manera, tu voluntario tendrá la guardia baja y se dejará


llevar mucho más por el proceso. Y como supuestamente estás sólo
explicándole lo que va a pasar, podrás repetir el proceso todas las veces
que sean necesarias hasta llevarle a estado de trance.
Para esta inducción, vas a usar una forma de coger el brazo de tu
participante llamada “toque ambiguo”. Es una forma de tocarle que
fomenta el proceso de hipnosis, por lo que se usa en muchas inducciones.
Funciona de la siguiente manera:
Pídele que te preste su brazo. Al hacerlo así en vez de pedirle
permiso para cogerlo, le harás pensar en su brazo como en algo
externo a él, un objeto que se puede prestar. Esto fomenta el
trance.
Coge su muñeca con tus dedos pulgar y corazón, de tal forma
que tu índice quede apuntando hacia su codo. El agarre de estos
dos dedos debe ser muy ligero.
Pon tu índice suavemente sobre su muñeca, sin apretar.

Como verás, con esta forma de cogerle es prácticamente imposible hacer


fuerza. La idea es provocar un estado llamado “catalepsia”, en el que el
participante deje el brazo quieto en el sitio en lugar de dejarlo caer.
Notarás que ha alcanzado este estado cuando no tengas que hacer fuerza
para subir su brazo o dejarlo arriba, sino que se queda quieto.

La catalepsia es un indicador de que tu participante ha entrado en trance


ligero, incluso aunque tenga los ojos abiertos. Por lo tanto, tu misión con
esta indución es repetir el proceso tantas veces como sea necesario hasta
que notes que su brazo se queda en posición. Normalmente, con repetir el
guión dos o tres veces es suficiente.

La inducción se hace de la siguiente forma:

Vamos a hacer una cosa. Te voy a hipnotizar, pero como el proceso es un


poco complicado, primero voy a explicarte cómo funciona. ¿Me prestas tu
brazo?
Cuando extienda el brazo hacia ti, cógelo con el toque ambiguo. Fíjate en
si su brazo “pesa mucho”, o si ya está cataléptico (es decir, si
prácticamente no tienes que hacer fuerza para sostenerlo). Vas a seguir
repitiendo las instrucciones de la inducción hasta que notes que entra en
catalepsia.

Está bien, voy a explicarte cómo funciona este proceso. En un momento


voy a subir tu brazo lentamente... y cuanto más arriba esté, vas a notar
cómo te vas relajando más y más. Y cuando llegue arriba, voy a bajar el
brazo otra vez, y volverás a un estado normal.

Mientras dices esto con voz relajante, ve subiendo y bajando su brazo con
cada parte de las instrucciones. Al mismo tiempo, tienes que fijarte en dos
cosas:

Observa si sus ojos se desenfocan o se cierran ligeramente.


Ambas cosas son signos de que está cayendo en hipnosis.
Mira si el brazo pesa algo menos que cuando lo cogiste. A
veces, incluso, el espectador empezará a subir el brazo sin que
tú tengas que hacer fuerza; esto es muy buena señal.

Si tu voluntario no parece estar todavía demasiado relajado (lo más


probable), di lo siguiente mientras subes su brazo más lentamente que
antes:
Eso es... en un momento tu brazo estará cada vez más ligero, y empezará a
subir... Y cuanto más ligero esté, y más arriba, más relajado te vas a sentir
y más preparado para entrar en hipnosis. Eso es, cuanto más arriba, más
y más relajado.

Muévele el brazo de forma muy lenta. Si cuando llegas a la altura de su


cabeza ves que está con los ojos muy desenfocados y el brazo en
catalepsia, puedes simplemente bajarle el brazo de golpe mientras dices
“¡duerme!” y entrará en hipnosis. Pero si crees que aún no está preparado,
puedes seguir un poco más:
Y cuando te baje el brazo, vas a volver a estar alerta otra vez (y bajas su
brazo de golpe, en este punto deberías notar un cambio visible en su cara
al hacerlo). Última vez: vas a notar cómo tu brazo está cada vez más
ligero, cómo va subiendo, y cómo te vas relajando cada vez más,
sintiéndote muy a gusto y con más ganas de entrar en hipnosis.

Cuando llegues arriba, pon tu mano delante de sus ojos, y di:

Ahora voy a contar desde tres hasta cero, y cuando llegue a cero vas a
caer en trance. Tres... Dos... Uno... Cero. ¡Duerme!

Al mismo tiempo que dices “duerme”, chasquea los dedos delante de sus
ojos y simultáneamente empuja su brazo hacia abajo. Si ha salido bien,
notarás cómo su cuerpo se relaja de golpe.

Teóricamente, podrías seguir repitiendo las “instrucciones” tantas veces


como fuera necesario; pero en mi experiencia, tres veces suele ser
suficiente. Mi consejo es que, si a la tercera vez no estás muy seguro de
que estés funcionando, pruebes a hacer la última parte. La mayoría de las
veces, tu voluntario caerá en trance.
Inducción del apretón de manos
Esta inducción es bastante más rápida que las anteriores, aunque también
algo menos “segura”. Se basa en un principio conocido como
“interrupción de patrón”: a lo largo de la vida hemos ido aprendiendo
muchas respuestas que llevamos a cabo de forma totalmente automática.
Por ejemplo, si alguien extiende su mano frente a nosotros, nuestro instinto
nos dice que se la estrechemos. Si eres capaz de interrumpir esa respuesta
(por ejemplo de la forma que vas a aprender en esta inducción), el cerebro
se queda en blanco por un momento. En ese instante, meter a una persona
en trance es muy sencillo.

Hay muchas inducciones que se basan en este principio; ésta es sólo una
de ellas. Te recomiendo que busques más opciones (si sabes inglés, se
llaman “handshake induction”).

Ésta en concreto es muy útil como segunda inducción, una vez que ya has
metido a la persona en trance y la has despertado. En este momento es
mucho más fácil volverla a hipnotizar; pero de todas formas también
podrías utilizar esta inducción la primera vez, si crees que tu voluntario es
especialmente sugestionable.
El procedimiento es el siguiente: nada más acabar un efecto (por ejemplo
“manos pegadas” o una de las rutinas que aprenderás más adelante),
felicita a tu voluntario por el buen trabajo que está haciendo y extiende tu
mano derecha como si quisieras darle la mano. Cuando extienda la suya
para dártela, cógela con tu mano izquierda usando el toque ambiguo,
poniendo el pulgar y el corazón en su muñeca y el índice en el dorso de su
mano.

Inmediatamente, súbele la mano de tal forma que su palma quede


apuntando a su cara, un poco por encima de la altura de sus ojos, y
empieza a movérsela lentamente hacia el rostro. A la vez que lo haces, di
lo siguiente:
Elige un punto de tu mano y fija los ojos en él. Según tu mano se va
acercando, vas a notar cómo el foco de tus ojos cambia, cómo tu visión se
va haciendo más borrosa... Y cuanto más cerca esté la mano, más relajado
estás... Eso es... ¡Duerme!

Si todo va bien, notarás cómo la mano se mueve prácticamente sola hacia


su cara. Cuando esté muy cerca de sus ojos, chasquea los dedos y di
“duerme”, a la vez que empujas suavemente su mano hasta que le toque el
rostro. Si en ese momento le sueltas, lo más común es que tu voluntario
deje caer la cabeza con la mano todavía puesta sobre la cara.
Inducción del chasqueo de dedos
La última inducción que te voy a enseñar es a la vez la más rápida y la más
difícil de conseguir hacer funcionar. Te recomiendo que la uses sólo
cuando ya hayas metido a tu voluntario varias veces en trance, o con
personas extremadamente sugestionables (tranquilo, con un poco de
práctica las reconocerás sin problema).

Usada en el momento correcto, pondrás a la persona en trance


instantáneamente, además de hacerlo de forma muy visual e
impresionante.

Funciona de la siguiente manera: levanta tu mano un poco por encima de


los ojos de tu voluntario, con el dedo índice estirado. Dile que mire a tu
dedo, y elévalo lentamente. Cuando notes que su mirada está fija en él,
baja la mano repentinamente a la vez que chasqueas los dedos y dices
“¡Duerme!”.
Cuanto más rápido bajes la mano, más caerá la cabeza de tu voluntario
hacia su pecho y más se relajará. Si estáis de pie, ten cuidado por si se te
cae encima; te aseguro que puede pasar.
Paso 4: Profundización
Acabas de hacer una inducción, y tienes a tu voluntario con los ojos
cerrados y con pinta de relajado. El resto te mira expectante, y hay un
silencio absoluto en la habitación.
¿Y ahora qué?

La realidad es que, en este momento, tu voluntario está en un trance muy


ligero. Si no le dieses ninguna instrucción más, se despertaría al cabo de
unos pocos minutos o incluso segundos. Si intentases sugestionarle, saldría
del estado de hipnosis y no conseguirías nada.

Por eso, tu trabajo ahora mismo es llevarle a un estado de trance más


profundo, en el que puedes empezar a darle sugestiones potentes sin que
las rechace.

Dicho esto, las profundizaciones también pueden serte útiles si en algún


momento, una de las rutinas que estás intentando hacer no funciona. Si le
das una sugestión a tu voluntario y no la sigue, prueba a profundizar su
trance un rato y vuelve a intentarlo después; al segundo intento los efectos
suelen funcionar.
“Cada vez más profundo”
La forma más sencilla de llevar a tu voluntario a un estado de trance mayor
es decírselo directamente.

Esta técnica consiste en repetirle con voz tranquilizadora cosas como:


“Cada vez más profundo”
“Más y más relajado a cada momento”
“Tu cuerpo y tu mente son cada vez más pesados”

Aunque parece muy básico, los resultados que se pueden conseguir sólo
con esto son enormes.

También puedes decirle algo como: “Con cada chasquido de mis dedos vas
a caer diez veces más profundo en trance”.
Refuerzo
En cada paso de la hipnosis, puedes decirle a tu voluntario lo bien que lo
está haciendo. Esto le animará a seguir haciendo caso de tus instrucciones,
lo que te facilitará el trabajo.
En este caso, el refuerzo se haría de forma parecida a lo siguiente:

Eso es, lo estás haciendo muy bien. Tienes una mente muy poderosa, que
te lleva a estar cada vez más relajado.
Anclajes
El siguiente paso es poner al entorno a tu favor. Un anclaje consiste en
asociar algo que ocurre espontáneamente (su respiración, ruidos externos,
tus palabras...) con un estado de relajación más profundo. Se crean con
frases como las siguientes:
“Con cada respiración vas a estar más y más relajado”
“Con cada palabra que diga vas a caer en un trance más
profundo”
“Cada ruido que oigas va a hacerte caer más profundamente en
hipnosis”
Con esta técnica, incluso cosas como el ruido ambiental, otras personas
hablando o música alta pueden ayudarte a profundizar el trance.
Cadenas
Las cadenas funcionan creando una especie de círculo vicioso en la mente
de tu voluntario, que te ayude a profundizar en su trance. Se te pueden
ocurrir muchas formas de hacerlo, pero yo suelo decir esto:
A partir de ahora, vas a relajarte cada vez más y más. Y cuanto más
relajado estés, mejor te vas a sentir contigo mismo, y cuanto mejor te
sientas, más relajado vas a estar.
De esta forma, sin hacer nada más el sujeto empezará a caer en un trance
cada vez más profundo.
Fraccionamiento
La última y más poderosa forma de profundizar el trance se llama
fraccionamiento. Consiste en que, si sacas a una persona de un trance y la
vuelves a hipnotizar inmediatamente, la segunda vez caerá mucho más
profundamente que la primera. Con esta técnica vas a aprovechar este
hecho a tu favor.

Lo primero es facilitarte las cosas para cuando quieras volver a hipnotizar


a este voluntario en concreto. Yo suelo decir algo como:

A partir de ahora, cada vez que chasquee los dedos y diga “¡Duerme!”
vas a caer en trance, diez veces más profundamente que ahora.

Te recomiendo que digas esta frase incluso si no quieres usar el


fraccionamiento, ya que te va a ayudar mucho a la hora de hacer las rutinas
que aprenderás a continuación.

Una vez asegurado que tu voluntario va a volver a caer en trance


rápidamente, la técnica seguiría así:

En un momento voy a contar hasta tres, y vas a despertar. Cuando lo


hagas, voy a volver a hipnotizarte y vas a volver a caer en un trance
mucho más poderoso que el de ahora. Uno... Dos... Tres... ¡Despierta!

Da una palmada para despertar totalmente al voluntario, e inmediatamente


pasa a una de las inducciones más rápidas (por ejemplo, la del apretón de
manos o la del chasqueo de dedos). Verás cómo esta vez te cuesta mucho
menos meterle en trance.

Puedes repetir estos pasos tantas veces como quieras para seguir
profundizando la hipnosis.
Señales de que tu voluntario está en trance profundo
¿Cómo saber si la persona está realmente hipnotizada? Básicamente hay
dos maneras: buscar signos físicos de trance, o intentar hacer un efecto y
ver si responde a él.
La primera rutina que te enseño en el punto siguiente tiene la misión de
comprobar si tu sujeto está en un estado sugestionable. Pero antes de
usarla, te interesa comprobarlo buscando señales físicas. Por tanto, aquí
voy a explicarte algunos de los signos físicos de trance más evidentes.
Algunos de ellos son:

Los párpados de la persona tiemblan de forma muy rápida.


La respiración se ha hecho más profunda de lo habitual.
El cuerpo aparece relajado, sin tensión en los hombros ni en la
cara.
La cabeza ha caído hacia el pecho.
El voluntario está más pálido de lo habitual.

Aunque no es necesario que la persona presente todos estos signos,


cuantos más de ellos detectes mejor. Si no muestra ninguno de ellos sigue
profundizando el trance un rato más; si en cambio presenta varios, puedes
empezar con la primera rutina para comprobar su respuesta a las
sugestiones.
Paso 5: Rutinas
Llegados a este punto, ya tienes todo lo que necesitas para poder
hipnotizar a alguien. Una vez que cojas confianza con el proceso, podrás
meter a casi cualquier persona en trance y provocarle fenómenos
hipnóticos.

Ahora bien, ¿qué haces una vez que tienes atu voluntario en trance?

La hipnosis puede utilizarse para muchas cosas. Los hipnoterapeutas la


usan como herramienta para ayudar a la gente a dejar de fumar, curar
fobias, mejorar la autoestima... Pero hacerlo requiere entrenamiento, y un
conocimiento profundo de los procesos mentales.
En cambio, tú vas a aprender a usar la hipnosis para divertirte y para
ofrecer un espectáculo a tus espectadores. Con ella, podrás lograr cosas
aparentemente imposibles, como leer la mente de otra persona, hacerte
invisible... y sí, incluso hacerle creer a alguien que es una gallina.
En esta parte del libro voy a enseñarte varias de las “rutinas” que yo hago
habitualmente. Los efectos van del más fácil de conseguir hasta el más
difícil, por lo que no suelo cambiar el orden. Aún así, lo que aprendas aquí
será solo una pequeña parte de lo que puedes conseguir con la hipnosis.
Realmente tu imaginación es el límite; una vez que te sientas cómodo con
los efectos que te presento aquí, te invito a que pruebes cosas nuevas y
explores las posibilidades.

A lo largo de todo el proceso verás que las instrucciones se repiten mucho.


Es importante que seas muy pesado, para que las sugestiones se queden
grabadas en la mente de tu voluntario.

Por cierto, en tus espectáculos no tienes por qué hacer todas las rutinas que
te expongo aquí: elige aquellas que te parezcan más interesantes o que
quieras probar.
Antes de comenzar, te queda una última técnica que debes usar: la
supersugestión.
Supersugestión
Una vez que tienes a tu voluntario en un trance profundo, vas a usar una
técnica para asegurarte de que sigue tus instrucciones a lo largo de toda la
sesión. Consiste en decirle lo siguiente:
A partir de ahora, todo lo que te diga se va a convertir en tu realidad. Lo
que te diga que vas a pensar es lo que vas a poder pensar, lo que te diga
que vas a sentir es lo que vas a poder sentir. Todas mis sugestiones van a
volverse reales para ti en el momento en que te las diga.

Si tu voluntario está en trance y acepta esta “supersugestión”, será mucho


más probable que acepte las sugestiones que le des más adelante, incluso
las más complicadas. No te olvides de usarla.
La mano que levita
Esta primera rutina tiene dos propósitos: comprobar si tu voluntario está
realmente en trance y responde a sugestiones, y preparar el terreno para
otro tipo de efectos más complicados.
Los fenómenos hipnóticos pueden dividirse entre los que son totalmente
corporales y los que implican también a la mente. Todo lo que has estado
haciendo hasta ahora (manos magnéticas, ojos pegados...) entra en la
categoría de efectos físicos. Este tipo de efecto es mucho más fácil de
conseguir, y el trance no tiene por qué ser tan profundo. Sin embargo, más
adelante aprenderás otro tipo de efectos que son puramente mentales, y
que requieren un nivel de hipnosis mayor para funcionar.

Esta primera rutina empieza siendo totalmente corporal, pero si el sujeto


responde bien, se le añade un elemento mental que ayuda a acostumbrarle
para los siguientes efectos.
Ya que vengo del mundo del ilusionismo, voy a explicarte cada rutina
como si éste fuese un libro de magia: pondré primero la descripción del
efecto visto desde fuera, y luego el método paso a paso para hacerlo. En la
parte de la explicación, de nuevo te dejo el guión que yo suelo usar.
Efecto: La mano del voluntario, que está descansando sobre su pierna,
empieza a elevarse sola hacia su cabeza. Cuando la mano toca la frente, el
voluntario empieza a reirse de forma incontrolable.

Explicación: Una vez que has profundizado el trance, pon la mano de tu


voluntario sobre su pierna, y dile:

En un momento, vas a notar cómo tu mano empieza a moverse hacia tu


cabeza. Igual que antes tenías un imán en cada palma, ahora tienes uno
en la mano y otro en tu frente. Con cada respiración que des, con cada
chasquido de mis dedos, vas a notar cómo tu mano se va haciendo cada
vez más ligera y esa fuerza magnética tira de ella hacia arriba.
En muchas ocasiones no hará falta que digas nada más para que su mano
empiece a moverse. Pero si ves que aún no ocurre nada, puedes usar una
técnica llamada “A o B”. Consiste en presentarle dos opciones, siendo
ambas beneficiosas para ti, por lo que pase lo que pase sales ganando.

No sé si va a empezar a moverse primero la palma de la mano, o un dedo.


Pero cada vez va a estar más y más ligera, y el imán que tira de ella va a
ser más fuerte.

En cuanto veas que su mano hace el más mínimo movimiento, señálaselo.


Eso es, ¿has notado cómo (el dedo/la mano) se ha movido? Lo estás
haciendo muy bien; cada vez más y más ligera, cada vez levantándose más
hacia tu cabeza.

Cuando la mano empiece a despegarse de la pierna, vas a añadir la


segunda parte de la sugestión:

A partir de ahora, cuanto más suba tu mano, mejor te vas a sentir contigo
mismo. Cuanto más arriba, más feliz estás. Y cuanto mejor te sientas, más
rápido va a subir tu mano y más fuerte se hace la atracción hacia tu
cabeza. De hecho, vas a empezar a sonreír. Y según vaya subiendo, vas a
empezar a notar cómo esto te parece muy gracioso. Como la escena de
película más divertida que hayas visto nunca, pero diez veces más
gracioso. Eso es, lo estás haciendo muy bien.

Cuando tu mano toque tu frente, vas a empezar a reírte de forma


incontrolable, y cuanto más trates de resistirte, más graciosa te va a
parecer la situación y más te vas a reír. Eso es, cada vez más y más
gracioso.

Mientras dices esto, verás cómo el voluntario empieza a sonreír, y en


algunas ocasiones a reírse en voz baja. Si todo ha salido bien, cuando la
mano toque su frente estallará en carcajadas; sigue aumentando su risa
durante unos segundos. Luego tienes dos opciones; o pararle, o probar a ir
un poco más allá:

En un momento voy a chasquear los dedos, y cuando lo haga vas a


empezar a reírte con risa malvada. La risa más malvada que hayas oído
nunca, como si fueses un supervillano. Cuando chasquee los dedos: una...
dos... ¡tres!

Cuando quieras terminar la rutina, puedes simplemente chasquear los


dedos y decir “¡despierta!”, y volver a hipnotizarle para meterle en un
trance todavía más profundo, preparado para la siguiente rutina.
Mano pegada
Efecto: El espectador pone su mano sobre una superficie plana (una mesa,
su propia pierna, el suelo), y por más que lo intente es incapaz de
levantarla.
Explicación: Una vez que le tengas de nuevo en trance, coloca la mano de
tu voluntario sobre una superficie plana (vamos a suponer que es una
mesa) y di lo siguiente:
Concéntrate en tu respiración. Vas a notar cómo, cada vez que cojas aire,
tu mano se va haciendo cada vez más y más pesada. Nota cómo tus dedos
se van relajando, y cómo están cada vez más pegados a la mesa, como si
un pegamento se extendiese por tu mano.

En un momento te voy a pedir que intentes levantar la mano, y cuanto más


tires de ella, más pegada va a estar a la mesa. Cuanta más fuerza hagas
para levantarla, más pegada va a estar, y más difícil te va a resultar
separarla de ella.

Eso es, cada vez más y más pegada.

Cuando cuente tres vas a intentar levantar la mano, y vas a ver que está
totalmente pegada a la mesa. Te va a parecer algo curioso, pero cuanto
más tires de ella y veas que está pegada, mejor te vas a sentir. Uno... dos...
¡tres!

Verás cómo el voluntario empieza a hacer fuerza con su brazo para separar
la mano de la mesa, pero no puede moverla. Puedes seguir reforzando la
sugestión un poco más; cuando quieras acabar el efecto, chasquea los
dedos y dile que ya puede separarla. En este punto, puedes volver a
meterle en trance para continuar con la siguiente rutina.
Adivinar el pensamiento
¡Empezamos con el primer efecto mental! Si funciona, es muy probable
que puedas hacer cualquiera de las demás rutinas con tu voluntario.
Podríamos decir que éste es el punto de inflexión: a partir de ahora todos
los efectos que vas a aprender parecerán cada vez más imposibles, pero
realmente no son mucho más difíciles de conseguir.

Efecto: El voluntario va a pensar en una palabra que tú le has sugerido,


creyendo que la ha elegido de forma totalmente libre. Cuando “adivines”
lo que estaba pensando, le parecerá que has sido capaz de leer su mente.

Explicación: Aunque lo presentes como un efecto de lectura mental, en


realidad con esta rutina vas a conseguir dos cosas:

“Obligar” al voluntario a pensar en algo que tú le has sugerido.


Hacer que se olvide momentáneamente de que ha sido
hipnotizado.

Empezamos con la persona de nuevo en trance. El guión es el siguiente:

En un momento vas a despertar, y te voy a pedir que pienses en una


palabra. Vas a cambiar varias veces de elección, pero al final vas a
pensar en la palabra “relámpago”. Además, vas a creer que has escogido
esta palabra de forma totalmente libre.

Cuando despiertes, vas a olvidar que te he hipnotizado, y vas a pensar en


la palabra “relámpago”. Cuando te la adivine, vas a creer que te he leído
el pensamiento, y te parecerá algo increíble.

Por último, cuando chasquee los dedos y diga “¡duerme!”, vas a volver a
caer en un trance, diez veces más profundamente. Asiente si lo has
entendido (en este punto, el voluntario asentirá lentamente si ha entendido
las instrucciones; si no, repíteselas una vez más).

Uno, dos, tres, ¡despierta!


Éste punto es crítico: el voluntario acaba de salir del trance, y se encuentra
desorientado. Si le dejas unos segundos a su aire, empezará a pensar en lo
que ha ocurrido y se acordará de que le has hipnotizado. Por eso, en el
momento en que abra los ojos, tienes que tomar la iniciativa y empezar con
la segunda parte de la rutina.

No sé si te he contado alguna vez que soy mago. Últimamente estoy


probando a leer la mente de las personas, así que vamos a hacer un
experimento. Te voy a pedir que pienses en una palabra, la que tu quieras,
y que cambies varias veces de elección. Avísame cuando hayas escogido
una.

En este punto, si el voluntario no te dice que se acuerda de todo, sabrás


que la rutina ha funcionado; ¡le has provocado amnesia! Ya sólo te queda
revelar la palabra: puedes añadirle todo el dramatismo que quieras. Te
aseguro que tu voluntario va a alucinar.

Cuando quieras, vuelve a meterle en trance para seguir con la próxima


rutina. Por cierto, a partir de este punto yo suelo usar exclusivamente la
“inducción del chasqueo de dedos”, porque la persona se encuentra en un
estado muy sugestionable.
Amnesia del número 3
Efecto: El voluntario olvida el número tres, hasta tal punto que es incapaz
de reconocerlo si lo ve escrito. Si se le pide que cuente en voz alta, dirá
“Uno, dos, cuatro, cinco...” sin darse cuenta de que está pasando algo
extraño.
Explicación: Tras poner a tu voluntario de nuevo en trance, le dirás lo
siguiente:
En un momento vas a despertar, y vas a olvidar completamente el número
tres. Para ti nunca ha existido; si te piden que cuentes en voz alta, dirás
“uno, dos, cuatro, cinco...”, porque el tres ha desaparecido por completo
de tu mente. De hecho, si lo ves escrito en algún lugar, no lo vas a
reconocer; pensarás que es un símbolo que no te has encontrado nunca
antes.

Repite estas instrucciones un par de veces. Puedes pedirle que asienta si lo


ha entendido, para asegurarte de que va a seguir tus sugestiones. Una vez
que estés convencido de que lo ha entendido bien, despiértale diciendo
“uno, dos, ¡despierta!”. No cuentes hasta tres porque podría interferir con
la sugestión que acabas de darle.
La forma en la que suelo presentar el efecto es la siguiente. Dile que se le
ve un poco desorientado, y que vas a hacer un ejercicio con él para
comprobar si puede concentrarse bien. Verás cómo si lo dices con
convicción nada más despertarle, no te pondrá ninguna pega.

Pídele que ponga las dos manos delante de su cara, con los dedos
extendidos, y que cuente en voz alta los dedos que tiene en cada mano (no
los que tiene en total). Si ha seguido tus sugestiones, contará “Uno, dos,
cuatro, cinco, seis” en cada una, y o bien no se da cuenta de que pasa algo
raro, o bien se da cuenta pero no sabe el qué.

En este momento lo mejor es que actúes como si estuvieses sorprendido.


Puedes pedirle que vuelva a contar, pero el resultado será el mismo:
pensará que tiene seis dedos en cada mano. Juega un poco con su
confusión. Luego, puedes decirle algo como: Si tienes seis dedos en cada
mano, en total tienes doce... qué raro, ¿no?

Para finalizar, me gusta escribir el número tres en un trozo de papel (o


marcarlo en el teléfono), y decirle que un amigo mío arqueólogo ha
encontrado un símbolo muy raro en una de sus excavaciones. Enséñaselo,
y pregúntale si se lo había encontrado antes.

En cada efecto en el que le des una sugestión como ésta, no te olvides de


borrársela cuando vuelvas a meterle en trance. El guión sería algo así:

Eso es, cada vez más relajado, todas las sugestiones absurdas que te he
dado hasta ahora se borran de tu mente.
En este caso concreto podrías añadir lo siguiente:

Cuando despiertes vas a recordar el número tres perfectamente, y podrás


volver a contar con normalidad.
Cambio de nombre
Efecto: El voluntario olvida su propio nombre y cree que se llama de
alguna forma absurda. Por ejemplo, María si es un chico, o Eduardo si es
una chica. No sólo está totalmente convencido de ello, sino que se
extrañará si alguien se ríe de su nuevo nombre.
Explicación: Una vez que tu voluntario esté en trance, dile lo siguiente.

(Nota: durante toda la explicación voy a asumir que tu voluntario es un


hombre).

En un momento vas a despertar, y todo va a estar totalmente normal, salvo


que te vas a llamar María. Siempre te has llamado así; es el nombre que te
pusieron de pequeño. Si alguien te pregunta, vas a decir que te llamas
María, y te va a parecer algo completamente normal. Tu nombre es
María, y siempre lo ha sido.

De hecho, si alguien se ríe te va a parecer algo muy raro. Para ti es un


nombre corriente, y si a alguien le hace gracia le vas a preguntar por qué.
Eso sí, vas a permanecer totalmente tranquilo y relajado, y cuando diga
“duerme” vas a volver a caer en trance aún más profundamente que
antes.

En este momento despierta a tu voluntario, e inmediatamente toma la


iniciativa. Normalmente suelo volver a decir que “le veo muy distraído”, y
que vamos a hacer una prueba muy sencilla para ver si se encuentra bien.
En este momento, todo lo que tienes que hacer es preguntarle cómo se
llama, y disfrutar de las reacciones de tus espectadores y del propio
voluntario.

Deja un poco de tiempo para que los que están viendo el proceso puedan
hacerle preguntas, y cuando creas que ya ha habido bastante, vuelve a
ponerle en trance. De nuevo, en este punto la inducción del chasqueo de
dedos suele ser suficiente.
Un consejo: si ves que en algún momento tu voluntario se siente incómodo
(al fin y al cabo los demás se van a reír de “su nombre”), vuelve a ponerle
en trance enseguida. Lo último que quieres es que se sienta mal, porque
toda la conexión que has conseguido construir con él se perdería
inmediatamente.
Invisibilidad
¡Llegamos a mi efecto favorito con diferencia! Lo que estás a punto de leer
parece imposible, pero lo he hecho cientos de veces con casi todos los
voluntarios a los que he hipnotizado. Te aseguro que funciona.
Efecto: El hipnotizador se vuelve invisible a ojos del voluntario. Cuando
los demás le preguntan si sabe dónde está el hipnotizador, éste responde
que no, a pesar de que esté delante suyo o incluso le esté tocando.
Explicación: Este efecto es el primero en el que vas a usar los fenómenos
más poderosos que se pueden conseguir con hipnosis: las alucinaciones.

Las alucinaciones pueden ser positivas (si la persona hipnotizada ve algo


que no está ahí realmente) o negativas (si no puede ver algo que realmente
existe). Para hacer este efecto, le vas a provocar una alucinación negativa,
impidiendo que te vea.

Si consigues provocar una alucinación en tu voluntario, quiere decir que le


has llevado a un nivel de trance muy profundo. En este punto, tu
imaginación es el único límite.

Cuando tengas a tu voluntario bajo hipnosis, dile lo siguiente:


Voy a contar hasta tres, y cuando lo haga vas a despertar, pero vas a ser
incapaz de verme: a mí, o a nada de lo que lleve encima. Si alguien te
pregunta por mí, vas a pensar que me he ido, porque no vas a poder
verme. Si en algún momento cojo un objeto y lo muevo por el aire, vas a
pensar que está flotando y vas a alucinar.

Además, tampoco vas a poder oírme, salvo que te esté dando


instrucciones. Si te doy alguna orden, la vas a seguir inmediatamente.

Es MUY IMPORTANTE que le digas esta última parte. Si no especificas


que va a ser capaz de escuchar tus instrucciones, es posible que no te haga
caso, incluso aunque no menciones la parte de que no te va a poder oír
(cada voluntario reacciona de manera ligeramente distinta).

Una vez que le hayas dado estas sugestiones, despiértale. Verás cómo sus
ojos no te enfocan; parece que mira a través de ti.
En este momento puedes hablar tranquilamente. Tu voluntario no dará
signos de verte ni de oírte. Para darle más emoción puedes hacer varias
cosas:
Pedirle a los demás que le pregunten por ti. Dirá que no te ha
visto y que no sabe dónde estás.
Pasarle la mano por delante de los ojos. Verás que no te la sigue.
Si le has dado también instrucciones para que no sienta si le
tocas, dale golpecitos en el hombro y verás que no reacciona.
Si por el contrario no se las has dado, tócale. Empezará a mirar a
todas partes para ver quién le ha tocado, pero no será capaz de
verte.
Coge un objeto y pásalo por delante suya como si estuviese
flotando. Las reacciones a esto son increíbles.

¿Cómo acabas este efecto? A mí me gusta decirle lo siguiente. Recuerda


que a pesar de no dar señales de escucharte, oirá tus instrucciones
perfectamente.

En un momento voy a dar una palmada, y me vas a ver aparecer en una


nube de humo. Te va a parecer lo más increíble que has visto en tu vida.

Ya sólo te queda dar una palmada, y disfrutar de las reacciones.


Alucinaciones
Normalmente, justo después de hacer la rutina de la invisibilidad, me gusta
aprovechar que el voluntario está siguiendo todas tus instrucciones para
darle alguna sugestión más sin tener que volver a meterle en trance.
Normalmente, le provoco alucinaciones positivas.
El problema con este tipo de efectos es que sólo tu voluntario va a saber lo
que está viendo, así que tienes que hacerle imaginar cosas que le
provoquen reacciones visibles. Te dejo algunas ideas:

Hacer que vea a todos los espectadores desnudos.


Decirle que extienda un dedo, y hacerle imaginar que un pájaro
se ha posado en ella. Dependiendo de cómo de realistas sean sus
alucinaciones, a veces puedes ver cómo baja el dedo como si
sintiera el peso del animal. Pídele que lo acaricie, o hazle creer
que le ha cagado en los pantalones para hacer que se limpie.
Pregúntale cuál es su mayor sueño, y pídele que cierre los ojos.
Hazle vivir una escena que esté relacionada con lo que te ha
contado.
Hazle creer que está bebiendo alcohol, y disfruta viendo cómo
se emborracha sin necesidad de tomar nada.
Paso 6: Despertar al voluntario
La cantidad de efectos que puedes provocar con la hipnosis está limitada
sólo por tu imaginación. Sin embargo, en algún momento tendrás que
devolver a tu voluntario a su estado normal. De eso trata esta última parte
del proceso.

Podrías limitarte a decir “Uno, dos, tres, ¡despierta!”, pero al hacerlo así,
muchas de las personas que han estado en trance se encuentran
desorientadas, con sueño, mareadas... Tu trabajo es conseguir que se
sientan lo mejor posible después de la sesión, para que la recuerden como
algo muy positivo y le recomienden a todo el mundo que lo prueben.

¿Cómo se logra esto? Lo más importante es darle una serie de sugestiones


finales que se encarguen de que se encuentre genial, lleno de energía y
feliz, y de que olvide todas las sugestiones que le has dado hasta ahora.
Siéntete libre de modificar el guión a tu gusto.

En un momento voy a contar hasta cinco, y vas a despertar


completamente. Todas las sugestiones absurdas que te he dado hasta
ahora van a desaparecer, y vas a sentirte mejor que nunca. Vas a estar
como si hubieses tenido una noche de sueño reparador, y te vas a sentir
lleno de energía y con ganas de comerte el mundo.

Cuando pienses en la hipnosis, vas a sentir que ha sido una experiencia


genial, y vas a tener ganas de probarlo otra vez. Te sientes muy bien
contigo mismo, muy feliz y lleno de energía.

Uno... Inspira hondo... Dos... Nota cómo los músculos se van llenando de
energía... Tres... Nota cómo esa energía te llena entero... Cuatro... Casi
despierto... Y cinco. ¡Despierta!

Normalmente, al decir “despierta” suelo dar una palmada para que el


cambio sea todavía más grande.
¡Felicidades! Si has llegado hasta aquí, ya tienes todo lo que necesitas para
poder hacer una sesión de hipnosis, y provocar reacciones en la gente que
muy poca gente sabe cómo conseguir. Experimenta, prueba cosas nuevas,
y espero encontrarme contigo en alguna quedada de hipnosis en un futuro
cercano.
Bonus: El efecto final
Algunas veces, cuando veo que los espectadores están disfrutando, y
especialmente si han grabado la sesión en vídeo, me gusta darle una última
sugestión a mi voluntario.
Justo antes de despertarte definitivamente, dile lo siguiente:

Cuando despiertes, vas a olvidar totalmente que has sido hipnotizado. No


vas a recordar nada de este rato, y si alguien te enseña un vídeo de la
sesión, vas a alucinar porque lo has olvidado completamente.

Cuando chasquee los dedos y diga “¡recuerda!”, vas a recordar de golpe


todo lo que ha pasado en la sesión, y te vas a encontrar genial contigo
mismo.

Este efecto le da un buen clímax a la sesión, y añade algo que los


voluntarios suelen disfrutar mucho.
Otros usos de la hipnosis
Una vez que hayas practicado tus nuevas habilidades hipnóticas y hayas
visto por ti mismo lo que se puede conseguir, es muy probable que quieras
seguir aprendiendo.
Con la hipnosis, se pueden generar cambios espectaculares. Tanto en mis
propios clientes como en los de compañeros hipnotistas, he visto a gente:

Dejar de fumar
Librarse de fobias (a los ascensores, a las alturas, a volar) en una
sola sesión
Adelgazar
Conseguir más confianza en sí mismos
Superar el insomnio
Y muchas cosas más

La hipnosis es una de las herramientas terapéuticas más poderosas que


existen. Aunque la misión de este libro era sólo enseñarte a hipnotizar a
gente de forma rápida y sencilla, para pasarlo bien y hacer disfrutar a tus
voluntarios, todas las técnicas que has aprendido aquí pueden servirte para
generar cambios, tanto en tu propia vida (con autohipnosis) como en la de
los demás (con hipnosis terapéutica).

Aún así, ayudar a los demás es un campo bastante más delicado que la
hipnosis de espectáculo. Te recomiendo que investigues, leas, y que
practiques primero contigo mismo haciendo autohipnosis. En breves
escribiré otro libro sobre cómo usar la hipnosis en ti mismo para generar
cambios en tu vida.

Mientras tanto, si crees que tienes un problema que la hipnosis te ayudaría


a solucionar, puedes leer más sobre mi trabajo en mi página personal, que
puedes ver en el siguiente enlace:
http://www.tumejormismo.com/hipnosis.
Allí podrás aprender más sobre cómo puedo ayudarte, para ver si la
hipnosis es la mejor opción para ti.
Lecturas recomendadas
En esta lista encontrarás libros, tanto en inglés como en español, que te
recomiendo que leas si quieres completar lo que sabes sobre la hipnosis.
Están divididos en tres temas:
Hipnosis de espectáculo. Para mejorar lo que ya sabes sobre
cómo usar la hipnosis para entretener.
Hipnoterapia. Si quieres usar la hipnosis para mejorar la vida de
los demás, los libros de esta sección te enseñarán todo lo que
necesitas.
Autohipnosis. Las obras que encontrarás aquí te enseñan cómo
modificar las técnicas que ya conoces para entrar en trance tú
solo.

Nota: Muchos de los libros tienen enlaces de afiliado. Esto quiere decir
que si los compras a través de estos enlaces, a ti te costarán lo mismo,
pero yo me llevo un pequeño porcentaje de la venta. De esta forma tú no
notas la diferencia, pero estarás apoyando mi trabajo y ayudando a que
pueda seguir escribiendo :). Por eso, todos los libros que recomiendo los
he leído y creo que te pueden aportar muchísimo.
Libros sobre hipnosis de espectáculo
Reality is Plastic! → Éste fue el libro con el que aprendí a hacer
hipnosis. Lo he releído muchas veces a lo largo de los últimos
siete años. Tiene toda la información que necesitas para hacer
hipnosis en cualquier lugar y con cualquier persona:
inducciones, rutinas, técnicas para profundizar el trance... Si
sólo tienes que elegir un libro de esta lista, quédate con este.
Además, si eres cliente de Kindle Unlimited, ¡puedes leerlo gratis! ¿A qué
esperas?
Deeper and Deeper → Con este libro aprenderás cómo puedes
montar tu propio espectáculo de hipnosis. Te enseña a hipnotizar
a grupos grandes de personas, rutinas para varios voluntarios...
Y además, lo hace en tono de humor y de forma amena. Muy
recomendado.

De nuevo, también puedes conseguirlo gratis si eres cliente de Kindle


Unlimited.
Hipnosis terapéutica
How to Hypnotise Anyone → El primer libro de una serie sobre
distintos usos de la hipnosis, en el que se explican varias
técnicas para mejorar tus capacidades hipnóticas. En los
siguientes libros de la colección aprenderás a curar adicciones, a
entender qué es la hipnosis cultural, a reducir la ansiedad...
La Hipnosis de Milton Erickson → Erickson fue el padre de la
hipnoterapia moderna. Cuenta la leyenda que nadie le daba la
mano para saludarle porque podía hipnotizar a cualquier persona
instantáneamente. Aunque no dejó libros escritos, sus discípulos
han ido recopilando sus enseñanzas en distintas obras. En este
libro podrás aprender los fundamentos de la hipnosis
ericksoniana, la más practicada en todo el mundo para fines
terapéuticos.
Coaching con PNL → ¿Te interesa el desarrollo personal?
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personas? En este libro, los autores te cuentan cómo mezclar el
Coaching (una de las herramientas más poderosas para el
cambio) con la PNL (la versión moderna de la hipnosis, creada a
partir de las enseñanzas de Erickson). Un libro que te cambiará
la vida y te enseñará a ayudar a los demás a hacerlo.
Autohipnosis
Instant self – hypnosis → Este libro no te enseña técnicas, sino
que te ayudará a entrar en trance mientras lo vas leyendo, para
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experto, éste libro puede ser una buena opción.
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¡Gracias por haber adquirido este libro! Espero que haya cumplido con tus
expectativas, y que te atrevas a poner en práctica lo que has aprendido
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través de mi correo info@tumejormismo.com, tanto para recibir clases
personalizadas de hipnosis como para solicitar una sesión de hipnoterapia.

Y si quieres conocer mejor cómo puedo ayudarte, puedes encontrar más


información en mi página personal
http://www.tumejormismo.com/hipnosis.
¡Nos vemos pronto!

Alex

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