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Metabolismo de los carbohidratos

Los carbohidratos, hidratos de carbono, glúcidos, o sacáridos, son mo- léculas


orgánicas formadas por C, H y O, que se encuentran ampliamente distribuidas
en la naturaleza. Son solubles en agua y se clasifican de acuerdo con la cantidad
de carbonos y por el grupo funcional aldehído o cetona. Constituyen la fuente
biológica primaria de almacenamiento y consumo de energía y además forman
parte de la estructura de los seres vivos. Los carbohidratos, como integrantes de
la dieta, entran en el organis- mo de varias formas: monosacáridos, disacáridos,
polímeros de almidón (amilosa y amilopectina) y glucógeno. La celulosa
(polímero de la glucosa), también se consume, pero no se digiere. El primer
paso de los carbohidra- tos una vez digeridos, es la conversión de los grandes
polímeros en estruc- turas más sencillas, formas solubles que puedan ser
transportadas a través del epitelio intestinal para ser distribuidas en los tejidos.
La digestión de los carbohidratos complejos se inicia en la boca. La saliva tiene
un pH ácido 6.8 y contiene amilasa, enzima que inicia la degradación de los
carbohidratos en la boca y el esófago, mediante hidrolisis, y es virtualmente
inactivada por el pH fuertemente ácido del estomago. Una vez que los alimentos
han llegado al estomago, la hidrólisis ácida contribuye a la degradación, a la vez
que la actividad de las proteasas y lipasas gástricas ayuda a la digestión. La
enzima más importante encargada de degradar los polímeros de carbohidratos
en el intestino delgado es la Į-amilasa. Esta enzima se se- grega por el páncreas
y tiene la misma actividad que la amilasa de la saliva, produciendo disacáridos y
trisacáridos, que son convertidos a mono- sacáridos por las sacaridasas
intestinales, incluyendo, las que hidrolizan di- y tri-sacáridos, y las enzimas más
especificas las disacaridasas, sacarasa, lactasa y trehalasa. El resultado neto es la
conversión casi completa de los carbohidra- tos en monosacáridos. La glucosa
resultante y otros azúcares simples se trans- portan, a través del epitelio
intestinal, a la vena porta que los lleva al hígado y de ahí a las células hepáticas y
a las de otros tejidos. Una vez en el interior de las células, los monosacáridos se
oxidan por varias vías metabólicas o se convierten en ácidos grasos,
aminoácidos, glucógeno, etc.

LA ENERGÍA QUE SE DERIVA DE LA OXIDACIÓN DE LA GLUCOSA

La glucosa, libre o combinada, es el compuesto orgánico más abundante de la


naturaleza. Es la fuente primaria de energía de las células, mediante su
oxidación catabólica, y es el componente principal de polímeros de impor-
tancia estructural como la celulosa y de polímeros de almacenamiento
energético como el almidón y el glucógeno.
Es una aldohexosa que en su forma D-glucosa, sufre una ciclación hacia su
forma hemiacetálica que se muestra a continuación (Figura 1): El metabolismo
de la glucosa se ha conservado a lo largo de la evolución, aunque existen
variaciones específicas en especies y tejidos. Las vías metabó- licas de la
oxidación de la glucosa que conllevan a la obtención de energía son bien
conocidas, gracias a estudios en tejidos hepático o cerebral de mamíferos. Las
vías principales oxidación de la glucosa son la glu- colisis y la vía de las pentosas
fosfato.

La oxidación de la glucosa se conoce como glucolisis. La glucosa se oxida a


piruvato. Bajo condiciones aeróbicas, el producto dominante en la mayoría de
tejidos es el piruvato y la vía metabólica se conoce como glucolisis aeróbica, ya
que el piruvato se degrada en la mitocondria. Cuando el oxígeno escasea, como
por ejemplo durante el ejercicio prolongado y vigoroso, el producto glucolítico
dominante en muchos tejidos es el lactato y el proceso se conoce con el nombre
de glucolisis anaerobia.

La glucolisis, glucosa piruvato, requiere dos equivalentes de ATP para activar


el proceso, con la subsiguiente generación de cuatro equivalentes de ATP y dos
equivalentes de NADH. Así, la conversión de un mol de glucosa a dos moles de
piruvato se acompaña de la producción neta de dos moles de ATP y dos moles
de NADH.

Glucosa + 2 ADP + 2 NAD + 2 Pi 2 Piruvato + 2 ATP + 2 NADH + 2 H+

El NADH generado durante la glucolisis se utiliza como combustible a través de


la síntesis de ATP mitocondrial por fosforilación oxidativa, con la producción de
unos 3 equivalentes de ATP. Para que esta transformación suceda, es necesario
que los electrones de los equivalentes reductores NADH sean transportados a la
mitocondria, mediante mecanismos lanzadera, ya que la molécula de NADH es
incapaz por sí misma de atravesar las membranas mitocondriales.

Son dos los mecanismos lanzadera que posee la célula: la lanzadera malato-
aspartato y la lanzadera glicerol fosfato. Ambas son muy efectivas en el
transporte de los electrones a través de la membrana mitocondrial. (Figuras 2 y
3).
Por tanto la producción neta de la oxidación de una molécula de glucosa a dos
moléculas de piruvato puede ser seis u ocho moles de ATP. La oxidación
completa de dos moles de piruvato, a través del ciclo de Krebs, rinde 30 moles
adicionales de ATP; la producción total de la oxidación de una molécula de
glucosa a CO2 y H2O por tanto es de 36 o 38 moles de ATP.

CICLO GLUCOSA-ÁCIDOS GRASOS

El ciclo glucosa-ácidos grasos describe las interrelaciones de la glucosa y la


oxidación de los ácidos grasos, como se define por el flujo y la selección de
combustible en varios órganos. Este ciclo no es un ciclo metabólico, sino que
define las interacciones dinámicas entre estos dos importantes sustratos
energéticos. El ciclo glucosa-ácidos grasos se descubrió por Randle y
colaboradores en 1963 y a veces se denomina el ciclo de Randle. El ciclo describe
cómo los nutrientes de la dieta pueden regular los procesos metabólicos por
encima del control ejercido por diferentes péptidos u hormonas esteroides.

El tema de fondo del ciclo glucosa-ácidos grasos es que la utilización de


un nutriente (por ejemplo, glucosa), inhibe directamente el uso del otro (en este
caso, los ácidos grasos), sin mediación hormonal. Las interrelaciones entre la
utilización de la glucosa y los ácidos grasos en el músculo esquelético y tejido
adiposo, que constituyen el ciclo glucosa-ácidos grasos se muestra en la Figura
8.
Cuando la glucosa se eleva se incorpora en las células a través del
transportador GLUT4 y se fosforila por la hexoquinasa. En la glucolisis la
glucosa se convierte en piruvato, que se oxida a acetil-CoA. El destino del acetil-
CoA es su completa oxidación en el ciclo de Krebs o volver al citosol a través de
ci- trato para formar de nuevo acetil-CoA a través de la ATP-citrato liasa (ACL),
malonil-CoA y posteriormente ácidos grasos de cadena larga (LCFA). La síntesis
de malonil-CoA está catalizada por la acetil-CoA carboxilasa (ACC) y una vez
producido inhibirá la incorporación de los ácidos grasos de cadena larga (LCFA-
CoA) en la mitocondria, mediante la inhibición de la carnitina
palmitoiltransferasa 1 (CPT-1). Esto bloquea la oxidación de los ácidos grasos y
conduce a una mayor síntesis de triacilglicéridos (TAG).

El equilibrio entre la síntesis de malonil-CoA y su ruptura en acetil-CoA


se determina por la regulación de la ACC y la malonil-CoA descarboxilasa
(MCD). Mientras haya capacidad suficiente para desviar los carbonos de la
glucosa hacia su oxidación por el ciclo de Krebs, la síntesis de ácidos grasos
estará limitada por inhibición de la actividad del complejo piruvato
deshidrogenasa (PDHc) mediada por el acetil-CoA. Por otro lado, cuando los
ácidos grasos son elevados, entran en la célula, vía uno de los varios
transportadores de ácidos grasos [se muestra la translocasa de ácidos grasos
(FAT) / CD36, ya que ésta tiene preferencia por los LCFA], y luego son
transportados a la mitocondria para ser oxidados. El incremento en la oxidación
de ácidos grasos inhibe la utilización de la glucosa. Éste es el resultado del
aumento de la producción de citrato citosólico a partir del acetil-CoA y la
inhibición de la fosfofructoquinasa-1 (PFK1). El aumento del acetil-CoA
derivado de la oxidación de la grasa, inhibirá, a su vez, la utilización de glucosa
vía activación de las PDH quinasas (PDK), que fosforilan e inhiben la PDHc.

Aunque no se muestra, las PDK también se activan por el aumento del


cociente NADH/NAD mitocondrial en respuesta a un aumento de la β-
oxidación de ácidos grasos. En condiciones en que la oxidación de grasas se
favorece, la ACC se inhibe y la MCD se activará para asegurar que los LCFA que
entran en la célula sean capaces de ser transportados a las mitocondrias (Figura
8). PS es el transportador del piruvato responsable de la captación mitocondrial
de piruvato y TCAT es el transportador de ácido tricarboxílico.

¿Cómo puede la dinámica de la glucosa-ciclo de los ácidos grasos jugar en


diferentes condiciones fisiológicas y en diferentes concentraciones de sustratos
energéticos? En el estado de ayuno es imperativo que la glucosa ha que
mantenerse para que el cerebro pueda tener suficiente acceso a este combustible
vital. En estas condiciones, las señales hormonales del páncreas, en forma de
glucagón, estimulan la lipolisis del tejido adiposo liberando los ácidos grasos
libres (FFA) a la sangre para su uso como combustible por los tejidos
periféricos. Cuando los ácidos grasos libres entran en el hígado se oxidan y
también sirven como sustrato para la cetogénesis. La oxidación de los ácidos
grasos inhibe la oxidación de la glucosa como se indica en la figura 8. Además
de mantener la disponibilidad de la glucosa para el cerebro, la oxidación de
ácidos grasos también mantiene el piruvato y el lactato, importantes sustratos
gluconeogénicos. Los efectos de los ácidos grasos sobre la utilización de la
glucosa también se pueden observar después de una ingesta rica en grasas y en
períodos de ejercicio.

Como se indica en la figura 8, la inhibición de la utilización de glucosa


por oxidación de ácidos grasos está mediada por efectos a corto plazo en varias
etapas de la glucolisis, que incluyen la captación de glucosa, la fosforilación de la
glucosa y la oxidación del piruvato. Durante la oxidación de ácidos grasos, el
acetil-CoA resultante activa alostéricamente la PDK que fosforila e inhibe la
PDHc. Las PDK se activan también por el aumento de los niveles de NADH
procedentes del aumento de oxidación de ácidos grasos.

Así, dos productos de la oxidación de grasas inhiben la PDHc. Además, el


exceso de acetil-CoA es transportado al citosol como citrato (figura 8) o como
acetil-carnitina. La acetil-carnitina mitocondrial, formada por la acción de la
carnitina acetiltransferasa (CAT), se transporta fuera de la mitocondria por
acción de la carnitina-acilcarnitina translocasa (CACT). Una vez en el citosol la
acetil-carnitina se convierte en acetil-CoA a través de la acción del CAT
citosólica.

En el citosol, el citrato actúa como un inhibidor alostérico de PFK1, lo que


limita la entrada de la glucosa en la glucolisis. El aumento de la glucosa-6-
fosfato que se deriva de la inhibición de la PFK1 conduce a la inhibición
feedback de la hexoquinasa, que a su vez limita la absorción de glucosa a través
de GLUT4. Mecanismos adicionales del metabolismo de los ácidos grasos que
conducen a interferencias en la absorción y utilización de glucosa son el
resultado de alteraciones en la señalización del receptor de la insulina.

Los mecanismos por los cuales la utilización de glucosa inhibe la


oxidación de los ácidos grasos son específicos de los tejidos, debido
principalmente a las diferencias en Km de la glucoquinasa hepática, del músculo
esquelético y la hexoquinasa del tejido adiposo. Además, la CPT-1 hepática es
aproximadamente 100 veces menos sensible a la inhibición por malonil-CoA
que la del músculo esquelético y las isoformas cardíacas. Cuando la glucosa se
oxida el piruvato resultante entra en la mitocondria a través del cotransportador
piruvato. El aumento de piruvato mitocondrial inhibe la PDK, lo que permite
una rápida descarboxilación del piruvato por la PDHc y garantiza el
mantenimiento de la glucosa en el flujo glucolítico.

Algún acetil-CoA derivado de la oxidación del piruvato se desvía del ciclo


de Krebs como el citrato y transportado al citosol por el transportador de ácido
tricarboxílico (TCAT). El citrato se convierte en acetil-CoA y oxaloacetato por la
ATP-citrato liasa (ACL) y ahora puede servir como sustrato para la ACC. El
malonil-CoA resultante inhibe la CPT-1 y restringe, por lo tanto, la captación
mitocondrial y la oxidación de los acil-CoA. La inhibición de la oxidación de los
ácidos grasos en el hígado se dirige a los LCFA hacia triacilglicéridos (TAG). Los
efectos a largo plazo del exceso de glucosa se resultante del desvío de los ácidos
grasos hacia TAG, en lugar de ser oxidados. reflejan en la esteatosis hepática

Además de ser regulados por los intermediarios de la glucosa y la oxida-


ción de las grasas, varias enzimas en estas dos vías están reguladas a nivel de
modificación post-traduccional y/o expresión génica.
Metabolismo de los lípidos
La grasa es un componente esencial en la alimentación de los humanos.
Es una fuente concentrada de energía y de nutrientes incluidos en los ácidos
grasos esenciales, portadores a su vez, de otros nutrientes, también esenciales,
como las vitaminas liposolubles (A, D, E y K). Gran parte de los lípidos de la
dieta se encuentran como triacilglicéridos (TAG). Como promedio, un 40% de
los requerimientos energéticos de la dieta de los humanos de los países
industrializados son proporcionados por los trilacilglicéridos, los cuales se
hidrolizan en el intestino a ácidos grasos y a monoacilglicéridos, moléculas que
se absorben, se reesterifican y se transportan por la sangre, llegando al hígado y
al tejido adiposo.

ABSORCIÓN DE LAS GRASAS DE LA DIETA

En las células de la mucosa intestinal los diacilgliceridos, los monoacil-


gliceridos, el glicerol y los ácidos grasos libres se reconvierten en triacil-
gliceridos y se unen con el colesterol de la dieta, junto con una proteína
específica, formando los quilomicrones. Estos compuestos, que contienen
apolipoproteína C-II (apo C-II), salen de la mucosa intestinal hacia el sistema
linfático, pasan a la sangre y llegan al músculo y al tejido adiposo. En los
capilares de estos tejidos la enzima lipoproteína lipasa se activa por la apo C-II,
que hidroliza los triacilgliceridos a ácidos grasos y glicerol, siendo ambos
productos captados por las células en los tejidos.

En el músculo, los ácidos grasos se oxidan para obtener energía, y en el


tejido adiposo se reesterifican para ser almacenados como triacilgliceridos. Los
quilomicrones remanentes, que contienen colesterol y apolipoproteínas apo E y
apo B-48, transportados por la sangre llegan a hígado. En este órgano pueden
oxidarse para proporcionar energía o bien ser precursores de cuerpos cetónicos.
La utilización de los lípidos requiere que éstos sean absorbidos en el intestino.
Debido a que estas moléculas son grasas, éstas son esencial- mente insolubles
en el medioambiente acuoso del intestino. La solubilización (emulsificación) de
los lípidos de la dieta se logra por acción de las sales biliares que se sintetizan en
el hígado y se secretan desde la vesícula biliar al duodeno.

Las grasas emulsificadas pueden entonces ser degradadas por las lipasas
pancreáticas (lipasa y fosfolipasa A2). Estas enzimas secretadas por el páncreas
al intestino, generan ácidos grasos y una mezcla de mono y diacilglicéridos a
partir de los triacilglicéridos (TAG) de la dieta. La lipasa pancreática degrada los
TAG en forma secuencial en las posiciones 1 y 3 para generar 1,2-diacilglicerol y
2-acilglicerol. Los fosfolípidos se degradan en la posición 2 por la fosfolipasa A2
del páncreas liberando un ácido graso libre y el lisofosfolípido.

Después de la absorción de los productos de la lipasa pancreática por las


células de la mucosa intestinal, los TAG se vuelven a sintetizar y se solubilizan
formando unos complejos con las proteínas, llamados quilomicrones. Un
quilomicrón contiene una gota de grasa rodeada por lípidos más polares y
finalmente por una capa de proteínas. Los TAG sintetizados en el hígado son
empaquetados en VLDL (very low density lipoproteins, lipoproteínas de muy
baja densidad) y de esta manera son liberados directamente en la sangre. Los
quilomicrones del intestino son secretados en la sangre por medio del sistema
linfático, para ser llevados a los tejidos, para su almacenamiento o para la
producción de energía a través de su oxidación mitocondrial.

Los TAG del VLDL y de los quilomicrones son hidrolizados a ácidos


grasos libres y glicerol en los capilares del tejido adiposo y músculo esquelético
por acción de la lipoproteína lipasa. Entonces los ácidos grasos libres son
absorbidos por las células y el glicerol regresa por la sangre al hígado y riñones,
donde se convierte en el intermediario glucolítico dihidroxiacetona fosfato
(DHAP).

MOVILIZACIÓN DE LAS RESERVAS DE GRASA

Las fuentes más importantes de ácidos grasos para la oxidación son la


dieta y los reservorios celulares. Los ácidos grasos de la dieta se incorporan en
las células por transporte sanguíneo. Los ácidos grasos son almacenados en
forma de TAG principalmente en los adipocitos del tejido adiposo. En respuesta
a demandas de energía, los ácidos grasos de los TAG almacenados pueden ser
movilizados para su utilización en los tejidos periféricos. La liberación de
energía metabólica, en forma de ácidos grasos, se controla por una serie
compleja de cascadas interrelacionadas que dan como resultado la activación de
la lipasa sensible a hormona.

Los estímulos para activar esta cascada en los adipocitos, pueden ser el
glucagón, la adrenalina o la β-corticotropina (Figura 1). Estas hormonas se unen
a receptores en la superficie de las células que están acoplados a la activación de
la adenilatociclasa, después de la unión del receptor con su ligando. El
incremento de cAMP (AMP cíclico) resultante lleva a la activación de la PKA
(proteína quinasa A), que a su vez fosforila y activa a la lipasa sensible a
hormona (HSL). Esta enzima hidroliza los ácidos grasos a partir de los átomos
de carbono 1 o 3 de los diacilglicéridos. Los diacilgliceridos son el producto de la
acción de la lipasa de TAG identificada como desnutrin (también llamada
triacilglicerol lipasa del tejido adiposo, ATGL). La desnutrin/ATGL es específica
para los triacilglicéridos y proporciona diacilgliceridos cuando la HSL se activa.
Los monoacilgliceridos que resultan de la acción de la HSL son sustratos para la
monoacilglicerol lipasa.

El resultado neto de la acción de estas enzimas es de tres moles de ácidos


grasos libres y un mol de glicerol. Los ácidos grasos libres se difunden en las
células del tejido adiposo o se combinan con la albúmina en la sangre, y así se
transportan a otros tejidos, donde se difunden pasivamente en las células.
La activación hormonal de la adenilato-ciclasa y de la lipasa sensible a
hormona en los adipocitos, producida por la movilización de grasa del tejido
adiposo, se inhibe por varios estímulos. La inhibición más significativa sobre la
adenilato-ciclasa está a cargo de la insulina. Cuando un individuo está bien
alimentado, la insulina liberada por el páncreas previene la movilización
inapropiada de las reservas de grasa, y por otro lado, cualquier exceso de grasa y
de carbohidratos se incorpora a la reserva de TAG en el tejido adiposo.

β-OXIDACIÓN MITOCONDRIAL

Cuando los ácidos grasos se liberan de las reservas del tejido adiposo,
entran en la circulación donde se unen a la albúmina para su transporte a los
tejidos periféricos. Cuando los complejos formados por los ácidos grasos y la
albúmina interaccionan con la superficie celular, la disociación de los ácidos
grasos representa la primera etapa del proceso de la captación celular. La
absorción de los ácidos grasos por las células involucra a proteínas de
membrana con una alta afinidad por los ácidos grasos. Hay varios miembros de
la familia de los receptores de los ácidos grasos como la translocasa de ácidos
grasos (FAT/CD36), proteína de unión de los ácidos grasos asociada membrana
plasmática (FABPpm), y al menos seis proteínas transportadoras de ácido graso
(FATP).

La oxidación de los ácidos grasos se realiza en las mitocondrias y pe-


roxisomas. Los ácidos grasos de 4–8 y 6–12 átomos de carbono, conocidos
como ácidos grasos de cadena corta y mediana (SCFA, short chain fatty acid y
MCFA, medium chain fatty acid), se oxidan exclusivamente en las mitocondrias.
Cadenas más largas de ácidos grasos, de 10-16 carbonos (LCFA, long chain fatty
acids), se oxidan en las mitocondrias y en los peroxisomas. Las cadenas muy
largas de ácidos grasos de C17–C26 (VLCFA, very long chain fatty acids) se
oxidan preferentemente en los peroxisomas Los ácidos grasos deben ser
activados en el citoplasma antes de ingre- sar en la mitocondria. La activación
está catalizada por la acil-CoA ligasa (también llamada acil-CoA sintasa o
tioquinasa). El resultado neto de este proceso de activación es el consumo de 2
moles de ATP, con formación de acil-CoA, pirofosfato y AMP, según la reacción
siguiente:

Ácido graso + ATP + CoA ¤ Acil-CoA + PPi + AMP

Como la oxidación de los ácidos grasos ocurre en la mitocondria, el


transporte del acil-CoA a través de la membrana mitocondrial se logra mediante
un intermediario, la acil-carnitina, que se genera por acción de la carnitina
aciltransferasa I, enzima que reside en la membrana mitocondrial externa. La
molécula de acil-carnitina se transporta a la mitocondria donde la carnitina
aciltransferasa II cataliza la regeneración de la molécula de acil-CoA (Figura 2).
El proceso de la oxidación mitocondrial de ácidos grasos se denomina β-
oxidación, ya que se produce a través de una secuencia de reacciones que
suprime unidades de 2 carbonos por oxidación del carbono en posición β de la
molécula de acil-CoA. La oxidación de los ácidos grasos en los peroxisomas,
también se produce a través de un proceso de ȕ-oxidación. Cada ronda de β-
oxidación consta de cuatro reacciones: oxidación, hidratación, oxidación e
hidrólisis. La reacción de oxidación mitocondrial por β-oxidación está catalizada
por una familia acil-CoA deshidrogenasas dependientes de FAD.

Cada una de estas deshidrogenasas tiene un rango de especificidad de


sustrato determinado por la longitud de los ácidos grasos. La acil-CoA
deshidrogenasa de cadena corta (SCAD, también llamada butiril-CoA
deshidrogenasa), prefiere los ácidos grasos de 4–6 carbonos; la acil-CoA
deshidrogenasa de cadena media (MCAD) prefiere los ácidos grasos de 4–16
carbonos, mostrando la máxima actividad con ácidos grasos de 10 carbonos; la
acil-CoA deshidrogenasa de cadena larga de (LCAD), que prefiere los ácidos
grasos de 6–16 átomos de carbono de longitud, mostrando la máxima actividad
con los de 12 carbonos.

Las tres reacciones siguientes en la β-oxidación mitocondrial de los


ácidos grasos implican una hidratación, otra oxidación, y finalmente, una
reacción hidrolítica que requiere CoA, que separa el acetil-CoA y un acil-CoA
dos átomos de carbono más corto que el acil CoA inicial. La adición de agua está
catalizada por la enoil-CoA hidratasa, la reacción de oxidación está catalizada
por una deshidrogenasa NAD-dependiente de cadena larga, la 3-hidroxiacil-
CoA deshidrogenasa, y finalmente la hidrolisis está catalizada por una tiolasa
(Figura 3). Estas tres actividades se codifican en una enzima multifuncional
llamada proteína mitocondrial trifuncional, MTP. MTP se compone de una
proteína de ocho subunidades, cuatro α-subunidades codificadas por el gen
HADHA y cuatro β-subunidades codificadas por el gen HADHB. Las Į-
subunidades contienen las actividades enoil-CoA hidratasa e hidroxiacil- CoA
deshidrogenasa de cadena larga, mientras que las β-subunidades poseen la
actividad 3-cetoacil-CoA tiolasa (β-cetotiolasa o simplemente tiolasa).

Los tejidos de mamíferos expresan cinco actividades tiolasa diferentes,


una de ellas es la actividad mencionada tiolasa mitocondrial codificada por el
gen HADHB. Hay además dos actividades tiolasa mitocondriales, una de las
cuales es la acetil-CoA C-aciltransferasa (codificada por el gen ACAA2), que
también cataliza la etapa terminal de β-oxidación, y otra llamada acetoacetil-
CoA tiolasa (codificada por el gen ACAT1), que participa en la síntesis de
cuerpos cetónicos en el hígado. La actividad acetoacetil-CoA tiolasa
citoplasmática codificada por el gen ACAT2, está involucrada en la biosíntesis
del colesterol. La quinta tiolasa, también llamada acetil-CoA C-aciltransferasa,
está implicada en la β-oxidación peroxisómica y está codificada por el gen
ACAA1.
Cada ronda de β-oxidación produce un mol de FADH2, un mol de NADH
y un mol de acetil-CoA. El mol de acetil-CoA, producto de cada vuelta de ȕ-
oxidación, entra en el ciclo del Krebs, donde es oxidado a CO2 con la generación
concomitante de tres moles de NADH, un mol de FADH2 y un mol de GTP. El
NADH y el FADH2 generados durante la oxidación de los ácidos grasos y la
oxidación de la acetil-CoA en el ciclo de Krebs, se acoplan con la cadena
electrónica mitocondrial para la producción de ATP.

La oxidación de los ácidos grasos produce más energía por átomo de


carbono que la oxidación de los carbohidratos, ya que la oxidación de un mol de
ácido oleico (18 carbonos) genera 146 moles de ATP (se utilizan 2 moles de ATP
durante la activación de los ácidos grasos), lo que corresponde a 8,1 por
carbono, mientras que 3 moles de glucosa ( 6 carbonos x 3= 18) generan 114
moles de ATP , lo que supone 6,1 ATP por carbono.

β-OXIDACIÓN EN PEROXISOMAS

Además de la oxidación mitocondrial de los ácidos grasos, los


peroxisomas también juegan un papel importante en el metabolismo general de
los ácidos grasos. Los ácidos grasos de cadena muy larga se oxidan
preferentemente en los peroxisomas, por ejemplo, el ácido cerótico (26 carbo-
nos) únicamente se oxida en este orgánulo. En los peroxisomas también se
metabolizan los ácidos biliares di- y trihidroxicolestanoicos, ácidos
dicarboxílicos de larga cadena producidos por ϖ-oxidación de ácidos
monocarboxílicos de cadena larga, el ácido pristánico través de la vía α-
oxidación, ciertos ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), tales como el ácido
tetracosahexaenoico (24:6), que por β-oxidación genera los importantes ácidos
grasos poliinsaturados ácido docosahexanoico, ciertas prostaglandinas y
leucotrienos.

Los procesos enzimáticos de ȕ-oxidación peroxisomal son muy similares


a los de β-oxidación mitocondrial con una diferencia importante. La primera
etapa de la oxidación mitocondrial esta catalizada por varias acilCoA
deshidrogenasas, con formación de FADH2. En los peroxisomas la pri- mera
etapa de oxidación está catalizada por la acil-CoA oxidasa acoplada a la
reducción del O2 a peróxido de hidrógeno (H2O2), catalizada por la catalasa.

Por lo tanto, la reacción no se acopla a la producción de energía, sino a la


producción de una especie importante de oxígeno reactivo, el H2O2. Los
peroxisomas contienen la catalasa, enzima que degrada el peróxido de
hidrógeno de vuelta a O2 (Figura 5). Los ácidos grasos se incorporan al
peroxisoma y se esterifican con el CoA por el transportador de la familia de
proteínas ABCD13. El acetil- CoA generado por la ȕ-oxidación peroxisómica se
transporta fuera del peroxisoma después del intercambio de la carnitina por el
CoA. Estas unidades de acetil-CoA pueden ser utilizadas para la síntesis de los
ácidos grasos citosólicos o los transportados a la mitocondria para la oxidación
en el ciclo de Krebs.

Las reacciones de hidratación y la de β-oxidación peroxisómica son llevadas a


cabo por una enzima bifuncional única en lugar de dos enzimas separadas como
es el caso de las mitocondrias, la proteína-D bifuncional (DBP), específica para
el D-3-hidroxiacil-CoA. Estos enzimas bifuncionales también se les conoce como
proteínas multifuncionales 1 y 2 (MFP-1 y -2) y enzimas-D bifuncionales
peroxisómicas (L-PBE y D-PBE). DBP es la enzima principal, no exclusiva, que
participa en la oxidación de los ácidos grasos de cadena muy larga, del ácido
pristánico, ácidos dicarboxílicos y el ácido trihidroxicolestanoico. El significado
clínico de la actividad de la acil-CoA oxidasa en la β-oxidación peroxisómica se
relaciona con los procesos de oxidación de los tejidos específicos, así, en caso de
las células β del páncreas, la oxidación peroxisómica produce una mayor
liberación de especies reactivas de oxígeno, que pueden dañar la células β y
contribuir a la deficiencia progresiva de insulina detectada en pacientes con
obesidad.
Metabolismo de las proteínas

Sin lugar a dudas se puede considerar que las proteínas son los auténticos
componentes del organismo. La estructura del organismo está constituida por
material proteico, la reserva calórica son las grasas y el material de consumo son
los hidratos de carbono, que se usan en forma de glucosa. Estos tres compuestos
pueden transformarse los unos en los otros, aunque hay un tipo de compuestos
que no puede sintetizar el organismo y que hay que obtenerlos de la
alimentación. El papel que juegan las proteínas es indispensable para el
funcionamiento del organismo, pues participan en el crecimiento, el
mantenimiento de las células, y en la contracción muscular.

Las proteínas se componen de unidades menores, los aminoácidos que,


en distintas combinaciones, pueden constituir un gran número de proteínas
diferentes. Algunos organismos producen todos los aminoácidos que necesitan
para fabricar sus proteínas, pero los seres humanos no, y por eso tienen que
conseguir a través de la dieta los denominados aminoácidos esenciales. Las
proteínas son los únicos compuestos orgánicos que contienen nitrógeno,
además de carbono, hidrógeno y oxígeno. De los tres nutrientes esenciales para
el hombre (proteínas, grasas e hidratos de carbono), las proteínas pueden
considerarse los de mayor importancia frente al funcionamiento y
mantenimiento de la homeostasis celular.

FUNCIONES DE LAS PROTEÍNAS

La importancia de las proteínas en el organismo radica en la gran


cantidad de funciones que realizan en la célula, entre ellas cabe destacar las
siguientes:

Plástica y estructural: las proteínas forman parte de las estructuras


corporales, suministran el material necesario para el crecimiento y la reparación
de tejidos y órganos. Por ejemplo, la queratina está presente en la piel, las uñas
y el pelo; el colágeno está presente en los huesos, los tendones y el cartílago, y la
elastina, se localiza fundamentalmente en los ligamentos. Reguladora: algunas
proteínas colaboran en la regulación del funciona- miento celular. Ciertas
hormonas son de naturaleza proteica (insulina, hormona del crecimiento, etc).
La mayor parte de las enzimas son de naturaleza proteica y su misión es
favorecer múltiples reacciones orgánicas. Algunos neurotransmisores que
regulan la transmisión de impulsos nerviosos, son aminoácidos o derivan de
ellos.

Señalizadora: a nivel celular intervienen activamente como quinasas y


fosfatasas en las cascadas de señalización y como receptores de membrana en la
recepción de señales, etc. Defensiva: forman parte del sistema inmune o
defensivo del organismo (anticuerpos, inmunoglobulinas, etc).
Coagulación: fibrinógeno, fibrina, trombina, etc, son proteínas que
impiden la pérdida de sangre ante cualquier lesión.

Transporte: en esta importante misión, transportan grasas


(apoproteínas), oxígeno (hemoglobina), facilitan la entrada a las células
(transportadores de membrana) de sustancias como la glucosa, aminoácidos,
etc.

Energética: cuando el aporte de hidratos de carbono y grasas resulta in-


suficiente para cubrir las necesidades energéticas, la célula emplea el esqueleto
carbonado de los aminoácidos de las proteínas como combustible energético (1
gramo de proteína suministra 4 kcal).

De todo esto se deduce que la dieta ha de contener suficiente cantidad de


proteínas para hacer frente a la construcción y reparación de tejidos y a todas
las demás misiones fundamentales para la supervivencia del organismo.

DIETA Y PROTEÍNAS

Al contrario que los carbohidratos y las grasas, el organismo no


almacena proteínas, y por tanto, no cuenta con reservas proteicas. Es por eso
que es necesario ingerir diariamente una cantidad suficiente de ellas para hacer
frente a los requerimientos del organismo. Las proteínas son indispensables
para la constitución de las células de todos los tejidos corporales. Las enzimas
que intervienen en los distintos procesos digestivos metabólicos están
constituidas por proteínas.

La hemoglobina de los glóbulos rojos está también constituida por


proteínas. Por estos motivos, las proteínas tienen un papel fundamental en
prácticamente la totalidad de las funciones vitales: la contracción muscular, el
funcionalismo de órganos tan importantes como el hígado, el cerebro, el
músculo, el transporte de oxígeno y los mecanismos de defensa contra las
infecciones. En definitiva un papel preponderante en todos los aspectos de la
vida.
Las proteínas son macromoleculas compuestas de numerosas unidades
nitrogenadas elementales, los aminoácidos, los cuales se unen entre si, median-
te enlaces peptídicos (-CO-NH-), dando lugar a cadenas proteicas de diversa
longitud. Los aminoácidos proteinogenéticos (es decir los componentes de las
proteínas) son 20, pero las proteínas formadas por ellos pueden ser muy
numerosas, ya que, aunque tengan los mismos aminoácidos, bastaría un cambio
de posición de uno de ellos en la cadena, para que las proteínas sean distintas.

Esto muestra que el número de posibilidades de diferentes proteínas es


muy elevado y explica que uno de los aspectos fundamentales de estos
compuestos es la especificidad a nivel de especie y a nivel de individuo. Las
proteínas de la dieta al ser ingeridas tienen que ser degradadas a aminoácidos
por el aparato digestivo para que se verifique la absorción y puedan, como tales
aminoácidos, ser aprovechadas para sintetizar proteínas propias del organismo
necesarias para las funciones vitales de la célula. Una parte de los aminoácidos
absorbidos se utiliza en la biosíntesis de las proteínas corporales; otra parte se
utiliza en la biosíntesis de purinas y neurotransmisores; otra pierde el grupo
amino y como esqueleto carbonado se utiliza como compuesto gluconeogénico,
y otra parte se convierte en acetil CoA, que genera energía al incorporarse en el
ciclo de Krebs. Por último, la desaminación de los aminoácidos genera grupos
amonio que se metabolizan formando urea (Figura 1).

Las proteínas de la dieta tienen distinto valor, según los aminoácidos que
las componen, y esto no sólo depende del número de aminoácidos, sino de la
calidad de éstos. Los aminoácidos se pueden clasificar en proteinogenéticos y no
proteinogenéticos (aminoácidos integrantes o no de las proteínas) y en
esenciales y no esenciales. Los aminoácidos esenciales son aquellos que el
organismo no puede sintetizar y tienen que ser suministrados por la dieta. Para
comprender el sentido de esta clasificación, hay que seguir el camino de los
aminoácidos en el metabolismo: la proteína procedente de la alimentación
ingresa en el tubo digestivo y se degrada en los aminoácidos que la componen,
los aminoácidos se absorben en el intestino y pasan a la sangre que los
distribuye a las células de los distintos tejidos, y en ellas, se utilizan para
sintetizar las proteínas propias del organismo.

Si en el proceso de biosíntesis de las propias proteínas no se dispone de


uno de los aminoácidos esenciales porque se ha agotado el que proporciona el
alimento, quedará detenida la síntesis de esa proteína. Por ese motivo los
aminoácidos esenciales son también denominados aminoácidos limitantes. Por
todo los anteriormente dicho, se puede comprender el hecho de que una
proteína tenga mayor o menor valor alimenticio, según el contenido en
aminoácidos esenciales, y en una escala de valores ocupan el lugar más alto la
proteína del huevo, las de la leche y sus derivados, carnes, pescados y, por
último, las de los cereales y leguminosas (si bien la soja presenta una proteína
con aminograma bastante compensado, sólo deficitaria en metionina).

Las proteínas, por tanto, constituyen un ingrediente fundamental en la


nutrición. La OMS, la F.A.O, y otros organismos internacionales han fijado la
cantidad de 0,8 - 1g/kilo de peso corporal/día, como cantidad adecuada que
tiene que ingerir un individuo promedio. Es decir, una persona de 70 kilos
necesita ingerir diariamente 70 g de proteína. Los citados organismos
internacionales indican que las necesidades proteicas se van incrementadas
cuando se efectúa un trabajo pesado, se hace ejercicio físico intenso, en
situaciones de estrés, etc.

Así, el deportista necesita ingerir una cantidad superior de proteínas que


el hombre promedio, y ello es debido a que al ser las proteínas un nutriente
plástico, integrante de nuevos tejidos, es imprescindible ingerir una cantidad
superior en la dieta, cuando se necesita formar masas musculares sólidas.
Aunque la anterior afirmación ha sido discutida en tiempos pasados, en la
actualidad, numerosos trabajos de investigación avalan este hecho. Experiencias
científicas y estadísticas realizadas con grupos de deportistas han demostrado
que los resultados fueron positivos con gran diferencia, en los grupos
alimentados con dosis extra de proteínas. El efecto positivo se detectó por el
incremento de la fuerza general, de la captación de oxígeno, del contenido de
hemoglobina de los glóbulos rojos, en la reducción de la grasa corporal, en la
disminución de la fatiga y recuperación más rápida después de los
entrenamientos, etc.

La distribución de la fracción de los aminoácidos absorbidos, derivados


de las proteínas de la dieta se muestra en la Figura 2
La conclusión es que si para todo individuo las proteínas constituyen un
nutriente indispensable por sus funciones de regeneración tisular, que
compensa las células destruidas con la actividad metabólica normal, para el
deportista, que necesita mayor masa muscular por el ejercicio físico, es aún más
importante consumir una ración extra de proteínas, siendo una cifra
aconsejable la de 1,5 a 2 g/kg peso corporal/día. Según esto, un deportista de 80
kilos debe ingerir diariamente un promedio diario de 120 a 160 g de proteína, y
esta cantidad puede incrementarse en períodos de competición hasta 300
g/kg/día.

Otro factor muy importante a tener en cuenta es que el máximo de


proteínas asimilables en una sola comida no debe exceder los 40 o 50 g, por lo
que toda cantidad superior no será aprovechada. También hay que considerar
que la proteína una vez digerida e hidrolizada se absorbe a nivel intestinal en
forma de aminoácidos, que pasan a sangre circulante, y a partir se distribuyen y
nutren las células de los distintos tejidos, entre ellos el tejido muscular (Figura
2). Mientras haya aminoácidos en la sangre circulante, los tejidos pueden
renovarse y regenerarse de forma óptima, cosa que no ocurre cuando el nivel de
aminoácidos baja, lo que sucede poco más o menos a las cuatro horas de haber
ingerido alimento.

A partir de este momento los aminoácidos que no han sido asimilados se


van eliminando o deteriorando y es necesario hacer una nueva ingestión de
alimentos proteicos para que el nivel vuelva a subir. Los dos factores
anteriormente expuestos, capacidad de asimilación en un solo proceso digestivo
y nivel óptimo de aminoácidos en sangre circulante, permiten establecer unas
normas básicas. Por tanto, la ingestión de proteínas debe ser repartida
uniformemente en las distintas comidas del día, debiendo ser éstas por lo menos
cuatro, aunque alguna de ellas consista sólo en algún producto proteico, en
agua, leche u otro líquido. Como resumen a lo expuesto anteriormente se
pueden establecer las siguientes conclusiones:

1º El humano promedio debe ingerir diariamente de 0,8 a 1g de pro- teína/kg


de peso/día mientras que el deportista o el individuo que realice actividad física
fuerte deberán ingerir de 1,5 a 2 g de proteína/kg peso corporal/día.

2º Del total de proteínas a ingerir, la mayor parte procederá de los alimentos


convencionales, el resto, por motivos digestivos y de asimilación, procederán de
productos complementarios.

3º El máximo de proteínas a ingerir en una sola comida no debe sobre- pasar los
60 g, siendo la cifra ideal la de 35 a 40 gramos.

4º Para mantener un óptimo nivel de aminoácidos en sangre circulante y una


mejor nutrición del tejido muscular, es imprescindible ingerir cierta cantidad de
proteína cada cuatro horas.

Referencias bibliográficas:

Boticario C, Cascales M. Digestión y metabolismo energético de los nutrientes.


UNED Centro de Plasencia. 2012.

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