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UNIVERSIDAD TECNICA DE ORURO

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES


CARRERA DE DERECHO” SAN AGUSTIN”

TRABAJO
PRACTICO

MATERIA:

DERECHO ADMINISTRATIVO Y AUTONOMICO Y

SU PROCEDIMIENTO

DOCENTE:

Dr. MIRANDA OCAMPO JORGE RENE

ESTUDIANTE:

DANIEL IGNACIO LOPEZ

PARALELO:

3D2

GESTION:

2021
EL PODER DUAL

Aquellas raíces que con seguridad en los momentos determinantes demuestran


que el punto de quiebre la hacen las mujeres y los hombres de una u otra sociedad
y no los gobiernos con sus aparatos y tramados disfrazados de aspiraciones
maquilladas de legalidad. Uno de estos personajes es justamente Rene Zavaleta
Mercado quien teniendo como base fundamental al Marxismo al que lo había
estudiado de manera exhaustiva, no se quedó conforme con solo ello, sino que
también dedicó gran parte de su vida a desarrollar toda una serie de
estudios, investigaciones, ensayos y la construcción de categorías teóricas para la
mejor comprensión de esta teoría pero con una diferencia, la visión partiría esta
vez desde los albores de los sucesos acaecidos en los países latinoamericanos. En
este contexto hablar de la figura de Rene Zavaleta Mercado se torna
indispensable no solo por sus esfuerzos para tratar de explicarnos la realidad
nuestra desde una postura marxista, sino también por el tremendo esfuerzo que
realiza en las formulaciones teóricas que plantea, cuyo afán no solo es el de
comprender la situación de Bolivia sino también la de nuestra América
Latina. Rene Zavaleta Mercado no se conforma con la concepción clásica de
poder y da un salto más allá y partiendo de la revolución Rusa de 1917 muestra
una maraña que allí se atrincheraba para no ser vista por los ojos comunes, esta
es la dualidad de los poderes que se dan en las sociedades y mucho más en las
sociedades susceptibles de lo que para esa época se esperaba «revolución» , casi
haciendo un símil Rene Zavaleta Mercado quién desde su juventud ya había vivido
las luchas de la revolución del 52´, los exilios, las dictaduras y casi en el ocaso de
su existencia el retorno a la democracia a principios de los años 80.

En estas circunstancias es imprescindible hablar de la «teoría Marxista y la


cuestión del doble poder» algo que Rene Zavaleta Mercado vislumbró con
demasiadas luces en la revolución de 1952, pero ya dando un salto en estas
nuevas épocas y sus momentos constitutivos, debemos hacer carne del
pensamiento de este autor porque la potencialidad de sus ideas no están trazadas
atras pie de los hechos que han acaecido casi desde que nuestra sociedad logró
recuperar la democracia, es decir, las nociones de dualidad del poder están
implícitas en toda la historia contemporánea de este país y quizás en la gran
mayoría de historias que se entrecruzan entre todos los que vivimos en el lado
opuesto de la centralidad universal, esa que dice con un velo en los ojos, que
nosotros somos los atrasados, los de la periferia o más comúnmente los
subdesarrollados. El gran aporte de Rene Zavaleta Mercado es el de haber visto
como ojos latinoamericanos las riquezas y las miserias de nuestra
sociedad, riquezas porque muestra en la historia grandes momentos como
embriones que hacen a la construcción de una revolución que transforme los
pilares de nuestras sociedades, y que estas hayan llegado a una culminación
exitosa o que se hay mantenido en el tiempo, es motivo de otro debate, y
miserias, porque también nos muestra que a pesar de ser sociedades con la
fuerza y el coraje de llevar adelante grandes transformaciones para el bienestar
de los pueblos y sus habitantes, no fuimos capaces de mantener hasta el final
aquellas expectativas que en algún momento se tornaron en ejes de fortalezas
inconclusas que fueron devoradas por las lógicas egoístas, por los intereses
sectoriales y por la manipulación de fuerzas que hasta el día de hoy aun siendo
externas tiran aún con fuerza los hilos de la historia de los países de este lado del
mundo.

Rene Zavaleta Mercado hace un estudio minucioso de los escritos de Lenin en un


primer momento y de Trotski en un segundo, que denotan la visión de lo que
después entenderemos como dualidad de poderes. La dualidad del poder existe en
realidad y a lo mejor en nuestra sociedad por nuestros hechos acaecidos somos
los mejores expositores de esta. Este doble poder este manifiesto en la parte del
estado como entidad que ejerce un gobierno y un mandato, pero que también se
solidifica en las fortalezas de los sectores de la sociedad que sustentan al poder
establecido para llevar a cabo las aspiraciones de todo el conjunto. La
construcción de otro estado implica la construcción del imaginario de la sociedad
como tal, es decir, la coexistencia de la dualidad del poder implica la
transformación del anterior estado establecido con anterioridad pero desde la
visión de la revolución que es como ya sabemos la cambio total de lo ya antes
existente, de otra forma aquellos logros solo llegarían a llamarse una reforma y
creemos que a eso no se refería Rene Zavaleta Mercado.
Ahora bien, convengamos en algo, la dualidad de poderes planteada de manera
vigorosa por Rene Zavaleta Mercado es un punto innegable dentro de las
sociedades, pero también convengamos en que Bolivia y los países
latinoamericanos nos son la Rusia Zarista de 1917, ni tampoco los Soviets
existieron por este lado del mundo. Rene Zavaleta Mercado tuvo el acierto de
plantear la dualidad de poderes que hasta el día de hoy la seguimos
desentrañando por ser una de las mejores herramientas para entender muchos
de los acontecimientos de esta Bolivia contemporánea. Con una salvedad, y es
que Rene Zavaleta Mercado vislumbro el “poder dual” en el contexto de una
sociedad naciente a la democracia con impulsos de nacionalismo y donde por
cierto, existía una otro poder que se manifestaba en el poder obrero de los
mineros , seguramente Rene Zavaleta Mercado no se había imaginado que
décadas posteriores el horizonte democrático en nuestro Estado lo habrían
marcado los movimientos sociales, los campesinos, los indígenas, sectores
relegados desde siempre, pero no por ellos mudos o desaparecidos. En este punto
no debemos olvidar que sociedades como la nuestra no están inscritas en una sola
línea cultural, sino todo lo contrario, y ya Rene Zavaleta Mercado nos aclaró con
ese su clásico concepto de “sociedad abigarrada”, con la que podemos entender
que no se trata de admitir la existencia de las vanguardias, sino más bien, el
fomentar la amplitud de lo que conocemos como sociedad, una creación de
identidad que en muchos casos y el caso Boliviano no es la excepción, ya que o no
se la tiene o se la tiene solo a momentos, y de paso solo en eso momentos en que
nuestra sociedad se siente ofendida, agredida o solo cuando se llega niveles de
ataque al orgullo nacional, que para terminar solo duran segundos o minutos en
el menor de los casos.

Si partimos de esta afirmación, pues entonces, la noción de masa se desvanece y


las nociones de vanguardia quedan atrincheradas y en ese sentido perdemos
todos los que somos parte de esta sociedad. En esta situación la noción de “poder
dual” se torna compleja pero exquisita a la vez, porque si la «masa» es la
sociedad civil en acción, pues desde hace más de una década que estamos en los
albores de esta, pero entonces, podríamos afirmar que existen distintas formas de
“masa” en nuestra sociedad y cada una de ellas anda buscando reivindicar sus
anhelos, o sea, existen en constante correlación distintas formas de dualidad de
poderes que constantemente se están enfrascando en tensiones y así la noción de
vanguardia de los sectores sociales tiende a diluirse mientras no se tenga plena
conciencia de que “el poder dual” no se trata de dos poderes existentes legal y
legítimamente.
ANALISIS
René Zavaleta Mercado en su libro El poder dual en América Latina, Estudio de
los casos de Bolivia y Chile, enfatizando en mí escrito sobre su análisis de la
situación creada en Bolivia en 1970-1972. En él subrayé la apropiación original
por parte de Zavaleta del pensamiento de Lenin sobre el poder y la política, en su
búsqueda de entender el trasfondo, sentido y potencialidades de las experiencias
de crisis, revolución y poder de 1952 y 1971 en Bolivia, y de 1971-1973 en Chile.
En ese escrito dejé de lado para otra ocasión la valoración actual de las
concepciones generales del Estado capitalista de Zavaleta y en especial del
Estado capitalista subdesarrollado y dependiente latinoamericano y del poder
popular emancipador, que él mismo exponía y debatía en su texto, así como las
referencias particulares a la situación de Bolivia en 1952 y de Chile en 1971-
1973.
Hoy retomo y profundizo algunas cuestiones ya tratadas de un estudio que me
propongo acerca de la teorización sobre el Estado en René Zavaleta con el fin de
enlazar sus viejos escritos con los de la segunda mitad de los años setenta e
inicios de los ochenta. Espero presentar pronto ese análisis comprensivo del texto
a que aludimos. De paso aprovecho esta revisión para reivindicar la relación de
Zavaleta con Lenin, quien hoy es un verdadero desconocido, como resultado de un
siglo de ideología deformadora de su pensamiento, que tanto la intelectualidad
burocrática del orden imperialista como la del socialismo estatalista
construyeron para evitar su conocimiento contextualizado en perjuicio de las
masas populares y la intelectualidad crítica.
La realidad actual del mundo y de América Latina dista mucho de reproducir
espontáneamente situaciones de clara confrontación de clases como las que se
vivieron en Bolivia y Chile en el siglo pasado. Sin embargo, las enseñanzas al
respecto del carácter y condiciones histórico-políticas del Estado capitalista y
sobre la lucha entre fuerzas histórico-políticas distintas son una herencia que,
quién sabe, se pueda revivir a partir de una lucha de posiciones prolongada
dentro y fuera del Estado, como situación actual de crisis en algún momento del
siglo XXI.
El texto El poder dual en América Latina fue escrito por parte de Zavaleta con la
idea de fijar los argumentos, las polémicas y las disyuntivas que se presentaron en
las crisis del Estado integral en Bolivia y Chile en momentos revolucionarios. Con
todo, no es un libro sólo de coyuntura, sino que se trata de un texto teórico para
pensar desde el horizonte popular el poder político moderno, sus requisitos y
complejidades.

Cabe decir que el pensamiento teórico de Zavaleta es una elaboración que


atiende a los grandes hechos sociales que se vivieron en su país y en América
Latina. La cuestión del Estado volvió a ser central en la sociedad boliviana a
inicios de los años setenta en que la sociedad vivió un momento culminante de
confrontación, bajo una situación definida por una clase obrera con una
extraordinaria acumulación y un Estado lábil, el cual, no obstante, reaccionó
como poder haciendo uso de sus lazos histórico-políticos con la revolución previa
de 1952, la cooptación de los campesinos y la lealtad que mostró el ejército. La
crisis de Bolivia en 1971 puso en jaque al Estado capitalista (sin que sin embargo
se produjese una crisis nacional) e hizo surgir embriones de órganos de poder
obrero que plantearon políticamente al movimiento social el reflexionar
nuevamente sobre la problemática del poder dual. Zavaleta se propuso participar
elaborando una reflexión teórica de largo alcance que esclareciese el tema en sus
términos y separase el optimismo de la voluntad del pesimismo de la inteligencia.
Más tarde, culminó sus reflexiones en México, en el Centro de Estudios
Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
UNAM, ya como intelectual exiliado. Publicó su texto en la editorial Siglo XXI.
EL ESTADO EN AMERICA LATINA

El trabajo reflexiona en torno a la especificidad del Estado en América Latina a


partir de la obra de René Zavaleta Mercado. René Zavaleta Mercado se ha
configurado como un referente intelectual del marxismo en Bolivia y América
Latina. Su producción teórica, fecunda en términos conceptuales, es una suerte
de núcleo de buen sentido para el desarrollo del pensamiento social crítico
latinoamericano. El universo categorial, conformado por conceptos como el de
formación social abigarrada, ecuación social, forma primordial, momento
constitutivo, autodeterminación de las masas, entre otros, permite reflexionar a
las izquierdas latinoamericanas actuales, desde un marxismo crítico y
creativo, sobre problemas políticos asociados al Estado, la cuestión nacional, la
dependencia y la compleja relación entre socialismo y democracia.

La producción intelectual de René Zavaleta, ha cobrado vitalidad en las ciencias


sociales bolivianas, particularmente por la influencia de su obra en quienes
dieron vida desde fines de la década del noventa al Colectivo Comuna. En este
sentido ha recogido la categoría de formación social abigarrada, para sustentar
teórica y políticamente la construcción del Estado Plurinacional de Bolivia, y a su
vez, para dotar de legitimidad a la creación de espacios de democracia
comunitaria y directa en el actual proceso de construcción del socialismo en
Bolivia. Retomando aspectos asociados a la obra de René Zavaleta, podemos
agregar que ésta no sólo se centró en la realidad boliviana, sino que, a partir de
la experiencia del exilio, vivida desde el año 1964 y que lo llevó a radicarse en
Uruguay, Inglaterra, Chile y México, desarrolló un cúmulo de textos y reflexiones
en torno a los procesos históricos latinoamericanos. Como marxista, a lo largo de
su producción teóricopolítica, incorporó a los clásicos y también a sus
contemporáneos.

Al decir de Luis Tapia, el sociólogo y periodista boliviano elaboró una


recuperación selectiva de la producción teórica de Marx, de acuerdo a los
grandes problemas de Bolivia y América Latina. Además, su obra fue heterodoxa
con respecto a los planteamientos de la URSS, todo lo cual nos permite asociarla
al desarrollo de un marxismo latinoamericano original, entrelazado a la
producción teórica y política del peruano José Carlos Mariátegui. Retomando lo
anterior, nos parece que la producción teórico-política de Zavaleta avanzó en
procesos de nacionalización de la teoría crítica marxista, preocupándose
permanentemente por lo histórico concreto y la especificidad de lo local. El
énfasis se encuentra en la lógica del lugar, por sobre la lógica del mundo, es
decir, en la producción de conocimiento local y situado.

Así entonces, el punto de partida de Zavaleta será siempre la realidad histórica


precisa y concreta. Otro aspecto que no podemos omitir con respecto a la
producción teórico-política de René Zavaleta, es su capacidad de articular
trabajo intelectual y militancia. En este sentido, sus escritos emanan de la
praxis, de la articulación coherente y consecuente con un proyecto de
clase, popular, emancipatorio. Su trayectoria política permite sostener, a varios
de sus intérpretes, que fue un intelectual orgánico, un intelectual militante del
nacionalismo revolucionario y el marxismo, un teórico de la praxis.

El presente trabajo pretende reflexionar, de manera introductoria, en torno a la


especificidad del Estado en América Latina a partir de algunos ensayos de la obra
del marxista boliviano. Para ello retomaremos seis escritos elaborados por René
Zavaleta Mercado entre 1979 y 1983, es decir en los últimos años de su
producción teórica. En el ensayo titulado "Notas sobre la cuestión nacional en
América Latina", René Zavaleta sostiene que existen países como
Bolivia, Perú, Guatemala, Ecuador, Colombia, Venezuela, Paraguay, entre
otros, donde el problema nacional no se encuentra resuelto. Las reflexiones sobre
este tópico son centrales en su obra, pues precisamente en lo nacional-
popular, reconoce elementos medulares de un proyecto social emancipador.

Zavaleta sostiene que en formaciones sociales abigarradas6 la cuestión nacional


es un problema incompleto y abierto, agregando que el mismo debe analizarse a
partir de la especificidad histórica de cada país. Para el marxista boliviano, la
nación refiere a un yo colectivo, a la construcción de una identidad colectiva o, en
el marco del capitalismo, a una "entidad histórica formada por hombres
jurídicamente libres". Segundo, a partir de transformaciones territoriales y de
cambios en la estructura de la población, a partir de la inculcación de relaciones
sociales capitalistas. Y tercero, destruyendo formas de organización previas, pero
sin lograr integrar a estas poblaciones a las relaciones sociales capitalistas.
Así, se introducen relaciones de mercantilización de la fuerza de trabajo, es
decir, se asalarizan las relaciones de producción, pero no se transforman
necesariamente todos los procesos de producción y reproducción social. Es
decir, con la subsunción formal aún no se desorganizan o transforman
totalmente las formas de reproducción social no-capitalistas. Esta implica la
transformación de los procesos de producción y reproducción social, del sistema
de creencias, de la eliminación de formas de vida comunitaria, de formas de auto
gobierno, entre otras. La subsunción real permite la construcción de la
hegemonía y del bloque histórico, puesto que se establecen vínculos compatibles
entre estructuras económicas, producción de formas de gobierno y de todos los
aspectos de la vida social.

El problema de lo nacional en América Latina es anudado por el marxista


boliviano con el problema de la dependencia, estableciendo así un puente
complejo entre lo nacional y lo mundial9. A partir de esto, y debatiendo con las
teorías de la dependencia, Zavaleta reconocerá que no existen historias locales o
nacionales que se encuentren incontaminadas de procesos mundiales. Planteado
en sus propios términos, podemos reconocer que le preocupa definir el "grado de
autodeterminación que puede tener una historia nacional, cuáles las condiciones
en las que se produce un proceso auto determinativo". El problema de lo nacional
contiene una relevancia estratégica para los procesos revolucionarios.

Zavaleta se encuentra pensando en las posibilidades de generar procesos de


autodeterminación, precisamente en contextos políticos dictatoriales y de
transnacionalización de la economía. Lo nacional sigue siendo el reconocimiento
posible dentro de los términos de la transnacionalización. Lo nacional es
estratégico a la hora de enfrentar el problema de la dependencia desde proyectos
revolucionarios. Lo nacional, en el contexto de sociedades abigarradas como las
de América Latina, contiene en su seno un conjunto de formas modernas y no-
modernas, comunitarias y populares, de movilización y lucha política contra el
dominio capitalista y colonial.

Así entonces, lo nacional no podía ser restringido a los proyectos oligárquicos del
siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, sino que debía configurarse como
bastión de la lucha popular. Conforme a su permanente preocupación por lo local
y lo histórico específico, el marxista boliviano valorará las categorías intermedias
producidas desde el marxismo, como las de formación económico-social, la de
bloque histórico o la de superestructura, en tanto ellas permiten detenerse en la
historicidad del Estado. En esta misma línea, René Zavaleta reivindicó la noción
marxista de autonomía relativa para concebir la especificidad de la
superestructura o si se prefiere para reivindicar la autonomía de lo político. Es a
partir de esta compleja relación entre Estado y sociedad que Zavaleta reconoce a
la noción de autonomía relativa como una de las categorías más potentes
producidas desde el marxismo.

En el ensayo titulado "El Estado en América Latina", René Zavaleta debatió con


las visiones estructuralistas e instrumentalistas del Estado, puesto que desde su
perspectiva intentaban construir un universo de categorías
cerradas, puras, separadas y distantes de lo factual. Desde la perspectiva de
Zavaleta, los estructuralistas sostenían que no importaba quien fuera el titular
del poder del Estado, sino que lo central era comprender el poder en sí, como una
relación objetiva que recoge la imposición de la clase dominante y también las
conquistas de los sectores subalternos. A partir de esta reflexión, el Estado
condensa o cristaliza la lucha social y los conflictos de clase. Zavaleta
sostiene, con Gramsci, que la dominación nunca es estable y que por tanto pensar
en victorias totales es un absurdo.

Para Zavaleta, las estructuras de poder jamás pueden


descontextualizarse, distanciarse de procesos históricos. Continuando el debate
con los estructuralistas, particularmente con Nicos Poulantzas, Zavaleta
reconoce, desde Lenin, que el Estado es una síntesis de la sociedad, pero ello no
quiere decir que el Estado sea un espejo o reflejo de la sociedad18, puestoque si
fuera así, el Estado sería un proceso objetivo o una conclusión. Para Zavaleta, la
referencia al Estado en términos generales, sin considerar las condiciones
históricas específicas, no resuelve el estado de las cosas. Además, debatiendo con
Louis Althusser y su noción de aparatos ideológicos del Estado, Zavaleta señaló
que efectivamente existen casos concretos donde los
sindicatos, partidos, universidades o escuelas, han funcionado como instituciones
cooptadas, leales y sumergidas en la lógica estatal, por tanto, sus funciones
pueden leerse como brazos del Estado y sus dirigentes como funcionarios
estatales.

Dialogando con Ralph Miliband, Zavaleta reconoce que la instrumentalidad del


Estado "no puede significar la ocupación literal y material del aparato estatal
por la burguesía’"21. Los debates teóricos en torno al Estado desplegados por
Zavaleta serán relevantes para configurar su propia visión sobre la especificidad
del Estado en América Latina. En conformidad con lo anterior, René Zavaleta
planteó que la construcción de los estados nacionales en América Latina, suponía
la desorganización de formas previas de organización política, intentando la
unificación forzada de todas aquellas comunidades y pueblos desarticulados por
los procesos de transformación capitalista. Ahora bien, en las formaciones
sociales abigarradas, como Bolivia, Perú, Guatemala, Ecuador, etc., perviven
múltiples formas de organización política que no han logrado ser desorganizadas
y que coexisten con el Estado-Nacional y el poder central.

Un segundo componente que dota de especificidad al Estado en América Latina


según la producción teórico-política de Zavaleta, radica en la relación compleja
entre Estado y sociedad civil. Para Zavaleta, dicha relación es trabajada a partir
de las categorías de forma primordial o ecuación social, las que dialogan con el
concepto gramsciano de bloque histórico. Así entonces, la categoría de forma
primordial o ecuación social refiere al grado en que la sociedad existe en el
Estado y viceversa, pero también a las formas en que el Estado y la sociedad civil
se separan y distancian. Con todo esto, se reafirma lo ya planteado en numerosas
ocasiones en este texto, es decir la relevancia analítica, conceptual, teórica y
política de analizar la historia concreta, local, nacional, o planteado de otra
manera, la especificidad material de cada Estado existente en América Latina28.

Un tercer componente de la especificidad del Estado Latinoamericano según


Zavaleta, se debe buscar en el momento constitutivo, concepto que refiere a "un
momento en que las cosas comienzan a ser lo que son" 29. " Explicado por Luis
Tapia, "un momento constitutivo es aquel donde algo adquiere la forma que va a
tener la vida social por un buen tiempo hacia adelante, es el momento en que se
articula algo, así como un programa de vida social o de un orden social que va a
funcionar como gran determinación’, 30. Según Zavaleta, en formaciones
sociales abigarradas como la sociedad boliviana y numerosas sociedades
Latinoamericana, los momentos constitutivos31 se perfilan como períodos
relevantes para comprender la complejidad social, puesto que permiten
visibilizar lo heterogéneo de la realidad, posibilitando así, la ampliación del
conocimiento social. Es decir, los procesos de descampesinización, de separación
originaria de las comunidades y sus medios de producción, la asignación de un
estatuto de libertad jurídica a los seres humanos desvinculados de sus tierras, la
destrucción de aldeas y comunidades, etc., son procesos que se vivieron de
diferentes maneras en América Latina.

En el texto "Notas sobre fascismo, dictadura y coyuntura de


disolución", Zavaleta, preocupado por los golpes de Estado y las dictaduras
militares en la región, afirmó que la forma normal del Estado capitalista es la
democracia burguesa, por tanto concibe y conceptualiza las dictaduras como
"'formas de emergencia o excepción del Estado capitalista" 33. Ahora bien, para
Zavaleta en América Latina "han sido proyectos que no han obtenido
legitimación ideológica a nivel de las masas" 36. Este
planteamiento, probablemente haya sido correcto para el período de producción
del texto de Zavaleta, sin embargo, desde nuestra perspectiva la dictadura
militar en Chile, si logró amplios niveles de legitimidad social. Zavaleta para
analizar las dictaduras latinoamericanas, se preocupó de la política imperialista
de los EE.

y en ese contexto, logró constatar que el ciclo de golpes de Estado en América


Latina se desarrolló a partir de los flujos de EE. hacia la periferia y de los
procesos históricos nacionales. Ahora bien, y pasando a la supuesta contracara
de las dictaduras, Zavaleta, afirmándose en Lenin, sostuvo que, en el
capitalismo, la democracia es la forma aparente o travestida de la
dictadura. Según su perspectiva, la democracia burguesa es un factor favorable
al proletariado, aunque evidentemente no se trata de divinizarla ni de concebirla
como un fin, sino como un medio que permite romper el consenso, la hegemonía
o la mediación de la burguesía.

La valoración de la democracia radica en que la misma expresa la dominación de


la burguesía, pero a su vez, expresa la correlación de fuerzas entre las clases
sociales encerradas en la dominación burguesa. Para Zavaleta, es a partir de la
democracia que el proletariado debería romper la alianza de la burguesía con los
sectores medios y la clase obrera de conciencia no proletaria, movilizando, en
función de un nuevo proyecto histórico nacional, a los sectores sociales que han
naturalizado el capitalismo como único posible. A partir de lo planteado, el
proletariado debería ser capaz de configurar un proyecto estatal nacional, pues
de lo contrario el escenario político corre el riesgo de devenir en guerras civiles o
en golpes de estado militares de sello autoritario y conservador. Con estos
planteamientos, René Zavaleta analiza por defecto las dictaduras
latinoamericanas como el resultado histórico de errores estratégicos en el seno
de la clase y de los partidos de izquierda.

Posicionado críticamente con respecto a la democracia burguesa, Zavaleta


señaló que la misma contiene en su seno una contradicción
fundamental. Avanzando en la superación de la democracia
representativa, concebida como el requisito de la existencia de la sociedad
burguesa y del capitalismo, René Zavaleta propone la adscripción a una
concepción de democracia entendida como autodeterminación de las masas. La
democracia, entendida como autodeterminación de las masas, le permite a
nuestro autor avanzar en relevantes proyecciones políticas, en tanto logra
articular democracia y revolución, categorías extraviadas y divorciadas para
muchos referentes intelectuales de izquierda durante la segunda mitad del siglo
XX. " Para el marxista boliviano, "La democracia entendida como
autodeterminación de las masas viene a ser el desiderátum de este discurso.

Y nuestro autor continúa "Se puede decir que aquí se reemplaza la democracia
para la clase dominante por la democracia para sí misma"41. Ahora
bien, Zavaleta finaliza sus reflexiones en torno a la autodeterminación de las
masas, advirtiéndonos que la misma puede ser portadora de tradiciones
democráticas y de tradiciones no-democráticas. Puede ser racional o
irracional, puede reproducir y fortalecer la servidumbre y el antisemitismo o
puede promover procesos igualitarios y emancipatorios. Su horizonte político se
encuentra abierto a las correlaciones de fuerza y las expresiones de las luchas
sociales, lo que nos pone en alerta de la relevancia de la arena
política, social, cultural y económica, como espacios de disputa por la sociedad
que queremos y necesitamos.
ANALISIS
Después de la Segunda Guerra Mundial surge la necesidad, particularmente desde
Estados Unidos como nueva potencia hegemónica mundial, de estudiar y conocer
al mundo a partir de los estudios regionales o de área. La interrogante ¿qué
significa estudiar América Latina en la actualidad? abre la posibilidad de criticar
esas perspectivas, repensar paradigmas teóricos sobre nuestras estructuras e
instituciones fundamentales que han impactado en nuestra realidad, de cómo las
percibimos y el cómo buscamos comprenderlas. Este es el hilo conductor de estas
reflexiones sobre el estudio del Estado latinoamericano. Este enfoque abre un
abanico infinito de posibilidades al ser el Estado un objeto de estudio que se
puede abordar desde un enfoque sociológico, político, jurídico, económico,
cultural, literario, y/o desde cualquier disciplina de las ciencias sociales o
humanas. Por lo que, para no entrar en una dinámica complicada y por demás
interminable, es conveniente delimitar el tema de análisis para este trabajo. Si
bien cada disciplina tiene su forma particular de abordar el objeto de estudio,
tenemos el deber de construir puentes que permitan entender los fenómenos de
América Latina no solo como un sinnúmero de procesos aislados sino como un
todo, con procesos y problemáticas comunes, es decir, apoyarnos en la
interdisciplina para entender la riqueza de esta región.
En un contexto de globalización y de un neoliberalismo brutal, donde el Estado es
minimizado cada vez más en sus actividades como agente regulador de la
economía, reflexionar acerca de la categoría del Estado latinoamericano en la
actualidad, es quizá una de las necesidades más desafiantes en el mundo
académico debido a su relación con el ejercicio del poder. Rescatar los estudios
relacionados con este tema es útil para contar con un mapa de referencias
conceptuales necesarias para posteriores análisis. Creo necesario, en primer
lugar, recorrer las tendencias que han seguido los estudios del Estado en el siglo
XX, para después hacer un balance de las corrientes, y finalmente proponer una
posible línea de investigación que contenga los elementos que puedan ayudar a
desarrollar una teoría actualizada y acorde con la compleja y asincrónica
realidad latinoamericana. Pretendo dar sentido y límites a esta exposición a
partir de las siguientes preguntas: ¿cómo se ha estudiado al Estado en América
Latina? y ¿qué desafíos ponen las crisis institucionales a los conceptos
tradicionales?
icano difícilmente podría sintetizarse en unas cuantas cuartillas. Este trabajo no
trata de una revisión crítica exhaustiva sino únicamente de un primer esfuerzo
por ordenar, a grandes rasgos, las tendencias y posturas clásicas del siglo XX. En
América Latina, el Estado como concepto tiene de referencia explicativa
fenómenos como la dependencia y el subdesarrollo, y ha sido elemento para
entender otros procesos históricos como la industrialización, el militarismo, la
modernización, las dictaduras, la transición a la democracia, el neoliberalismo y
la globali
EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA NACIONAL

Potosí es una clave para explicar hasta qué punto lo que llamamos Bolivia es un
cuerpo histórico, interrumpido, invadido, saqueado y distorsionado por los
extranjeros.
No hay nada en Bolivia que no arranque de Potosí, es una clave, como hecho económico, su
descubrimiento, su explotación y sus emergencias.
Bolivia no es una creación occidental, por lo menos culturalmente, aunque su
realización como Estado nacional moderno, se cumple a través de lo que dejaron
los españoles. Por otra parte, la historia no es solo acumulación escrita, sino que
los hombres existen como historia cuando se organizan políticamente con
propósitos en el tiempo. La conquista fue para Bolivia la invasión de un cuerpo
histórico ya existente y, para la nación su enriquecimiento, pero no su creación.
Desde entonces la evolución histórica del país y el cuerpo nacional, depende de un
crecimiento exógeno, desigual y por saltos, promocionado desde afuera. Las
culturas preespañolas, tenían una organización simétrica y extensa, donde su
estrategia política poseía una verdadera densidad cultural, “sin conocer la
rueda”; disponían de vastos caminos, pero no contaban con animales
de transporte humano para distancias largas. Es el oro de América y la plata de
Potosí, que provee y financia el mercantilismo europeo; se forja el mestizaje
altoperuano y sus formas culturales, con bases económicos e ideológicos traídos
por los conquistadores. Se consolida la pirámide social con los “mediterráneos y
entendidos”, “doctores dos caras de Charcas, cuya presencia a lo largo del ciclo
republicano iba a ser decisiva (formadora y deformadora), estos eran producto
suntuario que financiaba Potosí(mitayos). Los doctores se aprestan a administrar la
independencia que los guerrilleros conquistan, agotándose y que Bolívar ejecuta, “Por
eso la Republica nace decadente”.
Se genera una enemistad entre estos. Ahí tenemos hitos importantes como: Santa
Cruz, Ballivián y Belzu(nacionalistas), Melgarejo, Linares, Arce y
Montes (antinacionalistas). Santa Cruz promueve la Confederación
Perú Boliviana, pero su plan no contaba con la movilización de las masas y la
oligarquía boliviana se asentaba en la mita, el pongueaje, y las chicanerías
conceptuales de Charcas (oligarquía birlocha).
En cambio Chile, por medio del talento de Diego Portales, crea un Estado
Oligárquico (cateadores de minas pobres y agricultores) con ideas claras acerca
de los intereses de su patria. Ambos planteamientos oligárquicos pero
nacionales se enfrentan y sale triunfante la que tenía más vigor. A diferencia de
Santa Cruz y Ballivián, Belzu movilizo las masas, entra con ellos en el país
histórico, pero no les da elementos para quedarse en él. Para Linares la causa de
los problemas nacionales es la inmoralidad (pecado), este solo tenía una
formación curialesca., quien veía la problemática del país como un verdadero
extranjero. Mientras Melgarejo sentó las bases del moderno latifundismo, reparte
las tierras entre sus amigos y cede territorios al Brasil y Chile a cambio de
condecoraciones. Aniceto Arce impulsa la asociación con el imperialismo para
crear un país moderno, idea promulgada por Aramayo y Patiño (barones del
estaño), a partir de ahí se constituye la rosca (clases dominantes que prosperan bajo el
dominio político del Superestado minero). Este acoso, que quiere hacer daño al país, o
que, al servicio de sus intereses hace daño en efecto a un país que no le
importa, crea un ritmo histórico en las clases nacionales, que son las que
contienen la nación. Bajo el acecho extranjero, español o inglés o
norteamericano, anglo-argentino o anglo-chileno, resistiendo a la invasión
económica y a la invasión cultural, a la enajenación que fraguan sus agentes y
sus clases-agentes dentro del esquema social del país, la nación sobrevive como
un factum, disperso consistente e inédito en las clases nacionales. La nación
fáctica, es decir, la nación inevitable y carnal, hecho a veces pasivo pero presente
siempre y existente sin dudas, sobrevive así a pesar de un interminable acecho, de
las catástrofes, de las mutilaciones territoriales, de la instalación pertinaz de la
pedagogía oligárquica. La nación fáctica, que persevera en una resistencia
introvertida, que insistía sobre sí misma en una paciencia petrificada, comienza
a encontrar, enumerar y evaluar los factores reales que le permirtirán encarar su
ingreso orgánico al país histórico.

Es el tránsito de la nación fáctica a la nación para sí misma y del país resistente


al país histórico en un proceso por el cual, después de haber resistido a la
negación de la nación, las clases que la contienen, niegan la negación de la
nación y tratan de realizar un Estado nacional, en sustitución de las semi formas
estatales creadas por las clases extranjeras. Por su origen, por sus intereses, por
sus supuestos mentales, la oligarquía boliviana fue siempre ajena en todo a la
carne y el hueso de las referencias culturales de la nación. Sin los
campesinos, indios y mestizos en su totalidad, que constituyen un grupo -lo anotó
Tamayo- resistente y persistente, los puntos culturales de referencia que nos
permiten hablar de un modo de ser de la nación no hubieran existido o se habrían
diluido en una confusión informe. Cuando los proletarios se
mueven, políticamente son la nación.

Quietos, interdictos, marginados, los campesinos conservan, de hecho, los datos


que permiten hablar de la existencia de la nación como cultura horizontal y
colectiva. Culturalmente, sin embargo, esta clase presenta aspectos todavía más
castigados para expresar auténticamente a la nación. Ex-campesinos o hijos de
campesinos, sus datos culturales son típicamente los propios de la nación. Al
hacerlo, expresan de modo automático los intereses de la nación porque
asedian, exigen y analizan contra el capitalismo oligárquico, conectado con el
imperialismo, que ocupa el país.

Sus intereses de clase manifiestan peligrosamente, de un modo concentrado, los


intereses de la nación y, por eso, el proletario minero, que resulta de una
selección humana del sector más tradicionalmente nacional que es el
campesinado, que se enfrenta directamente a la clase más típicamente
antinacional y desnacionalizadora, es la clase dirigente de la Revolución.
El nudo es temible y los tonos son inciertos, pero estos países deberán ser capaces
de precipitar una certidumbre. Hace mucho tiempo que ha roto esa barrera tan
difícil y larga que hay entre estar quieto y tomar un fusil.
El nudo es temible y los tonos son inciertos, pero estos países deberán ser capaces
de precipitar una certidumbre. A lo largo de su propio proceso el pueblo boliviano
ha ido creando, para el efecto, lo que té puede llamar las bases subjetivas de su
comodidad para moverse dentro de La insurrección continental. Hace mucho
tiempo que ha roto esa barrera tan difícil y larga que hay entre estar quieto y
tomar un fusil. El sentimiento heroico de la nación, la flexibilidad del
razonamiento Láctico, fa experiencia carnal de las movilizaciones populares, la
capacidad de resistir e insistir en sí mismo aun cuando todas las cosas Jo quieren
negar; alienar y dispersar, el conocimiento de Io que es la guerra revolucionaria
aun en las condiciones del mayor desamparo son, de nuevo, aportaciones hechas,
a su costa, por el pueblo" boliviano a la lucha que se promete a la América·
Latina, en este tiempo abundante y excepcional para los corazones animosos.
Este es el proceso de la ideología nacional.
ANALISIS

Si hay alguien a quien acudimos los bolivianos en el momento de buscar los


hombros de un gigante para ampliar nuestro horizonte, es sin duda René
Zavaleta Mercado. A más de veinte años de su muerte, su obra continúa
inspirando análisis y sigue revelando su validez para explicar algunos aspectos
fundamentales de la formación social boliviana.

Recientemente se publicó un esperado libro de homenaje elaborado en México,


donde Zavaleta pasó parte de sus años más fructíferos en el ámbito académico. Se
trata de una meritoria iniciativa impulsada por Maya Aguiluz y que tuvo como
primera actividad el homenaje René Zavaleta, hoy, realizado en junio de 2003 en
la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, con la presencia de Luis H.
Antezana, Coco Manto, Norma de los Ríos, Eduardo Ruiz Contardo, Lucía Sala y
Luis Tapia, además de la propia Aguiluz. Las presentaciones de ese homenaje
expresan de manera suficiente el tono que posteriormente adquirió el libro (al
que se sumaron otros varios aportes): un reconocimiento de Zavaleta como
crítico, profesor, político y amigo y un señalamiento de la actualidad de su obra y
su postura y compromiso con el conocimiento y el cambio social.

René Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonios y revisiones fue compilado por


Aguiluz y de los Ríos, e incluye contribuciones de diecinueve autores ligados de
alguna manera a la vida o al estudio de la obra de Zavaleta. El libro está
organizado en cinco secciones que presentan al propio Zavaleta, acercamientos a
su vida, su obra, su actualidad y un homenaje. Se abre con dos introducciones,
una introducción general de Maya Aguiluz y Norma de los Ríos y unas Palabras
desde la FLACSO-México, escritas por Giovanna Valenti, directora de la sede
mexicana de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, que Zavaleta
fundó y de la cual fue el primer director. Valenti enfatiza el papel jugado por
Zavaleta en la segunda oleada de exiliados, que aportaron notablemente a las
ciencias sociales y humanas en México.

La primera sección, Entre las notas inéditas, incluye dos textos no publicados de
Zavaleta, titulados para esta edición como Formas de operar del Estado en
América Latina y Nacionalizaciones. En ambos se incluyen enfoques y contenidos
de artículos y libros ya conocidos (la introducción de Bolivia, hoy, referida a las
dictaduras; Las formaciones aparentes en Marx, en su referencia de la autonomía
relativa del Estado; Lo nacional-popular en Bolivia). En el segundo, la
nacionalización entendida como el establecimiento de una nación- no tendría
contenido de clase; no sería por tanto un acto forzosamente progresista. Estas
notas inéditas muestran la extraordinaria capacidad que Zavaleta ponía en juego
al plantear críticamente los problemas claves del marxismo desde una óptica
propia y de realizar esa reflexión desde América Latina.

En lo testimonial y lo biográfico se reúnen textos que rememoran caracteres


cotidianos de la vida de Zavaleta. Su habitual sagacidad destaca en A pulso y a
pie. Semblanza, de Jorge Mansilla, Coco Manto. En su Memoria en los caminos a
Bayamo, Mario Miranda Pacheco vuelve al presente algunos momentos
compartidos con Zavaleta y compara su forma de hacer ciencia social con un
método de extracción que se usa en las minas bolivianas. Martín Puchet Anyul, en
Formas de pensar y hacer de René Zavaleta: una evocación, reconoce la
imposibilidad de separar la vida y la obra de Zavaleta y marca algunos conceptos
claves en su acción y pensamiento (la nación, la democracia como
autodeterminación). En René Zavaleta, el maestro, Jorge Cadena Roa subraya las
huellas de Zavaleta en los que en algún momento fueron sus alumnos en las
universidades mexicanas. En este texto se rescata el hecho de que los
planteamientos de René no eran en absoluto ortodoxos y, vistos en perspectiva,
revelan un filo no determinista y constructivista sorprendente, muy a tono con los
desarrollos recientes en las ciencias sociales.

El aporte de Mauricio Gil Quiroga, Zavaleta Mercado: ensayo de biografía


intelectual, formula una periodización de la vida intelectual de Zavaleta
incluyendo un período prenacionalista, un período de adopción de conciencia
histórica, entre el marxismo y el nacionalismo revolucionario, un período
marxista y un período final en el que predomina la reflexión sobre la totalidad
concreta y la intersubjetividad en una lectura y producción muy crítica del
marxismo. Hugo Rodas Morales propone en Zavaleta. Narratividad
autobiográfica y socialismo local analizar el carácter autobiográfico de la obra
de Zavaleta examinando las variaciones del contenido de algunos textos claves y
las formas en que se publicaron.

La tercera sección, Legados y resonancias, agrupa cuatro textos. El primero es un


homenaje de Roger Bartra, René Zavaleta o el placer de la política, escrito poco
tiempo después de la muerte de Zavaleta. Bartra acierta en dar relieve al talento
que Zavaleta tenía para despertar connotaciones valiosas en los conceptos: Lleva
el mismo nombre pero América Latina es diferente desde que René Zavaleta la
nombró. La historiadora uruguaya Lucía Sala resalta la creatividad de Zavaleta
en René Zavaleta. Un hombre, un pensamiento, una época. El sociólogo chileno
Eduardo Ruiz Contardo enfatiza la importancia del período marxista en su obra y
subraya algunos rasgos de su rigor metodológico en René Zavaleta y El poder
dual.
Con Luis H. Antezana encontramos a Zavaleta leyendo Felipe Delgado. Con base
en conjeturas cautelosas y a falta de las notas que Zavaleta escribió sobre la
novela de Jaime Saenz, Antezana aproxima los escritos del último Zavaleta
y Felipe Delgado y revela notables afinidades el abigarramiento y el saco del
aparapita, la crisis y el acto de sacarse el cuerpo que podrían ser parte de un
terreno común en ambos autores.

La cuarta sección, Revisiones desde alguna parte, se inicia con un ensayo de


Norma de los Ríos, Sobre la obra de René Zavaleta. Un diálogo a tres voces, a
propósito de la influencia de Zavaleta en las ciencias sociales latinoamericanas.
De los Ríos afirma la necesidad de recuperar la obra de Zavaleta no como un acto
de generosidad sino como el reconocimiento de una deuda que las nuevas
generaciones de científicos sociales adquieren al recibir la herencia dejada por el
sociólogo orureño. Elvira Concheiro, en René Zavaleta: una mirada
comprometida, reconoce también la creatividad de Zavaleta y su apego al
proletariado minero boliviano.

Maya Aguiluz afirma en Zavaleta revisitado: que veinte años no son nada, a
propósito de Bolivia. La formación de la conciencia nacional, que Zavaleta no es
una fuente de descubrimiento proveedora de imágenes y conceptos clarificadores,
ni una fuente de enunciación autorizada sino una reserva de memoria que puede
activarse en momentos de crisis. Luis Tapia, en La producción teórica para
pensar América Latina, da cuenta de las dificultades de sintetizar conocimiento
en realidades heterogéneas, que redundan en la necesidad de producir más
teoría, sobre todo para captar la heterogeneidad y articularla. René Zavaleta
ante la especificidad latinoamericana del Estado y la política, de Lucio Oliver,
parte de la actualidad de la obra y el pensamiento de Zavaleta y trata de
recuperar sus aportes a la teoría del Estado en vistas a entender la situación del
Estado en América Latina durante la globalización. La sección final del libro,
consta de un texto sobre Hegel: Recuperar a Hegel, dedicado a la memoria de
Zavaleta.

Se trata de un libro asaz heterogéneo (probablemente un homenaje a Zavaleta


no podría ser uniforme), que indica parte de las variadas fibras que tocó René
Zavaleta en su acción política, en su obra y en su vida cotidiana. En su diversidad,
los textos confluyen en el talento que Zavaleta usaba para descubrir fórmulas
verbales siempre sorprendentes y lúcidas para entender la realidad boliviana y
latinoamericana que le era contemporánea. Más profundamente, coinciden en su
aporte a una ciencia social que no se puede separar de las opciones de cambio y
justicia social y del papel de los sujetos sociales tanto en la realización del cambio
como en el conocimiento en el cambio. Con René Zavaleta Mercado. Ensayos,
testimonios y revisiones, las compiladoras y los autores nos extienden una
invitación a recoger críticamente esta dimensión contemporánea de la obra de
René Zavaleta.

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