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Economía del virreinato

El nombre del virreinato del Río de la Plata sugiere cuál fue el producto económico
que resultó basal para la economía de este, la plata, obtenida principalmente de
las minas ubicadas en el Alto Perú. De todas las minas altoperuanas la más célebre
fue la del cerro Rico de Potosí. La misma región altoperuana era gran productora de
otros minerales: cobre, estaño y oro.

Esta base económica significó el desarrollo de un tránsito carretero que


generalmente "bajaba" desde el Alto Perú hasta el puerto de Buenos Aires siguiendo
el Camino Real, tal tránsito supuso por su parte la cría de mulas, también de
caballos y asnos, la cual se realizaba principalmente en las ciudades del Tucumán.

Este tránsito promovió una industria cuasi artesanal de carretas fabricadas en San
Miguel de Tucumán y en la ciudad de Mendoza. Las carretas muy lentas eran casi
siempre tiradas por bueyes y sus marchas por extensos itinerarios se reducían a
unas pocas leguas por día. El tráfico de plata fue de este modo el principal rubro
de exportaciones desde el virreinato hacia Europa. Tal tráfico frecuentemente
estaba asociado con el contrabando y un intercambio de plata por gente esclavizada
llevada desde África hasta el puerto de Buenos Aires para luego ser distribuida en
diversas zonas.

La mayoría de la población se concentraba en las zonas altoperuanas, pobres en


producciones agrícolas y ganaderas, esto significó el desarrollo de nuevos centros
y circuitos productivos y comerciales dentro del virreinato: la región pampeana y
las Vaquerías del Mar pobladas por inmensas greyes de vacunos proveyó de carne
barata no solo a las poblaciones del Alto Perú sino a las del Brasil portugués, en
el segundo de los casos se efectuaba contrabando masivo desde la Banda Oriental y
las Misiones Orientales siguiendo luego la Ruta del ganado hasta Curitiba y de allí
hasta la "feria" de Sorocaba. Los rodeos de ganados realengos, es decir ganados que
al carecer de dueños precisos nominalmente eran pertenecientes a la corona española
aunque en los hechos, al ser cimarrones, solían resultar de usufructo público,
requirieron un tipo especial de trabajador libre: el gaucho, muchas veces arrieros
que transportaban los ganados en pie por pistas o huellas durante cientos de
kilómetros. La zona de las Misiones y el Paraguay fue sede de cultivos de yerba
mate, cultivos iniciados por guaraníes y jesuitas. La yerba mate abastecía a casi
todo el virreinato e incluso a la Capitanía General de Chile. Otros cultivos
alimenticios surgieron merced a la demanda altoperuana: vinos (en Salta, Tarija,
Cuyo, Córdoba), aguardientes y singanis; e incluso plantaciones de olivo,
principalmente en La Rioja y Catamarca pero las plantaciones oliveras fueron en
gran medida taladas para evitar que compitieran con el monopolio español.

Del mismo modo el Alto Perú no lograba autoabastecerse con sus producciones de
lanas de auquénidos y resultó un cliente que facilitó la plantación de algodón en
Santiago del Estero y el establecimiento de una incipiente industria textil, en la
cual se elaboraba el algodón junto con la lana de caprinos, ovinos y auquénidos en
los territorios de las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca,
Salta, La Rioja así como de talabartería en Tucumán. Por otra parte la ciudad de
Córdoba se encontraba beneficiada al ser la encrucijada de las rutas que unían el
oeste con el este y el norte con el sureste del virreinato, tal encrucijada hacía
que fuera común designar como "El Arriba" a todo el territorio ubicado al norte y
oeste de la ciudad de Córdoba y como "El Abajo" a todo el territorio ubicado al sur
y al este de la misma ciudad.

Por lo demás la agricultura para alimentar a las poblaciones dispersas se


encontraba reducida a una agricultura de subsistencia, en muchas ocasiones solo
horticultura.

Siempre que se plantea el análisis de una economía corresponde considerar entre uno
de los factores básicos el transporte, en particular la velocidad del mismo, en tal
sentido en los terrenos más fácilmente transitables que eran (como aún hoy) los de
la planísima región pampeana, las velocidades a caballo promedio eran de unas 8 a
10 leguas diarias; las carreras a "revientacaballos" (con chasquis que cambiaban de
caballos en cada posta) hacían recorrer (en la región pampeana) 800 kilómetros en
diez días, la distancia entre la ciudad de Mendoza y la ciudad de Buenos Aires era
cubierta a galope (por el sistema de chasquis) en 22 días recorriéndose para ello
unos 1100 km que alternaban relieves llanos y escarpados. El sistema oficial de
correos en el territorio que luego sería del virreinato comenzó a establecerse en
1748 y se mejoró y reorganizó con postas en 1771. En 1767 fue establecido el Correo
Ultramarino La Coruña - Montevideo y en 1786 se estableció el correo de encomiendas
entre Buenos Aires y Potosí. El transporte de cargas por tierra insumía tiempos
inverosímiles para la gente de la actualidad: una carreta de ruedas macizas tirada
por cuatro bueyes sanos y fuertes tardaba 3 meses en recorrer 1000 kilómetros.

La navegación fluvial era relativamente rápida "bajando" los ríos: Desde Asunción a
la ciudad de Buenos Aires se tardaba aproximadamente 15 días pero la "subida" o el
navegar el río Paraná en contracorriente aguas arriba (con la tecnología de
entonces se lograba una velocidad de tan solo tres millas por hora) demandaba casi
tres meses, y más frecuentemente unos 112 días. En 1739 la Real Audiencia de
Charcas dispuso que Santa Fe fuera un puerto preciso de la navegación del Paraguay,
lo que fue confirmado por una real cédula el 1 de abril de 1743. Todos los barcos
procedentes del Paraguay debían desembarcar sus cargas en Santa Fe para seguir por
tierra hacia Buenos Aires, lo que provocó disputas entre los cabildos y
gobernadores de las tres ciudades. El 13 de abril de 1780 el virrey Pedro Melo de
Portugal abolió provisoriamente los privilegios del puerto preciso de Santa Fe, lo
que fue confirmado por el Consejo de Indias el 14 de febrero de 1781.22

Los puertos
La ciudad de la Trinidad y puerto de Santa María del Buen Ayre fue elegida como
capital del virreinato del Río de la Plata porque su puerto abastecía un amplio
mercado. Con el Reglamento de Libre Comercio de 1778, el puerto de Buenos Aires
tuvo vinculaciones con España y con casi toda América. Sin embargo, por su fondo
lodoso, en sus muelles no podían amarrar buques de gran calado. Por esto, el puerto
de Montevideo, con fondo de piedras y mayor profundidad daba ventajas naturales que
le permitieron ganar una importancia comparable al de Buenos Aires o aún mayor.
Esto le granjeó en varias oportunidades enfrentamientos con la capital del
virreinato.

También Montevideo en poco tiempo se transformó en un gran centro comercial. Su


estratégica posición le permitía un gran movimiento de buques mercantes. La ciudad
creció rápidamente, en especial el sector social vinculado al comercio,
principalmente ganadero. Para la ciudad, el negocio que más prosperó fue el llamado
comercio de tránsito: las mercaderías que pasaban por el puerto de Montevideo
pagaban un impuesto por los días de permanencia en el mismo. Todo este desarrollo
económico y social que experimentó la zona, no venía acompañado de reformas
administrativas que se acomodaran a ese crecimiento económico.

Para luchar contra el contrabando en 1779 fue creado el Resguardo del Puerto de
Buenos Aires, que era un cuerpo militar integrado por oficiales y tropa al mando de
un comandante que fiscalizaba el puerto, las costas del Río de la Plata y las
salidas terrestres. Otro Resguardo fue creado en el Puerto de Montevideo en 1780 y
otros en ciudades como Corrientes, Salta, Córdoba y la villa de Oruro.

En 1797 el virrey Antonio Olaguer Feliú autorizó la entrada de buques extranjeros y


neutrales al puerto de Buenos Aires para estimular las actividades comerciales del
virreinato que estaban comenzando a sufrir los efectos negativos de las tensiones
crecientes entre las potencias europeas.

Instituciones virreinales
En 1791 la Real Imprenta de Niños Expósitos publicó la Guia de forasteros en la
ciudad y virreynato de Buenos-Ayres: para el año de 1792, en ella se contiene un
listado de instituciones del virreinato residentes en Buenos Aires:23

Secretaría de Cámara: un secretario, 3 oficiales, un asesor general y auditor de


guerra, un escribano mayor de gobierno y guerra y un escribano de diligencias.
Secretaría de la Superintendencia General de Real Hacienda (un superintendente
existió entre 1778 y 1788, cuando sus funciones pasaron al virrey): un secretario,
4 oficiales, un fiscal, un asesor y un escribano actuario.
Real Audiencia Pretorial: un presidente (el virrey), un regente, un decano, 4
oidores, un fiscal de lo civil, un fiscal de lo criminal y protector de naturales,
un chanciller, un agente fiscal de lo civil y otro de lo criminal, 2 relatores y 2
escribanos de cámara.
Tribunal Mayor y Real Audiencia de Cuentas (o Contaduría Mayor, fue creado en
1767): su presidente era el virrey como superintendente de Real Hacienda. Lo
integraban 3 contadores mayores, un supernumerario, un escribano, 6 contadores
ordenadores, 8 oficiales de contaduría, un archivero y uno de contaduría de
Retazas.
Junta Superior de Real Hacienda (creada en 1784 para fiscalizar financieramente a
la intendencia y a los cabildos). La integraban: el virrey como presidente, el
regente, un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia, el contador decano
del Tribunal de Cuentas, el contador de ejército, un relator y un escribano
actuario. Estaba encargada de la Superintendencia general de Real Hacienda, de lo
económico de la guerra y de los ramos de propios y arbitrios y bienes de comunidad
de los pueblos, con absoluta inhibición de todos los Tribunales y sola dependencia
de la real persona, por la vía reservada del despacho universal de Indias.
Funcionaba también como Junta Superior de Apelaciones de Real Hacienda respecto de
las decisiones de la audiencia.
Junta Superior de Propios y Arbitrios: el virrey como presidente, el regente
comisionado por el virrey, un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia,
el contador decano del Tribunal de Cuentas, y un secretario.
Junta Superior de Aplicaciones: el virrey como presidente, el regente comisionado
por el virrey, un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia, 2 vocales, el
contador de ejército, un relator y un escribano.
Junta Provincial de Temporalidades: el virrey como presidente, el regente
comisionado por el virrey, un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia, 2
vocales, un relator y un escribano.
Junta de Diezmos: el virrey como presidente, el regente comisionado por el virrey,
un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia, 2 hacedores, el tesorero y
el contador de ejército, y un escribano.
Junta de Almonedas: un oidor y el fiscal en lo civil de la Real Audiencia, un
vocal, el tesorero y el contador de ejército, y un escribano.
Santa Cruzada: un comisario, un asesor, un fiscal, el tesorero y un contador de
Real Hacienda y un notario.
Comisaría de la Santa Inquisición: un comisario, un alguacil mayor y un notario.
Montepío de Ministerio de Justicia y Real Hacienda: un director, dos vocales, el
contador de ejército, el contador de tabacos, un secretario y contador y un
tesorero.
Tesorería General de Ejército y Real Hacienda: la integraban un contador, un
tesorero, un factor, un contador interventor agregado, un jubilado, 3 oficiales de
contaduría, 2 escribientes y 6 oficiales de tesorería. Se encargaban de la Caja
Real de Buenos Aires, de la que dependían las cajas reales de las capitales de cada
intendencia. Subordinadas a estas últimas había cajas reales en: Santa Fe,
Chucuito, Carabaya, Mendoza, Oruro, Carangas, San Miguel de Tucumán, Santa Cruz de
la Sierra.7
Almacenes de Real Hacienda, Artillería de Marina: un guardia almacén y un ayudante.
Real Aduana: integrada por un administrador, un contador, dos vistas (de 1.ª y de
2.ª), un alcaide, 5 oficiales de contaduría, 4 oficiales escribientes, 2 oficiales
de tesorería (de 1.ª y de 2.ª), un contador de plata, un receptor de Sisa y 2
receptores.
Real Renta de Tabacos: en la Dirección General había un director general, un
contador general, un administrador general, un amanuense y un escribano.
Contaduría General de la Renta: había un contador y 6 oficiales.
Tesorería General: había un tesorero y 2 oficiales.
Administración General: había un administrador, un interventor y 2 oficiales.
Dirección General de Nuevas Labores: había un director general y un amanuense.
Almacenes Generales: había un administrador fiel y un contador interventor.
Resguardo: 2 visitadores.
Administración Principal de la Real Renta de Correos: el subdelegado era el virrey.
Había un administrador, un contador, 6 oficiales y un supernumerario.
Contaduría General de Propios y Arbitrios del Virreinato: un contador y oficial
mayor y 2 vocales.
Posteriormente fue creado el Real Tribunal del Consulado mediante una real cédula
de 30 de enero de 1794. Lo integraban: un prior, 2 cónsules, 8 consiliarios, un
asesor, un síndico, un secretario, un contador, un tesorero, un escribano, porteros
y alguaciles. Tenía diputados en todas las intendencias y plazas comerciales y
desde fines de 1799 creó bajo su jurisdicción una Academia de Náutica que fue
cerrada en 1806 por desaprobación real. El Real Tribunal del Protomedicato fue
creado por orden real de 19 de julio de 1798,24 previamente existía como Real
Protomedicato compuesto por: un protomédico, un asesor, un fiscal, un alguacil
mayor, un escribano y 3 examinadores.

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