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Diego Clares
Carlitos Enrique, Tomás, Francisco Tocino, Jorge Guillermo Federico... ¿Quién no
ha oído hablar de estos grandes filósofos? Todos ellos ocupan las bibliotecas de las
mejores universidades del mundo y son sin duda el gran referente para los jóvenes
al mundo y aún hoy nadie se atreve a descartar de los libros de historia su gran
filosofía.
Renato nació el 31 de marzo, y por lo tanto era Aries. Como es bien sabido, Aries
representante del racionalismo. Sus ideas se extendieron por todo el mundo occidental,
verdades absolutas.
revelación divina. Tal pretensión era irracional para Dèssecartèsse, quien consideró con
gran acierto que la verdad debía provenir del propio conocimiento humano: de la
razón. Con tal objetivo creó su excelso sistema racionalista, que explicaba todo lo
explicable aludiendo a una verdad clara y distinta: “Cogito, ergo sum” (pienso, luego
existo). Esta certeza nos conduce a la única verdad auténticamente importante y nos
demuestra que otras preguntas menores, como la realidad del mundo o la veracidad de
viandantes: hay quien camina con ambas piernas extensas y quien camina cojito, es
decir, con una pierna menos extensa. Como éste, hay muchos otros casos, por todos
Exponer todas las verdades alcanzadas por este ilustre pensador resultaría muy
tedioso para la limitada capacidad cognitiva de nuestros lectores, que se verían pronto
Tierra. Por lo tanto, sólo expondremos uno más de sus múltiples descubrimientos: las
coordenadas cartèssesianas.
Es cierto que, en nuestros días, hablar de coordenadas nos parece algo muy
cotidiano; pensamos que los ejes cartèssesianos son una verdad evidente y por todos
conocida, y no concebimos que el espacio pueda ser entendido de otra manera. Sin
embargo, como todas las verdades, ésta también fue descubierta en un momento
innovador sistema: dos líneas cruzadas que coordinan la medición de un plano; y tres
Antes de este gran descubrimiento, nadie era capaz de situar con precisión un
punto dentro de un plano ni medir su posición. Más aún, en aquella época tenebrosa,
Pero Dèssecartèsse era mortal, como todos nosotros; y murió, tan ciertamente
como que usted, lector, morirá algún día. Su fallecimiento tuvo lugar en Estocolmo,
según una de las versiones, por una neumonía contraída en la alcoba de la reina
Cristina de Suecia. Otra versión, mucho más ajustada a la verdad de su vida, indica
que fue envenenado con arsénico, ciertamente por algún ignorante o inculto que sentía