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Director
Derecho municipal
Tomo I
Con sumo agrado e indisimulable alegría, tenemos el honor de presentar en sociedad esta obra
colectiva sobre las principales temáticas de los regímenes municipales de todas las Provincias
argentinas, que hemos tenido el placer de dirigir. Todo ello, sin dejar de hacer lo propio sobre el status
legal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el estudio de sus más destacables institutos jurídicos.
El presente libro tiene una concepción marcadamente federal, democrática y republicana, que si
además tenemos en cuenta su extensión (tres tomos), la cantidad de autores que participaron del
mismo (más de 160), como la diversidad y pluralidad de abordajes que se desarrollan, bien podremos
decir que se trata de una obra única en su concepción y contenido.
Además, como hemos apostado a satisfacer principalmente las necesidades cotidianas de los
abogados que trabajan sobre estas temáticas, damos por seguro que resultará de gran utilidad tanto a
los colegas que practican la profesión libre, como a los que ejercen sus funciones en la comuna, como a
quienes se desempeñen en la Justicia.
Y lo más importante, la obra no cae en absurdos distingos academicistas entre cuestiones de
Derecho Público Municipal y de Derecho Administrativo Municipal, toda vez que el enfoque práctico
perseguido a lo largo de la totalidad de los trabajos que la engalanan, diluye por innecesarias toda
diferenciación teórica al respecto. Las cuales si bien indudablemente existen a la hora de su estudio
curricular en el ámbito universitario, se vuelven harto absurdas a la hora del ejercicio del Derecho vivo.
Los tópicos abordados se dividen en dos grandes líneas, una que trata los temas comunes a todos
los municipios de la República: como el estudio de la autonomía municipal; la organización territorial; la
estructuración orgánico funcional; el funcionamiento de los concejos deliberantes; el rol del concejal; el
poder de policía; la Justicia de faltas; la cuestión tributaria; los servicios públicos municipales; las
convenciones colectivas de trabajo; la atención de la salud y de la discapacidad en el ámbito local; la
responsabilidad del Estado y de los funcionarios y agentes municipales, el aporte del derecho
comparado y la ética en la función pública; entre otras cuestiones transversales de indiscutible interés.
Mientras que la otra gran línea temática pasa por la indagación en las generalidades y
particularidades de los regímenes municipales propios de cada Provincia. Razón por la cual los más
destacados autores de la especialidad se han abocado a explicitar la legislación fundamental de cada
régimen municipal, tratando según el caso, tópicos tan interesantes y variados como: la organización
competencial y territorial municipal; su estructura presupuestaria y tributaria; procedimiento
administrativo municipal; empleo público; sumarios administrativos; obra pública; suministro; servicios
públicos impropios; régimen de faltas; conflicto de poderes; acceso a la información pública; medio
ambiente; etcétera.
En esencia la presente obra pretende constituirse en un sistema de ayuda integral a los letrados que
trabajen sobre estas problemáticas, ya que está concebida de modo tal que el lector pueda ir tanto de lo
general a lo particular, como a la inversa. Es decir, que el letrado puede tanto nutrirse de la explicitación
de las cuestiones puntuales de cada régimen municipal, como, a partir de las grandes normas y
principios rectores de orden nacional, resolver cuestiones locales que de otro modo carecerían de
solución. En otras palabras, pretendemos que nuestro libro funcione en la práctica como un verdadero
conjunto de herramientas al alcance de la mano del colega.
Y si bien se trata de una obra pensada en función de facilitarle la vida laboral a los letrados de a pie,
no por ello dejará de revestir interés práctico para Jueces, funcionarios municipales y docentes y
alumnos de grado y postgrado universitario. Entre otras cosas, porque es la primera vez que se
compendian temas cruciales de diversas ramas del Derecho Público aplicado al ámbito municipal de
todos los rincones de la patria.
Por otra parte, y más allá de haber propiciado en todo momento que la presente obra de cuenta de
una enorme pluralidad y disparidad de voces (aún de algunas que se alzan contra nuestra propia
opinión), otra premisa fundamental que ha guiado nuestros pasos ha sido la de pedirle a todos
los autores que escribiesen sus artículos teniendo en vista las necesidades primarias del colega: quien
más de una vez precisa que en pocas páginas se le muestre y/o explicite de manera sencilla y ágil las
claves conceptuales, los tips, y hasta los atajos que atraviesan las cuestiones nodales del vasto cosmos
de lo municipal.
Desde luego, sin el valioso aporte de todos los coautores de esta obra no habría nada que celebrar,
por lo que es de toda necesidad y justicia agradecer su generosidad y vocación didáctica volcada en sus
respectivos trabajos.
Sin lugar a dudas, se merecen un párrafo aparte los coordinadores regionales y/o provinciales que
hemos contactado al efecto de ayudarnos a seleccionar al nutrido y destacado grupo de autores que nos
han acompañado tan brillantemente en la realización de esta obra. Razón por la cual agradezco y
destaco en tal sentido la inestimable y desinteresada colaboración brindada por: la Dra. Roxana Laudani
(región patagónica); el Dr. Raúl Bard (región mesopotámica); la Dra. Mirta Sotelo de Andreau
(Corrientes); el Dr. Matías Posdeley (Misiones); el escribano Francisco Hotz (La Pampa); el Dr. Oscar
Cuadros (San Juan); el Dr. Gabriel Tosto (Córdoba); el Dr. Agustín Moscariello (Santa Fe); los Dres.
Federico Mateos e Ignacio Colombo Murúa (Salta); la Dra. Ana María de la Vega (Tucumán); y el Dr.
Alberto Montbrun (La Rioja). Sentimiento de gratitud que extendemos a la Dra. María Gabriela Ábalos
por su generoso apoyo en pos de la mejor realización de la presente.
Finalmente, dedicamos este libro a la familia y amistades más cercanas a nuestro corazón,
verdaderos inspiradores de estos tres tomos de Derecho Municipal argentino que, por la calidad y
cantidad de autores, temáticas y fines propuestos, está llamado a superar definitivamente aquella
obscura dialéctica entre el Derecho Público Provincial y Municipal y el Derecho Administrativo. Síntesis
que por de pronto, si bien se plasma aquí a cabalidad como idea y contenido, aún carece de una
denominación específica que dé cuenta de esta nueva conceptualización teórico-práctica. La cual en
pocas palabras, apunta a clarificar la realidad jurídica integral de la vida municipal, sin perder de vista su
necesario deber ser.
Por lo demás, solo nos resta esperar que la obra resulte de utilidad y agrado a nuestros
siempre exigentes lectores.
I. INTRODUCCIÓN
La ética en la función pública, la corrupción y la administración pública es una
temática a la que se nos ha convocado con reiteración en estos años, hemos opinado
y hemos aportado a la redacción de diferentes normas, hemos operado sistemas de
administración y también hemos efectuado recomendaciones con colegas en
reuniones internacionales, hoy ante una nueva convocatoria hemos pensado que es
momento de autocrítica, pero invitando a la reflexión general, para hacer un repaso
del diagnostico y de la receta normativa, para preguntarnos hasta que punto hemos
modificado la realidad. En suma, revisar lo hecho (muchas normas) y dar cuenta de la
realidad (avance de la corrupción).
Justamente, la palabra corrupción ha dado la vuelta al mundo sacudiendo diversas
administraciones al develarse escándalos en los cuales se han visto salpicados sus
funcionarios. El fenómeno es mundial. Vayan dos o tres noticias actuales para saber
cómo estamos hoy.
En los últimos tiempos, Francia fue sacudida por la detención provisoria
e inculpación del ex presidente Nicolás Sarkozy. Los jueces sospechan que prometió
un alto cargo en Mónaco a un magistrado del tribunal de casación, a cambio
de informaciones sobre el estado de varias investigaciones judiciales que le
conciernen.
En la Argentina, el Gobierno sufrió otro duro golpe con el procesamiento de su
vicepresidente Amado Boudou, también acusado de corrupción, el debate se produce
entre licencia y juicio político, la sociedad demanda que algo pase.
En China, el general Xu Caihou, ex vicepresidente de la Comisión Militar Central,
acaba de ser relevado de sus funciones y será sometido a una corte marcial por estar
acusado de utilizar su posición para favorecer la promoción de ciertos miembros de su
familia y de aceptar sobornos.
En España, el flamante nuevo rey, Felipe VI, tiene el desafío de despegar a la casa
real del escándalo de desvío de fondos públicos por el que están procesados su
hermana, la infanta Cristina, y su cuñado Iñaki Urdangarin.
En Tanzania, 13 funcionarios fueron detenidos recientemente por exigir dinero a
los pasajeros que llegaban al país por el aeropuerto de la capital. Mientras que en la
India, se develó que un modesto trabajador de 22 años cuyos ingresos mensuales no
superan los 75 dólares, pasó tres años pagando $ 15 cada mes para obtener la tarjeta
de racionamiento que le corresponde por ley para alimentar a sus hijos.
Según el índice desarrollado por Transparency International, solo un tercio de los
177 países sondeados obtuvo más de 50 puntos(1). Este es un dato significativo del
estado del arte, en otras palabras, en el tema ética y anticorrupción vamos ajustando
hacia abajo.
Sin embargo, hay un nuevo despertar de la ola anticorrupción. Así podemos
señalar que ha tenido su lugar en los discursos del Sumo Pontífice Francisco, quien
ha señalado el tema como principal en su agenda. Tal es así que ha dicho que: "El
problema de hoy es que la política está desacreditada, devastada por la corrupción, el
fenómeno de los sobornos. La corrupción es, por desgracia, un fenómeno mundial" y
más recientemente Francisco ha dado un paso más, al señalar que a "los políticos,
empresarios y religiosos corruptos no les basta con pedir perdón, sino que deben
"devolver" a la comunidad lo que han robado".
Si bien lo parece (por ser más escandalosa), la corrupción no es una situación
propia del sector público, aun cuando nos limitemos a tratarla entendiéndola como el
uso del poder político para procurar una ventaja a si mismo del propio funcionario o a
un tercero y no a la sociedad que ese poder político debiera representar y servir. Es
decir, lo que al sentido común le indica que el gobierno o sus administradores están
trabajando en beneficio propio y no en beneficio de la gente. También recordábamos
que no era un fenómeno novedoso, a pesar de la amplia producción oral y escrita que
ha concentrado en las dos últimas décadas, pretendiendo hitos fundacionales, como
la ley de ética pública. (Los "noventa" en términos de la literatura de nuestros días,
ahora estigmatizados y luego, la "década ganada", categoría que en nuestro país, por
estos días, comienza a ser discutida, por lo menos, en términos de transparencia
fiscal).
Decíamos en el Congreso Mundial Anticorrupción de Lima en 1997, que la ética de
los negocios privados estaba también en crisis. Que había que promover
la información transparente, la justicia, la regulación de los mercados para restaurar la
competencia, y eliminar del campo de los mercados la violencia, el fraude, la
corrupción, los privilegios y las prácticas antisociales: terminábamos recomendando
que en última instancia, había que "auditar con tanta intensidad la ética como el
balance", en una irónica referencia al "roban pero hacen". Los escándalos que han
sacudido la opinión mundial en casos como Enron, Xerox o Parmalat ratificaron
nuestra opinión, la SEC en los EEUU endureció sus regulaciones. Más tarde, la
quiebra de Lehman Brothers, el salvataje de AIG, los bonos basura, volverían a
consolidar nuestra opinión, en una nueva crisis cuyo oleaje llego a nuestras costas
disminuido, pero impactando primero en EEUU, luego en Inglaterra, Irlanda, y los
países del Mediterráneo, en una crisis que aún persiste. Los propios países centrales,
encabezados los por los EEUU y Alemania formularían severas recomendaciones a
través del G20, ya en 2008, para la influir en la regulación financiera.
La solución de aplicar el "chapter eleven" a los países, como sucedió en el caso
argentino, cedía por la necesidad de hacer el salvataje a la principal aseguradora
estadounidense, a bancos y a institutos de financiamiento de la construcción de la
primera potencia mundial, situación que repetía Europa, cuando la crisis había
cruzado el Atlántico para pasar por Inglaterra, Irlanda y enfocarse en el Mediterráneo,
Grecia, España, Portugal, Italia, en menor medida Francia, entre otros, sufrían y
sufren la crisis. Había que financiar en la crisis, "salvataje" no era una mala palabra,
era una necesidad para la supervivencia del euro y el avance de la idea comunitaria.
Como contrapartida aparece la necesidad de cambios internacionales, así las
recomendaciones del G20 abrirán camino al reenfoque estadounidense, los países
avanzaran hacia convenios de intercambio de información fiscal, que incluirán los
paraísos fiscales, primero a través de convenios bilaterales, luego hacia instrumentos
multilaterales, con la implantación de sistemas automáticos de información,
comenzaran a romper el secretismo que ha servido de valladar a los corruptos para
girar sus fondos por el mundo.
Valgan como ejemplo las dos decenas de convenios de información fiscal firmados
por nuestro país, que incluyen desde los firmados con Uruguay y Suiza, a los
suscriptos con varios paraísos fiscales, por mencionar actores impensados hace una
década. (Andorra, San Marino, Jersey, entre los paraísos, China, India entre las
nuevas economías de escala).
¿Qué tiene que ver esta ola abolicionista de secretos bancarios y fiscales con
nuestro tema? Pensemos en un acto de corrupción, el sobreprecio de una obra
pública, por ejemplo, origina una importante suma de dinero que hay que blanquear,
lo que se realiza a través de transferencias bancarias internacionales, que comienzan
a poder ser sometidas al monitoreo, mediante los acuerdos de intercambio
de información fiscal. (No siempre está a mano nuestro creativo sistema de bolsos,
mucho más burdo pero que da cuenta de la mayor impunidad que hemos alcanzado,
recordar entre otros, el caso Antonini Wilson) o el paquete en el guardarropa de una
Ministra de Economía.
Claro está que no es el compromiso ético el detonante de este intercambio
de información fiscal, la aproximación a este tema tiene que ver más con la
disminución de las bases tributarias, así podemos referirnos al informe (El proyecto
BEPS) de la OECD "Base Erosión and Profits Shifting" (BEPS), en castellano, erosión
de la base imponible y transferencias de beneficios.
El informe reexaminado en la reunión del G20 de Septiembre de 2013 en San
Petersburgo ha dado lugar a que los países manifestaran su preocupación por el
impacto fiscal de la erosión de las bases tributarias y requirieran el uso de nuevas
herramientas para impedirla.
La respuesta ha sido un plan de 15 acciones para enfrentar el problema. Si bien
Argentina es miembro del G20 pero no miembro de la OCDE, ha recibido junto a los
países de igual condición, el carácter de "asociado" al proyecto.
En ese sentido, dado la fuga de capitales a países de baja tributación, el problema
trasciende la cuestión de la ética, preocupa pues disminuye la recaudación, e impacta
en la inversión y en el nivel de empleo. Para evitar la pérdida de fiscalidad, y también,
el incremento de fondos para el narcotráfico, se necesita transparencia fiscal, en ese
marco se dificultan al menos, las acciones de lavado del dinero proveniente de la
corrupción.
Como muestra de las distintas aristas del tema, señalo que recientemente fui
convocado para tratar los BEPS, en una jornada convocada por la Unión
Latinoamericana de Trabajadores de Organismos de Control (ULATOC) con la
participación de miembros de la Internacional de Servicios Públicos (ISP), en el marco
de la OIT, con representantes europeos y de asociaciones gremiales y expertos
discutimos el problema, teniendo en cuenta América Latina. El tema constituye hoy un
punto indisponible de agenda.
En cuanto a las grandes organizaciones, señala Galbraith que una sociedad mejor
debe reconocer y combatir lo que se ha convertido en un síndrome. Lo mismo en el
sector público que en el privado: en ambos, la disciplina suele suplantar al
pensamiento.
Este síndrome burocrático implica inmovilismo, que habrá que romper para
posibilitar la transparencia, imperativo hoy de toda organización. De alguna manera, el
"Honesty is the best policy", ese principio de que la moral es buena para el beneficio,
caro al espíritu capitalista del que nos hablaba Weber, nos demanda una moderación
racional del impulso irracional lucrativo, es decir del acto que descansa en
la expectativa de la ganancia debida al juego de probabilidades pacíficas de lucro,
remarcando que no es oportuno poner tal circunstancia bajo la misma categoría que el
lucro o adquisición de algo por medios violentos o no éticos.
Ahora bien, el constitucionalismo moderno ha enmarcado a las democracias
actuales, con instituciones que amplían la participación y el control social,
garantizando la publicidad de los actos de gobierno, impactada por el desarrollo y
la inmediatez alcanzados por los medios de comunicación en multiplicación
tecnológica constante; ha contribuido a la visibilidad del fenómeno y ha inducido una
creciente demanda social en torno a la transparencia en el manejo de los fondos
públicos y, en general, respecto de la conducta de los gobernantes.
¿Pero es si misma suficiente la mayor transparencia para dar cuenta de este
problema? Si hay mayor información, hay mayor trasparencia, ¿hay también más
sanción? Adelanto que coincido con Andreas Schedler cuando, tras definir los pilares
de la rendición de cuentas, información, justificación y sanción, nos dice que sin
sanción estamos frente a una rendición de cuentas "blanda", es decir que considera
que "Sin la amenaza de sanciones, la denuncia de ilícitos deja de ser un acto de
rendición de cuentas y se convierte en un mero acto publicitario".
El segundo aspecto que hemos remarcado es que la corrupción constituye un
factor de importancia en el déficit en la competitividad país. Esta faceta, para el
mundo en vías de desarrollo, no es menor. En efecto, el nuevo escenario de la
globalización surgido tras el fin de la guerra fría, amplía el mercado. Ello hace que el
bienestar de una nación requiera contar con competitividad global, la que depende de
diversos elementos como el costo salarial, la tasa de interés, la tributación, las
capacidades instaladas, la eficacia de las redes, la seguridad jurídica, pero también —
y muy significativamente— la capacidad de las instituciones para bajar el riesgo país,
que en el mediano y largo plazo se mide por la previsibilidad, que es simplemente que
una sociedad tenga normas, las acate y sus jueces las apliquen, claro está, con
arreglo a los valores de ética y justicia.
Más grande o más pequeña, la corrupción siempre es un costo. Suele tomarse
como medida generalmente aceptada que afecta entre el 3 y el 5% del producto.
También impacta en el mercado interno, si pierde la empresa, pierden los
accionistas: habrá menor capacidad para invertir o menor interés para invertir por la
reducción de ganancias, y según las condiciones del mercado, la empresa trasladara
el costo corrupción al consumidor, u optara por salir del mercado, con pérdida de
puestos de trabajo.
Un tercer aspecto es que hemos visto es la corrupción como una patología social.
Es entonces importante reflexionar que la corrupción no es sino una enfermedad
endémica del sistema social, lo afecta desde antiguo, impacta lo público y lo privado y
trascendiendo aun lo moral, se refleja negativamente en la economía, y eso puede es
tan grave que si se disemina es terminal. También se ha dicho que estamos ante una
nueva epidemia social que no reconoce fronteras, y ello ha llevado a esfuerzos en la
comunidad internacional para enfrentar la corrupción.
Lejos de ser un problema contemporáneo, por estas geografías esta clase de
vicios no es novedosa, existiendo ya en la Colonia, épocas donde la falta de control,
ocasionada por las grandes distancias que debían ser cubiertas (hacia los Virreinatos,
o bien a la metrópoli) funcionaban como nicho para acciones deshonestas por partes
de quienes estaban a cargo de la Administración en Indias. Según nos relata Urquijo
las retribuciones a los agentes de administración eran escasas o bien pagadas con
largos atrasos, lo cual generaba la afluencia de "coimas" y cohecho; las
facultades extraordinarias que los mismos recibían para resolver cuestiones urgentes
facilitaban el desborde en funcionarios inescrupulosos; la falta de controles aduaneros
y restricciones comerciales potenciaba el contrabando (se calcula que a fines del siglo
XVII solo un cuarto del comercio transcurría por las vías legales)2.
Frente a ello, la Corona estableció una red de medidas para asegurar la honestidad
de sus agentes, como fueron el examen de antecedentes, el régimen
de incompatibilidades y el establecimiento de ciertos requisitos. Por otro lado se
les exigía a los agentes de administración un juramento, así como también el pago de
fianzas y la confección de inventario. (2)Un novedoso instrumento de control que
surgió en esta época fue el de la "Opinión Pública", mediante la cual, la comunidad
señalaba los errores o abusos de la Administración (el cual adquiría eficacia si
las autoridades las tomaban en cuenta)(3). Como verán, nada nuevo bajo el sol.
Más cercano en el tiempo, me gustaría apuntar la frase pronunciada por Theodore
Roosevelt, en ocasión de presentar la plataforma del Partido Progresista, en 1912,
mediante la cual desnudó el problema que sufría la burocracia administrativa
estadounidense: "Detrás del aparente Gobierno se sienta entronizado un
gobierno invisible, que no debe lealtad a nadie y no reconoce ninguna responsabilidad
a la gente. Para destruir Gobierno invisible, se debe disolver la alianza impía entre los
negocios corruptos y la política corrupta, constituyéndose como la primera tarea de los
políticos hoy en día"(4).
La comunidad internacional no se ha quedado quieta frente a esta problemática,
sino que, como se dijo al comienzo, ha sido tema de innumerables congresos,
seminarios, leyes, tratados y convenciones.
En ese sentido, podemos recordar la Convención Interamericana sobre Corrupción,
suscripta en Caracas, hace ya 18 años, la cual fijó la necesidad de luchar contra la
corrupción, como un medio para fortalecer la legitimidad de las democracias, evitar
distorsiones en la economía y el deterioro de la moral social. Entre los instrumentos y
mecanismos que propuso al efecto, se pueden destacar las normas de conducta para
funcionarios públicos, con sus correlativos mecanismos para efectivizar su
cumplimiento; sistemas de declaraciones juradas, de contratación tanto de personal
como de bienes y servicios, que aseguren la publicidad y eficiencia de las mismas, de
recaudación y control de los ingresos del estado; órganos de control que lleven a cabo
la puesta en funcionamiento de los mencionados sistemas; mecanismos de
participación ciudadana entre otros.
Esta convención fue ratificada por nuestro país mediante la ley 24.759(5)y como se
observa, se han seguido al pie de la letra (al menos desde el plano formal) todas las
recomendaciones que hizo.
Otro hito importante en la comunidad internacional fue la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción, suscripta en el año 2003 y ratificada en nuestro
país en el año 2006 por la ley 26.097(6). En sus términos no varió significativamente
con la Convención mencionada en el párrafo anterior.
En materia de ética pública, en el año 1983 se celebró en Washington el primer
"Congreso Internacional de Ética Pública", organizado por la Oficina de Ética Pública y
la Agencia de Información de los Estados Unidos. En 1995 se celebró la "Conferencia
sobre probidad y ética civil" organizado por la OEA.
Retomando la visión sistémica, sabemos que si en una comunidad no hay respeto
por la vida y la propiedad, si una gran mayoría viola la ley, no hay sistema de
seguridad eficiente posible. Lo mismo, si una mayoría de ciudadanos evade sus
impuestos y la comunidad no lo considera un delito, poco podrá hacer el sistema de
recaudación. Sólo si se logra el cumplimiento voluntario de la obligación tributaria por
la mayoría de los contribuyentes, la administración podrá dedicarse con eficacia a
detectar al marginal, al evasor, para que no sólo pague el impuesto debido sino para
aplicarle la pena ejemplificadora.
Lo mismo puede predicarse de la sociedad para combatir la corrupción, que no es
sino un problema ético, es necesaria una sociedad con instituciones básicas bien
estructuradas, con un fuerte nivel de educación y una predominancia de la ética en la
mayoría de sus integrantes.
Corromper es alterar y trastocar la forma de una cosa, es echar a perder, depravar
o dañar el ethos, o sea el conjunto de actitudes, convicciones, creencias morales y
formas de conducta, ya sea de una persona individual o de un grupo social o étnico
(Maliandi).
Esta definición es simplista, toda vez que sabemos que el ethos es un concepto
cuya complejidad reside en el hecho de que no es algo dado y para siempre, sino que
evoluciona constantemente. Ejemplo mínimo y simple, en un momento en la oficina
del Inspector General de los EEUU tomar millas sobre pasajes oficiales era un acto no
ético, luego se decidió que no era una conducta censurable.
Un cuarto punto a analizar, como ya lo mencionamos, es la ética de las
organizaciones dado que generalmente cuando hablamos de corrupción estamos
hablando de la utilización del poder público en beneficio privado, y toda vez que el
poder se instrumenta en alguna medida a través de la administración, estamos
hablando de un problema ético de la administración.
En nuestros días la ética de las organizaciones, se redefine por la necesidad de
obtener resultados con recursos escasos. No debiéramos dejar de mencionar el
movimiento que encuadrado en la "Responsabilidad Social Empresaria" esta
profundizando lazos entre la empresa y las Organizaciones de la Sociedad Civil. En
este punto, en las recientes Jornadas del IEFPA (Instituto de Estudios de las Finanzas
Publicas Argentinas) se han observado progresos, incluso en la AFIP se ha creado un
área especifica para desarrollar ese tema, si bien con un enfoque fiscal.
Hoy no caben dudas que es necesario tener un modelo ético de la administración,
toda vez que administra poder y ese poder es fuente a su vez del problema ético.
Como decía Weber, toda burocracia tiende a desarrollar un sobre-poder, todo
funcionario tiende a tener su parcela de poder, y el problema radica en si el poder es
utilizado en beneficio propio o en el de los fines de la administración pública.
Un quinto aspecto, es que hemos adelantado, es que en los noventa se entendía
que un modelo pro intervención en la economía supone una corrupción estructural.
Desde la ecuación de Klitgard, se viene señalando que la corrupción estructural ha
desaparecido por las reformas de la década. Señalaba dicho autor que la conducta
ilícita florece cuando los agentes tienen poder monopólico sobre los clientes, grandes
facultades discrecionales y débil responsabilidad ante el mandante, definiendo la
siguiente ecuación:
CORRUPCIÓN = MONOPOLIO + DISCRECIONALIDAD - RESPONSABILIDAD
Este enfoque sistémico haría que el fenómeno pareciera estar en vías de
reducción, la privatización de las empresas públicas y la desregulación de los
mercados se dieron en buena parte del mundo, pero ¿esto ha sido suficiente, al
menos entre nosotros o el sistema de concesión de los servicios públicos ha sido un
nuevo campo de acción de la corrupción? Un simple recorrido por la realidad nos dará
la mala nueva.
El proceso de privatizaciones tal cual fue llevado a cabo en los noventa, estuvo
caracterizado por el incumplimiento de los planes de inversiones, sustitución
de inversiones obligatorias por inversiones no prioritarias o directamente ausencia
de inversión, unidas a falta de pago de cánones, baja calidad de las prestaciones y
desprecio por los derechos de los usuarios, con características monopólicas y
nuevamente... sospechado de corrupción.
Hay que formar instituciones que controlen el fenómeno, que lo acoten, que
enfrenten las nuevas formas, sobre todo contemplar que la globalización hace que
haya un nuevo espacio, y mutaciones del antiguo virus.
Esto genera en los gobernantes la necesidad de contar con información correcta,
oportuna y veraz sobre la marcha de los asuntos estatales, junto a un sistema de
controles confiables de la actividad gubernamental, que permitan una gestión más
honrada y eficiente, con la activa participación de las organizaciones de la sociedad
civil.
Esos órganos tienen que estar dotados de autonomía y un buen nivel de
discrecionalidad para seleccionar los casos, pues quien se ocupa de todo no se ocupa
de mucho. Como nos señala Gordillo respecto de la CICC: "debe aplicarse con
razonabilidad de medio a fin, no en bagatelas o cuestiones insignificantes que distraen
la atención de los asuntos mayores. No busquemos a los ladrones de gallinas sino a
los delincuentes o malos inversores de fondos públicos dotados de entidad..." (7).
Que hemos visto estos años
II. LOS CONTROLES INSTITUCIONALES
El control público en democracia adquiere características que lo hacen diferente
del control público bajo regímenes autocráticos.
La democracia bien concebida y bien practicada, equilibrada por un sistema de
contrapesos, de controles independientes, fundada sobre una moral de honestidad
colectiva, enseñada desde la escuela, administrada según los principios de
transparencia, de publicidad y motivación de los actos, es el régimen más apto para
luchar contra la corrupción.
La necesidad de asumir nuevos roles y vigilar otros por parte del Estado, ha
determinado que la actividad de los órganos públicos y por ende de sus funcionarios,
se incremente tanto cuantitativa como cualitativamente. El ciudadano debe ser
protegido con eficacia frente al actuar irregular o insuficiente de la Administración
Pública y ésta debe estar protegida contra el accionar ilícito o abusivo de sus
funcionarios. Es allí donde el trabajo de las instituciones de control toma importancia y
adquiere mayor dimensión en el marco de regímenes democráticos estables.
En este sentido, la reforma constitucional operada en la República Argentina en
1994 tuvo definiciones fuertes en materia de control público, ya sea consagrando
nuevas figuras, otorgando jerarquía institucional a organismos preexistentes, o
remozando y perfeccionando instituciones. Se refuerza la presencia de organismos
con funciones de control, con caracteres propios y competencias distintas, pero
animados por un fin similar: hacer la gestión de los funcionarios del Estado más
eficaz, eficiente y más transparente.
Se destaca la figura del Defensor del Pueblo, inserta en la órbita del Congreso
Nacional, que constituye un medio de control de la administración pública por actos u
omisiones de ésta que puedan afectar derechos e intereses del ciudadano y de la
comunidad. Además, se ha precisado el perfil orgánico y funcional del Ministerio
Público. En dirección a afianzar la independencia del Poder Judicial (base
fundamental del sistema en la lucha contra la corrupción) y optimizar y jerarquizar su
función, el Consejo de la Magistratura asume facultades de administración de ese
Poder y selección de los magistrados.
También debe hacerse mención de la creación de los entes reguladores de
servicios públicos originada a partir de la privatización de los mismos por la Ley de
Reforma de Estado. La motivación principal que les dio origen, era la protección
los intereses de la comunidad, mediante el control de cumplimiento del marco
regulatorio de su respectiva actividad, como así también de una prestación eficaz y
productiva del servicio. Para ello se los dotó con facultades reglamentarias,
sancionatorias y jurisdiccionales. Una visita a la Web de la Auditoría General de la
Nación constituirá un dato objetivo de la pobre satisfacción de expectativas,
sus informes dan cuenta de ello.
La legislación penal encargada de sancionar los delitos de concusión, peculado,
negociaciones incompatibles con la función pública, ha sido de escasa aplicación,
situación motivada por la dificultad de la prueba de los hechos concretos, lo que ha
determinado con frecuencia absoluciones calificadas como escandalosas. El artículo
36 establece la "cláusula ética" de la Constitución, que intenta prevenir conductas
delictivas por las cuales alguien logre, valiéndose o no de la condición de funcionario
público, a costa del Estado, aumentos patrimoniales injustificados. Este enunciado —
art. 36Constitución Nacional quinto párrafo— que tipifica el enriquecimiento ilícito
como hecho que vulnera el sistema democrático, se complementa con el último
párrafo de la misma norma, que ordena al Congreso que disponga la sanción de una
ley de ética pública, mandato cumplido por la ley 25.188.
También se confiere reconocimiento institucional a la Auditoría General de la
Nación, y se profundiza su autonomía preexistente desde la sanción de la ley
24.156, estableciendo su ámbito y sus funciones como organismo de asistencia
técnica del Congreso. Fijó además, el criterio para la designación de su presidente,
nombrado a propuesta del principal partido de oposición en cuanto a su significación
parlamentaria. Ello apunta a garantizar el ejercicio independiente de la función de
control y constituye un nuevo avance en la clásica doctrina de separación de poderes,
y se inspira en su principio fundamental: el sistema de frenos y contrapesos.
El esquema institucional se completa, en la labor de garantizar la transparencia y el
control del accionar estatal, con la Sindicatura General de la Nación asistiendo al
Poder Ejecutivo, la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, los ya
mencionados Entes Reguladores de Servicios Públicos. Es importante la labor de las
Comisiones Parlamentarias, dentro de ellas las comisiones investigadoras. Se trata
de instrumentos útiles destinados a ejercer las facultades del Congreso, que no se
limitan a la sanción de las leyes, sino que se proyectan también en el ejercicio de la
función del control democrático, En ese sentido, la reforma del 94 en su artículo 85 le
atribuye "El control externo del Sector Público nacional en sus aspectos patrimoniales,
económicos, financieros y operativos será una atribución propia del poder legislativo...
completándose el esquema cuando señala que... la Auditoría General de la
Nación intervendrá necesariamente en el trámite de aprobación o rechazo de las
cuentas de percepción e inversión de los fondos públicos. Sin dictamen de la Cuenta
de Percepción e Inversión no puede el Congreso ejercer su facultad de aprobar o
rechazar la cuenta.
En las dos décadas pasadas han fallado los controles, los entes de regulación no
han cumplido su función, sus directivos han provenido más del dedo de la política que
de la calidad profesional y del criterio de independencia, aspectos que han sido
reiteradamente burlados.
V. NORMA Y REALIDAD
En su último informe anual, la organización Transparency International estimó que
70% de los países tienen un "problema serio" de venalidad entre sus funcionarios.
Ninguno de los 177 países estudiados en 2013 obtuvo una nota perfecta.
Más oscuro se torna el panorama cuando observamos que en dicho informe, más
de 50% de los encuestados afirmó estar convencido de que la corrupción aumentó en
los últimos años y 27% reconoció haber pagado sobornos de algún tipo a fin de
acceder a un servicio público o institucional.
La casi totalidad de quienes participaron en la encuesta están convencidos de que
la tendencia se mantendrá, mientras que el 88% no cree en la capacidad de sus
respectivos gobiernos para luchar contra la corrupción(18).
Los datos que la ONG refiere de nuestro país, no parecen ser muy positivos a
pesar del cumplimiento de la receta normativa y de transparencia, con el aditamento
de un profundo proceso de privatizaciones y apertura económica que, según se
sostenía desde sus adeptos, sería una ruptura del modelo intervencionista que habría
causado esos niveles de corrupción.
Ranking Puntaje
2013 106 34
2012 102 35
2011 100 30
2010 105 29
2009 106 29
2008 109 29
a. El enfoque histórico
En este punto, vuelvo a señalar que se suele apuntar al legado colonial como una
de las principales fuentes de esta actitud. José Luis Romero describe así esta actitud
frente a la ley, que se implantó en la época de la Colonia y que se proyectó hasta
nuestros días:
"También se constituyo en los núcleos urbanos una moral sui generis. La fuerza del
Estado actuaba allí más directamente y presentaba más de cerca el fantasma de
la autoridad real; pero también allí las circunstancias hicieron que la autocracia del
monarca se transfiguraba en una autocracia de los ejecutores de su voluntad, en
secreto acuerdo muchas veces con la oligarquía peninsular. Un clero armado con
armas de la contrarreforma daba a aquella autoridad un sólido respaldo teológico
pero aun contra ellos se movía la autoridad. Ni la voluntad real, ni las leyes y
ordenanzas en que ella se concreta recibían otro testimonio que el de la rendida
sumisión; pero ni la voluntad real ni las leyes podían contra la miseria y el hambre,
contra el apetito de riquezas, contra la irritación que causaba la medianía en quien
había acudido a América para triunfar y salir de pobre. Autoritario en su concepción
política y autoritario en su concepción familiar el español violaba las leyes que
coaccionaban sus apetitos, con audacia aunque con la máscara de la sumisión...de
este modo cuajo una concepción autoritaria del poder público que, conteniendo la
libre iniciativa, forzaba a esta a desenvolverse al margen de la Ley"(19).
Por otra parte, en un contexto institucional —e individual— caracterizado por la
anomia, en donde la sanción social en general — y la de ciertos grupos de
pertenencia en particular— suele ser baja respecto al "el uso de los cargos públicos
para la obtención de rentas privadas"(20), la corrupción encuentra condiciones
propicias para su desarrollo.
I. PROPÓSITO
Una metodología de análisis que nos parece apropiada y que han
impulsado autores como Luigi Ferrajoli, es la de recurrir a distinguir tres grandes
paradigmas en la historia jurídica y política de occidente: Estado de Derecho pre-
moderno; Estado de Derecho legal y Estado de Derecho constitucional. De algún
modo, en ellos se formulan diferentes concepciones acerca del derecho, del Estado y
del perfil del jurista funcional a los mismos, y ese carácter abarcativo habilita para que
cualquier tema de teoría jurídica resulte útil contrastarlos en aquellas tres matrices. En
el presente artículo nos proponemos básicamente analizar al Estado de Derecho
Legal en contraposición al Estado de Derecho Constitucional, no con relación a algún
tema particular sino subrayando las grandes diferencias entre esos modelos.
Recordemos que el Estado de Derecho Legal fue generado en la revolución
francesa, pero desde ahí logra proyectarse al resto de Europa continental y
también exportarse para las tierras latinoamericanas. Se trata de un modelo exitoso
que impera casi pacíficamente desde comienzos del XIX hasta la segunda guerra
mundial, pero que comienza su crisis y sustitución —especialmente en la práctica
jurídica— después de los tribunales de Nuremberg. Insistamos que ese
desmoronamiento en la segunda mitad del siglo XX se observa básicamente en el
derecho que transita por los tribunales o bufetes de abogados, pero que sin embargo
no termina de afectar significativamente los ámbitos académicos o universitarios
dedicados a formar abogados o licenciados en derecho. Efectivamente, pocos
cambios se advierten en la formación del grado en nuestras Facultades de Derecho
las que siguen casi inalterablemente repitiendo los esquemas trazados por aquellas
decimonónicas universidades francesas de inspiración napoleónica que fueron
funcionales al Estado que se había creado bajo los influjos de la filosofía iluminista y
liberal de los siglos XVII y XVIII. De todas maneras, el impacto del totalitarismo nazi y
su desenlace, fue tan decisivo que la historia institucional de Europa marca una nueva
etapa a partir de ese momento. Testimonios como los de Radbruch en Alemania
sirven para mostrar biográficamente todo lo que cambió después de la experiencia del
"mal radical";en los escritos radbruchianos posteriores a su retorno a Alemania caído
el nazismo, pueden leerse las acusaciones al positivismo jurídico de
haber insensibilizado la conciencia de los juristas y la necesidad de incluir en el
análisis de validez jurídica la dimensión ética de manera que frente a la
"injusticia extrema" ya no había derecho("extremes Unrecht ist kein Recht").
3. Sociedades uniformes
La sociedad del EDL es la suma de los individuos y, por ende, el bienestar social
coincidía con los bienes individuales gestados desde la libertad. Ella lucía
axiológicamente uniforme y desde esa moral en común, regían premios y castigos que
alentaban o condenaban conductas o modelos para todos. El sello nacional y su
respectiva cultura, lenguaje y símbolos resultaban indiscutibles y no se toleraban
apartamientos o cuestionamientos algunos. La autoridad estatal
legitima automáticamente a quien la ejerce y goza de un evidente prestigio social. Lo
único que el ciudadano está obligado a hacer es lo que le manda la ley, y así la ética o
moral queda confinada al ámbito de la autonomía y la unilateralidad.
4. Sociedades plurales
Las sociedades del EDC lucen fragmentadas e irreconocibles en términos de las
tradiciones nacionales. Importan los bienes comunes procurados entre los más
próximos o semejantes, que no son los nacionales sino los que comparten nuestras
tradiciones y valores. Hay conciencia de los bienes comunes en cuanto logrados y
usufructuados por un "nosotros", aunque ellos no sean los estrictamente políticos. El
Estado no se corresponde con la organización política de su población, y ésta de
manera fragmentada llega a estructurar regímenes regulatorios de conductas
e instituciones y autoridades particularizados que no se corresponden con la
propiamente estatal. Más aun, resulta visible una crisis profunda y extendida de
toda autoridad. La moral social en cuanto débitos para con los otros que comparten
nuestra cosmovisión, no sólo existe sino que llega a tener más eficacia que el
derecho.
16. La globalización
En la segunda mitad del siglo XX asistimos a un avasallante crecimiento del
derecho internacional o comunitario, especialmente en el terreno de los derechos
humanos. Así llegamos —como por ejemplo en Europa— a que la gran mayoría del
derecho que aplica un juez nacional es derecho comunitario, o sea proveniente de
órganos de la comunidad que rige en los respectivos Estados sin
la autorización expresa de ninguno de sus órganos. También en América ya la última
palabra del derecho nacional no la tiene la Corte Suprema del país, en tanto cabe la
posibilidad de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos rectifique esa
declaración jurisdiccional. Recordemos que el Pacto de San José de Costa Rica exige
también apelar a la jurisprudencia de la Corte respectiva, y que se abren Tribunales
supranacionales a la legitimación de ciudadanos que demandan a Estados. En
materia de ciertos graves delitos cabe que un juez extranjero ejerza su jurisdicción
respecto a nacionales de otro país en la medida que en éste no se lo ha sometido a
juicio. Asimismo hoy es evidente que a los fines que el Estado pueda asumir con
eficacia ciertas políticas, resulta imprescindible contar con el apoyo y la colaboración
de la comunidad internacional.
18. La equidad
En el EDC no se trata de ignorar la seguridad sino de conferirle un lugar subsidiario
o adjetivo en el derecho, en tanto lo decisivo es que éste determine y procure lo justo,
pero fundamentalmente que no transija con una injusticia extrema, evidente
o inequívoca. De ese modo el gran esfuerzo de los juristas se orienta a la equidad, o
sea a la justicia del caso, que como enseñaba Aristóteles es la mejor o más perfecto
modo de la justicia. Desde ese propósito está claro la relevancia del caso al que se le
brindará la respuesta jurídica y también la decisividad que adquiere un análisis
apropiado de las consecuencias de esa resolución particular, y un buen ejemplo de
esta preocupación lo constituye el art. 43 del Estatuto del Juez Iberoamericano —
aprobado por la Cumbre Judicial Iberoamericana— que lleva por título Principio de
Equidad y que indica a los jueces que al fallar deben hacerlo con "equidad" y
"procurarán atemperar las consecuencias personales, familiares o sociales
desfavorables".
19. El sistema jurídico
El paradigma científico del XIX conlleva la exigencia decisiva del sistema, y así
Savigny en su obra fundadora de la "ciencia jurídica moderna" se propone un derecho
reconstruido conforme a esa matriz sistémica, y por eso el título de la misma:
"Sistema de Derecho romano actual". Sin duda que Kelsen garantizará ese objetivo
con su famosa pirámide abarcativa de todas las normas jurídicas que componen el
sistema jurídico, pues éste satisface plenamente las exigencias más fuertes al
respecto: a) unidad, ella se logra por medio de la primera constitución, en tanto
formarán parte del sistema todas las que de ese punto deriven; b) jerarquía: la
generalidad permite la diferenciación de las normas de manera que en la base están
las normas individuales y en la cúspide la más general de todas; c) completitud: ésta
se posibilita por medio de la norma de clausura que consagra como permitido todo lo
que no está prohibido; y d) coherencia: al margen de si Kelsen la postuló, nos parece
evidente que el sistema del EDL se difundió con la enseñanza para el jurista que si
detectaba alguna incoherencia, debía despejarla recurriendo a los criterios de
jerarquía, temporalidad o especialidad.
40. Retórica
En el EDC no se auspicia olvidarse de la lógica formal ni tampoco del silogismo
deductivo, pero éste es asumido dentro del saber práctico y, por ende, aparecen
opciones racionales axiológicas y una preocupación para no perder de vista las
particularidades del caso a resolver. Al margen de la lógica formal también se recurre
a la lógica no formal, lógica material, paralógica (Kalinowski) o retórica (Perelman), o
sea a esa ciencia y arte cuyo objeto era la persuasión apropiada cuando el terreno no
era el de las verdades apodícticas y necesarias sino las probables o verosímiles.
Conforme a esa tesis de la pluralidad de respuestas disponibles en el derecho vigente
para los diferentes casos, resulta de enorme importancia contar con el conocimiento
de esos medios persuasivos. En el paradigma del EDL resulta coherente el descarte
de la retórica en base a la epistemología imperante y porque se confiaba en
la infalibilidad y claridad del legislador.
CAPÍTULO III - LAS CLAVES CONCEPTUALES DEL FEDERALISMO ARGENTINO. POR CARLOS D.
LUQUE
A Emilia y Santiago
I. INTRODUCCIÓN
El itinerario propuesto claramente dista de ser novedoso, por lo menos en esta
versión teórica.
Buscaremos descubrir las causas que originan un sistema federal, y aquí nos
podemos adelantar un poco diciendo que en la Argentina dichos motivos fueron muy
poderosos, casi insalvables al momento de la sanción de la Constitución Nacional
llevada a cabo el primer día de mayo de 1853.
Luego trataremos, muy nocionalmente, de mostrar el pensamiento de Juan
Bautista Alberdi en aquel momento fundacional para pasar a ver también con la
brevedad que las formas imponen como está compuesto, desde aquel origen
constitucional, el sistema federal argentino y como trato a dicha forma de Estado la
reforma constitucional de 1994.
Finalmente y antes de dar algunas opiniones conclusivas, siempre convenientes
para cerrar un hilo conductor responsable, veremos las que, creemos, son las claves
conceptuales del federalismo argentino.
Federalismo en el que, como bien anota Castorina de Tarquini(1), "se trata de
conciliar teoría y realidad. Poniéndonos de acuerdo respecto de ciertas pautas
teóricas y tomando las relaciones variables del federalismo, podemos alcanzar la
punta del ovillo que debemos desenredar a lo largo de nuestra exposición".
"En esta tarea, fundamentalmente, debemos tener en cuenta que el federalismo es
un hecho social que tiene, como iremos viendo, versiones jurídicas, y nociones
teóricas(2), distintas"(3).
VIII. CONCLUSIONES
Entonces finalizamos, y lo empezamos a hacer también con una primera opinión
que también es totalmente pacífica en doctrina y que refiere a que hay tantos
"federalismos" como países federales encontramos en la faz de la tierra, con las
variantes que puedan tener a su vez dichos países en su conformación federal.
Por otra parte el federalismo clásico pregonado por los constituyentes del 1853
devino en algo más dinámico y con mucha más interacciones que en aquel comienzo,
algo que la Argentina recepcionó, parcialmente por lo menos, en 1994 en la letra de la
reforma constitucional llevada a cabo ese año.
El problema es que dicho fortalecimiento del federalismo establecido en la reforma
no dio los resultados esperados sino que, por el contrario, ha retrocedido
considerablemente dándole más espacio al centralismo hoy reinante en nuestro país.
Vimos claramente como surgió el federalismo como forma de Estado en los
Estados Unidos, dos órdenes, en principio, de gobierno y jurídicos interactuando a
través de competencias depositadas por los estados provinciales en el estado
nacional, competencias que se reservaron dichas provincias y competencias
compartidas entre ambos estamentos.
Esas ideas no convencen del todo a nuestro primer constitucionalista Juan Bautista
Alberdi pero, superado por la realidad de las circunstancias argentinas, adopta un
pretendido, y aunque no creemos que fuera desacertado tampoco fue del
todo exitoso, mix en una unidad-federativa como un tránsito desde el federalismo al
unitarismo.
Se plasma este pensamiento en 1853 como se ha comentado y se busca reforzar
la idea del "proyecto federal" de los primeros constituyentes con la reforma de 1994,
revisión constitucional de la que también ya repasamos cuales han sido los resultados
hasta el momento.
Antes de tratar de hacer pie en estas conclusiones hemos trazado un camino,
elaborado originalmente por reconocida doctrina, que sería muy deseable que sea
seguido para lograr que las instituciones comiencen a resurgir en la Argentina.
Las propuestas en modo de claves conceptuales para la recuperación del
federalismo en nuestro país son reglas simples, el problema está en si realmente
estamos dispuesto a superarnos y tratar de seguirlas mínimamente, porque con su
cumplimiento estaríamos, quizá, tratando de cumplir con lo establecido en la
Constitución Nacional y esto último, de realizarse, haría despertar de su prolongado
letargo al federalismo argentino.
I. SOBERANÍA Y AUTONOMÍA
En el ordenamiento constitucional argentino —que ha adoptado el sistema federal
según el modelo USA— la Nación tiene soberanía plena pero limitada, las provincias
gozan de soberanía original, residual y subsidiaria, mientras que a los municipios se
les ha otorgado autonomía relativa. No hay otros ordenamientos territoriales: solo la
nación, las provincias y los municipios.
Una advertencia inicial: discutiré la cuestión de la soberanía y de la autonomía
primero desde una perspectiva teórica, abstracta y luego desde otra concreta
argentina, NO hay aquí referencia alguna a la cuestión de las autonomías en
ordenamientos constitucionales ajenos, como el español o el italiano.
Debemos iniciar también con una breve distinción entre los conceptos de
soberanía y autonomía a los efectos de la teoría jurídica de la organización, lo que
quiere decir que en otros campos científicos pueden recibir contenidos diferentes.
a. La soberanía
La soberanía etimológicamente se encuentra emparentada con la voz
"supremacía", es lo que está por encima, sin reconocer otra superioridad. Por ello el
rey era el "soberano", cualidad que, como logro histórico de las revoluciones liberales
de fines del siglo XVIII, se trasladó, como sabemos, al pueblo.
El pueblo es el soberano y la organización del pueblo —su sustento de
permanencia en la historia— es la Nación, que recibe así la misma cualidad del
pueblo: la Nación es soberana, como es también y necesariamente soberana su
personificación jurídica, el Estado, que la representa ante el concierto de las naciones.
Así el derecho internacional regla las relaciones entre los estados soberanos, con lo
cual el concepto político de soberanía —"nada por encima de"— adquiere también
una significación jurídica que implica, necesariamente, la de la subjetividad o
personalidad. Los estados gozan de una "personalidad jurídica soberana". Esto sin
perjuicio de que tanto política como, cada vez más, jurídicamente hoy no existen
soberanías nacionales absolutas, tendencia que se incrementará, sobre todo, en la
medida del fortalecimiento del ordenamiento internacional sobre derechos humanos.
La soberanía implica la capacidad —en el sentido material del término— de un
grupo políticamente organizado para darse su propia organización y sustentarla en el
tiempo. Porque puede hacerlo el grupo no reconoce otro poder por encima de sí
mismo, pero solo en la medida de su soberanía, que ya no es absoluta. No reconoce,
ni es el resultado de otro grupo que lo organice. Y a la vez —las dos condiciones van
juntas— no precisa, para existir como grupo organizado, del reconocimiento o
admisión de otro grupo ajeno a sí mismo.
La soberanía es el supremo y último poder de organización. Es el poder del grupo
para organizarse en ordenamiento (en el sentido de Santi Romano) y constituir
las instituciones vitales para la subsistencia del mismo.
Podemos aquí realizar la misma extrapolación cualitativa. El pueblo es soberano,
porque puede auto-organizarse; la Nación es soberana porque es la expresión
organizada del pueblo; el Estado es soberano porque es la institución jurídica
fundamental de la organización pueblo-Nación. De la misma manera, el ordenamiento
es soberano cuando es expresión de la voluntad del pueblo, integrado en la Nación
e institucionalizado en el Estado. Siempre, la soberanía es el poder de organización, a
la que se arriba con exclusión de la participación de elementos ajenos al mismo grupo
organizado. El máximo poder de organización se denomina, especialmente, desde
fines del siglo XVIII, poder constituyente.
Es este un nuevo elemento útil para comprender la fuerza de la cualidad soberana.
La capacidad o poder o autoridad para darse una Constitución —una norma que no
reconoce otra sobre sí, es decir una norma soberana— sólo pertenece a los grupos
que pueden configurarse como Nación o como ordenamientos fundacionales,
constitutivos e indispensable e irrevocablemente integrantes de la Nación —en el caso
argentino, federal, las provincias— lo que, en sustancia, es lo mismo, ya que la
provincia es también la Nación y por ello el gobierno provincial es agente natural del
federal a los efectos de hacer cumplir, dentro de los límites de su competencia
territorial, el ordenamiento normativo nacional (cfr. art. 128, Constitución Nacional, en
adelante CN).
Entonces, cuando un grupo se da una constitución, transforma en ordenamiento su
previa existencia como Nación, y así manifiesta su soberanía.
Se nos presenta así un camino de doble sentido. Por un lado las organizaciones
provinciales —el grupo "pueblo" organizado en provincias— que a la vez reconocen
su pertenencia a una unidad "mayor", la Nación, decide formalizar la creación del
ordenamiento nacional, estableciendo su idea rectora, su norma principal y básica y
sus autoridades. A la vez, en el camino inverso, la Nación-ordenamiento exige que las
provincias se conviertan también en ordenamiento, fijándose cada una de ellas una
Constitución según las pautas principistas establecidas por el ordenamiento inclusivo
(cfr. art. 5, CN). Esta exigencia es a la vez un reconocimiento. Supone la admisión por
el ordenamiento-Nación de la soberanía de los pueblos de provincia, lo que por otra
parte resulta de la lógica del sistema, en la medida que la Nación existe por
delegación de zonas o sectores de la soberanía local, lo que no podría haber ocurrido
de no existir previamente tal cualidad en las provincias fundadoras. Así el Preámbulo
de la CN ya declara que esa Constitución es dada por los "representantes del pueblo
de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y
elección de las provincias que la componen".
Por lo mismo, y por efecto de aquella delegación, la Nación puede reconocer en
ciertos grupos o "pueblos" su organización provincial y crear nuevas provincias que
sancionarán sus respectivas constituciones al amparo de la soberanía popular así
admitida y consagrada.
b. La autonomía
Si la soberanía es el poder —política y jurídicamente válido— de un grupo
organizado para transformarse en ordenamiento, va de suyo que una de las
propiedades de aquélla es la autonomía. Pero la formulación inversa no es correcta,
es decir, la soberanía implica la autonomía, pero la autonomía no implica la
soberanía.
El de autonomía es también un concepto al que puede dársele diversos sentidos.
Etimológicamente indica la propiedad de un grupo para darse sus propias normas, o
más exactamente, cuando goza de la competencia para producir todas o algunas de
las normas con las que el grupo se rige a sí mismo y a sus relaciones con terceros. La
soberanía es poder, la autonomía es un grado, mayor o menor, de competencia
normativa.
Debemos recordar aquí que la producción normativa es un fenómeno
objetivo integral de todo el ordenamiento inclusivo, es decir considerado como una
unidad comprensiva de todos los ordenamientos menores en aquél incluidos. Así, las
normas del ordenamiento entendido como totalidad inclusiva de una pluralidad, son —
en nuestro sistema constitucional— las nacionales, provinciales y municipales,
normas generadas dentro de cada una de esas jurisdicciones, por los órganos con
competencias para la producción normativa.
De acuerdo con lo expuesto, a pesar de la identificación terminológica, la
competencia para la creación normativa propia, aunque condición necesaria, no es
suficiente para la calificación de un grupo organizado como autónomo. Normalmente
requiere también del autogobierno inmediato (el gobierno mediato del ordenamiento
menor incluido es el que corresponde al ordenamiento mayor inclusivo).
Aún así conviene detenernos sobre el tema de la producción normativa,
de indudable importancia en el análisis de la autonomía. Un grupo
es absolutamente autónomo cuando la totalidad de las normas que aplica a sí mismo
son de su propia creación; desde esta perspectiva sólo son absolutamente autónomos
los grupos organizados en ordenamientos soberanos.
Es parcialmente autónomo cuando debe aplicar normas creadas por un grupo ajeno,
sin perjuicio de otras creadas en su propio seno pero subordinadas a aquéllas.
Las organizaciones pertenecientes al sector privado o social del ordenamiento
son parcialmente autónomas, ya que pueden darse sus propias normas (art.
1197 del Código Civil argentino: "Las convenciones hechas en los contratos forman
para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma") con
respecto a las cuales las normas heterónomas de derecho privado le serán
dispositivas y, en todo caso, subsidiarias, mientras que las normas de orden público
son inderogables, principales e imperativas. Estas organizaciones sociales son
parcialmente autónomas pero no son soberanas, ya que su existencia como
ordenamiento menor precisa de la admisión de las mismas por el ordenamiento mayor
o inclusivo.
Las provincias, sin perjuicio de su cualidad soberana residual, en el
sentido indicado más arriba, son también parcialmente autónomas porque si bien
pueden darse sus propias normas, ello sólo en el ámbito de las competencias —
poderes políticos, en este caso— no delegadas a la Nación, la que produce normas
de aplicación directa e inmediata dentro de mismo territorio provincial. Así, por
ejemplo, es lo que ocurre en nuestro sistema constitucional con toda la legislación
civil, comercial, penal, de minería y del trabajo y de la seguridad social, cuya sanción,
precisamente, las provincias delegaron en el Congreso Nacional a través del art.
75, inc. 12, CN.
Una organización parcialmente autónoma puede o no contar con ciertos elementos
o cualidades soberanas —p. ej., nuestras provincias— según esto lo reconozca o no
el ordenamiento mayor. Una organización absolutamente autónoma necesariamente
será soberana, pues para tener aquella cualidad no deberá encontrarse incluida en un
ordenamiento mayor.
La Nación es soberana y absolutamente autónoma. Pero podría mantener su
soberanía y ser, sobre algunas materias, parcialmente autónoma, como ocurre en los
procesos de integración o comunitarios —en ciertos aspectos semejante a los
sistemas federales— donde la cuestión de la soberanía se resuelve en un sistema de
distribución de competencias, según autonomías por niveles.
b. Jurisprudencia
Con anterioridad al fallo recaído en la causa "Rivademar" (Fallos: 312:326; 1989)
que produce un giro copernicano en la jurisprudencia de la Corte en la materia, la
lógica del Tribunal en la interpretación del art. 5de la CN podía resumirse del modo en
que lo había hecho Alberto Bianchi al comentar "Rivademar":
"Tenemos un ente superior que es el Estado; dicho ente es soberano. En segundo
grado están las provincias; éstas son, como la propia Constitución indica, autónomas.
Finalmente aparecen las municipalidades, como personas subordinadas a las
provincias. Si están subordinadas no pueden poseer igual capacidad jurídica, por
ende son autárquicas. Dentro de este esquema ordenado y sencillo, no cabe la
posibilidad de que una municipalidad pueda gozar de autonomía pues ello
desequilibra la armonía del sistema".
Esta formulación reposa en los conceptos tradicionales de autonomía y autarquía;
en que la primara comprende la capacidad del ente de dictarse sus propias leyes
fundamentales y la segunda la facultad de autoadministrarse o autogobernarse, pero
conforme estatutos orgánicos provenientes de un poder superior.
De tal modo, el cambio de la Corte en "Rivademar", luego afianzado en
"Municipalidad de la Ciudad Rosario c/ Provincia de Santa Fe" (Fallos: 314:495,
1991), y que anuncia el nuevo texto del art. 123CN que se incorpora en 1994, inicia un
camino en el que el término autonomía pasa a tener un significado constitucional que
dista de ser unívoco.
Con estos conceptos en mente, abordemos el desarrollo de la jurisprudencia de la
Corte que permite su concreción.
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Art. 190: "La administración de los intereses y
servicios locales en la Capital y cada uno de los
partidos que formen la Provincia, estará a cargo de
una municipalidad, compuesta de un departamento
Sección VII — Del Decreto-ley
Buenos ejecutivo unipersonal y un departamento
Régimen 6769/1958.
Aires deliberativo, cuyos miembros, que no podrán ser
Municipal. Arts. Ley Orgánica de las
(14/9/1994) menos de seis ni más de veinticuatro, durarán cuatro
190 a 197. Municipalidades
años en sus funciones, renovándose cada dos años
por mitad y serán elegidos en el mismo acto que se
elijan los senadores y diputados, en la forma que
determine la ley".
Art. 244: "Esta Constitución reconoce y garantiza en
toda población estable con más de quinientos
habitantes, la existencia del municipio como
Sección VII —
comunidad natural fundada en la convivencia y Decreto-ley
Capítulo Único —
Catamarca solidaridad. Gozan de autonomía administrativa, 4640/1991. Ley
Régimen
(5/9/1988) económica y financiera. Orgánica Municipal y
Municipal. Arts.
Ejerce sus atribuciones conforme a esta Constitución Régimen Comunal.
244 a 262.
y las leyes que en su consecuencia se dicten.
Las autoridades serán elegidas directamente por el
Pueblo".
Sección VII —
Régimen
Municipal. Capítulo
1. Disposiciones
Art. 182: "Todo centro de población constituye un
Generales. Arts.
municipio autónomo, cuyo gobierno será ejercido
182 a 195. Ley Orgánica
Chaco con independencia de otro poder, de conformidad
Capítulo 2. Municipal. Ley 4233
(7/12/1994) con las prescripciones de esta Constitución, de la ley
Disposiciones (1995).
orgánica que dicte la Cámara de Diputados o de la
comunes a los
carta orgánica municipal, si correspondiere".
municipios.
Facultades de
disposición y
administración.
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Capítulo 3.
Atribuciones y
deberes de los
concejos
municipales.
Art. 224: "Esta Constitución reconoce la existencia
del municipio como una comunidad sociopolítica
Parte Segunda. Ley de Corporaciones
fundada en relaciones estables de vecindad y como
Autoridades de la Municipales de la
una entidad autónoma".
Chubut Provincia. Título II Provincia del Chubut
Art. 225: (1er. Párrafo) "Los municipios son
(14/10/1994) — Gobierno 3098 (1988). (Ley 46
independientes de todo otro poder en el ejercicio de
Municipal. Arts. en el Digesto de la
sus funciones y gozan de autonomía política,
224 a 245. Provincia de Chubut).
administrativa y financiera con arreglo a las
prescripciones de esta Constitución".
Art. 180: "Esta Constitución reconoce la existencia
del Municipio como una comunidad natural fundada
Segunda Parte.
en la convivencia y asegura el régimen municipal
Autoridades de la Ley 8102/1991.
basado en su autonomía política, administrativa,
Córdoba Provincia. Título II. Régimen de
económica, financiera e institucional.
(1987) Municipalidades y Municipios y
Los Municipios son independientes de todo otro
comunas. Arts. 180 Comunas.
poder en el ejercicio de sus atribuciones, conforme a
a 194.
esta Constitución y las leyes que en su consecuencia
se dicten".
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
Preámbulo: asegura la autonomía Art. 216: "Esta Constitución
municipal. reconoce la existencia del
Título Tercero. Gobierno Municipal. municipio como una comunidad de
Capítulo 1. De los Municipios: Arts. derecho natural y sociopolítica,
216 a 218. fundada en relaciones estables de
Capítulo 2. De los órganos de vecindad y como una entidad
Gobierno. Arts. 219 a 224. autónoma en lo político,
Capítulo 3. De la materia y administrativo, económico,
competencia municipal. Art. 225. financiero e institucional. Su
Capítulo 4. De la participación gobierno es ejercido con Ley 4752. Ley
Corrientes ciudadana. Art. 226. independencia de todo otro poder, Orgánica de las
(8/6/2007) Capítulo 5. De las relaciones de conformidad con las Municipalidades
intermunicipales y supramunicipales. prescripciones de esta Constitución (1994).
Art. 227. y de las Cartas Orgánicas
Capítulo 6. De los recursos. Arts. 228 Municipales o de la Ley Orgánica
a 232. de Municipalidades, en su caso.
Capítulo 7. De la Competencia Ninguna autoridad puede vulnerar
Jurisdiccional. Art. 233. la autonomía municipal consagrada
Capítulo 8. De las relaciones en esta Constitución y en caso de
interjurisdiccionales. Arts. 234 a 235. normativa contradictoria prevalece
Capítulo 9. De la intervención a la legislación del municipio en
municipios. Art. 236. materia específicamente local".
Art. 229: "El municipio es una
comunidad sociopolítica natural y
Ley de Municipios
Sección IX — Régimen municipal. esencial, con vida urbana propia e
Entre Ríos de la Provincia de
Capítulo 1. Disposiciones generales. intereses específicos que unida por
7/12/1994 Entre Ríos. Ley 3001
Arts. 229 a 252. lazos de vecindad y arraigo
(1934).
territorial, concurre en la búsqueda
del bien común.
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Art. 230: "Todo centro de
población estable de más de mil
quinientos habitantes dentro del
ejido constituye un municipio, que
será gobernado con arreglo a las
disposiciones de esta constitución".
Art. 231: "Se asegura autonomía
institucional, política,
administrativa, económica y
financiera a todos los municipios
entrerrianos, los que ejercen sus
funciones con independencia de
todo otro poder. Los municipios
con más de diez mil habitantes
podrán dictar sus propias cartas
orgánicas.
Art. 177. "El Régimen Municipal
de la Provincia será organizado de
manera que todo centro poblado
tenga representantes de sus
Ley Orgánica de los
Formosa Quinta Parte. Capítulo Cuarto. intereses en las municipalidades o
Municipios. Ley
(7/7/2003) Régimen Municipal. Arts. 177 a 186. comisiones de fomento, cuya
1028 (1993).
creación tendrá por base la
densidad de la población respectiva
que para unas y otras determina
esta Constitución".
Art. 178. Autonomía municipal y
garantías. "Todos los municipios
Sección Novena — Régimen tienen asegurada por esta
municipal. Capítulo 1º. Disposiciones Constitución y las leyes que en su
generales. Arts. 178 a 182. consecuencia se dicten, la
Capítulo 2º Gobierno Municipal. Arts. autonomía necesaria para resolver
Ley 4466 Ley
Jujuy 183 a 188. los asuntos de interés local a los
Orgánica de los
(17/11/1986) Capítulo 3º. Poder Municipal. Arts. fines del libre y mejor desarrollo
Municipios. (1990).
189 a 191. de la comunidad. A esos efectos se
Capítulo 4º. Formación y les garantiza la organización del
administración del patrimonio propio gobierno, la elección directa
municipal. Arts. 192 a 196. de sus autoridades y los medios
suficientes para el cumplimiento
eficaz de sus funciones".
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
Art. 115. "Todo centro de población
superior a quinientos habitantes, o los que
siendo de menor número determine la ley
en función de su desarrollo y posibilidades
Ley Orgánica de
económico-financieras, constituye un
Sección Quinta — Régimen Municipalidades y
La Pampa municipio con autonomía política,
Municipal. Capítulo único. Comisiones de
(14/10/1994) administrativa, económica, financiera e
Arts. 115 a 124. Fomento. Ley 1597
institucional, cuyo gobierno será ejercido
(1995).
con independencia de otro poder, de
conformidad a las prescripciones de esta
Constitución y de la ley orgánica.
La ley establecerá el régimen de los
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
centros de población que no constituyan
municipios".
Art. 154: "Los municipios tienen
autonomía institucional, política,
administrativa, económica y financiera. La
Legislatura provincial sancionará un
régimen de coparticipación municipal en
el que la distribución entre la Provincia y
los municipios se efectúe en relación
directa a las competencias, servicios y Ley orgánica
La Rioja Capítulo X — Función
funciones de cada uno de ellos, municipal
(24/4/1998) municipal. Arts. 154 a 159.
contemplando criterios objetivos de transitoria 6843.
reparto; y sea equitativa, proporcional y
solidaria, dando prioridad al logro de un
grado equivalente de desarrollo, calidad de
vida e igualdad de oportunidades. La
autonomía que esta Constitución reconoce
no podrá ser limitada por ley ni autoridad
alguna.
Deberán dictar su propia Carta Orgánica,
con arreglo a lo que disponen los arts. 155
y 157, a cuyos fines convocarán a una
Convención Municipal, la que estará
integrada por un número igual al de los
miembros del Concejo Deliberante y será
elegida directamente por el pueblo del
departamento".
Art. 197º — "La administración de los
intereses y servicios locales en la capital y
cada uno de los departamentos de la
Provincia, estará a cargo de una
municipalidad, compuesta de un
Departamento Ejecutivo y otro
Mendoza Ley Orgánica
Sección VII — Capítulo Único Deliberativo, cuyos miembros durarán 4
(11/2/1916, Municipal 8102
— Del régimen municipal. años en el ejercicio de sus funciones,
modific. (1991 y
Arts. 197 a 210. renovándose el Departamento Deliberativo
1997). modificatorias).
por mitades cada 2 años. Los integrantes
del Departamento Deliberativo serán
elegidos directamente por el pueblo de los
respectivos municipios, conforme con el
sistema establecido para la elección de
diputados".
Sección II — Municipios.
Título Único. Capítulo 1. Art. 161.— "El municipio gozará de Ley Orgánica de
Misiones Disposiciones generales. Art. autonomía política, administrativa y Municipalidades.
(21/4/1958) 161 a 170. Capítulo 2. financiera, ejerciendo sus funciones con Ley 257 (27/4/1965
Atribuciones y deberes del independencia de todo otro poder". y modificatorias).
Poder Municipal. Art. 171.
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Cuarta Parte. Municipios. Art. 270: "Todo centro
Neuquén Régimen de población que alcance a más de Ley Orgánica Municipal 53
(3/3/2006) Municipal. Arts. quinientos (500) habitantes (19/12/1958 y modificatorias).
270 a 299. constituye un municipio que será
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
gobernado por una Municipalidad,
con arreglo a las prescripciones de
esta Constitución y a la ley orgánica
que en su consecuencia dicte la
Legislatura y que estará investido de
todos los poderes necesarios para
resolver por sí los asuntos de orden
local y de carácter eminentemente
popular".
Autonomía municipal. Art. 271: "Los
municipios son autónomos en el
ejercicio de sus atribuciones y sus
resoluciones —dentro de la esfera de
sus facultades— no pueden ser
revocadas por otra autoridad".
Autonomía. Art. 225 — "Esta
Constitución reconoce la existencia
del Municipio como una comunidad
natural, célula originaria y
Sección Sexta — fundamental de la organización
Poder Municipal. política e institucional de la sociedad
Capítulo 1. fundada en la convivencia. Asegura
Régimen el régimen municipal basado en su
municipal. Arts. autonomía política, administrativa y
225 a 231. económica. Aquellos que dictan su
Río Negro
Capítulo 2. propia Carta Orgánica municipal Ley 2353 y modificatorias
(13/6/1988)
Municipios sin gozan además de autonomía
carta orgánica. institucional.
Arts. 232 a 240. La Provincia no puede vulnerar la
Capítulo 3. autonomía municipal consagrada en
Comunas. Art. esta Constitución y, en caso de
241. superposición o normativa
contradictoria inferior a la
Constitución, prevalece la legislación
del Municipio en materia
específicamente comunal.
Solamente pueden intervenirse por
ley en caso de acefalia total o cuando
expresamente lo prevea la Carta
Orgánica. En el supuesto de acefalia
.
total debe el interventor disponer el
llamado de elecciones conforme lo
establece la Carta Orgánica o en su
defecto la ley".
Art. 170: Naturaleza. Límites.
"Esta Constitución reconoce al
Municipio como una comunidad
Sección Tercera. natural que, asentada sobre un
Capítulo Único. territorio y unida por relaciones de
Salta Ley orgánica de las Municipalidades.
— Régimen vecindad y arraigo, tiende a la
(22/4/1998) Ley 1349 (3/3/1933 y modificatorias).
Municipal. Arts. búsqueda del bien común local. Los
170 a 183. Municipios gozan de autonomía
política, económica, financiera y
administrativa.
Para constituir un nuevo Municipio
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
se requiere una población
permanente de mil quinientos
habitantes y una ley a tal efecto. Los
Municipios existentes a la fecha de
sanción de esta Constitución
continúan revistiendo el carácter de
tales.
Las delimitaciones de la jurisdicción
territorial de los municipios es
facultad de la Legislatura, la que
debe contemplar, además del ejido
urbano, la extensión rural de cada
Municipio. Previo a la delimitación,
la Legislatura convoca a consulta
popular en el Municipio, en la forma
que reglamente la ley. Toda
modificación ulterior de estos límites
se realiza por el mismo
procedimiento.
Los Municipios pueden establecer
Delegaciones Municipales".
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Sección Novena:
Régimen
Municipal.
Capítulo I:
Disposiciones
Generales (arts.
239 y 240). Art. 239.— "Todo centro poblacional de más de dos mil
Capítulo II: habitantes dentro del ejido, puede constituir municipio,
Ley 6289
San Juan Organización y que será gobernado con arreglo a las prescripciones de
(19/2/1992) y
(7/5/1996) funcionamiento esta Constitución, de las cartas municipales y de la Ley
modificatorias.
(arts. 241 al 251) Orgánica que en su consecuencia dicte el Poder
Capítulo IV: Ejecutivo".
Comisiones
vecinales (art.
252)
Capítulo V:
Recursos (arts.
253 al 255).
Definición de municipio
Art. 247. Esta Constitución reconoce al municipio como
una comunidad natural con vida propia e intereses
específicos, con necesarias relaciones de vecindad. Como
consecuencia de ello es una institución política-
Capítulo XXVI — administrativa-territorial, que sobre una base de
Ley 349/2004.
San Luis Régimen capacidad económica, para satisfacer los fines de un
Régimen
(8/4/1987) municipal. Arts. gobierno propio, se organiza independientemente dentro
Municipal.
247 a 280. del Estado, para el ejercicio de sus funciones, que realiza
de conformidad a esta Constitución y a las normas que en
su consecuencia se dicten.
Autonomía municipal
Art. 248. Se reconoce autonomía política, administrativa
y financiera a todos los municipios. Aquellos que dicten
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
su carta orgánica municipal, gozan además de autonomía
institucional.
Sección IX —
Régimen
Municipal.
Capítulo I —
Art. 141º — "Esta Constitución reconoce autonomía
Organización. Ley Orgánica de las
política administrativa, económica y financiera a todos
Santa Cruz Arts. 140 a 149. Municipalidades.
los Municipios.
(1994) Capítulo II — Ley 55 y
Aquellos que dicten su Carta Orgánica Municipal,
Atribuciones. Arts. modificatorias.
gozarán además de autonomía Institucional.
150 a 151.
Capítulo III — De
los recursos. Arts.
152 a 154.
La autonomía municipal que aquí se reconoce no podrá
ser limitada por ley ni autoridad alguna".
Art. 107. Los municipios son organizados por la ley sobre
la base:
1- De un gobierno dotado de facultades propias, sin otras
ingerencias sobre su condición o sus actos que las
establecidas por esta Constitución y la ley;
2- Constituido por un intendente municipal, elegido
directamente por el pueblo y por un período de cuatro
años, y un Concejo Municipal, elegido de la misma
Preámbulo. manera, con representación minoritaria, y renovado
Ley Orgánica de
Sección Séptima. bianualmente por mitades; y
Municipalidades.
Santa Fe Capítulo único. 3- Con las atribuciones necesarias para una eficaz gestión
Ley 2756 (T.O.
(18/4/1962) Régimen de los intereses locales, a cuyo efecto la ley los proveerá
1985 y
Municipal. Arts. de recursos financieros suficientes.
modificatorias).
106 a 108. A este último fin, pueden crear, recaudar y disponer
libremente de recursos propios provenientes de las tasas y
demás contribuciones que establezcan en su jurisdicción.
Tienen, asimismo, participación en gravámenes directos o
indirectos que recaude la Provincia, con un mínimo del
cincuenta por ciento del producido del impuesto
inmobiliario, de acuerdo con un régimen especial que
asegure entre todos ellos una distribución proporcional,
simultánea e inmediata.
Provincia Recepción constitucional Caracterización del municipio Regulación legal
Éstas mismas normas
fundamentales rigen para las
comunas, de acuerdo con su ley
orgánica propia, con excepción de
su forma de gobierno, el cual está a
cargo de una Comisión Comunal,
elegida directamente por el cuerpo
electoral respectivo, y renovada
cada dos años en su totalidad.
Queda facultada la Legislatura para
cambiar con carácter general el
sistema de elección de los
intendentes por cualquier otro modo
de designación.
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
Art. 202º: "Esta Constitución
reconoce al municipio como una
entidad jurídico-política y como una
Preámbulo: garantiza la
comunidad natural, con vida propia Cartas orgánicas
autonomía municipal.
Santiago del Estero e intereses específicos y asegura la municipales
Título IV — Régimen
(18/10/2002) autonomía municipal, reglando su propias de los
Municipal. Capítulo único.
alcance y contenido en el orden municipios.
Arts. 202 a 221.
institucional, político,
administrativo, económico y
financiero".
Autonomía
Art. 169. "Esta Constitución
reconoce al municipio como una
comunidad sociopolítica natural y
esencial con vida propia sostenida Ley Orgánica de
Segunda Parte — en un desarrollo sociocultural y las
Tierra del Fuego Autoridades de la Provincia. socioeconómico suficiente en la Municipalidades
(28/5/1991). Título II — Régimen que, unidas por lazos de vecindad y 236/1984.
Municipal. Arts. 169 a 187. arraigo, las familias concurren en la Ley de las
búsqueda del bien común. Asegura Comunas 231.
el régimen municipal basado en la
autonomía política, administrativa y
económico-financiera de las
comunidades.
Aquellos municipios a los cuales se
reconoce autonomía institucional
podrán establecer su propio orden
normativo mediante el dictado de
cartas orgánicas, gobernándose
conforme al mismo y con arreglo a
esta Constitución".
Art. 132.— "En cada municipio los
intereses comunitarios de carácter
local serán confiados a la
administración de un número de
vecinos elegidos directamente por el
pueblo, que funcionará con un
departamento Ejecutivo y un
Concejo Deliberante.
Ley Orgánica de
Esta Constitución consagra la
los Municipios de
Preámbulo: garantizar la autonomía política, administrativa,
Tucumán 5529 y
autonomía municipal. económica, financiera e
Tucumán modificatorias.
Sección VII — Capítulo institucional de los municipios.
(6/6/2006). Ley 5530 de
Único. Régimen municipal. Podrán dictar su Carta Orgánica
Categorización de
Arts. 132 a 243. mediante una Convención
los Municipios de
convocada por el Intendente en
Tucumán.
virtud de una norma dictada por la
Legislatura. Ésta podrá disponer la
creación de Tribunales de Faltas
previendo las vías recursivas ante el
Poder Judicial.
La Provincia no podrá vulnerar la
autonomía que por esta Constitución
se consagra, ni limitar las potestades
Recepción
Provincia Caracterización del municipio Regulación legal
constitucional
que para asegurar la misma se
confiere" (...).
VI. COLOFÓN
Tal como ha podido apreciarse a lo largo de estas páginas, nos hemos abocado
aquí a analizar y describir nuestra percepción de la realidad sobre la temática, así
como formular aquellas ideas que nos permitan desterrar los mitos jurídicos que giran
en torno a las cuestiones aquí ventiladas.
En cuanto al eterno debate sobre la autonomía municipal, entendemos que hay
culpas compartidas respecto de su falta de implementación(32).
Por un lado, porque desde las gobernaciones provinciales a ciencia cierta no se
visualiza una voluntad real y cierta por disminuir su poder sobre los municipios que las
componen.
Por otro lado, porque a los Intendentes y Concejos Deliberantes, más de una vez
les resulta funcional solapar su propia inoperancia bajo el paraguas de la mentada
dependencia de su Ejecutivo Provincial.
Y otras veces, porque es el propio Poder Nacional el que interfiere en la relación
Estado Provincial-Estado Municipal, al otorgar prebendas a este último (sea
repartiendo arbitrariamente obras públicas, sea mediante aportes monetarios directos)
tanto a los fines de beneficiar a unos municipios por sobre otros, como al efecto de
esmerilar el poder del Ejecutivo Provincial de turno.
Respecto de la enorme cantidad de normas que enmarcan y encorsetan
la autonomía municipal, la mayoría de estas constituyen una clara vulneración de
facultades municipales, lo cual en la práctica suele constituir un impedimento al buen
funcionamiento de la administración municipal, quedando entonces enredadas por
unas administraciones provinciales que se empeñan en desconocer, tanto el claro
mandato de la Constitución Nacional sobre el particular, como las naturales
peculiaridades propias de cada municipio.
Por ello, entendemos que estas breves palabras de cierre no resultarán
caprichosas ni dogmáticas, sino que constituyen el resultado de un
trabajo investigativo sobre la materia, con la esperanza que pueda resultar un
disparador que motive, profundice y potencie el espíritu cívico de los vecinos de todos
y cada uno de los municipios argentinos, en pos de alcanzar y concretar el
merecido bienestar general.
Finalmente, si queremos cambiar la realidad para bien, hagamos el sano lío que
nos pide el Papa Francisco. Y si como decía Napoleón Bonaparte: El ruido es lo único
que trasciende la historia, entonces hagamos lo necesario para que se escuche de
una vez y para siempre el ruido de rotas cadenas. Y hagamos que nuestro himno
nacional sea más realidad que canción. Y aunemos voces para que se escuche este
canto en pos de la estructuración de una ciudadanía capaz de sostener con dignidad
la vida institucional de la República. Ruidos que, Dios mediante, sabremos conseguir.
CAPÍTULO VI - EL MUNICIPIO Y SU AUTONOMÍA ECONÓMICO FINANCIERA EN EL DERECHO
PÚBLICO PROVINCIAL A VEINTE AÑOS DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994. POR MARÍA
GABRIELA ABALOS
SUMARIO: I. Introducción. II. Las provincias frente a la exigencia del art. 123CN.
III. El municipio y la autonomía económico financiera luego de la reforma
constitucional nacional de 1994. IV. Aportes del constitucionalismo provincial al
régimen municipal. Etapas. V. Algunas conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
La reforma constitucional de 1994 ha sido muy importante para los municipios en
Argentina porque con el reconocimiento de la autonomía municipal y con la exigencia
a las provincias de asegurar tal atributo se han esclarecido los intensos debates
doctrinarios y los dispares criterios jurisprudenciales que durante gran parte del siglo
XX dominaron la escena local.
Sin embargo, la fortaleza institucional de los municipios en la práctica necesita del
reconocimiento provincial efectivo de una porción mínima e indispensable
de autonomía en el ámbito económico financiero. Sin esta base, la autonomía
municipal es una mera declamación.
A veinte años de tan importante reforma constitucional cabe reflexionar si la
recepción en el derecho público provincial de la autonomía municipal ha sido
acompañada con el necesario reconocimiento de poder triburio local que le da
contenido al ámbito económico financiero.
V. ALGUNAS CONCLUSIONES
El constitucionalismo provincial efectúa valorables aportes al reconocimiento de
la autonomía municipal ya que antes de la reforma nacional de 1994 se pronuncia
abiertamente a favor de la autonomía institucional del orden local con el consiguiente
fortalecimiento del poder tributario municipal.
Aun en constituciones que no reconocían la autonomía en el ámbito institucional,
como la de Entre Ríos de 1933 ya se plasmaba en art. 187 que: "Las municipalidades
tendrán rentas y bienes propios siendo exclusiva su facultad de imposición respecto
de personas, cosas y formas de actividad sujeta a jurisdicción municipal, la que
ejercerá conforme a su ley orgánica". En su texto de 2008, el art. 244 se expresa
similarmente: "Los municipios ejercerán de modo exclusivo su facultad de imposición
respecto a personas, cosas o actividades sujetas a su jurisdicción, respetando los
principios de la tributación y la armonización con los regímenes impositivos provincial
y federal". También en la Constitución de Neuquén (1957/1994/2006), como asimismo
en las Constituciones de Santa Cruz (1994/1998) y de Chaco (1994). Esta misma
cláusula ya aparecía en la Constitución de Santa Fe de 1921 (art. 142 inc. 2), siendo
un importante antecedente histórico que refuerza la influencia del derecho público
provincial.
Otras constituciones a pesar de no contener este reconocimiento amplio de las
facultades de imposición municipales, tratan en forma detallada las competencias y
atribuciones de los municipios en el ámbito económico financiero, seguidas de una
rica enunciación de los distintos recursos, aunque contemplando la necesidad de
coordinar el ejercicio de estas potestades con las facultades impositivas provinciales y
nacionales.
El régimen municipal contenido en el constitucionalismo provincial es variado y
diverso, pero en general se caracteriza por el fortaleciendo progresivo de
la autonomía local en lo institucional junto con el indispensable poder tributario propio
solamente sujeto a los límites dados por las facultades impositivas provinciales y
nacionales.
El aporte del derecho público provincial sirvió de fuente inspiradora para
la inclusión del art. 123 de la CN, como asimismo luego de 1994, para mostrar que los
alcances y contenidos de la autonomía municipal debían ser propios y concretos para
cada realidad local.
A veinte años de la reforma constitucional de 1994 hay que seguir fortaleciendo
las autonomías locales con recursos propios siempre y cuando sean compatibles con
las normas tributarias provinciales y municipales, y estén sujetos al control y la
fiscalización de los organismos correspondientes. También es imperioso que las
provincias de Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires modifiquen sus textos
constitucionales para dar cabida a la autonomía local en el ámbito institucional con
grados y matices, necesarios para adecuarla a las realidades municipales propias. Por
último, instar a las provincias de Salta, Neuquén, Chubut y Tucumán a que supriman
el contralor otorgado al Poder Legislativo sobre el régimen municipal y fortalezcan el
que le corresponde ejercer al Poder Judicial para evitar los condicionamientos
políticos que muchas veces afectan gravemente al crecimiento local.
CAPÍTULO VII - ANÁLISIS DEL FEDERALISMO Y EL RÉGIMEN MUNICIPAL ARGENTINO. POR JUAN
PEDRO MERBILHAA
SUMARIO: I. El Régimen Federal Argentino. II. El origen histórico institucional. III.
Autonomía y Estado. IV. Consecuencias institucionales de la inexorable
identificación entre autonomía y Estado. V. Recomendaciones y recordatorios.
VI. Las reformas constitucionales de 1994 (Nacional y Provincial). VII. La
reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires. VIII. Los límites en
la legislación bonaerense. IX. Las deformaciones interpretativas de alguna
legislación nacional y provincial en materias específicas. X. Otras groseras
desviaciones impositivas actuales y violaciones de derechos. XI. La
deformación monstruosa. XII. Al rescate de los municipios.
Cordialmente invitado por el Dr. Jorge Luis Bastons, por quien pido se lo releve de
ese pecado, ya que no comparte mi opinión en la materia, lo que eleva su gesto y lo
libera del contenido de este aporte, tengo el agrado de acompañar un trabajo sobre
"régimen municipal" en general, aunque particularmente inspirado por la experiencia
personal y en consecuencia referido al de la Provincia de Buenos Aires que es el
ámbito en que he desarrollado y desarrollo mi actividad profesional como abogado,
asesor de instituciones privadas y docente de infinidad de cursos y seminarios sobre
Derecho Público Provincial y Municipal, a partir de mi dedicación al derecho
constitucional, administrativo y particularmente al tributario.
Consciente de la existencia de una larga polémica teórica y doctrinaria en torno a
la autonomía y autarquía de los municipios, la intensa y constante práctica del
derecho público en representación de los particulares frente al Estado y sus
organismos, me ha llevado a formarme una opinión jurídica más amplia sobre
la institución municipal en nuestro derecho constitucional positivo, que evidentemente
va a trasmano de los avances fácticos que con audacia e irresponsabilidad las
administraciones gubernamentales día a día van deslizando "hacia la banquina" de las
Constituciones, deformando una institución de consagración constitucional, de
tradición histórica y de suma utilidad en los tiempos actuales, a la cual al igual que
todos aquellos que participan de esta recopilación de trabajos, le hemos dedicado
nuestro principal interés profesional.
El municipalismo tal como actualmente es ejercido, contiene un vicio esencial que
consiste en quererlo poner (y cada vez más) al servicio de la política, lo que en
nuestro país, lo sabemos todos, no significa elevarlo en sus miras y objetivos, sino
degradarlo en su funcionamiento al usarlo a cualquier costo, no a favor de los
ciudadanos de la comunidad, sino en beneficio de la lucha por el poder de Partidos,
personas e intereses que no representan por cierto al interés general ni tienden al
bien común.
Pero no se asusten, estimados colegas, que no será este texto un alegato
político, aunque en alguna parte del mismo no faltarán referencias inevitables
para explicar el por qué de algunas sorpresas y desviaciones que, nacidas de
pequeñeces, han terminado por minar la puridad de una institución que merece ser
rescatada y mejorada.
Vayamos entrando en el tema, al menos desde mi punto de vista:
V. RECOMENDACIONES Y RECORDATORIOS
Para no alargar esta primera parte que representa la esencia de mi planteo y para
evitar repeticiones o recurrencias al presunto principio de autoridad que se le suele
atribuir en nuestra profesión, a las opiniones ajenas, esforzadamente buscadas para
que avalen la propia opinión, prefiero cerrar con una actitud como la que enuncia el
título de este acápite, y al respecto me permito:
Aconsejar la relectura de José Ortega y Gasset, en especial sus intervenciones
como constituyente en la década del '20 y algunos trabajos ulteriores; todo
aproximadamente entre 1922 y 1932, entre los cuales ya algunos títulos justifican la
curiosidad de cualquiera que se interese por estos temas, pues trata del
municipalismo, del provincianismo, del federalismo y el autonomismo (De "La
Redención de la Provincias y la Decencia Nacional", en su primera parte en especial
el Capítulo V "Primero las Provincias", el VIII "Provincianismo y Provincialismo", el IX
"La Unidad política local no es el Municipio". De "Rectificación de la República",
Capítulo X "Federalismo y Autonomismo"). No sólo se trata de un pensador y filósofo
de enorme influencia en la Argentina del siglo pasado, sino que por ser español tienen
especial valor sus análisis de instituciones muy parecidas a las que sus coterráneos
trajeron a esta parte del mundo con su conquista y período colonial. No eran iguales,
pero fueron las más parecidas a las que instauraron en estas tierras. Pero además,
estudió con detalle y profundidad las nuevas instituciones y regímenes en debate en
su patria por aquella década. Sólo una salvedad terminológica: cuando habla de
"autonomismo", debe entenderse en términos argentinos por "federalismo" ya que el
federalismo en España era por entonces algo menor al autonomismo como aspiración
de crear un solo y único Estado Nacional.
Rever y analizar la cuestión que nos ocupa también desde el Derecho Político en
cuanto a la "teoría general del Estado" (empezando tal vez por la del miembro decano
de la CSJN Dr. Carlos S. Fayt en "Derecho Político", de quien tuve el honor de ser
alumno) y sobre todo volver a los textos de los fundadores de nuestro Estado, como
Alberdi, en primer lugar y de él muy especialmente su ensayo crítico sobre todas y
cada una de las constituciones existentes en América, anteriores o contemporáneas
de la nuestra, previo al texto de la "Bases" propiamente dicho, con el cual están
editados. En esos análisis particularizados, críticos y comparativos, está la esencia
íntima de su pensamiento sobre la manera de asociarse, de federarse, entre los
Estados, de enorme riqueza para desentrañar el funcionamiento interno de nuestro
sistema federal tal como lo pensaron los creadores.
Y "ya que estamos", es bueno no descuidar una relectura de Alexis de Toqueville,
como una manera de no olvidar cuestiones fundamentales para las democracias
reguladas, representativas y republicanas como la nuestra.
Recordar siempre algunos ítems básicos normativos, específicos y contundentes,
como los artículos 5, 13 y 31 de la CN, y de la CP el 45, el 190, 191, así como toda la
regulación limitativa establecida en el 192, 193, 194, el 195 (especialmente), 196 y
197. Ése es el taxativo marco en que deben encajar institucional y
constitucionalmente los municipios de la PBA.
b. Medio ambiente
Otra fuente de excesos y abusos sobre la base de interpretaciones
que auto extienden las facultades delegadas. Para que este inevitable listado de
realidades jurídicas y fácticas desviadas no se haga tan tedioso, tratamos de ir
resumiendo al máximo lo que están haciendo los municipios sin tener potestades para
ello. Para acortar, vayan resumidos ejemplos: a) el "medio ambiente minero" no es
materia de medio ambiente general, ya que forma parte esencial de la legislación
nacional regulada en el Código de Minería, potestad delegada a la Nación en el artícu-
lo 75 inciso 12 de la CN; en la PBA existe un decreto que reglamenta su aplicación en
su territorio, con autoridades propias de aplicación y de policía; sin embargo hay
municipios que se han permitido dictar actos reglamentarios propios y hasta la
Provincia ha permitido con su Parlamento, cambiar el origen federal de la legislación
para permitirle a algún Intendente amigo entrometerse en materia minera y hasta
eliminar la actividad discriminatoriamente en parte de su jurisdicción. Y "como si esto
fuera poco", violando el Pacto Federal Minero adoptado como legislación propia por la
Provincia, hasta creando tributos a la producción minera sin respetar las leyes
nacionales y provinciales que reconocen el régimen tributario de "estabilidad fiscal".
Todo a la vista de quienes gobiernan, pero no preservan ni al Estado, con tal
tolerancia de groseros abusos.
Ni qué decir de aquellos municipios que tomando la participación complementaria
que les otorga la ley 11.723 de medio ambiente provincial, se han querido inventar
nuevos recursos fiscales, con ordenanzas que impone servicios "teóricos" y aplicar
tasas argumentando defensa ambiental. En este terreno, los disparates llegan al
ridículo... pero nadie los detiene en su avance inconstitucional. Nadie recuerda
siquiera que la SCJ de la PBA, ya ha dicho en sentencia firme que representó
un leading case en la materia, que no se puede poner como excusa para una
recaudación fiscal, el cuidado o reparación del medio ambiente; que si un municipio
pretende tal tipo de reparación, debe contar con un verdadero programa de
reconversión, reparación o recuperación ambiental verdaderamente existente y
dedicar los ingresos que obtenga por su imposición, a ese objeto y finalidad, pues el
medio ambiente no es motivo para recaudar sino un bien a proteger ("Tapera Arteche
c/ Municipalidad de Magdalena" demanda de la que he sido coautor, en la que se
declaró la inconstitucionalidad de una tasa municipal que obligaba a pagar una "guía"
de carga de material de canteras de conchilla, con montos diferenciados a pesar de
tratarse en todos los casos de un mismo servicio administrativo, y a la que se la quiso
justificar con el argumento ambientalista).
Al medio ambiente como excusa se lo ha intentado usar (actualmente sucede en
más de un municipio) también para tratar de extender al medio rural el tributo urbano
por "seguridad e higiene", que nada tiene de protección ambiental y nada tiene que
ver con la actividad primaria rural, pero como lo han ido transformando en un
impuesto a los ingresos brutos, les tienta la posibilidad de cobrárselo a la actividad
agropecuaria en sus diversas modalidades (que ya se los paga al Estado) y en todos
los casos con clasificaciones y calificaciones incalificables.
También el medio ambiente ha dado lugar a la fantasía municipal de presunto
custodio del mismo, cuando en verdad lo es el Estado, mientras que los entes locales
solo deben coadyuvar en la tarea provincial de aplicación legal, sin creerse titulares
del poder de policía ni de ser autoridad de aplicación. Sin embargo han ido más
allá: existiendo una Ley Provincial de Aplicación de Agroquímicos (10.699) y su
correspondiente decreto reglamentario del PE Provincial (499/1991) hay un sinnúmero
de municipalidades que sancionaron ordenanzas regulatorias con sus propias
especificaciones. Insólito.
I. INTRODUCCIÓN
El objeto del presente trabajo es introducir al lector en los fundamentos del diseño
de organizaciones, en particular para los municipios. Los destinatarios principales son
los funcionarios municipales, como así también los estudiantes y demás
personas interesadas en los problemas de las organizaciones locales, en particular en
las cuestiones de diseño organizativo.
Existe una amplia bibliografía en materia de estructuras organizativas, aunque la
mayor parte de ella se ocupa del sector privado, y en general de grandes
empresas extranjeras. Existen, asimismo, algunas publicaciones locales, orientadas al
sector público, que resumen experiencias de trabajos de consultarías o similares. Por
ser un tema tan especializado se hace difícil hallar quien haga de este tema una
práctica cotidiana, con vocación por la docencia y la escritura. Humildemente, este
capítulo viene a cubrir este vacío bibliográfico.
En consecuencia, los conceptos teóricos han sido adaptados a las particularidades
de los municipios y enriquecidos por la práctica profesional.
Este trabajo consta de tres grandes partes: en la primera se exponen los conceptos
elementales sobre Administración, las organizaciones y su funcionamiento; en la
segunda parte se presentan nociones básicas sobre planificación estratégica y su
relación con la estructura organizativa; y en la tercera parte se desarrollarán los
elementos necesarios para el diseño de una estructura organizativa.
Definiremos a la Administración como aquella socio-técnica que se ocupa de
planificar, organizar, conducir y controlar los recursos humanos, con frecuencia
conflictivos; y los materiales, en un solo organismo, de manera que el conjunto
funcione como una unidad. En particular, no se ocupará de los métodos tecnológicos
aplicados, sino más bien de cómo y por qué se eligió uno determinado, o cómo se
logró que varias personas o áreas cooperen para obtener un resultado; cómo fueron
divididas las tareas; cómo aprendió cada uno de ellos su trabajo particular para que
formase parte del trabajo total; cómo lo desempeña; cómo sus esfuerzos se coordinan
con los del otro, entre otras cuestiones.
Las organizaciones gubernamentales tienen una complejidad y especificidad que
les son propias. Por otra parte, las dificultades de lograr una acción cooperativa
eficiente para desempeñar tareas tan diversas y complejas son de tal magnitud e
importancia que nos obligan a prestarles atención, por su impacto sobre la sociedad.
Las formas tradicionales o informales de conducta no son suficientes; la cooperación
debe ser consciente, lo que requiere de una planificación. Las normas de conducta
que regulan la vida de familia y las relaciones entre los miembros son sencillas, y las
saben de memoria padres e hijos, mientras que las normas que rigen las relaciones
entre los empleados de una dependencia gubernamental pueden llenar varios
volúmenes de documentos administrativos.
Las cuestiones socialmente problematizadas de las que usualmente se ocupan las
organizaciones públicas son generalmente más complejas que los problemas que
suelen afrontar las empresas. Por ejemplo, la cuantificación o valorización monetaria
de los servicios prestados por las organizaciones públicas es más difícil, cuando no
imposible, debido a que, por lo general, no se prestan en situaciones de un mercado
competitivo(1). En consecuencia, la distribución de recursos entre las organizaciones
públicas no será en base al mercado sino al presupuesto, el cual constituye
una instancia netamente política. Esta cuestión política no será necesariamente
partidaria, pero sí reflejará la relación de fuerzas existente en un momento
determinado.
El diseño organizacional
El diseño organizacional es la rama de la Administración que se ocupa de
organizar las actividades y los recursos para la consecución de los fines, centrándose
en dos aspectos principales: la división de tareas y su integración.
Uno de los problemas que plantea el estudio del diseño organizacional es que si
bien suele resultar en principio atractivo tanto para especialistas, directivos y
empleados en general, lo cierto es que no existe mucha bibliografía específica sobre
el tema. Como ya se dijera, la mayor parte de ella se orienta al sector privado,
principalmente a empresas de carácter industrial, lo cual resulta una clara
complicación para el lego que quiera ir en busca de generar una transportación
coherente de los conceptos allí utilizados a las organizaciones públicas. Por lo tanto,
este material lo elaboramos con la intención de brindar elementos para la mayor y
mejor comprensión de las estructuras orgánicas públicas en general y de las
municipales en particular.
El diseño estructural es un proceso difícil. La estructura organizativa es
consecuencia de las fuerzas establecidas de costumbres y tradiciones, así como de
poder, y los intentos de luchar contra ellas producen en la mayoría de los casos una
fuerte resistencia. Naturalmente, a veces sucede que la estructura formal está en tal
desacuerdo con los flujos naturales de trabajo y comunicación o con las necesidades
sociales de sus empleados que se acepta fácilmente el cambio estructural. No
obstante, es más frecuente que la estructura refleje los flujos naturales de autoridad,
trabajo y comunicación. La mayoría de ellas representan las necesidades reales de la
organización, o al menos las del pasado reciente, en cambio, las estructuras
artificialmente impuestas son pocas. A medida que cambian las condiciones, cambian
a su vez, como es evidente, las necesidades de la organización, pero un cambio
estructural implica inevitablemente la interferencia de las pautas establecidas de
comportamiento.
El producto del diseño organizacional lo constituye la estructura organizativa, que
materialmente se traduce en una serie de documentos, tales como el organigrama, el
manual de misiones y funciones y las plantas de personal. Entre las ventajas de
contar con una estructura, la más importante, y tal vez la más obvia, es que
proporciona orden y claridad. Reduce la incertidumbre y la confusión dentro de la
organización y facilita la colaboración y la especialización. O sea que hace la vida
dentro de las organizaciones más ordenada, predecible y controlable.
Una segunda función se relaciona con el aprendizaje organizacional. A través de
un proceso sistematización y documentación de la experiencia, las organizaciones
van corrigiendo progresivamente sus formas y prácticas organizativas. No obstante,
hay una lucha permanente contra el paso del tiempo, el cual en ocasiones avanza a
tal velocidad que el aprendizaje puede verse seriamente dificultado. Asimismo,
debiera tratar de evitarse caer en la tentación de obviar todo tipo de aprendizaje
organizacional institucionalizado culpando a la celeridad de los cambios en el tiempo,
o a no contar con tiempo para esta tarea. Esto lleva a un manejo cada vez
más intuitivo, y en consecuencia, cada vez más alejado de la administración en tanto
disciplina de estudio y práctica racional y reflexiva. La intuición es una importantísima
herramienta para todos los puestos, en particular los de conducción. No obstante ella,
debe desarrollarse a partir de la reflexión consciente de los hechos y experiencias.
Después de todo, una buena teoría debiera surgir justamente de
muchas experiencias, no sólo la de algún "gurú" o iluminado, sino de
múltiples experiencias sistematizadas y probadas en la práctica.
Relacionado con lo anterior, una tercera ventaja se asocia con la mitigación de la
dependencia de la organización de pocas personas. Un buen diseño dará continuidad
a la organización, más allá de la sustitución de los miembros que la integren.
Un diseño efectivo será aquel que logre la coherencia (racionalidad) entre sus
componentes y que no cambie algún elemento sin evaluar las consecuencias en los
otros. Este es un aporte central del llamado "Enfoque Sistémico".
Por otra parte, un diseño efectivo será el más adecuado para determinadas
circunstancias, dependiendo de ciertos "factores contingentes". Este es uno de los
aportes centrales del "Enfoque Contingente".
La estructura organizativa
Es la forma que adopta la organización al definir y articular los cargos, funciones,
relaciones y niveles de autoridad y responsabilidad requeridos para dar cumplimiento
a los fines del municipio. Dicha forma debe ser dinámica y con la habilidad de
reconfigurarse de acuerdo a las diferentes circunstancias.
La estructura determina el marco en el que se desenvuelve la organización, de
acuerdo con el cual las tareas son divididas, agrupadas, coordinadas y controladas
para el logro de objetivos. Desde un punto de vista más amplio, comprende tanto la
estructura formal (que incluye todo lo que está previsto en la organización), como la
estructura informal (que surge de la interacción entre los miembros de la organización
y con el medio externo a ella) dando lugar a la estructura real de la organización. Kast
y Rosenzweig(2)consideran la estructura como el patrón establecido de relaciones
entre los componentes o partes de la organización.
Cabe señalar que dentro de la administración pública es muy frecuente hablar de la
estructura o del organigrama como si fueran una misma cosa. Tampoco la estructura
es la organización, sino que es una particular disposición de los elementos integrantes
de una organización para el logro de sus objetivos. En los próximos capítulos
iremos explicando por qué decimos que el organigrama es una forma de visualizar la
estructura, al tiempo que explicaremos con mayor detalle estos conceptos.
Funciones
Entenderemos por funciones al enunciado genérico de acciones asignadas a una
unidad organizativa en tanto que órgano jurídico(4). La función se expresa con uno o
más verbos en infinitivo, excluyendo la definición detallada de las tareas implicadas.
La cumbre estratégica está compuesta por aquellos miembros que asumen la
responsabilidad general del manejo de la organización y todos aquellos que
suministran apoyo directo. La cumbre estratégica tiene una perspectiva amplia y
abstracta de la organización. El trabajo a este nivel se caracteriza por un mínimo de
repetición y estandarización, considerable discreción y ciclos relativamente largos de
tomas de decisiones. El ajuste mutuo es el mecanismo coordinador preferido entre los
miembros de la misma cumbre estratégica. Sus funciones centrales son:
a) Formular y asegurar el cumplimiento de la manera más efectiva posible de la
misión de la organización.
b) Satisfacer las necesidades y/o exigencias de quienes controlan o
ejercen influencia sobre la organización. (Consejo Deliberante, organismos
provinciales de control, ciudadanía en general).
c) Diseñar la estrategia global del municipio.
d) Administrar las relaciones con el entorno (comunidad, proveedores, sindicatos,
ONG, autoridades provinciales, nacionales, etc.).
La línea media está conformada por aquellos funcionarios que dependen directa
o indirectamente del ápice estratégico (a través del proceso escalar), entre los que
se incluyen los supervisores de primera línea. Su rol principal es servir de nexo entre
el ápice estratégico (que fija la estrategia, las políticas y demás directivas generales)
con el núcleo operativo, que es quien ejecuta materialmente las acciones planificadas
(prestación de servicios o producción de bienes). Si bien el enfoque clásico que
separa las actividades de concepción y ejecución se pretende superado desde hace
varias décadas por técnicas tales como la Planificación Estratégica (cuando es de
carácter participativo) o el empowerment, lo cierto es que para la realidad salarial y
socio-cultural bonaerense, es más adecuado el esquema presentado por H.
Mintzberg.
Otras de sus funciones son la coordinación de actividades con otras áreas y
la interacción con el entorno, en el cual se obtienen los insumos, que luego de un
proceso serán transformados en los bienes y servicios que presta el municipio.
La tecnoestructura incluye a los analistas que se ocupan de planificar y controlar
formalmente el trabajo de otros. Este rol no se funda en la autoridad jerárquica, sino
que se ejerce fundamentalmente a través de las distintas modalidades de
estandarización. Por ejemplo, podemos distinguir analistas que estandarizan procesos
de trabajo, analistas de planificación y control, analistas presupuestarios, analistas de
puestos de trabajo, etcétera.
El staff de apoyo está formado por unidades especializadas en proporcionar ayuda
a la organización fuera del flujo de trabajo de las operaciones sustantivas. Por
ejemplo: un comedor, un servicio de correo interno, etc.
La ideología se refiere al conjunto de valores, tradiciones, prácticas, usos y
costumbres existentes en una organización. El concepto se asimila a lo que
otros autores denominan cultura organizacional.
Prestación de servicios
Constituyen el grueso de las actividades estatales, en los tres niveles de gobierno,
y consisten en la provisión de determinados bienes de carácter inmaterial (llamados
servicios). Entre los más comunes podemos señalar los servicios médicos, la justicia
de faltas, alumbrado, barrido, limpieza, otorgamiento de licencias para conducir, etc.
Cabe señalar que, usualmente, la prestación de servicios implica algún soporte
material. No se entendería la atención de la salud sin el uso de los instrumentos
médicos necesarios a cada situación, como tampoco se entiende el barrido sin
elementos de limpieza, vehículos, etcétera.
Promoción de actividades
a) Consiste en el sostenimiento y fomento de determinadas actividades de carácter
privado definidas por el Estado como de interés general o estratégico. Ejemplo de
actividades fomentadas o promovidas por el Estado son habitualmente el turismo
local, algunos microemprendimientos con alguna ventaja comparativa, actividades
sociales, culturales, deportivas, radicados en el municipio.
Regulación y fiscalización de actividades
Consiste en el control de determinadas actividades privadas en base a una
normativa específica. Dicho control abarca usualmente actividades de habilitación y
fiscalización, tales como los controles sanitarios y bromatológicos. Se incluyen
asimismo la zonificación del municipio (según la normativa de cada jurisdicción),
categorizando las zonas de acuerdo con el uso que se dará a cada espacio territorial
(residencia, industrial, agrícola, etc.).
Producción de bienes
Consiste en la manufactura o transformación de insumos para la obtención de
bienes de consumo final o intermedio. En principio, estas actividades difícilmente
pueden ser desarrolladas por la administración central. Para desarrollar este tipo de
actividades puede crearse algún ente de carácter descentralizado o autárquico. Otra
modalidad, para casos de mayor nivel de complejidad y sofisticación, consiste en la
creación de empresas públicas(5)o cooperativas municipales.
Mecanismos de coordinación
H. Mintzberg(6)postula la existencia de seis mecanismos básicos de coordinación
que explican las maneras fundamentales en que se puede coordinar el trabajo.
Estos mecanismos coordinadores corresponden tanto a la coordinación del trabajo,
como a la comunicación y al control.
a. Ajuste mutuo: Logra la coordinación del trabajo por medio de la
comunicación informal. El control y el poder de coordinación recaen sobre quien
realiza las tareas. Es utilizado en las organizaciones más simples (dos personas
realizando un inventario) y en las organizaciones más complejas (equipo de
trabajo interdisciplinario)
b. Supervisión directa: Logra la coordinación al tener una persona que toma la
responsabilidad del trabajo de las otras, emitiendo instrucciones para ellas y
supervisando sus acciones.
Estandarización: La coordinación es lograda antes de comenzar el trabajo,
principal diferencia con los otros mecanismos coordinadores.
c. Estandarización de procesos de trabajo: Consiste en regular mediante normas
escritas los contenidos del trabajo (la secuencia de pasos para desarrollar las
actividades).
d. Estandarización de producción o de resultados: Consiste en un conjunto de
normas escritas que regulan el producto final de un trabajo o actividad.
e. Estandarización de destrezas o conocimientos: Consiste en preestablecer los
conocimientos o habilidades que debe poseer quien se incorpora al puesto.
f. Estandarización de las normas: Se refiere a los valores, usos y costumbres
establecidos en las organizaciones, usualmente incluidos en el concepto de cultura
organizacional.
Ahora bien, en determinadas circunstancias, cuando la complejidad de las
organizaciones es elevada, los mecanismos antes descriptos pueden
resultar insuficientes. El mismo autor propone otros mecanismos adicionales:
a. Puestos de enlace: Cuando se necesita un contacto considerable para coordinar
el trabajo de dos unidades, puede establecerse finalmente un puesto de "enlace" para
encauzar directamente a la comunicación sin tener que recurrir a las vías verticales.
Por lo tanto coordina dos unidades sin pertenecer a la línea jerárquica, por ende, sin
tener autoridad formal.
b. Directivo integrador: El directivo integrador coordina las actividades de varias
unidades teniendo autoridad formal sobre las cuestiones técnicas de cada unidad,
pero nunca dirige al personal de esas unidades.
c. Grupo de trabajo: Se trata de reunir a los componentes de diferentes unidades
con el fin de solucionar un problema concreto. En el momento en el que el problema
se ha resuelto, el grupo de trabajo se disuelve, es por lo tanto un grupo de trabajo
coyuntural.
d. Comité permanente: Es lo mismo que el grupo de trabajo pero que se establece
de manera permanente, no es coyuntural. Casi todas las organizaciones tienen
establecidas reuniones de trabajo entre miembros de distintos departamentos, de
forma mensual o incluso semanal se pueden reunir jefes de los distintos
departamentos funcionales con el fin de establecer las pautas de trabajo para ese
mes o para esa semana.
e. La estructura matricial: Es una organización que no ha renunciado a ninguna de
las dos bases de agrupación, es decir, es una organización agrupada tanto en base al
mercado como en base a la función.
La misión y visión
La idea de que las organizaciones tienen una misión refleja la concepción de que
son algo más que simples estructuras técnicas y administrativas. Son instituciones
que poseen personalidad y una meta. Formular la misión de una organización
equivale a enunciar su principal razón de existir. Es identificar la función que cumple
en la sociedad y, además, su carácter y filosofía básicos(9).
Una misión correctamente definida debe servir de guía para la elaboración de una
jerarquía de objetivos y para la acción en general. Sólo algunas acciones muy simples
pueden tener una perfecta racionalidad. La complejidad propia de las organizaciones
públicas hace muy dificultosa la elaboración de una planificación perfectamente
racional. Herbert Simon ha denominado a este fenómeno "racionalidad limitada".
Dado que es prácticamente imposible prever todas las situaciones y expresarlas con
palabras del lenguaje corriente en una planificación, siempre queda un margen para
la interpretación del funcionario. La misión lo ayuda a orientar la acción, en aquellos
aspectos no contemplados o ambiguos.
Los objetivos
Términos como metas, finalidades, fines, comportamiento teleológico y objetivos,
representan aproximadamente la misma cosa. Cada autor que se refiere a ellos da un
significado parcialmente distinto y parcialmente idéntico. Si rescatamos lo que estos
términos tienen de similar, podemos decir que todos ellos representan algo que nos
proponemos alcanzar a través de ciertos medios que tenemos a nuestra
disposición(10).
Jerarquía de objetivos
Los objetivos deben ser graduados según un orden de importancia, relevancia o
prioridad, en una jerarquía de objetivos, en función de su contribución relativa a la
organización como una totalidad.
La jerarquía de objetivos de una organización puede sufrir innumerables cambios,
ya sea en la ubicación relativa de los objetivos (cambio de prioridades) o en la
sustitución de ciertos objetivos por otros. Algunos objetivos pueden dificultar el
alcance de otros, mientras algunos otros pueden facilitarlo, provocando el efecto
sinérgico.
Esta jerarquía de objetivos sería relativamente fácil de establecer si las
organizaciones tuvieran una única misión, de la cual se derivaran los objetivos. Ahora
bien, usualmente la misión es más compleja y puede implicar una multiplicidad de
objetivos, no siempre perfectamente compatibles entre sí.
La determinación de objetivos abarcará desde los aspectos más globales y
utópicos hasta los aspectos más operativos y cotidianos. A los primeros usualmente
se los denomina misión o visión del organismo. Se refiere a los fines últimos que son
la razón de ser de la institución. A su vez, a través del proceso de planificación, estos
fines se van transformando en objetivos y metas, formando toda una red de objetivos,
ordenada jerárquicamente. En el caso de un municipio, la misión está dada por el
marco legal que rige tanto sus fines como los medios legítimos para su obtención;
mientras que la visión es la particular interpretación política que cada gestión de
gobierno hace la misión.
Agruparemos los objetivos en estratégicos y operativos. Los primeros son los que
se vinculan directamente con los fines últimos de la organización (misión, razón de ser
de la misma; visión, dónde queremos estar en el largo plazo y en qué medida se
habrá logrado la misión y con qué valores). Los objetivos operativos son de
carácter intermedio para el logro de los estratégicos. Son instrumentales y usualmente
funcionales a diversas estrategias. Por ejemplo, contar con un buen sistema de cobro
de tasas municipales es deseable para cualquier gestión municipal. Sin embargo, son
pocos los que le darían el carácter de estratégico por su magnitud y relevancia en el
presupuesto municipal.
Según R. Mayntz, como objetivos de la organización debe considerarse aquello
que guía las decisiones, las cuales están orientadas a conseguir algo tangible. Por lo
tanto, los objetivos reales pueden ser distintos a los que figuran formalmente en los
estatutos de la organización.
Distribuidos y clasificados de diferentes maneras, los objetivos constituyen las
metas que la administración espera lograr con la utilización de los diferentes recursos.
Diagnóstico
Un diagnóstico consiste en el análisis de una situación, una organización o una
persona en relación a un aspecto de interés. En nuestro caso, realizamos un
diagnóstico institucional (del municipio) y un análisis de situación (su
entorno inmediato y mediato).
El diagnóstico institucional procurará identificar las fortalezas y debilidades del
municipio, tanto en lo que respecta a la situación actual, como a su historia y
tendencias observables a futuro. Esta información, aunque pueda tener algún grado
de subjetividad, es normalmente más fácil de obtener, dado que las fuentes
de información son internas. La determinación de qué información y de qué manera se
archivará tiene que ver con los procesos y procedimientos, que si están
documentados, constituirán un aspecto de la formalización, de la que hablaremos más
adelante.
La otra parte fundamental de este diagnóstico es el análisis del entorno, en el cual
se procurará identificar las oportunidades y amenazas. Al igual que con las
cuestiones institucionales, se evaluarán tanto los aspectos estáticos como los
dinámicos. Este análisis externo es fundamental, pues es el que detectará las
demandas y necesidades de la comunidad. Es muy común que las organizaciones, y
en particular las burocracias estatales, sean criticadas por estar más centradas en sus
propias necesidades que en las de las comunidades a las que deben servir, perdiendo
de vista que su razón de ser es justamente el responder a estas demandas de la
comunidad. Esto significa que si el municipio no da a la comunidad las respuestas que
ésta está esperando, ella reaccionará de alguna manera. Esta reacción dependerá,
entre otras cosas, del grado de insatisfacción, de la madurez y capacidad de
organización política, etcétera.
Por otra parte, cabe señalar que la bibliografía marca una tendencia en cuanto a
que la legitimación de las administraciones públicas viene dada cada vez más por la
calidad de los servicios que presta a su comunidad.
La esencia del diagnóstico es determinar las condiciones iniciales, procurando
identificar aquellos aspectos que no se pueden modificar en el corto plazo,
tanto internos como externos. Según sean positivos o negativos, internos o externos,
se podrán agrupar en fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas.
Tesorería
— La Tesorería es el órgano encargado de la custodia de los fondos municipales,
los que serán recibidos por el tesorero, previa intervención de la Contaduría (art. 189).
— El tesorero deberá registrar diariamente en el libro de caja la totalidad de los
valores que reciba, clasificados según su origen y los depositará en las pertinentes
cuentas del banco, sin retenerlos en su poder más de veinticuatro horas, con la
salvedad correspondiente a días feriados (art. 190).
— Diariamente, con visación de la Contaduría, el Tesorero deberá presentar al
Departamento Ejecutivo un balance de ingresos y egresos, con determinación de los
saldos que mantenga en su poder (art. 193).
Oficina de Compras
Cada Municipalidad organizará una Oficina de Compras, cuyas funciones serán
reglamentadas por el Departamento Ejecutivo (art. 197). El jefe de la Oficina de
Compras, con asesoramiento de las reparticiones técnicas en los casos necesarios,
tendrá a su cargo y bajo su responsabilidad, el diligenciamiento de los suministros que
deban efectuarse a la municipalidad con arreglo a las normas establecidas para la
adquisición directa, el concurso de precios y las licitaciones públicas y privadas (art.
198). Es obligación del Jefe de Compras comprobar y certificar la efectiva recepción
de los artículos adquiridos por la municipalidad. Será personalmente responsable de
los perjuicios que se produzcan a consecuencia de los ingresos que certifique sin
estar fundado en la verdad de los hechos.
El intendente lo podrá autorizar, cuando el volumen de trabajo lo justifique, a
delegar dicha tarea en otros funcionarios, quienes asumirán la misma responsabilidad
establecida precedentemente (art. 199).
Organismos descentralizados:
"Tendrán por objeto la prestación de servicios públicos u otras finalidades que
determinen las ordenanzas de creación, debiendo ajustar su cometido a lo que
dispongan dichas ordenanzas y las reglamentaciones que dicte el Departamento
Ejecutivo" (art. 205). "La Dirección de los Organismos Descentralizados, como
administradora de bienes municipales, tendrá las obligaciones, deberes y derechos
que esta ley acuerde al Intendente y al Presidente del Concejo en sus respectivas
administraciones" (art. 216).
Formulación de la estrategia
No existe en nuestro país una fuerte tradición en materia de planificación, ni a nivel
nacional, provincial o municipal, más allá de algunos casos o períodos específicos que
no alcanzan para invalidar esta primera afirmación. No es objeto de este
trabajo indagar en las causas de esta situación. Simplemente partiremos de un dato
de la realidad. En consecuencia, difícilmente encontraremos planes o estrategias
documentadas o con un grado elevado de coherencia. Por otra parte, la estrategia
tampoco es un documento que permanece inalterado hasta el cumplimiento de los
objetivos. Normalmente las estrategias se van deduciendo de las decisiones que se
van tomando, en particular aquellas que no son reversibles en el corto plazo. De ahí la
importancia de pensar estratégicamente en todo momento, y no sólo en
alguna instancia de planificación. La coherencia en las decisiones tomadas, se
proyectará sobre la estrategia, la cual nunca podrá ser más coherente que las
decisiones que se han tomado. En la medida que estas decisiones se refieran a las
cuestiones identificadas como relevantes, serán las que darán forma a la estrategia.
Muchas veces, estas estrategias pueden ser muy intuitivas. Sin embargo, la
complejidad actual de las administraciones municipales, hacen conveniente y
recomendable el uso de instancias formales de planificación que puedan tener un
tratamiento sistemático, más allá de la intuición, siempre limitada, de algunos
funcionarios, por más capaces que éstos puedan ser.
Cuando no existe una planificación debidamente documentada (formalizada),
puede ser de utilidad la plataforma electoral y demás discursos y documentos de
campaña. De ellos a veces es posible inferir alguna idea acerca de las prioridades o
estrategias implícitas. A los efectos de diseñar una estructura, habrá que
hacer explícita esta estratégica.
Hemos definido a la estrategia como el aspecto más global de la planificación. Esto
es, la definición de las variables más importantes que afectarán el comportamiento de
la organización y tendrán un impacto duradero en el tiempo.
Habiendo definido la misión, los objetivos y metas correspondientes, y teniendo en
cuenta el diagnóstico (interno y externo), se procede a establecer las vías a través de
las cuales se pretende alcanzar los objetivos. La formulación inicial de objetivos
deberá ahora contrastarse con las posibilidades y restricciones que surgen del
diagnóstico, y hacer las correcciones que sean necesarias.
Para Miles y Snow el reto de la estrategia consiste en adaptar la organización a su
ambiente en forma exitosa. Para ello se requiere resolver tres clases de
problemas: empresariales, los que se refieren a la determinación de la misión y
objetivos que perseguirá la organización; los ingenieriles, referidos a las cuestiones
técnicas necesarias para la ejecución de las operaciones (prestación de servicios y/o
producción de bienes); y los administrativos, a las cuestiones de diseño de la
organización y sus sistemas administrativos. La resolución de estas tres clases de
problemas está interrelacionada. Ello implica, por ejemplo, que la determinación de la
misión (definición de carácter político) debe ser coherente con las tecnologías
disponibles (problema ingenieril) y con las posibilidades y restricciones de la propia
organización, en función de su diseño organizativo y sus sistemas administrativos.
Está claro que la resolución de cada una de estas tres clases de problemas puede
implicar distintos grados de dificultad. No obstante, lo que siempre debe procurarse es
la coherencia entre las tres clases de respuesta que se den. Al igual que el diseño
organizacional, en la definición de una estrategia también intervienen
elementos intuitivos y artesanales. En consecuencia, no existe una receta de carácter
absoluta. El objetivo es buscar la mejor combinación de variables, con un enfoque
sistémico.
En base a la forma en que las organizaciones resuelven estas tres clases de
problemas, estos autores identifican cuatro tipos estratégicos: defensivo, prospectivo,
analizador y reactivo. Adaptaremos estas clasificaciones al sector público, dado han
sido pensadas inicialmente para ser aplicadas a organizaciones comerciales que
compiten en el mercado. Cabe señalar que las distintas áreas de la organización
podrán optar por diferentes estrategias, de acuerdo a su particular situación, aunque
guardando siempre la coherencia global.
Teniendo en cuentas la forma en que resuelven estas tres clases de problemas,
clasificaremos a las organizaciones (o sectores de ellas) en(13):
Defensiva
Procura mejorar la eficiencia operativa a través de la mejora continua.
Este tipo de organización es recomendable para organizaciones maduras, que
cuentan con un entorno relativamente estable, y que conozcan adecuadamente a su
población objetivo.
Su sistema técnico estará bastante estandarizado y, en general, tendrá las
características que hemos asociado con la burocratización, en particular alto grado de
formalización y de especialización, planificaciones más estructuradas, etc. Los
mecanismos de coordinación serán preferentemente las distintas modalidades de
estandarización. Su cultura organizacional será más bien conservadora, valorando las
tradiciones, costumbres y las buenas prácticas exitosas del pasado. La centralización
favorecerá la unidad de dirección a medida que crece el tamaño de la organización.
Puede entrar en crisis ante cambios abruptos e inesperados del entorno.
Prospectiva
Procura explotar nuevas oportunidades, identificar nuevas demandas, asumiendo
riesgos. Sus habilidades se orientan a la satisfacción de las demandas de la población
ofreciendo una amplia gama de servicios, resolviendo sus problemas con creatividad.
Dan prioridad a la creación de nuevos servicios para nuevos segmentos de la
población, para lo cual se apoyan en la investigación.
Su organización responderá a lo que hemos asociado con la adhocracia. Esto es,
bajos niveles de formalización, planificaciones poco detalladas, grupos de trabajo ad
hoc, descentralización (en particular para las áreas creativas y de investigación).
Este tipo de organización es recomendable para aquellas organizaciones que
operan en ambientes cambiantes e imprevisibles.
Analizadora
Procura identificar nuevas demandas, pero sin asumir riesgos excesivos. Atiende a
grupos poblacionales específicos, brindando servicios limitados cuidando su calidad.
Es una alternativa intermedia entre la organización defensiva y la prospectiva.
Procura prestar buenos servicios a costos razonables, sin descuidar el desarrollo de
nuevos servicios.
En consecuencia, su organización tendrá sectores relativamente más
burocratizados (ya sea para atender a la actual demanda o para actividades de
planificación o de servicios de apoyo interno) y sectores más adhocráticos (orientados
a la búsqueda de nuevas soluciones en cuestiones socialmente problematizadas).
Reactiva
No cuentan con una estrategia ni una estructura clara y definida.
La imprevisibilidad del entorno las llevará a tener que responder rápidamente a las
nuevas y cambiantes demandas de la población.
Su organización interna favorecerá la flexibilidad y la capacidad de adaptación.
Tendrá poca formalización, estará poco estructurada y más bien descentralizada.
Priorizará la efectividad (alcanzar los objetivos) sobre la eficiencia (relación
beneficio/recursos).
Están en riesgo permanente de desaparecer ante la imposibilidad de responder en
tiempo y forma a las necesidades de la población.
Implementación de la estrategia
Implica la reestructuración y reorganización de actividades internas, de tal manera
que se estimulen los esfuerzos para el logro de los objetivos perseguidos. La
formulación correcta de estrategias no garantiza su ejecución acertada.
La formulación de estrategias requiere de buenas destrezas
conceptuales, integradoras y analíticas, y para la ejecución necesita habilidades
específicas respecto de la motivación y administración del personal. La formulación
ocurre primordialmente en los niveles altos de la organización, mientras que la
ejecución incluye a todos los niveles jerárquicos. La formulación demanda
coordinación entre pocos individuos; en cambio, la ejecución requiere coordinación
entre muchos. Siempre ha sido más difícil hacer algo (ejecución), que decir lo que se
va a hacer (formulación).
Para la implementación de la estrategia es necesario que los niveles superiores de
la organización participen en forma temprana y directa en el proceso de formulación
de estrategias. Al fijarse los objetivos y estrategias, es importante que
tales autoridades informen claramente el porqué de los mismos, buscando generar el
compromiso de los niveles medios y operativos y brindando el espacio suficiente de
participación.
Cada propuesta o idea debe transformarse en un proyecto. Estos proyectos deben
ser priorizados y designarse a un responsable con una fecha de inicio y de
finalización, un presupuesto y un seguimiento periódico.
La resistencia al cambio significa la mayor amenaza a la exitosa ejecución de
estrategias, donde la ejecución es básicamente un proceso de cambio. La resistencia,
que puede tomar diversas formas, como el ausentismo, la falta de cooperación, o la
presentación de quejas infundadas, ocurre con frecuencia en las organizaciones. La
gente se resiste a menudo a aceptar la ejecución de estrategias por falta de
comprensión de lo que sucede y de las razones de los cambios. En casos como éste,
es posible que los empleados simplemente requieran información exacta.
Algunos de los temores que pueden originar resistencia al cambio son:
— Tener que trabajar más.
— Que se ponga en evidencia la ineficacia previa a la propuesta de cambio.
— Ser despedido.
— La incompetencia ante la nueva situación.
— La pérdida de poder e influencia.
— La baja tolerancia individual a los cambios.
— La pérdida de ventajas adquiridas.
— La pérdida de estatus.
— Alejarse de un lugar determinado.
— La mala interpretación del cambio o de sus implicancias.
— La creencia de que el cambio no tiene sentido, entre otras.
Otras razones que generan resistencia a los cambios tienen que ver con:
— Una propuesta de cambio poco clara.
— La falta de credibilidad en los agentes de cambio.
— La incompatibilidad entre los objetivos y las metas personales.
— Determinados intereses en juego.
— Un costo del cambio muy alto.
— Que la gratificación no es la adecuada.
— Los destinatarios:
o no ven la necesidad
o no están implicados
o creen que el cambio los perjudicará
— Las personas claves no parecen abogar por el cambio.
— Un ritmo demasiado lento o rápido, etcétera.
¿Cómo enfrentar estas resistencias?
1. Con liderazgo, cambio de expectativas y nuevos objetivos.
2. Comunicación explícita e implícita.
3. Participación.
4. Ejemplos, nuevos modelos de referencia,
5. Éxito rápido.
6. Estímulos extrínsecos (al puesto).
7. Estímulos intrínsecos y empowering. El empowering consiste en que las
decisiones se tomen en el nivel más bajo posible.
8. Coerción.
Macroestructura municipal
En la medida en que las funciones de un municipio son pocas, su actividad
administrativa puede ser desarrollada centralizadamente. De esta manera, se asegura
la unidad de criterio y dirección. Ahora bien, a medida que el municipio se va haciendo
más complejo, ya sea por tener que asumir nuevas funciones, ante el incremento
demográfico, por el avance tecnológico o por cualquier otro motivo, la propia
organización municipal también se va complejizando. Para tales casos, la doctrina y la
legislación nacional, provincial y municipal contemplan distintas formas de
organización.
Administración central
Centralización importa reunir varias materias en un centro común, e implica
necesariamente "dependencia" de un poder central.
Los órganos que integran la administración guardan entre sí una relación piramidal:
convergen hacia un jerarca único, que reúne toda la autoridad y todo el gobierno, y
con quien se enlazan los demás órganos del sistema.
Desconcentración o descentralización burocrática
Hay desconcentración cuando la ley confiere regular y permanentemente
atribuciones a órganos inferiores dentro de la misma organización de una entidad
pública. Por ejemplo, son órganos desconcentrados de un municipio las distintas
secretarías y direcciones de un municipio.
Descentralización o autarquía
Tiene lugar cuando se confieren atribuciones administrativas o competencias
públicas en forma regular y permanente a entidades dotadas de personalidad jurídica,
que actúan en nombre y cuenta propios, bajo control del Poder Ejecutivo. Ello significa
que estos organismos cuentan con un patrimonio, el cual le permite el cumplimiento
de sus fines y que cuentan con una asignación de recursos establecidos en la norma
de creación. Podemos citar, a modo de ejemplo al Ente Descentralizado de Control
Municipal, de Río Cuarto, Córdoba. El mismo fue creado por la ordenanza 344/2005.
Su objeto es "objeto es el de consolidar la presencia del Estado Municipal en la vía
pública, promover mejores condiciones de seguridad y de convivencia urbana a través
de la prevención, la educación, el control y la vigilancia del cumplimiento de las
ordenanzas y decretos referidos a la organización de la seguridad, el tránsito
vehicular, el transporte, los espectáculos públicos, la bromatología y zoonosis y el
control integral del medio ambiente; pudiendo, además, efectuar el control de gestión
de los servicios descentralizados que se le asignen por ordenanza".
Cooperativas
"Las cooperativas son entidades fundadas en el esfuerzo propio y la ayuda mutua
para organizar y prestar servicios, que reúnen los siguientes caracteres:
1º. Tienen capital variable y duración ilimitada.
2º. No ponen límite estatutario al número de asociados ni al capital.
3º. Conceden un solo voto a cada asociado, cualquiera sea el número de sus
cuotas sociales y no otorgan ventaja ni privilegio alguno a los iniciadores, fundadores
y consejeros, ni preferencia a parte alguna del capital.
4º. Reconocen un interés limitado a las cuotas sociales, si el estatuto autoriza
aplicar excedentes a alguna retribución al capital.
5º. Cuentan con un número mínimo de diez asociados, salvo las excepciones
que expresamente admitiera la autoridad de aplicación y lo previsto para las
cooperativas de grado superior.
6º. Distribuyen los excedentes en proporción al uso de los servicios sociales, de
conformidad con las disposiciones de esta ley, sin perjuicio de lo establecido por el
artículo 42 para las cooperativas o secciones de crédito.
7º. No tienen como fin principal ni accesorio la propaganda de ideas políticas,
religiosas, de nacionalidad, región o raza, ni imponen condiciones de admisión
vinculadas con ellas.
8º. Fomentan la educación cooperativa.
9º. Prevén la integración cooperativa.
10. Prestan servicios a sus asociados y a no asociados en las condiciones que
para este último caso establezca la autoridad de aplicación y con sujeción a lo
dispuesto en el último párrafo del artículo 42.
11. Limitan la responsabilidad de los asociados al monto de las cuotas sociales
suscriptas.
12. Establecen la irrepartibilidad de las reservas sociales y el destino desinteresado
del sobrante patrimonial en casos de liquidación.
"Son sujeto de derecho con el alcance fijado en esta ley" (artículo 2 de la ley
nacional 20.733).
Por ejemplo, en el caso de la Provincia de Buenos Aires, "las cooperativas deberán
formarse con capital de la Municipalidad y aporte de los usuarios del servicio o de
la explotación a la cual se las destine" (art. 44, decreto-ley 6769/1958, LOM).
Sociedades
"Las Municipalidades podrán constituir sociedades anónimas con participación
estatal mayoritaria en los términos y con los alcances de los artículos 308 y siguientes
de la ley 19.550, a tal fin el departamento ejecutivo tendrá la iniciativa remitiendo al
Honorable Concejo Deliberante para su aprobación la ordenanza respectiva la que
determinará:
a) El objeto principal de la sociedad y el capital social.
b) La autorización al Poder(14)Ejecutivo para efectuar aportes de capital.
c) Establecer los diversos tipos de acciones con voto simple o plural con derechos
preferentes a dividendos de conformidad con la legislación vigente.
d) Determinar el procedimiento a través del cual se invitará al capital privado a
participar aportando el capital.
e) Todo proceso de transferencia inmobiliario y/o de capital accionario al sector
privado sólo podrá iniciarse mediante procedimiento de valuación que preserve el
patrimonio público.
Texto incorporado al artículo 45, decreto-ley 6769/1958 por la ley 12.929".
Elaboración de la estructura
Habiendo definido en los conceptos centrales en relación al diseño organizacional,
y habiendo establecido los lineamientos estratégicos globales, procederemos
a explicitar cuáles son los temas centrales en materia estructural que requieren de
definiciones expresas, procurando la coherencia con ellos.
El diseño o elaboración de una estructura implica, entre otras cuestiones en la
asignación de valores a las variables o parámetros que se citan a continuación:
a. Grado en que se modifica la situación existente: Se define a partir de un análisis
FODA o similar, contemplando tanto los aspectos internos como los externos al
municipio, estos últimos son los que están más vinculados a la misión del organismo.
b. Departamentalización: determina la especialización por materia o temática.
Su inclusión o no, y la jerarquía que se le asigna al responsable será una medida o
señal clave acerca de la importancia de un tema o cuestión socialmente
problematizada para el municipio.
c. Establecimiento de las jerarquías: unido estrechamente a la
departamentalización, ordena, prioriza y asigna responsabilidades a las distintas
actividades desarrolladas por el municipio. La cantidad de niveles jerárquicos afectará
la distancia entre los problemas que puedan surgir y quién está facultado para decidir
y resolverlos.
d. Grados de centralización-descentralización: al igual que la jerarquía, podrán
acercar o alejar al decisor de los problemas estratégicos.
e. Formalización: la informalidad impide los controles y dificulta el ejercicio de los
derechos, tanto para empleados como para la comunidad en general. Por el contrario,
demasiada formalidad (papeleo) también puede afectar la calidad percibida de los
servicios prestados por el municipio.
f. Sistema socio-técnico de la organización: influye sobre los aspectos informales,
el clima laboral, la carrera administrativa. La incorporación de nuevas tecnologías
permite realizar importantes cambios en términos de calidad. Como contrapartida,
estos cambios pueden afectar profundamente la forma en que las tareas son
ejecutadas.
g. Configuración: es la forma y características distintivas que adopta la estructura
de la organización de acuerdo con las otras decisiones estratégicas en materia de
diseño.
El cambio
Rodolfo Biasca, en su libro Resizing, describe las etapas y el proceso de cambio
de la siguiente manera:
Todo cambio, sin importar su magnitud, implica al menos dos etapas:
1. Diagnóstico, en la que se trata de encontrar:
a. Qué está realmente sucediendo.
b. Qué podría suceder en el futuro si no se hace un esfuerzo de cambio.
c. Qué quisiera hacer idealmente la gente en esta situación.
d. Cuáles son las restricciones para pasar de lo actual a lo ideal.
2. La implementación, que traduce el diagnóstico en objetivos de cambio.
Para esta segunda etapa de implementación, este autor plantea tres fases en el
proceso de cambio, siguiendo a Kurt Lewin:
1. Descongelamiento: El objetivo es motivar y preparar a los individuos o grupos a
cambiar, haciéndoles ver la necesidad del cambio. De acuerdo con E. Schein, el
proceso debe ser drástico: hay que cuestionar las viejas costumbres y procedimientos
ofreciendo nuevas alternativas.
2. Cambio: Una vez que la motivación existe, el proceso de cambio puede
realizarse de acuerdo con dos mecanismos: identificación (se tratan de copiar
modelos existentes en el medio) e internalización (aprendizaje de nuevos
comportamientos).
3. Nuevo congelamiento: El nuevo comportamiento pasa a ser parte de la
personalidad del individuo. Uno de los problemas es evitar que el nuevo
comportamiento no se extinga en el tiempo. Por eso se establecen actividades de
refuerzo, las que pueden ser continuas o intermitentes.
Departamentalización
La departamentalización es el proceso por el cual se agrupan ciertas actividades
en determinados sectores, a los efectos de cumplir con los fines y objetivos de la
organización. Cuando pensamos en todas las tareas y actividades que se desarrollan
en una organización, que bien puede ser un municipio, intuitivamente y más allá de la
formación teórica, nos damos cuenta de la multiplicidad de tareas, y de su variable
complejidad. Algunas de ellas pueden ser ejecutadas por un operario con algún oficio
en particular, otras requieren de una formación académica determinada, en tanto que
otras pueden ser bien desarrolladas por un empleado con un secundario completo.
Ahora bien, sería muy caótico que todos los empleados ejecutaran sus tareas
aisladamente. Una de las finalidades de la departamentalización es la integración y
coordinación del accionar de todos, de manera de lograr un comportamiento
organizacional coherente, hacia adentro y hacia fuera. Este agrupamiento de
puestos individuales de trabajo debe tener cierta homogeneidad, de modo que se
faciliten las comunicaciones, el control, la supervisión y la ejecución misma de las
tareas. La definición del agrupamiento implica resolver al menos las siguientes
cuestiones en el diseño de la estructura organizativa: según qué categorías o criterios
agrupamos los puestos y cuántos puestos compondrán cada unidad organizativa
(departamento). Estas cuestiones se denominan agrupamiento de unidades o
departamentalización, en tanto que la segunda se refiere al tamaño de la unidad.
La necesidad de formar departamentos se manifiesta a medida que crece la
organización y se incorporan nuevas actividades y objetivos.
La transformación de estas actividades y objetivos en puestos de trabajo puede
originar nuevas unidades administrativas, las que pueden recibir distintas
denominaciones tales como: secretarías, direcciones, divisiones, departamentos, etc.
Independientemente de la denominación de cada sector, lo que estamos haciendo es
departamentalizar actividades. Naturalmente, cada una de estas unidades deberá
estar orientada hacia el cumplimiento de los objetivos, los cuales lógicamente deberán
guardar coherencia con los fines de la organización. Varios autores han llamado la
atención sobre el crecimiento desmedido de las burocracias. En estos casos, es
frecuente que se dé un proceso de desplazamiento de objetivos. Tal desplazamiento
cambia el foco de atención desde la comunidad hacia los miembros de la propia
organización, la cual se transforma en un fin en sí misma.
Lamentablemente no existe una mejor forma para departamentalizar. No obstante,
en la práctica se observan dos grupos de criterios o modalidades: funcional o por
mercados. El primer grupo incluye a los criterios que priorizan la ejecución de los
procesos dentro de un área determinada, con la finalidad de aprovechar las
especializaciones profesionales y las interdependencias en el flujo de trabajo. La
estructura funcional es más indicada para circunstancias estables y de poco cambio
que demanden el desempeño constante de tareas rutinarias. Este criterio de
departamentalización requiere que la organización funcione como un todo. La
supresión de un área o función pone en riesgo la organización, de la misma manera
que la extirpación de un órgano lo puede hacer con un individuo.
Los criterios funcionales son: por funciones, por procesos, etcétera.
Por otra parte, el criterio de mercado busca priorizar al destinatario de los
productos o servicios de la organización. En tal sentido, se pueden incluir dentro de
este criterio las departamentalizaciones por área geográfica, por beneficiario, por
producto o servicio, etc. Cabe señalar que a diferencia del criterio funcional, bajo esta
modalidad, la supresión de un área no implica mayores efectos negativos, más allá de
la posible pérdida de ciertas economías de escala o sinergias que pudieran existir.
Al momento de elegir alguno de los criterios de departamentalización, siguiendo a
H. Mintzberg, diremos que habrá que tener en cuenta las siguientes consideraciones:
1. Interdependencia en el flujo de trabajo: Se refiere al agrupamiento de los
puestos de manera que la unidad organizativa realice una tarea completa, de modo
que el resultado de su actividad sea un producto o servicio completo.
2. Interdependencias de los procesos: Cada parte se especializa en una fase o
etapa de la secuencia productiva.
3. Interdependencias de escala: Se consideran los aspectos económicos para el
agrupamiento de las unidades, teniendo en cuenta los costos fijos de crear y sostener
determinadas estructuras, como así también el efecto sinérgico de agrupar otras.
4. Interdependencias sociales: Se refiere a tener en cuenta las cuestiones
personales o de necesidad social, las cuales pueden ser estrictamente personales,
gremiales, profesionales, o cualquiera de las múltiples formas en que se agrupa la
gente informalmente.
A modo de ejemplo, citaremos el caso del Municipio de Río Cuarto, Córdoba.
Puede observarse que el primer nivel jerárquico (Secretarías) ha sido
departamentalizado funcionalmente, con Secretarías que claramente prestan servicios
funcionales para todo el Municipio, como ser Planificación, Intendencia, Economía y
Relaciones Institucionales; en tanto que la función de "producción o servicios" estaría
dada por las Secretarías de Desarrollo Urbano, Desarrollo Social y Desarrollo
Humano, estando a su vez ésta última, departamentalizada por el criterio de
"mercados". En particular, se prestan diversos servicios: educación, cultura, deportes,
salud, los cuales sirven a beneficiarios (o mercados) diferentes y en principio con
cierta independencia entre sí. El hecho de que ciertos individuos puedan ser
beneficiarios de varios de estos servicios no invalida el hecho que éstos puedan ser
prestados o suprimidos sin afectarse entre sí, esto es, la supresión del servicio en
salud no afecta directamente la prestación del servicio deportes.
Puede verificarse que en las departamentalizaciones de carácter funcional, la
desaparición de un área afecta inmediatamente el funcionamiento de la organización
como un todo. Por ejemplo, la desaparición de la Secretaría de Economía, implicaría
la no atención a la actividad económico-financiera de la Comuna, y en consecuencia
esto no podría funcionar. Por el contrario, en el ejemplo presentado, referido a la
Secretaría de Desarrollo Humano, los diferentes servicios a su cargo no se vinculan
directa e inmediatamente como lo hacen en las áreas funcionales. Aunque
es innegable el efecto del deporte sobre la salud, desde un punto de vista de la
organización, ambos servicios pueden funcionar o ser suprimidos sin una
significativa influencia recíproca, sin perjuicio de las actividades de coordinación que
debieran tener en tanto que partes de un mismo municipio.
Grado de centralización-descentralización
Hablamos de centralización cuando la totalidad de las decisiones se hallan en un
punto determinado. Por el contrario, hablamos de descentralización cuando las
facultades decisorias se hallan distribuidas en varios puntos de la organización. Estas
son en abstracto dos puntos extremos. En los hechos, una centralización absoluta
sólo es posible en pequeñas organizaciones. En organizaciones más grandes que un
comercio (con un dueño y algunos empleados) ya no es posible hablar de
centralización en términos absolutos, sino de grados de centralización o
descentralización. Estos grados, son difíciles de establecer a partir de alguna unidad
de medida. No obstante, comparativamente, sí podemos hablar en forma objetiva de
estructuras más o menos centralizadas o descentralizadas. Cuando la mayor parte de
las decisiones relevantes se toman en los niveles jerárquicos superiores, decimos que
la estructura tiende a la centralización, mientras que por el contrario, cuando estas
decisiones se van delegando a los niveles inferiores (teniendo a veces impacto
territorial), decimos que la estructura tiende a la descentralización.
Cabe señalar que las muchas decisiones que se toman en las organizaciones rara
vez se delegan en la misma medida. Ello dependerá de la voluntad y capacidad de
mantener centralizadas determinadas decisiones, como también de cuestiones
estrictamente personales.
Asimismo, habrá que evaluar qué lugar se le dará a los asesores, quienes contarán
con este servicio, como así también qué lugar tendrán los analistas de la
tecnoestructura, que de muchas maneras afectan la forma en la que las tareas son
realizadas, básicamente a partir de la estandarización de procedimientos o acciones
de planificación y control.
Ventajas de la centralización
1. Las decisiones son tomadas por funcionarios que poseen una visión global del
municipio, y por ende son más consistentes entre sí.
2. Quienes toman decisiones y están situados en altas posiciones están
generalmente mejor entrenados que quienes están en los niveles más bajos.
3. Elimina la duplicidad de esfuerzos y reduce los costos operacionales de
descentralización (economías de escala).
4. Ciertas funciones —como compras— logran una mayor especialización
y aumento de habilidades.
Desventajas de la centralización
1. Las decisiones son tomadas por administradores que están lejos de los hechos.
2. Quienes toman decisiones, situados en la cima, raramente tienen contacto con
las personas y situaciones involucradas.
3. Los administradores situados en niveles inferiores están distanciados de los
objetivos globales.
4. Las líneas de comunicación más distanciadas ocasionan demoras y un mayor
costo operacional.
5. Al haber muchas personas involucradas, crece la posibilidad de que haya
distorsiones y errores personales en proceso.
Ventajas de la descentralización
1. Las decisiones se toman más rápidamente por los propios ejecutores de la
acción.
2. Quienes toman las decisiones son los que tienen más información sobre ella.
3. Una mayor participación en el proceso decisorio promueve una alta moral y
motivación entre los administradores intermedios.
4. Proporciona excelente entrenamiento a los funcionarios intermedios.
Desventajas de la descentralización
1. Puede presentarse falta de información y coordinación entre los
departamentos involucrados.
2. Mayor costo por la exigencia de mejor selección y entrenamiento de los
administradores intermedios.
3. Riesgo de subjetividad: los funcionarios pueden defender más los objetivos
departamentales que los globales del municipio.
4. Las políticas y los procedimientos pueden variar enormemente en los diversos
departamentos.
Formalización
Se refiere a la manera en que las organizaciones restringen la libertad de criterio
de sus miembros, obviamente en relación a las decisiones sobre cuestiones laborales.
Ello se realiza habitualmente a través de la estandarización de los procesos de trabajo
y la documentación sistemática de las conductas prescriptas en los manuales de
organización. El objetivo de la formalización del comportamiento es reducir su
variabilidad, predecirlo y controlarlo, de manera de adecuarlo al cumplimiento de los
fines de la organización.
Aquellas organizaciones que hacen un uso extendido de la formalización son las
llamadas burocracias. Por contraposición, las llamadas unidades u organizaciones
adhocráticas están escasamente formalizadas y utilizan otros mecanismos para
coordinar su accionar.
Cabe señalar que la formalización del comportamiento no puede ser uniforme en
todas las partes de la organización. En general, cuanto más estable y repetitivo es el
trabajo, más programado es y más burocrática la parte que lo realiza.
Ahora bien, algunos autores se han preguntado por qué motivos las personas
aceptan que sus conductas sean guiadas por otros, en qué medida y bajo qué
circunstancias esto ocurre. Ello nos lleva al concepto de autoridad.
A los efectos de este trabajo, diremos que la autoridad es el derecho a demandar
obediencia por parte de algunos miembros de la organización, y la obligación de otros
a acatar estas directivas. Estos derechos y obligaciones se hallan legitimados por un
amplio conjunto normativo, también de carácter jerárquico. Por ejemplo, el
seguimiento de un procedimiento determinado para un trámite pudo haber sido
sancionado por el Jefe de Compras. Para que ello fuera posible, alguna otra norma
debe haber establecido que tal jefatura tiene competencia para realizar tal acción. A
su vez, este procedimiento interno deberá respetar, entre otras normas, las leyes de
contabilidad y de procedimiento, como marcos más generales. En la medida en que
esta coherencia normativa exista, los agentes y particulares que intervengan en un
procedimiento particular de compra deberán cumplir con lo requerido por el Jefe de
Compras. Tales requerimientos siempre deberán tener fundamento en alguna
normativa, lo cual da legitimidad a su accionar. Por el contrario, un pedido o accionar
"arbitrario", no encuadrado en ninguna normativa, difícilmente lo podamos calificar
como legítimo, lo que puede acarrear sanciones.
Sistema técnico
Es un elemento central que da forma y condiciona la organización del núcleo
operativo, que es el encargado de ejecutar materialmente la prestación de servicios
y/o la producción de bienes, incluyendo procesos, métodos y técnicas diversas. Debe
ser diferenciado de la tecnología, que se refiere a los instrumentos que utiliza el
núcleo operativo para producir los productos o servicios. Este sistema técnico puede
ser analizado a partir de ciertas variables, a saber: regulación, sofisticación
y automatización. Mintzberg(15)formula una hipótesis para cada uno de estos aspectos:
Regulación: es el grado en el que la tecnología condiciona la forma de trabajar del
operario (la regulación le resta autonomía). Cuanto más regulador sea el sistema
técnico, más formalizado será el trabajo y más burocrática será la estructura del
núcleo operativo.
Sofisticación: es el grado de dificultad en la comprensión de la tecnología en sí
misma. Una mayor sofisticación implica: mayor necesidad de profesionalización para
usar la tecnología, mayor descentralización y menor formalización.
Automatización: la automatización del núcleo operativo transforma la estructura
administrativa burocrática en una estructura orgánica. Ello se debe básicamente a que
las funciones mecánicas dejan de ser mano de obra intensiva, para pasar a ser
capital intensivo, por la introducción de maquinarias o herramientas más sofisticadas.
Cabe señalar que, más allá de la enorme heterogeneidad en cuanto a las
características de los municipios de la República Argentina, en general, y como en
casi toda Administración Pública, sus servicios son básicamente de carácter
administrativo. En consecuencia, las tecnologías involucradas tendrán este carácter.
Por ejemplo, el elemento informático, más allá del grado de utilización de que se
haga, seguramente será de los más ampliamente utilizados en la inmensa mayoría de
los municipios del país. Este tipo de tecnología, según los casos puede o no tener un
carácter regulador. Son conocidos los casos en los cuales determinadas operaciones
no puede realizarse "porque el sistema no lo permite", independientemente de lo que
establezcan las normas o la voluntad política. A medida que los jóvenes que crecieron
con computadoras, los problemas de la sofisticación se van reduciendo. Al mismo
tiempo, muchas funciones que antiguamente se realizaba "a mano" van
siendo automatizadas a través de herramientas informáticas.
Muy distinto es el caso de las llamadas "tecnologías blandas o de gestión", en las
cuales la disparidad entre municipios sería mayor, estando muy afectada por los
valores y tradiciones de cada cultura organizacional. Aunque estos temas exceden
ampliamente los alcances de este capítulo, no se los puede dejar de considerar al
momento de rediseñar una estructura organizativa.
En tal sentido, y dada la estabilidad en el empleo público, lo más común es que
sea la calidad de la dotación de personal la que condiciona los distintos procesos de
modernización o introducción de nuevas tecnologías (duras y blandas). Es por ello
que la capacitación es una de las pocas herramientas disponibles para paliar esta
situación, atento a la precariedad de los planes de carrera y de desarrollo de personal.
Configuración
Una configuración está determinada por un conjunto de variables(16)características
que describen la estructura de la organización. Diversos autores han establecido
varias clasificaciones, en particular para las organizaciones del sector privado. En
general, estas diversas clasificaciones se pueden agrupar en dos grandes categorías:
mecánicas (o burocráticas) y orgánicas (o adhocráticas). A su vez, esta configuración
debe guardar correspondencia con la estrategia de la organización. Cabe señalar que
mientras que la configuración está determinada por variables endógenas de la
organización, la estructura combina variables endógenas y exógenas, motivo por el
cual se exige cierta coherencia que haga viable la estrategia y la consecución de los
objetivos.
— Centralización — Descentralización
A menudo informal.
A menudo con
General, con frecuencia responsabilidades no Con frecuencia Con frecuencia
a corto plazo. definidas rigurosamente. participativa. controles escasos o
ADHOCRACIA
Muchas situaciones no Con frecuencia con A menudo generales. A menudo
(Orgánica) orientados a los
quedan incluidas en los departamentalización por supervisión
planes de cualquier tipo. mercado. general. resultados.
A menudo
descentralizada.
I. EL CONCEPTO DE CONTROL
El concepto de control tiene dos acepciones en español: la primera es
comprobación, inspección, fiscalización, intervención; y la segunda es dominio,
mando, preponderancia. La función de control del concejo deliberante se vincula
derechamente con la primera acepción, dado que se refiere a la facultad del órgano
deliberativo de intervenir en algunas de las funciones del órgano ejecutivo, ya sea
para comprobar la legalidad de lo actuado, para opinar respecto de la oportunidad,
mérito o conveniencia de lo obrado por el ejecutivo o para intervenir en la toma de
decisión para completar el acto.
Las funciones de control del órgano materialmente legislativo son habituales
también en el derecho constitucional comparado, sin embargo, no son funciones
materialmente legislativas en la clasificación clásica de Montesquieu, sino que de esta
óptica son funciones materialmente ejecutivas(5).
La función de control en definitiva implica el seguimiento de la actividad de otro
órgano del Estado, ya sea para verificar el cumplimiento de las normas aplicables,
como para juzgar acerca de la conveniencia de lo obrado por el otro órgano(6). El
control de la administración resulta un aspecto de suma importancia en nuestra
sociedad democrática moderna, y tiende a reducir las desviaciones de poder, a limitar
las posibilidades de aprovechamiento ilegítimo de la posición de poder para beneficio
particular de los funcionarios, y en definitiva para articular un sistema de equilibrio y
contrapesos entre los órganos del Estado(7).
No debe confundirse control con jerarquía, por cuanto los órganos de control, tales
como los tribunales de cuentas, las auditorías generales o el mismo control que ejerce
el órgano legislativo sobre el ejecutivo, demuestran que el control no requiere ser
ejercido por un órgano superior(8).
b. Empréstitos
El endeudamiento municipal requiere ser aprobado conforme lo prevé el art.
193 inc. 3º de la constitución provincial, es decir mediante una ordenanza aprobada
primero como preparatoria por el concejo deliberante, y luego de ser remitido el
proyecto al Tribunal de Cuentas para que determine si la capacidad de
endeudamiento total del municipio no se ha excedido, aprobado en forma definitiva
por la mayoría absoluta de la asamblea de concejales y mayores contribuyentes, todo
ello conforme el procedimiento previsto en los arts. 46 y ss. de la LOM.
c. Servicios Públicos
Corresponde al concejo, en los términos del art. 52 y ss. de la LOM disponer la
prestación de los servicios públicos(24), atribución que normalmente se ejerce al
aprobar las partidas correspondientes para los gastos necesarios en el presupuesto
municipal. Sin embargo, estimamos que dados los claros términos de los arts. 52 y 53
de la LOM no puede el ejecutivo iniciar la prestación de un servicio que no haya sido
previamente autorizado por el concejo.
a. Pedidos de informes
Se trata de una clásica atribución de los cuerpos colegiados. En el caso de que un
determinado asunto plantee dudas respecto de su naturaleza o sus características, el
concejo puede solicitar informes al ejecutivo. Los pedidos de informes pueden asumir
dos formas. La primera es la clásica comunicación, contenida en el art. 77 inc. d) de la
LOM La comunicación es una forma de expresión del concejo que permite tanto emitir
una opinión como solicitar una información. Es la vía empleada por los concejales
tanto para llamar la atención del ejecutivo sobre algún asunto o para
requerir información a los efectos de preparar un proyecto o eventualmente, en casos
más graves, formular una denuncia o realizar una presentación administrativa.
Lamentablemente la ley ha previsto la posibilidad de requerir informes, pero no ha
establecido la obligatoriedad de contestarlos dentro de un determinado plazo y la
consecuencia de la falta de respuesta(47). Existen, sin embargo, municipios que han
legislado al respecto dictando ordenanzas que prevén estos extremos, estableciendo
plazos para la contestación de los informes, y sanciones en el caso de contestación.
Además, esta conducta puede ser considerada en los términos del art. 249 de la LOM,
a los efectos de considerar la conducta del intendente.
También es posible que el concejo sancione una ordenanza que imponga al
ejecutivo la obligación de suministrar determinados informes en tiempo y forma, tales
como altas y bajas del personal, contrataciones con terceros, estado de ejecución del
presupuesto, evolución de la recaudación, etc(48). En tales casos, el incumplimiento de
lo dispuesto en la ordenanza podrá constituir falta grave en los términos del art. 249
de la LOM.
IX. CONCLUSIONES
Las facultades de control del concejo deliberante respecto del ejecutivo son una
consecuencia natural de la forma republicana de gobierno. Sin embargo su traducción
legislativa en la Provincia de Buenos Aires revela claras deficiencias, y se advierte
una marcada tendencia a fortalecer la autoridad del ejecutivo y a limitar las
atribuciones del deliberativo, entre ellas las de control. El resultado es una inocultable
concentración del poder en el ejecutivo y un debilitamiento del equilibrio que requiere
el sistema republicano. Subsisten, sin embargo, atribuciones de control aunque
desorganizadas y por lo tanto menos eficaces. La más importante es, sin dudas, la
posibilidad del concejo de juzgar la conducta del intendente y eventualmente
destituirlo si logra las mayorías agravadas requeridas por la ley.
Se impone, asimismo, establecer un claro régimen para los pedidos de informe,
que prevea los plazos y las penalidades para el caso de su incumplimiento. Ello haría
mucho más eficaz la labor de control del concejo, y evitaría la ocurrencia de muchas
irregularidades perjudiciales a los intereses económicos y jurídicos del municipio.
I. EL MUNICIPIO
a. Concepto
El Municipio, municipalidad o comuna es, jurídicamente, una persona de derecho
público, constituida por una comunidad humana, asentada en un territorio
determinado, que administra sus propios y peculiares intereses y que depende
siempre, en mayor o menor grado, de una entidad pública superior, el Estado
Provincial o Nacional.
Roma
En el mundo occidental el municipio nace como consecuencia de la expansión de
Roma.
Roma conquistaba ciudades que iba incorporando a su imperio, con la peculiaridad
que sus habitantes no poseían derechos políticos (civitas sine suffragio) solo gozaban
del derecho de gentes, aunque se veían, igualmente, obligados a pagar un tributo que
se denominaba Municipia.
La Ciudad constituía un Municipium, el que era un sujeto de derecho privado,
origen de la persona jurídica; con facultad de adquirir bienes y contraer obligaciones.
Debido al comercio y a la gran cantidad de ciudades conquistadas, Roma se ve en
la necesidad de otorgar otros derechos a los habitantes de esas ciudades, llegando
entonces el municipio romano a caracterizarse por la calidad de ciudadanos
reconocida de sus habitantes y por la autonomía administrativa local.
El régimen municipal romano, en la época de mayor esplendor, tenía un carácter
esencialmente urbano: la organización municipal era un privilegio de ciudad, la
campaña carecía de él.
Los cargos municipales eran electivos y temporales, siendo los principales
funcionarios:
Los Duunviros, que constituían el órgano ejecutivo colegiado.
Los Ediles, que tenían a su cargo las funciones de política general.
El Curator, era el encargado de velar por los intereses fiscales.
El Defensor Civitatis, era quien controlaba la inversión de la renta y defendía a los
habitantes de las exacciones o abusos que quisieran cometer quienes recaudaban los
impuestos.
Argentina
Durante la Época Colonial, de las ruinas del municipio romano, surgió el Consejo
Medieval y con él se forjó el ayuntamiento español.
Algunos municipios argentinos nacen de los antiguos cabildos coloniales. Nuestros
Cabildos son de existencia anterior al Virreinato, puesto que su creación era
simultánea a la ciudad que le servía de asiento.
Los Cabildos formaban parte del sistema, siendo de su jurisdicción el municipio.
Para integrarlos se requería ser vecino de la ciudad; siendo el cargo anual y
gratuito, realizando los cabildantes salientes la elección de los nuevos miembros.
Además, cabe destacar que fue la última institución donde el pueblo participó en el
gobierno local al nombrar sus jueces de menor cuantía, organizar la policía local,
propender al bienestar común, fomentar el progreso edilicio; por ello cuando fue
necesario, se alzaron y opusieron a los gobernadores y agentes de la Corona, toda
vez que éstos intentaron hollar su autonomía o quitarles sus prerrogativas seculares.
Por otra parte, eran las únicas instituciones basadas en principios de libertad
e independencia que se encontraban en la organización comunal.
Al decir de Alberdi, a partir del año 1820 desaparecieron los gobiernos nacionales
que habían existido desde 1810 de hecho o de derecho, con la desaparición de ellos
comienza la desorganización, para llegar finalmente a la anarquía.
Con el advenimiento del nuevo gobierno de Buenos Aires desaparecieron los
Cabildos. La drástica decisión sancionada por la Junta de Representantes de la
Provincia de Buenos Aires el 24 de diciembre de 1821 y promulgada el mismo día por
decreto del gobernador Martín Rodríguez, refrendado por el Ministro Dr. Manuel José
García, por imposibilidad de Rivadavia, es consecuente con la política centralista,
prounitaria, de inspiración rivadavina, por entonces predominante.
La importancia y trascendencia de esta ley es innegable, por eso resulta importante
analizarla. Dice así: "La Honorable Junta de Representantes de la Provincia, usando
de la soberanía ordinaria y extraordinaria que reviste, ha acordado y decreta con todo
el valor y fuerza de ley lo siguiente:
Art. 1: Quedan suprimidos los Cabildos hasta que la representación crea oportuno
establecer la ley general de las Municipalidades.
Art. 2: La justicia ordinaria será administrada por cinco letrados denominados
jueces de primera instancia.
Art. 3: Dos de los cinco jueces administraran justicia en la Capital y tres en la
campaña.
Art. 4: La dotación de los jueces de la Capital será de mil y quinientos pesos y la de
los de la campaña de dos mil pesos anuales, sus atribuciones hasta el
establecimiento de los códigos serán las mismas en lo civil y criminal que las de los
alcaldes llamados ordinarios.
Art. 5: En la imposibilidad de establecer una división bien proporcionada del
territorio de la provincia, hasta obtener el padrón y plano topográfico, el gobierno
designará en el interín a los tres jueces de campaña en sus respectivas jurisdicciones.
Art. 6: Se nombrará un letrado que desempeñe las funciones de defensor de
pobres y menores y procurador general de la provincia con la dotación de mil
doscientos pesos anuales.
Art. 7: Habrá en cada parroquia un juez de paz.
Art. 8. En las parroquias de la campaña el gobierno establecerá los que considere
necesarios según su extensión.
Art. 9: Las atribuciones de los jueces de paz serán: juzgar en todas las demandas
que las leyes y práctica vigentes declaran verbales, arbitrar en las diferencias y en la
campaña reunirán las de los alcaldes de hermandad, que quedan suprimidos.
Art. 10: La policía alta y baja, la inspección de mercados y abastos en todo el
territorio de la provincia estará a cargo de un jefe de policía, de seis comisarios para la
Capital y ocho para la campaña.
Art. 11: La dotación del Jefe de Policía será de dos mil pesos anuales, de los seis
comisarios para la Capital, cuatro tendrán el sueldo de ochocientos pesos anuales, los
otros dos serán inspectores de mercados y abastos, con la dotación de seiscientos
pesos anuales y la misma tendrán los comisarios de campaña.
Art. 12: Las atribuciones del jefe y comisarios de policía serán designadas por el
gobierno hasta la sanción de las leyes correspondientes".
Con lo preceptuado en el artículo 1, se termina con los Cabildos y su secular
competencia, para dar paso a las municipalidades de delegación. Vale decir, se
pretende pasar del gobierno municipal descentralizado —típico del derecho hispano y
de Indias—, al sistema de municipalidades francés, propio de los regímenes unitarios.
La gran crisis del municipalismo es debido a la ley en análisis, crisis que se va
a extender hasta la organización Constitucional definitiva del país, en 1853. Pues, al
consagrarse en la Carta Fundamental en régimen federal y la autonomía de las
provincias federadas, el municipio recobra su antigua jerarquía y adviene, por
conducto del artículo quinto, el instituto del derecho público.
Es importante recordar, que el General Urquiza, el 2 de septiembre de 1853,
siendo director provisorio de la Confederación, dictó un decreto disponiendo la
creación de la municipalidad para la ciudad de Buenos Aires.
f. Aspectos constitucionales
Regular el funcionamiento de los gobiernos locales en la Argentina es potestad de
los gobiernos provinciales. Cada provincia establece un régimen para ellos en su
Constitución y en una Ley Orgánica.
La Nación ha refrendado esta capacidad de los gobiernos provinciales en la última
reforma de la Constitución Nacional (1994) en la que además enuncia el principio
de autonomía de los municipios.
Referencias al Régimen Municipal en la Constitución Nacional
Capítulo Primero: Declaraciones, derechos y garantías
Art. 5 - Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema
representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías
de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia, su régimen
municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones el Gobierno Federal,
garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones.
Segunda Parte: Autoridades de la Nación
Título Primero: Gobierno Federal
Sección Primera: del Poder Legislativo
Capítulo Cuarto: Atribuciones Del Congreso
Art. 75 - Corresponde al Congreso:
30. Ejercer una legislación exclusiva en el territorio de la Capital de la Nación y
dictar la legislación necesaria para el cumplimiento de los fines específicos de los
establecimientos de utilidad nacional en el territorio de la República. Las autoridades
provinciales y municipales conservarán los poderes de policía e imposición sobre
estos establecimientos, en tanto no interfieran en el cumplimiento de aquellos fines.
Segunda Parte: Autoridades de la Nación
Título Segundo: Gobiernos de Provincia
Art. 123 - Cada provincia dicta su propia Constitución, conforme a lo dispuesto por
el art. 5 asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el
orden institucional, político, administrativo, económico y financiero.
Referencias al Régimen Municipal en la Constitución de la provincia de Buenos
Aires
Sección Séptima: del Régimen Municipal
Capítulo Único
Art. 190.- La administración de los intereses y servicios locales en la Capital y cada
uno de los partidos que formen la Provincia, estará a cargo de una municipalidad,
compuesta de un departamento ejecutivo unipersonal y un departamento deliberativo,
cuyos miembros, que no podrán ser menos de seis ni más de veinticuatro, durarán
cuatro años en sus funciones, renovándose cada dos años por mitad y serán elegidos
en el mismo acto que se elijan los senadores y diputados, en la forma que determine
la ley.
Art. 191.- La Legislatura deslindará las atribuciones y responsabilidades de cada
departamento, confiriéndoles las facultades necesarias para que ellos puedan atender
eficazmente a todos los intereses y servicios locales, con sujeción a las siguientes
bases:
1.- El número de miembros del departamento deliberativo se fijará con relación a la
población de cada distrito.
2.- Serán electores los ciudadanos inscriptos en el registro electoral del distrito y
además los extranjeros mayores de edad que sepan leer y escribir en idioma nacional,
con dos años de residencia inmediata en el municipio, que estén inscriptos en un
registro especial y paguen anualmente impuestos fiscales o municipales que en
conjunto no bajen de doscientos pesos.
3.- Serán elegibles todos los ciudadanos mayores de veinticinco años, que sepan
leer y escribir, vecinos del distrito, con un año de domicilio anterior a la elección y si
son extranjeros, tengan además cinco años de residencia y estén inscriptos en el
registro especial.
4.- Las funciones municipales serán carga pública, de la que nadie
podrá excusarse sino por excepción fundada en la ley de la materia.
5.- El ciudadano a cargo del departamento ejecutivo durará cuatro años en sus
funciones. Para desempeñar este cargo se requiere ciudadanía en ejercicio y las
condiciones necesarias para ser concejal.
6.- Los concejales extranjeros no podrán exceder de la tercera parte del número
total de los miembros del concejo deliberante.
Art. 192.- Son atribuciones inherentes al régimen municipal, las siguientes:
1.- Convocar a los electores del distrito para elegir municipales y consejeros
escolares, con quince días de anticipación por lo menos, cuando el Poder Ejecutivo
dejare transcurrir los términos legales sin hacerlo.
2.- Proponer al Poder Ejecutivo, en la época que corresponda, las ternas para
nombramientos de jueces de paz y suplentes.
3.- Nombrar los funcionarios municipales.
4.- Tener a su cargo el ornato y salubridad, los establecimientos de beneficencia
que no estén a cargo de sociedades particulares, asilos de inmigrantes que sostenga
la Provincia, las cárceles locales de detenidos y la vialidad pública.
5.- Votar anualmente su presupuesto y los recursos para costearlo; administrar los
bienes raíces municipales, con facultad de enajenar tanto éstos como los diversos
ramos de las rentas del año corriente; examinar y resolver sobre las cuentas del año
vencido, remitiéndolas enseguida al Tribunal de Cuentas.
Vencido el ejercicio administrativo sin que el concejo deliberante sancione el
presupuesto de gastos, el intendente deberá regirse por el sancionado para el año
anterior. Las ordenanzas impositivas mantendrán su vigencia hasta que sean
modificadas o derogadas por otras. El presupuesto será proyectado por el
departamento ejecutivo y el deliberativo no está facultado para aumentar su monto
total. Si aquél no lo remitiera antes del 31 de octubre, el concejo deliberante podrá
proyectarlo y sancionarlo, pero su monto no podrá exceder del total de la recaudación
habida en el año inmediato anterior. En caso de veto total o parcial, si el concejo
deliberante insistiera por dos tercios de votos, el intendente estará obligado a
promulgarlo.
Toda ordenanza especial que autorice gastos no previstos en el presupuesto,
deberá establecer los recursos con que han de ser cubiertos.
6.- Dictar ordenanzas y reglamentos dentro de estas atribuciones.
7.- Recaudar, distribuir y oblar en la tesorería del Estado las contribuciones que la
Legislatura imponga al distrito para las necesidades generales, sin perjuicio de que el
Poder Ejecutivo nombre funcionarios especiales para este objeto, si lo cree más
conveniente.
8.- Constituir consorcios de municipalidades y cooperativas de vecinos a los fines
de la creación de superusinas generadoras de energía eléctrica.
Art. 193.- Las atribuciones expresadas tienen las siguientes limitaciones:
1.- Dar publicidad por la prensa a todos sus actos, reseñándolos en una memoria
anual, en la que se hará constar detalladamente la percepción e inversión de sus
rentas.
2.- Todo aumento o creación de impuestos o contribución de mejoras, necesita ser
sancionado por mayoría absoluta de votos de una asamblea compuesta por los
miembros del Concejo Deliberante y un número igual de mayores contribuyentes de
impuestos municipales.
3.- No podrá autorizarse empréstito alguno sobre el crédito general de la
municipalidad, sino por ordenanza sancionada en la forma que determina el inciso
anterior; pero en ningún caso podrán sancionarse ordenanza de esta clase cuando el
total de los servicios de amortización e intereses, afecte en más del 25 por ciento los
recursos ordinarios de la municipalidad.
Cuando se trate de contratar empréstitos en el extranjero o enajenar o gravar los
edificios municipales, se requerirá, además, autorización legislativa.
4.- Siempre que se haga uso del crédito será para obras señaladas de
mejoramiento o para casos eventuales, y se votará una suma anual para el servicio de
la deuda, no pudiendo aplicarse los fondos a otro objeto que el indicado.
5.- Las enajenaciones sólo podrán hacerse en remate público.
6.- Siempre que hubiere de construirse una obra municipal, de cualquier género
que fuere, en la que hubieren de invertirse fondos del común, la municipalidad
nombrara una comisión de propietarios electores del distrito, para que la fiscalice.
7.- Las obras públicas cuyo importe exceda de mil pesos nacionales, deberán
sacarse siempre a licitación.
Art. 194.- Los municipales, funcionarios y empleados, son personalmente
responsables, no sólo de cualquier acto definido y penado por la ley, sino también por
los daños y perjuicios provenientes de la falta de cumplimiento a sus deberes.
La ley determinará las causas, forma y oportunidad de destitución de los
municipales, funcionarios y empleados, que, por deficiencias de conducta
o incapacidad, sean inconvenientes o perjudiciales en el desempeño de sus cargos.
Art. 195.- Todos los actos y contratos emanados de autoridades municipales que
no estén constituidas en la forma que prescribe esta Constitución, serán de ningún
valor.
Art. 196.- Los conflictos internos de las municipalidades, sea que se produzcan
entre los departamentos ejecutivo y deliberativo, sea que ocurran en el seno de este
último, los de las distintas municipalidades entre sí o con otras autoridades de la
Provincia, serán dirimidos por la Suprema Corte de Justicia.
Art. 197.- En caso de acefalia de una municipalidad, el Poder Ejecutivo
convocará inmediatamente a elecciones para constituirla.
g. Legislación nacional
El Código Civil, según las prescripciones del art. 75 inc. 12 — atribuciones del
Congreso—, fue sancionado en el año 1869 y con vigencia en todo el país a partir de
1870.
Dicha legislación, sobre la base del proyecto del Doctor Dalmasio Vélez Sarsfield,
dio al derecho privado la normalización necesaria y brindó también la adecuada
normalización al ius civile, base de la sociabilidad y convivencia argentina.
Dicho código, como legislación de fondo, en su artículo 33, distingue a las
personas jurídicas en dos grupos:
Personas jurídicas de existencia necesaria y
Personas jurídicas de existencia posible.
Las primeras son indispensables para la organización social y política de un país y,
al enumerarlas, el Código comienza con el Estado (inciso 1º); sigue con las Provincias
(inciso 2º) y luego se encuentran expresamente mencionados los Municipios (inciso
3º).
De un rápido análisis del mencionado cuerpo legislativo, en lo que se refiere a los
artículos que tratan sobre los municipios, podemos señalar:
Art. 1647: "Los empresarios constructores son responsables, por la inobservancia
de las disposiciones municipales o policiales, de todo daño que se causen a los
vecinos".
Art. 2069: "Las loterías y rifas, cuando se permitan, serán regidas por las
respectivas ordenanzas municipales o reglamentos de policía".
Art. 2344: "Son bienes municipales los que el Estado o los Estados han puesto
bajo el dominio de las Municipalidades. Son enajenables en el modo y forma en que
las leyes especiales lo perciban".
Art. 2839: "El usufructo no puede establecerse sobre los bienes del Estado o de los
Estados, o de las Municipalidades, sin una ley especial que lo autorice".
También el Código Civil hace mención al régimen municipal en los siguientes
artículos:
Art. 2535: "Si en el término de seis meses desde el último aviso, no se presentare
persona que justifique su dominio, se venderá la especie en pública subasta, y
deduciéndose del producto los gastos de la aprehensión, de la conservación, y la
recompensa debida al que la hubiese hallado, el remanente corresponde a la
Municipalidad del lugar en que se halló la cosa".
Art. 2639: "Los propietarios limítrofes con los ríos o con canales que sirven a la
comunicación por agua, están obligados a dejar una calle o camino público de treinta
y cinco metros hasta la orilla del río, o del canal, sin ninguna indemnización. Los
propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción, ni
reparar las antiguas que existen, ni deteriorar el terreno en manera alguna".
Artículo 2640. "Si el río, o canal atravesare alguna ciudad o población, se podrá
modificar por la respectiva Municipalidad, el ancho de la calle pública, no pudiendo
dejarla de menos de quince metros".
Artículo 2729: "Las paredes divisorias deben levantarse a la altura designada en
cada Municipalidad; si no hubiese designación determinada, la altura será de tres
metros".
Las autoridades municipales están citadas, asimismo, en el título referente a las
formas de los testamentos, dichos artículos son:
Art. 3655: "En los pueblos de campaña y en la campaña, no habiendo escribano en
el distrito de la Municipalidad donde se otorgare el testamento, debe éste ser hecho
ante el juez de paz del lugar y tres testigos residentes en el municipio. Si el juez de
paz no pudiese concurrir, el testamento debe hacerse ante alguno de los miembros de
la municipalidad con tres testigos".
Art. 3689: "Si por causa de peste o epidemia no se hallare en pueblo o lazareto,
escribano ante el cual pueda hacerse el testamento por acto público, podrá hacerse
ante un municipal, o ante el jefe del lazareto, con las demás solemnidades prescriptas
para los testamentos por acto público".
Art. 3690: "El testamento por acto público, hecho en la campaña o en los pueblos
de la campaña ante el juez de paz, o ante un oficial municipal, debe mandarse
protocolizar a solicitud de parte, sin ninguna otra diligencia previa".
También, hay artículos donde se hace referencia a los agentes municipales y se
prohíbe la realización de determinados actos. Ellos son:
Art. 841: "No pueden hacer transacciones:
1º Los agentes del ministerio público, tanto nacionales como provinciales, ni los
procuradores de las Municipalidades;
2º Los colectores o empleados fiscales de cualquier denominación en todo lo que
respecta a las rentas públicas...".
Artículo 1361: "Es prohibida la compra, aunque sea en remate público, por sí o
por interpuesta persona:...
5º A los empleados públicos, de los bienes del Estado, o de las Municipalidades,
de cuya administración o venta estuviesen encargados...".
Art. 1443: "Es prohibida toda cesión a los ministerios del Estado, gobernadores de
Provincia, empleados en las Municipalidades de créditos contra la Nación o contra
cualquier otro establecimiento público, corporación civil o religiosa; y de créditos
contra la Provincia en que los gobernadores funcionaren, o de créditos contra las
municipalidades a los empleados en ellas".
Este Código reconoce además el poder tributario de las municipalidades cuando
atribuye privilegios a "los créditos del fisco y de las municipalidades por impuestos
públicos directos o indirectos" (artículos 3879 inc. 2º y 3880 inc. 5º).
De acuerdo a las disposiciones legales enumeradas, es evidente que queda
demostrada la personalidad o personería legal de las municipalidades como entidades
de derecho.
También, por último, señalamos que el Código de Comercio de 1889 hacía
mención a las municipalidades(1).
h. Competencia municipal
Al municipio le corresponde la administración de todos los asuntos que conciernen
a una determinada vecindad, a fin de lograr el bienestar común de las personas que
viven en ella.
La competencia municipal ha ido variando con el transcurrir de los años y de las
diferentes legislaciones, debido al crecimiento de la población, la urbanización,
el incipiente intercambio de productos; que hacen que las comunas tengan que
atender materias nuevas.
Las materias comunes a los municipios son, por ejemplo, las que afectan a la
sanidad de la población, asistencia benéfica, alumbrado y limpieza, transportes
urbanos, a la ordenación del tránsito, al desarrollo urbanístico; todas las cuales serán
atendidas como recursos provenientes de distintas fuentes y que perciben en razón
de su particular régimen financiero.
Los recursos municipales provienen generalmente de: impuestos, tasas,
contribuciones de mejoras, de la explotación de sus bienes públicos, de la explotación
de sus bienes privados, de los empréstitos, etc.
Las tres materias principales que corresponden a la competencia municipal son:
Policía municipal: es la que protege un orden de intereses puramente locales, v.gr.,
la moralidad (prostitución, espectáculos públicos, etc.); la higiene (policía de
mercados, policía alimenticia o bromatológica); la edificación; la de tránsito vehicular,
que día a día va adquiriendo mayor importancia debido al incremento desmedido
de automóviles, que trae aparejado problemas de estacionamiento y de seguridad de
las personas, etc.
El ejercicio del poder de policía municipal debe ser reglado en líneas generales por
"ordenanzas" que, sin limitar la facultad discrecional del órgano ejecutivo en punto a la
eficiencia (oportunidad y medios) establezcan una efectiva protección de los
administrados.
Servicios públicos: es atribución de las comunas organizar estos servicios, que son
de interés local, a fin de alcanzar un estable bienestar de las familias que integran el
municipio. Entre ellos podemos enumerar: alumbrado, barrido y limpieza, etc.
Obras públicas: en las obras públicas municipales, como en toda obra pública, hay
dos fases importantes desde el punto de vista jurídico: la primera es de organización y
contratación y la segunda de ejecución.
La primera se inicia con el contrato, al que preceden las operaciones preliminares
de licitación y adjudicación y luego la expropiación cuando la adquisición de las cosas
no se hace por los medios del derecho privado.
En todos los casos interviene el órgano que tiene el poder de decisión. El
contrato, aunque lo suscriba el intendente, como representante de la municipalidad,
presupone una autorización del Concejo Deliberante.
En la segunda, de ejecución, la intervención del Intendente es constante, pues es
de contralor, de vigencia del cumplimiento de obligaciones y aún de cooperación
técnica. Esto no obsta a que los miembros del Concejo Deliberante observen
directamente y se informen de la ejecución de los trabajos.
El régimen de las obras públicas no sólo debe aplicarse a las obras que realiza la
municipalidad para incorporarlas al uso público o al dominio público, o bien a su
dominio privado, sino también a los que realizan los concesionarios. Pues aun cuando
la obra realizada por el concesionario sea de su propiedad, lo tocante a ejecución en
punto a condiciones de solidez y eficacia de ellas, debe estar sujeto al régimen de
obra pública.
La razón de intervención de la autoridad municipal no es la propiedad, sino la
eficacia y seguridad de utilización de tal propiedad o cosa.
En las construcciones privadas la intervención municipal se funda en razones de
seguridad, higiene, estética.
Queda claro pues, que según lo establezcan sus respectivas leyes orgánicas, las
obras públicas municipales pueden ser realizadas directamente por la administración,
o por un contrato de obra pública, o mediante una concesión de obra pública.
Para poder cumplir con las tareas, que generalmente le corresponden de ensanche
y apertura de calles, pavimentación de calzada, formación de plazas, construcción de
hospitales, etc., las municipalidades deben tener la facultad de expropiar
los inmuebles necesarios y de gravar a los vecinos que resulten beneficiados con
contribuciones de mejoras o impuestos.
a. Posición de la doctrina
La existencia de un poder judicial municipal independiente era sostenida y
defendida ya en 1946 por el Dr. Adolfo Korn Villafañe, creador de la Escuela de
Derecho Municipal de La Plata, quien hablaba de la división tripartita de poderes en
los municipios, ya que ellos eran una reproducción del Estado en pequeño.
También, el Dr. Lisandro de la Torre afirmaba la necesidad de que el "estado
municipal" contuviera en su carta orgánica la división de poderes propia de toda
República, requiriéndose necesariamente la existencia de una justicia local que
acompañara y completara a los otros dos poderes: Ejecutivo y Legislativo.
Por su parte, el Dr. Juan Bautista Alberdi, al diseñar la Constitución de la Provincia
de Mendoza, en el año 1854, colocaba en cabeza de los municipios la administración
de justicia de primera instancia en lo civil y criminal.
El Dr. Germán Bidart Campos afirma que: el Municipio es en pequeño una
reproducción del poder político del estado federal y provincial, con forma rudimentaria
o con amplitud más justa, imita al modelo tripartito de separación de funciones.
Uno de los más firmes defensores de la justicia municipal es, también, el Dr. Néstor
Osvaldo Losa, quien señala: "...si los conflictos comunales van a depender siempre de
la provincia, lejos de centralizar, que es el propósito guía, estamos burocratizando. Si
el litigio o la situación a resolver son propios de la materia municipal, la normativa, la
ejecutoriedad, la política pública, la corrección del error de cualquier índole que se
manifiesta en el municipio tienen que tener fatalmente resolución municipal y sólo en
acontecimientos extraordinarios o en situaciones límites, debe intervenir la provincia, o
la Nación en su caso. Es obvio que, en todos los casos, en última instancia existe un
Tribunal Superior que podrá intervenir para revisar los fallos provenientes de jueces
municipales, como lo hace en la órbita provincial. La mayoría de los países
evolucionados jurídicamente defienden, en sus constituciones u ordenamientos
jurídicos en general, la autonomía municipal; esto es, la no injerencia competencial de
otro nivel de gobierno (provincia, condado, estado, etc.). También lo hacen algunas
constituciones nuevas de nuestras provincias argentinas.
De alguna forma, tales normativas apuntan a consolidar la vigencia autonómica, de
allí que para su integración como tal, se requiere capacidad tributaria propia".
En definitiva, el Dr. Losa sostiene que la instalación de la justicia municipal en la
estructura gubernativa local, es una forma eficaz de reforzar la autonomía y de
hacerla positiva, y no meramente declarativa.
Francia
El origen de los jueces de proximidad se encuentra en el ordenamiento francés con
toda amplitud desde el año 2003, llegando a instalarse en el 2008 aproximadamente
3300.
Como requisito para ser juez de proximidad el candidato debe tener no menos de
35 años de edad, con ejercicio de la profesión jurídica durante cuatro años o bien
haber sido conciliador de justicia durante cinco años. Además, se debe ser francés,
estar en pleno uso de los derechos civiles y políticos, siendo menor de 75 años de
edad.
Son competentes para conocer y resolver temas referidos a las relaciones civiles
de menor cuantía (inferior a 1500 euros), arrendamientos y pleitos de vecindad. Lo
más destacable es que también entienden en faltas menores en el orden penal, como
en amenazas, violencia menor, malos tratos a animales etc., siendo la conciliación de
las partes en conflicto una función propia y esencial.
Italia
La justicia de proximidad en Italia se asigna a los juzgados de paz, cuyo titular
el giudice di pace es un juez nombrado por el Consejo Superior de la Magistratura,
entre los ciudadanos italianos que sean licenciados en derecho, tener menos de 30
años de edad y no más de 70 años.
El plazo de su nombramiento es por cuatro años, renovable por sólo una vez, por
el mismo tiempo. No obstante, se considera la posibilidad de poder concederse un
tercer período por el mismo plazo, siempre que no haya cumplido 75 años de edad.
Su competencia se encuentra en el ámbito civil y penal, conociendo sobre
contiendas civiles sobre bienes muebles, cuyo valor no exceda los 2583 euros, sobre
causas derivadas de la propiedad horizontal (ruidos, humo, olores, etc.), sobre daños
producidos por la circulación de vehículos a motor, hasta 15.494 euros, etc.
También, puede mencionarse, si las partes en litigio lo solicitasen, de común
acuerdo, el giudice di pace en equidad puede actuar como juez conciliador en asuntos
sin límite de cuantía ni materia, e incluso hasta cuando su conocimiento corresponda
a otro tipo de órgano jurisdiccional.
España
Desde el año 2005, en España, principalmente en las comunidades autónomas
más pobladas y económicamente fuertes, se comenzaron a desarrollar reformas al
sistema judicial, tratando de dotarlo de más celeridad y eficiencia.
Una de las modificaciones más importantes y novedosas fue la creación de los
juzgados de proximidades, los cuales se encargarían de entender en las causas sobre
faltas.
Estos jueces de proximidad pasaron a formar una categoría propia dentro de la
carrera judicial, inmediatamente inferior a la del clásico juez.
Eran requisitos necesarios para ocupar el cargo, ser un jurista de reconocida
trayectoria, con seis años de ejercicio y superar pruebas selectivas, prácticas,
concursos de antecedentes y oposición, mérito y además una entrevista personal,
también, un período como alumno en la Escuela Judicial.
El concurso de méritos lo convocaba el Consejo Federal del Poder Judicial y el
nombramiento estaba a cargo de dicho consejo a propuesta del Consejo Autonómico.
Transcurridos nueve años en el ejercicio de funciones jurisdiccionales como juez
de proximidad se podía ascender a la categoría de juez.
Alemania
En este país nos encontramos con los llamados jueces amtsgericht, quienes
conocían de los procedimientos civiles de montos no superiores a los 5000 euros, los
cuales debían tratar sobre temas de familia, paternidad, filiación, alimentos y
arrendamientos.
d. Razones a favor de la creación de la Justicia Municipal
Fácilmente pueden enumerarse razones o fundamentaciones que demuestran la
necesidad urgente de crear una justicia municipal, a saber:
Descomprimir la carga que existe en la justicia ordinaria.
Concretar la descentralización del poder, permitiendo alcanzar soluciones
adecuadas y rápidas a los problemas de los municipios.
Garantizar la tutela judicial efectiva y continua.
Asegurar la solución de muchos conflictos vecinales que no llegan a los tribunales
ordinarios por problemas de medios y tiempo.
Confianza y respeto al sistema constitucional nacional, provincial y municipal.
La reconversión en un solo órgano jurisdiccional para el juzgamiento de faltas
provinciales, municipales y cuestiones vecinales de menor cuantía.
Es un imperativo señalado por la propia Constitución Nacional.
I. INTRODUCCIÓN
El presente artículo es el fruto de un arduo trabajo de adaptación y puesta a punto
de las ideas centrales que oportunamente volcáramos en nuestro estudio sobre los
"Efectos colaterales de la implementación del fuero contencioso administrativo sobre
la gestión municipal bonaerense"(1).
Ergo, tomando la estructura y lógica interna de dicho trabajo, la aplicamos aquí a la
generalidad de las realidades municipales de nuestro país, en la inteligencia que los
ideales y propuestas allí vertidas continúan tan vigentes como antaño, resultando por
tanto enteramente federalizables sus enseñanzas.
Haciendo un poco de memoria, resaltamos, que cuando en el año 2003 la
Provincia de Buenos Aires abandonó su antiguo sistema de demandabilidad del
Estado provincial y de sus municipios en instancia única y originaria por ante su
Superior Tribunal de Justicia (SCBA), para dar paso a la puesta en marcha de los
juzgados en lo contencioso administrativo: obligó a sus 135 ayuntamientos a mirarse
en el espejo y tomar conciencia de su propia cultura cerrada y obscurantista del
manejo del poder y la gestión de la cosa pública.
En efecto, aquellos municipios acostumbrados bajo el sistema creado en 1906 por
el "Código Varela" a un bajísima demandabilidad (dadas las dificultades geográficas y
económicas que para todo ciudadano presuponía tener que hacerlo únicamente por
ante el Tribunal cimero con asiento en la capital provincial bonaerense), con el nuevo
sistema les pasó que, a la par de experimentar un aumento paulatino de la cantidad
de juicios en su contra, los municipios se encontraron de pronto ante la necesidad ir
ajustando su proceder a los estándares de legalidad que los magistrados del fuero
contencioso administrativo les han venido señalando en sus fallos(2).
Desde luego, sabemos que es propio del género humano desconfiar de toda
novedad que implique cambios estructurales en la forma de relacionamiento de la
administración con la población. Por lo tanto, no debería generar ninguna sorpresa
que la puesta en marcha de algo tan sanamente revolucionario como la posibilidad
ciudadana de acudir libremente por ante los estrados judiciales a solicitar el razonable
control del obrar del poder administrador, sería tomado con cierta distancia y recelo
por los funcionarios y agentes públicos forzados a hacer obrar a la administración en
legal tiempo, fondo y forma.
En síntesis lo que dicho fuero y código trajeron fue, en concreto, la posibilidad
formal y material de obligar a la administración pública provincial y municipal
bonaerense a cumplir con todas aquellas normas de naturaleza administrativa que, en
su desidia o cesarismo, hasta ayer nomás solían incumplir.
Entonces, lo que aquí nos interesa remarcar es que los municipios bonaerenses ya
no pueden escudarse (o al menos, ya no tanto) tras lentos trámites burocráticos, mora
en sus resoluciones, silencios, abusos ni desvíos, puesto que están mucho
más expuestos al control ciudadano que con anterioridad a la aparición del referido
fuero. Dándose así paso a un lento pero continuo proceso de aprendizaje, en el cual
los departamentos ejecutivos municipales se han ido haciendo a la idea de que su
poder tiene ciertos límites externos, que le son impuestos por el Poder Judicial
mediante el sistema de control difuso de constitucionalidad(3).
Ahora bien, ¿qué factores motivaron esta suerte de lento pero progresivo cambio?
¿Es que de pronto surgió un natural amanecer del sentir jurídico del alto funcionariado
municipal bonaerense por tratar de ajustar el desenvolvimiento de sus ayuntamientos
conforme a derecho?
Nada de eso, creemos que lo que debió fundamentar el mentado mayor apego
formal y material a la ley, ha sido el alto precio de las sanciones y costos directos
e indirectos sobre los municipios, sus ciudadanos y particularmente, sobre los bolsillos
de tales funcionarios por la vía de las astreintes (recordando con Perón que: "el
bolsillo es el órgano más sensible del cuerpo humano").
Pero convengamos, esto que describimos no fue ni es más que una parte de la
pelea de fondo, ya que luego de más de treinta años de recuperada la Democracia,
como sociedad civil aún no hemos podido consolidar definitivamente el imperio de las
leyes, la libertad y la república.
Por eso mismo, más allá de este feliz antecedente mediante el cual el Judicial
limita el obrar antijurídico de los poderes locales, igualmente conviene que el corazón
no nos oprima el cerebro, y recordemos que hasta tanto no logremos dar a conocer a
la población argentina el arsenal legal con el que cuenta en cada provincia para la
mejor y más pronta tutela de sus derechos de naturaleza administrativa, el gato
seguirá suelto y sin cascabel alguno.
Desde luego, puesto que el armazón institucional y de relacionamiento de la
ciudadanía con sus municipios(4)y el Poder Judicial de cada provincia es distinto tanto
por razones geográficas, históricas, como idiosincráticas, nos limitamos aquí a
mostrar (y Dios mediante a demostrar) que la puesta a punto de un sistema racional
de interacciones entre los actores precitados es no solo deseable, sino también
realizable.
Entonces, a continuación, luego de procurar explicitar un par de perspectivas
analíticas para el mejor diagnóstico y resolución de los problemas más habituales de
cualquier gestión municipal de nuestro país, agregamos un pequeño vademécum de
"buenas prácticas" para favorecer el ejercicio virtuoso de su gobierno y gobernanza.
IV. FINAL
Finalmente, aunque sonemos reiterativos, insistimos en que estos sanos y
crecientes atisbos de mejoría que comienzan a observarse en el funcionamiento
sistémico e inter-relacional del departamento ejecutivo municipal con el poder judicial
y la ciudadanía, sólo se profundizarán en tanto y en cuanto la sociedad civil conozca,
pretenda y defienda sus derechos ante los atropellos de los poderes públicos(17).
I. ANTECEDENTES
Comienza su tratamiento en el derecho público comparado cuando el Juez de la
Corte Suprema norteamericana, John Marshall en 1827, tiene oportunidad
de introducir su expresión al votar y resolver en el caso "Brown contra Estado de
Maryland". El poder de policía municipal "tiene origen jurisprudencial norteamericano
cuando en dicho caso, entendiéndolo como un poder de legislación caracterizado por
un conjunto de restricciones a las que cada individuo debe someterse en el ejercicio
de su libertad o de sus derechos de propiedad. En efecto, el poder de policía
se expresa a través de la potestad reglamentaria de los derechos y garantías
reconocidos por la Carta Fundamental y que consiste en limitaciones a los citados
derechos y garantías"(1). Todo ello, como explicamos infra.
V. CARACTERIZACIÓN
Podemos comenzar a caracterizar la institución. a) Primero debemos preguntarnos
si, dentro del concepto de función se trata de una función-facultad o de una función-
deber del Estado.
Todo indica —siempre como principio— que estamos en presencia de una función
ejercida facultativamente, porque si estamos en presencia de la limitación de
derechos privados ese poder debe ser ejercido concretamente y, su no ejercicio, no
obliga al Estado como tal. Porque el no lograr en plenitud la consecución de los fines
que le son propios, es decir, para alcanzar el bien común, no lo responsabiliza
jurídicamente. Ése es un criterio en parte de la doctrina judicial(10), aunque siempre
habremos de estar predispuestos a esperar un caso que se convierta en la excepción
a esta especie de regla. También es dable consignarlo como reserva de poder del
Estado, pues en la vida de relación social siempre será necesario restringir los
derechos individuales para lograr un equilibrio con el bien común o interés público que
da sustento esencial de vida del estado mismo.
b) El segundo interrogante que es de fácil resolución, es saber cuál órgano es el
competente para el ejercicio del poder de policía, y aquí debemos hacer la salvedad
que los poderes actúan en su triple dimensión, aunque el primero que lo hace y regula
es la legislatura, no puede haber limitación de derechos constitucionales sin ley previa
so pena de inconstitucionalidad. Empero, la actividad de regulación a modo de
ordenar, establecer, y ejecutar le corresponde en el siguiente orden, a la legislatura, al
poder ejecutivo y al poder judicial. El típico caso es de la clausura de un comercio
municipal que no reúne las condiciones mínimas exigidas por la ordenanza fiscal o de
habilitaciones por la que la intervención ex ante del legislador previendo
una inconducta fiscal, realizada ésta por el comerciante y comprobada la
contravención por el inspector municipal, deviene lógicamente la intervención del
juzgado de faltas que aplica la sanción contravencional prevista.
c) La tercera faceta es la de la finalidad que se persigue, la que, como se ha
observado doctrinaria y jurisprudencialmente, dada su elasticidad y plasticidad
evoluciona con la civilización y se endereza a criterios amplios —broad and plenary—
que van desde el tradicional sistema trilógico salubridad-seguridad-moralidad y
buenas costumbres —criterio restringido europeo to narrow—, hasta la intervención
en la actividad económica. En nuestro país son sobrados los ejemplos de seguimiento
de este criterio. Se ha dicho en este sentido que la esfera del poder de policía
es extensa en grado sumo, adquiriendo una extensión inusitada, abarcando múltiples
aspectos de la vida social e individual; como consecuencia, las actividades de todo
orden caen en los límites de esa función, y hacen imposible determinar su alcance
con precisión circunstanciada. Abarca cuestiones de la más diversa naturaleza, de
donde resulta la policía de seguridad, de cultos, de la propiedad, de la industria y del
comercio, sanitaria, de las costumbres, del trabajo, de inmigración, de los servicios
públicos, etc.(11).
Lo que si resulta ostensible es su carácter excepcional y accesorio, siendo o
debiendo ser, la regla y lo principal, los derechos humanos constitucionalizados y sus
garantías.
En este poder de policía reside toda la fuerza que pueda desplegar un municipio,
porque en él está ínsita un arma que ningún otro gobierno puede ostentar ni cumplir:
la celeridad, la inmediatez, causadas ambas por la contigüidad con el problema
humano que se suscite. Es en este punto en que el municipio es insustituible y
justificadamente autónomo, donde se constituye en guardián del ciudadano, de su
familia, de su patrimonio, de sus intereses más inmediatos. Además es el
representante más directo del Estado federal y provincial, aunque ostente y ejerza su
grado jurisdiccional propio. Hoy más que nunca, cuando se notan los problemas
ambientales, bromatológicos, sanitarios, hidráulicos, entre otros muchos.
d) Límites constitucionales
Desde ya que el accionar policial también tiene la llamada "limitación a las
limitaciones" en la regla jurisprudencial creada en base a la interpretación del artículo
28 de la Constitución Nacional, de donde surge el principio de razonabilidad, y de allí
la proporcionalidad ajustada a los casos en que deba intervenir el funcionario de
policía, donde los medios deben ser adecuados a los fines estatales perseguidos en el
logro de la paz social. Otro de los límites a las posibles arbitrariedades del Estado
provincial y en este caso municipal es que —ese accionar estatal— debe tener
asidero legal, principio (de legalidad) que surge de la misma constitución nacional en
su artículo 19 y en la Constitución provincial, en su artículo 26. También la privacidad
o intimidad de los ciudadanos está protegida por el mismo artículo nacional citado y
por el artículo 25 en el orden provincial. Este derecho aparece en la escala elaborada
por Ekmedkjián como uno de los más sagrados a la hora de justipreciar los derechos
humanos fundamentales.
En este ítem, es preciso hablar de quantum y de qualitas. a) Para el primer punto
no nos referimos al volumen legislativo o cantidad de normas que reglamentan tal o
cual derecho sino el modo en qué se hace; es decir si las medidas exigidas por el
Estado transgreden una normal tolerancia por parte del derecho privado o público del
ciudadano. Cabe hablar de un encajonamiento o armadura en la que deberá discurrir
más o menos flexiblemente la voluntad estatal. Hete aquí que, el Estado con la
finalidad de erradicar las moscas transmisoras de alguna enfermedad disponga de
tanques de guerra del ejército para tal cometido, pudiendo disponer de los insecticidas
más apropiados para ello. Por ello, estamos en presencia de una proporcionalidad
entre los medios y los fines. El medio, en este caso la ley limitativa, debe ser racional
significando no un aniquilamiento de los derechos afectados ni exceso de poder por
su parte, sin perjuicio de alguna limitación. Cuando el juez avizore que el camino
transitado por el Estado no es el correcto o habría otro menos cruento o lesivo para el
administrado, el ciudadano o el contribuyente, ahí habrá irrazonabilidad
o inconstitucionalidad. El legislador tiene la obligación de realizar la ley más justa y
apropiada al caso, no sólo porque se lo presume preparado intelectualmente
o legislativamente sino porque tiene todo el plus que le otorga ser representante del
Estado.
b) Respecto de la calidad debemos decir que se trata de examinar quién del
Estado está legitimado para ejercer dicho poder, pues podrá haber alguna colisión
competencial, entonces lo que se trata de impugnar es si quien limita tal o cual
derecho posee el poder legal suficiente para hacerlo. Dicha concepción está más
ligada a la jurisdicción o competencia del órgano ejecutante de la medida normativa
restrictiva.
a) Generalidades conceptuales
Por supuesto que existen funciones propias que son ejercidas exclusivamente por
cada uno de los tres órdenes estatales y en forma independiente. Empero, el Estado
está cada vez más coordinado desde el punto de mira del cumplimiento funcional de
sus poderes menores. Y más aún, que esa coordinación existe una permanente
cooperación, cogestión, coejecución que da lugar al estudio de una teoría
comprobable basada en la subsididiariedad que denominamos funciones
complementarias.
El diccionario(68)trae dos acepciones de "subsidiario": que se da en socorro o
subsidio de uno; razón subsidiaria; "aplícase a la acción que suple a otra principal;
razón subsidiaria". Dromi(69), citando a Sánchez Agesta, Perpiñá Rodríguez, Creuzet,
Oyhanarte, Doctrina Pontificia, Ramella y Graneris, enseña sobre este tema. La
función subsidiaria entraña en su propia esencia, un principio político de división de
competencias, por el que se asigna a las diversas comunidades intermedias y al
Estado sus misiones políticas y la órbita de su acción. Por tanto es también un
principio de división funcional del poder que confiere a cada comunidad el poder
necesario para cumplir su misión(70). El principio de subsidiariedad, función subsidiaria
o función supletoria condice con el pluralismo de la comunidad política, basado en la
sustantividad de los cuerpos sociales intermedios entre el individuo y el Estado.
No existe en sustancia "una sociedad", sino una pluralidad compleja de entes
sociales, trabados entre sí, conformando un tejido continuo sobre el que la comunidad
política constituye una unidad de orden(71). La suprema autoridad del Estado permite a
las asociaciones intermedias(72)resolver aquellos asuntos y cuidados públicos del
quehacer social concreto para el logro libre, duradero y eficaz de todas las actividades
que son de sus exclusivas competencias. A la vez, el Estado dirige, vigila, urge, y
castiga en su quehacer directo y propio; subsidia y suple el quehacer directo de los
grupos(73).
Debe garantizarse frente al poder del Estado la esfera familiar y municipal y el
ámbito que salvaguarda la dignidad y vida de los ciudadanos. Esta función supletiva o
complementaria como más guste llamársela, no es exclusividad ni del Estado, ni de la
provincia, ni del municipio. Cualquiera de éstos podrán ejercerla pues la razón de su
activación y cumplimiento obedece a cuestiones que están en la constitución real —
e incluso en el mundo de los valores— y dentro de sus posibilidades fácticas, como lo
son las que atienden a los principios de solidaridad, justicia y Bien Común.
b) Fundamento
Solidaridad, justicia y Bien Común, son razones fundamentales de la actuación
estatal de cualquier grado para satisfacer el bienestar del individuo. Desde ya
que existen finalidades intermedias como las siguientes: calidad de vida, calidad
educativa, desarrollo, progreso, orden público, orden social, etc.
Solidaridad es ayuda, responsabilidad mutua, y además es la actuación y
responsabilidad total en cada uno de los titulares de un derecho o de los obligados por
razón de un acto o contrato. Existe un compromiso solidario del Estado y sus
comunidades menores organizadas política y jurídicamente, de hacer feliz al individuo
o, a lo menos no impedirle que logre su felicidad. Al individuo, el Estado no lo contiene
en su plenitud, no pudiendo abastecerlo de todo lo que necesita. Como dice Graneris
"el Estado jamás perdonará al cristianismo haberle sustraído la mitad del hombre: ¡y
qué mitad! Pero yo me pregunto —dice el autor precitado— si esa sustracción es
imputable toda al gran acusado. Es decir, me pregunto si el Estado ha poseído alguna
vez realmente a todo el hombre; todo, digo, y totalmente. Y me parece que no; me
parece que la polis y la civitas han podido ilusionarse con dominar a todo el hombre,
pero el hombre siempre se les ha escapado en lo que tenía de más íntimo; y el
coeficiente más fuerte de esta emancipación ideal fue la emancipación religiosa"(74).
Aplicando este concepto y llevándolo del plano espiritual religioso al plano de
la intimidad pueblerina de cada municipio, decimos que mucho —siendo empírico
establecer una porción de cuánto— de la vida de los individuos se lo ha reservado la
comunidad municipal para sí. Y el coeficiente de esa emancipación ideal fue, es y
será la necesidad natural de la convivencia social. Retomando la idea del fundamento
de la subsidiariedad, tanto el gobierno federal, como el provincial o el municipal,
tienen una obligación moral y legal. La primera por deber tender al Bien Común
Público, y la segunda, por surgir la Nación misma de un plexo de derechos y
obligaciones que ha sido inscripto en la Constitución. Las obligaciones que asumen
los gobernantes, que encarnan al estado y sus comunidades menores, deben —en el
momento del planteamiento real de la necesidad colectiva— cumplirse enteramente o
ser principiadas en su ejecución so pena de incumplimiento de un compromiso
solidario. Y es este compromiso que caracteriza a los estados federales que deben
asentarse sobre la base de tratados solemnes(75).
En cuanto a la justicia, nos referimos a ella como virtud moral individual y también
como calificativo del orden social. También es fundamental que el Estado lo tome
como fin de la propia comunidad a la que como arquitecto dirige. Por tanto, no es la
fórmula matemática que de cinco jueces deciden tres sobre los otros dos. Sino que
será cantera inagotable de las voluntades humanas que virtuosamente quieren beber
de este manantial que está a oscuras, pues no se ve por ser esencial, pero que es
capaz de iluminar a todo el mundo. Es bueno que los políticos y gobernantes nos
sorprendan con actos "justos", "saliendo de ellos mismos" (utilizando una apreciación
de Renard parafraseando a Bossuet), esa decisión que ubica en cada persona lo que
le corresponde, cuanto menos, tender a ello. Hágase la constante y perpetua voluntad
de darle a cada uno o suyo, pero "...y perezca el mundo"; sino fiat iustitia ne pereat
mundus" (hágase justicia para que no perezca el mundo)(76).
El orden social se debe edificar en la justicia, y ésta a su vez construye la paz.
"Las excesivas diferencias económicas y sociales entre miembros y pueblos de una
misma familia humana escandalizan y se oponen a la justicia social, a la equidad, a la
dignidad de la persona humana no menos que a la paz social e internacional(77).
Decía bien el obispo de Hipona San Agustín que "reinos sin paz y sin justicia son
cuevas de ladrones".
Hablemos por último de Bien Común. Empero, como la pendiente del terreno
filosófico es resbaladiza, como lo explica Graneris(78), trataremos de dar algunos
pasos de menos en función de limitarnos al objeto estricto de estudio. Simplemente se
trata de no separar al hombre, a su mundo inmediato que el ámbito comunal, y a la
comunidad global que contiene artificialmente el Estado, de la comunidad universal a
la que está llamado a habitar y ser parte el hombre por mandato divino.
"La comunidad del bien debe ser una comunión concreta de sujetos concretos. El
bien común es el bonum comuniter conferens (el bien que se confiere de modo
general); el bonum in quo omnes participant (bien en que todos participan) debe pues
resolverse en un utilitatem civium y no en el culto de una mítica abstracción, en la cual
el Estado no ve más que la propia sombra, y sería aquél no sé qué al que
considerábamos difícil atribuir un nombre"(79)"La comunidad política nace, pues, de la
búsqueda del bien común: en él encuentra su justificación plena y su sentido, y de él
saca su legitimidad primitiva y exclusiva. El bien común abarca todas las condiciones
de la vida social que permiten al hombre, a la familia y a la asociación conseguir más
perfecta y rápidamente su propia perfección(80).
a) Justicia provincial
Un tema que ha generado demasiados inconvenientes, es el de la aplicación del
código alimentario nacional (ley 13.230 —BO 29/9/2004—) donde se han
entremezclado órdenes, jurisdicciones y competencias respectivas. Así, con motivo de
un caso que dio motivo a dictamen interno del Ministerio de Salud(90), se expuso:
— Impugnaciones contra decisiones administrativas: "La ley 18.284 a la que la
Provincia se "adhiere" establece en el artículo 12: "Contra las decisiones
administrativas que la autoridad sanitaria competente dicte en virtud de esta ley,
podrá interponerse recurso de apelación para ante tribunal competente, según la
jurisdicción en que se hayan dictado, con expresión concreta de agravios y dentro de
los cinco (5) días de notificarse de la resolución administrativa. En caso de multas, el
recurso se otorgará previo ingreso del treinta por ciento (30%) de su importe, cantidad
que será reintegrada en caso de prosperar la apelación. Cuando la sanción apelada
fuera alguna de las previstas en los incisos c) y d) del art. 9, el recurso se considerará
con efecto suspensivo, salvo que a juicio de la autoridad sanitaria pueda de ello
resultar riesgo grave para la salud de la población".
Siguiendo la hermenéutica que establece la ley nacional, los recursos de apelación
deberían ser resueltos, en el ámbito municipal, conforme al procedimiento estatuido
por el decreto-ley 8751/1977, Código de Faltas, atribuyéndose a la Justicia Municipal
de Faltas el conocimiento y decisión de las causas contravencionales y reservando al
Juez en lo Correccional, el control de legalidad a través del recurso de apelación".
"Desde la vigencia del CCA la función jurisdiccional administrativa en materia
de infracciones a la legislación alimentaria ha sido llevada a cabo en los 135
municipios por la justicia municipal, que asegura mediante el procedimiento instituido
al efecto, las garantías constitucionales de defensa en juicio y del debido proceso.
— Control judicial de las decisiones administrativas: respecto de las decisiones
administrativas dictadas por la autoridad de aplicación, la ley provincial nada ha
establecido al respecto, con lo que podría entenderse que no ha sido intención del
legislador modificar competencias.
"Sin embargo, ésta pudo ser la oportunidad para sentar criterios correctos acerca
de la competencia para revisar sanciones administrativas.
"En efecto, en el ámbito provincial se encuentra discutida la competencia judicial, a
raíz de la defectuosa redacción dada al artículo 12 de la reglamentación de la ley, en
tanto éste dispuso: "El recurso de apelación, previsto en el artículo 12 de la ley
18.284, contra las decisiones administrativas firmes de la autoridad sanitaria nacional,
deberá interponerse ante la Secretaría de Estado de Salud Pública para ante los
jueces de Primera Instancia en lo Federal y Contencioso Administrativo de la Capital
Federal y juzgados federales en jurisdicción provincial".
Cuando por aplicación de esta normativa se han concedido recursos de apelación
ante el Juez Federal de Turno por parte del Ministerio de Salud, no todos los jueces
federales aceptan declararse competentes, por cuanto se sostiene que la ley
18.284 no es una norma de naturaleza federal y que cuando se trata de actos
administrativos emanados del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, la
cuestión en debate reviste naturaleza pública local. "La competencia de la justicia
local no es como consecuencia del ordenamiento constitucional cuya economía
veda —como modo de preservar las autonomías de los estados locales—, a los
tribunales nacionales juzgar sobre aquellas instituciones, salvo la alegada violación
fundamental o de normas de derecho federal, circunstancia ésta que no alteraría la
competencia de la justicia local para conocer en el asunto, pues las mismas siempre
encontraron adecuada tutela en la vía del recurso previsto en el artículo 14 de la ley
48 (Fallos 310:2841; 311:1597, entre otros)"(91). No obstante la Corte de Suprema de
Justicia de la Nación, en la causa "Scarpati Hnos. s/apela multa de fecha 4/8/1988 (t.
311, p. 1330)" ha dicho: "El conocimiento y decisión de las causas regidas por leyes
de policía federal de alcance nacional, dictadas por el Congreso Nacional como
consecuencia de la facultad que le otorga el artículo 67, inc. 16 de la ley Fundamental,
corresponde a los tribunales federales, por lo que el recurso previsto en el artículo 12
de la ley 18.284 (Código Alimentario Nacional), interpuesto contra una decisión
administrativa firme de la Dirección de Ganadería del Ministerio de Asuntos Agrarios
de Buenos Aires, debe sustanciarse ante el magistrado federal con jurisdicción sobre
el lugar de comisión de la infracción".
Y en similar dirección, se pronunció la Suprema Corte de Justicia Provincial,
declarando la incompetencia para entender en una demanda contencioso
administrativa contra la Provincia de Buenos Aires, que procuraba anular un acto
administrativo emanado de la Dirección de Laboratorio Central de Salud Pública del
ex Ministerio de Bienestar Social, al señalar que la reglamentación del artículo 12 de
la ley 18.284, debe interpretarse a partir de que existe delegación de facultades a los
funcionarios provinciales y los actos desempeñados por estos funcionarios en el
ejercicio de las funciones que le acuerda la ley, deben equipararse a los de los
funcionarios ordinarios de la Nación (causa B-48.103, "Molinos Río de la Plata contra
Poder Ejecutivo, Demanda contencioso administrativa", DJJ, n. 9117, 12 de marzo de
1982).
— Crítica a la atribución de competencia federal: Comenta el autor citado, opinión
que compartimos, que a su entender, el fuero federal no debiera ser la justicia
competente para entender en los recursos de apelación contra las decisiones que
impongan sanciones en materia del Código Alimentario, ya que como ya se ha
señalado, el artículo 12 de la ley sólo impuso la necesidad del recurso de apelación
ante el Tribunal "competente", y la competencia de los jueces provinciales es la
resultante del ejercicio del poder de policía que le corresponde a la provincia; de
manera que la reglamentación del recurso atribuyendo competencia a la justicia
federal, no responde a dichos principios ni posee la norma jerarquía normativa para
alterar la competencia judicial.
Por eso decimos que se perdió la oportunidad de establecer reglas de
procedimiento que arrojen mayor claridad al justiciable, puesto que el artículo 5º de la
Ley que comentamos, no sólo incurre en error grosero en esta materia, sino que
también se desentiende del conflicto de competencia federal u ordinario que
promueve la aplicación del CAA.
— Propuesta: Reformulación del artículo 5º del decreto-ley 8751/1977. En opinión
que compartimos, es necesaria la realización de una urgente reforma legislativa a
la ley 13.230, al menos, reformulando la disposición del artículo 5º, que establezca el
procedimiento del decreto-ley 8751/1977 para el ámbito municipal, y legislando el
procedimiento específico a aplicar en jurisdicción provincial, ya que unido a la cuestión
de la competencia, también subsisten falencias en el procedimiento que aplica la
provincia de Buenos Aires.
En efecto, hasta la entrada en vigencia de la ley 11.922 que aprueba el Código
Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires, se aplicaba en el procedimiento
tendiente a la verificación, fiscalización, sustanciación de los sumarios y
procedimiento recursivo, el título IV del Libro V-Procedimiento en los Juicios sobre
Faltas (ley 3589 y modif., T.O. por decreto n. 1174/1986,art. 424 a 430).
Al quedar dichas normas derogadas, se produjo un vacío normativo que pretendió
resolverse mediante el decreto 3707/1998 (BO 20/10/1998) que aprueba el
procedimiento que se aplicará a las faltas o transgresiones a las leyes y
reglamentaciones provinciales y/o nacionales que carezcan de un procedimiento
específico para su aplicación.
Si bien no es tema de este trabajo analizar sus disposiciones, corresponde señalar
a título general que el mismo contiene normas vinculadas a los requisitos y forma del
acta de comprobación de la infracción, plazo para el descargo y para la resolución por
parte de la Administración, y un recurso de apelación ante Juez en lo Correccional de
turno con competencia en el lugar donde se cometió la infracción.
No obstante que, el artículo 7º dispone "Dése cuenta a la Honorable Legislatura",
no se ha producido su ratificación legislativa, lo que supone la subsistencia de un vicio
de legalidad que lo afecta, por tratarse de una materia reservada a la Honorable
Legislatura.
Actualmente, este procedimiento se aplica a las infracciones a la Ley de Farmacia,
Ley de Medicamentos, Ley de Protección a las Fuentes de provisión y cursos
receptores de agua y a la atmósfera, Reglamento de Establecimientos Asistencias y
de Recreación (decreto 3280/1990), y también al procedimiento de constatación de
las infracciones al Código Alimentario, con la excepción de que frente al recurso de
apelación, el Ministerio de Salud lo concede ante el Juez Federal de turno, conforme
lo dispone el artículo 12 del texto ordenado de la reglamentación aprobado por
el decreto 2126/1977.
Necesidad de incluir una normativa uniforme en cuanto a los requisitos de la
apelación. La materia a legislar debería incluir también, una normativa uniforme en
materia de requisitos de la apelación, ya que debido a la coexistencia de normas de
naturaleza sancionatoria, existe un tratamiento diferenciado que no se justifica
mantener por cuanto supone la imposición de cargas más gravosas.
En esa dirección, cabe mencionar, por ejemplo, que cuando se trata de
apelaciones de multa por infracciones a la ley de Farmacias o Medicamentos, no se
requiere el previo pago del importe de la multa. En materia alimentaria, el CAA impone
satisfacer el 30% de la multa como requisito para la concesión del recurso, y según el
decreto-ley 8841/1977 que se aplica a las faltas y contravenciones en materia de
establecimientos privados sometidos al control del Ministerio de Salud, debe
satisfacerse el 100% de la multa en forma previa a la concesión del recurso. -Caso
judicial en que se resolvió la falta de legitimación del Fisco provincial: En la causa n.
10.916 tramitada ante el Tribunal de Casación Penal, caratulada "Recurso de
Casación interpuesto por el Fiscal de Estado de la Provincia de Buenos Aires en
causa n. 545 seguida a Balestrino Pedro e Hijos SACI", se rechazó la legitimación del
Fisco Provincial para obtener la revisión de un fallo dictado por el Juez en lo
Correccional que intervenía en grado de apelación contra una sanción pecuniaria
impuesta por el Ministerio de Salud. En dicho fallo, se sostuvo que en el decreto
3707/1998, ninguna de las partes en ese tipo de procesos (se trate de personas
físicas o de personas jurídicas o de la misma autoridad administrativa), se encuentra
facultada para recurrir esa decisión del Juez Correccional que interviene como alzada
(voto del Dr. Natiello). Se agregó que, tratándose en el caso de personas jurídicas, no
se encuentra prevista legalmente la persecución en sentido jurídico penal de las
personas jurídicas".
Para un estudio más profundizado, remitimos al análisis que realizamos en la Ley
Orgánica de las Municipalidades(92).
VI. OTRAS NORMAS QUE LIMITAN EL PODER TRIBUTARIO DE LAS PROVINCIAS Y LOS MUNICIPIOS SON LOS LLAMADOS
"PACTOS FISCALES"(33)
En la mayoría de estos "pactos" se han acordado políticas intentando armonizar el crecimiento económico y la reactivación de
las economías regionales. Así, a modo de ejemplo, el llamado "Pacto Federal" en el punto 1, apartado 2, establece que "Las
provincias se comprometen a derogar los impuestos locales específicos que graven la transferencia de combustibles, gas, energía
eléctrica, incluso los que recaen sobre la auto generada, y servicios sanitarios, excepto que se trate de transferencias destinadas a
uso doméstico. También se comprometen a derogar de inmediato las que graven directa o indirectamente a través de controles la
circulación interjurisdiccional de bienes o el uso para servicios del espacio físico, incluido el aéreo".
También nos dice este "pacto" que "se promoverá la derogación de las tasas
municipales que afecten los mismos hechos económicos que los impuestos
provinciales detallados en los párrafos anteriores, sea a través de la remisión del
respectivo proyecto de ley a la legislatura provincial o a través de la recomendación a
los municipios que cuenten con competencia para la creación y derogación de tales
gravámenes. Igual actitud se seguirá respecto de las Tasas Municipales en general,
en los casos que no constituyan la retribución de un servicio efectivamente prestado,
o en aquellos supuestos en los que excedan el costo que derive de su prestación".
En relación a estos acuerdos o pactos, nuestra CSJN ha sostenido que "Configura
el derecho intrafederal y se incorpora una vez ratificado por la legislatura al derecho
público interno de cada estado Provincial aunque con la diversa jerarquía que le
otorga su condición de ser expresión de la voluntad común de los órganos superiores
de nuestra organización constitucional —nación-provincias—. Esta
gestación institucional ubica a los tratados y leyes convenio con un rango normativo
específico dentro del derecho federal. Una muestra de ello es que no resulta posible
su derogación unilateral por cualquiera de las partes"(34).
Estas normas son demostrativas de cómo las provincias pueden, y de hecho lo
hacen, limitar y encauzar la autonomía municipal en materia tributaria, y como más
allá de las posibles interpretaciones puntuales de los Tribunales, el legislador ha
tendido, con sus dificultades y limitaciones propias, a insertar en un orden sistemático
la potestad recaudatoria de los distintos niveles de gobierno.
Ello nos permite advertir que aunque se reconociera unánimemente a los
Municipios su poder tributario originario y su capacidad de crear impuestos, dicha
potestad se encontraría reducida al mínimo por efecto de las leyes de coparticipación
y los pactos fiscales, ya que sin caer en la doble imposición, en la práctica casi no
quedan materias imponibles para gravar(35).
Otro aspecto para advertir es que cuando se habla de tasas municipales ya sea en
la Ley de Coparticipación como en los "pactos", se las vincula expresa
e inequívocamente a la prestación efectiva de un servicio a cambio de su cobro.
Hemos visto entonces que la mayoría de las Constituciones y normas provinciales
facultan a los municipios a establecer tributos, pero a su vez lo someten a una doble
limitación, por un lado a la ley orgánica de los municipios, dictada por la legislatura
provincial y por el otro, le ordenan a los municipios que no establezcan
gravámenes incompatibles con los nacionales y provinciales.
En orden a este punto, merece una consideración especial uno de los tributos que
más problemas ofrece en la actualidad, recaudado por varios municipios, es la tasa
por los servicios de Inspección general e higiene que incide sobre la actividad
comercial y de servicios (el mismo adopta diversas denominaciones, tales como tasa
por inspección sanitaria, higiene, profilaxis y seguridad en Entre Ríos; tasa
por inspección de seguridad e higiene en la provincia de Buenos Aires; derecho de
registro e inspección en Santa Fe, etc.). De conformidad con lo sostenido por la
doctrina imperante en la materia(36), nos encontramos frente a un tributo cuyo hecho
imponible está dado por la prestación por parte del municipio de un servicio divisible al
contribuyente, que tiene como presupuesto la realización por parte de este último de
una actividad dentro de la jurisdicción municipal y cuya base imponible la constituyen
los ingresos brutos del contribuyente.
Por tratarse de una tasa, la legitimidad de este tributo está sujeta a que reúna los
caracteres distintivos de esta especie tributaria, fundamentalmente en lo relativo a la
efectiva prestación de un servicio y que en el caso se refiere a la inspección para
verificar el estado de salubridad, seguridad e higiene del establecimiento donde
desarrolla su actividad el contribuyente.
El problema principalmente se plantea respecto a la configuración del hecho
imponible; sosteniendo la doctrina mayoritaria que la ausencia de local dentro de la
jurisdicción municipal determina la inexistencia de los presupuestos que dan
nacimiento a la obligación. Muchas comunas han determinado que no es necesario
la existencia de un local como componente del aspecto objetivo del hecho imponible,
bastando que el sujeto ejerza actividades a título oneroso en el ámbito territorial. Este
cúmulo de controversias ha llevado a que la CSJN se expidiera sobre el particular
determinando la ilegitimidad del tributo en los casos concretos puestos a
consideración, por entender que éste era una tasa y que como tal no se había
cumplido con sus requisitos, pues su cobro no correspondía a un servicio concreto,
efectivo e individualizado, referido a algo no menos individualizado (bien o acto) del
contribuyente; intentando poner coto con ello a las arbitrarias pretensiones de las
comunas(37).
Si bien como es sabido el fallo solo tiene operatividad frente al caso en particular,
sería prudente el allanamiento de los municipios y tribunales inferiores a la doctrina.
En pos de ese objetivo, no es menos significativo el recordatorio de la Corte en el fallo
("Laboratorios Raffo") respecto que "si bien la Corte Suprema sólo decide en los
procesos concretos que le son sometidos y su fallo no resulta obligatorio para casos
análogos, los jueces inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a
aquéllas.
De esa doctrina emana la consecuencia de que carecen de fundamentos las
sentencias de los tribunales inferiores, inclusive, los Superiores Tribunales locales,
que se aparten de los precedentes de la Corte sin aportar nuevos argumentos que
justifiquen modificar la posición sentada por el Máximo Tribunal en su carácter
de intérprete supremo de la Constitución Nacional".
Por su parte, varias Constituciones Provinciales impiden a las municipalidades
establecer impuestos directos o indirectos sobre la producción y frutos del país, ni
sobre los establecimientos industriales y sus productos, con excepción de los de
seguridad, higiene u otro de carácter esencialmente municipal y de las tasas por
retribución de servicios.
Estas normas incluyen una prohibición de incluir en el objeto del impuesto a las
materias que enuncian en cada caso, y no una exención como lo afirman
algunos autores, ya que ésta tiene como presupuesto la inclusión de determinados
actos o actividades en el objeto del gravamen, gravamen que en este caso no existe,
es por eso que no puede una norma eximir algo que nunca se ha gravado.
A su vez, las leyes orgánicas de los municipios dictadas por las Provincias, en
general establecen como facultades y deberes de las corporaciones municipales las
de fijar las tasas, contribuciones y demás tributos municipales conforme a la ley y
establecer su forma de percepción; quedando de esta manera bajo la órbita municipal
establecer la "forma de percepción " de los respectivos gravámenes.
Esto es el modo en que se ha de determinar la deuda (liquidación por la
administración, por el propio constituyente, mixta, etc.) y la forma en que ha
de ingresar el monto al fisco municipal. Es así que en virtud del principio de legalidad
que rige en materia tributaria, el poder municipal no se podrá apartar de estos límites
fijados por su ley orgánica, ni tampoco hacer extensiva la enumeración de las
facultades previstas en la norma por vía de analogía, a actos o actividades
no incluidos en la misma.
VII. CONCLUSIONES
Como se ha visto, el sistema de potestades tributarias municipales resulta
complejo. A la multiplicidad de agentes interactuando y la compleja trama normativa
aplicable se suma la necesidad de financiamiento que padecen las comunas, lo cual
hace que la puja de intereses y las urgencias financieras dificulten la aplicación
práctica de estos conceptos. Sin embargo, ninguno de estos inconvenientes
son excusas válidas para apartarse de los mandatos constitucionales ni de los
principios generales que rigen la materia; y es indudable que las necesidades de
financiamiento por parte de los distintos niveles del estado deben ser analizadas no
solamente desde la legalidad y equidad de los tributos que se imponen, sino también
contraponer a estos las normas necesarias para una efectiva y adecuada
administración de los recursos y el manejo de los fondos públicos; pues sin controlar
este último aspecto cada día se incrementará la voracidad del fisco para satisfacer
sus crecientes necesidades financieras. Para ello, nada más acertado que volver a
recordar a Alberdi cuando nos dice que "todo dinero público gastado en otros objetos
que no sean los que la Constitución señala como objetos de la asociación política
argentina, es dinero malgastado y malversado... Encerrado en ese límite el tesoro,
como se ve, tiene un fin santo y supremo, y quien le distrae de él comete un crimen,
ya sea el gobierno cuando lo invierte mal, ya sea el ciudadano cuando roba o
defrauda la contribución que le impone la ley del interés general... En el gasto público,
todo el apoyo que exige de la ley es que ella intervenga sólo para impedir que se
distraiga de su verdadero destino, que es el bien general; para impedir que exceda
este objeto y para cuidar que el impuesto levantado para sufragarlo no atropelle la
libertad ni esterilice la riqueza"(38).
Hemos analizado anteriormente y de manera muy breve el caso de la tasa por
higiene y profilaxis o sus equivalente como una muestra de que tal estado de cosas
lleva a desnaturalizar e ignorar las limitaciones impuestas por la Carta Magna y
principios básicos en materia tributaria tales como el necesario sustento territorial;
pero aún así hemos visto que en última instancia ha sido nuestro más Alto Tribunal
quien en el caso concreto tomó cartas en el asunto; queriendo señalar con esto que
en el marco del movimiento constitucionalista, uno de los procedimientos más
eficaces para preservar la libertad y dignidad del hombre, objetivos fundamentales en
todo estado de derecho, ha sido el principio de la Supremacía de la Constitución y su
secuela instrumental del control de constitucionalidad.
La Constitución, consecuencia del acto fundacional de la sociedad política global,
es parte integrante del derecho interno, pero simultáneamente condiciona la validez
jurídica y creación de todas las normas que forman parte de ese derecho interno en
su adecuación a los preceptos constitucionales. En efecto, todas las normas que se
sancionan en virtud de la Constitución están subordinadas a ella, y ninguna de tales
normas puede estar por encima de aquélla, a menos que disponga lo contrario. La
supremacía de la Constitución es una técnica sumamente eficaz, cuando no la única
para limitar el ejercicio del poder por parte de los gobernantes. Las normas que ellos
dicten como consecuencia del ejercicio del poder, sólo serán válidas y jurídicamente
obligatorias cuando no se opongan a la supremacía material y formal resultante de
una Constitución; caso contrario los gobernantes podrían modificar las reglas de juego
fundamentales de una sociedad política, con su consecuente secuela de arbitrariedad
e inseguridad en la regulación de las relaciones sociales e interindividuales.
El principio de supremacía constitucional impone a gobernantes y gobernados la
obligación de adecuar sus compromisos a las reglas contenidas en la Ley
Fundamental, cuya jerarquía jurídica está por encima de las normas que puedan
emanar de aquéllos. Comentando esta disposición, HAMILTON en "El
Federalista"(39), expresaba que la Constitución es una ley fundamental, y si llegara a
presentarse una discrepancia entre ella y una ley proveniente del cuerpo legislativo,
debe preferirse aquélla que posee fuerza obligatoria y validez superior; en otras
palabras, debe preferirse la Constitución a la ley ordinaria, la intención del pueblo a
la intención de sus mandatarios.
Este principio de la supremacía constitucional está expresamente establecido por
la Constitución Nacional en su art. 31, al establecer que: "Esta Constitución, las leyes
de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las
potencias extranjeras, son la ley suprema de la Nación, y las autoridades de cada
provincia están obligadas a conformarse a ellas, no obstante cualquier disposición en
contrario que contenga las leyes o constituciones provinciales...".
Por ello, con esa actitud optimista que apuntara al comienzo, considero que el
necesario cambio y fortalecimiento de las comunidades en una República democrática
implica un mayor compromiso por parte de los hombres y mujeres vinculados al
derecho en miras a evitar los excesos del poder, y ello debe realizarse sin descanso
pues, tal como nos ha advertido Tocqueville, "las libertades en las pequeñas cosas
deben ser defendidas diariamente"; y como herramienta fundamental para ello, nada
más acertado que tener siempre a mano una de las máximas del maestro
Couture "Tener fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia
humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustituto
bondadoso de la justicia. Y sobre todo en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni
justicia, ni paz".
VI. CONCLUSIÓN
Cuando los municipios dictan su Carta Orgánica, se apartan de toda legislación
provincial que los regía determinando su competencia. Por ello, cualquier compromiso
asumido por las provincias, arrogándose competencias municipales no les resultan
obligatorios. Actualmente, ante los municipios fácticamente autónomos, las provincias
sólo pueden asumir obligaciones de medios(14).
Somos conscientes que aceptar las conclusiones precedentemente desarrolladas
implica admitir que numerosas materias poseerán un tratamiento legislativo dispar
dentro de una misma provincia. En materia tributaria, esto se traduce en palpables
efectos negativos sobre la industria y el comercio.
Más allá de ello, creemos que es necesario apoyar el federalismo práctico, que
supone una constante coordinación entre sus diversos sujetos, actuando cada uno de
ellos en el marco de sus competencias. La concertación es la esencia del federalismo,
por cuanto constituye la herramienta esencial para sortear las dificultades que supone
su práctica, sin avasallar ninguna de sus instituciones.
I. INTRODUCCIÓN
No resulta extraño, en la cotidiana realidad de nuestros días, que cualquiera sea el
motivo o el origen de la inexactitud, se verifiquen efectivamente pagos erróneos
o indebidos en materia de tributos. Tales erogaciones imprecisas no son
patrimonio exclusivo de uno sólo de los tres niveles estaduales, sino que —por el
contrario— las mismas aparecen tanto en el orden nacional, como en el provincial o
municipal.
Aún así y no obstante el ámbito donde se realicen, lo cierto es que el Estado sólo
se encuentra facultado a percibir aquello que reconozca su debido y correcto respaldo
normativo, dado que en virtud del 'principio de legalidad', no existe tributo sin ley. Este
'no derecho' en cabeza del poder público a recibir tributos sin su debido sustento legal
permite evidenciar, del otro lado de la moneda, el derecho que nace en cabeza de un
sujeto legitimado por ley para reclamar y obtener —por la vía administrativa y/o
judicial— el reintegro o devolución de aquellas sumas incorrectamente abonadas;
pretensión que suele encontrar su vehículo ritual en la vía de la repetición.
Conjugando lo dicho, la posibilidad de repetir aparece cuando el contribuyente o
responsable ha pagado indebidamente un tributo sin sustento jurídico, naciendo el
derecho al reintegro respecto del Estado que lo ha percibido(1). O lo que es igual, que
se ha producido un desplazamiento patrimonial en favor del fisco por motivos
tributarios, sin fundamento jurídico válido y que permite la pretensión regresiva
posterior.
Si bien —como dijimos— estas conductas pueden darse en toda la trilogía de
niveles públicos, a los fines de delimitar la materia objeto del presente y con la
premisa de centrar el estudio en la temática especial de la obra, intentaremos
analizar —sin pretensiones de agotamiento de la cuestión— una serie de aristas
problemáticas sobre la repetición de tributos, dándole siempre una óptica
especialmente colocada en la faz municipal, cuyas legislaciones tributarias
mayoritariamente han previsto y desarrollado esta figura(2). Desde ya que en los
distintos pasajes del presente entrarán como datos ilustrativos, de referencia o en
subsidio, los vectores provinciales y nacional, muchas veces inevitables y necesarios
para un correcto entendimiento; pero siempre y en todo momento respetando el eje
local planteado como norte.
No obstante dicha voluntad, no debemos dejar de advertir al lector la dificultad que
supone la labor emprendida, no sólo por las constantes modificaciones a los cuerpos
legales respectivos, sino especialmente por el crisol de legislaciones particulares
sobre el tema. Es que si el presente estudio se limitara al nivel nacional, bastaría en
principio con analizar solo y únicamente una norma especial, esto es, la ley 11.683 y
sus previsiones; mientras que, por su parte, la tarea se complejizaría si el objeto
fueran las provincias, órdenes estaduales que también cuentan con un régimen fiscal
propio. Pero si labor se afinca —tal cual lo augurado— en las innumerables
normativas locales, se comprenderá inmediatamente la complejidad de pretender
realizar una sistemática válida y general de la cuestión, que permita ser aplicada a
cualquier localidad argentina(3). De allí que con la finalidad de no evadir la tarea y por
evidentes motivos de entidad, en todo momento en que se deba hacerse un anclaje
normativo local, tomaremos como referencia las legislaciones de las ciudades
capitales de provincia o de mayor importancia nacional(4).
Con esta advertencia y con el aludido marco, ingresaremos al tratamiento de las
diversas cuestiones(5).
VI. PRESCRIPCIÓN
Por último, habremos de abocarnos a la prescripción, instituto legal que no se trata
de una figura propia del derecho público local, sino de un instituto general del
ordenamiento jurídico. Sin perjuicio de ello, esta circunstancia no ha obstado a que la
materia prescriptiva —en particular, los plazos aplicables a cada supuesto— también
tenga un régimen especial en las legislaciones tributarias locales.
Aún así, esta coexistencia de normativas no ha sido fácil ni mucho menos pacífica.
En efecto, la aplicación de las normas locales a los casos particulares y los contrastes
y contrapuntos que se alegan respecto de la legislación de fondo han motivado
una innumerable cantidad de opiniones de autores y de decisiones judiciales sobre el
tema.
Para sistematizar la temática y comprender las posturas antagónicas que se han
alzado sobre el punto entre aquellas facetas, haremos una breve síntesis de sus
argumentos centrales.
La doctrina, por su lado, ha expuesto las siguientes dos tesis contrarias:
1) Civilista o jusprivatista: seguida por la jurisprudencia actual de nuestro máximo
tribunal nacional y en virtud de la cual los códigos de fondo —dictados como
consecuencia de la delegación de competencias de la Constitución Nacional— son
prevalentes a las leyes tributarias locales y deben ser aplicados por sobre éstas
últimas. De allí que, por necesaria implicancia de tal hecho, el poder tributario
provincial habrá de encontrar en su ejercicio un límite derivado de la subordinación de
los preceptos impositivos a las instituciones, principios y conceptos de la legislación
común(41).
Así y en materia local, se ha dicho que "En la actualidad está fuera de discusión y,
por lo tanto, admitido por la generalidad, que en virtud de lo normado por el art. 75 inc.
12º de la Constitución Nacional, es atribución del legislador nacional —al dictar los
códigos de fondo— regular los aspectos sustanciales del régimen general de las
obligaciones y en consecuencia sus modos de extinción, estando vedado a los
gobiernos locales dictar reglas incompatibles con las consagradas en aquellos
códigos. El Estado nacional es quien ostenta la potestad de regular lo concerniente al
vínculo obligacional entre acreedores y deudores, siendo la fijación del plazo de
prescripción de las obligaciones, el modo de computarlo y las causales de suspensión
e interrupción —entre otros aspectos— facetas diversas de aquella misma facultad,
por lo que, conforme la regla de jerarquía normativa establecida en el art. 31 de la
Constitución Nacional, los Estados provinciales deben adecuar su regulación a las
pautas establecidas en el Código Civil"(42).
2) Autonomista: tesis que reafirma la autonomía del derecho tributario en su
conjunto, bien sean de normas nacionales o provinciales y de inspiración
marcadamente juspublicista. Como parte de los argumentos volcados en su defensa,
se ha sostenido que dentro de la competencia reservada por las provincias a los fines
de crear tributos, se encuentran las más amplias facultades para diseñarlos, con la
única restricción de su correspondencia y respeto de las garantías y derechos
consagrados por la Constitución Nacional a favor de los contribuyentes, sin que los
códigos de fondo —dictados sólo para regir de modo uniforme las relaciones de
derecho privado— se puedan convertir en un obstáculo para el pleno ejercicio del
federalismo, limitando de ese modo las facultades tributarias de las Provincias; y ello
por cuanto los ámbitos civil y fiscal no se superponen ni colisionan entre ellos(43).
Por su parte y de igual modo, a lo largo del tiempo y con motivo de este
enfrentamiento de normas, los distintos tribunales han debido determinar en qué
medida las provincias —preexistentes y con la consecuente reserva de competencias
constitucional— debían ajustar o no sus legislaciones locales a las disposiciones
contenidas en los Códigos de fondo dictados por el Congreso Nacional (art. 75 inc. 12
y 126 de la Constitución Nacional); y, en su caso, cual normativa debía prevalecer
sobre la otra.
Omitiendo, por motivos de alcance y extensión del presente trabajo, una amplia
reseña del sinuoso modo en que la cuestión ha ido recorriendo el tiempo en materia
jurisprudencial, habremos de decir que estas cuestiones fueron vertidas in extenso por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el tradicional precedente "Martínez y
Esquivel"(44)y, luego, en el ya renombrado y conocido "Filcrosa
SA s/Quiebra s/Incidente de Verificación de Municipalidad de Avellaneda"(45), del 30
de septiembre de 2003, sosteniendo en éste último que las provincias resignaron en
favor de las autoridades nacionales su posibilidad de legislar de modo diferente lo
atinente al régimen general de las obligaciones, una de cuyas facetas es la
prescripción, por lo que no corresponde a ellas ni a los municipios, dictar
leyes incompatibles con lo que los Códigos de fondo establecen al respecto, pues al
haber atribuido a la Nación dicha facultad han debido admitir la prevalencia de las
leyes del Congreso y la necesaria limitación de no dictar normas que las contradigan.
Al mismo tiempo, señaló que aun cuando los poderes de las provincias son
originarios e indefinidos y los delegados a la Nación definidos y expresos, la facultad
del Congreso Nacional de dictar los Códigos de fondo —art. 75 inc. 12 de la
Constitución Nacional— comprende la de establecer las formalidades que sean
necesarias para concretar los derechos que reglamenta, entre ellas, la de legislar de
manera uniforme sobre la prescripción en cuanto modo de extinción de las
obligaciones de cualquier naturaleza. De tal modo, consideró inválidas las
legislaciones provinciales que reglamentan la prescripción en materia tributaria en
forma contraria a lo dispuesto en el Código Civil, pues las provincias carecen de
facultades para establecer normas que importen apartarse de la aludida legislación de
fondo, incluso cuando se trata de regulaciones concernientes a materias de derecho
público local. Y ello por cuanto si bien la potestad fiscal de las provincias es una de las
bases sobre las que se sustenta su autonomía, inconcebible si no pudieran contar con
los medios materiales que les permitieran autoabastecerse, el límite de esas
facultades viene dado por la exigencia de que la legislación dictada en su
consecuencia no restrinja derechos acordados por normas de carácter nacional.
Con posterioridad a dicho decisorio y en un lapso no muy extenso de tiempo —
durante el año 2009—, la Corte tuvo oportunidad de expedirse nuevamente en
numerosa cantidad de casos, entre los cuales pueden mencionarse: "Casa CASMMA
SRL s/Concurso Preventivo s/Incidente de verificación tardía (promovido por la
Municipalidad de La Matanza)"(46), del 26 de marzo; "Municipalidad de Resistencia c/
Lubricom SRL s/Ejecución Fiscal"(47)y "Municipalidad de Resistencia c/ Biolchi, Luis
Ángel S/Ejecución Fiscal"(48), ambos del 8 de septiembre; y "Carrefour Argentina SA c/
Provincia de Buenos Aires s/Repetición de Impuestos"(49)y "Bruno, Juan Carlos c/
Provincia de Buenos Aires s/Acción de Inconstitucionalidad"(50), estos dos últimos del
6 de octubre del mismo año. En dichos precedentes el conflicto volvió a encontrar su
núcleo medular en el enfrentamiento generado entre las normas de fondo y las
previsiones de las leyes tributarias provinciales, en materia de plazos de prescripción
aplicables a los tributos; y, como se adelantara, el máximo tribunal federal ratificó la
tendencia jurisprudencial que había asumido en el precedente de mención(51).
En todos ellos —basados mayormente en los dictámenes del Procurador General y
con mayor o menor extensión—, la Corte remitió a las consideraciones volcadas sobre
el punto en "Martínez y Esquivel" y, muy especialmente, en "Filcrosa"; y, entendiendo
que la sustancia de los conflictos resultaba análoga a la allí resuelta, decidió aplicar
sin más las conclusiones de dichos precedentes.
Estas circunstancias, sumadas y ratificadas por distintos fallos emitidos con mayor
proximidad de fechas al presente trabajo(52), son demostrativas del firme camino
jurisprudencial que ha asumido en la materia el máximo tribunal nacional y que, por
ende, no ha variado al día de la fecha.
Como se ha visto, los casos que anteceden han sido reseñados para evidenciar la
limitaciones legisferantes que —en la concepción jurisprudencial mayoritaria de
nuestra Corte— tienen las provincias y los municipios para regular en
forma independiente pero contraria a la normativa de fondo la materia prescriptiva;
doctrina que se emitiera para dar respuesta, generalmente, a planteos del propio
estado local, cuando ha querido obtener réditos de un ordenamiento fiscal propio que
le otorgara plazos más beneficiosos a sus posturas que los previstos en el derecho
federal de fondo(53).
No obstante ello —y, quizá, como era previsible— casi unánimemente las
legislaciones locales han sentado bases en un criterio distinto al analizado. Esto es,
que salvo escasas excepciones que se acoplan a la interpretación de la normativa
civil, el plazo de prescripción aplicable a la vía de la repetición se ha fijado en cinco
(5) años.
Al solo título ilustrativo, podemos mencionar los arts. 34 de Santa Fe y Rosario, 63
de Posadas, 99 de Neuquén, 89 de Rawson, 109 de La Plata(54), 74 de Córdoba, 59
de San Luis, 70 de Santiago del Estero, 67 de San Juan, 62 de Corrientes y 59 de
San Miguel de Tucumán, entre otros.
Del otro lado, hemos advertido que únicamente las legislaciones de Mendoza (art.
85), Salta (art. 46) y Ushuaia (art. 94) ofrecen un plazo mayor en el tópico, ajustado a
la interpretación civilista, el cual queda fijado en diez (10) años(55).
Ahora bien, las referencias efectuadas no serían plenamente útiles de no ser
complementadas con un dato tan imprescindible como variado, según la legislación
municipal que se confronte.
Es que resultará natural a cualquier operador jurídico la inquietud pragmática que
aparece en forma inmediata luego de atender a los plazos de prescripción y que
consiste en conocer el momento a partir del cual dichos términos comienzan a correr;
o en otras palabras, el dies a quo aplicable en cada normativa.
En el punto y con el objetivo de sistematizar la temática, cabe efectuar nuevamente
una distinción o clasificación, entre aquellos ordenamientos que lo establecen desde
la fecha de pago; desde el día 1 de Enero del año siguiente al de la fecha de pago; y
aquellos que establecen modalidades especiales.
Vale mencionar entonces aquellas normativas que se asientan en cada uno de
dichos criterios:
a. Desde la fecha de pago: 35 de Santa Fe y Rosario, 76 de Viedma, 110 de La
Plata; 75 de Córdoba; 71 de Santiago del Estero; 60 de San Miguel de Tucumán, etc.
b. Desde el 1 de Enero del año siguiente a la fecha de pago: 51 de Salta; 99 de
Neuquén; 68 de San Juan; 86 de Mendoza.
c. Modalidades especiales: El art. 78 del Código Fiscal de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, por su parte, establece que el término de la prescripción de la acción
para repetir comenzará a correr desde el primero de enero siguiente al año en que
venció el período fiscal, si se repiten pagos o ingresos que se efectuaron a cuenta del
mismo cuando aún no se había operado su vencimiento; o desde el 1º de enero
siguiente al año de la fecha de cada pago o ingreso, en forma independiente para
cada uno de ellos, si se repiten pagos o ingresos que se efectuaron con posterioridad
a su vencimiento. De igual modo, aclara que cuando la repetición comprende pagos
e ingresos hechos por un mismo período fiscal antes y después de su vencimiento, la
prescripción comenzará a correr independientemente para unos y otros, y de acuerdo
a las normas señaladas en lo que precede.
El art. 55 del Código Tributario Municipal de San Fernando del Valle de Catamarca
señala, en forma similar a la ciudad capital nacional, que el plazo prescriptivo para la
acción de repetición corre desde el 1º de Enero del año siguiente al del vencimiento,
cuando se repitan pagos efectuados hasta esa fecha, o del año siguiente al de cada
pago, cuando se repitan pagos efectuados con posterioridad al vencimiento.
En similar inteligencia, el art. 94 de Ushuaia prescribe que el término correrá desde
el 1º de enero siguiente al año que se produzca el vencimiento de los plazos
generales para la presentación de la Declaración Jurada o el documento que la
sustituya e ingresos de tributo.
Finalmente, el art. 124 del Código Tributario Municipal de San Salvador de Jujuy
establece que el plazo de prescripción corre desde el primero de Enero siguiente al
año en que venció el período fiscal, si se repiten pagos o anticipos que se efectuaren
a cuenta, cuando aún no había operado el vencimiento de dicho período; o desde el
primero de Enero siguiente al año de la fecha de cada pago, en forma independiente
para cada uno de ellos, cuando se repitan pagos relativos a un período fiscal ya
vencido. De igual modo que el ordenamiento de la ciudad de Buenos Aires, consigna
que si la repetición comprende pagos hechos por un mismo período fiscal, antes y
después de su vencimiento, el término comenzará a correr independientemente para
cada uno de ellos, en la forma ya establecida en las previsiones que anteceden.
Por último, no cabe finalizar este análisis sin advertir al lector la presencia —en un
gran número de legislaciones tributarias locales— de específicas y marcadas
regulaciones en materia de suspensión e interrupción de la prescripción.
Si bien por motivos de alcance del presente deviene imposible su extenso
desarrollo, entendemos necesario prevenir el especial cuidado que deberá guardarse
en este punto sobre ambas figuras. Es que si bien asumimos que las consideraciones
efectuadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la jurisprudencia que se
citara —en tanto deciden sobre la materia prescriptiva y no sólo sobre su plazo—
incluyen la cuestión atinente a la suspensión e interrupción de la misma, por lo que la
normativa local deberá analizarse también 'a la luz' o con el marco de la legislación de
fondo, lo cierto es que ambos puntos se encuentran especialmente legislados y —de
superar el test de constitucionalidad antes referido— nada obsta a la plena
aplicabilidad de estas previsiones en las distintas vías de repetición(56). Su estudio y
conocimiento será una herramienta imprescindible para evitar la pérdida o frustración
de los derechos puestos en juego(57).
I. INTRODUCCIÓN
La reforma constitucional de 1994 vino a complementar la escueta referencia
contenida en el artículo 5 CN respecto de una institución política de tanta importancia
como el municipio(1). En efecto, el nuevo artículo 123, al obligar a las provincias a
asegurar la autonomía municipal reglando su alcance y contenido en el
orden institucional, político, administrativo, económico y financiero, ha superado
aquella tradicional doctrina de la Corte Suprema que sostenía que los municipios eran
sólo entidades autárquicas, no "más que meras delegaciones de los poderes
provinciales circunscriptas a fines y límites administrativos"(2). De esta forma, serán las
constituciones provinciales las que deban asegurar debidamente este postulado
supremo a la hora de pergeñar la institución municipal dentro de su respectivo ámbito
territorial, pudiendo acordárseles a todos los municipios acceder al mayor grado
de autonomía, y, por ende, sancionar su propia carta local o sólo reconocer como
municipios de convención a los más grandes, siguiendo el modelo inaugurado por la
emblemática Constitución de Santa Fe de 1921.
De todos modos, y más allá, entonces, del grado de autonomía del que gocen los
municipios en virtud del diseño constitucional que cada provincia decida en la materia,
los mecanismos de democracia semidirecta no deberían faltar en ningún caso, por
cuanto procuran una "combinación armónica"(3)de democracia directa y
representativa, potenciando las fortalezas y disminuyendo las debilidades de una y
otra. Ahora bien, si esto es una evidencia en todos los niveles estatales, es en el
municipio, por la proximidad territorial y personal que lo caracteriza, donde se facilita
una mayor y más espontánea participación de los vecinos en la decisión de los
asuntos que los afectan(4). En efecto, en el ámbito municipal es donde mayores
réditos se pueden obtener de estos instrumentos de empoderamiento ciudadano. Por
ello es que, aún en el extremo de que norma alguna los previera expresamente, los
municipios podrían incorporarlos dentro de su ámbito de actuación, en tanto no exista
normativa explícita en contrario(5).
Y tal vez por ser la esfera municipal, como sostenemos, donde se optimizan las
ventajas y se reducen las desventajas de los institutos de democracia
semidirecta,(6)en alguna normativa local se llega a consagrar que la participación
ciudadana es no sólo un derecho sino también un deber de los vecinos o una
obligación del Estado.
Constitución de Neuquén
Artículo 283. —
Los electores del municipio tendrán los derechos de iniciativa, referéndum y
revocatoria mediante el voto popular en la forma y bajo las condiciones que la ley
establezca.
Constitución de Formosa
Artículo 186. —
La Ley Orgánica Comunal otorgará al electorado municipal el ejercicio del derecho
de iniciativa y referéndum.
Constitución de Salta
Artículo 174. —
(...)
La iniciativa para dictar o reformar la Carta Municipal corresponde al Intendente, al
Concejo Deliberante o por iniciativa popular cuando reúna los requisitos legales (...)
En la convención constituyente nacional de 1994, el convencional Iván Cullen pidió,
muy atinadamente, que cuando el Congreso no tratase una iniciativa popular debía
imponerse la consulta posterior a la ciudadanía(17)a efectos de concretizarse
una auténtica democracia participativa(18). Nosotros creemos que la misma solución
debería darse cuando la iniciativa es rechazada por el órgano legislativo o, más aún,
vetada por el órgano ejecutivo. De lo contrario deviene en mero ejercicio del clásico
derecho de peticionar. Lamentablemente, ni el artículo 39 CN ni la ley reglamentaria
nacional previeron esa solución. Tampoco lo hacen, en general, las cartas orgánicas
municipales que contemplan la iniciativa popular para el ámbito local. Por ello,
merecen destacarse, a modo de ejemplo, algunos casos que consagran la respuesta
que propiciamos.
Carta Orgánica de Esquel
Artículo 83. —
Deben someterse a referéndum obligatorio, para su ratificación, aprobación o
rechazo:
(...)
4. Los proyectos de ordenanzas que tengan su origen en el derecho de iniciativa
popular, que hayan sido presentados por no menos del veinte por ciento (20%) del
electorado, y que hayan sido rechazados por el Concejo Deliberante o vetados por el
Departamento Ejecutivo. En estos casos el referéndum debe celebrarse dentro de los
tres (3) meses siguientes al rechazo o veto del mismo.
(...)
I. COINCIDENCIAS
1. La Iglesia Católica se ha llamado a "repensar profundamente" el cambio,
acudiendo principalmente a la institución de un "hombre nuevo". Lo hizo en la Quinta
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe reunida en Brasil
(Aparecida) en el mes de mayo de 2007. Advierte allí que los pueblos de América
Latina y el Caribe viven hoy una realidad marcada por grandes cambios que afectan
profundamente sus vidas. Y bajo la propuesta general de una vida digna para todos
los seres humanos, especialmente para los que son más pobres y vulnerables,
requiere garantizar los derechos sociales, culturales y solidarios, apuntando a la
cultura suburbana que, fruto de grandes migraciones de población en su mayoría
pobre, se estableció alrededor de las ciudades en los cinturones de miseria. Vinculado
a ello, denuncia el avanzado nivel de corrupción en las economías "a lo que se suma
una notable falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía", así
como el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria que derivan en
regímenes de corte neopopulista.
2. Esto indica —se dice en el mismo documento, expresamente en los puntos 74 y
75— que no basta una democracia puramente formal fundada en la limpieza de los
procedimientos electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y
basada en la promoción y respeto de los derechos humanos... con la presencia
protagónica de la sociedad civil y la irrupción de nuevos actores sociales... creando
mayores espacios de participación pública. La propuesta de cambio alcanza así su
máxima expresión cuando reclama que los ciudadanos sean promovidos como
sujetos de su propio desarrollo (punto 385). Una verdadera promoción humana —dice
en 399— debe ser integral, debe promover a todos los hombres y a todo el hombre,
que debe ser sujeto de su propio desarrollo, sujeto de su reinserción social —agrega
en 407—, en una concepción que supera ampliamente los contenidos constitucionales
referidos a instrumentos de la democracia semidirecta (plebiscito, iniciativa popular,
etc.) para adentrarse en la presencia activa de la sociedad civil en el ejercicio de la
función de administrar que, hasta ahora, es la más recoleta e inaccesible de las
funciones, como consecuencia de un derecho administrativo de corte
netamente autoritario, elaborado durante todo el desarrollo de la modernidad(1).
Presencia protagónica de la sociedad civil, reclama, junto a la creación de mayores
espacios de participación pública.
3. Expone Friedrich Engels en 1890 —adicionando una nota al inicio del capítulo I
del Manifiesto Comunista dado en Londres en 1847— que al disolverse las
comunidades primitivas(2)es cuando comienza a escindirse la sociedad en clases
especiales, enfrentadas las unas con las otras, punto de partida para el exhaustivo
estudio que desarrolla el Manifiesto acerca de la modernidad. A cada etapa de avance
recorrida por la burguesía(3)corresponde una nueva etapa de progreso político(4); la
burguesía forma en la "comuna" una asociación armada para la defensa de
sus intereses, organizándose de diversas formas hasta que por último, se conquista la
hegemonía política y se crea el moderno Estado representativo. Sin perjuicio de
considerar circunscripta a una circunstancia histórica precisa del siglo XIX hoy
absolutamente fuera de lugar, la apreciación acerca de cómo el proletariado debe
echar las bases de su poder(5), nos interesa destacar el párrafo final del segundo
capítulo del Manifiesto en cuanto concluye en que "a la vieja sociedad burguesa, con
sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre
desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos"(6). Y en esa proyección
aparece inexorablemente el hombre en su condición de tal, como fue considerado en
las normas supranacionales emanadas a mediados del siglo XX luego del fracaso de
los totalitarismos. Es, precisamente, el hombre como sujeto de su propio desarrollo.
4. El cuestionamiento de Marx a una sociedad heterónoma realizado
principalmente en El 18 brumario, confirma lo expuesto en cuanto, en su idea, la
heteronomía encuentra aplicación en un Poder Ejecutivo constituido como espantoso
organismo parasitario que se ciñe como una red a la sociedad y le tapona los poros.
Una sociedad heterónoma desprecia al hombre en su calidad de tal, en tanto
la autonomía supone una actividad de deliberación colectiva que solo tiene como
sustento al sujeto reflexivo. Cuando hablamos de reflexividad y de capacidad de
acción deliberada —dice Cornelius Castoriadis— hablamos de posibilidades del sujeto
humano, en cuanto su realización está profundamente ligada a la institución de la
sociedad(7): la autonomía es la capacidad de cuestionar lo instituido y por ello el
problema de una sociedad autónoma es el de encontrar instituciones que hagan a
los individuos lo más capaces de crítica que sea posible con respecto a esas
mismas instituciones. Una cuestión fundamental para constituirse en sujetos de su
propio desarrollo. La reflexividad —añade Castoriadis en página 273 de la misma
obra— trae con ella la idea y la efectividad de la actividad deliberada, y
recíprocamente: la creación de sociedades en donde emerge el proyecto
de autonomía va a la par de la emergencia dentro de esas sociedades de individuos
capaces de cuestionar la ley existente y de cuestionarse a sí mismos. "Vayan en
contra de la corriente" dijo el Papa Francisco recientemente, dirigiéndose en especial
a los jóvenes; y añadió que no hay que tenerle miedo al cambio, coincidiendo con la
Conferencia Episcopal de 2007 que él mismo integró, cuando destaca al hombre
como sujeto de su propio desarrollo y censura los movimientos neopopulistas que
pretenden la continuidad de conductores sociales que decidan por ellos sustituyendo
su voluntad(8). Castoriadis se pronuncia por un proyecto de autonomía signado por la
presencia de un espacio público, una memoria pública accesible a todos, instituciones
abiertas a todos, la posibilidad del diálogo abierto y sobre todo, la creación
de instituciones entre las instituciones sociales que permitan individuos capaces de
reproducir esta forma de sociedad, a saber, individuos libres, cuestionantes y
no individuos "sujetos" en el sentido monárquico del término.
II. LOS CENTROS DE DECISIÓN DE LA CIUDAD
5. Una mayor presencia del hombre en los centros de decisión de la ciudad
contribuye a definir a ésta como un lugar propio de nuevas culturas que se están
gestando e imponiendo con un nuevo lenguaje y una nueva simbología (punto 510 de
la Conferencia citada). Nuevos areópagos(9)y centros de decisión reclama la
Conferencia Episcopal en el capítulo 10 (10.4 y números 510 a 518) destacando que
el mundo nuevo está compuesto de ciudades satelitales y de barrios periféricos,
donde conviven diferentes categorías sociales. Existen sentimientos de impotencia
ante las grandes dificultades de las ciudades, decían los obispos en 2007, definiendo
a la vez a éstas como lugares de libertad y oportunidad en las que el ser humano es
llamado constantemente a caminar siempre más al encuentro del otro, a convivir con
el diferente, aceptarlo y ser aceptado por él (punto 514).
6. Los procesos de conformación metropolitana son estudiados en el mismo
sentido por disciplinas afines, señalando que esa conformación y especialmente sus
áreas más densas —equilibradas o no con las áreas periféricas— eran consideradas
como una anomalía caótica e indeseable que podía y debía ser combatida en pos de
una reintegración más orgánica de las actividades humanas a la naturaleza, criterio
propio de la modernidad. Así, en los años sesenta —dice Jorge Francisco Liernur(10)—
ante los datos concretos de la visible crisis de los centros urbanos podía pensarse
que, a menos que se revirtiera el proceso de burocratización y dominio tecnocrático,
comenzaría una nueva era en que la ciudad se reduciría a las dimensiones de un
centro subterráneo de control. Sin embargo, el desenlace es otro, apunta Liernur con
cita de Georg Simmel en cuyo enfoque la metrópolis es un nuevo fenómeno que es
necesario comprender, en la que el extranjero existe no como lo diferente que pasa
sino como aquello que siendo diferente, establece lazos con la comunidad de
iguales, exigiendo un nuevo equilibrio. Lugares de libertad y oportunidad en los que el
ser humano es llamado constantemente a caminar siempre más al encuentro del otro,
a convivir con el diferente, aceptarlo y ser aceptado por él.
SUMARIO: I. Introducción. II. Breve reseña histórica acerca del origen del servicio
público. III. Los servicios públicos en el sistema argentino. IV. Servicio
universal. V. Los servicios públicos en Europa. VI. Nuestra postura. VII. La
regulación de los servicios públicos en el ámbito municipal.
I. INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene por objeto analizar la problemática relativa a los servicios
públicos y, especialmente, los de carácter municipal. Para alcanzar ese objetivo,
resulta imprescindible efectuar breve una reseña del origen de la aludida noción en el
derecho comparado y su posterior evolución, para luego abordar lo relativo a la
titularidad de las actividades que son catalogadas como servicios públicos.
Luego, trataremos de definir de acuerdo a nuestro diseño constitucional qué
servicios pueden ser prestados —directa o indirectamente— por los municipios y
cuáles son sus principales características.
II. BREVE RESEÑA HISTÓRICA ACERCA DEL ORIGEN DEL SERVICIO PÚBLICO
2. El sistema anglosajón
Paralelamente, en EE.UU. y en Inglaterra se construyó un sistema diferente
sustentado en otros principios políticos y jurídicos, e influenciado por el sistema de
economía liberal que había calado hondo en tales países, basado, por lo general, en
la iniciativa privada. De este modo, era el mercado y su "mano invisible" la que iba
estableciendo cuáles eran los servicios que la sociedad precisaba. Por tal razón, en
los Estados Unidos de América, salvo algunas excepciones que se registraron en
materia de agua potable, las principales actividades fueron desarrolladas directamente
por los particulares bajo un régimen de libre competencia.
Sin embargo, las experiencias recogidas en materia de comercio de granos y en el
sector de transporte de carga a fines del siglo XIX, motivaron que el gobierno
estadounidense comenzara a intervenir en el mercado económico básicamente a
través de la regulación de la tarifa de los servicios que se encontraban en manos
privadas.
Esta tendencia, se intensificó durante el Siglo XX con la crisis económica que tuvo
lugar en la década del treinta y con el cambio de paradigma hacia un modelo de
mayor intervención estatal, circunstancia ésta que derivó en la creación de
agencias independientes(10)para regular y controlar las actividades prestadas por los
particulares, y en el dictado de legislaciones antimonopólicas, de defensa de la
competencia, etc.
De este modo, en aquellos supuestos en que la libre competencia no garantizaba
por sí misma la prestación de los servicios básicos que la sociedad requería, el
Estado se encontraba en condiciones de imponer a las empresas privadas
prestadoras de dichos servicios obligaciones y límites por razones de interés
público(11).
Así, se —matices mediante— ha conservado hasta la actualidad el modelo
anglosajón; con actividades prestadas por sujetos privados y con una fuerte
regulación —sobre todo en el aspecto tarifario— a cargo de agencias independientes
pertenecientes a la esfera estatal.
A) Gas
Con la ley de Reforma del Estado comenzó el camino de la privatización del
servicio de gas que se encontraba en manos de la empresa pública Gas del Estado.
En 1992, a través del dictado de la ley 24.076(35)y el decreto 1738/1992(36), se creó el
marco regulatorio del sector.
En lo que hace al diseño del servicio, cabe apuntar que se realizó una
segmentación vertical de la actividad dividiéndose el mismo en producción, transporte
y distribución. La producción se libró a la competencia privada y fue considerada
como una actividad de interés general regulada por la ley 17.319(37).
Con relación al transporte, se crearon dos empresas: Transportadora de Gas del
Sur (TGS) y Transportadora de Gas del Norte (TGN) y se firmaron licencias con una
duración de treinta y cinco años, extendiéndose hasta 2027 y prorrogables por diez
años más, bajo un régimen monopólico y caracterizados como servicio público por la
propia normativa.
En el sector relativo a la distribución se instrumentó, también, una segmentación
del servicio pero de carácter horizontal al dividirse el territorio nacional en nueve
zonas, cada una de las cuales se asignó a una empresa distribuidora.
A su vez, se creó el Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS) que tiene a su
cargo la regulación y el control del servicio y cuyas facultades están receptadas en
la ley 24.076(38). En este orden de ideas el art. 52 dispone entre sus funciones: a)
Hacer cumplir la ley, su reglamentación y disposiciones complementarias, en el
ámbito de su competencia, controlando la prestación de los servicios, a los fines de
asegurar el cumplimiento de las obligaciones fijadas en los términos de la
habilitación; b) Dictar reglamentos a los cuales deberán ajustarse todos los sujetos de
la ley en materia de seguridad, normas y procedimientos técnicos; c) Dictar
reglamentos con el fin de asegurar que los transportistas y distribuidores establezcan
planes y procedimientos para el mantenimiento en buenas condiciones de los bienes
afectados al servicio durante el período de las respectivas habilitaciones y que
proporcionen al ente informes periódicos que permitan determinar el grado de
cumplimiento de dichos planes y procedimientos; d) La prevención de conductas
anticompetitivas, monopólicas o indebidamente discriminatorias entre los participantes
de cada una de las etapas de la industria, incluyendo a productores y consumidores y
dictar las instrucciones necesarias a los transportistas y distribuidores para asegurar
el suministro de los servicios no interrumpibles; e) Establecer las bases para el cálculo
de las tarifas de las habilitaciones a transportistas y distribuidores y, controlar que las
tarifas sean aplicadas de conformidad con las correspondientes habilitaciones; f)
Aprobar las tarifas que aplicarán los prestadores, disponiendo la publicación de
aquéllas a cargo de éstos; g) Publicar los principios generales que deberán aplicar los
transportistas y distribuidores en sus respectivos contratos para asegurar el libre
acceso a sus servicios; h) Determinar las bases y condiciones de selección para el
otorgamiento de habilitaciones de transporte y distribución de gas natural mediante
licitación pública; i) Asistir al Poder Ejecutivo Nacional(39)en las convocatorias a
licitación pública y suscribir los contratos de concesión y determinar las condiciones
de las demás habilitaciones ad referéndum del mismo; j) Propiciar ante el PEN cuando
corresponda, la cesión, prórroga, caducidad o reemplazo de las concesiones; k)
Autorizar las servidumbres de paso mediante los procedimientos aplicables; l)
Organizar y aplicar el régimen de audiencias públicas; m) Velar por la protección de la
propiedad, el medio ambiente y la seguridad pública, en la construcción y operación
de los sistemas de transporte y distribución de gas natural; n) Promover ante los
tribunales competentes, las acciones civiles o penales que tiendan a asegurar el
cumplimiento de sus funciones y de los fines de la ley, su reglamentación y los
términos de las habilitaciones; ñ) Reglamentar el procedimiento para la aplicación de
las sanciones que correspondan por violación de disposiciones legales,
reglamentarias o contractuales, asegurando el principio del debido proceso; o)
Requerir de los transportadores y distribuidores los documentos e información
necesarios para verificar el cumplimiento de la ley su reglamentación y los respectivos
términos de las habilitaciones, realizando las inspecciones que al efecto resulten
necesarias, con adecuado resguardo de la confidencialidad de información; p)
Publicar información y asesorar a los sujetos de la industria del gas natural, siempre
que con ello no perjudique indebidamente los derechos de terceros; q) Aplicar las
sanciones previstas en la ley 17.319, en el marco regulatorio y en sus
reglamentaciones y en los términos de las habilitaciones, respetando en todos los
casos los principios del debido proceso; r) Asegurar la publicidad de las decisiones
que adopte, incluyendo los antecedentes en base a los cuales fueron adoptadas las
mismas; s) Someter anualmente al PEN y al Congreso de la Nación un informe sobre
las actividades del año y sugerencias sobre medidas a adoptar en beneficio
del interés público, incluyendo la protección de los consumidores y el desarrollo de
la industria del gas natural; t) Ejercer, con respecto a los sujetos del marco regulatorio
todas las facultades que la ley 17.319 otorga a su "autoridad de aplicación"; u)
Delegar en sus funcionarios las atribuciones que considere adecuadas para una
eficiente y económica aplicación de la ley; v) Aprobar su estructura orgánica; w)
Delegar progresivamente en los gobiernos provinciales el ejercicio de aquellas
funciones que considere compatibles con su competencia.
En cuanto al sistema tarifario se instituyó el de price cup con una revisión de la
tarifa prevista cada cinco años.
Debe tenerse presente que el art. 65 dispone la aplicación de Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos y sus disposiciones reglamentarias, con excepción de
las regulaciones dispuestas expresamente en el marco regulatorio. Éste, a su vez,
establece que las controversias que se susciten entre los sujetos previstos en el
mismo, así como con todo tipo de terceros interesados, que tengan como causa los
servicios de captación, tratamiento, transporte, almacenamiento, distribución y
comercialización de gas, deben ser sometidas en forma previa y obligatoria a la
jurisdicción del ENARGAS. Asimismo, se establece que las decisiones que éste
adopte en materia jurisdiccional son apelables ante la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal de la Capital Federal
debiendo interponerse fundado ante el mismo ente dentro de los quince días de
notificada la resolución (art. 66).
A su vez, se prescribe que las resoluciones del ente podrán recurrirse por vía de
alzada, y una vez producido el agotamiento de la vía administrativa procederá el
recurso en sede judicial directamente ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal (art. 70).
B) El sector eléctrico
En materia de energía eléctrica también se realizó una segmentación de carácter
vertical del servicio dividiéndoselo en generación, transporte y distribución. La
generación no fue caracterizada como servicio público pero sí fue considerada como
una actividad de interés general. El transporte eléctrico, en cambio, se instrumentó
como un monopolio y a diferencia de la generación, sí recibió la calificación normativa
de servicio público dada su naturaleza monopólica. La distribución, por su parte, fue
catalogada como servicio público y por lo general, se mantiene en manos provinciales,
tal como ocurre con la empresa pública EPEC en la Provincia de Córdoba.
El sector está regido por las leyes 15.336(40)y 24.065(41). A través de este último
cuerpo normativo se estableció el marco regulatorio y se creó en el ámbito de la
Secretaría de Energía del por entonces Ministerio de Economía y Obras y Servicios
Públicos, el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) cuyas funciones,
según el art. 56, son las siguientes: a) Hacer cumplir la ley, su reglamentación y
disposiciones complementarias, controlando la prestación de los servicios y el
cumplimiento de las obligaciones fijadas en los contratos de concesión; b) Dictar
reglamentos a los cuales deberán ajustarse los productores, transportistas,
distribuidores y usuarios de electricidad en materia de seguridad, normas y
procedimientos técnicos, de medición y facturación de los consumos, de control y uso
de medidores, de interrupción y reconexión de los suministros, de acceso a inmuebles
de terceros y de calidad de los servicios prestados; c) La prevención de conductas
anticompetitivas, monopólicas o discriminatorias entre los participantes de cada una
de las etapas de la industria, incluyendo a productores y usuarios; d) Establecer las
bases para el cálculo de las tarifas de los contratos que otorguen concesiones a
transportistas y distribuidores y controlar que las tarifas sean aplicadas de
conformidad con las correspondientes concesiones y con las disposiciones de la
ley; e) Publicar los principios generales que deberán aplicar los transportistas y
distribuidores en sus respectivos contratos para asegurar el libre acceso a sus
servicios; f) Determinar las bases y condiciones de selección para el otorgamiento de
concesiones de transporte y distribución de electricidad mediante procedimientos
públicos o privados cuando razones especiales debidamente acreditadas así lo
justifiquen; g) Llamar a participar en procedimientos de selección y efectuará las
adjudicaciones correspondientes, firmando el contrato de concesión ad
referéndum del PEN el que podrá delegar tal función en el órgano o funcionario que
considere conveniente; h) Propiciar ante el PEN, cuando corresponda, la cesión,
prórroga, caducidad o reemplazo de concesiones; i) Autorizar las servidumbres de
electroducto mediante los procedimientos aplicables de acuerdo a lo dispuesto por el
art. 18 de la ley, y otorgar toda otra autorización; j) Organizar y aplicar el régimen
de audiencias públicas previsto en el marco regulatorio; k) Velar por la protección de
la propiedad, el medio ambiente y la seguridad pública en la construcción y operación
de los sistemas de generación, transporte y distribución de electricidad, incluyendo el
derecho de acceso a las instalaciones de propiedad de generadores, transportistas,
distribuidores y usuarios, previa notificación, a efectos de investigar cualquier
amenaza real o potencial a la seguridad y conveniencia públicas en la medida que no
obste la aplicación de normas específicas; l) Promover, ante los Tribunales
competentes, acciones civiles o penales, incluyendo medidas cautelares, para
asegurar el cumplimiento de sus funciones y de los fines de la ley, su reglamentación
y los contratos de concesión; m) Reglamentar el procedimiento para la aplicación de
las sanciones que correspondan por violación de disposiciones legales,
reglamentarias o contractuales, asegurando el principio del debido proceso; n)
Requerir de los transportadores y distribuidores los documentos e información
necesaria para verificar el cumplimiento de la ley, su reglamentación y los respectivos
contratos de concesión, realizando las inspecciones que al efecto resulten necesarias,
con adecuado resguardo de la confidencialidad de información que pueda
corresponder; ñ) Publicar la información y dar el asesoramiento que sea de utilidad
para generadores, transportistas y usuarios, siempre que ello no
perjudique injustificadamente derechos de terceros; o) Aplicar las sanciones previstas
en la ley, en sus reglamentaciones y en los contratos de concesión, respetando en
todos los casos los principios del debido proceso; p) Asegurar la publicidad de las
decisiones, que adopte, incluyendo los antecedentes en base a los cuales fueron
adoptadas las mismas; q) Someter anualmente al PEN y al Congreso de la Nación
un informe sobre las actividades del año y sugerencias sobre medidas a adoptar en
beneficio del interés público, incluyendo la protección de los usuarios y el desarrollo
de la industria eléctrica; r) Delegar en sus funcionarios las atribuciones que considere
adecuadas para una eficiente y económica aplicación del marco regulatorio; s)
Realizar todo otro acto que sea necesario para el mejor cumplimiento de sus
funciones y de los fines de la ley y su reglamentación.
El marco regulatorio del sector eléctrico dispone también la aplicación de
la L.N.P.A. por parte del ENRE, con excepción de las materias
contempladas expresamente en el mismo (art. 71)
Las controversias que se susciten entre generadores, transportistas, distribuidores,
grandes usuarios, con motivo del suministro o del servicio público de transporte y
distribución de electricidad, deben ser sometidas en forma previa y obligatoria a la
jurisdicción del ente. En cambio, ello aparece como optativo para los usuarios y los
terceros interesados.
En similar sentido a lo que ocurre en el sector del gas, las resoluciones del ente
pueden cuestionarse a través del recurso de alzada y una vez producido el
agotamiento de las instancias administrativas, se deberá recurrir en sede judicial
directamente ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal.
C) Telecomunicaciones
Por medio del decreto 731/1989(42)se establecieron las normas a la cuales se
ajustaría la privatización del sector. A los fines de su explotación, se vendió la red
telefónica cuya propiedad ostentaba la empresa pública ENTEL(43)y se dividió de
manera territorial el país en dos zonas, adjudicándose a la empresa Telefónica de
Argentina SA el sur y a Telecom SA el norte. A ambas empresas, se le otorgaron
licencias de perpetuidad con exclusividad por siete años renovables por tres años
más.
Si bien el decreto 1185/1990(44)por el cual se dispuso la privatización del sector de
las telecomunicaciones hizo expresa alusión al carácter de servicio público de la
actividad telefónica, el marco regulatorio instrumentado por el decreto 746/2000(45)no
hizo referencia a esa característica, razón por la cual cabe concluir que, al menos
desde el punto de vista normativo, no traduce la ejecución de un servicio público sino
que estamos frente a una actividad de interés estatal, razón que —por sí sola—
justifica la regulación económica del sector.
Cabe remarcar, que en esta actividad posee suma relevancia la inversión
tecnología, pues la renovación de las redes resulta necesaria para lograr eficiencia,
habida cuenta que en virtud de los avances técnicos los bienes se vuelven vetustos
rápidamente.
A su vez, en la órbita de la Secretaría de Comunicaciones de la Nación se creó la
Comisión Nacional de Telecomunicaciones como autoridad regulatoria que luego pasó
a llamarse Comisión Nacional de Comunicaciones.
D) Agua potable
A diferencia de la naturaleza federal que poseen los sectores previamente
analizados, el agua potable atravesó en la década de los ochentas el proceso de
provincialización de las redes razón por la cual fueron las provincias las que
encararon sus propios procesos de privatización que se instrumentaron, por lo
general, a través de técnicas concesionales(46)estatuyéndose, asimismo, autoridades
regulatorias locales(47).
Empero, lo relacionado con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a dieciocho
partidos de la Provincia de Buenos Aires, se mantuvo bajo la órbita de Obras
Sanitarias de la Nación. Este sector, enfrentó un proceso de privatización que
concluyó en la concesión otorgada a una empresa extranjera con la consiguiente
creación de un ente regulador que recibió la denominación de ETOSS(48). A su vez, a
través del decreto 999/1992(49)se estableció el marco regulatorio del sector(50).
El servicio, normalmente, es prestado a través de un monopolio natural; modalidad
que se impone frente a la conveniencia de no derrochar capital de infraestructura(51),
lo que de ser de otro modo tornaría antieconómico el servicio o la elevación de los
costos con un fuerte impacto sobre las tarifas. Por lo general, este sector fue
catalogado como servicio público por los distintos marcos regulatorios locales.
I. INTRODUCCIÓN
Si bien ya el Estado no se explica como antaño como un complejo sistema de
prestación de servicios públicos tampoco es posible considerarlo como un centro de
poder cuyo ejercicio aparezca distante del logro de objetivos de interés comunitario.
La satisfacción de necesidades de la población sigue siendo la función esencial (sino
única) de las personas públicas cualquiera sean las formas que adopten y el alcance
que se otorgue al principio de subsidiariedad y a su opuesto: el intervencionismo
estatal. Es aquí donde la cuestión de la publicatio, es decir de la reserva de la
titularidad del servicio privatizado en favor del Estado, se constituye en un aspecto
esencial del debate jurídico(1), sumada a la idea de la existencia de una potestad o
poder invocable por el Estado para asumir la titularidad de determinadas actividades
para realizarlas por sí o mediante su transferencia a sujetos de derecho privado(2).
Si reconocemos que la estructura política de una Nación no es otra cosa que una
herramienta para la búsqueda del bien común, interés general, bienestar comunitario,
justicia social o como prefiera denominarse a la pretensión-obligación de mejorar la
calidad de vida de la población, el Estado Argentino del siglo XXI sigue enfrentado al
desafío de proveer de servicios públicos esenciales a millones de personas apiñadas
en urbanizaciones caóticas que incluyen niveles de pobreza extrema. Sostenemos en
este breve estudio que ningún ámbito oficial está mejor dotado para prestar
directamente los servicios esenciales y fiscalizar la manera en que lo hace el sector
privado que las municipalidades. La razón es sencilla: ninguna repartición pública
posee una inmediación tan absoluta con la gente y ningún organismo estatal
encuentra depositadas en él tantas expectativas.
Existen, incluso, servicios públicos que no pueden ser gestionados sino por las
municipalidades o un conglomerado de ellas jurídicamente agrupadas (recolección de
residuos domiciliarios, barrido de calles, disposición final de desechos, mantenimiento
de espacios verdes, alumbrado público urbano). Otros, por su volumen y
condición interjurisdiccional deben ser asumidos por las provincias o por la Nación, en
cuyo caso cabe analizar la conflictiva situación generada alrededor de la potestad
tributaria de las municipalidades. Ambas cuestiones serán tratadas sucesivamente.
V. COLOFÓN
Como síntesis nos parece útil reseñar lo siguiente: 1º) Salvo aquellos supuestos en
que la Constitución Nacional ha asignado potestades exclusivas a la Nación, la
competencia para organizar, regular y fiscalizar la prestación de servicios públicos,
corresponde a las autoridades locales; 2º) La denominada "cláusula del comercio"
permite inferir la existencia de competencia nacional implícita en aquellos casos en los
que el servicio excede el interés de una sola provincia; 3º) Propender al progreso de
la sociedad, al bienestar comunitario y al mejoramiento de la calidad de vida de la
población constituyen objetivos compartidos entre la Nación, las provincias y las
municipalidades. Por añadidura los marcos regulatorios de los servicios públicos
deben prever determinadas competencias compartidas; 4º) Cuando el servicio resulta
"esencialmente local", es decir cuando su prestación atañe exclusivamente al distrito o
partido en el cual se presta, la competencia resulta exclusivamente municipal; 5º) En
caso de duda cabe presumir el carácter local de la potestad regulatoria; 6º) Deben
compatibilizarse los intereses de usuarios y empresas prestantes de los servicios
públicos, al mismo tiempo que se coordinan las actividades de la Nación, de las
provincias y de las municipalidades.
I. INTRODUCCIÓN
El avance de la industria y la tecnología en las telecomunicaciones generan —sin
dudas— beneficios y comodidad al ciudadano que las emplea en su vida cotidiana.
Ello se comprueba fácilmente con solo recordar que, finalizando el siglo XX, Internet
aún no había irrumpido masivamente tal como se la conoce hoy en día y la telefonía
celular recién comenzaba a dar sus primeros pasos.
Una muestra de los pasos agigantados que ha dado la evolución tecnológica
consiste en que la telefonía móvil es utilizada por aproximadamente 45 millones de
personas en la Argentina con una penetración del servicio de un 117%(1)a través del
cual el usuario puede no solo comunicarse por voz sino también por mensajería de
texto, escuchar radio, acceder a Internet, entretenimientos, etc.
Lógicamente esta innovación técnica en las telecomunicaciones conllevó a que la
prestación de dichos servicios precisase de un marco regulatorio que brinde claridad,
certeza y seguridad tanto al usuario como a las Empresas prestatarias y por supuesto
al Estado Nacional como administrador del espectro radioeléctrico.
A raíz de ello ha sido debatido y estudiado hasta el cansancio por parte de la
doctrina como así también por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las diversas
situaciones y controversias que se han planteado a lo largo de estos últimos
tiempos —en particular luego de que en 1990 se concretara en el país la privatización
del servicio público telefónico(2)— respecto a si la competencia de la autoridad federal
para regular la prestación del servicio de telecomunicaciones debería ser o no ejercida
en forma concurrente con los Estados provinciales o municipales.
En los últimos tiempos, ha surgido una nueva controversia de la mano del avance
de la tecnología: nos referiremos puntualmente a las antenas de telefonía móvil y su
régimen legal aplicable. La innumerable cantidad de pleitos que se han suscitado a lo
largo del país se vinculan en general con la auto-atribución de competencia de los
estados locales —en particular los municipios— al dictar legislación que pretende
regular diversas modalidades, ubicación, dimensión, condiciones, etc., que deberían
contar las estructuras que son soporte de antenas de telefonía móvil.
Naturalmente el conflicto surge a partir del momento en que dichas normativas
municipales o provinciales comienzan a interferir y ponen en riesgo la prestación del
servicio de telefonía móvil cuya reglamentación matriz es de naturaleza federal.
El quid del problema es: ¿Los Municipios son competentes para dictar normativas
locales que fijen eventuales condiciones con las que debe prestarse el servicio de
telefonía móvil? De no ser así, ¿cuál es el límite de su potestad administrativa? Por el
contrario, suponiendo que fuera avalada la postura de las Comunas de contar con
competencia en el ramo ¿no interferirían así los Municipios la prestación de un
servicio interjurisdiccional regulado por Leyes y Autoridades Federales?
Adelantando nuestra opinión como respuesta a estos interrogantes, consideramos
que de conformidad al art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional, ante estas
controversias resulta plenamente aplicable el "principio de la interferencia real" como
límite al poder de policía o imposición de provincias y municipios sobre
establecimientos de utilidad nacional. Tal como lo ha entendido nuestra Corte
Suprema de Justicia de la Nación, este principio implica que el sometimiento a las
normas federales no excluye la subsistencia de los poderes locales, siempre que su
ejercicio no interfiera u obstruya los fines que sustentan la jurisdicción nacional (Fallos
257:159, considerando 9º).
Para clarificar y profundizar esta posición, será prudente analizar en primer término
las bases sobre las cuales la Constitución Nacional deslindó competencias por
materias con las Provincias para luego describir en qué consiste técnicamente la
prestación del servicio de telefonía móvil, su marco regulatorio y la imposibilidad final
de que el Estado Provincial o Municipal pretenda inmiscuirse en una materia
reservada estrictamente a la Nación como es la prestación del
servicio interjurisdiccional de telecomunicaciones móviles.
60 0%
50 12%
40 24%
30 37%
V. CONCLUSIÓN
De conformidad a la doctrina y la jurisprudencia referida —en particular de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación— son más que claras las características de la
relación entre las competencias locales y federales, destacándose en particular
la exclusiva atribución constitucional con la que cuenta el Gobierno Federal a fin de
regular la prestación del servicio de telefonía móvil.
Por supuesto que en lo que respecta puntualmente a las estructuras soporte de
antenas es dable reconocer la competencia principal del municipio sobre toda obra
civil que se construya dentro de su ámbito territorial. Esto es, toda Comuna cuenta
con el derecho y la obligación de sus autoridades a legislar en materia de requisitos
de la obra civil (aprobación de planos) zonificación urbana, y lo que respecta al
impacto visual, urbanístico y ambiental, inclusive en casos donde la estructura
portante se construya en territorio federal.
Sin embargo, la competencia local referida a la aprobación de los planos de la obra
civil y al impacto visual y territorial de dichas estructuras soporte de antenas debe
encontrarse en sintonía con los principios de coordinación, colaboración y
cooperación administrativa con la legislación federal. En efecto, la autoridad local no
puede en forma irracional impedir la instalación de las estructuras referidas por
cuanto, de lo contrario, es claro que interferiría con la normativa federal que impone la
prestación del servicio de telecomunicaciones para todo el territorio nacional.
En el derecho positivo argentino nadie discute que la potestad de reglar el
comercio interprovincial o interjurisdiccional ha sido delegada al Estado nacional, lo
que implica que fue sustraída a las jurisdicciones locales (provinciales y municipales)
(Fallos 209:413, consid. 3º, párr. 4º).
Es claro que la detracción no tiene carácter rígido ni absoluto, pero no hay duda de
que sí juega, con pleno vigor, para descalificar e invalidar a actuaciones
de autoridades locales que imposibiliten, interfieran, traben, puedan afectar o
perturben el desenvolvimiento del comercio interprovincial o interjurisdiccional (Fallos
209:413; 211:1172). O que lo encarezcan, dificulten o impidan (Fallos 306:516 y
308:2153).
Lo dicho en el párrafo anterior se aplica directamente al régimen del servicio de
Telecomunicaciones móviles interprovincial o interjurisdiccional habida cuenta que,
con arreglo a una noción jurídica elemental, pacíficamente admitida en nuestro
derecho positivo, la prestación de dicho servicio supone una actividad que, en sentido
jurídico, es "comercio", con el alcance que al vocablo le da el actual art. 75 inc. 13 de
la Constitución, según lo ha declarado la Corte Suprema en Fallos 154:104; 198:445;
257:169, consid. 2º; 299:149 y 304:1186, consid. 3º; etc.; véase art. 3º, inc. "c" de
la ley 19.798.
En efecto, el servicio de telefonía móvil debe distinguirse de otros servicios ya que
es gobernado por disposiciones legales referidas únicamente al mismo. Al respecto,
se puede decir que mientras para el usuario de gas, luz o agua el servicio respectivo
tiene un punto final de prestación que es precisamente el domicilio de aquél, en el
caso del servicio de telefonía móvil al cliente le interesa poder comunicarse con el
mayor número de personas situadas en cualquier lugar, y no quedar limitado sólo a
poder hablar con los otros abonados de la misma ciudad o área.
Es así que se dice que el servicio de telecomunicaciones es inescindible,
constituyendo una unidad técnico-funcional que se presta mediante una red única, los
mismos equipos, líneas e instalaciones (Mensaje de elevación del proyecto de ley
19.798, ADLA, XXXII-C, 3422).
Todo ello significa que deba estar también sometido a una regulación unitaria, la
que atento las características de nuestra organización política tiene que ser dictada
por el Gobierno Federal, con base en las disposiciones de los incisos 12 y 13 del art.
75 de la Constitución Nacional.
En ese sentido es claro que el comercio no puede limitarse únicamente al tráfico
sino que también comprende el intercambio. Ya lo decía Joaquín V. González, que
entendido el comercio como el hecho de la comunicación constante entre los hombres
y entre los productos de su trabajo, constitucionalmente comprende a los ferrocarriles,
caminos, canales, telégrafos y cualquier otra forma de ingenio humano utilizado para
comunicar a los hombres entre sí(33).
El teléfono es un instrumento de comercio y, por lo tanto, si une dos o más
jurisdicciones, nace indiscutiblemente la jurisdicción nacional, correspondiendo al
Congreso Nacional dictar la ley orgánica respectiva y al Poder Ejecutivo ejercer la
vigilancia del cumplimiento de la misma.
Si bien las provincias conservan el poder no delegado, no puede caber duda de
que han delegado el que les correspondía en materia de telefonía, así se dice que si
el teléfono hubiera estado incorporado a la vida diaria en 1853 como el ferrocarril,
aparecería mencionado en la Constitución(34).
A su vez, cabe tener presente que el poder de reglar el comercio significa el poder
de prescribir la regla por la cual debe ser gobernado, y que este poder es completo en
sí mismo, puede ejercerse en su mayor extensión y no reconoce otros términos que
los prescriptos por la Constitución Nacional.
A resultas de dichas atribuciones es dable resaltar que el art. 3de la ley 19.798 —
LNT— establece que son jurisdicción nacional los servicios de telecomunicaciones de
una provincia interconectada con otras provincias o con un estado extranjero.
El artículo 4º en su inciso c) dispone que es competencia del Poder Ejecutivo
Nacional fiscalizar e inspeccionar toda actividad o servicio de telecomunicaciones, y
en el inciso e) que el mencionado Poder también es competente para regular las
tarifas.
El artículo 27 dice que las instalaciones para servicio de telecomunicaciones deben
ser habilitadas por la autoridad de aplicación antes de entrar en funcionamiento, ni
podrán ser modificadas sin previa autorización de la misma. En virtud del decreto
1185/1990 la autoridad de aplicación es la Comisión Nacional de Comunicaciones —
CNC—.
Lo expresado en los párrafos anteriores demuestra claramente la carencia de
atribuciones de los Municipios para intervenir en el régimen legal y reglamentario de la
prestación del servicio móvil celular.
Por supuesto que de ninguna manera esta posición pretende menoscabar la
potestad municipal de controlar e inspeccionar toda obra civil o bien cuestiones de
salubridad e higiene dentro de su ámbito territorial tal como se remarcara desde un
principio. Sin embargo, dicho poder de policía debe ser ejercido en el marco
constitucional y legal que le es propio.
En efecto, de la normativa federal invocada se desprende que la prestación del
servicio de telefonía móvil debe ser regido por disposiciones de la autoridad nacional.
No se concebirá ni sería aconsejable que estuvieran sometidas en la misma materia a
tantas disposiciones distintas como jurisdicciones a través de las cuales prestan el
servicio (Fallos 199; 130).
De acuerdo con las especiales características con que la Constitución Nacional ha
revestido la configuración político-institucional de naturaleza federal de nuestro país,
la regla consiste en la existencia de jurisdicciones compartidas entre la Nación y las
Provincias, en consecuencia, la Constitución debe interpretarse de modo que el
ejercicio de la autoridad nacional y provincial se desenvuelvan armoniosamente,
evitando interferencias o roces.
Pero, a su vez, el ejercicio por parte de la Nación de las facultades de los incisos
12, 13, 16 y 28 del art. 75 no puede ser enervado por las autoridades locales so pena
de convertir en ilusorios los propósitos y los objetivos de las citadas facultades (Fallo
312:1437).
Por lo tanto, el criterio según el cual habrá de aceptarse o excluirse el ejercicio de
los poderes locales, es aquél que considera si esos poderes locales condicionan,
menoscaban o impiden el interés nacional, pues, si así fuese, será inevitable
la exclusión de aquellos (Fallos 296:432; 302:436; 304:560; 305:561; 308:647;
312:944).
Este concepto se vincula estrechamente con el "principio de interferencia real" que
mencionáramos al comienzo. Si bien es cierto que la subsistencia de los poderes
locales no se encuentra excluida para controlar la construcción de obras civiles en sus
ámbitos geográficos respectivos, al mismo tiempo debe tenerse en cuenta que, de
conformidad al art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional, resulta plenamente
aplicable el "principio de la interferencia real" que actúa como límite al poder de policía
o imposición de provincias y municipios sobre establecimientos de utilidad nacional.
Este principio implica que el sometimiento a las normas federales no excluye la
subsistencia de los poderes locales, siempre que su ejercicio no interfiera u obstruya
los fines que sustentan la jurisdicción nacional (Fallos 257:159, considerando 9º).
Tal como lo sostiene Héctor Huici, "en la actualidad las telecomunicaciones no se
circunscriben a reducidos ámbitos locales sino que atraviesan las fronteras
territoriales de los municipios, de las provincias y, por supuesto, de los países. Es por
esta razón que las telecomunicaciones deben encontrar una regulación coherente y
unificada que únicamente puede darse con la centralización normativa" (35).
Así lo ha entendido el Alto Tribunal al reafirmar esta doctrina expresando que la
supresión de la jurisdicción provincial debe limitarse a los casos en que su
ejercicio interfiera con la satisfacción del propósito de interés público. Cuando la
potestad nacional y local no pueden adecuarse ni coexistir en armonía, la primera
debe prevalecer sobre la segunda, determinando su necesaria exclusión (CSJN,
17/12/1991,"Dirección Provincial de Rentas de la Provincia de Santa Fe c/ YPF).
Consecuentemente, media una incompatibilidad manifiesta e insalvable que impide
la cabal coexistencia de tales órdenes de potestades, nacional y municipal en la
especie, que conlleva a la exclusión de la segunda de ellas (Fallos 137:212; 246:237;
298:341; 301:1112).
Para finalizar, bastará con referir un caso en el que un Juzgado de faltas municipal
sancionó la falta de habilitación de una empresa que contaba, a su vez,
con autorización de la autoridad nacional competente. La Corte Suprema de Justicia
de la Nación estableció que no resultaba admisible someterla al cumplimiento de
formalidades establecidas por reglamentaciones locales y sancionarla por el solo
hecho de no haber gestionado la habilitación ante la municipalidad, cuando ya se
había obtenido la habilitación de la autoridad nacional pertinente y de conformidad con
los preceptos contenidos en una ley federal. Es así que para el Tribunal no resulta
razonable la exigencia de la habilitación municipal, ya que tal criterio es el que mejor
se aviene a una interpretación que tienda a conciliar las normas de origen federal y
local en juego (Fallos 305:215).
I. INTRODUCCIÓN
En esta ponencia me propongo presentar algunos ejes de discusión relacionados
con la conformación de Consejos y/o Comisiones Municipales de Discapacidad a los
fines de poder analizar ciertos temas que nos permitan clarificar el abordaje y un
mejor conocimiento sobre su conformación y funcionamiento.
Para poder contextualizarnos en cómo llegamos a la conformación de estos
espacios como son los consejos y/o comisiones municipales de discapacidad
tendríamos que remontarnos a cómo se ha ido dando el protagonismo de las
personas con discapacidad en la sociedad y cómo se ha ido transformando la
construcción social del concepto de discapacidad en los sujetos sociales en nuestra
comunidad.
Pasando en una primera instancia de análisis, desde una visión médica el cual
considera que la discapacidad es un comportamiento anormal del individuo, el
síntoma o la manifestación externa de una alteración de su organismo, pasando luego
a una concepción biopsicosocial, en la cual se integra el concepto de integración del
modelo médico y social de la discapacidad, hasta llegar finalmente a la concepción
como sujeto de derechos a partir de la promulgación e implementación de la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en el
año 2008.
Es desde este último concepto como sujeto de derechos es que surge un mayor
protagonismo de asociaciones y organizaciones abocadas al trabajo con personas
con discapacidad, las cuales buscan ser incluidas e integrarse al trabajo que se viene
realizando desde otros estamentos como es el caso de los poderes Ejecutivo,
Provincial y Municipal a través de políticas orientadas a mejorar la calidad de vida de
las personas con discapacidad.
Desde esta perspectiva que podríamos mencionar que se ha dado un mayor
protagonismo de las personas con discapacidad en el espacio político en nuestro
país, en los últimos años, el cual estuvo dado por un crecimiento significativo de la
participación, en diferentes espacios sociales, políticos lo que trajo aparejado una
mayor visibilidad de la temática en gran parte de los medios de comunicación e
impactando positivamente en el conjunto de la sociedad la cual se involucró en la
búsqueda de soluciones logrando poner dicho reclamos en la agenda pública de las
diferentes instancias de participación ciudadana y política.
Esto trajo como consecuencia la construcción de nuevos abordajes, ya que otros
actores no afectados por la temática se involucraban en la búsqueda de soluciones a
partir de acciones que mejoraban la calidad de vida de las personas con discapacidad
y sus familias en los diferentes espacios de participación social y de carácter político,
como son las comunas, los municipios y gobernaciones provinciales.
Por otra parte este cambio que se dio en los últimos años a partir de la adhesión y
implementación por parte de nuestro país de la Convención Internacional sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, la cual entre sus fundamentos
principales tiene como propósito primordial promover, proteger y asegurar el goce
pleno en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades
fundamentales para todas las personas con discapacidad, a fin de promover el
respeto de su dignidad inherente teniendo la misma un efecto integrador dirigido a
garantizar la igualdad de oportunidades a través de priorizar el desarrollo personal en
el actual contexto social.
Podríamos considerar que esta visibilidad hoy en día le otorga mayores
posibilidades de hacer valer sus derechos como ciudadanos dado que existió y existe
una desajuste en el sistema social el cual afecta el entorno donde se desenvuelve la
persona con discapacidad, y en el cual muchas veces el mismo puede convertirse
hostil, debido a las actitudes negativas basadas en prejuicios, y al desconocimiento de
cómo manejarse o tratar a la persona con discapacidad por parte de las personas
convencionales con que se relacionan en los diferentes ámbitos de participación.
Como contrapartida a la visión podríamos mencionar que hoy en día algunas
empresas han identificado y desarrollado la tecnología que sus empresas
comercializan a fin de adaptar la misma al colectivo de las personas con
discapacidad, facilitando la accesibilidad a servicios como son la telefonía, la
televisión e internet, entre otros avances que podemos mencionar por parte de las
organismos públicos y empresas privadas, la adaptación edilicia con diseño universal,
es cada vez más una realidad concreta ya que está instaurado en la nueva normativa
edilicia que debe respetarse y considerarse todo lo que se construya a partir de ahora
o adaptar lo ya existente.
Aunque hoy en día tengamos todavía un largo camino para lograr un mundo
más inclusivo donde todos podamos tener acceso y poder compartir los mismos
espacios y derechos no tenemos que perder de vista que hay una serie de señales
prometedoras que nos permiten tener esperanza que viene un nuevo cambio en
beneficio de las personas con discapacidad, aprovechando los talentos y la capacidad
para poder mejorar la sociedad y los mercados.
Es por ello desde el ámbito normativo, que a partir de la implementación desde el
año 2008 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, la misma establece un enfoque diferente de las acciones que llevan
adelante los poderes públicos y los tribunales, persiguiendo la igualdad de las
personas con discapacidad en el conjunto de la sociedad.
La realidad municipal en la Argentina, está marcada por una alta heterogeneidad
territorial e institucional a nivel local, con desiguales condiciones territoriales,
sociodemográficas, capacidades financieras y de recursos humanos, pero con la
responsabilidad de entregar servicios equivalentes a sus ciudadanos.
Es en este contexto donde se plantea el gran desafío de poder orientar la
capacidad de gestión y la administración de servicios y programas orientados a
mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad a nivel municipal o
comunal.
Es en este marco que para poder comprender las bases sobre la cual se asienta
las líneas de actuación o directrices, analizaremos cual es el marco jurídico que se
encuadra la conformación de los consejos y/o comisiones municipales de
discapacidad, para ello estableceré una breve reseña de la normativa desde una
visión global para su implementación a nivel local.
II. DESDE LA PERSPECTIVA INTERNACIONAL
Aplicación del Programa de Acción Mundial para los Impedidos.
Desarrollo social, incluidas cuestiones relativas a la situación social en el mundo y
a los jóvenes, el envejecimiento los discapacitados y la familia.
"El artículo 5 de las Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las
personas con discapacidad (resolución 48/1996 de la Asamblea General, de 20 de
diciembre de 1993, anexo) considera las "posibilidades de acceso" con referencia
tanto al entorno físico como al acceso a la información y la comunicación. Si bien las
Normas Uniformes fueron elaboradas antes de la reciente expansión en tecnologías
de información y redes de comunicaciones en los países, el artículo 5 sirve de directriz
útil para el diseño de las políticas y la promoción. En ambas esferas se detectó un
progreso notable en las Naciones Unidas en colaboración con los gobiernos, la
comunidad académica y no gubernamental y el sector privado.
1. Reseña de actividades recientes en materia de políticas y programas
A. Actividades de los gobiernos
2. En el párrafo 4 de su resolución 52/1982, la Asamblea General alentó a los
gobiernos y a la comunidad no gubernamental a examinar los problemas normativos
socioeconómicos más importantes relacionados con la igualdad de oportunidades
para las personas con discapacidad, en particular a) la accesibilidad, b) los servicios
sociales y las redes de protección social, y c) el empleo y los medios de vida
sostenibles. En respuesta a una nota verbal, se recibieron respuestas de 24 países o
zonas: Alemania, Armenia, Austria, la Argentina, Belarús, China, Chipre, España,
Filipinas, Finlandia, Georgia, Grecia, Honduras, Israel, el Japón, México, Malta,
Mongolia, Noruega, la Región Administrativa Especial de Hong Kong (China), la
República de Moldova, Singapur, Suecia y el Uruguay. La información
proporcionada indica que gran parte de la acción gubernamental se centra en la
formulación de planes nacionales de acción y el establecimiento y fortalecimiento de
órganos nacionales de coordinación, la adopción de medidas legislativas y las
actividades culturales, tanto para crear conciencia sobre cuestiones de discapacidad
como para lograr la participación de las personas con discapacidad en la vida cultural
y social.
Los datos indican que los países de América Latina están haciendo hincapié en la
importancia de que las personas con discapacidad participen en todos los aspectos de
la vida social. En la Argentina se han creado comités especiales a fin de mejorar la
coordinación de las cuestiones de discapacidad, en cooperación con los sectores
gubernamental y no gubernamental; y se están realizando actividades de efecto
catalítico en las esferas del transporte, la vivienda y las telecomunicaciones" (1).
VI. CONCLUSIONES
Fomentar desde lo político el impulso inicial y el apoyo a la continuidad de las
acciones orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad a
través de los espacios de participación como son los Consejos y/ Comisiones
Municipales de Discapacidad, permitiendo afianzar sus derechos y la
capacidad institucional territorial donde los impulsos exógenos se puedan incorporan
a un territorio organizado en el cual las estructuras tengan una mayor maduración de
las relaciones entre lo público y privado en la regiones.
Promocionar acciones tendientes a despertar el interés y la conciencia en el sector
público y privado en la mejora de los derechos de las personas con discapacidad a
nivel local.
Rescatar y recuperar el espacio donde la personas con discapacidad puedan
brindar sus talentos y conocimientos sobre la temática y soluciones a los problemas
que se presenten en la gestión local municipal, brindando un mayor protagonismo de
los mismos en el aporte de ideas y rescatando un conjunto de factores intangibles
como son la cooperación, con la finalidad de comprender, que en la medida que
actúen colectivamente desde una visión común será posible mejorar la calidad de la
gestión, y por otra parte el estado de ánimo, este puede ser un factor clave ya que nos
permite observar cómo se sienten los sujetos a nivel local y poder direccionar las
acciones cuando así lo requiera la situación.
Tener la capacidad de gestionar los conocimientos y los saberes implicarán,
entonces, mejorar el desempeño a través de un enfoque bien orientado y sistemático
de crear, desarrollar y aplicar conocimiento a lo largo de sus procesos críticos
tendientes a agregar valor. Esto nos permitirá contar con una "organización
Inteligente" (Peter Senge, 1994) capaz de generar y gestionar las estrategias
de innovación que nos permitan hacer frente a los desafíos de un contexto en
constante cambio.
Aspirar a un crecimiento inclusivo significa poder construir una sociedad
cohesionada en las que se capacite a las personas para prever y gestionar el cambio
participando activamente en los diferentes aspectos que atañen al conjunto de la
misma.
Pudiendo garantizar a todos los ciudadanos acceso y oportunidades a lo largo de
su vida.
Pensando acciones de largo plazo acciones que promocionen la motivación
e información a la persona con discapacidad y a su familia sobre los diferentes temas
que atañen al mismo como ser accesibilidad, salud, educación, trabajo, deporte,
recreación.
CAPÍTULO XXIII - SINERGIA HOMINIZADORA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA MUNICIPAL. POR
RODOLFO CAPÓN FILAS
I. INTRODUCCIÓN
1. Dado que la gramática es "la Ciencia que estudia los elementos de una lengua y
sus combinaciones" Real Academia Española (2013:G), para no hablar en jeringoza
sino en español y poder entendernos entre nosotros, la única que nos ayudará a
comprehender y exponer el problema de la negociación colectiva municipal es
la expresada en la Carta Internacional de Derechos Humanos, en la que a todos los
trabajadores la conciencia ética media de la Humanidad, que sancionara dicha Carta,
ha reconocido el derecho a negociar colectivamente las Condiciones y Medio
Ambiente de Trabajo (en adelante, CyMAT).
En la necesidad de un enfoque gramatical coinciden autores de distinta extracción
ideológica y política tales como Benedicto XVI (2009: 48) y De Souza Santos,
Boaventura (2014: 11)
La realidad es una sola: ¿existe diferencia de tareas entre la desarrollada por un
avión sanitario de la Barrick y el de la Municipalidad de Pichi Huinca, en pleno desierto
pampeano? Obviamente, ninguna. Ante la gramática indicada, el hecho que el piloto
de la Barrick esté cubierto por un convenio colectivo y el de Pichi Huinca esté
desnudo, no es Derecho sino simplemente jeringoza. A Sancho Panza una de sus
abuelas le enseñó que "hay dos clases de hombres, los que tienen y los que no
tienen" De Cervantes, Miguel (2004: 705).
En este esquema, cabe interpretar el art. 123 de la CN: "Cada provincia dicta su
propia constitución, conforme a lo dispuesto por el artículo 5º asegurando
la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucional,
político, administrativo, económico y financiero". En esa autonomía municipal cabe la
negociación colectiva como Derecho Humano a todos reconocido.
La horizontalidad de los derechos humanos, en un primer momento dirigida para
proteger a las mujeres (criterio de la CSJN en "Sisnero, Mirtha Graciela y otros c/
Taldelva SRL y otros s/ amparo", 20/5/2014) Favier, Daniela (2014:9), alcanza a todos
los trabajadores, sin distinción, des-activando cualquier discriminación que se les
coloque en el camino: de ahí que si en alguna municipalidad se denegase a los
trabajadores el derecho a negociar colectivamente, podrán ampararse judicialmente
para lograrlo, tesis que se pretende demostrar en este aporte (infra, 44).
2. La expresión griega sinergia puede traducirse como cooperación. Expresa el
trabajo en conjunto. La influencia o trabajo de dos o más agentes actuando en
conjunto es mayor al esperado considerando la suma de sus acciones por separado.
Tal vez sin conocer el término, Pablo lo utiliza en muchas de sus cartas refiriéndose a
la labor conjunta entre el hombre y Dios. Posiblemente la primera Carta a los Corintios
sea una de las que mejor expresan esa sinergia. Ludwig Von Bertanlanffy (1925) lo
utiliza en la Teoría General de Sistemas, demostrando que éstos consisten
básicamente en un conjunto de componentes inter-relacionados para alcanzar uno o
más objetivos. Se manifiesta la sinergia cuando el o los objetivos logrados por la
organización o sistema son alcanzados con creces, considerándolos como resultado
obtenido en un conjunto mayor o mejor que el posible de alcanzar por sus órganos o
partes individualmente.
En este esquema, una organización es considerada sinérgica cuando los órganos
que la componen no pueden realizar una función determinada sin depender del resto
de los miembros. De aquí viene la afirmación relacionada con este concepto: "el todo
no es igual a la suma de las partes", que podría argumentarse por el absurdo: 2 + 2 =
5, que tiene sentido desde el punto de vista sistémico. Desde una visión global, la
sinergia potencia y articula todas las formas colectivas de capital de una sociedad
(institucional, social, cívico, cultural) para generar la paz como la base fundamental, la
economía como factor del progreso, el medio ambiente como base de la
sostenibilidad, la justicia como pilar de la sociedad y la democracia como buen
gobierno.
2. Por hominización se entiende la Evolución del Cosmos desde el eco-sistema al
socio-sistema. La Evolución continúa buscando mejores condiciones de vida para
todos, no solamente para algunos privilegiados. Por ello, la Teoría Sistémica del
Derecho Social sostiene el crecimiento evolucionista Capón Filas, Rodolfo (2014: 30):
Orden público > Estado de Derecho > Orden social justo > Orden social fraterno
La negociación colectiva municipal es, entonces, un elemento hominizador en esa
Evolución.
3. Por el momento (15/6/2014) la Teoría Sistémica conoce tres modos de sinergia:
el productivo, el democratizador, el hominizador. El primero refiere a la negociación
colectiva, el segundo al diálogo social, el tercero a la participación de los trabajadores
en las decisiones y en las utilidades de la empresa.
En este aporte, se desarrollará la sinergia productiva, indicando que la negociación
sectorial (tanto individual como colectiva), si bien es un negocio jurídico formal (Betti,
Emilio, 1959:30), realmente es una fuente de energía para construir la Sociedad
Decente y, dentro suyo, espacios de Trabajo Decente.
a. Temas a resolver
6. Existen algunos temas a resolver atentamente. Son los siguientes
6.1. La fuerza erga omnes de los convenios colectivos en el área estatal no surge
de la homologación, que en algunos casos falta, sino de la misma ley que los
estructura (infra, 39) Adviértase que en el orden provincial el Estatuto del Agente
Público es sancionado por ley, que obliga a todos: muy bien puede derivarse la omni-
comprensión al convenio colectivo.
6.2. Ante la reglamentación del derecho de huelga, escondida en casi todas las
leyes, cabe recordar que las leyes provinciales no pueden reglamentar el mencionado
derecho.
6.3. Algunas leyes se introducen en área reservada al sector privado.
Esta intromisión se manifiesta en la legislación de Chubut y en la de Córdoba. Es
una injerencia indebida que debe dejarse de lado.
6.4. La des-activación del convenio colectivo o de alguna de sus partes, por
razones de interés general, es in-constitucional. Esta injerencia se manifiesta en la
Provincia de Santa Fe.
6.5. Dada la auto-nomía municipal, es posible el convenio colectivo con los
trabajadores municipales.
b. Contenido
7. Para comprender el contenido de las leyes se grafica el de la ley nacional
24.185.
Las normas provinciales reproducen el esquema. Para este estudio se han
seleccionado algunas por su particularidad que luego se reproducen (o se pueden
reproducir) en la negociación colectiva municipal.
b.1. Cuadro de la ley nacional 24.185
8. Es el siguiente:
Tema Materia
Personal comprendido Los trabajadores de la Administración Pública
Altos funcionarios
Personal excluido Fuerzas policiales
Trabajadores especiales
Representación Ministro de Economía y Obras y Servicios Públicos
gubernamental Ministros de las áreas específicas
Representación de los
Entidades sindicales, de acuerdo a su representatividad
trabajadores
General o Sectorial
Ámbito de la negociación Articulación de ámbitos
Cuotas de solidaridad
1. La estructura orgánica de la Administración Pública Nacional.
2. Las facultades de dirección del Estado
Materia reservada al poder 3. El principio de idoneidad como base del ingreso y de la promoción en la carrera
estatal administrativa.
4. Las tratativas salariales o aquéllas referidas a las condiciones económicas de la
prestación laboral, deberán sujetarse a lo normado por la ley de presupuesto.
Buena fe
Procedimiento de negociación
Comisión negociadora ante el Ministerio de Trabajo
Instrumentalización del Se remite al Poder Ejecutivo
acuerdo alcanzado Se registra en el Ministerio de Trabajo
Interpretación del acuerdo Convenio 154 de la OIT
Ultra-actividad
Imposición de paz social Reglamentación escondida del derecho de huelga
Extensión de la posibilidad A las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
b.12. Ultra-actividad
c. Observaciones críticas
I. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL
Entre los temas clásicos fundamentales que constituyen parte del objeto de estudio
del Derecho Administrativo se encuentra "la responsabilidad del Estado"(1).
Innumerable es la doctrina, la jurisprudencia, como así también los ejemplos
cotidianos que nos ofrece este instituto jurídico que pasa por nuestra vida misma y
que se correlaciona con el grado de efectiva vigencia del Estado de Derecho en una
determinada comunidad jurídico-política(2). En este contexto, la responsabilidad de los
municipios se acrecienta por las complejidades actuales, por la agresión desmedida
que le hemos infligido a la naturaleza y a nuestro ambiente, el padecimiento
de inundaciones y toda clase de fenómenos climáticos; la falta de planificación
territorial y los usos del suelo; el abuso extractivo de nuestros recursos naturales; la
necesidad de contar con cuadros técnicos capacitados; la falta de recursos
presupuestarios, materiales y humanos acorde a una auténtica atención a los
vecinos—ciudadanos, entre otros factores constituyen desafíos que los municipios
deben afrontar con compromiso de servicio.
En el ámbito nacional, producto de la casi total carencia histórica de normas
referidas a la responsabilidad del Estado, fue la evolución jurisprudencial la que hizo
posible abandonar la antigua concepción francesa de la irresponsabilidad total del
Estado, a favor de su plena responsabilidad. En este cambio progresivo, adquieren
importancia central los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la
materia, y a partir de allí el desarrollo que la materia ha tenido en los tribunales
provinciales y que ha devenido por ende, a sentar las bases de una
dinámica interpretación sobre el alcance de la responsabilidad de las Provincias y los
Municipios. En la actualidad, y con particular atención asistimos a una regulación de la
responsabilidad del Estado Nacional plasmada en la ley 26.944.
Durante siglos se sostuvo el principio de la "irresponsabilidad del Estado". El
concepto de soberanía fue el baluarte fundamental para el mantenimiento de tal
principio. Se siguió en este tema el criterio del derecho inglés que sostenía que "el rey
no puede errar". En el siglo XVIII, se adoptó en Prusia la figura del Fisco, acuñada en
Roma, a fin de sostener la responsabilidad de los daños que produjese la
Administración prusiana en su actividad, aunque para supuestos restringidos y con
sustento en las normas del Derecho Privado. La Revolución Francesa no produjo
cambio alguno en materia de responsabilidad, toda vez que sustituyó la soberanía del
monarca por la soberanía del pueblo, articulada sobre la concepción roussoniana del
predominio de la voluntad general, pero manteniendo el esquema de la
responsabilidad estatal bajo la diferenciación entre actos de autoridad y actos de
gestión.
Sólo a partir del siglo XIX, se llegó a reconocer la responsabilidad del Estado
cuando actuaba en ejercicio de prerrogativas de poder público, siendo relevante al
respecto la labor del Consejo de Estado francés que, a partir de los casos "Blanco" y
"Pelletier" (ambos resueltos en 1873), consagró en primer lugar la responsabilidad del
Estado por faltas objetivas en la prestación de servicios públicos y aceptando luego la
responsabilidad del Estado por actos judiciales y legislativos(3).
En la órbita extracontractual, el Estado puede estar obligado a responder tanto por
su actividad lícita, como por su accionar ilícito, ilegítimo. En el primer caso, es
necesario que se configure algún factor, alguna razón por la cual el Estado debe
responder por los daños que el Derecho estima injusto que pesen sobre un sujeto
particular y no sobre toda la comunidad, pero además de los clásicos elementos del
factor de atribución de responsabilidad y del daño atribuible al mismo, no puede
soslayarse la existencia del nexo o relación de causalidad que debe existir entre
ambos para que se configure la responsabilidad del Estado. Muchas son las teorías
que se han sostenido sobre el particular(4), pero es indudable que aquélla que funda la
responsabilidad en la igualdad frente a las cargas públicas, es la que mayor apoyo
tiene en el ordenamiento fundamental del Estado(5).
A continuación abordaremos los elementos esenciales que concurren para la
configuración de la responsabilidad del Estado, para luego adentrarnos en la
jurisprudencia con especial atención del instituto en el ámbito municipal.
De acuerdo a la concepción de la responsabilidad del Estado propia del Derecho Administrativo y respetuosa de las autonomías
provinciales y municipales, el Congreso de la Nación sancionó la ley 26.944 que regula la responsabilidad del Estado en el ámbito
nacional.
I. INTRODUCCIÓN
El amplio campo de la responsabilidad civil invade todas las esferas de la vida
social, y no solo el fenómeno se brinda en el sector del derecho privado donde tiene
su mayor brillo, sino también en el importante terreno del derecho público alcanza sus
transcendentes efectos.
Ser responsable resulta un concepto simple y sencillo: constituye una respuesta
económica al problema de la causación de los daños injustos. O como con
nitidez expone la profesora italiana Giovanna Visintini: "La responsabilità civile, en el
término dei giuristi e quella disciplina que obliga un soggeto a risarcire il danno
subito ingiustamente da un altro suggeto e quindi, como tale, comprende si la
responsabilità contrattuale derivante dell'inadempimento sia la responsabilità
aquiliana"(1).
Es principio reconocido que nadie puede invadir y lesionar la esfera de
los intereses ajenos sin asumir la carga de responder y satisfacer la reparación para
proteger la indemnidad de esos intereses(2).
Si bien la temática tiene tanta historia como la de la humanidad, y desde la etapa
de la responsabilidad grupal o de las composiciones voluntarias o legales, hasta
nuestros días ha transcurrido mucho tiempo. Es por ello que se puede señalar que es
notable la evolución de las ideas, aunque también es posible afirmar que, en los
últimos años se asiste a un incremento importante de los casos que caen bajo la
órbita de los reclamos judiciales(3).
Este fenómeno que hoy es realidad tangible, ya en la mitad de los años treinta era
señalado por Henri Capitant, el gran maestro de Francia, cuando afirmaba: "Parecía
que el ámbito de la responsabilidad delictual iba a encontrarse reducido, muy por el
contrario, ha conquistado más terreno del perdido..." y afirmaba: "...hay una tendencia
actual del individuo a reclamar una indemnización pecuniaria por cualquier perjuicio
sufrido por él, de cualquier naturaleza que sea; porque en una sociedad donde la
obtención de la ganancia se convierte cada vez más en el fin esencial de la actividad
humana, todo atentado infligido a los intereses materiales o morales de una persona
constituye la ocasión de una demanda por daños y perjuicios "(4).
Claro está que al incremento de los pleitos se ha sumado una amplia y destacada
literatura jurídica que abarca una buena parte del espectro. Es la Argentina un buen
ejemplo, sin olvidar que en el Derecho comparado el desarrollo es mayúsculo y
acapara la atención del jurista, del práctico y del profano; es que el incremento de los
hechos que dan lugar a daños se multiplican en la vida moderna.
La responsabilidad civil del funcionario público —tema que es el objetivo del
presente— tiene en la ley civil un tratamiento específico, ya que el art. 1112, producto
de la idea de los juristas franceses Charles Aubry y Charles Rau, dispone: "Los
hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones,
por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están
impuestas, son comprendidos en las disposiciones de este título".
No es posible omitir que a esta responsabilidad se le adicionan otras, tales: la
responsabilidad política, la administrativa, y la penal, todo lo cual muestra lo
multifacético de la actividad de quién se encuentra investido de potestades para
cumplir sus "funciones", pero también cargado de deberes para hacerlo con idoneidad
y probidad(5).
También y, como lo desarrollo más adelante, la ley de responsabilidad del Estado,
concreta en un solitario artículo dicha responsabilidad. Veremos que la cuestión no
ofrece mayores variantes, aunque merece ser atendida.
VIII. RELACIONES ENTRE LOS ARTS. 1109 Y 1112 DEL CÓDIGO CIVIL
El artículo 1109 del Código Civil consagra la responsabilidad genérica y común por
el hecho propio, responsabilidad que constituye la base del sistema y es norma de
conducta de todas las personas. Es más, como lo han sostenido algunos autores,
sino existiera el art. 1112 cabe y alcanza en forma suficiente con lo normado en la otra
disposición que comprende todo tipo de responsabilidad(21).
La búsqueda de nexo entre ambos artículos estriba en el análisis de la fuente del
1112, pues los juristas franceses Aubry y Rau, se ocupan de definir la responsabilidad
del funcionario cuando estudian y desarrollan lo dispuesto en el art. 1382 del "Code"
que tiene coincidencia de contenido con el art. 1109 del Código Civil argentino.
De todos modos, y como síntesis del apartado, considero que para el caso bajo
estudio la norma a tenerse en cuenta es el art. 1112, sin perjuicio de considerar que
como apoyo mediato siempre está lo dispuesto en el art. 1109 que sirve a todo tipo de
responsabilidad y hace al buen obrar de las personas.
Ello no impide, tal como lo hace Bustamante Alsina, analizar que "el funcionario
tiene una órbita de actuación propia del cargo que desempeña, y dentro de ella puede
actuar con poder de decisión, con facultad de revisión, o como mero ejecutor de una
orden superior...", por ello considera el distinguido jurista que el art. 1112 da límites a
la responsabilidad del funcionario público, separando su cualidad de persona, a una
situación más circunscripta y concreta que la que le corresponde como hombre común
donde lo rige el art. 1109 del Código Civil(22).
IX. REQUISITOS
No se pretende insistir en los requisitos de la responsabilidad civil que, más está
decir, deben brindarse en todos los supuestos en que se ha juzgado algún hecho que
cae bajo su égida, sino en establecer los propios de la responsabilidad del funcionario
público que, por su cualidad, tienen especial naturaleza.
De allí que los elementos que exige este tipo especial de responsabilidad civil, son
los siguientes: a) que se trate de un funcionario público que obre en ejercicio de sus
funciones; y b) que se pueda juzgar el mal cumplimiento o cumplimiento irregular de
los deberes legales(23).
A pesar de estar delineados los requisitos que hacen a la responsabilidad del
funcionario en estos dos aspectos, los analizo en forma unitaria por la evidente
vinculación que entrambos existe.
XIII. EL ERROR
El error es como bien dice Orgaz, el insuficiente o defectuoso conocimiento acerca
de un objeto, la ignorancia es la falta total de conocimiento. En ciertas condiciones,
como observa el maestro citado, hacen que el acto ilícito no tenga las consecuencias
negativas, y se considere ineficaz(32).
El error de hecho que, es siempre el falso conocimiento de algo que acaece
generalmente por el desarrollo de una noción equívoca, o por no manifestarse tal
como se la elaboró mentalmente, cuando es excusable y esencial, puede constituir
causa de inculpabilidad por falta de discernimiento(33). En esa dirección el art. 930
dispone: "...en los actos ilícitos la ignorancia o el error de hecho solo excluirá la
responsabilidad de los agentes, si fuere sobre el hecho principal que constituye el acto
ilícito". Para ello debe tratarse de un error excusable y no esencial.
Es por ello que el simple error no es invocable para excusar la responsabilidad, ya
que el requisito de la excusabilidad la más de las veces va a impedir que ante la
lesión a intereses económicos o extrapatrimoniales ajenos, puede ser alegado. Ello le
permite a Orgaz, dar el ejemplo de aquel funcionario que comete un error
no excusable cuando da un informe sobre la conducta o capacidad de un subordinado
que afecta el derecho del mismo empleado(34).
En consideración al "error de derecho" el mismo está previsto en el art.
923 del Cód. Civil, en concordancia con lo dispuesto en el art. 20 del mismo Código.
En cuanto a los hechos ilícitos es opinión común que la ignorancia de la ley no puede
ser alegada para excusar la responsabilidad(35).
Los funcionarios públicos en su amplia acepción tienen deberes de conocimiento
mayores que el resto de los ciudadanos, y deben conocer con precisión cuales son
sus deberes y obligaciones. Por otra vez resulta aplicable lo dispuesto en el art.
902 del Cód. Civil, por aquello de que " cuando mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de
las consecuencias posibles de los hechos"(36).
XIX. CONCLUSIÓN
A manera de colofón quiero cerrar este somero análisis de la normativa del Código
Civil que, por el momento y sobre el tema, rige en la ciudad de Buenos Aires y en las
provincias argentinas, a lo que agrego lo dispuesto en la ley llamada de
"Responsabilidad del Estado".
Creo que no hay mayores cambios en el régimen de la responsabilidad de los
funcionarios y agentes públicos; además que el numeroso acopio de jurisprudencia y
doctrina creadas en su derredor, seguirán rigiendo las soluciones prácticas en los
casos concretos.
Para concluir, deseo hacer notar mi discrepancia con lo que dispone el art. 1º en su
párrafo 3º cuando reniega del Código Civil y, calculo aunque allí nada se indica,
también de sus normas complementarias. Y para agravar el rechazo, el artículo exige
que no se lo aplique "ni de manera directa ni en forma subsidiaria". A mi juicio aparece
como demasiado terminante y desagradecido el legislador actual, ante un cuerpo
normativo que en casi ciento cincuenta años hizo buenos aportes a la convivencia y a
la pacífica solución de los conflictos de intereses.
Espero que la condescendencia y sabiduría de los jueces les lleve a utilizar por lo
menos la vía analógica de las soluciones del derecho común, a fin de aportar las
sabias soluciones del viejo Código.
CAPÍTULO XXVI - LAS PRINCIPALES TEMÁTICAS MUNICIPALISTAS EN LAS IDEAS DE LOS MÁS
DESTACADOS EXPONENTES EXTRANJEROS
ANEXO
I. INTRODUCCIÓN
Conforme el carácter local de nuestro derecho administrativo, corresponde a cada
jurisdicción estatal establecer su propio régimen de contrataciones.
Así, actualmente para el Estado nacional rige el "Régimen de Contrataciones de la
Administración Nacional" (En adelante también "RCAN"), contenido en el decreto
1023/2001(1), y del "Reglamento del Régimen de Contrataciones de la Administración
Nacional" (En adelante también "RRCAN"), aprobado por el decreto 893/1912, en
vigor desde el 14/8/1912(2).
Con la reforma de la Constitución Nacional de 1994, en el art. 129 se consagra
la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en
adelante también "CABA"), lo cual incluye "facultades propias de legislación y
jurisdicción", dando lugar a la sanción de la "Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires" (En adelante "CCABA").
En lo que hace al tema que aquí nos ocupa, cabe recordar que la CCABA atribuye
a la Legislatura de la Ciudad el dictado de leyes en materia "Administrativa", "de
bienes públicos" "de obras y servicios públicos" y para la adquisición de bienes(3).
Asimismo, la CCABA establece determinadas garantías y derechos que repercuten
sobre la contratación estatal de la CABA.
Así, conforme la exigencia de previsión presupuestaria, sólo los poderes públicos
pueden contraer obligaciones y realizar gastos de acuerdo con la ley de presupuesto y
las específicas que a tal efecto se dicten(4). Tal es el principio de "legalidad
presupuestaria", que forma parte del principio de legalidad —o más modernamente de
juridicidad—, al que debe sujetarse toda la actividad administrativa.
En cuanto a publicidad, se establece que todos los actos que impliquen
administración de recursos son públicos y se difunden sin restricción, no hay gastos
reservados, secretos o análogos, cualquiera sea su denominación(5).
En materia de preferencias, se reconoce prioridad en la atención de las
necesidades de los organismos oficiales de la Ciudad a los proveedores de bienes o
servicios de producción nacional, a igualdad de calidad y precio con las ofertas alterna
o servicios importados, pero sin contrariar los acuerdos internacionales en los que la
Nación es parte. Esto último es muy importante pues se deriva de diversos tratados
que un oferente extranjero debe recibir igual tratamiento que el oferente local, no
pudiéndosele oponer restricción alguna sin afectar la garantía de "no discriminación" y
de "tratamiento justo y equitativo"(6).
También la CCABA prevé el fomento del vínculo con las Universidades Nacionales
y otras Universidades con sede en la Ciudad, tanto la Universidad de Buenos Aires y
demás Universidades Nacionales son consultoras preferenciales de la Ciudad
Autónoma(7), lo que dará lugar, claramente, a contrataciones
directas interadministrativas(8).
Por su parte, entre los deberes del Jefe de Gobierno, se encuentran los de "poner
a disposición de la ciudadanía toda la información y documentación atinente a la
gestión de gobierno de la Ciudad"; y registrar —para acceso público irrestricto— todos
los contratos en que el Gobierno sea parte, los antecedentes de los contratistas y
subcontratistas y los pliegos de bases y condiciones de los llamados a licitación(9).
Esta garantía de acceso a la información pública(10)en materia de contrataciones es
fundamental para permitir luego la participación ciudadana en la materia(11).
En ese marco se ha dictado en 2006 la Ley de Compras y Contrataciones de la
Ciudad (En adelante también "LCC") 2095, que ha sido objeto de diversas
modificaciones(12).
La LCC se encuentra reglamentada por el decreto 95/1914(13)(En adelante también
"RLCC"), y para el ámbito de la Legislatura por el decreto 8-VP/008(14).
IX. COLOFÓN
Conforme se ha expuesto, la LCC y el RLCC constituyen para la CABA un régimen
de contrataciones públicas de carácter "tradicional", con gran similitud al RCAN y al
RRCAN y a los regímenes provinciales vigentes en la materia.
En el presente hemos sintetizado algunos de sus aspectos esenciales, destacando
figuras novedosas e interesantes como los Convenios Marco y cuestionando
retrocesos —a nuestro juicio— como las garantías de impugnación de ciertos actos
del procedimiento licitatorio.
En cualquier caso, estos regímenes se caracterizan por ser dinámicos que es lo
que permitirá que resulten útiles y eficaces, a la vez que resultan esencial que quienes
los apliquen se encuentren suficientemente preparados, profesionalizados y con el
debido reconocimiento de la dignificación social de su actividad, pues solo así podrán
tomar las decisiones objetivamente correctas para el bien común, aventando todo
factor perturbador de la adopción de aquéllas(80).
X. CONCLUSIONES
En este capítulo he intentado desarrollar aquellas cuestiones centrales del
procedimiento administrativo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que le permita
al lector tener un panorama general sobre aquello que debe ser tenido en cuenta al
momento de recibir la notificación de un acto administrativo desfavorable. Así, en la
primera parte, he desarrollado los principios aplicables al procedimiento, con varios
ejemplos prácticos de la realidad, y posteriormente he destacado dos cuestiones que
suelen ser comunes en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y que —en muchos
casos— serán la clave para una impugnación exitosa. Esos son: la correcta
notificación del acto administrativo, con expresa indicación de los recursos que se
pueden interponer y sus plazos, y el instituto de la vista de las actuaciones cuya mera
solicitud suspende el curso de los plazos para interponer recursos e indicando —
con expresa referencia a jurisprudencia y normativa local— la forma de contabilizar
esos plazos suspendidos. Por último, he mencionado brevemente las características
principales de los recursos administrativos que se encuentran previstos en la LPA, las
características de la denuncia de ilegitimidad y el agotamiento de la vía administrativa.
Al iniciar la escritura del presente artículo me propuse permitirle al lector no
especializado darle a conocer las principales cuestiones que debe tener en cuenta al
momento de participar en un procedimiento administrativo en el ámbito de la Ciudad
de Buenos Aires(41).
XI. AGRADECIMIENTOS
Quiero finalizar este capítulo con un agradecimiento muy especial a Jorge L.
Bastons, quien dirigió esta obra de Derecho Municipal Argentino, y que le ha dado la
posibilidad a muchos jóvenes de tener su posibilidad de publicar sus ideas y
conocimientos. En los tiempos que corren, en los que la competencia es ardua, es
difícil encontrar gente dispuesta a brindad toda su generosidad para permitir la
participación de autores nuevos como lo ha hecho en este caso, por lo menos
conmigo, Jorge Luis Bastons.
En el momento de convocarme para esta obra colectiva me dijo que el intentaba
abrirle la puerta a los jóvenes en agradecimiento a quienes le habían abierto la puerta
a él en su momento, así que sólo espero poder en algún momento devolverle este
acto de generosidad convocándolo a alguna obra bajo mi dirección y brindando esa
posibilidad a nuevas personas.
VI. CONCLUSIÓN
En la primera parte de este trabajo he intentado plasmar la evolución que ha tenido
el concepto de servicio público, sus marchas y contramarchas, conforme a diversos
factores históricos, políticos, económicos y sociales que han tenido lugar en la
historia, en virtud de los cuales y de la concepción del estado —subsidiario o
benefactor—, nos encontraremos con una noción restringida o amplia.
En mi opinión, la técnica del servicio público debiera ajustarse a un concepto
restringido en razón de la complejidad que implica determinar cuando una actividad es
un servicio público o no. Adhiero mi postura a Bianchi, quien con inigualable claridad
ha tratado el tema.
En este sentido, entiendo que una noción restringida de servicio público, resulta
coincidente con el rol que el estado posee en el ámbito local de la Ciudad de Buenos
Aires, en el que el hacer se encuentra en manos de los particulares, reservándose el
estado la potestad de regularlos, en ejercicio del poder de policía, a fin de
compatibilizar el interés privado con el interés público. Así lo ha demostrado la
jurisprudencia local, a la que hemos hecho referencia en el capítulo III de este trabajo.
De modo que resulta en este ámbito más adecuado hablar de actividades
de interés público que de servicio público impropio, porque como ya lo hemos
desarrollado, las actividades de interés público, no se tratan de actividades
de iniciativa privada, libradas a la voluntad de sus gestores. Son actividades que
trascienden la mera esfera comercial, en razón de que su objetivo es satisfacer una
necesidad de interés público, y allí radica la razón por la cual es de aplicación el
régimen de derecho público. No por quien realiza la actividad sino por quien resulta
ser destinatario de la misma.
Es decir que pensar sostener esta postura, no significa sustraer a este tipo de
actividades de las notas propias que tienen las actividades incididas por el interés
público.
Si bien el límite entre servicio público impropio y actividad de interés público, es sin
dudas muy delgado, no encuentro en el ámbito local de la Ciudad argumento
ciertamente suficiente para sostener que la actividad de farmacia es un servicio
público impropio, pues como se pudo advertir de la normativa aplicable, dicha
actividad no ha sido declarada como este tipo de servicio (publicatio).
En cambio, sostener que la farmacia es una actividad de las que hemos
desarrollado como actividad de interés público, encuentro fundamento en que la
actividad es desplegada por particulares a fin de satisfacer necesidades públicas,
cuya relación con el cliente será regulada por el derecho privado, y de derecho público
entre el particular que desarrolla la actividad y el estado, ya que requiere
previa autorización estatal.
Nos queda pendiente determinar, si a las actividades de interés público le son de
aplicación los caracteres de los servicios públicos regularidad, continuidad, igualdad,
generalidad y obligatoriedad.
Sobre el particular, soy de opinión de que sí corresponde, y ello no
resultaría incompatible con la calificación de actividad de interés público porque no
mediaría un régimen especial de sujeción que habilite la titularidad estatal de la
prestación, el dominio público de los bienes, el rescate, la expropiación, etc. Sino la
garantía del estado de asegurar que un determinado servicio, respecto del cual como
lo ha afirmado Barra, ha existido una traslación transestructural de cometidos
estatales.
Podemos entonces concluir, que la actividad de farmacia, entendida como una
actividad de interés público, al igual que los servicios públicos propios o impropios, no
es una mera construcción dogmática sino una realidad, a la que el estado también
está obligado a regular como garante del bien público de una comunidad.
IV. CONCLUSIÓN
Teniendo en cuenta el panorama que hemos descripto, fácil es advertir que el
camino a recorrer en materia de traspaso de competencias del Estado Nacional a la
Ciudad de Buenos Aires, será más o menos sinuoso, según la traza que decida el
signo político de las ambas jurisdicciones coexistentes.
Sin perjuicio de ello, debemos advertir que los efectos del conflicto CABA - Estado
Nacional, no son sólo teóricos. La permanente discusión jurídica en cuanto a qué
jurisdicción cabe el control de una actividad, implica una inevitable merma en los
estándares mínimos de calidad y eficiencia de cualquier servicio público que se preste
en el ámbito de la Ciudad, generando resquicios por donde tales parámetros se
escurren inevitablemente. Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires seremos
rehenes de esta discusión, cuando debiéramos ser el motivo de preocupación
principal tanto para las empresas que prestan los distintos servicios como para
las autoridades encargadas de su control.
Por otra parte, también termina siendo perjudicial para las inversiones en la
propia industria ya que la falta de un marco regulatorio claro (incluido el sancionatorio)
restará previsibilidad al desarrollo del sector.
Probablemente cuando el signo político que gobierne el Estado Nacional sea
coincidente con el que lo haga en la Ciudad de Buenos Aires, los
porteños(19)mejoraremos nuestras expectativas sobre la prestación de los distintos
servicios públicos; sin embargo, claro está que los estándares de calidad y eficiencia
no pueden depender de situaciones coyunturales.
No se nos escapa, por otra parte, que alcanzar aquellos parámetros no depende
sólo de un adecuado diseño normativo ni claridad en la jurisdicción llamada a
controlar. Es evidente que el incremento en el flujo de pasajeros obliga a reformular
todo el soporte técnico de la industria incorporando nuevas tecnologías compu-
tarizadas. Y en este cometido, también es claro que el Estado local no podrá
satisfacer con sus propios recursos la apuntada renovación tecnológica, por lo que
resultará imprescindible la participación privada con un financiamiento adecuado.
Siendo ello así, la claridad tanto del marco regulatorio como del diseño de control y
fiscalización, resultan aspectos determinantes para la rentabilidad de la inversión, por
lo que resultan condicionantes de la decisión financiera. Dicho de otro modo: reglas
claras hacen a una mejor inversión.
Y en este cometido, superar la apuntada controversia en cuanto a la autoridad
llamada a controlar, si bien es sólo un pequeño paso, constituye el primer escalón de
ascenso a servicios públicos más eficientes.
ALGUNAS CUESTIONES SOBRE EL RÉGIMEN DE FALTAS EN LA CIUDAD
AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. POR ANDREA GONZÁLEZ
I. INTRODUCCIÓN
En el presente estudio me abocaré a desarrollar, en el marco de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, la eliminación de la ex Justicia Municipal de Faltas, la
creación de la Unidad Administrativa de Control de Faltas, dentro del Poder Ejecutivo
Local, los Juzgados en lo Contravencional y de Faltas, a la fecha; Penales,
Contravencionales y de Faltas, y la intervención del Ministerio Público en el
juzgamiento de las infracciones a la ley 451 (Régimen de Faltas).
Asimismo, trataré dentro del derecho público, el régimen federal respecto a la
cuestión de las faltas administrativas y sintéticamente recordaré los conceptos de
poder de policía y de potestad sancionadora en pos de clarificar en que forma se ha
legislado la materia de faltas en la Ciudad de Buenos Aires y como se sancionan
sus incumplimientos.
Luego, abordaré la distinción entre los conceptos de falta y delito, sin perjuicio de
clasificar las infracciones al orden jurídico en algunas oportunidades en dos o tres
categorías, según se asimilen o no, las faltas a las contravenciones. En este trabajo
he omitido el análisis de las contravenciones en virtud de que su resolución y
juzgamiento difiere del régimen de faltas.
Más adelante, trataré el régimen jurídico del Derecho Administrativo Sancionador
analizando los institutos aplicables en cuanto a su diferencia con el Derecho Penal.
Acto seguido, esbozaré algunas reflexiones respecto a la actual intervención de la
Unidad Administrativa de Control de Faltas creada oportunamente bajo la órbita del
Poder Ejecutivo local, la competencia de los Juzgados de Primera Instancia en lo
Contravencional y de Faltas de la Ciudad y el rol del Ministerio Público Fiscal en el
respectivo proceso judicial.
Por último, intentaré dar una opinión fundada respecto a los proyectos de reforma a
la ley orgánica del Poder Judicial de la Ciudad, ya que resulta de vital importancia el
aporte que se pueda realizar en este campo.
II. ANÁLISIS NORMATIVO
Debe tenerse presente que los constituyentes de 1994 consagraron en el artículo
129 de la Constitución Nacional, la Autonomía de la Ciudad de Buenos Aires,
reconociéndole a su pueblo aptitud para elegir su jefe de gobierno, contar con
facultades propias de legislación y jurisdicción, y dictar por medio de sus
representantes el estatuto organizativo de sus instituciones(1).
A su vez, la ley 24.588, más conocida como la Ley Cafiero, limitó las competencias
del Poder Judicial de la Ciudad. En efecto, el segundo párrafo del artículo 8 dispuso
que "la Ciudad de Buenos Aires tendrá facultades propias de jurisdicción en materias
de vecindad, Contravencional y de Faltas, Contencioso Administrativa y Tributaria
locales". Asimismo la Constitución en la cláusula decimosegunda prevé que la
constitución del fuero Contravencional y de Faltas importaría la cesación de la Justicia
Municipal y de Faltas.
Así las cosas, al sancionarse la ley orgánica del Poder Judicial de la Ciudad de
Buenos Aires, se dispuso que la Justicia en lo Contravencional y de Faltas conocería
en la aplicación del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires y la
legislación de Faltas en la Ciudad.
Cabe recordar que con posterioridad a la reforma constitucional de 1994, el
traspaso de las facultades jurisdiccionales en materia ordinaria, hoy en manos de la
Nación (aunque en tratativas para su traspaso a la ciudad), será determinante en la
construcción de la justicia local. La Constitución de la Ciudad establece(2)que la
Legislatura de la Ciudad puede sancionar los Códigos procesales, y el artículo 106
establece que el Poder Judicial aplica los Códigos de Fondo, las leyes y normas
nacionales y locales.
No pierdo de vista que en cuanto a la posibilidad que los jueces apliquen los
códigos de fondo de la Nación, puesto que por más que el artículo 75 inciso 12
disponga que aquéllos sólo son aplicables por los jueces federales y provinciales (y
por tanto sin hacer mención a los jueces de la ciudad), ello no resulta de
una interpretación armónica de la Constitución Nacional. Porque como tiene dicho
nuestro Máximo Tribunal(3), ninguna norma de la ley fundamental debe
ser interpretada en forma aislada, desconectándola del todo que compone. Entonces,
la interpretación debe hacerse integrando las normas en la unidad sistemática de la
Constitución, comparándolas, coordinándolas y armonizándolas de manera tal que
haya congruencia y relación entre ellas. Es más, sobre el particular la Corte ha
dicho(4)que en virtud del artículo 31 de la Carta Magna todos los jueces de cualquier
jerarquía y fuero pueden interpretar la Constitución y las leyes de la Nación en las
causas cuyo conocimiento les corresponde.
La finalidad no estará cumplida si al análisis desarrollado y reflexiones esbozadas
no se suma una propuesta que asegure celeridad, sin olvidar las garantías para el
administrado, que requiere un proceso administrativo sancionatorio, como es el de
faltas administrativas. Se intenta demostrar en este trabajo, la necesidad de atribuir el
juzgamiento de las Faltas; por su diferente régimen jurídico; a un fuero diferente al de
los que juzguen delitos, con especializaciones diferentes, así como también
la intervención del Ministerio Público Fiscal en aquellas faltas que comprometan el
bienestar general(5).
a. La actualidad del tema y su importancia como herramienta para prevenir
episodios trágicos
En relación a las infracciones de tránsito, es dable destacar que la Ciudad de
Buenos Aires, registró durante muchos años muertos por esta causa. Especialistas en
cuestiones viales, jueces, fiscales, comunidades religiosas, docentes, pedagogos y
distintas organizaciones deben discutir qué hacer para que el país reaccione ante esta
situación.
En fin, por la gravedad de los episodios sufridos en la Ciudad, como consecuencia
de no haberse adoptado mecanismos de prevención, y la actualidad del tema, ya que
a la fecha se siguen estudiando alternativas de modificaciones tanto al régimen de
faltas, como a su procedimiento y juzgamiento, es que el tema de la
presente investigación se torna pasible de análisis.
c. La distinción en la jurisprudencia
A esta altura resulta de interés el análisis dispensado en algunos fallos a la
distinción entre delitos, contravenciones y faltas. La Corte Suprema de
Justicia inicialmente pareció adherir a la tesis de la diferencia ontológica, postulando
una desigualdad de naturaleza entre los bienes protegidos y atribuyendo a los delitos
su enfrentamiento con disposiciones de orden moral, permanente y general(15).
Luego sostuvo que la distinción entre delitos y contravenciones o faltas no tenía
una base cierta que pudiera fundarse en la distinta naturaleza jurídica de cada orden
de infracciones para establecer un criterio seguro que permita distinguirlos(16).
En su oportunidad el Tribunal Superior de la Ciudad(17)en el voto del Dr. Muñoz, la
claridad con la que el Magistrado destaca que la materia contravencional y de faltas
que compete reglar a la Ciudad como Estado autónomo. Asimismo, en su
voto expresó que la adopción de una u otra herramienta normativa debía tener en
cuenta no sólo la conducta a reprimir sino también el tipo de sanciones a aplicar y los
sujetos destinatarios de las prohibiciones y mandatos. Justamente, para el Magistrado
la articulación de esos tres elementos indicará, en cada caso, qué régimen jurídico,
penal o administrativo, resulta conveniente para enmarcar la potestad punitiva. Citó
como ejemplo la ley 451 del Régimen de Faltas, que partió de principios más afines
del Derecho Administrativo(18).
Concluyó que en la hermenéutica de una disposición contravencional puedan
utilizarse técnicas no ortodoxas en la dogmática jurídico-penal, pero claramente
compatibles con el respeto a la legalidad, no ya penal sino contravencional. Trae a
colación lo sucedido en España donde la materia de faltas es abordada por el
Derecho Administrativo Sancionador cuyo sometimiento a las reglas del estado de
derecho no se discute.
Ahora bien, en la Ciudad, la Constitución local ha previsto que se cree el fuero
Penal, Contravencional y de Faltas quien tiene a cargo el juzgamiento de las faltas
cometidas en el ámbito de la Ciudad. El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad así
lo ha desarrollado en el precedente "Transporte 22 de Septiembre" al afirmar que, al
encontrarse ante el derecho de faltas se vislumbra un asunto vinculado con
la infracción a las normas de policía que rigen la relación de los vecinos con la
Administración.
En el mismo orden de ideas el Presidente del Tribunal Superior de Justicia
ha expresado en un fallo(19), que el Derecho Contravencional es, en el
desarrollo institucional de la Ciudad de Buenos Aires, de orden exclusivamente
local, incluso cuando se trata de contravenciones o faltas del Estado Federal. Agregó
el Magistrado, que se trataba básicamente del poder de policía tendiente a posibilitar
la labor administrativa tendiente a lograra el llamado "bien común".
El Dr. Maier, expresó que había que hallar el criterio diferenciador en el que los
delitos son infracciones a los bienes personales, naturales o sociales y las
contravenciones al régimen creado por el Estado para hacer posibles aquellos
bienes(20).
De lo expuesto, cabe concluir que existe una distinción entre las infracciones
administrativas (faltas) y los delitos, aspecto que se tratará de precisar en el próximo
acápite.
f. Reformatio in pejus
Conectada con la garantía de defensa en su sentido genérico, la reformatio in
pejus implica la imposibilidad de agravar la situación del procesado ante
la interposición de un recurso. Resulta importante resaltar la inaplicabilidad de este
principio en el fuero Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires
a la vista dos fallos recaídos en las causas "General Tomás Guido" y "San Lorenzo de
Almagro"(52). En ambos casos los integrantes de la sala II, afirmaron que lo resuelto
por el Controlador en sede administrativa, debía considerarse una instancia única,
obligatoria y previa al juzgamiento de las faltas por parte de la Justicia Penal,
Contravencional y de Faltas. Lo decidido por la Unidad Administrativa de Control de
Faltas, no limitaría al juez de la causa quien tiene a su cargo controlar la legalidad del
proceso. Se señaló que sostener lo contrario implicaría convertir al juez penal,
contravencional y de faltas en un mero controlador de los actos administrativos, sin
imperio jurisdiccional para rever las decisiones adoptadas en sede administrativa.
Los camaristas argumentaron que la garantía de la reformatio in pejus es propia
del proceso judicial y en el marco de la interposición de un recurso, naturaleza que no
reviste el pase de las actuaciones para su juzgamiento solicitado por quien fuera
sancionado en sede administrativa. Así en ambos casos se empeoró la situación de
los administrados modificándose la decisión administrativa en su perjuicio.
En el mismo sentido se han expedido las restantes Salas de la Cámara
Contravencional y de Faltas(53)y el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires(54)señalando que no rige la reformatio in peius entre la
actuación administrativa y la judicial, pues tales formas de juzgamiento en el marco
legal vigente en la materia de faltas, aunque subsidiaria una de la otra,
son independientes entre sí. De lo contrario, la instancia judicial se limitaría a
convalidar lo actuado y no a determinar jurisdiccionalmente la responsabilidad
del infractor.
a. Origen y creación
La Unidad Administrativa de Control de Faltas, es un órgano administrativo
enclavado en la Administración, creado bajo el ámbito del Poder Ejecutivo local, por
ley(61).
En efecto, la ley 591 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, modificó la ley
orgánica del Poder Judicial(62)y otorgó competencia jurisdiccional en materias regidas
por la legislación de faltas a la anterior Justicia Contravencional en Comisión,
asignándoles el juzgamiento de las faltas que no admitían demoras. Asimismo, se
dispuso que esta situación se prolongaría hasta la constitución efectiva del Fuero en
lo Contravencional y de Faltas.
Durante un período se suspendieron los plazos respectivos al tratamiento
administrativo de las actas de infracción, y la Dirección General Administrativa de
Infracciones tuvo las atribuciones de la Unidad Administrativa de Control de Faltas.
Asimismo se dispuso que los Controladores Administrativos, que conforman la
Unidad, debían ser abogados y tener cuatro años en el ejercicio de la profesión. Su
actuación es incompatible con el ejercicio de la abogacía o la procuración contra la
Ciudad, salvo en causa propia. Sus decisiones deben ser fundadas y con ella se
agota la vía administrativa.
Es claro el texto legal(63)al disponer que la resolución del Controlador Administrativo
de Faltas concluye en la vía administrativa, y no existen contra ella recursos de ningún
tipo en esa sede.
Ahora bien, se advierte que la Unidad Administrativa de Control de Faltas se
encuentra dentro del ámbito del Poder Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires pero, en lo que hace a su competencia específica, por tratarse de funciones
jurisdiccionales no le competen los principios jurídicos de jerarquía propios de toda
organización administrativa.
No puede haber avocación por la naturaleza de la decisión y por la actividad
técnica del órgano, y no se pueden interponer recursos de ningún tipo en esa sede
porque la resolución del Controlador concluye la vía administrativa. Tampoco puede
haber delegación en la medida que la ley la autorice (art. 3de la Ley de
Procedimientos Administrativos de la Ciudad).
La resolución adoptada por los Controladores Administrativos, tiene aspectos
reglados ya que aplica la legislación de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires(64), y solo en la graduación de las sanciones podría tener un contenido
discrecional. Mas como en adelante se señalará, la revisión judicial de esas
decisiones como la graduación de la sanción no escapa al control judicial por parte de
la Justicia en lo Penal, Contravencional y de Faltas.
a. Instancia judicial
En sede judicial, en su caso, y luego de que el administrado pida el juzgamiento de
las infracciones, el Controlador Administrativo debe elevar las actuaciones a la
Cámara en lo Penal, Contravencional y de Faltas, donde se sortea el juzgado que va
a intervenir.
Las actuaciones administrativas para ser radicadas ante el Fuero Penal,
Contravencional y de Faltas deben sustanciarse conjuntamente con el o las actas
de infracción, los antecedentes administrativos, el descargo del presunto infractor en
sede administrativa, en su caso, las pruebas que en esa instancia se hubiere ofrecido
y el pedido de juzgamiento conjuntamente con la constitución de domicilio, esto
conforma lo que se denomina "legajo administrativo"(70).
Recibidas las actuaciones en el tribunal, se da traslado al presunto infractor de la
radicación de las actuaciones, y se da vista al Ministerio Público Fiscal, de existir
menores, al Asesor Tutelar de Menores.
Aquí debo detenerme para observar que de acuerdo a los criterios generales de
actuación los fiscales pueden no intervenir en las causas de faltas. En efecto a través
de la resolución 7/2004 el Ministerio Público Fiscal estableció como un criterio general
de actuación(71)que corresponderá la intervención de las Fiscalías de Primera
Instancia en lo Contravencional y de Faltas en aquellos casos en que pudiera estar
comprometido el interés general(72), y específicamente en los tipos previstos en la ley
451 que por su naturaleza o características de hecho, resulten complementarias o
subsidiarias de normas contravencionales.
Considero que el interés general está comprometido en todas las infracciones
tipificadas en el régimen de faltas. Pienso que en pos de la efectiva judicialización
deben crearse las Fiscalías de Faltas previstas en un proyecto de ley(73). En
dicha iniciativa parlamentaria se ha previsto la creación de Unidades Fiscales de
Faltas con cuatro Fiscales Adjuntos y dos Defensores Adjuntos que tendrían
competencia exclusiva en este procedimiento.
Para que el Defensor Oficial tome intervención deben darse las condiciones
previstas en la Ley Orgánica del Ministerio Público(74), es decir ser designado en la
defensa en juicio que por turno le corresponda y que se trate de particulares
que invoquen y justifiquen pobreza. Reitero que en la actualidad existen ocho
Defensorías Oficiales con dos co-titulares y doce Fiscalías también con dos co-
titulares cada una de ellas. Cabe recordar que el patrocinio letrado en materia de
faltas no es obligatorio(75), sin embargo, en instancia judicial debería preverse la
asistencia técnica profesional.
Tiene dicho la Corte que en los procedimientos por faltas y contravenciones, la
garantía de defensa lleva implícita la de contar, al menos ante los tribunales de
justicia, con asistencia profesional(76).
Considero que así debe ser también en la instancia administrativa, por la
afectación de derechos y el debate de cuestiones jurídicas(77).
XI. CONCLUSIONES
A lo largo del presente, se ha analizado la diferencia entre delitos y faltas, y más
allá de que se trate de dos o más tipos de infracciones al orden jurídico, o que no
haya diferencia alguna entre ellas, lo cierto es que las faltas, como se han explayado
en los institutos vigentes en el Derecho Administrativo Sancionador, difieren en el
régimen jurídico del Derecho Penal, tal como se refleja en el Régimen de Faltas
previsto en la ley 451 de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Creo que el Derecho Administrativo Sancionador no debe ser construido con los
materiales y las técnicas del Derecho Penal sino desde el propio Derecho
Administrativo, del que obviamente forma parte y desde la matriz constitucional y del
Derecho Público Estatal. La extensión de los principios del Derecho Penal ha
demostrado no ser certera desde el momento que la transpolación automática es
imposible y que las matizaciones de adaptación son tan difíciles.
Es oportuno destacar que esta investigación se ha referido exclusivamente al
régimen de faltas, excluyendo la materia contravencional, más allá de que en algunos
pasajes se haya usado la terminología como sinónimo, sin que ello implique asimilar
dicho proceso al de faltas, ya que procesalmente se rigen en la Ciudad por leyes
distintas. Cabe dejar asentado que para el juzgamiento de las contravenciones se
prevé expresamente que se aplique supletoriamente el Código Procesal Penal, motivo
por el cual el tratamiento de ellas hubiera excedido la extensión de este trabajo, como
se ha aclarado al principio.
Sin perjuicio de ello, resulta interesante destacar como se ha puesto de manifiesto,
que a pesar de la constitución efectiva del Fuero Contravencional y de Faltas (ya no
en comisión), el órgano administrativo, la Unidad Administrativa de Control de Faltas,
sigue cumpliendo funciones acotadas al ofrecimiento de pago voluntario, sanción de
las faltas y en su caso el pase a pedido del interesado a la Justicia Local competente
en la materia. Asimismo ejerce funciones jurisdiccionales cuando ellas habían sido
suprimidas en la misma ley de eliminación de la Justicia Municipal de Faltas, siendo
luego reestablecidas por la ley 591 de la Legislatura local.
No obstante ello, el paso previo, si bien, no contradice el sistema de garantías, y
tiene asegurado el control judicial suficiente por parte del Fuero en lo Penal,
Contravencional y de Faltas, atenta contra la celeridad del procedimiento. Para
agilizar el mismo podría considerarse el tránsito por la etapa previa única y obligatoria
sólo para las infracciones que tengan prevista como sanción la multa y en esa sede se
ofrezca la posibilidad de pago voluntario.
Ahora bien, por lo relevante del tema de la seguridad, por las diferencias
oportunamente destacadas de regímenes jurídicos, la judicialización, con las
garantías para el administrado que ello implica, parece oportuna, pero actualmente no
resulta ser tampoco la solución del tema ya que si efectivamente el traspaso de
competencias penales atribuida a los juzgados de primera instancia en lo
contravencional y de faltas implica el juzgamiento de delitos en la misma sede que se
tratan faltas, el orden de prioridades para el juzgador no parece que pudiera ubicar en
primer lugar a las infracciones al código de faltas antes que los delitos.
Sin embargo por los trágicos episodios referenciados y la situación vial descripta
merecería considerarse la necesidad de un fuero específico, aspecto que el legislador
todavía no se ha decidido a diseñar.
Sin perjuicio de lo expuesto, existen proyectos de reforma a la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Ciudad que prevé la división del Fuero Contravencional y de
Faltas en Penal, por un lado y Contravencional y de Faltas por otro. Asimismo entre
otras cosas, establece la creación de ocho Unidades Fiscales de Faltas(78).
Particularmente en relación a la intervención del Ministerio Público Fiscal en
materia de faltas, considero que ella en virtud de la relevancia que el tema de
seguridad merece y por los acontecimientos ya vividos en la ciudad debe
ser insoslayable. Hoy en día de acuerdo a los criterios generales de actuación en
muchos casos en los procesos de faltas queda relegada la intervención de los
Representantes del Ministerio Público.
Sin embargo, por lo que se ha destacado en el principio de esta investigación,
las infracciones cometidas en lugares de masiva asistencia de público dan lugar a
hechos que en algunos casos, como ha ocurrido ya en la ciudad, o las infracciones de
tránsito desencadenantes de siniestros, arrojan como saldo la pérdida de vidas
humanas.
Tal vez la división del Fuero tal como se ha proyectado en la modificación a la ley
orgánica del Poder Judicial que contemple la creación de juzgados penales y de
Unidades Fiscales de Faltas independientes a las Contravencionales, se vislumbre
una pauta a seguir respecto a la Justicia de Primera Instancia y la Cámara del Fuero.
Pretendo señalar que el juzgamiento de las faltas que felizmente ha sido atribuido
al Poder Judicial, por su especialización técnica, a la luz de lo analizado reclama su
separación de los delitos. Asimismo se ha señalado que sería deseable que se
establezcan fiscalías y tribunales con competencia específica en materia penal,
algunos de ellos destinados exclusivamente al enjuiciamiento de los menores,
mientras que los restantes continúen resolviendo asuntos de naturaleza de faltas.
Particularmente respecto de las contravenciones que han quedado fuera de
esta investigación por una cuestión de extensión del trabajo, por la forma en que se
encuentran legisladas, en cuanto al proceso, que prevé la aplicación supletoria
del Código Procesal Penal, podrían estudiarse, en otra oportunidad, sus similitudes y
diferencias con la materia penal, y luego de ello, evaluar la posibilidad de que su
juzgamiento quede en manos de especialistas del Derecho Administrativo o del
Derecho Penal.
La autonomía de la Ciudad de Buenos Aires es un proceso político y jurídico que
no puede interpretarse como un acto único, que se agota en una instancia, sino un
proceso que requiere de etapas sucesivas, algunas de las cuales —como hemos
visto— se encuentran en vías de ejecución. Valga la presente como una primera
aproximación al tema.
LUCES Y SOMBRAS DEL DERECHO AMBIENTAL MUNICIPAL EN LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. POR
MARCELO ALBERTO LÓPEZ ALFONSÍN(1)
SUMARIO: I. Introducción: El singular status jurídico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el compromiso por
la autonomía porteña. II. El caso "Casa Amarilla": El ejercicio del poder de policía ambiental es irrenunciable. III. El caso
"Algavi SA": El derecho fondal ambiental tiene aplicación local, más allá de la determinación competencial. IV. El orden
público ambiental: Un precedente de cita obligada. V. De regreso al fuero comercial. VI. Una vez más: el pertinente
recuerdo del caso "Subterráneos". VII. A modo de colofón: La materia ambiental excede el marco de competencias
judicial.
La presente causa se origina en una acción de amparo entablada contra el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires —en adelante GCBA— y disposiciones de este último que autorizaron la construcción de viviendas en espacios verdes del
predio conocido popularmente como "Casa Amarilla" en el Barrio de La Boca. Como fundamento de la demanda los actores
alegaron que las resoluciones cuestionadas era manifiestamente inconstitucionales ya que lesionan el derecho a un ambiente sano,
la preservación de los procesos ecológicos esenciales y de los recursos naturales del dominio de la Ciudad, impiden la protección
e incremento de los espacios públicos, como también de los espacios verdes, parques naturales y reservas ecológicas. Además de
dejar de lado la obligatoriedad de la evaluación de impacto ambiental —EIA— previa y su discusión en audiencia pública.
III. EL CASO "ALGAVI SA"(4): EL DERECHO FONDAL AMBIENTAL TIENE APLICACIÓN LOCAL, MÁS ALLÁ DE LA
DETERMINACIÓN COMPETENCIAL
c. La nulidad del laudo arbitral: El orden público y la Ley General del Ambiente
(LGA)
Analiza el fallo que es procedente el planteo de nulidad de un laudo, entre otros, en
supuestos en los cuales "los árbitros omiten controlar el cumplimiento de las
condiciones que están contenidas en normas de orden público que deben ser
respetadas bajo pena de nulidad", recordando que la afectación del orden público
debe en estos casos ser clara e indubitable y que la noción de orden público debe ser
identificada con contenidos constitucionales fundamentales.
Entiende que en el caso es procedente —aun desde la perspectiva estricta que
postula— ya que la causa fue decidida en violación de las disposiciones de la ley
25.675, norma de orden público conforme lo establece su artículo 3º. Coincidimos en
que los derechos y obligaciones establecidas por la norma —en particular las surgidas
del régimen de responsabilidad por daño ambiental de incidencia colectiva por
ella instaurado— son indisponibles para las partes y los hechos de la causa no
pudieron ser interpretados contrariando las disposiciones de la LGA.
Asimismo destacamos que en el caso la noción de orden público puede ser
identificada con contenidos constitucionales fundamentales, que pueden
ser expresados siguiendo los lineamientos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación: "El reconocimiento de status constitucional del derecho al goce de un
ambiente sano, así como la expresa y típica previsión atinente a la obligación de
recomponer el daño ambiental no configuran una mera expresión de buenos y
deseables propósitos para las generaciones del porvenir, supeditados en su eficacia a
una potestad discrecional de los poderes públicos, federales o provinciales, sino la
precisa y positiva decisión del constituyente de 1994 de enumerar y jerarquizar con
rango supremo a un derecho preexistente" (Considerando 7º de la resolución dictada
en la causa el 20 de junio de 2006, "Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado
Nacional y otros s/ daños y perjuicios [daños derivados de la contaminación ambiental
del Río Matanza-Riachuelo] MJ-JU-M-7697-AR | MJJ7697).
Es por ello que el fallo en análisis, asumiendo el paradigma ambiental en su
enfoque y análisis de la cuestión ha cumplimentado acabadamente los lineamientos
establecidos por el Máximo Tribunal en la materia: "La mejora o la degradación del
ambiente beneficia o perjudica a toda la población, porque es un bien que pertenece a
la esfera social y transindividual, y de allí deriva la particular energía conque los
jueces deben actuar para hacer efectivos estos mandatos constitucionales" (ídem
nota anterior).
BUENOS AIRES
EL MUNICIPIO BONAERENSE —SOMERO ANÁLISIS DE LAS NORMAS QUE LO CONFORMAN Y DEFORMAN—(1). POR
JORGE LUIS BASTONS
SUMARIO: I. Introducción. II. El municipio bonaerense y las principales normas que lo conforman y deforman. III. Algunas
conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
La Provincia de Buenos Aires tiene una superficie de 307.571 kms2, equivalente al
8,1% del territorio nacional. Su población y su participación en el producto bruto
geográfico equivalen, aproximadamente, a un tercio de los totales del país.
En la actualidad, 135 municipios constituyen la división político-territorial de la
Provincia. El volumen de gasto de todos ellos supera, en conjunto, al gasto
público individual de todas las Provincias argentinas, constituyendo en orden a su
importancia el tercer gasto público luego del nacional y el de la propia administración
bonaerense.
Esta vastedad e importancia, ya nos indica que los municipios bonaerenses viven
realidades heterogéneas, propias de cada contexto y región. El abordaje integral y
particular de la situación de los mismos excede el humilde objetivo de las presentes
líneas, pero nos advierte sobre la complejidad que su estudio de por sí conlleva.
En este marco, vale recordar los aportes doctrinarios realizados de Ballesteros
Fernández(2), quien ha resaltado la importancia del estudio de los elementos del
municipio. A saber: el territorio, la población y la organización y en tener en cuenta
cómo la estructura del Municipio tiene consecuencias en su financiación, organización
administrativa y prestación de servicios.
En este sentido, y retomando sus aportes, consideramos que estos factores de
análisis cobran vital importancia en el estudio de los municipios bonaerenses teniendo
en cuenta las particularidades propias de su territorio, población y organización.
A fin de permitir esa visualización deseada creemos necesario tomar debida nota
de las enormes diferencias existentes entre los diversos municipios bonaerenses.
Así, tenemos por caso, conglomerados netamente urbanos(3)como las ciudades de
Lomas de Zamora, San Martín, Avellaneda y Lanús; municipios que presentan
grandes urbes pero rodeados de vastas zonas rurales como La Plata, General
Pueyrredón y Bahía Blanca; o bien los que conforman ciudades cercanas a los cien
mil habitantes pero que son de características rurales como Junín, Chivilcoy y
Bragado; los municipios netamente rurales de poca población como General Paz y
Pila y por último; los municipios localizados sobre la costa atlántica como Pinamar,
Villa Gesell y el Partido Urbano de La Costa.
Desde luego, las diferencias no sólo serán geográficas ni demográficas, sino que
también pesan (y mucho) los criterios institucionales públicos y privados de cada
municipio, por lo que no será lo mismo contar o carecer de hospitales públicos
municipales, cooperativas eléctricas, servicio educativo, justicia de faltas, etcétera.
Por otra parte, los municipios argentinos han sido y son (lo que no es casual), la
primer caja de resonancia de los problemas comunitarios, de la falta de empleo, de la
problemática asistencial, del estado de los servicios públicos, entre otros, por lo cual
la relación de inmediatez existente entre la ciudadanía y el municipio
potencia indiscutiblemente la importancia capital de la institución bajo estudio.
Por último, si bien excede el objeto del presente trabajo, creemos que el abordaje
de la realidad municipal bonaerense exige una mirada integradora y contextual de los
gobiernos locales con los múltiples actores con los que necesariamente se involucra.
Ello, ya que la idea de segmentación y el aislamiento de los institutos de los
escenarios en que se desenvuelven, es la primera causa de la incomprensión de la
realidad, o bien la preferencia por ignorarla, dado que asumirla es decididamente más
comprometido que repetir conceptos, normas o jurisprudencia fuera de toda influencia
contextual.
En este sentido, es necesario tener en cuenta que la estructura territorial de la
Provincia de Buenos Aires es hereditaria del modelo agroexportador que se delineó
en nuestro país a principios del siglo XIX y se consolidó definitivamente a principios
del siglo XX, producto de la primacía de los intereses de los sectores agrícola-
ganaderos de la pampa húmeda, que concentraban su poder en base al control del
Puerto de Buenos Aires.
Como resultado de este modelo, la Capital Federal se constituyó en el nodo
multimodal en que el converge el sistema de infraestructuras de todo el país, cuyo
carácter radiocéntrico hace que gran parte de la Provincia de Buenos Aires se
comporte como "servidumbre de paso" hacia el resto del territorio nacional.
Con esta impronta básica, se desarrolla sobre la planicie pampeana predominante
en el territorio un sistema de centros y redes de infraestructura y servicios que son
representativos del más alto grado de acumulación de capital construido en todo el
país, y que reconoce dos rasgos fundamentales. Por una parte, vinculando el eje
fluvial industrial que se extiende desde el Río de la Plata hasta Santa Fe con la
Pampa Ondulada, se sitúa el área más densificada de la provincia, después del
conurbano bonaerense, con condiciones ambientales sumamente favorables. Está
atravesada por los principales corredores viales, ferroviarios y fluviales del país, que
alimentan el flujo de bienes y personas en dirección noroeste. Y por otra, se destaca
la situación netamente diferenciada entre la conurbación de Buenos Aires - La
Plata —que concentra cerca de 13.000.000 de habitantes— y el interior provincial,
donde la mayoría de las ciudades no superan los 50.000 habitantes, a excepción de
las ciudades de Mar del Plata y Bahía Blanca, con 541.733 y 274.509 habitantes
respectivamente(4).
II. EL MUNICIPIO BONAERENSE Y LAS PRINCIPALES NORMAS QUE LO
CONFORMAN Y DEFORMAN
La Constitución de la Provincia de Buenos Aires fue reformada por una Convención
Constituyente en 1994, al igual que la Constitución Nacional.
La Carta Nacional, en lo que aquí nos interesa, mantuvo la redacción de su artículo
5º (que exige a las Provincias en general que aseguren "su régimen municipal"),
e incorporó el artículo 123, que ordena a las Provincias asegurar "la autonomía
municipal".
Sin embargo, la sección séptima, con el título "Del Régimen Municipal" de la
Constitución Bonaerense (que presenta un capítulo único, cuyos artículos del 190 al
197 enmarcan y dan base constitucional a las municipalidades de la Provincia de
Buenos Aires) en ningún momento consagra dicha autonomía. Y ello a pesar que el
texto provincial terminó de plasmarse con posterioridad al nacional.
Cuestión que, como era de esperar, generó y sigue generando un sinnúmero de
situaciones controvertidas.
Por otra parte, recordamos con Gordillo que: "(...) No existe una propuesta
generalizada entre los autores de derecho constitucional y administrativo de trasladar
alguna de estas ideas de "autonomía" municipal, o "cartas" municipales, a nivel
de exigencia de la Constitución Nacional para que todas las Provincias se ajusten
luego a ella. Este tipo de propuestas quedan por lo general limitadas a jornadas
académicas y a juristas de neto corte municipalista, sin lograr generar consenso y
adhesión en el resto de la doctrina publicista. Por lo demás es claro que la
Constitución Nacional, que pudiera haber sido objeto de una interpretación amplia y
generosa, fue entendida en el más sentido literal de requerir un régimen, cualquiera,
municipal"(5).
Entendemos que mal podría negarse el avasallamiento diario que afrontan los
municipios bonaerenses para concretar la autonomía, que no ha dejado hasta el
momento de ser meramente declarativa. En síntesis, en el análisis de la Constitución
Bonaerense veremos que la misma se limita a hablar de la "administración de
los intereses y servicios locales" y omite cualquier cuestión relativa a la autonomía.
Así, el artículo 190 de la Constitución Provincial establece:
"La administración de los intereses y servicios locales en la Capital y cada uno de
los partidos que formen la Provincia, estará a cargo de una municipalidad, compuesta
de un departamento ejecutivo unipersonal y un departamento deliberativo, cuyos
miembros, que no podrán ser menos de seis ni más de veinticuatro, durarán
cuatro años en sus funciones, renovándose cada dos años por mitad y serán elegidos
en el mismo acto que se elijan los senadores y diputados, en la forma que determine
la ley".
En consonancia con el mandato constitucional Provincial, el artículo 1 de la Ley
Orgánica de las Municipalidades(6)(en adelante, la LOM) establece:
"La administración local de los partidos que forman la Provincia estará a cargo de
una Municipalidad compuesta de un Departamento Ejecutivo, desempeñado por un
ciudadano con el título de Intendente, y un Departamento Deliberativo, desempeñado
por ciudadanos con el título de Concejal".
De la lectura y análisis de las normas en cuestión surge que la Provincia de
Buenos Aires se basa en la idea de Municipio-Partido. En efecto, tanto la Constitución
como la LOM, establecen la administración local "de los partidos". Ello no sólo se
desprende de las normas vigentes, sino desde el punto de vista histórico(7). Sin
embargo, la aparente claridad sintáctica y semántica no ha dejado de despertar
controversias. En efecto, juristas especializados en la materia sostienen la concepción
de "Municipio-ciudad" o "Municipio-Villa"(8). Esta idea base ha sido y sigue siendo
materia de discusión(9).
Adhiriendo a la postura de "Municipio-Partido", Iván Tenaglia sostiene: "Creo que
no debemos confundir, al menos en nuestra Provincia, el "derecho urbano" (o derecho
de la ciudad) con el derecho municipal. En Buenos Aires, por historia y por realidad, el
derecho municipal, tiene como sociedades protagonistas de la actividad municipal,
tanto a las urbanas como a las rurales. Aparte siempre las ciudades, o núcleos
poblacionales tuvieron su "campo" en el que extendían sus poderes, influencias y
gestiones públicas"(10).
Si bien no es objetivo central de este trabajo el estudio histórico de los Municipios
bonaerenses, sí cabe tener en cuenta los antecedentes que hicieron a su creación y
que siguen marcando sus características actuales. La Provincia de Buenos Aires, se
enroló, siguiendo la línea imperante en América Latina, en la adopción del modelo del
municipio hispano, caracterizado por estar constituido por un gobierno dual, formado
por un órgano unipersonal denominado en este caso "Intendente", y por un organismo
colegiado, constituido por "concejales"(11).
En principio y en forma genérica el mandato constitucional y legal Provincial
establece que las Municipalidades tienen a su cargo la administración de los servicios
e intereses locales, atribuciones y competencias que analizaremos puntualmente.
Ya respecto del sistema de representación democrática, el mismo se configura en
uno de los elementos que caracterizan la autonomía política de las
municipalidades(12).
Tal como se ha mencionado, el artículo 190 de la Constitución Provincial establece
que los miembros del Departamento Deliberativo no podrán ser menos de seis ni más
de veinticuatro, durarán cuatro años en sus funciones, se renuevan cada dos años por
mitad y serán elegidos en el mismo acto que se elijan los senadores y diputados, "en
la forma que determine la ley".
A su vez, el artículo 191 establece:
"La Legislatura deslindará las atribuciones y responsabilidades de cada
departamento, confiriéndoles las facultades necesarias para que ellos puedan atender
eficazmente a todos los intereses y servicios locales, con sujeción a las siguientes
bases:
1- El número de miembros del departamento deliberativo se fijará con relación a la
población de cada distrito.
2- Serán electores los ciudadanos inscriptos en el registro electoral del distrito y
además los extranjeros mayores de edad que sepan leer y escribir en idioma nacional,
con dos años de residencia inmediata en el municipio, que estén inscriptos en un
registro especial y paguen anualmente impuestos fiscales o municipales que en
conjunto no bajen de doscientos pesos.
3- Serán elegibles todos los ciudadanos mayores de veinticinco años, que sepan
leer y escribir, vecinos del distrito, con un año de domicilio anterior a la elección y si
son extranjeros, tengan además cinco años de residencia y estén inscriptos en el
registro especial.
4- Las funciones municipales serán carga pública, de la que nadie podrá excusarse
sino por excepción fundada en la ley de la materia.
5- El ciudadano a cargo del departamento ejecutivo durará cuatro años en sus
funciones. Para desempeñar este cargo se requiere ciudadanía en ejercicio y las
condiciones necesarias para ser concejal.
6- Los concejales extranjeros no podrán exceder de la tercera parte del número
total de los miembros del concejo deliberante".
Ambos artículos constitucionales remiten a la Legislatura bonaerense la
determinación legal del régimen electoral municipal y deslinde de atribuciones y
responsabilidades de cada departamento(13).
Ello marca la imposibilidad constitucional que tienen los Municipios de darse su
propio marco normativo, lo cual obsta a la aludida "autonormatividad" que constituye
una de las características esenciales de la autonomía.
En efecto, en el ámbito Provincial es la Legislatura Bonaerense la que por ley,
establece el régimen electoral municipal y la que deslinda las atribuciones del
Departamento Ejecutivo y Deliberativo.
En función de lo establecido en el artículo 191.1 de la Constitución Provincial, el
artículo 2 de la Ley Orgánica de las Municipalidades fija el número de miembros del
departamento deliberativo con relación a la población de cada distrito:
Partidos cuya población no exceda de 5000 habitantes: 6 concejales.
Más de 5000 a 10.000 habitantes: 10 concejales.
Más de 10.000 a 20.000 habitantes: 12 concejales.
Más de 20.000 a 30.000 habitantes: 14 concejales.
Más de 30.000 a 40.000 habitantes: 16 concejales.
Más de 40.000 a 80.000 habitantes: 18 concejales.
Más de 80.000 a 200.000 habitantes: 20 concejales.
Más de 200.000 habitantes: 24 concejales.
El punto de partida entonces para la elección de los miembros del Departamento
Deliberativo es la determinación del número de concejales en proporción al número de
habitantes.
Esta cuestión es materia constante de debate y discusión. Entre los fundamentos
de las posturas que objetan el establecimiento de un número máximo de concejales,
cabe mencionar la que sostiene la producción de un gran déficit democrático, sobre
todo en los grandes municipios. Se indica que en términos comparativos, las cifras
son extremadamente altas.
En las municipalidades de los países europeos, y en las de los países
anglosajones, las relaciones de ciudadanos por cada concejal son
significativamente inferiores. Por ejemplo, en Francia hay 110 habitantes por concejal,
en Suecia 270, en Alemania, 400, en Estados Unidos 490, en España 602, en Japón
1600 y en Gran Bretaña 1800(14).
Pero si se cambia el parámetro, teniendo en cuenta el ámbito latinoamericano:
Argentina (y particularmente la Provincia de Buenos Aires) se coloca en una posición
más favorable, que refleja, al menos en el plano numérico una mejor proporcionalidad
en la relación cantidad de habitantes-número de concejales(15).
Atendiendo el contexto local, la cuestión del número de concejales que integran el
Departamento Deliberativo tampoco ha estado exenta de discusión. Desde una
perspectiva distinta se ha criticado la cantidad de concejales que no son conocidos
por la gente —aunque hayan sido votados por la misma—, que no tienen una
comunicación con la ciudadanía, y que no hacen más que engrosar el presupuesto
municipal. Esta visión sería limitativa e implicaría subestimar un sistema que debería
aprender de las lecciones ciudadanas, verse autocríticamente y generar cambios
concretos internos y hacia la comunidad(16).
Según la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, son atribuciones inherentes
al régimen municipal, las siguientes (art. 192):
1. Convocar a los electores del distrito para elegir municipales y consejeros
escolares, con quince días de anticipación por lo menos, cuando el Poder Ejecutivo
dejare transcurrir los términos legales sin hacerlo.
2. Proponer al Poder Ejecutivo, en la época que corresponda, las ternas para
nombramientos de jueces de paz y suplentes.
3. Nombrar los funcionarios municipales.
4. Tener a su cargo el ornato y salubridad, los establecimientos de beneficencia
que no estén a cargo de sociedades particulares, asilos de inmigrantes que sostenga
la Provincia, las cárceles locales de detenidos y la vialidad pública.
5. Votar anualmente su presupuesto y los recursos para costearlo; administrar los
bienes raíces municipales, con facultad de enajenar tanto éstos como los diversos
ramos de las rentas del año corriente; examinar y resolver sobre las cuentas del año
vencido, remitiéndolas enseguida al Tribunal de Cuentas.
Vencido el ejercicio administrativo sin que el Concejo Deliberante sancione el
presupuesto de gastos, el intendente deberá regirse por el sancionado para el año
anterior. Las ordenanzas impositivas mantendrán su vigencia hasta que sean
modificadas o derogadas por otras. El presupuesto será proyectado por el
departamento ejecutivo y el deliberativo no está facultado para aumentar su monto
total. Si aquél no lo remitiera antes del 31 de octubre, el Concejo Deliberante podrá
proyectarlo y sancionarlo, pero su monto no podrá exceder del total de la recaudación
habida en el año inmediato anterior. En caso de veto total o parcial, si el Concejo
Deliberante insistiera por dos tercios de votos, el intendente estará obligado a
promulgarlo.
Toda ordenanza especial que autorice gastos no previstos en el presupuesto,
deberá establecer los recursos con que han de ser cubiertos.
6. Dictar ordenanzas y reglamentos dentro de estas atribuciones.
7. Recaudar, distribuir y oblar en la tesorería del Estado las contribuciones que la
Legislatura imponga al distrito para las necesidades generales, sin perjuicio de que el
Poder Ejecutivo nombre funcionarios especiales para este objeto, si lo cree más
conveniente.
8. Constituir consorcios de municipalidades y cooperativas de vecinos a los fines
de la creación de superusinas generadoras de energía eléctrica".
Mientras que el artículo 193 establece las limitaciones de tales atribuciones:
1. Dar publicidad por la prensa a todos sus actos, reseñándolos en una memoria
anual, en la que se hará constar detalladamente la percepción e inversión de sus
rentas.
2. Todo aumento o creación de impuestos o contribución de mejoras, necesita ser
sancionado por mayoría absoluta de votos de una asamblea compuesta por los
miembros del Concejo Deliberante y un número igual de mayores contribuyentes de
impuestos municipales.
3. No podrá autorizarse empréstito alguno sobre el crédito general de la
municipalidad, sino por ordenanza sancionada en la forma que determina el inciso
anterior; pero en ningún caso podrá sancionarse ordenanza de esta clase cuando el
total de los servicios de amortización e intereses, afecte en más del 25 por ciento los
recursos ordinarios de la municipalidad. Cuando se trate de contratar empréstitos en
el extranjero o enajenar o gravar los edificios municipales, se requerirá,
además, autorización legislativa.
4. Siempre que se haga uso del crédito será para obras señaladas de
mejoramiento o para casos eventuales, y se votará una suma anual para el servicio de
la deuda, no pudiendo aplicarse los fondos a otro objeto que el indicado.
5. Las enajenaciones sólo podrán hacerse en remate público.
6. Siempre que hubiere de construirse una obra municipal, de cualquier género que
fuere, en la que hubieren de invertirse fondos del común, la municipalidad nombrará
una comisión de propietarios electores del distrito, para que la fiscalice.
7. Las obras públicas cuyo importe exceda de mil pesos nacionales, deberán
sacarse siempre a licitación".
El innegable adelanto y superación existente en la doctrina y jurisprudencia
nacional, la cual, tal como se ha visto resulta contundente (al menos en lo declarativo)
a favor de la autonomía municipal, no ha tenido ni aún tiene la misma suerte a nivel
provincial, lo cual impacta ineludiblemente sobre la situación de los municipios
bonaerenses.
De todos modos, ante la ausencia de una norma constitucional provincial idéntica a
la nacional, encontramos pronunciamientos auspiciosos en la Suprema Corte de
Justicia de la Provincia de Buenos Aires, aunque acotados a una concepción de
la autonomía limitada.
En este sentido la Corte Provincial ha dicho que: "Los municipios de la Provincia de
Buenos Aires, tienen jerarquía institucional, netamente demarcada por la constitución
local, la cual les ha conferido las facultades necesarias para que puedan atender
eficazmente los intereses y servicios locales y tales atribuciones no
pueden interferirse por actos emanados de un Ministerio del Poder Ejecutivo
Nacional"(17), y que "A diferencia de otros regímenes municipales, el de la Provincia de
Buenos Aires no es una mera dependencia o delegación administrativa del poder
Provincial, pues tiene una jerarquía institucional netamente demarcada por la
Constitución, que le ha conferido las facultades necesarias para que pueda atender
eficazmente los intereses o servicios locales. La ley no puede contrariar el ejercicio de
esas facultades, sino asegurarlo"(18).
Por otra parte, la constitución del plexo normativo municipal bonaerense es pasible
de ser analizada, al menos, conforme dos tesis.
Una, según la cual, las normas que regulan las facultades municipales no poseen
sistematización alguna;
Y la otra, que muchas de las facultades municipales vigentes no han sido
pensadas e instrumentadas a partir de las necesidades de los Estados municipales,
sino de las necesidades del Estado provincial.
A fin de dejar fundadas dichas tesis, en el marco de este trabajo analizaremos
varias de las principales normas que regulan la materia municipal, con excepción de la
ley provincial 11.757 (que establece el régimen de personal de los 135 municipios
bonaerenses) atento tratarse dicho tópico específicamente, en otro trabajo de
nuestra autoría en este mismo libro.
Así las cosas, el Estado provincial ha utilizado dos técnicas para generar el marco
normativo municipal, a saber: una, el Poder Legislativo o el Ejecutivo dictan normas
que regulan expresamente la materia municipal, y la otra, se dictan normas a las que
los Municipios pueden adherir.
También, ambas técnicas, en virtud de su impronta centralista, poseen en su
naturaleza la finalidad de uniformar todas las cuestiones en los ámbitos municipales.
Comenzaremos analizando las normas del primer grupo, es decir, las normas que
en forma directa regulan materia municipal, mediante la técnica de arrogarse el poder
provincial facultades sobre la materia de que trate la norma, materia que desde el
punto de vista teórico y a la luz de la Constitución Nacional y Provincial,
correspondería a los municipios.
Tal como veremos, además de las leyes dictadas por el Poder Legislativo, el Poder
Ejecutivo Provincial también se ha arrogado para sí la facultad de legislar sobre
materia municipal. Ello no sólo implica violentar la división vertical del poder (Nación,
Provincia y Municipio), sino además, la violación de la división horizontal del poder
(Legislativo, Ejecutivo y Judicial). Podríamos, pero no es el objeto de este trabajo,
profundizar más el análisis de las violaciones en las que podría considerarse incurso
al Poder Ejecutivo en estos casos, pero sólo enunciaremos dos, la violación del artícu-
lo 29(19)de la Constitución Nacional y la de Pactos internacionales entre otras.
Cuando decimos Poder Ejecutivo, no solamente nos referimos en forma restringida
al Gobernador, incluimos también a los Ministros, y aún a funcionarios de rango
menor(20), que se han arrogado facultades regulatorias en referencia a competencias
Municipales.
e. Representación
Artículo 13 de la ordenanza general 267:
"La persona que se presente en las actuaciones administrativas, por un derecho
o interés que no sea propio, aunque le competa ejercerlo en virtud de representación
legal, deberá acompañar con el primer escrito los documentos que acrediten la
calidad invocada.
Sin embargo, los padres que comparezcan en representación de sus hijos y quien
lo haga en nombre de su cónyuge, no tendrán obligación de presentar las partidas
correspondientes, salvo que fundadamente les fueran requeridas".
g. Acreditación de la personería
Artículo 14 de la ordenanza general 267:
"Los representantes o apoderados acreditarán su personaría desde la
primera intervención que hagan en nombre de sus mandantes, con el instrumento
público correspondiente, o con carta-poder con firma autenticada por la Justicia de
Paz, o por escribano público.
En caso de encontrarse agregado a otro expediente que tramite la misma
repartición bastará la certificación correspondiente".
h. Acta Poder
Artículo 15 de la ordenanza general 267:
"El mandato también podrá otorgarse por acta ante la autoridad administrativa
municipal, la que contendrá una simple relación de la identidad y domicilio del
compareciente, designación de la persona del mandatario, mención de la facultad de
percibir sumas de dinero, u otro especial que se le confiera.
Cuando se faculte a percibir sumas mayores del monto equivalente a cinco sueldos
mínimos del agente municipal, se requerirá poder otorgado ante escribano público.
Dicho límite podrá ser elevado en forma general, por el Departamento Ejecutivo, al
único efecto de la percepción de haberes correspondientes al personal municipal".
No existiendo poder otorgado ante escribano público, se admite el mandato en acta
levantada en la Mesa de Entradas de la repartición, previa acreditación de la
identidad.
No es muy frecuente, por la reticencia de los empleados y jefes de mesas de
entradas a enfrentar este tipo de labor, y por ello se ha dado en la práctica mayor
admisibilidad a la carta-poder (artículo 14).
i. Admisión de la personería
Artículo 17 de la ordenanza general 267:
"Desde el momento en que el poder se presente a la autoridad administrativa y
ésta admita la personería, el representante asume todas las responsabilidades que
las leyes le imponen y sus actos obligan al mandante como si personalmente los
practicare. Está obligado a continuar la gestión mientras no haya cesado legalmente
en su mandato, y con él se entenderán los emplazamientos, citaciones y
notificaciones, incluso las de las decisiones de carácter definitivo, salvo las
actuaciones que la ley disponga se notifiquen al mismo poderdante o que tengan por
objeto su comparendo personal".
j. Representación de sociedades
Artículo 21 de la ordenanza general 267:
"Cuando se invoque el uso de una firma social deberá acreditarse la existencia de
la sociedad acompañándose el contrato respectivo, o copia certificada por escribano
público o autoridad administrativa. Cuando se tratare de sociedades irregulares o de
hecho, la presentación deberán firmarla todos los socios a
nombre individual, indicando cuál de ellos continuará vinculado a su trámite".
k. Reconocimiento estatal
Artículo 22 de la ordenanza general 267:
"Cuando se actúe en nombre de una persona jurídica, que requiera autorización
del Estado para funcionar, se mencionará la disposición que acordó el
reconocimiento, declarándose bajo juramento la vigencia del mandato de
las autoridades peticionantes. Podrá exigirse la presentación de la documentación
pertinente, cuando la autoridad administrativa lo considere necesario. Las
asociaciones que fueren sujetos de derecho de acuerdo con el art. 46 del Código Civil,
acreditarán su constitución y designación de autoridades con la escritura pública
o instrumento privado autenticado".
2. Impulsar el trámite
Otro de los deberes del funcionario, es el de elevar a la superioridad los recursos
que ante él se interpongan, incluso cuando adolezcan de fallas formales o él
sea incompetente para resolver. Y también, desde luego, está obligado a impulsar de
oficio el procedimiento.
Este deber, deviene del principio de Impulsión de oficio, de instrucción y del debido
procedimiento administrativo.
Artículo 48 de la ordenanza general 267:
"El procedimiento se impulsará de oficio en todos sus trámites, guardándose
riguroso orden en el despacho de los asuntos de igual naturaleza".
Artículo 49 de la ordenanza general 267:
"Se proveerán en un solo acto todos los trámites que, por su naturaleza, admitan
una impulsión simultánea y no estén entre sí, subordinados en su cumplimiento".
Artículo 50 de la ordenanza general 267:
"La autoridad administrativa, que tuviera a su cargo el despacho o sustanciación de
los asuntos, será responsable de su tramitación y adoptará las medidas oportunas
para que no sufran retrasos".
Artículo 54 de la ordenanza general 267:
"La Administración realizará de oficio, o a petición del interesado los actos
de instrucción adecuados para la determinación, conocimiento y comprobación de los
hechos o datos, en virtud de los cuales deba dictarse resolución".
Estos artículos y otros que surgen del sistema vigente confirman el principio que es
universal en todo procedimiento administrativo: que el administrador tiene el deber de
asegurar "más allá de las dificultades de índole formal, una decisión sobre el fondo de
la cuestión objeto del procedimiento", de modo tal que el agente público interviniente
colabore al progreso y conclusión del procedimiento y no a la inversa, pues, como
dice García de Enterría: "El procedimiento administrativo no ha sido ciertamente
concebido por el legislador como una carrera de obstáculos cuya superación sea
requisito necesario para la adopción de la resolución final".
El administrador es así el guardián y responsable del cumplimiento del principio pro
actione, conforme al cual debe asegurarse, por razones de interés público, el ejercicio
del derecho de accionar y recurrir de los individuos.
3. Requerir y brindar directamente informes a otras reparticiones: el deber de
colaboración
Por aplicación del principio de la verdad material, de la impulsión e instrucción de
oficio y de la celeridad de los trámites, se establece en el artículo 53 de la ordenanza
general 267:
"El organismo administrativo que necesitare datos de otros para poder sustanciar
las actuaciones e informes, podrá solicitarlos directamente mediante oficio, del que se
dejará copia en el expediente. A tal efecto las dependencias de la administración
municipal, cualquiera sea su situación jerárquica, quedan obligadas a la colaboración
permanente y recíproca que impone esta norma. El expediente se remitirá cuando
corresponda dictaminar o lo requiera el procedimiento".
4. Producir la prueba
Esta obligación es una consecuencia natural del principio de la impulsión de oficio
e instrucción, y no se desliga la administración de su responsabilidad porque el
particular haya sido renuente en aportar la prueba que hace a su derecho.
Paralelamente, el administrador debe también atender al gobierno de la prueba, y
realizar las medidas probatorias con la pertinente citación previa y control
concomitante del recurrente y demás interesados.
Es decir, el órgano administrativo está específicamente obligado a
desarrollar, incluso de oficio, es decir, sin que medie petición al respecto de
los interesados, todos los actos de instrucción (y por consiguiente, todas las
actividades probatorias) que se consideren adecuados.
En efecto, en modo alguno ha de ser el administrador "un simple espectador" de la
actividad procesal de las partes, como puede serlo el juez, sino que debe ser parte
activa en la dilucidación de la verdad material y su adecuada acreditación en
el expediente. A igual conclusión lleva el principio de instrucción.
N. Residuos patogénicos
La ley 11.347 de Residuos Patogénicos resulta aplicable a los Municipios que
posean entes que los generen; pero en lo que interesa a este trabajo debemos
señalar que el artículo 7 de la norma prevé que el órgano de aplicación se encuentra
facultado para suscribir convenios con los municipios.
El artículo 8 del decreto reglamentario 450/1994 establece que los convenios a que
se refiere el artículo 7 de la ley tendrán por finalidad "...una correcta fiscalización del
sistema de manejo de residuos patogénicos".
P. Radicación industrial
La ley 11.459 (BO: 21/10/1993) de Radicación Industrial atribuye a la Provincia
competencias típicas de los Municipios. Si bien es cierto que por las características de
los procesos industriales actuales, muchos municipios no se encuentran en
condiciones de controlar algunas categorías de industrias, ello no implica privarlos de
sus competencias naturales; más bien debería haberse pensado en cómo colaborar
con ellos o dotarlos de los elementos necesarios.
Como nota de color, que viene a ratificar nuestra idea de interferencia podemos
señalar que la norma mediante el artículo 6º establece el plazo en que los Municipios
deberán remitir las presentaciones a la autoridad de aplicación (organismo Provincial)
y mediante el artículo 8º establece dos plazos más para la aprobación de los
certificados de aptitud ambiental.
Como ocurriera con la ley 8912, la reglamentación de esta ley y sus actos
generales de aplicación también avanzaron sobre facultades típicamente municipales.
La ley 11.459 fue reglamentada mediante el decreto 1741/1996.
Q. Residuos especiales
La ley 11.720 (BO: 13/11/1995) de Residuos Especiales también sigue la tónica de
las normas que hemos venido analizando y transita por tanto por el camino de la
apropiación en lugar de bucear en los de la coordinación y la colaboración.
El artículo 49 de esta ley obliga a los municipios donde se
encuentren instaladas industrias o se realicen actividades que generen este tipo de
residuos a habilitar en un plazo de 180 días de publicada la ley, plantas de
almacenamiento transitorio, pudiendo las mismas ser operadas por el municipio o por
terceros; no cabe duda que aquí se invadió competencias propias del municipio,
llegando en definitiva a decidir sobre cómo aplicar los fondos presupuestarios.
Avanzando más sobre éstos en el tercer párrafo cuando dispone que los municipios
podrán disponer la existencia de plantas de almacenamiento comunes, con una
compensación económica para aquel donde se encuentre radicada la misma.
S. Contrataciones municipales
En materia de contrataciones, además de las limitaciones que la propia Ley
Orgánica establece, surgirán más del Reglamento de Contabilidad y normativa
complementaria. Aunque también se han dictado otras normas que intervienen en
esta materia como son las leyes 12.881 por la que se autoriza a las Municipalidades
de la Provincia a efectuar contrataciones directas en el artículos 151 de la Ley
Orgánica de las Municipalidades, hasta un monto de $ 100.000, por cada compra de
medicamentos y alimentos destinados a programas sociales, educación y salud.
Asimismo la ley 13.033, que prorroga por el término de ciento ochenta (180) días
la ley 12.881, a partir del vencimiento establecido en el art. 3º de la citada norma.
T. Grandes superficies comerciales
Ya citamos en otro punto a la ley 12.573(96)de Grandes Superficies Comerciales y
Cadenas de Distribución, pero volvemos a mencionarla aquí, porque la
misma interviene en una materia típica de los municipios (la habilitación de
comercios), tomando para sí la Provincia esa competencia y disminuyendo aún más
las municipales.
En este caso la Provincia llega regular no sólo la materia sino los
procedimientos internos del Municipio, imponiéndole plazos y determinando
caducidades de las habilitaciones que este otorgue.
El título pertinente de la ley 12.573 reza: "De la habilitación municipal.
Art. 13 - La habilitación municipal procederá cuando el peticionante, reúna la
factibilidad Provincial, y todos los requisitos que a ese efecto establezca cada
Honorable Concejo Deliberante del municipio que corresponda.
Art. 14 - El municipio deberá expedirse en un plazo máximo de noventa (90) días a
partir de la fecha que se hubieran reunido los requisitos a que se refiere el artículo
precedente.
Art. 15 - El inicio de las tramitaciones para la factibilidad Provincial y la habilitación
municipal no constituye derecho adquirido, por lo que los establecimientos
comprendidos en la presente ley podrán iniciar sus actividades una vez obtenidas las
mismas con carácter definitivo, quedando prohibido el otorgamiento de permisos y/o
habilitaciones provisorias.
Art. 16 - La vigencia de las factibilidades Provinciales y habilitaciones municipales
caducará en el plazo de un (1) año a contar desde la notificación del otorgamiento de
esta última cuando no hubiesen iniciados las obras.
Sin perjuicio de ello, el interesado podrá solicitar, mediante escrito fundado y con
antelación mínima de un (1) mes al vencimiento del plazo, la concesión por una sola
vez, de una prórroga de su vigencia por el período de un (1) año.
Para el caso de las solicitudes rechazadas, el peticionante podrá subsanar las
observaciones en las que se fundara el rechazo, en un plazo máximo de sesenta
(60) días, contado a partir de la notificación de aquél. De producirse un nuevo rechazo
se perderá automáticamente el derecho de plantear una nueva solicitud de iguales
características".
El decreto 2372/2001 que reglamenta la ley 12.573 no ha reglamentado los artícu-
los referidos a la habilitación Municipal, pero tampoco ha establecido por vía
reglamentaria la devolución de las competencias tomadas a su cargo por la Provincia.
SUMARIO: I. Municipios: Antecedentes en la Argentina. II. Autonomía municipal. Algunas precisiones. III. De
la inconstitucionalidad de la reforma constitucional provincial de 1994 y de la propia Constitución tal como quedó vigente
(en la Sección Séptima). IV. De la necesidad de una convocatoria a una Convención Constituyente que consagre los
postulados de la autonomía municipal integralmente concebida. V. Otras variantes para instaurar la autonomía municipal
en la Provincia de Buenos Aires. VI. Acción judicial de inconstitucionalidad. ¿Se puede ordenar por vía judicial que se
reforme una constitución? VII. A modo de conclusiones.
2. Factibilidades
I. LOS MOTIVOS
La Argentina tiene veintitrés provincias y cada una de ellas, según los preceptos de
la Constitución Nacional en su parte pertinente del artículo 5 "...dictará para sí una
Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios,
declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su
administración de justicia, su régimen municipal, y la educación primaria...".
Y, en el artículo 123, incorporado por la reforma de 1994, abunda al establecer:
"Cada provincia dicta su propia constitución, conforme a lo dispuesto por el art. 5º
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el
orden institucional, político, administrativo, económico y financiero".
Con tales mandas constitucionales, se infiere que cada una de las provincias
define "ése" régimen municipal, debiéndolo garantizar en lo taxativamente estipulado
en el artículo 123.
Las constituciones provinciales definen a sus municipios utilizando distintos
criterios con relación a la población, su gobierno y el territorio que los contiene.
Este trabajo repasará los textos constitucionales provinciales y las diferentes
formas en que es definido el Municipio respecto a su base territorial.
Los sistemas que vinculan al Municipio con el territorio han generado una
diversidad de formas con base sociológica. Muchas veces esa amalgama no ha sido
lo suficientemente perfecta y, así, se observan falencias que abarcan desde Municipio
cuyas poblaciones ocupan sólo una porción del territorio, hasta otros en donde las
poblaciones exceden los límites territoriales.
Aspiro a que del análisis comparativo de la legislación y la realidad, surja una
crítica que conlleve un esbozo de propuesta superadora, a la que estamos
obligados —y así lo siento— quienes hemos abrazado la teoría del Municipio como la
célula de la democracia en la que podemos desarrollarnos plenamente como
ciudadanos, teniendo, así, la tranquilidad de haber realizado un aporte.
Este breve trabajo se nutre de legislación y doctrina, y de fuerte contenido fáctico,
que es la savia de cualquier crítica u opinión para el cambio.
Mi contribución, me enorgullece decirlo, se basa en la experiencia frente las
responsabilidades públicas que me han tocado desempeñar y que aún desempeño en
el ámbito municipal.
"Art. 190
2. Provincia de Catamarca(2)
"Art. 212
En cada centro urbano, cuya población exceda de tres mil habitantes, habrá una
Municipalidad para su administración local, cuyas atribuciones y deberes serán
determinados por la ley".
3. Provincia de Córdoba(3)
"Art. 181
Art. 156
5. Provincia de Chaco(5)
Art. 182
6. Provincia de Chubut(6)
Art. 224
Art. 229
8. Provincia de Formosa(8)
Art. 174
9. Provincia de Jujuy(9)
Art. 178
Autonomía Municipal y garantías. Todos los municipios tienen asegurada por esta
Constitución y las leyes que en su consecuencia se dicten, la autonomía necesaria
para resolver los asuntos de interés local a los fines del libre y mejor desarrollo de la
comunidad. A esos efectos se les garantiza la organización del propio gobierno, la
elección directa de sus autoridades y los medios suficientes para el cumplimiento
eficaz de sus funciones.
Art. 179
Principios y disposiciones generales.
1.- La ley fijará los límites territoriales de cada municipio teniendo en cuenta las
condiciones que le permitan desarrollar vida propia, y resolverá los casos de división o
fusión que se plantearon.
2.- Ninguna población quedará excluida de los beneficios del régimen municipal. La
ley contemplará la situación de las poblaciones pequeñas o rurales vinculadas con la
ciudad o localidad más próxima, debiendo prever la formación de entidades
comunitarias para sus relaciones con la autoridad municipal...".
Art. 115
Art. 170
Ejido municipal. El ejido municipal coincidirá con los límites del Departamento de
conformidad a lo previsto en el artículo 168.
Art. 197
Art. 161
Art. 270
Art. 226
Toda población con asentamiento estable de más de dos mil habitantes constituye
un Municipio.
Art. 227 La Legislatura determina los límites territoriales de cada Municipio,
tendiendo a establecer el sistema de ejidos colindantes sobre la base de la proximidad
geográfica y posibilidad efectiva de brindar servicios municipales.
Toda modificación ulterior de los límites se hace por ley con la conformidad
otorgada por referéndum popular: En caso de anexiones, por los electores de los
municipios interesados y en caso de segregaciones, por los electores de la zona que
se segregase.
Art. 241
Toda población con asentamiento estable de menos de dos mil habitantes
constituye una Comuna. La ley determina su organización, su competencia material y
territorial, asignación de recursos, régimen electoral y forma representativa de
gobierno con elección directa de sus autoridades.
Art. 170
Esta Constitución reconoce al Municipio como una comunidad natural que,
asentada sobre un territorio y unida por relaciones de vecindad y arraigo, tiende a la
búsqueda del bien común local. Los Municipios gozan de autonomía política,
económica, financiera y administrativa.
Para constituir un nuevo Municipio se requiere una población permanente de mil
quinientos habitantes y una ley a tal efecto. Los Municipios existentes a la fecha de
sanción de esta Constitución continúan revistiendo el carácter de tales.
Las delimitaciones de la jurisdicción territorial de los municipios es facultad de la
Legislatura, la que debe contemplar, además del ejido urbano, la extensión rural de
cada Municipio. Previo a la delimitación, la Legislatura convoca a consulta popular en
el Municipio, en la forma que reglamente la ley. Toda modificación ulterior de estos
límites se realiza por el mismo procedimiento.
Los Municipios pueden establecer Delegaciones Municipales.
Art. 140
Art. 106
Todo núcleo de población que constituya una comunidad con vida propia gobierna
por sí mismo sus intereses locales con arreglo a las disposiciones de esta
Constitución y de las leyes que se sancionen.
Las poblaciones que tengan más de diez mil habitantes se organizan como
municipios por ley que la Legislatura dicte en cada caso, y las que no reúnan tal
condición como comunas. La ley fija la jurisdicción territorial de municipios y comunas
y resuelve los casos de fusión o segregación que se susciten.
Art. 239
Todo centro poblacional de más de dos mil habitantes dentro del ejido, puede
constituir municipio, que será gobernado con arreglo a las prescripciones de esta
Constitución, de las cartas municipales y de la Ley Orgánica que en su consecuencia
dicte el Poder Legislativo.
Art. 240
Los Municipios serán de tres categorías, a saber:
1) Los Municipios de "primera categoría": Las ciudades de más de treinta mil
(30.000) habitantes.
2) Los Municipios de "segunda categoría": Las ciudades de más de diez mil
(10.000) habitantes.
3) Los Municipios de "tercera categoría": Las ciudades, villas o pueblos de más de
dos mil (2.000) habitantes. Los censos oficiales nacionales o provinciales legalmente
practicados, determinarán la categoría de cada Municipio.
Art. 249. El régimen municipal se organiza teniendo en cuenta el número de habitantes dentro del ejido de cada población
permanente, determinado por ley en base a los censos nacionales, provinciales o municipales.
Art. 250
El gobierno municipal en las poblaciones permanentes que cuentan entre 801
y 1500 habitantes es ejercido por una Comisión Municipal integrada por un presidente
y un consejo de vecinos compuesto por tres (3) miembros, elegidos por el pueblo en
sufragio universal, asegurándose en este último la representación de las minorías.
Art. 251
En los centros urbanos de hasta 800 habitantes el gobierno municipal es ejercido
por un intendente comisionado elegido por el pueblo a simple pluralidad de sufragios.
En forma conjunta se elige un intendente comisionado suplente, quien lo reemplaza
en caso de vacancia definitiva del mismo.
Art. 252
En los centros rurales que cuenten con más de 80 electores puede crearse por ley
una delegación municipal que depende del municipio más cercano y está a cargo de
un delegado, elegido por los mismos en sufragio universal, a simple pluralidad,
simultáneamente con un delegado suplente que lo reemplaza en caso de vacancia. La
ley determina los requisitos para ser delegado y sus funciones, de acuerdo a las
siguientes bases:
1) Juntamente con el intendente municipal o presidente de comisión o intendente
comisionado según corresponda, elabora y eleva un proyecto de presupuesto del
centro rural; la memoria y balance del ejercicio y el proyecto de régimen tributario al
Poder Ejecutivo, el cual aprueba o desaprueba los mismos y en su caso provee los
recursos que atiendan las necesidades de financiamiento.
2) Percibe las tasas, patentes y contribuciones que correspondan a su delegación.
3) Está a su cargo la ejecución de las obras públicas, contralor de las privadas,
cumplir y hacer cumplir las resoluciones y ordenanzas de la municipalidad, intendente
comisionado o presidente de comisión según corresponda.
Art. 271
La jurisdicción de las comisiones y de los intendentes comisionados es fijada por la
ley respectiva procurando se corresponda con el partido.
21. Provincia de Santiago del Estero(21)
Art. 205
22. Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur(22)
Art. 170
V. CONCLUSIÓN
Con la referencia de los textos constitucionales y la particularidad de la Provincia
de Buenos Aires, que me concita atención por ser bonaerense, queda claro que
no existe el municipio ideal o perfecto; ese que ensambla todos sus elementos sin que
se desborde alguno de ellos, de lo fáctico a lo conceptual.
Sin dudas, la mayoría de los territorios buscan contener y retener población, pero
hay otros que las expulsan, por traspasar aquella sus límites, más allá que los
habitantes quieran vivir y habitar en ese municipio.
Este último caso pasa en los municipios superpoblados donde sus habitantes
terminan en otras jurisdicciones municipales vecinas, generándose los denominados
suburbios o conurbanos.
Esos habitantes expulsados, son víctimas de los inconvenientes administrativos y
de gestión que genera vivir en un territorio diferente al que nos sentimos parte. Allí,
comienzan los desafíos de los gobiernos para asegurar servicios públicos, seguridad,
planeamiento urbano, poder de policía, por citar algunas políticas para ejemplificar.
Para estos casos se deben buscar soluciones, que generen mejores condiciones a
sus habitantes, con posibilidades de segregación de municipios, asociación de
municipios para gestionar en cuestiones comunes —tránsito, salud, medio ambiente—
, centros administrativos de gestión que desconcentren funciones y acerquen políticas
públicas a sus habitantes, entre otras.
Coincido con Horacio D. Rosatti cuando afirma que la tendencia constituyente y
legislativa en materia municipal debería encaminarse hacia sistemas
territoriales intermedios(27).
Allí debe orientarse la tarea de los representantes de los pueblos.
Soy defensora de la participación genuina dentro de las estructuras fácticas o
jurídicas que existen con los formatos tradicionales y culturales que existen porque,
las instituciones deben ser apropiadas por sus habitantes para que se empoderen y
las defiendan.
Si de un poco más de dos mil gobiernos locales, el 80% poseen menos de 10.000
habitantes, evidentemente el desafío es seguir poblando el territorio(28).
Si en sólo 57 Municipios e registra una población por encima de los 100.000,
alcanzando la concentración del 60.6% de la población del país(29), también resulta un
desafío que las gentes vivan de la mejor manera en este puñado de municipios.
Los cambios o modificaciones deben ir paulatinamente, pero ha de haber una
nueva decisión política que dote a los Municipios de verdadera autónoma con plenitud
en su ejercicio.
Si del gasto público los Municipios participan en apenas un 10%, y son el
estamento del estado que cada vez concita mayores responsabilidades y eficacia y
eficiencia en las prestaciones, por la cercanía entre gobernante y gobernado, no se
verá el cambio necesario.
Desprenderse de poder no es debilitarse, sí en cambio es fortalecerse.
Esa mutación de los paradigmas imperantes debe comenzar más temprano que
tarde, si no las leyes poco bienestar devolverán a los habitantes de los territorios
municipales.
SUMARIO: I. El trabajo humano. II. El marco político del empleo público. III.
El marco gerencial del empleo público. IV. Marco normativo referencial del
empleo público; V. Comentarios sobre la nueva ley de empleo público municipal
bonaerense
I. EL TRABAJO HUMANO
"El trabajo consiste en todos aquellos actos ejecutados por el hombre con el
propósito de obtener los recursos o los medios que le permitan satisfacer sus
necesidades. Se trata de una definición genérica que abarca todo acto humano o
conjuntos de actos, ya sean de carácter intelectual, físico o mixto, cuyo objeto, directo
o indirecto, reside en la obtención de un provecho, material o espiritual, idóneo para
satisfacer las necesidades del individuo, aunque no queden plenamente colmadas, ya
sea en forma total o parcial. La amplitud de esta definición permite calificar como
actividad laboral tanto a la desplegada por un operario como por un patrono, un
profesional liberal o un trabajador independiente. Hasta podría afirmarse que la
libertad de trabajo es una especie de la libertad económica, limitada al
desenvolvimiento de solamente uno de los factores de la producción"(1).
A lo que Gelli agrega: "El art. 14 bis contiene tres tipos de derechos. En el primer
parágrafo, enuncia los derechos personales del trabajador en relación de
dependencia; en el segundo, reconoce los derechos colectivos del trabajo, propios de
las asociaciones gremiales y, finalmente, otorga los derechos de la seguridad social
atribuidos a la persona humana, sean trabajadores en relación de dependencia o no, y
a la familia, señalada como entidad social a proteger"(2).
Ergo, va de suyo que la letra y espíritu de los arts. 14 y 16 se inscriben en la línea
del constitucionalismo clásico de matriz liberal, mientras que el art. 14 bis hace lo
propio en el constitucionalismo social, por lo que no han sido menores los debates en
torno a la preeminencia de uno u otro a la hora de determinar el sentido y alcance de
los diversos intereses en juego en torno a la temática. Debate que entendemos
debería verse definitivamente superado por la armonización de los mismos bajo la
égida del imperio de los tratados de DD.HH. incorporados a nuestra Ley Fundamental.
Por su parte, Bidart Campos sostiene que el art. 14 bis de la Carta Magna
argentina es una mínima manifestación del constitucionalismo social, entendiendo que
dicho constitucionalismo es la culminación del constitucionalismo clásico, al que no lo
perturba, destruye, sustituye u opaca, puesto que viene tanto a complementarlo como
a darle una nueva tónica(3).
Asimismo, resulta útil destacar que nuestra Corte Suprema in re "Aranda" ha
sostenido que en el ordenamiento jurídico argentino no existe un derecho
subjetivo individual a que el Estado provea de empleo a quienes así lo requieran(4).
Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (aprobado por ley 23.313) establece en su art. 6: "1. Los Estados Partes en
el presente Pacto reconocen el derecho a trabajar que comprende el derecho de toda
persona de tener la oportunidad de ganarse la vida mediante el trabajo libremente
escogido o aceptado, y tomarán medidas adecuadas para garantizar este derecho. 2.
Entre las medidas que habrá de adoptar cada uno de los Estados Partes en el
presente Pacto para lograr la plena efectividad de este derecho, deberá figurar su
orientación y formación técnico profesional, la preparación de programas, normas y
técnicas encaminadas a conseguir un desarrollo económico social y cultural constante
y la ocupación plena y productiva, en condiciones que garanticen las libertades
políticas y económicas fundamentales de la persona humana".
Asimismo, corresponde tener presente que mientras el art. 14 de nuestra Carta
Magna se ocupa del derecho a trabajar en general, su artículo siguiente hace hincapié
en el trabajo bajo relación de dependencia, lo cual presupone que exista en la misma
una subordinación técnica, jurídica y económica del trabajador. La cual se traduce
respectivamente: a) en su acatamiento de las órdenes del empleador referidas a los
modos o formas de llevar adelante las tareas; b) el reconocimiento del derecho del
empleador a dirigir el trabajo de sus dependientes; y c) por la remuneración que le es
dada al trabajador como contraprestación debida en razón de poner su fuerza laboral
bajo la dirección de su empleador. La inexistencia de alguno de estos tres requisitos
determina la inexistencia de una relación laboral propiamente dicha, conforme los
términos del art. 14 bis de la Constitución Argentina(5).
Ya puestos a ir particularizando la problemática del empleo público en nuestro
suelo, hay que destacar que el mismo ha sufrido un vacío y una orfandad analítica
harto destacable, ya que si bien no puede negarse la existencia de ciertos estudios de
valía sobre el particular, tampoco podrá desconocerse que dicha temática ha pasado
prácticamente desapercibida desde hace más de cincuenta años, lo cual nos permite
reconocerla como la pobre cenicienta del Derecho Administrativo y el Laboral(6).
En efecto, tanto desde el Derecho Administrativo como desde el Derecho del
Trabajo y la Seguridad Social, se la ha ninguneado inmerecidamente por entenderla
demasiado laboralista, los primeros, y demasiado administrativista, los segundos, lo
cual la apartó en ambos ámbitos de los estudios y progresos que su trascendental
importancia siempre requirió. Error conceptual que amerita ser prontamente reparado,
ya que no podrá haber un Poder Administrador virtuoso si su función pública no lo es,
y eso se logra fomentando, entre otras cuestiones(7), su estudio y comprensión
(presupuesto racional básico de todo cambio en la gestión de los asuntos públicos).
contingente.
Mediante el art. 33(98)se establece una medida preventiva originada en
la instrucción de un sumario. Obviamente, ella queda condicionada a lo que en
definitiva se resuelva en el mismo, es decir, a que se aplique algún tipo de sanción o
no.
Se autoriza a la autoridad de aplicación a "suspender preventivamente" al agente.
El fundamento de la suspensión preventiva del agente, tal cual la misma norma
lo expresa, se encuentra en la necesidad de evitar posibles interferencias en el trámite
del sumario, pero fundamentalmente en evitar que se pueda continuar dañando o
perjudicando a la administración municipal y por tanto, en última instancia, a la propia
comunidad que con sus impuestos la solventa.
Mediante el art. 34(99)se regla lo que hace a la percepción o no de los haberes de
los agentes que hubieran sido suspendidos preventivamente.
La norma fija que los días de suspensión preventiva se computarán a los fines del
cumplimiento de las sanciones correctivas y que si la sanción fuera menor a la
cantidad de días que el agente estuvo suspendido, los días que excedan serán
abonados al agente como si hubieran sido trabajados.
Más adelante aclara que si el agente fuera sancionado con una medida expulsiva
no percibirá los haberes por el término que duró la suspensión, lo que resulta de toda
lógica.
Finalmente, cabe señalar que en esencia el contenido de este artículo se ve
reiterado en el art. 38(100), en particular cuando establece que deberá abonarse la
totalidad de los haberes no percibidos durante la suspensión a quien resultara
absuelto o sobreseído definitivamente en un sumario.
Téngase presente que en el caso del art. 38 no dice que los salarios se abonaran
como si hubieren sido laborados, circunstancia que, depende de la interpretación que
se siga, podría poner a estos agentes en desventaja respecto de los que sí recibieron
una sanción, pero menor al tiempo de suspensión. Creemos que a los fines de la
liquidación en ambos casos deberá efectuarse como si el agente hubiera prestado
servicios regularmente.
Para concluir entendemos criticable la norma al determinar que el acto que
absuelva o sobresea ordene el pago y que este deba efectuarse dentro de las
cuarenta y ocho horas (48) de ser emitido, dado que es imposible materialmente que
desde la emisión del acto se lleven adelante todos los procedimientos
administrativos(101)que de él se desprenden y los necesarios para abonar la suma que
corresponda(102); ciertamente el legislador demuestra que desconoce de manera
absoluta el "derecho administrativo" y lo que es peor el "funcionamiento del aparato
estatal". En conclusión la norma es imposible cumplimiento.
La facultad de aplicar las sanciones que prevé este estatuto le son otorgadas a
la autoridad de aplicación, vale decir, a los titulares de los Departamentos
Deliberativo, Ejecutivo o el órgano que se designe, según el agente revista en uno u
otro departamento.
Ahora bien, con buen criterio el artículo prevé la posibilidad de que
dichas autoridades deleguen la aplicación de sanciones en funcionarios de distintos
rangos, limitando el máximo que en cada caso podrán aplicar de manera decreciente
en la medida en que se va descendiendo en escala jerárquica del funcionario en que
se delega la competencia (salvo en el caso de los secretarios y directores, que
tendrán las mismas facultades).
Entonces, los secretarios y directores podrán aplicar llamados de atención,
apercibimientos y suspensiones de hasta diez días; los jefes de departamento, de
hasta cinco días, y los jefes de división, de hasta un día.
Prevé también la norma que en caso de que la autoridad de aplicación delegue las
facultades, mantendrá la atribución de aplicar las sanciones que considere
necesarias. Si bien en principio la autoridad que delega posee la facultad de avocarse
al conocimiento de la competencia delegada, no está de más la aclaración, por lo que
la previsión inserta en el primer párrafo nos recuerda tal potestad, a la par que nos
esclarece que la mentada delegación opera en función de atender aquellas cuestiones
con mayor celeridad e inmediatez y no en razón de aptitudes técnicas especiales de
los inferiores jerárquicos (lo cual tornaría harto discutible la posibilidad de la avocación
por el superior).
Asimismo, bien podría decirse que dicha previsión legal, más que una habilitación
legal para delegar, consiste en una prohibición de delegar más allá de los límites
establecidos, lo que implica en definitiva una garantía para el agente, en el sentido de
que a mayor gravedad de la sanción, mayor será la jerarquía del
funcionario interviniente. Aunque a decir verdad en general no se observa una mayor
afición de las autoridades de aplicación municipales a delegar tales facultades.
La reincidencia, instituto trascendente en cualquier sistema sancionatorio, se regla
en el art. 37, estableciendo que deberán tenerse en cuenta las sanciones aplicadas en
el plazo de dos años anteriores a la comisión de la nueva falta(103).
La vinculación o relaciones del "sumario" con el derecho penal se prevé en el
régimen del personal de los municipios de la provincia de Buenos Aires en dos
normas; en primer lugar, se establece la obligación de efectuar la pertinente denuncia
penal ante la existencia de indicios fehacientes de haberse cometido un delito(104).
En segundo lugar, el art. 40(105)aborda materias más discutidas cuando establece
que "La sustanciación de sumario administrativo por hechos que puedan constituir
delitos y la aplicación de sanciones administrativas correspondientes,
serán independientes de la causa criminal que pudiere sustanciarse paralelamente. La
resolución que se dicte en esta última, no influirá en las decisiones que adopte o haya
adoptado la Administración Municipal. Sin embargo, pendiente la causa criminal no
podrá dictarse resolución absolutoria en sede administrativa".
La norma encuentra su fundamento en la obvia necesidad de evitar soluciones
notoriamente divergentes. Más allá de la clara independencia de los regímenes
jurídicos en juego (el penal y el administrativo), va de suyo que el dictado de una
resolución absolutoria en sede administrativa y una condenatoria en sede penal
constituiría un escándalo jurídico. En el caso contrario al que la norma plantea, el
escándalo no existiría dado que la forma de arribar a una convicción es mucho más
laxa en el ámbito administrativo, por lo que aquellos elementos que no resultan
suficientes a los fines de una sanción penal, bien podrían serlo a los fines de una
sanción administrativa.
Es necesario reafirmar que, si bien no existe una relación directa entre el
procedimiento administrativo y el proceso penal, sería un absurdo que frente a una
condena en sede penal exista una absolución en sede administrativa. En efecto, si la
justicia penal tuvo por probada la responsabilidad en el hecho, con la rigurosidad
que exige a tal efecto el derecho penal, carecería de toda lógica que se dictara una
resolución absolutoria en el marco de un procedimiento administrativo sancionador.
Otro tema trascendente que surge del artículo se refiere al principio non bis in
idem, el cual consiste en la prohibición de enjuiciar dos veces a una persona por un
mismo hecho. Quienes nos dedicamos a la profesión de abogar por otros, no
ignoramos su importancia, dada su trascendencia en el terreno de la libertad y la
justicia, por lo que la norma establece que la doble persecución (administrativa y
penal) no constituyen una violación a dicho principio, ya que ambos procedimientos
buscan determinar la responsabilidad del agente en campos tan distintos del derecho,
como el administrativo y el penal. Aprovechamos este punto para reafirmar la
distinción entre el derecho disciplinario y el penal, al respecto Osvaldo M. Bezzi
sostenía que "...el remate que desliga esa identidad lo dio un análisis que había sido
descuidado: la infracción disciplinaria, a diferencia del delito, no atenta contra bienes
jurídicos sino contra los deberes del servicio funcionarial"(106).
Continuando con el análisis, en el mismo capítulo, pero bajo títulos que los separa
del régimen disciplinario, la ley regla los recursos(107)que podrán interponerse contra
los actos administrativos que impongan sanciones. Disponiendo que procederán
contra ellas los recursos de "revocatoria" y "jerárquico", para el caso de haber sido
dictado el acto que se ataca por un órgano que con su pronunciamiento no agote la
vía.
La técnica resulta cuestionable, dado que para las sanciones aplicadas por
funcionarios cuyo pronunciamiento no agota la vía, requiere que se recurra ante el
superior, es decir no opera automáticamente y además, al indicar "...hasta agotar
la instancia administrativa..." parece sugerir que deberá interponerse un recurso
jerárquico ante cada superior jerárquico (de director a director general, y de este a
subsecretario, y de esto otra ante el secretario y por último ante el intendente), ello
contradice el criterio que la jurisprudencia a establecido en el sentido que el recurso
jerárquico procede de manera directa ente el funcionario cúspide del órgano.
Asimismo, resulta cuestionable que el artículo aluda a la norma procedimental de la
provincia, en lugar de remitir a la ordenanza general 267/80 o la que los municipios
hubieran establecido.
También, como en otros campos del derecho administrativo, la "revisión"(108)se
encuentra prevista en el marco de este régimen disciplinario, ello corresponde, dado
que el procedimiento administrativo busca de manera decidida la verdal material, más
allá de la verdad formal. Ello no implica la inexistencia de formas, las que, sabemos,
constituyen garantías dentro de los procesos legales.
Ahora bien, dentro de la limitación que la estabilidad de las manifestaciones de la
voluntad estatal implica a ese principio de búsqueda de la verdad material, la revisión
en materia administrativa constituye una garantía en sí misma y una declaración de
esa búsqueda permanente de la verdad.
Es por ello, que en materia de sumarios se ha previsto de manera específica, y con
muy buen tino, que la revisión de un sumario en el que se arribe a una sanción podrá
ser llevada adelante en cualquier momento, sea por impulso del sumariado, como por
determinados familiares y aun hasta de oficio. En cuanto a quiénes pueden solicitar la
revisión, debe considerarse incluido el conviviente con derecho a pensión, que no
accede a la misma por la existencia de una sanción expulsiva.
Mediante el art. 43(109)la ley establece que los términos establecidos en el presente
capítulo son perentorios y se computarán por días hábiles laborables con carácter
general para la administración municipal, salvo cuando se hubiere establecido un
tratamiento distinto.
Así concluimos con el análisis de la estructuración del sumario disciplinario en
la ley 14.656, el que como ya señalamos posee una gran cantidad de cuestiones
observables; algunas de las cuales podrían ser resueltas mediante vía
reglamentaria(110).
VI.2. Imputación
Ordenado el sumario y designado el instructor, el art. 30(120)regla en su primer
párrafo(121)el grueso del trámite del sumario, dado que regula las etapas de prueba de
cargo, en la que regirá el secreto sumarial; el traslado para la formulación del
descargo y ofrecimiento de su prueba; la producción de esta; el traslado sobre ellas,
para que el agente formule el comúnmente denominado alegato; y la elevación con
su informe final.
Las etapas y los institutos del procedimiento sumarial reglados por el artículo citado
merecían, a nuestro modesto entender, un desarrollo más acabado. Hubiera sido
recomendable la regulación de algunos aspectos mínimos de las pruebas de cargo y
de descargo (tipos y medios de prueba, admisibilidad e inadmisibilidad, producción,
etc.); mucho más respecto de la "imputación" y el "informe final", las que constituyen
piezas fundamentales del sumario (respecto de la última nos reservamos para el
punto siguiente su análisis).
Producida la prueba de cargo, etapa en la que conforme el art. 30 de la ley
11.656 rige el secreto de sumario, la instrucción mediante resolución dará por termina
la misma y levantará dicho secreto; produciendo en dicho acto o en forma separada,
si correspondiere, la imputación.
Vale decir entonces que, la imputación es el acto administrativo emitido por el
Instructor en el que achaca a un agente la comisión de una infracción o falta al
régimen legal vigente; es decir un incumpliendo de las obligaciones o la violación de
una prohibición.
Obviamente se trata de un acto que debe encontrar su origen en la acabada
constatación, a criterio del Instructor, de responsabilidad en el agente que se imputa y
que posee gravedad institucional, motivo por el cual no puede ser movido o motivado
por otros fines que no sean los que corresponden al buen cumplimiento del orden
jurídico. En ese orden de ideas son la desviación de poder o la falta de adecuada y
suficiente motivación las causas que impiden el correcto desenlace del trámite
sumarial.
La técnica del acto de imputación, entonces, se torna esencial y trascendente,
debiendo contener en sus considerando la exposición metódica de los hechos,
relacionándolos, con las pruebas agregadas al expediente y la participación que en
ellos tuvieren cada uno de los imputados. Es aquí donde la razonabilidad o
su ausencia se vuelve esencial y donde la desviación de poder suele aparecer; es por
ello que reglar estos aspectos es sumamente importante, dado que así se restringe el
margen de mala praxis jurídica.
Es importante recordar, que en caso que el Instructor no encuentre elementos
suficientes para imputar a un agente, o que tenga por acreditado que no ha existido
violación alguna de las obligaciones o prohibiciones, deberá postular el cierre del
sumario.
Ahora bien, es fundamental en la imputación la adecuada y justa merituación de la
prueba, vinculando con claridad el o los hechos irregulares con la responsabilidad que
le cabía al o los agentes en los mismos. Para lograr este objetivo es recomendable el
tratamiento independiente de cada reproche indicando en cada caso las pruebas
que indican la responsabilidad del agente; remitiendo con claridad a las mismas y
reproduciendo aquello que es esencial o fundamental para el convencimiento arribado
por el Instructor.
Una técnica deficiente, puede acarrear vicios al sumario y condicionar su resultado;
si el acto de imputación es oscuro, impide el ejercicio del derecho de defensa y se
corre el riesgo que al concluir el procedimiento, la convicción a la que arribo el
Instructor no se encuentra plasmada en las actuaciones y por tanto no se pueda
sancionar al agente o si se lo sanciona, la misma sea revocada judicialmente.
Así como la orden de sumario condiciona desde el inicio el desarrollo del
trámite, aunque en muchos aspectos esa limitación es subsanable mediante la
ampliación de la misma o por la actividad que deberá desarrollar el Instructor; la
imputación condiciona el desarrollo del resto del trámite sumarial y en este caso sin
que exista una oportunidad para la subsanación, con la sola excepción de las medidas
ampliatorias que puede requerir el área legal conforme la previsión del art. 31 de la ley
14.656(122).
Finalmente cabe señalar, que también respecto de la imputación ha sido la
reglamentación de la ley 10.430 el que regla de forma más detallada la cuestión,
previendo aspectos como los que venimos señalando(123). Por su parte observamos
un avance en la ley 13.201 de las Policías de la Provincia de Buenos Aires,
donde existe mayor determinación y precisión en esta materia.
VI.4. Resolución
Confeccionado el informe final corresponde elevar las actuaciones a fin del dictado
del pertinente acto administrativo resolutorio; para ello y conforme lo ya expuesto en el
punto V de este trabajo, se seguirán los siguientes pasos; se lo remitirá a la Oficina de
Personal, la que agregará copia íntegra del legajo del sumariado y elevará las
actuaciones en el plazo de dos días a la Junta de Disciplina, esta se expedirá dentro
de los diez días. Luego, se hubiera o no expedido la Junta(131), se girarán a
la autoridad que corresponda para su resolución definitiva(132).
El procedimiento anterior variará en caso que la falta imputada pueda dar lugar a la
aplicación de sanción expulsiva, posibilidad que hará obligatorio el previo dictamen del
órgano de asesoramiento jurídico que corresponda según se trate del Departamento
Ejecutivo o del Concejo Deliberante(133). Cabe recordar en este punto que el área legal
podrá requerir la realización de nuevas medidas, lo que a nuestro criterio obligaría a
un nuevo alegato, informe final e intervención de la junta de disciplina.
Satisfechas las intervenciones referidas anteriormente y remitidas las actuaciones
a la autoridad competente, conforme las previsiones del art. 32(134)de la ley
14.656, esta deberá emitir o dictar la resolución definitiva. Acto que corresponde
efectuar con ajuste a lo dispuesto en la última parte del art. 24, en el plazo previsto en
el art. 32(135).
Esta es, como no podía ser de otra manera, una pieza esencial del sumario, toda
vez que con ella se concluye el mismo. De ella, en cuanto se ajuste a derecho,
dependerá que podamos considerar exitoso al trámite sumarial (con independencia de
que se apliquen sanciones o no).
Podemos decir que el art. 32 reitera las exigencias que deberá cumplir el acto
resolutorio, vale decir que deberá ser fundado, contener una clara exposición de los
hechos y la indicación de las causas determinantes de la medida adoptada, requisitos
que surgen del citado art. 24.
Dichos requisitos, no son ni más ni menos que los antecedentes de hechos y
derechos exigidos para considerar fundado un acto administrativo; es decir, la
motivación, y; a nuestro modesto entender, es claro que esta norma persigue el fiel
cumplimiento del debido proceso que constituye una verdadera garantía de legalidad
y razonabilidad en favor del agente.
Ahora bien, sin desmerecer las positivas previsiones comentadas, las normas que
reglan la emisión del acto de cierre podrían haber sido más precisas, señalando los
demás requisitos que deben cumplir o por lo menos remitiendo en forma expresa a las
normas de procedimiento administrativo, dada la mayor precisión de estas en la
regulación de los actos administrativos. Ello, constituiría una guía práctica de cómo
emitir tales actos y coadyuvaría en ese proceso tan trascendente que es plasmar la
voluntad de la administración en una resolución.
De más está decir que en la técnica y en la motivación es donde podrán
encontrarse los vicios que permitan atacar el resolutorio al que se arribe; de ahí la
importancia que el acto se emita con sumo cuidado y esmero, conteniendo la totalidad
de los elementos que se requieren y sin apartarse de la razonabilidad o incurrir
desviación de poder.
Para ello, serán la prueba de cargo y la imputación; el descargo y su prueba;
el informe final y los dictámenes de la Junta de Disciplina y el del Área Legal, los
puntos cardinales sobre los que deberá encontrar su eje la resolución final. En su
razonada y cabal valoración se cumplirá el fin de la institución sumarial, que no es otra
que la protección del buen cumplimiento de los fines del Estado en la búsqueda del
bien común.
Remarcamos, esos cuatro aspectos o puntos cardinales, dado que de la tensión
entre ellos, deberá surgir la resultante (resolución), no solo de uno de ellos; este el
punto crucial donde deben valorarse las constancias de las actuaciones.
Así, por ejemplo respecto de los dictámenes citados (de la Junta de Disciplina y del
Área Legal) la Asesoría General de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires sostuvo
en la respuesta dada a la Municipalidad de Cañuelas con fecha 30 de julio de 2002
(claro que en referencia a la ley 11.757), que "...respecto de la posibilidad, en el
marco de la sustanciación de un sumario administrativo, de apartarse del dictamen
emitido por la Junta de Disciplina, disponiendo, en el acto administrativo pertinente,
una sanción expulsiva. Es de aclarar que los letrados instructores —como así también
lo haría el dictamen de la Asesoría Legal—, consideran que el sumariado
habría incurrido en faltas graves —debidamente probadas— que podrían dar lugar a
la aplicación de sanciones expulsivas, mientras que la mencionada junta aconsejó el
sobreseimiento definitivo del empleado. (...) corresponde señalar que, en materia de
empleo público, el dictamen de la Junta de Disciplina, como el propio de la Asesoría
Legal, no importan una opinión vinculante para el Departamento Ejecutivo municipal,
ya que tales órganos administrativos poseen funciones exclusivamente asesoras
(conf. SCBA, B.51.663, sent. 21/9/1993). En consecuencia, la opinión de la Junta de
Disciplina es meramente de consejo, y como tal no obliga en modo alguno al
Departamento Ejecutivo sobre la decisión a tomar".
Obviamente, esos conceptos son reproducibles en relación al informe final del cual
podrá la autoridad apartarse si así lo considera.
Así las cosas, el acto administrativo final, conforme lo prevé el art. 35 de la ley
13.656, deberá ser dictado dentro de los diez (10) días de recibidas las actuaciones y
deberá resolver, sancionando, absolviendo o sobreseyendo; de cómo sea emitido y
fundado dependerá como ya dijimos su supervivencia en el mundo jurídico.
VII. COLOFÓN
A lo largo de las páginas que anteceden de manera simple y sin mayores
pretensiones tratamos de realizar una presentación esquemática y descriptiva del
régimen sumarial en los municipios de la Provincia de Buenos Aires, con miras a
reflexionar sobre su funcionamiento y por tanto a la concreción de los objetivos que
hacen a su existencia dentro del régimen del derecho público y del sistema
republicano.
Para ello, convencidos que debíamos establecer con claridad el uso de los
conceptos involucrados en este trabajo, repasamos los conceptos de funcionario y
agente público, los tipos de responsabilidades y los sistemas o procedimientos de
determinación de responsabilidades de los funcionarios y agentes públicos.
Luego, analizamos la estructuración del sumario administrativo disciplinario en
la ley 14.656 con miras a describirlo y analizar su funcionamiento, desde su impulso
hasta la revisión del mismo.
Concluimos con el análisis de lo que consideramos cuatro piezas esenciales del
trámite sumarial en el Estatuto del Empleado Público de los Municipios de la Provincia
de Buenos Aires; la orden de sumario, la imputación, el informe final y la resolución.
En ellas nos detuvimos dado que son, desde nuestro punto de vista, las piezas en las
que reside en cabal cumplimiento o logro de los fines del sumario administrativo
disciplinario; es decir corregir los desvíos de los agentes públicos en el cumplimiento
de sus deberes y obligaciones, que no son ni más ni menos que un medio o
mecanismo para el logro del bien común, fin último del Estado.
Esperamos que estas breves consideraciones, sirvan para clarificar algunos
aspectos de estas piezas centrales y para que tanto el instructor, como el letrado que
asista a un agente sometido al procedimiento sumarial, puedan coadyuvar al fin
señalado en el párrafo precedente.
Como pudo observarse en a lo largo del punto VI de este trabajo, en todas ellas
aparecen como elemento fundamental "la motivación"; nada nuevo parece que
aportáramos el indicar esto en el ámbito del derecho administrativo, sin embargo, de
manera particular adquiere relevancia en el sumario, dado que es necesario un nivel
de detalle en su concreción en cada uno de estos instrumentos, que supera la
tradicional invocación del derecho y la puntualización o señalamiento de hechos que
presentan los actos administrativos.
En estas piezas se requiere y necesita la claridad, profundidad y en particular la
vinculación pormenorizada que indicáramos en el punto citado; los derechos en juego
y los fines últimos del subsistema sumarial así lo requieren.
En definitiva, para lograr la virtud republicana que se persigue mediante el sumario
administrativo, en él se debe actuar virtuosamente.
LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA Y EL EMPLEO PÚBLICO DE LOS MUNICIPIOS
BONAERENSES. POR GONZALO CUARTANGO
I. INTRODUCCIÓN
Hace ya nueve años, el mismo Jorge Bastons que fue contemporáneo mío en la
Facultad de Derecho de la UNLP, al que me cruzo en el centro de La Plata tomando
café después de un día complicado ó corriendo para alguna de sus muchas
actividades, me propuso escribir un capítulo para el libro colectivo que estaba
dirigiendo, sobre el Derecho Colectivo del Trabajo y el Empleo Público, que se
transformó en una obra de, para mi, impensados alcances por la cantidad de colegas
que participaron y la cantidad y profundidad de los temas que trataron.
En aquel momento, plenamente sumergido en el ejercicio de la docencia como
estaba, me metí de cuerpo y alma a escribir un artículo que uniera los dos extremos
de dos institutos tan abarcativos y tan particulares como los que me había
encomendado el colega que en cada momento en que me cuenta una nueva iniciativa
académica con entusiasmo, también me reprocha por no acompañar sus ganas de
profundizar y de seguir estudiando.
En esta ocasión, como tantas otras veces, me crucé con Bastons en la zona de los
Tribunales de La Plata, y en un minuto me hizo partícipe de este nuevo proyecto.
Como siempre el entusiasmo de Bastons fue mayor que el mío. En este caso, el tema
que tenía que tratar era el de la negociación colectiva en la Provincia de Buenos
Aires. Promediaba el año 2013 y pensé que el tema pasaba por tomar los elementos
centrales de aquel artículo y agregarle algunas cositas más, que no era tanto trabajo.
Sin embargo, aquel artículo fue previo a la sanción de la ley 13.453 de la Provincia
de Buenos Aires que sancionó el régimen de negociación colectiva para el empleo
público de la Provincia de Buenos Aires, motivo por el cual no había incluido su
tratamiento. Fue previo también a la sanción de la primera norma sobre negociación
colectiva en el ámbito municipal de la Provincia de Buenos Aires, que sancionó el
Municipio de Tigre en el año 2008 y que significó un paso muy importante en la
concreción de la autonomía municipal de la que hablan los artículos 5 y 123 de la
Carta Federal, pero que, además, puso sobre el tablero la muy compleja problemática
que podría significar que cada uno de los 135 municipios de la Provincia de Buenos
Aires ejerza el mismo derecho que ejerció el Municipio de Tigre.
En definitiva, como pasa en todas las actividades humanas, Bastons tenía una
parte de la razón, otra parte de la razón era mía y la última porción era del saber
popular. Le reconozco al Dr. Bastons que siempre, pero siempre es bueno profundizar
y comprometerse con lo que uno hace y que, por ese motivo, vale la pena estudiar y
profundizar los temas que nos dan de comer, aunque sea un rato cada día; mi parte
de razón era que las líneas directrices del trabajo estaban trazadas y la parte que le
corresponde al saber popular, el más sabio de todos por mucha distancia y sin
agitarse, es que no hay hombres que agoten los temas, sino que los temas agotan a
los hombres.
Es que tanto cambió la realidad en 9 años, que, incluso tomando la misma base
que usé para aquel "El derecho colectivo del trabajo y la relación de empleo
público"(1), el artículo y el tratamiento es totalmente novedoso, porque el panorama
jurídico es absolutamente distinto respecto de aquel que existía cuando finalizaba el
año 2005 y yo le entregaba a Bastons un artículo que me encantaba, porque había
resultado tan didáctico como yo había querido.
V. LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT),(13)la expresión
negociación colectiva comprende todas las negociaciones que tienen lugar entre un
empleador, grupo de empleadores, una organización o varias organizaciones de
empleadores, por una parte, y una organización o varias organizaciones de
trabajadores, por otra parte, con el fin de fijar las condiciones de trabajo y empleo; o
regular las relaciones entre empleadores y trabajadores; o pautar las relaciones entre
empleadores o sus organizaciones o varias organizaciones de trabajadores; o lograr
todos esos fines a la vez.
Tomada y Rigat Plaf(14)definen a la negociación colectiva como comprensiva de
diversas formas de consulta y de examen —bipartito o tripartito—, de análisis sobre la
tendencia y la evolución de la economía, y de las propuestas respecto de la forma de
tratar los problemas económicos, sociales y profesionales a niveles macro (pactos
sociales, acuerdos macro).
En síntesis, toda negociación colectiva presupone el reconocimiento mutuo entre
los protagonistas sociales como representantes de intereses conflictivos pero
transables. Al mismo tiempo implica la percepción de que existen posibilidades de
mejoramiento para el conjunto, a través de la búsqueda de caminos consensuados.
Simón, por su parte, afirma que el concepto de negociación colectiva está
estrechamente ligado a la definición de convenio colectivo. Sin embargo, a pesar de
que muchos autores utilizan indistintamente las dos acepciones, tal identificación no
resulta totalmente asimilada y despierta más dudas que certezas. Así, la primera
aproximación para quienes desconfían de la fusión conceptual de ambos términos
sugiere la idea de una vinculación jerárquica. Esto es, la negociación colectiva como
especie de la cual el convenio colectivo es el género. Empero, tampoco esta visión es
acertada, si tenemos en cuenta, sin perjuicio de la familiaridad, que la relación no
implica un encuadre vertical ni la prevalencia de uno sobre otro(15).
Tras citar a Podetti, en tanto define a la negociación colectiva como un proceso de
reglamentación conjunta (sindicato-empresariado) de las relaciones de trabajo, Simón
finaliza concluyendo que, al poner de relieve tanto a sus protagonistas como a sus
efectos normativos, la solución consensuada o la materia objeto del acuerdo, lo cierto
es que estamos ante un sistema autoregulatorio imperfecto de las condiciones de
desempeño de los mismos operadores que lo elaboran, que en algunos casos
sufre —con diversos matices— la limitación proveniente de regulaciones emitidas por
un ente de capacidad institucional superior (el Estado).
2. La ley 14.250
1. Partes
El artículo 1 de la ley hace extensivas las disposiciones de la misma a las
negociaciones colectivas que se celebren entre la Administración Pública Provincial
(Estadual) y sus empleados, excluyendo en su artículo 2º taxativamente en sus
diferentes incisos a) El Gobernador y el Vicegobernador, b) El personal policial de las
Policías de la Provincia (Estado Miembro) de Buenos Aires y el personal penitenciario
del Servicio Penitenciario Provincial; c) Los Ministros del Poder Ejecutivo Provincial
(Estadual), los Subsecretarios, los Asesores de Gabinete, personal con cargo sin
estabilidad y las personas que por disposición legal o reglamentaria ejerzan funciones
de jerarquía equivalente a la de los cargos mencionados, d) Las autoridades
superiores y personal jerárquico sin estabilidad de entes autárquicos,
descentralizados e integrantes del Clero Oficial, e) El personal que requiera un
régimen particular por las especiales características de sus actividades cuando así lo
resolviere el Poder Ejecutivo Provincial mediante decisión fundada, f) Los sectores de
la Administración Pública Provincial ya incorporados al régimen de las convenciones
colectivas de trabajo, a no ser que por acuerdo de las partes se optara por el sistema
que aquí se establece, g) Los trabajadores docentes y judiciales, que tendrán su
propio régimen del convenio colectivo.
4. Ámbito de negociación
El artículo 4 establece dos tipos de negociación: la general y la sectorial,
delegando en las partes, la articulación de la negociación en los distintos niveles. Por
cada negociación general o sectorial se integrará una comisión negociadora, en la que
serán parte los representantes del Estado empleador y de los Trabajadores y será
coordinada por la autoridad de aplicación, que es el Ministerio de Trabajo de la
Provincia (Estado Miembro) de Buenos Aires.
5. Negociación sectorial
El principio general es que las negociaciones colectivas se celebrarán en un todo
de acuerdo a lo dispuesto para el personal dependiente del Poder Ejecutivo, que
hemos analizado precedentemente, con las particularidades y excepciones que en
cada caso se mencionan expresamente.
6. Autoridad de aplicación
El Ministerio de Trabajo será la autoridad administrativa de aplicación, estando
facultado para dictar resoluciones complementarias que aseguren su eficaz
cumplimiento. Cuando no hubiese avenimiento entre las partes podrá proponer
fórmulas conciliatorias y a tal fin está autorizado para realizar estudios, recabar
asesoramiento y, en general, requerir toda documentación o información necesaria
que posibilite el más amplio conocimiento de las cuestiones que se traten, todo esto,
conforme a lo establecido en el artículo 12 de la ley.
7. Conflictos colectivos
No puede soslayarse en este comentario de la ley, algunas consideraciones sobre
lo establecido en el artículo 19 de la misma, señalando como aspecto positivo, que se
habilite la autorregulación en materia de conflictos colectivos, pero con una limitante
que nos genera algún grado de inquietud, cuando acto seguido, establece que "será
materia obligatoria de negociación cuestiones vinculadas con los servicios esenciales
para la comunidad, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 24 de la ley 25.877 y
normas constitucionales y los principios del derecho internacional que rige en la
materia establecidos por la Organización Internacional del Trabajo".
Como así también, en coincidencia con lo reseñado, el caso de conflictos
suscitados en el marco de la negociación colectiva, el artículo 18 de la ley, establece
que: "las partes deberán, en este orden: a) Apelar al procedimiento de auto
composición del conflicto que hubieren acordado. b) Someterse al órgano imparcial
establecido en el inciso 4) del artículo 39 de la Constitución Provincial, el que será
creado por Ley específica" y que bueno es recordarlo, es una deuda que desde 1994
la legislatura estadual tiene, para con el pueblo bonaerense en general y sus
trabajadores públicos en particular.
Para el primer supuesto, se establece que durante las negociaciones, las partes
procurarán acordar mecanismos de autorregulación del conflicto y será materia
obligatoria de negociación cuestiones vinculadas con los servicios esenciales para la
comunidad.
Para el segundo, establece que en tal caso, las partes deberán en el siguiente
orden: a) Apelar al procedimiento de auto composición del conflicto que hubieren
acordado y b) Someterse al órgano imparcial establecido en el inciso 4) del artículo 39
de la Constitución Provincial el que será creado por ley específica.
5. Como también
La salvedad de que los convenios colectivos que se concreten por la presente ley,
no implicarán la aplicación automática de las disposiciones de la Ley de Contrato de
Trabajo, establecida en el artículo 20. Con la limitación expresamente establecida en
el artículo que nos ocupa y la referencia que en el mismo se hace a los convenios de
la OIT, queda por completo disipada toda duda al respecto y el mantenimiento de la
estabilidad en el empleo subsiste diáfana.
6. Y además
La invitación que en el artículo 21 de la ley se hace a las autoridades de todos los
Municipios Bonaerenses a adherir al sistema de negociación que establece la misma,
nos parece que marca una intencionalidad política loable, aun cuando más efectivo
sería el dictado de una norma legal emanada de la Legislatura Provincial, que
impusiera la negociación colectiva al sector municipal, adecuando el contenido de la
misma a las peculiaridades que las características del sector, especialmente en lo que
a la integración de las unidades negociadoras, tanto de los Departamentos Ejecutivos
y Deliberativos de los Municipios como empleadores, como de la representación de
los trabajadores demanda en la negociación de carácter general, como así también en
la articulación de la negociación por municipio en lo pertinente.
VIII. LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA EN EL ÁMBITO MUNICIPAL DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
1. Un primer caso
Con fecha 11 de marzo de 2008, el Intendente Municipal de Tigre dictó el decreto
326 de ese Municipio por el cual regula el régimen de las negociaciones colectivas
que se celebren entre la Municipalidad de Tigre y el personal que ejerza funciones en
su jurisdicción, de acuerdo con los términos del artículo 1 del decreto mencionado.
En una nota anterior(29)publicada en la revista Función Pública, traté en forma
pormenorizada la historia del instituto de la negociación colectiva en el sector público
del Estado Miembro de Buenos Aires, así como la regulación que realiza la ley
13.453 para el personal que presta tareas para el mismo.
Me parece que lo más lógico es remitirme a lo dicho en aquel artículo y no caer en
repeticiones innecesarias que solamente van a lograr cansar al lector. En
consecuencia, voy a tratar en forma directa lo que es el objeto central de esta
presentación, es decir, los contenidos de la norma de carácter municipal que
establece la negociación colectiva en el ámbito del Municipio de Tigre, que es la
primera que se sanciona en la Provincia (Estado Miembro) de Buenos Aires con ese
objeto.
4. A modo de colofón
Borges decía que todas las teorías son buenas y ninguna importa demasiado; lo
que realmente importa es lo que se haga con ellas. Lo mismo puede decirse de las
normas jurídicas.
Este decreto tiene el mérito de haber sido el primero que se dicta para regir en el
ámbito de la Provincia (Estado Miembro) de Buenos Aires. Carga también con el peso
de haber sido el primero que tiene ese objeto, porque como toda obra humana tiene
defectos y virtudes, que las normas posteriores que se dicten con ese mismo objeto
van a poder subsanar.
En el haber se cuenta que toma la iniciativa en una materia como la determinación
de las condiciones en que habrán de prestar tareas los trabajadores que se
desempeñen en relación de dependencia con un municipio, que entiendo que forma
parte del componente administrativo-funcional que el artículo 123 de la Carta Federal
reconoce como uno de los cuatro elementos que habrán de componer la autonomía
municipal absoluta.
En la columna de los defectos se debe contar que la identificación de las entidades
que podrán participar en el proceso de negociación, al reproducir los términos de la
norma provincial vigente, contraría los términos de la legislación de fondo que rige en
la materia y, por ello, deviene en inconstitucional.
Ahora bien, retomando las palabras con que inicio este acápite el mérito o el
disvalor del decreto 326 del Municipio de Tigre va a estar dado por el uso que hagan
los actores sociales de una valiosa herramienta en el ámbito de las relaciones de
trabajo que tiene una amplia trayectoria en el ámbito privado y una significativa
novedad en el ámbito público.
Dada la naturaleza de los procesos políticos, por regla general, resultan ajenos al control judicial. Sin perjuicio de que se
encuentran regladas en la Constitución Nacional y provincial garantías esenciales de todo juicio (art. 18 CN, art. 15 CPBA).
I. NOCIONES INTRODUCTORIAS
Las constituciones modernas consagran el principio de división de poderes. Así se
distribuye el poder del Estado, en tres órganos principales (ejecutivo, legislativo y
judicial), los cuales tienen atribuciones específicas. En nuestro país, lo mismo ocurre
en la Constitución nacional, y en las Constituciones provinciales.
Por lo tanto, constituye un pilar fundamental de nuestro sistema político, que tiene
raigambre constitucional, la división del gobierno en tres altos órganos poderes. De
ahí se sigue, que si alguno de estos tres grandes departamentos del Estado, pudiera
ejercer o desconocer las funciones de otro, se estaría destruyendo la base de nuestro
sistema de gobierno, y vulnerando la Constitución(1).
Cuando este delicado equilibrio se quebranta se origina un "conflicto de poderes".
En un sentido estricto, dicha expresión alude a una contienda relativa a competencias
públicas, que tiene como protagonistas a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial (2).
Sin embargo, como veremos en el desarrollo de este trabajo, su uso se ha extendido
para comprender situaciones muy diversas.
Sin perjuicio de ello, todas estas disputas tienen en común la presencia
de autoridades públicas, la existencia de gravedad institucional, y la necesidad de
darles urgente solución, pues ponen en peligro la continuidad o el desenvolvimiento
de órganos estatales. Por estos motivos, muchos ordenamientos provinciales
contemplan procedimientos específicos, para resolver estas controversias(3).
De acuerdo a una noción clásica, muy difundida en nuestra doctrina nacional, un
conflicto de poderes sucede cuando un órgano estatal, asume la competencia propia
de otro. En este supuesto, hay un órgano "invasor", y otro "invadido"(4). Sin embargo,
como con acierto se ha puntualizado por la misma doctrina, las hipótesis de conflictos
de poderes, no se agotan con lo expuesto.
La realidad demuestra que, también se presentan cuando un órgano estatal
desconoce o desobedece lo resuelto por otro, vulnerando el ordenamiento jurídico.
Por nuestra parte, agregamos el supuesto en que un órgano estatal, se niega a
ejercer atribuciones propias (o las realiza de manera irregular), afectando de tal modo
el normal funcionamiento de otro(5).
Corresponde advertir finalmente, que para que se configure un conflicto de
poderes, no basta la acción u omisión de un órgano estatal. También se requiere que
otro órgano estatal rechace esta situación por sentirse afectado(6). Es que como toda
controversia, se necesita al menos de la concurrencia de dos partes, con intereses
contrapuestos(7).
2. Supuestos excluidos
Por los fundamentos desarrollados precedentemente, no se configura un conflicto
municipal interno, cuando no se advierte cuáles son las competencias supuestamente
avasalladas, y tampoco qué órgano habría provocado la invasión(105). Lo mismo
ocurre, cuando el Concejo Deliberante sanciona una ordenanza, que luego es vetada
por el Departamento Ejecutivo, habiendo ambos actuado dentro de sus
competencias(106).
Además, conviene recordar que el ejercicio de facultades privativas de una
municipalidad, tales como organizarse, elegir y remover sus autoridades, otorgar
licencia a sus miembros, e incorporar reemplazantes, no ocasiona en principio un
conflicto de atribuciones, cuya resolución competa a la justicia, pues de lo contrario se
afectaría el principio constitucional de división de poderes(107).
En los mismos precedentes, se destaca especialmente que en su intervención la
Suprema Corte de Justicia, no debe invadir atribuciones reservadas a las
municipalidades, ni dirimir otra clase de conflictos que los previstos en la normativa
aplicable. El control judicial, sólo tiene por objeto apartar los inconvenientes y las
dificultades que alteran, obstruyen o impiden seriamente, el regular funcionamiento de
una comuna(108).
Siguiendo el mismo orden de ideas, también se ha considerado que no se presenta
un conflicto municipal interno, cuando sólo se pretende impugnar una ordenanza que
se estima ilegítima, sin que exista una real controversia relativa a competencias entre
los Departamentos Ejecutivo y Deliberativo(109). Asimismo, cuando la solicitud reviste
el carácter semejante a una consulta, sobre la interpretación de una norma(110).
Lo mismo se ha decidido, cuando se intentó la invalidez de normas, que no habían
recibido aún sanción definitiva(111); o bien cuando la normativa impugnada, ya había
perdido vigencia(112). Igualmente, cuando un concejal tan solo manifestó su
desacuerdo, con lo resuelto por la mayoría del Concejo Deliberante(113); o cuando sus
promotores pretendieron, que se revise una decisión de la mayoría del mismo Cuerpo,
que no afectaba su normal funcionamiento(114).
Asimismo, cuando el conflicto municipal interno lo promovió un concejal, con el
objeto de cuestionar una decisión del Concejo Deliberante, que no lo sancionaba,
suspendía, destituía o impedía entrar en el ejercicio de su cargo, y no se advertía en
la causa que se hubiera de algún modo alterado, obstruido o impedido el
funcionamiento de ese Cuerpo o de la Municipalidad(115).
B. Agua potable
Según Güttner(44), el primer Plan Nacional de Saneamiento fue elaborado en 1909
e implementado a partir de 1912 con la creación de un organismo rector que haría
historia: Obras Sanitarias de la Nación.
Entre sus funciones, se encontraba la de "convenir con los gobiernos provinciales,
ad referéndum del Congreso de la Nación, el estudio, la construcción y administración
de obras destinadas a la provisión de agua potable para uso doméstico en las
ciudades, pueblos y colonias de la Nación". Para 1914 el servicio público de agua
corriente se había instalado parcialmente en las zonas céntricas y residenciales de las
ciudades capitales de 14 provincias, mientras que los desagües cloacales
sólo existían en 4 ciudades del país.
Durante la presidencia de Yrigoyen se buscó llevar la provisión de agua corriente y
desagües cloacales al casco urbano de las ciudades de 8000 habitantes y de agua
corriente únicamente a las que tuvieran 3000 habitantes, con escasa suerte (el
servicio de agua corriente se había instalado parcialmente en las zonas céntricas y
residenciales de las ciudades capitales de 14 provincias, mientras que los desagües
cloacales solo existían en 4 ciudades del país).
El 14 de Julio de 1943 el Poder Ejecutivo Nacional cambió la forma jurídica del
organismo a través del decreto 2743, creando la Administración General de Obras
Sanitarias de la Nación. Otro punto fundamental de la norma era la declaración de
utilidad pública del suelo y del subsuelo de los terrenos de propiedad privada y de las
fuentes de provisión de agua necesarias para la ejecución de las obras, en todo el
territorio de la Nación, quedando sujetas a expropiación por parte de Obras Sanitarias.
Si las provincias y municipios lo solicitaban, el ente —con autorización del PEN—
podía tomar a su cargo las obras o instalaciones del servicio de agua corriente y
desagües cloacales de propiedad pública o privada.
En 1973, la ley 20.324 transformó Obras Sanitarias en una empresa estatal con el
carácter de persona jurídica de derecho público.
En 1989 con las leyes 23.696 y 23.697(45)se dispuso la Reforma del Estado y se
declaró la emergencia económica y administrativa del Estado Nacional y de la
prestación de los servicios públicos, lo que aparejó la intervención de los entes y
empresas públicas, y la privatización y liquidación de estos.
La reforma del Estado impuso los principios de desmonopolización, desregulación
y privatización (al menos parcial, ya que la concesión puede considerarse una forma
atenuada de intervención del sector privado).
En 1991 se creó la Comisión Técnica de Privatización de Obras Sanitarias de la
Nación con la finalidad de proceder a la privatización total del ente, elaborando los
pliegos de condiciones y llamando a licitación pública internacional.
El 18 de abril de 1993 se concesionó a la empresa multinacional "Aguas Argentinas
SA", por un plazo de 30 años, la prestación del servicio en la Capital Federal y la zona
metropolitana.
En el resto del país, se dio un proceso similar, privatizándose la prestación del
servicio y adjudicándoselos a empresas multinacionales o cooperativas constituidas
en las pequeñas localidades del interior.
En el área concesionada de Aguas Argentinas SA la cobertura del servicio de agua
potable prevista en el contrato era del 88% de la población, y para servicios de
cloacas se estipulaba una cobertura del 74%. En ambos casos, solo se llegó al 79% y
63%, respectivamente, quedando entre 800.000 y 1.000.000 de habitantes al margen
de los mismos, no obstante obtener la empresa una rentabilidad promedio del 13%
sobre facturación (cuando en EEUU y la Comunidad Europea dicha tasa no supera el
6%)(46).
Ante ello, en 2006 se rescindió el contrato de concesión con la empresa "Aguas
Argentinas SA" y asumió la prestación del servicio en el área metropolitana Aguas y
Saneamientos Argentinos SA (AYSA SA), una Sociedad Anónima, con el 90% de la
titularidad de las acciones en manos del Estado Nacional y el 10% restante en manos
de los ex trabajadores de Obras Sanitarias de la Nación bajo el Programa de
Propiedad Participada de la ex concesionaria.
Hoy en día, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 17 municipios del
conurbano bonaerense(47), la empresa Aguas y Saneamientos Argentinos SA (AYSA
SA) lleva adelante la prestación del servicio en un área de alrededor de 1800 km
cuadrados a un poco más de 10.000.000 de habitantes.
El ente regulador del servicio es el ERAS (Ente Regulador de Aguas y
Saneamiento), y su función es fiscalizar la calidad del servicio, verificar el
cumplimiento del contrato de concesión y proteger los intereses de los usuarios, para
lo cual constituyó en su seno una Sindicatura de Usuarios.
El esquema de control se completa con una Comisión Fiscalizadora compuesta por
el Estado Nacional con dos representantes de la SIGEN (Sindicatura General de la
Nación) y uno del Programa de Participación Accionaria de los empleados, que se
ocupan del control interno. El control externo lo lleva a cabo la AGN (Auditoría
General de la Nación).
En la provincia de Buenos Aires, la ley 11.820(48)— aplicable a toda la provincia
a excepción de los partidos donde el servicio es prestado por AYSA SA— calificó
como servicio público sanitario, sujeto al marco regulatorio que la misa norma
aprueba, a la captación y potabilización, transporte, distribución y comercialización de
agua potable, la recolección, tratamiento, disposición y comercialización de desagües
cloacales, incluyéndose también aquellos efluentes industriales que el régimen
vigente permita que se viertan al sistema cloacal.
En el año 1999 se dispuso la adjudicación del servicio, en una amplia zona de la
Provincia de Buenos Aires, a Azurix S.A(49). En 2002, y pese a
severos incumplimientos por parte de la firma, es ésta la que plantea la rescisión del
contrato en una de las áreas concesionadas. Por decreto 2598/2001(50)se rechazó
dicha pretensión e intimó a la empresa para que preste el servicio en forma regular, se
abstenga de adoptar conductas que importen impedir, estorbar o entorpecer el
servicio público a su cargo, bajo apercibimiento de adoptar las medidas legales que
correspondan.
Ante la insistencia de abandonar el servicio por parte de la citada concesionaria, el
Poder Ejecutivo provincial sanciona el decreto 517/2002(51)disponiendo la "emergencia
pública sanitaria y social el servicio de captación, potabilización, transporte,
distribución y comercialización de agua potable" en los partidos que refiere. Por la
misma norma se crea "Aguas Bonaerenses SA", cuyas acciones corresponden en un
90% de su capital accionario a la Provincia de Buenos Aires y en un 10% a los ex
trabajadores de AGOSBA transferidos a Azurix SA, de acuerdo al programa de
participación accionaria que luego se instrumentó. La norma dispuso un carácter
transitorio de dicha conformación accionaria "hasta tanto se efectúe la transferencia
del paquete accionario de la Provincia de Buenos Aires al sector privado",
circunstancia que no ha operado a la fecha.
El OCABA (Organismo de Control del Agua de la Provincia de Buenos Aires)
creado por decreto 2188/2007(52)es el Ente Regulador del Servicio Público que
estamos analizando y sustituyó a su antecesor el ORAB (Organismo Regulador de
Aguas Bonaerense).
Conforme los resultados arrojados del censo poblacional efectuado en 2010(53)a
esa fecha el 75,10% de los hogares que conforman el total de la población de la
Provincia de Buenos Aires (15.625.084 habitantes) cuentan con el servicio de agua
potable suministrada por redes.
No obstante ello, la distribución de ese servicio público es muy dispar. Así ese
porcentaje asciende a 99,7% en Vicente López, 98,7% en Bahía Blanca, 91,2% en La
Plata, pero cae drásticamente al 17,7% en Ezeiza, 13,8% en Ituzaingó y 10,8 % en
Islas Malvinas.
La aludida ley 11.820, determinó los diferentes prestadores del servicio.
Ellos son: los servicios sanitarios sujetos a jurisdicción provincial: aquellos que al
momento de la sanción de la norma prestaba la Administración General de Obras
Sanitarias de la Provincia (AGOSBA) los que serían entregados en concesión (hoy
prestados por Aguas Bonaerenses SA ABSA); los servicios sanitarios sujetos a
jurisdicción municipal: los prestados por los propios municipios o terceros a los cuales
las comunas en su carácter de poder concedente delegaran la prestación del servicio
y los servicios sanitarios con contrato de operación y administración otorgados por el
Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento Rural (SPAR)(54).
ABSA presta el servicio en algo más de 50 partidos, entre ellos Ayacucho, General
Madariaga, Villarino, Coronel Rosales, Maipú, Mar Chiquita, Dolores, General Guido,
Pila, Bahía Blanca, Patagones, Roque Pérez, Monte, Lobos, 9 de Julio, Bragado,
Magdalena y La Plata, entre varios más.
Entre los municipios que en la actualidad prestan directamente el Servicios de
Agua Potable se encuentran Berazategui, Chascomús, Tordillo, 25 de Mayo, Bolívar,
Daireaux, Trenque Lauquen, Rivadavia, Colón, Pergamino, Rojas, Salto, Junín,
Chacabuco, entre otros.
Alguna de las comunas que han concesionado el servicio cabe mencionar
Balcarce, Campana, Laprida, Partido de la Costa, Pilar y General Pueyrredón.
En las Municipalidades de Puán, Adolfo Alsina, Tres Lomas, Azul, Olavarría,
Coronel Pinto, Ameghino y Coronel Pringles, son Cooperativas quienes prestan el
servicio público.
Paralelamente debemos mencionar la sanción de la ley 12.257 (Código de Aguas
de la Provincia). Dicha norma prevé que toda persona podrá usar el agua pública a
título gratuito y conforme a los reglamentos generales, para satisfacer necesidades
domésticas de bebida e higiene, en la medida que no contamine el medio ambiente ni
perjudique igual derecho de terceros.
Por otra parte, se dispone que los habitantes de la provincia están obligados a usar
el servicio público de abastecimiento de agua potable que la autoridad imponga para
su vivienda.
Además, el Código de Aguas estipula que para el otorgamiento de concesiones de
uso de aguas públicas para abastecimiento de poblaciones, deberá especificarse el
grado de potabilidad de agua para consumo humano, la posibilidad de mantener su
aptitud y la disponibilidad de la misma, pudiendo la autoridad de aplicación provincial
obligar al concesionario a emplear o aplicar todos los métodos que juzgue necesario
para asegurar la calidad establecida.
Mediante decreto 266/2002(55)se creó la Autoridad del Agua (ADA) en el ámbito del
entonces Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Provincia.
Entre sus funciones se establecen las de actuar como autoridad de aplicación de
la ley 12.257(56)(Código de Aguas); formular la política del agua dentro de los
lineamientos definidos por la legislación provincial; establecer preferencias y
prerrogativas para el uso del agua de dominio público por categoría de uso, regiones,
cuencas o partes de ellas, privilegiando el abastecimiento de agua potable; fijar
periódicamente por regiones o categorías de usos, el canon y las contribuciones a
cargo de concesionarios, permisionarios y usuarios en general; intervenir en
convenios de estudios sobre la utilización, preservación y mejoramiento del recurso,
con entes públicos, privados y municipales, entre otros; aprobar los proyectos de
contratos de concesión o permiso y los de extinción de los mismos.
Luego, por decreto 2390/2005(57)se dispuso en la provincia de Buenos Aires la
creación de la Dirección Provincial de Aguas y Cloacas en el ámbito del Ministerio de
Infraestructura. Entre sus funciones se encuentra la de planificar, ejecutar y supervisar
los programas de obras destinadas al mantenimiento, mejora y ampliación de los
servicios de captación, potabilización, almacenamiento, transporte y distribución de
agua potable.
Resulta evidente que la provincia ha congregado —también— gran parte de las
atribuciones en materia de provisión del servicio de agua potable. Ello tiene
fundamento en lo normado en el artículo 28 de la Constitución Provincial que dispone
que "La provincia ejerce el dominio eminente sobre el ambiente y los recursos
naturales de su territorio incluyendo el subsuelo... con el fin de asegurar una gestión
ambientalmente adecuada". El mismo artículo estipula que dicha jurisdicción deberá
preservar y conservar los recursos naturales y planificar su aprovechamiento racional,
promoviendo acciones que eviten la contaminación del agua (entre otros recursos
naturales) y asegurando políticas de conservación y recuperación de su calidad.
Sin perjuicio de ello, entendemos que a los fines de la preservación del medio
ambiente, los recursos naturales y la salud de la población, provincia y municipio
concurren en sus atribuciones. Así, entre las facultades inherentes al municipio: el
poder de policía (que le permite disponer medidas restrictivas de los
derechos individuales en función del interés público), el fomento (como técnica
administrativa lo habilita a propiciar hábitos y conductas socialmente deseables), la
potestad regulatoria sobre servicios públicos (en el ámbito de su competencia material
y territorial), habilitaciones, control, etc.
La acción mancomunada de los distintos estamentos de la organización estatal
(Nación, Provincia, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Municipios) no solo resulta
deseable, sino imprescindible a fin de dar una completa y eficaz satisfacción a
los intereses colectivos.
1. Aspectos generales
La ordenación urbanística no es sólo el conjunto de técnicas de restricción de los
derechos del propietario o racionalización del suelo, que imponen la legislación de
fondo (art. 75, inc. 12, de la Constitución Nacional) o la normativa municipal. Se la
considera "algo distinto y de mayor entidad"(8), que trasciende tanto a la regulación del
derecho de propiedad a través del Código Civil, como a la que concierne a los
municipios, desde que ya no se habla de ordenación urbana, sino de ordenación del
territorio. A punto tal que se la menciona como el "estatuto mismo del derecho de
propiedad"(9).
En ese marco, la dispersión e insuficiencia regulatoria que caracterizan a la
actividad urbanística se encuentran ciertamente atemperada en la Provincia de
Buenos Aires, que presenta una ordenación urbanística que —más allá de las reglas
establecidas por la Constitución Nacional, el Código Civil y las leyes ambientales a las
que ya se ha hecho referencia(10)— se encuentra estructurada de manera coherente a
partir de la Constitución provincial, la ley de uso de suelo y ordenamiento
territorial (decreto-ley 8912/1977 y sus modif.(11)) y, en el caso de los municipios, la
denominada ley orgánica de las municipalidades (decreto-ley 6769/1958 y sus
modif.(12)).
Esa suerte de esqueleto normativo básico, se complementa con regulaciones
sectoriales, por ejemplo en materia de industrias (ley 11.459(13)), grandes superficies
comerciales y cadenas de distribución comercial (ley 11.573(14)), vivienda y hábitat (ley
14.449(15)), etcétera. Que, a su vez, se completan y desarrollan con los códigos de
ordenamiento urbano o territorial y los códigos de edificación o reglamentos de
construcciones aprobados por ordenanzas de los municipios, con sus
respectivos planes urbanísticos, normas de zonificación, etcétera.
Estos últimos integran de manera sustantiva la ordenación urbanística, desde que
aportan el grado de detalle que permite determinar en concreto cuál es el régimen
jurídico aplicable a cada parcela.
La ley 12.573 se inserta entre las normas provinciales que limitan la posibilidad de actuación de los municipios. Dado que,
desde el nivel provincial, se regula la instalación, ampliación, modificación y funcionamiento de las grandes superficies comerciales y
los establecimientos comerciales que conforman cadenas de distribución en los rubros de comercialización, elaboración y venta de
productos alimenticios, indumentaria, electrodomésticos, materiales, herramientas y accesorios para la construcción (art. 1º).
4. Incumbencias municipales
Las normas provinciales en general, prevén que los municipios serán responsables
del mantenimiento del arbolado público existente en su jurisdicción, excepto aquel que
vegete en terrenos provinciales y nacionales, tales como el arbolado implantado en
rutas y accesos a la ciudad, cuyo mantenimiento corresponde a los entes viales
provinciales o nacionales(25).
La Provincia de San Juan establece que los municipios actuarán en el
arbolado existente en los radios urbanos, ejidos y/o inmuebles de dominio público o
municipal, debiendo sancionar las respectivas ordenanzas de protección al arbolado
público, y designar personal con especialización en la materia —ingeniero forestal
o ingeniero agrónomo o biólogo—; crear un Consejo de Arbolado Público compuesto
por funcionarios del municipio, integrantes del Concejo Deliberante, entidades
vecinales y organizaciones no gubernamentales con personaría jurídica,
especializadas en temas ambientales; establecer el Plan de Manejo y de Promoción
del Arbolado Público en coordinación con el Plan de Manejo Provincial(26).
Algunas legislaciones establecen que la autoridad de aplicación, deberá promover
programas obligatorios de educación ambiental en las escuelas públicas, de
valorización y mantenimiento del arbolado público y de concienciación de los
beneficios que brinda el arbolado público; como así también fomentar, a través de los
medios de comunicación su valorización(27). Otras normas contemplan como
estrategias del programa de arbolado público, trabajar en forma conjunta con el Poder
Ejecutivo, los municipios, las asociaciones vecinales, las ONG ambientales y la
comunidad científica especializada de los distintos organismos, universidades,
facultades, e institutos que desarrollen sus actividades en el ámbito provincial(28).
2. Acciones prohibidas
El artículo 3º de la ley prohíbe expresamente la extracción, poda y tala de
ejemplares del arbolado público, como así también cualquier acción que
pudiere infligir algún daño a los mismos.
Además define tales conceptos, entendiendo por extracción, la acción de
desarraigar los ejemplares del lugar de plantación; por poda, el corte de ramas que se
separen definitivamente de la planta madre; por tala, la eliminación de la copa por
cortes efectuados en el tronco a distintas alturas; y por daño, la poda de raíces, las
heridas, aplicación de sustancias tóxicas, quemaduras por fuego, fijación de
elementos extraños y todo tipo de agresión que altere el desarrollo de los ejemplares
en forma normal o cause su muerte.
El artículo 5º prescribe que sólo se justificará la solicitud de poda o erradicación de
ejemplares del arbolado público en los siguientes casos: a) decrepitud o decaimiento
de su vigor, que los torne irrecuperables; b) ciclo biológico cumplido; c) cuando por las
causas anteriormente mencionadas se haga factible su caída o desprendimiento de
ramas que pudieran ocasionar daños que amenacen la seguridad de las personas o
bienes; d) cuando se trate de especies o variedades que la experiencia demuestre
que no son aptas para el arbolado público en zonas urbanas; e) cuando interfiera en
obras de apertura o ensanches de calles; f) cuando la inclinación del árbol amenace
su caída o provoque trastornos al tránsito de peatones o vehículos; g) cuando se
encuentren fuera de la línea con el resto del arbolado; h) cuando interfiera u
obstaculice la prestación de un servicio público.
La reglamentación dispone que en caso de configurarse algunos de los
supuestos excepcionales que permitan la extracción o poda de ejemplares, los
particulares o empresas de servicios deben iniciar gestiones ante la dependencia
municipal con incumbencia en la materia, la cual deberá habilitar formularios
específicos, en los que consten los pedidos de poda o extracción, con la justificación
correspondiente(37).
Las solicitudes referentes a extracción o poda de ejemplares arbóreos, sólo
podrán autorizarse por la dependencia municipal con competencia en materia de
arbolado público, con el previo informe técnico del ingeniero forestal o ingeniero
agrónomo con incumbencia forestal, elegido por concurso de antecedentes y
seleccionado por un tribunal de profesionales en tales disciplinas(38).
El informe del profesional reviste la naturaleza de un dictamen técnico obligatorio, y
por lo tanto, deberá estar debidamente fundado en alguno de los supuestos que
justifican la erradicación o poda, contemplados en el artículo 5º de la ley 12.276, con
descripción del lugar en que se realizará el trabajo, acompañado del respectivo
croquis y fotos ilustrativas, que acrediten la situación excepcional que habilita la poda
o extracción. En este último caso, el informe deberá completarse con la indicación de
la reposición de los ejemplares, ya sea, en el mismo lugar, o en otro espacio,
conforme lo indiquen el programa de forestación elaborado en la jurisdicción
municipal.
El reglamento dispone que la poda —entendida como el corte de ramas de los
ejemplares que forman parte del arbolado público— tiene por objeto la conducción de
las mismas para brindar solución a diferentes situaciones que se presentan en la
planta urbana o periurbana municipal, y que de la justificación de dichas situaciones,
dependerá la toma de decisión por parte de la dependencia municipal para
efectivizarla; ello "partiendo del principio que todos los componentes del arbolado
responden a caracteres y hábitos que le son propios, necesitando tareas de
conducción solamente frente a problemáticas originadas por la urbanización y que
puedan afectar el bienestar común de los habitantes del municipio"(39).
El Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia, en su rol de coordinación y
asesoramiento a los municipios en la temática de arbolado público, conforme surge
del sitio web del organismo, reafirma el carácter excepcional que reviste la poda del
arbolado público, al señalar que "un árbol situado en un medio que le conviene y al
que se ha adaptado poco a poco, que no sufra coacciones especiales en
su expansión aérea o subterránea y que no presente señales de debilidad o de
ataques parasitarios, no necesita ni debe ser podado"; recuerda que "el árbol es un
todo, en que la parte aérea y radicular están íntimamente relacionadas, por lo que
cualquier acción sobre una de las partes repercute sobre la otra. Por lo tanto, si se
debe recurrir a la práctica de la poda, deben estar muy bien justificadas sus
razones, ya que en el medio urbano la poda no es necesaria..."(40).
De tal modo, la norma incorpora el principio de preservación de las características
morfológicas de las especies arbóreas, al disponer que solo por
situaciones excepcionales —interferencias de ramas con el cableado, intercepción de
luminarias, dificultades en la transitabilidad de vehículos o peatones en zonas urbanas
o perirubanas—, se autorizará la poda del arbolado público.
Además, conforme al citado principio de preservación del arbolado, la norma
reglamentaria señala que si bien, algunas situaciones que habilitan la poda de
ejemplares, no pueden efectuarse en una época determinada sino a lo largo de todo
el año, "será aconsejable la realización de las mismas en los meses de otoño
e invierno de cada año"(41).
3. Obligación de reponer los ejemplares extraídos
La norma reglamentaria establece que "la reposición de ejemplares se encuentra
ligada con la extracción, unido con la planificación de actividades que se hayan
diseñado. En esta planificación estará incluida la reposición o recambio de
ejemplares, ya que se buscará compatibilizar las condiciones medioambientales y el
nivel de urbanización existente, con los requerimientos y ventajas que brindan
diferentes especies, a los efectos de elegir aquellas de mejor adaptabilidad que
respondan a las necesidades y limitantes de cada lugar"(42).
La obligación de reponer a los ejemplares arbóreos extraídos por los
motivos excepciones contemplados por la ley, constituye aplicación del principio de
preservación del arbolado público que surge del plexo normativo provincial y que
encuentra sustento en la cláusula constitucional ambiental que consagra el derecho
de todos los habitantes a gozar de un ambiente sano y el deber de conservarlo y
protegerlo en su provecho y en el de las generaciones futuras (art. 28, Const. Prov.).
Algunos municipios, como por ejemplo Brandsen, en el marco del principio de
preservación del arbolado público, establece que "en todos los casos, la imperiosa
necesidad de extracción de un ejemplar arbóreo o vegetal en general, del espacio
público, por parte de personas físicas o jurídicas, oficiales o particulares, significará la
obligatoriedad indelegable de reponerlo con tres (3) ejemplares de la misma especie,
en el sitio que la autoridad de aplicación determine"(43).
La extracción y poda de ejemplares arbóreos, sin autorización de la dependencia
municipal competente; la tala y el daño al arbolado público, como así también la
omisión de reponer los árboles extraídos, configuran infracciones al ordenamiento
jurídico, cuya verificación y constatación, mediante la confección del acta
contravencional respectiva, estará a cargo del cuerpo de inspectores municipales,
dependencia que deberá elevar las referidas actas de infracción al Tribunal de Faltas
Municipal. La ley prevé que lo recaudado en concepto de las multas aplicadas, pasará
a integrar el "Fondo de Reforestación" para la ciudad(44).
4. Incumbencias municipales
El ordenamiento constitucional y legal de la Provincia de Buenos Aires, confiere a
los municipios potestades para regular variados aspectos de interés general que se
desarrollen en el espacio público local. La Carta Magna provincial establece que cada
Departamento municipal posee "las facultades necesarias para atender eficazmente a
todos los intereses y servicios locales..." (art. 191, primera parte) y que
son "atribuciones inherentes al régimen municipal" el "ornato" y "la vialidad
pública" (art. 192 inc. 4º).
En ese marco constitucional, la ley 12.276 señala la necesidad de que los
gobiernos municipales presenten anualmente un plan de forestación y/o reforestación,
para lo cual deberán contar en su presupuesto anual, con una partida destinada a tal
fin, para brindar a la comunidad la plantación de especies arbóreas y arbustivas
ornamentales que se instalarán en los lugares públicos, asegurando su manejo y
conservación(45).
La provincia a través del Ministerio de Asuntos Agrarios, cumple la función de
coordinación y asesoramiento técnico, estableciendo pautas orientativas para la
implementación del Plan Regulador del Arbolado Público que anualmente, deben
elaborar los municipios, informando a la autoridad provincial el programa de los
trabajos planificados para el próximo período(46). La autoridad provincial además
deberá promover el arbolado de las rutas, estando facultada para suscribir convenios
con las municipalidades, con la intervención de la Dirección de Vialidad, y con la
finalidad de atender la forestación en la jurisdicción provincial(47).
La norma legal dispone que los municipios serán los brazos ejecutores de la
normativa de arbolado público a través de un sector específico, el que estará dirigido
por un ingeniero forestal o ingeniero agrónomo con incumbencia forestal, elegido por
concurso de antecedentes y seleccionado por un tribunal de profesionales
especializados en tales disciplinas(48). Dicha dependencia municipal tendrá injerencia
en los trabajos de extracción, poda, reposición y forestación del arbolado
público existente en el radio urbano y rural, de la respectiva jurisdicción municipal(49).
La ley atribuye a la dependencia municipal con competencia en materia de
arbolado público, las siguientes funciones prioritarias: atender, controlar y supervisar
todas las áreas atinentes a la plantación, mantenimiento y protección del arbolado
público; elaborar un plan regulador público, de acuerdo a la ley y su reglamentación;
precisar tareas de conservación, adoptando las medidas necesarias en salvaguarda
de las plantaciones existentes; administrar los fondos que el presupuesto asigne
anualmente para la implantación, manejo y conservación del arbolado
público; intervenir en la selección y adquisición de ejemplares destinados a las nuevas
forestaciones o reposiciones; entre otras(50).
Merece destacarse la previsión contenida en el artículo 11 de la ley 12.276, en
cuanto prevé que "Los municipios podrán declarar de interés público aquellos árboles
o grupos de árboles que por su valor histórico, natural, cultural o estético deben
preservarse, debiendo adoptar las medidas necesarias y posibles que aseguren la
supervivencia de los ejemplares"(51).
La norma reglamentaria, establece las pautas generales para la elaboración del
Plan Regulador en el tratamiento y manejo del arbolado público, cuya aprobación
corresponde a cada una de las jurisdicciones municipales mediante las respectivas
ordenanza dictadas por el Honorable Concejo Deliberante. El Plan Regulador
contempla la caracterización del distrito de aplicación, teniendo en cuenta los
componentes climáticos, edáficos y poblacionales; urbanísticos, forestales (arbolados)
y orgánico-funcionales del municipio. En cuando a las "metas", el plan contempla la
realización de un inventario (censo); tratamientos mejoradores del arbolado existente;
reposición; recambio de especies decrépitas o perjudiciales; realización de cursos de
capacitación(52).
El reglamento dispone que "la realización de un inventario implica el relevamiento
del arbolado público existente en todo el ejido urbano (calles, avenidas, plazas y
paseos públicos) y peri-urbanos, con el objeto de determinar las especies, el número
de ejemplares por especie y total, el estado general y ciertas características asociadas
a cada uno de los lugares donde se encuentran implantadas". En consecuencia,
establece que el inventario resulta fundamental, como paso previo a cualquier tipo de
planificación, que el municipio proponga respecto del manejo y conservación del
arbolado(53).
De acuerdo al ordenamiento jurídico analizado, los municipios tienen bajo su
responsabilidad la conservación, el mantenimiento, la ampliación y el mejoramiento
del arbolado público, debiendo ejercer el control y la fiscalización del cumplimiento de
la normativa aplicable; y, en caso de constarse infracciones a la ley 12.276, su decreto
reglamentario u ordenanzas dictadas en su jurisdicción, el cuerpo de inspectores
municipales deberá labrar la respectiva acta de infracción que será remitida al
Tribunal de Faltas Municipales, para la aplicación de la pertinente sanción
administrativa, conforme al procedimiento previsto en el Código de Faltas Municipal,
decreto-ley 8751/1977 y normas modificatorias.
Este código establece que "las faltas municipales serán sancionadas con las penas
de amonestación, multa, arresto e inhabilitación, las que podrán ser aplicadas en
forma alternativa o conjunta" (art. 1º).
Toda vez que la preservación del arbolado público, se vincula con el deber que, por
imperativo constitucional, tienen los habitantes de la provincia, de conservar y
proteger el ambiente, en su provecho y en el de las generaciones futuras (art.
28, Const. Prov.), cabe destacar que el artículo 4º bis, incorporado al Código de
Faltas Municipales, por la Ley de Medio Ambiente 11.723, considera faltas de especial
gravedad, aquellas que atentaren contra las condiciones ambientales.
a. Bragado
Municipio ubicado en el centro noreste de la provincia de Buenos Aires, ha
legislado el acceso a la información pública en la ordenanza 3115/2003 compuesta
por 15 artículos.
Allí expone que sólo podrán obtener información los habitantes del municipio, que
el acceso a la misma será gratuito debiendo pagarse solamente el valor de las copias
en el caso de necesitarse. Prevé un costo especial en el caso de que la información
solicitada lo sea para fines lucrativos. Elemento que a nuestro criterio no desvirtúa
este derecho, sino que marca firmemente cual es su sentido; no el de trabajar para
que otros saquen provecho, sino informar lo que el Estado está haciendo a sus
ciudadanos.
Entiende como información a todos los actos y actividades del gobierno y exige
que debe ser publicado y actualizados los siguientes ítems:
1. Presupuesto de gastos y cálculos de recursos, aprobados, su evolución y estado
de ejecución.
2. Ordenanzas fiscal e impositiva, índices de cobrabilidad.
3. Programas y proyectos, sus presupuestos, plazos, ejecución y supervisión.
4. Llamado a licitaciones, concursos, compras, gastos y resultados.
5. Listado de funcionarios, concejales, empleados, situación de revista, categoría,
funciones y remuneraciones y la declaración jurada patrimonial cuando su
presentación corresponda por ley de la provincia.
6. Listado de beneficiarios de todos los programas asistenciales ejecutados por la
municipalidad.
7. Estado de cuentas de la deuda de la municipalidad, sus vencimientos y pagos.
8. Ordenanzas, decretos, resoluciones, disposiciones, marcos regulatorios y
cualquier otro tipo de normativa.
9. Índices, estadísticas y valores oficiales.
10. Marco regulatorio legal y contractual para la prestación de los servicios
públicos, condiciones, negociaciones, cuadros tarifarios, controles y sanciones.
11. Aquella otra información cuya obligada información sea dispuesta
especialmente en leyes nacionales y provinciales o en ordenanzas municipales.
En este sentido serán los departamentos del gobierno municipal, los organismos
centrales y descentralizados, las delegaciones municipales y los juzgados de faltas los
obligados en publicar esta información.
El pedido será realizado a la autoridad competente quien tendrá un plazo de 20
días para responder la solicitud, prorrogable por igual término, debiendo siempre la
prórroga estar debidamente notificada al solicitante, duplicando de esta manera el
tiempo de espera que estipula el decreto nacional 1172/2003.
Si en este plazo no hay respuesta, o si el funcionario no permite acceder a
la información, se podrá entender esto como una falta grave y se le podrá aplicar una
sanción al funcionario responsable.
Esta ordenanza deja expresamente estipulado que no es necesario tener
un interés legítimo para acceder a la información, pero no realiza lo mismo con la vía
judicial, debiendo el administrado agotar la vía administrativa para poder acceder a la
justicia como lo dispone el Código Contencioso Administrativo.
Finalmente como el principio general es la publicidad, el art. 10 se encarga de
enumerar las excepciones:
1. Información clasificada de secreta en resguardo de estrategias y proyectos
científicos, tecnológicos, de comunicaciones, industriales comerciales o financieros y
cuya revelación pueda perjudicar el interés municipal.
2. Información sobre la cual no se pueda vulnerar el secreto impuesto por leyes,
decisiones judiciales o administrativas u ordenanzas en casos particulares.
3. Información cuya divulgación pueda dañar o afectar el derecho a la intimidad de
las personas o poner en riesgo su vida o su seguridad.
4. Información cuya difusión pudiera perjudicar estrategias de la municipalidad en
procedimientos judiciales o de investigación administrativa.
5. Información cuya publicidad pusiera en riesgo la salud y la seguridad pública, el
medio ambiente y el interés público en general.
b. Cañuelas
El municipio de Cañuelas ubicado dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires,
a tan solo 60 km de Capital Federal, a través de la ordenanza 1970/2004 ha regulado
el derecho de acceso a la información pública.
Allí expone que cualquier tipo de documento escrito, fotográfico, grabaciones,
soporte magnético, digital o en cualquier otro formato, que haya sido creado, obtenido
o financiado total o parcialmente con presupuesto público que sirva de base a una
decisión de naturaleza administrativa y la decisión misma; incluyendo las actas de las
reuniones oficiales y también cualquier tipo de documentación, aún obtenida con
financiamiento privado, que cumpla fines o objetivos de carácter público, en la esfera
de cualquiera de los órganos descriptos en el artículo 4º, será considerado
como información pública que cualquier ciudadano de Cañuelas podrá solicitar.
Estipula que cualquier ente del cual se utilicen o provengan fondos públicos está
regulado por esta ley, y es por ello que en su artículo 4 se encarga de enumerarlos de
manera taxativa(3).
Continua exponiendo que el acceso a la información será gratuita, salvo que se
necesita su reproducción, la cual tendrá un costo tal, que no impida el acceso. Ya que
de tener un costo excesivo, el mismo tornaría meramente declarativo este derecho.
Cabe destacar, que la normativa determina claramente que solamente podrán
acceder a la información del Estado, los habitantes de Cañuelas, violando con ello el
principio general numero uno de los que ha instaurado la OEA sobre el derecho de
acceso a la información pública(4), ya que el mismo es para cualquier persona, sin
importar su lugar de residencia.
Respecto al pedido, el mismo debe ser realizado por escrito, debiendo la
administración responder en el plazo de 10 días, prorrogables por 5 más bajo
resolución fundada. Y solo podrá exceptuarse en los siguientes casos:
a) Información referida a datos personales de carácter sensible en los términos de
la ley 25.326 cuya publicidad constituya una vulneración con derecho a la intimidad y
al honor, salvo que se cuente con el consentimiento expreso de la persona a que
refiere la información solicitada;
b) Información que pueda ocasionar peligro a la vida o seguridad de la persona;
c) Información que comprometa los derechos e intereses legítimos de un tercero
obtenida en carácter confidencial;
d) Información preparada por los asesores jurídicos de la Administración municipal
cuya publicidad pudiera revelar la estrategia a adoptarse en la defensa o tramitación
de una causa judicial o divulgara las técnicas o procedimientos de investigación o
cuando la información privara a una persona el pleno ejercicio de la garantía del
debido proceso;
e) Cualquier tipo de información protegida por el secreto profesional;
f) Notas internas con recomendaciones u opiniones producidas como parte del
proceso previo al dictado de un acto administrativo o a la toma de decisión, que no
formen parte de un expediente.
En caso de que se niegue sin basarse en estos casos, se estará cometiendo una
falta grave y será sancionado el funcionario responsable, permitiendo al administrado
ejercer la vía judicial a través del amparo.
c. Chascomús
Ubicado en el kilómetro 123 de la ruta 2 este municipio, reguló el acceso a
la información pública a través de la ordenanza 3682/2005.
Allí indica que tanto la municipalidad como lo entes descentralizados están
obligados a entregar toda la información producida por el municipio, aun aquella que
fue producida por tercero con fondos estatales.
Dictamina que toda persona, sin importar su naturaleza, puede solicitar por escrito
o de manera oral la información, con el único requisito de constituir domicilio en el
municipio, teniendo la administración un plazo de 20 días, prorrogables por un plazo
igual, siempre bajo resolución fundada, para dar respuesta a la solicitud, y en caso de
no hacerlo será el funcionario responsable sancionado por haber cometido una falta
grave.
El acceso será gratuito, pero en caso de necesitar la reproducción la misma correrá
por orden y cuenta de los solicitantes.
Por otra parte deja en claro que el municipio no está obligado a
generar información que no posea, ni tampoco clasificarla según los solicita el
peticionante, sino que la dará en el estado en el cual se encuentre.
Solamente en casos específicos se puede negar el acceso y estos son:
a. Información que afecte los derechos de terceras personas;
b. Información preparada por asesores jurídicos o abogados del municipio cuya
publicidad pudiera revelar la estrategia a adoptarse en la defensa o tramitación de una
causa judicial o divulgare las técnicas o procedimientos de investigación o cuando
la información privare a una persona el pleno ejercicio de la garantía del debido
proceso;
c. Cualquier tipo de información protegida por el secreto profesional o por normas
provinciales y/o nacionales o abarcada por secreto del sumario;
d. Notas internas con recomendaciones u opiniones producidas como parte del
proceso previo al dictado de un acto administrativo o a la toma de una decisión que no
forman parte de un expediente;
e. Información referida a datos personales de carácter sensible —en los términos
de la ley 25.326— cuya publicidad constituya una vulneración al derecho a
la intimidad y al honor, salvo que se cuente con el consentimiento expreso de la
persona a quien refiere la información solicitada;
f. Información que pueda ocasionar un peligro a la vida o seguridad de una
persona;
g. Información sobre materias exceptuadas por leyes u ordenanzas específicas;
h. Información obrante en actuaciones que hubieren ingresado al Departamento de
Asuntos Técnicos para el dictado del acto administrativo definitivo; hasta el momento
de su publicación y/o notificación.
d. Lincoln
La Municipalidad de Lincoln fue un municipio de avanzada al legislar este derecho
en el año 2002 mediante la ordenanza 1553/2002. Cabe destacar que el Ejecutivo
nacional lo hizo en el año 2003 y el provincial en el año 2004.
Esta ordenanza parte del principio de que todo lo que realiza el municipio
es información pública y que todo ciudadanos tiene derecho a saber que hace el
municipio. Así permite que cualquier persona, sin importar su lugar de residencia
puede peticionar por escrito, teniendo un plazo de 10 días para contestar,
prorrogables por igual término bajo resolución fundada, y en caso de no hacerlo se
sancionará el funcionario como si fuera una falta grave y se permitirá al administrado
comenzar la vía judicial por medio de la figura del amparo.
Esta ordenanza al igual que la de Chascomús deja en claro que no está obligado el
municipio a generar información que no tenga, sólo la brindará en las condiciones en
la que se encuentre.
La negativa solo podrá ser dada en los siguientes casos:
1) Cuando afecte la intimidad de las personas, ni esté contenida en bases de datos
de domicilios y teléfonos.
2) De terceros que el Municipio de Lincoln la hubiere obtenido en carácter
confidencial.
3) Cuya publicidad pudiere revelar la estrategia a adoptarse en la defensa a
tramitación de una causa judicial, o de cualquier tipo que resulte protegida por el
secreto profesional.
4) Contenida en notas internas con recomendaciones u opiniones producidas como
parte del proceso previo a la toma de decisión de Autoridad Pública que no formen
parte de expedientes.
5) Sobre materias exceptuadas por leyes específicas.
Pero en caso de que no sea la totalidad de la información la que contenga datos
restringidos, deberá darse la que no afecte ninguno de estos 5 incisos.
f. Morón
Este municipio es el primero en generar la Oficina de Acceso a la Información
Pública(5), cuyo fin es:
a) Recibir toda solicitud y/o consulta sobre información del Departamento Ejecutivo
que fuera peticionada en los términos de la ordenanza 7187/2005 y que no pueda ser
recabada por el procedimiento ordinario.
b) Impulsar las actuaciones derivadas de toda solicitud de información realizada en
forma verbal o escrita en los términos de la referida ordenanza.
c) Brindar al interesado y/o poner a su disposición la información solicitada, previo
dictamen de las áreas con incumbencia de que la misma no se encuentra alcanzada
por algunos de los supuestos de excepción previstos en la normativa vigente.
d) Sugerir a las diferentes áreas del Departamento Ejecutivo la instrumentación de
políticas destinadas a garantizar la aplicación en forma eficaz y eficiente de la
ordenanza 7187/2005.
e) Disponer en general, toda acción necesaria a efectos de dar efectivo
cumplimiento de la ordenanza de acceso a la información pública.
Dejando así marcado su interés para que el acceso no sólo dependa de la acción o
no de los funcionarios, sino que haya una dependencia externa al lugar de donde
proviene la información que se encargue de controlar desde adentro que
la información se entregue.
Por otra parte, a través de la decreto 992/2005, se reguló el acceso a
la información pública. Allí se prevé que el acceso será para cualquier persona sobre
toda la información que se encuentre en el municipio y su Concejo Deliberante, que el
mismo será gratuito, salvo en caso de necesitarse copias que correrá por cuenta del
peticionante. A su vez, da un plazo de 30 días para obtener una respuesta, exigiendo
agotar la vía administrativa en caso de negación para poder accionar judicialmente.
En caso de negarse la información, la misma debe ser de manera fundada y en
caso de no hacerlo el funcionario a cargo de la dependencia podrá ser sancionado de
acuerdo a la legislación vigente.
En caso de que la negación esté fundada, la misma debe ser solamente bajo estos
supuestos:
a) Información que comprometa los derechos o intereses legítimos de un tercero.
b) Información preparada por asesores jurídicos o abogados del municipio cuya
publicidad pudiera revelar la estrategia a adoptarse en la defensa o tramitación de una
causa judicial o divulgare las técnicas o procedimientos de investigación o cuando
la información privare a una persona el pleno ejercicio de la garantía del debido
proceso.
c) Cualquier tipo de información protegida por secreto profesional o por normas
provinciales y/o nacionales o abarcada por secreto del sumario.
d) Notas internas con recomendaciones u opiniones producidas como parte del
proceso previo al dictado de un acto administrativo o a la toma de una decisión, que
no formen parte de un expediente.
e) Información referida a datos personales de carácter sensible —en los términos
de la ley 25.326— cuya publicidad constituya una vulneración del derecho a
la intimidad y al honor, salvo que se cuente con el consentimiento expreso de la
persona a que se refiere la información solicitada.
f) Información que pueda ocasionar un peligro a la vida o seguridad de una
persona.
g) Información sobre materias exceptuadas por leyes u ordenanzas específicas.
h) Información obrante en actuaciones que hubieren ingresado al Departamento de
Asuntos Técnicos para el dictado del acto administrativo definitivo, hasta el momento
de su publicación y/o notificación".
g. San Isidro
El municipio ubicado al norte de la Capital Federal ha legislado el derecho de
acceso a la información pública por medio de la ordenanza 8042/2004.
Allí si bien se expresa que toda persona puede acceder a la información creada y
almacenada por el municipio lo cierto es que al momento de reglamentar este derecho
deja claro que sólo podrán solicitar la información personas que residan en el
municipio, debiendo cumplir con lo normado por los capítulos V, VI y VII de la Ley de
Procedimiento Administrativo de la Provincia de Buenos Aires, demostrando así una
gran limitación a este derecho.
Por otra parte, el acceso será gratuito salvo que se necesite su reproducción, la
cual debe correr por costo del peticionante.
Luego de la solicitud, la misa debe ser respondida en el plazo de 20 días, siendo
este prorrogable por uno igual siempre bajo resolución fundada. En caso de no
cumplirse, esta ordenanza habilita la acción judicial por medio del amparo.
V. PALABRAS FINALES
Pensar el acceso a la información pública municipal, es imaginar una
pirámide invertida. ¿Y por qué digo esto? Porque, en el mundo es basta la normativa
que regula y defiende el acceso a la información pública(12), se han esgrimido
principios rectores(13), ha habido resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos destacando la importancia como un derecho humano fundamental para la
democracia(14).
A nivel Nacional también existen diversas normativas(15)y fundamentos
constitucionales que amparan este derecho(16), la Corte Suprema de la Nación ha
definido el acceso a la información en poder del Estado como el derecho que tiene
toda persona de conocer la manera en que sus gobernantes y funcionarios públicos
se desempeñan(17).
Ya a nivel provincial este marco normativo merma, teniendo reconocimiento
constitucional en un solo artículo(18), una ley provincial con su respectivo decreto
reglamentario(19)para desembocar a que de los 135 municipios que conforman la
provincia solo 9 han legislado y articulado cómo se puede peticionar información
pública.
Por lo cual, a la hora de presentarse ante las autoridades, los administrados
muchas veces deben articular sus peticiones basándose no en una normativa
específica del municipio, sino en la ley provincial y anclarse en principios
constitucionales que en la mayoría de los casos, como por ejemplo en los
fallos expuestos, termina con el rechazo por parte de la administración y con la
concesión por parte de la justicia.
Pero no se puede pensar este derecho por vía judicial, ya que en todos los niveles
(internacional, nacional, provincial y municipal) queda claro que esta vía no es la
correcta para ejercer este derecho. Sino que el mismo debe ser expedito y de fácil
acceso para que no se torne meramente declarativo.
Así saber cuáles son los actos de gobierno y poder controlarlos a nivel municipal
es una tarea ardua que depende más de la voluntad del administrado que de la
obligación que tiene el municipio para llegar a una transparencia activa, en la cual
sean los municipios quienes brinden la información sin la necesidad de que el
ciudadano tenga que recurrir a la justicia para ello.