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¿Por qué, de repente, hay tantos líderes empresariales de éxito que instan a sus empresas y
compañeros a cometer más errores y asumir más fracasos?
En junio, incluso mientras su empresa disfrutaba de un éxito sin precedentes en cuanto a número
de suscriptores, al CEO de Netflix, Reed Hastings, le preocupaba que su increíblemente valioso
servicio de streaming tuviera demasiados programas de éxito y apenas cancelara nuevas
producciones. "Nuestro porcentaje de acierto es muy alto en este momento", dijo en una
conferencia de tecnología. "Tenemos que correr más riesgos [...] para intentar cosas más atrevidas
[...] deberíamos tener una tasa de cancelación general más alta".
Incluso el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, posiblemente el empresario más exitoso del
mundo, argumenta de la manera más directa posible que el crecimiento y la innovación de su
empresa se basan en sus fracasos. "Si vas a hacer apuestas audaces, van a ser experimentos",
explicó poco después de que Amazon comprara Whole Foods. "Y si son experimentos, no sabes de
antemano si van a funcionar. Los experimentos son, por su propia naturaleza, propensos al
fracaso. Pero unos pocos éxitos grandes compensan las decenas y decenas de cosas que no salen
bien".
El mensaje de estos CEO es tan fácil de entender como difícil de poner en práctica para la mayoría
de nosotros. No puedo decirle cuántos líderes empresariales y organizaciones conozco que
defienden las virtudes de la innovación y la creatividad. Sin embargo, muchos de estos mismos
líderes y organizaciones viven con miedo al error y la decepción, razón por la tampoco logran
muy poca creatividad e innovación. Si uno no está dispuesto a fracasar, no estará preparado para
aprender. Y a menos que las personas y las organizaciones logren aprender a la misma velocidad
que el mundo cambia, tampoco lograrán crecer y evolucionar.
Esa es una lección que vale la pena aplicar a los negocios también. El CEO de Domino's Pizza desde
2010, Patrick Doyle, ha tenido una racha de siete años de las más exitosas de cualquier dirigente
empresarial en cualquier campo. Pero todos los triunfos de su compañía, insiste, se basan en la
voluntad de asumir y enfrentarse a la posibilidad de errores y decisiones equivocadas. Durante
una presentación a otros CEO, Doyle describió dos grandes desafíos que se interponen en el
camino de las empresas y las personas más honestas respecto al fracaso. El primer desafío, dice, es
algo que él llama "el sesgo por omisión": la realidad de que la mayoría de las personas con una idea
nueva decide no sacarla adelante porque si lo intenta y no funciona, el revés podría perjudicar su
carrera. El segundo desafío consiste en superar lo que llama " la aversión a la pérdida": la
tendencia de la gente a jugar para no perder lo que se tiene en lugar de jugar para ganar lo que no
se tiene porque, explica, para la mayoría de nosotros "el dolor de la pérdida es el doble que el
placer de ganar".
Crear "el permiso para fracasar es energizante", explica Doyle. También una condición necesaria
para el éxito. Por eso tituló su presentación, con permiso de la película Apolo 13, "El fracaso sí es
una opción". Y esa puede ser la lección más importante de todos. Pregúnteselo si no a Reed
Hastings, Jeff Bezos o al nuevo CEO de Coca-Cola: no hay aprendizaje sin fracaso, no hay éxitos
sin contratiempos.
Bill Taylor es el cofundador de Fast Company y el autor, más recientemente, de Simply Brilliant:
How Great Organizations Do Ordinary Things in Extraordinary Ways. Para más información, acuda a
www.williamctaylor.com.