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ESPIRITUALES
DE
SAN IGNACIO
DE LOYOLA
Francisco Javier Casadevall
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EJERCICIOS ESPIRITUALES
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EJERCICIOS ESPIRITUALES
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Im p re n ta y lib r e r ía d e R a m ó n A n s ia d a ,
1807 .
ÍNDICE GENERAL.
Primera parte.
Páginas.
C a p í t u lo p r im e r o .— De las Anotaciones..................... 3
C a p í t u lo s e g u n d o .— De los Santos Ejercicios en g e
neral.......................................... 25
C a p í t u lo t e r c e r o . — De las Adiciones para mejor ha
cer loa Ejercicios..................... 44
C a p í t u lo c u a r t o . . — De los Santos Ejercicios en par
ticular....................................... 46
P R IM E R A S E M A N A .
Principio y Fundamento................................................. 46
e j e r c ic io s .
Párrafo único................................................................. 98
P R IM E R A S E M A N A .
Principio y Fundamento.
EJERCICIOS.
D ía d e r e t i r o m e n s u a l................................................... [1 ]
PÉ DE E R R A T A S .
Excmo. é I l m o . S e ;:
• J O S É , O b ispo dx V ic h .
(Hay un sello.)
A li guita memora del Venerable Siervo de Dios
(Ó SEA) '
$ an I g n a c io de Ü o yola.
CAFtTU&O FX K lSnO .
DE LA S ANOTACIONES.
tí) R. P. Roothaan.
(2) Beatl qui ambulant in lega Domini. (P b. 118.)
(8) Ibunt de vlrtutt in virtatem; videbitur Deas deorum in Sion.
(Pe. 88.)
- 5 -
rre estimulado por el deseo de llegar & su fin), que es lo
que dice el mismo Profeta: He seguido velozmente el
canino de tus mandamientos, cuando tu amor ha en
sanchado mi corazón (1). A esta gradación misma aplica
el Santo los tres actos que deben practicarse en los San
tos Ejercicios, á saber: l.°: Procurar desarraigar los
afectos desordenados de nuestro corazón; 2.°: buscar en
todo la voluntad divina; 3.°: hallada, ó conocida, abra
zarla enteramente para la salud del alma; y asi dice:
por la mesma manera todo modo de preparar y disponer
el ánima para quitar de si todas las afecciones desordena
das, y, despues de quitadas, para buscar y hallar la vo
luntad dioina en la disposición de su vida para la salud
del ánima, se llaman Ejercidos espirituales.
EL fin es doble; inmediato y mediato. El primero es la
salud ó santificación del ánima; y el segundo es preparar
y disponer el Anima con los tres actos susodichos.
Las afecciones desordenadas provienen, ó del desor
den, é inmortiflcación de nuestras pasiones, ó de nues
tros malos hábitos, y traen su origen de no fundar, ó
motivar su principio en la fe, ó en la recta razón, y
si nos preguntamos el ¿por qué? en nuestros actos, fá
cilmente conoceremos si hay desorden, ó no, en nues
tros afectos (2).
Es mucho de notar, que si bien los Ejercicios espi
rituales, de sí, son á propósito y están dostinados á
producir todo su fruto, esto es, quiten las afecciones
desordenadas y alc&nzen lo domás, y esto suceda en
algunas almas que se preparan y disponen con cierta
eficacia ó actividad admirable; sin embargo uo siempre
surten el total efecto, por ser esto la obra y el trabajo
de toda la vida; pero con los Santos Ejercicios el alma
se prepara y se dispone para ello (3).
(i) B. P. Diertina.
— 9—
otros, y que sobre nosotros tienen Ojos sus purísimos
ojos; por lo que justo es que se les reverencie con más
cuidado (1). Y es de observar que dice el Santo mayor
reaerencia, y no precisamente reverencia, suponiendo
que ósta ha da haberla en todo el curso de la oración
por estar & la presencia de Dios, fundados, según doctri
na de Santo Tomás, en la infinita grandeza de la Majes
tad Divina, y en nuestra suma vileza, que nos hace in
dignos de tanta gracia. Por esto dice el P. San Gregorio:
¡pequé seroirá la alabanza á Dios, tí.falta la devoción
y reoerenciat (2) Acuérdese el Ejercitante, que las obras
devotas, que se dicen de Dios, han de hacerse con reve
rencia, y no con negligencia ó mala (e, de otro modo,
dice el Profeta: serán maldita» del Señor (3).
Esta advertencia es muy interesante no solo para el
tiempo de los Santos Ejercidos, sino siempre en todas
nuestras oraciones.
Sobre la Anotación cuarta, que pertenece al Director,
debe tenerse presente lo que se dijo en la segunda, acerca
de alargar ó acortar las Meditaciones; lo mismo debe
decirse de cada una de las cuatro semanas ó partes en
que se dividen los Ejercicios, y como nota el Santo, no
debe entenderse que hayan de emplearse rigurosamente
siete ü ocho días en cada una, sino que debe tenerse en
cuenta las condiciones del Ejercitante. Tres enumera,
que son: ó el ser tardo de ingenio, ó la poca aplicación
á los mismos, ó las varias agitaciones de diversos espi
tas. El Director ha de usar de gran discreción, para de
tenerse más ó menos en cada semana ó parte, según
conozca y observe en el Ejercitante, ó éste le dé cuenta
de cómo le van los Ejercicios. Esta advertencia com
prende también la consideración del Principio y Funda
mento, sobre lo que deben hacerse más ó menos medita
ciones según se estime conveniente. En esto debe insis-
(1) R. P. Roothaan.
(2) ¿Qu» et quanta erit laus, si devota non aitf (S. Greg.)
(3) Malsdietns qui facit opus Domini fraudulenta!*. (Jar. 48.)
-1 0 -
tlrse tanto, cuanto sea necesario, para que el Ejercitante
perciba y se convenza bien y sólidamente de la verdad
del mismo. Todo esto se entiende principalmente cuan
do se dan los Ejercicios & una ó pocas personas; pero si
se dan & una Comunidad ó en público, debe mirarse la
disposición de la mayoría de los Ejercitantes y sus ne
cesidades; pero no se debe olvidar la necesidad de pene
trarse bien de las verdades del Fundamento, y de sacar
sólido íruto de la primera semana (i).
En la Anotación quinta, propia para el Ejercitante,
dice el Santo: A l que retcibe los Ejercicios mucho aprove
cha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su
Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad.
Esta liberalidad contiene dos cosas; 1.°: gran deseo de
conocer la voluntad de Dios, al modo como decia San
Pablo: Señor, iqué queréis que hagotf (2) (y esto es ofre
cerle todo su querer)', 2.°: resolución en el ánimo y deseo
de la gracia, para cumplir en todo la misma voluntad
divina, como le decía el Profeta: Señor, enseñadme á
cumplir vuestra santísima voluntad (3), (y esto es ofre
cerle toda la libertad). Estas jaculatorias es muy conve
niente repetirlas con frecuencia; muchas veces no he
mos querido conocer la voluntad de Dios; ó conocién
dola, hemos despreciado el seguirla; con razón, pues,
hemos de instar en esta oración: Señor, ¿qué quereis que
hagaS pidiendo perdón de nuestra ceguedad, ó negligen
cia, ó contumacia pasadas. Anade el Santo: para que
Su Dioina Magestad asi de su persona, como de todo lo
que tiene, se siroa conforme á su santísima voluntad. Esta
palabra, se siroa, es propia de instrumentos, que care
ciendo de voluntad propia, jamás resisten al que los
usa, sino que le sirven en todo. Tal debe ser el ofreci
miento del Ejercitante, si quiere aprovechar mucho en
los Santos Ejercicios (4).
(1) R . P . Roothaan.
(2) Domine, ¿quid me vis facere? (Act. 9).
(8) Domine» doce me fácere volunUtem tuam. (P b. 143).
(4) R. P . Roothaan.
-1 1 -
De la Anotación sería, que pertenece al Director, se
desprende que durante los Santos Ejercicios hay varias
mociones en el alma, que ó provienen de Dios, como
son; inspiraciones, consolaciones, santos deseos, etc.,
pues está escrito que el Señor conducirá al alma á la
soledad y le hablará al corazón (1), sobre lo que dice
Ricardo de San Víctor: en la oración habla el alma fam i
liarmente con D io», y conoce que D io» la escucha y oye
lo que Diot le habla (2); ó provienen del espíritu malo,
como son tentaciones, tristezas, desconfianzas, etc. pues
como dice el Sabio:,Ilijo , en entrando al servicio de Dios
prepara tu alma para la tentación (3); y en sentir de
San León Papa, no hay obra verdadera de virtud que no
sea probada con la tentación (4). Si pues al Ejercitante,
dice el Santo, no te vienen algunas mociones espirituales
en su anima, mucho le debe interrogar (el Director) cerca
los Ejercicios, si los haze á sus tiempos destinados, y cómo.
Estos tiempos destinados es la observancia exacta del
Horario, que no debe alterarse, sino por causa gravísi
ma. El cómo sexeflere á la aplicación seria que debe te
nerse á los actos de los Santos Ejercicios; sean exáme
nes, meditaciones, lecturas, etc. Asimismo, continúa el
Santo, de las adiciones, si con diligencia las haze. Con lo
que se vé cuán importantes son estas, para sacar el de
bido (ruto de los Santos Ejercicios.
En la Anotación séptima, qne pertenece al Director,
nótese bien la mansedumbre y caridad que le encarga
el Santo cuando dice, que si vó que el Ejercitante está,
desolado y tentado no se haga con él duro y desabrido, sino
blando y suave. Este estado del Ejercitante abraza los dos
extremos de las mociones en el alma de que se habla en
(1) Dacam eam in solitndinem, et loqnar ad cor «ju*. (Oae«. 2).
(2) In oratioQo h&bet anima cum Deo familiare colloquinm, audiri so
sentiens, et audiant quid loquatar in ea Dominas Deus. (Ricar. 4 S.
Victor.)
(8) Fili, aocedena ad aervitutem Del, prepara animam tuam ad ten
tad onem. (Eccli. 2.)
(4) Nulla annt opara virtatia tiñe tentatioxram experimento. (8. Lao.)
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la anotación anterior, tanto las que provienen de Dios,
en la palabra desolado, como del mal espíritu, en la de
tentado; y en ambos debe el Director ayudarle con toda
caridad. Aunque la desolación puede provenir de Dios,
permitiéndolo así Su Divina Majestad, la tentación em
pero siempre viene del demonio; y aquí el Santo parece
que habla de estos dos estados juntos, pues dice desolado
y tentado; y no desolado ó tentado, usando de la conjun
ción copulativa y, y no de la partícula disyuntiva ó; su
poniendo asi que el demonio muchas veces para tentar
al alma se prevale de la permisión de Dios en dejarla en
alguna desolación. En tal caso, tres cosas encarga el
Santo al Director; l . 4: que esfuerzo y anime al Ejercitante
á proseguir con denuedo, y no cejar en el camino em
prendido, dándole, dice, ánimo y fuerzas para adelante;
2.a: que le advierta é instruya acerca los ardides del
maligno espíritu que nos odia y procura estorbar en
nosotros todo bien, descubriéndole, dice, las astucias del
enemigo de natura humana; expresión ésta, que revela
el motivo ú origen del odio que profesa al hombre. Odia
en nosotros nuestra misma naturaleza, que & más de
ser toda ella obra de Dios, ha sido elevada & la mayor
dignidad en su Divino Hijo; y por esto, no tanto nos odia
á nosotros, cuanto al mismo Dios en nosotros (1); 3.*:
que procure que el mismo Ejercitante se prepare y dis
ponga para la consolación venidera; haciéndole, dice,
preparar y disponer para la consolación ventura; con lo
que se vó que no es del Director el prepararle y dispo
nerle para la consolación, sino del mismo Ejercitante;
es, sin embargo, propio del Director, hacer, exhortar é
instruir al que se ejercita á que se prepare por si mismo
y se disponga á ello. De tres modos puede ser esta pre
paración y disposición del Ejercitante, según se des
prende de lo que dice el Santo en la regla 6.a de las que
pone después para discernir los espíritus, & saber; i.°:
(1) R. P. Roothaan.
-1 3 -
alargar 6 aplicarse m&s seriamente á la oración, en ins
tar más, dice, en la oración, meditación; 9.°: poner espe
cial cuidado en los exámenes, en mucho examinar, esto
es, examinar nuestra conciencia, nuestros actos, y todas
nuestras operaciones; 3.a: aumentando discretamente las
mortificaciones, en alargarnos en algún modo conveniente
de haser penitencia. La razón de todo esto es porque en
el ejercicio de estas tres cosas, oración, examen y peni
tencia, es en lo que nos hace tardos la desolación (1). •
De las Anotaciones octava, nona y décima, que pertene
cen al Director, se desprende la necesidad que tiene éste
de estar bien imbuido en las reglas para conocer y dis
cernir los varios espíritus, tanto para la primera, como
para la segunda semana, que pone el Santo en otra par
te de los Santos Ejercicios; y no es menos la discreción
que debe tener en la aplicación de los mismos. Igual
mente, que no debe concretarse en dar en la primera
semana las reglas de la primera, en la segunda las de la
segunda, sino que indistintamente debe hacer uso de las
mismas, según las tentaciones y necesidades del Ejerci
tante. Y esto, que principalmente se desprende de la
Anotación 8.a, con más distinción lo aclara el Santo en
la 9.a cuando dice, que al Ejercitante de la primera se
mana, n e» persona que en cosat espirituales no haya sido
versado; y síes tentado grosera y abiertamente, no le pla
tique las reglas de la segunda semana, sino de la primera.
Lo mismo en la 10.a, cuando dice, que si el Ejercitante
es batido, y tentado debaxo de especie de bien, entonces es
proprio de platicarle sobre las reglas de la segunda semana,
y añade; comunmente el enemigo de natura humana tienta
mas debaxo de especie de bien, quando la persona se exer-
cita en.....la segunda semana. Esta Anotación décima (y
lo mismo parece que puede decirse de la anterior) no
tanto se refiere á la primera y segunda semana de los
Santos Ejercicios, cuanto al estado habitual del espíritu
(1) R. P. Roothaan.
— 14 —
del ejercitante, y por esto el Santo en lo tocante á las
tentaciones del maligno espíritu en la segunda semana,
no dice siempre, sino comunmente, esto es, de ordinario.
No pooos de los que practican los Ejercicios de la se
gunda semana viven habitualmente en la vía purgativa,
y son tentados grosera y abiertamente. Cada uno es
ordinariamente tentado según el estado habitual de su
espíritu, y deben aplicársele las reglas de la primera ó
segunda semana, según sean las tentaciones, ya se ejer
cite en la primera, segunda, tercera ó cuarta semana (1).
Todo lo que confirma lo que dice el Santo en la Ano
tación 8.*, que según la necesidad del Ejercitante de
ben practicársele las reglas de la primera ó segunda
semana.
De la Anotación undécima que pertenece al Ejercitante,
se desprende el sumo cuidado y atención que éste debe
tener en los Ejercicios que va practicando, sin cuidarse
ni atender á los que han de seguirse, confiando hallar ó
alcanzar lo que desea en aquel ejercicio, que practica,
como que de él sólo dependiese todo el fruto. Y esto,
aunque el Santo sólo habla de los ejercicios de la prime
ra semana respecto de la segunda, debe igualmente en
tenderse de la segunda con respecto á la tercera y cuarta
semana; y no menos en cada uno de los ejercicios de
cada semana. Esto se confirma por lo que dice el Santo
en las Anotaciones anteriores, sobre que en los Santos
Ejercicios hay varias mociones en el alma. En efecto,
Dios habla al alma que se ejercita, dice el P. San Ber
nardo, y le habla de humildad, de paciencia, de frater
na caridad, de obediencia, de pax, de mortificación, de
compunción y de toda santidad (2). Y esta habla de
Dios, que es la gracia del Espíritu Santo, dice el P. San
Gregorio, asi como ilustra, muda lo» afectos en un ins-
(1) R. P. Boothaan.
(2) Den8 loqoitur in anima devota humilitatem, patientiam, fraternam
chsritatem, obedientiam, pacem, mortiflcaUonem Titiornm, compunctio-
nem, omnemque sanctimoniam. (3. Bern.)
-1 5 -
ianie (1). Preciso es, pues, hacer todos los actos de los
Santos Ejercicios con atención, sin cuidarse de los que
han de seguirse, pues no sabemos en que momento y
ocasión el Sefior se dignará hablar á nuestra alma, y
como dice un devoto contemplativo; asi como la gracia
del Espíritu Santo siempre te hade pedir, asi siempre se
ha de esperar (2).
En la Anotación duodécima, que conviene al Director
y al Ejercitante, debe atenderse mucho á lo que dioe el
Santo, que el enemigo no poco suele procurar de haser
acortar la hora de la oración, en cuyas palabras no poco
y suele, debe entenderse, ya la frecuencia, con la pala
bra suele, ya el mucho empeño y engaño, con las pala
bras no poco, con que el demonio pretende que se acorte
la hora (3). Por esto el Santo dice antes, que se procure
siempre que el animo quede harto en pensar que ha estado
una entera hora en el Ejercicio, y antes más que menos.
Ordinariamente y según la mente del Santo manifestada
en esta Anotación, son cinco las horas de Meditación
diaria, si bien que en otra parte de los Santos Ejercicios,
á saber, en la tercera semana dice: según la edad, dispo
sición y temperamento ayuda á la persona que se exereita,
hará cada dia los cinco Ejercicios, ó menos. De lo que pa-
roce inferirse, que ol número de Ejercicios diarios, y su
duración lo deja á la prudencia y discreción del Director.
Asi vemos que se previene en el cap. 3.° del Directorio
que á los de salud endeble ó los que no pueden observar
el modo exacto (del Santo) se les puede dispensar la
hora de media noche, pero de suerte que queden cinco
horas de meditación, ó menos, si el Director lo juzgare
conveniente (4). Y asi lo vemos practicado tanto en el
número, como en la duración del Ejercicio, por muchos
venerandos Padres de la Compañía, como por ejemplo,
(1} Humanum súbito ut illustrat, mutat afféctum. (S. Greg.)
(2) Sicut gratia Spiritus Sancti semper est expetenda, ita semper est
expectandfi. (R. P. Avancioi.)
(8} B. P. Roothaan.
(4) Directo rium, cap. 8.
-1 6 -
los Ferrusola, Izquierdo, Calatayud, Mach y otros, que
sin duda atendían & las circunstancias de las personas,
lugares ó tiempos, mayormente al dar Ejercicios á Co
munidades. Siempre, no obstante, conviene atender
mucho al espíritu de esta Anotación, que es completar
bien y no acortar en modo alguno el tiempo prescrito ó
dedicado á la Meditación.
La Anotación décima tercera, que pertenece al Ejerci
tante, es como una continuación y aclaración más pre
cisa de la anterior, advirtiendo al que se ejercita lo
que debe practicar acerca del tiempo de la oración
cuando se encuentra desolado. Como en el tiempo de la
consolación, dice el Santo, es fácil y leoe estar en la con
templación la hora entera, así en el tiempo de la desola
ción es muy difícil cumplirla. Ya se dijo en la Anotación
7.*, que la desolación puede ser una permisión de
Dios para probar la fidelidad del alma, pero que el ene
migo se prevale de aquel estado para tentarla, y lo que
procura es que el alma entre en fastidio y desconfianza;
y si no puede lograr que abandone la oración, so empe
ña en que alomenos la acorte. Por esto dice el Santo
que la persona que se excrcita, por haser contra la deso
lación y vencer loa tentaciones, debe siempre estar algo
más de la hora cumplida, porque no sólo se aoeze d resis
tir al adversario, más aún á derrocalle. Esto mismo lo
confirma en las reglas de discreción de espíritus cuando
dice: el que está en desolación considere como el Señor le
ha deseado en prueba en sus potencias naturales, para que
resista á las varias agitaciones y tentaciones del enemigo;
pues puede con el auxilio divino, el cual siempre le queda,
aunque claramente no lo sienta', poniendo, dice, las d ili
gencias contra la tal desolación, y entre estas pone por
primera: instar más en la oración. Anímese el Ejercitante
con el ejemplo de nuestro Divino Salvador, que en la
desolación y entrando en agonía oraba más intensa y lar
gamente (1). Dígale entonces el alma con toda humildad
(1) Factns in agonía prolizius orabat. (Lúe. 93.)
— 17 —
al Señor, dice el Venerable Tomás de Kempis: Aqui me
teneis en vuestras manos, Padre mió muy amado, yo
me inclino á la vara de vuestra corrección, heridme para
que enderece mi torcido querer á vuestra voluntad san
tísima (i). Y practicándolo as(, piense, dice el Santo,
(como que dijera: esté persuadido) que será presto con
solado. Estas advertencias no sólo deben tenerse presen
tes en los días de Santos Ejercicios, sino que son Utilí
simas para continuar despuós en el fervor de una vida
virtuosa.
En la Anotación décima cuarta, que pertenece al Di
rector y al Ejercitante, nótese bien el cuidado que debe
tenor el Director en observar al que se ejercita, cuando
éste se encuentra consolado y fervoroso, y en atender al
mismo tiempo á su natural condición, para irle á la
mano á ñn de que no se precipite en votos ó promesas.
Con esto se vé la discreción, que quiere el Santo que
haya sobre el particular. No dice absolutamente, no se
hagan, sino que el Ejercitante no haga promesa ni voto
alguno inconsiderado y precipitado; como puede suceder
en actos de fervor ó de consolación. Mucho debe de mirar,
dice, la propria condición y subjecto. La condición mira las
circunstancias extrínsecas que rodean á la persona; el
subjecto mira las intrínsecas de la misma. Aunque siem
pre, según la doctrina del Santo, debe el Director preve
nir esto al Ejercitante al encontrarse fervoroso; mas,
si le conoce de ligera condición, esto es, algo voluble
ó inconstante en su natural, entonces, dice, más le debe
prevenir y admonir, cuyas palabras, significan reiterada
advertencia, para que en un acto de fervor no prometa
algo imprudentemente, de lo cual después haya de
arrepentirse (2). Es cierto, como dice el Santo, que la
buena obra que se haxe con voto es más meritoria que la
(1) Ecce, Pater dilecte, in manibns tais sum ego; sub virga correctio-
nis tus me inclino; percate, ut incurvem ad volunUtem tuam tortuosi-
tatem meam. (Kem. 1. 8.)
(í) R. P. Roothaan.
i
— 18 —
que se haze sin él; y esto por tres razones, dice el P. A
Lápide, 1 .': porque el voto es un acto de religión y de
latría, que entre las virtudes morales es la nobilísima,
2.a: porque él que hace una obra, tan solamente dá á Dios
el acto, pero el que añade el voto, juntamente con el acto
le dá la fuerza y el poder, esto es, la libertad y la volun
tad, 3.a: porque el voto afianza y confirma la voluntad,
débil de si misma é inconstante, en la virtud que promete,
resultando que el acto que procede del voto es más firme,
fuerte y constante, y por lo misino, mejor y más perfec
to (1). Esto no obstante, dice el Santo; el que se ejercita
mucho debe de mirar quanta ayuda ó estorbo podrá
hallar en cumplir la cota que quisiere prometer. Acuér
dese de lo que está escrito: Mucho mejor es no hacer
votos, que hacerlos y no cumplirlos (2).
De la Anotación décima quinta, que pertenece al Di
rector, se colige la indiferencia, en que éste debe estar
acerca del estado ó modo de vivir del Ejercitante, al tra
tarse de elección, pues dice el Santo que el que dá los
Sxercicios no debe mooer al que loa resabe más á pobreza
ni á promesa, que á sus contrarios, ni á un estado ó modo
de vivir, que á otro. No dice, que no se pueda aconsejar
el estado de porfocción Evangélica á los que son aptos
para él, sino que dice: en los Exerclcios Espirituales
más conveniente y mucho mejor es, buscando la divina
voluntad, que el mismo Criador y Señor se comunique & la
su ánima devota, abrasándola en su amor y alabanza, y
disponiéndola por la via que mejor podrá servirle adelante.
Atiéndase bien & las palabras más y mucho, que indican
(1) 1.*: Votum est aclus Religionis et Latría, q u » inter morales pri
ma ct iiobiltasima est vtrtus; 2.*: Qui facit opas, actam dumtnxat dat Deo;
qui vero addit votum, siroul cum aetu dat Yim et potentiaiu, puta, vo
la nta te m et libertatem; 8.*: Votum voluntatem, ex se flexibilem et incons
tantem, in acta virtutis, quam vovet, roborat et conflrmat; quo flt, ut
actus, qui ex voto prodit, flt flrmior, robnstior et conatantior, ideoque
ZBdlior et perfcetior. (R. P. A Lapide.)
(2) Multo melius est non vovere, quam post votum promieaa non red-
dere. (Ecdes. &.)
-1 9 -
la exclusión de toda presión moral, que quizás con la
más leve Indicación pudiera ejercerse en el ánimo del
lyercitante. Este ha de buscar la divina voluntad, y el
Director ha de mostrarse Indiferente; dea.re, dice el Santo,
inmediate obrar al Criador con la criatura, y á la criatu
ra con $a Criador y Señor, sin embargo, si el Ejercitante,
libre y espontáneamente, sin presión de ninguna clase,
pide consejo, entonces licito y bueno será dárselo, según
doctrina del eximio P. Suarez. Dice éste Padre: Cuando
el que ha de elegir, por encontrarte perplejo y dudoto,
pide contejo, entoncet no será cota mala el dártelo, por
no recibirlo ya como cota del todo agena, tino como oriun
da en cierto modo del mitmo postulante, porque asi mát
fácilmente recibe aquel medio por el cual et iluminado de
Diot. Sólo debe tenerte presente que no tea el Director
muy fácil ni pronto en ofrecerte á dar el contejo, tino
que antea le proponga las razones mát eficacet, y lat con
veniencias ó dificultades de entrambas partes, y procurar
que el mismo las considere y haga por ti mitmo la
elección. Pero, si esto no obstante, el que ha de elegir
insta, y se empeña en saber el modo de pensar ó el juicio
del Maestro ó Director, no se le débe negar, ordinaria
mente hablando, pues entonces la tal obra ó consejo, de
si, es lo mejor, y del mismo puede esperarte fundadamente
mayor utilidad (1).
En la Anotación décima sexta, que pertenece al Ejer
citante, atiéndase bien á la palabra desordenadamente,
(1) Quando consiliuui poatulat ipse qui electurue est, quoniam ancepa
«st et dubiu8, tune non erit malam illud praeatare, quia j&m non reclpi-
tur ut omnino alienum, sod ut ab ipsomet postulante aliquo modo ortum,
quia etlam facilius accipit illud médium, per quod á Deo ipso illunaina*
tur. Solum observandum est, ne quia nimium fadlem et promptum so
exhibeat ad hujusmodi coneilium praatandum: sed priua effleaciores ra-
tionea, et commoda yol incommoda utriusque partís proponat, casque
alteri considerandaa, et electionem faeiendam, eommittat: quod ai nihi-
lo mi ñus alter instet, et Magistri judicium intelllgere volit priusquam el i*
gat, non est lili deuegandum, rsgulariter loquendo, quia tanc et opns
ipsum secundum se melius est, et ex ilio major utilitas non immerito
spectari potest. (R. P . Suarez.)
— 20 —
que responde de un modo muy directo al fin mediato de
los Santos Ejercicios, que, como se dijo en la Anotación
1.a, es preparar y disponer el ánima para quitar de tí
toda» lat afecciones desordenada». Esto desorden, no se
entiende precisamente de la afición á ana cosa menos
recta, sino de la afición desordenada á cualquier cosa,
ya sea menos recta, ya sea buena y muy buena (1). La
afición desordenada á una cosa menos recta, dice el
P. A Lápide, es cuando el alna, despreciando lat lene» y
orden comunet, quiere obrar ó oioir á tu antojo (2), y
esto no es bueno. Pero & más, puede haber desorden
en la afición á una cosa buena de si misma, ya sea
por el deseo de una cosa buena en si, pero no para un
fin bueno, ya también porque la cosa buena no es un
medio apto para conseguir el debido fin, ya finalmente
porque se afecta el alma á la tal cosa inconsiderada y
precipitadamente, con demasiado ardor y ansiedad (3).
De cualquier modo que sea el desorden, debe el ánima,
dice el Santo, afectarse al contrario, instando en oraciones
y otrot Exercicm espirituales, y pidiendo á Dio» Nuestro
Señor el contrario, et á saber, que ni quiere el tal oficio ó
beneficio (ejemplo que pone el Santo) ni otra cota alguna,
t i Su Dicina Majestad, ordenando tu t deseo», no le mudare
tu afección primera: de manera que la cauta de desear ó
tener una cota ú otra, tea tolo teroicio, honra y gloria de
Su Dioina Majettad. Esta Anotación debe tenerse muy
presente en las meditaciones del Principio y Fundamento
al tratar de la indiferencia en que se ha de estar acerca
los medios para alcanzar el fin; ó igualmente en los
Ejercicios, en la Meditación de los Tres Binarios.
La Anotación décima séptima, que portenece al Direc
tor, manifiesta la conveniencia de que éste, sin presu
mir ni querer penetrar en los senos de la conciencia del
(1) R. P. Roothaan.
(2) Dum quis, contempüa legibus et ordine communibus, vivere vnlt
auo arbitratu.
(8) R. P. Roothaan.
-2 1 -
Ejercitante, entienda, no obstante las varias agitaciones
que en aquellos días le acometen, como se Indicó ya en
la Anotación 6.a, para acertar en darle los Ejercicios ó
Meditaciones convenientes & su necesidad, pues son va
rios los espíritus que pueden moverle, y no debe creerse
A todos, como dice San Juan, sino que debe examinarse
si son de Dios (1.) Esto ya se ve desde luego que no
pertenece ni es propio del Ejercitante, sino del Director.
Solamente los principios generales, dice el P. Suarez, pue
den ser comunes á todos, empero la aplicación particular
con mayor ó menor extensión, ó según estas ó aquellas
circunstancias pertenece d la prudencia del Maestro espi
ritual y Director, el cual, como se indica en las primeras
Anotaciones de ¡os Ejercicios, jamás debe fa lta r al que se
ejercita espiritualmente, según consejo del Padre San Ber
nardo á los Monges de M o n t e Dbi, diciéndolet: que hasta
que se aprenda plenamente estar á la presencia de Dios,
se procure cada uno su Pedagogo; y en otro lugar dice:
grande consuelo es para la vida espiritual tener á quien
manifestar su interior (2).
En las tres últimas Anotaciones décima octava, décima
nona y vigésima, que pertenecen al Director, se vé los
varios modos que deben seguirse en dar los Ejercicios,
según las diferentes clases de personas. Mucho debe te
nerse en cuenta la calidad, la disposición y voluntad de
las mismas, según la doctrina del Santo. Nota el mismo
como cuatro clases de personas: la primera es, del que
te quiere ayudar para se instruir, y para llegar hasta
(1) Nollte omni spirltui credere, sed probate spiritus si ex Deo sint.
(1.a Joan. 4.)
(2) Sola principia geoeralia posaunt esse ómnibus communia, appli-
eatio autem in p&rtieulnri cnm major i ?el mi ñor i extenaione, aut cum
bis vel illis circumstantii8 relinquitur prudenti® spiritunlis Magistri et
Instruetoris, quem in ipsis primis Annotationibas Exercitioram supponit
3. P. numqu&m defuturum oi,qui in spiritualibus exercetur, justa con*
Bilium Divi Bernardi ad fratras de Monte Del: «Doñee píen¡ua addíscaa
divinan cogitare prosentiam, Ptedagogum tibí procura.=fit alibi=Mag-
nnm v ita solatium est, ut babeas eui pectus tuum aperias. (R .P . Suarez.)
— 22 —
cierto grado de contentar A su ánima, que podríamos in
terpretar: ponerse y conservarse en gracia del Señor, y
esta manera, dice el Santo, et más propia para persona*
más rudas ó sin letras. La segunda es, del que es de poco
subjecto, ó de poca capacidad natural, de quien no se es
pera mucho/ruto, esto os, del quo 110 obstante su bue
na voluntad, tiene poca disposición natural, ya sea de
índole, ya sea de ingenio. La tercera es, del que estuviere
embarazado en cosas públicas ó negocios convenientes,
quier letrado ó ingenioso, esto es, del que deseando viva
mente aprovecharse de los Ejercicios, le es imposible
desocuparse de sus estudios ó negocios por espacio de
muchos días. Finalmente, la cuarta es, del que es más
desembarazado, y que en todo lo posible desea aprovechar,
esto es, del que deseando aprovecharse mucho, siendo
de ingenio idóneo para ello, está libre de negocios y
ocupaciones precisas. A. todas estas clases pueden darse
los Santos Ejercicios, pero de diferente modo. A los de
la primera clase, dice el Santo, se puede dar el examen
particular y el general; juntamente por media hora á la
mañana el modo de orar sobre los mandamientos, pecados
mortales, etc., y se les recomiende la frecuencia de reci
bir los Santos Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.
Y si bien el Santo no prescribe ni indica que se les den
las Meditaciones dei Fundamento, ó algunas de ellas,
no obstante, tampoco debe juzgarse que lo prohíbe (1).
A los de la segunda clase, dénseles, dice el Santo, algu
nos destos Exerciciot leves, esto es: más fáciles, ni casi
otros que los de la primera semana (2). Y advierte el
Santo no proceder adelante en materias de elección, ni en
otros algunos Exercicios, que están fuera de la primera
semana. Lo que es muy conveniente, para no cargar
demasiado las fuerzas intelectuales del Ejercitante (3).
Pero quiere el Santo que se le den algunos exámenes
(1) R. P. Roothaan.
(2) Id.
(8) Id.
-2 3 -
de consciencia y órden de confesar más á menudo que
solía para se conservar en lo que ha ganado, k los de la
tercera clase, pueden dárseles los EJorcicios, según el
Santo, tomando cada día hora y media para se exercitar,
ya sea con las meditaciones del Principio y Funda
mento, práctica del examen particular y general, recep
ción de Sacramentos, como también con las meditacio
nes de todas las semanas de los Santos Ejercicios, pues
el Santo habla en general de todos los Ejercicios, cuando'
dice: para te exercitar: y esto puede hacerse empleando
muchos días con la sola hora y media diaria, según
el admirable método que pone el Santo en la 19.* de
estas Anotaciones. Asi lo hizo (como lo escribe de si
mismo), el P. Antonio Possevino, siendo Secretario del
Rmo. P. General de la Compañía, Everardo Mercurián,
empleando cuarenta y siete días en la sola primera
semana bajo la dirección del P. Jaime Mirón, discípulo
de San Ignacio (1). A los de la cuarta ciase, dénseles,
según el Santo, todos loa Exercicios por la misma órden
que proceden: y atiéndase bien á lo que aQade: tanto más
se aprovechará (el Ejercitante) quanto más se apartare
de todos amigos y conocidos, y de toda solicitud terrena.
Esto mismo indica el P. San Bernardo: Huye de los
cuidados y cosas exteriores, para que libre y sosegado
tu interior puedas decir como Samuel: Hablad, Señor,
que vuestro sieroo escucha (2). Y como so exclamaba
el V. Mártir de Holanda Cornelio Musió: ¡ ó feliz soledad!
¡ó sola felicidad/ (9) Tres provechos principales nota el
Santo que provienen de este apartamiento: 1.°: Mucho
mérito delante de Dios. 2.°: Uso más libre de las po
tencias para buscar con diligencia el modo de servir
al Seflor y aprovechar el alma. 3.°: Más aptitud para
acercarse al SeQor, y asi disponerse para recibir gracias
(1) R P. Roothaan.
(2) Fage cu rain exteriorem, ut expedito et vacante interno sensu, di-
cas cum Samuel©: Loquera, Domine, qnia audit servas tuufl. (S. Ber.)
(3) jO beata solitadot iO sola beatitudo. (Cora. Mus.)
— 24 —
y dones de su Divina Bondad. Acuérdese el Ejercitante
de la máxima que el Seflor dictó al Santo Anacoreta
Arsenio: Huye, calla, coa en. tu» ocupaciones, y serás
saleo (1). Y no menos de aquella otra: Entraré toda,
esto es, interior y exteriormente, alma y potencias,
cuerpo y sentidos, corazón y afectos: permaneceré tolo,
esto es, ocupado únicamente en el negocio de mi salva
ción: y saldré otro, esto es, renovado en mi espíritu (2).
' De lo dicho se infiere, que pueden considerarse como
cuatro órdenes de Ejercicios espirituales.
Primero: Los Ejercicios enteros en materia y forma,
tales como los prescribe el Patriarca San Ignacio, con
las Adiciones, etc., durante el tiempo de un mes, poco
más ó menos.
Segundo: Los Ejercicios en cierto modo enteros en
materia y forma, pero concretados en la duración de
solos ocho ó diez días.
Tercero: Los Ejercicios enteros en la materia, pero no
en la forma, cuales son los que nota el Santo para las
personas muy ocupadas.
Cuarto: Los Ejercidos que no son enteros en la mate
ria, como son los que se dan de la sola primera semana,
ó de otros más fáciles.
Los dos primeros órdenes son propiamente los llama
dos Ejercicios, aunque el segundo no tanto como el pri
mero. Los dos últimos faltan, ó en la materia ó en la
forma, ó á veces en ambas cosas (3).
Sin embargo de lo dicho, no dejan todos estos modos
de llamarse y ser Ejercicios espirituales, provechosísi
mos á las personas que los practican.
Bendigamos al Señor, y admiremos la santa industria
y ardiente zelo del gran Patriarca San Ignacio, que á to
da clase de personas ha proporcionado un medio, á la
par que suave, muy eficaz para alcanzar la virtud
(1) Fuge, tace, quiesce, et salvus eris. (ad Arsen.)
(2) Ingrediar totas, raanebo aolus, egrediar alias.
(8) R. P. Diertins.
-2 5 —
y perfeccionar al alma, á saber: Los Sanios Ejercicios.
¡Ojalá, dice el P. Roothaan, que toda esta doctrina
fuese siempre familiar & los Confesores, con lo cual
atendieran más y más á la salud y perfección de los
fieles! (1)
CAPÍTULO STOUNDO.
DE LOS SANTOS EJERCICIOS EN GENERAL.
(1) R. P. Diertins.
— 38 —
arrastran, los respetos humanos que le sujetan, las oca
siones peligrosas que se le ofrecen, el modo con que
practica las obras ordinarias, en una palabra, todo
cuanto conoce que es causa de la más ó menos disipa
ción de su espíritu, para en adelante ordenar su vida
rectamente, y como dice el Santo en la citada Anotación,
para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición
de tu oída para la talud del ánima. Con este examen, y
las varias ilustraciones que habrá recibido dol Divino
Espíritu en las Santas Meditaciones, ó bien, las buenas
inspiraciones que habrá tenido en estos días de retiro,
fácilmente podrá formular los convenientes propósito»
que debon constituir la regla y norma de su vida ul
terior.
Resos, 6 Devociones. El Santo no prescribe, ni prohibe
deoocionet particulares en tiempo de los San tos Ejerci
cios; y de este mismo procedimiento podemos recoger
doctrina práctica y muy saludable. No las prescribe; sin
duda para significarnos que en días de Ejercicios no
conviene aglomerar devociones agenas á los mismos,
para no distraer al alma de su práctica ó principal obje
to, que, como llevamos dicho, es la reforma del espíritu,
combatiendo los afectos desordenados del corazón con
la seria meditación de las verdades eternas, y atenta
consideración de los ejemplos de Jesucristo Nuestro Se
ñor. No las prphibe: porque no puede negarse, que to
madas ó practicadas algunas de ellas moderada y dis
cretamente, son poderosísimas para ayudar al alma á
conseguir el indicado ñn de aquel santo retiro. La » ora
ciones vocales, dice el P. A. Lápide, son buenas y recomen
dables, en cuanto sirven A que el afecto del alma mA» y
más se excite, se avive y se continúe (1). El Santo en la
Anotación 1.a dico que orar vocalmente es Ejercicio espi
ritual, y en la Anotación 20.a habla de la Santa Misa y
asistoncia á Vísperas (como se acostumbrarla en su
(1) Ut roce, mentís affeetus magia excitetur, acuatur et contínuetnr.
(E. P. A Lapide.)
-3 9 -
tiempo) suponiendo con esto que admite algunas devo
ciones particulares. Las principales que pueden practi
carse, son; l.°: La Santa M ita, que nunca debe dejar de
oirse si hay proporción, pues como sacrificio impetrato
rio, alcanzaremos por su medio los auxilios divinos de
que tanto necesitamos. 2.°: Las visitas al Santísimo Sa
cramento, que debemos frecuentarlas & lo menos dos
veces por la mañana y otras dos por la tarde, para que
como foco de Luz Divina ilumine nuestro entendimiento
para conocerle, y como volcán de Caridad inflame nues
tros corazones para amarle. 3.*: El Santísimo Rosario,
y el O/lcio paroo (este se entiende para los que no estén
obligados al rezo del Oficio divino) devociones estas las
más agradables á la Santísima Virgen, y de mas efica
cia para alcanzar su poderosísimo patrocinio. 4.°: Algu
na breve oración á los Santos Patronos, y lo que á cada
uno le parezca conveniente según las necesidades de su
espíritu, no olvidando lo que se ha dicho, que no deben
multiplicarse devociones, que & la par que fatigan al
alma, pueden distraerla de su principal objeto en estos
días. Lo que debe frecuentarse son las Jaculatorias, di
rigiéndose al Sefior, como se advierte en la Anotación
5.a, con las palabras de San Pablo: Sefior, ¿qué quereis
que haga? ó con las del Profeta: Sefior, enseñadme & ha
cer vuestra divina voluntad. Finalmente será muy útil
repetir con frecuencia la oración que compuso, y á me
nudo solía decir el Santo, en especial durante los Ejer
cicios, á saber: Alma de Cristo, santifícame, etc.
%Lecturas. En cuanto á las Lecturas, el Santo no se
ñala cuales hayan de ser, ó puedan servir durante la
primera semana de los Santos Ejercicios; solamente an
tes de la primera Contemplación de la segunda semana,
dice: para la segunda semana, y así para adelante, mucho
aprovecha el leer algunos ratos en los libros de Im itation e
Christi, ó de los Evangelios y de vidas de Santos. El notar
pues el Santo las lecturas convenientes para la segunda
y ulteriores semanas, supone que han de ser diferentes
-4 0 — '
de las de la primera. Y que en esta ha de haberlas, lo
previene el Directorio, seflalando en primer lugar la
Imitación de Cristo del V. Tomás de Kempls, (cuya lec
tura dice el P. Roothaan, es la más apta para radicarse
en las resoluciones que se han concebido en la Medita
ción), á DioniBio Cartujano sobre los Novísimos, las
Confesiones de San Agustín, ú otros semejantes (1). En
tre estos podemos citar por muy oportunos; las Verda
des eternas del P. Rosignoli, el Temporal y Eterno del
P. Nieremberg, la Guia de pecadores del P. Granada, en
una palabra, los que sean aptos y convenientes para
engendrar en el alma afectos propioe de los Ejercicios
de la primera semana, oorao son: contrición, temor y
amor de Dios; pues, no debe seguirse el propio gusto
variando de libros, aunque sean piadosos, para leerlos
en los Ejercicios (2). En cuanto á la lectura de las demás
semanas, si es del Sagrado Evangelio ó Misterios de
Nuestro Sefior Jesucristo, han de leerse los que ya se han
meditado, ó se meditan en aquel día, como nota el Di
rectorio, y no los que han de ser todavía objeto de otras
Meditaciones (3). Asimismo, en la lectura de Vidas de
Santos, es conveniente leer tan sólo las de aquellos que
son más conformes al estado del Ejercitante. Por último
debemos recordar, que el principal fru to de la lectura
espiritual, es sacar el alma algún buen deseo, ó aparejo en
la voluntad para cumplir con la voluntad Divina (4).
Mortificaciones. El Santo, particularmente en las Adi
ciones, se detiene de un modo notable, al tratar de la
mortificación ó penitencia; y la doctrina que sobre este
particular emite, así como muchos de los documentos
de su admirable libro, no han de considerarse como
exclusivos para los dias de Ejercicios, (asi equivocada
mente piensan algunos), sino que son también para toda
tí) R. P. Roothaan.
(9) Nial psBnitentlam egeritls, omnes aímlliter peribitis. (Lnc. 13.)
( 8) N ovan -vitan lnchoare non potest, qaem veterem non paolteat.
(S. Aog.)
(4) R . P . L a Palma.
-4 2 -
nos rigurosos (1), tolo, añade el Santo, que no te corrom
pa el tubjecto, ni te tiga enfermedad notable. Lo mismo
debe decirse de la bebida, especialmente del vino, del
que no se deberla usar sino como de medlbina (2). Esto
mismo lo confirma el Santo en los Reglas para ordenar
te en el comer. En cuanto al suefio, dice, que no et peni
tencia quitar lo superfino de cosas delicadas ó moles, cerca
del modo de dormir; mas es penitencia quando en el modo
se quita de lo conveniente; pero aOade también la salve
dad de que no se corrompa el subjecto, ni te siga enfer
medad notable; ni tampoco te quite del sueño conveniente:
por lo que esta penitencia en el modo de dormir, se
entiende de la aspereza, como por ejemplo, durmiendo
vestido, ó en el suelo, etc. (3). Por lo que mira & la ter
cera, á saber, castigar la carne, es, dice el Santo, dándole
dolor sensible, esto es, macerar el cuerpo con disciplinas,
cilicios y otras asperezas semejantes: sobre lo cual, dos
cosas deben atenderse; 1.a: que el dolor, como dice, sea
sensible en las carnes, y que no entre dentro en los huesos,
de manera que dé dolor, y no enfermedad: y como en es
te particular podría haber excesos por un mal entendido
é indiscreto celo, es regla general de los Santos Padres
y Maestros de espíritu que no se practiquen estas peni
tencias corporales sin anuencia y consejo del Confesor
6 Director, sujetándose al parecer ageno (4). No olvide
mos lo que dice el P. San Gregorio: De mucho más méri
to es sujetar la propia noluntad á la voluntad agena, que
macerar el cuerpo eon rigurosos ayunos, 6 sacrificarte
ocultamente con rigor y asperezas (5). 2.a: Que las peni
tencias corporales no pueden ser iguales en todas las
personas, ni lo deben ser en todos los tiempos. Prime
ramente debe atenderse á la salud y fuerzas corporales,
pues el que tiene achaques ó enfermedades no debe ha
(1) R- P L a Palma.
(2) Id.
(8) R. P . Roothaan.
-4 4 -
C lP tT V lO TXRCXXIO.
CX PtTVlO CTJUITO.
PRIMERA. SEMANA..
Principio y Fundamento.
(1) R. P. Diertins.
(9) R. P. PatiUidier.
( 8) R. P. Roothaan.
— 48 —
A teta r, es lo m&s fácil; reverenciar, do es difícil; pero
en el te ñ ir, que no es otra cosa que conformarse en
todo y por todo con la voluntad divina, es donde se en
cuentra dificultad, á causa de nuestra naturaleza co
rrompida. Por esto ha de instarse mucho en los Santos
Ejercicios con las citadas Jaculatorias: Señor, ¿qué que
réis que hagaí esto es: dadme á conocer vuestra volun
tad divina; y la otra: Señor, enseñadme d hacer vuestra
voluntad santísima; esto es: concededme que sepa fiel
mente practicarla (1).
La alabanza que debemos tributar al Sefior, debe ha*
cerse con el entendimiento, esto es, con Jé, con convic
ción y con sujeción, considerando que su Nombre es
admirable... que Él nos ha criado... que es Nuestro Dios
y Señor (2): debe hacerse con el corazón, esto es, con
amor y puro afecto; creyendo que Él es el Dios de nues
tro corazón y nuestra herencia eterna (3): debe hacerse
con la lengua, esto es, encomiando y glorificando sus
excelencias y atributos; diciéndole: llénete de loores mi
boca para cantar todo el día tu gloria y tu grandeza (4):
debe filialmente hacerse con las obras, esto es, obrando
de modo que se edifique al prójimo, y éste glorifique á
Dios, pues está escrito: vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen al Padre Celestial (5).
La reverencia que debemos al Sefior, es reconocerle
por nuestro Dios con actos de fé, esperanza y caridad;
creyendo .lo que nos ha revelado, esperando lo que nos
ha prometido, y amándole como & Infinito Bien, y úni
co Un nuestro. Esta reverencia mira principalmente la
Infinita Majestad Divina, por esto dice el Apóstol; que
(1) R. P. Roothaan.
(2) Admirabile est nomen tunm... Ipse faeit nos... Ipse est Dominas
Deas aosier. (Pe. 83, 94, 00.)
(8) Deus cordis mei, et pars mea Deus in sternum. (Pa. 92.)
(4) Repleatur os meum laude, ut cantem gloriam tuam, tota die mag-
nitudinem tuam. (Ps. 70.)
(5) Videant opera restra booa, et gloriflcent Patrem yeatrum, qui in
ccbíís est. (Math. 6.)
— 49 —
débeme» agradar al Seflor con temor y reverencia (1); esto
es, con confusión y vergüenza de nuestra indignidad, y
con humildad y confianza por su inmensa Bondad. Y
asi dice el P. San Ambrosio: como siervos, debemos al Se
ñor el temor reverencial, y como hijo», el piadoso afecto de
nuestro corazón; y si esto no hacemos, no amamos & Diós
ni le reverenciamos (2).
• El servicio que debemos prestar al Seflor, es cumplir y
conformarse con su Divina voluntad siempre, en todo
lugar, y en todas las cosas. Esta es la condición del sier
vo ñel, que no hace la voluntad propia, sino la de aquel
& quien sirve. Y esta conformidad con la voluntad Divi
na, es lo que nos ensena el mismo Jesucristo, que hemos
de pedir al Padre Celestial en nuestras oraciones: Hága
te tu voluntad, asi en la tierra como en el Cielo (3). Hemos
de imitar á lo» Angeles, su prontitud, su celeridad, su efi
cacia, su perfección en cumplir la voluntad divina, glori
ficando asi al Señor, según la» palabra» del Profeta: Ben
decid al Seflor lo» que componei» su celestial milicia,
m ini»tro» tuyos, que haceit tu divina voluntad (4).
No debe extrañarse, que el Santo no diga: £1 hombre
es criado para amar ¿ Dios; la razón es, porque el amar
se incluye en las tres cosas susodichas, de alabar, reve
renciar y servir. No se alaba lo que no se ama, ni se re
verencia lo que se aborrece, y no se sirve á lo que se
detesta; así es, que amar se desprende de estas tres
operaciones, que al propio tiempo, que son manifesta
ción del amor, son medios para conservarlo y perfec
cionarlo. Es lo que dice el Espíritu Santo en el sagrado
(1) B. P. Roothaan.
(8) Vidit D«ua cuneta q u e fecerat, et «rant raido bona. (Qon. 1.)
(8) Divisiones gratiarnm «unt, et divisiones ministeriorum. (In .
Cor. 12 .)
(4) B. P. La Palma.
• - U -
bemos oividar ( i ) . Es lo que pedia á Dios el sánio Pro
feta David: Dadme, Sefior, á conocer el camino que tengó
de seguir ( 2), y como interpreta el sabio Belarmlno:
Iluminad, Sefior, mi entendimiento áñn de conocer y te
guir el camino de la, justicia para llegar á Vot (3).
Acerca del cuarto extremo, que es la indiferencia, en
que debemos estar respecto de las cosas criadas, no es
más que la consecuencia legitima y necesaria de lo que
se ha dicho. Asi el Sanio: por lo cual, dice, es menester
hasefinos indiferente» á todas las cosas criadas. Todas
ellas son indiferentes de s(; dejan de serlo aplicadas &
nosotros, según doctrina de Santo Tona&s, & saber;
cuando de ellas nos servimos, entonces, ó nos ayudan,
ó nos impiden. ¿Cuáles son unas, y cuáles son otras? Lo
ignoramos. Si Dios nos diera á escoger, dictándonos:
¿cuál e» la mejor y má» oportuna para nuestro ñnt No
hay quien no debiera responderle: Señor, lo ignoro:
Vot lo tobéis. Nada, pues, más justo ni oportuno á
nuestra salud, que mostrarnos del todo indiferentes
acerca las cosas criadas (4). Hay no obstante algunas,
que ya de si, ya según el estado, condición, lugar ó
tiempo, etc., son mandadas, ó prohibidas; acerca de
éstas no tiene lugar la indiferencia, por esto dice el San
to: indiferentes... en todo lo que es concedido á la libertad
de nuestro libre aloedrio, y no le está prohibido: y añade;
en tal manera que no queramos de nuestra parte más sa
lud que enfermedad, riqueza que pobresa, honor que des-
tumor, oída larga que corta. Atiéndase bien á las pala
bras: que no queramos de nuestra parte. No habla el
Santo de las inclinaciones de nuestra naturaleza co
rrompida, que nos inducen siempre á lo más cómodo y
plausible & la misma, sino á obrar contra de ellas con
(1) R. P. Roothaan.
(2) Notam lac mtht vlam, in qua ambulem. (Pa. 142.)
(8) Illumina mentom moim, ut eognoseam Tiam justitín, in qua aro-
balara debto, ut ad Te perveniam. (Bel&rm.)
(4) R. P. Roothaan.
-5 5 -
ddoidida voluntad; que no queramos, esto es, que no an
siemos, ni busquemos una cosa, más que otra.
Se dirá, tal vez, que esto se comprende muy bien, en
cuanto á las riqueza» y honores, que por lo que son en
si, no deben desearse, según la recta razón, por no ser
de si mismas, cosas necesarias, ni convenientes & la na
turaleza humana; sino que de si son indiferentes, como
sus contrarios, pobreza y desprecio: mas, por lo que mi
ra & la salud y la oída son cosas apetecibles de st, por
ser convenientes y muy conformes & nuestra humana
naturaleza. ¿Cómo poder estar, pues, indiferentes acerca
de ellas? A. esta dificultad, d& una clara y bellísima
solución el eximio P. Suarez con estas palabras: E l bien
de la pida y déla salud es de aquellos, que por si mismos
pueden apetecerse, esto es, en cuanto de st son convenientes
á, la naturaleza, y necesarios á su integridad, por lo cual
honestamente se desean, sin atender á otro ñn; y por esto
sin culpa, puede el afecto no ser del todo indiferente acerca
de estos bienes, mirados en st mismos. Esto no obstante, es
de mayor perfección (y ésta juzgo que fué la intención de
N. P . San Ignacio) no amar estos bienes, sino como ins
trumentos de virtud; pues aunque de si sean amables, á
veces sucede, que él hombre toma de ellos ocasión ó de pe
car, ó de no aprovechar en la virtud; y por esto, es útilísi
mo no afectarse en ello», más de lo que pueden conducir al
mayor aprovechamiento de las virtudes. Allégate & esto,
que á vcces, es necesario despreciar y arriesgar estos bienes
por Dios, ó bien para alcanzar la virtud, ó alomenos la
perfección de ella. Para que pues el hombre esté en esta
disposición y prontitud para verificarlo, al ofrecérsele la
ocasión, es sin duda obra de consejo, ejercitarse y conser
varse en esta indiferencia (1).
(1) Bonnm v ita et salutis est ex his, qu® propter se appetl possunt, id
est, qnatenus per se sunt conyenientia natura, et netessaria ad quam-
dam ejus integritatem, propter quam honeste appetuntur, siae respectu
ad alinm fln*m: et ideo sine culpa potest affectui non esse omnino indiffe*
ren 8 clrca hoc bona, secundum se spectata. Nihilominns tamen, ad majo-
rem perfectionem spectat (et hanc existimo faisae mentem S. P . N. Igna*
— 56 —
A.Qade el Santo: y por consiguiente en todo lo demás.
En lo cual ye incluyen todos los dones naturales y so
brenaturales, como son, por ejemplo, estado, oficio, lu
gar, empleo, etc.; y también, consuelos ó desolaciones,
devoción sensible ó sequedad, quietud ó tentación, y
otros; en todos los cuales debemos estar indiferente», sin
determinar nuestra voluntad, reprimiendo la inclina
ción; y, como concluye el Santo, solamente deseando y
eligiendo lo que más nos conduce para él fin que somos
criados. Para llegar & esta indiferencia, que, si bien se
mira, no es otra cosa, que la continua práctica de nues
tra conformidad & la voluntad Divina, ya se vó desde
luego, la necesidad de la mortificación y abnegación
propias, pues comunmente lo que más gusta es lo que
menos conduce al recto fín, y lo qüe menos place es lo
más conveniente. Sufre, abstente (i), declan ya los Filó
sofos de la antigüedad.
De todo lo dicho se deduce, ser de tanta importancia
esta Meditación del ñn para el cual hemos sido criados,
que sin ella, en vano trabajaríamos en los Santos Ejer
cicios. ¿Cómo es posible formar el debido empello en
enmendar nuestro proceder, ni trabajar para nuestra
perfección, sin persuadirnos de estas verdades inconcu
sas: Soy de Dios... Vioo en Dios... Voy á Dios?... M i úni
co objeto es la posesión de Dios, y de nada me sirven las
cosas, si no alcanzo á Diosf... Si esto se olvida, cuantos
afectos se promuevan en el decurso de los Santos Ejerci
cios, serán transitorios y efímeros, por no decir, canos ó
inútiles. Se podría entonces aplicar lo que'ttecla el Santo
tii) hsec ipsa bona nou amare, nisi ut sunt instrumenta virtutis: quamvis
onim por se amabilia sint, interdum aolet homo ex illis occasionem sume-
re vel peccandi, vel non proflciendi in virtute; et ideo utilissimum est,
non plus ad illa afflci, quam ut eonducere possunt ad mqorem Tirtutis
profectum. Accedit, quod interdum est yel ad virtutem necessarium, vel
saltem ad perfectioneui virlutis, hmc bona oontemnera et prodigere prop-
ter Deum. Ut ergo homo, et paratas et promptus sit ad hoc prastan*
dum, oblata occasione, opus sine dubio consilii est, illam indifferentiam
exercere, et in ea conservar!. (E. P . Suarez.)
(1) Sustlne, abstine.
-5 7 -
Profeta Jeremías & su pueblo: teniendo ojos, no veis;
teniendo oído», no oit (1). De ahí, que con toda propiedad
y exactitud llame el Santo & esta Medit&oión: Principio
y Fundamento.
Muy ÚU1 serla (según sean los días de Ejercicios) ha
cer de ella alguna repetición, recordando lo que se dijo
acerca las Repeticiones en la pág. 32.
EJERCICIOS.
§. i.
De los pecados.
(1) R. P . L a Palma.
(2) Id.
-6 0 —
blemente para recoger el espíritu, y sacar el debido fru
to de ambos Ejercicios.
En el segundo dice:
Segunda Exercicio et meditación de lot pecadat. Esta
Meditación, es la que comunmente se llama: D é lo » pe
cado» propio». Con ella se adelanta, para concebir el Ejer
citante más perfecto dolor. Ya no es precisamente el
móvil del mismo la vergüenza y confutlón, viéndonos
más reos de castigo, que los Ángeles, que nuestros pri
meros Padres y que muchos condenados, comparándo
nos con ellos; sino el conocimiento de \&fealdad y ma
licia del pecado, ya por lo que e» en ai, ya por la ofenaa
infinita, que se hace á Dios; pudiéndose decir, que el
prim er Ejercicio tiene principalmente por objeto el dolor
de atrición, aunque en el tercer punto, se empieza ya á
disponer al alma á la contrición perfecta, cuando dice el
Santo: trayendo (el Ejercitante) á la memoria la grave
dad y malicia del pecado contra su Criador y Señor: mas
en este aegundo, no sólo es objeto el dolor de atrición,
sino también, y muy particularmente, el de contrición;
cuando se dice en el cuarto punto: considerar quien e»
L io », contra quien he pecado.
El fin ó fruto de este Ejercicio, es crecido é intento do
lor de los pecados, que es lo que, según el Santo, debe
pedirse en el segundo preámbulo. Crecido: esto es: gran-
de, como que dijera: creciendo hasta llegar á ser gran
de (1). Intento; á saber: vivo, penetrante, y como dice el
Sanio, en el punto quinto: con crescido afecto.
Considerados en el primer punto los pecados de la
vida en general, como advierte el Directorio, su multitud
y gravedad; y ponderada en el segundo la fealdad y ma
licia , que importa en si el pecado, motivo más perfecto
para dolerse de él y aborrecerlo, que no el mero te
mor de la pena; en el tercer punto, en que empieza el
alma á disponerse á la contrición perfecta, debe obser-
(l) B. P . RoothMn.
— 61 -
varse el modo y gradación, con que procede el Santo en
las cinco partes del mismo. Modo; acerca del bien y del
mal, que hay en mi. Bien, ninguno. M al, excesivo.
Gradación; acerca del ningún bien, comparándome 1.°:
con todos los demás hombres; 2.°: con los Ángeles y
Bienaventurados; 3.°: con Dios. Y si todo lo criado nada
es en comparación de Dios, yo tolo ¿qué puedo terf .....
Nada por cierto. Acerca del excesivo mal que hay en
mi, considerando, 1.°: la corrupción del alma y fealdad
del cuerpo, efecto dei pecado original; 2.°: el aumento
de esta corrupción y fealdad por los muchos pecados
actuales, hasta llegar á ser ponzoña para todo el mun
do (1). Y eeto mismo debe observarse muy exactamente
en las comparaciones, que hace el Santo en el punto
cuarto. El quinto, ha de ser, por modo de admiración:
juzgando mi desagradecimiento por merecedor de que
todas las criaturas vengasen en mi la Injuria de su Cria
dor, y ensalzando su infinita bondad y amor que les ha
mandado que le sirvan, haciéndome nuevos beneficios
por medio de todas ellas (2).
En el tercero dice:
Tercero Exercicio es repetición del primero y segundo
Exercicio. Esta palabra repetición, de que usa el Santo,
indica que no debe hacerse esta Meditación, confun
diendo ó mezclando las dos precedentes, sino ordenada
mente, siguiendo todos los puntos de las mismas; no
deteniéndose mucho en cada punto, sino en razón del
intimo sentimiento, ó afecto de consolación ó desolación,
que sienta el Ejercitante (3).
Tres coloquios ordena el Santo en este Ejercicio, y
aunque no se nos prohíbe el hacerlos, siempre que
nuestro espíritu se sienta movido á ellos, sin embargo,
en el exercicio de los pecádos, solamente en este tercero
los prescribe el Santo. Es, que en cierto modo en este
(1) R. P. Roothaan.
(2) R. P. L a Palma.
(8) R. P. Roothaan.
-6 2 -
tereer Ejercicio, se completa la consideración ~de la gra
vedad y malicia del pecado, tanto por lo que es en si, y
en sus efectos, como considerado en nosotros que lo he
mos cometido; y asi las gracias, que dice el Santo, que
hemos de implorar, es convenentísimo pedirlas al Pa
dre Celestial por los méritos de su Divino Hijo, 6 Inter
cesión de la Santísima Virgen Marta.
Tres son estas gracias; La primera, dice, para que
sienta interno conocimiento de mis pecados y aborrecimien
to dellos; cuya gracia, versa sobre la malicia del pecado,
que hemos considerado en los anteriores Ejercicios (l).
La segunda, dice el Santo, para que sienta el desorden de
mis operaciones, para que aborreciendo, me enmiende, y
me ordene; y esto se dirige & corregir el orden perverso
de nuestras obras, cuya corrección & ninguna regla po
demos atribuir mejor, que a ljln para el cual hemos si
do criados (2). La tercera, dice, pedir conocimiento del
mundo, para que aborreciendo, aparte de mi las cotas
mundanas y vanas; incluyéndose en esto la huida de las
.vanas y perniciosas esperanzas y deseos de este mun
do (3). En resúmen: Tres son estas graciat: 1.*; arrepen
timiento de nuestros pecados: 2.a; enmienda de nuestros
desórdenes: y 3.*; precaución de los peligros del mun
do; sobre los cuales dice el P. San Agustín: Lat cotas
humanas mienten, mueren y conducen á la muerte (4).
En el cuarto dice:
Quarto Exercicio es resumiendo este mitmo tercero. Ob
sérvase que aquí no dice el Santo, repitiendo, sino, resu
miendo, como significando con esto, que no debe repe
tirse el prim er y segundo Ejercicio en todos los puntos,
como en el tercero, sino m&s bien, resumiendo ó reco
pilando lo que m&s ha movido nuestro espíritu en la
(1) R. P . Díerüns.
(2) Id
(8) Id.
(4) Res humana mentiuntur, moriuDtur, et ad mortem trahunt. (S.
Aug.)
-6 3 —
anterior repetición; para que Ajándonos más en ello, sin
divagación, lo gravemos más en nuestro espíritu, prin
cipalmente el dolar de los pecados, y el propósito de la
enmienda (1). Por último, previene el Santo, que en este
cuarto Ejercicio se hagan también los tre» coloquios,
haziendo, dice, lo» mismos tre» coloquios, esto es, á la
Santísima Virgen, al Divino Hijo, y al Padre celestial.
Adviértase finalmente, que según sean los días de
Ejercicios, y la calidad de las personas, puede también
añadirse una Meditación sobre la graóedad del pecado
de la persona religiosa.
Por conclusión de estos cuatro Ejercicios, que pone el
Santo sobre la consideración de los pecados, conviene
recordar la sentencia del Espíritu Santo, cuando dice
por el Santo Proteta Jeremías: M ira y advierte, cuan ma
la y amarga cosa es, el haber abandonado á tu Dios y
Señor (2); reconociendo de ahí, la necesidad de gravar
más y más en nuestro espíritu la verdad del Principio y
Fundamento, que pone el Santo, esto es, de nuestro últi
mo fin, que es la saloación eterna. Nadie, dice el P. San
Agustín, que se aparte de Dio», puede tener sosiego, y lo»
que se gozan en sus mortíferos placeres, no pueden dejar
de temer el castigo (3).
§• 2.°
SE6UNDA SEMANA.
§. 1.
(1) R . P . Roothaan.
(2) Id.
guada? ó bien en cada punto hacer la aplicación de la
segunda parte á la primera? Esto es del todo indiferente,
y cada uno puede hacerlo del modo, que más le guste y
mayor fruto recoja (1).
Para conocer mejor, y alcanzar el fin de esta Medita
ción, que (como el de las demás de esta segundo sema
na) es vencerse á si mismo, siguiendo de cerca A Jesucristo
en la práctica, de las virtudes, conviene advertir la gra
dación que pone el Santo en el segundo y tercer punto
de la segunda parte. En el punto segundo dice: todos los
que tuvieren juicio y razón ofrecerán todas sus personas
al trabajo. Esto corresponde muy bien á lo dicho en el
Fundamento, á saber: que nos hemos de ofrecer á Dios
y procurar nuestra salvación; y esto, es tener juicio y ra
zón, correspondiendo á ello el trabajo de que habla el
Santo, que no es otra cosa, que batallar varonilmente
contra los enemigos, mundo, demonio y carne, resistien
do sus tentaciones; cosa ciertamente común á todos los
Cristianos (2). Poro en el tercer punto, afiade el Santo:
los que más se querrán afectar y señalar en todo servicio
de su Rey Eterno y Seflor universal, no solamente ofrece-
rAn sus personas al trabajo, más aún haciendo contra su
propia sensualidad, y eontra su amor carnal y mundano,
harán oblaciones de mayor estima y mayor momento. Esto
en verdad supone más: hacer contra, es más que resistir,
es acometer al enemigo, es no sólo abstenerse de lo
ilícito, sino privarse de lo licito; es obra de superero
gación; es no sólo ser buen súbdito, sino insigne soldado
de Jesucristo; por esto dice que es propio de los que se
querrán afectar y señalar en todo servicio de su Rey eter
no y Señor universal. A esto hemos de aspirar', y si por
nuestra debilidad y flaqueza no sentimos en nosotros
tan vehementes é inflamados deseos, anhelemos alome-
nos tenerlos, dlciéndole al Señor con el Profeta: Desea
(1) R. P. Dlertlns.
(9) Id.
— 70 —
mi alma arder en deseos de tu santa Leu* en todo tiem
po (1).
Varios son los grados en la imitación de nuestro Rey
y Señor Jesucristo. El primero es, resistencia en la re
belión de la carne, sentidos y amor propio y mundano:,
el segundo, sufrimiento en los trabajos: el tercero, po
breza espiritual: el cuarto, pobreza real: el quinto, tole
rancia en las injurias y adversidades. Y estos dos úl
timos grados, son dádivas más grandes y excelentes,
propias de los que del todo se ofrecen á seguir á Jesu
cristo (2). Es lo que decía San Pablo: todo lo he abando
nado para ganar á Cristo (3).
En el coloquio ú ofrecimiento que pone el Santo, hay
un paréntesis que dice: sólo que sea vuestro mayor ser
vicio y alabanza; y después la condición: queriéndome
vuestra santissima Magestad elegir y recebir en tal vida y
estado. Esto supone, que el Ejercitante no ha elegido
todavía el estado de vida & que Dios le tiene destinado,
y así, á las personas religiosas, ó que tienen ya su pe
culiar estado de perfección, no parecen tan propias
estas condiciones, á no ser, que se refieran al acto mis
mo de tener que sufrir las tales asperezas, en lo que
siempro so dobo depender de la Providencia Divina, ó
manifestación de la voluntad dol Señor (4). Y aun las
tales condiciones tienen también lugar en los que han
abrazado el estado de pobreza, pues acontece con mu
cha frecuencia,tener que deliberar sobre varias cosas,
en las que el espíritu debe estar preparado, para desear
seguir de cerca & Jesucristo, mientras esto ceda á ma
yor gloria suya y provecho de la propia alma (5). De
todo lo que se deduce, que no conviene dejar palabra
§. 2.°
(1) r / p . DUrtins.
(9) Id.
— 72 —
tros ojos se fijan confusamente en el total de las mismas;
pero después van descendiendo en la consideración de
las cosas en particular, para la mejor inteligencia y
comprensión de cada una de ellas (l ) .
Elyin principal de esta Meditación es el conocimiento
íntimo de Jesucristo, y su amor é imitación. El medio para
alcanzarlo es el reconocimiento del Amor Divino, y la
práctica de la humildad; por ser aquel lo que más brilla
en este Misterio, y ésta la que más admirablemente nos
enseñan el Divino Jesús, y la Santísima Virgen María.
Así que, de dos modos puede presentarse esta Medita
ción: ó bien como misterio de Am or Divino hacia nos
otros, tanto más grande y digno de reconocimiento,
cuanto más indignos éramos de este rasgo de miseri
cordia verdaderamente infinita, para asi encendernos en
su amor; ó bien como misterio de humildad profundí
sima, bajando del Cielo el mismo Hijo de Dios, y hacién
dose hombre por nosotros; y la Santísima Virgen María
teniéndose por esclava, no obstante su Dignidad, casi
infinita, como dice Santo Tomás, de Madre de Dios,
para asi ensenarnos á batallar contra el enemigo formi
dable de la soberbia, principio de todo pecado.
Pero adviértase, que bájo cualquier de estos dos res
petos que se considere este Misterio, debe seguirse el
método que propone el Santo en estas Meditaciones de
historia, esto es: oer las personas, oir lo que hablan, mi
ra r lo que hacen: no precisa y materialmente con este
orden, sino, como advierte el Directorio, no salirse de
esta materia en cada punto, á saber: personas, palabras
y hechos; aunque, añade, bien podemos alargarnos á
considerar los pensamientos y afectos de las personas,
las virtudes que practican, y también la causa, los efec
tos, el tiempo y demás circunstancias de los mismos
misterios, para dar más pávulo á la Medltaolón, y sa
car de ella mayor fruto (2).
(1) Director., cap. 19.
(2) Director., id.
— 73 —
No debe tomarse como cosa vana ú ociosa, ni efecto
de pura imaginativa, la consideración que pone el Santo
sobre multitud y variedad de gentes, y vicisitudes tan
encontradas de la vida humana, como son: de blanco»
y negro»; de paz y de guerra; de rita y de llanto; de ta
lud y de enfermedad; de vida y de muerte, etc., sino
que en ello debemos mirar la naturaleza humana en
general, destinada en su principio á un nobilísimo fin,
pero que por su prevaricación se vé derribada de tan
gran altura, y sumida en un abismo de miserias; y asi
en los blanco» y negro» está representada toda la natu
raleza humana; en la guerra, está significado el furor y
la crueldad; en la p<u, el ocio y la liviandad; en la rita,
el gozo mundano y la torpeza; en el llanto, el infortu
nio y la desgracia; en el nacimiento, las miserias y el
lloro; en la muerte, las angustias y el desespero; y como
todo esto debe considerarse haciendo abstracción del
Beneficio de’ la Redención, hemos de concluir, que todos
absolutamente habíamos de condenarnos (1); y como
dice el Santo en el segundo punto: la» tre» Pergona» Di
vina» miran toda» las gente» como mueren y descienden
al infierno. ¿Quién no vé desde luego, y no reconoce la
infinita é incomprensible bondad y misericordia del
Redentor, en sacarnos de tanta miseria y libramos de
tan horrenda desgraciat A la misericordia del Sefior de
bemos que no seamos consumido» (2).
En cada punto, dice el Santo, debemos rtflectir para
tacar provecho: y esta reflexión, en la que debe formarse
alguna resolución práctica, tiene lugar no sólo en cada
punto, sino en cada una de sus partes (3). El fru to pue
de ser vario, según la calidad de la persona que se ejer
cita; ó el estado de su espíritu, ora sea de contoladón,
ora de desolación; ó según la necesidad en que se en
cuentra, ya de combatir vicio», ya de ejercitar virtude».
(1) R. P. Roothaan.
(2) Misericordia Domini, quia non sumos consumpti. (Thren. 3).
( 8) R. P. Roothaan.
-7 4 -
Lo mismo este Misterio, como todos los demás, con
viene meditarlos, no como cosas pasadas, sino pre
sentes; como si ahora sucedieran á nuestra vista (1).
Esto sirve mucho para fijar el espíritu, y sacar mayor
provecho.
§. 3.®
(1) S. P. Roothaan.
(2) Ego egenus et pauper. sum. (Ps. 69).
( 8) Nolite dillgere mundum, nec ea que auntin mundo. (1.a Joan. í).
— 75 —
P. Suarez. En cuanto & lo primero dice: El ir la Virgen
montada en una cana, no es contrario A la pobreta, antes
bien es cosa muy conforme, en sentir del Padre San C ri-
sóttomo, caando la necesidad obliga; y si bien la Virgen,
próxima al parto, no necesitaba de este aliono por si, no
obstante por los demás, que no podían conocer el auxilio
sobrenatural de que disfrutaba, era muy conoeniente pa
ra que José no pareciese muy cruel é inhumano para con
su Esposa.
En cuanto á lo segundo, dice: No carece de probabili
dad que les acompañara una ancila, pues aquel servicio
no excedía al estado n iá la pobreta de José, como se des
prende de lo que dice Canisio sobre el cargo y estado dé
José, y délos Padres de la Virgen. Y asi no dudo, que en
su casa tendría semejante ayuda y servicio, por ser mo-
ralmentc necesario, principalmente por la decencia, retiro
y guarda virginal de María, y por su asidua contempla
ción y sosiego.
En cuanto á lo tercero, dice: El llevar consigo (la Sa
grada Familia) un buey, varios son los autores que lo
aseguran ( Deda, San Crisóstomo, Lirano y otros), y esto
concuerda muy bien con la común tradición de los Santos
Padres, que dicen: que Jesús en él Pesebre estaba echado
en medio de un buey y una asna; pues si bien aquellos
animales podían pertenecer á otros, con todo, lo más ve
rosímil es, que en aquel lugar ó rincón no había cosa
que no perteneciera al mismo José. Notan además los
citados autores, que podían haber conducido el buey
para venderlo, y pagar de su precio el tributo y los otros
gastos que se les ofrecieran, pues permanecieron muchos
dias en Belén.
Y concluye: Pero en todo esto, no importa mucho la di
ferencia de opinión, caando por una parte no repugna
al Evangelio, n iá la tradición; y por otra tampoco es muy
clara la congruencia (1).
(1) Intidere asina Virginem, pinpcrtati non repngnat; imo máxime
commendatj ut dixit Chrysoatomus, qoando necessitas cogit; et Ueet
-7 6 -
Lo que dtce el Santo en el primer punto de esta Me
ditación, haciéndome yo un pobrecito y esclaoito indigno,
indica, que al considot^r las personas en este Misterio,
y principalmente al Infante Jesús, nos hemos de esforzar
(haciéndome, dioe) en humillarnos y reconocernos mi
serables 4 indignos. ¡Quién me diera, dice en los Can
tares, poder adorarte A tí que te ha» hecho hermano mió,
aunque te halle fuera de la Ciudad, como abandonadot ( l )
Estos y semejantes afectos corresponden á la conside
ración de la vista de las personas.
En el segundo punto, dice el Santo: m irar, advertir y
contemplar lo que hablan, y no dice oir, como en la Me
ditación precedente. Esto es ya porque el Evangelio
nada nos dice de palabras que se profirieran en este
Misterio, y asi tan solo hemos de figurárnoslas y con
templarlas; ya también porque no solo podemos con
siderar lo que hablan, sino lo que no hablan, esto es,
que no hay entre ellos murmuraciones contra el decreto
del Cesar; ni quejas contra los habitantes de Belén por
propter so, Virgo partui próxima, non indigeret juvamine, tamen prop-
ter al ios, qui supernaturale auxilium agnoscere non poterant, erat valde
expediens, ne Joseph nimis acerbas et inhumanus in snam Sponsam
Yideretur.=De aneillulfe, probabilitate non caret: nam illa famulatos
non excedebat statum et paupertatem Joseph, ut ex muñere ejus et
statu lillas, et Parentum Virginis, tractat Cañistas. Unde non dnbito,
qnin domi su© hnjusmodi adjutoriam, sea f&mulatam haberet, erat enim
moraliter necessarium, praesertim propter deoentiam, et clausuram, et
custodiam virginalera M a ri», et propter aasiduam ejus contemplatio-
nem et quietam. SI antam illam hababant domi, nihil prefecto obstabat,
qaoniam illam secnm deferrent.=Bovem secum adduxisse, varii aucto*
res affirmant, (Beda, Chrysostomus, Liranus, et alii) et consonat com*
tiiuoiu tradiiio Patrum dicentium: Christum jacú Use in pr&Bepio inter
bovem et asinam; nam licet illa animalia potuerint «ase aliena, verosi-
milius tamen est, in illo loco, sen ángulo, nihil fuisse, quod ad ipsum
Joseph non pertineret. Insuper, notant auctores prodlcti, bovem addaci
potuiase, ut venderetur ad solyendum trlbutum, et alias expensas, quia
per multo* dies morati snnt in Bethleem.=Sed in his rebus, sic yel all-
ter sea tire, non multum refert, cum nee Evangelio, nee Traditioni re-
pngnent, et congmentia ambigua sit. (R. P . Suarez).
(1) iQuis mihi det, te fratren menm nt inveniam foris, et deoscoler
te. (Oant. »).
— 77—
el mal recibimiento, desprecios, etc;, ya finalmente,
porque podemos considerar el silencio admirable que
reina en aquel establo, ó lugar del Nacimiento ( l ) .
En el tercer punto, atiéndase bien & las palabras del
Santo: para que el Señor sea nateido en turna pobreza,
significando con esto, que los trabajos, las incomodi
dades y las fatigas que sufrían María y José iban diri
gidos, disponiéndolo asi la Providencia Divina, para
que el Señor naciera en suma pobreza, y diera así prin
cipio & una vida trabajosísima, y que había de consu
marla en lo alto de la Cruz (2). Y añade el Santo: Y todo
etto por mi; y esta causa debe ponderarse mucho para
sacar el íiruto espiritual que hemos dicho, & saber: ma
yor conocimiento y amor hacia Jesucristo y mayor reso
lución de imitarle, recordando la advertencia de San
Pablo: P or vosotros se ha hecho pobre (3); sobre cuyas
palabras dice el P. San Crisóstomo: No debe avergon
zarse a cristiano, ni temer la pobreza & la vista de Jesús
pobre por su amor (4). Esto sirve mucho para la reflexión
que nota el Santo en cada punto; reflectir en mi mismo
para sacar algún provecho.
Según sean los días de Ejercicios, pueden hacerse
repeticiones sobre estos Misterios, como dice el Santo, é
igualmente la aplicación de sentidos. En esta Meditación
del Nacimiento, puede reflexionarse también sobre la
adoración de los Pastores, modelo de adoración hu
milde, y de la de los Santos Reyes, modelo de perfecto
servicio.
(1) R P- Roothaan.
(9) Id.
(3) Propter tos «genos factus est. (3.a Cor. 8).
(4) Non est erub«8cenda ChrisUano nec extimeacenda paupertas.
(8. Ohrys).
-7 8 -
8- 4.°
(1) R. P. Rootta»*n.
— 79 —
su vida Apostólica. Asi, dice, debe considerarse como él
Niño Jesús era obediente d sus Padres en Naaareth, y
como después le hallaron en el templo. En la vida privada
en Nazareth, es Jesús no solo un modelo perfectlsimo
de vida perfecta, sino también un cabal ejemplar de
todas las virtudes para todos los estados. La mayor
parte de su vida la pasó Jesús en el retiro y oscuridad,
pero no en la inacción y ociosidad, dice San Buenaven
tura: iEstaba por ventura ocioso el Señor durante tanto
tiempo7 Nó: sino que trabajaba practicando la virtud de
un modo admirable, desconocido hasta entonces (1); sobre
lo cual pueden hacerse varias reflexiones ó Meditacio
nes, según el estado del Ejercitante y los días de Ejer
cicios.
En la Meditación de la pérdida y encuentro del Niño
Jesús en el Templo, puede considerarse la solicitud que
debemos tener en buscar & Jesús, al ejemplo de María
y de José, pero principalmente el desprendimiento que
nos enseña Jesús de todo afecto natural y terreno. Esto,
si bien corresponde á todo cristiano, pero de un modo
singular atañe ¿ las almas que llama Dios á la perfec
ción. De aquí es, que no debe extrañarse que el Santo
ponga primero la Meditación de la vida privada del
Señor, y después la de la pérdida del mismo en el Templo;
pues, aunque con esto, parezca invertirse el orden cro
nológico, prescinde no obstante de ello el Santo, para
Ajarse solamente en el orden moral, que exige que la
Meditación de la vida privada se anteponga á la de la
pérdida en el templo, pues que aquella enseña á cumplir
con los deberes comunes á todo estado, y esta nos ma
nifiesta los deberes para cumplir con la perfección ha
ciendo en todo y por todo la voluntad de Dios.
Aunque el Santo no nota más que estas cuatro Medi
taciones sobre los Misterios de la Infancia y pida p ri-
(1) ¿Stetitne otiosus Dominus Jesús tanto tenopore? Minime, sed
yirtutes operabatur modo admirabili, et retroactis tempoñbus inaudito.
<S. Bona*.)
-8 0 -
vada de Jetú», no obstante, á más de las repetíame» que
prescribe, pueden, según sean los días de Ejercicios,
considerarse otros Misterios sobre los dictaos objetos,
según lo designa el Santo en los puntos de varias Me
ditaciones acerca de los M i»terio» de la Vida de Critio
Nuestro Señor, que pooe al último de los Ejercicios.
§. 5.°
De dos Banderas.
(1) R. P. Roothaan.
(3) R. P . Diertins.
(8) Nolito Omni splritui rodare, sed probate spiritns si es Deo sint.
(2 © Joan. 4).
-8 1 —
vina Majestad; y el Humano, Carnal y Mundano son
arnaas de que se vale el demonio, nuestro enemigo.
Por esto, el Santo d& á esta Meditación el titulo: De
dos Banderas; y observemos, que no dice: De las dos,
sino, De dos; pues estas Banderas no existen real u
materialmente, y si tan sólo se proponen d la imagina
ción, como si dijera: De dos ciertas cotas, como Bande
ras (1). Y estas dos como Banderas, son: la inspiración
de Dios, ó sea su espíritu. Divino, y. la instigación del de
monio, 6 sea, el espíritu Diabólico.
Á conocer, pues, estos dos espíritus para no errar, ya
sea en la elección de estado, ya también en la reforma
de vida, se dirige principalmente esta Meditación, y no
& deliberar á cual de las dos Banderas hemos de alistar
nos, ó cual espíritu hemos de seguir; pues esto, & más
de ser injurioso á Nuestro Seflor Jesucristo, poniéndole
en parangón con Lucifer, os del todo inútil, por haber
nos ya resuelto seguir á Jesús nuestro Rey, desde un
principio de los Ejercicios, y muy particularmente en la
Meditación del Reino de Cristo. Sin embargo, esto no
impide, antes es muy conveniente, que, conocido el mo
do con que Dios inspira, y el demonio tienta, examine
cada uno sus pensamientos y movimientos interiores
conforme á lo que se expone en la Meditación, para
mejor entender debajo de que Bandera milita (2).
Y no se crea, que inmediatamente después de esta
Meditación deba procederse á la elección de estado, ó
reforma de vida. Tan sólo, como hemos indicado, y di
ce el Santo, es esta Meditación para alguna introducción
dello, ilustrando nuestro entendimiento, para conocer la
intención de Ckristo Nuestro Señor, y por el contrario la del
enemigo de natura humana, y no dejarnos arrastrar del
amor propio, cuando la.eleccióñ ó reforma. Y asi, al tra
tarse de esto, no deben suspenderse las Meditaciones de
la vida de Nuestro Señor Jesucristo, sino como dice el San-
(1) R. P. Roothaan.
(2) R. P. La Palma.
6
— 82 —
to: comenzarémos juntamente contemplando su vida (la de
Jesucristo) á investigar y demandar en que vida ó estado
de nosotros se quiere servir Su Divina Majestad: y lo mis
mo debe entenderse en lo que atañe & la reforma de
vida. No han de faltar las horas ordinarias de Medita
ción sobre algún misterio de la vida de Cristo Nuestro
Sefior; de manera que los ejercicios de la elección ó re
forma, deben hacerse en horas diferentes (1). Dice el
Santo, investigar, significando con esto, que por nuestra
parte debemos discurrir y aplicar nuettra atención para
conocer lo que más nos conviene á mayor gloria de
Dios; y demandar, esto es, debemos pedir A Dios luz y gra
da para que no nos engañe nuestro amor propio (2).
Las Meditaciones, pues, ayudan á la elección 6 reforma
que debe hacerse por separado de aquellas, y según las
reglas que pone el Santo; aunque puede suceder muy
bien, que alguna vez se ofrezca como espontáneamente
al ánimo del que medita lo que le conviene elegir (3).
Si comparamos esta Meditación con la del Reino de
Cristo, veremos cuan clara y conveniente conduce el
Santo al Ejercitante, de lo general al particular, y con
cuanta suavidad por una parte le dá á conocer la per
fección; y por otra le esfuerza para que animosamente
la emprenda (4).
Finalmente podemos también considerar esta Medi
tación, segün la mente del Santo, como introducción,
información 6 incitación á la vida perfecta, siguiendo
los consejos Evangélicos, especialmente en la vocación
Apóstolica. Y en este sentido conviene .esta Meditación,
muy particularmente á los que tratan de seguir la per
fección evangélica, ó sea, á los de vida religiosa (5).
Dos partes tiene esta Meditación: en la primera, pre-
(1) R. P. La Palma.
(2) R. P. Roothaan.
( 8) Id.
<«) Id.
(5) Id.
-8 3 -
senta el Santo & Lucifer, caudillo de todo» lo» malos, que
llama y quiere i todos debajo de su bandera: y en la
segunda, al Sumo Capitán general de toda» lo» buenot,
Christo Nuestro Señor, que llama y quiere á todos debaxo
de la suya. Tres cosas deben considerarse en cada uno
de estos Jefes, á saber: Carácter que les distingue; Fin
que se proponen; Medio» de que se valen. El carácter
nos indica de donde proceden las mociones de nuestro
espíritu; el tin, nos advierte lo que hemos de mirar en
nuestras acciones; y los medios, nos ense&an lo que he
mos de seguir y practicar.
En la primera parte nos presenta el Santo el terrible
carácter de Lucifer, en el nombre y circunstancias que
le acompañan. Dice: Imaginar asi como si se asentase el
caudillo de todo» lo» enemigo» en aquel gran campo de
Babilonia como en una gran cátedra de fuego y humo, en
figura horrible y espantosa. Se llama caudillo de los ma
tos, esto es, cabeza y gula, profano é implo, capitán in
truso, como leemos en Ezequiel (2): sentado, dice, en
campo de Babilonia, esto es, en confusión permanente;
en gran cátedra, esto es, en suma soberbia; de fuego,
esto es, en conmoción y tormento; de humo, esto es,
en densísimas tinieblas; figura horrible y espantosa, esto
es, con manifiesto extremecimiento y temor.
Es pues su carácter, de inquietud, turbación, descon
fianza, ansiedad, oscuridad, tristeza, etc. Tale», pues, son
también los efectos de sus obras.
El ñn, no es otro que hacernos desgraciados como
61, pues como dice el P. San Ambrosio: El demonio siem
bra halago» de pecado», para tener compañeros en la»
penas (2); y esto, por envidia y rabia, por ver en nos
otros la imagen de Dios, y vernos destinados á ocupar
en el Cielo el lugar de donde fuá ál arrojado; y por lo
mismo, como dice el Santo, es el enemigo de natura
(1) R. P. L a Palma.
(3) Id.
(8) R. p. Roothaan.
— 88 —
hemos de seguir, podría no obstante dar márgen á pen
sarlo asi, al leer que el Santo en los coloquios dice, que
pidamos A la Virgen Santísima que nos alcance gracia
de su Hijo y Seflor, para que seamos recibido» bajo su
bandera: mas esta palabra del Santo que tea yo retcibido,
no debe entenderse precisamente como donación nueva,
6 actual, sino, como confirmación de la anteriormente
hecha en la Meditación de la conquista del Reino de Cri»to\
teniendo presente, que en esta Meditación se particula
riza lo que en general se ha dicho en aquella. Puede
también entenderse tea rescibido, esto es, no prevalezca
en mi el enemigo; ó bien, sea yo tan absolutamente re
cibido que nunca jamás me pertenezca yo A mi mismo.
§. 6.»
(1) R. P. Roothaan.
(2) R. P. Ferrusola.
— 89 —
la voluntad, y convencerte di hombre, de que no bastan
mero» deseos para la virtud (l). Y asimismo para que,
preparada el alma con la precedente Meditación de Do»
Banderas, más se confírme en ella, y ponga en obra lo
concebido sin tardanza alguna; debiendo esto entender
se, asi para' la elocción do estado, como para la reforma
de vida (2).
Aunque el Santo pone por ejemplo el afecto desorde
nado á las riqueza», puede platicarse este mismo ejerci
cio en materia de honra, de regalo, ó en otra» semejan
tes; y así, según sea la condición, estado ó necesidad
del Ejercitante, deberá aplicarse á cualquier otro afecto
desordenado (3), como por ejemplo, en personas religio
sas puede versar sobre el afecto al empleo, cargo, ocupa
ción, lugar, etc., y aplicar los mismos grados de afecto
de que trata el Santo, hablando de las riqueza».
En el primer preámbulo, dice el Santo acerca del dine
ro, que los tales hombres lo han adquirido no pura y
debidamente por amor de Dio»', lo que indica, que no lo
han adquirido injustamente, sino con afecto más ó me
nos desordenado. Lo mismo debe entenderse de los car
gos, honores, etc., obtenidos en los diversos estados, y
cuyo afecto desordenado, aunque, por de pronto, no
aparte absolutamente al alma de Dios, no obstante le
falta lo que dice el Santo; hallar en paz & Dio» Nuestro
Señor, y saberse salvar, por cuanto el afecto desordenado
á la cosa que obtiene, le causa inquietud y desasosiego; y
puede añadirse, que como se trata de abrasar el mejor
para más asegurar la salvación, el no procurarlo es
ponerse en peligro de perderla, pues como dice el Santo:
quieren todo» salvarse... quitando la graoedad é impedi
mento que tienen para ello en la afección de la cosa acqui-
»ita. Afección, que ciertamente es un peso que agobia al
(1) R. P. Roothaan.
(2) R. P. Diertlns.
( 8) R. P. La Palma.
— 90 —
alma. Esta gravedad, pues, é impedimento puede alguna
vez llegar & la pérdida de la salvación ( l ) .
No se olvide que el desordenado afecto puede ser de
cosas en sí buena», pero que por ciertas circunstancias
no son convenientes, y por lo mismo no conducen perfec
tamente ¿ Dios, ni son conformes á su Divina voluntad.
Siendo el objeto de esta Meditación, vencer la repug
nancia de la voluntad, debe atenderse que esta repug
nancia puede versar acerca de dos cosas ó términos, á
saber; el exterior y el interior. En cuanto al exterior, pue
de haber repugnancia en apartar al afecto & persona»,
empleo», tugare», etc. Si esto nos impide la perfección, ó
el caminar rectamente & nuestro último fin, aunque sea
sin culpa grave, debemos dejarlo pronto; si lo diferimos
y vamos dando largas á ejecutarlo, pertenecemos á la
primera cíate de que habla el Santo en el primer punto.
Si buscamos paliativos para conservar el afecto, aunque
no la cota ú objeto, ó viceversa, nos engañamos; per
tenecemos á la segunda clase, notada en el segundo
punto. Si empero nos desprendemos de todo con pron
titud y generosidad ¡felices! pertenccomos & la tercera
clase, que es la del punto tercero.
En cuanto al interior, puode haber repugnancia en
contrariar el propio juicio, pretendiendo que se siga
nuestro parocor; el amor propio, buscando siempre
nuestra propia conveniencia; la propia voluntad, que
riendo que todo ceda á nuestro propio querer; la pro
pia excelencia, manifestando siempre las gracias que
tenemos, ó que nos figuramos tener, haciéndonoslas
propias y no de Dios, etc. Si conociendo estos Impedi
mentos para alcanzar la perfección, no los contraria
mos pronto, y vamos difiriéndolo, somos de la primera
clase, no lograremos el fin. SI los excusamos y busca
mos descargos para cohonestarlos, obramos hipócri
tamente, somos de la segunda clase. Pero si los con-
(1) K . P . Koothaan.
-9 1 -
trarlamos y nos humillamos, cediendo y callando, so-
mos felizmente de la tercera clase.
Adviértase, que en la primera de estas clases, no hay
más que veleidad, no voluntad verdadera, nada hace, y
asi puede decirse que quiere la imperfección, el impedi
mento, y tal vez el pecado. La segunda clase se engaña;
aunque no quiera directamente la imperfección ó el pe
cado, quiere no obstante el peligro, pues si bien dice, que
no quiere el afecto, quiere, st, la cosa, que le es un pe
ligro próximo para el afectó, cuando á más de esto el
no querer desprenderse de la cosa, es ya tenerle qfecto.
Puede también considerarse que la primera dase quie
re salvarse (ó perfeccionarse) pero sin practicar medio
alguno, ó porque los aborrece (y esto, es de almas relaja
da»), ó porque los difiere de día en día, (y esto, es de al
mas perezosas). La «efunda dase quiere salvarse, practica
medios, pero, ó no todos los necesarios (y esto, es de al
mas tibia»), ó tan solo los que le gustan y placen á su
voluntad (y esto, es do almas hipócritas).
Portenece Analmente á la primera clase, el alma que
conoce la virtud que necesita, y nada hace para adqui
rirla, y de ella está escrito, que será castigada severa
mente: E l que habiendo conocido la voluntad de su Señor
y no se porta conforme á ella, recibirá muchos azotes (1).
Pertenece á la segunda clase la que se contenta con sola
la exterioridad, y nada procura de lo interior, y de ella
dice Job, que su esperanza quedará,frustrada (2).
Ordena el Santo que se hagan en esta Meditación los
tres coloquios como en la precedente, y en la nota que
pone después, dice que en ellos, cuando se siente repug
nancia, debemos pedir al Seflor lo contrario á lo que el
corazón se siente Inclinado según la carne. De suma im
portancia es esta nota del Santo, á la que nos remite 61
mismo después muchas veces. Se trata en ella del modo
(I) Qul ccgnovit Tolunt&tem Domini sal, et non focit seoandam vo-
Inntatem qjiu, r a p a lu lt maltis. (Luc. 1S.)
(9) Spes hypocrit» peribit. (Job 8.)
-9 2 -
de vencerla repugnancia que cada uno siente en si, y
que le conduce á 110 determinarse á abrazad lo que cono
ce que le as mejor. Debe insistlrse en la oración, y aun
que nos repugne, aunque nos asalte cierto temor de ser
oídos, pedir no obstante al Señor, y pedir con instancia,
y protestar de nuestra prontitud ¿ lo que Dios disponga
á pesar de la repugnancia (1). No es de escaso mérito
ni de poca eficacia esta oración, cuando el mismo Sefior
agonizante en el Huerto se ha dignado darnos ejemplo
de ella. Esto se manifiesta con una comparación; asi
como para enderezar una vara, es menester torcerla á
la parte contraria de donde está inclinada, asi para’ po
ner indiferente nuestra voluntad, ayuda inclinarla & la
parte contraria de lo que desea, y asi estará bien dis
puesta en la ejecución para lo que Dios le ordenare (2).
Pero en la tal petición no debe olvidarse la condición
que ha de acompañarla, como dice el Santo, estoes: que
el quiere, pide, y suplica, solo que tea servicio y alabanza
de la su divina bondad.
§. 7.a
§. 8.°
(1) R. P. L a Palma.
— 95 —
cometer actualmente pecado mortal; muy bien pues se
dice: cuanto pueda, tenga esta preparación de &nlmo (1).
El segundo grado es más perfecto, y parte es de obli
gación, parte de consejo. Es de obligación, en cuanto
nunca debemos querer cometer un pecado venial deli
beradamente, por ser siempre ofensa de Dios; y es de
contejo por lo que mira á la indiferencia acerca las cosas
que son de igual gloria de Dios. Dice el Santo: La se
gunda e» mas perfecta humildad que la primera, es á sa
ber', si yo me hallo en tal punto que no quiero ni me efecto
mas á tener riqueza que pobreza etc. siendo igual servicio
de D io» Nuestro Sefior, y talud de mi anima, y cotí esto,
que por todo lo criado, ni porque la pida me quitasen, no
sea en deliberar de hazer un pecado venial, esto es, en
tal disposición de ánimo, como se ha dicho en la pre
cedente.
Este segundo grado, es una deducción del Funda
mento: so citan aquí las mismas cosas que allí fueron
propuestas: por lo quo si all( dijimos que es necesario
estar indiferente» acerca las cosos criadas, es igual
mente necesario para este grado, que con ánimo resuelto
lo estemos, cuándo igual es la ocasión de la divina ala
banza, y de la propia salud (2).
El tercer grado es de perfección suma. Comprende el
puro amor de Dios, queriendo y eligiendo lo más re
pugnante á la naturaleza, para más imitar á Jesucristo,
aún en cosas de igual gloria divina. Dice el Santo: La
tercera es humildad perfectissima; es á saber, quando in
cluyendo la primera y segunda, siendo igual alabanza de
la Dioina Magestad, por imitar y parecer mas actual
mente á Christo Nuestro Sefior, quiero, y eltjo mas po
breza con Christo pobre que riquezas etc. Esta tercera hu
mildad elige actualmente la pobreza y los oprobios,
mientras la mayor gloria de Dios no exija retener ó ad-
(1) R. P. Boothaan.
(3) R. P. DierUns.
— 96 —
miltr riquezas y honores, pues esto en casos particu
lares puede muy bien ocurrir.
Contiena el castísimo amor de Cristo Rey, y en este
amor está todo fundado, y concuerda admirablemente
con el Ejercicio del Reino de Cristo, fundamento de to
dos los Ejercicios, después de la primera semana (1).
Pueden también considerarse estos grados de humildad
del modo siguiente: El primero es: no pecar; esto, es obli
gatorio & todo Cristiano, y «agrado que complace & Dios.
El segundo es: sufrir con paciencia y resignación con
trariedades y penas, esto, es muy conforme para no fal
tar, y es propio de almas virtuosas, y este grado es de
mucha gloria de Dios. El tercero es: anhelar las penas y
contradicciones, para más unirse á Jesucristo, y esto, es
de perfección suma; y este grado dá á Dios la mayor glo
ria. A esto alomenos hemos de aspirar: á mayor gloria
divina.
Los medios para venir & estos grados, son: Para el pri
mero', atendido que los sentidos y pensamientos del cora
zón humano están inclinados al mal desde su moce
dad (2), á causa de la concupiscencia, ó sil desarreglo,
que nos proviene dei pecado original, se necesita gran
violencia contra las pasiones y malas inclinaciones, que
es lo que dice Jesucristo: El Reino de los Cielos se alcansa
á viva fuersa, y los que se la hacen á si mismos son los que
lo arrebatan (3). Para el segundo se necesita mucha vigi
lancia acerca de nuestras operaciones, como de si mismo
decía el Santo Job: De todas mis obras tenia yo recelo; (4),
y á más, debe apartarse el afecto á las criaturas todas:
Desestímese toda, criatura, dice San Agustín, para sentir
en el corazón la dulzura del Criador. (5). Para el tercero
es menester profesar amor tierno á Jesús con gran deseo
(1) E. P. Roothuan.
(2) Sen8u» et cogitatio bumnni cordis In malam prona sunt ab ado-
lescentia sua. (Gen. 8.)
(8) Regnum coelorutr» vim p a ti tur, et Tiolenti rapiunt ¡liad. (Msth. 11.)
(4) Verebar omnia opera mea. (Job. 0.)
(5) Omnis m atu ra vilescat, ut Creator in corde dulcescat. (S. Ang.)
— 97 —
de la perfección, basta poder eixclamár con la Esposa de
los Cantares: M i Amado et todo para mi, y yo soy toda
para mi Amado ( 1).
Es preciso no olvidar, que no bastan las preces que
dirigimos al Seflor, para alcanzar un dón tan singular
como son estos grado», especialmente el tercero; es ne
cesario que de nuestra parte nos esforcemos en practicar
los medio» que estén á nuestro alcance, y que coopere
mos con nuestro ejercicio y generosa victoria de nos
otros mismos; pudiéndose aplicar aquí lo que dice el
P. San Agustín: El que te crió sin ti, no te ju»tiflcará sin ,
ü; te crió sin saberlo tu, te justificará queriéndolo tu (2).
Ordena el Santo, que se hagan los tres Coloquios de la
Meditación de los Binarios, y si bien es útilísimo hacer
los para alcanzar todos estos grado», no obstante el
Santo dice: Para quien desea alcanzar esta tercera hu
mildad mucho aprovecha haier lo» tre» coloquios de los'
Binarios ya dichos, sobre lo que debemos observar, que
el Santo no los nota para todos indistintamente, sino
para aquellos que dosean llegar á humildad tan perfec
ta, que son los que, como se dice en la Meditación del
Reino de Cristo, quieren señalarse de un modo insigne
en el seroido del Sefior (3). Sin embargo, como es tan
débil nuestro poder para ejercitar este último grado,
por esto hemos de trabajar mientras vivimos para al
canzarlo, y nunca hemos de dejar los tres Coloquios de
que aquí se trata, aun para adquirir los dos primeros,
sin los cuales no se llega al tercero (4).
Después de este Ejercicio, 6 Meditación, (si no ha de
hacerse elección de estado, en cuyo caso pone aqui el
Santo reglas muy santas y oportunas) debe empezarse
á notar lo que ha de reformarse en el método de vida,
que debe regir en lo sucesivo, para lo que dá también
(1) DilectuB meas mihl, et ego lili. (Cant. 2.)
(2) Qui creavit te sine te, non justifieabit to sine te; fecit nescientem,
ju 8tiflcat volentem. (S. Ang.)
(8) R. P. Roothaan.
(4) R. P. Diertios.
7
— 98 —
el Santo las coavenientes instrucciones, Ajándonos mu-
oho en la máxima que pone en ellas: tanto te aprovecha
rá cada uno en toda» cosa» espirituales, quanto saliere de
tu propio amor, querer é interese, sobre lo que debemos
observar, que si se consigue el fruto ó ñn próximo de
los Ejercicios, que es la victoria de ai mitmo, se llegará
al /!n último, que es la gloria de Dio», y la talud y tan-
tifleacton del alma; y esto último con tanta más abun
dancia y perfección, cuanto más plena y generosamente
se trabaje en el primero (1).
TERCERA SEMANA.
§ . ÚNICO.
(1) Nihil tam salutifernm nobis est, quam quotidie cogitare quanta
pro nobis pertulit Deus et Homo (S. Aug.)
(2) R. P. Diertina.
(8) R. P. Roothaan.
— 100 —
Pasión en el gran milagro de suspender la Divinidad
toda influencia sensible acerca la Humanidad de Nuestro
Señor Jesucristo, como dice el P. San León (1), soste
niéndola solamente para poder padecer más, que es lo
que indica el Santo en.el punto quinto de la primera
Contemplación, cuando dice: Considerar como la Divi
nidad se esconde, es á saber, como podría destruir á sus
enemigos y no lo haze, y como dexa padescer la sacratí
sima Humanidad tan crudelisimamente.
Finalmente, dice el Santo: Acabar con un Coloquio A
Cristo Nuestro Señor, pero advierte inmediatamente
que si la materia ó la devoción le conmueve (al Ejercitante)
puede hazer los tres Coloquios, uno á la Madre, otro al
Hijo, otro al Padre por la misma forma que está dicho en
la segunda semana en la Meditación de los tres Binarios
con la nota que se sigue & los Binarios. Sobre lo que pue
de reflexionarse, cuan convenientes son en esta semana
los tres Coloquios, pues eistas Meditaciones de la Pasión,
como está ya indicado, se dirigen no sólo & concebir
dolor de nuestros pecados, por haber sido ellos la causa
de la misma, como lo nota el Santo en el sexto punto,
diciendo: considerar como todo esto padesce por mis peca
dos,, etc., y como dice el P. San Agustín: Yo soy la causa
de vuestros dolores, yo tengo la culpa de vuestra muerte (2);
sino también se dirigen á esforzarnos & imitar y seguir
¿ Jesucristo en el tercer grado de humildad, que es lo que
dice el Apóstol San Pablo: poniendo siempre los ojos en Je
sús, Autor y Consumador de la Fe, el cual, en vista del gao,
sufrió la Cruz sin hacer caso de la ignominia (3); y como
interpretan los Santos Padres Crisóstomo, Ruperto y
otros: Jesucristo, en lugar del gozo propuesto por el Padre
Eterno en el primer instante de su encarnación, de modo,
§ . ÚLTIMO.
CUARTA SEMANA.
§. ÚNICO. |
(1) Dilig 68 Dominum Deum tnum ex toto corde luo, ex tota anima tva,
ex ómnibus Tiribus tuia, ot ox tota mente taa. (Loe. 10).
(2) Id est, volantate. (R. P. Sá).
(8) Id est, cogitatione. (Id).
(4) Id est^ quantum potest. (Id).
(5) Id est, intellectu. (Id).
-1 0 8 -
bre documento, que nota «1 Santo al fln de la Segunda
Semana, á saber: que píente cada uno, que tanto te apro
vechará en todat coto* espirituales (cuyo fln y término
es el perfecto amor Divino) quanto taliere de tú propio
amor, querer é interese.
-1 0 9 -
C iT tT V lO QUINTO»
§. t.°
Elección de estado.
é
(1) Unumquemque, sicvt vocavit Deas, ita ambulet. (2.» Cor. 7).
— 110 —
Materia de elección. Tan solo las cosas buenas en s(
ó indiferentes son materia de elección; y de ningún mo
do las cosas malas ó reprobadas por la Santa Iglesia.
De las cosas buenas 6 Indiferentes, unas son de elección
inmudable y perpétua, tales son el Sacerdocio, el estado
Religioso, el Matrimonio, etc.; otras, empero, son de
elección mudable, como beneficios, empleos, cargos,
bienes temporales, etc.
Hecha la elección de cosa inmudable, no debe pen
sarse más en ello; y si ha sido mala la elección, debe
mos arrepentimos y procurar, como dice el Santo, ha-
zer buena oída en tu elección, esto es, en lo elegido, pues
aunque no fuese vocación Divina, (la cual, como dice,
et siempre pura y Umpia, sin mixtión de carne ni de otra
afección alguna desordenada) con ei dolor y arrepenti
miento puede enmendarse el yerro y esperar miseri
cordia de la Bondad Divina, pues esta escrito: el A lti-
tímo uta de misericordia con lot que se arrepienten (1).
Ni tampoco debe pensarse en ello, aunque sea de cosa
mudable, si se hizo la elección rectamente, y sin razo
nes de carne y mundo, sino en aquella, dice, perflcio-
narse quanto pudiere. Mas, si la elección no ha sido he
cha con la debida sinceridad, entonces, dice, aprovecha
hajer la elección debidamente, quien tupiere deseo que del
salgan frutos notables y muy apacibles á Dios Nuestro
Señor.
Tret tiempos ó disposiciones en que la elección et sana
y buena. l.°: Cuando Dios Nuestro Se&or llama tan cla
ramente al alma, que ella ni duda, ni puede dudar de
que es llamada; tin dubitar, dice, ni poder dubitar sigue
á lo que es mostrado: ati como S. Pablo y S. Matheo lo
hiaieron en seguir á Christo Nuestro Señor. Pero este no
es el modo ordinario de las vocaciones de Dios. 2.°: Cuan
do el hombre, andando en deliberación sobre tomar
estado, es agitado de varios espíritus, y con la expe-
(1) Notum loe, Domine, mlhi viatn, io qua ambulero, quia ad Te leva-
v i animam meam. (Ps. ¡42).
-1 1 2 —
ce el Santo: para tola la alabanaa de Dio» Nuestro Señor
y talud de mi ánima. 5.°: Considerada asf- la cosa por to
dos sus lados, mírese & donde la razón más se Inclina, y
según la mayor moción racional, y no sensual, elíjase
por último. 6.°: Póngase luego la persona en oración
delante de Dios, y ofrézcale la elección hecha, suplicán
dole se digne aceptarla y confirmarla, si ha de ser para
mayor honra y gloria suya, dlciéndole con el Profeta:
Muestra, Señor, tu poderlo: confirma, ó Diot, esta obra
que has hecho en mi (1).
Segundo modo ó cuatro reglas para elegir bien. 1.a: El
amor ó Inclinación á la cosa propuesta debe descender
de arriba, del amor de Dios; de manera, que se sienta
primeramente que el amor ó menor afecto, con que se
mira y elige la cosa, es tan sólo por su Criador y SeAor.
2.*: Ver lo que se aconsejarla & un desconocido, á quien
se desease toda perfección para mayor gloria Divina, y
tomárselo para si. 3.*: Hacer ahora lo que se quiera
haber hecho en la hora de la muerte. 4.*: Lo que se
Juzgue que dará más consuelo y gozo en el tribunal
Divino. Con estas reglas, dirigidas a la quietud de la
conciencia y salvación propia del alma, se hará por úl
timo la elección y oblación al Señor, como se dijo en el
primer modo.
Esta es la forma del ejercicio de la elección, según
prescribe el Santo, no obstante será bueno considerar lo
siguiente: 1.°: Esté el Ejercitante muy advertido, para
no obligarse con voto á cosa ninguna, sin consultarlo
con su confesor ó padre espiritual. 2.°: Cuando le parez
ca que los dos extremos del si ó del no, que son materia
de su elección han de conducirle igualmente á la gloria
Divina y salvación de su alma, es entonces el momento
oportuno de pedirá Dios con instancia lo que el Santo
aconseja al fin de la meditación de los tres Binarios, y
(1) Manda, Deus, virluti tu©; conñrma hoc, Deas, quod operatas es
in nobis. (Ps. 62).
— 113 —
elegir, con la inspiración y gracia Divina, el extremo más
contrario á la sensualidad, para más imitar y seguir á
Cristo nuestro Redentor y Seflor. 3.°: Elegida la cosa
según dichas reglas, no se haga mudanza, especialmen
te en tiempo de inquietud, desolación, tentación, oscu
ridad ó afecto terreno; pero, si pasada ia borrasca, so
juzga necesario deliberar sobre la cosa elegida, hágase
entonces de auevo según las mismas reglas. 4.°: Cuan
do la cosa elegida es de tal calidad, que pida tiempo
sucesivo para ejecutarla, será bien aplicar á ella el exa
men particular, y será de grande acierto. 5.”: Finalmen
te para fortalecer el propósito, y vencer las nuevas difi
cultades, que suelen surgir en la ejecución de lo elegido,
ayuda mucho la consideración de la vida, pasión y
muerte de Nuestro Sefior Jesucristo.
§. 2.°
Reforma de vida.
§. 3.°
C1PÍTULO 8XZTO.
§. l.°
§. 2.
Segundo modo de orar.
§. 3.°
§. 1.°
I
(1) Ne festines in tompore obductionis, in humilitate tua patientiam
habe. (Bccli. 2).
(2) R. P. Roothaan.
(3) In igne probatur aurum et argentum, et homlnes receptiblles in
camino humiliationis. (Eceli. 2).
— 125—
Sefior por el Profeta: con él estoy en la tribulación, pon-
dréle en talco (1).
4.°: Exhorta el Santo & la paciencia: trate de ettar en
paciencia, y píente que terá presto consolado; y como dice
el P. A. Lapido sobre aquellas palabras de Santiago: Bie
naventurado el que sufre la tentación (2), has entrado en
la carrera de la paciencia, ie mira la Trinidad Beatísima
y Ella mitma te ayuda en la» batallas para coronarte
victorioso (3).
En la nona indica el Santo las principales causas de
la detolación, las cuales han de examinarse para ver
cual de ellas encontramos en nosotros, y poner asi el
conveniente remedio (4). Tres nota el Santo: la primera,
dice, por ser tibios, perezosos ó negligente» en nuestras
Ejercicios espirituales. Esta, es en purgación de tales fal
tas y castigo de las mismas. La segunda, dice, por pro
barnos, para quanto somos, y en quanto nos alargamos
en su servicio y alabanza, sin el estipendio de crecida»
gracia». Esta, es una prueba de nuestra fidelidad y es
fuerzo: quanto somos, esto es, que resolución tenemos;
quanto nos alargamos, esto es, cuanto nos esforzamos
de nuestra parte; y esta prueba redunda en bien nues
tro, para estimularnos y trabajar con voluntad sincera.
La tercera, dice, por darnos cera noticia y conoscimiento
paraque internamente sintamos que no es de nosotros traer
ó tener deoocion crescida... mas que todo es dón y gracia
de Dios Nuestro Señor. Esta prueba, es para que nos hu
millemos, y no nos atribuyamos nada de bueno á nos
otros, que nada somos, nada calemos y nada podemos (5);
y lo advierte el Santo, cuando dice: porque en cosa ajena
no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en al
guna soberbia vana. Ñóteso que el Santo no dice abso-
(1) Cum ipso 8um in tribulationc, eripiam eum. (Ps. 90).
(2) Beatus vir qui suffert tentationom. (Jac. 1).
(8) Stadinm patienti» ingreseus es; speotat te Sanetissima Trinitas;
Eadem pugnantem adjuvat, ut te vincentem coronet. (R. P. A Lapide).
(4) R. P. Diertlns.
(&) Nlhll 8um, nihil babeo, nihilque yaleo. (Y . Th. á Kemp. 18, c. 8).
-1 2 6 -
luiamente soberbia; sino, alguna soberbia, entendiéndose
con ello, que con alguna lece soberbiu, 6 alguna peque
ña complacencia, desagradamos mucho á Dios, y que
por esta causa, no pocas veces nos priva justamente de
la consolación celestial (1).
En la décima y undécima ensefta el Santo, como hemos
de portarnos en tiempo de consolación, no olvidando
entonces el tiempo de la desolación, previniéndonos
para ella, tomando, dice, nueoas fuerzas para entonces;
y asimismo, humillándonos mucho sin atribuirnos lo
más mínimo de ella, por ser toda de Dios, ahondando
mucho en el pensamiento de nuestra miseria; asi, dice,
procure humillarse y baxarse quanto puede, pensando
quan para poco es en el tiempo de la desolación, sin la tal
grada ó consolacion. Por el contrario, el alma desolada
piense, dice, que puede mucho con la gracia suficiente
para resistir & todos sus enemigos, tomando fuerzas en su
Criador y Sefior. Esto significa, que debemos entonces
fundarnos en la paciencia y confiansa, pues, como dice
el P. San Basilio: El Sefior libra de las miserias & sus
escogidos, pero no sin probarlos antes, dándoles para ello
tolerancia y paciencia (2). Esto es lo que dice el Señor al
santo Profeta Jeremías: Ciñe tus lomos, no te detenga»
por temor de ellos, porque yo haré que no temas su pre
sencia (3), esto es, dice el P. A Lapide: Esfuérzate, ten
buen animo, yo alojaré todo peligro que pudiera» temer (4).
En las tres última» regla» pone el Santo tres admirable»
comparaciones, que no sólo manifiestan toda la doctrina
declarada en las regla» antecedentes, sino que dan me
dios eficacísimos con que vencer todas las sugestiones del
demonio, como son: en la primera, cobrar brio y valor
(11 R. P. Roothaan.
(3) Eripit quidem ex mlseriis sanctos soos Deas, non tamen aboque
probatione, aeil tolerantiam Ipsls trlbult. (S. Basil.)
(8) Aeeinge tombos tuos, et ne formldo» & fació ooram, nec «nim ti
ñere te faciam valtum eorum. (Jer. 1).
(4) Corrobora te; forti animo esto; amotiar omne periculum quod
timere posses. (R. P. A Lapido).
— 127 —
contra el demonio; en la segunda, manifestar todos los
pensamientos y movimientos del alma al Confesor; y en
la tercera, reconocer sus propios ejercicios, para au
mentar las virtudes que tuviere débiles, y acrecentarlas
y fortalecerlas para atajar é impedir los asaltos y ace
chanzas del demonio (l).
§. 2.°
(1) R. P. Moneada.
(2) Ego cogito cogitationes pacis, et non aíllietlonis. (J«r. 29).
(8) L etitia sempiterna super capita eorum, gaudiom et exultationem
obtinebunt. (Is. 30).
— 128 —
nio casi A todos los que vence, los vence con la tristeza, si
la combatimos, no seremos vencidos ni heridos del demo
nio (1). Es verdad, que hay tristeza según Dios, como dice
San Pablo (2); mas, esta tristeza, dice el citado Padre
San Crisóstomo, es la que causa arrepentimiento y por
ato et obediente, afable, humilde y mansa, porque proviene
del amor Ditino', pero la del demonio es áspera, impa
ciente, dura, llena de inquietud y malestar, y lleva á la
desesperación (3). De ahí se vé, con cuanto acierto dá el
Santo esta regla de atender á los caractéres de Dios y
sus Ángeles; y del demonio y sus ministros, en las mo
ciones del alma.
En la segunda, dice el Santo, que tolo et de Diot Nues
tro Seflor dar consolaclon al anima sin causa precedente,
esto es, inmediatamente, sin motivo U objeto interme
dio, asi dice: ti/i ningún previo sentimiento ó conosci-
miento de algún objeto, por el qual venga la tal contola-
cion. Esto corresponde & lo que dice el mismo, al tratar
del primer tiempo de hacer buena elección: quando Dios
Nuestro Seflor asi mueve y atrae la voluntad que tin de
bitar, ni poder dubitar, la tal anima decota sigue á lo
que es mostrado. Es lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo
& Nicodemo: El espíritu sopla donde quiere (4); lo cual
San Agustín, San Gregorio y otros, interpretan del
Espíritu Divino, y su inmediata moción: El Espíritu San
to, dicen, sopla donde quiere', y á quienes quiere comunica
tus impulsos de fe, de penitencia y de gracia (5). Y el V.
Deda dice: El Espíritu Santo es el que donde quiere topla
(1) Spiritus Sanctus est qui, ubi vult, spirat; qnia Ipse in potestate
babet, cujus cor gratia bu® visitationis illustret. (V. Beda).
(2) Satanas tiansflgurat se in Angelum lucia. (2.M Cor. 11).
(3) Notandum quod Satanas transflgurat se aliquando visibiliter, ei-
c u t Beato Martino, ut dtciperet eum; et hoo modo multos decepit; ali-
9
— 130 —
En la quinta y sexta advierte el modo de conocer las
mociones del Angel bueno, y las del malo; para seguir
aquellas y resistir & éstas. Debemos mucho advertir, dice,
el discurso de loe pensamientos, esto es, el principio, me
dio y fin. Esto, ya no es solamente atonder al car&oter
de los motores, sino mirar el efecto de la moción en
nosotros, y por esto dice, que si estas cosas se inclinan
á todo bien, señal es de buen Angel; mas si acaba en al
guna cosa mala, ó distractioa ó menos buena, clara seflal
es proceder del mal espíritu. Con esto se vé, que no sólo
hemos de mirar el principio, que puede ser en todos bue
no, sino los medios de que se valen, y el ñn á que con
ducen. Esto mismo nos ensena Santo Tomá?: El An
gel bueno, dice, en un principio exhorta al bien, y per
severa en él; mas el Angel malo en un principio presenta
el bien, pero después queriendo satisfacer sus deseos y ma
las intenciones, como es, engañar, induce é instiga al
mal (1). Y añade el Santo, que es también sedal del mal
espíritu, cuando ó enflaquece, ó inquieta ó conturba á la
anima, quitándola su pan, tranquilidad y quietud que
antes tenía; y es lo que dice Santo Tomás: El Angel mor-
lo espania y deja desolación, y esto, para mas fácilmente
engañar al alma y persuadirla á que le siga (2). Por
último recomienda el Santo que ol alma que ha sido ten
tada quede muy advertida, y dice: sentido y conocido el
enemigo de su cola serpentina, esto es, por los efectos que
produce, aprovecha á la persona que fué dél tentada mi
rar el principio de los buenos pensamientos que le truxo,
CAFtTUXO OCTJLYO.
(1) R. P. Roothaan.
— 135 —
pladósat esto es miiy conforme á lo que dice San Pablo
& los Corintios: Sea que comáis, tea que bebáis, hacedlo
todo para gloria.de Dios (1); sobre io cual pregunta San
Basilio: ¿Cómo te comerá y beberá para gloria de Diost Y
responde; si acordándose de tos beneficios divinos, dándole
gracias por ellos, te toma el manjar y la bebida en ala
banza del Seflor, no buscando el deleite del manjar, tino
ordenándolo y ofreciéndolo á mayor gloria Divina, lo que
concendria que obseroáran todos, no sólo los Religiosos,
sino también los Cristianos que desean en verdad honrar á
Dios (2).
Otras Reglas nota el Santo al último de los Ejercicios
y son: El modo de distribuir limosnas=El modo de sentir
y entender eserúpulos=El modo de conformarse á los
sentimientos de la Santa Iglesia. Sobre estas Reglas, digní
simas de ser estudiadas, por dirigirse á la perfección del
hombre según su condición y estado, no nos detendre
mos á hacer reflexiones, por no considerarlas directa
mente para el buen éxito inmediato de los Santos Ejer
cicios en ol común do los Ejercitantes, siguiendo en esto
la advertencia que d& el Directorio: Las reglas añadidas
al fin délos Ejercicios no son para ser propuestas á to
dos, sino según la necesidad ó devoción de cada uno ( 3 ) .
Y ei P. Beileclo dice: Las reglas que añade San Ignacio
al fin de los Ejercicios, para distribuir limosnas, conocer
escrúpulos y sentir con la Iglesia, solo se darán á los que
respectivamente les tocan, como á los ricos, & los escru
pulosos y á los predicadores, y también á los que tratan
con los cismáticos y herejes.
Por conclusión de esta primera parte, séame permi-
FU DE LA FRUEU PAITE,
(1) Quicumque turne regulam secuti fuerint, paz super lllos et mise
ricordia. (Gal. 6).
(2) Paz, qua quietentur et perflci&ntur in bono, paz enim est tran-
quillitaa mentía; et misericordia, per quam liberentur á peccatis. (S. Th.)
SEGUNDA PARTE
m i t o h b y t w a e iit ia .
H y miras. Himno.
OBIMUS. OBÁOIÓH.
CONCLUSIÓN DE LA MEDITACIÓN.
EXAMEN DE LA MEpiTACIÓN.
0BXMU8. 0 2 A C IÓ *.
M H M T A 0 I 0 M1 B
P A R A L A PR IM E R A SEM ANA.
Principio y Fundamento.
m n r ic M to r p b z t i i .
Or a c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P relu d io l.° — Figurarse á Dios como un océano in
menso, del cual salen todos los rios, y al que van & pa
rar todas las aguas; asi salen de Dios todos los bienes,
y á Él, como & centro, confluyen todas las cosas.
P relu dio 2.°— Será pedir al Señor la gracia de oonocer
y penetrar bien la grandeza de nuestro primer principio
y el nonada propio, 6 de nuestra parte, diciéndole con
San Agustín: «Haced, Señor, que os conozca & Vos y me
conozca & mí» (1).
Punto i . ° —El hombre et criado, nota el Patriarca San
Ignacio... Esto lo dice la Fé: Criado fué Adán, (2), esto
(1) Nihil sont dies nei... Titam tribuisti mibi. (Job. 7 et 10.)
(2) Non BubBifltam. (Id.)
(9) Qoi dlxerunt Deo: Recode & noble; scientiam viarum tuarum no-
lumus. (Job. 21.)
(4) Noverim te, Deas meas, ut Te amem: noyerim me, ut me despi
dan*. (S. Aug.)
— 149 —
■XDITJLCIÓK t 1
Del Un p u » que el hombre es orlado.
Or a c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P relu dio 1.°— El mismo de la meditación anterior.
P relu dio 2.j — Pedir vivo conocimiento de nuestro fin,
y graciq. para trabajar constantemente por alcanzarlo,
dicióndole con el Profeta: «Sefior, hazme conocer mi
fin» (1).
Punto 1.°— El hombre, dice el Santo, et criado para
alabar, hacer reoerencla y servirá Dios Nuestro Señor...
Hó aquí, alma cristiana, el ftn mediato de tu existencia
en el mundo,... eres de Dios... y toda te debes & Dios...
Lo primero que te debes es el tributo de alabanza (2). ¿Y
qué es alabar á Dios? Es celebrar su excelencia... enco
miarla... divulgarla... bendecirla... en cualquier lugar
de su universal imperio bendice al Señor (8), y esto por
dos motivos, por su grandeza ó infinitas perfecciones, y
por ser nuestro Criador y Señor: Grande es el Señor, y
dignísimo de alabanza... Él es el Sefior Dios nuestro (4)...
y esta alabanza ha de ser de todo corazón, como dice
David: Alabarte hé, Señor, con todo mi corazón (5), bien
penetrada dél deber que te incumbe: ha de ser también
absoluta, como dice Isaías: Sólo el Señor ha de ser ensalza
do (6)... sólo Dios es el ünico objeto digno de alabanza:
ha de ser finalmente un sacrificio, ofreciendo este in
cienso de alabanza en el ara del corazón, consumiéndolo
el fuego del amor, como dice Belarmiao (7). ¿Es asi co-
■ID X T A qO N i.1
Del fin de loa demás cosas orladas.
de costumbre.
O ra c ió n p r e p a r a t o r ia : la
Preludio 1.a— El mismo de la meditación anterior.
Preludio 2.°— Pedir al Señor gracia para rectificar los
afectos de nuestro corazón, dirigiéndolos únicamente al
fln para que somos criados, diciéndole con el Profeta:
«Renovad, Sefior, en mi corazón el espíritu de recti
t u d » (1).
P onto 1.°— Y las otra» cotas sobre la haz de la tierra,
continúa el Santo, son criadas para el hombre... ¡Para el
hombre!... ¡Quién no se pasma!... El hombre es el fln
que Dios Nuestro Sefior se ha propuesto en la creación
de todas las demás cosas!... Todo lo que no es Dios, to
do lo irracional tiene por fln al hombre!... todo es para
el hombre!... Dios, dice San Gregorio Niseno, cria el
mundo como un espléndido paludo 6 aposento... lo llena
de todo cuanto siroe de uso, de recreo, de conocimiento...
y como si no tuoieran estas cosas dbjeto especial, cria al
hombre como á cabeza, fln y Señor de todas ellas (2). Fué
el hombre criado el último, afiade San Ambrosio, para
significar que todas las cosas criadas en el aire, en el mar
y en la tierra habían de estar sujetas á él, siendo con esto,
como Rey délos elementos (3). ¡Qué dignidad!... Todas las
cosas para el hombre... no el hombre para las cosas...
Con ellas socorre sus necesidades... le sirven de mucha
utilidad... usa de ellas para su recreo... y en el presente
ostado do hombro pecador, hasta las cosas que parecen
MEDITACION 8.a
Sobre el mismo ñn de las cosas orladas.
KXDITJLCIÓXr 4 a
De la indiferencia en fue hemos de estar
sobre las eosas criadas. ‘
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
HXDXTJLCXÓZY 8.*
De los Impedimentos de la indiferencia
y medios para aleauarla.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
EJERCICIOS.
H ID ITIC lO ir 1.a
De la gravedad y malicia del pecado mortal, considerad*
en los castigos que Dios ha dado al mismo.
Or a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Agnoece quam gravia stat vulnera, pro quibus necease fuit Chrl-
atom Domlnam vulnerar!. (8. Bernar.)
— 174 —
m zd x tjiciOn a/
Del número, gravedad j malicia de nuestros propios
pecados.
La de costumbre.
O r a c ió n p r e p a r a t o r i a :
P r e l u d io p r im e r o : El mismo de la meditación an
terior.
Preludio segundo: Será pedir al señor crecido é inten
so, esto es, vivo y ponetrante dolor de mis pecados, y
lágrimas verdaderas, que basten á borrarlos, diciendo
con el Profeta: «¡Quién convertirá mis ojos en fuentes
»de lágrimas, para llorar d(a y noche mis pecadosh (1)
Punto 1.°—Consideremos en primer lugar la multitud
de nuestros pecados. Demos una ojeada sobre nuestra
vida... traigamos á la memoria el proceso de todas
nuestras acciones, pensamientos y palabras... ¡qué ho
rror!... Pregúntate á tí misma, alma cristiana, sí, pre
gúntate como Job: ¿cuánta» son mis iniquidades y peca
dos (2)... mis delitos y maldades?... y mira si con mu
cha más razón que David te ves obligada á exclamar:
Hanse multiplicado mis iniquidades, más que los cabellos
de micabesa (3)... ó bien con Manassés: sobrepujan mis
pecados & las arenas del mar (4)... ¡Oh! pecados en la
infancia... ¿qué hacías?... ¿á qué te inclinabas?... ¿cómo
te portabas?... con tus padres... contigo misma... con las
de tu edad?... ¡Oh! el Padre San Agustín se horrorizaba
de sí mismo al considerar su comportamiento en aque
lla tierna edad, y exclamaba: ¡tan pequeñito, y tan gran
pecador/ (5)... ¿Has de exclamarte tú de este modo?...
(1) iQuia dabit oculto tneis fontem lacrym&rum, et plorabo die ac
noctet (Jer. 9.)
(2) ¿Quantas habeo ioiquitatea et peccata? (Job. 19.)
(3) Iniquitates me® multiplícate sunt super capillos capitia mei.
(Ps. 89.)
(4) Peccavi super numerum arenco moris. (Orat. Manas.)
(5) jTantillus puer, tantus peccatort (S. Aug.)
-1 7 5 -
¿Y en tu Juventud?... ¿y en la adolescencia?... ¡Cuántos
pecados!... ¿Quién puede contarlos?... quizás no habla
desorden en que no te deslizaras... ¿to dejabas seducir
del demonio?... ¿con quién te asociabas?... ¿qué lugares
frecuentabas?... ¿cuáles eran tus conversaciones?... ¿Se-<-
gulas las vanidades del mundo?... ¿te arrastraba el im
pulso de tus pasiones?... ¡Ohl ¡qué pecados!... ¡y esta
era tu Tidal... ¡y asi malograste los mejores anos de tu
juventud!... Y de presente ¿qué te dice la conciencia?...
¿cómo te portas con respecto & Dios?... al prújlmo... con*
tigo misma? |Ah! Poudéralo bien, alma cristiana, y
avergüénzate... confúndete, al verte tan llena de mise
rias y de malicia...
Punto 2.°—Consideremos la fealdad y malicia del pe
cado por lo que es en st... Pecar, es ir contra la razón
natural. La regla próxima de nuestros actos, dice Santo
Tomás, es la, ratón humana, asi como la regla suprema
es la ley eterna: y el pecado es el desvío de estas reglas,
que el Seflor ha impreso en nosotros... ¡Oh, qué defor
midad! Mira, repáralo bien, alma cristiana, ¡con cuánta
vergüenza natural se peca!... No, no hay pecador alguno
que quiera ser tildado, ó tenido por tal... Sólo los jus
tos, por humildad, se llaman & si mismos, pecadores...
Tal, y tan grande os la fealdad, que en st incluye el pe
cado. ¡A.h! Degrada al hombre, y le pone al nivel de las
bestias, como dice David: Se ha igualado con los insen
satos jumentos, y se ha hecho como uno de ellos (1). ¿Y su
malicia?... ¡Oh! es incomprensible... quila el honor, el
respeto y la reverencia que se debe á Dios... en cuanto
es de si, tiende a destruir al mismo Dios... ¡qué horror!...
Y al alma ¡cuántos males le acarrea!... cuánto más
peca, más se debilita para el bien... más se aumenta la
mala inclinación... más se desconciertan y alborotan
las pasiones... ¡Qué miseria!... El que peca, se hace til
HXDIT1CIÓN «.*
De las penas del Infierno.
PENA DE SENTIDO.
O r a c ió n p r e p a r a t o r i a : La de costumbre.
Preludio 1.°: Figurarse en el centro de la tierra un
estanque ó pozo muy alto, muy ancho y profundísimo,
lleno de fuego, pez y azufre, y en él, innumerables de
monios, y almas, ardiendo y penando horrorosamente.
Preludio 2.° Será pedir al Sefior interno y vivo senti
miento de la pena que padecen los condenados, para
que, si me olvido por mis continuas faltas de su divino
amor, á lo menos, el temor de las penas me retraiga del
pecado, diciéndole con el Profeta: «Traspasa mi corazón
»y mi cuerpo con tu santo temor, pues tus juicios, que
— 179 —
•amenazan penas horribles, me han llenado de es-
«panto» (1).
Punto único.— Aplica, alma cristiana, aplica tus sen
tidos á aquellas penas, y atiende bien & lo que padecen
aquellas infelices almas, por lo que pecaron con los
sentidos de sus cuorpos. Primeramente aplica la vista:
¿Qué vea allí?... ¡Oh! grandes fuegos encendido» por el
soplo de la indignación de todo un Dios (2); fuegos que
abrasan y no consumen (3); fuegos, á cuya comparación
todo fuego de este mundo es como pintado... ves allí
una multitud enorme de almas hechas ascuas... ardien
do... ¿Y qué ven ellas? ¡Ay! nada más que demonios...
aspectros... figuras horribles que las amedrentan (4); fue
go y hamo, que las ciega... Sus ojos son dos fuentes de
fuego qm lansan lágrimas ardientes... abrasadoras (5)...
Es verdad, no tienen cuerpo, pero sufren como si le tu
vieran, y, despuós del día del juicio, estarán allí sus
cuerpos, padeciendo con ellos, lo mismo que ahora pa
decen solas... ¡Ay!... ¡Y asi se pagan las miradas curio
sas... libres... obscenas... malas!... ¿Qué dices tú á
esto?... ¿Pecas con este sentido?... ¡Ah!... mira lo que se
te espera, si no te enmiendas... Aparta, te dice el Sefior,
tus ojos para que no vean la vanidad (6).
En segundo lugar aplica el oído: ¿Qué oyest... ¡Ay! el
continuo trueno de la ira divina: trueno grande y es
pantoso (7)... alaridos... llanto y crujir de dientes (8)...
blasfemias las más horrendas contra Dios... contra la
Humanidad Sacrosanta de Jesucristo... contraía Santí
sima Virgen María... contra los Santos... maldiciones,
(1) Confige timore tuo carnes meas, & judiclis eaim tula (poenaa hor
ripiles conminantibus) timui. (Belar. super Ps. 118.)
. (2) Ignis 8iiccen8U8 eat in furore meo. (Deut. 82.)
(3) In igne, frustra conflavit conflator, non sunt consumpte. (Jer. 6.)
(4) Visiones, qu® illos turbaverunt. (Sap. 18.)
(5) H orrendas a b oculis scintillas emiltentes. (Sap. 19.)
( 6) Averte ocnloa, n« videant vanitatem. (Ps. 118.)
(7) Vox tonitmi ejus, sieut tonítnmm magnnra. (Eccli. 40 et 48.)
( 8) Fletus et stridor dentiun. (Matth. 8.)
— 180 —
Imprecaciones las más horribles, que se echan entre si...
gritos... desesperaciones... ¿Y qué oyen ellos? |Oh, qué
horrorl... Resuena continuamente en sus oído» el eco
espantoso de aquella fulminante palabra: id, maldito»,
al fuego eterno (1)... vibra en sus oído»: siempre, siem
pre... jamá», jamás... siempre durará,., jamás se aca
bará... ¡Ayl |Y asi se paga el prestar oído... complacer
se en escuchar conversaciones malas... pecaminosas...
obscenas... palabras de dos sentidos... criticas... mur
muraciones!... ¿Qué dices tú á esto? ¿Pecas con este
sentido?... Mira bien lo que te aguarda, si no te enmien
das... Cerca de espinas tus orejas, te dice Dios, mientras
vives en este mundo faláz (2).
En tercer lugar aplica el olfato: ¿Qué percibes?... (Dios
mió! ¡Qué fetidez/L.. No hay sentina, no hay sepulcro,
no hay lugar Inmundo, que pueda compararse con el
infierno. Lo dice el Señor por Isatas: Arrojados serán los
muertos, esto es, los condenados, y sus cadáveres exha
larán un hedor insufrible (3). Y en otro lugar dice: Será
el condenado insoportable á todos por lo intolerable del
hedor que despide (4). ¿Y qué perciben ellos? Lo dice el
mismo Dios: ni él mismo condenado puede ya sufrir su
hedor (5)... ¿Qué despedirán, pues, tantos condenados y
demonios, hacinados en aquel lugar hediondo??... ¡Oh!
¡cuán caras se pagan las complacencias de este senti
do!... ¡Qué náuseas! ¡qué desmayos!... ¿Pecas tú con
este sentido? ¿Te complaces vanamente y con exceso en
él? Atiende & lo que te dice el Sefior: tendrás por tus com
placencias pecaminosas del olfato, el hedor (6). Arrepién-
tate, y enmiéndate...
En cuarto lugar aplica el gusto. ¡Oh! Saborea por un
(1) Quantum in deliciis fuit, tantum date illi tormentum. (Apoc. 18.)
(9) Si epiritu facta carnis mortiflcaveritis, vivetis. (Rom. 8.)
(8) ¿Quid retribuam Domino pro ómnibus quse retribuís mihi? (Ps.115.)
(4) Misericordia Domini, quia non sumus consumpti... non defecerunt
miserationes ejus. (Thr. 3.)
(5) Hic ure, Domine, hic seca, hic non parcas, modo in ffiternum
pareas. (S. Aug.)
— 183 -
KZDXTAClGir 4.*
De las penas del Infierno.
PENA DB SENTIDO.
La de costumbre.
O ra c ió n p r e p a r a t o r ia :
Preludio 1.°: El mismo de la meditación anterior.
Prbludio 2.°: El mismo que el anterior.
Punto ú n ic o : — Afiádese á la pena de sentido, la que
padece el alma en sus potencias interiores.
En primer lugar: la imaginación. Fija est& siempre
ésta en la vehemente aprehensión de los males, y tor
mentos que experimenta... y esta aprehensión misma,
al paso que los hace más insufribles, la está siempre
maquinando y revolviendo en si misma, angustiándola
espantosamente (1). ¡Oh! ¡Qué horribles representaciones!
¡qué monstruosos visajes! ¡Qué espantosos fantasmas
hierven en la imaginación, mucho más terribles que los
de los Egipcios, de quienes está escrito: Aparedansele»
horrorosas figura» que lo» llenaban de espanto (2). ¡Ay!...
|Y asi se pagan tantos proyectos pecaminosos, tantos
planes malvados... tantas complacencia» criminales!...
¿Qué dices tú á esto?... ¿En qué emplee» tu imagina
ción?... Acuérdate de lo que está escrito: de nada siroen
los proyectos que se vuelven amargura (3).
En segundo lugar: El hpetito sensitivo. Está éste como
un mar tempestuoso, dice el Profeta, en que se agitan
con la mayor furia y violencia las pasiones todas (4);
la ira, el odio, el temor, la tristeza, la envidia, el furor,
la desesperación... ¡oh! el corazón todo está convulso...
13
— 186 —
■ n iT A C K n r
PENA DE DAÑO.
Oración La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Prona damni est infinita, est enim amissio inftnitl boni, scilicet
Del. (D. Tli.)
(2) Projiciam á fació mea. (Jer. 7.)
-1 8 7 —
vé arrojada lej09, infinitamente, de su fínft ¡Oh! ni mil
fuegoi del infierno, dice San Crisóstomo, que se juntasen
en uno, serían de tanta pena para el alma condenada,
como el verse sin Dios... privada de Dios... rechazada de
Dios... ( l ) ¿Lo ves, alma cristiana? ¿Ves cuán caro se
paga el olvido, que ahora se tiene de Dios por el pecadcf
¿Qué haces tú? ¿Eres de aquellas, de quienes se lamenta
el Profeta: Delante de ella* no hay Dio*t (2) ¿Olvidas su
Divina presencia? ¡Oh! Teme, que después no seas tú
olvidada de Dios... Piénsalo bien, y enmiéndate.
Punto 2.°— Á esta privación de la vista de Dios, añá
dese la otra privación de la vista de Nuestro Sefior Jesu
cristo, de la Santísima Virgen María, de . los Ángeles y
de los Santos... ¡Oh! qué pena!!... La Humanidad sacro
santa de Nuestro Sefior Jesucristo, que es el vivo reflejo
de la luz Divina (3), que es la alegría, el gozo de los
Bienaventurados... ¡ayl no le verán nunca para su con
suelo... sólo en el día del juicio lo verán con terrible
penaf y despecho furioso: verán al H ijo del hombre, que
viene sobre las nubes del Cielo (4), cuando los juzgue úl
timamente, y los rechazo de sí, dicióndoles: Apartaos
de mi , malditos (5), y la memoria de esta vista les du
rará siempre para aumentar la pena de la privación de
su vista gloriosa... ¿Y á María? ¡Ah! tampoco la verán
nunca, metidos en aquel lugar de tinieblas. ¡Oh! ¡María!
que, como dice San Buenaventura, es después de Dios la
mayor gloria del Cielo (6). ¡María! la Madre del mismo
Dios que está colocada á su diestra (7). ¡María!... nuestra
amorosísima, clementísima, benignísima Madre, ¡ay!...
ya no lo es para ellos... nunca verán su resplandeciente
(1) Si millo aliquis ponat gehonnas, nihil talo dictaros est, quale est
á bettse illius gloria honore, & Dei visione repelli. (8 . Crys.)
(2) Non est Deus in conspectu ejus? (Ps. 10.)
(3) Lucerna ejus est Agnus. (Apoc. 21.)
(4) Videbont Filivm hominis Tenien fom in nubibus Cceli. (Mal. 24.)
(5) Discedite á m« maledicti. (Mat. 24.)
( 6) Sumina gloria est, ó María, post Deum, te yidere. (S. Bonay.)
(7) Astilit Regina á dextris tais. (Ps. 44.)
— 188 —
rostrol!... Ni han de ver jamás á los Ángeles, ni & los
Santos... exclamarán, dice San Efren: ¡ay! no podemos
ver aquellot admirables órdenes celestiales, á ninguno de
ellos hemos de oer por toda la eternidad ( l); ¡qué deses
peración! hemos errado, exclamarán, y para nosotros no
hay más que tinieblas... (2) ¿Lo ves, alma cristiana?
IDónde están, te dice San Cirilo, el amor del mundo, la
gloria cana, los deleites, los desprecios, la insolenciaf (3)
Atiéndelo bien... cierra tus ojos al mundo, para que
puedas ver y gozar de la gloria de Dios, y de los Santos.
Punto 3.°— Comprende también la pena de daño el
destierro perpétuo de aquella mansión celeste, donde se
goza lo que ni los ojos han visto, ni los oídos han oido, ni
se ha podido nunca conocer ni apreciar lo que Dios tiene
preparado á sus moradores (4). ¡Oh! ¿qué será carecer de
todos estos bienes?... El alma condenada, por lo que pa
dece, vendrá en conocimiento de lo que ha perdido...
¡Qué cotejoll ¡Desheredada de una región tan excelente,
y desterrada á una región tan formidable!!... ¡separada
como maldita de aquella Corte celestial, donde son ben
ditos todos sus habitantes!!... ¡trocadas las delicias ce
lestiales, en dolores y penas eternas!!... el Cielo en infier
no... el Paraíso en tormentos!!! ¡Qué rabia!! ¡qué deses
peración!! tenia por insensatez laoida de los justos, y su
muerte por ignominia, ellos eran el blanco de sus escar
nios (5)... ¡Oh! ¡Cómo se han trocado las suertes! la suya
es la de los Santos, y nosotros nos hemosfatigado en seguir
el camino de la perdición!! Asi discurren y se lamentan en
MSDZTAOXON •.*
Calidades de las penas del Infierno.
O r a c ió n : La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia
Oración La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
H ID IT IC lO N
De la historia del rieo Epulón, y del pobre lázaro.
HSDXTJICION 8.*
Bel Juicio particular.
(1) Conflge ti mure luu carues meas, ¿ judiciis enim luis tiuiui.
(Ps. 118.)
(2) Statatum est hominibus semel morí; post hoc autem judicium.
(Hebr. 9.)
(3) Ecce hominis sors: vita, mors, Judlclum. Nasclmur, morí turl; mo-
rimur, judicatura. (R. P. Colmet.)
(4) Con8titutus á Deo Judex vivorum et mortuorum. (Act. 10.)
(6) Omnia aperta sunt oculis ejus. (Heb. 4.)
(6) Reddet unicuique secundum opera ejus. (Rom. 2.)
14
-2 0 2 -
omnipotente {!). Juez único, del que no hay apelación,
ni recurso (2)... El reo; el alma... tu misma... no otra...
sola... perpleja... atónita... desamparada de todo...
acompañada únicamente de todas tus obras buenas y ma
las, como dice San Pablo (3)... Los acusadores; el demo
nio, acusándote de todos, hasta de los más mínimos
pecados, de malicia... de negligencia... de comisión...
de omisión... te acusará tenazmente, persiguiéndote en
aquel último trance, por el mal que habrás obrado (4).
£1 Angel bueno; ¡ay!... éste debería ser tu patrono...
pero, se acabó el tiempo... y si bien es verdad presenta
rá tus buenas obras, pero no puede ocultar los defectos
voluntarios, en que están envueltas... tampoco puede
ocultar tus obras malas... las resistencias, que has hecho
ásus inspiraciones... el desprecio de las gracias... en
una palabra, presentará todas tus obras, con todas sus
circunstancias, para ser pesadas en la balanza de la Jus
ticia de Dios (5)... Finalmente los testigos. Lo serán todas
las cosas criadas, de las que tanto has abusado para
ofender á Dios; el unioerso todo peleará contra los peca
dores (6)... Lo será el mismo Jesucristo, Sabiduría eter
na, juez y testigo á un mismo tiempo, como lo dice por
Joromías(7). Por último, tu propia concioncia, quo te
manifestará todas tus obras, (ales como han sido, con
luz clara, como la del medio clia (8)... ¡Olí! ¿Quién podrá
sufrir semejante espectáculo dejuiciot (9) [Oh, alma cris
tiana! Si has sido pecadora, negligente, perezosa ¿cómo
estarás en aquel momento delante de Aquel, que habla
MEDITACIÓN SO.*
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Ego propter tos homo factus sum... propter tos alligatus, delu-
stis. cesas* et crucilixus sum... ¿ubi tantarum mearum injuriarum fru-
ctu8?... Sangainem dedi in redemptione animarum veetrarum... ¿Ubi ser1
Titus qtiam mihi pro tali pretio debebatis?... Ego super gioriam meam
tos habui, apparens homo, eum essem Deus... et voe me Tlllorem ómni
bus rebus T eetri» feciatistl... Mérito plangent so, quia tune nono faeit
Yftrbum, quia non recipit natura judicii misericordiam. (Auct. lm p e rf)
. (2) Discedite ¿ me, maledicti, in ignem eternum. (Mat. 25.)
(8) Discedite & me, operarii iniquitatis... non agnosco vos, alterius
domini operarii facti estis, hoc est, diaboli; possidete eum «o tenebraa
et ignem, qui non entinguitur. (S. Hypol. Mart.)
(4) Et Ibuot hi in soppiicium seternura. (Mat. 25.)
-2 1 Ó -
agua i mi cabeza y una fuente de lágrima» á mis ojo»,
para preoenir con llantos, un llanto tan terrible? ( l ) H6
aquí, alma cristiana, lo que has de hacer tú, mientras
el Sefior te concede tiempo, y te avisa... Arrepiéntate, y
propon...
P u m to 3."—Consideremos, finalmente, cuan glorioso
será aquel día para los justos. Es verdad, que serft tam
bién para ellos, dta del Señor; pero, día de la gloria del
Sefior, y de ellos mismos. Lo dice el Apóstol: Cuando
apareciere Jesucristo, vuestra vida, esto es, vida de los
justos, entonce8 aparecerei» también vosotros gloriosos con
Él (2). ¡Ahí no: no les causarán espanto las señales, que
precehirán... ni la vista de la Cruz... ni la aparición del
Juez: el mismo Sefior lo asegura, cuando dice 4 los jus
tos: A l suceder estas cosas, abrid los ojos, y levantad vues
tras cabezas, porque se acerca vuestra redención (3), que
en sentir de San Gregorio, quiere decir: Alegraos de co
razón, porque se acercan los gozos de la Patria celes
tial (4)... ¡Qué triunfo tan glorioso!... Los impíos, los
pecadores estarán como apiñados en tierra, á la izquierda
del Juez, dicen los Santos Padres (5): pero los justos
serán arrebatados por los aires al encuentro de Jesús (6),
como nota San Pablo. Entonces, dice la Escritura, esta
rán con grande constancia, á la presencia de los que les
angustiaron (7), esto es, según San Dionisio, con una se-
(1; Contremisco ab ira Omnipotentis, et á ftcie furoris ejus: contre
misco & voco Archangeli, et á verbo Judiéis ira ti. ¿Qu1s dabit capiti
neo aquam, et oculis meta fontem lacrymaruin, ut praveniam fletibus
fletum?... (S. Bern.)
(2) Cum Christna apparuerit, \ita vestra; tune et vos apparebitis
cuna ¡lio in gloria. (Coloh. B.)
(8) HIb fleri inoipientlbus, respiáte et Uvate capita veelra, quoniam
appropinquat redemptio vestra. (Luc. 21.)
(4) Exhilarate corda, quoniam appropinquant gaudia patria coelestis.
(S. Oreg.)
(6) Impii in valle coneisUnt in térra con»tlpati, á sinistris Judicls.
(Varii SS. PP.)
(6) Rapiemur in nubibus obviam Christo in aera. (2.te Thesal. 4.)
(7) Tune stabunt justi in magna constantia adversus eos, qui se an-
gustiaverunt. (Sap. 5.)
— 2 1 Í—
guridad inmoble, y con una fortaleza insuperable (1), y
los pecadores mismos publicarán su gloria, diolendo:
Vedles, como gosan, y son contados entre los hijos de
Dios (2). ¡Qué gozo inundará sus corazones, cuando el
Sefior hará patentes á todo el mundo sus obras buenas...
sus trabajos... sus virtudes todas, hasta los actos más
ocultos... y las manifestará para ser glorificados en Él,
y con Él, presentando el glorioso fruto de sus obras (3).
Pero más: se aumentará su gloria, viéndose constitui
dos jueces, que con el Señor juzgarán á los pecadores de
todo el mundo (4)... ¡Oh almas justas! exclam a San Ci
priano; cuando pensáis, que habéis de ser jueces con Jesu
cristo, es preciso que os alegreis, y desprecieis ahora los
juicios del mundo, con la esperanza del gozo venidero (5).
Finalmente el colm o de su gozo y de su gloria será al oir
de la boca misma del Señor: Venid, benditos de mi Pa-
dre, poseed el reino, que os tengo preparado desde el prin
cipio del mundo (6). ¡Oh palabras dulcísimas! Venid,
com o interpretan los Santos Padres, de las tinieblas, á la
luz... de la esclavitud, á la libertad de los hijos de Dios...
del trabajo, al descanso eterno... de la lucha, al triunfo...
de la muerte, á la vida (7)... oetiid, benditos una y mil ve
ces, com o dice San Agustín, pues sois predestinados por
mi Padre antes del mundo... sois escogidos, y santificados
en medio del mundo... y aliora sereis glorificados después
del mundo {8)... venid, y poseed el reino celestial... ¡Oh!
(1) Cum immobili securitate, et insuperabili fortitudine. (S. Diony.)
(2) Ecce quomodo computati sunt ínter illios Del. (Sap. 6.)
(8) Bonorum laborum gloriosus fructus. (Sap. 8.)
(4) Judicabunt nationes. (Sap. 8.)
Í5) Qliando judicaturas tos cum Christo cogitatis, exnltetis necease
est, et futuroium gaudio presentía judicia calcetis. (S. Cypri.)
(6) Yenite, benedlctl Patria mel, posaidete paratum yobia regnum á
eonatitutione mundi. (Mat. 25.)
(7) Yenite de tenebris ad lucem; de semtute ad libertatem flliornm
De i; de labore ad requiem perennem; de bello ad pacem; de morte ad
Titam. (R. P . A Lapide.)
(8) Vonito benedicti, terque, quaterque beati, qnoa Deus amarit et
pradestinavit ante mundum, vocavit de mundo, nundavit et sanctifl-
cavit in mundo, nunc autem magnifleabit post mundum. (S. Aug.)
-2 1 2 —
pjle cuánta gloria, de óu/tntafelicidad ton estas ¡palabras,
dice San Crisóstomo! no dice el Señor: Recibid: sino, Po-
seéd: como herencia propia, como herencia paterna, y que
seot debe desde un principio (1). ¡Oh, alma cristiana!
¡Qué goao será ei tuyo, si correspondes ahora á las ins
piraciones del Señor! (Cómo bendecirás entonces las vir
tudes, que has practicado... las batallas, que has soste
nido... las contradicciones, que has sufrido... los medlos¿
que has empleado! ¿Y no te alienta ahora esta esperan
za?... Felices las aflicciones, que sufres... las lágrimas,
que derramas... mira que . el Señor te asegura, que en
aquel día, las tristezas te convertirán en gozos inefa
bles (2). Ea: anímate... ofrécete en sacrificio, y espera en
el Señor (3).
C o l o q u io .— Será el mismo de la meditación anterior.
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecer los propósitos,
y pedir gracia para cumpUrlos.=Luego el examen, etc.
■ ID IT IC tO ir 11.a
Oración p r e p a r a t o r i a : La de costumbre.
P r e l u d io p r im e r o : Figurarse ver á aquel hombre, de
quien habla Jesucristo, que bajando de Jerusalén & Jerl-
có, cayó en manos de ladrones, los cuales llenándole de
heridas, le dejaron tendido en el camino, y casi muerto.
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir al Seflor luz para cono
cer lo que es el pecado oenial, y gracia para saber evi
tarlo á toda costa, dlciéndole con el Profeta: asácame,
(1) iQuantn glorie, quanto beatitudinis luec verba suntl Nec ditit:
Acciplte: sed, possideta; qtinsi propria, qutsl paUrna, qnaal vestra he-
reditaie, qoc yobis A principio debebatur. (S. Chrys.)
(3) Tristitia vestra rertetur In gandium. (Joan. 10.)
(8) Sacrifícate sacriflclum, et aparate In Domino. (Ps. 4.)
— 213 —
sSelloP, del cieno de mis faltas, para que no quede yo
•atascada en él» (i).
Punto l.°—Consideremos primeramente, lo que et en
si, el pecado venial... ¡Oh!... ¡Pecado!... Esta sola palabra
habría de hacernos concebir un horror grandísimo al
mismo... Es verdad, decimos, venial... pero atiende bien,
alma cristiana, antes dices; pecado, esto es, transgre
sión... desorden... culpa... ofensa á Dios, porque todo
pecado es transgresión de la ley divina... desorden de la
razón... culpa de la voluntad... y ofensa, esto es, injuria
A Dios... y si se aflade, venial, es tan sólo por compara
ción, y relativamente, al pecado mortal... no que en st,
no sea una cosa monstruosa, y del todo aborrecible...
¿Y cómo puede dejar de ser tal, si se considera el des
agrado, con que lo mira la Majestad infinita... el Sumo
Bien, que es Dios?... (O h !... quita el pecado mortal, y no
encontrarás mal mayor en el mundo, que el pecado ve
nial... Ni las más recias enfermedadas... ni las guerras
más atroces... ni las pestes más crueles... ni las mayo
res calamidades... ni todos los males de pena, tempora
les y eternos, pueden compararse al pecado venial, que
es mal de culpa, y como tal, as contrario á la gloria, á
la voluntad, á la santidad, & los atributos de todo un
Dios... y asi, más le disgusta un sólo pecado venial deli
berado, que no le gustan cuantas obras buenas pode
mos hacer, porque esto, es de gracia suya; y aquello, es
de malicia nuestra... ¿Conoces pues, en algo, con esto,
alma cristiana, lo que es en si, el pecado venial?... ¿Y
cómo quedará el alma, que con la mayor facilidad le
comete?... ¡Ohl ¡qué manchada!... ¡qué tiznada!... ¡qué
fea!... ¡indigna de comparecer á la presencia del Se
ñor!!... ¿Qué no será asi?... Si esto piensas, alma cristia
na, no, no ponderas debidamente su monstruosidad...
no conoces... no amas á Dios... Esfuérzate en considerar
atentamente la Majestad Divina... quién es Dios... y no
(1) Nil leve ffistimetur, quo cceditur Deus: etiam mínima fugiat, qui
Deum umat. (Salvlan.)
(2) Fervor in Deum est intensum desiderium de consecutione amati.
(D. Th.)
(3) Ex ea parte, qua peccatum veniale committitur, fervor charitatis
non apparet. (D. Th.)
(4) Si cor nostrum non reprehenderit nos, flduoiam habemus ad Deum.
(l.ce Joan. 3.)
— 215 —
nube, y por esto tu oración no se eleoa (i). Y esa nube,
dice San Gregorio, son los pecados veniales, los afectos
terrenos, que cohfunden las rectas intenciones de la ora
ción (2)... Finalmente es el pecado venial una disposición
inmediata para caer en el mortal... SI. Escrito está: el
que desprecia las cotas pequeñas, poco á poco se arruina
rá (3). El desprecio de lo menor, lleva á la costumbre; y
la costumbre, lleva al desprecio de lo mayor; pues que
el espíritu enflaquecido no resiste mucho tiempo á la
tentación... Las grandes caldas, ordinariamente, recono
cen por principio el desprecio de las faltas pequeñas...
¿Lo habrías quizás tú experimentado?... No lo olvides...
sé cauta, y acuérdalo do la sentencia de San Bernardo:
El alma que se entrega á Dios, asi eoite loe faltas veniales,
como las mortales; porque empiezan por cosas pequeñas,
las caídas en cosas grandes (4)...
P u n t o 3.°—Finalmente consideremos los castigos, que
merece el pecado venial. Eii primer lugar, como pecado
que es, es precisa la penitencia... Dice el Espíritu Santo:
Hijo, ¿pecaste no vuelvas á pecar, antes bien ruega que se
te perdone (5). En cuales palabras, según San Agustín,
se incluye el arrepentimiento... la penitencia; es necesa
rio arrepentirse del pecado cometido, y con humildad pe
dir perdón del mismo (6). Esto lo exige la infinita justicia
y santidad de Dios, que no puede dejar sin reparación
cualquier ofensa por levísima que sea... ¡Ohl... ¡Y cuán
omisos nos portamos en esto!!... Cometemos las faltas
con tanta facilidad, y nos exclamamos: Y bien, ¿qué mal
(1) lile purgatorias ig n is durior est, qu&m quid in hoc sáculo poena-
rom videri, nAntiri, aut cogitari poLeat. (S. Aug.)
(2) Idem ignis est, qui damnatos cruciat in inferno, et qui justos in
purgatorio. (D. Th.)
(8) Liguum, fusnum, ati pulano, ( l. s Cor. 8.)
(4) Si non limes ea, quando ponderas, time quando enumerts. (S. Aug.)
(5) Tamquam á facie colubri fuge peccatum. (Eccli. 21.)
(6) Tu quidem gressus meos dinumerasti, sed parce peccatis meis.
(Job. 14.)
15
— 218 —
H X S IT ia Ó R 18.*
De la Parábola del Hijo Predigo.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia :La de costumbre.
P r e l u d io p r im e r o : Ropresentarso al hijo pródigo, hu
millado, y arrepentido, á los piés de su padre, pidiéndole
perdón; y al padre abrazando & su hijo con la mayor
ternura.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será pedirle verdadero arrepenti
miento de nuestros extravíos; y gran confianza en su in*
finita misericordia, diciéndole con el Profeta: «Atiende,
»ó Señor, y compadécete de mi, pues eres Dios de ml-
nsericordia» (1).
P u n t o 1 / —Consideremos primeramente la vida del
pródigo. Tres cosas se observan en ella. Primera; te
marcha lejos (2), muy lejos de la casa paterna; ni le de
tiene el amor de su padre... ni la liberalidad, con que le
ha enriquecido, cediendo á sus ruegos, de que le dé la
parte de herencia que le toca (3)... ni las conveniencias
de su casa... ni la compañía de su hermano... todo lo
deja..; todo lo desprecia... y se marcha á una región
desconocida... lejana (4), ¿y para qué?... Esta es la se
gunda cosa que se observa en él... Para vivir á sus
anchuras... con libertad y desenfreno... disipando todos
sus haberes, y dando rienda suelta & sus pasiones, y apeti
tos (5)... La tercera cosa, que se observa en él, es la pe
nuria y miseria grande, á que se oé reducido, hasta el ex
tremo de tener que ponerse al servicio de un amo, que le
destina á guardar cerdos (6); y llega á tanto su hambre,
(1) Atiende, Domine, et miserere, quia Deus misericors es. (Baruch. 8.)
(2) Peregre profecías est. (Luc. 15.)
(8) Da mihl portionem substantioe, quo me contingit. (Luc. id.)
(4) In reffionem longinquam. (Luc. id.)
(5) Ibi dissi pavit substantiam suam, vivendo luxurióse. (Luc. id.)
[0) Postquam consummasset omnia, ccepit egere; et adtesit oni ci-
viom... et misait illum... utpasceret porcoa, (Luc. id.)
— 219 —
que detea saciarse con las algarrobas, que comen lo* eer-
dot, y nadie te latdá (1)... |Qué infelicidad!... (qué mi
seria!... Pero, ¿sabes, alma cristiana, de qutón es esa
historia?... ¡Ay!... Piénsalo bien... míralo espiritual men
te, y verás, que es la verídica historia de una alma
pecadora... ¡quizás, tu misma historia!... ¿Qué es, la
lejana huida de la cata paterna, tino el oloido de Diot
por el pecado, como dice San Agustin?(2) el huir de Diot,
no por la dittancia de lugaret, tino por los afectos peca
minosos, añade San Gerónimo? (3) ¿Y no te ha sucedido
á ti lo mismo muchísimas veces?... Mas, ¿y por qué?...
|Oh!... recuérdalo con confusión... para dar un desaho
go á tus pasiones.., por satisfacer tus apetitos... por un
vil deleite... por un capricho... por un nonada!... y asi
has disipado tu espiritual hacienda, con que te habla
enriquecido el Señor... la gracia... lat virtudes... lat bue
nas costumbres, como dice San Ambrosio, todos los dones
de alma y cuerpo... de naturaleza y de gracia!! (4)... ¿Y
qué te ha sucedido?... Has caldo, como el pródigo, en la
más espantosa miseria en tu espíritu... y ni has podido
saciar tu alma con el desahogo de tus pasiones, que son
los cerdos, á cuya guarda y común vida has sido desti
nada por el demonio, á cual servicio te has puesto por
el pecado... Hace el pecador la oida de cerdo, dice San
Pedro Crisólogo, y ni con el manjar de loa cerdos, puede
saciarse {5)... ¿Reparas ahora el infeliz estado... el pro
fundo abismo, en que te sumerges cuando pecas?... Y de
presente ¿cómo te encuentras? Abre bien los ojos de tu
alma... y si has seguido al pródigo en sus extravíos, imi-
(1) E i quo primo ordine ttlicrum excldi; dignan me vel secundo s«r-
▼orum. (S. Euthlcn.)
(2; Sorgens, ve rit ad Patrem. (Loe. 16.)
(3) Non redil anima ad pristlnam lelidtatem, nlai prina in se rediens
sentiat opprlmentis nrumna presentían!. (S. Greg. Njrsse.)
(4) PeecaTi In ccBlum. (Luc. 10.)
(5) Peeeavi eoram Te. (Lne. id.)
(6) Non sum dlgnus vocari flliua tum; fac me sicut anom de meree-
nariia tula. (Lúe. id.)
— 222 —
temas... es tu padre, y padre amantísimo, que nada
más desea, que tu regreso ásu amistad, y gracia... mira
que te convida, como á todos, con aquellas dulces pa
labras: venid á mi todos los que estáis agobiados, y andais
cargados de pecados, como interpretan San Agustín, y San
Gerónimo, y yo os aliviaré (1), esto es, dice san Crisós
tomo, aquí con el perdón, y después con la eterna glo
ria (2).
Punto 3.°—Consideremos en tercer lugar la reconci
liación del pródigo con su padre. Tres cosas también
notamos en esto. En primer lugar, la bondad del pa
dre... ¡Oh! ¡cuán grande fué ésta!... Estando todavía le
jos, le oé su padre (3)... ¡De lejos le vé!... ¿qué significa
esto?... ¡Ah! significa, que durante su ausencia siempre
su padre ha pensado en él... Sí... El hijo se ha olvidado
del padre por mucho tiempo... y el padre le ha tenido
siempre fijo en su pensamiento... levé... ¡qué bondad!...
El hijo ha huido lejos, en región apartada... y el padre
le ha seguido de continuo, acordándose siempre de él...
le vé, estando lejo^.. ni la injuria, que ha recibido con su
huida, ni los extravíos, á que se ha entregado, han podi
do borrarle de su memoria... le vé... ¡Oh, bondad, y
bondad excesiva!!... En segundo lugar, vemos su grande
amor. Miremos como el hijo va acercándose á su cosa,
arrepentido... y el padre ¡ay! impelido de su misericordia
corre hacia él ( 4)... no espera sti llegada, dice San Euti-
mio, sino que le sale al encuentro, y no de cualquier modo9
sino corriendo... y esto ¿porqué? ¡oh! para manifestarle
el grande amor que le tiene (5)... y no para aquí... se
encuentran padre é hijo... ¡oh! se arroja éste á los piés
(1) Oecidit super collnm ejus, et osculatus est eam. (Luc. 15.)
(2) Pftter peccayi... non sum dignuB yocari ülíus tuus. (Luc. Id.)
(8) Pater ex amore yerba Filii intorrumpit et proescindit... oaculum
pacis jam generosisaime dedignatur mercenarii nomen. (S. Aug.)
(4) Afferte stolam primam et induite illum, date annulum in manu
ejus, et calceamenta in pedibus ejus, et adducite yitulum saginatum, et
occidite, et manducemus et epulemur; quia hic filias meue mortous erat,
et revixit. (Luc. 15.)
— 224 —
obra», él anillo de una fe sincera... arreglará en los pié»
de tu alma, esto es, en fru afectos, él colgado ligero del
amor, para correr con velocidad, por las sendas de la vir
tud; y por último te hará participante del concite dioino,
en que Él mismo se te dará como cordero inmaculado, que
con sus carnes sagradas saciará tu hambre, y alegrará tu
corazón (1)... Ea, pues... ¿quó esperas, alma cristiana?
Ríndete de una vez... échate á los pies de tan buen Pa
dre... confia de veras en sus entrañas de misericordia...
con una sola palabra lo has alcanzado todo: Padre, he
pecado... ¡Oh! ¡qué gozo le darás á Él, y á toda la Corte
celestial!!... Él mismo dice, que en el Cielo hay grande
alegría por la conversión de un pecador, por el regreso
de una alma pecadora á la gracia dioina (2).
Coloquio.— Dirigirse á Jesús Crucificado, confesán
dote pecadora, diciéndole con el Profeta: «Confieso, Se-
•fior, á vuestra presencia mis iniquidades; pero, Dios
»mlo, con la mayor confianza, acudo á vuestro Corazón
«Divino, centro de vuestras misericordias, para alcanzar
»el perdón, y poder exclamar: Vos, ó Dios mío, habéis
«borrado la malicia de mis pecados» (3).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias ¿ Dios, ofrecer los propósitos,
y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el examen, etc.
■K D IT IC IÓ N 1/
Del Pin de la Persona Religiosa.
Oración p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
Preludio primero : Figurarse & Nuestro Sefior Jesu
cristo en un huerto cerrado, que te recrea, como dice
en los Cantares, en la» asueenat, ó uno» del campo (i).
Preludio segundo: Será pedir al Señor vivo conoci
miento del fin religioso, y gracia para trabajar fielmente
para alcanzarlo, diciéndole con la Esposa de los Canta
res: «Atráeme, Señor, en pos de TI, y correré al olor de
»tus aromas» (2).
P unto 1.a—Fin. (Oh, alma religiosa! ¿cuál es tu fin?...
Escucha lo que te dice el Señor por un Profeta: Te haré
mi Btpota por toda la eternidad... haciéndote jutta, tan
ta, v coronándote de imponderables misericordias (3)... Hé
aquí los dos fines: el inmediato; Esposa eterna del mis
mo Dios... ei mediato; la justicia, la santidad, el reco-
(1) Qui Yult venire post Me, abneget semetipsum, tollat crucera suam,
et sequatur Me. (Mat. 16.)
(2) Abeas i te; fias aliena & te; desloas esse quod eras, lnc! pías !esse
qaod non eras. (8. Grog.)
(8) Abneget, et adjuret, .ut non solam Christi legi, sed et consilils
ejus Evangelicis sese conformet. (Víctor Antioch.)
(4) Tollat crucem suam. (Mat. 16.)
(&' Tollit crucem suam, qui mundo cruciflgitnr. (S. H ier.)
(6) Conformes fleri imaginis filii h u í . (Rom. 8.)
— 228 —
para que merezcas llegar & la perfección de las virtudes (1).
No olvides que Él mismo te dice: Yo soy el camino, la
verdad, y la vida (2). ¿Sigues, pues, tu este caminí#...
¿Buscas esta verdad?... ¿Cómo vives?....
Punto 3.®—Indiferencia. Esta ha de proceder del des
apego de ti misma, y de todas las cosas criadas. Cuanto
más apartado tu corazón de ellas, tanto más rendido &
la voluntad de Dios... ¿Y en qué has de estar indiferente?
En todo lo que es concedido á tu libre albedrío... Y asi,
Indiferente, en la reputación; sea ésta buena, sea mala;
seas buscada, seas despreciada... ¿Qué importa esto?...
Acuérdate de la máxima del gran San Francisco de Asís:
Ténganme por lo que quieran; nunca seré más ni menos,
de lo que soy delante de Dios; y delante de Dios soy...
nada... Indiferente, en los oficios; sean estos honrosos,
sean despreciables; sean grandes, sean humildes... Con
sidera, que de ti eres incapaz de todo... inútil para to
do.. si algo tienes, lo tienes de Dios. ¿Porqué, pues, glo
riarte de lo que no es tuyo? (3)... Indiferente, en la salud;
sea flaca, sea robusta; estés enferma, ó estés sana; y si
bien es verdad, que has de mirar por tu salud, pero
siempre con sujeción de tu voluntad &la voluntad divina.
Sólo Dios sabe lo que te conviene para tu salud eterna..'.
Indiferente en la vida; sea esta tranquila, sea trabajosa;
sea larga, sea corta... Tu vida no es tuya, es de Dios,
pues como dice el Apóstol: en Dios oioimos (4)... Indife
rente en las cosas del espíritu; consuelos ó desolaciones;
quietud, ó tentaciones... Arroja, te dice el Profeta, en el
seno del Señor todas tus ansiedades; Él cuidará, de ti (&)...
¿Y es asi como te encuentras?... ¿Y qué?... ¿Te arredra
esta indiferencia?... Ga: esfuérzale áella... desea sola
mente que se cumpla en 11 la voluntad divina...
(1) Ipsum, pro possibilitato tua, debes i mi tari, ut ad consummatio-
nem virtutum pervenire merearia. (S. Ohrys.)
(2) Ego Bum via, veritas, et \ita. (Joan. 14.)
(8) ¿Quid gioriaris, quasi non acceperis? (l.aeCorin. 4.)
(4) la Deo Yivimns. (Act. 17.)
(5) Jacta super Dominum curam tuam; Ipse te enutriet. {Ps. 64.)
-2 2 9 —
C o l o q u io .—Será
pedir al Sefior el verdadero espíritu
religioso, que al paso, que purifique nuestro corazón de
todas las afecciones terrenas, lo rinda enteramente ásu
voluntad, dicióndolo con todo afecto: «Sefior, tenga yo
«contigo un mismo querer, y no querer; y no pueda yo
«querer, ó no querer, sino lo que tu quieras, ó no quie-
»rae» (1).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecer los propósitos,
y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el examen de la
meditación.
B n iT IC IÓ N 8/
De la gravedad, y malicia del pecado de la persona
religiosa.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Imaginarse al alma como encarce
p r im e r o :
lada en el cuerpo; y alma y cuerpo, como desterrados á
vivir en este mundo entre brutos animales.
P r e lu d io segu n d o: Será pedir al Sefior crecido, é inten
so, esto es, vivo y penetrante dolor de los pecados co
metidos, y lágrimas verdaderas, que basten á borrar
los, diciendo con el Profeta: «¿Quién convertirá mis ojos
»en fuentes de lágrimas, para llorar día y noche mis
pecados?» (2 )
P u n t o 1.®— Si tan grande es la fealdad, y malicia del
pecado mortal en cualquier persona, ¿qué será en la per
sona religiosa?... ¡Ohl no hay palabras, que basten á
esperarlo debidamente... Tres razones nota Santo To
más, que manifiestan la gravedad de este pecado. Estas
(1) Sit mihi, Domine, uoum velle et nolle tecum, nec aliud posae rel
ie aut nolle, nisi quod tu vis et noii9. (Kem. 1. 8, c. 16.)
(2) ¿Quis dabit oculis meis fontem lachrymarum, et plorabo die ac
nocte? (Jer. 9.)
-2 3 0 -
son: Por los voto»; por el desprecio’, por el escándalo (1).
Primeramente dice, que es gravísimo, á causa de tos vo
tos, esto es, por razón de la persona que lo comete.
Mira bien, alma religiosa, lo que eres. Eres persona con
sagrada á Oíos, de un modo especial, por los votos,
con que & Él te has ofrecido... Ya no eres de ti... ni
te perteneces á ti... eres sola, y únicamente de Dios...
Cuando pecas pues, á más de contrariar su divina
Ley, le robas la libertad, que le has ofrecido con los
cotos, parausar de ella á tu antojo... ¿Dónde está pues
tu entero sacrificio?... jAy! Haces como los perversos
hijos de Heli, que se quedaban con lo mejor de los sacrifi
cios ofrecidos al Señor (2)... Pero atiende, que de ellos
dice Dios, que su pecado era enormísimo (3). Enormísimo,
pues, es el pecado del alma religiosa, que bajo este con
cepto, podríamos llamarle sacrilegio... Más todavía: los
mismos cotos hacon quo la porsona religiosa esté obli
gada á aspirar á la santidad... no santidad común, sino
á la perfección... bago este concepto pues, en el pecado
del alma religiosa, hay un mayor desorden; no quiere
conocer al Señor, ni atiende á su obligación (4). jAyl ¿Y
asi has obrado tú?... Humíllate... arrepiéntate...
P u n t o 2 .°— En segundo lugar, dice Santo Tomás, que
el pecado del alma religiosa es gravísimo por el despre
cio. La persona religiosa, por el estado que profesa, de
be conocer más, que la seglar, quien es Dios... su bon
dad... su misericordia... su justicia... en una palabra,
debe conocer más el desorden del mal... y pecando des
precia este conocimiento... no lo quiere, como dice
David, para obrar el bien (5), cierra sus ojos, para en
tregarse al pecado, ¡qué horror!... para obrar el mal,
desprecia las reglas de cioir bien, dice el sabio Belarmi-
KXDITJLCIÓMr 8.a
Del infierno de la persona Beligiosa.
Oración p r e p a r a t o r i a : La de costumbre.
P r e l u d i o p r i m e r o : Figurarse en el centro de la tierra
un estanque, ó pozo muy alto, muy ancho, y profundísi
mo, lleno de fuego, pez y azufre, y en él innumerables
(1) ¿Qtiid feci Ubi... aut quid molestas fui Ubi? Responde mihi.
(Mich. 6.)
(2) Nolo raortem impii, sed ut convertatur et viyat. (Bzech. 38.)
(8) firravi sicut ovis q u » periit, qufflre servum tunm, quia mandata
tna non sum oblitus. (Ps. 118.)
16
— 234 -
demonios, y almas, ardiendo, y penando horrorosa
mente.
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir al Seflor interno y vivo
sentimiento de la pena que padecen los condenados,
para que, si roe olvido, por mis continuas faltas, de su
Divino amor, á lo menos, el temor de las penas me re
traiga del pecado, dioióndole con el Profeta: «Traspasa
»mi corazón y mi cuerpo con tu santo temor, pues tus
«juicios, que amenazan penas horribles, me han llenado
»de espanto» (l).
P u n to l.°—Posibilidad de condenarse una alma reli
giosa. No hay persona, por más que sea religiosa, que
durante esta vida miserable, no esté expuesta á pecar
mortalmente, y morir en el pecado, y de consiguiente,
condenarse. Para todos indistintamente está escrito:
Mire bien, que no caiga, el que piensa que está seguro (2).
Por eso dice San Agustín, que con humildad y perseve
rancia debemos implorar la gracia, para poder perseverar
en ella (3). No; no hay quien pueda presumir de si... no
hay estado en este mundo, que de si, asegure la salva
ción... es preciso cooperar... ¡Ay! ¡Cuántos han caido
de la m&s alta cumbre de la santidad, y se han perdido
eternamente!... Alma, que esto oyes, por justa que seas,
puode & ti suceder te lo mismo... Cuando el grande
Apóstol San Pablo tomla do si, y por esto se mortificaba;
castigo mi cuerpo, decía, para no hacerme réprobo (4)...
cuando decía, que de nada le remordía su conciencia,
pero, que no por esto se consideraba ya seguro (5), ¿no te
merás tú?... ¿Te tendrás ya por segura, sólo porque
eres religiosa? ¡Oh! El Apóstol, lan celoso... y tú, ¿tan
(1) Conflge ti more tuo carnes meas, & jndiciis enim tais (poen»s hor-
r i bles commin&ntibus) timui. (Dellar.)
(2) Qnl se existimat a ta ra , videat na cadat. ( l . « Cor. 10.)
(8) Humiliter et sollicite Dei gr&tiam imploret quisque, ut in gratia
perseverare sat&gat. (S. Aug.)
(4) Castigo Corpus meum, ne reprobas efflciar. (l.te Cor. 4.)
(5) Nihil mihi conseius sum, sed non in hoc juatiflcatus sum. (I.®
Cor. 4.)
-2 3 5 —
tibial... Él tan virtuoso... y tú, ¿tan defectuosa?... Pero
bien, ¿eres justa? Escucha lo que dice Jesucristo: Ot
digo &vosotros, amigos míos: temed á Aquel que puede lan
zaros al fuego eterno (1)... Y obsérvalo bien; lo diceá
sus amigos... ¿Quiénes son estos? Los Apóstoles, y en
su persona, todos los justos. Vano serta este temor, s¡
el estado imposibilitaba la condenación... ¿Y eres tú,
por ser Religiosa, de un estado más alto, del que eran
los Apóstoles?... ¿Eres más justa que ellos?... (Misera
ble!... piénsalo bien; y trabaja en tu salvación, como te
dice el Apóstol, con un santo temor, y temblor (2).
P u n t o 2 .° —Facilidad de condenarse una alma reli
giosa. Cuán fácil es caer, y morir en pecado una alma
religiosa, tan fácil es condenarse. Del Colegio Apostólico
se condenó uno, Judas... Acuérdate, quo no el ser reli
giosa da seguridad de salvación, sino, ol vivir y morir
religiosamente... Y |ay! ¡Cuántas almas, que profesan
el estado religioso, viven aseglaradamente... sin espí
ritu... sin observancia... tibias... imperfectas... negli
gentes... y lo que es más, pecadoras!!.. ¡Cuántas, que son
religiosas de sólo el hábito, sin corresponder á su sig
nificado!! ¡Oh! son, como dice San Judas, nubes sin agua
llevadas por el ciento, presentan religiosidad y son esté
riles en la virtud... Arboles de otoño (3), que no dan fru
to sazonado de buenas obras; y escrito está, que todo
árbol, que no da fruto bueno, será cortado, y echado al
fuego {4)... Ves la facilidad? ¿Cuántas Religiosas excla
man: Señor! Señor!... pero no obedecen... no se sujetan
á la voluntad divina... creen, si, pero no obran... ¿Qué
será de ellas?... Es sentencia de Jesucristo, que no todos
los que le dicen: Señor, Seflor, entrarán en el Reino de los
(1) Dico vobia amias meis; tímete Eum, qui liabet potestatem mitte-
ra in gehenn&m. (L úa. 12.)
(2) Cum timore, et tremore salutem vestram operamini. (Philip. 2.)
(8) Nubes sine aqua, quae ¿ ventis circumferuntur, arbórea autum
nales. (Judas. 12.)
(4) Omnis arbor, quas non facit fractura bonum, excidetur, et in ig-
oem mittetur. (Luc. 8.)
— 236 —
Cielos; sino sólo los que harán la voluntad del Padre Ce
lestial (1)... ¿Cómo te portes tú?... mira, que no te ilu
siones... no te engañes á ti misma... fácilmente puedes
perderte, pues como dice San Crisóstomo, el alma, que
no obra según la doctrina de Cristo, no entrará en el Rei
no de los Cielos (2).
P u n t o 3.°— Terribilidad de la condenación del alma
religiosa. Altísimo es el estado que profesa el alma reli
giosa: de ella se puede decir: como el lucero de la maña
na, asi brilla en el templo de Dios (3). ¿Cu&l será, pues,
y cuán horrible su calda á los abismos?... Si á los más
encumbrados amenasa mayor tormento (4), ¿quó será de
la que ha despreciado un estado tan santo, como profe
saba?... La terribilidad de los suplicios está en relación á
la gravedad de sus pecados. Cuánto más graves son és
tos, por la mayor ingratitud... por el mayor desprecio...
por el mayor escándalo... tanto mayores serán sus tor
mentos, y más tremendas sus penas... La de daño, por
la mayor privación de la mayor gloria, á que estaba des
tinada... por la mayor pérdida de la más clara vista de
Dios, que se le esperaba... por el mayor desprecio de las
mayores gracias que habla recibido... La de sentido, por
ser más punible, y vergonzosa en ella la adhesión á las
cosas viles, y caducas de la tierra, que en su día habla
renunciado... ¡Qué burlas! ¡qué desprecios tondrá quo
sufrir de los demonios mismos!! tu soberbia, le dirán,
ha sido abatida hasta los infiernos, y á nosotros te has
hecho semejante!! (5)... Qué horror!! la que habla de es
tar entre los Ángeles, verse para siempre á los piés de
los demonios!!... Piénsalo bien, alma religiosa, y apro
(1) Non omnis qui dicit mihi: Domine, Domine, intrabit in regnum
coelorum, sed qui fecit yoluntatem Patrie mei, qui in coelis est. (Mat. 7.)
(2) Qui non conyersatur aecundum yerbum Ohristi, non intrabit in
regnum coelornm. (S. Chrys.)
(3) Quftsi stella matutina, sic effuleít in templo Dei. (Eccli. 50.)
(4) Fortioribus fortior inetat cruciatio. (Sap. 6.)
(5) Detracta est ad infeios saperbia tua, tu nostri similis effecta es.
(le. 14.)
— 237 —
vecha el tiempo que Dios te concede... sigue el camino
del bien, mientras tienes luz; no sea el caso que te sorpren
dan las tinieblas (1).
Co l o q u io . — Será humillarse mucho á la presencia del
Señor, pedirle perdón, y decirle con San Agustín: «Aquí,
»Seflor, me abraséis, aquí cortéis sin compasión, mien-
otras eternamente me perdoneis» (2).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecerle los propósi
tos, y pedir gracia para cumplirlos.=Por último el
examen, etc.
HXDIT1CIÓIT 4.a
Diferencia de muerte en la Religiosa relajada, ó fervorosa*
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Figurarse estar ya en aquellos úl
p r im e r o :
timos momentos de la vidav agonizando, y con la can
dela en la mano.
P r e lu d io segu n d o: Será pedir al Señor vivo conoci
miento de lo que sentiremos en aquellos terribles mo
mentos acerca la vanidad del mundo, y de la impor
tancia de la salvación, diciendo al Señor con el Profeta:
«Iluminad, Señor, mis potencias con vuestra benigna
^mirada, para que no incurra en la muerte del peca-
üdoti (3).
P u n t o 1.° —Consideremos primeramente á una Reli
giosa pecadora en el lecho de la muerte. (Oh! ¡qué espec
táculo tan triste!... ¿Qué le pasa á aquella alma infeliz?...
Mira, que espanto lo causa la muerte!... le viene de im
proviso... vivía descuidada... sin vigilancia... comodor-
HIDITICIÓN *.*
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io p r im e r o :Será figurarse una Religiosa & la
presencia del supremo Juez Jesucristo, que le exige
cuenta de la fidelidad, que le ha guardado, como Esposa
suya.
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir al Señor luz para cono
cer ahora lo riguroso de la cuenta; y gracia, para pre
venirse con tiempo para recibir al Esposo, cuando la
llame; diciéndole con el Y. Tomás de Kempis: «Dadme,
«Señor y Dios mió, vuestro auxilio, para serviros con
toda santidad» (2).
P u n t o l.°—Dice Jesucristo en el Santo Evangelio, que
en el dia del juicio, el Reino de los Cielos, esto es, como
interpretan los Santos Padres, la Iglesia militante será
semejante á dies vírgenes, que tomando sus lámparas, sa
lieron á recibir al Esposo, y ála Esposa, esto es, en sentir
do los mismos Santos Padres, á Jesús, y á la Iglesia
triunfante; pero que cinco de ellas eran fáluas, ó necias,
y cinco eran prudentes (3). En estas diez vírgenes, dicen
(1) In hora mortis mea roca me; et jube me venire ad Te; ut eum
Sanctis tuis laudem Te; in uecnlorum 8sécula. Amen. (S. Ignstlng.)
(2) Adjuva me Domine Deua in sancto servitio tuo. (Kem. 1. cap. 19.)
(3) Tune, aimile erit ragnnra ccelorum decem virginibus, quse aco
píenles lampades suas, exierunt obviftm sponso et sponsa; quinqué an
tena ex ele erant fatu», et quinqué prudentes. (Mat. 25.)
— 243 —
San Agustín, San Crlsóstomo y San Gregorio, están sig
nificadas principalmente las alma3 religiosas, que se
llaman: Vírgenes del Seflor... Pero ¡ay! ¡Quién lo dije
ra!... no todas son prudentes... hay también necias!...
Y asi en esta parábola están indicadas las dos clases de
Religiosas, fervorosas, y libias.
Consideremos, pues, qué hacen aquellas, y quó ha
cen éstas. Dice Jesucristo: Las vírgenes fátuas tomaron
las lámparas, pero no se proveyeron de aceite', empero las
prudentes tomaron las lámparas, junto con unas vasijas
llenas de aceite; y como tardase el Esposo, todas se ador
mecieron, y por fin se durmieron (1); esto es, dicen los
3antos Padres, esperaron todas durante la vida, y por
(In, murieron... Hé aquí lo que sucede en las almas re
ligiosas. Las fervorosas toman las lámparas, esto es,
atienden á su conciencia... que es la lámpara del alma,
según San Hilario y San Jerónimo (2), entran por el
camino de la virtud, cuya puerta es la Religión... son
vírgenes, dice San Crisóstomo, y llevan consigo en su
entendimiento, y en su corazón,! que son los vasos del
alma, según los Santos Padres, el puro aceite de la rec
titud de intención... del deseo y aspiración á la perfec
ción religiosa... en una palabra, del amor de Dios, ó ca
ridad (3)... y esperan... pero ¡con qué quietud! ¡con qué
confianza! ¡con qué amor!!... nada les perturba... an
sian la llegada del Esposo... se lamentan con David:
¡Ohl cuánto tarda mi Amado!!... (4) están preparadas...
Las tibias, empero, entran también por el camino de la
verdad, porque entran en el asilo santo de la Religión...
son vírgenes (5), dice San Agustín; y asi toman también
las lámparas... mas, no se proveen de vasos de aceite,
(1) Quinqué fatua, acceptis lampadibus, non sumpsernnt oleum secum;
prudentes yero acceperunt oleum in vasis suis cum lampadibus. Moran
autem faeiente sponso, dormitarerunt omnes, et dormierunt. (Mat. 25.)
(2) Lampas, mona fldells est. (SS. Hilar, et Hier.)
(8) Cum virginitate habent oleum charitatis. (S. Chrys.)
(4) (Heu mihil quia incolatus meus prolongatns est)
(6) Virgínea aunt. (S. Aug.)
-2 4 4 —
para llenarlos & b u tiempo... esto es, tienen el entendi
miento, y la voluntad, vactos de rectitud, y de amor... no
quieren adelantar, ni tan solo aspirar á la perfección...
dicen, que les basta ser Religiosas... que ya procuran
no hacer pecados... y que asi, esto les basta para sal
varse... (qué ceguedad!... están desprevenidas!!... espe
ran, si, ál Esposo... pero con cierto temor... con descon-
fianza... con recelo, porque ya conocen que no corres
ponden fielmente á su vocación... y así, lejos de desear
al Esposo, se espantan de su venida... temen, porque está
escrito: al alma perezosa, tibia, la derriba el temor ( 1)...
Y tú, alma religiosa ¿á cuál de las dos clases perte
neces? Piénsalo bien... sacude toda sombra de tibieza...
y procura, mientras tienes tiempo, hacer acopio del
buen aceite del fervor, y de la caridad, para cuando
venga el Esposo á llamarte para las bodas eternas...
P u n t o 2 .°— ¿Cómo se encuentran á la llegada del Es
poso? Las prudentes, preparadas... las fáluas, despreve
nidas... todas toman las lámparas... mas ¡ay! tanto
como arden las de las primeras, las do las sgundas no
dan lus alguna (2)... Asi sucede á las Religiosas, en la
hora de la muerte, que es el llamamiento del Esposo.
Las fervorosas jqué jubilo!... toman sus lámparas, esto
es, miran su conciencia; y ven, que arde con aceite eterno,
como dice San Agustín, esto es, por la bondad y segu
ridad de sus buenas obras; arde con gloria interior,
por la rectitud de su intención, no habiendo buscado
aplausos ni glorias mundanas; arde con caridad perfecta,
por el puro amor de Dios (3)... ¡qué tranquilidad!
¡qué gozo!!... Mas, las tibias son llamadas también:
hé ahi que el Esposo cieñe (4)...se leoantan (&)... toman
también sus lámparas, miran su conciencia... pero ¡ay!
(1) Pigrum dejicit timor. (Prov. 18.)
(2) Extinguntur. (Mat. 25.)
(3) Oleo eterno, nempe, conscientiae securiUte, interiori gloria, inti
ma charilate. (S. Áug.)
(4) Ecce sponsus venit. (M at. 25.)
(5) Surrexerunt omnes. (Id).
— 245 —
¡qué desgracia!... ¡esta lámpara... no arde!/... (1) les falta
el aceite de su bondad... podían obrar, y por pereza no
obraron!... dtbian obrar, y despreciaron los medios...
¡qué remordimientos!!... y la lámpara... no arde!!... les
falta la rectitud de intención en lo que han hecho...
obraban por vanidad... buscando los aplausos y la glo
ria mundana... y este aceite ardía durante su vida, dice
San Agustín... pero ahora, á la presencia del Esposo
no es bueno este aceite... 110 arde!! (2) ¡qué confusión!!
les falta por último el aceite de la caridad... del puro
amor de Dios... se han buscado á si... no ban vivido
sino para si... y ahora no encuentran más que su mi
seria, y su pobreza!... y la lámpara... no arde!!!... Es ver
dad; buscan... piden... dadnos de vuestro aceite, dicen á
las fervorosas (3), pero éstas no pueden, pues les fa l
taría á días (4)... y asi no encuentran quien se lo pres
te, ni quien se lo venda... ha pasado el tiempo de com
prar (5), dice el P. San Jerónimo, ó sea de merecer...
¡Qué pena! ¡qué temor!!!... ¡Oh, alma religiosa! atiende
bien á todo esto... pondera bien esta diferen ci a=/>repa-
rada=despreoenida=y reflexiona sobre ti... mira cómo
te hallas... y no olvides, que el Esposo vendrá de repen
te... á la media noche (6), esto es, dice San Jerónimo,
cuando menos lo pienses (7)...
P unto 3.°— ¿Qué resultado experimentan? Las vírge
nes prudentes, dice Jesucristo, com o preparadas, que
están, entran con el Esposo á las bodas (8). Las necias
como desprevenidas, encuentran ¿o puerta cerrada (9).
Hé ahí lo que acaece á las almas religiosas en aquella
H XDITACI0N 0.a
De la Conversión de la Magdalena.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Dimi&sa snnt ai percata multa, quoninm dilexit multum. (Luc. 7.)
(2) Mulier hoec jam amplius non est peccatrix, nec indigna contacta
pedum meorum, ut tu eeslimas, ó Simón, sed sanctior te est, dignior-
que meo attactu. (S. Aug.)
(3) Et converaus ad mulierem. (Lúe. 7.)
(4) Remittuntur tibí peccata tua. (Luc. id.)
(5) Non tantum omnem calpam, sed et omnem poenam culpeo debí*
Um ei reinissil. (R. P. A Lapide.)
(6) Vade in pace. (Luc. 7.)
(7) Vade tranquilla, teta et feliz, pretérita amplius tibi non noce-
bunt, nec conscientiam tuam amplius lancinabunt; Tade in pace.
(S. Euthym.)
— 253 —
por grandes quo hayan sido tus extravíos... por muchos
que hayan sido tus pecados, no te abandones, no des
confíes... mira & la Magdalena, imítala... humilde & los
piés de Jesús... no habla, sino que llora... no pide, sino
que ama... no desespera,sino que confía... haz túlo mis
mo (l)... arrójate & los piés del Seflor... llora tus peoí
dos... ama de todo corazón... confia en la bondad In
mensa de Jesús, que te llama, y te recibe... y de seguro
que oirás también de su boca divina: vete en paz; tufe,
y tu confianza te han salvado (2).
Coloquio.—Será dirigirse al Señor, pidiéndole perdón
de los pecados y arrojándose confiadamente en el seno
de su misericordia, decirle con el Santo Profeta: «Habed
«piedad de mi, ó Dios mió; compadeceos de mi, que mi
nalma tiene puesta en Vos toda su confianza» (3).
Se concluirá con un Padre-nueslro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecerle los propó
sitos, y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el exa
men, etc.
M 3B3TAOSONBS
PAR A LA SEGUNDA SEMANA.
HKDITACIÓIT P B S T II,
De la conquista del Beino de Cristo.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a k a t o k ia :
P r e l u d io Figurarse ver á Cristo Nuestro Se
p r im e r o :
ñor, predicando en aquella tierra de la Palestina, en
las Sinagogas, Villas, y Castillos el Reino de Dios.
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir la gracia á Nuestro
Seflor, para que no seamos sordos á su llamamiento,
sino prontos, y diligentes en cumplir su santísima vo
luntad, diciéndole con el Profeta: «Señor, enseñadme
»á hacer en todo vuestra voluntad» (1).
R e p r e s é n t a t e ante todo, alma cristiana, (como nota
el Santo) un Rey de este mundo, pero divinamente ele
gido, reverenciado y obedecido de todos los Principes
y pueblo cristiano; que divinamente inspirado, prepara
una expedición para conquistar la tierra de los ínfleles;
resuelto á trabajar, y entrar en batalla, arrostrando
(1) Non qnffiro gloriam manra, sed Rjns, qui miasit me. (Joan. 7.)
(2) Volt omnes hotnines salvos fieri. (1.® Timoth. 2.)
(3) In gloriam meam creavi eum. (Is. 48.)
(4) Habetis fineoi, vitam seternam. (Rom. 0.)
(5) Si quia vult poat me veni re. (Mat. 16.)
(6) Sequero me. (Mat. 9.)
(7) Qui non est mecum, contra me est. (Luc. 11.)
(8) Audi Israel, quem ego toco. (Ib. 48.)
- 258 —
liar mió (1). ¡Oh! si. Con la inspiración santa te llama,
no sólo á ofrecerte como los demás, sino á hacer obla
ciones de mayor estima, y mayor momento, á hacer contra
la propia sensualidad, contra el amor carnal y mundano.
Esto, es ya no sólo resistir, sino combatir, es acometer
á los tres enemigos con las armas de las virtudes con
trarias... A esto estás llamada, alma cristiana, con los
sentimientos, que el Señor te infunde, de seguir la per
fección; esto, es señalarse en todo servicio del Rey eter
no... ó sea, ponerse junto á Él... ir á su lado, como
los soldados de las compañías de preferencia rodean
á su General, y á s u Rey... |Qué gloria! ¡qué honor!...
¿Lo practicas asi? ¿Eres quizás de aquellas almas, que
con tardanza, con lentitud, con desagrado, con tibieza,
sirven á tan gran Rey?... ¿Eres de aquellas, que habien
do emprendido el camino de la perfección, se cansan...
retroceden? ¡Ay! /Cuántas almas, dice San Agustín, son
llamadas por el Oriente, Dios, y vuelven los ojos al Occi
dente, el mundo! (2)... Acuérdate que está escrito, que
ninguno que ha puesto la mano al arado, y vuelve los ojos
atrás, es apto para el Reino de Dios (3). Los soldados
rezagados, y que se apartan de su Rey, son presa de
los enemigos... ¿Lo entiendes?... aprende, pues... en
miéndate y propon...
punto 4.°— ¿Qué exige? ¿Qué promete?... Escucha:
Quién quisiere venir conmigo, ha de trabajar conmigo.
Esto te lo dice el Rey eterno, Jesucristo... El Rey tem
poral, que suponíamos, quiere, que el que le siga, coma,
beba, vista, trabaje, y vigile como él, como yo, dice, esto
es, á su semejanza, siguiendo su ejemplo... pero Jesu
cristo no se contenta, que combatas como Él, quiere
(1) Ne timeaa, quia Ego tecum sum, ne declines, quia Ego Deus tuus
confort&vi te, et auxiliatus sum tihi, et niiscepit te dextera justi mei.
(Is. 41 et 43.)
(2) Ego vici mundum. (Joan. 16.)
(8) Non viciseet lile mundum, sí ejua membra vinceret mundos.
lS. Ang.)
(4) Ego dispono vobis, sicut disposait mihi Pater regnum, ut edatis,
et bibatis super mensam meam in regno meo. (Luc. 22.)
— 260 —
»de todos los Santos, y Santas de la Corte Celestial, que
»yo quiero, y deseo, y es mi determinación deliberada
»(sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza) de
limitaros en pasar todas las injurias, y todo vituperio,
»y toda pobreza, así actual, como espiritual, querién
dom e vuestra Santísima Majestad elegir, y recibir en
»tal vida y estado».
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecer los propósitos,
y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el examen, etc.
HIOIT1CIÓN f
De la Encarnación del Hijo de Dios, considerada como
misterio de amor infinito.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Traer como historia, de que la Tri
p r im e r o :
nidad Santísima mirando al mundo, y viendo que todos
los hombres se condenan, determina en su eternidad,
que la segunda Persona se haga hombre, para salvar al
género humano; y en la plenitud de los tiempos, envía
al Arc&ngel San Gabriel á la Virgen Maria Nuestra Se
ñora, para anunciarle este misterio.
P r e l u d io s e g u n d o : Representarse la gran capacidad
del mundo, lleno de tantas y tan diversas gentes; pero
principalmente mirar á la Santísima Virgen, retirada en
su casa de Nazaret.
P r e l u d io t e r c e r o : Será pedir al Seftor conocimiento
interno del amor, con que por mi se ha hecho hombre;
y gracia, para más amarle, y seguirle de cerca, dictán
dole con el Profeta: oHaced, Seflor, que os ame, Vos que
osois mi Salvador» (1).
P u n t o 1.° —Indignidad, del hombre, para un tan singu
lar beneficio. Trasladémonos con la consideración en la
época, en que viene Jesucristo al mundo... ¡Ohl ¡Cuatro
(1) Diligam Te Domine, llberator mena. (Ps. 17.)
— 261 —
mil aftos que el hombre está sumido en el pec&doll ¡Qué
horror!! Miremos, como indica el Santo, la multitud de
gentes, que ha habido, y hay en el mundo... su diversi
dad en edades... en costumbres... en estados... en con
diciones... como han ido, y van sucediéndose las genera
ciones unas á otras, sin interrupción, pero ¡ay! siempre
de mal en peor!!... Bien sabe el hombre que ha de venir
la redención, puesto que la reveló Dios á Adán, luego
de haber pecado... pero ól, ingrato, la desprecia... no
hace el menor caso de este rasgo de misericordia infini
ta... ciego, cuánto más adelantan los tiempos, m&s cre
ce en su malicia!!... ¿Cuáles son, ó sino, sus pensamien
tos?... ¿Cuáles sus palabras?... ¿Cuáles sus obras?...
|Ah!... todo es desorden... todo malo... todo perverso...
En todo se piensa... de todo se habla... todo se practica
del modo más indigno... Se prescinde de Dios... no se
conoce, mejor, no quiere reconocerse un Ser Supremo...
En todas partes se le blasfema... so le insulta... se le
aborrece... Se obra contra el dictámen mismo de la ra
zón... y como animal inmundo, se revuelca el hombre en
un cenegal de vicios y abominaciones... ¿Qué obras bue
nas encuentra el Señor á su oenida, dice el P. San Agus
tín? Ninguna: todas son obras malas (1). La misma pe
queña familia, que el Señor se habla escogido, como
pueblo suyo, se ha degradado en extremo, y apenas hay
en ella quien conserve puro e! santo temor de Dios...
todos se han extraviado, no hay quien obre el bien (2)...
¡Abominable prevaricación del hombre!! ¿Qué merece?
¿De qué se hace digno?... ¡Ay! Solamente de la ira divi
na (3)... del infierno... ¿Y tú, alma cristiana? ¿Qué dices
de tf misma?... Tú puedes, y debes considerarte entre los
indignos... En la presencia de Dios, estabas por el pe
cado destinada al infierno... Y de presente, cuando ya
(1) ¿Qoorum opera boa» lnyeoit Dominas? Nalloram: omnia opera
mala lnvenlt. (S. Ang.)
(2) Omnes deelinayernnt... non est qui faciat bonum. (Pe. 13.)
(3) Iram Domini weretur. (2. Par. 19.)
— 262 —
no esperas la redención, sino que vives en la época feliz
de haberse ya verificado, ¿cómo estás? ¿Continúas en los
desórdenes?... ¿Cuál es tu conducía?... ¿Eres reconoci
da?... jAhl... Humíllate profundamente... ama á quien
tanto te ha amado... y arregla tu vida, de modo que te
hagas digna de recibir los efectos de este misterio de
amor infinito...
P u n t o 2 .° — Dignación de Dios con tan singular benefi
cio. jQuién lo pensara!... En medio de tanta indignidad,
Dios se acuerda del hombre... Dios piensa en el hom
bre... á pesar de tanta perversidad, Dios se compadece
del hombre... sus pensamientos, sus palabras, sus
obras son un rasgo, casi diriamos, un exceso de amor,
para con el hombre... resuelve redimirlo del pecado...
quiero, que reaparezca en toda su brillantez la imagen
divina, que le ha impreso en su creación, y que el mis
mo hombre ha ofuscado con su perversidad, y malicia...
En un principio dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra
imagen y semejanza (1); y después del pecado, escomo
si dijera: Redimamos al hombre, rehagamos nuestra ima
gen... ¡Qué bondad!... Para con los Ángeles malos, fle
cha su ira, y los arroja sin remedio á los inflemos... y
para con el hombre, que merece Igual castigo, quiere
manifestar su misericordia, y levantarle de su miseria!!
Así es... y cuando el hombre está más olvidado de Dios,
Dios anuncia esta su eterna determinación, por medio
del Arcángel San Gabriel, otro de los siete espíritus, que
están á su presencia, á la criatura más digna, que han
visto, y han de ver los siglos... á la purísima é inmacu
lada siempre Virgen María, que desde su retiro en Na-
zaret, clama al Señor con más ansias, y deseos, que los
Patriarcas y Profetas, que ende para remedio del género
humano al Mesías que tiene prometido (2)... Y el Ángel
la saluda llena de gracia, y le dice, que el Señor la ha
escogido para ser Madre de su Unigénito... y Marta se
(1) Faeiamus hominem ad ¡maginem et similitudinem nostram. (Joan. 1.)
(2) Mitte quem mlssurus es. (Eiod. 4.)
-2 6 3 -
humilla profundamente al oir semejantes palabras, y se
llama, y se tiene por sierva, y esclava del Señor (l). ¡Qué
rasgo de amor! ¡qué dignación tan sublime la de Diosl!
¡qué humildad! ¡qué profundo abatimiento el de María!!
¡Oh, alma cristiana! Mira bien lo que debes al Señor,
que por amor á ti, obra cosas tan estupendas!... ¿Y no
correspondes? ¿y no amas? ¿y no te humillas? Reconoce,
te diré con San León, la dignidad, á que ie eleoa el amor
de todo un Dios, y no quieras en adelante desdecir de ella
con tu mal comportamiento (2)... Imita á María, que sin
ser indigna como tú, se humilla de una manera tan
profunda...
Punto 3.°—Medios de que se vale el Señor para un tan
singulár beneficio. Resuelta en los consejos eternos la re
dención del linaje humano, ¡cuántos medios tenia Dios
para remediar la miseria del hombre!... Podia condo
narle la deuda, que habla contraido, perdonándole por
sola su misericordia... podía formar dei polvo de la tie
rra, otro hombre nuevo, que con ser inocente, satisfa
ciese por los demás hombres culpables... podía enviar
uu Ángel, un Serafín, que están siempre á sus órdenes,
y encargarle la redención del hombre... podía... ¿pero
qué?... todos estos medios, y cuantos se podian inventar,
aunque buenos en si, no, no satisfacían su amor... Uno
sólo llenaba sus deseos... uno sólo calmaba sus ansias,
si es licito hablar ast, porque amaba infinitamente al
hombre. Este medio fué, enviar á su Unigénito al mun
do, para que haciéndose hombre, revistiéndose de nues
tra carne mortal, diese cumplida satisfacción á la Ma
jestad Divina con sus penas, y con su muerte... ¡Oh!...
Asi, ast nos ha amado Dios, que nos ha dado á su Hijo
Unigénito!/ (3)... ¿Quién ha podido unir oxtromos tan
KXDITACIÓN 2.a
De la Encarnación del Hijo de Dios, eonslderada
como modelo de humildad.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io p r im e r o : da la Meditación anterior.
El
P r e l u d io se g u n d o : El de la Meditación anterior.
P r e l u d io t e r c e r o : Sor¿ podir al Seflor conocimiento
vivo del estado humilde, con que se presenta en el mun
do; y al mismo tiempo, gracia para saber seguirle de
cerca en las humillaciones, y desprecios, que nos sobre
vengan, diciéndole con toda humildad: «seflor, con
«vuestra gracia, os seguiré donde queráis» (2).
P u n t o i .°—Anonadamiento de Días-Hombre. Conside
remos bien, lo que abraza la humildad verdadera. En
primer lugar, según San Bernardo, la humildad es, des
cender á la vileza (3). ¡Oh! ¡y á cuánta ha descendido
Dios!... Dios... Majestad infinita, hacerse hombre....
siervo... esclavo!! ¿Quién puede comprender un tan pro
fundo abismo de humildad?... ¿Quién es Dios... quién es
el hombre?... ¿Qué distancia tan inmensa entre Verbo
Eterno, y miserable mortal!!!... Al Apóstol San Pablo,
parece, que le faltan palabras para expresar este admi
rable descenso del Hijo de Dios, y pasmado exclama:
(1) Bcce venio, ut faciam voluntatem tuam. (Ps. 89.)
(2) Sequar te quocumque ieris. (Mat. 8.)
(8) Descensus ad vilitatem. (S. Bern.)
18
-2 6 6 -
se anonadó á SI mismo (1), esto es, se hizo como nada;
tomando el Seflor la forma de siervo, hecho semejante á los
demás hombres (2). ¡Qué abatimiento, exclama San Grego
rio! Et Rey de Reyes, el Seflor de los que dominan, se reviste
de la forma de esclavof (3) El Verbo se hace carne (4); esto
es, se hace hombre, y hombre sujeto á dolores, como ob
serva San Bernardo, flaco, delicado, necesitado de socorro
ajeno, reducido en todo á la condición de hombre (5); y lo
que más admira, siendo inocente y sin mancha alguna (6)
se presenta, por condición de naturaleza, semejante
álos pecadores (7). ¡Oh!... ¡Quién no se pasma de la vi
leza, 4 que ha descendido el mismo Diosl!..; Y tú alma
cristiana, ¿qué haces? ¡Ahí Tú, en cierto modo, para
ser humilde, no, no has de bajar... Basta, que te con
sideres bien... que te tengas, y te manifiestes por loque
eres... ¡oh!... vileza... polvo... ceniza... nada... y lo que
es peor, pecadorati... y, esto no obstante, ¿te engreirás?...
¿No serás humilde#... No hay cosa más indigna, ni más
detestable, exclama San Bernardo, que, viendo el hombre
á un Dios empequeñecido, quiera él presentarse grande
sobre la tierra; y es cosa intolerable, que anonadándose la
Majestad infinita, se ensoberbezca un miserable gusano (8).
P u n t o 2.° —Sujeción absoluta de Dios-Hombre. En se
gundo lugar, la humildad verdadera comprende la su
jeción absoluta. [Oh! ¡Cuánto lo es ésta en un Dios hecho
hombre!!... En el instante mismo de la Encarnación
(1) Tune dixi: Ecce yenio, ut faciam voluntatem tuam. (Ps. 39.)
(2) Mortem autem crucis. (Pbilip. 2.)
(8) Descendí de ccelo, non ut faciam voluntalena mesm, sed voluuta-
tem RjU8, qui miiaitme. (Joan. 6.)
(4) Factus pro nobis maledlctnm. (Gal. 8.)
(5) Ule se quodammodo de plenitudlne et forma Dei evacaavit, for
man) serví acclpiens, ut In noble babiUret plenltudo Dlvlnitatis; et
pependit In ligno, ut p«ccstum qnod in ligno conmiseramos, in ligno
deleret. (S. Hier.)
- 268 -
MEDITACIÓN 8.a
Del Nacimiento del Hijo de Dios, considerado como
modelo de pobreza.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia : L a de costum bre.
P r e l u d io p r im e r o :Será recordar en suma, la historia
de cómo habiendo salido el decreto de Augusto Cesar
de que todos se empadronasen en el pueblo de su ori
gen, la Virgen Santísima, y San José emprenden el
vi«je de Nazareth á Belén, teniendo que recogerse en
un establo, donde nace el Divino Jesús.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será mirar con la imaginación,
(1) Propter vos egenus factus est, cum esBet dives, ut illius inopia
dtaites essetis. (2. Cor. 8.)
(2) Ditior cunctis opibus sscnli. (S. Bern.)
(8) Beatl pauperes epirltu. (Mat. 6.)
(4) jV® Yobla divitibust (Luc. 6.)
— 272 —
extremadamente pebre//... ¿Y nada te dice todo esto,
alma cristiana? ¡Ah! Clama el establo, dice el P. San Ber
nardo, clama el pesebre, claman los paños, claman las
lágrimas (1)... Escucha, las voces de aquel tierno In
fante, que con sus lágrimas te está diciendo: Mírame:
Yo toy pobre... y tú, ¿buscarás comodidades?... Yo, sumido
en el frío y desnudés... y tú, ¿ibuscarás halagos?... Yo,
entre el hambre y la sed... y tú., ¿complacerás tus senti
dos?... Yo, lleno de dolores y pesares... y tú, ¿te entrega
rás á los deleites? (2)... |0h! ¿qué respondes á esto, al
ma cristiana?... ¿qué te dice la conciencia?... Si experi
mentas alguna falta de lo necesario, ¿cómo lo sufres?...
¿te impacientas?... ¿Buscas tus gustos y comodidades?...
¡Ahí... Mira, que no seas hipócrita en la pobreza, apa
rentándola exteriormente, y encomiándola, y por otra
parte siendo, en realidad, rica por el afecto desordenado
á lo terreno... Si verdaderamente amas á Jesús... si quie
res seguir á Jesús... arrancado tu corazón el amor á
las riquezas, y comodidades... sigue á Jesús que se ha
hecho verdadero pobre por ti... Resuélvete... y propón..
P u n to 3.°— Efectos de la pobreza en el Hijo de Dios he
cho hombre. En la verdadera pobreza, la falta de lo ne
cesario trae consigo incomodidades, penas, angustias,
aflicciones... Y á todo se sujeta el Hijo de Dios hecho
hombre... todo lo abraza en su Nacimiento!... Falto de
todo, siente en extremo su delicada naturaleza el rigor
do la estación... el horror de la noche... la duresa del
pesebre... la incomodidad de las pajas... el hedor del
establo!... ¡Oh!... ¡cuántas contradicciones en aquella in
fantil edad!!... ¡y todo, efecto de la pobreza/t Penetran
al vivo su alma santísima las angustias de su amorosa,
MEDITACIÓN 4.*
Del KMlmitnto del Hijo de Dios, como modelo del
desprecio del mundo.
Oración p r e p a r a t o r i a : La de costumbre.
P reludio primero : Como el de la anterior meditación.
P reludio segundo : Como el anterior.
P reludio tercero : Como el anterior.
Punto 1.°— Desprecio actioo del mundo en el Hijo de
Dios hecho hombre. ¿Qué es el mundo, & la presencia de
un Dios hecho hombre, y reclinado en un pesebre?...
¿Qué son las pompas, y vanidades del mundo, á la pre
sencia de viles pajas, y de pobres pañales?... ¡Ohl...
¡Cómo todo en aquella cueva está clamando: Vanidad
de vanidades, y lodo vanidadl (1)... ¡Cómo nos dice prác
ticamente aquel Divino Infante, lo que después lia de
ensenarnos por su Apóstol: no queráis amar al mun
do! (2)... ¿Quién, dice un devoto contemplativo, quién
sabiendo, que habla de venir al mundo el que es Rey
de Reyes, y Señor de los que dominan, para la repara
ción del género humano, no hubiera pensado entre si:
Nacerá en algún Palacio del mejor Principe de la tie
rra... será recibido, y acariciado de toda clase de per
sonas, por su regia dignidad... será revestido de púr
pura recomida de oro... será recostado en cuna de
plata, adornada de piedras preciosas... alabado... en
grandecido... exaltado... y amado de todos?... ¿Quién
no asi pensára?... Y no obstante, ¿qué vemos en el Na
cimiento de Jesús Hombre-Dios, Rey inmortal de todos
los siglos?... ¡Ohl todo lo contrario... ¿Y por qué? por
que quiere ensenamos prácticamente el desprecio de lo
terreno... por esto desecha lo que el mundo tanto apre-
(1) Ant Christus fallitur, ant mundus errat Christus antera est Dei
Virtus, et Dei Sapieatla; et Divinam, fallí et fallero, ImpoBslblle est,
SapUntiam. Mérito proinde ueculi prndentia, stnltitia norainatar, et
ipsa inimica est Deo. (S. Bern.)
(2) Qui amat divitias, fructum non capiet. (Ecdes. 5.]
(8) Beati pauperes «pirita, lpsorum est enim regnum ccelorum.
(Mat. 5.)
(4) Honores ejus, in nihilum. (1. Machab. 1.)
(5) Beati estis cum maledixerlnt t o s ... gaudete, quia nomina vestra
scripta sunt in calo. (Mat. 0.)
(6) Flebunt, qui ia deliciis vixeruat. (Apoc. 18.)
— 276 —
velan? Abundancia, gozo sempiterno ( l ) . ¡Ohl Eoidente
cota ess pues, digamos con el mismo San Bernardo,
que el mundo yerra con sus devaneos, y Jesús nos enseña
la verdad con sus ejemplos... Y tú, alma cristiana, ¿á
quién imitas? ¿á quién sigues?... Tú, que aspirando á la
perfección, debes estar desprendida del mundo, ¿dónde
tienes el corazón? ¿Cuáles son tus afectos?... ¿tus aspira
ciones?... ¿De dónde esas ansiedades, por bien parecer á
los demás, porque te tengan por hábil, por discreta,
por buena, sin serlo?... ¿Á qué buscas aplausos, alaban
zas, estimaciones?... ¿Á. qué vienen esos excesivos cui
dados, para que nada te falte, en nada se te contradiga,
y que ya en los empleos, como en los oficios, y destinos,
prevalezca siempre tu voluntad? |Ahl... ¿no es esto
amor vano, amor del mundo?... ¡Ay! ¡Cuán lejos estás
de seguir á Jesús, que desde las pajas te está clamando:
no quieras amar al mundo, ni las cosas que el mundo
ama (2).
Punto 2.°—Desprecio pasivo del mundo en el Hijo de
Dios hecho Hombre. ¿Qué es Jesús reclinado en el Pese
bre, á la presencia del mundot ¿Qué piensa el mundo de
Jesús?... Lo dice el Evangelio: vino á su propia casa, (al
mundo hecho por Él), y los suyos no han querido recibir
le (3)... El desprecio, el abandono, el odio, es lo que el
mundo ofrece á Jesús... La sabiduría mundana, por su
soberbia, no puede sufrir la humildad de un Dios Infan
te... no quiere conocerle (4)... La riqueza del mundo, por
su codicia, huye y abandona la pobreza de Jesús... no
quiere conocerle... Los regalos y deleites mundanos, por
su sensualidad, odian las incomodidades del Pesebre...
no quieren conocer á Jesús... El mundo todo, aborrece la
cueva de Belén, porque contraria sus máximas, y sus
amDITACIÓN 5.'
De la adoración de los Pastores al Niño Jesús, considerado
este misterio, como modelo de adoración humilde.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Certnm est Angelum exterius locutum Pastoribus, sed multo ma
gia interius illuminavit mentes eorum, ut cognoscerent Cbristum esse
Deum, ac Redemptorem mundi; eosque eicitavit ut Eumdem adirent, ut
colereut, ut amarent, ut adorarent. (V. Leda, et alii.)
(S) Festinantes. (Luc. 2.)
(8) InveneruDt Mariam, et Joseph, et Infentem positum in pnesepio,
videntes... quod dictum erat lilis. (Id.)
(4) P l » devotionls aflectum prasentant. (S. Cyprian.)
(5) Vid©, festinare Pastores; nemo igitur cum desidia Christum re-
quirat. (S. Ambr.)
(6) Ideo multi invenire Christum non merentur, quia desidiose illum
quarunt. (V . Beda.)
19
— 282 —
pió, qu^e te detiene, y te retarda de ir á Jesús, de buscar
& Jesús?... ¿Cómo no vences esos respetos humanos, que
te impiden ser toda de Jesús?... Mira, como los Pastores
todo lo dejan, todo lo abandonan, y se apreturan para
encontrar á Jesús... Y cuando te acercas á Jesús, ¿con
quó afecto le adoras? ¿te rindes enieramente á su vo
luntad?... ¿te humillas de corazón?... ¿avivas la fe?...
Lot Pastores, añade San Ambrosio, cuánto mát viles
aparecían, según la prudencia del mundo, tanto más pre
ciosos eran á los ojos del Seflor por su gran Je (1)...
Aprende... resuélvoto... y propon...
Punto 3.°— Consideremos, por último, el efecto, que
produce en los Pastores la visita á Jesús. B1 primer efecto
es la iluminación de sus entendimientos. "Viéndole, dice
el Evangelio, conocen la verdad del anuncio (2). ¿Cómo?...
Lo dice san Cipriano: Vén un Infante, y le confiesan In
menso, porque mát iluminados ton en tu t entendimientos,
que en sus ojot corporales (3)... ¡Ohl ¡qué iluminaciónl...
jqué viva fel... ¡Cómo reconocen la verdad de las Di
vinas Escrituras!... ¡Cómo vén en aquella pequeñez al
Suspirado de las naciones, al Deseado de los Patriarcas,
al Anunciado de los Profetas, al mismo Dios!! (4)... ¡Ah!
no... Ya no son hombres rudos é ignorantes... son sa
bios, porque lian conocido la verdad del Verbo hecho
carne; y este Verbo Dioino et la fuente de la Sabidu
ría (5)... El otro efecto es el amor en sus corazones.
Los ofrecen al Señor, y el Señor, en sentir del V. P. La
Puente, les devuelve en paga, copiosos dones de su
amor, y de su gracia, para que no salgan vacíos de su
presencia... No cabe duda, dice un sabio expositor, que
los Pastores fueron justificados al adorar á Jesús, y ti
HXDXTACIÓN 6.a
De la adoración de los Santos Beyes al Niflo Jesús,
considerado este misterio, como modelo de
perfecto servicio.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Non turbetur cor tuum, dicit Dominas, ñeque íormidet. Orede in
Me; et in misericordia mea habeto fiduclam. Quando tu putas te elon-
gatum & Me, saepe sum propinquior. (Kem. 1. 8. c. 80.)
(2) G at ¡8í sunt gaudio magno, ralde. (Mat. 2.)
(8) Invenerunt Pueril m, enm María Matre ejus. (id.)
(4) Inveni, quem diligit anima mea. (Gant. 8.)
(5) Et intrantes domum... procidentes adoravernnt Eum. (Mat. 2.)
(6) Quod cordibus cred ant, muneribus protestantur. (S. Leo.)
(7) Attondo quid obtulerint, et cognosce quid crediderint. (S. Fulgen.)
(8) Obtulerunt Bi anrum, thus, et myrrham. (Mat. 2.)
— 288 —
mejor, lo más precioso de sus tierras... y acompaflan
estos dones con otros de más valia, esto es: con el oro,
le ofrecen su amor; con el incienso, su devoción; y con
la mirra, su mortificación, manifestando con esto su
gran fe, dice el P. San Gregorio, reconociendo á Jesús
como Rey; adorándole como Dios, y confesándole como
mortal (1). ¡Oh! ¡qué devoción! ¡qué generosidad!... ¡Y
cuánto complace al Divino Infante este ofrecimiento de
los Santos Reyes! Bien podemos creer, dice un devoto
contemplativo, que en retorno, reciben del Dioino Niño,
por el oro, aumento de sabiduría, y más acendrado amor;
por el incienso, aumento de oración, y devoción verdadera;
y por la mirra, la incorrupción, ó sea, la gracia, con la
que fuesen preservados de los pecados (2). ¡Qué felicidad!...
Igual la puedes tener tú, alma cristiana; si en fuerza de
las inspiraciones, con que el Seflor mueve tu corazón
para seguir el camino de la virtud, te resuelves á buscar
á Jesús; no lo dudes, le encontrarás en la humildad, en
la pobreza, en la soledad de la cueva santa de la per
fección evangélica. Ofrécele entonces tus dones; los do
nes de tu corazón; desasimiento de lo terreno, que es el
.oro puro, y que tanto le place, pues como dice un de
voto expositor: Mucho más que este metal, estima Dios
aquel desapego (3); la humildad verdadera, que es el
más aromático incienso, pues la negación de la voluntad
propia sube á Dios, como incienso de holocausto (4); y por
último la puresa de tu alma, que es la mirra más exce
lente, ya que la mortificación engendra esta virtud, que,
en sentir de San Buenaventura, hace á las almas, como
■X D ITACIÓ N r.*
De la presentación del Nifto Jesús en el Templo,
considerado este Misterio, eemo modele de
perfecta abnegación propia.
Oración p r e pa r a t o r ia : La de costumbre.
P reludio primero : Será recordar la historia, de cómo
llegados los dtas de la Purificación de María, según la
Ley de Moisés, llevaron al Niño Jesús al Templo de Je-
rusalén, para presentarlo al Seflor, ofreciendo al mismo
(1) Fae nos, Domine, parifica tia tibi mentibus presentan. (Cotí.
E c tl».)
(3) Impleti sunt dies purgationis Marico, sccundúm legem Moysi.
(Loe. 2.)
(3) Vere, ó Beata Virgo, vere non habes causam, nec tibi opus est
puriflcatione; eris inter ñutieres tamquam unam earum, sicut Filius
tuus in Circnmcisione eat in numero puerorum. (S. Beru.)
— 291 —
su calidad tiene exención, y no la admite... tiene privi
legio, y no lo alega... está dispensada, y calla... Es Rei
na de cielos y tierra, porque es Madre del mismo Dios,
y se pone al nivel de las mujeres más pobres, ofreciendo
dos tórtolas, 6 dot pichones (1)... ¡Qué humildad es esta,
alma cristiana!! ¡Qué abnegación tan absoluta de exce
lencias y prerogativas tan singulares!!... ¿Qué dices tú á
esto? ¿Qué conducta e9 la tuya?... Di: ¿cómo te presen
tas?... ¿En qué concepto deseos quo te tengan?... Tú, que
no eres más que pecadora, abominable, ¿desearás ser
tenida por limpia... por justa... por santa?... ¿Qué son
todas tus justicias, y santidad? ¡Ay! Escúchalo que dice
el Profeta Isaías: Todos nosotros con todas nuestras justi
ficaciones, venimos á ter como un inmundo leproso (2).
Aprende pues, alma cristiana, aprende de esta Soberana
Virgen á humillarte de veras, y abnegarte, esto es, des
prenderte absolutamente de ti misma. Propon seria
mente mortificar esos deseos, que tienes de ser buscada,
de ser preferida, de ser alabada, y engrandecida: Niégate
á ti misma, te dice el Seflor (3).
Punto 2.°— Consideremos en segundo lugar, la abne
gación de Jesús y de María, en el acto de la presentación.
Dice el Evangelio: Llevaron al Niño á Jerusalén, para
presentarlo al Señor (4). Y esta presentación era, según
la Ley, ofrecer, y consagrar el primogénito al Seflor (5);
esto es, como dice un devoto expositor, debía ofrecerse
y consagrarse al primogénito, como cosa santa, y dedicada
al mismo Dios (6). ¡Ohl ¡Cuánta abnegación incluyen es
tas palabras!... Absoluto desprendimiento de sf... de las
acciones... de las obras... de la propia vidal... todo de
HKDITACIÓN 8.a
De la halda de la Santa Familia á Egipto, considerado
este misterio, eomo modelo de conformidad á la
voluntad divina.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P reludio primero : Será recordar la historia, de como
estando la Santa Familia on Nazaret, un Ángel se apare
ció en sueños & San José, y le dijo, que tomase al Infan
te Jesús, y á su Madre, y huyese á Egipto, porque Hero-
des buscaba al Infante para matarlo.
P reludio se g u n d o : V6r con la Imaginación á la Santa
(1) Mortua os, et *lta tua abscondita est cum Christo in Deo. (Coios. 3.)
(2) Dilectas meus mibi, et ego illi. (Cant. 2.)
— 295 —
Familia, como huye á Egipto, y vá por aquellos ásperos
caminos, pobre, y sin viático alguno; y cómo permane
ce después en Egipto siete años, en la mayor pobreza
entre aquellos infieles.
P r e l u d i o t e r c e r o : Será pedir al Seflor luz para cono
cer en algo los trabajos, y penalidades, que sufre en el
destierro; y gracia para saber imitarle en la paciencia,
y conformidad á la voluntad divina, diciéndole muchas
veces con el V. Tomás de Kempis: «Señor, de muy bue-
»na gana, padeceré por TI todo lo que quisieres, que
svenga sobre m i» (1).
P u n t o 1 .*— Consideremos, y hagamos primeramente
un cotejo del estado de Herodes en Jerusalén, con el de la
Santa Familia en Nazareth... ¿Qué le falta á Herodes, se
gún el mundo? Nada; es feliz... Habita un Palacio sun
tuoso... satisface cuantos gustos apetece... le sobran las
riquezas, y comodidades... es aplaudido de los Cortesa
nos... hasta los principales judíos se esmeran en com
placerle... todo lo tiene, de todo disfruta... Y esto no
obstante, está inquieto... desasosegado... no hay paz
en su corazón... Á la llegada de los Reyes Magos, al
oir que buscaban al Rey de los judios recien nacido, ya
te turba su ánimo (2)... pero después que ha llegado á
su noticia, que el Niño de Belén ha sido ofrecido al
Templo, que sobre Él han profetizado Simeón y Ana,
que todos le han tributado las mayores alabanzas, ¡ah!
llega á su colmo la perturbación.,. ¿Y porqué? porque
le domina una pasión desordenada... la de mando...
quiere ser Rey á toda costa; y al recordar, que los Sa
cerdotes de los judíos, los Escribas, y Doctores de la
Ley, le han confirmado por las Escrituras, que en Be
lén habla de nacer el que habla de reinar en Israel (3),
¡qué furor le acomete!... su loca ambición le convierte
(1) Domine libenter patiar pro Te, quldquid volutjri» venire super
me. (Kem. 1. 8. 12.)
(2) Turbatus est. (Mat. 2.)
(8) Qui regat popnlum meum Israel. (Mat. 2.)
— 296 —
en cruel, y sanguinario... d& el decreto de muerte dé
todos los niflos de Belén, y sus contornos... jÁ qué llega
una pasión desordenada!... Al contrario, la Santa Fa
milia, después de la presentación del Niño Jesús al
Templo, vive retirada en Nazareth. Pero ¡con qué paz!
Es verdad, viven en suma pobreza... se ven desprecia
dos... olvidados... perseguidos... pero, están tranqui
los... ¿De dónde esta paz, esta tranquilidad? Es, que se
hau dejado en manos de Dios... nada quieren... nada
apetecen... nada desean... no tionon afecto á cosa al
guna de la tierra... tienen á Jesús, lo tienen todo; sólo
quieren que se cumpla en ellos, y en todas sus cosas,
la voluntad divina. ¡Qué sosiego! [Qué tranquilidad!!
Es tanta, que es preciso baje un Angel, y despierte á
José, y le advierta del peligro... ¿Conoces con esto, al
ma cristiana, de donde provienen tus inquietudes, tus
zozobras... las perturbaciones de tu corazón, y que éste
pierda muchas veces la paz, y tranquilidad?... ¡Ah! mi
ra bien los afectos que le dominan... mira cómo están
tus pasiones... y sepas, que el más pequeño desorden
en ellas, es capaz de perturbar toda tu alma, ¿cuánto
más, si das rienda suelta á las mismas? Ea: aprende...
examínate, y propon...
P u n t o 2 .° — Consideremos la huida de la Santa Fami
lia á Egipto. Dice el Evangelio: Un Angel del Señor apa
reció en sueños á José, diciéndole: Levántate, toma al Niño,
y á su Madre, y huye & Egipto, y permanece allí hasta
que yo te avise, porque Herodes ha de buscar al Niño para
matarle (1). ¡Qué sobresaltol ¡Qué angustia!!... Pero,
Angel del Señor, ¿qué es esto? ¿No has dicho tú, que
este Niño ha de salvar á su pueblo (2), y ahora dices,
que huya para salvarse á SI?... ¡Huir!... como débil, é
(1) Cum Jesús esset quioquennis, famem patiena, pttiit panero, nee
ande d&rot habuit M&tert jHoul Concutiebantur viscera Matris, et snbtra-
hebat de victu, ut Filio reservarett (S. Bonav.)
(2) Ita Pater, quoniam sic fuit placitum ante Te. (Mat. 11.)
(8) ln sudore vultus sui victurl. (S. Bonav.)
(4) Da mihi ómnibus morí, qu© in mundo sunt, et propter Te amare
eontemni, et íesciri in hoc sáculo. (Kemp. 1. 3. 15.)
-3 0 0 —
KsmrACióir •.*
De la rids privada de Jesús en Naiareth, eoasldersdo
este misterie, cono modelo de vida perfecta.
Orac ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P reludio primero : Será recordar la historia, de como
al volver de Egipto la Santa Familia á la tierra de Israel,
oyendo José, que Arqueláo reinaba en Judoa, en lagar
de su Padre Herodes, temió ir allá, y avisado en sue
ños, se retiró con Jesús, y María, á Galilea; y habitaron
en la Ciudad de Nazareth.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será representarse á la Santa Fa
milia, viviendo en Nazareth, en el mayor retiro, pobre
za, y desprecio; y & Jesús ayudando & María y & José.
P r e l u d i o t e r c e r o : Será pedir al Señor luz para co
nocer las virtudes, que practica Jesús en aquel retiro;
y gracia para saber imitarle en el espíritu de perfección,
diciéndole con el V. Tomás de Kempis: «Ejercítese, Se-
oflor, este tu siervo en tu vida, porque en ella está mi
osalud» (1).
Punto 1.°— Consideremos primeramente, la humildad
profunda en que vive Jesús, en aquel retiro de Nazareth.
¡Ohl ¡Quién no se pasmall... Es el mismo Dios... es el
Verbo Eterno... y oculta ahora su Divinidad, y consien
te ser tenido por un hombre de la plebe/ (2) Es el Omni
potente... el Santo por esencia... y oculta su poder, no
hace milagros, ni obras singulares, que llamen de un
modo particular la atención... Es la Sabiduría increada,
y permite ser tenido por ignorante, en tanto, que des
pués en su predicación te escandalizaron sus conciuda
dano», diciendo: ¿cómo tiene sabiduría, no habiendo apren-
(1) Exerccatui* eorvu3 in vita tria, quia ibi est saína mea. (Kem.
1. «. 57.)
(2) Fratribns similari. (Hebr. 2.)
-3 0 1 -
dido las letras? (1) ¡Prodigio de humildadti... ¿Y en qué se
ocupa en tan largo espacio de tiempo, hasta los treinta
a (los? ¿Está acáso ocioso? pregunta San Buenaventura,
¡Ah! no, responde él mismo, trabaja, ayuda á su Madre
en los quehaceres domésticos... en preparar la comida...
en poner la mesa... en arreglarlos aposentos... siroe, y
ayuda á José en el humilde oficio de carpintero, de modo
que dicen sus conciudadanos, éste et un carpintero (2).
San Justino dice: te ocupa en hacer arados, y yugos de
bueyes (3)... Trabaja de manos, y trabaja en su espíritu,
dice el citado Doctor Seráfico; vá á la Sinagoga, y allí
ora mucho, poniéndote en el lugar más humilde... en una
palabra; trabaja, practica la virtud, de un modo admi
rable, desconocido hasta el presente. ¿Cómof haciéndote, al
parecer de los hombres, inútil, despreciable, ignorante (4)...
¿Qué dices á esto, alma cristiana? Mira, que Jesús es
Dios, y vive la mayor parte de su vida mortal, en el re
tiro, en el trabajo, en el desprecio... ¿Lo extrañas? Si
asi es, no, no conoces el espíritu de la vida perfecta; es
espíritu de humildad, y sin estefundamento no levanta
rás, dice San Buenaventura, el edificio de perfección en
tu alma; no hay castidad, no hay pobreza, ni virtud al
guna, sin la humildad (5)... ¿Y cómo has de alcanzarla?
El mismo Seflor te lo enseña: en lo interior, desprecián
dote á si mismo y sufriendo los desprecios de los demás;
y en lo exterior, empleándote en obras humildes... ¿Lo
(1) ¿Quomodo bie ecit litteras, cum non didisceril? et scandalizaban-
tur in Eo. (Joan. 7. et Mat. 6.)
(2) Stetit ne otiosus Dominas Jesas tanto tempore? Minime certe.
Operabatur cum Matre in faciendo domus obsequia, parando victum, in
ponenda ménsula, in eubilibus aptandis: et suum nutrítium adjuraba!:
hic est faber, dicebant concives. (S. Bonav.)
(8) Erat aratra et juga boum conficiens. (S. JuBtin.)
(4) Operabatur manibus, operabatur spirita; ibat ad Sinagogam, ibi
atabat multum in oratione, in loco viliori se ponens, uno verbo, opera
batur virtuoso, modo admirabili, et retroactia temporibua inaudito.
¿Quomodo? reddendo se in conspectu hominum inutilem, et abjectum, et
insipientem. (S. Bonav.)
(6) Sine boc fundamento frastra flt sediflcium; nec de virginitate, noc
de virtute al i qua, sine humilitate, confidas. (Id.)
— 302 —
comprendes? Anda, puet, te diré con el mismo Santo
Doctor, y has tú, otro tanto (1).
P unto 2.°— Consideremos en segundo lugar, la obe
diencia de Jesús. Estaba sujeto á ellos (2). ¡Sujeto// ¿Qué
es sujeciónf Es estar sometido al dominio de otro, es
obedecer la voluntad agena... ¡Y Jesús, en Nazareth tiene
este sometimiento, esta obediencia//... ¡sujeto//... ¡Y
Jesús, no es un mero hombre... es Hombre-Dios... es
Aquel, dice San Bernardo, & quien están sujetos los A n
geles... á quien obedecen los Principados, y las Potesta
des (8)... y le vemos aquí sujeto, obediente//... ¡Prodigio
estupendo!!... Y ¿á quién obedecet A Marta, y no sólo á
Marta , si que también A José, á causa de Marta, dice el
citado San Bernardo (4)... Es verdad, que María y José
son las personas más santas, que ha habido, y que ha
brá... pero son puras criaturas... infinitamente inferio
res á Jesús, porque Jesús es Dios... y no obstante, les
obedece, está sujeto á ellos... ¡Pasmo y milagro por todas
partes! exclama el mismo Santo, /qué Dios obedesca á
una mujer, y que una mujer mande al mismo Dios! (5)...
Y ¿en qué obedecet En todo... á María, en las cosas do
mésticas, aún las más inferiores; á José, en las cosas de
su oficio, aún las más humildes... ¡sujeto!... Y ¿cómo
obedecet con alegría... con rendimiento... con pronti
tud... sin esperar mandato, previniendo la voluntad de
María, y de José. No, no se ha visto obediencia más per
fecta; ni puede expresarse mejor, que con esta palabra:
estaba sujeto, esto es,obediente interior, y exteriormente...
Y ¿porqué motivo obedecéf Porque, en las personas de
M EDITACIÓN 10.a
De otras virtudes, de que nos da ejemplo Jesús en su
rida privada en Nazareth.
La.de costumbre.
O ra c ió n p r e p a r a t o r i a :
Como el de la m editación anterior.
P r e lu d io prim ero:
Preludio secundo : Como el de la meditación anterior.
Preludio tercero : Como el de la meditación anterior.
P onto 1.°— Consideremos primeramente, la ejemplar
modestia de Jesús. Es la modestia, como dice San Am
brosio, una virtud, que regula, y modera las acciones ex
teriores del hombre ( l ) . ¡Oh! jCuánta moderación en las
acciones de Jesús!... Obsérvalo bien, alma cristiana,
mira, cuan modesto en su compostura; Isaías, hablando
del Salvador, dice: no se muestra triste ni turbulento (2),
esto es, dice Santo Tomás, no es de corazón melancólico,
ni de rostro severo, conservando siempre una perfecta
igualdad de ánimo (3); y añade San Jerónimo; dueño
siempre dest, y de sus pasiones (4)... recalado, benigno
en sus miradas... grave, sin la menor afectación en sus
pasos... limpio, pero sencillo en sus vestidos... comedi
do, sin violencia ni precipitación alguna en sus accio
nes (5)... Modesto en sus palabras: no vocea, dice el mis
mo Profeta, ni se oye suoos en las calles (6)... amante
siempre del silencio {!)... no habla, sino por necesidad,
ó utilidad... á la par que grave, es humilde en sus p a
labras, sin porfiar en lo más mínimo (8)... Modesto en
(1) Modestia eut virlus, que modum ponit, et moderatur omnes adió
nos exteriores. (S. Ambr.)
(2) Non crit tristis, ñeque turbulentas. (Is. 42.)
(8) Non tristis in corde, nec turbulentas in facie, sera per aeqoalitatem
mentis servaos. (D. Th.)
(4) Semper sui, et p&ssionum dominus. (S. Ilier.)
(6) Motuum omnium quietem omni témpora conservAvit. *Td.)
(6) Non clamabit, nec audietur vox ejua foris. (Is. 42.)
(7) Tacui semper, silui. (Id.)
(8) Non couteudet. (Mat. 12.)
— 307 —
sus obras, enemigo del ocio, trabaja desde su moce
dad (1), ocupado siempre en cosas serias, aunque hu
mildes... nada de vano, nada de inútil... ¡Oh! ¡Qué lec
ción tan importante, alma cristiana! ¿Y cómo observas
tú esta virtud de la modestia}... ¿La practicas?... ¿Tienes
recogidos, y moderados tus sentidos, en especial la vis
ta, la lengua, el tacto?... ó bien, ¿eres de aquellas almas,
que dicen, que la perfección sólo consiste en la limpieza
de corazón, y que de nada sirven estas cosas exteriores?
jAy! ¡qué engallo, dice San Gregorio Nacianzenof donde
hay el espíritu de Cristo, allí hay también compuesto el
exterior con la santa modestia (2)... y el Apóstol te dice:
revístete de la modestia (3)... Examínate pues, y propon...
P unto 2.°— Consideremos en segundo lugar, la man
sedumbre de Jesús. Es la mansedumbre, según Santo
Tomás, una virtud, que modera, y refrena la pasión de la
ira (4). Podemos llamarla, en cierto modo, la modestia
del alma. ¡Olí! ¡y cuán grande, y admirable es esta vir
tud en Jesús!... Esotro desús principales caractéres...
De Él estaba ya profetizado, que habla de manifestarse
Rey manso, Rey pacifico (5)... Su ánimo siempre tranqui
lo... sin el menor desconcierto... lleno de zelo, si, pero
discreto... sin ira, sin alteración alguna... Perseguido
en su infancia, calla... pobre, necesitado en el destierro,
sufre... y ahora en Nazareth, ni los desprecios, que su
fre por el bsjo concepto que forman de Él muchos de
sus conciudadanos, teniéndole por hijo de un artesano,
ni las burlas que de Él hacen, como dice San Buenaven-
ra, tratándole de hombre inútil é idiota (6), en nada per
turban su corazón,... pues, como dice San Bernardo,
KSDXTACIÓN U .'
De la pérdida y encuentro del Niño Jesús en el Templo,
considerado este misterio, eomo modelo de solicitud
en bascar & Jesús, y desprendimiento de
todo afecto natural y terreno.
O ración p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P reludio primero : Será recordar sumariamente la
historia, esto es, como siendo Jesús de doce años, yen
do con sus Padres á Jerusalén en la festividad de la
Pascua, se quedó allí, sin avisar antes á María y á José.
Al tercer día de buscarlo, le hallaron en el Templo, en
medio de los Doctores; y preguntándole su Madre, por
que había obrado ast, le respondió, que en las cosas del
Padre Celestial, es donde debta estar.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será representarse á Jesús en el
Templo, en medio de los Doctores, y á María, y á José
en el acto de encontrarle al tercer día de haberle per
dido.
pre lu d io tercero : Será pedirle luz, para conocer el
ejemplo, que nos dá de desprendimiento de todo afecto
terreno; y gracia para saber imitarle, y ser sólo, y pu
ramente suyo; diciéndole con el V. Tomás de Kempis:
«Dáme, Señor, que muera yo á todo lo del mundo, para
«descansar en Vos sobre todo lo deseable» (1).
Ponto 1.c— Consideremos la ida de la Santa Familia
al Templo. Dice el Sagrado Evangelio, que María y José
subieron con Jesús, de edad de doce años, al Templo de
Jerusalén, en el dia solemne de Pascua (2)... Obsérvalo
bien, alma cristiana: suben de Nazareth á Jerusalén...
(1) Fili, ¿quid fecisti nobis sic? Ecce Pater tuus, et ego, dotantes,
qu8erebamn8 Te. (Luc. 2.)
(2) ¿Quid est, quod me quserebatis? ¿Nesciebatis, quia in his, qu®
Patris mei sunt, oportet me esse? (Id.)
(8) Yerba sunt Christi, inatruentis et consolantis. (K. P. A Lapide.)
(4) Ad hoc veni in mundum. (Joan. 18.)
(5} Qui amat Patrem et Matrem piusquam Me, non est Me dignus.
(Mat. 10.)
(6) Non acquiescentes carni et sanguini. (Gal. 1.)
— 315 —
ha de sacrificarse por Dios... ¿Lo haces asi?... Anímate,
pues, y cuando te veas en la tentación de estos afectos
naturales, responde valerosamente lo de Jesús: En lo
que et de mi Padre, en lo que me manda mi Padre Celet-
tial, alli debo ettar yo... alli ettaré...
Coloquio .— Será pedir al sefior la gracia de no apar
tarnos jamás de Él, ni por el pecado, ni por nuestra ne
gligencia; antes bien unimos más, y más & Él, pospo
niendo todo afecto de nuestro corazón, que nos separe
de su amor, diciéndole con el V. Tomás de Kempis:
«Despoja, Seflor, mi corazón de toda afición desorde
n a d a , á fln de que, bien purgado en mi interior, sea
«hábil para amarte (1).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecer los propósitos,
y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el examen, etc.
M EDITACIÓN 13.*
De dos Banderas.
•O ración p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P r e l u d i o p r im e r o : Será recordar, como historia, que
Cristo, llama, y quiere á todos debajo su bandera, y
Lucifér al contrario, debajo la suya.
P r e l u d i o s e g u n d o : Representarse como dos campos,
uno en toda aquella región de Jerusalén, donde está
Cristo Nuestro Señor, como Capitán general de los bue
nos; y otro, en región de Babilonia, donde el caudillo
de los malos es Lucifér.
P r e l u d i o t e r c e r o : Será pedir luz en el entendimiento,
para conocor los engaños dél mal oaudillo, y gracia on
la voluntad para guardarme de ellos; y asimismo co
nocimiento de las inspiraciones do vida verdadera del
sumo y verdadero Capitán, y gracia para seguirlas con
(1) Sana, Domine, cor meum ab omnibns affectionibus inordinatis, ut
iotus bene purgatua, aptuu eJfflciar ad ainaudum. (Keiu. 1. 8.)
— 316 —
toda fidelidad, dlcidndole al Señor con el V. Tomás de
Kempis. «Alúmbrame, 6 buen Jesús, con la claridad de
»tu luz interior, y quebranta las tentaciones, que me
»hacen violencia» (1).
P u n t o 1 .° — Consideremos primeramente el carácter
de ambos Jefes, y el fin, que se proponen. Las palabras
mismas, con que nos los describe San Ignacio, clara
mente lo Indican: Imaginar, dice, al caudillo de todoslos
enemigos (Lucifér) como si se asentasse en aquel gran
campo de. Babilonia... hé ahí la confusión, en que de con
tinuo se vé envuelto... como m una gran cátedra de fue
go, y humo... hé ahí la inquietud, que sin cesár reina en
él, y la ceguedad y tinieblas, en que yace... en figura
horrible, y espantosa... hé ahí el temor y terror, que le
domina por su mismo estado fijo, y que su vista causa
á los demás, por el porvenir... Esto manifiestamente
declara, que todas sus obras ó instigaciones llevan en si
marcado el carácter de inquietud, tristeza, temor, albo
roto, desasosiego, desconfianza, y todo cuanto causa per
turbación en el alma... A l contrario Jesús, dice el Santo;
Imaginar como Cristo N. S. Sumo y verdadero Capitón
se pone en un gran campo de aquella región de Jerusalén...
hé ahí la paz, de que siempre disfruta... en lugar hu
milde... hé alil la mansedumbre, y humildad de su co
razón... hermoso y gracioso... hé ahí la dulzura, la ca
ridad, el amor, que reinan en su alma santísima... Esto
claramente nos dice, que todas sus obras, é inspiracio
nes son siempre de paz, quietud, sosiego, confianza, hu
mildad, y amor... ¿Lo comprendes, alma cristiana?...
Atiende, pues, bien ¿ los movimientos de tu espíritu, y
conocerás siempre, de donde provienen, si no olvidas
ese carácter, que distingue al verdadero Capitan celes
tial, del falaz é infernal caudillo... Pero, más; conside
remos A fín , que entrambos Jefes se proponen. El cau
dillo de los malos, Lucifér, no puede hacernos violencia,
(1) Clarifica me, bone Jesu, clarit&te interni luminis; et vim faclentes
elide tentationea. (Kem. 1. 8.)
— 317 —
por esto echa redes, y cadenas, esto es, alucina, engaña,
aprisiona; todo, para robar á Dios las almas, sacrificar
las, y perderlas (1). Este, y no otro, es el fin, que se
propone tentando, instigando, é induciendo á lodos los
vicios, para hacer & las almas infelices con él, por toda
la eternidad. ¡Qué malicia! ¡qué perversidad! jqué odio
á Dios, y á las almas!!... Jesús, empero, al contrario;
Verdadero Capitan de los buenos, no quiere hacernos
violencia, para de este modo, dejándonos & que le si
gamos libremente, podamos merecer; pero, nos ayuda,
esto es, nos alienta, nos conforta; todo para dár á nues
tras almas vida, y abundancia de vida (2), esto es: vida
de gracia en este mundo, vida de gloria en el otro...
Este es únicamente el fin , que se propone instruyendo,
inspirando, é induciendo á todas las virtudes, pues nos
quiere suyos, en tiempo, y eternidad... ¡Qué dulzura!...
¡qué bondad!... ¡qué amor!!... No olvides, alma cris
tiana, estos dos fines, tan opuestos entre sí, pero muy
conformes al carácter de cada uno de los dos Jefes...
Vive advertida; no sea, que por último te veas engañada
sin remedio...
Punto 2.°— Consideremos ahora los medios, de que se
vale el caudillo de los malos, Lucifér, para lograr su
perverso fin . Hace llamamiento de innumerables demo
nios, dice el Santo, y los esparce los unot en tal ciudad,
y & los otros en otra, y asi por todo el mundo, no dejando
provincias, lugares, estados, ni personas algunas en par
ticular, á quienes no echen redes, y no tienten. Y asi, do
tres modos, comunmente hablando, tienta al alma, que
aspira á la perfección. Primeramente procura, que bus
que en todo el bienostar, y la propia conveniencia; 1.a:
excusando hasta la más moderada mortificación de los
sentidos, con el vano pretexto de conservar la salud,
para mejor servir al prójimo, olvidando, que es preciso
(1) N ihil vetat, quin hoc loco etiam de angelis cogitemos, quos
Christus Dominus in ministerium salutis mittlt. (R. P. Bootliaan.)
(2) Vanitaa, et afflietio apiritus. (Eccle. I.)
(3) Esurlit. (Mat. 4.)
(4) Sitio. (Joan. 10.)
(5) Fllius bominia non habet ubi caput aunm reclinet. (Luc. 10.)
(6) Quanto panciora amplecteria, tanto angelis apropinquaa. (S. Joan.
Cryaos.)
— 320 —
procurando negarse á si (1), mortificándose interior y
exterior mente... huyendo de las alabanzas, y refre
nando el deseo de ser estimada, ó aplaudida, profundi
zando en el propio nonada (2)... y por último, eludien
do, en lo posible, los cargos honoríficos, acordándole
la máxima: ponte en el último lugar (3)... Finalmente,
le inspira un amor grande á la humildad verdadera,
teniéndose por lo que es, indigna de todo, aún de la mis
ma vida (4)... callando, y sufriendo en los desprecios, y
humillaciones, al ejemplo de Él mismo (5)... impelién
dola, últimamente, por decirlo así, á lo sumo de la per
fección, alegrándose en los desprecios (6), y prefiriéndolos
á la estimación, y honras mundanas... Y de estos tres
escalones es inducida á todas las virtudes... ¿Cuál, pues,
ha de ser el resultado?... ¡Oh! El puro amor de Diosl!...
¡Qué felicidad!... ¡qué sosiego de espíritu!!... ¡qué tran
quilidad de corazón!!... Ház, pues, ahora, alma cristia
na, una aplicación práctica de lo expuesto. Di, ¿qué
siéntesen tí misma?... ¿De qué espíritu eres llevada?...
¿qué afectos te dominan?... ¿Cómo te portas?... ¿Y no te
animas?...
C o l o q u io .— Tres quiere el Santo que se hagan. Un
coloquio, dice, A Nuestra Señora porque me alcance gracia
de su Hijo y Señor, paraque yo sea rescibido debaxo de su
bandera... esto es, sea rescibido tan absolutamente, quo
nunca jamás prevalezca contra mi el enemigo con sus
falacias, antes bien siga yo siempre, y fielmente las di
vinas inspiraciones, y con esto, una Ave María. Pedir
otro tanto al Hijo, paraque me alcance del Padre; y con
esto, decir: Anima Christi... Pedir otro tanto al Padre,
paraque El me lo conceda, y decir, un Pater noster.
B R SIT IC IÓ N 18.'
De tres Binarios, ó sea, tres clases de personas, que
aspiran á la perfección.
OZDITACION 1 C
Or a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Si Filius Dei os, dio ut lapides isti panes flant. (M at 4.)
(2) Si Filius Dei es, mitte te deorsum; scriptum est enim, quoniam
Angelis suis Deus mandavit de te, ut custodiant te. (Mat. id.)
(8) Omnia tibi dabo, si cadena adoraveris me. (id.)
(4) P rim a tantalio gulas, fuit coiicupiscentia cariiis; secunda pracipi»
tatioDis et prsesumptionis, fuit ostentationis et superbise; tertia g lo ria
et regnoram mundi, fuit avaritie, pariter, et snperbi». (S. Ambr.)
— 328 —
contra la tentación... Aprende de tan gran Maestro...
síguele, y podrás entonces exclamar: Señor, yo no te
meré mal alguno, porque Tú estás conmigo (1)... ¿Lo
harás asi?...
Punto 3.°— Consideremos Analmente el modo, con que
jesús resiste la tentación. Á la primera, que es de gula,
en la que, como hemos dicho con San Ambrosio, está
significada la sensualidad, resiste con el desprecio, y la
mortificación de sentidos. El hombre, dice, no vive de sólo
pan, sino de toda palabra, que procede de la boca de
Dios (2), como que dijera: yo no trato de estas cosas
materiales, los sentidos son de Dios, y no han de vivir
á su gusto, sino según la disposición divina ¡Maravilloso
y eflcáz ejemplo de rosistencia á toda sensualidad! El
desprecio, la huida, esto es, dice San Juán Cllmaco, el
desoio de la cista, de la memoria, y consideración de las
cosas sensuales, es el modo de triunfar de la tentación...
Ahora, pues, ¿cómo te portas, alma cristiana, en estos
asaltos del enemigo? ¿Te paras en ellos?... andas en dis
cursos y reflexiones?... entras en pláticas con el ene
migo, y por otra parte complaces demasiado tus senti
dos?... ¡Oh! te cansas en vano.... corres peligro... te ex
pones á quedar vencida. Acuérdate de lo que dicen los
Santos Padres: el remedio, la victoria, en estas cosas, está
en la huida (3)... A. la segunda, que como dice el citado
San Ambrosio, es de presunción y ¡soberbia, resiste Jesús,
con una humildad profunda, y con el Santo temor de
Dios: Escrito está; dice, No tentarás & tu Dios y Se
ñor (4), como que dijera: no debemos exigir do Dios
milagros, sin necesidad, sino humildes, usar en las
cosas los medios naturales, que Él nos concede, como
es bajar yo ahora de este lugar por la escalera, y no pre-
22
- 330 —
Por último dar gracias & Dios, ofrecerle los propósitos,
y pedir gracia para cumpllrlos.=Luego el examen, ele.
HtlDlTJLCZOlT 10/
De los tres grados de humildad.
O r a c ió n L a de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io p r im e r o : Será representarse á Jesucristo ro
deado de sus Discípulos, y de las turbas, diciéndoles á
todos: Aprended de mi, que soy manto, y humilde de
corazón ( 1 ).
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir al Señor luz para co
nocer el verdadero espíritu de humildad, y gracia para
obtenerlo; diciéndole con el Y. Tomás de Kempis: «Con
ciérten os, Señor, á Vos, para que seamos humildes, y
»devotos, pues en Yos estriba toda nuestra fortale-
»za» ( 2).
Punto 1.°— La primera manera de humildad, dice el
Santo, es necesaria para la salud cierna; es á saber: que
asi me baje, y asi me humille, cuanto en mi sea posible,
paraque en todo obedezca á la ley de Dios Nuestro Señor...
¡Ohl... ¡si penetráramos bien la verdad de esta manera,
ó de este primer grado de humildad!».. No olvides, alma
cristiana, las palabras del Santo: es necesaria para la
salud eterna... Es verdad, que el obedecer á Dios es cosa
debida, es cosa justa; pero hay en ello un excelente ejer
cicio de humildad; por cuanto la tal obediencia incluye
la convicción de nuestro nonada, y la consideración y
reconocimiento del Sér Supremo, que es Dios... ¿Qué
es el hombre de sí mismo, sino vileza, miseria, nada?...
¿De quién es todo lo que tiene, todo lo que posee, en el
alma, y en el cuerpo?... ¿No es de Dios?... Es, pues, de
necesidad absoluta el sujetarse en todo, y por todo, á la
(1) Discito ¿ mo, quia mitis sum, et humilis corde. (Mat. II.)
(2) Conforto nos Domine ad Te, ut simus humiles et devoti, quia Tu
es fortitudo nostra. (Kem. 1. 8. ti.)
— 331 —
voluntad divina, y esto tan rendidamente, que, como
afiade el Santo, aunque me hiciesen Señor de todas las
cosas criadas de este mundo, ni por la propia oída tem
poral, no sea en deliberar de quebrantar un mandamiento,
quier dioino, quier humano, que me obligue á pecado mor
tal. Esta manera de humildad podemos decir, que es
nuestro centro, nuestra propia esfera; y el salirse de
ella, es pecar.es revelarse contra Dios... ¿Qué medio,
pues, hemos de practicar para conservarnos en ella?...
Observémoslo bien: atendido, que nuestros sentidos y pen
samientos están inclinado» al mal ( 1), por la c^cu pis-
cencia, que nos proviene del pecado original, es nece
saria gran violencia, guerra sin tregua & nuestras des
arregladas pasiones, y malas inclinaciones; que es lo
quo dice Jesucristo: el Reino de lo» Cielos se alcanza á
cioa fuerza, y los que se la hacen á ti mismos, ton los que
lo arrebatan (2)... ¿Te persuades de esta verdad?... ¿Y
vivirás descuidada?...
P u n t o 2 . ° — La segunda, dice el Santo, es más perfecta
que la prlmtra, es á saber, si yo me hallo en tal punto,
que no quiero, ni me afecto más á tener riqueza, que po
breza; á querer honor, que deshonor; á desear vida larga,
que corta; siendo igual servicio de Dios Nuestro Señor; y
salud de mi anima; y con esto, que por todo lo criado, ni
porque la vida me quitasen, no sea en deliberar de hacer
un pecado venial. Esta manera, ó grado de humildad po
dríamos llamarle propio y necesario al alma, que aspira
á la perfección. Aunque en si, parte es de obligación, en
cuanto nunca debemos querer, ó cometer un pecado ve
nial deliberadamente, por ser siempre ofensa de Dios, y
parte de consejo, por lo que mira á la indiferencia acerca
las cosas, que son de igual gloria de Dios, no obstante
para ti, alma cristiana, que estás obligada á aspirar á la
perfección, es necesario, que te esfuerzos en llegar á este
(1) Scdsus et cogit&tio humani cordi» prona sunt ad malum. (Gen. 8.)
(9) Reg na m ccelorum vim p&titnr, et violenti r&piunt i liad. (Mat. 11.)
— 332 —
grado. Observa, que dos cosas se te prescriben en ól:
desapego del corazón de todas las cosas criadas; y h o rro r
sumo al pecado venial deliberado. Y &tí te ha dicho Je
sucristo, con santas inspiraciones, lo que al Joven del
Evangelio: vende lo que tienes, y sígueme ( 1 ), esto es,
despójate de todo afecto terreno, y sigue mis consejos.
Quiere el holocausto de tu corazón; y lo harás, dice San
Gregorio, si ofreces al Sefior tus haberes, tu vida, tus de
seos (2); y lejos, entonces, muy lejos del pecado venial
deliberado, seguirás de cerca al Divino Jesús. Y esta re
nuncia, y desapego de tí misma, y de todas las cosas
terrenas, es lo que constituye este grado de humildad...
¿Qué medio debes, pues, practicar para llegar á él? La
vigilancia sobre tu corazón, y un temor santo acerca tus
operaciones, al ejemplo del Santo Job, que decía: de to
das mis obras tenia yo recelo para no ofender al Se
ñor (3)... ¿Lo harás así?...
Punto 3.°—Z,a tercera , dice el Santo, es humildad
perfectissima, es á saber, cuando incluyendo la prim era
y segunda, siendo igual alabanza y gloria de la Divina
Magestad, por im itar y parecer más actualmente á Christo
Nuestro Señor, quiero y elijo más, pobreza con Christo
pobre, que riqueza; oprobios con Christo lim o de ello*, que
honores; y desear más ser estimado por vano, y loco, por
Christo, que primero fu é tenido p o rta !, que por sabio, ni
prudente en este mundo... ¡Qué sublimidad! ¡qué perfec
ción!... Ya no se traía aqui, de indiferencia, ya no se
habla de combatir la rebelión de la naturaleza, sino de
obrar absolutamente, y en todo, contra la inclinación na-
tura l, puramente para más im itar y asemejarse á Jesu
cristo ( i ) . Se trata de escoger lo más repugnante á la
(1/ Domine Jesu, aicut dixisti, et prouiissisli, sic ulique Hat, et m ibi
promerari contingat. Suscepi de manu tua crncem, portal>o eam usqne
ad mortem, sicut imposuisti milii. Incaeptum est, retro abire non licet,
nec relinquere oportet. (Kem. 1. 3. 56.)
APÉNDICE
D E A L G U N A S M E D IT A C IO N E S
P A R A IN TE R C A LA R LA S EN SU LUGAR CORRESPONDIENTE,
BID ITA C IÓ N 1/
De la vocación de los Apóstoles, modelo de la
vocación religiosa.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P reludio primero : Será representarse á Nuestro Se
ñor Jesucristo, en el acto de escoger de entre sus Dis
cípulos, á doce por Apóstoles suyos.
P reludio segundo : Será pedir al Señor luz para co
nocer la grandeza de la vocación religiosa; y gracia
para saber corresponder fielmente á la misma, dicién
dole con el V. Tomás de Kempis: «¡Ojalá, Señor, pueda
»y o serviros dignamento, todos los días de mi vida!» ( 1).
P uñto 1.°— Consideremos la grandeza del beneficio de
la vocación, con respecto á Dios. Dice el Evangelio: que
Jesús pasó toda una noche ert oración ó Dios, y que ai lle
gar el dia, llamó á sus Discípulos, y de entre ellos, escogió
á doce, á quienes dió el nombre de Apóstoles (2). Hé ahí
(1) Utinam, Domine, cunctis dietas vitse mese tibi dignum servitium
exhibere possim. (Kemp. 1. 3. c. 10.)
(2) E ra l pernoctans in oratione Dei, et cum dies factas esset, Toc&vit
Discípulos suos, et elegit duodecim ex ipsis, quos et Apostoloa nomi-
narit. (Luc. 6.)
— 336 —
la ooeaeión Apostólica!... toda, y enteramente divinal!
La principal acusa de la oración de Jesús, dice un expo
sitor sayrado, fuá para suplicar al Padre Celestial, que
de entre sus di icipulos designase Él, y eligiese doce, para
el ministerio Apostólico (1)... ¡Qué grandeza! [Designa
dos, elegidos por el Padre eterno!... fruto de la oración
de Jesús!!... ¿Te admira, alma religiosa, esta grandeza,
esta sublimidad de la ooeaeión apostólica?... jA.li! vuel
ve los ojos en tt... considera atentamente ¿quién te ha
llamado?... ¿quién te ha escogido de entre la multitud,
y te ha colocado en la Religión?... y escucha al mismo
Dios, que te dice por Isaías: Yo, el Señor, yo soy Él que
te ha llamado... Yo, el Supremo Hacedor de todas las
cosas... el Sér infinito por esencia... que para nada ne
cesito de U... Yo soy Él que por sola mi Bondad he
puesto los ojos en ti... te he escogido entre millares por
sieroa mía (2)... ¡Oh, grandeza de la ooeaeión religio
sa!... No, no es ésta efecto de lisonjas, y deseos, dice otro
expositor, no es por gracia alguna natural, ni por propio
mérito, sino, como dice San Pablo, obra solo es de la M i
sericordia Divina (G). Si, asi 63, alma religiosa, tu vo
cación , es efecto del amor divino... es fruto de los mé
ritos de Jesús.... ¿Lo reconoces asi? ¿Cómo, pues, co
rrespondes á una gracia tan singular? ¿Puede el Señor
alabar tu fidelidad como la de los Apóstoles, cuando
les dice: Vosotros sois los que, á pesar de las tribulaciones,
habéis permanecido fieles conmigof (4)... Examínate...
mira bien lo que debes hacer, para corresponder digna
mente á la bondad divina... Acuérdate, que amor, con
sólo amor se paga...
P unto 2.°— Consideremos la grandeza del beneficio
(1) Propria orationis nocturna causa fuit, ut per eam rogarat Patri,
ut á Discipulis, duodecim Apostolos designaret, eosque deligeret. (R. P.
A Lapide.)
(2) Ego Dominue voca\i te... eervus m c u sc s tu, ologi to. (Is. 41 et42.)
(8) Non ex studio blandientium, non ex naturali aliqua virtute, aut
ex nostro mérito; sed opus est miserentis Dei. (R. P. Gordoni.)
(4) Vos estis qui perm&nsistis mecum in tribulationibus. (Luc. 22.)
— 337 —
de la vocación con respecto al estado. Apóstoles llama el
Seflor á los doce, que elige ( 1)... (Apóstoles!... Estado
ciertamenle el más elevado, que puede darse... ^Familia
res de Cristo! [Legados de Cristo!!!... preferibles, dice
Santo Tomás, por este estado, á todos los demás Santos,
cualquiera que sea la prerogatiea de que gocen, ya de vir
ginidad, ya de doctrina, ya de martirio, por tener con más
abundancia los dones del Espíritu Santo (2). ¡Qué eleva
ción de estado!... ¿Y no pasa en ti, alma religiosa, cosa
semejante, por el estado, que profesas? ¿No te vós encum
brada á la alta dignidad de familiar... de Esposa de Je
sús?... ¿No te ha elevado con esto el SeDor sobre todas
las grandezas del mundo?... ¿Qué tienen que ver éstas,
comparadas con la tuya?... Ellas miran solamente al
exterior, el cuerpo... la tuya está en tu interior, en el
alma (3)... aquellas son transitorias... la tuya es perma
nente, es eterna (4)... aquellas son mundanas... la tuya
¡oh! es casi divina... eres por tu estado, Esposa del mis
mo Dios... intermediaria, cual otra Esthér, para, con
la práctica de las virtudes, y tus fervientes oracio
nes, aplacar la justa indignación divina... ¡qué gran
deza! ¡qué dignidad! No, no puedes comprenderla...
debes si humilde admirarla... David se pasmaba, vién
dose yerno de Saúl, Rey terreno, iquién soy yo, decía,
para llegar á ser yerno del Reyf (5)... y tú, ¿no te admi
rarás viéndote Esposa de Dios, Rey del Cielo, y de la
tierra, de los Angeles, y de los hombres?... ¡Ahí mira
bien, que aprecio has de hacer de tu estado... ¡Ay de tí,
si lo degradas! si te haces indigna de éll! Acuérdate,
quo de entre los Apóstoles, uno, Judas, no correspon-
pondió, se olvidó de lo quó era, y se perdió... ¿Qué has
HIDIT1CZON 8.a
De tres gracias singulares en la Tocación religiosa.
Oración p re p a r a t o r ia : La de costumbre.
Preludio primero : El mismo de la meditación anterior.
P reludio segundo : El mismo de la meditación anterior.
Punto l . ° — Consideremos la primera grada en la vo
cación religiosa, que es: gracia de elevación. El Evange
lista San Juán dice en el Apocalipsis, que oió á Jesús,
Cordero de Dios, como le llama repetidas veces, que esta
ba sobre el monte de Sión, y con Él, ciento cuarenta y cua
tro mil, esto es, según muchos expositores santos, un
número indefinido, que en sus frentes tenían escrito su
nombre, y el nombre del Padre Celestial, y que eran Vír
genes (2). Esto, según los Santos Padres, se entiende
primariamente, de los que aparecerán en los últimos
(1) |Oh fon8 amorí8 perpetuit ¿Quomodo possum Tai oblivisci, qui
mci dign&tus es recordari? Num quam in laudibus tais debeo fastidire.
Sic volo, sic desiderc; et quidquid mihi deeet, Tu digneris supplere.
(Ketn. 1. 3, 10.)
(2) Et vidi: et ecce Agnus stabat supra montem Sion, et cum eo een-
tum quadraginta quatuor millia, habentes nomen ejiis et nomcn Patria
ejus scrlptum iu frontibus suis... virgínea enim sunt. (Apoc. 14.)
-3 4 0 -
tlempos, para oponerse al dragón infernal, y á su pre
cursor el Anticristo; pero, secundariamente, se aplica
al estado religioso, monte santo, donde habita el Corde
ro sin mancilla, rodeado de las almas, que se lian con
sagrado á su servicio y le siguen de cerca (1). Ellas son
los lirios, en que se apacienta, esto es, se complace el
Señor, como se lee en los Cánticos (2): y como interpreta
San Gregorio, entre las almas castas (3). Por esto San
Cipriano llama á las Religiosas: flores del Jardín de la
Iglesia, adorno de la gracia divina, región superior de la
espiritual alegría. ¡Qué felicidad!... N ote olvides, alma
religiosa, de esta elevación del monte santo, en que es
tás, y en donde, como dice Santo Tomás, se encuentra
el trato familiar con Dios Nuestro Señor, y la prontitud
de ánimo para el ejercicio santo de las virtudes... Ahora
bien; ¿qué corresponde á esta gracia de clcoaciónf Te lo
dice el mismo Espíritu Santo; el ejcrcieio continuo déla
humildad {i), sobre lo que dico el P. San Agustín: la
medida de la humildad la tienes en tu misma grandeza (5).
Si pues eres grande por tu estado, debes por tu Indigni
dad humillarte liasta lo profundo... ¿Es asi cómo te por
tas? Acuérdate de la sentencia del V. Tomás de Kempis:
Es la religión un lugar, en que nadie puede estar, si no
quiere de todo corazón humillarse (6)... Examínate, y
propon...
P u n t o 2.°— Consideremos la segunda gracia en la oo-
cación religiosa, que es: gracia de preservación. El Santo
Profeta David, reconocido á las misericordias del Seflor,
exclamaba: Alargóme el Señor desde lo alto su mano,
sacóme de la inundación de muchas aguas, púsome en lu -
mií&oionu
PARA LA TERCERA SEMANA.
HBD1T&CI0N 1.a
De la ida de Jesús, de Betania á Jerusalén.
MXDXTACI0N 8.a
De cómo Jesús lavó los piés á sms Apóstoles.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
ti) Amplius lava me, Domine, ab iniquitate mea, et & pcccato meo
munda me. (Ps. 50.)
(2) Considera bene singulos actúa in hoc mysterio, et cum admira-
tione conspira qure geriintur. (S. Bonav.)
(3) Surgit á cana, et ponit vestimenta sna, et cum aceepisset lin-
team, precinxit se, et mittit aquam in pelvim. (Joan. 38.)
(4) H »c oinuia per se solum, sine aiicujus ope et tninisLeriu, fecit.
(S. Chrya.)
(5) Non veni ministran. sed ministrare. (Mat. 20.)
(6) Ut nos eradiat, quam sedulo, accurate et studiose aliis servire
dehemus. (S. Chrys.)
(7) Indinat se suinma M*je«tas et humilitatis Magister usque ad pia-
catornm pedes, et ntat iocurvatus, et genibiis flexis coram ipsis seden-
tilms. (S. Bonav.)
— 351 —
tianal ¿Tienes tú estos sentimientos de humildad, y ca
ridad para con tus semejantes? ¿Rehúsas servir á las
demás? ¿Deseas tú ser servida de las otras? ¿quieres que
se te tengan todas las consideraciones? ¿Huyes el servir
á la que te ha hecho algún agravio? ¡Oh! Mira á Jesús
á los piés de Judas, que lo ha vendido, y que dentro
pocas horas ha de entregarle en manos de sus enemi
gos... Aprende á humillarte de veras, y hacer bien á
los que te aborrecen.
Punto 2.°— Consideremos á Jesús laoando los piés &
sus Apóstoles. Dice el Santo Evangelio: y pórtese á lavar
los piés de los Discípulos, y á limpiarlos coa la toalla de
que estaba ceñido (1). Y añade el Doctor Seráfico, que la
vados los piés9los besa con el mayor cariño, practicando
estos mismos actos9hasta para con el traidor Judas (2)...
/Caridad inmensa, infinita, propia solamente de un Dios
hecho hombre!! ¿Qué no lo comprendes, alma cristiana?
Tampoco lo comprende Pedro, que por humildad, y re
verencia, como dicen los Santos Padres, y lleno de pas
mo y admiración, como añade San Cirilo, rehúsa el de
jarse laoar los piés (3); pero el Señor le dice, que lo que
Él hace, ahora no lo-conoce, pero que después lo conoce
rá, (4); como que dijera, dico el citado Santo Padre, co
nocerás después, que lo hago para daros ejemplo de suma
humildad, y caridad, que vosotros debeis imitar (5). Y
Pedro se rinde á la voluntad del Señor al oir que le ad
vierte, que si no se deja lavar los piés, no tendrá parte
con Él, esto es, como expone el P. San Agustín, del dón
del gran Sacramento, que oá á instituir, exceso de amor, y
(1} Si non lavero, non dabo tibi Eucharistiam, quam jam instituere
paro. (S. Aug.)
(2) Domine, non tantum pedes, sed et manus, et caput. (Joan. 18.)
(3) ¿Scilis, quid fecerim vobis? (Id.)
(4) Si ergo Ego lavi pedes Teatros Dominus et Magiater, et t o s de-
beti* alter alterlns lavare pedes: exemplum enim dedi vobis, ut que-
madmodum Ego íeci vobis, ita et vos faciatis. (Id.)
— 353 —
soluta: serás felis bienaventurada, no precisamente, si esto
sabes, ti esto conoces; sino, si lo practicas, te dice el Se
ñor ( 1 ); como que dijera: no, conociéndolo, sino, prac
ticándolo, serás discfpula mia, serás bienaventurada.
¿Y no te obliga esto á practicar estas dos excelentes
virtudes, la humildad, y la caridad}... Acuérdate, que
está escrito, que el criado que sabe, y conoce la voluntad
de su Seflor, y no la practica, será severamente castiga
do ( 2); ¿cuánto más, teniendo delante el vivo y práctico
ejemplo de nuestro amabilísimo Redentor?... Ea: que
branta la cabeza de esa hidra infernal del amor propio,
y muéstrate humilde y caritaliua, si quieres ser verda
dera discípula de Jesús.
C o l o q u io .— Será dirigirse á Jesús, pidiéndole con todo
afecto el espíritu de humildad, y caridad, para con
nuestros prójimos, y que se digne limpiar nuestros co
razones de todo afecto menos puro, diciéndole con el
Profeta: «Dadme, Señor, un corazón limpio, y renovad
»en mi interior la rectitud de mi espíritu ( 3), que no es
ootra cosa que vuestra caridad» (3).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecerle los propósitos,
y pedir gracia para cumplirlos.=Luego el examen, etc.
H SD ZTAO X Ó N 8*a
De la institución del Santísimo Sacramento.
O r a c ió n La de costum bre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Será resumir la historia de cómo
p r im e r o :
M EDITACIÓN 4.a
La de costumbre.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Será recordar sumariamente la
p r im e r o :
MEDITACION 0.a
De los delores de Jesús en sn Pasión.
Oración p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
P r e l u d io Será resu m ir la historia do la Pa
p r im e r o :
H K D IT IC IÓ N 0.a
De las ignominias, 7 afrentas de Je9Ús en su Pasión.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io p r im e r o : El mismo de la anterior.
P r e l u d io segu ndo: Será representarse los principales
(1) Non coactas armiB et vi Judaorum Eum capienlium, noii iuvilus
ot roluotans, sed spont* accepUns voluntatem Patrie, morti se liberali-
ter offert. (R. P. A Lapide.)
(2) Dilexit me, et tradidit Semetipsum pro me. (Gal. 2.)
(8) Voluntario sacriflcabo me tibí, Domine amor meus, quia volun
tario oblatus es pro mea salute, non pro tua necessitate. (S. Bern.)
(4) ValnerA, Domine, cor nnatrum dolore tuo, inebria animam nos-
tram amore tuo. (R. P . A Lapide.)
— 370 —
lugares, donde el Seflor recibió mayores injurias, sobre
todo el Calvario.
P r e l u d i o t e r c e r o : El mismo de la anterior.
Punto l.°— Consideremos primeramente, como Jesús
padece en su honor. Dice Santo Tomás: padece Jesús en
su honor, por las burlas y afrentas, que le hacen (1). ¡Oh!
¡Cuántas, y cuán graves son éstas!I A la verdad, toda la
Pasión del Salvador es una continua deshonra á su di
vina Persona... sin embargo, los Sagrados Evangelistas
notan ciertos actos, ó circunstancias, en que más cla
ramente se manifiesta este deshonor. A más de ser tra
tado como & ladrón en su prendimiento (2), siendo Él, á
quien poco antes buscaban las turbas, para hacerle
Rey (3), ahora en los tribunales le escupen & la cara,
y le maltratan á fuñadas (4); le vendan los ojos, y le dán
bofetones, diciéndole: adivina quién es el que te ha heri
do (5)... Asi que, de tres modos, observa el Padre San
Agustinj es principalmente Injuriado el Divino Jesús:
Primero, con puñadas en la cabeza, cuello y espaldas-, con
terribles bofetadas en su dioina cara ( 6), lo cual trae con
sigo, dice el P. A Lápide, grandísima ignominia, rubor,
y vergüenza (7). Lo dijo el mismo Señor por el Profeta:
mi rostro se vé cubierto de confusión ( 8)... ¡Qué des
honor!!.. En segundo lugar, escupen á su dioina cara con
salioas asquerosas (9)... ¡Oh! se exclama San Eutimio;
horrorizaos cielos, y tierra, y todas las criaturas! ¡oed en
(1) Numquam sic locutns est homo, sicut hic homo. (Joan. 7.)
(2) Blasphemavit. (Mat. 26.)
(8) Dixernnt: Reus est mortis. (Id.)
(4) Reddite quw sunt Csesaris, Caesari (Mat. 2$).
(5) Prohibentem tribu tum daré Caesari. (Luc. 28.)
(6) Alios salvos fecit, Seipsum non potest salvum facere. (Mat. 27.)
(7) Seductor ille. (Id.)
(8) Factus sum in derisum omni populo, et canticum eorum tota die.
(Thre. 8.)
(9) Universa magno animo sustinebat, ut quasi ex adamante Chris
to hauriamu8 adamantinam in ómnibus constantiam et patientiam.
(S. Eutym.)
(10) Jesús autem tacebat. (Mat. 27.)
— 374 —
Aprende, alma cristiana, aprende de tu Esposo Jesús
estas virtudes tan necesarias para la perfección... callar,
sufrir, y amar... hé ahí, el compendio de la vida per
fecta... ¿Te ves atribulada, desatendida, despreciada,
mortificada? Mira á Jesús... piensa ea Jesús... ofrécete
á Jesús... sufre, calla con Jesús, ama á Jesús... y no lo
dudes, triunfarás con Jesús...
C o l o q u io .—Será pedir al Seflor con todo el afecto del
corazón, el desasimiento de ti misma, y de lodo amor
propio; y la gracia de saber sufrir por Él, cualquier
contradicción que sobrevenga, esperando en Él, que,
como dice David, está siempre con los atribulados ( 1 ).
Dile, pues, con el V. Tomás de Kempis; «Pleguete, Se-
»flor, de librarme; porque yo pobre, jqué puedo hacer,
»y adónde Iré sin Ti? Dáme paciencia, sefior, ayúdame,
»Dios mió, y no temeré, por más atribulada, que me
»halle» (2).
Se concluirá con un Padre-nuestro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecerle los propósitos,
y pedir gracia para cumpiirlos.=Luego el examen, etc.
M EDITACIÓN 7.a
De oómo Jesús subió al Calvario, con la Cruz acuestas.
La de costumbre.
O r a c ió n p r e p a r a t o r i a :
Será resumir la historia do cómo
P r e l u d i o p r im e r o :
Jesús condenado á muerte por Pilatos, y entregado por
éste á la voluntad de los judíos, para que le crucifica
sen, presentándole la Cruz que tenían ya preparada, la
cargó sobre sus despedazadas espaldas, y salió para la
montaña del Calvarlo.
P r e l u d io segundo: Será representarse á Jesüs, con la
(lj Nec reluctatu8 est, nec factum aegre tulit, sed cessit et obtempe-
ravit (S. Clirys.)
(2) ¿Si quis vult ?enire post me? (Mat. 16.)
(3) Non vim infert Christus, sed volentes invitat, quasi dicat: Ego
Dux vobis prceibo, sequimini, (S. Chrys.)
(4) Ad patiendum acias te Tocatam, non ad otiandum; et oportot te
Rtultam fleri propter Christum, si vis perfectam ducere vitan (Kempis
1. c. 17.)
(5) In Cruce vita, in Groce summa virtutis, in Cruce perfectio saccti-
tatls. (Kem 1.1. 1.)
-3 7 7 —
dice Justo Lipslo, significa tormento, y muerte en un
Ipflo (i). La Cruz, dice San Crisóstomo, e» un instrumen
to atrocísimo, y del más grande dolor, es ignominiosísima
por ser suplicio de ladrones, de sediciosos, y de usurpado
res de Reino (2). ¡Oh! ¡y todo esto abraza Jesús, á todo
esto se humilla, cargando sobre si la Cruz!; Humildad
extrema, profundísima, nunca oida!! El Libertador del
género humano (3), abrazado con el suplicio de ladro
nes!!... El que es Principe de la pax (4), tratado como se
dicioso, y condenado á recibir el estigma de alborota
dor!!... El Rey inmortal de todos los siglos (5), tenido por
usurpador del Reino de Israel, y oprimido con el ins
trumento del suplicio!!... ¡Y no obstante infamia tan
terrible, Él la acepta, la abraza, la carga sobre si ( 6)...
¡Oh alma cristiana, ¡Que ejemplo te dá el Divino Jesús
con tanta humillación!!... Nó, no basta que le compa
dezcas... es preciso que le sigas, si quieres ser digna de
Él... Escucha lo que te está diciendo en tan doloroso
camino: El que no toma su crus, y no me sigue, no es dig
no de mi (7)... Tu cruz, te dice, no la suya, sino la tu
ya... ¿Sabes cuál es? Te lo nota el P. San Crisóstomo:
nuestra crus, dice, es: primero, la persecución, y el mar
tirio; segundo, cualquier aflicción, ó tribulación, que Dios
not envíe; tercero, tas tentaciones del demonio, pero per
mitidas por Dios, para aumentar nuestra virtud y co
rona; cuarto, la propia abnegación, y mortificación de
nuestros apetitos (8). ¿Quó dicos á esto? ¿Te arredras?
h k d i t a c i On «.*
De la Cruclflxióa, y Huerta de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración p re p a r a t o r ia : La de costumbre.
Prbludio primero: Será resumir la historia de cómo
el Divino Jesús, al llegar al Calvario, fué despojado de
sus vestiduras, y extendido sobre la Cruz, traspasando
sus divinas manos, y piés con durísimos clavos, y des
pués de tres horas de terrible agonía, pendiente de la
cruz, entregó su espíritu al Padre Celestial, y murió.
Preludio segundo: Será representarse á Jesús cruci
ficado, en medio de dos ladrones, en la cima del Cal
vario y muerto á la violencia de atrocísimos dolores,
pendiente de aquel leño de infamia.
P reludio te rc e ro : Será pedirle vivo conocimiento del
amor, con que por nosotros acepta los padecimientos
y la muerte tan ignominiosa; y gracia para aceptar por
su amor todas las penas, y morir á todo lo del mundo,
y á nosotros mismos, en obsequio suyo, diciéndole con
el Apóstol: «En nada quiero en adelante gloriarme, sino
»en la Cruz de mi Sefior Jesucristo» (1).
Punto 1.°— Consideremos primeramente la terribili
dad de la crucifixión de Jesús. Dice el Evangelio: Lle
garon al lugar, que te llama Calvario, y alli le crucifica
ron ( 2). ¡Ohl ¡Le crucificaron!!... ¿Qué es la crucifixiónt
Es el tormento más cruel, y más acerbo, dice Santo To
más, pues los crucificados son traspasados en lo más ner
vioso, y sensible, como son las manos, y los piés; y el peso
mismo del cuerpo, que está colgado, aumenta de continuo
MXSXTACXÓH 9.a
De la soledad de la Santísima T iig e i Haría.
Or a c ió n p r e p a ra to r ia : La de costum bre.
P r e l u d io p r im e r o : Será resumir la historia de cómo
la Santísima Virgen, después de sepultado el sacrosanto
Cuerpo de su Divino Hijo difunto, se retiró en el Cenáculo
de Jerusalén, pasando allí treinta y seis horas en so
ledad amarguísima, hasta la Resurrección de Jesús.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será figurarse ver en aquella casa
á la Santísima Virgen, en compañía de aquellas pocas
mujeres, y de Juán, llorando la muerte de Jesús; pero
principalmente mirar el corazón santo de la Virgen,
sumergido en soledad profunda, por la pérdida de su
Divino Hijo.
P r e l u d io t e r c e r o : Será pedir á la Virgen vivo cono
cimiento de la gravedad de sus penas; y gracia para
saber acompañarla en ellas, mereciendo asi, que nunca
nos desampare en nuestras tribulaciones, diciéndoie
con la Santa Iglesia: «Haced, ó Divina María, ya que
«sois fuente de amor, que sepa yo sentir vuestros do-
olores, y que mis lágrimas se mezclen, con las que Vos
nderramais en vuestra soledad» ( 2 ).
P u n t o 1.°—Consideremos la profunda Soledad de Ma
ría, sepultado su Divino Hijo Jesús. Los Santos Padres
(1) Qui* mente pasea fuit, pluaqaam Martyr fuit, et ejue dilectio am-
plius fortis qu»m more, quia morUm Christi suam fecit. (S. Hier.)
(2) Adlmpleo qua desuní passionum Christi, pro corpore ejue quod
eet Ecoieei*. (Coios*. 1.)
(8) ImiUtores mei estote, eicut et ego Christi. (l.ae Cor. 11.)
(4) lia Pater, quoaiam eie fuit pladtnm ante Te. (Mat. 11.)
(6) Eece ancilla Domini, Qat mihi secundum verbum tuam. (Luc. 1.)
(6) Fac me rer» tecum Aere, Cruciflxo condoler», doñee ego yiiero.
(S. Eeelt. in off. Vir. Doloroe.)
CUARTA SEMANA.
■ —«e»<XNto —
M 5 D I7 A O X O H 1 S
M E D IT A C IO N 1*
O r a c ió n L a de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Ut sis perenne mentibus paschale, Jesu, gaudium, & morte dirá
criminum, ’vitse renatos libera. (Eccla. bimn.)
<2) Sur reí i t Dominus vere. (Luc. 24.)
(8) Oportel Filiuin liominis multa pati, occidi, et tertia die resurgere.
(Mat. 16.)
(4) Solvite tamplun hoc, et in tribus diebus resdifleabo illud; lile
autem dicebat de templo corporis sui. (Joan. 2.)
(6) Non est hic; surrexit, slcut dixit. (Mat. 28.)
(6) V ido te manug meus et pede9 meoe, quia Ego Ipse sum: palpate,
et videte, quia spiritas carnem et ossa non habet, sicut Me Tidetis ha
bere. (Luc. 24.)
(7) Quidqnid gestum est in resurrectione Christi, ita gestum est, ut
iifl rebus eonfiguraretur vita ohristiana. (S. Aug.)
— 392 —
m&s, de la vida perfecta! Te lo dice San Pablo: asi como
Jesucristo resucitó de la muerte á la vida, para gloria del
Padre, atl también procedamos nosotros con nuevo tenor
de vida (1). jY se puede decir esto de ti? ¿Has resucitado
en 69tos días, de la muerte, á la vida; de la tibieza, al
fervor; de la imperfección, & la perfección, 6 al deseo
vivo de emprenderla? ¿Se puede decir de ti: ya no está
esta alma en el sepulcro, en el lugar de los muertos? ya
ha salido del triste estado del pecado, ó de la indiferenciaf
¿Está ya resuelta en poner en práctica las resoluciones
que ha hechot(2)... ¡Ahí no vuelvas al pecado. Mira lo
que dice Santo Tomás: la oida del pecado tiene su. oejéz,
porque conduce á la corrupción (3); y cita á San Pablo
que dice: lo oiejo está cerca de la muerte (4). Reflexiona
seriamente, y propon.
p u n t o 2.°— Consideremos, que la Resurrección del
Señor, fué gloriosa. Dice el Apóstol San Pedro: Dios Pa
dre ha glorificado á su Rijo Jesús, resucitándole de entre
los muertos (5); sobre lo que dice el sabio P. Calmet:
Dios Padre ha aumentado la gloria de su Hijo con su re
surrección (6). Se levanta el Salvador del Sepulcro, triun
fante y glorioso, revestido de los cuatro dotes de gloria,
de que habla el Apóstol, esto es; impasibilidad, claridad,
agilidad, y sutileza. Es verdad, que estos dotes ya los
tenia el Señor desde el prim er instante de su concep
ción, pues com o dicen los Padres San Agustín y San
Crisóstomo, le eran debidos, y connaturales, pero, á causa
de su, Pasión, los tenia como represos, y sólo alguna oez,
como de paso, los habla manifestado; mas ahora, los ma-
(1) Par atum cor meum, Deas; p&r&tum cor meum. (Ps. 107.)
(2) Quemadmodum promptus est animus roluntatis, ita sit et perfl-
cíendi. (2. Cor. 8.)
(3) la gloriam meam creavi te. (Is. 48.)
(4) Eesistite fortes in fide. (S. Petr. 5.)
(5) Humilibus dat gratiam. (Jac. 4.)
(6) Qui confidit in Illum, non minorabitur. (E cdi. 82.)
(7) Ghristus resurgens i mortuis, jam non moritur; mora illi ultra
non dominabitur. (Rom. 6.)
(8) Y ivil, vivil Deo. (Rom. 0.)
(9) V ivit per virtutem Dei, v irit vitam cselestem, divioam, beatam,
i mmor talero, viyit ad Dei gloriam. (S. Chrys. Tolet. et aUi.)
-3 9 5 -
nio (1). ¿Es asi, alma cristiana, tu espiritual resurrecciónt
¿Deseas, que se a permanente? ¿Lo procurarás!... No lo (lu
des; tai ha de ser tu resurrección á la gracia, pues como
dice un sabio expositor: Asi como la muerte ha perdido
todo derecho en Jesucristo, asi nosotros debemos oioir en
Él, con oida del todo nueva, sin ooloer jamás al pecado,
que es la muerte del alma (2). Esta, pues, lia de ser tu
resolución firmísima, después de estos días de retiro,
este es el fruto de los Santos Ejercicios, muerta al mun
do, al pecado, y á ti misma; y viva solamente en Jesús,
y por Jesús. Pídele esta gracia al Sefior, y á este fln dile
devotamente con el Venerable Luís de Blosio:
C o l o q u io . — «Saludóte, dulcísimo Jesús, séate dada
«toda alabanza, honor, y gloria, que saliendo vencedor
«del sepulcro cerrado y sellado, con noble triunfo re-
«sucitaste de entre los muertos. Concededme, Señor,
»que resucitando yo de los vicios de la vida vieja, viva
«nueva vida, y busque las cosas soberanas, y eternas;
«guste las del Cielo; y las de la tierra me sean desabri-
»das, para que, cuando Tú, ó vida mia, aparecieres el
»d la del juicio, aparezca yo también contigo en la g lo -
»ria. A m en».
Se concluirá con un Padre-nueslro.
Por último dar gracias á Dios, ofrecerle los propósitos,
y pedir gracia para cu m p lirlos.= L u ego el examen, etc.
M ID ITIC IO IT 2/
De la aparición de Jesús resucitado i su Madre
Santísima, la Virgen Maria.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io p r im e r o : Será resumir la historia, en opi
nión unánime de los Santos Padres, de cómo el Divino
Jesús resucitado se apareció inmediatamente á su Ma
dre Santísima, en su retiro del Cenáculo, llenando el
alm a de la Virgen de un gozo indecible, siendo Ella la
que más intensa y plenamente participó de las glorias
de la Resurrección del Salvador.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será figurarse ver al Sefior, lleno
de gloria, á la presencia de su Santísima Madre, y á esta
Soberana Sefiora, adorando profundamente, y abrazan
do con inefable gozo á su Sunlfsimo Hijo.
P r e l u d i o t b r c e r o : Será pedir á María vivo conoci
miento de los afectos de am or, y de gozo, que inundan
su corazón; y gracia para saber imitarla, y lograr por
su intercesión los dulces efectos de la Resurrección de
su Divino Hijo, diciéndoie con el Seráfico Doctor San
Buenaventura: «O dignísima Reina del Cielo, dignaos
«ro g a r por nosotros á Jesucristo, Dios y Sefior nuestro,
«para que nos haga participantes de su Resurrección
ogloriosa, ahora por gracia, y después por g loria » (1 ).
P u n t o 1 .° — Consideremos los ardientes deseos de la
Virgen de cer resucitado á su Santísimo Hijo. Es cierto,
que la soledad en que se encuentra Marta, después de
sepultado su Divino Hijo, es otro de los dolores más
acerbos de 9u piadoso y maternal corazón; pero á
pesar de tan terrible desamparo, no se m inora en lo
más mínim o la viva fe de ver á su Hijo resucitado. ¡Oh!
(1) Oh, dignissima Regina CcbIí , ora pro nobis Deum et Dominum
nostruni Jesum Christum, ut nos resurrectionis participes efflciat in
praobeuti per gratiaui, et iu futuro per gloriam. (3. Boca y .)
-3 9 7 -
jqué deseos tan ardorosos... qué ansias tan vivas la$de
su alma!!... Ella exclama con Isaías: M i alma te desea
en medio de la noche déla tribulación, y mientras haya
aliento en mis entrañas, me dirigiré á ti desde que ama-
nezca ( 1 ). ¿Y de dónde tan ardiente deseo?... ¡A y , alma
cristiana! atiéndelo bien... del acendrado amor, en que
se abrasa su corazón. Recuerda bien que su Divino Hijo
ha dicho: El que me ama, será amado de mi Padre, Yo le
amaré, y me le manifestaré { 2). ¿Y dónde encontrar amor
hacia Jesús, que pueda equipararse al de María?... Im
posible. Por esto dice San Buenaventura, que mientras
Maria Magdalena, Maria de Santiago, y Salomé oán muy
de mañana al Sepulcro para ungir el Sacrosanto Cuerpo
del Señor, la Santísima Virgen se queda en su retiro,
orando (3), y que dirigiéndose al Padre Celestial, le dice.
/Oh, Padre clementísimo y piadosísimo! Vos sabéis, que
ha muerto mi Hijo, crucificado entre dos ladrones, y que
yo misma le he dado sepultura; pero, Seflor, Vos sois To
dopoderoso para restituírmelo sin lesión ni menoscabo;
ruego pues, á vuestra Majestad Soberana, que os digneis
devolvérmelo. ¡Oh! ¿por qué tarda tanto venir á mi? En
viádmelo, os ruego, Seflor, pues nó, no descansará mi al
ma hasta que le vea (4), y dirigiéndose á su Divino Hijo,
exclama: ¡Oh, Hijo mío dulcísimo! ¿qué te has hecho?...
Ruégote, que no difieras. más venir á mi. Tu dijiste: resu
citaré al tercer día: Mira que ha llegado ya: levántate
M EDITACION 8.a
De la Ascemslón de Nuestro Seflor Jesucristo al Cielo.
O r a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
P r e l u d io Será resumir la historia de cómo
p r im e r o :
el Divino Jesús á los cuarenta días de resucitado, en los
que se apareció muchas veces á sus Apóstoles, Discí
pulos, y otras personas, llegado el día cuadragésimo,
se les apareció por última vez, comió con ellos, les" re
prendió su poca fé, y después de darles varias instruc
ciones, salió con ellos de Jerusalén, yendo camino do
Betania, dirigiéndose al monte Olívete, en donde ele-
(1) Oportet Cliristum pati, et ita mirare in gloriam suam. (Luc. 24.)
(2) Ncc ipsam in liac gloriosa ascensione, crucia ascensioncm omitías.
(S. Bern.)
(3) Peto, ut aspicias ccelum, nt non timeas. (2. Mac. 7.)
(4) Elevatis manibus suis, benedisit eis. (Luc. 24.)
(5) A Deo poscens benedictionem ef&cacem duaduiu discipulis. (R. P.
A T.Apidft.)
(6) Pater sánete serva eos in nomine tuo, quos dedisti mihi, ut sint
unum, steut et Nos. (Joan. 17.)
— 403 —
HSDITACtÚN
De la venida áel Espirita Santo sobre los Apóstoles.
O ra c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costum bre.
P r e l u d io p r im e r o : Será resumir la historia de cómo
los Apóstoles, después de la Ascensión del Divino Sal
vador al Cielo, se reunieron en el Cenáculo de Jerusalén,
y estuvieron allí retirados, según el precepto de Jesu
cristo, preparándose para recibir el Espíritu Santo, que
el Señor les habla prometido; y á los diez días se dignó
bajar el Divino Espíritu, en forma de lenguas, como de
fuego, llenando sus corazones de sus dones, y gracias.
P r e l u d i o s e g u n d o : Será figurarse ver á la Santísima
Virgen, los Apóstoles, y demás personas en el Cenáculo,
en el acto de recibir el Espíritu Santo.
P r e l u d i o t e r c e r o : Será pedir al Divino Espíritu se
(1) Apostoli nos docent crebro oculis tam mentís, quam corporis c<b -
lum suspic&rn, ad illudque anhelare, cogitantes dos in hoc mundo pere
grinos tase, patriam vero liabere coelum. (Varii SS. P P .)
(2) ¡Heu! iQuam sordet tena dum coelum aspiciot (S. Ignat.)
(3) Sis Ipse nostrum gaudium, maneas Olympo pramium, mundi re
gís qui fabrlcam, mundana vincens gaudia (Hym. Eccíee.)
— 406 —
digne bajar á nuestros corazones, y llenarlos de sus
gracias, para poner en práctica los medios, que en estos
días nos ha inspirado, para reformar nuestro espíritu,
diciéndoie con la Santa Iglesia: «|Oh luz beatísima! lio—
»nad de vuestros dones, y gracias, lo más Intimo de
«nuestros corazones, pues que somos fieles vuestros» ( 1 ).
P u n t o ú n ic o . — Consideremos, que luego de haber su
bido al Cielo el Divino Jesús, la Santísima Virgen María,
junto con los Apóstoles, y otras personas en número de
cerca ciento y ocíate, como se desprende del texto san
to (2), se retiraron en el Cenáculo, como les habla pres
crito el Señor, para recibir el Espíritu Santo. ¡Oh! ¡Qué
fervor... qué ansias... quédeseos... qué súplicas dirigen
al Cielo, para que se digne bajar cuanto antes sobre de
ellos el Espíritu Divino!! Jesús no les había dicho cuando
Él, y su Padre Celestial se lo enviarían, sin embargo
antes de separarse de ellos les dijo quo lo rocibirían
dentro breoes días (3); y es opinión de los Santos Padres,
que apresuró su venida el Espíritu Divino, por los mé
ritos, y ferviontes súplicas de la Santísima Virgen María.
Asi es, que en el día quincuagésimo de la Pascua, lla
mado por este motivo Pentecostés, y era á los diez días
de estar allí reunidos, y en continua oración (4), como
dice el Texto Santo, de repente sobreoino del Cielo un
ruido, como de viento impetuoso, que llenó toda la, casa,
donde estaban; y aparecieron unas lenguas, como de fuego,
que se repartieron, y se asentaron sobre cada uno de ellos,
y todos quedaron llenos del Espíritu Santo (5). Pondera
bien, alma cristiana, estas circnnstancias, altamente
MEDITACIÓN 6.a
Contemplación para alcanzar amor.
O r a c ió n p r e p a r a t o r ia : La de costumbre.
Pr e l u d io p r im e r o :Será, dice el Santo, vér como estoy
delante de Dios Nuestro Seflor, de los Angeles, de los San
tos, interpelantes por mi.
P r e l u d io s e g u n d o : Será pedir conoscimiento interno de
tanto bien rescibido, paraque yo enteramente reconociendo,
pueda en todo amar, y seroir á su Dioina Magestad. Di
gámosle, pues, con el Profeta: «Á tí lie de amarte, Señor,
«pues eres toda mi fortaleza, mi apoyo, mi asilo, y mi
^libertador» (l).
P u n t o l . ° — El primer medio para alcanzar amor di
vino, como nota el Santo, es: atender seriamente, y
ponderar con mucho afecto los grandes beneficios, que
Dios nos ha dispensado, ya generales, como la crea
ción, conservación, redención; ya particulares, con que
á cada uno, según las circunstancias, y modo singular,
nos ha ennoblecido. Pondera, pues, alma cristiana,
de cuanta estima son los primeros, sacándote de la
nada... dándote un sór racional... conservándote en
él.., y redimiéndote del pecado, que es más indigno
que la nada... y los segundos, ¿quién los puede con
tar? recuerda, de cuantos males y peligros te ha pre-
(1; Diligam te, Domine, fortitudo mea, flrmamentum meum, et refu-
giuin meum, et liberator meus. (Ps. 17.)
27
— 410 —
servado... cuantas Inspiraciones, y toques Interiores te
ha dado... cuantas gracias te ha concedido... recuérdalo,
y no podrás menos de confundirte, á vista de tanto
amor divino... y atiende bien, como dice el Santo, que
todo es de Dios, y te lo ha dado á ti, quanto me ha dado
de lo que tiene, y consequenter, esto es, signiflcándo que el
mismo Seflor desea dárteme en quanto puede, según tu or
denación divina. En suma: todo lo que tienes, todo lo
que esperas, es de Dios; de Él lo has recibido, y has de
conseguirlo. ¡Oh! (Con qué razón y justicia, como dice
el Santo, debes corresponder con amorH ¿Y cuál ha de
ser este amort Amor de gratitud. St. La gratitud, dice
Sanio Tomás, es una virtud especial, que deoueloe done»
al Bienhechor’, 1.°: reconociendo el hombre el beneficio
recibido; 2.°: rindiendo gracias y alabanzas', 3.°: corres
pondiendo en su lugar y tiempo, según sus facultades ( 1 ).
Esto es lo que indica el Santo, cuando dice: J.°: ponde
rando con mucho afecto quanto ha hecho Dios por mi;
2.a: la razón y justicia, de lo que debo de mi parte ofrecer,
y dár a la su Dioina Magestad... Mas, ¡ayI alma cristia
na, ¿qué es lo que puede9 dár al Señor? ¿qué tienes, que
de Él no lo hayas recibido? ¿Qué alabanza... qué gra
titud puedes manifestarle sin su auxilio?... Humíllate,
reconoce que todo lo debes á Él, ofrécete, y devuélvele
todas tus cosas, y á ti misma con ellas, diciéndoie,
como dice el Santo, con todo el aféelo posible: Tomad,
Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi enten
dimiento, toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer;
Vos me lo disteis, á Vos, Señor, lo torno, todo es nuestro,
disponed á toda vuestra ooluntad. Dadme vuestro amor y
gracia, que esta me basta.
Punto 2.®— El segundo medio para alcanzar amor di
vino es, según el Santo, mirar como Dios habita en las
(1) Grati tudo est virtua epeciolis, roddens gratiam Bono factor i; et
hoc tripliciter; 1.°: quod homo recognoscat benefician acceptum; 2.*:
quod l&udet et gratias agat; 8.*: quod retribuat loco et tempore secun-
dum snam facultatem. (D. Th.)
-411 —
cosas criadas, en las irracionales, dándoles el sdr, ve
getación y sensación; y en nosotros dándonos además
entendimiento, y haciéndonos templos suyos, habién
donos criado á su imagen y semejanza. ¡Qué amor!
participamos de todas las perfecciones de ias demás
criaturas, y á más, nos ha constituido sobre todas ellas,
como dice el Profeta (1). Y todo esto lo hace, estando
Él siempre presente. Esto mismo lo dice el Apóstol: En
Dios vioimos, nos movemos y existimos (2): sobre lo que
dice el P. San Gregorio: Él mismo permanece dentro de
todas las cosas; Él mismo futra de todas las cosas; Él
mismo sobre todas las cosas; Él mismo bajo todas las co
sas: en lo alto, por el poder; en lo bajo, por el sostén; en
lo exterior, por la grandeza; en lo interior, por la sutile
za/ (3) ¡Siempre presente, y haciéndonos templo suyo!
¡Qué bondad! ¡qué amor!! ¿Cómo, pues, has de corres
ponder, alma cristiana? ¡Ah! con amor de benevolencia.
La beneoolencta, dice Santo Tomás, es una virtud, con la
cual queremos el bien á otra persona (4). Mas, ¿qué bien
podemos nosotros tributar al Señor, siendo Él, el prin
cipio de donde proceden toáoslos bienes, como canta la
Iglesia? (5) Sólo podemos, y debemos tributarle el bien
de la alabansa, bendición, adoración, glorificación, y ren
dimiento de gracias, todo por ser Él quien es, todo por
su magnifica gloria, como nos lo enseña la misma Santa
Iglesia ( 6 ). Mira, pues, alma cristiana, cual es la ala
bansa que tributas al Señor con tu Fé; la bendición, con
tu gratitud; la adoración, con tu rendimiento, la glori
ficación y acción de gracias, buscando sólo la gloria di-
(1) Constituisti eum super opera manuum tuarum. (Ps. 8.)
(2) I d D eo vivim us, movemur et sumus. (A.ct. 17.)
(8) Ipse manet intra omnia; Ipse, extra omnia; Ipse, supra omnia;
Ipse infra omnia; superior est per potentiam; inferior, per susténtate
nem; exterior per magnitudinem; interior per subtilitatem. (S. Greg.)
(4) Benevolentia est virtu s, qua aitori bonum volum us. (D . T h .)
(5) Deus, á quo bona cuneta procedunt. (Eccla. in Collec.)
(6) Laudamus Te, benedicimus Te, adoramus Te, glorifleamus Té,
grati&s agimus Tibi propter magnam gloriam Tuam. (Eccla. in hym.
Gloria in eacélsis, etc.)
— 412 -
vina, en todas tus obras, y afectos. Pondéralo bien, y
humillada profundamente á la presencia divina, dile al
Seflor con el V. Tomás de Kempis: Alabado sea, Señor,
tu Santísimo Nombre, no el mió; engrandecidas sean tus
obras, no las mias; bendito seáis. Señor, Verdad mía, Mi
sericordia mía. ¡Oh Dios mío, Trinidad Beatísima! á Ti
solo sea alabanza, honra, virtud, y gloria, por infinitos
siglos de los siglos ( 1 ).
Punto 3.°— El tercer medio para alcanzar amor divino,
es, según el Santo, considerar como Dios trabaja y labo
ra por mí en todas las cosas criadas, esto es, dice, se
porta como quien trabaja (2). Es lo que dice el mismo
Jesucristo en el Evangelio: M i Padre está obrando ince
santemente y Yo obro como Él (3). Es como quo dijera,
dice el P. San Crisóstomo: Mi Padre trabajó euando crió
el mundo, y continúa trabajando, rigiéndole; y por Mi
medio lo crió, cuando lo crió, y por mi medio lo rige,
cuando io rige (4). Y el P. San Agustín: El poder y la
virtud del Criador es la causa de la subsistencia de todo
lo criado, de modo que si esta virtud, que lo rige todo, ce
sara un momento, la naturaleza toda desaparecería (5).
No hay, pues, un momento en que no dependamos de Él;
no hay momento en que no nos rija, y en que por SI mis
mo no nos gobierne. |Dependencia feliz! ¡Amor infinito de
todo un Dios!... ¡Qué Él, por mi, trabaje... que labore...
que me sirva!! ¡Oh Señor! exclama admirado el Y. To
más de Kempis, todas las cosas que tengo, y con que te
(1) Ecce omnia tua sunt, Domine, qua) babeo, et unde Tibi sorvio:
Ycrumtamen, Tu magis mili i servís, quam ogo Tibi. Eccr crolnm et
térra, quae in ministerium hominis creasti, faciunt quotidie qusccumquc
inandasti. Quin etiam Angelos in ministorium hominis ordinasti. Trans
cendí autem luec omnia, quod Tu ipse homini servire dignatns es, et
Teipsum dftturum ei promissiati. (V . Th. u Kcm. 1. 3.)
(2) ¿Quid retribuam Domino? (Ps. 115.)
(8) Ut ambuletis dígne Deo, per omnia placentes. (Coloss.)
(4) Ad omnem placentiam, ad omne placitum. (S. Ambr.)
(6) Signiflcat Paulus, digne Deo ambularc, non csq£ aliud, quam Deo
per omnia placere. (R. P. A Lapide.)
(6) Placens Deo, factus est dilectus. (Sap. 4.)
(7) jütinam, Domine, possem tibi dignum servititim exhibere cunctis
diebus rita mese! Sic y o Io , sic desldero, et quidquid mihi doest, Tu dig-
neris supplere. (Kem. 1. 8.)
—414-
cienden de arriba, asi como mi medida potencia de la
summa é infinita, de arriba, y asi justicia, bondad, pie
dad, misericordia, etc. Esto nos significa, que todo lo
que vemos, todo lo que nos rodea, todo cuanto hay de
bueno, de grande, de admirable en este mundo, no es
de sí, sino que desciende de arriba, de un principio
increado, infinito, eterno, que es Dios; y que toda
nuestra inteligencia, poder, voluntad, en una pala
bra, todo nuestro sér de alma y cuerpo con todas sus
calidades, excelencias y virtudes, no son obra nues
tra, sino que descienden de la surnma é infinita poten
cia de arriba, esto es de Dios. E6 lo que dice el Após
tol San Jaime: Toda dádiva preciosa, y todo dón perfecto,
de arriba viene, como que desciende del Padre de las lu
ces (1). Sobre lo que dice el P. San Agustín: Si existe
algún bien, sea poco, sea mucho, dón tuyo es, ó Señor;
tuyo es todo lo bueno, tuya es la gloria; si alguno se atri
buye ó. sí lo que exclusivamente es de tu gloria, este tal es
ladrón y salteador ( 2 ). Y después añade: Sobre de Dios,
nada; fuera de Dios, nada; sin Dios, nada; bajo de Dios,
todo; con Dios, todo; en Dios, todo; de Dios todas las co
sas; por Dios, todas las cosas; en Dios, todas las cosas (3).
Pondera, pues, bien, alma cristiana, esta verdad incon
cusa: Todo viene de Dios, todo depende de Dios. Y como
dice el Apóstol San Juán: Por Él (esto es por el Ver
bo Divino) fueron hechas todas las cosas, y sin Él no
se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas (4).
Pero, más todavía: Estas mismas cosas, que recono
cemos, que descienden de arriba, con ser de si tan gran-
(1) Omne datum optiraum, et omne domim perfectnm desursum est,
deseen den 8 á Patre luminum. (Jac. 1.1
(2) Si quid boni eat, parvi vpI magni, donnm tuum est, Doroint;
tuum est bonum, tua est gloria; qui de gloria tua gloriam sibi qu&rit,
et non tibi quserit, fñr est, et latro. (S. Aug.)
(3) Den a, suprii quem, nihil; eitra quem, nllill; sine qno nihil; sub
quo, totnm; cum quo, totum; in quoy totum; & qao, omnia; per quem,
omnia; in quo, omnia. (S. Aug.)
(4) Omnia per Ipsum facta «unt. et sine Ipso factum est nihil, quod
fartuni est í.Tnan. 1. >
- 415 —
des, tan hermosas, y admirables, conducen perfecta*
mente al conocimiento de la grandeza y hermosura
inefable del mismo Dios; asi leemos en el Sagrado libro
de la Sabiduría: De la grandeza y hermosura de las cria
turas, se puede á las claras venir en conocimiento de su
Criador ( 1 ); sobre lo que dice el citado P. San Agustín:
Pregunta á la hermosura del cielo, y de la tierra; del aire
y del mar; de las aves, de los animales y de los peces; del
Sol, Luna y Estrellas; de todo lo visible é invisible, y te
responden: Mira ; cosa hermosa somos. Ahora bien; esta
hermosura, sujeta á toda mudanza, ¿quién la ha hecho,
sino Aquel, que inmudablemente es hermoso en Si mis~
mot (2) Finalmente, lo dice el Apóstol: Las perfecciones
invisibles de Dios, aún su eterno poder y su Divinidad, se
han hecho visibles después de la creación del mundo, por
el conocimiento que de ellas nos dán sus criaturas (3). ¿Lo
ves, alma cristiana? Todo te conduce á Dios, para que
sólo te fijes en Él, y á Él solo, y por ser Quien es, diri
jas todos tus afectos. Hé allí, pues, el amor que le debes.
Amor puro, y desinteresado. Nada has de amar por lo
que es en sí, ni & ti misma por tí misma, sino en Dios y
por Dios; ni por el bien, que esperas, que es seguro, de
tu amor para con Dios, sino sólo por ser Él quien es, y
por su gloria. Este es el blasón del Santo Patriarca Igna
cio: Todos sus pensamientos, todas sus obras, todos sus
afectos: A magor gloria Divina. ¡Oh, qué feliz, si así lo
practicárast Esfuérzate, pues, y dile al Señor con todo
afocto} con el grande Apóstol de las Indias, San Fran
cisco Javier:
(1) A m&gnitudine spBciei el craalura, cognoscibiliter poterit Creator
horum Tiderí. (Sap. 18.)
(2) Interroga pulchritudinem cceli et torree; atiris et roarir, avium ,
animalium et pindum; Solía, Lune et Stellarum, 'vieibiliam omnium et
inyisibiliain: Respondent omnia: Ecce, vide, pulebra sumus. Ast, ista
pulchra mutabilia ¿quis fecit nisi incommutabilis puleher in Seipso?
(S. Aug.)
(3) Inviflibilia Ipsiug, (Dei) A creatura mundi, per ea q u » fucta sunt,
intellecta conspiciuntur. sempiterna quoque Ejus virtus et divinitas.
(Rom. O
- 416 -
me mueve, 6 Dios, para quererte=
C o l o q u io . — « N o
M EDITACIÓN 6.a
De la devoción á la Santísima Virgen María (2).
Or a c ió n La de costumbre.
p r e p a r a t o r ia :
(1) Qui adhierct Domino, unus spiritus est. (l.te Corin. 6.)
(2| Cogita semper Deum tibi prasentem, et ta coran IUo stare.
(S. Düiutli.)
(3) Amen dico vohi*, receporunt mercedem simm. (Mat. 6.}
(4) Omno datum optimum, et omne donum perfectum desursum est;
descendens i\ Patro luminum.
(0) Noli esso remissus in opeiibus tais. (£ccli. 4.)
(6) In ómnibus operibus tuis pracellcns esto. (Eccli. 88.)
(7) Opus Yiilgm-n et excellonter fáctum, fit excoliena et singul&re, ma-
gisqiie coruscat, quam opus de se eximium, sed vulgariter factum.
(R. P. A Lápide.)
— 429 —
rías; 1 .a: Exactitud en cumplirlas; sin ella, no pueden
llamarse tales, obras ordinarias; son tan sólo hechos
aislados, Inconstantes, aunque sean buenos; 2.°: Pron
titud en ejecutarlas; sin ella, no hay más que desorden,
y confusión; 3.°: Rectitud en practicarlas; sin ella no
pueden llamarse buenas en sf. Leemos en el Ecclesiás-
tlco: Obrad vuestra obra, y el Señor os dará A su tiempo
la recompensa (1); y como interpretan varios Exposito
res: Atended A lo que obráis, con madurés', esto es con
rectitud de juicio é intención, por Dios; con diligencia;
esto es, con prontitud; con solicitud, sin negligencia; esto
es, con exactitud (2). Atendamos que el demonio cuan
do no nos puede vencer en dejar las cosas ordinarias,
procura que las hagamos mal, con precipitación, con
fines torcidos, con tibieza, etc., poco agradables al Se
flor, y de poco aprovechamiento nuestro.
Por último, tener muy presente, que es necesaria la
perseverancia en el bien obrar, pues esta sola virtud
será coronada, como nos dice Nuestro Sefior Jesucristo:
El que perseverare hasta el fin, éste será saloo (3). No düo
el Seflor: el que tuviere grandes dones, grandes talentos,
ni el que hubiere hecho cosas grandes, sino el que per
severare hasta la muerte en la virtud y amor de Dios,
éste será salvo. La perseverancia, dice el P. San Bernar
do, merece al hombre la gloria, á las virtudes la corona.
Sin la perseverancia, ni el obsequio merece retribución, ni
el beneficio merece gracia, ni la fortaleza es digna de ala-
bansa (4).
T R E S D ÍA S .
Para tres dias de Ejercicios, con dos Medita
ciones, una por la Mañana, y otra por la
Tarde.
Páginas.
St se empiezan en la Vigilia por la noche,
puede hacerse la Meditación Previa del Principio
j Fundamento...................................................145
fl.* Meditación: La 1.a del Principio y
Fundamento 149.
(Para Personas Religiosas, la misma,
T|jn 1) 1 ó la 1.a del Apéndice, pág. 226.)
lild 1. ^2.® Meditación: La 1.a ó 2.a de la P ri
mera Semana.................................. 169=174.
(Para Personas Religiosas, las mis
mas, ó la 2.a del Apéndice, pág. 229.)
( 1 Meditación: La 3.* y 5.® ( unidas)
de la misma semana 178=186.
(Para Personas Religiosas, las mis-
IWn fl o) mas, ó la 3.a del Apéndice, pág. 293.)
Uld L. <j2.» Meditación: La 7.a y 9.a (unidas)
de la misma semana 191=201.
(Para Personas Religiosas, las mis
mas, ó la 4.a del Apéndice, p&g. 297.)
— 434 —
PiglllM.
Í l . ama
. Meditación: La 2.a ó 4.Vde la mis
semana..................................... 269=274»
CINCO DlAS.
SEIS DlAS.
Para seis días de Ejercicios, con dos Medita
ciones, una por la Mañana, y otra por la
Tarde.
Páginas.
Si se empieian en la Vigilia por la noehe,
puede hacerse la Meditación Previa del Princi
pio y Fundamento.......................................... 146.
f 1.a Meditación: La 1.* del Principio, y
Fundamento..................... 149.
Dífl 10 ^2.» Meditación: La 2 .* y 4.a (unida*)
del mismo...................................... 153=160.
(P a ra Personas Religiosas, l&s mis
mas, ó la 1 .a del Apéndice, pág. 225.)
r1.a Meditación: La 1.a de la Primera
Semana............................ 169.
Dlfl Oo) 2.a Moditación: La 2.a de la misma
semana...........................................174.
(P a ra Personas Religiosas, la misma,
ó la 2.a del Apéndice, pág. 229.)
/1.a Meditación: La 3.a y 5.a (unidas)
de la mi9ma semana...................... 178=186.
(P a ra Personas Religiosas, las mis-
HÍA QOJ ma0» ó la 8.a del Apéndice, pág. 288.)
JJlfl ü. ^2.® Meditación: La 7.a de la misma
semana.................................... . . 191.
(P a ra Personas Religiosas, la misma,
6 la 4.a del Apéndice, pág. 287.)
r1.a Meditación: La 9.a de la misma
semana........................................... 201.
Dífl A v (P ftra Personas Religiosas, la misma,
1U J ó la 6.a del Apendice, pág. 242.)
2.a Meditación: La 11.a de la misma
semana........................................... 212.
— 445 —
Página*.
<3.a Meditación:
/4.a Meditación: 2.a Meditación: La 2.a del m is
[ (P a ra Persona ,3.a Meditación: La 4.a del m ism o..
\ 6 la 1 .» dol La 5.a del m ismo.. . 165.
Personas Religiosas, la misma,
Apéndice, pág. 226.)
SIETE DlA.8.
Para siete días de Ejercicios, con dos Medita
ciones, una por la Mañana, y otra por la
Tarde.
Páginas.
Si se empiezan en la Vigilia por la noche,
puede hacerse la Meditación Previa, del Prin
cipio y Fundamento........................................... 145.
/1.a Meditación: La 1.a del Principio y
l Fundamento................................... 149.
Itífl 1® Meditación: La 2.a y 4.a (unidas)
i del mismo...................................... 153— 160.
[ (P ara Personas Religiosas, las mis-
’ mas, <5 la 1.a del Apéndice, pág. 225.)
OCHO DlAS.
P a r a ocho días de E je rc ic io s , con dos M e d ita
cion es, una p o r la M a ñ a n a , y otra p o r la
T ard e.
Páginas.
Si «• empiesan en la Vigilia por la noche,
puede hacerse la Meditación Previa áel Principio
y Fundamento................................................145
1.a Meditación: La 1.* del Principio y
Fundamento................................... 149.
IMji 1 (1 2.a Meditación: La 2.a y 4.a (unidas)
' del mismo...................................... 153= 160.
(P a ra Personas Religiosas, las mis
mas, ó la 1.a del Apéndice, pág. 226.)
260=265.
269=274.
278=284.
2.a Meditación: La 1.a ó 2.a de la mis
-4 5 9 -
Páginaa.
1.a Meditación: La 7.a de la misma
semana........................................... 289.
2.* Meditación: La 8 .* de la misma
Cgl semana........................................... 294.
** )3.a Meditación: L a 9 .*y 10* (unida»,)
de la misma semana...................... 300=306.
4.a Meditación: La 11.a de la misma
semana........................................... 310.
NU EVE DlAS.
Para nueve días de Ejercicios, con don Medita
ciones, una por la Mañana, y otra por la
Tarde.
Páginas.
Si se empiezan en la V ig ilia p or la noche,
puede hacerse la Meditación Previa del Princi
pio y Fundamento............................................. 145.
' 1.a Meditación: La 1.a del Principio y
Fundamento..................................... 149.
Ujjj |0l2.n Meditación: La 2.a y 4.a ( unidas)
del mismo...................................... 153=160.
(Para Personas Religiosas, las mis-
maB, ó la 1 .a del Apéndice, pág. 225.)
r1.a Meditación: La 1.a de la Primera
Semana...........................................169.
Día M 12.a Meditación: La 2.a de la misma
semana.......................................... 174.
(P ara Personas Religiosas, la misma,
ó la 2.& del Apéndice, pág. 229.)
{1 * Meditación: La 3.a y 5.a ( unidas)
de la misma semana....................... 173=186.
(P ara Personas Religiosas, las mis-
t|« q q1 mas, ó la 3.a del Apéndice, pág. 233.)
Uld O* Meditación: La 7.a de la misma
semana. 191.
(P a ra Personas Religiosas, la misma,
ó la 4.a del Apéndice, pág. 237.)
1.a Meditación: La 9.a de la misma
semana.......................................... 201.
Oí;] k 0) (P ara Personas Religiosas, la misma,
• j ó la 5.a del Apendice} pág. 242.)
2.a Meditación: La 11.a de la misma
semana...........................................212.
— 461 —
Páglnu.
' i.* Meditación: La 12.* de la misma
semana.......................................... 218.
Tii. r. 1 (P a ra Personas Religiosas, la misma,
Uld 3* j ¿ l a 6.a d «l Apéndice, pig. 247.)
2.a Meditación: La Meditación Previa
de la Segunda Semana.................... 254.
/1.a Meditación: La 1/ ó 2.* de la mls-
TMo (¡a S ma semana.................................... 260=265.
Illa 0. i2.a Meditación: La 3.* ó 4.a de la mis-
(, ma semana.................................... 269=274.
/1.a Meditación: La 9.a y 10.a ( unida»)
jw nj\ de la misma semaua...................... 300=306.
Uld I* 12.a Meditación: La 11.a de la misma
V semana.......................................... 310.
/1.a Meditación: La 4.a de la Tercera
IU Semana» * . . . . . ■ « . 358.
Uld 0. j 2 .a Meditación: La 8.a de la misma
\ semana.......................................... 380.
l . a Meditación: La 1.a y 2.a (unidas)
Í de la Cuarta Semana...................... 390=396.
1 1.*
Meditación: La 14.a de la misma
i semana........................................... 325.
(Para Feraonaa Religiosas, la 1.a ó
2.a del Apéndice, pige. 835.=339.)
Tifo 7 q12.a Meditación: La 15.a de la misma
•• \ semana.......................................... 330.
3.a Meditación: La 2.* de la Tercera
Semana........................................... 349.
4.a Meditación: La 3.a de la misma
semana........................................... 353.
DIEZ DIAS.
Para diez dias de Ejercicios, con dos Medita*
ciones, una por la Mañana, y otra por la
Tarde.
SI se empiezan en la Vigilia por la noehe,
puede hacerse la Meditación Previa del Prin
cipio j Fundamento....................................... 146.
_ (1 .a Meditación: La 1.a del Principio y
Día 1®< Fundamento............................. 149.
(2 .a Meditación: La 2.a del m ism o.. . 153.
/ 1.a Meditación: La 4.a del m ism o.. . 160.
V (P a ra Peraonas Religiosas, la misma,
JJfo ó la 1.a del Apéndice, pig. 225.)
/2.a Meditación: La 1.a de la Primera
V Semana........................................... 169.
/1.a Meditación: La 2.* de la misma
I semana. . . . . . . « • « 174.
I (Para Personas Religiosas, la misma,
Día 3,0) ó la 2.a del Apéndice, pig. 229.)
' J2.a Meditación: La 3.a y 5.a ( unidas)
i de la misma semana...................... 178=186.
1 (Para Personas Religiosas, las mis-
\ mas, ó la 3.a del Apéndice, pig. 238.)
— 467 —
Piglna*.
/1.a Meditación: La 7.a de la misma
semana. 191.
(Para Personas Religiosas, la misma,
TMji i fV ó la 4.a del Apéndice, pág. 237.)
12.a Meditación: La 9.a de la misma
semana........................................... 201 .
(P ara Personas Religiosas, la misma,
ó la 6.a dol Apéndice, pág. 242.)
260=265.
2.a Meditación: La 1.a ó 2.a de la mis
ma semana..................................... 269=274.
/1.a Meditación: La 3.a ó 4.a de la mis-
I» n.N ma semana.................................... 300=306.
Uld /• ) 2.a Meditación: La 9.a y 10.' (unidas)
[ de la misma semana...................... 315.
, 1.a Meditación: La 12.a de la misma
m a A semana. • * • • • • • • • 358.
Uld 0* i 2.a Meditación: La 4.a de la
1.a Meditación: La 5.a y 6 .a ( unidas) Tercera
\ Semana...........................................
nt fti\ de la misma semana...................... 364=369.
M D. )2.a Meditación: La 8.a de la misma
r semana........................................... 380.
(1.a Meditación: La 1.a y 2.a (unidas)
. 390=396.
de la Cuaría Semana......................
M • )2.a Meditación: La 3.a y 4.a (unidas)
de la misma semana...................... 400=405.
—
i
468 —
semana...........................................294.
3.a Meditación: La 9.a y 10.a (unida»)
\ de la misma semana. . . . . . 300=306.
I (P a ra Personas Religiosas, la 1 .a ó
oj 2.a del Apéndice, págs. 335. =339.)
• S2.a Meditación: La 15.a de la misma
I semana........................................... 330.
f 3.a Meditación: La 3.a de la Tercera
\ Semana........................................... 353.
Vl i
S semana........................................... 358.
310.
315.
A D V E R T E N C IA S .
D i m i B D C I Ú K I B LOS ACTOS.
& C A Ñ A .N .A ..
TARDE.
EX A M E N .
»t.°« Para oom Dios.
ORA.CIÓN.
C U E N T A D E C O N C IE N C IA .
LATJS DEO,
SINE LA B E O R IG IN A L I CONCEPTEE.