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Lección 1: Introducción a la Epistemología

Computacional.
Descripción del Contenido:

1. Fundamentos Filosóficos de la Inteligencia Artificial.


2. Teoría Computacional de la Mente.
3. El Qualia en una entidad Cibernética.
4. Conciencia y Realidad.
5. Teoría de la Intencionalidad.

1. Fundamentos Filosóficos de la Inteligencia Artificial.


La filosofía de la inteligencia artificial pretende resaltar, y es el objetivo de esta
sección del curso, las más importantes ideas que sirven de sostén a su
fundamentación teórica. Sacarlas a la luz, darles brillo pulimentándolas, para
luego, transferirlas hacia una ciencia formal. En ocasiones, cuando buscamos
sombras en las sombras, es posible encontrar pequeños puntos de iluminación
intelectual que dan forma a ideas brillantes con las cuales engalanar teorías.
Aplicando finos detalles a problemas complejos y disminuyendo así, sus grados
de complicación.

Para que lo anterior se transfigure en hechos, será necesario transformar


pensamientos en ideas matemáticas, en axiomas. Entonces desde allí, derivar
consecuencias que puedan ser dilucidadas primero, por experimentos mentales.
Posteriormente, por ciencias como la lógica, la computación y la teoría de las
probabilidades. Las matemáticas son excelentes para la descripción de los
fenómenos, nada existe en el universo que un buen modelo matemático no sea
capaz de explicar. La lógica para sistematizarlos, verificar coherencia o
refutarlos. Las probabilidades para tratarlos por tipo, tiempos y distribuciones.
Además, esta última es ineludible al tratar razonamientos probabilísticos o
aproximados.

En este aparte, sólo se destacarán las ideas centrales que generan conflictos
internos a la IA, sin matematización algunas de sus relaciones causales o
intentar si quiera darles respuesta. Asumámoslo como una conversación entre
escritor y lector. Prepare su mente y afine sus sentidos pues, nos adentraremos
en obscuros rincones de los pensamientos intentando develar su intrigante
biomatemática. Trataremos en esta sección, el papel de la conciencia, el Qualia
y la intencionalidad en el comportamiento humano, y el cómo este puede ser
mimetizado por desarrollados sistemas cibernéticos. En función, comenzaremos
por el inicio, aludiendo a lo que IA significa.
El término Inteligencia Artificial desde su concepción formal en 1956, desató una
serie de críticas, además de posturas a favor y en contra de lo que realmente el
vocablo Inteligencia significaba. Para la fecha, podríamos afirmar, su lenta
asimilación, ingreso y posterior transformación en ciencia aplicada provocó un
impacto, desde el punto de vista científico, tan violento como el generado por las
bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. El vocablo Inteligencia Artificial iba
en contra de toda teoría sobre la naturaleza, hasta ese momento conocida,
acerca de la inteligencia. Para tener una imagen de la situación, prestemos
atención a la siguiente analogía: ¿puede una máquina pensar?, puesto que las
bases de la inteligencia subyacen en los procesos de pensamiento, eso solo
podrá contestarse si las funciones de un organismo biológico fuesen las mismas
que las de una máquina. Para responder a esta interrogante hay que adentrarse
a dilucidar otra, ¿qué significa pensar? Hoy día, 2021, la inteligencia artificial ha
pasado a convertirse en la más disruptiva de las ciencias. Su ubicuidad ya
transversaliza casi toda forma de saber.

Es obvio que una máquina biológica a base de proteínas puede pensar. Pero,
¿puede una maquina basada en silicón hacer lo mismo?, Nilson (1998) en
(William John, 2010). Para descomponer filosóficamente esta idea, es necesario
separar sus unidades de razón y establecer equilibrios de significados. Debemos
centrarnos entonces en construir un concepto para “máquina” y uno para
“pensar” con sus equivalentes grados de significancia asimilables para cualquier
ciencia. Trabajaremos entonces, con cuestiones similares a esta.

Con lo anterior, se fundamentó un desafío directo y abierto hacia los teóricos de


la mente, a los profesionales de la sicología empírica, y por supuesto, a los
lingüistas. Ello dado que, la simple manipulación sintáctica, o automática, de
símbolos lógicos, no se constituye como ninguna forma parecida de
razonamiento humano per se. Allí, el razonamiento explícito que da origen al
entendimiento, y, luego permite acceder hasta el estado de comprensión, no
puede estar presente, al menos no de la misma forma que se presenta en los
humanos.

En este proceso es imposible involucrar, o, intentar siquiera simular, cualquier


tipo de reflexión consciente, quiere decir, se razona en ausencia de la
conciencia. Y, si la conciencia no está presente, tampoco lo puede estar la
mente que la aloja. Por ende, ningún pensamiento, o acción, que pueda dar
apariencias de inteligencia, puede ser concebido. Desde este punto de vista, la
Inteligencia Artificial es una vulgar falacia muy bien camuflada.

No obstante, los defensores de la inteligencia artificial fuerte para los años 50´s
afirmaban que, si el sistema cognitivo humano basado en neuronas, es
considerado un sistema computacional representacional como lo habían
demostrado Walter y Pitts (1943) y algunos otros. Entonces, el objetivo de la IA
se direccionaría a simular para entender y mejorar, su funcionamiento. Para ello,
acudieron a la tesis conexionista. Esto, dio inicio a un debate filosófico que,
hasta hoy día, se mantiene. El autor de este texto es seguidor de la tesis
conexionista y la comportamentista, mejor dicho, de la IA fuerte y de la
neuroingeniería evolutiva.

Nos centraremos entonces, en el establecimiento de coherencias entre lo que


significa pensar, contra ciertos estados mentales en los cuales diferentes
pensamientos se inducen, pero desde el punto de vista de la filosofía. Quiere
decir, como aquella forma de amar al saber y el conocer. Estados de
percepción, Qualia, conciencia e intencionalidad, con énfasis en la discusión
ideológica de si será posible algún día, el que estos estén presentes en una
máquina. Para ello, acudiremos al uso de la denominada teoría de las
explicaciones científicas dado que, a pesar de tratarse de un tema netamente
filosófico, la IA y sus ramas asociadas, son fundamentalmente Investigación
Científica muy avanzada.

Demos inicio entonces, a la teoría de la IA con estas no tan sencillas preguntas


que sólo pueden abordárseles desde el campo de acción de la filosofía, y, que
no pretendemos responder, sino, poner en la palestra para su examinación:
¿Cómo los seres humanos reproducimos pensamientos?; ¿puede alguna
entidad no biológica poseer mente y manifestar comportamientos sofisticados
con visibles grados de inteligencia?; ¿son la mente y el cerebro la misma cosa?;
Si es así… ¿en qué parte del cerebro se aloja la mente?; En relación a
conductas inteligentes… ¿Qué papel juega la bioquímica de la conducta en una
máquina que carece de glándulas endocrinas?; ¿Cuál sería su modelo
analógico?; ¿Cuál es el papel de los neurotransmisores en el aprendizaje?;
¿puede un organismo artificial procesar percepciones?.

Nos interesa saber a su vez, ¿Cómo responderá una entidad inteligente artificial
a cualidades mentales como sentimientos, estados de estrés, creencias, deseos,
esperanzas, intenciones, hambre o dolor? Preguntas nada fáciles de responder.
No obstante, para entender un poco mejor estas cuestiones, adentrémonos en
algunos rincones de la teoría de la mente, la teoría computacional de la mente, y
sus terminologías asociadas.

2. Teoría Computacional de la Mente.


Entenderemos a la teoría de la mente, como a un conjunto de supuestos
teóricos que intentar dar explicación fundamental a los fenómenos que subyacen
y esconden, en los más profundos rincones de las mentes humanas. Estudia
tanto el origen, como los propósitos de los fenómenos mentales, además del
cómo estos están relacionados con la estructura causal de la realidad. En esta
sección, más específicamente, me referiré a la similitud entre Teoría de la Mente
y la Teoría Computacional de la Mente, con sus aplicaciones y relevancias en el
campo de la IA.
La Teoría Computacional de la Mente por su lado, se apoya en la tesis de que
la mente es un computador digital que, teniendo a su disposición un conjunto de
dispositivos de almacenamiento de estado discreto, es capaz de almacenar
representaciones simbólicas y manipularlas de acuerdo a reglas sintácticas.
Además, los pensamientos en esta teoría son representaciones mentales en el
lenguaje del pensamiento, (Wilson & Keil, 1999).

La teoría de la mente busca profundizar en la capacidad de entendimiento


sobre el cómo las creencias, emociones, deseos y objetivos de los seres
humanos, se sobrevienen y llevan a cabo a través de otro fenómeno mental, el
de la intencionalidad. (Preston & Waal., 2002) han sugerido que, la teoría de la
mente en los humanos, opera más o menos así: el protagonista observa la
situación del antagonista y la simula en su propia cabeza. De allí, deduce que la
reacción proyectada por el antagonista, es muy similar al estado mental del
protagonista. Esta interacción recibe el nombre de empatía, modelo de
percepción acción (Comportamentismo) que puede ser emulado por agentes
inteligentes de la IA. Pues, las simulaciones de ambos modelos, el humano y el
artificial, han mostrado no marcar diferencias significativas de importancia en
procesos experimentales.

En este sentido, y de acuerdo a (Wilson & Keil, 1999), la rama de las ciencias
cognitivas que concierne al entendimiento de nuestra propia mente, y la de
otros, es lo que llamamos Teoría de la Mente. Esta envuelve una teorización
filosófica acerca de nuestro ordinario e intuitivo conocimiento de la mente. Fodor
Jerry (1935), filosofo estadounidense citado en (Audi, 2004), afirmaba que la
teoría de la mente está implícita en la sicología cognitiva contemporánea, y
según la cual el par, mente-cerebro, constituyen una sola unidad que trasciende
en una dualidad.

Primero, resulta ser un mecanismo computacional representacional, pero al


mismo tiempo, una entidad física. Fodor, además, manejaba la idea de que el
lenguaje del pensamiento, el que reproducimos mentalmente, es muy diferente a
nuestro lenguaje hablado. Su Denominado Criterio de Modularidad[1] concuerda
con los modelos teóricos de la teoría computacional de la mente.

En cierto sentido, el problema central de la fundamentación filosófica acerca de


la IA, subyace en sí una máquina podría, algún día, llegar a pensar. Desde este
enfoque, bien positivo o bien negativo, nacen diversas y contrapuestas
posiciones. Diatriba histórica entre IA débil e IA fuerte. Hoy día, preguntas como
las siguientes resultan triviales para nosotros: ¿puede una máquina volar?;
¿rodar?: ¿caminar?; ¿hablar?; ¿flotar sobre el agua?; cualquier ser,
racionalmente entendido, sabe que las máquinas pueden hacer todo esto en el
mundo de los hechos observables. Porqué entonces una máquina, en un futuro
próximo, no ha de poder pensar y conducirse inteligentemente.
Si llegase una máquina a pensar realmente ¿Qué características tendrían su
mente y su cerebro?; ¿Cómo serían sus estados de percepción, Qualia,
conciencia, pensamiento e intencionalidad?; ¿para qué son las mentes?; ¿Qué
hace la conciencia y cuál es su relación con los estados de inconciencia? Como
teórico de las metodologías conexionista y comportamentista planteo, como
muchos otros, lo siguiente. La teoría computacional de la mente nos esboza que
los cerebros son realmente computadoras, y las mentes que estos alojan (si es
que realmente están allí) son los software que las operan.

Es bien conocido que ningún objeto mental es directamente observable, también


sabemos que los eventos que se suceden en la mente, y que combinan a estos
objetos mentales, son solo funciones de probabilidad de diferentes eventos. Si
esto es así, entonces, matemáticamente se los puede modelar y predecir sus
estados futuros. Desde el punto de vista de la filosofía, se desearía observar
trabajando a las dos inteligencias simultáneamente para así comparar.

Según afirmaciones de Descartes, la mente es una substancia espacial no


extensa, y no regida por las leyes de la física. Además, es donde se procesa el
pensar y se dan lugar los pensamientos. El cerebro en cambio, encargado de los
procesos de la conciencia, es también una substancia, pero gobernada por leyes
físicas, aunque no espacial. Si bien las bases biológicas de la conciencia todavía
no han sido claramente definidas, quiere decir, no se sabe a ciencia cierta si
ésta se localiza dentro o fuera del cerebro, la neurofisiología asegura que es el
cerebro quien crea nuestra conciencia, lo que sí se conoce es que ambos,
mente y cerebro, manejan lenguajes diferentes[2].

De la misma forma, se conoce que los estados mentales gobiernan nuestras


acciones en el mundo físico. Es la Teoría de la Resonancia Adaptativa, de
amplio uso en redes neuronales, la que intenta dar explicaciones acerca del
cómo los procesos cerebrales emergen desde nuestras experiencias
conscientes. Para ello, hace uso de un tradicional axioma de la teoría de la
mente, “Todos los estados conscientes son estados resonantes”.

El cerebro está a cargo de las funciones de: percepción, atención, movimientos


voluntarios, hábitos humanos, razonamiento y memoria. Por medio de ellos,
consolida procesos cognitivos empleando encadenamiento de trenes de
causalidad. Según la teoría de modularidad, la mente posee una variedad de
facultades cada una independiente y con funciones intrínsecamente diferentes.
Quiere decir, está organizada modularmente. Por ejemplo: los sistemas
sensoriales son relativamente independientes los unos de los otros, e
independientes de memoria, lenguaje y cognición.

El lenguaje, es un caso especial de subsistema independiente que incluye


módulos responsables de fonología, fonética, semántica y sintaxis. Podríamos
preguntarnos, el lenguaje, ¿nace con nosotros o lo aprendemos? La IA trata
sobre el diseño de mentes artificiales, empleando para ello, Inteligencia
Computacional y técnicas avanzadas de arquitectura cognitiva. Esto, da origen a
que la IA estudie y desarrolle modularmente sistemas de reconocimiento de voz,
Webs Semánticas, Deep Learning y Aprendizaje Máquina entre otros. En un
futuro no muy lejano, esperemos ver qué sucederá con todo este cúmulo de
interrogantes.

En los humanos, la percepción es un estado donde la conciencia permanece


activa por completo. La percepción, consiste en la forma de ver las cosas,
incluso antes de que estas alcancen nuestro campo visual. Aunque Kant solía
decir: no vemos las cosas como ellas son, sino, como somos nosotros. Y,
Berkeley siempre afirmó: todos los objetos materiales, además del espacio y el
tiempo, son solo ilusiones. Siendo la más profunda y persistente de todas
nuestras percepciones ilusorias, aquella que llamamos tiempo, bajo criterios de
Einstein.

Bien sabemos, el tiempo no existe, entonces, ¿es acaso la percepción un


mecanismo cuyo objetivo es engañarnos?, ¿será verdad que la realidad no
existe? En las máquinas, los estados perceptuales sólo son posibles a través del
uso de sensores. El percibir humano es aprehender para nuestro interior, las
características y atributos que nuestros sentidos captan desde cosas exteriores.
Cosas que, si bien una máquina también puede hacer, difiere grandemente con
respecto al nuestro, debido a los estados de asimilación del Qualia.
[1] De acuerdo a su criterio de modularidad, la mente consiste en un agregado
de sistemas componentes separados en módulos. Cada sentido, e incluso
nuestra capacidad manejar el lenguaje, opera por separado y tiene sus
propiedades inherentes. Refiérase a: (Fodor, 1983) Modularity of the Mind.

[2] Dos zonas del cerebro bien diferenciadas son las encargadas del
procesamiento del lenguaje de la mente y del lenguaje hablado.

3. El Qualia en una entidad Cibernética.


Entendamos como Qualia, a aquel estado mental que permite al humano
percibir, procesar y pensar cualidades inherentes en las cosas que observa, algo
que ninguna tecnología ha podido perfeccionar todavía. Consiste en un tipo de
potencia mental donde el ser pensante, además de alternar mentalmente entre
las distintas particularidades del fenómeno observado, es capaz de asimilar
también cualidades sobre elementos u objetos que no pertenecen al mundo
material. La cualidad o condición de captar fenómenos extrasensoriales
(Scopaesthesia)[1] es algo que se intenta desarrollar actualmente en sistemas
de IA. Quiere decir, cotejar cualidades de naturaleza abstracta.

Qualia, gravita en una muy subjetiva forma del cómo nuestras experiencias
alteran estados de nuestro conocimiento. Se asume que Qualia será igual para
dos sujetos que posean idénticos estados neurológicos, bien sabemos que esto
es difícil de alcanzar, pero no imposible para los humanos. No obstante, de
llegarse a conseguir para los sistemas de IA, todos los equipos poseerían el
mismo Qualia como varios teléfonos podrían presentar el mismo sistema
operativo.

La inteligencia artificial se encuentra actualmente desarrollando, con gran éxito,


redes completas de sensores con capacidades de detección de emociones por
reconocimiento de patrones de rostro, detección de formas, de colores por
filtrado de longitudes de onda usando redes neuronales convolucionales, y
detectores de sonidos. De hecho, el Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT), ha reportado el desarrollo de un sistema de detección de Covid 19
analizando los sonidos que emite una persona contagiada, pero asintomática al
toser[2].

La IA se encuentra entonces, en la ardua labor de hacer que una máquina no


solo aprenda y asimile comportamientos. Si no, que logre satisfactoriamente
identificar estados cualitativos sobre los objetos. ¿Cómo una Inteligencia
Artificial podría procesar estados diferenciales de interpretación para la
separación de cualidades sobre objetos en los que no puede pensar, y
sensaciones que hasta el momento no puede tener?

¿Podrá algún día una máquina procesar comportamientos y actitudes


diferenciales mediante los cuales le sea posible reconocer quien es Pedro, Juan
o Carlos, sólo por las características particulares que determinan sus conductas
diferenciales?; ¿Cómo capturar sensaciones de dolor, hambre o fatiga, en
ausencia de las propiedades funcionales físicas que emiten las respectivas
señales de alerta?; a los algoritmos computacionales circunscritos a la teoría
computacional de la mente, les toca la difícil tarea de procesar estados mentales
cualitativos, en ausencia de Qualia.
[1] El rango de visión humana, dentro del espectro electromagnético de luz
visible, oscila más o menos entre los 350 y los 700 nanómetros de longitud de
onda. El ancho de banda de nuestro sistema auditivo ronda de entre los 20 HZ y
20 KHZ de frecuencia. No significa que, por debajo de nuestra mínima
capacidad visual o auditiva, ni por encima, no exista nada, de hecho, existen
muchas cosas. Sólo que la naturaleza nos dotó de la capacidad de ver y oír sólo
lo que realmente ella quiere que veamos y escuchemos. A ella no le interesa
que captémonos nada fuera de este rango. Cualquier persona que pueda captar
objetos visuales u oír fuera de este rango predefinido podría ser considerada
con habilidades de percepción extrasensorial. ¿Existe este tipo de personas?
Si…y muchas.

[2] Modelo de inteligencia artificial detecta infecciones asintomáticas por Covid-


19 a través de toses grabadas en teléfonos
móviles. https://news.mit.edu/2020/covid-19-cough-cellphone-detection-1029
4. Conciencia y Realidad.
En cuanto a lo que denominamos conciencia, es absolutamente imposible para
un ser humano probar que es consciente de sí mismo. Si alguien pudiere probar
su autoconciencia, también debiere estar en capacidad de probar su
inconsciencia, y sabemos que lo segundo es una falacia. Quiere decir, mi
estimado lector, al estar leyendo este libro, usted está seguro de estar despierto,
pero no puede bajo ninguna forma, probarlo.

Nadie, ningún ser humano, es consciente de su propia conciencia puesto que es


ésta, la que nos da razón de la realidad, y la realidad está allí oculta, sin querer
ser revelada. No vemos a la realidad tal como es, la vemos como nuestra
conciencia quiere que la observemos. A la realidad, ni puede vérsele, ni puede
imaginársele. Únicamente consiste en ondas de probabilidades que se
determinan para un instante. La realidad es diferente para todos los humanos,
es única, emergente y privativa.

Bajo consideraciones de (Penrose, 1994), es la conciencia la que nos provee de


un genuino entendimiento de las cosas. Y de ella hay dos tipos, la conciencia
activa (aquella que utilizamos en investigación científica), y la conciencia pasiva,
ésta que nos admite percibir el estado de las cosas sin intensión ninguna de
hacerlo. Es nuestra conciencia activa la que determina toda intencionalidad,
quiere decir, toda acción deliberada. Algo que las computadoras hasta hoy, no
tienen.

Entonces, lo que nuestra conciencia percibe a través de los sentidos, no son


más estados probables de las cosas, nunca la determinación de estas. A su vez,
lo que captan nuestros sentidos están condicionados por estados atencionales,
quiere decir, sólo captamos el estado real de las cosas a los que les prestamos
atención, dejando pasar otros. En este sentido, Einstein, en 1933, hace un
comentario para un escrito sobre física cuántica de Herbert Spencer donde
afirma: todavía creo en la posibilidad de un modelo de la realidad, quiere decir,
una teoría, la cual permita representar las cosas por sí mismas y no por su
probabilidad de ocurrencia.

Tu realidad y la mía son distintas. La realidad nos suministra datos que no


existen, son solo átomos con materia vacía, partículas que no están pues, la
colisión que las forma aún no se ha dado. Cuando tocamos, o golpeamos algo
rígido, nos creamos la ilusión de dureza, alguien podría afirmar, esta es mi
realidad. Pero, la mente concibe las formas de las cosas, y cuando aseguramos
haber tocado algo, son solo diferentes configuraciones de la materia, campos
eléctricos con diferentes configuraciones. Sería interesante plantearse la
hipótesis de que, si una máquina alcanzase el estado de conciencia real y pleno,
podría hacernos entender físicamente la topología de nuestros pensamientos,
cómo está concebido el mundo y hacer verdadero el deseo de Einstein.
Desde lo anterior, si nuestro comportamiento es determinado (influenciado) por
cosas externas. Entonces, lo que llamamos libre albedrío es sólo un mito.
(Penrose, 1994) Óp. Cit, sostiene que una causa externa puede ser algo no
computable, ni en principio ni en la práctica. Penrose
denomina computable[1] a todo aquello que pueda ser procesado
algorítmicamente. Pero, como sabemos, las acciones de nuestra conciencia, si
se presentan como efectos de una causa externa, está más allá del caos[2] y
de influencias puramente aleatorias. Por ende, cualquier objeto colocado allí,
sobrepasaría nuestras capacidades de entendimiento haciéndonos imposible
generar algoritmos válidos que describan y expliquen las cadenas causales de
las cosas. Lo que hace que, ciertamente, ni en principio ni en la práctica,
podamos descifrar para mimetizar, el algoritmo del libre albedrío.

El vocablo conciencia se deriva del latín conscientia. Es un concepto complejo


y del cual no se tiene una definición única, quiere decir, adquiere características
polisémicas. Según (Chalmers, 1996) en (Friedenberg & Silverman,
2006), Conciencia es una subjetiva cualidad de la experiencia. La mejor forma
de explicar el significado de conciencia es sinonimizarla con la capacidad de
atención. La conciencia es capaz de guardar información, capta y procesa
recursos atencionales que serán alojados en la mente y la memoria, no
importándole si el objeto percibido haya sido sugestionado consciente o
inconscientemente. Es la conciencia la que conduce estados intencionales.

(Johnson – Laird, 1983) citados también en (Friedenberg & Silverman, 2006),


asumen a la conciencia como un sistema operativo de una computadora que
destina los más importantes recursos a las tareas más medulares. En los
humanos, juega un papel similar, alternando la atención hacia lo que necesita
para hacer las cosas bien y suplir necesidades. La conciencia no es
omnipresente, dicho de otra forma, no está activa para todas las acciones que el
humano ejecuta, pero es la que nos da el sentido de quienes somos.

Nuestra conciencia es única, un ente emergente individualísimo y privativo,


quiere decir, nadie sabe qué es estar en la conciencia del otro. La palabra
conciencia hace referencia al hecho que los humanos sabemos que tenemos
experiencias y sensaciones, captamos imágenes exteriores y creamos otras
para nuestro interior. Sin la conciencia, fuésemos máquinas biológicas de
estructuras mentales simples, de allí que, algunos científicos y estudiosos de la
siquiatría, se interesen en explicar asociando, el cómo, estados neurobiológicos
dan origen a pensamientos conscientes.

En escritos de (Wilson & Keil, 1999), Consciousness, Neurobiology of. Desde


hace más de 50 años una pregunta ha estado en la palestra: ¿es la
neurobiología, de origen físico, la base de nuestra conciencia? En este caso, el
principal problema de la IA subyacería en el cómo asimilar contenidos subjetivos
y asociarlos con sensaciones conscientes, según las prescripciones del Qualia,
y éstos a su vez, con alguna función específica del cerebro que pueda ser
explicada a través de procesos neurobiológicos.

William James[3] afirmaba que la corteza es la parte del cerebro encargada de


la conciencia, otras regiones subcorticales también están envueltas en estos
procesos. En escritos de (Baars & Gage, 2010), los fenómenos de la conciencia
son muy subjetivos como para ser estudiados científicamente, por ello se les
maneja desde el punto de vista del pensamiento filosófico. A la vez que, también
resultan muy complejos como para demostrarlos experimentalmente, o
diseñarlos artificialmente.

De acuerdo a Edelman[4], nuestras experiencias conscientes son resultado de


un constante realimentar de interacciones entre neuronas a nivel del sistema
talamocortical, quiere decir, el núcleo de los cerebros mamíferos. Se entiende
por reentrada o realimentación, a una constante actividad resonante entre dos
neuronas acopladas, las cuales sirven para modificar las conexiones entre ellas
y a su vez, seleccionar a otros miembros para acoplarse por sí mismos[5]. Esto
es un proceso altamente adaptativo que continuará expandiéndose hasta
conformar una amplia red de experiencias conscientes. No todas las regiones
del cerebro manejan experiencias conscientes, o estados de conciencia, el
cerebelo es uno de ellos. Pero, se conjetura que, este se alimenta de
experiencias de otras partes del cerebro.
Lo que sí se sabe es que el cerebelo, además de fungir como coordinador de
movimientos y ser autómata, se constituye como la estructura principal del
cerebro que controla el motor de aprendizaje, aunque no tenga experiencias
conscientes. Sólo pesa unos 140 gramos en humanos y se corresponde con
entre el 10% y 15% de la masa total del cerebro. Y aquí, es posible identificar al
menos dos tipos de conciencia, cuando la percepción aprehende algo del mundo
exterior, se dice que usamos la conciencia primaria activa. Otra conciencia de
orden superior se extiende más allá de la primera, hasta llegar al lenguaje, la
abstracción y los pensamientos.

En este punto, se presenta una relación entre cognición humana y las células
del cerebro, con ciertos modelos matemáticos asociados a redes. Punto de
atención y foco de estudio para diversas ramas de la IA. Bajo consideraciones
de (Baars & Gage, 2010, pág. 240), tan pronto nos levantamos en la mañana
una cadena de eventos se nos vienen a la memoria y comenzamos a recordar
metas y tareas importantes de inmediata ejecución. Debido a, dirigimos atención
voluntaria sobre la información que se nos viene a la conciencia.

Normalmente, soñamos un tiempo promedio de entre 90 y 120 minutos por


noche, aunque la mayoría de estos sueños no puedan ser recordados. De allí
que, la conciencia diferencie entre estados de sueño y estados de vigilia. Los
estados atencionales del cerebro, por consiguiente, se relacionan con procesos
cognitivos que mejoran por atención voluntaria donde participan los lóbulos
frontales y la región sensorial de la corteza posterior. Pero, si queremos que una
IA emule nuestras capacidades cerebrales, ¿Qué tipo de combinación hardware-
software necesitaríamos para mínimamente reproducir las funciones de la
conciencia?, ¿Podrá la ingeniería neuromórfica diseñar conexiones sinápticas
que emulen estados de conciencia?; ¿Podría una IA llegar a manifestar
intensiones?, ¿Cómo se la representaría?

[1] Para Penrose, un proceso no computable es aquel que no puede, bajo


ninguna circunstancia, ser procesado por ningún algoritmo. La conciencia
ejecuta procesos de este tipo, en función, habrá cosas que una mente artificial
basada en algoritmos nunca podrá realizar.

[2] Para una mejor comprensión de las referencias de Penrose, el lector debe
tener nociones acerca de la teoría del caos y la teoría de los fractales.

[3] Este tema lo ampliaremos más adelante en el aparte referido a las Redes
Neuronales.

[4] William James, Principles of Psychology (1890). Famoso Sicólogo Filósofo.


Profesor de Anatomía Cerebral en la Universidad de Harvard.

[5] Gerald, M. Edelman. Médico. PhD. Del Instituto de Neurociencias de San


Diego, California. A biological theory of Consciousness. Véase.

5. Teoría de la Intencionalidad.
Asumamos como intencionalidad, a aquel proceso consciente que culmina con
la dirección de acciones volitivas sobre algún objeto o cosa. Como estado
mental, primero es percibida la idea del objeto, ontológico o no, este es sometido
a operaciones del pensamiento producto del pensar y mediadas por la razón.
Por último, se reproduce una acción, mental o física, sobre el objeto aludido.
Pero el primer paso, el de la percepción consciente, es también genéticamente
intencional. Sólo en los estados perceptuales inconscientes (sueños), no hay
participación de intencionalidad alguna. La intencionalidad, forma parte de algún
contenido mental que se desea proyectar en determinada dirección y con alguna
fuerza, sobre objetos mentales o materiales, y en otros casos, sobre objetos
científicos.

Es una forma de creencia y deseo de apuntar hacia algo. Conforma a su vez, un


propósito humano que sirve de principio conectivo para explicar, en términos de
procesos, aquellas ideas que se suceden en la mente y el cómo éstas se
relacionan para finalmente ser ejecutadas. Pues, todo estado mental que
produce eventos, es intencional. Según inclinaciones de (Feser, 2005), en
(Valbuena, 2018), el término “Intencionalidad” se deriva desde el latín
“Intendere”, que significa “Apuntar Hacia”. Alude a la capacidad de direccionar
estados mentales “hacia”. Puede representar algo más allá de su propio ser.
Ahora bien, la palabra “Intención” es sólo una manifestación de intencionalidad,
por lo que no debe confundírseles. Esta última tiene dimensiones diferentes que
la distinguen de la primera.

En atención a (Friedenberg & Silverman, 2006), la intencionalidad presenta al


menos las siguientes dos propiedades: la primera es el isomorfismo, esta admite
similaridad estructural entre la representación y su referente. La segunda, tiene
que ver con la relación entre las entradas, impulsos sensoriales de captación, y
las salidas o eventos con estados manifiestos.

La activación de intencionalidad, se hace presente posterior a darse lugar la


representación mental del objeto referente. Por ejemplo: la imagen en la mente
de una hamburguesa, dispara la intención de comerla. Luego, una sincronía
también se presenta y participa pues, los órganos sensoriales del gusto
comienzan a salivar, las hormonas adecuadas se disparan y simétricamente, se
evocan recuerdos previos que aumentan el poder de la intencionalidad. De allí
que, la endocrinología tenga mucho que ver con los estados conductuales de las
personas. Lo que nos retorna a una pregunta anterior, ¿Qué papel juega la
bioquímica en una máquina que carece de glándulas endocrinas?

De acuerdo a Franz Brentano (1838–1917), en (Feser, 2005) Véase


Intentionality. Intencionalidad, es una marca de lo mental, característica esencial
de todo fenómeno mental y que no puede ser explicada en términos de
fenómenos físicos. Jhon Searle[1] por su lado, también en Feser Óp. Cit,
introduce una tercera categoría “como si tuviese intencionalidad”, refiriéndose a
estados que exhiben comportamientos que aparentan ser intencionales, pero
que, en realidad, carecen de ella. Por ejemplo: la forma como el agua de un rio
se mueve es “como si tuviese intencionalidad” de llegar al océano, pero es bien
conocida la causa de tal movimiento. De llegar a observarse intencionalidad en
una máquina, sería exactamente como describe Searle, como si tuviese
intencionalidad, difícilmente de otra forma.

Sabemos y nos es claro que, los organismos biológicos poseen capacidades de


percibir sensaciones, intencionalidad y semántica. Entonces, es obvio que hay
una mente operando. Pero, ¿en qué lugar colocaríamos la mente a una
computadora? Este trabajo se lo dejaremos a los defensores de la IA fuerte,
recordemos sus posturas, la simple ejecución de un algoritmo puede producir un
estado de conciencia.

Si hacemos alusión al concepto de singularidad tecnológica[2] para los


defensores de la IA fuerte, las guerras en un futuro no muy lejano, ya no serán
por las posesiones de tierra o recursos naturales, sino, por el control del
tiempo[3]. Por controlar el pasado y el futuro[4]. Desde el punto de vista de la
neuroanatomía y la neurofisiología cerebral, la formulación de metas, planes de
acción subordinados a estas metas, la identificación apropiada de rutinas
cognitivas asociadas a estas metas, el acceso secuencial a estas rutinas, y la
transmisión temporariamente ordenada e intercambio de una rutina a otra. Se
relacionan con las funciones ejecutivas coligadas a la intencionalidad, y que,
ejecuta el lóbulo frontal (Baars & Gage, 2010).
Entonces, y para finalizar, los desarrolladores de la IA sólo deben copiar
fielmente estos algoritmos cerebrales y ejecutarlos a ver qué pasa. Para ello,
necesitarán del modelo biológico más adecuado y eficiente. Si tienen éxito,
alcanzarán a responder a estas grandes interrogantes y otras más: ¿Qué es el
hombre?; ¿Cuál es su origen y propósitos?; ¿existe Dios?; ¿Dios creó al hombre
o fue al contrario?; ¿veremos algún día a los robots rezar?

[1] Searle, J. (1983). Intentionality: An Essay in the Philosophy of


Mind. Cambridge: Cambridge University Press. Profesor en la Universidad de
Berkeley con relevantes aportes al campo de la Filosofía de la Mente, Filosofía
del Lenguaje y las Características de la conciencia. Más famoso aún por su
argumento de la habitación china.

[2] Según Ray Kurzweil. Acontecimiento futuro en el que se predice que el


progreso tecnológico, y el cambio social, se acelerarán debido al desarrollo de
inteligencia sobrehumana, cambiando nuestro entorno de manera tal, que
cualquier ser humano anterior a la Singularidad sería incapaz de comprender o
predecir.

[3] Es bien conocido que el tiempo no existe. Es sólo una percepción. Algo que
nos permite diferenciar lo anterior de lo posterior. La carrera por controlar el
tiempo realmente nada tiene que ver con él, en vez, se centra en la física óptica,
en el fenómeno de la luz. Cuando un objeto viaja a la velocidad de la luz el
tiempo se detiene. Entonces, dominando este fenómeno se controla el tiempo.

[4] Si el lector desea profundizar acerca de estas afirmaciones sobre el dominio,


o los viajes en el tiempo, recomiendo el estudio de la Teoría de la Relatividad
(General y Especial) estas delimitan hasta donde son aplicables las leyes de la
física, y dónde comienza el dominio de la mecánica cuántica. Véase también, la
Mecánica Hamiltoniana y sus espacios de fases. Indáguese acerca de los
Espacios de Hilbert. Recomiendo la lectura de: El Flujo del Tiempo en: Roger
Penrose: La Mente Nueva del Emperador. Así como, A Brief History of Time, de
Stephen Hawkins. Siempre apoyados sobre sólidos fundamentos de la mecánica
de partículas.
Consideraciones Finales
De todas estas consideraciones que usted acaba de leer, surgen los
fundamentos filosóficos de la IA que este curso expone. Sin llegar a posturas
extremas, sólo se pretende que el lector tenga una idea de lo que persiguen los
ingenieros de la inteligencia artificial, sobre todo, los ingenieros de la IA General
y los desarrolladores de la Superinteligencia. Crear súper-humanos con
capacidades excepcionales, y redes completas de computadoras basadas en la
biología cerebral.

Buscando un modelo artificial del cerebro nunca soñado que presente estados
de intencionalidad, conciencia, Qualia y percepciones matemáticamente muy
superiores. Es decir, construir una inteligencia que hoy día no existe. Ahora bien,
¿Qué sucedería si alcanzado el fin de la Inteligencia Artificial y edificado ya el
cerebro anhelado por los teóricos de la Superinteligencia, se dan cuenta de que
ni la conciencia, ni la intencionalidad, ni el libre albedrío, residían o estaban
alojados allí?, ¿Qué oscura mano nos maneja entonces…?
Lección 2: Teorías Contrapuestas a la Inteligencia
Artificial.
Descripción del Contenido:

1. ¿Qué son los Experimentos Mentales?.


2. El Test de Turing.
3. El Experimento Mental del Cerebro en una Cubeta.
4. El Experimento Mental de la Habitación China de John Searle.
5. Teoría de la Trascendencia.
6. La Singularidad Tecnológica.
7. Transhumanismo y Posthumanismo.

1. ¿Qué son los Experimentos Mentales?


Un experimento mental es una facultad intelectual del pensamiento lógico
científico desde donde se construye un escenario hipotético, inmaterial y
apriorístico, tendente a establecer las conjeturas iniciales para un experimento
real futuro. Allí se relacionan ideas que posibilitan llevar a feliz término la
consecución de un hecho, pero que necesariamente amerita ser probado a
posteriori. Se considera un tipo de facultad sensorial que permite razonar sobre
las relaciones causa efecto en determinado fenómeno, omitiendo todo hecho
real y básicamente influenciado por la intuición del experimentalista. Se usa para
armar, sostener y destruir teorías, pero también como herramienta en la
construcción de conceptos. Los Experimentos Mentales son en esencia contra
fácticos y se ejecutan en el laboratorio de la mente, sus suposiciones
imaginarias incrementan las posibilidades de entendimiento. Las bondades de
los Experimentos Mentales es que son totalmente gratis y están libres de
riesgos.

Un Experimento Mental se basa en hipótesis lógicas de los pensamientos y sus


consecuencias, su fin cardinal consiste en explorar eventos coetáneos y
sucedáneos asociados al fenómeno que en un primer momento orienten sobre
consecuencias teóricas y del que posteriormente puedan obtenerse aplicaciones
prácticas. En los Experimentos Mentales nunca se da por cierto ningún resultado
y, aunque la mayoría son verdaderamente impresionantes y convincentes,
simplemente se especula sobre ellos, en ocasiones sus conclusiones derivan en
paralogismo. Un experimento mental se considera limítrofe sólo con la
credulidad.

Los ejercicios cerebrales que crean Experimentos Mentales se constituyen


quizás en la pieza más importante dentro del proceso de formación de un
experimentalista, aquí se bosquejan esquemas mentales y se les asocia con sus
debidas pruebas estadísticas, de cuyo razonamiento causal se extrae
únicamente la posibilidad del escenario. En sus supuestos iniciales son muy
comunes las antinomias. Todo Experimento Mental ha de ajustarse tanto a la
realidad empírica como a la estructura teórica a la cual hace referencia,
convirtiéndose en herramienta poderosa cuando logra hacerse de un cúmulo de
explicaciones teóricas.

Los Experimentos Mentales, Tought Experiments <<TEs>> por sus siglas en


inglés, han sido de uso muy común en ciencias desde el advenimiento del
método científico. Para Gilbert y Reiner (2000, p. 266); Un Experimento Mental
es un Experimento que pretende alcanzar sus objetivos sin el beneficio de la
ejecución. Ayudan en los procesos de desarrollo del pensamiento, permiten
crear nuevos hechos para producir nuevas explicaciones y justificar aquellos
hechos y explicaciones a la comunidad científica. Para ello, hacen uso de
convenciones conceptuales con estrategias de inferencias aplicadas en ciencias.
Todo Experimento Mental lía dos conceptos fundamentales; pensamiento e
inteligencia, delimitados por el lenguaje que lo explica.

El pensamiento lógico es una actividad mental o habilidad de la percepción que


permite poner en marcha la inteligencia y está conectado al cerebro mediante un
mecanismo fisiológico. Comienza con simples abstracciones y luego generaliza
ideas de manera difusa para concluir con especificidades lógicas de tal proceso
activo circunscrito al mundo objetivo. En los experimentos mentales estos tres
pasos se corresponden con él antes, durante y después, acciones ajustadas
siempre dentro del escenario. Toda actividad del pensamiento resulta en la
formación de conceptos, tanto generales como científicos, además de juicios
razonados.

La inteligencia da origen a formas y procesos, consiste en un fenómeno


sicológico, se le estima compleja puesto que existen varios tipos, además, es
medible, el pensamiento no. Envuelve la capacidad de asimilar y aprender,
mezcla razonamiento y entendimiento. Es el pensamiento el que hace trabajar a
la inteligencia en una forma y dirección específica. La inteligencia está presente
en contextos tanto animados como inanimados, es un criterio de éxito que
diferencia a los seres humanos, implica el procesamiento y uso de
pensamientos abstractos. En Experimentos Mentales se erige como la base
para la construcción de situaciones hipotéticas dignas de ser tomadas en
cuenta.

La inteligencia es el arte de interpretar juicios y se relaciona con la velocidad de


procesamiento mental. Se operacionaliza en varias etapas, la primera da origen
al concepto que identifica al objeto. Consecutivamente se sobreviene un enlace
lógico y sucesivo de varios conceptos que concatenados hacen emerger un
juicio. Y, por último, se da lugar a una operación mental que enlaza tales juicios
y simplifica los conceptos, esto se denomina razonamiento. Lo único que
diferencia un Experimento Mental de otro, es el nivel de inteligencia aplicado y
que da soporte a sus supuestos lógicos.
Un Experimento Mental jamás debe confundirse con cualquier otra forma de
expresión imaginativa de la mente. Son útiles cuando no se pueden ejecutar
experimentos materiales, o cuando se desean ampliar los alcances de algunas
ideas abstractas. Conforman la etapa intermedia entre la teorización y la
experimentación pura. Han de delimitarse de manera tal que, usando
instrumentos reales o no, pueda edificarse una representación bastante
aproximada del mundo real, pero carecen de fuerza demostrativa y probatoria.
Se componen de suposiciones y de un contexto necesario que atados a una
secuencia lógica, harán emerger aspectos y entidades antes inobservables.
Para Brown (1991), un experimento mental representa una curiosa y diversa
colección de ideas, además de un deslumbrante despliegue de gimnasia mental
(p. 33). Existen diferentes tipos de experimentos mentales, los Constructivos, es
decir, que están a favor de la teoría. Los Destructivos, que están en contra de la
teoría. Y, con Experimentos Mentales Mediativos. Aquellos que sirven de enlace
de unos supuestos contra otros en la misma teoría. Es decir, facilitan el
entendimiento de las cosas.

2. El Test de Turing
Desde 1930 aproximadamente, ya existían divergencias acerca del uso de
computadoras para facilitar tareas humanas. Más aun las hubo cuando se
presentó la idea, según la teoría computacional de la mente y sus seguidores,
de que una computadora podría llegar a pensar igual que lo hacemos los
humanos. Para disipar ciertas dudas, apoyar unas ideas y deslindarse de otras,
aparecieron gran cantidad de experimentos mentales. No obstante, un científico
de renombre vendría a proponer un experimento mental muy interesante que
pondría la mesa "patas arriba", por así decirlo.

Este científico sería Alan Mathison Turing, (nacido el 23 de junio de 1912 en


Londres, Inglaterra, muerto el 7 de junio de 1954 en Wilmslow, Cheshire),
matemático y lógico británico que hizo importantes contribuciones a las
matemáticas, el criptoanálisis, la lógica, la filosofía, la biología y también a las
nuevas áreas nombradas más adelante, la informática, la ciencia cognitiva, la
Inteligencia Artificial y la Vida Artificial.

Alan Turing en 1950, escribe un artículo denominado Computing Machinery


and Intelligence, con el cual revolucionaría el para entonces estado actual de
las cosas. Turing se plantea un muy interesante experimento en su artículo, algo
que podría describirse más o menos así:

Turing, al inicio de su escrito pregunta, ¿Pueden las máquinas pensar? Al


estar este artículo publicado en una revista direccionada hacia la sicología y la
filosofía, claramente se deja entender que, para responder, debe acudir a
experimentos mentales. Con el fin de ilustrar el asunto, el primer paso de Turing
consistió en asignarle significancia operacional a los términos “Máquina” y
“Pensamiento”. Cuestión que rechazó inmediatamente justificando que, las
definiciones pueden estar formuladas de manera que reflejen en la medida de lo
posible el uso normal de las palabras, pero esta actitud es peligrosa, consideró.
Si el significado de las palabras "máquina" y "pensar" se encuentra examinando
cómo se usan comúnmente. Es difícil escapar a la conclusión de que el
significado y la respuesta a la pregunta "¿Pueden pensar las máquinas?", debe
buscarse en una encuesta estadística, (Turing, 1950).

En función, decide tomar otro camino para asignarle significancia epistémica a la


respuesta que perseguía. Entonces, hace alusión a un antiguo juego
denominado The Imitation Game, un muy común método de imitación donde
hay tres jugadores y uno de ellos es una máquina que responde preguntas. El
escenario recreado es el siguiente: un primer jugador es un hombre (A), el
segundo jugador es una mujer (B), y, el tercer jugador, sin sexo definido, funge
como interrogador. Este último se encuentra a la distancia, separado de los
otros. Su objetivo es determinar el sexo de los otros dos jugadores mediante una
serie de preguntas. El objetivo del segundo jugador (B), es ayudar al
interrogador. Para ello, la mejor opción es decir siempre la verdad. No obstante,
la función del primer jugador (A), es contraria, debe engañarlo. El interrogador
inicia formulando una serie de preguntas a los jugadores A y B, entre ellas:
¿Cuál es el largo de tu cabello?

Luego de una serie de interpelaciones, de aciertos y muchos desaciertos. De


verdades y engaños. Turing se pregunta, ¿Qué pasaría si una máquina tomase
el lugar del jugador A en este juego? ¿Decidirá el interrogador erróneamente
con tanta frecuencia cuando se juega así, como cuando se juega entre un
hombre y una mujer? Estas preguntas reemplazan ahora nuestra interrogante
original, ¿pueden pensar las máquinas?

Con esta incógnita, Turing planteaba simplemente que, si las respuestas que
proporcionase una máquina, eran totalmente indistinguibles de las que
proporcionase un humano, dadas las mismas circunstancias y condiciones,
entonces una máquina puede pensar. Turing sustenta su experimento luego de
proponer en 1936 su tesis Church-Turing, donde trata de la equivalencia entre
función computable y máquina de Turing como parte de la teoría de la
computabilidad. No obstante, desde el punto de vista científico, con la simple
creencia de que una máquina pueda pensar, otra bomba atómica había
explotado.

El planteamiento de Turing dio mucho que pensar dentro de la esfera científica


de la época. Surgen entonces posiciones a favor y en contra. Desde filósofos,
lingüistas, sicólogos, teóricos computacionales y neurocientificos, deciden
enfrentársele. Casi todos los diarios y simposios universitarios direccionados
sobre el área, tenían posturas a favor y en contra. Incluyendo, los centros de
investigación de grandes corporaciones, entre ellas, IBM. La génesis de la IA en
sí, está comprendida entre los años 1943 y 1955. No obstante, sería John
McCarthy (1956), del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quien
convocaría a una conferencia en el Dartmouth College (Hanover, New
Hampshire), denominada Dartmouth Summer Research Project, con el fin de
saldar el asunto 6 años después del artículo de Turing y dos posteriores a su
fallecimiento en 1954.

Aunque el "juego de imitación" de Turing es una prueba solo en un sentido


negativo (es decir, necesario pero insuficiente), porque no aprobarlo descalifica
a una IA de ser "inteligente", pero pasarlo no califica a una IA como
"inteligente". Este primer argumento está muy bien expresado en Lister
Oration del profesor Jefferson de 1949, del que citó. “Hasta que una máquina
no pueda escribir un soneto o componer un concierto debido a los pensamientos
y las emociones propiamente sentidas, y no por la caída casual ni correlacional
de los símbolos, no podríamos estar de acuerdo en que la máquina es igual al
cerebro, es decir, no solo escribirlo, si no saber porque ha escrito eso. Ningún
mecanismo artificial podría sentir placer por sus éxitos, dolor cuando sus
válvulas se funden, ser calentado por los halagos, sentirse miserable por sus
errores, ser encantado por el sexo, estar enojado o deprimido, cuando no puede
conseguir lo que quiere".

3. El Experimento Mental del Cerebro en una Cubeta


Este Experimento Mental del tipo crítico o destructivo, se constituye en una
versión modernizada del experimento de René Descartes y su Hipótesis del
Genio Maligno. Cuando Descartes deja a un lado las críticas hacia el
conocimiento y pasa a las críticas de las propias facultades que tiene el ser
humano y su razón de percibir y diferenciar qué es realmente conocimiento y
qué realmente no lo es. Deja en entredicho cualquier criterio de verdad que le
permita fiarse del método, y ello implica admitir, al menos en teoría, la existencia
de la absoluta irracionalidad. Estaría así asintiendo la duda metódica y
adquiriendo un estilo radical sobre el conocimiento.

¿Es que acaso Descartes se cambiaría al lado oscuro de los Escépticos? Si


quería encontrar verdades absolutas de alguna manera tendría que encontrar el
cómo eliminar todo vestigio de duda del método. Y puesto que éste algunas
veces tiende a engañar al más ilustrado de los científicos, planteó lo siguiente:

"Todo lo que he admitido hasta el presente con más seguro y verdadero lo he


aprendido de los sentidos y por los sentidos. Ahora bien, he experimentado a
veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por
entero de quienes nos han engañado alguna vez…Discurso del Método".

Descartes creía que las verdades de la geometría y las matemáticas eran


dependientes de la voluntad de Dios, y que este, de alguna manera nos
engañaba. Con esto no afirmaba a ciencia cierta la existencia de un dios
engañador, simplemente lo toma como una hipótesis que llevaría a los seres
racionales a la duda universal sobre todos los conocimientos. Según Morillo
(2001, p. 58) Descartes plantea su Hipótesis del Genio Maligno así:

"Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, y todas las cosas
exteriores que vemos no son más que ilusiones y supercherías, de las que se
sirve para abusar de mi credulidad. Me consideraré a mí mismo como si no
tuviera manos, ojos, carne, sangre, sentidos, pero con la falsa creencia de tener
todas esas cosas".

En la cuarta parte de su libro, El Discurso del Método, expone 3 posibles


motivos para dudar: la desconfianza en los sentidos; la posibilidad de error en el
razonamiento matemático y el sueño. Concluye entonces, que ninguna
proposición basada en la experiencia, incluyendo las matemáticas, puede
superar la duda metódica. Descartes termina negando la existencia un dios
maligno, y afirmando su propia existencia en el mundo.

No admitía el engaño de ningún genio maligno, ni siquiera él puede engañar sin


saber alguien a quien engañar, y donde afirmó que si bien una persona puede
dudar de lo que piensa, jamás habrá de hacerlo con el mismísimo acto de
pensar, pues es este hecho el que le indica que realmente existe. De allí la
famosa frase cartesiana Cogito Ergo Sum… Pienso, Luego Existo.

Preste atención y compárese con el siguiente Experimento del Cerebro en una


Cubeta. Imagínese ahora que un cerebro humano ha sido introducido en una
cubeta rodeada de cierta substancia que le proporciona nutrientes y lo mantiene
vivo. Un experimentalista y científico loco le ha conectado al citado cerebro,
sensores electrónicos que unen sus neuronas a una supercomputadora, este
aparato le inyecta impulsos que le hacen creer cualquier estado que le plazca,
como en un escenario de realidad virtual, donde ningún estímulo procede
realmente del mundo exterior, contrariamente, todo es ficticio e inmaterial.

Le induce entonces a creer que está corriendo, manejando un auto o


simplemente trabajando. El objetivo de este científico loco consiste en estudiar
el origen del conocimiento y sus significados, en función de ello induce al
cerebro realidades y verdades escenificadas a su gusto, tal como en la famosa
película de ciencia ficción Matrix. El científico desea comprobar si lo que plantea
René Descartes en su Discurso del Método y sus Meditaciones Metafísicas de la
existencia de un genio maligno es realmente cierta. Pues de serlo, sus propios
conocimientos científicos estarían en entredicho, lo que le impulsa a conocer
entonces ¿Quién ha introducido tales conocimientos en su mente?, esta
respuesta le llevará a saber para quien realmente trabaja. En otras palabras,
desea conocer a su jefe y deslindarse de tal genio maligno.

En resumen, este experimento mental plantea la idea de que vivimos en un


mundo inducido y no real. Es decir, que todo lo que percibimos a través de
nuestros sentidos es producido intencionalmente por alguna entidad superior
que nos controla. En este caso, los diseñadores de la IA General, o los de la
Superinteligencia, serian científicos locos o genios malignos buscando inducir
pensamientos y emociones en las máquinas que crean.

4. El Experimento Mental de la Habitación China de John Searle


Luego de que Alan Turing y otros, planteasen la Teoría de la Computabilidad, y
más tarde Turing diese a conocer el juego de la imitación aplicado sobre un
experimento mental filosófico (1950), y que pretendió demostrar la inteligencia
en máquinas. John Searle, Profesor de Filosofía de la Universidad de California,
intentó rebatir los fundamentos conceptuales de Turing bajo el siguiente
conjunto de supuestos.

Primeramente, "Si la inteligencia artificial fuerte es verdadera, tal como Turing


afirmaba, hay un programa para el idioma chino tal que, cualquier mecanismo
que lo ejecute entiende chino. Por ende, una persona puede ejecutar
mecánicamente un programa para el idioma chino sin entender el
idioma chino". Algo que Searle consideraba absurdo dado que, la simple
manipulación sintáctica de símbolos, no se constituye en ningún acto de
inteligencia per se.

Pero, ¿Quién era John Searle?, Searle ha sido famoso por sus contribuciones a
la filosofía del lenguaje, a la filosofía de la mente y de la conciencia. Y, estas
aseveraciones de Turing no encajaban bien dentro de su teoría. Principalmente,
en los fundamentos de su teoría de la mente. El propósito central de la filosofía
de la mente de John Searle radica en clarificar conceptos como el de conciencia,
intencionalidad, subjetividad y causación mental, los cuales comprometen los
fenómenos mentales, tales como deseos, creencias, sentimientos y emociones.
Y estos conceptos es imposible que estén presentes en una máquina. Con estas
aseveraciones, los desarrolladores de la IA General ya se encontraban de frente
con algunos tropiezos.

El argumento de la habitación china sostiene que una computadora digital que


ejecuta un programa no puede tener "mente", "comprensión" o "conciencia",
independientemente de cuán inteligente o humano pueda hacer que la
computadora se comporte. Con estas afirmaciones, además de algunas otras
críticas de Noam Chomsky, ya se había formalizado la primera batalla intelectual
de la IA posterior a su nacimiento. Contrario a Searle, Chomsky se expresaba
desde su posición de lingüista. Con severas críticas hacia la Lingüística
Computacional y el Procesamiento de Lenguaje Natural, ambas disciplinas
nacientes. Incluso hoy día, (2021), Chomsky sigue una posición contraria al
desarrollo de la IA.
A continuación, unas consideraciones tomadas desde Aproximaciones a los
Argumentos de la Habitación China de John Searle, por: María Alejandra
Tabares. Universidad de Caldas. Colombia:

Una de las preguntas fundamentales en IA reposa sobre la posibilidad de que


las máquinas piensen, de hecho, quienes se han dedicado al estudio de la IA
han tenido presente esta pregunta: “¿Pueden las máquinas pensar?” Aunque
esta pregunta ha generado una discusión de carácter filosófico, Searle considera
que se convierte en algo trivial, y una de las razones que expone, tiene que ver
con el hecho de que una máquina es un sistema físico capaz de realizar ciertas
operaciones, y eso no está muy alejado de visionar al ser humano como
máquinas “podemos interpretar la materia que tenemos dentro de nuestras
cabezas como una máquina de carne” (Searle, 1995, p. 41), en ese sentido,
“todos los seres humanos son máquinas” que pueden pensar.

Searle considera que la formulación de la pregunta debería ser diferente:


“¿Podría una máquina hecha por el hombre pensar?” (Searle, 1995, p. 4). Si se
mira la naturaleza de esta pregunta, también termina siendo trivial, dado que es
posible la clonación de seres vivos, en ese sentido es posible construir una
máquina biológica igual a cualquier ser humano con los mismos poderes
causales de producción de estados mentales.

Pese a que, “cualquier cosa es un computador digital, ya que cualquier cosa


puede describirse como si llevase a cabo un programa de computador” (Searle,
1995, p. 42). Por lo tanto, la pregunta también resulta trivial, ya que es válido
afirmar que los cerebros son computadoras digitales, en el sentido de que
pueden llevar a cabo un número cualquiera de programas de computador, y
desde luego los cerebros pueden pensar. Por lo que la pregunta que se debería
plantear es: “¿Puede un computador digital, tal como se ha definido pensar?” Es
decir, “¿es suficiente para, o constitutivo de, pensar el instanciar o llevar a cabo
el programa correcto con los inputs y outputs correctos?” (Searle, 1995, p. 42).

Si bien un computador digital se va a definir como un hardware que es capaz de


instanciar un programa; el punto clave de la discusión radica en el programa
correcto con los inputs y los outputs adecuados, ya que el programa supone lo
que sería la mente. Para Searle entonces, la respuesta a la anterior pregunta es
negativa, y la razón que expone tiene que ver con la incapacidad de generar
significados. El programa está definido de manera puramente sintáctica, y el
pensamiento no consiste únicamente en manipular símbolos, sino también en
atribuir significados, por lo que resulta pretensioso afirmar que un programa
puede pensar.

Además, aunque se simule cualquier proceso mental, no se podría afirmar por


ello, que el programa piensa en un sentido literal, en efecto, Searle plantea una
serie de ejemplos donde las simulaciones son solo simulaciones y no algo real,
de tal manera que un programa que simule procesos mentales, no piensa en un
sentido literal como se defiende en IA fuerte.

“Podemos hacer una simulación computacional de las tormentas en los términos


municipales del país, o de los incendios de los almacenes de Madrid. Ahora
bien, en cada uno de esos casos, nadie supone que la simulación computacional
es efectivamente la cosa real; nadie supone que una simulación computacional
de una tormenta nos deje a todos mojados, o que sea probable que una
simulación computacional de un incendio vaya a quemar una casa. (Searle,
1995, pp. 43-44)”.

El argumento de la habitación china que Searle propugna se esquematiza más o


menos así:

Supongamos que estoy encerrado en una habitación y que se me proporciona


un fajo grande de textos escritos en chino. Supongamos además (como es de
hecho el caso) que no sé chino, ni escrito ni hablado, y que ni siquiera tengo la
certeza de poder reconocer la escritura china como tal, distinguiéndola, por
ejemplo, de la escritura japonesa o de una serie de garabatos sin significado
alguno. Para mí, la escritura china solo es una serie de garabatos sin sentido.
Ahora bien, supongamos que después de recibir este fajo de textos en chino se
me proporciona otro que tiene una serie de reglas para relacionar el segundo
fajo con el primero. Las reglas están en inglés y las entendiendo tan bien como
cualquier otro hablante de esta lengua. Me permiten establecer una correlación
entre un conjunto de símbolos formales y otro conjunto de símbolos formales.
[…]

Supongamos también ahora que recibo un tercer fajo de símbolos chinos con
algunas instrucciones, otra vez en inglés, que me permiten correlacionar
elementos de este tercer fajo con los dos primeros, y que estas reglas me
instruyen acerca de cómo responder con ciertos símbolos chinos de cierta forma
a ciertos tipos de forma que me fueron proporcionadas en el tercer fajo. […]
Imaginemos que estas personas también me proporcionan relatos en inglés, que
yo comprendo, y luego me hacen preguntas en inglés sobre esos relatos y yo les
respondo también en inglés. Supongamos también que después de un rato logro
seguir también las instrucciones para descifrar los símbolos chinos y los
programadores logran escribir tan bien los programas desde un punto de vista
externo -esto es, desde la perspectiva de alguien que se encuentra fuera de la
habitación donde estoy encerrado- que mis respuestas a las preguntas no
pueden distinguirse en absoluto de las que proporcionaría un hablante chino.
(Searle, 1994, p. 84).

A Grosso modo, el argumento de la habitación china de Searle muestra


esencialmente la incapacidad que tiene un programa instanciado por una
máquina para comprender.
A Searle también se le contraponen varias réplicas. En este caso, haremos
alusión sólo a una de ellas.

La réplica de los sistemas:

Aun cuando es cierto que el individuo encerrado en la habitación no entiende el


relato, el hecho es que él es sólo una parte del sistema completo que sí entiende
el relato. El individuo tiene ante sí un enorme libro en el que están escritas las
reglas, cuentan con una gran cantidad de papel y lápices para realizar los
cálculos, tiene “bancos de datos” de los conjuntos de símbolos chinos.
Entonces, la comprensión no puede atribuirse sólo al individuo, sino a todo el
sistema del que él es solo una parte. (Searle, 1994, p. 88).

5. Teoría de la Trascendencia
En el lenguaje cotidiano, "trascendencia" significa "ir más allá" y
"autotrascendencia" significa ir más allá de una forma o estado previo de uno
mismo. La experiencia mística se considera un estado particularmente avanzado
de autotrascendencia, en el que se abandona el sentido de un yo separado
(Metafísica). La trascendencia es el acto de elevarse por encima de algo a un
estado superior. ... Trascendencia proviene del prefijo latino trans-, que significa
"más allá", y la palabra scandare, que significa "escalar". Cuando alcanzas
la trascendencia, habrás ido más allá de las limitaciones ordinarias. Y, las
limitaciones ordinarias que los desarrolladores de IA General, y de la
Superinteligencia desean salvar, son solo dos. Liberar al ser humano de su
dependencia de la biología, por ende, de la muerte. Y, liberar también al ser
humano de las dependencias de las leyes de la física. Un progreso vertiginoso
en esta área debería resultar, en última instancia, en la capacidad de la IA
General para desarrollarse por sí misma. Autoconstruirse, autorepararse y
automodificarse, siendo plenamente consciente de lo que hace. Prescindiendo
en su totalidad, de la presencia o participación humana.

Convertir al humano en un ser inmortal, es decir, transformarlo poco a poco en


una especie de Cyborg, es el trabajo que tienen por delante los teoristas del
transhumanismo. Precodificar en seres humanos, a través de células bio-
sintéticas de soya y colágeno, sistemas antienvejecimiento, o al menos, intentar
detener los procesos de respuestas al estrés oxidativos que daña el material
genético de una célula, se constituye en su objetivo primario de hoy. Este estrés
oxidativo le impide o imposibilita a la célula para dividirse, a este proceso se le
denomina Senescencia Celular.

Alcanzar esta meta por parte de los transhumanistas implicaría el fin de la


evolución biológica tal como la conocemos hoy. Los transhumanistas
simplemente quieren reconducir o tomar el control de los procesos evolutivos
humanos, sacando del camino a cualquier intervención de la biología. Todo ello
implica una manipulación genética avanzada y profunda, que nos dirija a la
fusión hombre -máquina poniendo fin a la muerte biológica.

La trascendencia se alcanza al reemplazar, poco a poco, cada uno de los


órganos vitales del cuerpo humano haciendo que este pueda vivir más allá de
los 300 años aproximadamente. Es decir, eliminar sus dependencias de órganos
biológicos. Ciertamente, la trascendencia de hoy día está sustentada en
desarrollos tecnológicos que lleven al ser humano a almacenar su conciencia en
una máquina, computador o memoria específica, esperando que otras
tecnologías alcancen reemplazar sus cuerpos y devolver esta memoria a estos
cuerpos ya renovados en un futuro próximo. La Trascendencia viene
acompañada del movimiento filosófico denominado Transhumanismo.

El Transhumanismo es un movimiento social y filosófico dedicado a promover la


investigación y el desarrollo de tecnologías robustas de mejoramiento humano
basados en técnicas de Inteligencia Artificial. Dichas tecnologías mejorarían la
recepción sensorial humana, su capacidad emotiva y su capacidad cognitiva, así
como mejorarían radicalmente la salud y extenderían la esperanza de vida
humana. El transhumanismo complementa a la trascendencia en el sentido de
que con esta primera sólo la conciencia es transferida. Pero ningún órgano
sensorial está contenido en la conciencia. Por ende, este cuerpo ya renovado
por el transhumanismo, permitiría alojar esta conciencia trascendida y poner a
su disposición un conjunto de órganos sensoriales tecnológicamente
modificados. En este estadio ya el cuerpo transhumanizado no tendría 5
sentidos, serían muchos más, incluyendo el sentido de percepción
extrasensorial. Una visión robótica avanzada y unas capacidades de aprendizaje
bastante superiores.

Un transhumano es alguien que ha dado este paso y mejorado su cuerpo de una


manera que no solo arregla una parte deficiente para que se comporte como
comúnmente se espera, sino que reemplaza algo que funciona perfectamente
bien para hacer algo más de lo que es biológicamente posible. Muchos de los
filósofos seguidores de la corriente transhumanista justifican sus
argumentaciones en base a la superación de enfermedades como el cáncer.
Donde un órgano afectado por algún tipo de cáncer específico, podría ser
fácilmente reemplazado por otro artificial y completamente nuevo. Aunque otros
filósofos sostienen que esto podría alcanzarse, y de hecho no se está muy lejos
de la idea, con la implementación de Nanorobots programados para potenciar
los sistemas inmunes comprometidos.

Un virus es un agente infeccioso que parasita en determinado tipo de célula para


autorreplicarse y comprometen a las defensas naturales de los humanos. Como
los virus básicamente son formaciones de combinaciones de proteínas y ácidos
nucleicos, se dice que estos podrían reemplazarse por nanobots que hagan que
las células se comporten de acuerdo a una programación específica. De esta
manera también se alargaría la vida humana, pero no se daría una
independencia de la biología. Esta corriente filosófica alterna al transhumanismo
es la que hoy día ha dado pie al nacimiento del Estudio de los Sistemas
Inmunes Artificiales.

La idea de mejorar tecnológicamente nuestros cuerpos no es nueva. Pero la


medida en que los transhumanistas toman el concepto sí lo es. En el pasado,
fabricamos dispositivos como patas de madera, audífonos, gafas y dentadura
postiza. En el futuro, podríamos usar implantes para aumentar nuestros
sentidos, de modo que podamos detectar la radiación infrarroja, la ultravioleta
directamente, o impulsar nuestros procesos cognitivos conectándonos a chips
de memoria. En última instancia, al fusionar el hombre y la máquina, la ciencia
producirá seres humanos que han aumentado enormemente la inteligencia, la
fuerza y la esperanza de vida, una encarnación cercana de los dioses. Y es esta
última palabra, "Dioses", lo que se espera cause problemas sociales en un futuro
no muy lejano. Ello dado que un ser humano que prescinda de su cuerpo,
también estaría prescindiendo de Dios. Entonces, para ganar adeptos al
trascendentalismo habría que formar una nueva religión trascendentalista. Y
todos sabemos lo que ha ocurrido a lo largo de nuestra historia con los conflictos
religiosos. En este punto surge un interesante conjunto de preguntas... ¿Qué es
lo que nos hace humanos?... ¿Es acaso nuestro cuerpo biológico?... ¿Es
nuestra conciencia?... ¿Qué es necesario para que un ser modificado
tecnológicamente al transhumanismo deje de ser "Humano"?

La llegada de la trascendencia y del transhumanismo traerá inequívocamente,


una primera oleada de seres "humanos" con potencialidades substancialmente
superiores. Bien sabemos que la historia está plagada de las malas
consecuencias de que un grupo de humanos se crea que son superiores a otros.
En el caso de que ciertamente se dé el hecho, de que realmente alcancen ser
superiores, tendríamos que pensar en las implicaciones antes de que sea
demasiado tarde. Por su parte, los transhumanistas argumentan que los costos
de la mejora inevitablemente caerán en picado y señalan el ejemplo del teléfono
móvil, que alguna vez fue tan caro que solo los más ricos podían pagar uno,
pero que hoy es un dispositivo universal propiedad de prácticamente todos los
miembros de sociedad. Tal ubicuidad se convertirá en una característica de las
tecnologías para transformar a hombres y mujeres, insisten los defensores. La
Teoría de la Trascendencia ciertamente delimita una línea utópica hacia un
futuro bastante distópico. No obstante, será la singularidad la que forjará el
camino que ha de atravesar el ser humano hacia su transformación.

6. La Singularidad Tecnológica
Singularidad Tecnológica refiere al desarrollo prospectivo de la inteligencia
artificial a nivel humano, seguido rápidamente por la llegada de la inteligencia
artificial de nivel sobrehumano, precipitando así un nivel sin precedentes de
cambio social. Este sentido del término se debe a Vernor Vinge (1993). Ray
Kurzweil (2005), futurista norteamericano y autor del libro: The Singularity is
Near: When Humans Trascend Biology, usa el término "singularidad" de
manera algo diferente, para significar el momento (predicho) en la historia,
cuando la totalidad de la inteligencia no biológica del planeta, excede a la
totalidad de la inteligencia humana. Es decir, un estadio donde el
conocimiento que poseen las máquinas, supera en demasía, al conocimiento
total almacenado por todos los seres humanos del planeta. En este punto
entonces, ¿Deberíamos entregarle el control a las máquinas?, o ¿Tomarían las
máquinas el control del mundo por su cuenta?. Si los humanos esclavizamos a
los animales, ¿Por qué las máquinas no habrían de esclavizarnos?. Sería muy
ingenuo de nuestra parte imaginar, el que la inteligencia artificial de las
máquinas sea una IA del tipo Zombie. Esto es, una hipotética inteligencia
artificial que puede imitar perfectamente el comportamiento de un ser
consciente, aunque no tenga conciencia fenoménica. Quiere decir, que, aunque
siendo intelectualmente superior, siga bajo los dominios del hombre. De hecho,
una IA con estas características no sería una IA General verdadera.

En los últimos años, la idea de que la historia de la humanidad se acerca una


"singularidad" gracias a una aceleración en nuestras capacidades de desarrollo
de tecnología, ha pasado del reino de la ciencia ficción, hasta la esfera del
debate serio, llegando a un grado de expectativa bastante preocupante. Por
ejemplo, en física, una singularidad es un punto en el espacio o el tiempo, como
el centro de un agujero negro o el instante del Big Bang, donde las matemáticas
se quiebran y nuestra capacidad de comprensión con ellas. Dada tal serie de
aconteceres, por analogía, se produciría una singularidad en la historia humana,
si el progreso tecnológico exponencial provocara un cambio dramático en el que
los asuntos humanos, tal como los entendemos hoy, llegaran a su fin. De
manera que entraríamos en un escenario donde todo lo conocido desaparecería
o cambiaría drásticamente hasta volverse irreconocible para cualquier
inteligencia normal.

Para un humano común, la singularidad es algo imperceptible, invisible, que


antes de darte cuenta te ha arropado, te posee, eres su víctima. Y, sabrás que
estás en un estado de singularidad cuando las cosas que hacías comúnmente
ayer, sean inentendibles para ti hoy. No alcanzas entender nada, todo ha
cambiado drásticamente, sin saber por qué ni cuando ocurrió. Es decir, una
Explosión de la Inteligencia se ha sucedido, pero a ti no te ha alcanzado.

Una Singularidad Tecnológica te alcanza cuando tu tasa de asimilación de


conocimientos y comprensión en tecnología desciende dramáticamente con
respecto a otros de tu entorno. Por ejemplo, un negocio habrá entrado en
singularidad, cuando su conocimiento e inteligencia operativa en tecnología
fundamental, ha entrado en desuso, haciéndose imposible continuar en
operación. Y, no es que tu tecnología no sirva, simplemente es que ya no es
compatible con ninguna otra. Es como usar un ábaco donde ya existen
computadoras, o, como trasladarse en caballo donde ya hay naves espaciales.
Del mismo modo, a la par de la tecnología, también ha caído la capacidad de
asimilación de conocimientos técnicos necesarios para actualizarse, haciéndose
imposible continuar en operación. Siendo la recuperación de este conocimiento
técnico, inversamente proporcional a las capacidades mentales de sus operarios
para asimilar nuevos conocimientos. Por ende, la tecnología actual no me sirve,
y la futura no la entiendo. No hay más opción que cerrar.

Dejando claro que también existe la Singularidad Universitaria, aquella que


afecta a la formación de personal calificado puesto que sus profesores tampoco
entenderían las nuevas tecnologías. Imagina que amanece un día y los planes
de formación que impartes ya son decadentes, que debes crear nuevas
carreras. Que tus estructuras organizativas por decanatos y escuelas ya no
funciona. Que tu universidad no produce tecnología ni registra patentes, por
ende, es una universidad tecnológicamente dependiente. Que los chips de
caducidad tecnológica de los Routers, Switches, Servidores y dispositivos de
impresión de han activado. Procedes rápidamente a buscar el dinero para
reemplazar todo tu equipamiento tecnológico, bien. Pero, ¿De dónde sacas el
conocimiento técnico necesario para manejar estos nuevos equipos?, peor aun,
¿Cómo cambias toda tu estructura profesoral en 24 horas? ¿Preocupante
cierto? No te amilanes, aunque esto representa una realidad, las cosas no
sucederán tan rápido. Pero debes prestar atención a sus indicadores. ¿Quieres
ver un modelo?, el aula virtual consecuencia del coronavirus es una singularidad
del aula física, donde la digitalización llegó precipitadamente, dejando a una
gran cantidad de profesores del otro lado del tiempo.

En una persona la singularidad no solo cumple con las 5 fases del duelo
emocional, sino que agrega una más, un estado de desasosiego límbico.
Cuando le dices a alguien que ha entrado en singularidad inicia el estado de no
creencia, de negación absoluta, de burla hacia lo manifestado. Su no
entendimiento produce ira, que al no ser superada lleva hasta la negociación.
Tras un corto tiempo se entra en un callejón sin salida llamado depresión. Para
superar la depresión no queda mas que una aceptación que nos induce a un
estado límbico de desasosiego donde "Nada Entiendo".

Pero, ¿La hipótesis de la singularidad merece ser tomada en serio?, ¿o es solo


una ficción imaginativa de sus pensadores y teorizadores? Un argumento para
tomarlo en serio se basa en lo que Ray Kurzweil llama la "Ley de los
Rendimientos Acelerados". Un área de tecnología está sujeta a la ley de los
rendimientos acelerados si la tasa en la que la tecnología mejora, es
proporcional a cuan buena es esa tecnología. En otras palabras, cuanto mejor
sea la tecnología, dado que alcanza sus objetivos de solucionar problemas,
producirá una mejora exponencial para sí misma en un tiempo extraordinario.
Kurzweil lo sumaría de la siguiente forma: (La Ley de los Rendimientos
Acelerados no es más que una inherente aceleración de la tasa de evolución
humana, donde la evolución tecnológica será la continuación de la evolución
biológica). Y, eso está aconteciendo actualmente con las
telecomunicaciones, IoT, la tecnología 5G, la Robótica Evolutiva, el Aprendizaje
Máquina y las Tecno-Economías. Esta ley de Kurzweil también aplica para el
caso de países, es decir, se presentará el estadio donde un país llegue a
desarrollar tanto su tecnología, que cualquier competidor más cercano parecería
estar en la época de los dinosaurios.

Entonces, ¿Qué es la singularidad? Llamaremos singularidad al período futuro


durante el cual el ritmo del cambio tecnológico se sobrevendrá tan rápido,
violento y su impacto tan dramático y profundo, que la vida humana se
transformará irreversiblemente. Aunque ni utópica ni distópica, esta época
transformará los conceptos en los que nos apoyamos para dar sentido a
nuestras vidas hoy, desde nuestros modelos de negocios hasta el ciclo de la
vida humana, incluida la muerte misma. Será la singularidad nuestra única
garantía de que tanto nuestros cuerpos como nuestros cerebros trasciendan a
un estadio superior y más desarrollado. Comprender la singularidad alterará
nuestra perspectiva sobre el significado de nuestro pasado y las ramificaciones
para nuestro futuro. Entenderlo verdaderamente, cambiará inherentemente la
visión de la vida en general y la propia vida particular de cada uno. Considero a
alguien que entiende la Singularidad en este sentido, con todo lo que ello
implica, y que además ha reflexionado sobre sus alcances para su propia vida,
como un "Singularitario". Kurzweil (2005).

La Singularidad representará la culminación de la fusión de nuestro pensamiento


y existencia biológicos con nuestra tecnología, dando como resultado, un mundo
nuevo que sigue siendo humano, pero que trasciende nuestras raíces
biológicas. Ya entramos en una era donde sin darnos cuenta, las máquinas y los
humanos rivalizamos por el poder del conocimiento y la inteligencia. Esta
rivalidad no es más que el siguiente paso de un proceso evolutivo que perfila la
unión de lo biológico y lo sintético en un solo cuerpo. Recordemos que evolución
no es más que un proceso donde se crean patrones de orden creciente.
Crecimiento exponencial significa entonces, una expansión por multiplicación
repetida por una constante. Mientras que un crecimiento lineal sólo implica la
suma de una constante a la línea que delimita la tasa de desarrollo. La tasa de
aceleración tecnológica se duplica cada década, es decir, por cada 10 años de
ahora, estamos viendo los avances totales acumulables en todo un siglo
pasado.

Lo anterior implica una trascendencia hacia una nueva civilización, y esto a su


vez, a una nueva comprensión del mundo. Por ende, no habrá distinción post-
Singularidad, entre humano y máquina, o entre realidad física y virtual. Si te
preguntas que quedará inequívocamente de humano en un mundo así, la
respuesta es, simplemente esta cualidad: la nuestra es la especie que
inherentemente busca extender su alcance físico y mental más allá de las
limitaciones actuales. Esto es singularidad.
Tres interesantes preguntas rodean la filosofía de la singularidad
tecnológica.

1. ¿Puede el ser humano construir algo así?


2. Si puede hacerlo, ¿Cuándo esto se sucederá?
3. ¿Será esta Inteligencia Segura?

Estas consideraciones previas nos llevan hasta otros tres argumentos, que
pretenden demostrar que no nos será posible crear máquinas conscientes.
Estos son:

1. El Experimento de la Habitación China (previamente dilucidado);


2. El hecho de que diseñar una conciencia involucra procesos a nivel
cuántico que hasta ahora no pueden ser replicados;
3. El hecho de que tenemos almas y no tenemos idea de cómo replicarla;

Centrémonos a dilucidar sólo los dos últimos. El distinguido físico de Oxford


Sir Roger Penrose (Premio Nobel en 2020), argumentó en 1989, que los
cerebros humanos no ejecutan el mismo tipo de algoritmos que las
computadoras. Afirmó que un fenómeno descrito por la física cuántica conocido
como “El Colapso de la Función de Onda”, podría explicar cómo surge la
conciencia, y desde allí, conocer el cómo esta está programada. Penrose en
1992, conoció a un anestesista estadounidense llamado Stuart Hammeroff, y
los dos colaboraron en una teoría de la mente conocida como “Reducción
Objetiva Orquestada”.

Una teoría que plantea fundamentalmente, que la conciencia se origina dentro


de las neuronas y no por las conexiones entre ellas. Que los procesos
cerebrales son físicos y la conciencia no. Entonces, lo que da origen a la
conciencia proviene de las interacciones entre partículas subatómicas donde
nuestras leyes de la física no trabajan. Esta teoría es algo que muchos otros
científicos niegan, puesto que colecciones de microtúbulos que forman
funciones de onda colapsadas, serían demasiado pequeñas y actuar demasiado
rápido para tener el impacto predicho a gran escala en las neuronas.

El argumento de las Almas. Muchas religiones, incluidas en particular las tres


grandes religiones monoteístas, el cristianismo, el islam y el judaísmo, enseñan
que los seres humanos son especiales porque tienen un alma inmortal
implantada por su Dios. El alma es lo que da origen a la toma de conciencia, y
es también lo que nos distingue de los animales. El alma es una creación divina
y los humanos no pueden reproducirla. Y no podemos porque precisamente no
sabemos lo que es.

De hecho, la mitad de la población mundial son cristianos o musulmanes. En el


papel, esto parece un problema serio para la investigación de AGI. La mayoría
de las personas que trabajan en AGI son materialistas, escépticos de la
afirmación dualista de que la conciencia existe en un reino espiritual que es
distinto y separado del material. Esto los lleva a un agudo conflicto intelectual
con las enseñanzas de estas religiones, que de hecho pueden verlos como
blasfemos al tratar de usurpar la prerrogativa del todopoderoso. Kurzweil en su
libro: The Age of Spiritual Machine. Sostiene que las experiencia espirituales
que tienen las personas obedecen a patrones de reacciones neuronales que se
suceden en distintas regiones del cerebro, dado a ello, en un futuro próximo, la
singularidad permitirá que sean estos software para máquinas espirituales
quienes elijan la religión de cada persona. Dando origen a maquinas
religiosamente tecnificadas.

Vernor Vinge propone una predicción interesante, y potencialmente aterradora,


en su ensayo titulado "La singularidad tecnológica venidera: cómo
sobrevivir en la era poshumana". Afirma que la humanidad desarrollará una
inteligencia sobrehumana antes de 2030. El ensayo especifica cuatro formas en
las que esto podría suceder:

1. Los científicos podrían desarrollar avances en inteligencia artificial ( IA ).


2. Las redes informáticas podrían de alguna manera volverse conscientes
de sí mismas.
3. Las interfaces computadora / humano se vuelven tan avanzadas que los
humanos esencialmente evolucionan hacia una nueva especie.
4. Los avances de la ciencia biológica permiten a los humanos diseñar
físicamente la inteligencia humana.

De estas cuatro posibilidades, las tres primeras podrían llevar a que las
máquinas se hagan cargo. Si bien Vinge aborda todas las posibilidades en su
ensayo, pasa la mayor parte del tiempo discutiendo la primera. Echemos un
vistazo a su teoría. La tecnología informática avanza a un ritmo más rápido que
muchas otras tecnologías. Las computadoras tienden a duplicar su potencia
aproximadamente cada dos años. Esta tendencia está relacionada con la Ley de
Moore, que establece que los transistores duplican su potencia cada 18 meses.
Vinge dice que, a este ritmo, es solo cuestión de tiempo antes de que los
humanos construyan una máquina que pueda "pensar" como un humano.

No obstante, la ley de Moore tiene problemas puesto que ya ha alcanzado sus


límites máximos permitidos. Según Intel, la ley de Moore seguirá vigente aún
hasta el año 2023, pero luego se habrá acabado. Para el año 2020, contaremos
ya con procesadores de 7 nanómetros, considerado el tamaño mínimo
alcanzable por los diseños con transistores. Ahora la ley de Moore viene a ser
reemplazad por la Ley de Huang. Según esta ley, el rendimiento de la GPU en
IA se duplicará cada año. En esta ley es la propia evolución de la inteligencia
artificial, y no el proceso de fabricación de los semiconductores, lo que jugará un
papel clave en la mejora del rendimiento con cada nueva generación de
unidades gráficas. Con la ley de Huang será posible diseñar
usando Computación Molecular y Neurochips a una escala de los 2,4
Angstrom, es decir, una diez millonésima parte de un metro. Que de hecho, ya
desde hace algún tiempo existen.

Pero el hardware es solo una parte de la ecuación. Antes de que la inteligencia


artificial se convierta en realidad, alguien tendrá que desarrollar un software que
permita a una máquina analizar datos, tomar decisiones y actuar de forma
autónoma. Si eso sucede, podemos esperar que las máquinas comiencen a
diseñar y construir máquinas aún mejores. Estas nuevas máquinas podrían
construir modelos más rápidos y potentes.

Los avances tecnológicos se moverían a un ritmo vertiginoso. Las máquinas


sabrían cómo mejorarse a sí mismas. Los humanos se volverían obsoletos en el
mundo de la informática. Habríamos creado una inteligencia sobrehumana. Los
avances llegarían más rápido de lo que podríamos reconocerlos. En definitiva,
llegaríamos a la singularidad.

¿Qué pasaría entonces? Vinge dice que es imposible de decirlo. El mundo se


convertiría en un paisaje tan diferente que solo podemos hacer las más
descabelladas conjeturas. Vinge admite que, aunque probablemente no sea
fructífero sugerir posibles escenarios, sigue siendo muy divertido. Quizás
vivamos en un mundo donde la conciencia de cada persona se fusiona con una
red de computadoras. O tal vez las máquinas realicen todas nuestras tareas por
nosotros y nos permitan vivir en el lujo. Pero, ¿Qué pasa si las máquinas ven a
los humanos como redundantes, o peor? Cuando las máquinas lleguen al punto
en que puedan repararse a sí mismas e incluso crear mejores versiones de sí
mismas, ¿Podrían llegar a la conclusión de que los humanos no solo son
innecesarios, sino también indeseables? Ciertamente parece un escenario
aterrador. Pero, ¿Es cierta la visión de Vinge del futuro? ¿Hay alguna forma de
evitarlo?

7. Transhumanismo y Posthumanismo
Ya sabemos que el Transhumanismo promueve activamente la mejora humana.
Que su objetivo se centra en fomentar tecnologías biotransformativas que
permitan mejorar el desempeño de cuerpos biotecnificados, y que es la
singularidad el punto de inflexión de este pensamiento filosófico. Ahora bien, el
posthumanismo es una perspectiva filosófica de cómo se realiza el cambio en el
mundo, se encarga de pensar el cómo trasladar humanos de su estado natural a
uno sintético. Como conceptualización e historización tanto de la agencia como
de lo "humano", es diferente de los concebidos a través del humanismo. Dado a
ello, le prestaremos atención en este aparte.

Mientras que una perspectiva humanista asume con frecuencia que lo humano
es autónomo, consciente, intencional y excepcional en los actos de cambio, una
perspectiva posthumanista asume que la agencia se distribuye a través de
fuerzas dinámicas de las que el ser humano participa, pero que no tiene la
intención o el control completo. La filosofía posthumanista constituye al ser
humano como:

 (a) física, química y biológicamente atado y dependiente del medio


ambiente;
 (b) movidos a la acción a través de interacciones que generan afectos,
hábitos, conflictos y razón; y
 (c) no posee ningún atributo que sea exclusivamente humano, sino que
se compone de un ecosistema en evolución más grande.

A diferencia del posthumanismo, al humanismo se le atribuye el mérito de


atribuir al sujeto humano consciente e intencional como la fuente dominante de
agencia más digna de atención académica. Desde sus inicios durante el
Renacimiento, el humanismo se ha constituido de diversas formas a lo largo de
la historia, pero como cuerpo colectivo de literatura, lo humano se constituye
típicamente a través del humanismo como:

 (a) autónomo de la naturaleza dadas las facultades intelectuales de la


mente que controla el cuerpo,
 (b) excepcionalmente capaz y motivado por el habla y la razón, y
 (c) un animal excepcional que es superior a otras criaturas.

En un futuro posthumano, los seres humanos y no humanos, las plantas y los


minerales probablemente coexistirán con la inteligencia artificial avanzada, los
robots sensibles y los humanoides conscientes. Como afirma el futurista Ray
Kurzweil:

La introducción de la tecnología no es meramente un asunto privado de una de


las innumerables especies de la Tierra. Es un evento fundamental en la historia
del planeta ( 1999, pág. 35). Las religiones necesitarán repensar sus enfoques
teológicos para permitir que diferentes tipos de subjetividades y entidades
encarnadas participen en la búsqueda religiosa. Las religiones mismas son
redes materiales y simbólicas, actualizadas a través de palabras, oraciones,
metáforas, ritmos, imágenes y símbolos, entre muchas otras expresiones. Lo
físico, lo virtual y lo simbólico están inextricablemente entrelazados. En la era del
cyborg, Dios no es solo un ser humano; en la era de lo posthumano, los
humanos no son los únicos profetas. Pero para acceder al futuro, primero
reflexionemos sobre nuestro pasado y nuestro presente. Esta visión de las
deidades futurista es probable que nos traslade hacia una religión única, el
asunto está en, ¿Cuál de las religiones prevalecerá?

George Orwell, novelista británico, solía decir: "Cada cultura se considera a sí


misma mucho más inteligente que su anterior, y a su vez, más sabia que la
que le seguirá". Ciertamente, si la inteligencia de las máquinas avanza y se
precipita más allá de la inteligencia humana, ¿Tendremos que empezar a hablar
sobre las intenciones de una computadora?, o, ¿Deberíamos dejar que los
algoritmos decidan quién será nuestro próximo Dios? Esto avizora un futuro
donde al ser humano le toque cambiar de religión tan rápido como se vayan
aconteciendo los desarrollos tecnológicos. Pero, sabemos que esos cambios
mentales no son fáciles. Entonces es donde entran en funcionamiento los
Humaritmos. Un Humaritmo es un software capaz de suministrar información
directamente al cerebro de una persona haciendo que esta cambie de forma de
pensar, mejore sus destrezas intelectuales, o deba acoplarse a nuevas
realidades en una sociedad que cambia drásticamente.

Es un software que busca mejorar el funcionamiento de una persona y sus


posibilidades radican en el desarrollo de tecnologías basadas en la Teoría
Computacional de la Mente. Este software estaría direccionado a identificar,
modificar y reemplazar patrones de conducta o comportamientos en humanos.
Donde un hábito que hoy consideramos cotidiano, ya para mañana será otro. Si
bien los humaritmos pueden cambiar hábitos, no están centrados en los cambios
endocrino metabólicos que dan origen a los sentimientos. Dado a ello, surgen
los Androritmos, éstos incluyen rasgos humanos como la empatía, la
compasión, la felicidad, la depresión, la creatividad y la narración. Rasgos que
no son propios de la conducta, sino del estado de ánimo de las personas. Y que
pueden ser controlables si se alcanza mimetizar un sistema endocrino artificial
computacionalmente eficiente.

Ahora, la comparación entre androritmos y algoritmos propuestos por el


futurista Gerd Leonhard, autor del Libro Tecnología Versus Humanidad, es
más clara. Debemos evitar quedarnos reducidos a pensar como
máquinas . Porque los cálculos a veces no son suficientes para comprender
algunos problemas. Necesitamos percepción, empatía, sentimientos, creatividad
y valores típicamente humanos. Necesitamos nuestros androritmos. Aunque hay
quienes advierten que utilicemos la tecnología, pero no nos convirtamos en ella.

El posthumanismo inequívocamente surgirá del desarrollo y convergencia de


disciplinas como: nanotecnología, biotecnología, ciencias cognitivas, robótica,
tecnologías de la comunicación y la información, las redes neuronales, el
aprendizaje profundo y las computadoras basadas en cerebro. Claramente
vemos que tanto el posthumanismo, como el transhumanismo son corrientes
contrapuestas al humanismo. Pero, en el camino a conseguirlo que pretende, el
posthumanismo debe atravesar las sendas del Metahumanismo.

El transhumanismo es un movimiento filosófico que aboga a favor de la


transformación de los seres humanos mediada tecnológicamente. Algunos
transhumanistas afirman que la mejora humana radical podría algún día crear
nuevas especies posthumanas. Dos caminos prominentes podrían conducir
hacia los posthumanos. El posthumanismo orgánico y el posthumanismo
exorgánico. El posthumanismo orgánico mantiene el papel esencial de lo
biológico en los posthumanos. El posthumanismo exorgánico explica las
cualidades sintéticas, electrónicas y digitales de los futuros seres posthumanos.
Las tecnologías de interfaz cerebro-computadora permiten la interacción directa
entre la mente y lo virtual, por lo que se suele afirmar que esta tecnología podría
generar adaptaciones posthumanas exorgánicas. Se argumenta que las
tecnologías actuales de interfaz cerebro-computadora están bajo una
ambigüedad conceptual y ética similar, como algunas tecnologías para el
posthumanismo orgánico. Las tecnologías cerebro-computadora son, en
consecuencia, herramientas neutrales con respecto al objetivo del
posthumanismo. Esperemos a ver que nos traerá la tecnología con la llegada de
5G, Internet de las Cosas IoT, la electrónica molecular y la electrónica
Neuromorfica.

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