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TREINTENA A SAN JOSÉ

San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

EN REVERENCIA DE LOS TREINTA AÑOS QUE VIVIÓ CON JESÚS Y


MARÍA EN LA TIERRA.

La devoción al Patriarca San José está muy sobre las devociones a los
Ángeles y Santos y entra en un orden superior, en el orden de la Trinidad de
la tierra, como mediadora ante la Trinidad del Cielo.
Una de las devociones más expresivas de la veneración y confianza del
pueblo cristiano en el poder y bondad de San José, es la llamada de los
Treinta días en reverencia de los treinta años que vivió en la tierra en
compañía de Jesús y la Virgen María. Tuvo su origen en los Estados Unidos
de Norte América, donde ella ha alcanzado la más ferviente y universal
popularidad; y de allí ha ido introduciéndose en las naciones de Europa.
Basta la lectura de la Oración para tenerla como muy cristiana y teológica, y
como muy recomendable y eficaz para conmover ese poder y bondad del
Santo Patriarca, y para alcanzar por su medio las gracias espirituales o
temporales, las más difíciles y extraordinarias.
Las razones de esta afirmación son las siguientes:
a) La materia doctrinal de esa Oración es la más teológica y completa. b) El
fin general de ella, el más devoto y grato al Santo: honrar la memoria de los
treinta años que vivió con Jesús y María en la tierra.
c) Los títulos que se invocan, poderosísimos para mover el corazón del
Santo.
d) La forma ferviente en que está escrita, da fe vivísima, de ternura sensible y
de urgente e irresistible instancia; es el alma toda la que en todas sus frases
pide y suplica, gime y llora, conmueve y triunfa de las resistencias del mismo
Dios.
e) Y si a todo ésto se añade la insistencia y perseverancia durante treinta días
en tan larga y vehemente súplica del alma, no será temerario afirmar según
el dogma católico que es una oración teológica y cristiana, eficaz e
irresistible.
TREINTENA A SAN JOSÉ
San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

f) No hay en ella nada de superstición o revelación o infalibilidad o algo


imposible o im­propio. Por lo contrario, lo que se pide y se confía conseguir
es sencillamente algo muy conveniente y necesario, aunque difícil y
extraordinario; pero nada de milagros infalibles, y a plazos fijos, y por modos
y prácticas supersticiosas. Todo está fundado en el dogma católico de la
oración e intercesión de los Santos, y en la creencia y confianza del cristiano
en el poder y bondad del Santo Patriarca. Es una Novena, pero de treinta
días, muy a propósito para promover la devoción al Santo y la confianza en
El.
La práctica de esta devoción ha de ser muy sencilla. Récese la oración
treinta días consecutivos; y será más eficaz rezarla ante la imagen o altar del
Santo; pero cuando eso no sea posible, puede rezarse en la casa particular.
Se recomienda mucho la comunión, al menos los miércoles de esos treinta
días.

«Y tomé por abogado y señor al glorioso


san José y me encomendé mucho a él. Vi
claro que, tanto de esta necesidad como
de otras mayores, de perder la fama y el
alma, este padre y señor mío me libró
mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me
acuerdo hasta hoy de haberle suplicado
nada que no me lo haya concedido».
Santa Teresa de Jesús.
TREINTENA A SAN JOSÉ
San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

DEVOCIÓN DE LOS TREINTA DÍAS A SAN JOSÉ


Para obtener una gracia extraordinaria

¡Oh amabilísimo Patriarca San José! Desde el abismo de mi pequeñez y


miseria os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro trono
del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como
padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de
los desvalidos, auxiliador de los Ángeles y Santos ante el trono de Dios, de
vuestro Jesús y de vuestra santa Esposa. Por eso yo pobre, desvalido, triste y
necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y
clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas: y hoy
especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que
consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad
que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos. Y
para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y
demandaré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años,
que vivisteis en la tierra con Jesús y María: y os lo pediré, urgente, y
confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros
de mí, y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi
petición, y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra
bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y
darme más aún de lo que os pido y deseo.

1) Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y


nacer en la pobre naturaleza humana, como Hijo de Dios, Dios Hombre y
Dios del hombre.

2) Os lo suplico por vuestra ansiedad inmensa al sentiros obligado a


abandonar a vuestra santa Esposa.

3) Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y


un
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San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

un pesebre para palacio y cuna de Dios nacido entre los hombres.

4) Os imploro por la dolorosa y humillante Circuncisión de vuestro Jesús, y


por el santo, glorioso y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del
Eterno.

5) Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Ángel la muerte


decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedientísima huida a
Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza extrema
del destierro y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.

6) Os lo pido por vuestra aflicción dolorosísima de tres días, al perder a


Vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el
templo, y por vuestra felicidad inefable de los treinta años que tuvisteis en
Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.

7) Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima


de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros
pecados y nuestra redención.

8) Os lo demando por la dolorosa previsión que os hacía todos los días


contemplar aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por
agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre
vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais
contra vuestro corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los
brazos de la Cruz, aquel último momento en que le veíais expirar y morir.

9) Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de


Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos y al fin en el cielo.

10) Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la


Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de
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Rey inmortal de los Siglos.

11) Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del
sepulcro a vuestra santísima esposa resucitada, y ser subida a los cielos por
los Ángeles y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al
vuestro.

12) Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos,


penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y glorias y feliz
bienaventuranza en el cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa
María.

¡Oh mi buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia
Santa y de sus Doctores y Teólogos, y en el sentido universal del pueblo
cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a
pediros y suplicaros y esperar me obtengáis de Dios la grande y
extraordinaria gracia que voy a poner ante vuestra imagen y ante vuestro
trono de bondad y poder en el cielo.

Aquí, haz una pausa, ora con fe. Presenta a san José tus necesidades,
déjalas en sus manos para que él las entregue a Jesús. El amor del Señor
nunca deja de manifestarse.

Obtenedme también para los míos y los que me han pedido ruegue por
ellos, todo cuanto desean y le es conveniente. San José rogad por nosotros:
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN: Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al


bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que,
pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como
intercesor en los cielos. Oh Dios, que vives y reinas en los siglos de los siglos.
Amén.
TREINTENA A SAN JOSÉ
San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

ORACIÓN A SAN JOSÉ


Oración compuesta por el Papa León XIII

A vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José; y después de


haber implorado el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también
confiadamente vuestro Patrocinio. Por el afecto que os unió a la Virgen
Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al Niño-
Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que
Jesucristo conquistó con su Sangre, y que nos socorráis con vuestro poder
en nuestras necesidades.

Proteged, prudentísimo Custodio de la Divina Familia, el linaje escogido de


Jesucristo; preservadnos Padre amantísimo, de todo contagio de error y
corrupción, sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, poderosísimo
Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder
de las tinieblas. Y del mismo modo que, en otra ocasión, librasteis del
peligro de la muerte al Niño-Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de
Dios, contra las asechanzas de sus enemigos y contra toda adversidad.
Amparad a cada uno de nosotros con vuestro perpetuo patrocinio; a fin de
que, siguiendo vuestros ejemplos, y sostenidos por vuestros auxilios,
podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad
eterna del Cielo. Amén.

¡San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible!

Por las intenciones del Santo Padre: Padre nuestro, Ave María y Gloria.
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San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

ORACIONES A SAN JOSÉ

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL AÑO DE SAN JOSÉ


Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a
su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como
hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y
guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

GLORIOSO PATRIARCA
Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas
imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad.
Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío,
para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza
está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como
puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan
grande como tu poder. Amén

SAN JOSÉ, PROTECTOR DE LAS FAMILIAS


Glorioso San José, protector, modelo y guía de las familias cristianas: Te
ruego protejas a la mía. Haz reinar en ella el espíritu de fe y de religión, la
fidelidad a los mandamientos de Dios y de la Iglesia, la paz y la unión de los
hijos, el desprendimiento de los bienes temporales y el amor a los asuntos
del cielo.
Dígnate velar sobre todos nuestros intereses. Ruega al Señor que bendiga
nuestra casa. Otorga la paz a la familia, acierto a los hijos en la elección de
estado. Concede a todos los miembros de nuestra familia y de todas las
familias de la tierra, la gracia de vivir y morir en el amor de Jesús y de María.
Amén.
TREINTENA A SAN JOSÉ
San José, tú sabes hacer posible, lo que parece imposible

ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LAS VOCACIONES


¡Oh, San José! fiel, casto y justo esposo de María, Madre de Nuestro Señor
Jesucristo, dígnate concedernos tu poderosa intercesión, para que Dios
Padre envíe más obreros a su mies, verdaderas y santas vocaciones al
sacerdocio y a la vida religiosa.
Custodia las vocaciones de los que han sido llamados a vivir en el mundo sin
ser de este mundo, para que sepan renunciar a los placeres y pasiones del
mundo, para servir en total pobreza, castidad y obediencia a la voluntad de
Dios, y sean configurados con Cristo, y por Él, con Él y en Él, sean unidos a la
Santísima Trinidad por los lazos indisolubles del Espíritu.
Consíguenos para ellos, por tus méritos y tu ejemplo, los dones y gracias que
necesitan para que ejerzan un ministerio santo, cumpliendo en virtud y
perfección las promesas de pobreza, castidad y obediencia, que en
conciencia y libre voluntad hicieron a Dios el día de su consagración,
cuando al ser desposados con la Santa Iglesia se comprometieron a servirla
en total fidelidad y entrega.
Te pedimos, ¡oh benigno y sapientísimo protector!, que custodies los
corazones de nuestros seminaristas y religiosos en formación inicial, para
que sean preservados en la inocencia, en la pureza y en el celo apostólico
del amor, y sean íntegros, virtuosos y santos.
Imploramos a ti, San José, esposo de nuestra Madre Santísima, virgen,
Inmaculada y pura, que acojas y adoptes a cada vocación como a tu hijo
Jesús, y lo dirijas y lo enseñes a construir su cruz, con su trabajo y su esfuerzo
diario, renunciando a sí mismo, para abrazarla y seguir a Jesús, para con él
ser Cristo, y conducir a todas las almas a Dios, en la esperanza de la gloria en
su resurrección. Amén.

Esta edición que recibes se realiza para promover la devoción a este gran
Santo, y en acción de gracias por beneficios recibidos a través de la intecesión
de san José, igualmente para seguir suplicando su auxilio y protección.

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