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La Supervisión Educativa: por una cultura de innovación y mejora continua

de la calidad

Mtro. Gerson José Frías Villanueva

El cambio es inherente a la vida humana. Los sistemas educativos son


organismos vivos, por lo que el cambio es parte de su naturaleza. Respecto al
cambio, importa su contenido, su dirección u orientación, su velocidad, así como
los actores que lo hacen posible. Esta situación se debe en gran medida a las
transformaciones derivadas de los avances en los conocimientos científicos y de
la tecnología que emanan de ellos. Se experimenta el impacto de la aceleración
de los cambios en la organización social, los sistemas económicos, la cultura, el
ambiente, la vida política y, por supuesto, la escuela y los sistemas educativos.

Las últimas teorías del cambio y de la mejora plantean que los centros educativos
son unidades de cambio que pueden poner en marcha procesos de desarrollo
institucional que los transformen en comunidades de aprendizaje que, partiendo
de la reflexión colectiva sobre su propia experiencia y trabajo, sean capaces de
establecer una base de mejora continua (Bolívar, 1999). El objetivo final es que
los propios centros creen conocimiento, aprendan y se desarrollen. El centro
educativo se convierte así en una instancia de aprendizaje.

En ese sentido, la supervisión se ha convertido en una de las principales


estrategias que contribuyen significadamente a la instrumentación de las
reformas, al seguimiento de acciones, al impulso a las innovaciones, a la
descentralización educativa y a la mejora de la calidad de la educación. Es por
ello que actualmente, la supervisión escolar no puede concebirse sin relacionarla
con el desarrollo, la innovación y la mejora continua, con el propósito de elevar
la calidad de los procesos (administrativos y pedagógicos), los servicios y como
fin último los aprendizajes del estudiantado y toda la comunidad educativa de los
centros.

Ante estos procesos de cambio y mejora de los centros la supervisión y quienes


ejercen las funciones de supervisores juegan un papel importante en mejorar los
procesos de enseñanza/aprendizaje y el funcionamiento de los centros pues
ejercer una supervisión orientada a la consecución de la mejora supone priorizar
el desarrollo de la función de asesoramiento y apoyo a los centros y a los
profesores para conseguir unas condiciones organizativas, sociales y culturales
que faciliten el desarrollo de propuestas de innovación y cambio.

Diversos autores coinciden en que las de funciones de control y asesoramiento,


son indispensable para el buen funcionamiento de las instituciones educativas.
De ahí que, De Grauwe y Carron (2002) definen la supervisión como un “proceso
encaminado al mejoramiento de la enseñanza y del aprendizaje basado en vistas
frecuentes a las escuelas”. El aspecto que fundamentalmente la distingue de la
inspección es el ofrecimiento de asesoría, apoyo, orientación, acompañamiento
a los directivos y docentes para mejorar la enseñanza en el aula, la práctica
docente y el funcionamiento de la institución.

Lo antes señalado indica que para responder a los retos y desafíos que
caracteriza a los sistemas educativos contemporáneos con marcadas tendencias
al cambio y a la innovación educativa, la supervisión debe replantearse desde
un sistema de acompañamiento orientado a mejorar cualitativamente las
capacidades, las actitudes, las competencias profesionales y la calidad como ser
humano de todos los actores. Las vías para transformar la supervisión escolar,
debe conducir a que la función supervisora y de quienes la hacen sea un
auténtico mecanismo de apoyo y mejoramiento de cada escuela, de tal manera
que esta sí pueda lograr los propósitos de una educación de calidad con equidad
para todos los niños y jóvenes.

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