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Un mundo mundano
1. Oración Inicial
Dedica un momento en silencio y relaja tu cuerpo para ponerte en la presencia de Dios en este rato
de oración y meditación:
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro
con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados, y gracia para hacer con fruto este
rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi Padre y Señor, Ángel de mi guarda,
interceded por mí. Amén.
2. Texto Bíblico
Jn 15, 18-20
“Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el
mundo amaría lo suyo; pero el mundo os odia porque no sois del mundo, pues yo al elegiros, os he
sacado del mundo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado
mi palabra, también la vuestra guardarán”.
El mundo se refiere a aquel ambiente anticristiano que se respira entre las gentes que viven
totalmente olvidadas de Dios y entregadas por completo a las cosas de la tierra.
El mundo ofrece una gran fuerza de seducción a los hombres y lo hace a través de diversos medios:
- Frases engañosas
- Placeres y diversiones ilícitos
- Falsos modelos
- Burlas y persecuciones
Trata de pensar por un instante en el momento en que te encontraste profundamente con el Señor
(retiro de conversión, charla, catequesis, preparación para la consagración, situación difícil, …). Solo
tú sabes de qué estaba llena tu vida antes de eso. Recuerda el Amor que experimentaste en ese
momento.
Piensa en el abismo del mundo en que estabas metido y del cual te rescató el Señor: malos ambientes,
malas amistades, … Agradécele a Dios por la infinita misericordia que tuvo contigo al sacarte de esto.
Por medio de la Virgen María has decidido seguir a Dios sin medida, consagrándote por entero a Él.
Sin embargo, medita si aún tienes algún apego al mundo o si nuevamente te has dejado seducir por
él:
Cuenta San Agustín en su libro las Confesiones, que un día se encontraba en el huerto y escuchó una
voz como de un niño que le decía “Toma y lee”. Abrió la Sagrada Escritura y leyó el primer capítulo
que se encontró:
Luego afirma el santo: “No quise leer más, ni era necesario tampoco, pues al punto que di fin a la
sentencia, como si se hubiera infiltrado en mi corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las
tinieblas de mis dudas”.
Pide la intercesión de San Agustín para que el Espíritu Santo te regale la luz en el entendimiento y
fuerza en la voluntad para vaciarte por completo y para siempre del espíritu del mundo y revestirte
de la gracia del Señor.
4. Oración final
Quédate en silencio con Jesús, cara a cara. Deja que Él te hable al corazón. Y háblale tú también a su
Corazón.
5. Práctica
Antes de dormir realizaré un buen examen de conciencia, con propósito de enmienda y me confesaré
para iniciar esta renovación de la Consagración en gracia de Dios.
“Bienaventurada eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Señor y Creador del mundo,
engendraste al que te formó, permaneciendo siempre virgen”