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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Mir por la Traducción,


Maria por la Corrección, Laavic por la
Diagramación y Angiee por la Corrección de la
Traducción y la Lectura Final de este Libro para
El Club De Las Excomulgadas…

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que
nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
Advertencia: Contiene ratas como mascotas, calientes compañeros de casa que son
celebridades en YouTube, y una novia rechazada a punto de desquitarse...

Trabajar en una tienda de pasteles de bodas apesta cuando acabas de ser


abandonada.

Bailey Frost tiene una receta para el desastre: un ex infiel, un gran vaso de licor, y
tres amigos bienintencionados de sexo masculino, que piensan que su falta de una

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vida sexual es divertida. Antes de darse cuenta, ha confesado que nunca ha tenido
un orgasmo con un hombre.

Ahora, Bailey tiene que atender a las parejas cursis en el trabajo, mientras sus
amigos están empeñados en ayudarla a conseguir la venganza sobre el malvado
Craig... vistiéndose como hombres-lobo, en YouTube.

Y uno de esos amigos… Linc, el chico alto, tímido pero hermoso, podría desear
ayudar a Bailey con el otro pequeño problema...

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Uno
Cuatro días, tres horas y aproximadamente cuarenta y siete minutos. Ese era el
tiempo que había pasado desde que me había dejado Craig.

Es solo que ya no funciona, había dicho.

Metí un oso de peluche en la caja, el que sostiene el corazón rojo de satén por
nuestro primer mes aniversario. ¡Puaj!... polvo. Así es, idiota. Me ahogo con los
recuerdos. Saben como la comida de tu madre, por cierto.

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No puedo darte lo que quieres, dijo también.

¿Cómo lo sabía, exactamente? ¿Cómo lo sabía cuando ni siquiera me lo había


preguntado? ¡Plaff! Allí fueron los vasos pintados y la botella de champán vacía del
último Día de San Valentín. Nunca me gustaron de todos modos. Eran de mal
gusto.

Realmente me gustaría que siguiéramos siendo amigos…

En primer lugar, nunca fuimos amigos. Idiota oportunista. ¡Crack!. Allá fueron los
portarretratos. Ahora que lo pienso, su cara se veía mejor así…

No, no lo hacía. Oh, mierda. Él estaba fuera de mi alcance desde el principio.

— ¡Bailey!

La puerta se estremeció cuando Tom la golpeó, y yo salté de la cama.

— ¡No entres todavía! —grité, buscando los pañuelos de papel. Él no iba a verme
llorando. De nuevo. Nah-ah.

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El Club de las Excomulgadas
—Sabemos que estás pensando de nuevo en Craig—dijo—. Las pizzas acaban de
llegar y compramos Jägermeister1.

—No tengo hambre.

El mango crujió, y su despeinada mata de pelo apareció por la puerta. Vio mis
mejillas húmedas de inmediato, y allí estaba, el combo para un puñetazo, un gesto
en los labios y los ojos en blanco. Lástima y simpatía. Puaj.

—No puedes estar triste por ello para siempre.

—No lo estoy. Mira. —Sacudí la caja llena de basura rota—. Ya estoy en la etapa

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del enojo. Estoy haciendo un buen progreso.

—Sin dejar de llorar, sin embargo —dijo.

Hice un triste intento de hacer un movimiento con la mano, como si se tratara de


una garra.

—Son lágrimas de... ya sabes, rabia.

—No hay tanta furia en el infierno como el de una mujer desdeñada, ¿eh? —Le dio
un puntapié a un gran Winnie the Pooh decapitado—. ¿Qué te hizo este pobre
diablo?

—Es de nuestro viaje a Euro Disney. En el que pensé que iba a... ya sabes... pro-
propo... —No, esto no era bueno. Más lágrimas. Posiblemente mocos. Era
simplemente embarazoso—. ¡Lo siento!

—Por Dios, Bailey. —Me pasó otro pañuelo y luego me levantó—. Te daría un
abrazo, pero ambos sabemos que soy una mierda consolando. Además, —Me miró
furtivamente— estoy en una nueva rotación de obstetricia y no me he lavado las
manos todavía.

1
Tipo de licor fabricado en Alemania.

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El Club de las Excomulgadas
Hice una mueca de disgusto. —Porque nada anima a una chica como el eau de split
vag2.

—Precisamente.

—Pervertido. —Inhalé. Quiso tocar mi nariz y me alejé de inmediato.

—Ven a tomar una copa. Te sentirás mejor.

—No, no lo haré.

Me arrastró tomándome por la muñeca. —Toma una de todos modos.

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Tom me llevó hasta la cocina, me situó junto a una caja de pizza increíblemente
grande, y luego se fue a tomar una ducha. Levanté la tapa con la punta de un dedo,
y el rico olor a levadura me revolvió el estómago.

Tal vez sólo un vaso de agua, entonces.

— ¡Bailey! ¡Estás viva! —Olly me levantó en un rudo abrazo de oso—. Pensamos


que habías sido devorada por los gnomos de la autocompasión.

— ¿Existen los gnomos de la autocompasión?

—Mmph. —Masticó un pedazo de pepperoni—. Ellos montan sobre los búhos de


la desesperación.

— ¿Están en tus vídeos?

—No. Pero deberían estarlo. —Apuntó con un dedo hacia mí—. Tu dolor es
inspirador, Bails. Me gusta eso.

Le habría golpeado, pero eso nunca parecía hacerle nada. Le gustaba, en realidad.

—Me alegra poder ser de utilidad.

2
Eau de split vag: agua de colonia con esencia a vagina.

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Olly y su amigo Linc eran héroes de Internet. Habían comenzado a hacer parodias
de tipo paranormal en YouTube, justo antes de que me mudara… demonios,
vampiros, ese tipo de cosas. Todo estalló como una locura, y de repente,
empezaron a tener contratos de publicidad y la gente copiaba sus canciones. En la
actualidad, estaban diseñando una nueva línea de hombres-lobo metrosexuales.

Así es, mi compañero de piso era una celebridad de la lista Z de pseudo-


intolerantes. Esto era, posiblemente, lo único que tenía a mi favor. No. Debes. Llorar.
De. Nuevo.

— ¿Vas a tomar una copa? —Olly movió la botella de Jägermeister frente a mi


cara—. Lo compramos sólo para ti.

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—No, no lo hicieron —me burlé.

—Bueno... no toda, ¿de acuerdo? Pero sólo hubiera sido Jack3 si no estuvieras tan
triste. Compramos algo de mejor calidad para levantarte el ánimo.

—Ya conoces cuan baja es mi tolerancia al alcohol.

—Es por eso que va a ser tan divertido. —Me dio una palmadita en el hombro—.
¿Sólo una?

Suspiré.

—Vayamos, entonces.

Olly vertió el licor marrón en un vaso, y lo bebí en un ardiente y amargo trago.


Todo mi cuerpo se estremeció.

— ¿Estás seguro de que tengo que beber eso directamente? —tosí.

Sus ojos se movían para evitar los míos. —Nop.

—Voy a tomar una ducha. Gracias por envenenarme.

3
Referencia a la marca de whisky americana Jack Daniel`s.

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Mi cabeza ya estaba dando vueltas. Cuando dije que mi tolerancia al alcohol era
baja, no estaba exagerando. Tropecé con Tom cuando salía del baño.

— ¿Pensabas unirte a mí? —Tenía una toalla alrededor de las caderas, y su cabello
húmedo estaba echado hacia atrás.

—Tu virilidad es difícil de resistir. —Apreté el bíceps que me ofrecía, de manera


obediente—. ¿Es seguro entrar allí?

—Tan seguro como puede serlo en cualquier otro momento.

Se supone que las duchas te hacen sentir mejor, ¿no? Te quitas el día de encima.

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Enjabonas tus problemas. Te quitas a un hombre de la cabeza al lavarte el cabello
(¡chasqueo tipo Oprah!). Entonces, ¿por qué, después de por lo menos catorce libras
de Clinique, sigo sintiéndome como si estuviera siendo raspada por los zapatos de
Craig?

Me unté crema hidratante de coco, me puse un pijama de raso, y peiné los rizos de
mi pelo. Lo único que el Jäger había hecho era darme un dolor de cabeza. ¿Qué era
ese incesante…?

… oh, el timbre de la puerta. Genial.

Los chicos nunca abrían la puerta a menos que estuvieran esperando comida. Era
una regla no escrita, algo así como: “Bailey siempre trae la tarta sobrante de su
trabajo, y alimentamos con ella a sus ratas cuando ella no está mirando.”

Metí mi cabello en un moño y arrastré los pies hacia el ruidoso timbre. Todavía no
estaba segura de por qué escogimos uno de tipo musical con la melodía del
Fantasma de la Ópera. En la oscuridad, se volvía espeluznante.

Linc llenó la entrada, todo hombros, hoyuelos, y rizado pelo negro.

—Hola —dijo, luciendo torpemente sorprendido. No es que fuera algo personal.


Linc (oln) siempre lucía así. Era algo característico en él.

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—Puedes entrar, ¿sabes? —Me aparté hacia un lado y él asintió.

—Sí. Está bien.

Él prácticamente vivía con nosotros, de todos modos. Debido al sitio web que tenía
con Olly.

—Adelante entonces —le dije.

Entró, y puse el cerrojo a sus espaldas.

— ¿Tuviste un buen día? —pregunté.

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—Maté a algunos servidores4. Tenía que hacerlo, pero entonces no volverían a estar
en línea... y luego... —Jugó con su cabello—. Entonces nos detuvimos en
McDonalds y volvimos a casa.

—Suena muy agitado. Tal vez si tus caniches gay son un éxito, puedas dejar tu
trabajo de día, como Olly.

—Son hombres-lobo afeminados. —Sonrió ligeramente y todo su rostro se


iluminó—. Pero sí. Crucemos las patas.

Apenas había cerrado la puerta de mi habitación, cuando lo escuché hablar con


Olly en la cocina.

— ¿Qué pasa con Bailey? Ella está... triste.

—Oh. —Olly habló con la boca llena de pizza de nuevo—. Ese cabrón la dejó.

—Mierda —siseó Linc entre dientes—. ¿Está bien?

—Estuvieron juntos cerca de dos años. ¿Crees que está bien? Aún así, —Más
masticación— el tipo le ha hecho un favor. Quiero decir, él se quedaba a menudo y
nunca había mucho en el departamento del bow-chic-a-wow-wow5, ¿eh?

4
En informática, un servidor es una computadora que, formando parte de una red, provee
servicios a otras computadoras denominadas clientes.

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Se echaron a reír con esa risa varonil y servil, que hacen los hombres cuando un
futbolista falla un gol.

¿Nos habían escuchado a mí y a Craig teniendo relaciones sexuales? ¿El sonido


había sido tan alto? ¿Por qué esto no había sido mencionado en algún juego de
palabras de chicos, de tipo pasivo-agresivo?

Linc rió disimuladamente.

—Oh, hombre. Eso es un golpe bajo.

— ¡Sin embargo es cierto! Vamos, estabas aquí en muchas de las ocasiones.

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Crujido… crujido... crujido... lo siento, nena.

¡Oh, Dios mío! Como si las cosas no estuvieran lo suficientemente mal.

—Si mi novia se pareciera a Bailey, querría que ella al menos, ya sabes, se diera
cuenta de que la estoy follando —dijo Olly.

Linc se aclaró la garganta. —Tu novia se parece a Lucy Liu6.

—Lo sé. ¡Tengo una suerte increíble! Vamos a comer.

No podía sentarme. No podía pensar. Estaba tan avergonzada, y tan... furiosa.

Puse música, para no oír nada más que ellos dijeran… era tan difícil no escuchar.
Desparramé mis cuadernos de apuntes en el suelo y traté de pensar en algunos
nuevos diseños para la ridícula torta de boda que quería uno de nuestros clientes,
pero no se me ocurría nada. Al final, abracé al Pooh sin cabeza contra mi pecho, y
emití otro gran sollozo en la abultada cavidad de su cuello.

¿Había sido Craig realmente tan malo en la cama? Está bien, él no duraba mucho
tiempo, pero eso era un cumplido, ¿verdad? Era generoso con los juegos previos... a
veces. Y yo nunca había sido una gritona. No era su culpa…

5
En el argot estadounidense, esta expresión hace referencia a los encuentros, actos o intenciones
sexuales.
6
Actriz norteamericana de ascendencia oriental.

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Argh. No. Estaba demasiado molesta. No podía quedarme aquí.

Salí y me serví un gran vaso de Jäger y limonada. Luego encontré a los chicos en la
sala, reclamé el último trozo de pizza, y me metí entre Linc y Tom.

— ¿Has decidido honrarnos con su presencia, entonces? —dijo Tom.

—Me habría quedado en mi habitación, si me hubiera dado cuenta que estaban


jugando este horrible juego de nuevo. —Hice un movimiento con la cabeza hacia el
enorme televisor—. Saben que hoy están pasando Glee7, ¿no?

Linc me dio un codazo.

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—Si insultas al Assassin’s Creed8 de nuevo, entonces puede que me vea obligado a
hacerte cosquillas.

—Estoy a punto de tomarme medio litro de un alcohol asqueroso. Si me haces


cosquillas, voy a vomitar.

Olly se echó a reír.

—Palabras con clase de una dama con clase.

—Vete a la mierda —me quejé.

Al final, me llevó casi una hora terminar mi bebida… era tomarlo con calma, o
desmayarme. Mientras tanto, comí apresuradamente la pizza. Estaba fría, y no tan
buena como parecía, pero el queso es una de las mejores cosas para reconfortar a
una chica durante una ruptura. Les di una paliza a Tom y a Linc en el juego
Tekken9, hasta que probaron mi dolor, y me emborraché lenta y tranquilamente.

Ya lo he dicho antes, mi cuerpo no sabe qué hacer con el alcohol. Cuando éste se
filtró en mis venas, hubo momentos en que no sólo pensé, sólo por un segundo, que

7
Serie de televisión Norteamericana, de tipo comedia-musical.
8
Serie de videojuegos de acción-aventura histórica, con tintes de ciencia ficción.
9
Saga de videojuegos de lucha.

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los gnomos de la autocompasión existían, sino que en realidad tuve miedo de ellos,
y por lo tanto retrasé irme a dormir.

Si no conociera mejor a los chicos, hubiera sospechado que pusieron droga en mi


bebida. Afortunadamente, ellos me conocían aún mejor, y se daban cuenta de que
no necesitaba más que unas pocas medidas para ponerme completamente ebria.

En cierto momento, traté de levantarme y caí de rodillas.

—Me siento rara.

—Tranquila —dijo Olly—. Es terapéutico. Confía en mí, te sentirás completamente

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purgada en la mañana.

— ¿Es esa otra manera de decir que voy a ser violada por mis amigos, cuando no
esté en condiciones de oponerme?

Tom sonrió.

—Es una buena idea. Pero no.

—Bueno, tal vez deberías hacerlo. —Suspiré—. Entonces, Linc y Olly pueden
quedarse afuera y escuchar.

Silencio.

¡Ouch!

—Oh. —Linc se movió, cruzando sus gruesos antebrazos—. Nos escuchaste antes,
entonces.

—Los escuché hablando pestes de mi ex, síp.

—Somos tus amigos —protestó Olly—. Se supone que hablemos pestes de él.

—Sí, pero, pero…

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—Pero nada. Admítelo. Craig era una mierda en la cama.

La sangre resonó en mis oídos, mientras miraba de Olly a Linc, y de nuevo a Tom.

—Tiene esa mirada otra vez —dijo Tom.

Parpadeé.

— ¿Qué mirada?

—La que dice que desearías tener unas quejosas amigas para chillar, hacerse
máscaras faciales y toda esa mierda —dijo Tom.

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—No lo hago.

Es cierto, los chicos eran mis amigos más cercanos. Conocí a Tom y Olly durante
nuestra primera semana en la universidad, y simplemente encajamos de esa manera
cómoda y fácil. Linc, una noche fue arrastrado a casa desde un bar, y se convirtió
en miembro honorario por asociación. Tengo suficiente frivolidad de color rosa en
el trabajo, y tener amigas nunca me pareció tan importante.

En los últimos días, sin embargo, podría haber tenido fantasías acerca de ir de
compras con una chica rubia que me ayudara a elegir zapatos, nos hiciéramos
juntas las uñas, y luego volviéramos a casa y quemáramos a Winnie the Pooh,
mientras decidiéramos a qué miembro del reparto de Twilight10, nos gustaría
hacerle cosas malas con un tubo de…

— ¿Ves? —Dijo Tom—. Estaba en lo cierto.

—No necesito amigas para animarme —insistí.

Olly cambió su control de PlayStation por una botella de cerveza.

—Entonces habla con nosotros, retrasada.

10
En español: Crepúsculo. Se refiere a la película americana basada en la novela romántica
vampírica del mismo nombre, escrita por Stephenie Meyer.

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Me encogí de hombros.

—No sé de qué tengo que hablar.

—Podemos comenzar por lo mierda que era en la cama. Porque sabes que lo era,
¿verdad? Nunca te escuché emitir ni un sólo sonido.

—No todas las mujeres gimen hasta derrumbar la casa —repliqué.

—Entonces, ¿cuál era tu promedio de orgasmos al follar? —dijo—. Adelante.

Linc hizo una mueca.

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— ¡Olly!

— ¿Qué? ¡Si yo fuera una chica, podría preguntar eso! Debido a que sería por la
hermandad de chicas. Gah.

Había bebido demasiado Jäger para estar respondiendo preguntas tan riesgosas.

—Vamos —dijo Tom—. Satisface a Olly. Él piensa que te está haciendo un favor...
y yo soy un entrometido.

—Yo también. —Linc hizo un único asentimiento.

— ¿En serio? —Robé un trago de la cerveza de Olly para calmarme. No lo logré—.


Yo... um…

—Como si no lo supieras. —Se rió Olly.

Una mano, grande y cálida, tapó mis ojos.

—Está bien —susurró Linc. Su aliento era caliente sobre mi cuello—. Ahora no
tienes que mirarlo mientras lo dices.

¿Cómo sabía que estaba tan avergonzada?

—Cero —chillé.

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—Al igual que... ¿cero orgasmos? —dijo Tom.

Asentí con la cabeza, y con la admisión, quité la palma de Linc con un agradecido
intento de sonreír.

— ¿Él nunca hizo que te corrieras, ni siquiera una vez? —Olly me miró como si me
hubiera transformado en un pepino.

—No. —Te culpo, Jäger. A ti y tu borrachera—. ¿Por qué están mirándome así?

— ¿Ni una sola vez?

— ¡Eso es lo que he dicho!

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—Pero... pero... —Olly se encogió de hombros—. Sabes que eso no es justo,
¿verdad?

—Es normal. —Había leído sobre ello en Internet, sabía de que se trataba—.
Quiero decir, para algunas chicas, simplemente no sucede...

—Está bien. Espera un minuto. —Se inclinó hacia delante, y colocó los codos sobre
las rodillas—. ¿Quieres decir que nunca has tenido ninguno en absoluto?

—No con un hombre —murmuré.

— ¿Quieres que te tape los ojos otra vez? —susurró Linc.

—No. Esto es igual de humillante en la oscuridad, en realidad. —Me mordí el


labio—. Gracias por ofrecerlo, sin embargo.

Ahora Tom también tenía esa mirada de “ella es un pepino”.

—Así que, ya sabes, por interés, ¿cuántos chicos han habido?

¿Qué tenía que perder ahora?

—Cuatro.

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Olly sonrió.

— ¡Pícara descarada!

— ¿Qué? Tengo veinticuatro años. Ese es un buen número.

—Eso es cierto. Aún así. —Olly sacudió la cabeza—. No puedo creer que nunca te
hayas vuelto contra alguno de ellos y le hayas dicho que no estaba haciendo el
trabajo.

¿Cuán ruborizada estaría en este momento? Algo entre el rojo de una lata de Coca-
Cola y el fucsia de Laura Ashley11?— No me di cuenta que se suponía que debían

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hacerlo. —Los miré—. Vamos. No puede ser que todos lo estuvieran haciendo mal.
¿Sus novias siempre...?

—No es que quiera presumir de mi tasa de éxito, ni nada. —Olly hizo sonar sus
dedos antes de flexionarlos—. Pero no puedo decir que esté ni un poco cerca del
nivel de decepción de Craig.

—Olly Harris, el susurrador de coños. —Tom comenzó a reírse, y Linc se


desplomó sobre su hombro, uniéndose a él.

—Tengo los movimientos. —Olly sopló en su puño—. ¿Qué puedo decir?

— ¿Qué movimientos? ¿Cuál es ese truco maravilloso que todos ustedes usan, que
yo claramente ignoro?

Tom tomó un trago de cerveza para recobrar la compostura.

— ¿Honestamente? ¿En mi experiencia? Quiero decir, no soy médico todavía, pero


creo que sólo se necesita un poco de perseverancia.

Oh. Eso podría explicar algunas cosas. Tal vez.

11
Diseñadora y mujer de negocios británica.

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—Toma tiempo, a veces —dijo Olly—. Pero tienes que encontrar los botones antes
de que puedas presionarlos, por así decirlo. Preferiblemente antes de que se te
acalambre la mano.

—O el cuello —dijo Tom.

—Es mejor si obtienes alguna respuesta. Es como los videos que hacemos Ol y yo.
—Linc hizo una pausa—. Cuanto mejor es la reacción que obtienes por la primera
parte, más disfrutarás haciendo la segunda parte, y luego...

—Se vuelve aburrido si ella no está haciendo nada —interrumpió Olly—. Estás
como… ¡Demonios, no estamos planchando ropa!

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Sí, porque esto estaba haciendo crecer mi confianza.

Tom rió entre dientes otra vez.

— ¿Sabes lo que necesitas, Bailey?

—Continúa.

—Un montaje12.

Los tres chicos se desternillaron de risa, y no pude evitarlo, comencé a reír con
ellos. A la mierda con la hermandad de mujeres. Me gustaba mi acogedora
hermandad de hombres, incluso si me emborrachaban y forzaban a hacer
confesiones vergonzosas.

—Deberías tomar otra copa, Bails —dijo Olly—. Si nos encuentras divertidos,
entonces es obvio que el efecto está mermando.

—No, yo sólo... si no me río, podría llorar de nuevo. Me siento como un caso triste.

12
Video (usualmente publicado en YouTube), con fotos, video clips o ambos, con música y/o edición. Generalmente se usa
para mostrar las habilidades (pero también puede hacerse para el disfrute) en un videojuego.

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—No estás triste. Te dejaron, y resulta que tu vida sexual es lamentablemente
escasa. Pero todavía tienes todos tus impresionantes pasteles. —Olly me dirigió un
guiño valiente.

—Y un genial par de pechos —añadió Tom.

—Y piernas bonitas. —Linc lucía casi tan avergonzado diciendo eso, como yo
escuchándolo.

Subí las rodillas hasta la barbilla y hundí la cara. Se podría pensar que en los cinco
años que había estado cerca de estos chicos, algo sexual podría haber sucedido.
Sería lógico, puesto que todos ellos tenían penes y yo tengo partes de chica. Pero

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simplemente... no. Nunca fue así. No es que me trataran como a un compañero de
pene, ellos se referían a mi condición de mujer débil al menos dos veces al día. Pero
ese tipo de cosas realmente nunca surgió, por la razón que fuera. Y yo no estaba en
el momento mental correcto para aceptar un cumplido.

Estúpido Craig, violador de burros, sustituyendo un diamante por un Pooh.

—Así que, ¿qué sugieren que haga, entonces? —dije finalmente—. ¿Salir y acosar a
los hombres hasta que encuentre uno con tu potencia sexual, Ol?

—Oh Dios, no lo sé. —Puso los ojos en blanco hacia mí—. Quiero decir, podrías
hacer todo tipo de cosas raras como no dejar que te hagan sexo oral, o en realidad
podrías no saber dónde está su clítoris.

—O a veces, está demasiado peluda y desearías que no te hubiera dejado hacerlo —


dijo Tom con tristeza.

—No soy un bicho raro —murmuré—. Ni tampoco soy tan peluda.

—No es que el pelo sea malo —dijo Olly rápidamente—, sólo que nadie quiere
quemaduras por fricción. O ser transportado de repente al desierto de Mongolia,
cuando ella se quite sus bragas.

— ¿Saben?, creo que me voy a ir a la cama, antes de que me deprimas aún más.

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Tom se levantó de un salto delante de mí.

—Agárrate de mi brazo —dijo—. No quieres un tobillo torcido para agregar a tu


lista de quejas de chicas.

—Puedo caminar, idiota.

Le di a todos los chicos un abrazo de buenas noches, algo inestable, y me detuve en


el pasillo para alimentar a las ratas. Bruce, el gordo, de color marrón, y suavemente
esponjoso, se deslizó por mi brazo y se sentó en mi hombro.

—Debes ponerte a dieta —le dije sabiamente—. No más queso para Bruce.

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Tarquin, el blanco flaquito, levantó la vista desde su posición con las patas
cruzadas, y luego fingió que no estaba muy emocionado cuando llené su tazón. Él
siempre había actuado con esa despreocupación desdeñosa, sabía que daría
volteretas de alegría cuando yo saliera de la habitación, y encontrara las galletas
para perros.

—Ves, Bruce —le dije—, no voy a ser la solitaria mujer de los gatos, en la terraza
con su escopeta. En vez de eso, voy a estar medio cubierta por glaseado y aserrín.

Mordisqueó mi oreja con sus dientes, y lo rocé ligeramente con la nariz. Luego lo
bajé a su jaula, deslicé la puerta para cerrarla, y me dirigí hacia la cama.

Puse a Pooh, y la estúpida caja de Craig, fuera de mi puerta antes de cerrarla.

Mañana, voy a trabajar en estar enojada con mayúsculas.

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Capítulo Dos
Mi Martes de Furia comenzó bien.

Hice una saludable avena con frutas para el desayuno. ¡Que te jodan, Craig. Voy a
estar delgada y sorprendente! Por fin me quité la pulsera de tobillo que me compró en
Francia. ¡Que te jodan, Craig. Parecía barata de todos modos! Me puse la sombra de ojos
brillante de la que él siempre se quejaba, porque decía que me hacía lucir como una
niña de doce años. Que te jodan, Craig. Voy a... lucir como una niña de doce años.

Lo estaba haciendo bastante bien hasta que llegué al trabajo. Desde que Craig me

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había dejado, trabajar en una tienda de pasteles de bodas realmente apestaba.

Hojeé el libro de consultas y oré por un día sin clientes, o por lo menos, un trabajo
para un cumpleaños o un bautizo. Gah. Dos degustaciones estaban programadas
para ñoñas, parejas felices.

— ¿Tengo que encargarme de esto? —gemí a Mila, mi jefa.

Ella empujó sus gafas de alambre por su nariz y se ajustó el delantal.

—Sí.

— ¿Ningún voto de simpatía?

—Has tenido la simpatía suficiente para cancelar la deuda del tercer mundo.
Trabajas con bodas, supéralo.

Quería dirigir una parte de mi Furia hacia Mila, pero a decir verdad, era una jefa
encantadora. Y me dejó esconderme en la parte de atrás de la tienda durante los
dos primeros días… sobre todo porque la sola mención de amor me hacía
disolverme en un lío de lágrimas, pero aún así.

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El Club de las Excomulgadas
No era su culpa que yo no pudiera hacer frente al glaseado lleno de lacitos, o a las
rosas de azúcar. No era su culpa que hubiera conocido a Craig mientras trabajaba
en la tienda.

Él había llegado con su hermana durante la hora del almuerzo de un miércoles,


para reservar un pastel para el aniversario de sus padres. Recuerdo cuán robusto y
elegante se veía con su camisa; obviamente él había salido del trabajo, y que lo
hiciera por sus padres me pareció algo muy bonito y organizado. Me felicitó por mi
portafolio, preguntando cómo se hacían las cosas… parecía genuinamente
interesado. Le di una tarjeta de presentación con mi número de móvil en ella, y
cuando me envió un mensaje de texto al día siguiente, realmente hice un pequeño

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baile alrededor de mi habitación, con contoneo y todo. Él decía estar muy apenado,
si ponerse en contacto conmigo lo hacía parecer presuntuoso y grosero, pero no
podía dejar de pensar en mí. ¿Me gustaría ir a tomar algo?

Sí, sí, SÍ.

Nos encontramos en un bar de vinos, la noche siguiente. Se aprovechó de mi


incapacidad para aguantar la bebida, y todo empezó allí.

Incluso después de haber salido por un mes, por un año, yo todavía esperaba que
me sorprendiera a la hora del almuerzo, con los pequeños paquetes de sushi que él
sabía que tanto me gustaban. Paseábamos por el parque y comíamos junto al río,
aunque el aire fuera crudo y frío, y esos recuerdos todavía hacen que me emocione,
antes que la catarata comience. Todas estas cosas de las que los chicos hablaron la
noche anterior, ¿importaban realmente?

Quiero decir, no me malinterpreten… no es que no me guste el sexo. Me gusta


mucho, y me gustaba especialmente con Craig. Claro, me había frustrado con él en
alguna ocasión. Incluso, me podría haber tocado un par de veces después de que él
se quedara dormido. Ejem. Pero tal vez dejé de esperar algo más, así que dejé de…

— ¿Bailey? Keith y Elizabeth están aquí. —Mila me dio palmaditas en el hombro.

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Está bien, está bien. Es tiempo para armarme de valor. No soy un gnomo de la
autocompasión.

Soy un diablillo de patear culos. Una hada de… JODETE. ¿Cierto?

Enderecé mi blusa, recogí algunos bucles que se habían escapado de mi pinza, y me


dirigí a la sala de exhibición donde llevamos a cabo nuestras consultas. La
habitación estaba llena de “tartas” congeladas de polietileno en cajas de cristal,
fotos enmarcadas, y una pequeña nevera llena de muestras, que Mila almacenaba
con antelación.

Yo había tomado por asalto esa nevera en más ocasiones de lo que era conveniente

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para una chica que siempre estaba ligeramente regordeta.

—Hola. —Sonreí ampliamente hacia la pareja de aspecto elegante. Elizabeth era


rubia y menuda, con un aspecto parecido a un duende. Keith era un poco amplio
en torno a la cintura, pero sus ojos se ponían empalagosos tan pronto como los
ponía sobre su novia. Eugh.

—Soy Bailey Frost. Nos hemos visto antes, ¿no es así?

Estrechamos las manos, ellos se sentaron, y serví copas de champán de flor de


saúco13. Luego tomé la bandeja de muestras de la nevera y le quité la cubierta.

— ¿Entiendo que quieren algo con chocolate? Estas serían mis recomendaciones —
Me senté frente a ellos y señalé cada uno de los sabores—. Este es sirope de
caramelo. Es muy denso y dulce. El caramelo junto a éste es un poco más ligero. El
chocolate blanco es realmente dulce y sólo les aconsejo que lo elijan, si van a
agregarle a su diseño algunas tartas de frutas, como grosellas o fresas.

Miré como se alimentaban el uno al otro con pequeños bocados y los ojos cerrados,
riendo. Compartiendo bromas privadas.

13
Bebida preparada, similar a la limonada, pero con sabor floral, con un grado alcohólico bajo.
También puede prepararse una versión sin alcohol.

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El Club de las Excomulgadas
Siempre pensé que Craig me propondría matrimonio. Cuando me llevó a Euro
Disney para mi cumpleaños, hace dos meses, había estado tan segura. ¿Y qué si
éramos jóvenes? Dijimos que llamaríamos a nuestros hijos Francis y Libby.
Planeamos nuestra luna de miel: Gibraltar. Nuestra canción era You and Me Song
por Los Wannadies14, y él había insinuado que podríamos usarla para cuando
camináramos por el pasillo de la iglesia.

Ese pendejo.

— ¿Qué tipo de glaseado colocarías con el sirope de caramelo? —preguntó


Elizabeth.

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—Depende del efecto que desees, pero yo utilizaría el de Vainilla Real15.

Espero que se divorcien.

Keith se limpió los dedos con una servilleta.

— ¿Y qué tal el chocolate negro…? ¿No es el glaseado Real, un poco dulce para
eso?

—No necesariamente. Podemos utilizar un cacao denso, proveniente de Perú.

Espero que se divorcien y tú te quedes calvo.

Ambos se miraron, y sonrieron de manera idéntica y repugnante.

—Y, con el sirope de caramelo. ¿Todavía podríamos tener fruta?

—Por supuesto. Pueden optar por los frutos rojos, aunque también hacemos una
deliciosa banana caramelizada.

Espero que se divorcien, él se quede calvo, y ella nunca tenga orgasmos. De hecho, espero que
ninguno de los dos tenga orgasmos nunca más. ¡Toma eso! Bah.

14
Banda de rock alternativo.
15
Glaseado con merengue, azúcar y vainilla.

23
El Club de las Excomulgadas
Oh, Dios mío, casi dije eso en voz alta.

Les serví a Keith y Elizabeth un poco más de champaña, y saqué mi cuaderno de


bocetos.

*****

Cuando llegué esa noche, había un riff16 casi melódico surgiendo del estudio de
Olly y Linc. Llevé mis compras a la cocina y comprobé a las ratas, que estaban
besuqueándose en su hamaca, antes de iniciar una enorme cocción de pasta. Era mi
turno para hacer la cena.

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Me gustaba nuestro pequeño apartamento. Bueno, dije pequeño… estábamos en la
parte superior de un antiguo molino de agua, y los techos altos daban la sensación
de que era enorme. La cocina había sido pensada para mí: muebles de madera
pulida y un horno lo suficientemente grande para hornear hasta en el día más
maniático. Cuando adornábamos el alféizar de la ventana con albahaca y cebollino,
olía a hogar.

No era la casa promedio para un soltero, yo no la había llenado de cojines de raso


de color rosa, pero me gustaba que las cosas fueran cómodas. También veté la
pizarra de excrementos, como la que teníamos en la universidad: Olly y Tom
tomaban fotografías de sus cacas más impresionantes y las colocaban en la sala.
Tienen mucha clase, ¿eh?

Una vez que el silbido del agua hirviendo cesó, oí a Olly cantar con una pista de
teclado.

—Hombres-lobo... hombres-lobo muy cachondos... pongan sus colmillos en mi culo...

No pude evitarlo. Comencé a reír mientras picaba las cebollas rojas.

—Soy un hombre-lobo muy cachondo

Con una polla peluda y afeminada


16
En música, un riff es una frase musical, distinguible, que se repite a lo largo de la pieza.

24
El Club de las Excomulgadas
Crees que estoy aullándole a la luna

Pero, estoy masturbándome...

Me reí por lo bajo como una niña.

—Soy un hombre-lobo muy cachondo

Con un dolor profundo y primitivo

Por engullir tu viscosa eyaculación

¡Mi nombre es Craig el Peludo!

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¿Queeeeee…?

—Soy un hombre-lobo muy cachondo

¿Sabes por qué me cambié a las pollas?

No podía complacer a mi were-novia

Porque soy un estúpido egoísta...

Casi rebané mi dedo a la mitad. Olly se había lanzado en un impresionante tono de


soprano con: ¡los chicos were son fáciles!, cuando irrumpí. Apreté de la manija de la
puerta con tanta fuerza, que mis nudillos estaban blancos como el papel.

— ¡No pueden cantar eso! —grité.

El sintetizador y la batería se detuvieron de repente. Linc se sonrojó


escandalosamente cuando puso los ojos en mí.

—Me escucharon —dije con voz ronca—. ¿Cierto?

—Aww, vamos, Bails. Él nunca sabrá que se trata de él. —Olly intentó sonreír pero
lo fulminé con la mirada en respuesta.

25
El Club de las Excomulgadas
— ¡Por supuesto que lo va a saber! No puedes llamar a alguien gay, sólo porque
apesta en la cama…

—Ooh. ¡Ella lo admite!

—Vete a la mierda. —Me froté las sienes—. ¿Por qué escribiste algo así?

—Yo lo escribí. —Linc giró en su silla, mordiéndose la uña del dedo índice.

Parpadeé hacia él.

— ¿En serio?

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—Sí. —Se encogió de hombros—. Lo siento. Pensamos que te animaría.

— ¿Pensaron que propagar mi inadecuada vida sexual por todo YouTube, me haría
sentir mejor?

Él añadió un segundo dedo a la masticación.

—No es para YouTube. Es sólo para ti... y yo no lo veo así. —Apretó los labios—.
Que seas inadecuada, quiero decir.

No estaba segura de cómo una canción acerca de mi ex, siendo un hombre-lobo


hambriento por el esperma, se podría llamar dulce, pero más o menos lo era. De una
manera abstracta, obviamente.

—Ojalá nunca les hubiera dicho sobre eso. —Ahora yo era quién se sonrojaba
como una idiota—. Estúpido Jäger. Nunca debí haber dicho nada.

—Está bien. ¿Por qué no lo estaría? —Olly arqueó una ceja—. Ahora, ya has
arruinado esa toma. ¿Quieres quedarte y hacer algunas voces de respaldo? Podría
utilizar a alguien más para los gruñidos afeminados en el puente de la canción.

—En este momento no estoy para… ah… gruñidos. —Apunté con el pulgar hacia
la cocina—. Estoy cocinando todos modos.

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El Club de las Excomulgadas
—Bien. Me muero de hambre.

—Me alegro que alguien lo esté.

Yo no lo estaba.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Tres
No podía dejar de pensar en el asunto del orgasmo. Esa noche, cuando ya había
alimentado los dos grupos de chicos (ratas y seres humanos), me encerré y me
quedé allí, pensando. Mi propio pequeño catálogo de hombres anti-clímax.

Estaba Jamie, el chico con el que había perdido la virginidad. Llegué bastante cerca
un par de veces con él, sobre todo en los primeros días, cuando íbamos a tientas.
Todavía me ponía húmeda al pensar en la forma como tomaba mis pezones en su
boca mientras me acariciaba. No era como si él nunca hubiera hecho el esfuerzo,
sólo que yo no lo sabía. Me ponía toda apretada, como lo hacía cuando llegaba sola

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al clímax. Me quedaba sin aliento, e incluso lograba un sonrosado rubor alrededor
de mi clavícula, pero nunca me volcaba sobre el borde. La mitad de las veces, lo
apuraba porque quería ser follada. Otras veces, cuando me preguntaba si había
llegado al orgasmo, simplemente decía que sí.

Eso probablemente no ayudó.

Fue el comienzo de un pequeño círculo vicioso. Sin embargo, al pensar en ello, me


daba cuenta de que Craig no lo intentaba tanto como algunos de mis otros
compañeros. Él nunca me preguntó si me gustaba algo, o si quería hacer algo
nuevo. Una vez, me emborraché y le pedí que me diera nalgadas. De repente, hubo
un gesto de disgusto en su ceño, como si dijera: ¿qué? ¿Como si fuera tu padre o algo
así? Pero, Craig era tan melancólico y hermoso, que mirarlo hacía la mitad del
trabajo de todos modos. Gah. Tal vez yo era simplemente superficial y este era mi
castigo.

Podía llegar al orgasmo perfectamente bien por mí misma, sin embargo. Mi carne
se ponía toda pegajosa e hinchada ante el pensamiento. Entonces, ¿por qué no
sucedía con un chico?

*****

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Bailey?

La almohada estaba tan cálida y suave contra mi cara. Uf. ¿Quién me llama a esta
hora?

Otro golpe en la puerta.

—Bailey, soy Chan.

Chan era la novia de Olly. Él la llamaba su princesa Hentai17 en honor a alguna


extraña cosa de pornografía japonesa. Había tentáculos involucrados. Nunca lo
busquen en Google.

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Me froté los ojos y me tambaleé hacia la puerta.

— ¿Está todo bien?

—Mmm. —Ella tamborileó sus uñas pintadas contra su brazo—. Realmente no sé


cómo decirte esto.

—Adelante —le dije, sospechando.

Ella ladeó la cabeza hacia el final del pasillo.

—Creo que una de tus ratas podría estar muerta.

Me avergüenza decir que la empujé para pasar junto a ella… lo que no era difícil,
ya que era pequeñita, y casi me caigo por mis pijamas demasiado largos. Cuando
llegué a la jaula, Bruce parecía decididamente rígido y sin vida al lado de la botella
de agua.

—Realmente lo siento —dijo Chan—. Normalmente los saludo antes de salir a


trabajar y él estaba todo... —Ella sollozó—. Míralo.

17
Hentai, en japonés significa: Pervertido. Literalmente: Deseos Extraños. Su uso en América se refiere
más a la pornografía Japonesa, especialmente en caricaturas.

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El Club de las Excomulgadas
Destrabé la puerta de la jaula y Tarquin se agitó en la hamaca, Bruce no podía
haber estado muerto por mucho tiempo, porque su hermano no se había dado
cuenta. Sin embargo, cuando rocé el vientre de Bruce con los dedos, estaba frío.

—Oh, mierda. Chan. Um. ¿Podrías alcanzarme uno de los envases de Tupperware
de la alacena, al lado de la nevera?

—Sí. Sí. Por supuesto.

Ella se dirigió hacia la cocina, y yo levanté a Bruce suavemente. Quería sacarlo


antes de que Tarquin se diera cuenta de que estaba muerto; ya bastante mal estaba.
Con las piernas cruzadas sobre la alfombra, lo acuné en mis manos. Siempre pensé

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que Bruce moriría primero porque era muy corpulento, pero aún así, verlo de este
modo era horrible, y las lágrimas aparecieron en las esquinas de mis ojos.

—Aquí tienes. Puse una servilleta en el interior. —Chan se arrodilló a mi lado, el


flequillo rosa ocultaba su rostro—. Pobre tontito.

Coloqué a Bruce en la caja, y rápidamente cerré la tapa. Hice una nota mental para
comprar leche para gatitos, el alimento favorito de Tarquin. Iba a necesitar tentarlo
para que comiera.

Adiós, amiguito. Sé que no debo decirlo, pero eras mi favorito.

Así que, sin novio. Sin orgasmos. Y con una rata muerta.

Apestaba ser yo, ¿eh?

*****

Un día después, enterramos a Bruce en el jardín trasero de mi mamá, y fuimos al


bar para un apestoso velatorio.

El Bridge and Staff era un pequeño lugar a orillas del río, que habíamos frecuentado
durante años. Solíamos acudir a los concursos de los martes, pero dejaron de

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El Club de las Excomulgadas
hacerlos cuando la gente comenzó a hacer trampa con sus teléfonos móviles… no
es que nosotros la hiciéramos alguna vez. Oh, no.

Olly, Tom, Linc y yo, nos acurrucamos en nuestra cabina favorita, con sus
agrietados asientos de cuero. Ellos tomaron pintas de sidra, y yo opté por una
pequeña copa de vino, ya que tenía la intención de regresar a casa sobria. Claro que
sí.

—Por Bruce —dijo Tom, sosteniendo su copa en alto—. Él era un pequeño y


ruidoso hijo de puta, que me mantenía despierto cuando tenía exámenes, pero si
alguien va a mantenerte despierto, elijo a las ratas que se montan macetas.

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— ¿En lugar de qué? —dije.

—En lugar de Olly y Chan, o tú y cara de culo.

—Puedes decir su nombre. —Tomé un largo trago de vino—. Craig, Craig, Craig.
Ahí tienes. Lo dije.

—No hagas eso de nuevo. —Linc chasqueó la lengua—. Él podría ser como
Beetlejuice18: dices su nombre tres veces, y él aparecerá.

—Él no va a volver por aquí. Este es mi territorio.

— ¿Qué hay de malo en escuchar como llevo a Chan a la luna? —Olly hizo un
mohín—. No puedes decirme que ella no suena ardiente, Tom.

—Tu novia suena como pornografía cara. Ahí tienes. ¿Feliz?

—Oh, lo estaré. —Olly sonrió como el gato de Cheshire19—. Para San Valentín, el
sábado, va a dejarme pretender que la violo.

Tom frunció los labios e hizo un ruido de silbido.

18
Personaje creado por el cineasta Tim Burton. Es un difunto que vive en el no mundo, recreación del mundo
real según la visión de los muertos. Beetlejuice trabaja precisamente como «exorcista de los vivos», es decir,
ayuda a los fantasmas a echar de su hogar, o de cualquier otro lugar, a cualquier ser vivo que les pueda
molestar.
19
Personaje ficticio de la película: Alicia en el país de las maravillas.

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El Club de las Excomulgadas
—Sí. Menos mal que no estaré.

— ¿Adónde vas? —Traté de no sonar molesta pero fallé miserablemente.

Ahora fue su turno de sonreír.

—Hay una enfermera de mi rotación, es una pelirroja, con tetas enormes. Voy a
llevarla al cine.

—Ahora sigues tú, Linc. —Gemí—. ¿Con quién saldrás en San Valentín?

Se removió a mi lado, y capté en el aire el fresco aroma de su loción para después


del afeitado.

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—No haré nada —dijo con voz ronca. Creo que estaba un poco avergonzado.

—Ya somos dos, entonces.

—Sí. —Me sonrió ampliamente, y sus hoyuelos aparecieron—. A la mierda San


Valentín.

—A la mierda. —Choqué mi copa con la suya.

—Er, ¿Bailey?

Miré a Tom.

— ¿Qué?

—Nada —susurró Olly. Lanzó un puntiagudo codazo a las costillas de Tom—.


Nada.

Lo vi gesticular hacia Linc: Beetlejuice.

Y entonces lo vi a él en el bar.

A él con ella.

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El Club de las Excomulgadas
Oh dios, oh dios, oh dios. Sólo había pasado una semana y Craig ya salía con alguien
más. En mi bar, al que yo iba antes de conocerlo. ¿Qué coño?

Mis mejillas estaban enrojecidas y enterré el rostro entre las manos.

— ¿Me ha visto? —exigí—. ¿Lo ha hecho?

—No lo creo, Bails. —Tom tocó suavemente mi muñeca—. No tienes que


ocultarte, ¿sabes?

—Sí, tengo que hacerlo —dije con voz ronca—. Mírala. Él ya está con alguien más.
¡Mírala!

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La mesa se quedó en silencio. Todos estábamos pensando lo mismo, y me quedé
sin aliento: él no acaba de comenzar a salir con esta chica.

Tomé varias respiraciones.

—Borracho pajero, hijo de puta retardado —dijo Olly.

Temblando por la adrenalina, miré a través de mis dedos. No, Craig no nos había
visto. Llevaba la camisa de color verde claro que tanto me gustaba como le
quedaba, por fuera de sus Levis. La chica a su lado tenía el pelo color chocolate, y
llevaba una falda corta y botas. Él acariciaba la parte baja de su espalda mientras
charlaban. Ropa de cita, movimientos de cita.

Creo que voy a vomitar.

— ¿Quieres que vaya y le diga algo? —dijo Olly—. Porque lo haré. Todos lo
haremos, ¿no es así, muchachos?

Linc se aclaró la garganta, asintiendo con la cabeza.

—Le voy a tocar el rap del hombre-lobo. Lo tengo en mi teléfono. Veamos lo que
su fea chica tiene que decir al respecto.

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El Club de las Excomulgadas
—No podemos estar seguros de que realmente te haya estado engañando —dijo
Tom—. Quiero decir, sé que eso es lo que parece, pero tal vez…

—Si se ve como un asno y rebuzna como un asno… es un asno —dijo Olly—.


Incluso si él la acaba de conocer, es jodidamente estúpido traerla aquí.
¿Deberíamos ir a saludar? ¿Bailey?

—No, no. —Traté de terminar mi vino, tenía la boca muy seca, pero mi estómago
revuelto no lo permitió—. No puedo hacerlo, no ahora. ¿Ok?

— ¿Quieres que nos marchemos? —Linc golpeó suavemente mi rodilla con la suya.

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—Um, sí, en realidad. —Miré la puerta del bar—. ¿Crees que podamos llegar allí
sin que nos vea?

—Caminaremos a tu alrededor. No lo mires, ¿de acuerdo?

Los chicos bajaron sus pintas, y colocamos nuestros abrigos sobre los brazos. Me
escondí entre Tom y Linc, y caminamos hacia la puerta, juntos, como uno de esos
arbustos en movimiento que se ven en las malas películas. Dios, me sentía ridícula.

La nueva mujerzuela de Craig se volvió justo en el momento equivocado. Olly


golpeó su hombro por accidente, y antes de que intercambiaran disculpas, Craig
puso sus ojos en los chicos, y en mí.

La última vez que nos habíamos visto, él me había llevado al parque como siempre
lo hacía. Nos sentamos junto al río, y me dio la horrible noticia de que ya no me
quería. Yo era toda sollozos, él lucía triste y torpe, tratando de frotar mi espalda
mientras le chillaba que me dejara sola. Después de haber creído todo lo que me
dijo sobre estarnos distanciando, me sentía tan malditamente humillada.

Cuando Craig y yo nos miramos, dejé escapar un gemido audible.

—Chupa pollas —dijo Olly, empujándolo deliberadamente al pasar a su lado.

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El Club de las Excomulgadas
De alguna manera, me las arreglé para salir a la calle, y al aire libre. Tomé grandes
cantidades de aire, y el frío quemó en mi pecho ante el sonido de pum, pum, pum.
Mi pulso, aumentado por la batalla, podía escucharse en mis oídos.

— ¿Quieres que regrese y le dé un puñetazo? —ofreció Olly.

Negué con la cabeza, envolviendo los brazos a mí alrededor.

—Te prohibirían la entrada —dijo Tom.

—Valdría la pena.

—Vayamos a casa, ¿de acuerdo? —dijo Linc. Me ofreció un brazo, y yo dejé que

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me acunara contra su torso. Se sentía extrañamente cálido.

—Oh, está bien entonces. —Olly hizo una mueca al mirar de nuevo hacia el bar—.
Le diré algunas palabras en algún momento, sin embargo.

Tom caminó tras nosotros.

—Christina Hendricks, Christina Hendricks, Christina Hendricks20 —murmuró.

—Amigo —dijo Linc—, ¿qué estás haciendo?

—Hey. ¡Valía la pena intentarlo!

20
Actriz estadounidense.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cuatro
Al día siguiente, hice una cosa mala: llamé al trabajo y dije que estaba enferma.

Lo sé, lo sé. Defraudé a Mila. Defraudé a mis clientes. Pero los recuerdos
continuaban amontonándose encima de mí en casa, amenazando con sofocarme, y
en la tienda, sería mucho peor.

Los chicos escondieron mi móvil cuando llegamos a casa. En ese momento, yo


estaba lívida, después, pude entender su punto de vista. Los mensajes de texto,
estando ebria, no resolverían nada. Además, creo que Olly quería ser quién

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escribiera esos mensajes, con toda su justa ira metrosexual.

Hice lo que las chicas deprimidas y abandonadas hacen: me tiré en la cama. Miré
Buffy21 en DVD. Comí cosas al azar de la nevera, como remolacha en vinagre con
galletas. Llené la leche de Tarquin, y le hice un montón de arrumacos… pobrecito,
estaba sufriendo como loco. Olly dijo que estaba siendo ridícula, pero que lo jodan.
Los ojos de la rata eran albinos, pero también podían lucir desolados por el dolor.

Cuando sonó el timbre esa noche, dejé a Tarquin de nuevo en su hamaca, y fui a
abrir la puerta.

Linc estaba haciendo su habitual pose incómoda de “oh eres tú, qué sorpresa”,
medio apoyado en el marco de la puerta. Tenía una caja de cartón bajo el brazo.

—Hola.

—Hola. —Él asintió con la cabeza hacia mí—. ¿Puedo entrar?

—No. Hay una nueva regla, en realidad. Ya no puedes entrar al apartamento, y


tienes que comunicarte con Olly mediante aviones de papel. O palomas.

Un hoyuelo apareció en su mejilla izquierda.

21
Referencia a la serie de televisión: Buffy, la cazavampiros.

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El Club de las Excomulgadas
—He venido a verte a ti, en realidad.

— ¿En serio?

Entró, deteniéndose junto a la jaula de la rata.

—Te he traído un regalo.

—No necesito chocolate de simpatía, Linc. O cualquier cosa de simpatía, ahora que
lo pienso…

—No se trata de chocolate, y no es por simpatía, ¿de acuerdo? —Me entregó la


caja—. Adelante. Echa un vistazo.

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Puse la caja sobre la jaula y abrí los paneles. Situada sobre un montón de tela de
color amarillo, había una rata, negra y suave.

— ¡Oh! —Me llevé una mano a la boca—. ¡Linc, es tan hermoso! —Extendí la
mano para acariciarlo y me detuve—. Es un él, ¿verdad? Porque…

—Sí, es un él. —Estaba tratando muy duramente de no parecer satisfecho de sí


mismo, pero lucía dulce con su mirada de “oh, soy un caballero en armadura de
YouTube”—. Hablé con el chico de la tienda. Dijo que debería estar bien con
Tarquin, sólo tienes que vigilarlos.

Deslicé la mano bajo el suave vientre de la rata, y la levanté hasta mi pecho. Era
una escurridiza bola de nervios, y podía sentir los latidos de su pequeño corazón,
pero aún así, tan lindo. ¡Tan lindo!

—Ya le he puesto nombre —dijo Linc—. Espero que eso esté bien.

—Depende de cómo lo hayas llamado.

—Safety Dance22.

— ¿Qué? —Traté de no reír, eso sacudiría a la pobre cosita—. ¿Qué demonios?


22
Baile Seguro.

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El Club de las Excomulgadas
—Porque puede bailar. ¿Sabes? Si quiere hacerlo. —Se acercó a mí por detrás, y su
barbilla rozó la parte superior de mi cabeza—. No paraba de hacer cabriolas en la
tienda.

—Muy poético. —Sonreí—. Hola Safey.

Dejé a la rata bebé de nuevo en su caja. Más tarde, tendría que limpiar todo el olor
de Bruce de la jaula, antes de presentárselo a Tarquin.

—Así que. Mañana es sábado —dijo Linc.

—Uf. No me lo recuerdes.

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—Yo, eh, me preguntaba si querrías hacer algo. Ya sabes, para rescatarte del
maratón de sexo que probablemente habrá en el apartamento.

—Cuando lo pones de esa manera… —Me reí—. ¿En qué estabas pensando? No
estás realmente sugiriendo que vayamos a tu apartamento, ¿verdad?

— ¿Eso sería malo?

Ninguno de nosotros ha estado nunca en el apartamento de Linc. Era como nuestro


folklore personal, nunca hemos tenido ninguna razón para ir, y luego se convirtió
en una broma. Linc vive en una tienda de campaña. En un monasterio. Con sus tías
lesbianas.

—No, sólo que... nunca podré superarlo —le dije.

—Podría cocinar algo. Realmente se cocinar algunas cosas. —Ladeó la cabeza—.


Podríamos ver una película.

Me crucé de brazos. ¿Por qué me habría puesto tímida de repente?

—Está bien. Está bien, entonces. ¿Qué debo llevar?

—El postre. —Sonrió—. Cuanto más empalagoso, mejor.

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— ¿De qué están hablando? —exigió Tom, con su llave aún colgando en la
cerradura—. Suena obsceno.

—Voy al apartamento de Linc mañana —anuncié—. Con un postre.

Tom echó una mirada hacia nosotros y entrecerró los ojos.

— ¿Van a follar?

No sé quién de los dos se sonrojó más, pero la habitación se sentía de pronto como
un sauna, y las palabras de Tom eran vapor saliendo de las brasas.

— ¡No! —dijimos al unísono.

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Tom gruñó con disgusto.

—Les doy una semana, como mucho.

*****

Dormir no fue fácil esa noche. Cuando el alba se filtró por debajo de mis cortinas,
no fue bienvenida, y yo estaba irritable.

Estaba el siempre presente fantasma de Craig, el Vil Traidor, y la Ramera de


Babilonia de tercera categoría. Todavía no estaba segura de qué hacer al respecto, o
qué sentir, más allá de flotar de una forma perdida y vacía.

Una parte de mí pensaba que debería sentirme más sola de lo que lo hacía, pero
había mudado la jaula de las ratas a mi habitación para asegurarme que Tarquin no
le arrancara los ojos a Safety durante la noche. En el lado positivo, ellos se llevaban
increíblemente, y formaban un adecuado y pequeño grupo de ruidosas ratas gay.
En el lado negativo, podía ver lo que Tom quería dar a entender al decir que le
mantenían despierto. Aún así, estaba cansada de escuchar a Olly y Chan.

39
El Club de las Excomulgadas
No podía evitar ir trabajar, no de nuevo. Brevemente consideré un desayuno
“purga” de Jägermeister, pero sólo olerla me detuvo. Opté por una tostada en su
lugar.

Cuando entré, Mila me miró de arriba abajo y me sirvió un café fuerte.

—Adelante —suspiró—. ¿Qué ha pasado ahora?

—Él ya tiene una nueva novia. —murmuré.

—Ya, ¿eh?

Ella no dijo nada más, y yo estaba inmensamente agradecida.

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Tenía otra cita con Keith y Elizabeth esa mañana, y me las arreglé para salir de ella
sin desearles las siete plagas de las enfermedades venéreas, cada vez que ella
limpiaba una miga de la boca de él, o ambos se reían juntos. Eran las pequeñas
cosas las que me irritaban, los ecos de una intimidad que había perdido, y de la cual
nunca más podría unir los pedazos. Después de ver a Craig con ella en ese bar, los
fragmentos eran demasiado pequeños.

Mientras esperaba que eligieran un diseño, mi teléfono se iluminó con un mensaje


de texto.

Habrá pasta esta noche, ¿ok? Linc

Me encontré sonriendo mientras respondía. ¡Cualquier cosa sin brócoli!

¿Qué hay de postre, entonces? respondió.

Brownies

Mi teléfono vibró de nuevo.

Le diré a Tom que eso es una referencia al sexo anal.

— ¿Señorita Frost? Creo que hemos elegido —dijo Elizabeth.

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El Club de las Excomulgadas
Mis mejillas todavía ardían cuando me apresuré hacia ellos. Keith señaló una
mezcla de tres niveles, con mariposas hechas de chocolate belga.

—Ooh. Muy bien —suspiré—. Me divierto mucho haciendo las mariposas, ¿saben?
Las ribeteamos en un chocolate realmente suave, y agregamos los detalles con
alfileres.

—Se ve tan delicioso. —Se rió Elizabeth—. ¿No lo crees, cariño?

—Lo que tú digas. —Keith le dio unas palmaditas en el brazo y me lanzó una
mirada de complicidad—. Yo soy más del tipo de mesa de quesos.

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—Lo excelente de este pastel, es que duplica el postre de su recepción —le dije—,
por lo que es un poco ahorrativo, también.

—Como sea. Se ve delicioso. ¿Podríamos tener las mariposas en chocolate blanco y


caramelo, también?

Saqué el libro de órdenes de la parte inferior del escritorio.

—Por supuesto.

Para la hora del almuerzo, tenía toda la documentación firmada y lista. Había un
brillo de satisfacción en mí, y no puedo decir lo aliviada que estaba a pesar de la
mierda de los últimos días.

— ¿Bailey? —Mila abrió la puerta, con el rostro tenso—. Ese Craig está
preguntando por ti en el mostrador.

Dejé caer el bolígrafo y éste aterrizó con un ruido sordo sobre la alfombra.

—No es posible.

—Sí, así es. —Se enderezó el delantal en la forma en que siempre lo hacía cuando
se sentía incómoda—. Es la hora del almuerzo. Por lo que más quieras, ve y habla
con él, pero por favor, no tengan un altercado en la tienda.

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El Club de las Excomulgadas
—Um. —Coloqué el bolígrafo sobre el escritorio lentamente. No estaba segura de
lo que iba a hacer, simplemente salir y mirarlo una vez más, parecía una idea
agotadora.

Tranquilízate. Ármate de valor. Eres un diablillo patea culos, ¿recuerdas?

Muy bien.

Craig estaba apoyado sobre el mostrador de las tartas, llevando sus Levis. Incluso
bajo la luz refractada, se veía bronceado y Mediterráneo y, ugh, guapo.

—Hola. —Se irguió—. Bailey.

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—No has olvidado mi nombre, entonces. —Una arista ácida marcaba mi voz, y no
creo que ninguno de los dos lo esperase.

—Por supuesto que no. Mira. ¿Podemos dar una vuelta por el parque? —Hizo un
gesto con la cabeza hacia la puerta—. Necesito explicarte algunas cosas.

—Sí, tienes que hacerlo. —Bump, bump, bump. No era lo suficientemente vieja o
gorda para un ataque al corazón, ¿verdad?— Voy por mi abrigo.

Era la primera vez que Craig y yo salíamos juntos de la tienda de pasteles sin
tomarnos de la mano. Era surrealista. Me sentía como si debiera ser capaz de
inclinarme y presionar mi palma contra la suya… donde pertenecía, ¿no?... no estar
parada a esta distancia, ridículamente medida. Pasamos la caminata de dos
minutos hacia el parque en una bruma de rígidos peatones y pesadas palabras no
habladas.

Finalmente, encontramos nuestro banco habitual, y éste crujió cuando nos


sentamos en él.

No podía mirarlo.

—Vamos. Haz tu explicación.

42
El Club de las Excomulgadas
—Siento que hayas tenido que enterarte acerca de mí y Samantha de esa manera.
—Chasqueó la lengua—. Debí haber sido honesto contigo la semana pasada, Bails.

—Sí. Debiste serlo.

—La verdad es que, nos conocimos en el trabajo, hace un par de meses. Había algo
allí, entre nosotros, yo…

Oh, Dios mío. Realmente no estaba segura si quería escuchar esto. Mira el césped,
mira el césped.

— ¿Me fuiste infiel?

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


Silencio. Craig tragó. Parecieron pasar horas antes de que abriera la boca.

—Sí.

Una respiración profunda. Yyyyy otra. Mira el césped.

— ¿Durante cuánto tiempo?

—Alrededor de dos meses. —No pude verlo avergonzarse, pero pude oírlo.

Dos meses. Dos meses, me estuvo jodiendo.

—Eres una mierda —susurré. Las lágrimas eran sorprendentemente frías en mis
mejillas.

—Estaba tratando de evitarte esto, te lo juro.

—No, no lo hacías. Estabas tratando de evitártelo a ti —espeté.

—Bailey, por favor…

—No. No por favor. —Dije, y me volví para ver su vergonzosa, miserable, y cobarde
mueca de dolor—. Tú... ¡Borracho pajero, hijo de puta retardado!

43
El Club de las Excomulgadas
En ese momento, una pareja de jubilados pasó junto a nosotros con un Cocker
Spaniel, y sus bocas se abrieron como si sus lenguas fueran bolos de boliche.

—Eso fue impresionante —dijo él.

—Tú eres impresionante. Sorprendentemente idiota. —Escondía la cara en mis


manos—. No puedo creer que me engañaras durante dos malditos meses. ¡Me
dejaste ir de vacaciones pensando que volveríamos comprometidos!

—Lo sé, ¿de acuerdo? Sé lo que hice mal. —Pasó las manos por su pelo—. Yo
sólo... lo siento mucho, Bailey. Lo siento.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Sí, bueno. Eso hace mucho bien ahora. —Pateé una piedra en la hierba, y ésta
voló hacia el río, deslizándose por la superficie para luego hundirse—. Apuesto a
que con ella sí te esforzaste.

Él soltó un bufido.

—No sé lo que quieres decir.

—En la cama. —Amigos, estoy de suerte—. Apuesto a que duras más de cinco
malditos minutos con Samantha.

Craig se volvió del color de la más brillante remolacha, que he visto en un hombre.

—Cristo, Bails. Eso es un golpe bajo.

— ¿Un golpe bajo? ¿Soy yo quién hace cosas bajas? —La risa chisporroteó en
sonidos irregulares—. No tienes ni puta idea, ¿verdad? —El suelo estaba de repente
mucho más lejos de mi cabeza. Me estoy poniendo en pie. ¡Estoy pateando su culo! ¡Claro
que sí!

— ¿Adónde vas? —preguntó.

Le eché un vistazo por encima del hombro. Él tenía todavía un tono de color algo
morado.

44
El Club de las Excomulgadas
—Lejos de ti. Te deseo una buena vida. —Espera, espera. Me volví—. Ah, y, ¿sabes
qué?... fingí el orgasmo —grité a través del parque—. ¡Todas y cada una de las
veces!

Craig se giró, pretendiendo no conocerme.

Mientras salía rápidamente, casi choqué con Samantha. Ella me miró a través de
unas siete capas de máscara de pestañas, y me volví hacia ella de manera triunfal.

—Todas. Y. Cada. Una. De. Las. Veces.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cinco
Hora de confesar: Sí, estuve increíble en el parque. Fui la guerrera del video juego
de las Verdades Incómodas. También pasé la tarde llorando sobre los cisnes de
azúcar artesanales que estaba haciendo, y fue un alivio cuando llegaron las cinco, y
pude calmarme con una ducha de agua fría.

Tres horas más tarde, estaba en la entrada del apartamento de Linc, mostrando una
cantidad inadecuada de escote, y no estaba del todo segura del por qué.

¿Qué me ponía más nerviosa? ¿Las réplicas de la adrenalina que seguían

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


atravesando mis venas, o el hecho de que estaba a punto de ver el mítico
apartamento de Linc?

Toqué el timbre. Era un timbre muy normal, también… nada del sonido del tema
del Fantasma de la Ópera o Super Mario. Hmm.

—Yo abriéndote la puerta a ti, ¿eh? —dijo él, con una media sonrisa—. Una
extraña inversión de roles.

Apoyé un brazo contra el marco.

—Probablemente debería quedarme aquí por un minuto, y arquear las cejas


entonces, ¿sí?

—O podrías darme los brownies, y nos vemos el lunes.

—Eso es un golpe bajo.

Se puso de pie a un lado, haciendo un gesto, y yo crucé el umbral del... redoble de


tambores... ¡apartamento de Linc!

Entonces, oí en mi cabeza la voz de Olly: Quiero actualizaciones regulares por teléfono.


Espera, no… un video tour. Apuesto a que tiene una muñeca inflable. O una oveja inflable. O
una oveja de verdad, una muerta…

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Vas a entrar, o qué? —dijo Linc.

—Por supuesto. —Coloqué mi abrigo sobre el soporte de alambre, que parecía


sospechosamente civilizado, y lo seguí a la sala de estar. Estaba preparada para
comenzar mi voz de parodia, pero…

—Velas —dije con voz ronca.

Se encogió de hombros en la luz tenue.

—Así se llaman, sí.

Debía haber un centenar de velas pequeñas, repartidas por la pequeña habitación, a

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través de la chimenea, en los estantes de libros, y en la mesa de café. Cuatro de ellas
rodeaban un globo terráqueo de estilo antiguo.

—Sólo para confirmar —dije—, No siempre tienes el lugar así de preparado,


¿cierto?

Se echó a reír.

—Lo creas o no, por lo general está así de ordenado. Las velas, sin embargo, son
para ti.

— ¿Como una broma?

—No.

Coloqué los brownies en la mesa de café, y me pregunté si sería seguro mirarlo en


ese momento. La idea parecía peligrosa, así que hablé con la alfombra en su lugar.

—Cualquiera podría pensar que estás tratando de seducirme, Linc.

—Creo que... creo que tal vez lo estoy haciendo. —Me tocó suavemente el
hombro—. ¿Está bien eso? Si no es así…

—Craig vino a verme hoy. Al trabajo. Hablamos de un montón de cosas.

47
El Club de las Excomulgadas
Él tragó saliva.

—Oh.

—Tengo algo así como… una nueva perspectiva sobre las cosas.

—Oh, Dios mío. Puedo encender las luces, si esto es tan inadecuado como parece.

— ¡No! —Me abalancé hacia él antes de que pudiera encender el interruptor, y caí
contra su pecho con un ruido sordo—. Eso no es…

— ¿No te reconciliaste con él?

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Dios mío, no. —Limpié mi mejilla con el dorso de la mano—. Es sólo que, si
enciendes la luz, lo verás.

—Bails. Tontita —Envolvió los brazos a mí alrededor, y entonces no hubo nada


experimental sobre esto, no como sus palabras. Mis manos se deslizaron
lentamente hacia sus hombros—. ¿Por qué estás llorando?

—Porque estás siendo tan bueno conmigo. Todo esto. Él nunca hizo nada como
esto.

Entonces, la frente Linc se unió a la mía.

—Sí, pero él es... ¿qué dijo Olly? Un Borracho pajero...

—… hijo de puta retardado —Limpié mis ojos de nuevo, y mis dedos rozaron sus
mejillas… Estaban tan cerca, y se sentían tan cálidas—. Confía en mí, eso es
bastante preciso.

—Bueno. —Tragó saliva—. Creo que precisamente, me gustaría besarte, ahora.

Silencio. El aire entre nosotros se hizo pesado, hasta que las palabras salieron como
una explosión a través de mis labios.

—Hazlo, entonces.

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El Club de las Excomulgadas
¿Alguna vez han tratado de besar a alguien cuando ambos están sonriendo como
idiotas? Primero sentí el sabor de su aliento, fresco y terrenal. Y luego sus labios,
suaves y firmes. Nos movimos hacia atrás, hasta que choqué contra la pared, y él se
agachó un poco, rompiendo nuestra diferencia de altura para mover su lengua
alrededor de la mía. Terminó con una lenta lamida de mi clavícula, y una satisfecha
sonrisa emocionada.

— ¿Por qué no me hiciste eso hace años? —dije—. ¿Estás aprovechándote de mí


porque estoy vulnerable?

Inhaló contra mi cuello.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Porque necesité todo este tiempo para que me crecieran las pelotas, y tener el
valor de hacerlo. Y… posiblemente.

—Oh. Está bien, entonces. —Otro beso: lento y maravilloso—. Lo apruebo.

—Así que, ¿debería ir a cocinar?

Eché un vistazo a mi alrededor, a través de las luces danzantes, y al alto trozo de


carne de hombre que al parecer, ahora era mío. Mío.

—No tengo mucha hambre.

—Oh, jodidas gracias por eso. —Se rió—. Yo tampoco.

No puedo recordar muy bien cómo sucedió, pero de repente, estábamos en el suelo,
retorciéndonos sobre su alfombra de piel de oveja. Yo estaba sobre mi espalda y él
estaba a mi lado, sobre mí, todo. Fui encontrando nuevos puntos en su cuello que
no había besado, lamido o mordido, y encontré que él olía de manera diferente… y
maravilloso… en todas partes. Su cabello tenía ese aroma del aire fuerte y salado
del mar en el verano, y el de su piel era más suave, más dulce. Cuando sus manos
se extendieron sobre mis pechos, gemí en su boca.

—Pensé que no eras una chica ruidosa —bromeó.

49
El Club de las Excomulgadas
—No tenía la intención de serlo. —Me sonrojé.

—No, no. Me gusta. Bailey. —Rozó los dientes a lo largo de mi labio inferior—.
Quiero hacer eso para ti.

— ¿Eso?

—Ya sabes. —El volumen de su voz disminuyó, fue baja y entrecortada en mi


oído—. Quiero hacer que te corras.

—Oh. —Oh oh oh.

—Quiero decir, no tenemos que hacer nada, y entiendo, ya sabes, con Craig...

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


Oh, sí. Él.

—Deseo esto. Quiero decir, las otras cosas, las cosas emocionales, están ahí, pero...
—Tiré de su cuello con suavidad—. Quiero esto. Te deseo. Es sólo que no quiero
que luego estés decepcionado.

—No lo estaré, no lo estaré. —Presionó su rostro contra mis firmes pechos, y besó
un burbujeante camino hacia mi boca de nuevo—. Míralo así, ¿de acuerdo? Haré lo
que quieras, por el tiempo que se sienta bien para ti. Soy tu esclavo voluntario.

—Eso es algo peligroso de prometer. —Me reí.

—Lo digo en serio. Confío en ti.

Oh, oh.

No es que nunca hubiera notado cuán hermoso era Linc. Ninguno de ellos había
sido tocado por la varita de la fealdad, ni él, ni Olly, ni Tom. Sólo estaba un poco
anestesiada… ellos nunca habían coqueteado conmigo, nunca pensé que yo fuera
algo digno de mirar. Es por eso que Craig tenía tanto poder. Probablemente aún
tenía un poquito.

50
El Club de las Excomulgadas
Pero ahora, la forma en que Linc me miraba, enviaba tres cuartas partes de la
sangre de mi cuerpo por debajo del dobladillo de mi ropa interior.

Estoy jadeando. Él me está desvistiendo con esos dedos largos y bien formados, y yo estoy
jadeando. En la oscuridad. Con velas. Esto es impresionante, con una guarnición de malditas
papas fritas de ‘diablos…siiii’. No estoy segura de merecer esto, en realidad.

—Caderas arriba. —Sonrió. Bajó mis jeans y quitó mis sandalias. Quedé allí en
ropa interior, con sus dedos trazando las costuras.

—Te he imaginado así cientos de veces. —Jugueteó con mi pezón a través del
encaje color púrpura—. Espera. Eso suena pervertido, ¿verdad?

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Depende. ¿Había también un enano?

—Puedes guardar la charla del enano para cuando esté tratando de evitar...
correrme dentro de ti.

Ay, esas palabras. Ambos gemimos en voz alta al escucharlas, como si estuvieran
cargadas de sangre y magia…y enanos.

—Quítate la ropa, Linc. Quiero verte.

—Prometí hacer lo que dijeras, ¿eh?

Lo había visto casi desnudo un montón de veces: en la piscina, durante las


vacaciones. Sabía que tenía un pecho delgado y definido, pero nunca noté cómo sus
hombros ampliaban su silueta, o cuán extrañamente gráciles eran sus largas
piernas.

Había una parte de él que nunca había visto, pero basta con decir, que por la
manera orgullosa como rozaba su vientre, era sin duda digna de un tipo de su
altura.

Se inclinó sobre mí sobre sus manos y rodillas, llenando sus manos con mi pelo, y
besándome hasta dejarme sin aliento. Abrió mi sujetador con una habilidad

51
El Club de las Excomulgadas
sorprendente, y entonces, esa caliente boca, tomó cada uno de mis pezones,
provocando un suspiro con cada una de sus acciones.

Por debajo del dobladillo de mi ropa interior, me apreté como un torno. Por cada
caricia en mis pechos, mi coño se contraía, hacia adentro y afuera, con un agudo
dolor placentero. No había palabras para lo bien que se sentía. No era sólo la
sensación, sin embargo, mi confianza en él estaba creciendo. Él sabe qué hacer, puede
hacer esto por mí. Yo puedo hacer esto por mí.

En poco tiempo, sus dedos se movieron hacia mis muslos. Comenzó en la parte
externa, sólo rozando las puntas de los dedos a lo largo de éstos, trazando caminos
irregulares mientras succionaba mis pezones; y luego la parte superior de las palmas

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


de sus manos hicieron círculos hacia adentro, extendiéndose y acariciando la piel
sensible de ese lugar. Mis caderas se elevaron para seguir sus movimientos.

Antes de este momento, nunca me había dado cuenta de cuánto placer podría
obtener sólo con las caricias en mis pechos. Cada vez que su boca dejaba un pico, el
otro se hinchaba con una anticipación abrasadora, a pesar del aire frío. Al mismo
tiempo, el encaje de mis bragas se puso cada vez más pegajoso, y ansié sentir sus
dedos allí. Su boca. Su lengua. Jesús.

Haré lo que quieras, por el tiempo que se sienta bien para ti.

— ¿Cuánto tiempo tienes? —murmuré, sorprendida por el sonido de mí voz.

Su respuesta fue amortiguada por la carne.

—Lo suficiente.

Ahora, las manos que masajeaban la parte interna de mis muslos, se deslizaron
hacia arriba. Iba a jugar conmigo. Iba a provocarme. Lo sabía por la forma en que
sus ojos se arrugaron en la oscuridad, y el ágil roce de cada dígito en mi piel.

52
El Club de las Excomulgadas
En un primer momento, acarició mi coño a través del encaje. Rozó los labios,
buscando mi clítoris con la yema de su dedo pulgar. Yo sabía que él podía darse
cuenta de cuán húmeda estaba.

Cuando se sentó, dejando mis pechos desatendidos, grité.

—Eso está mejor. —Sonrió.

— ¡Linc!

—Voy a tocarte... de muchas maneras... y quiero saber exactamente cómo se siente.


—tiró de la tela inferior de mis bragas—. Voy a ponerte ruidosa, nena.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


Asentí con la cabeza y cerré los ojos. No podía mirarlo.

Utilizó los dos pulgares para separar mis labios, con el encaje aún como una barrera
fina y pegajosa entre nosotros. Gemí antes de poder calcular el volumen, una y otra
vez mientras me abría. Adentro y afuera. Y adentro. Mi clítoris se hinchaba de
manera dolorosa con cada una de sus caricias.

— ¿Es bueno? —susurró.

Otro gemido.

— ¿Y esto? —Ahora levantó la tela, para que presionara entre los desnudos labios
de mi coño, raspaba sobre la hinchada carne de ese lugar, mientras él bajaba y
levantaba la tela—. ¿Tienes alguna idea de lo deliciosa que te ves?

Deliciosa. Yo. Era una cosa extraña oírle decir eso, y debido a eso, era aún más
excitante.

— ¿Esto? —tiró de la tela hasta que se impregnó en la crema de la entrada de mi


coño.

—Eso —jadeé, sonriéndole—. Todo ello, en realidad.

—Esto es sólo el aperitivo, Bails. —Liberó la tela, y ésta golpeó mi tenso clítoris.

53
El Club de las Excomulgadas
—Creo estas son mis nuevas bragas favoritas.

Inhaló profundamente.

—Creo que este es mi nuevo juguete favorito.

Un dedo se introdujo en mí, de manera rápida y hábil. Oh. Me contraje a su


alrededor antes de poder evitarlo.

—Dios mío, estás completamente empapada —jadeó.

—Mmm. —Me sacudí contra su dedo, la curva de su nudillo hablaba en mi nuevo


idioma. Un código de placer.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


Dejó caer la cabeza, corrió a un lado mi ropa interior, tomó mi clítoris en su boca, y
por primera vez en mi vida, grité el nombre de un hombre.

No me pregunten cuál era la diferencia. No podría decirlo. Se sentía bien porque


era lo que él deseaba. Me encantó su inspiración para tomar aliento, cuando mi
grito llegó a sus oídos, y por eso lo hice dos veces, tres veces, cuatro veces. Como
en un circuito eléctrico, transmití la carga.

Cuando se movió de nuevo hacia arriba, gemí a manera de queja, y sólo su boca
me hizo callar.

—No te preocupes, nena. Todo a tu propio tiempo, ¿sí? —Más besos… podría
probarme en ellos, y me gustaba.

—Pero... pero te detuviste...

—Comenzaré de nuevo. Y será aún mejor, te lo prometo. —Entonces, me quitó las


bragas, y luego besó un camino hacia abajo por mi vientre.

Cuando llevó su lengua hacia la carne húmeda, lo entendí. Esos primeros minutos
eran de lentitud. Acarició mi vientre y muslos con sus fuertes palmas mientras me
comía, deteniéndose en mis labios exteriores, antes de succionar el capuchón de mi

54
El Club de las Excomulgadas
clítoris. Justo antes de que el calor de su boca descendiera por segunda vez, me di
cuenta que había olvidado todo, excepto la expectativa de su próximo asalto.

Éste llegó, y me hizo temblar.

Me moví con él, éramos mareas en guerra. De ida y vuelta, de ida y vuelta.
Tempestades agitadas. Cuando los dedos llegaron, eran dos, y me extendieron lo
suficiente como para que mis gritos hicieran eco. Se hundieron justo en el lugar que
encontraron antes, y en ese momento, moví las manos por su pelo, empujándolo.

—Allí —lo alenté.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Así. —Movió sus gruesos dedos en mi interior—. Así. Déjame hacerlo por ti.

Deja que él lo haga por ti. Esa cosa. Hazlo por ti misma. Mmph. Sí sí sí sí.

—Así. —Las palabras vibraron alrededor de mi clítoris, y se sentían tan bien, tan
bien—. Hazlo para mí, Bailey. —Tenía la plana y fuerte extensión de su lengua
contra mí, y de repente, había un borde con cada caricia, que me hacía tratar de
resistirme—. Así. Buena chica. —Su palma empujaba mi vientre, sosteniéndome
para que lo tomara todo.

Estaba aterrada, quería que se detuviera, que me dejara bajar de este lugar de donde
las chicas traviesas provenían, porque si…

Golpe.

Yo era la famosa estrella porno. Era la aullante chica que suspira y se retuerce bajo
el chico que ella nunca supo que había en él. Era todas esas cosas, solo por que…

Golpe, temblor, temblor, golpe, golpe...

—Voy a correrme. —Las palabras eran entrecortadas, lejanas. Dichosas—. Voy a


correrme, Linc, no te detengas.

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El Club de las Excomulgadas
El perverso chico sólo se movió con más fuerza dentro de mí. Yo estaba saltando,
montándolo de manera efusiva. Me sentía hermosa, descuidada y viva.

Finalmente, una frente húmeda se posó sobre mi clavícula, y se me ocurrió que


todo había terminado. Seguía tratando de medir cuánto tiempo había tomado. Él
había estado allí abajo durante un largo tiempo. ¿Importaba?

— ¿Estás bien? —susurró.

Lo tomé por la barbilla, besé su labio inferior, y lamí mi propia esencia pegajosa del
arco de su labio superior.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Estoy bien. —Una sonrisa, tímida y sonrojada, casi separó las esquinas de mi
boca—. Estoy muy... muy... oh.

Su polla rozó mis labios inflamados por el orgasmo, y él gimió cuando trataron de
succionarlo hacia el interior.

—Por favor. —Rocé su cuello con mis dientes—. Por favor.

—No así. —Él se levantó, y apuntó hacia un alto taburete en la esquina—. Quiero
que te inclines sobre eso.

—Está bien.

Mis muslos estaban resbaladizos mientras caminaba de manera tambaleante hacia


el taburete. El acolchado de cuero se hundió bajo mis codos, y gemí cuando la
palma de Linc cayó sobre mi trasero en un azote seco y rotundo.

—En mis fantasías —murmuró—, siempre estás inclinada sobre este taburete.

¿Cómo puede alguien tan familiar para mí, hacerme sentir tan perversa y
pervertida? Me abrió con sus dedos, admirando la vista antes de que lo tomara por
completo, y las contracciones que se habían calmado en mi pelvis, saltaron a la vida
otra vez cuando él comenzó a hacer empujes fuertes. Uno... dos... tres... ¿por qué
estaba contando?

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El Club de las Excomulgadas
Ahora era él quien hacía mucho ruido. Suspiros surgían a través de sus labios
mordisqueados, en esa grave y exuberante voz suya. Un calor líquido se extendió
por mi vientre, y mis caderas comenzaron a temblar en sus manos.

— ¿Linc?

— ¿Mmph?

—Yo... —Continúa, vamos, dilo. —Azótame.

Él acarició mi trasero por un momento, preparando la carne. Golpeó ligeramente.


Suavemente. Luego un poco más duro. Al mismo tiempo, empujó dentro de mí, y

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


el impacto latió en mi clítoris. No pensé que fuera posible jadear más
profundamente que en aquel momento, justo antes correrme para él… pero lo hice.
Lo hice. Era la picadura de calor que acompañaba cada movimiento y cada
empuje. Se sentía como si mi orgasmo hubiera despertado de nuevo, haciendo
eco… como si nunca se hubiera detenido en primer lugar.

Cuando llegó el momento, no lo detuve antes de que se corriera dentro de mí,


como él había dicho. Cerré los ojos y dejé que su grito se arrastrara sobre mí, hasta
que nuestro ritmo se convirtió en un temblor, y cayó hacia delante para acariciar mi
espalda con sus manos.

—Um. —Se rió con nerviosismo; ésta era su fase de “oh mira, eres tú, y estás
desnuda, qué incómodo”. Luego se transformó en una sonrisa realmente
pervertida, un “oh mierda estamos desnudos, ¡increíble, increíble, increíble!”

Me moví hacia atrás para estar de pie junto a él, y luego me levantó para sentarme
en el taburete. Con un lento beso, envolví mis brazos alrededor de su cuello.

Él todavía sonreía entre besos y lamidas juguetonas.

— ¿Estás bien?

— ¿Lo estoy? —Su cuello, mi cara... oh. La mejor combinación en el mundo—. Oh,
Dios mío. Estoy agotada, Linc.

57
El Club de las Excomulgadas
Él chasqueó la lengua.

—Es por eso que necesitabas un montaje.

Fue mi turno de reír, y el sonido se amortiguó contra su piel.

—Oh, fue increíble. Gracias. ¿Cómo... cómo lo supiste?

—No lo sabía. —Mordisqueó el lóbulo de mi oreja—. Recordé un montón de cosas


del pasado, hice muchas búsquedas en Google… y luego recé para que saliera bien.

—De cualquier manera… fue increíble.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Bien. —Tiró de mi cabello hacia arriba, y me hizo mirarlo—. Feliz Día de San
Valentín, Bailey.

—Igualmente. —Le sonreí—. Incluso si te aprovechaste.

— ¿Qué? ¡Compré velas! Y vino… y también: Cómo entrenar a tu dragón23 en DVD.

— ¿En serio? —Fruncí el ceño—. ¿Por qué estamos perdiendo nuestro tiempo con
el sexo?

Miró por encima de mi cabeza hacia el televisor.

—Está bien, está bien. La voy a poner. Pero tienes que prometerme que
permanecerás desnuda.

Miré hacia mi nueva figura masculina en la forma de Linc, todo empapado de


fuego, y encantador en las sombras, y le di un indulgente beso con lengua.

—Puedo manejar eso.

Y lo hice.

Dragones y orgasmos. El muchacho sabía cómo tratar a una chica.

23
Película estadounidense de animación 3D, basada en el libro del mismo nombre.

58
El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Cuatro meses después

No voy a decirles que fue fácil.

Quiero decir, había pasado una semana desde que rompiera con un tipo que, no
sólo masticó mi corazón y lo escupió, sino que lentamente lo volvió a ingerir, para
poder cagarlo sobre galletas y alimentar a los loros con problemas de compromiso.

Afortunadamente, Linc era un complemento con mucha paciencia para mi carga

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


emocional. Y al final resultó que, él no estaba exento de la suya. Simplemente se
ocultaba en un apartamento muy ordenado.

Esto lo sé con seguridad: descubrir de que uno de tus mejores amigos ha estado
enamorado de ti durante toda su vida adulta, es suficiente para enviar lejos a los
gnomos de la autocompasión. Ni siquiera tuvieron tiempo para montar sus búhos.

Tom y Olly, benditos sean, aguantaron bastante en nuestros meses de novatos.


Sortearon los desacuerdos menores y se resistieron a tomar partido… también se
abstuvieron de pegarle a Craig cuando se presentó en el bar. Si nos escucharon a mí
y a Linc teniendo sexo, nunca lo mencionaron.

Aunque chocaron los cinco con él muchas veces. O yo realmente era mucho más
ruidosa, o él les había dicho más de lo que parecía. Apostaría por lo primero. Ejem.

Los hombres-lobo metrosexuales de Olly y Linc, fueron un éxito comercial.


Firmaron un contrato con un canal de televisión, y Linc entregó su renuncia en las
oficinas de la Compañía de Tecnología Informática.

¿En cuanto a mí? Empaqué mis pertenencias en cajas que no estuvieran llenas del
Estúpido Craig, y Tom y Olly iban a ayudarme a mudarme al apartamento de Linc.

Nuestro apartamento.

59
El Club de las Excomulgadas
*****

Cuando cerramos la pastelería a las seis, Linc esperaba afuera con las mangas
arremangadas, y las manos metidas en los bolsillos. Podía haber ganado un poco de
confianza con su recién descubierta popularidad en TV, pero aún se veía torpe al
merodear ante las puertas. O incómodo en público, en general.

Sobre todo cuando lo estaban siguiendo.

—Buenas tardes, Señor Forester. —Estaba a punto de pararme en puntillas para


saludarlo con un beso, pero entonces, vi a su club de fans en la esquina y lo pensé
mejor—. ¿Todo listo para la mudanza?

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Tom y Olly estarán allí en un rato, con todo el botín. Sin embargo, es posible que
necesitemos un poco de maniobras de distracción.

— ¿Has sido abordado?

—Todavía no. ¿Crees que simplemente debería ir allí y acabar con esto?

—Podrías hacerlo. Un poco de trabajo de socialización. Puedes decirles acerca de


la película. —Apreté su brazo—. Mila dijo que podría ir contigo. ¿No es genial?

—Ah, Bails. ¡Es brillante! —Estampó un beso contra mis rizos oscuros, y me
arrastró hasta la esquina—. Está bien, entonces. Vamos al encuentro de las damas
del terror.

No sé si lo estaba imaginando, o si las seis jóvenes en realidad estaban de pie en


forma de una Venus atrapamoscas. De cualquier manera, mientras Linc se dirigía
hacia ellas, se sentía como esa escena de Parque Jurásico24, donde lanzan una cabra a
los velocirráptores. Este era el chico que necesitó cinco años de ser mi amigo, para
que le crecieran unas bolas lo suficientemente grandes, como para besarme. Él no
era el tipo de hombre que caminaba hacia un grupo de desconocidos, aunque

24
Película estadounidense de Ciencia Ficción, dirigida por Steven Spielberg.

60
El Club de las Excomulgadas
llevaran pequeñas insignias que decían Linc Twice25. Estaba orgullosa de él, y por
debajo de eso, me sentía levemente amenazada. Estaba siendo ridícula.

Pero en realidad, el caliente chico que se acercaba a sus fans era mi novio. Y yo era
quién lo conocía mejor que nadie más. Tal vez no era tan ridícula, ¿eh?

— ¡Oh, Dios mío! —Gritó una de las chicas, agitando sus manos como un pez—.
¿Recibiste nuestros correos electrónicos?

—Nos encanta la nueva parodia. La de los hombres-lobo en tutús. Definitivamente,


van a poner de nuevo de moda estar peludo —dijo efusivamente otra chica, con
trenzas estilo Heidi26.

Lucy V Morgan - Un Hermoso Desastre


—Bueno. Olly es el peludo. —Linc se sonrojó como de costumbre, pero sonreía
mientras hablaba.

— ¿Dónde está Olly? ¿Está aquí?

—Él está... bueno, está algo ocupado con nuestro nuevo proyecto —dijo Linc—.
Acabamos de recibir el visto bueno para hacer una película.

— ¿En serio? —Heidi rebotó en sus zapatillas deportivas con lazos de neón—. ¿Una
película de Hollywood? Oh, Dios mío, ¿necesitan extras?

—Seríamos realmente buenas. No molestaríamos a nadie —dijo otra.

Linc negó con la cabeza. Ahora tenía un atractivo tono color remolacha.

—No es Hollywood, pero estamos muy emocionados por ello. Empezaremos a


filmar en pocas semanas.

La primera chica comenzó a pulsar de manera agresiva las teclas de su teléfono.

25
Textualmente: Linc dos veces. En el argot estadounidense, Twice, también significa querer
conquistar alguien, sin decirlo abiertamente. Al comentar con alguna persona “Twice”, se quiere
decir, “I’d hit that twice”, algo así como: lo haría con él (o ella) dos veces.
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En el argot estadounidense, una Heidi, es una chica de apariencia de niña buena, encantadora,
honesta, etc.

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—Estoy poniendo esto en nuestro blog, así como… ¡ahora mismo! —Miró a Linc
con los ojos muy abiertos—. ¿Podemos tomarte algunas fotos?

—Um, sí. Por supuesto. —Linc me lanzó una mueca de vergüenza, mientras las
chicas se aplastaban contra él. Le hice un gesto con un dedo, y él lentamente puso
los brazos alrededor de sus hombros.

Sonríe, articulé en silencio, esperando que leyera mis labios.

¡Vete a la mierda!, Se quedó mirando fijamente el pavimento.

—Está bien —dijo la chica con el teléfono con cámara—, todo el mundo diga:

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¡gordo baboso!

Puse mi cabeza entre las manos. La broma era en cierto modo adicionalmente
vergonzosa cuando era gritada por colegialas, y sospechaba que ellas no eran el
público objetivo de Olly y Linc.

— ¡Gordo baboso! —chillaron a coro.

Linc todavía no sonreía, y su ceja izquierda se inclinó en un cómico ángulo agudo,


cuando el flash se disparó.

—Supongo que será mejor que continúe mi camino —dijo, mientras se alejaba.

— ¿Firmarías mi brazo antes de irte? —dijo chica de la cámara.

—Y mi revista.

—Y mis pechos.

—Oh, Dios mío, Lizzie. ¡No puedes pedirle eso! —Heidi le lanzó una mirada rapaz.

—No es peor que lo que está escrito en tu diario, escoria…

—Probablemente no debería firmar los pechos de nadie —dijo Linc rápidamente—.


Pero si alguien tiene un bolígrafo, puedo hacer las otras cosas.

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El Club de las Excomulgadas
Olly lo habría hecho. Hice una nota mental para mantenerlo alejado de las menores
de edad.

Tres de las niñas sacaron bolígrafos de sus bolsos, y todas los lanzaron en dirección
a Linc, al mismo tiempo. Él se encogió de hombros hacia mí con impotencia, antes
de usar un bolígrafo diferente para cada una de las chicas.

De repente, fui muy consciente de que estaba siendo observada.

—Así que, ¿es ella tu novia? —dijo Lizzie, mirándome por debajo de un montón de
pelo liso.

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—Um. Sí, lo es —dijo él, de manera cautelosa.

Les hice un débil gesto de saludo desde mi lugar junto a la pared.

—Ella es… completamente preciosa —dijo Heidi, sin aliento—. ¿La amas?

Él levantó la mirada del brazo de Heidi, que ahora llevaba su caligrafía


característica, para lanzarme una sonrisa ladeada. —Sí. Es grandiosa.

— ¿Cómo se llama?

Oh, mierda. Por favor, no lo digas, Linc. No quiero amenazas de muerte en mi bandeja de
entrada de correo electrónico. Todos sabemos cómo va esto. En la era de las redes sociales,
estoy bastante segura que las hervidoras de conejitos, ya habrán progresado a hervir a las
ratas-mascota, también.

Antes de que Linc pudiera responder, Lizzie corrió hacia mí y tiró de la manga de
mi blusa.

—Tienes que conseguirte una cuenta de Twitter —dijo—. Podemos, algo así como,
vivir precariamente a través de ti.

—Quieres decir indirectamente, idiota —La chica de la cámara rodó los ojos.

—Vivir con Linc es más bien precario —me encontré diciendo.

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— ¿Cómo se conocieron? ¿Fue completamente romántico?

Linc se desplomó contra una farola y se frotó la sien. Creo que todavía imaginaba
que al acercarse, lo dejarían alejarse con rapidez, en lugar de que ambos fuéramos
interrogados.

Levanté las cejas hacia él.

—Fue bastante romántico, en realidad. —Involucró velas… y azotes. Posiblemente


no era una historia para aquellos que no deben ver la televisión después del horario
de protección al menor.

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—Realmente tenemos que irnos —dijo Linc con voz débil—. Fue bueno
conocerlas.

Nos enfrentamos a seis pares de brillantes labios fruncidos. Lo siento chicas. No


habrá poni esta Navidad.

—Que tengan un buen fin de semana —les dije, tomando el brazo de Linc.

—Lo haremos —dijo Heidi, como si acabara de ser informada de una noticia de
interés mundial.

— ¡Y estamos tan entusiasmadas con la película! —chilló la chica de la cámara—.


¡Oh, Dios mío!

—Oh, Dios mío, en verdad —murmuré, presionándome contra él mientras nos


alejábamos.

— ¡Y oye, novia de Linc! —Gritó Lizzie—. ¡No te olvides de Twitter! Puedes poner
fotos en él, ¿sabes? Podrías tomar un montón de fotos.

—Entonces, ¿qué firmaste en lugar de sus pechos? —Me reí.

—Ella es ahora la orgullosa propietaria de un iPhone que dice Lunc. Mi mano


estaba temblando.

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—Eres un semental.

—No te atrevas a hacer esa cosa de Twitter.

Dimos vuelta a la esquina por el pequeño restaurante italiano en el que nos gustaba
almorzar, y dimos un paso atrás para permitir que pasaran dos chicos patinadores.

—Oye —dijo el de la sudadera negra con capucha—. Es el tipo del vampiro de


ballet.

El otro extendió la mano hacia arriba, y Linc chocó los cinco con él, de manera
cautelosa.

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—Eres genial, hombre. Genial.

—Gracias —murmuró Linc.

Apenas habíamos llegado al Starbucks27 situado al final de la calle, cuando un


poderoso bramido se escuchó por detrás de nosotros.

—Oh, mierda —se quejó Linc—. Están cantando el rap del hombre-lobo cachondo.

—Esto es vergonzoso. ¿Qué tan rápido podemos llegar al auto si corremos?

—Descubrámoslo, ¿de acuerdo?

Nunca antes me habían fruncido el ceño señoras de edad, mientras dos chicos le
cantaban a mi aterrorizado novio: “¡Ooh, ooh, los chicos were son fáciles!”. Sin
embargo, si hubiera tenido una lista de cosas que nunca querría hacer durante un
sábado, podría haber tachado esta.

*****

—No puedo creer que vayamos a ver este lugar. —Olly daba saltos, con los brazos
llenos de macetas con hierbas, mientras yo trataba de encontrar la llave.

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Cadena internacional de venta de café.

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—Se siente como algo equivocado, algo prohibido que no deberíamos hacer —dijo
Tom.

—Tenemos que asegurarnos de que es un lugar habitable para Bailey. Comprobar si


hay esquinas afiladas, adornos de vidrio, ese tipo de cosas.

—Son como dos padres homosexuales, entregándome a mi novio —me quejé.

—Es algo bueno que en realidad no tengamos amigos homosexuales —reflexionó


Tom—. Tendrían que ser muy tolerantes.

Finalmente, logré abrir la puerta del apartamento, y entramos al salón. Los chicos

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dejaron caer las cajas, y miraron a su alrededor con asombro.

Olly se rascó la barbilla, pensativo.

—Es... es...

—Normal. —El labio superior de Tom se curvó con disgusto.

Le di un codazo en las costillas.

— ¿Qué esperaban?

—No sé. ¿Murciélagos, un ataúd? ¿Zapatos de mujer del tamaño para un


transexual?

—Yo esperaba toda clase de cosas raras de súper villano, como un piso
transparente, mostrando una pecera llena de tiburones y calamares gigantes. —El
zapato de Olly resonó sobre las tablas pulidas del piso—. No puedo creer que él sea
así de... ordenado.

—Yo tampoco podía. —Sonreí.

—Dejen de quejarse y échenme una mano. —Linc apareció en la puerta de entrada,


llevando una caja que yo sabía que estaba llena de ratas. Recientemente, habíamos

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El Club de las Excomulgadas
comprado una linda ratita gris, para que se uniera a Tarquin y Safety Dance. Su
nombre era Desmond.

Tomé la caja de los brazos de Linc, y me puse de puntillas para darle un beso.

— ¿La jaula está en el auto?

—Sí. —Sus dedos se detuvieron en mi cintura—. La traeré en seguida.

—Todavía no puedo mirar. —Olly puso una mano sobre sus ojos—. Es como ver a
mi hermana y mi hermano.

Hice rodar los ojos mientras pasaba junto a él.

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—Has tenido cuatro meses para acostumbrarse a ello, idiota.

— ¡Eso no es nada! Y no creas que no puedo ver lo que estás haciendo, señorita. —
Movió un dedo hacia mí—. Robándote a mi compañero. Todavía irá allá por el
trabajo y…

— ¡Yo soy tu compañero! —protestó Tom.

—Pero eres una mierda con el teclado —suspiró Olly, dando una palmada en la
espalda a su amigo—. De todos modos, estás destinado a darles sus dosis de
medicamentos a los jubilados, Doctor Tom.

Les tomó una hora aproximadamente subir todas mis cajas, y yo me puse a
acomodar a las ratas, mientras los chicos las apilaban en el pasillo. Puse la jaula en
la habitación de invitados, y me aseguré que tuvieran bastante cereal.

Luego llegó el momento de decir adiós a Olly y a Tom.

—Va a ser muy extraño —dijo Tom.

Olly me hizo un mohín.

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—Estaré en tu habitación vacía a las dos de la mañana, golpeando las paredes con
los puños desnudos. Piensa en eso mientras estén haciendo cosas sucias, y tristes
collages de fotos.

—Cuídala, Linc. Nada de quitar las tablas del suelo para revelar tanques de peces,
¿me oyes?

Linc chocó los cinco con Tom, de manera contundente.

—Haré mi mejor esfuerzo, amigo.

Soporté abrazos asfixiantes de chicos sudorosos, y saludé mientras comenzaban a

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caminar hacia el final del pasillo. La puerta no se había cerrado cuando
comenzaron a cantar a viva voz:

—Son hombres-lobo muy cachondos con sus peludas y afeminadas... ¿ratas?

—Ratas. Were-ratas. Vaya, ¡las were-ratas son fáciles!

Linc cerró la puerta y me atrajo hacia él con una sonrisa.

—Así que. —Me dio un beso lento, apenas contenido—. Finalmente te tengo toda
para mí.

—Ciertamente me tiene, señor Forester. ¿Crees que puedan arreglárselas sin mí?

Él se mordió el labio.

—Bueno, nosotros no vamos a volver por ahí, al menos hasta las nueve.

—Tienes razón. Y será una visita rápida.

—Pero nos da horas y horas.

Suaves lamidas bajaron por mi cuello, y mis duros pezones se frotaron contra su
pecho. Oh.

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— ¿Horas y horas de montajes? —Me reí.

—Sí. Dios, sí.

Dejé que me Linc levantara y me llevara hacia la cama, ahora adornada con mi
edredón de terciopelo. Nuestros espacios, nuestras vidas, estaban unidas en un
hermoso desastre. No recordaba haberme enamorado de Linc… desperté una
mañana y simplemente lo estaba. Fue la mejor clase de: ¡que te jodan, Craig!, y lo que
nunca me atreví a esperar.

También fue la mejor cosa que me hubiera pasado alguna vez.

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—Estás usando demasiada ropa —murmuró—. Necesitamos una regla. Te
desnudas cuando lo diga, o habrá nalgadas.

Oh, ¿y en caso de que se lo pregunten?

Síp.

Todas. Y. Cada. Una. De. Las. Veces.

Fin

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