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Libertad Digital, jueves, 8 de abril de 2004 Desarrollo

¿Por qué unos países son ricos y otros pobres?


Hana Fischer
Las respuestas a por qué unos países son ricos y otros pobres son tan variadas como grados de desarrollo
hay en el mundo. Algunos opinan que la riqueza está en los recursos naturales. Así, si Argentina y
Venezuela son pobres, a pesar de ser inmensamente ricos en materias primas o combustibles, la culpa –
según esa tesis– la tendría el imperialismo económico. La pobreza y el atraso económico no serían
causados por errores propios sino la consecuencia de "perversos intereses económicos" extranacionales.
Eso es lo que afirman los textos con que se educan la casi totalidad de los latinoamericanos.
Adam Smith sostiene que la riqueza de las naciones reside en el trabajo productivo de cada colectividad. Y
que la única manera de optimizar los beneficios para la totalidad de la población es impidiendo que el
Estado dirija a la economía.
Carlos Marx, por su parte, señala que para comprender a una sociedad es vital analizar su
"infraestructura". Justamente en ese punto radica el más grueso error de su teoría. Lo realmente
trascendente para interpretar a una colectividad es el estudio detenido de lo que Marx llamó la "ideología"
(ideas, leyes y organización estatal). Su "infraestructura", es decir, su forma de crear riqueza y las
relaciones que se dan entre los hombres con relación a esa producción está absolutamente condicionada
por la "superestructura". Y no a la inversa, como equivocadamente pregonaba Marx.
No obstante, coincidimos con la doctrina marxista en que la clase "dominante" (dirigente) es la gran
sustentadora de la "ideología" en cada pueblo. También lo tienen claro los aspirantes a totalitarios. De ahí,
las luchas sordas que se dan en los países, aún en los democráticos, por el control del sistema educativo.
Recientemente, un consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense Allen
Schick, profesor de la Universidad de Maryland, que prepara un informe sobre la reforma del Estado en
Uruguay, opinó que las dificultades para modernizar la gestión pública responden "a un problema de la
clase dirigente" uruguaya.
Schick considera que Uruguay "está preparado" para adoptar técnicas de gestión que perfeccionen la
administración de los dineros públicos. El consultor considera que las dificultades para continuar con las
reformas están en los cuadros gerenciales estatales, tanto como en los parlamentarios. Además dice que
estos últimos tienen "poca capacidad técnica".
Para Shick, los ejecutivos del sector privado "se quejan sobre generalidades –como bajar el peso del
Estado- pero cuando se les pide que indiquen qué es lo que hay que hacer para superar problemas, no
tienen respuestas".
Hay una idea generalizada que sostiene que los empresarios son los principales defensores del "liberalismo
económico". Nada más lejos de la verdad. Ya Adam Smith observó que no hay gremio más proclive a
establecer alianzas mercantilistas (político-económicas) que los industriales, con el objetivo de favorecer
sus propios intereses a costa de los consumidores.
Adam Smith se refería exclusivamente a los industriales, mientras tenía en muy alta estima a los
productores agropecuarios. Sin embargo, actualmente vemos en la Comunidad Europea altos subsidios e
impenetrables trabas a las importaciones agrícolas, por lo que no hay sector económico cuyos conductores
no presionen a sus respectivos gobiernos para imponer un moderno proteccionismo a lo Jean-Baptiste
Colbert, el ministro de Luis XIV.
A la vez, estados benefactores con sus recetas populistas, se encargan de soldar este "neomercantilismo
productivista" en una intrincada interconexión de intereses sindicales, burocráticos, patronales y políticos.
En realidad no deberíamos hablar de países del "primer" o del "tercer" mundo. Lo apropiado es referirnos
a clases dirigentes de "calidad" o de "tercera" categoría.
© AIPE
Hana Fischer, analista uruguaya

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