Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL SUFRIMIENTO
DE LOS NIÑOS
SEGUNDA EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA
Pablo Peusner. El sufrimiento de los niños
1ª edición, JVE editor, Buenos Aires, 1999
PRIMERA PARTE
EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
II. Escenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
SEGUNDA PARTE
ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
9
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
10
Prólogo a la segunda edición
Prólogo a la segunda edición
11
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
nunca supe a ciencia cierta si alguien retomó la idea ya que fue mi senten-
cia en la Universidad: al año siguiente de la publicación del libro, el titular
de la materia prefirió prescindir de mis servicios1.
12
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
13
PRIMERA PARTE:
El sufrimiento de los niños
I
17
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
x (Mk)
18
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
x V:__
x
tÑ
Agente Objeto
sufrimiento(V)
4. A partir de aquí y a los fines algebraicos, el sufrimiento se inscribirá con la letra
griega ‘sigma minúscula’ (V)
19
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
20
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
6. Ibídem
7. Ibídem
8. Ibid.p. 362
21
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
22
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Qoñ
V
constitución sexual
(fijación libidinal)
vivencia
(frustración)
23
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Q
A
Aoñ
V
Q ñ
ķ
A ñ
ķ
24
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Ahora bien, es visible en los gráficos que el niño ocupa el lugar del
objeto en la relación del sufrimiento; mientras quedaron ubicados como
dos posibles agentes la cantidad [Q] y el Otro [A]. Nos resta aún como
tarea despejar el otro matiz del título, es decir leerlo como un genitivo
objetivo: se trata del caso en el que el niño hace sufrir al Otro [A].
La hipótesis para sostener la inversión de la fórmula y confirmar el
matiz del genitivo objetivo del título [en el que los niños hacen sufrir al
Otro] se enuncia así: cuando el que sufre es el Otro, el nombre del sufri-
miento de los niños es lo imposible de la educación.
En una primera aproximación, podemos decir que se trata de una sus-
titución: allí donde debería aparecer lo imposible de la tarea de educar, el
Otro primordial sufre de los niños y lo manifiesta como su impotencia.
15. Sugiero revisar la p. 330 del tomo XVI de las Obras completas de Freud. Se trata de
la conferencia 23: “Los caminos de la formación de síntoma”. En la misma página, en
nota al pie, Strachey propone una segunda forma de plantear el cuadro. El nuestro,
pareciera entonces ser una tercera versión posible.
25
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
La sociedad, en efecto, tiene que hacerse cargo, como una de sus más impor-
tantes tareas pedagógicas, de domeñar la pulsión sexual…16.
16. Freud, S. “Conferencia 20: La vida sexual de los seres humanos”, en Op.cit., AE. XVI,
p. 284.
17. Freud, S. “El malestar en la Cultura”, en Op.cit., AE. XXI, p. 7.
18.Freud, S. “Conferencia 20: La vida sexual de los seres humanos”, en Op.cit., AE. XVI,
p. 284.
26
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
choca con incredulidad ya en los más pequeños […]. La sensación de que los
adultos le birlan la verdad contribuye mucho a que el niño se sienta solo y
al desarrollo de su autonomía20.
Una conclusión probable sería afirmar que toda respuesta a una pre-
gunta de la investigación sexual infantil, representa un modo estructu-
ral de producir el efecto educativo y ésto en tanto que cada respuesta
transfiere la escisión (lo que da cuenta de la incompletud) desde el Otro
al sujeto encarnado en el niño.
27
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
* * *
Una madre refiere acerca de su hija de cinco años, que en los últimos
tiempos ha tenido notables cambios en su conducta. Arma una serie con
ellos –intentando ordenarlos desde lo menos grave a lo más grave: “hace
berrinches para entrar al Jardín, me contesta agresivamente en casa, se
niega a hacer cosas que le pedimos y no quiere comer…”.
Manifiesta que está muy angustiada –esto lo dice llorando– y que sien-
te una sensación de vacío al pensar que “a lo mejor está sufriendo…”.
Le pregunto si no tiene hipótesis acerca de qué es lo que le está ocu-
rriendo a la niña. Luego de un silencio largo empieza a plantearse tres
posibilidades:
“No le enseñamos a expresar lo que le pasa; no le damos suficiente
contención en casa; el padre y yo no ocupamos los espacios que nos co-
rresponden a nosotros”.
Visiblemente satisfecha con su propia respuesta, hace una apología
de la importancia que tiene hacerse cargo de la responsabilidad que le
corresponde como madre.
Le pregunto:
–¿Está segura de que la responsabilidad es solamente suya?
–“Si no es responsabilidad mía, no se me ocurre qué otra cosa pue-
de ser”.
* * *
28
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
29
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
…hay dos escollos, uno alcanza el anchuroso cielo con su pico agudo corona-
do por el pardo nubarrón que jamás le abandona; de suerte que la cima no
aparece despejada nunca, ni siquiera en verano, ni en otoño. Ningún hombre
mortal, aunque tuviese veinte manos e igual número de pies, podría subir
tal escollo […] En medio del escollo hay un antro sombrío que mira al oca-
so, allí mora Escila, que aúlla terriblemente, con voz semejante a la de una
perra recién nacida y es un monstruo perverso a quien nadie se alegrará de
ver, aunque fuese un dios quien con ella se encontrase. Tiene doce pies, todos
deformes, y seis cuellos larguísimos, cada cual con una horrible cabeza, en
cuya boca hay tres filas de abundantes y apretados dientes, llenos de negra
muerte. Está sumida hasta la mitad del cuerpo en una honda gruta, saca
las cabezas fuera de aquél horrendo báratro, y registrando alrededor del es-
collo pesca delfines, perros del mar, y también, si puede cogerlo, alguno de
los monstruos mayores que cría en cantidad inmensa la ruidosa Anfitrite.
Por allí jamás pasó una embarcación cuyos marineros pudieran gloriarse
de haber escapado indemnes, pues Escila les arrebata con sus cabezas sen-
dos hombres de la nave de azulada proa. En el otro escollo mora la divinal
Caribdis, la cual sorbe las turbias aguas tres veces al día y las hecha fuera
otras tantas de modo horrible. No te encuentres allí cuando las sorbe, pues
ni Poseidón, que sacude la tierra, podrá librarte de la perdición.
Debes acercarte mucho al escollo de Escila y hacer que tu nave pase rápi-
damente; pues mejor es que eches de menos a seis compañeros que a todos
juntos25.
25. Homero. La Odisea. Ed. Losada, Bs.As., 1992, Canto XII, pp. 175-176.
26. Íbid. p. 176.
30
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Educación.
Nos queda una pregunta pendiente: ¿se puede hacer profilaxis edu-
cativa respecto del factor constitucional? ¿Se puede escapar de Escila?
En Los caminos de formación de síntomas plantea que…
27. Ibídem.
28. Freud, S. “Conferencia 34: Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones”, en Op.cit.,
AE. XXII, p. 138.
29. Ibídem.
31
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
32
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
a Q A
33
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
a A
34
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
sabe muy bien qué precioso le resulta el hecho de poder hablar y lo destaca
constantemente. […] No se trata sólo de hablar, sino de hablarle a alguien
[…] Juanito manifiesta su sensación de fecundidad, favorecida por el hecho
de que al fin y al cabo tiene con quien hablar. Sería asombroso que no nos
diéramos cuenta de que lo precioso y lo eficaz del análisis es ésto31.
31. Lacan, J. El seminario, Libro IV, La relación de objeto, Paidós, Bs.As., p. 344.
32. Silvestre, M. “La neurosis infantil según Freud” [1983] en Mañana el Psicoanálisis,
Manantial, Bs.As., 1987, p. 156.
35
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
demanda alguien con quien hablar y que le dejen hacer su neurosis tran-
quilamente. Para ello, es necesario que un analista acompañe el proceso
en los dos niveles que definimos para el sufrimiento y que lo haga con-
vencido del siguiente axioma: el sufrimiento de los niños se analiza.
36
2
Escenas
37
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
1. Freud, S. “El sepultamiento del Complejo de Edipo”, Op.cit., AE. XIX, pp. 182-3.
38
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
La observación que por fin quiebra la incredulidad del niño es la de los geni-
tales femeninos. Alguna vez el varoncito, orgulloso de su posesión del pene,
llega a ver la región genital de una niñita, y no puede menos que convencerse
de la falta de pene en un ser tan semejante a él. Pero con ello se ha vuelto
representable la pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene
su efecto con posterioridad (nachträglich)2.
2. Ibid. p. 183.
39
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
ESCENA 1
nachträglich
Amenaza de Castración
40
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
ESCENA 2
Amenaza de Castración
-referencia a la castración propia-
4. Ibid. p. 147.
41
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
42
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
43
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
ESCENA 3
Amenaza de Castración
44
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
BOUFT
después
Ahora bien, remplacemos por los elementos del primer piso en el gra-
fo de Lacan.
T "
"
En este punto, uno debería aclarar que esta línea es la línea del enun-
ciado, es decir, es la línea de lo que, efectivamente, se dice. Mientras que,
la línea del segundo piso da cuenta de la enunciación. Se puede escribir
el S1 en s(A) y el S2 en A.
S(
T "
"
ʠ
7. Para consultas sobre el grafo del deseo, revisar Jacques Lacan, “Subversión del sujeto
y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” en Escritos 2, Siglo XXI, Bs.As.,
p.773 y ss.
45
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
46
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
47
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
48
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
a Q A
49
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
n! = n x (n-1) x … x 2 x 1
50
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Podemos pensar que cuando Freud funda sus escenas’para todos, está
construyendo los mitos de su propia teoría. Sin embargo, nos interesa
plantear los pequeños mitos que no son para todos, sino para cada sujeto.
Lacan hablaba de “mito individual”. Freud reseñaba “teorías sexuales
infantiles”, pero en todos los casos, se trata de escenas que cambian a lo
largo del tiempo.
En suma, para centrar el valor exacto de las llamadas teorías sexuales in-
fantiles hemos de referirnos a la noción de mito. Lo que se llama un mito se
presenta como un relato. Pueden decirse muchas cosas sobre ese relato, por
ejemplo que tiene algo de atemporal pude tratar de definirse su estructura
en relación con los lugares que define por que muestra ciertas constancias
que no están sometidas en absoluto a la invención subjetiva. También in-
dicar el problema planteado por el carácter de ficción que el mito tiene en
conjunto. Pero esta ficción representa una estabilidad que implica que cual-
quier modificación supone al mismo tiempo alguna otra sugiriendo, inva-
riablemente, la noción de estructura. Por otra parte esta ficción mantiene
una singular relación con algo que siempre se encuentra detrás implicado,
se trata de la verdad15.
La cita retoma los valores que hemos asignado a las escenas: la es-
tructura del lenguaje y las constancias que supone, el carácter de ficción,
y la relación con la verdad.
Tampoco descuida la relación con el elemento imposible…
14. Lacan, J. “El mito individual del neurótico”, en Intervenciones y Textos 1, Manantial,
1985, p. 39.
15. Lacan, J. El seminario, Libro IV, La relación de Objeto, Paidós, Bs.As., p.251.
16. Ibid. p. 330.
51
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Ӂx Ӄ a ӫx z f
El segundo teorema que se deduce es que la articulación de a y las
permutaciones se realiza mediante el factorial, es decir que, porque exis-
te a, se puede decir que para todo X existe factorial de X.
a YY! a
52
3
La lógica de la
imposibilidad interna
1. Freud tituló su texto partiendo de una fase de organización genital, luego aclaró que
no se trataba de cualquier genital sino del genital masculino, por lo que la Organi-
53
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Referente
OGI
OGI ķ
ñ
Q
54
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
valorada del cuerpo, sino también de las nuevas sensaciones que a partir
de ella pueden obtenerse. En este sentido las satisfacciones provistas por
el pene real, remiten a una temporalidad de actualidad. Efectivamente,
en el tiempo presente, este pene es fuente de satisfacción.
Aquí radica cierta especificidad de la sexualidad del sujeto que lla-
mamos niño (adviértase que no calificamos a esa sexualidad de “infan-
til”; tal adjetivo le corresponde aún a la sexualidad del sujeto adulto)
puesto que respecto de poner en juego con efectividad esta disposición,
la Organización Genital Infantil supone un tiempo de espera. Habrá
que esperar…
Por lo tanto el modo en que articulan “cantidad y tiempo” en la Orga-
nización Genital Infantil tiene efectos a nivel de la sexualidad, en tanto
si bien hay satisfacción provista por el pene, no hay disponibilidad para
su uso en relación al Otro. Aquí está supuesta la gran diferencia con lo
que ocurre después de la latencia: en la pubertad sí se puede; pero en
la niñez no hay concreción posible. En tal sentido que el pene se vuelva
real es fuente de sufrimiento.
Podemos ubicar así cierta diferencia radical: el sujeto que llamamos
niño no tiene con qué responder (fallidamente) al encuentro con el Otro
(sexo); mientras que, a partir de la pubertad el sujeto tiene con qué res-
ponder (fallidamente) al encuentro con el Otro (sexo). La particular co-
existencia de dos modos de temporalidad en el niño (actualidad y espe-
ra) respecto de la sexualidad, condicionan una clínica particular a la vez
que autorizan la introducción del concepto del sufrimiento de los niños.
Nuestra propuesta consiste en hacer coincidir en el tiempo el matema
del sufrimiento (que condensa el binario actualidad y espera) con la dia-
cronía de las permutaciones.
permutaciones
ķ
55
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
N E.de O.
pene Ñ P
Ñ M
56
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
3. Freud, S. “El Sepultamiento del Complejo de Edipo”, en Op.cit., AE. XIX p. 183.
4. Ibid. p. 181.
57
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Para el sujeto que llamamos niño, la única opción viable es ese pene
investido por el Narcisismo y elevado a la categoría del falo. Por lo tan-
to, la Ley del incesto viene a inscribir simbólicamente un imposible que
responde a lo real –incorporándose el componente temporal, en tanto y
en cuanto el pene del niño no está habilitado para la relación sexual–.
Acorde el texto de Freud se puede afirmar que al momento del Com-
plejo de Edipo “es imposible (la satisfacción con) el falo y el objeto”.
5. Ibid. p. 182.
58
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
–& (Ǘ. O)
Porque “es necesario (elegir la satisfacción con) o el falo o el objeto”.
–& (ǗԙO)
59
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
60
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
la madre fálica. Freud nos enseño a mostrar que “el destino sincrónico
de la elección de objeto y la identificación”, en la niña no existe, como sí
existe en el hombre7.
f0Ǘ
posición masculina
El gráfico muestra una primera fase de ligazón (que Freud suele lla-
mar preedípica) con la madre fálica,
f0Ǘ represión
posición masculina
61
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
…del insaciable deseo del pene devendrán el deseo del hijo y del varón por-
tador del pene11.
PERMUTACIONES
*de la madre al padre
*del clítoris a la vagina
*del deseo de pene al deseo de niño
10. Ibídem.
11. Ibídem.
62
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Este último (el complejo de Edipo) escapa al destino que le está deparado
en el varón13.
puede ser abandonado poco a poco (permutaciones), puede ser tramitado por
represión (la represión supone su falla y su retorno), o sus efectos penetrar
mucho en la vida que es normal para la mujer14.
“Permanecer”…
“Permanecer” realizando permutaciones…
“Permanecer” sin momento de concluir…
63
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
16. Ibídem.
17. Neologismo que produce cierto matiz en el título de referencia: lo interminable de la
estructura, frente a lo interminado de la tarea.
64
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
En efecto, ambas (se refiere a las formas de satisfacción en el marco del Com-
plejo de Edipo) conllevan la pérdida del pene; una, la masculina en calidad
de castigo, y la otra, la femenina, (es decir, aquélla en la que toma por objeto
al padre) como premisa18.
Así queda situada la ley: pérdida del pene como premisa en todos los
casos de la relación al padre. En El esquema del psicoanálisis..:
…la actitud femenina hacia el sexo propio,…tiene por premisa la pérdida
del pene19.
Hasta aquí las citas contrastan la ley que enunciamos. Sin embargo,
hay un detalle a tener en cuenta. En el texto que hemos citado en último
término, en la página 253, a la misma altura que la cita anterior reza…
18. Freud, S. “El sepultamiento del Complejo de Edipo”, en Op.cit., AE. XIX p. 184.
19. Op. cit. en AE. XXIII p. 184.
20. Op. cit. en AE. XXIII p. 252.
21. Op. cit. en AE. XXIII p. 253 [ambas citas están en la edición a la misma altura].
65
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
¿Por qué Freud inventa una ley a la que después le da valor de obs-
táculo al análisis?
¿Por qué Freud inventa una ley a la que después ubicó como funda-
mento de la “roca viva”?
A menudo uno tiene la impresión de haber atravesado todos los estratos psi-
cológicos (todos, es decir, el factorial, todas las permutaciones) y llegando…
a la roca de base y, de este modo, al término de su actividad22.
66
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
67
4
69
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
ficantes que marcan como sujeto a ese cuerpo biológico que más
tarde llamaremos “niño”. La prematuración inicial del cachorro
humano es aquí la norma que determina un imposible biológico (ac-
ción específica) y un imposible psicológico (nuevo acto psíquico).
6. El sufrimiento de los niños supone una lectura diacrónica; que
se resuelve en el despliegue permutativo de una serie de escenas
con estructura significante y condicionadas por la producción de
su propio imposible (que escribimos con la letra a). Encontramos
aquí el modelo propio de la clínica psicoanalítica con niños, don-
de reconocemos la coextensividad del despliegue del sufrimiento
y su interpretación.
7. Existe una escena llamada por Freud Amenaza de Castración (la
última de la serie para el varón) que produce una resignificación
sobre su inmediata anterior llamada Complejo de Edipo: consiste
en una interpretación mediatizada por la lógica de la imposibilidad
interna de satisfacción en el marco del Complejo de Edipo (cuyo
nombre freudiano es Complejo de Castración). El sufrimiento de
los niños escenifica su momento de concluir con el sepultamiento
del Complejo de Edipo. Por lo tanto, el sufrimiento de los niños
reconoce un final.
8. El sufrimiento de los niños se analiza.
70
Anexo
sufrimiento
71
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
LO IMPOSIBLE DE LA EDUCACIÓN
Q
educar
a A
72
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
2. Freud, S. “Sobre las teorías sexuales infantiles”, en Op.cit., AE. IX, p.190.
73
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Goce S(A)
74
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
EL SUFRIMIENTO NARCISISTA
entendido como deseo, hace serie con el inicio del retorno a lo inorgánico propio del
goce aislado en la pulsión de muerte.
5. Freud, S. “Introducción al narcisismo”, en Op.cit., AE.XIV, p. 87.
6. Ibid. p. 91
75
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
7. Lacan, J. El Seminario, Libro XVII, El envés del psicoanálisis, Paidós, Bs.As., p.12.
76
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
* * *
77
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
cia es resumida por Freud afirmando que “el niño debe tener mejor suerte
que sus padres”10.
Esta frase resume la posición de la sobrestimación: este conmovedor
amor parental no es otra cosa que el narcisismo revivido de los padres
transmutado en amor de objeto.
La sobreestimación produce una sustitución sencilla, consistente en
ver al objeto (que escribimos a) recubierto por una imagen ideal, de una
completud y perfección tal que sólo se puede entender vehiculizada por
el Narcisismo.
i(a)
a
Esta es la formula del amor freudiano, es decir, recubrir al objeto con
una imagen que lo totalice. Es decir no hay un carácter de alteridad tan
marcado en la sobrestimación, puesto que, narcisísticamente, en el eje ima-
ginario, puede producirse un juego de miradas y espejos tal que la fantasía
permita sentir al niño como una prolongación del cuerpo del Otro.
* * *
78
PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
<para las mujeres> en el hijo que dan a luz se les enfrenta una parte de su
cuerpo propio como un objeto extraño al que ahora pueden brindar, desde el
narcisismo, el pleno amor de objeto12.
79
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
13. Winnicott, D.W. “Nota sobre la relación entre la madre y el feto” (circa 1960) en Ex-
ploraciones psicoanalíticas I, Paidós, Bs. As., p. 197.
80
SEGUNDA PARTE:
Elementos para una teoría
lacaniana de la familia
I
83
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
84
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
les parents son ‘los padres’ –padre y madre, se entiende3–. Ahora bien,
parents son también los ancestros, aquellas personas que componen la
ascendencia de una persona. El Grand Robert también propone que pa-
rent es cualquier persona con la que se tenga un lazo (no especificando
que deba ser sanguíneo) de parentesco.
Es por eso que cada vez que encontremos en traducciones de textos
o conferencias de Lacan términos como “parental” o “los padres”, es ne-
cesario que dudemos y verifiquemos si la traducción es correcta ya que
podría tratarse de “los parientes”. Sobre este término el error de tra-
ducción, por mínimo que sea, nos deja totalmente atados a la idea de la
familia biológica. En 1938 Lacan conocía bien la noción de “familia con-
yugal”, e intentaba que su noción de “complejo familiar” tomara máxima
distancia de aquella.
Y este es nuestro segundo problema: así como la ideología contem-
poránea nos provee de una noción intuitiva del sujeto entendido como
persona de carne y hueso, la misma ideología sostiene hoy en día para
los países del capitalismo occidental una noción de familia en términos
de “familia conyugal”, que es aquella compuesta por el padre, la madre
y sus hijos biológicos menores y solteros. Sin embargo, cuando le pedi-
mos a un niño que dibuje a su familia, ¿notaron lo que pasa?: incluyen
a los abuelos, al perro, al tío Pocho que usa gorrita de pescador, al novio
de la hermana…
Pensar a la familia en términos de “complejo familiar” –tal el concep-
to que proponía Lacan en el año 1938– nos reconduce a una revisión de
nuestra concepción del Edipo. ¿Acaso no será el Edipo un concepto for-
jado a partir del efecto del proceso de contracción familiar?4. Y si Lacan
dejó de lado la noción del Edipo en favor de la metáfora paterna, ¿no fue
acaso con el objetivo de no favorecer la asociación directa de los términos
del complejo con los actores reales?
Sabemos que Lacan hablaba de “la miseria fisiológica propia de los
primeros meses de vida del hombre”5. Nos recuerda de esta forma que
3. Aquí, como tantas otras veces, vuelvo a preguntarme y a preguntarle al lector, si
acaso podríamos afirmar que en sus intervenciones y textos Lacan hablaba y escribía
en lenguaje coloquial.
4. Lacan insinúa algo de esto muy tempranamente en su escrito sobre los complejos
familiares, afirmando que... “Es posible que el sublime azar del genio no explique por
sí sólo que haya sido en Viena (...) que un hijo del patriarcado judío haya imaginado
el complejo de Edipo”. Jacques Lacan, “Les complexes familiaux dans la formation
de l’individu”, en Autres Écrits, Seuil, Paris, 2001, p. 61 [traducción personal].
5. v. Lacan, Jacques. “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en crimino-
logía” (1950) en Escritos 1, Siglo XXI Editores, Bs. As., 1988, p. 128.
85
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
6. Ibídem.
86
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
87
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
grupo; es decir, puesto que hay relaciones que generan nuevos miem-
bros, esos nuevos miembros se inscriben en el grupo. Y “condiciones de
ambiente” es la otra relación, es decir, facilitaciones de ambiente, comi-
da y posibilidad de vivir, que algunos miembros del grupo, mayores, les
brindan a los miembros del grupo más nuevos.
Lacan dice que:
8. Ibídem.
9. Ibídem.
10. Ibídem.
88
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
11. Ibídem.
12. Ibídem.
89
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
casi una obligación para convivir con alguien y, por lo general, se te-
nían varios hijos.
Hoy todos nosotros, cuando formamos pareja o nos casamos, armamos
una nueva casa, pero no fue siempre así. En una época, el matrimonio que
se constituía estaba obligado a convivir en la casa del padre del novio. Y
no sólo eso, sino que ese matrimonio nuevo que se constituía –el que hoy
en día muchos pacientes buscan para poder escapar del yugo familiar–,
no sólo se iba a vivir a la casa del padre del novio, sino que quedaba bajo
el poder de ese padre –es decir, no tenía soberanía para tomar decisiones,
debía acatar las órdenes de ese padre, por ejemplo–.
Les cuento muy rápidamente algunas cosas como para que comen-
cemos a pensar que esa capacidad de comportamientos adaptativos ha
tenido todo un desarrollo a lo largo de la historia.
El tercer párrafo del texto propone que la familia es privilegiada para
mostrar cómo las instancias sociales dominan a las instancias natu-
rales. Por “instancias sociales” entendamos al significante, puesto que
las instancias sociales no son más que acuerdos de orden significante,
contratos, y un contrato está hecho con significantes. Y por “instancias
naturales” leamos el precepto biológico, el que supone cualquier lógica
que pueda ser deducible a partir de preceptos de sangre. Lacan ejem-
plifica aquí con la paternidad, porque ni siquiera en los casos en que
estemos casi convencidos de que somos los dadores del material genéti-
co de nuestros hijos, ni siquiera en ese caso podemos hacer una rápida
y clara atribución de causalidad por la vía de la sangre; lo único que
hay es el ADN, y ustedes saben que el ADN da el 99,9% de seguridad.
Convenzan ustedes a un paciente obsesivo de no ser él, justo él, ese
0,01% restante… Con lo cual no hay manera de establecer la paterni-
dad por la vía de lo biológico; hay que recurrir a un cálculo simbólico
de probabilidades o, como hacemos todos, a un acto de fe y conformar-
nos con el recurso imaginario de ver que nuestros hijos se nos parecen
en alguna cosa...
Voy a saltear el cuarto párrafo sólo por cuestiones de agilidad. Aun-
que les anticipé que sólo haríamos una puntuación, les sugiero que no
dejen de leer el texto en forma completa.
En el quinto párrafo del texto, Lacan afirma que la familia humana
es una institución. Yo estoy puntuando sólo la Introducción, pero uste-
des van a notar que a lo largo de todos los capítulos del texto Lacan hace
mucho hincapié en esta idea que, como tal, entonces:
90
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
No tiene nada que hacer con los intentos filosóficos que proponen reducir
la familia humana a un hecho biológico o a un elemento teórico de la socie-
dad13.
91
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Llamo con este nombre a la familia tal como está constituida en las socieda-
des surgidas de sociedades germánicas, es decir, en los pueblos más civiliza-
dos de la Europa moderna16.
¡Yo no sabía que los pueblos germánicos eran los más civilizados de la
Europa moderna! Durkheim murió en 1917, pero... ¿qué hubiera dicho
de los pueblos germánicos después del comportamiento de tales pueblos
en los campos de exterminio nazis…?
Continuemos. Sigue una línea en la que, antes de la definición,
Durkheim ubica la lógica de construcción de la familia conyugal, afir-
mando que “la familia conyugal resulta de una contracción de la familia
paternal”17.
Acá ya tenemos un problema. Comiencen a hacerse el cuadro: familia
conyugal, familia paternal. ¿Cuál es la familia paternal?
Según esta definición, cuando una mujer tenía hijos dejaba de perte-
necer a su familia y pasaba a la familia del padre de sus hijos; esa era
la familia paternal. Durkheim dice que “por contracción” de esa familia,
apareció la “conyugal”; y esta no comprende más que al marido, la espo-
sa y los hijos menores y solteros.
Y luego sigue un análisis de cómo se modifican ciertas relaciones de
poder en este tipo de estructura familiar.
Hoy cuando un hijo varón se casa, automáticamente y sólo por el he-
cho de casarse, se transforma en cabeza de familia, y su padre pierde
la autoridad sobre el nuevo hogar que se acaba de constituir –bueno, al
menos en teoría...–. Muchos pacientes están esperando ese momento…
¿Notaron que mucha gente se casa y tiene hijos para poder salir de la
este libro.
16. Durkheim, Émile. “La famille conjugale”. Publicación póstuma de un curso dictado
en 1892. Texto extraído de la Revue philosophique 90, 1921, páginas 9 a 14. La edi-
ción corresponde a Marcel Mauss y retoma la clase decimoséptima del “Curso sobre
la familia” dictado el 2 de abril de 1892. [Traducción personal]..
17. Ibídem.
18. Ibídem.
92
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
No hay nada que recuerde ese estado de dependencia perpetua que era la
base de la familia paternal y de la familia patriarcal19.
19. Ibídem.
20. Lacan, J. “Les complexes familiaux...”, Op.cit., p. 25.
93
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
21. “...para obtener un niño psicótico, hace falta al menos el trabajo de dos generaciones,
siendo él mismo el fruto de la tercera”. Jacques Lacan, “Allocution sur les psychoses de
l’enfant” (1967), en Autres Écrits, Seuil, Paris, 2001, p. 362 [Traducción personal].
22. “El inconsciente es aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual
que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso
consciente”. Lacan, Jacques. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psi-
coanálisis” (1953), en Escritos 1, Siglo XXI Ed., Bs. As., 1984, p. 248.
94
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
un invento mío para bajar a la clínica una idea teórica de Lacan: el res-
tablecimiento de la continuidad psíquica entre las generaciones.
23. Ibídem.
24. Ibídem.
95
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
... a medida que estas familias son más primitivas, no sólo se comprueba un
agregado más vasto de parejas biológicas...27.
25. Ibídem.
26. Ibídem.
27. Ibid. p. 26.
28. Ibídem.
96
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
97
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
prano, nos preguntamos: ¿cómo puede ser que algo que le pasó al abuelo
afecte al niño que tenemos en el consultorio? Hay que hacer un trabajo
totalmente anti-intuitivo con estas cosas que son de la experiencia tan
cotidiana (uno utiliza el término “familia” tantas veces por día…). Si uno
no hace este trabajo de pensar un poco y de reflexionar acerca del valor
del concepto, se nos pierde.
Y con esto me voy a permitir hacer una breve reflexión que va en esta
línea: ¿notan que no hay nada natural en un analista? Nadie tiene el don
de ser analista. Para ser analista, hay que analizarse; hay que estudiar;
hay que pensar estas cosas, porque a nadie se le ocurriría naturalmente
que el sujeto es bidimensional; a nadie se le ocurriría naturalmente que
podría existir una continuidad psíquica entre generaciones familiares
o un estado de dependencia perpetua que supere las generaciones su-
cesivas. En nuestro sistema ideológico occidental contemporáneo, no es
natural pensar así. Para pensar así hay que hacer un esfuerzo de pen-
samiento que exige un recorrido por el tema. Y esto también explica en
cierto sentido cuál era el objetivo de Lacan al escribir un poquito más
difícil que cualquier otro autor: él calculaba que el acceso a la cosa no
fuera natural. Fíjense, entonces, en que el acceso a los textos de Lacan no
es natural; el acceso a los casos tampoco debe ser un acceso natural. Uno
tiene siempre que estar orientado por estas preguntas y por estos cortes
que estamos estudiando. Observen todo lo que debe ser considerado en
la ocasión de la consulta por un niño; no sólo quién es el paciente, sino
qué es lo que se transmitió de generación a generación, cómo se conservó
eso, cuántas versiones tuvo, porque –tal como nos lo enseñó Lacan– el
neurótico respondió a esa historia con un mito que es individual.
En el último párrafo de la introducción, Lacan finalmente designa como
“excelente” el término de “familia conyugal” propuesto por Durkheim.
Pero es la hipoteca que tenemos, o sea, es excelente pero es nuestro
enemigo; es excelente para describir lo que quiere describir pero en la
clínica es nuestro enemigo; siempre tenemos que hacer movimientos para
salir de los lugares comunes donde nos deja este concepto.
Y quizás, dos de las manifestaciones que mejor demuestren esa conti-
nuidad entre las generaciones sean el sentimiento de estar en deuda con
algún otro del mismo linaje, y esa necesidad de expiación de las faltas
cometidas por algún ancestro. Ambos casos, son tan frecuentes que casi
podríamos decir que definen a la neurosis...
98
II
Quisiera hoy darle una segunda vuelta a los planteos que abrimos
hace quince días referidos a la noción de “familia”. Pero, para que la pro-
puesta sea más atractiva –y por qué no decir, novedosa–, voy a intentar
aprovechar al máximo una idea que Lacan utilizó con cierta frecuencia
en sus escritos e intervenciones: la noción de “constelación familiar”.
Comencemos, entonces, con una viñeta de la vida cotidiana. Recuerdo
que cuando mi hijo tenía más o menos cuatro años, me preguntó: “Papá,
¿qué quiere decir que la luna esté redonda o con forma de medialuna?”.
Mi hijo suponía que si la luna estaba “llena” quería decir algo, y que ese
significado era diferente al de una luna en cuarto menguante. Él, como
los astrólogos, no dudaba de que los astros “hablan”.
Hoy mi hijo es algo mayor y ya no está tan interesado por estos asun-
tos, pero nunca olvidé nuestra conversación puesto que me hizo recor-
dar dos momentos de la obra de Lacan en la que reflexiona sobre esta
lógica. Uno de estos casos se puede leer en el texto que lleva por título
“El mito individual del neurótico”. Allí, luego de hacer una referencia a
la constelación familiar, Lacan afirma: “(...) hablo de la constelación en
el sentido con el que de ella hablan los astrólogos”1.
1. Lacan, Jacques. “El mito individual del neurótico” (1953) en Intervenciones y textos 1, Ed. Ma-
nantial, Bs. As., 1985, p. 42. [Posiblemente, el lector encontrará divergencias con la versión que
cité. Estas diferencias están motivadas en que, para preparar la clase, revisé una versión francesa
incluida a modo de Apéndice en la excelente versión del Seminario IX preparada por Michel Rous-
san. Esta tiene serias divergencias con la versión establecida y publicada en la revista “Ornicar?”
usada como fuente de la traducción española realizada por la Editorial Manantial. Al compararlas,
HQFRQWUpTXHODYHUVLyQGH5RXVVDQHVPXFKRPiV¿HODOHVWLORH[SRVLWLYRGH/DFDQVHWUDWDGH
XQDFRQIHUHQFLD(Q¿QRWURGHORVFOiVLFRVSUREOHPDVSDUDDFFHGHUDORVWH[WRVGH/DFDQ@
99
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
100
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
t t t
t t t
101
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
3
0 t t t 1
t t t
t t t
4
2
102
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
103
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
104
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
Una deuda fraudulenta de su padre, quien para más datos era militar en
aquella época y fue degradado por prevaricato. El préstamo de un amigo que
acudió en su ayuda le permitió reintegrar la deuda, pero quedó cubierto en
la oscuridad si se lo devolvió o no. Por fin traicionó un amor por un matri-
monio que le daba una ‘posición’7.
105
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Pese a que, esa prehistoria, fue transportada ahí, a otra lengua o con otros
signos, fue vuelta a escribir sin modificación de sus conexiones; todavía más,
como en geometría se transforma una esfera en un plano. Evidentemente
eso no quiere decir que cualquier figura pueda transformarse en cualquier
otra9.
9. Ibídem.
106
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
otra cosa que no puedo desarrollar acá. Si fuera suficiente una prehistoria
para originar una culpa, todo el mundo sería neurótico. Eso esta ligado a la
manera con que el sujeto toma las cosas, las admite o las reprime10.
Sobre este tema debemos trabajar tres párrafos más de Lacan. Son
tres párrafos del escrito “La cosa freudiana o la razón desde Freud”. Se
trata de un escrito que está originado en una conferencia que Lacan dio
en 1955, en Viena, y los párrafos que voy a tomar están en la página 416
de los Escritos 1 y de la página 433 de la edición francesa (son los que
siguen al título “La deuda simbólica”). Los tres primeros párrafos que
Lacan escribe después de ese título son los que les voy a proponer revi-
sar ahora. Lamentablemente tengo que leerlos, pero son fundamentales
para darle un matiz muy particular a los componentes de la “constela-
ción familiar”.
Lacan viene hablando de la acción del analista, y se pregunta: ¿Nues-
tra acción irá pues a reprimir la verdad misma que ella arrastra en su
ejercicio?”11.
Hay una verdad en juego en la práctica del analista. La cuestión es
si nuestro accionar como analistas va a eliminarla o si va a favorecerla.
¿Vamos a hacer algo con esa verdad, o no? Muchas veces, el problema de
la verdad no se aborda en el análisis. Lacan plantea la pregunta explíci-
tamente, y el verbo que usa, refouler, puede ser “reprimir” o “rechazar”.
¿Nos vamos a sacar de encima el problema de la verdad, o vamos a en-
frentarlo? Lacan se pregunta incluso si lo pondremos a dormir…
Entonces, he aquí la primera idea: en la constelación familiar circu-
la una verdad y es tarea del psicoanalista hacerla advenir, buscarla y
leerla.
Les leo lo que sigue todo junto, y luego lo analizamos para intentar
captar mejor la idea:
10. Ibídem.
11. Lacan, J. “La chose freudienne ou Sens du retour à Freud en psychanalyse” (1955),
en Écrits, Seuil, París, 1966, p. 433. [Traducción personal].
107
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
... a saber, que es de las felonías y de los vanos juramentos, de las faltas a la
palabra y de las palabras en el aire cuya constelación ha presidido la venida
al mundo de un hombre, que está amasado [armado, modelado] el convidado
de piedra que viene a turbar en los síntomas el banquete del deseo12.
... a saber, que es de las felonías y de los vanos juramentos, de las faltas a la
palabra y de las palabras en el aire (...) que está amasado [armado, modela-
do] el convidado de piedra...13.
12. Ibídem.
13. Ibídem.
14. Ibídem. (efectivamente, la cita corresponde a los puntos suspensivos entre paréntesis
de la cita de nota 13).
15. Ibídem.
108
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
Así cerramos el círculo y, creo, nos queda una lectura bastante clara
del primer párrafo.
Pasemos al segundo párrafo, a cuya traducción española también haré
algunas modificaciones para que se entienda mejor:
Pues las uvas agraces (verdes) de la palabra por las cuales el niño recibe de-
masiado pronto de su padre la autentificación de la nada de la existencia, y
el racimo de ira que responde a las palabras de falsa esperanza con que su
madre le ha engañado al alimentarlo con la leche de su verdadera desespe-
ranza, le dan aún más dentera que haber sido destetado de un gozo imagi-
nario o incluso por haber sido privado de tales cuidados reales16.
Los padres comieron las uvas agraces, y los dientes de los hijos tienen la
dentera17.
109
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
dan aún más dentera [dolor de dientes] que haber sido destetado [que no
le hayan dado de mamar] ... o que lo hayan privado de cuidados reales.
Es impresionante el párrafo. O sea que el problema, el impacto so-
bre un sujeto humano hablante recién nacido (pero también antes de
eso), no es producido por el hecho de la lactancia, ni por el modo en que
lo abriguen o no lo abriguen; sino que está dado por el modo en que las
palabras trabajaron en él, autentificando la nada de su existencia o el
grado de desesperanza que él representa para alguien.
Voy a detenerme un minuto para que vuelvan a leerlo. Si ustedes su-
pieran las noches que he dedicado a estos párrafos…
¿Desviaremos nuestro estudio de lo que sucede con la ley cuando, por haber
sido intolerable a una fidelidad del sujeto, fue desconocida por él ya cuando
era todavía ignorada?20.
110
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
verde del mismo no puede tener una antigüedad mayor de cinco años.
Salen a la calle en tal situación y son multados. ¿Son menos culpables
porque desconocían dicha ley?
Para un paciente: ¿vamos a decir: “¡No, si él no lo podía saber! ¿Cómo
iba a saber que en su familia todos los hijos mayores tienen que hacer
tal o cual cosa, si nadie se lo dijo?”. ¿Vamos a habilitar una posición sos-
tenida en “Y eso cómo puedo saberlo yo, si es un problema de mi tata-
rabuela”?.
Otra pregunta:
21. Ibídem.
22. Lacan, J. El seminario. Libro I. Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Bs. As., 1981,
p. 108.
111
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
23. Torrado, Susana. Historia de la familia en la Argentina Moderna (1870 - 2000). Ed.
de la Flor, Bs. As., 2003. p. 658
112
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
O sea, visto y considerando cómo está armada la familia hoy, con tanta
autonomía individual y con tanto aislamiento social; presentándose así
la familia, se pregunta una notable socióloga: ¿se puede seguir pensando
que la familia sigue asegurando la función de transmisión de generación
en generación? No responde, pero concluye diciendo que se trata de “Un
interrogante posmoderno, si los hay”24.
Se nota que la autora no es analista, porque si lo fuera contestaría
que sí. Porque basta escuchar a un paciente para darse cuenta de que
la función de transmisión familiar sigue funcionando, aunque la fami-
lia esté cada vez más aislada. En todo caso, lo que cada vez se modifica
más es el modo sintomático en que la continuidad generacional afecta a
las personas, a los individuos; pero la continuidad sigue estando total-
mente asegurada.
Lacan le respondería más categóricamente aún:
Lacan afirma que, más allá del formato conyugal de la familia actual,
la transmisión que esta asegura es irreductible, es decir, no se puede re-
ducir. Sólo que, para advertirlo, hace falta trabajar como psicoanalista.
Pero me parecía interesante destacarles que la pregunta y la preocu-
pación que guían a esta socióloga son el motivo por el cual les propuse
trabajar estos temas. Y es que tenemos nosotros, los analistas, que po-
ner de relieve la función de transmisión que el complejo familiar opera
entre los sujetos humanos hablantes, porque efectivamente la cultura
tiende a borrarlo básicamente con la idea de “individuo” y “familia con-
yugal”. Y una de las maneras con las que el “nuevo psicoanálisis” (y no
me refiero al lacaniano) hace su entrada fuerte en la cultura es ofertan-
do a las personas la idea de que, efectivamente, la familia no transmite
nada sino que el problema (que se llama “goce”) es de Uno, que está en
el cuerpo de Uno, originado por Uno.
Para terminar con todo este asunto –este asunto no termina aquí, ob-
viamente, pero nosotros necesitamos un final–, les traje a Gabriel García
24. Ibídem.
25. Lacan, J. “Note sur l’enfant” (1969) en Autres Écrits, Ed. du Seuil, París, 2001, p. 373.
[Traducción personal].
113
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
Márquez. Este libro es el primer tomo de sus memorias y lleva por título
Vivir para contarla. Es un tratado sobre la familia (no sé si ya tuvieron
ocasión de leerlo). Ninguno de nosotros esta en condiciones, ni siquiera
investigando, de escribir un libro como este. Este hombre recuerda todo
lo que cuenta; evidentemente él no hizo una investigación para recom-
poner estos datos; son datos que no se pueden investigar: los olores de
las personas, las caras de las personas a la hora de levantarse, el modo
en que una persona comía… Esas cosas no son datos a los que se acceda
investigando: hay que acordarse.
114
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
Tan decidido estaba mi tío Esteban que se sacó el revolver del cinto y lo puso
en la mesa para no perder tiempo mientras acababa de interrogarme. Desde
entonces, cada vez que nos encontrábamos en nuestras errancias le volvía
la esperanza de que me hubiera acordado.
Una noche se presentó en mi cubículo del periódico, por la época en que yo
andaba escudriñando el pasado de la familia para una primera novela que
no terminé, y me propuso que hiciéramos juntos una investigación del aten-
tado, nunca se rindió.
La última vez que lo vi en Cartagena, ya viejo y con el corazón agrietado, se
despidió de mí con una sonrisa triste, diciéndome: “No sé cómo has podido
ser escritor con tan mala memoria”27.
26. García Márquez, Gabriel. Vivir para contarla Ed. Sudamericana, Bs. As., 2003.
p.150.
27. Ibid. pp. 150-151.
115
Anexo
SUSANA TORRADO1
117
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
118
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
Pero lo que es más nuevo aún y más distintivo de este tipo familiar, es la in-
tervención siempre creciente del Estado en la vida interior de la familia. Se
puede decir que el Estado ha devenido un factor de la vida doméstica. Es por
su intermediación que se ejerce el derecho de corrección del padre cuando
éste sobrepasa ciertos límites. Es el Estado quien, en la persona del magis-
trado, preside los consejos de familia; quien toma bajo su protección al menor
huérfano hasta que un tutor sea nombrado; quien pronuncia y en ocasiones
requiere la interdicción del adulto. Una ley reciente autoriza incluso en cier-
tos casos al tribunal a pronunciar la destitución del poder paterno5.
No hay nada que recuerde aquel estado de dependencia perpetua que era la
base de la familia paternal y de la familia patriarcal6.
5. Ibídem.
6. Ibídem.
119
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
2. LACAN CLÁSICO
120
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
9. Lacan, Jacques. “Note sur l’enfant”, en Autres écrits, Ed. du Seuil, 2001, p.373 [traduc-
ción personal]. (hay edición española, en “Intervenciones y textos 2”, Ed. Manantial,
Bs. As., maltitulada “Dos notas sobre el niño”)
10. “<la familia> establece así entre las generaciones una continuidad psíquica cuya
causalidad es de orden mental” –afirma Lacan en su escrito sobre “Les complexes
familiaux dans la formation de l’individu” (1938) en “Autres écrits”, Ed. du Seuil, Pa-
rís, 2001, p. 25 [Traducción Personal]. (hay edición española. “La familia”, Ed. Axis,
Rosario)
11. Ibid. p. 24.
121
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
3. PARA CONCLUIR
4. ADDENDA
12. v. Lacan, J. “Allocution sur les psychoses de l’enfant” en Autres écrits, Seuil, París,
2001. (Hay versión española en “El analiticón 3”, “Discurso de clausura de las Jor-
nadas sobre las psicosis en el niño”, Correo-Paradiso, Barcelona).
122
Addenda
La familia conyugal
Émile Durkhein (1892)
123
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
124
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
125
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
126
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
127
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
mún que los abarque. Puede entonces ser cierto que tal borramiento del
comunismo que caracteriza nuestro derecho doméstico no sea un acci-
dente pasajero, sino que por lo contrario se acentuará cada vez en ma-
yor medida, a menos que, por una suerte de milagro imprevisible y casi
ininteligible, las condiciones fundamentales que dominan la evolución
social desde su origen no permanezcan siendo las mismas.
De estos cambios, ¿la solidaridad doméstica sale debilitada o reforza-
da? Es realmente difícil responder a esta pregunta.
Por un lado, se presenta más fuerte puesto que los lazos del parentes-
co son hoy indisolubles; pero por otro lado las obligaciones que origina
son menos numerosas y menos importantes. Lo que es cierto, es que <la
solidaridad doméstica> se ha transformado; depende de dos factores: las
personas y las cosas. Sostenemos a nuestra familia porque sostenemos
a las personas que la componen; pero también la sostenemos porque no
podemos prescindir de las cosas y bajo el régimen del comunismo fami-
liar es ella <la familia> la que las posee. De la desestabilización del co-
munismo, resulta que las cosas dejan de ser cada vez más un cimiento
de la sociedad doméstica. La solidaridad doméstica deviene totalmen-
te personal. Nosotros no estamos unidos a nuestra familia sino porque
estamos unidos a la persona de nuestro padre, de nuestra madre, de
nuestra esposa, de nuestros hijos. En otros tiempos, por lo contrario, los
lazos que derivaban de las cosas primaban sobre aquéllos que surgían
de las personas; toda la organización familiar tenía ante todo por objeto
mantener en la familia los bienes domésticos, y todas las consideracio-
nes personales parecían secundarias ante ésto.
He aquí lo que tiende a devenir la familia. Pero si es así, si las cosas
poseídas en común dejan de ser un factor de la vida doméstica, el derecho
sucesorio no tiene más base. Este no es otra cosa, en efecto, que el comu-
nismo familiar prolongándose bajo el régimen de la propiedad personal.
Entonces, si el comunismo desaparece de todas las zonas de la familia,
¿cómo podría mantenerse <el derecho sucesoral>? En efecto, retrocede
de la manera más regular. En principio pertenece de una manera im-
prescriptible a todos los parientes, incluso a los colaterales más alejados;
pero pronto el derecho de testar aparece, lo que complejiza todo lo que
concierne a las zonas secundarias. El derecho de los colaterales a la su-
cesión del difunto no entra en ejercicio sino si el difunto no le ha puesto
obstáculos y el poder que el individuo dispone respecto de ese punto de
vista deviene cada vez más extendido. Finalmente, el derecho de testar
penetra incluso la zona central, en el grupo formado por los padres y los
128
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
129
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
130
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS PARA UNA TEORÍA LACANIANA DE LA FAMILIA
131
PABLO PEUSNER | EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS
que vale para sí mismo no sería suficiente como para que una familia
se disperse y desaparezca. Por lo contrario, el grupo profesional es por
esencia, cosa perpetua).
Algunas palabras sobre la reacción secundaria del matrimonio. En la
familia paternal la unión libre se mantiene, en parte, paralela al matri-
monio; pero en la familia conyugal es casi totalmente rechazada. Ella no
genera regla alguna de derecho. Cuanto más organizada está la familia,
más tiende a ser el matrimonio la condición única del parentesco.
Las causas de este hecho son las siguientes. El matrimonio funda la
familia y al mismo tiempo deriva de ella. Entonces, toda unión sexual
que no se contraiga en la forma matrimonial es perturbadora del deber,
del lazo doméstico, y de la intervención del Estado mismo en la vida de
la familia –perturba el orden público–. Desde otro punto de vista, esta
reacción es necesaria. No hay sociedad moral en la que sus miembros
no tengan obligaciones el uno para con el otro, y cuando estas obligacio-
nes ganan una cierta importancia toman un carácter jurídico. La unión
libre es una sociedad conyugal en la que las obligaciones no existen. Es
por ello una sociedad inmoral. Y he aquí por qué los niños criados en
tales medios presentan gran cantidad de taras morales. Es porque ellos
no han sido criados en un medio moral. El niño sólo puede tener una
educación moral si vive en una sociedad cuyos miembros todos capten
sus obligaciones los unos para con los otros. Porque por fuera de esto no
hay moralidad. También, en la medida en que la legislación y la moral
se ocupen de este problema, la tendencia será la de no hacer de todo ma-
trimonio una unión libre, sino de hacer de toda unión, incluso la libre,
un matrimonio al menos inferior.
Tales son las conclusiones generales que se desprenden de este curso.
El progreso de la familia ha sido el de concentrarse y personalizarse. La
familia se contrae cada vez más; al mismo tiempo las relaciones en ella
toman un mayor carácter personal a causa del borramiento progresivo
del comunismo doméstico. Mientras que la familia pierde terreno, el ma-
trimonio –por lo contrario– se fortifica.
* * *
132