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En muchas comunidades, hay personas que marcan historia por sus nobles y
buenos actos en pro del beneficio del prójimo. Este es el caso del señor Nicolás
Bustos, personaje que enaltece a la vereda La Mesa, corregimiento Rio Loro de
Guadalajara de Buga, por su gran conocimiento para “componer”. Conozcamos su
historia.
Él relata que conoció estas hermosas tierras a la edad de 12 años, gracias a que
un trabajador que recorría esta zona le hizo la invitación. Pudo experimentar el
labrado de la tierra y el trabajo de la ganadería. Pero, debió volver a Santander a
terminar con sus estudios, obligación que había quedado pendiente. Tiempo
después de que culminan sus estudios se embarca en una pasión a la cual llama
“componer”, para esto retoma de nuevo sus estudios pero ahora como médico
fisioterapista en Bucaramanga. Esta profesión la elige gracias a su padre el cual
hacia lo mismo y al verlo comenzó en él a despertarle un gusto. A sus 17 años fue
obligado a prestar el servicio militar y estuvo 18 meses reclutado. Al salir, vuelve a
la vereda “La Mesa” e inicia la historia que marcará su vida y la de muchos.
Relata que hace 60 años practica o ejerce la fisioterapia, donde únicamente utiliza
sus manos, pomadas y en ocasiones cartones o vendas para inmovilizar la parte
del cuerpo afectada. Comparte que ha sanado a personas con fracturas en
extremidades tanto superiores como inferiores, desgarros, torceduras, esguinces,
rotulas desviadas, tendinitis de tercer grado, desempates lumbares o cervicales,
entre otras cositas.
Comenta de forma risueña, que en ocasiones han llegado personas con lesiones,
de las cuales un médico titulado y profesional dice “esa fractura no soldará bien” y
don Nicolás ha compuesto esa fractura. Es visitado por muchas personas entre
niños, jóvenes, adultos y personas de avanzada edad, estos dos últimos son
quienes más acuden para don Nicolás aplique en ellos sus conocimientos.
Manifiesta que hubo ocasiones en las cuales alcanzó a contar 30 personas que lo
visitaron en día, para que les compusiera alguna parte del cuerpo. Dejaba incluso
de comer por atender a las personas. Aquellas personas venían y vienen de
muchos lugares, como: Cartago, Tuluá, Cali, Darién, Buga, Rio frio, e incluso
Bogotá.
Con brillo en usos ojos don Nicolas manifiesta, que el don que la vida le ha
regalado es para darlo como servicio a todo aquel que lo necesite sin esperar
nada a cambio, que la confianza en Dios y el poder de sus manos están al servicio
de todos.
Don Nicolás, vive muy agradecido con lo hizo y hace, aunque hoy día no es tan
joven como antes, se ríe y dice “con una mano que en este momento me funciona,
puedo componer lo que un médico no puede”. Falta decir que enfermedad padece
hoy en día