Al principio vale la pena hacernos la pregunta: ¿qué significa la educación? En pocas
palabras, es algo que guía al hombre, lo modifica, para que exista una mejora en él. La educación es la base de toda la cultura, es relevante para cualquier civilización y debe orientar y ayudar a las sociedades. Nelson Mandela dijo una vez: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.” Pero, como nuestra sociedad actual sufre transformaciones constantemente, la educación debe ir de la mano con ella y estar a la altura de las necesidades que surgen en el camino. La educación indudablemente inicia en el hogar y se complementa en las instituciones de educación de cada país. Estas forman la base para todo el desarrollo de un ser humano. Por eso, tienen que tener en cuenta las necesidades de sus alumnos y los cambios que suceden en el mundo. Creo que nuestro modelo educativo necesita reformas para adaptarlo a los nuevos tiempos. Pues, ¿cómo debería ser la educación? En mi opinión, el primer cambio necesario es la personalización de la enseñanza. En la realidad actual es ridículo cómo tratan de que a todas las personas se les enseñe de una manera única y se les evalúe a todos por igual, siendo que todos somos obviamente diferentes. Cada persona tiene sus propios intereses, sus habilidades particulares, sus debilidades, su carácter, su inteligencia, su ritmo de aprendizaje, etc. Pretender que todos aprendamos lo mismo, de la misma forma y exactamente al mismo tiempo, puede conducir a frustraciones, fracaso escolar o desinterés. Pienso que el sistema educativo basado en la división en clases según la edad de los alumnos es ineficaz. Cada uno de nosotros se está desarrollando de manera diferente y por eso, desde mi punto de vista, se necesita hacer tests de personalidad a los estudiantes para organizarlos en grupos pequeños de personas que aprendan de manera similar. Así se puede enseñar de manera óptima y especializada en base de las necesidades de los alumnos. Para continuar, la educación tiene que fomentar la curiosidad y el interés en los estudiantes. Cualquier educación que no consiga motivar a quienes la reciben está destinada al fracaso, más tarde o más temprano. Simplemente, si el estudiante no está interesado en aprender, no lo hará. Se dice que las escuelas matan la creatividad, porque lo que importa son solo los resultados de los exámenes. Creo que una educación ideal debe dar espacios donde los estudiantes sean libres y puedan potenciar su espíritu innovador. La creatividad siempre ha sido importante, pero sin duda alguna, es cada vez más valorada en el mundo contemporáneo donde la tecnología va haciendo desaparecer los trabajos más repetitivos y menos cualificados. Ahora se necesita personas creativas que se ocupen de diseño de nuevos productos, de desarrollo de software o de marketing. Por otra parte, además de la creatividad, la educación tiene que enseñar a uno a pensar críticamente. El sistema educativo no debe dar solo la información, sino más bien enseñar a poner todo en duda, a investigarlo todo y a cuestionarse todo lo que damos por seguro. Los padres y los profesores pueden equivocarse o asumir que los conceptos que conocen son los únicos verdaderos y así el niño se alimenta con la información errónea toda su vida. Tenemos que darle a entender que el conocimiento está en constante construcción, como nosotros mismos. Enseñar a un estudiante a ser autodidacta y a ser curioso es más útil que enseñarle todas las capitales, saber la tabla periódica o asistir a clases todos los días. La escuela no puede convertir a los alumnos en productos, fabricar empleados para la industria o el comercio, ni soldados para los ejércitos, sino crear personas pensantes. Además, la educación tiene que compatibilizar la enseñanza de contenidos con la de habilidades. Actualmente, la información está a disposición de todos, ya no existe la concepción de acumular conocimiento puesto que está fácilmente al alcance. Aquello de aprenderse la lista de los reyes españoles o los ríos de Europa nos parece ahora una tontería, porque tenemos en nuestro bolsillo un dispositivo que nos puede proporcionar esa información en tan solo unos segundos. No quiero decir que debamos eliminar el aprendizaje de contenidos, pero sí enfatizar más el aprendizaje de habilidades. Tenemos que mostrar a los alumnos cómo buscar la información, cómo sacar provecho de los libros e Internet, cómo diferenciar los hechos de los bulos y hacerles conocer los mecanismos del aprendizaje. En definitiva, hay que enseñarles a aprender, porque toda la información ya tienen al alcance de la mano. Los profesores tienen que ser como ayuda, como guía para los jóvenes que entran en nuestro mundo lleno de posibilidades. Y al final, considero que la educación debería hacer hincapié en la esfera emocional. No se puede olvidar que la educación actúa sobre las personas y no sobre los objetos sin sentimientos. El objetivo de toda la enseñanza es preparar a los alumnos para enfrentar la vida como adultos responsables de sí mismos, de sus familias, de sus comunidades y de su país. Por eso, en mi opinión, el sistema educativo debería formar seres humanos sensibles y alentar la cooperación, la complementariedad y el factor común. Creo que no deberíamos olvidarnos de proporcionar a cada persona unas herramientas o conocimientos que le ayuden a ser más feliz a lo largo de su vida. Porque todo lo demás sería superfluo si viviéramos sumidos en la desesperación. La enseñanza sobre la inteligencia emocional o sobre cómo superar el estrés, la ansiedad y la frustración es muy importante en el proceso del desarrollo de cada persona y, en definitiva, en el funcionamiento de la sociedad. En suma, el modelo educativo actual necesita, a mi juicio, ciertos cambios. Tiene que adaptarse a la realidad del siglo XXI, concentrarse más en lo individual y creativo, formar personas sensibles y críticas, etc. La educación no crea productos de los cuales se pueda medir la calidad. El aprendizaje es un proceso muy complejo que dura toda la vida. Nuestro hogar y la escuela son solo la base para la construcción posterior. Su importancia es innegable, por eso tenemos que cuidar tanto del sistema educativo. Sin embargo, creo que el sistema actual es obsoleto y no me parece que se cambie pronto. Los profesores no ganan mucho, lo que por un lado mata la motivación de los que tenían la vocación y por otro hace que la pedagogía estudien sobre todo los que no pudieron encontrar una carrera mejor. Eso influye directamente en los estudiantes, que no ven ningún sentido en ir a las clases aburridas. El sistema educativo necesita reformas profundas y solo después se podrían aplicar los cambios propuestos en este trabajo.