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Las Tensiones de la Educación Inclusiva

Rafael Pabón García


Raúl Barrantes Clavijo

Abril 2012
Resumen

En los últimos años se viene consolidando la educación inclusiva, en tanto acción


orientada a identificar y a reducir las barreras que generan exclusión en la educación, e
impiden la garantía del derecho a la educación de todos los niños, niñas y jóvenes.

El desarrollo de la Educación Inclusiva es desigual y de ninguna manera se expresa de


manera homogénea. Tampoco constituye un campo teórico acabado y coherente, al
contrario en ella se manifiestan diferentes concepciones, enfoques, percepciones e
intereses, que la hacen ser, tal y como caracterizaba el Maestro Estanislao Zuleta1 a
cualquier proceso educativo, un verdadero campo de combate, un campo lleno de
tensiones. Con este artículo queremos dar cuenta de algunas tensiones de la educación
inclusiva. Esperamos que al develarlas se contribuya a dejar de lado la aceptación
“políticamente correcta”, que suele darse cuando se hace referencia a la inclusión en
educación, y que lleva a que maestros, directivos y padres de familia en el ámbito del
discurso se muestren partidarios de la garantía del derecho a la educación para todos,
aunque luego se aferren a prácticas y miradas que justifican la discriminación y la
segregación, y que se muestran como acciones de beneficio para los niños, las niñas y
los jóvenes que aprenden y participan de la escuela de maneras diversas.

                                                                                                               
  Integrantes   del   Equipo   del   Proyecto   Una   Educación   Inclusiva   en   la   Formación   Inicial   de   Maestros  

(FundaciónSaldarriaga  Concha  –  Instituto  de  Desarrollo  e  Innovación  Educativa  –  IDIE  –  con  énfasis  en  formación  
de   maestros   de   la   OEI,   con   apoyo   de   la   Secretaría   de   Educación   de   Cundinamarca   y   de   la   Oficina   de   la   UNESCO  
para   los   paises   andinos   con   sede   en   Quito   (Ecuador).   Las   opiniones   de   este   artículo   son   responsabilidad   de   los  
autores  y  no  comprometen  a  las  organizaciones  que  han  hecho  posible  el  proyecto.    
Correos  electrónicos:  rafael.pabon.g@gmail.com  y    raulbarrantesc@gmail.com  
1
Estanislao Zuleta. “La Educación, un campo de combate”. En Educación y Democracia, un campo de
combate. Omega Alga, Biblioteca Virtual. 2010. Págs 9 – 47.
En: www.omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/educacion-y...pdf
El auge de los discursos de la Educación Inclusiva

En los últimos tiempos se viene dando una verdadera profusión de producciones sobre
Educación Inclusiva. Basta una somera revisión de la literatura contemporánea sobre
educación y pedagogía para constatar la multiplicidad y variedad de documentos, libros,
reseñas, artículos y distintas elaboraciones sobre el derecho a la educación para todos, o sobre
la educación de poblaciones en riesgo o vulnerabilidad. También son variados los foros,
seminarios, congresos y todo tipo de eventos en los que se presentan experiencias y se
realizan elaboradas reflexiones dirigidas a reducir los niveles de exclusión y de discriminación
en contextos escolares. Organismos internacionales y autoridades educativas suscriben
instrumentos y promulgan cuerpos normativos que buscan consolidar políticas, construir
opciones pedagógicas y generar formas de organización escolar que aseguren una
oportunidad para la diversidad en la escuela, y para que la diferencia no se asuma como una
dificultad y un obstáculo para el aprendizaje y la participación de todos.

Es comprensible esta relevancia e importancia que viene adquiriendo la Educación Inclusiva.


En tanto los sistemas educativos en casi todas las naciones han logrado coberturas
prácticamente universales, se da un natural desplazamiento en las preocupaciones y en la
prioridades de las políticas educativas. El interés casi obsesivo que se dio en la última mitad
del siglo pasado por generar una oferta educativa pública con tasas de cobertura universales,
al menos en los niveles básicos del sistema educativo, viene dejando su lugar prioritario a la
preocupación por disminuir la exclusión y por lograr que todos encuentren una oportunidad
educativa, sin que medien condiciones particulares, o situaciones peculiares.

Además de este desplazamiento en las prioridades de las políticas educativas también la


Educación Inclusiva adquiere importancia por las transformaciones en las formas de
comprender y de prestar atención educativa a niños pertenecientes a determinadas minorías,
con capacidades diversas, o con necesidades educativas especiales, como se los denomina en
los cuerpos normativos. La tradición, hasta hace poco en boga, de destinar modos especiales
de atención educativa a estudiantes considerados o catalogados igualmente como especiales,
ha dado paso a posibilidades de educación en contextos regulares y en escuelas formales
mediante procesos de flexibilización y de transformación de las escuelas.

En efecto, garantizar el derecho a la educación, superar los altos grados de exclusión y de


discriminación en la vida escolar, educar en y para la diversidad y, sobre todo, intentar la
educación juntos sin segregar, son aspectos constitutivos y fundamentos de la educación
  2
inclusiva y de los procesos de transformación de los modos de hacer escuela y de las formas
de ser maestro que ésta implica. Se trata de transformaciones y de cambios que no son
homogéneos en los distintos países e incluso en diferentes regiones o localidades. Tampoco
puede decirse que los procesos de educación inclusiva están exentos de dificultades; al
contrario surgen muchas resistencias y aparecen problemas a la hora de asumir y de
comprender el alcance de tales transformaciones. Como suele suceder tantas veces en la
educación: las innovaciones y los nuevos conceptos se incorporan a nuestro vocabulario sin
implicaciones para nuestras prácticas. Sin embargo, también es necesario reconocer que se
vienen dando grandes desarrollos y cambios en las aulas, en las escuelas y en los sistemas
educativos. Se hace posible en muchos contextos que la diversidad no se asuma como
obstáculo para el aprendizaje y para la enseñanza, sino más bien como una oportunidad de
innovación. Muchas maestros y maestros avanzan en la comprensión sobre la necesidad de
generar transformaciones en la enseñanza y, de esta manera, dar presencia de las distintas
formas de aprendizaje en las aulas. Tal y como lo afirma el Documento de Referencia de la
Cuadragésima Conferencia de la UNESCO, realizada en noviembre de 2008, y titulado La
Educación Inclusiva: el camino hacia el futuro: “La educación inclusiva es un proceso que
entraña la transformación de las escuelas y otros centros de aprendizaje para atender a todos
los niños, tanto varones como niñas, a alumnos de minorías étnicas, a los educandos
afectados por el VIH y el SIDA y a los discapacitados y con dificultades de aprendizaje. El
proceso educativo se lleva a cabo en muchos contextos, tanto formales como no formales, en
las familias y en la comunidad en su conjunto. Por consiguiente, la educación inclusiva no es
una cuestión marginal, sino que es crucial para lograr una educación de calidad para todos los
educandos y para el desarrollo de sociedades más inclusivas.”2

La Educación sin Exclusión

La Educación Inclusiva es una acción pedagógica que valora y afirma la diversidad humana,
pues reconoce la existencia y la validez de las diferentes formas de aprender y de enseñar que
nos caracterizan como seres humanos. Es también respuesta a las múltiples, y también
diversas, formas de exclusión que se dan y se reproducen en los sistemas educativos. Por eso
se puede afirmar que la inclusión en educación es antes que nada una forma de contribuir a la
democratización efectiva de la sociedad y a generar equidad en las oportunidades educativas.
Forjar sistemas educativos más inclusivos significa consolidar una sociedad más justa y

                                                                                                               
2
UNESCO (2008) La Educación Inclusiva: el camino hacia el futuro En:
http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/Policy_Dialogue/48th_ICE/CONFINTED_48-
3_Spanish.pdf). Pág. 5.
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equitativa, en la que se enfrenten los factores sociales, económicos, políticos y culturales que
generan tanto la exclusión social en general, como la exclusión en la educación de manera
particular. Por eso se puede afirmar que la Educación Inclusiva no es una cuestión marginal,
sino que es crucial para lograr una educación de calidad para todos los educandos y para el
desarrollo de sociedades más inclusivas.

El propósito central de la Educación Inclusiva es superar la discriminación y la exclusión en


educación y permitir que a una misma institución asistan alumnos diversos, con y sin
discapacidad, o pertenecientes o no a determinadas minorías étnicas, culturales o sociales. Por
otra parte, desde el punto de vista pedagógico, la Educación Inclusiva representa la superación
de la Educación Especial, como modelo que atiende en colegios especiales a los estudiantes
con ciertas peculiaridades, o condiciones particulares. También la Educación Inclusiva significa
la adaptación de las escuelas y colegios a las formas de aprendizaje de las y los estudiantes a
través de la flexibilización de los currículos, la adecuación de las prácticas de enseñanza y las
didácticas. Además promueve la generación de acciones intencionadas para garantizar que
todas las niñas y niños puedan participar de la vida escolar.

La discriminación y la exclusión son consecuencia de diferentes causas y resultado de


fenómenos sociales complejos. No responden a la voluntad de los individuos y casi nunca se
ejercen de manera consciente e intencionada. También se expresan de diversas maneras y
con distintos mecanismos. En general, la discriminación ocurre cuando un determinado grupo
social, por lo general el que se encuentra en una posición dominante, tiene valoración negativa
sobre el otro y ejerce prácticas de aislamiento con base en tal valoración negativa. Consiste en
un conjunto de actitudes y prácticas de desprecio hacia alguna persona o conjunto de personas
a quienes se les valora negativamente. Dicho estigma social desemboca en la negación de sus
derechos fundamentales. La discriminación es, por tanto, un mecanismo de exclusión que
alimenta y agrava la desigualdad, divide a la sociedad y fomenta el abuso de poder.

Un sistema educativo inclusivo es aquel que, por encima de cualquier otra característica,
prohíbe las prácticas discriminatorias, promueve la valoración de la diferencia, acoge la
pluralidad y garantiza la igualdad de oportunidades. Por otro lado, siendo la educación un
derecho para todos no es posible separar o excluir a una determinada población de las
oportunidades educativas. Este es el principio de la Educación Inclusiva en lo que tiene que ver
con el derecho de quienes son discriminados o excluidos: garantizar su acceso y su
permanencia en el sistema regular de educación, el cual debe hacer verdaderas
transformaciones para poder responder a todos sus alumnos y alumnas.

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La Educación Inclusiva, un paso adelante de la Integración Escolar

En este esfuerzo de generar educación para todos y con todos la Educación Inclusiva
encuentra en la llamada Integración Escolar su antecedente inmediato. La Integración
representa los primeros esfuerzos de atención educativa a estudiantes con discapacidad en
contextos regulares y en la educación formal. Su nacimiento se da en Italia y en otros países
europeos en la década de los años 80 del pasado siglo, con el propósito central de ofrecer
educación a poblaciones vulnerables, de manera particular a la que está en condición de
discapacidad, en instituciones no segregadas, ni discriminadoras, tal y como suele suceder con
los procesos de la Educación Especial. En este sentido su acción se ha centrado en permitir
que niños con discapacidades se eduquen con niños sin discapacidad en aulas formales o
regulares.

La Integración al aula regular ha desarrollo mecanismos y criterios para generar apoyos,


adaptaciones y adecuaciones para que niños, niñas y jóvenes catalogados con necesidades
educativas especiales se adapten y acomoden a prácticas pedagógicas regulares. Esta
adaptación se justifica en la aceptación de la estructuras curriculares estandarizadas que
hacen que los estudiantes aprendan lo mismo y de una manera similar en los diferentes
momentos de su tránsito por los niveles y grados en que se divide la escuela formal. De la
misma manera, la integración acepta la posibilidad de didácticas igualmente estandarizadas, de
manera tal que la formas de la enseñanza también se puedan homogenizar en diferentes
contextos y con estudiantes con tradiciones disimiles tal y como se hace en la escuela regular.

Es como consecuencia de tal estandarización que la Integración Escolar conceptualiza y


construye una serie de estrategias para superar o mitigar las limitaciones que ciertos
estudiantes tienen para desempeñarse educativamente como si fueran estudiantes sin
condición especiales. En este sentido se propone normalizar a los estudiantes que se
denominan y asumen como diferentes. De ahí el énfasis de la Integración Escolar en
desarrollar estrategias de apoyo y de potenciación para los estudiantes con necesidades, pues
se asume que éstos pueden superar sus obstáculos si cuentan con los apoyos necesarios,
como son el apoyo de maestros especializados, tiempos de refuerzo, adecuaciones
curriculares, formas particulares de evaluación, etc.

La Integración Escolar, a diferencia de la Educación Inclusiva no pone en duda a la escuela


formal, o regular. Por el contrario, busca que todos los estudiantes se adapten a ella, y no

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expresa ningún interés en que sea la escuela la que se adapte a los estudiantes, como sí lo
proponen los procesos de inclusión educativa. Al fin y al cabo no nace en la crítica de la
Escuela, sino más bien en la oposición a las formas de institucionalización de la educación
especial, o de otras instituciones de salud mental. La Integración Escolar no se ha preocupado
nunca por variar las formas de hacer escuela, por transformación de los currículos o por
generar diversas formas de enseñar para dar respuesta a diversas formas de aprender.

La Educación Inclusiva, en cambio, sí implica una crítica a la Escuela y a las formas


homogéneas y estandarizadas de hacer educación. Su interés está en velar por la plena
realización de la Educación para Todos y en contribuir a la garantía del Derecho a la
Educación. Es por esta razón que la Educación Inclusiva representa un paso adelante de la
Integración Escolar. Mientras que la Integración Escolar se preocupa por la ubicación de los
estudiantes con discapacidad en las escuelas regulares, centrando sus esfuerzos en reducir o
rehabilitar las limitaciones que supuestamente hacen que esos estudiantes no se adapten a la
escuela, la Inclusión educativa asume que la presencia de los estudiantes discapacitados sólo
será exitosa si implica el aislamiento y la segregación, para lo cual se requiere, por supuesto,
cambios en las formas de hacer escuela y de ser maestro. Para la Educación Inclusiva no
basta la generación de apoyos y la puesta en juego de estrategias orientadas a permitir la
adaptación, o la “normalización”, de los estudiantes con discapacidad a unos currículos y unas
didácticas que son vistas ajenas a la transformación o al cambio. Mientras que en la
Integración se parte de la confianza en las posibilidades de adaptación de los estudiantes a la
escuela, la Inclusión exige la adaptación de la escuela a las posibilidades y a las formas de
aprender de los estudiantes.

La Educación Inclusiva es transformación

La Educación Inclusiva no es un proceso de transformación de poca monta. Por el contrario


implica casi una verdadera revolución en la comprensión y en las formas de hacer educación;
requiere de un auténtico proceso de cambio para que las escuelas no sólo aseguren el ingreso
y la atención de todos, sino que también garantice el aprendizaje y la participación de todas las
niñas, niños y jóvenes en la vida escolar. Este doble propósito es esencial a la Educación
Inclusiva. En primer lugar, es un movimiento intencionado para garantizar el Derecho a la
Educación para Todos, reafirmando el valor y la importancia de la educación para el desarrollo
individual y social. En segundo lugar, coloca el centro de interés en la posibilidad de educarnos
juntos, de forma tal que las condiciones individuales, o las situaciones que los estudiantes
vivan, no sean razón para la segregación y discriminación. Se trata de hacer posible que los

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sistemas educativos aseguren la educación de todos los niños, de todas las niñas y de todos
los jóvenes en su propia comunidad, en escuelas que afirmen la diversidad como un valor, pero
sin normalizar la diferencia. Este propósito implica todo un proceso revolucionario para una
institucionalidad educativa que ha asumido la selección y la elitización como componentes
inherentes a la calidad de la educación.

Sin embargo, para muchos la inclusión educativa es sólo una cuestión de adaptaciones o de
adecuaciones que permitan el acceso y la presencia de aquellos estudiantes que se catalogan
como especiales. Asumen que en realidad no son necesarias modificaciones estructurales de
la organización escolar, de las prácticas de enseñanza, o de las maneras de comprender las
dificultades y el éxito escolar. Actúan como si la diversidad no tuviera consecuencias sobre las
maneras de enseñar, de evaluar los aprendizajes y de promover la participación. Es como si
bastara poner en práctica acciones diferenciadas, o de discriminación positiva “focalizadas” en
ciertas necesidades educativas particulares para que aquellos que se asumen como diferentes
puedan adaptarse y superar sus limitaciones.

En las miradas tradicionales que entienden a la Educación Inclusiva como proceso limitado a la
adecuación y al ajuste de ciertas condiciones para superar las dificultades de ciertos niños, los
estudiantes en riesgo de exclusión se entienden como desperfectos, o anomalías. De acuerdo
con estas visiones los sistemas educativos presentan necesariamente pérdidas, tal y como
acontece en una cadena industrial que produce bienes de manera masiva.

En otras oportunidades, se asumen las dificultades educativas no como efecto de propiedades


del sistema, sino como consecuencias de características de algunos de los estudiantes. Estas
características, o síntomas, de ciertos niños y jóvenes llevan a que no todos puedan
beneficiarse del saber y estén en capacidad de participar en la vida educativa, los hacen no
educables. Así la discriminación se muestra no como la negación de un derecho, sino como
una acción necesaria y protectora ante la incapacidad que la pertenencia a una expresión
cultural minoritaria, la vivencia de una situación social limite, o determinadas condiciones
físicas o intelectuales diferentes conllevan para el ejercicio del derecho a la educación de
todos.

Como se ve, las justificaciones o explicaciones de la discriminación y de la exclusión de la


educación pueden llegar a ser en ocasiones teorías refinadas y con altos grados de
elaboración. Su desarrollo es tal que terminan presentando a las políticas y a las acciones
orientadas a garantizar la educación para todos como verdaderas utopías. Incluso promueven

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en calificados escenarios políticos y académicos la incapacidad de la escuela para superar la
discriminación aduciendo la reproducción de las desigualdades sociales como constitutivas de
la institución escolar, soslayando la capacidad de las dinámicas sociales y políticas, pues en
determinadas condiciones históricas ha sido, y será, posible alentar cambios tanto en el ideal
formativo de la población como en la manera de hacer y comprender la escuela.

Sin embargo, un análisis más detallado lleva a concluir que esas formas de negación del
derecho a la educación no se originan en realidad en características de los estudiantes, no se
explican por condiciones o situaciones individuales, ni obedecen a aspectos coyunturales del
sistema educativo. Por el contrario, son consecuencia de condiciones estructurales de las
formas de educar, pues el carácter excluyente de la cultura escolar se fundamenta en prácticas
de selectividad y en ciertas formas de asumir y comprender la calidad y la exigencia
académica. La expulsión, - verdadero nombre de la exclusión -, del sistema educativo, la
aceptación de la imposibilidad del aprendizaje para otros, y la selectividad y segregación de los
estudiantes, se tratan como hechos inmodificables e inherentes al mismo fenómeno de educar.

Ante esta posición la educación inclusiva invita a las maestras y a los maestros a acoger en las
aulas a todos los niños, sin discriminación alguna, y sin que las condiciones o situaciones
particulares de los estudiantes se asuman como barreras insuperables para su aprendizaje y
para su participación en la vida escolar. Por supuesto atender a todos significa en primer lugar
ocuparse de manera concreta y particular de garantizar el ingreso o el acceso universal a las
opciones educativas. Sin embargo, va más allá del acceso, pues favorecer a todos también
implica el desarrollo de opciones pedagógicas y organizativas que precisamente mitiguen las
posibilidades de la expulsión o de discriminación por condiciones particulares, o por situaciones
peculiares que vivan los estudiantes.

La Revolución Copernicana de la Educación Inclusiva

A pesar de que el ámbito de acción de la Educación Inclusiva se refiere a la educación de


todos, aún para muchos su ámbito de acción se restringe a determinadas minorías o
poblaciones especiales, y su trabajo se limita al conjunto de los estudiantes considerados
como vulnerables o en riesgo.

Sin embargo los procesos de inclusión en educación tienen que ver con transformaciones que
afectan las formas de organización de la Escuela en su conjunto, y que modifican las maneras
de ser maestro, de manera tal que involucra a todos los estudiantes, y no sólo aquellos que se

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catalogan como especiales o que se etiquetan como estudiantes con necesidades Educativas
Especiales o específicas.

Es por lo anterior que la Educación Inclusiva supone, más que preguntarse por las limitaciones
o dificultades de unos determinados estudiantes, indagar y actuar a partir de la identificación y
mitigación de los efectos de las barreras de distintos tipos que levanta a su alrededor el
sistema educativo y que, en gran medida, condicionan y limitan las posibilidades de
aprendizaje y de participación en la vida escolar de todos los estudiantes. Es, por tanto, la
Escuela la que se adapta a las condiciones y necesidades de los estudiantes y no al contrario.

Lo que se busca es garantizar la educación como un derecho de y para todos, pues la


diferencia y la diversidad son características humanas y no sólo de determinados individuos. La
educación inclusiva defiende el derecho a la diferencia, la cual se valora como riqueza. Se
asume así que cada individuo difiere de otros en una gran variedad de propiedades y
características, a un punto tal que las diferencias individuales adquieren mayor importancia que
los aspectos comunes y los desarrollos homogéneos de los estudiantes, que la psicopedagogía
y otras disciplinas insisten en resaltar. Así vistas las cosas, y como ya se ha dicho, la
Educación Inclusiva tiene que ver con la transformación de la Escuela, en tanto institución
social, y con la reorientación de los procesos educativos, pues propone no centrar la atención
en las limitaciones o dificultades de los estudiantes, sino más bien en la identificación y
superación de las barreras para su acceso y su participación que tiene la institucionalidad
educativa.

Este cambio de perspectiva es en sí mismo todo un proceso de transformación del sistema


educativo. Si se permite la exageración, podría decirse que se trata de una revolución
copernicana en materia educativa. La Educación Inclusiva propone un giro en las maneras de
comprender en particular los procesos de aprendizaje y las dificultades educativas, y en
general lo que podríamos denominar la equidad en educación.

La concepción tradicional de Equidad se ha fundamentado en el principio de dar a todos las


mismas oportunidades y las mismas condiciones, de manera tal que sean los talentos o las
capacidades individuales las que permitan el grado de desarrollo educativo de los individuos.
Así se ha construido una escuela piramidal en la que aceptamos como natural que en los
niveles básicos se da un acceso universal y que gradualmente, por una especie de selección
natural, en los niveles superiores sólo encuentren acceso y posibilidades unos pocos en virtud
de sus propios méritos.

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Sin embargo, la expansión y masificación del sistema educativo ha hecho posible que
estudiantes de diferentes condiciones o de distintas sociales entren en la escuela y relativicen
el principio de la igualdad de oportunidades como fundamento de la equidad. La presencia de
las diferencias y de la diversidad en el mundo escolar y educativo nos ha mostrado la
necesidad de hacer una revolución en la comprensión de lo equitativo en educación. Se ha
hecho evidente la necesidad de ir más allá de la igualdad de oportunidades educativas para
todos, pues se requiere generar opciones en consecuencia con las posibilidades de cada uno.
Hemos aprendido que es necesario compensar las diferencias que los estudiantes tienen,
antes de su ingreso al mundo educativo, diferencias sociales, económicas, familiares y también
en las capacidades.

Es por esta necesidad de generar oportunidades de acuerdo a las necesidades consideradas


de manera individual, que la Educación Inclusiva se ocupa de la superación de las barreras y
limitaciones que la institucionalidad educativa encuentra a la hora de dar respuestas a la
diversidad de sus estudiantes. Es por que ello que los procesos incluyentes no pueden ser
aspiraciones inocentes que, con ingenuidad, asumen que las formas actuales de hacer
educación y de hacer escuela, basadas en la homogeneidad y en masificación, pueden
garantizar la educación para todos en las escuelas regulares. Por eso, la Educación Inclusiva
invita a una revisión de nuestras políticas educativas, a la flexibilización de nuestras prácticas y
a la trasformación de nuestras formas de comprender y valorar la diferencia.

Los distintos acercamientos a la idea de Inclusión

La idea de inclusión, como se ha anotado, no responde a una definición absoluta o universal.


Depende de múltiples acercamientos y de diferentes miradas de la escuela, de los estudiantes
y del maestro. A continuación, y para terminar, quisiéramos destacar algunos de los
concepciones de Educación Inclusiva que se pueden identificar3: la inclusión en relación con la
discapacidad; la inclusión como respuesta a las exclusiones disciplinarias; la inclusión referida
a todos los grupos vulnerables a la exclusión; la inclusión como promoción de una escuela para
todos; y la inclusión como Educación para Todos.

• La inclusión en relación con la discapacidad y las necesidades educativas especiales

                                                                                                               
3
Ver: Ainscow, Mel. (2004). Desarrollo de escuelas inclusivas: ideas, propuestas y experiencias para
mejorar las Instituciones Escolares. Editorial Narcea. Madrid
  10
Es la visión tradicional en la que se asume la inclusión referida primordialmente a la enseñanza
de alumnos con discapacidades y a los llamados “alumnos con necesidades educativas
especiales”. Su énfasis está en la comprensión de las implicaciones educativas de las
limitaciones o deficiencias de los estudiantes, y en la generación de opciones pedagógicas,
didácticas o de organización escolar para la realización de adecuaciones curriculares, la puesta
en práctica de apoyos y la utilización de ayudas para superar o mitigar esos obstáculos
educativos generados por las limitaciones de los estudiantes. En los últimos años, la idea de
“necesidades educativas especiales”, para dar cuenta de las dificultades de la enseñanza, se
ha sustituido por la de “barreras para el aprendizaje y la participación”, para poner el foco de
atención no en los alumnos y sus limitaciones, sino más bien en las posibilidades y los recursos
de las instituciones, y en los criterios, las prácticas y las culturas que limitan el derecho a la
educación para todos y que generan exclusión.

La visión de la Educación Inclusiva en relación a la discapacidad introduce además la discusión


por las maneras y las posibilidades de la escuela de dar respuesta a la diversidad de los
estudiantes, de manera específica, a los retos que la discapacidad implica. El riesgo está en
que la prioridad en la discapacidad y en las limitaciones llevan al desarrollo de escuelas
especiales o escuelas segregadas, las cuales se ven como las únicas opciones para dar
respuesta las necesidades especiales que la discapacidad implica.

La discusión está abierta, pues cabe la pregunta si la generación de un sistema educativo


paralelo para los estudiantes con discapacidad es o no necesario, y si en algunos casos se
hace imposible la presencia de estudiantes con discapacidad en contextos educativos formales
y regulares. Los defensores de la educación juntos insisten en que no se trata de negar la
educación especial, sino más bien de generar otras opciones y otras posibilidades para que la
educación especial no signifique segregación, y para que la discapacidad no implique que
algunos alumnos “deben” ser separados necesariamente a causa de su deficiencia o defecto.

• La Educación Inclusiva con relación a poblaciones vulnerables a la exclusión.

En esta visión la inclusión se ve como la manera de mitigar la discriminación de la educación


de poblaciones en riesgo por su carácter de vulnerabilidad social. Es una visión igualmente
poblacional, pero que incluye además de los estudiantes con discapacidad a otros, como son
las minorías étnicas, los que son víctimas de situaciones sociales particulares como el
desplazamiento, la situación de embarazo, y todas aquellas que requieren de acciones
compensatorias o intervenciones psicosociales para garantizar el derecho a la educación. Esta

  11
perspectiva se relaciona con los conceptos de “inclusión social” y “exclusión social”, y sus
implicaciones en la educación.

Esta comprensión de la inclusión hace énfasis en la identificación y superación de las barreras


a las que se enfrentan los grupos cuyo acceso a la escuela se ve amenazado, o cuya
permanencia en ella está en riesgo. Esta perspectiva poblacional conlleva el riesgo del “nunca
acabar”, pues si se trata de identificar a todas las poblaciones y a todos los riesgos de
exclusión, se puede entrar en un camino de no retorno.

• La Inclusión como respuesta a la discriminación y a la inadaptación de ciertos estudiantes


a la Escuela.

Se refiere a una visión de la inclusión centrada en la reducción de la deserción escolar


generada por la inadaptación o el fracaso de estudiantes al mundo educativo. Se fundamenta
en la comprensión de las implicaciones de la masificación escolar y de la perdida de la
individualidad en la escuela, que lleva a la imposición de modelos homogéneos y
estandarizados en los que no todos caben.

En esta perspectiva se sitúan los maestros que asumen que “la simple mención de la palabra
“inclusión” provoca en los docentes el temor a que se les pida que acepten un número
desproporcionado de alumnos cuya conducta se considera “difícil” y que pueden haber sido
excluidos (o expulsados) de otras escuelas.” Esta perspectiva pone la atención y centra la
acción en acciones de refuerzo, o remediales, para superar o compensar las causas de la
deserción con un carácter terapéutico.

• La Educación Inclusiva en relación con la Escuela para todos.

Es una visión que empieza a abrirse paso en nuestros países y que tiene ya una tradición en
Europa y se fundamenta en la idea de Una Escuela para todos. Se trata de una reacción a los
sistemas educativos que distribuía a los niños en distintos tipos de escuela basándose en los
resultados obtenidos al finalizar el ciclo básico y que reforzaba las desigualdades basadas en
la clase social.

De otra parte esta concepción es también una reacción a las tendencias homogeneizantes de
la políticas educativas que insisten en que una escuela estandarizada puede garantizar la
educación de niños socialmente diversos. Por eso se hace hincapié en que la escuela para
  12
todos debe ser lo suficientemente flexible para abarcar, incluir, si se quiere, y valorar la
diferencia, por medio de la flexibilización y la personalización de la educación.

• La Educación Inclusiva como Educación para Todos


.
Se relaciona con el movimiento de Educación para todos en el que se reconoce la exclusión de
gran número de grupos vulnerables y marginados. Esta perspectiva asume que la educación es
mucho más que la escolarización. Hace énfasis esta concepción en las posibilidades del
ejercicio del derecho a la educación en términos de equidad y de igualdad social, por lo que se
plantea insistir en la educación inicial y educación a lo largo de la vida para todos.

Bibliografía

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para mejorar las Instituciones Escolares. Editorial Narcea. Madrid.

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  13
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13. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO
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14. __________ (2008). La Educación Inclusiva: el Camino Hacia el Futuro; Documento de


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