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En los primeros treinta años del siglo XX, la población madrileña llega a más de un
millón de habitantes.72 Nuevos arrabales como Las Ventas, Tetuán o El Carmen acogían
al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se instalaba la burguesía
madrileña. Estas transformaciones fomentaron la idea de la ciudad lineal, de Arturo
Soria. Paralelamente se abrió la Gran Vía, con el fin de descongestionar el casco antiguo
y se inauguró el metro en 1919.73 Durante el reinado de Alfonso XIII, se cedieron
terrenos del real pecunio, al noroeste del Palacio Real, para fundar la Ciudad
Universitaria.
El estallido de la Guerra Civil española tuvo lugar en Melilla a media tarde del viernes
17 de julio y fue conocido en Madrid en las horas siguientes. Todavía el sábado 18 y el
domingo 19 guardó la ciudad una cierta normalidad. Tras el aplastamiento de la rebelión
en Madrid, mal planificada, en el cuartel de la Montaña y los cuarteles de Carabanchel,
en los que los elementos leales del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad fueron
auxiliados por las milicias populares (organizadas desde finales de 1934 por el Partido
Comunista de España bajo el nombre de Milicias Armadas Obreras y Campesinas), a las
que el Gobierno autorizó la entrega de armas. A partir de ese momento comenzó una
represión indiscriminada no solo hacia los que habían participado en la rebelión, sino
contra aquellos que por no compartir las ideas políticas del Frente Popular, estaban
considerados como «desafectos al Régimen». Surgieron numerosos centros de
interrogación, detención y tortura (las «checas»), de donde muchos detenidos solo salían
para ser «paseados», y aparecían después sus cadáveres en los alrededores de la ciudad.
Se produjeron numerosas «sacas de presos» en las que las llamadas Milicias de
Vigilancia entraban en las cárceles (San Antón, Ventas, etc.) con sus listas de personas
para eliminar, «sacaban» a los presos que figuraban en las listas y los fusilaban en las
afueras de la ciudad. Especial magnitud revistieron las matanzas de Paracuellos de
Jarama, y Torrejón de Ardoz en noviembre/diciembre de 1936, en las que los cálculos
más fundamentados arrojan entre 2000 y 3000 víctimas. También innumerables
domicilios particulares fueron incautados, y la misma suerte corrieron las sedes de los
partidos políticos de derechas. Se asaltaron e incendiaron iglesias, con irreparables
pérdidas artísticas y culturales y por decreto gubernamental oficial de agosto de 1936,
fueron definitivamente cerradas todas las iglesias de la España republicana y por tanto
también las de Madrid.
La ciudad no volvería a sufrir otro asalto por tierra durante la guerra, pero fue castigada
por el fuego artillero y los bombardeos aéreos, primeros en la historia sobre una capital,
a imagen de los que otras europeas sufrirán durante la Segunda Guerra Mundial. Las
operaciones de la aviación del bando sublevado, apoyada por aparatos de la Alemania
Nazi y de la Italia fascista80 provocan en cuatro meses, del 7 de noviembre de 1936 al 9
de marzo de 1937, 1490 muertos, 430 desaparecidos y 3.502 heridos.81 aparte de causar
numerosos destrozos en edificios emblemáticos, como los que afectaron, del 14 al 17 de
noviembre de 1936, al Museo del Prado, el Museo de Arte Moderno, el Instituto Cajal,
el Museo Arqueológico Nacional y el Palacio de Liria.82 La aviación también fue
utilizada para atemorizar al enemigo.83
Dictadura franquista
Vista de la Plaza de Moncloa con el Ministerio del Aire y el Arco de la Victoria, uno de los
símbolos del franquismo en la capital.
Transición y Democracia
Tras la muerte del dictador Franco, Madrid fue uno de los escenarios principales
durante el periodo de la Transición.87 Los primeros meses del año 1977 destacaron por
la agitación política y social, con huelgas, manifestaciones y contramanifestaciones
violentas con víctimas mortales. Otros graves acontecimientos fueron los dos secuestros
por parte del GRAPO y el episodio de la matanza de Atocha de 1977 que resultó en el
asesinato por parte de miembros de la ultraderecha de los abogados laboralistas en un
despacho situado en esta calle. Su multitudinario entierro, previo a la legalización del
PCE fue narrado cinematográficamente en Siete días de enero, de Juan Antonio
Bardem. Con la consolidación del régimen democrático, la constitución de 1978
confirma a Madrid como capital de la España democrática en cuyo apoyo tendrían lugar
las manifestaciones multitudinarias tras el desbaratado golpe de Estado del 23 de
febrero de 1981.