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17731
eISSN: 2708-8464, ISSN: 2663-8134
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Ensayos
RESUMEN
El presente artículo aborda el discurso y la política indígena dirigido a la población indígena por parte
de Augusto B. Leguía y las acciones emprendidas desde el aparato estatal por dicho mandatario, en
su gobierno de 1919 a 1930, denominado el Oncenio. A través de la revisión de fuentes primarías, las
cuales se consultaron en el Archivo General de la Nación, y del análisis documental respecto al tema
planteado, se evidencio que las acciones, emprendidas por el presidente Leguía, con respecto a la
problemática que atravesaban los ciudadanos miembros de los pueblos originarios, fueron de corte
populista y que en la práctica la política indígena, en el Oncenio, no tuvo un impacto significativo en la
mejora de las condiciones de vida de aquella población.
ABSTRACT
This article looks into August B. Leguia’s political discourse on indigenous issues and the actions he
undertook from the State apparatus during his 1919-1930 administration – the so-called Oncenio (the
Elevenium). The primary sources reviewed at the Archivo General de la Nación (The Nation’s Archives)
and the document analysis performed evidenced that Leguia’s political discourse was populistic
and that the actions undertaken by his administration meant little to the well-being of indigenous
populations.
RESUMO
Este artigo estuda o discurso e a política dirigida à população indígena por Augusto B. Leguía e as
ações empreendidas pelo aparelho de estado do referido presidente, em seu governo de 1919 a 1930,
denominado Oncenio. Através da revisão de fontes primárias, as quais foram consultadas no Arquivo
Geral da Nação (Peru), e da análise bibliográfica sobre o tema levantado, constatou-se que as ações,
empreendidas pelo Presidente Leguía, sobre o problema que enfrentavam os cidadãos, membros dos
povos indígenas, eram de natureza populista e que na prática a política indígena, no Oncenio, não teve
um impacto significativo na melhoria das condições de vida dessa população.
Citar como:
Gonza, A. (2020). Discurso y política indígena en el Oncenio de Leguía. Espiral, revista de geografías y ciencias sociales, 2(3),
069 - 076. http://dx.doi.org/10.15381/espiral.v2i3.17731
© Los autores. Este artículo es publicado por Espiral, revista de geografías y ciencias sociales de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribucion - No
Comercia_Compartir Igual 4.0 Internacional. (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/) que permite el uso no comercial,
distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que la obra original sea debidamente citada.
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Américo Gonza Castillo
Introducción
El 4 de abril de 1919, Augusto Bernardino Leguía y Salcedo gano las elecciones
presidenciales; sin embargo, el 4 de julio del mismo año, días antes de acercarse la
fecha establecida para juramentar al cargo, encabezo un golpe de Estado y asumió de
facto la Presidencia, aduciendo que sus adversarios políticos pretendían desconocer
la voluntad del pueblo expresada en los resultados, del proceso electoral, que él
consideraba había ganado. Después de tomar el poder, Leguía convoco a una
Asamblea Constituyente que redacto una nueva constitución; así mismo dentro de
esta asamblea se conformó una comisión que realizó el recuento de los votos. Aquella
comisión concluyo que, en efecto, Leguía había ganado las elecciones, validando de
esa manera su Presidencia.
A pocos días de haber cumplido cien años de aquellos históricos acontecimientos que
marcaron el inicio del denominado “Oncenio de Leguía” se hace una remembranza
de este periodo, el cual ha generado y aún sigue generando, muchas pasiones y
contradicciones, en nuestro país. Del Oncenio, son muchos y amplios los elementos
que se pueden estudiar; no obstante, en este artículo solo abordaremos el discurso y la
política indígena, efectuada por el presidente Leguía, considerando que las demandas
de los pueblos originarios son una problemática vigente hasta nuestros días. Estas
demandas salen a relucir con los constantes conflictos sociales que se presentan a lo
largo y ancho de nuestro territorio nacional (Ministerio de Cultura [MINCU], 2015).
Los conflictos generados por la ejecución de los proyectos mineros “Las Bambas” en
Apurímac, “Tía María” en Arequipa y “Quellaveco” en Moquegua que involucran a
las comunidades campesinas, de aquellas regiones, con las empresas extractivas y el
Estado, son algunos de los más recientes.
Debe señalarse, que luego de lograda nuestra Independencia, la población originaria
de nuestra patria fue ignorada del ordenamiento jurídico administrativo y demás
instrumentos normativos que se emanaron por parte de la administración pública.
Así mismo, no fue reconocida la existencia, de las organizaciones indígenas, en las
primeras ocho constituciones promulgadas en el país. Hubo que transcurrir un siglo
para que se les reconociera su existencia y sus derechos sobre sus tierras y esto sucedió
en la Constitución de 1920, promulgada por Leguía.
Puesto que, en la República continuo con la tradición colonial opresiva hacia la población
indígena, muchos intelectuales reaccionaron e hicieron suyas sus demandas. En su
discurso político electoral Leguía encauso la problemática indígena, las demandas
de las juventudes, de los universitarios, de la clase obrera y de otros sectores sociales,
que se encontraban descontentos con el sector dirigente de país, de esa manera sumo
adhesiones que lo condujeron a ganar las elecciones, por segunda vez en 1919. Cabe
mencionar que su primer periodo de gobierno fue entre 1908 a 1912.
La exclusión del desarrollo nacional de nuestros conciudadanos originarios, en el
primer siglo de vida independiente, fue un acto deplorable llevado a cabo por los
grupos de poder y el sector dirigente del país, situación que el indigenismo pretendía
revertir. Acorde con estos planteamientos la política indígena, desde el aparato estatal,
seguida por el presidente Leguía, en el Oncenio, pretendía reivindicar la marginación
que sufría la población originaria; pero solamente fue un discurso que no se llevó a
la práctica.
Para contextualizar el discurso y la política indígena asumida por el presidente
Leguía, es pertinente hacer una reseña de la problemática que atravesó la población
originaria, entre la Independencia y el Centenario, en los primeros cien años de
vida independiente. Seguidamente trataremos el surgimiento del indigenismo; y
finalizaremos abordando el discurso y la política indígena emprendida por Leguía,
desde el aparato estatal, en el Oncenio.
En tal sentido, entre las principales medidas que adopto Leguía en el marco de
su política de reivindicaron indígena, fue otorgar el reconocimiento jurídico, a las
comunidades nativas, en la Constitución Política de 1920. Así tenemos que en los
artículos 41° y 58° de la referida Constitución se prescribía, lo siguiente:
Art. 41º.- Los bienes de propiedad del Estado, de instituciones públicas y de las comunidades
de indígenas son imprescriptibles y sólo podrán transferirse mediante título público, en los
casos y en la forma que establezca la ley.
Art. 58º.- El Estado protegerá a la raza indígena y dictará leyes especiales para su desarrollo
y cultura en armonía con sus necesidades. La Nación reconoce la existencia legal de las
comunidades de indígenas y la ley declarará los derechos que les correspondan.
Además, con la finalidad de atender y tramitar los reclamos presentados por la
población indígena ante una instancia pública, mediante Resolución Suprema Nº 024,
emitida el 12 de septiembre de 1921, Leguía crea la Sección de Asuntos Indígenas,
adscrita al Ministerio de Fomento. A esta dependencia pública a partir de 1923 se le
asigno un presupuesto propio. Seguidamente mediante Resolución Suprema Nº 065,
emitida el 16 de diciembre de 1921, se nombra como jefe de dicha Sección de Asuntos
Indígenas, al señor Hildebrando Castro Pozo, un destacado intelectual, miembro del
movimiento indigenista.
Más adelante, el 21 de mayo de 1922, mediante Decreto Supremo Nº 046 se creó el
Patronato de la Raza Indígena, en cuyo contenido podemos leer lo siguiente:
El presidente de la república considerando: Que los conflictos que se vienen suscitando
entre las comunidades de la sierra y los dueños y conductores de fundos colindantes,
adquieren carácter de gravedad y se convierten en lucha de razas, que es preciso evitar
para el normal funcionamiento de los centros industriales de aquella región. Que con este
fin se hacen necesario, crear en diferentes centros de población indígena, instituciones con
carácter oficial, que en cooperación a la acción que por Decreto del 12 de septiembre de
19217, viene realizando el gobierno a favor de esta raza. De conformidad con el art. 58 de
la constitución, Decreta:
Articulo 1.- Créese el Patronato de la Raza Indígena, cuyo objeto será organizar en todos
los lugares de la república, donde sea necesario la protección y la defensa de ella; así como
estimular por los medios más adecuados su desenvolvimiento cultural y económico.
Sucesivamente se nombraron comisiones para investigar las revueltas campesinas y
los problemas sociales, surgidos por el abuso de los terratenientes, que provocaron
muchos levantamientos en el campo, tal es el caso de la Resolución Suprema Nº 038,
emitida el 25 de marzo de 1922, donde se comisiono el Ing. Don José Fluchert, para
efectuar el deslindé de tierras entre la hacienda Parco y las comunidades campesinas
de Pihuas, Retama, Pacchas y Callhuas, del distrito de Huánuco. En esa fecha,
Huánuco aun no era departamento.
El discurso político sobre la problemática indígena, por parte de Leguía en el Oncenio,
tuvo un matiz paternalista y populista con lo cual atrajo las simpatías de la población
indígena y de los intelectuales indigenistas. En efecto, podemos mencionar Resolución
Suprema Nº 03, emitida el 16 de setiembre de 1921, mediante la cual se faculto al
Ministerio de Fomento para conceder pasaje de tercera a los ciudadanos indígenas que
asistieron a un Congreso que se realizó en la capital. Igualmente, mediante Resolución
Suprema Nº 019, emitida el 15 de enero 1922 se faculto al Ministerio de Fomento para
4 A.G.N., Sección de Asuntos Indígenas, Resoluciones Supremas, Leg. 3.13.2.8, año 1921, f. 06.
5 A.G.N., Sección de Asuntos Indígenas, Resoluciones Supremas, Leg. 3.13.2.8, año 1921, f. 12.
6 A.G.N., Sección de Asuntos Indígenas, Resoluciones Supremas, Leg. 3.13.2.8, año 1922, f. 26.
7 Se refiere a la creación de la Sección de Asuntos Indígenas, en el Ministerio de Fomento, una institución que debía recibir
los reclamos de nuestros conciudadanos indígenas.
8 A.G.N., Sección de Asuntos Indígenas, Resoluciones Supremas, Leg. 3.13.2.8, año 1922, f. 14.
9 A.G.N., Sección de Asuntos Indígenas, Resoluciones Supremas, Leg. 3.13.2.8, año 1922, f. 09.
conceder pasaje de regreso a los comuneros que han venido a exponer sus quejas a esta
capital, debiéndose cargar estos egresos al ramo de la partida para extraordinarios
del Presupuesto General de la República, señala la referida Resolución.
Al formular, desde el aparato estatal, medidas para atender la problemática indígena,
Leguía obtuvo su adhesión (Cotler, 2006). La población originaria que desde siempre
estuvieron olvidadas, ahora si se sintieron atendidas, se sintieron identificadas con
su gobierno y lo apoyaron, al hacerlo legitimaron sus actos (Germaná, 1982). Así
Leguía respondió favorablemente a las demandas de la población indígena y a los
intelectuales urbanos del movimiento indigenista.
Una muestra del discurso populista empleado por Leguía es que muchas veces
utilizo el título de Viracocha para sí mismo, llegando incluso a pronunciar discursos
en quechua, idioma que desconocía por completo (Kapsoli y Reátegui, 1977).
Sobre el particular, Ionescu y Gellner (1970) señalan que el populismo es un arma
organizacional para sincronizar intereses de un grupo social patrocinada por un
líder, dotado de elementos carismáticos, con un discurso político que canaliza los
descontentos de ciertos grupos sociales para obtener de ellos respaldo a su gobierno
a cambio de darles solución a sus necesidades y reclamos, que en muchos casos no
tienen un final feliz.
En efecto, en correlación a lo señalado en el párrafo anterior, no obstante, que
propugnaba la protección y reivindicación de la “raza indígena”, en 1920, Leguía
promulgo la Ley de Conscripción Vial, que obligaba a los campesinos (mayormente
indígenas) a trabajar gratuitamente en la construcción de rutas y vías de comunicación
terrestre, a nivel nacional. En cierta manera revivía la institución colonial de la Mita,
trabajo gratuito obligatorio para de la población indígena, para la Corona Española
(Cotler, 1978). Los hacendados y las autoridades republicanas tenían todo el poder
para obligar a trabajar gratuitamente a los indígenas, en la construcción de carreteras,
que favorecían sus intereses económicos.
Como ya hemos mencionado para llevar a la práctica el discurso de reivindicación
indígena Leguía implemento, legisló y reglamento la vida de la población indígena
en campo económico, administrativo, jurídico y social, al mismo tiempo que intento
resolver, sin éxito, sus históricas demandas; puesto que, si bien es cierto el Oncenio de
Leguía empezó desarrollando una era de prosperidad y de crecimiento económico,
que no pudo sostener por mucho tiempo, envase a empréstitos otorgados por
empresas y gobiernos extranjeros sobre todo Norte Americanos. Al respecto, Klarén
afirma “las buenas intenciones del gobierno de Leguía no pudieron sostenerse en
el tiempo y en 1924, poco después de reelegirse, su discurso indigenista oficial
declino” (2004, p. 309).
Consecuentemente, sobre la base de las ideas expuestas, las políticas públicas
destinadas a reconocer derechos y satisfacer sus demandas a la población indígena,
por parte de Leguía en el Oncenio, se mantuvieron sin alcanzar su objetivo hasta su
reelección en el año de 1924, luego del cual se paralizo todo intento de protección y
reivindicación de la marginada masa social indígena y el estatus quo volvió a imperar
en el país, reprimiéndose con crueldad cualquier intento de protesta o manifestación,
de la excluida y oprimida población indígena (Klarén, 2004).
Reflexiones finales
La Independencia del Perú y la fundación de la República, para la población
indígena, no significo en nada, mejoras en sus condiciones de vida, solo fue un cambio
de poder político donde se pasó de los amos españoles a los gobernantes criollos,
que siguieron manteniendo las mismas condiciones de opresión contra nuestros
conciudadanos originarios.
Fuentes
Archivo General de la Nación. Perú, Lima.
Referencias
Burga, M. y Flores Galindo, A. (1991). Apogeo y crisis de la República Aristocrática. Perú, Lima:
Ed. Rikchay Perú.
Capuñay, M. (1952). Leguía. Perú, Lima: Compañía de Impresiones y Publicaciones.
Cotler, J. (2006). Clase, Estado y Nación en el Perú. Perú, Lima: IEP.
Germaná, C. (1982). El análisis sociológico del proceso político y del Estado en el Perú: un balance de
la sociología política. I Congreso Peruano de Sociología, Perú, Huacho.
Ionescu, G. y Gellner, E. (1970). Populismo sus significados y características nacionales. Argentina,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
Iziga, R. (1994). Perú: Sociología, clases sociales y sociedad. Perú, Lima: Ed. UNMSM.
Kapsoli, W. y Reátegui, W. (1987). El Campesinado Peruano. 1919-1930. Perú, Lima: UNMSM.
Klarén, P. (2004). Nación y sociedad en la Historia del Perú. Perú, Lima: IEP.
Ministerio de Cultura (2015). Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural.
Perú, Lima: Autor.