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La conexión olvidada:

Harley y la influencia escocesa en el estilo de juego nacional

En este artículo nos centraremos en el escocés John Harley, jugador de Peñarol entre
1909 y 1920 y considerado uno de los fundadores del estilo de juego uruguayo. A esto
sumaremos una discusión sobre el impacto del fútbol en la construcción de identidad
nacional, el ocaso de Harley en la historiografía y prensa, y un cuestionamiento de la
postura esencialista sobre el estilo de juego.

Nación, Identidad y Fútbol

Es de perogrullo afirmar que el fútbol es el principal motor constructor de identificación


nacional en Uruguay. Mucho se ha escrito al respecto dentro y fuera de fronteras
(Alabarces, 2002, 2003; Archetti, 2003; Bayce, 2008; Hobsbawm, 1992; Morales 2003)
y no ahondaremos sobre la argumentación de tal aseveración.

Sin embargo, hay tres aspectos que consideramos cruciales para analizar la constitución
del estilo de fútbol uruguayo, el ocaso de ciertos hechos y el lugar que ocupa John
Harley en la historia nacional.

En primer lugar, el deporte es considerado un motor de la identificación nacional


posterior a la primera guerra mundial (Hobsbawm, 1992):

“La identificación nacional en esta era adquirió nuevos medios de expresarse en las sociedades
modernas (…). Deben mencionarse dos que son importantísimos. El primero (…) fue el auge de los
modernos me-dios de comunicación de masas: prensa, cine y radio. (…)También el deporte tendió
un puente sobre el abismo que separaba el mundo privado del público. Entre las dos guerras
mundiales el deporte como espectáculo de masas se transformó en una inacabable sucesión de
encuentros de gladiadores protagonizados por personas y equipos que simbolizaban estados-
nación, lo cual forma hoy día parte de la vida mundial. Hasta entonces (…) los partidos
internacionales de fútbol habían interesado principalmente a un público de clase media y, de hecho,
los partidos internacionales se habían instituido con el objeto de integrar los componentes
nacionales de los estados multinacionales1. Simbolizaban la unidad de tales estados, ya que la
1
Al respecto es muy útil el análisis que realiza Archetti sobre El Gráfico en la década del veinte y los significados del
fútbol en la sociedad argentina, donde señala que “Es interesante notar que lo criollo es definido a partir de la
predominancia de apellidos italianos y españoles. Lo criollo se funda, por tanto, a través de los hijos de inmigrantes
latinos. Los hijos de inmigrantes 'ingleses' nunca fueron considerados como criollos, y no podían transformarse en
criollos por jugar al fútbol” (Archetti, 2003: 92). Consideramos que la afirmación Hobsbawm respecto a Europa se
aplica al contexto uruguayo dadas las fuertes oleadas inmigratorias que llegaron en esa época y que lo marcado por
Archetti para el caso argentino podría ser análogo al oriental (lo decimos en condicional debido a la falta de
investigación al respecto).
rivalidad amistosa entre sus naciones reforzaba la sensación de que todos formaban parte de una
sola unidad por medio de la institucionalización de encuentros regulares que proporcionaban una
válvula de escape para las tensiones de grupo, que se disiparían inofensivamente en pseudoluchas
simbólicas.” (Hobsbawm; 1992: 151-2).

En segundo lugar, como plantea Bayce (2008) al referirse a una combinación de aportes
conceptuales de Hobsbawm y Levi Strauss, para la construcción de un relato histórico
nacional lo importante no es la verosimilitud fáctica sino su potencialidad emocional:

“Hay que construir una historia que tenga forma narrativa y que tenga potencialidad emocional y
no importa para la construcción de una identidad, para la construcción épica de una identidad, que
sea verdad. (Levi Strauss) Dijo también que no hay objeción en que la haya (verdad histórica), es
posible construir un relato con cierta verdad histórica pero no es fundamental, no importa tanto. Es
por su potencialidad emocional que subsistan esas historias.” (Bayce, 2008: 65).

En tercer lugar, para Alabarces (2002) el nacionalismo deportivo:

“necesita del éxito deportivo que vuelva eficaz la representación de lo nacional, porque sin éxito
deportivo no hay nacionalismo que valga (…) Necesita de una práctica y un relato de
diferenciación: y éste es el estilo de juego, más narrado que vivido, pero de una gran capacidad
constructora de sentido” (Alabarces, 2002: 45-6).

2-3-5

Los cambios reglamentarios (la piedra angular fue el cambio en la ley del offside2)
sumados al aumento de las exigencias de las competencias (declive del amateurismo y
aumento del entrenamiento) generaron que el fútbol practicado en Gran Bretaña a
finales del siglo XIX comenzara a tener sistemas tácticos.

El esquema que se impuso y mantuvo su vigencia durante cincuenta años fue el 2-3-5.
Así fue como los jugadores empezaron a asumir funciones específicas dentro del
campo.

2
La primer ley del offside data del primer reglamento de la FA de 1863, en el cual se sancionaba offside si cualquier
jugador del equipo que dominaba el balón está situado por delante de éste. Debido a esto los primeros sistemas
tácticos contaban con hasta ocho delanteros. A finales de la década de 1860, la FA modificó la regla, en virtud de la
cual un jugador se encontraba en offside si estaba situado por delante del tercer último defensa. Con esta
modificación comenzó a desarrollarse el passing game y el 2-3-5.
El arquero custodiaba exclusivamente el arco. Los defensas dividieron tareas, mientras
uno estaba retrasado protegiendo el área penal, el otro jugaba más adelantado para
'romper el juego' y dejar en offside al rival más adelantado. Esto se conoció como la
'defensa en diagonal'. Los dos mediocampistas que jugaban por las bandas marcaban las
zonas laterales (donde se movían los punteros y entrealas rivales) y quien ocupaba el
medio era la llave del juego, ya que marcaba el centro del campo y era el encargado de
distribuir la pelota en ofensiva. En la delantera, los extremos corrían por las bandas y
levantaban centros, los interiores retrocedían y armaban el ataque, mientras que el
centrodelantero finalizaba la jugada.

Pero había dos maneras de formar el ataque. Uno era en forma de “M”, que respondía al
dribbling game, el patrón de juego inglés que se basaba en la fuerza, la velocidad y
favorecía el destaque individual. Mientras que el otro era en “abanico”, que respondía al
passing game, el estilo escocés que se nutría de la astucia y solidaridad de sus jugadores
para pasar la pelota y no ir al choque.

Dribbling game: el patrón de juego imperial

Los primeros en jugar al fútbol fueron los jóvenes de la élite inglesa. El deporte era
utilizado para formar líderes. Richard McBrearty, curador del Scottish Football
Museum, considera:

“They were being trained to be leaders in the British Empire. Their whole training – whether in the
classroom or on the playing field – was to show your own individual worth as a leader.”3

Pasar la pelota era visto como un acto de cobardía, de falta de liderazgo. No solo se
pasaba la pelota, sino también la responsabilidad, y para un estudiante de Cambridge,
Harrow o Eton eso resultaba inadmisible.

Incluso en la periferia del imperio las cosas funcionaban de ese modo. Para Alexander
Watson Hutton, director del English High School de Buenos Aires e introductor del
fútbol en Argentina:

“las faltas de carácter y conducta (...) traen como consecuencia la inmediata expulsión”.

3
The Scotsman, 8 de junio de 2006 “Scotland's amazing role in football's success”
Su objetivo como director de un colegio inglés no era

“formar sabios, sino hombres capaces, con nociones precisas de la caballerosidad y de la


hidalguía; gentelmen, en una palabra. Ese es el espíritu del English High School” (Luzuriaga, 2009:
57),

afirmó en una entrevista en 1899.

The scottish passing game y los scotch proffesors

Los escoceses no tuvieron esa atadura a la hora de jugar al fútbol y supieron interpretar
los cambios de las reglas de juego. El passing game se basó en la combinación de pases
para tener la pelota, avanzar en el campo y eludir rivales. Esto no era visto como un acto
de cobardía, sino de inteligencia y solidaridad.

A esto se sumaba las condiciones físicas de unos y otros. Según Hobsbawm la altura y
el peso de los jóvenes de la élite inglesa era superior al de los más populares4. Por lo
tanto, el passing game fue un modo de contrarrestar el planteamiento físico inglés, que
era imposible de doblegar dados los condicionamientos corporales.

El primer equipo en jugar de esa manera fue el Queen’s Park F.C. a finales de la década
de 1860. Durante los siguientes veinte años el passing game eclipsó al dribbling game,
pues entre 1872 y 1887 Escocia ganó diez partidos y perdió uno solo contra Inglaterra.

John Harley

John Harley nació el 5 de mayo de 1886 en Glasgow y emigró a los 20 años a Argentina
para trabajar en el ferrocarril. Primero lo hizo en Bahía Blanca, luego pasó a Santa Fé y
finalmente recaló en Buenos Aires, donde jugando para Ferrocarril Oeste, el equipo de
la compañía, participó en 1908 de una serie de partidos amistosos contra el CURCC
(Alvarez, 2004: 72). En aquella época era habitual los partidos entre equipos de
empresas ferroviarias de Argentina y Uruguay (todas de capital inglés).

4
“En la década de 1870 los chicos de once a doce años que estudiaban en las escuelas públicas de las clases altas
eran por término medio cinco pulgadas más altos que los de las escuelas industriales, y entre los diez y los veinte,
tres pulgadas más altos que los hijos de los artesanos” (Hobsbawm, 1982: 158-9)
Luego de un partido disputado en Montevideo, una crónica de la época señaló que
Harley “sin duda alguna fue el mejor hombre del field”5. El impacto que su estilo
generó en los uruguayos fue tan importante que inmediatamente quisieron contratarlo. A
dos semanas del mencionado partido en la prensa ya se informaba: “Se dice que Harley,
el notable centro half del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires figurará en el cuadro
peñarolense”6.

John Harley se mudó a Montevideo y jugó en Peñarol entre 1909 y 1920, siendo su
capitán entre 1909 y 1913. Se retiró a los 34 años, ganó 2 campeonatos uruguayos y
jugó 17 partidos con la selección uruguaya.

Harley y la historiografía ¿carbonera?

Es necesario señalar que las investigaciones sobre la historia del fútbol uruguayo que
hacen referencia a John Harley (veremos más adelante la visión de jugadores
contemporáneos y el periodismo) surgen en buena medida desde filas aurinegras.

Ejemplos de esto son Crónica y comentario de C.A. Peñarol, donde se valora que:

“antes de él, el juego era más vigor físico que técnico, después de él, fue arte y expresión armónica”
(Buzzetti, 1961:45).

La Epopeya de Peñarol, otro libro sobre la historia del club, es donde se encuentran las
descripciones más minuciosas y elogiosas sobre John Harley y su impacto en el estilo de
juego uruguayo:

“una escuela de football, una técnica, que fundaron el escocés John Harley y el criollo José
Piendibene, que habría de culminar con el tiempo en el Río de la Plata y en América, en Colombes
y en Amsterdam y en Montevideo y en Río de Janeiro” (…) “El “Johnny” fue el fundador de la
escuela uruguaya de football” (Mantrana Garin, 1953: 10-32).

Es particularmente llamativo el capítulo del libro titulado “John Harley: el gran


reformador” donde, luego de una breve reseña biográfica, se destaca:

“Antes de la actuación de Harley en nuestros fields, el football oriental, salvo contadas excepciones
era la exposición entusiasta de un estado anímico, heroico, noble y viril, que en síntesis, era el

5
La Tribuna Popular, 26 de octubre de 1908.
6
La Tribuna Popular, 6 de noviembre de 1908
resabio de nuestras antiguas montoneras, de nuestras patriadas, de nuestras luchas en las verdes
cuchillas, que hahían cambiado de escenario por las leyes del progreso y la cultura —y el hombre—
en toda su complejidad psicológica, descargaba en otro ambiente, su herencia ancestral — la del
gaucho bravio — nacido para la libertad y las actividades estéticas como el amor, el canto, el juego
y la guerra. Era el football primitivo y heroico, que es esfuma en el tiempo y forja leyendas. Ahora
comenzaba otro acto, con la llegada de John Harley, como protagonista. (…) Su juego de cabeza es
impecable, salta justo para despojar a su rival, el criollo fuerte y valiente y luego apoyar. Intercepta
los pases con una precisión matemática en el cálculo de las distancias. Sus pases son cortos,
precisos y elegantes. Es el gran coordinador de once piezas, con el ritmo de asociación, es pues, el
gran Reformador. Es una ráfaga olímpica de la escuela escocesa, que luce sus galas por las
canchas de Peñarol, del Parque Central, Punta Carretas, Belveder, el Parque Lugano y el Parque
de los Aliados. Es la expresión de la ciencia del football que ha entrado por el pórtico suntuoso de
nuestro deporte favorito. Es John Harley, el maestro escocés que reformará nuestro football
heroico y tumultuoso para asombrar al universo deportivo en el 24 y el 28, el 30 y el 50!! Es el arte
en toda su plenitud estética. Desde Harley arranca la grandeza técnica del football uruguayo,
gamándola con la intuición, improvisación y genialidad del criollo. El espíritu escocés moldeó la
arcilla criolla y le imprimió su ciencia. El producto específico de esa creación, es el genio, que
simboliza José Piendibene. La creación de una escuela de football por Harley y Piendibene es una
realidad social y deportiva.” (Mantrana Garin, 1953: 143-4).

Más allá del tono hagiográfico de Mantrana Garin existen más afirmaciones que señalan
la importancia del escocés.

Harley y la colección 100 años de fútbol

La colección 100 años de fútbol, dirigida por Franklin Morales, aparece a fines de 1969
como anticipo de la copa del mundo disputada en México en 1970, y “fue el intento más
ambicioso de plasmar el desarrollo del fútbol montevideano y su proyección internacional como
fútbol uruguayo” (Luzuriaga, 2009: 167).

Más allá de la ausencia de un método historiográfico y el tono periodístico de la


colección (en definitiva, era un producto cultural de masas; hoy en día basta recorrer las
librerías de usados de Tristán Narvaja para encontrar sus números), la misma es
valiosísima por su rigor y registro de la memoria oral de principios del siglo XX.

Allí encontramos en diversos fascículos, y por lo tanto, argumentado por distintos


autores, afirmaciones similares a las realizadas por la historiografía aurinegra.
Tal vez la más destacada sea la aportada por César Gallardo, un reconocido conocedor
del fútbol de principios del siglo XX, que en el fascículo El fútbol del 12, afirmó:

“La influencia de Harley en nuestro medio fue decisiva en cuanto a modificar radicalmente el
panorama técnico y táctico del fútbol criollo. Es discutible si fue el primero que aportó la norma de
apoyar a los delanteros (…) Pero lo que no se admite discusión es que ni uno ni otro formaron una
escuela. Esa fue en cambio la obra de Harley y por ello merece la consideración que se le tributa.
Lo fundamental del cambio aportado tiene que ver con la transformación total operada en las
normas de juego, en el cambio de estilo y en el abandono del padrón inglés para dar paso a la
escuela escocesa (…) Cuando se habla de «escuela o táctica» uruguaya, debe recordarse el punto
de partida y la ineludible ascendencia impuesta por Harley (...) para explicarnos el señorío que «el
pase corto» imprimió en el fútbol del Uruguay, hasta llevarlo a las más altas cimas alcanzadas por
el deporte en el mundo” (Gallardo, 1969: 53).

En otro fascículo, dedicado al análisis de los sistemas tácticos Bayce destaca:

“En 1909 llega al Uruguay y a Peñarol el centro-half escocés Juan Harley, que impone
inmediatamente su escuela del 2-3-5 con la delantera en abanico, del pase corto como
procedimiento básico del juego, que gana en colectividad y belleza.” (Bayce, 1970: 509)

Mientras que Gutierrez Cortina en su fascículo dedicado a la rivalidad rioplatense


menciona:

“Los herederos de Harley y Piendibene darán fé del avance de esta orilla con un secreto que nos
acompañó siempre: el pase. La semilla británica había caído en tierra fértil” (Gutierrez Cortina,
1969, 105)

Finalmente otro autor, en este caso Ulises Badano, más allá de hacerlo en un número
dedicado a la historia de Peñarol, destaca:

“Es común oír a los aficionados de antes la mención admirativa hacia Juan Harley, (…) Desde filas
aurinegras, Harley proporcionó el arte futbolístico de su país para mejorar el nuestro. Aumentó las
enseñanzas, jugando la pelota a ras del suelo y aplicando el pase certero, evitando el ‘bombazo’”
(Badano, 1970: 201).

La influencia de Harley según sus pares y el periodismo

A raíz de la inexistencia de filmaciones o relatos de audio de partidos de fútbol de las


primeras décadas del siglo XX consideramos que el testimonio de quienes jugaron en
aquella época consiste en la mejor evidencia posible para describir y analizar el fútbol
que se practicaba.

En un reportaje a Juan Pena, “considerado el primer gran jugador criollo (se refiere a Pena)”,
destacó que “acá fue Juan Harley quien nos enseñó a bajar la pelota y combinar el juego”
(Gutierrez Cortina, 1969: 104).

Mientras que para José Piendibene, acaso el mejor jugador de la era amateur del fútbol
uruguayo, declaró en 1951 que John Harley

“fue el mejor centre-half de todos los tiempos, en ese difícil puesto que es la llave del equipo ”
(Alvarez, 2004: 71).

Pero la principal evidencia de su impacto consiste en el homenaje que se realizó el 19 de


junio de 19527 en el estadio Centenario frente a más de 43.000 personas8.

Un día antes del evento la prensa informaba:

“Otro de los motivos de atracción del lance entre Rampla y Peñarol a jugarse mañana en el
Estadio, es el homenaje que se le tributará al que fuera brillante futbolista de los planteles
aurinegros, el verdadero maestro de nuestro fútbol, Juan Harley”9.

Mientras que al día siguiente la prensa destacó:

“Tuvo lugar ayer el gran homenaje del fútbol nacional a una de las figuras más representativas:
Juan Harley”10,

donde fue reconocido como:

“el verdadero maestro de nuestro fútbol, el hombre que enseñó la técnica futbolística en nuestro
medio”11.

En este sentido se valoró:

7
Actualmente es común leer en internet que este acto tuvo lugar el 19 de junio de 1951. Este error lo encontramos
también en Alvarez, 2004, quien seguramente lo levantó de “El libro de Oro de Peñarol”, colección publicada a raíz
del centenario del Club Atlético Peñarol y a la cual atribuimos la confusión, dado que es el registro más antiguo que
hemos detectado con esa fecha.
8
Es importante señalar que ese día jugaron Peñarol y Rampla Juniors, que peleaban la punta del campeonato. Es
posible que ese hecho haya concitado tanto público o que dicha cifra fuera habitual en la época. La razón de porqué
hubo tanta gente ese día nunca la sabremos, pero es necesario abrir el abanico de opciones y no construir una
hagiografía de Harley.
9
Tribuna Popular, 18 de junio de 1952.
10
El País, 20 de junio de 1952
11
Tribuna Popular, 20 de junio de 1952
“Fue con su aparición que se inicia la gran renovación técnica de nuestro balompié, que lo llevó a
las grandes conquistas en el campo internacional. El Estadio engalanado con las banderas de todos
los clubes, que de esa manera adherían al homenaje y con el magnifico marco que le prestaron más
de cuarenta mil personas, recibió calurosamente a su viejo ídolo. Entró Juan Harley al campo
acompañado por verdaderas glorias del deporte: junto a él estaban, entre otros: Alfredo Foglino,
Cayetano Saporitti, José Piendibene, Rodolgo Marán, Juan Delgado, Carlos Scarone, Alfredo
Zibechi, José Vanzino, José y Miguel Benincassa, Miguel Apesthegui, Pascual Quaglia, Anibal
Tejada, Bernardo Savio, Manito y Lewis (...) varios oradores exaltaron la figura del homenajeado,
a la vez que destacaron la justicia del homenaje. Sendos ramos de flores y medalla le fueron
entregados a Juan Harley, que al hacer abandono del campo volvió a ser objeto de una calurosa
ovación”12.

El homenaje fue una iniciativa del periodista (e hincha de Peñarol) Juan A. De León,
más conocido como Leondé, según se consiga al día siguiente del evento en el diario
Tribuna Popular. Sin embargo, ¿es posible que ese homenaje se haya realizado sin que
los principales jugadores de la década del veinte consideraran que John Harley había
sido una pieza clave en el desarrollo del fútbol uruguayo? Consideramos que responder
de forma negativa a esta interrogante es lo más plausible.

Además, es importante destacar el momento en que se realiza el homenaje. Uruguay era


el campeón del mundo vigente y tenía en sus vitrinas otra copa del mundo, dos oros
olímpicos y ocho campeonatos sudamericanos. Era una coyuntura favorable para
destacar la excepcionalidad oriental y construir un mito fundante. Sin embargo se optó
por reconocer el aporte extranjero, por destacar la raíz escocesa del fútbol uruguayo.

Ese día, en el campo de juego, luego del homenaje, dijeron presente por un partido del
campeonato uruguayo cuatro campeones del mundo, de los cuales tres alinearon en la
final: Roque Gastón Maspoli, Rodríguez Andrade y Oscar Miguez en Peñarol, y
William Martínez en Rampla Juniors (no jugó el partido con Brasil). Desconocemos
porqué Obdulio Jacinto Varela no fue de la partida.

Visto con los ojos de hoy, es mucho el peso simbólico de ese evento.

Entonces ¿por qué cayó en el ostracismo?

Consideración final
12
El País, 20 de junio de 1952.
Este asunto admite varias aristas a analizar y lo que se expresa a continuación no son
más que conjeturas que deberán ser ratificadas o refrendadas de forma colectiva.

Consideramos que el ostracismo de Harley puede deberse a cuatro razones.

La primera está en la ausencia de logros deportivos que perduren en el tiempo. Más allá
de que en buena medida el destaque de la figura de Harley por sus contemporáneos se
deba al cambio positivo en los resultados de los partidos disputados por equipos que
representaban a Uruguay frente a extranjeros, ya sea argentinos o británicos, esto quedó
opacado en el tiempo a raíz de los campeonatos de 1924, 1928, 1930 y
fundamentalmente 1950.

En la memoria colectiva Harley quedó muy desligado de esos triunfos, a pesar de la


opinión de sus colegas y coetáneos, que lo consideraban artífice.

La segunda es su condición de extranjero. Como explicaba Bayce sobre la capacidad


emotiva de los relatos, es muy poco eficaz utilizar la injerencia de un extranjero en la
construcción de identidad nacional. Haciendo forzosas analogías, a John Harley le tocó
ocupar el lugar de Lord Ponsonby, un hombre que tuvo un papel preponderante en la
independencia nacional, pero que ninguna fecha patria lo recuerda, dado la poca eficacia
que tiene reverenciar una figura extranjera para lograr sentimientos identitarios con una
nación.

En tercer lugar está su condición de aurinegro. A diferencia de Artigas, que pudo ser
reivindicado como héroe nacional pues no perteneció a las divisas blancas o coloradas,
Harley está muy ligado a la historia del Club Atlético Peñarol.

La cuarta consiste en que su aporte al fútbol uruguayo fue una pauta de juego que con el
correr del tiempo fue cayendo en desuso. A la fecha, lo que se reivindica como el estilo
de juego uruguayo es más de contragolpe, poca tenencia del balón y pases largos. Esto
hace que la ligazón con Harley sea muy forzada. Al punto que el juego asociado en
estas latitudes se asocia más al argentino, nuestro otro cercano.

Y sobre este último punto es interesante plantear dos preguntas.

La primera consiste en ¿qué tanta capacidad de injerencia pudo tener un individuo en un


proceso colectivo como es un estilo de juego nacional? Esto nos lleva a la bizantina
discusión sobre los constreñimientos estructurales o el libre albedrío de las acciones de
los individuos.

Para esta discusión en particular, consideramos que Harley pudo tener bastante impacto
debido a que en aquella época el único ámbito de aprendizaje e imitación de la práctica
deportiva se daba en los campos de juego. No existía otro espejo que el de los partidos
disputados en los clubes que iban surgiendo en esa época. Por lo tanto, su despliegue en
el campo de juego sí pudo, efectivamente, constituir una escuela de juego en Uruguay.

La segunda, consiste en preguntarnos ¿hasta qué punto realmente existió un estilo de


juego uruguayo en aquella época?

En este sentido, consideramos que la narración de un estilo de juego uruguayo pudo


estar más ligada a la necesidad de diferenciación del otro cercano (Argentina) y del otro
lejano (Inglaterra) y no tanto a su concreción en el campo de juego.

En este sentido es necesario traer a la arena de la discusión dos evidencias empíricas.


Por un lado, una descripción que encontramos del estilo de juego de estas latitudes
realizada por europeos para describir un estilo de juego que englobaba tanto a
uruguayos como argentinos:

En 1924, Uruguay tomó por sorpresa al fútbol europeo cuando llegó a París y ganó el campeonato
olímpico de fútbol. Los comentaristas quedaron sorprendidos por el maravilloso virtuosismo de sus
jugadores en la recepción y el manejo de la pelota. [...] Cuando se agregó el amague, el viraje
brusco y la habilidad de avanzar haciendo dribling, los críticos franceses no podían disimular
su entusiasmo y compararon a los “pura sangre” uruguayos con “los percherones” ingleses. El
Uruguay repitió su victoria en 1928, venciendo a la Argentina en el último encuentro. [...] entre
ellos habían surgido un nuevo estilo a que los admiradores llamaban el fútbol del Río de la Plata
(AA.VV., 2004: 154)”. Tomado de (Morales, 2014: 32)

Por otro, en una entrevista publicada en el fascículo “Uruguayos y argentinos” de la


colección 100 años de fútbol, Juan Pena, el primer gran jugador criollo, tuvo el
siguiente diálogo:

- “Periodista: He leído que los argentinos jugaban a la inglesa y los orientales a la


escocesa.
- Pena: No creo que fuera tan así. Por lo pronto, Poole 13 vino de Inglaterra y Watson
Hutton14 de Escocia, lo que daría una conclusión inversa. Ellos siguieron manteniendo
hombres grandes y fuertes –incluso británicos- mientras los uruguayos evitamos el choque
en base a pases. Tuvimos los mismos maestros, nos copiamos todo desde el primer día: no
creo que hubiésemos practicado escuelas diferentes.” (Gutierrez Cortina, 1969: 104)

Con estas últimas líneas queremos dejar presente el carácter narrado y construido que
posee un estilo de juego nacional, antes que una verosimilitud fáctica.

Esto nos permite entender tanto la importancia que tiene en la construcción de identidad
(no solo nacional, sino al nivel que sea necesario por un colectivo social –barrial,
departamental, región supranacional-) y como el impacto que puede tener el
profesionalismo y la globalización en la creación de estilos de juego.

Sobre esto último una interrogante. ¿Cuál ha sido el impacto de la venta de jugadores al
exterior en las formativas de los clubes locales? Un ejemplo de esto es la reciente
anécdota sobre Federico “Pajarito” Valverde, donde se narra que mientras jugaba en las
formativas aurinegras la madre en cierta ocasión fue al Complejo de Alto Rendimiento
de Peñarol ya que:
“el Pajarito se iba llorando de las prácticas y no quería volver. Su madre quería saber qué pasaba.
Entonces en Peñarol se reunieron con ella. “Señora, lo estamos poniendo de 5 para que aprenda a
marcar. A él no le gusta mucho, pero tiene que hacerlo. ¿Sabe por qué? Porque si aprende e
marcar, va a valer US$ 10 millones dentro de un tiempo”, le contestaron. Entonces no volvió a irse
más y trató de ajustarse a lo que le pedían.”15

Bibliografía

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Buenos Aires: Prometeo Libros, 2002.

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2003.

ARCHETTI, Eduardo, Masculinidades, fútbol, tango y polo en la Argentina. Buenos Aires:


Editorial Antropofagia, 2003.

13
Es considerado el introductor del fútbol en Uruguay, William Leslie Poole era Bachiller por Cambridge y fue
docente de inglés en “The English High School” hasta 1920 (Morales, 1969).
14
Es considerado el introductor del fútbol en Argentina, “a él vino girada la primer pelota llegada a Buenos Aires;
impulsó la fundación de la ‘Liga’ y creó el célebre Alumni” (Morales, 1969: 5).
15
El Observador, lunes 25 de setiembre 2017.
BADANO, Ulises, Historia del Club Atlético Peñarol en 100 años de Fútbol, Historia ilustrada
del fútbol uruguayo, Fascículo 9, Montevideo: Editores Reunidos, 1970.

BAYCE, Rafael, La evolución de los sistemas de juego en 100 años de Fútbol, Historia
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BAYCE, Rafael, Cultura, identidades, subjetividades y estereotipos: preguntas generales y


apuntes específicos en el caso del fútbol uruguayo en Futbologías, fútbol, identidad y violencia
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BAYCE, Rafael, Levi Strauss: gran persona y fértil teórico en Anuario de Antropología social y
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BUZZETTI, J.L. Crónica y comentario de C.A. Peñarol, Montevideo, 1961

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GUTIERREZ CORTINA, Eduardo, “Uruguayos y Argentinos” en 100 años de Fútbol, Historia


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