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Marianela Stagnaro
Año 2000.
Prólogo.
2
Introducción.
3
Para iniciar este trabajo debemos comenzar por situar la obra de Calderón de la
Barca en el contexto histórico, social, político y económico de la España del siglo XVII,
destacando las problemáticas características de la época.
Podemos decir que la Monarquía Hispánica tuvo lugar en España durante los
siglos XVI y XVII; fue también llamada Monarquía Católica, en la medida en que la
defensa de la ortodoxia católica frente a los protestantes se convirtió en una de sus
principales razones de ser. Con Carlos I, el espacio territorial de la Monarquía Hispánica
continuó creciendo, gracias a la incorporación del ducado de Milán y a la rápida
conquista de América. Los años finales del siglo XV y la primera mitad del siglo XVI
fueron un periodo decisivo en la expansión europea hacia América; proceso llevado a
cabo por la Corona de Castilla, junto con Portugal. Aproximadamente en medio siglo,
los conquistadores españoles lograron incorporar vastos territorios en el norte, centro y
sur del continente americano.
Durante buena parte del siglo XVI, los éxitos acompañaron la política
internacional española, a pesar del fracaso relativo de Carlos V en el intento de impedir
la expansión del protestantismo en Alemania. La defensa del Mediterráneo occidental
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resultó eficaz frente al peligro turco, que se redujo de hecho en las últimas décadas del
siglo. Sin embargo, el gran cáncer de la Monarquía surgió en su seno con la rebelión de
los Países Bajos, iniciada en 1566, y que habría de dar lugar a una guerra larga, costosa y
agotadora, que duró, en conjunto, hasta mediados del siglo XVII, y en la que los rebeldes
—las Provincias Unidas de Holanda— contaron frecuentemente con el apoyo de Francia
e Inglaterra
Al menos desde la gran crisis epidémica de finales del siglo XVI hasta mediados
del siglo XVII, el interior castellano sufrió una fuerte crisis demográfica y económica
que acabó con su antigua prosperidad. Sus ciudades perdieron el papel que habían tenido
en la economía y se despoblaron. La sociedad se polarizó y los exponentes de la
incipiente burguesía, que protagonizaron la actividad manufacturera, mercantil y
financiera del siglo anterior, desaparecieron. Hablamos de una sociedad con fuertes
diferencias entre la minoría rica y la gran masa popular, empobrecida.
cargas de la política imperial de la monarquía, provocaron una grave crisis interna, cuyas
manifestaciones más importantes fueron las revueltas de Cataluña y Portugal, iniciadas
ambas en 1640. Luego ocurriría la derrota de la monarquía frente a los holandeses,
sancionada por la Paz de Westfalia (1648) y frente a Francia por la Paz de los Pirineos
(1659). Unos años después, en 1668, Portugal vio reconocida su independencia.
A pesar de las derrotas de mediados del siglo XVII, durante las últimas décadas
de este siglo, la monarquía logró conservar la casi totalidad de sus dominios, gracias a la
habilidad diplomática que la llevó a aliarse con sus anteriores enemigos, Inglaterra y
Holanda, frente al expansionismo amenazador de la Francia de Luis XIV.
Calderón en el Barroco.
Todos los cambios originados por la crisis durante el siglo XVII, influyeron
directamente en la visión del mundo y en las concepciones estéticas de los artistas de la
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Dicha obra data del año 1635 y a través de la misma, el autor busca demostrarnos
lo efímero de la existencia y el origen divino de la vida. El teatro del siglo de oro español
alcanza su esplendor con Calderón de la Barca, conocido también como el gran poeta
dramático del barroco.
1
A. Salvador. “Concepción de la vida como sueño”. Cuadernos Hispanoamericanos, N° 135, marzo, 1961.
Pág. 370.
2
Calderón de la Barca. La vida es sueño. Bs. As., Ed. Bureau. 1999. Pág.74.
9
Bajo esta concepción de la vida terrenal como algo efímero, y quizás de algún
modo irrelevante, hallamos también una crítica al hombre de la época. Recordemos que
nos encontramos en un período de crisis económica y social, en el cual solo la minoría de
la población se enriquecía mientras la masa popular padecía hambre y miseria; de este
modo, podemos visualizar una crítica al afán de los hombres de adquirir poder o dinero.
Calderón nos dice, de alguna manera, que todos somos iguales durante nuestro breve
paso por la vida terrena, porque allí todos soñamos lo que creemos que somos, pero en
realidad aún no estamos siendo. La verdadera realidad de nuestra vida nos llega con la
muerte.
En el monólogo de Segismundo en la escena XIX de la segunda jornada, el más
interesante de la obra, aparece esta reflexión sobre lo intrascendente de la vida terrenal:
Sueña el rey que es rey y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe;
y en cenizas le convierte
la muerta (¡desdicha fuerte!).
..................................................
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.3
Por otra parte, lo que debemos examinar es que Calderón no caracteriza el sueño
de acuerdo a la menor realidad de sus vivencias, comparadas con las de la vigilia; sino
3
Íbid., pág. 69.
10
que lo hace debido a la falta de conexión lógica entre lo que soñamos y lo que sentimos
antes y después del sueño.
Es decir, que vivimos lo soñado en el mismo plano de la realidad en la que nos
hallamos estando despiertos. Aparece entonces un desdoblamiento del sueño: por un lado
soñamos dormidos y por el otro, soñamos también despiertos; pero finalmente lo único
que hacemos en uno y otro caso es soñar, porque la vida es sueño.
Esta igualdad de planos entre el dormir y el despertar, tiene como finalidad
oponerlos al verdadero despertar que está dado por la muerte, para destacar una vez más
la inconsistencia de la vida terrenal y la divinidad de la vida eterna. Segismundo nos
ejemplificará esta idea:
Clotaldo: ¿todo el día te has de estar
durmiendo? ¿Desde que yo
al águila que voló
con tardo vuelo seguí
y te quedaste tú aquí,
nunca has dispertado?
Segismundo: No.
Ni aún agora he dispertado;
que según, Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo,
y no estoy muy engañado;
porque si ha sido soñado
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto;
y no es mucho que rendido,
pues veo estando dormido,
que sueñe estando dispierto.4
Por otro lado, Calderón hace hincapié en afirmar que el hombre no tiene
conciencia plena de su situación, ya que hasta la llegada de su muerte no sabe que hasta
el momento sólo estaba soñando lo que cree que vive en realidad:
(...) y en el mundo, en conclusión,
4
Íbid., pág. 67.
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...............................................................................
Conclusión.
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Íbid., pág. 69.
6
Íbid., pág. 69.
12
la muerte, ya que la vida terrenal no es más que una ficción, representada a través del
sueño.
Paradójicamente, la muerte representa para el autor el despertar a la vida, a la
eternidad concedida por Dios, la cual le da a la naturaleza humana su razón de ser, al
menos desde la perspectiva católica.
La vida en la tierra es fugaz, y frente a este sentimiento desolador, el hombre del
siglo XVII necesitaba encontrar una forma de trascender.
La brevedad de la vida y la inexorabilidad de la muerte atormenta al hombre-
pensamiento del Barroco, por lo tanto, al reducir la vida al sueño, no hace más que
restarle importancia a esta instancia de la existencia humana para proyectarla en la
esperanza de la eternidad.
Bibliografía.
Fuentes:
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