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El pescador y el empresario
Un rico y talentoso empresario, muy trabajador y ambicioso, paseaba un día por el puerto
cuando se encontró con un humilde pescador. El hombre, ya mayor, pescaba en una
pequeña barca ya descolorida con una caña de pescar. Pero tenía la barca llena de peces.
– Perdone que le pregunte, buen hombre. Veo que se le da muy bien la pesca… Llevará
muchas horas pescando, supongo…
– Pues mire usted- respondió con tranquilidad el pescador- La verdad es que nunca me
levanto antes de las 8:30 de la mañana. Desayuno tranquilamente con mi mujer y mis hijos,
me voy a por el periódico, lo leo tranquilamente y después vengo a pescar. Cuando veo que
ya tengo suficiente, me vuelvo a casa a comer. Después paso la tarde con los nietos. A veces
con mis amigos, tocando la guitarra.
– ¿Me está usted diciendo que en apenas un par de horas pesca todo esto? ¿Y por qué no
le dedica más horas?
– ¿Y para qué?
– Porque si le dedicara usted por lo menos ocho horas, pescaría ocho veces más.
– ¿Y para qué?
– Porque así podría invertir en mejoras. Comprar un barco nuevo y más grande, por
ejemplo.
– ¿Y para qué?
– Para ampliar el negocio. Al aumentar el producto, podría comprar una flota entera de
barcos y pagar a pescadores a su servicio.
– ¿Y para qué?
– ¿No lo entiende? Si llega a ese punto del negocio, podrá desentenderse del trabajo y
simplemente supervisar la gestión… Tendrá más tiempo libre. Ya no tendrá que madrugar
y podrá tener tiempo libre para pasar con la familia y los amigos.
Y siguió comenzó a recoger la caña de pescar ante la atónita mirada del empresario.