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Avatar es, en la mitología hindú, una encarnación. Para ser sujetos, tenemos que
encarnarnos en el orden simbólico: orden del metabolismo social; del intercambio de
objetos, de sujetos y de mensajes. Uno, para ser sujeto, ha de ser sujetado por ese orden
(<<Ningún sujeto tiene razón para aparecer en lo real, salvo que existan allí seres
hablantes», ha escrito Lacan).
El sujeto es efecto, no causa, del orden simbólico. El orden simbólico preexiste a los
individuos: cuando nacen tiene ya preparado, para cada uno, su lugar (en el conjunto de las
relaciones sociales). Al encarnarse en el orden simbólico, el sujeto queda dividido en sujeto
del enunciado y sujeto de la enunciación. El sujeto es representado en la cadena hablada
por un nombre -o por un pronombre-, por un significante. Como quedan representados los
otros sujetos y, en general, el mundo. Así desaparece la posibilidad de toda relación
inmediata: toda relación posible queda mediada por el orden simbólico. El sujeto -dividido-
queda, a la vez, excluido del orden simbólico y representado en él. El inconsciente es el
efecto de esta situación. Es el refugio del sujeto «verdadero», de la parte del sujeto que no
encarna en el orden simbólico, que no es metabolizada -ni metabolizable- por la sociedad.
La estructura del orden simbólico no es inmutable. Cambia con el tiempo, y cambia -por
tanto- la estructura del sujeto. Se cruzan dos movimientos: un movimiento de represión que
produce el desvanecimiento del sujeto (que pierde su profundidad vertical, para quedar
aplanado en la horizontalidad superficial del intercambio); y un movimiento de retorno de lo
reprimido (del sujeto de la enunciación). Se puede hacer coincidir el primer movimiento con
la modernidad, y el segundo -que actúa ya en la modernidad- con la posmodernidad.
El cubismo, por ejemplo, expresa -según Jean-Joseph Goux- la nueva situación. Dos
rasgos definen el cubismo: multiplicación de las perspectivas y desfiguración parcial
impuesta por la lógica de la composición.
Del realismo al cubismo, del cubismo a la abstracción. Ya no hay figuración (y, por tanto, no
hay objeto), ya no hay perspectiva (y, por tanto, no hay sujeto). No hay unidad de medida -el
hombre ha dejado de ser la medida de todas las cosas-, no hay tesoros -la belleza, el bien y
la verdad nos están vedados. El ser, como dijo Heidegger y repite Vattimo, se ha degradado
en valor. Es puro valor de cambio. Se ha completado la monetarización: en un mundo sin
verdad, el juego de significantes vacíos es la única verdad (Goux). El significante no remite
ya a un referente (ni siquiera a un significado), sino a otro significante.
La concepción Lacaniana refleja y expresa esta situación. Bajo la ley de valor de moneda
completa, la ley «cultural» no estaba sometida a la ley «natural»: simplemente garantizaba
la equivalencia entre lo que hay (el valor nominal) y lo que es (el valor real). El valer estaba
sometido al ser. Ahora, la ley de valor es una ley despótica, que obliga a circular a objetos,
sujetos y mensajes, pagables con monedas de curso forzoso. Todo es, en el intercambio de
objetos, moda; en el intercambio de sujetos, política; en el intercambio de mensajes,
publicidad.
El sujeto de la enunciación
Después del descentramiento del sujeto (Copérnico, Darwin, Freud), un nuevo centramiento
(principio antrópico). No soy una anomalía en los márgenes, soy un dispositivo de
reflexividad que el universo se pone en su centro. El universo es como es porque yo soy
como soy. Nos hemos descentrado de un falso centro (el alma), para centramos en un
centro verdadero (el cuerpo): el hombre vuelve a ser la medida de todas las cosas, porque
ha recuperado sus tesoros (lo inconsciente, lo vivo, lo material en el sujeto).
Bibliografía
Así como Kant codificó en términos filosóficos la concepción newtoniana del mundo, se
está codificando la concepción relativista/cuántica (aún no están unificadas las dos
concepciones, pero se procede rápidamente -Hawking, Wheeler, etc.- a la cuantización de
la relatividad). La nueva situación está siendo traducida filosófico. Hasta hace poco, se
había creído que la verdad era alcanzable conjugando una prueba teórica (coherencia del
discurso) y una prueba empírica (adecuación a la realidad). Hoy sabemos que ambas
pruebas son paradójicas, porque son autorreferentes: la prueba teórica exige pensar el
pensamiento (incompletitud de Gadel), la prueba empírica exige medir la materia con
instrumentos hechos de materia (indeteminación de Heisenberg). Dice Godel: una teoría no
puede ser a la vez consistente (todas las proposiciones son verdaderas) y completa (todas
las proposiciones son demostrables); habrá al menos una proposición que siendo
verdadera no es demostrable -sentencia godeliana-. Dice Heisenberg: no se pueden
determinar a la vez la posición y el estado de movimiento de una partícula; puesto que al
determinar transformamos, si determinamos la posición indeterminamos el estado de
movimiento (tendremos una partícula), si determinamos el estado de movimiento
indeterminamos la posición (tendremos una onda); de ahí la complementariedad
partícula/onda.
La memoria de la sociedad
Las ciencias sociales toman como modelo las ciencias de la naturaleza, pero también
las ciencias de la naturaleza toman como modelo las ciencias sociales. El proceso es
circular: las revoluciones en física reflejan las revoluciones en las tecnologías de la
comunicación social.
Principio de complementariedad
Díada y tríada