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En 1794 el astrónomo Nevil Maskelyne, quinto astrónomo real de Inglaterra, trabajaba con un
asistente (identificado como Kinnebroock en los archivos historiográficos), midiendo el
tránsito de las estrellas a través del telescopio del observatorio de Greenwich. Siempre
tenían diferencias de 0.1 segundo en sus observaciones, pero en 1796 Maskelyne encontró
una diferencia de 0.5 segundos, y le llamó severamente la atención. Cuando Kinnebroock
intentó corregir su error, la diferencia aumentó de 0.5 segundos a 0.8 segundos. Esto motivó
que Maskelyne despidiera a su asistente porque consideró que sus errores continuos habían
alcanzado un nivel insoslayable y ciertamente preocupante, ya que los datos equivocados
afectarían los resultados de sus cálculos y por ende de sus investigaciones.
Sin embargo, 10 años después un astrónomo alemán, Friedrich Bessel (1784-1846), revisó los
cálculos de Maskelyne y Kinnebroock de forma sistemática, y encontró que no había error en
los cálculos de uno o del otro. ¿Qué había ocurrido?
Bessel era astrónomo en Königsberg y desde 1818 hasta 1823 realizó experimentos con
diversos astrónomos colegas suyos como Walbeck, Argelander y Lindenau, quien ya había
reportado el incidente en 1816; y encontraron diferencias en sus mediciones de hasta 1.041
segundos. (¡Si Maskelyne hubiese visto eso los habría despedido a todos!). Los astrónomos
llegaron a la conclusión de que las diferencias no estaban en los cálculos sino en las
personas, es decir que los tiempos de reacción de los astrónomos a la hora de observar por el
telescopio hacían la diferencia, y si sus cálculos se basaban en sus observaciones, entonces
sus resultados serían igualmente diferentes.
Bessel empezó a realizar cálculos para generar una constante que le permitiera reducir las
diferencias en los tiempos de reacción. Como resultado de sus mediciones creo una
“ecuación personal” que le ayudó a reducir los errores inter-observadores, pero no a
eliminarlos. En 1830, Robinson, astrónomo del observatorio de Armagh en Irlanda; en 1837,
Gerling, director del observatorio de Marburgo; en 1838, Airy astrónomo real del
observatorio de Greenwich y en 1840 el propio Adolf Quetelet, realizaron su propias
ecuaciones personales.