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Entre guerras y rendijas

El Cayapo
8 Jun 2021

Resistiendo horrores y dolores inimaginables, la especie ha visto transitar durante quince


mil años la guerra y sus rendijas por todo el planeta en nombre de esperanzas, fantasías,
ilusiones, utopías, de mundos felices en el cielo y la tierra. Pero lo cierto es que la
especie y sus condiciones materiales de existencia han sido degradadas para mantener a
estas élites que la dirigen. La guerra planetaria del capitalismo, hoy, ya no ofrece
quimeras, va directo al grano: amar al señor es obedecer y temer al capitalismo,
maravillosa conjunción de ideologías y sometimiento material.
Aunque la mayoría lo sabe, no está demás repetir que el humanismo y todas sus
expresiones físicas e ideológicas se sustentan en un aparato de producción que es el
capitalismo, que está instalado para que genere ganancias a muy bajo costo. El
capitalismo se sostiene en el uso de la energía-materia existente en el planeta. El
capitalismo, al tocar la vida, la vuelve muerte, a la que llama riqueza, producto,
mercancía. El capitalismo invierte dos unidades energéticas y obtiene una de la que se
apropia; la que se pierde la paga la naturaleza en todas sus expresiones vivas.
Ese es el principio del capitalismo, no otro. Para cualquier forma de vida, este sistema es
ineficiente, pero para el humanismo lo es todo. Lo que está ocurriendo tiene que ver con
ese ideal, los que controlan y viven de ese modelo no tienen ninguna disposición de
sustituirlo a menos que sea una forma de ganar más, sin inversión.
Como se sabe, el capitalismo no surgió mágicamente, sus antecedentes se remontan a las
antiguas culturas guerreras que habitaron Europa, Asia, África. En sus largos y cruentos
encuentros, en sus decadencias y florecimientos, compartieron y acumularon
conocimientos en todos los sentidos, lo que permitió un avance sorprendente en la
tecnología de guerra.
En Europa se desarrolló el imperio romano, que al fragmentarse producto de su deterioro
se dividió en los distintos imperios conocidos como el inglés, alemán, español, francés,
turco, portugués, que en su devenir sufrieron las consecuencias de todos los imperios. Al
llegar a cubrir todas las fronteras, el enemigo queda dentro, iniciándose su decadencia,
derivando en lo que hoy se denominan los Estados-naciones que se encuentran
desperdigados por todo el planeta bajo el control de las corporaciones que necesitan
desprenderse con suma urgencia de estos Estados-naciones y todo lo que comportan
como dato cultural para que el capitalismo siga existiendo, aunque su mutación sea un
bodrio.
El capitalismo está en un punto donde ya no puede avanzar, ya no hay territorios que
invadir, ni enemigos que combatir, porque todo le pertenece en el planeta. Las fronteras
están cubiertas, todas las ideologías las usa a su conveniencia, cada vez que necesita un
conflicto hecha manos de ellas, sean religiosas, ecologistas, feministas, gremialistas,
indigenistas, comunistas, terroristas, liberales, democráticas, republicanas, étnicas,
nacionalistas, tribales, que hoy le sirven eficazmente a las corporaciones.
En la medida en que fue abarcando más territorios, se agrandó como aparato productivo
y se volvió paquidérmico, pesado y su control se hace complicado para los dueños. Y lo
saben, por eso han trazado planes que les resuelvan la situación de estancamiento. Estos
planes no son locales, son planetarios, aunque en apariencia se manifiesten como
conflictos regionales o entre países. Como ya se dijo, esta crisis planetaria dará al traste
con la división política territorial existente en el mundo, el crecimiento desmedido del
sistema se ha vuelto extremadamente pesado y su control, difuso.
Las crisis anteriores eran focalizadas, afectaban las directrices de los Estados-naciones y
sus intereses, pero en la medida en que se desarrolla el capitalismo las grandes
corporaciones ya no necesitan el control de los Estados. Ya se saben los dueños y
necesitan soltar amarras. Mover y reestructurar toda esa maquinaria en el planeta
requiere que todas las mafias se pongan de acuerdo en cómo van a establecer las nuevas
reglas del robo.
Para cambiar la actual dinámica, el sistema está obligado a superar su condición
productiva, y esa condición lo conduce a cambiar su imaginario, su ideología, a superar
sus condiciones actuales de existencia.
Pero al moverse no sólo necesitará el acuerdo de las mafias empresariales, políticas,
académicas, artísticas, también requiere balancear la cantidad de recursos naturales, los
territorios en donde se encuentran, establecer la cantidad y calidad de la mano de obra
estrictamente necesaria, eliminar la deteriorada y reducir el llamado ejército de reserva,
pero además necesita eliminar el lastre del Estado-nación con el que ha tenido que
convivir a regañadientes en estos últimos trescientos años.
Y cuando hablamos de Estado-nación, estamos diciendo todo tipo de institución
internacional que se mueva en los parámetros de velar por que se cumplan las reglas del
robo, es decir el comercio tal y como lo requieren y han requerido los dueños. Claro
está, todas estas instituciones están disfrazadas con la careta de la unión de las naciones,
la promoción de la democracia, la civilización, la libertad, los derechos.
Todo está ocurriendo sin que la producción se detenga, el capital se mueve de un punto a
otro buscando mejores condiciones de ganancia: esa es su gran contradicción. Hacerlo
funcionar en otro nivel requiere que muchas instituciones sean eliminadas, sean
nacionales o internacionales, como fábricas, sistemas financieros, empresas,
universidades, escuelas, hospitales, ejércitos, cuerpos diplomáticos, gremios en todas sus
expresiones, que de alguna manera estuvieron o están al servicio del Estado-nación o al
servicio del aparato productivo, pero que entorpecen su necesidad de remozamiento y
control.
Tienen que ser removidos, reorganizados, rearmados dentro del capitalismo, porque no
pueden seguir funcionando como están, hay que eliminar muchísimas cosas, reconstruir
otras; formas como OEA, ONU, sindicatos, partidos políticos y similares, filosofías de
partidos políticos o gremios sean de derecha o de izquierda, porque ya son basura
panfletaria, que no le sirve, porque es palabra hueca y sus acciones también son huecas.
El humanismo requiere tener otro rostro, pero en el marco pragmático, real, lo que busca
es control, fundamentalmente de todos los recursos, sean materias primas, agua,
combustible, mano de obra, para usarlo efectivamente y obtener mayor ganancia.
El reajuste del capitalismo en todo el planeta generará un gran deterioro de la clase
obrera, de los campesinos, de la clase media, de los profesionales si la depauperación de
todas las profesiones conocidas que generaban prestigio se acentúa hoy a nivel mundial.
La gente se graduaba en una universidad y nos sentíamos unos don fulano, pero hoy nos
graduamos y somos unos don nadie; la mayoría de los jóvenes nos percatamos que
somos don nadie, estudiemos o no. Esto, entre otras cosas, hace que los resortes éticos
del trabajo esclavo se rompan porque la red social que lo sostiene ha roto sus propias
reglas y todo el mundo cree que puede robar como los empresarios y sus corporaciones.
Esta situación ha creado una inmensa masa que, aún con profesiones, no tiene
perspectiva. A nivel mundial se ha desarrollado una campaña engañosa sobre los
famosos emprendedores, es decir todos los jóvenes son dueños de su propio destino, de
su propia empresa, "qué felicidad, somos libres por fin, todos estamos trabajando y
creando nuestra propia empresa". El sueño del libre albedrío se ha cumplido en todos los
ilusionados, tener su propia empresa. Pero nada más lejos de la realidad, lo que
realmente está ocurriendo es el simple hecho de que el capital, sin invertir una locha,
está exprimiendo al máximo el esfuerzo de esos jóvenes que no están produciendo nada
nuevo.
Eso a lo que le están invirtiendo muchas más horas de trabajo de lo normal no les
pertenece, se lo apropia el gran capital. Trabajemos con chocolates, con pescado, con lo
que sea, ya pertenece al aparato mundial del capitalismo, sólo estamos sirviéndole de
distribuidor, de corredor, de tren del capitalismo y agregándole valor a esos productos.
Por ejemplo, si movemos una barra de chocolate, una taza de café, una porción de
azúcar, debemos saber a cómo está el café, el azúcar, el cacao, en la bolsa de valores de
Tokio o de Wall Street o de cualquier bolsa de valor que tenga que ver donde se jueguen
esas fuerzas de trabajo y sus productos. No nos dejemos engañar, no seamos nosotros las
y los bolsas.
Eso lo estamos viviendo los jóvenes en todo el planeta. El mismo concepto de
emprendedor con moldes distintos, pero al final es lo mismo, no puede ser de otra
manera, porque no estamos pensando de otra manera, no hay otro aparato de producción
y siempre vamos a pensar dentro del marco del aparato de producción existente. La
diferencia con épocas anteriores es que este aparato de producción entra en dificultades,
pero en el caso de esta crisis, no es como la que generó la primera y la segunda gran
guerra, la que generó la ingeniería de la obsolescencia programada. Esta es mucho más
violenta, mucho más grave, con mucha más fuerza, porque es una crisis planetaria en
donde no es una parte del capitalismo que hay que arreglar o adaptar, es todo el sistema
que necesita ser reacomodado.
Para resolver esa situación de extrema peligrosidad se están enfrentando dos grandes
bloques de poder en el seno del capitalismo. Por un lado están los que entienden la
necesidad de eliminar los Estados-naciones para un mejor control de los territorios y su
uso eficiente, la concentración del aparato de producción en muy pocas manos y, por
supuesto, la privatización de todos los recursos, energías, servicios y sus usos, la
eliminación y reacondicionamiento de fábricas e industrias, la limpieza del aparato
financiero y sobre todo eliminar gran parte de la mano de obra en todos los estratos
sociales en el planeta. Desde la gerencia, en todas las ramas del quehacer en la cultura
capitalista, pasando por los cuadros profesionales y técnicos, hasta la más mínima labor
que contribuya a la creación de plusvalía.
Este sector del capital altamente poderoso está desarrollando un plan que los estudiosos
han denominado el caos controlado, que consiste en desbaratar los Estados-naciones,
crear espacios de confort o ciudades controladas directamente por las corporaciones, en
donde funcionarán las oficinas y centros de habitación de los cuadros profesionales,
técnicos, gerentes que se encargarán de la explotación de las minas o industrias que
generen plusvalía. El resto de la población será concentrada en guetos en torno a los
centros de explotación.
El otro grupo, tan poderoso como el anterior, busca sostener relaciones comerciales
partiendo de la aceptación de la existencia de los otros, en el entendido de que la
inversión le reportará ganancias en la medida en que puedan controlar moneda, energía,
materia prima. Esta visión es la que han dado en llamar la Ruta y la Franja.
Estas dos visiones son distintas pero tienen un mismo objetivo: mayor ganancia, menor
inversión; y vienen de lo mismo (humanismo-capitalismo). En ambos casos no son
países sino corporaciones que se enfrentan, aunque nos lo vendan como conflictos entre
países, pero realmente son conflictos entre corporaciones, porque verdaderamente son
las corporaciones peleándose los recursos que tienen África, América, Asia, Oceanía,
Europa. Bueno, en Europa, Estados Unidos y Japón ya no quedan recursos, son
territorios arruinados pero siempre tienen su utilidad para el capitalismo; las
corporaciones les asignarán a estos territorios un papel qué jugar en el concierto de la
producción. Como ejemplo, Europa tiene plantas nucleares, carbón e infraestructuras
disciplinadas para la guerra.
Esta guerra está en plena faena. Nosotros debemos tener claro que todo conflicto entre
países en todo el planeta está asociado a esta gran guerra. Todo grupo terrorista,
paramilitar, narco o no, está financiado por esta guerra, fundamentalmente por quienes
pretenden el caos controlado. Todo intento de destrucción por la vía física o
propagandística de los Estados-naciones, su invasión, su ahogamiento económico, es
tarea de este grupo empresarial, toda campaña de Estado terrorista, fallido, narco, o
todas juntas o unas y otras, busca beneficiar en el mundo entero a los empresarios del
caos controlado.
Es necesario saber que nosotros como pobres, como especie, como naturaleza, perdemos
con cualquiera de los bandos que gane, aun cuando algunos nos propongan estirar la
agonía, porque los empresarios, dueños de estas corporaciones, van es por nosotros, por
la vida, para construir la muerte: su objetivo es obtener ganancia.
Nosotros tenemos que ver esto con los pies en la realidad, no es que "pobrecitos los
pescaditos que van a matar, pobrecitos los pajaritos". Dejémonos de pendejadas y
cursilerías ecológicas, porque eso, independientemente de que los lloremos, ya sucedió y
está sucediendo. Este proceso de reacomodo no se puede parar, lo que está ocurriendo en
Colombia, en Brasil, en México, la guerra civil en los Estados Unidos, en Europa, los
sucesos en Asia, el Medio Oriente, las guerras en África, eso no se puede detener con
discursitos y lloraderas humillantes ante la burocracia de la OEA o la ONU.
Lo único que necesitamos es saberlo, no para salvar eso, ni pajaritos, ni niños, ni negros,
ni mujeres, ni indios, ni pobres, ni clase media de cualquier letra estratificada, porque
eso no se va a salvar, eso está consumido, es estúpido querer salvar lo que ya está
destruido, sobre todo cuando los gobernantes del mundo, los políticos del mundo, los
ideólogos del mundo, los intelectuales del mundo, están empeñados en querer salvar la
muerte. Esta gente, sea de izquierda o de derecha, está muy retrasada intelectualmente.
Ahorita estamos en el siglo XXI y ellos están leyendo la realidad con análisis del siglo
XX, queriéndoselos aplicar a la realidad del presente.
Nosotros no podemos quedarnos pegados allí, tenemos que entender la realidad, visionar
la realidad, con claridad, sin dudas. ¿Qué va a pasar después de esto? Es la pregunta
básica y por eso nosotros tenemos que entender qué sucede, cómo funcionan los planes
del caos controlado y como los de la Ruta y la Franja; comprenderlos en su esencia, en
sus definiciones precisas, en sus objetivos, en las consecuencias que van a generar, y a
partir de allí tenemos que definir qué haremos nosotros, qué decisiones tomaremos.
Parafraseando al Libertador: qué nos importa que a los esclavos se los repartan las
corporaciones, si nosotros estamos decididos a construir otra cultura.
Ellos decidieron que el mundo era de ellos con todo lo que contiene, ¿y nosotros nos
vamos a quedar pegados ahí como esclavos, ya sea pidiendo derechos, más salarios, con
lloriqueos y acusaciones de que nos van a matar de hambre, o nos decidimos a
separarnos del capitalismo para juntos construir otra cultura? Porque
independientemente de lo que pensemos, esos planes están en marcha y ningún grito de
pedigüeños los podrá detener.

Hablemos de las rendijas


Ya hemos dicho que el capitalismo es la conjunción de diversas formas y expresiones
del poder en el planeta, es la concreción de lo obtenido con la guerra, es la guerra
llevada a su excelsa expresión, un modo de producción que sustenta a una cultura y a su
vez se sustenta en ella en una interrelación dinámica que hace imposible la existencia de
lo uno sin la otra.
Si analizamos someramente este proceso, nos daremos cuenta que en cada uno de sus
grandes sismas siempre se han producido rendijas que han determinado la aparición de
nuevas formas de existencia sin que se violente o altere la explotación de la especie por
parte de las élites que ostentan el poder. Por ejemplo, cuando se desmoronó el llamado
imperio romano se crearon otras formas de explotación y la guerra adquirió otro
carácter, y se organizaron nuevas formas de Estado en toda Europa, las provincias
dominadas por el imperio romano se convirtieron a su vez en imperios, los esclavos
pasaron a ser siervos de la gleba o vasallos, desaparece el pensamiento que sostiene al
esclavismo, como lo es el paganismo o politeísmo y aparece la religión cristiana con
toda su corte representante de un único dios en el cielo creador del universo y señor
omnipotente.
El Estado se organiza de acuerdo a este imaginario, un solo dios presidiéndolo todo en la
tierra, el absolutismo monárquico con un papa o rey o monarca, dueños absolutos de la
tierra y todo lo que en ella esté vivo o muerto. Esta élite constituida de señores de la
guerra, con obediencia absoluta al poder absoluto, formaban la corte; los demás, los
pobres de siempre trabajando para estos vagos, asesinos y ladrones.
Producto de las guerras por más botines, se generan nuevos conocimientos que crean
nuevas tecnologías, nuevas visiones de la existencia y de nuevo, lo acumulado crea los
hilos de una nueva red social que es repelida con furia por las viejas formas e ideas. Ese
combate abre una nueva rendija por donde se cuela otra forma de ejercicio del poder. Ya
el dios único no es la idea que preside o justifica al poder, ahora es el individuo humano
con libre albedrío, dueño de lo existente, sustituto de dios.
El Estado se organiza desde esa perspectiva, desaparece públicamente el poder absoluto,
ya la guerra no es el aparato de producción que genera la riqueza, ahora es el
capitalismo, ya no son los vasallos o los siervos, los esclavos. Ahora es el obrero, o
esclavo moderno, el generador de las riquezas. El Estado se organiza para servir a los
dueños, ahora existen no las monarquías sino los Estados-naciones con sus divisiones de
poderes, el contrato social se ha sellado entre los criminales y ladrones con la sangre de
los pobres. El nuevo contrato social entre los ladrones ha validado el nuevo modelo de
producción y sus relaciones. El humanismo nace como cultura.
Entre rendija y rendija, entre élites y élites, entre modos de producción y culturas
generadas por estos actos poderosos, suceden tiempos que se van reduciendo en la
misma medida en que se van sustituyendo modos de explotación o culturas. Entre la
incubación del imperio romano y su decadencia transcurrió un aproximado de quince
mil años, entre el comienzo del feudalismo y su dispersión transcurrieron unos mil
quinientos años, entre los albores del capitalismo y su ocaso no han distado más de
setecientos años.
Es de hacer notar que, antes de iniciar el capitalismo, los pobres no teníamos ninguna
participación en los cambios, como no fuera ser carne de cañón o esclavo en el trabajo
de alimentar los ejércitos y llenar de riquezas a los señores de la guerra. Con la primera
gran crisis del capitalismo, donde se abre una primera rendija de este sistema, es que
aparecemos como posibilidad, como remedo de poder, bajo las premisas del comunismo
esbozadas en el manifiesto de la liga de los comunistas de 1848.
Cada vez que el capitalismo entra en crisis necesita reacomodarse, esto significa
eliminar gente, fábricas, transporte, productos, porque es un sistema de crecimiento
infinito en su oferta pero con demanda finita, por tanto está obligado permanentemente a
conseguir o abrir nuevos mercados y reducir costos. Cuando la gran casa del capitalismo
cruje, se produce un gran terremoto que genera grandes grietas. Mientras el capitalismo
no se reacomoda, esas rendijas permanecen abiertas y no tienen control, porque está
atendiendo sus planes de reacomodo, pero la rendija no la controla el capitalismo.
Pudiéramos decir que es un daño colateral.
Con la primera guerra entre potencias europeas se abre una rendija importante que
produjo a la Unión Soviética en 1917. Los pobres en Rusia se cuelan por esa rendija y
por primera vez se experimenta el uso del poder por un largo periodo, que llega hasta
1989. Durante ese proceso no sólo ocurrió lo de la Unión Soviética, también ocurrió
China, el este europeo, los procesos de liberación nacional en Asia, África, Cuba,
Vietnam, llegan también a experimentar el ensayo del poder fuera de la perspectiva del
humanismo.
Pero el capitalismo con sus bloqueos, alimentación de la guerra civil y la segunda guerra
mundial no permitió estabilizar la llamada idea soviética, que al igual que las otras
experiencias sólo llegaron a cuestionar al Estado sin que se pudiera experimentar,
mucho menos estabilizar, otro modelo de producción, única condición que puede
generar una cultura distinta a la de la explotación, enajenación y sometimiento que
comporta el humanismo.
Cuando la especie se nombre a sí misma tendrá la obligación de estudiar más allá de los
dimes y diretes culpando a líderes y pueblos. Las verdaderas causas del por qué en esos
intentos no se experimentó o no puso en marcha otro modo de producción físico, real, no
nominal.
Cuando se cierran estas rendijas comienza un proceso de derrota de lo que se intentó
construir desde la ideología comunista. Se rinde la URSS, el capitalismo comienza a
recoger todo como una vieja inversión e inicia la guerra por el control absoluto del
planeta, pero cada día se reducen los tiempos entre crisis y crisis.
En el caso actual la rendija es planetaria, en los anteriores eran regionales, continentales,
y a cada deterioro le continuaba una idea que hacía posible mantener al poder en el
control, incluso la ideología comunista, socialista, anarquista, les prestaron un gran
servicio al capitalismo porque le permitió justificar la existencia de un enemigo, pero
aún más, ninguna de esas ideologías experimentaron o crearon un modo de producción y
una cultura distinta que sirviera de ejemplo a la especie y le diera fuerza para abandonar
al capitalismo.
Desde 1989 se abrieron las rendijas cuando parecía que se cerraban, que ya sólo quedaba
capitalismo para siempre. Pero en Venezuela los planes del capitalismo iniciaron la
apertura de las rendijas en el planeta. Desde entonces están ocurriendo grandes sucesos
en todo el mundo. Por ejemplo, en América Latina vemos cómo los planes del
capitalismo conducen a los pueblos a las rendijas, así podemos hablar de Chile,
Colombia, México, Perú, Bolivia y muchos otros en el planeta. Nuestra conclusión es
que estas rendijas no se detendrán porque los planes del capitalismo tampoco frenarán.
La especie hoy debe estudiar con mucho cuidado los tributos de las ideas que han
intentado cambiar al mundo, como por ejemplo el comunismo, no para aplicarlos o
repetirlos como recetas, sino para valorar sus aportes, porque fueron millones de
personas que le donaron la vida a estas ideas. La especie debe estudiar con cuidado esta
realidad, no debemos ver lo que sucede en Colombia, Chile, Medio Oriente, Brasil,
sudeste asiático o en cualquier otro rincón del planeta como hechos aislados, debemos
verlos como lo que son: hechos aparentemente inconexos unos de otros, pero que en
realidad forman parte de los planes del gran capital en completo avance.
No son hechos provocados por el narcotraficante Duque o el terrorista Daesh, o el
absurdo Biden, o el atormentado Bolsonaro o el malandro de Piñera, o la rancia
monarquía de cualquier territorio o el cuartel transnacional instalado en el territorio de
Palestina para dividir y aniquilar a los árabes, no. Son el resultado de una guerra
desarrollándose en todo el planeta y, por supuesto, toda guerra abre rendijas por donde
podemos colarnos los pobres, pero toda rendija requiere de una o muchas ideas, y esta es
planetaria, por tanto requiere de ideas que puedan sustituir al humanismo, y eso sólo
ocurre con la construcción de un nuevo modo de producción y no administrando mejor
al capitalismo.

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