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“UNA ÉPOCA DE ORO QUE SE VA Y UNOS SABERES QUE SE PIERDEN”

En muchas comunidades, hay personas que marcan historia por sus nobles y
buenos actos en pro del beneficio del prójimo. Este es el caso del señor Nicolás
Bustos, personaje que enaltece a la vereda La Mesa, corregimiento Rio Loro de
Guadalajara de Buga, por su gran conocimiento para “componer”. Conozcamos su
historia.

Don Nicolás Bustos, nacido el 10 de mayo de 1940 en el sur del Santander,


actualmente tiene 81 años, de los cuales 62 los ha vivido y entregado en la vereda
La Mesa.

Él relata que conoció estas hermosas tierras a la edad de 12 años, gracias a que
un trabajador que recorría esta zona le hizo la invitación. Pudo experimentar el
labrado de la tierra y el trabajo de la ganadería. Pero, debió volver a Santander a
terminar con sus estudios, obligación que había quedado pendiente. Tiempo
después de que culminan sus estudios se embarca en una pasión a la cual llama
“componer”, para esto retoma de nuevo sus estudios pero ahora como médico
fisioterapista en Bucaramanga. Esta profesión la elige gracias a su padre el cual
hacia lo mismo y al verlo comenzó en él a despertarle un gusto. A sus 17 años fue
obligado a prestar el servicio militar y estuvo 18 meses reclutado. Al salir, vuelve a
la vereda “La Mesa” e inicia la historia que marcará su vida y la de muchos.

Este regreso se da en el año 1959 y su admiración por estas tierras continua


igual que cuando tenía 12 cuando las conoció. Estando allí compartía su tiempo
entre las labores del campo y la ganadería, a la vez que su pasión por “componer”,
pero componer qué, ¿Será canciones? No, don Nicolás, como lo llaman todas las
personas, sean grandes o chicos, llama “componer” a la labor realizada en una
parte del cuerpo de una persona que presenta algún problema, llámese fractura,
torcedura, entre otras.

Relata que hace 60 años practica o ejerce la fisioterapia, donde únicamente utiliza
sus manos, pomadas y en ocasiones cartones o vendas para inmovilizar la parte
del cuerpo afectada. Comparte que ha sanado a personas con fracturas en
extremidades tanto superiores como inferiores, desgarros, torceduras, esguinces,
rotulas desviadas, tendinitis de tercer grado, desempates lumbares o cervicales,
entre otras cositas.

Comenta de forma risueña, que en ocasiones han llegado personas con lesiones,
de las cuales un médico titulado y profesional dice “esa fractura no soldará bien” y
don Nicolás ha compuesto esa fractura. Es visitado por muchas personas entre
niños, jóvenes, adultos y personas de avanzada edad, estos dos últimos son
quienes más acuden para don Nicolás aplique en ellos sus conocimientos.

Manifiesta que hubo ocasiones en las cuales alcanzó a contar 30 personas que lo
visitaron en día, para que les compusiera alguna parte del cuerpo. Dejaba incluso
de comer por atender a las personas. Aquellas personas venían y vienen de
muchos lugares, como: Cartago, Tuluá, Cali, Darién, Buga, Rio frio, e incluso
Bogotá.

En el año de 1995, constituyo su propio consultorio en la ciudad de Buga, el cual


duro aproximadamente dos años, y después de esa experiencia volvió a su
terruño de la vereda La Mesa.

Relata que le vive enamorado de lo que hace, pues gracias a la paciencia a su


paciencia y gusto ha podido ayudar a muchas personas. Don Nicolás dice “soy
más feliz sirviéndole a una persona que no cuenta con recursos económicos, que
a una persona que le sobra”. Cuenta una anécdota, hubo una vez que lo buscó
una persona porque su madre tenía un problema de cadera y no podía caminar. El
tratamiento que consultó en un hospital tenía un costo de 50 millones y esta
persona no contaba con los recursos necesarios para este. Don Nicolás le dice,
“tráigala y ahí vemos que se hace”. Luego de acudir al tratamiento con él, después
de tres meses la señora ya podía caminar y valerse por sí misma, cosa que no
hacía. Esta persona estaba muy contenta y humildemente le pagó cinco millones,
que fue lo pudo reunir.

Con brillo en usos ojos don Nicolas manifiesta, que el don que la vida le ha
regalado es para darlo como servicio a todo aquel que lo necesite sin esperar
nada a cambio, que la confianza en Dios y el poder de sus manos están al servicio
de todos.

Dice, que ha intentado compartir su conocimiento para que este no se pierda


cuando parta de este mundo. Pero no ha encontrado personas que se apasionen
verdaderamente de este bonito oficio y muchos menos que sean desprendidas del
factor dinero, que lo quieren hacer para llenar sus bolsillos y no para servir a la
comunidad, considera que este don, hay que darlo sin pedir nada a cambio solo
recibir muchas bendiciones y satisfacción de ayudar a quien lo necesita.

Don Nicolás, vive muy agradecido con lo hizo y hace, aunque hoy día no es tan
joven como antes, se ríe y dice “con una mano que en este momento me funciona,
puedo componer lo que un médico no puede”. Falta decir que enfermedad padece
hoy en día

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