Teorías: El origen del hombre o antropogénesis, referido al origen o comienzo de
la especie humana actual, remite a dos teorías muy distintas. En la antigüedad y durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la visión mítica y religiosa, la antropogonía, fue la más aceptada a pesar de no contar con pruebas físicas, y concibe, en general, el origen como un acto de voluntad de uno o varios dioses. Gracias al desarrollo de la ciencia se produjo un cambio de visión y el punto de vista mayoritario es el de la visión científica que sitúa a la especie como una más en la evolución biológica de los organismos de la Tierra, aunque los detalles de este origen y evolución son sujeto de estudio e investigación constante de las múltiples disciplinas científicas partícipes. Ahora si bien ya se mencionó antes las teorías sobre el origen del hombre se dividen en las religiosas y las científicas empezaremos a enfocar la primera mencionada: Creacionismo: es la creencia religiosa de que el universo y la vida se originaron de actos concretos de creación divina. Y la cual podemos ver que se divida en cuatro.
Creacionismo clásico: Los creacionistas clásicos niegan la teoría de la evolución
biológica y, especialmente, lo que se refiere a la evolución humana, además de las explicaciones científicas sobre el origen de la vida. Por esto rechazan todas las pruebas científicas (fósiles, geológicas, genéticas, etc.). En el creacionismo clásico de origen cristiano se hace una interpretación literal de la Biblia y se sostiene la creación del mundo, los seres vivos y el cataclismo del Diluvio Universal tal como está descrito en el Génesis, sin pretender concretar de manera científica el origen de las especies. Creacionismo contemporáneo: A diferencia del creacionismo clásico, en el creacionismo más reciente se trata de utilizar igualmente fundamentos de carácter no religioso a partir de descubrimientos o conocimientos de disciplinas pertenecientes a las ciencias naturales, que se tratan de presentar como si fueran pruebas científicas contra la teoría de la evolución. Se habla así de creacionismo «científico», nombre que le dan sus partidarios. Sin embargo, a diferencia de las ciencias naturales, en este tipo de creacionismo no se sigue el método científico y no se producen hipótesis fálsales. Debido a estos hechos, el creacionismo científico no logra reunir totalmente en ninguna de sus formas las características de una teoría científica, y por ello la comunidad científica relacionada con el tema lo describe sólo como una proposición pseudocientífica. Por otra parte, este tipo de creacionismo contemporáneo trata de desdibujar la distinción entre hecho evolutivo (parentesco y transformación de las especies a lo largo del tiempo) y teoría de la evolución (síntesis evolutiva moderna o «neodarwinismo»), englobándolo todo con el término «evolución», «evolucionismo» o «darwinismo», y descalificándolo como «una simple teoría» (jugando con el doble significado de la palabra teoría en el habla común y en las ciencias naturales). Diseño inteligente: Otra forma más sutil de este tipo de creacionismo es el diseño inteligente, movimiento que no suele hacer explícita su motivación religiosa. Su principal actividad consiste en negar en mayor o menor medida la validez e importancia de las explicaciones evolutivas sobre el origen de las estructuras biológicas, para concluir que es necesaria su creación por intervención directa de un ser inteligente. El diseño inteligente es presentado por sus seguidores como una alternativa al neodarwinismo pero, al no formular hipótesis contrastables, no cumple los requisitos del método científico y es considerado una forma de pseudociencia. Creacionismo proevulucion: Las formas de creacionismo nombradas anteriormente son consideradas formas de «creacionismos antievolución» porque requieren la intervención directa de un creador. Además de este tipo de creacionismo, existe el «creacionismo proevolución» expresado en el creacionismo evolutivo y en una postura filosófica llamada evolución teísta; el creacionismo proevolución cree en la existencia de un creador y un propósito, pero sí acepta que los seres vivos se han formado a través de un proceso de evolución natural. Esta forma de creacionismo no interfiere con la práctica de la ciencia, ni es presentada como una alternativa al neodarwinismo, sino como un complemento filosófico o religioso a la teoría de la evolución. Pasando de esta manera a las teorías científicas que serían las siguientes: El origen del hombre, desde el punto de vista científico, interesa a diversas disciplinas: biología, biología evolutiva, genética, antropología física, paleontología, estratigrafía, geocronología, arqueología, antropología, Historia y ling üística. Lamarckismo o herencia de los caracteres adquiridos: Aunque la ciencia la ha superado, la teoría del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck conocida como lamarckismo, fue la primera teoría de la evolución biológica. Fue expuesta en su libro Philosophie zoologique (1809) y se la llama también teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Quedará refutada cuando a principios del siglo XX la formulación de la barrera Weismann mostró la imposibilidad de transferencia de información entre la línea somática y la germinal: los caracteres desarrollados por el individuo durante su vida no se transmiten vía genética. Síntesis evolutiva moderna: La síntesis evolutiva moderna, teoría sintética o neodarwinismo pretende la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática. Las figuras importantes en el desarrollo de la síntesis moderna incluyen a Thomas Hunt Morgan, R. A. Fisher, Theodosius Dobzhansky, J. B. S. Haldane, Sewall Wright, William Donald Hamilton, Cyril Darlington, Julian Huxley, Ernst Mayr, George Gaylord Simpson y G. Ledyard Stebbins.
Teoría de la evolución por selección natural de Darwin: La idea básica de la evolución
biológica es que las poblaciones y las especies de organismos cambian con el tiempo. Hoy en día, cuando pensamos en evolución, tendemos a relacionar esta idea con una persona: el naturalista británico Charles Darwin. Darwin definió la evolución como "descendencia con modificación", la idea de que las especies cambian a lo largo del tiempo, dan origen a nuevas especies y comparten un ancestro común. El mecanismo que Darwin propuso para la evolución es la selección natural. Debido a que los recursos son limitados en la naturaleza, los organismos con rasgos heredables que favorezcan la supervivencia y la reproducción tenderán a dejar una mayor descendencia que sus pares, lo que hace que la frecuencia de esas características aumente a lo largo de varias generaciones. La selección natural hace que las poblaciones se adapten o se vuelvan cada vez más adecuadas a su entorno con el paso del tiempo. La selección natural depende del medio ambiente y requiere que existan variaciones heredables en un grupo. El término humano, en el contexto de su evolución, se refiere a los individuos del género Homo. Sin embargo, los estudios de la evolución humana incluyen otros homininos, como Ardipithecus, Australopithecus, etc. De esta manera, el estudio específico de la evolución humana es el estudio del linaje, o clado, que incorpora a todas las especies más cercanas al humano moderno que al chimpancé, el pariente vivo más próximo. Las evidencias moleculares y paleontológicas han permitido estimar que el ancestro común entre Homo sapiens y Pan troglodytes, vivió en África hace entre cinco y siete millones de años. A partir de esta divergencia, dentro del linaje hominino continuaron emergiendo nuevas especies, todas ellas extintas actualmente a excepción de Homo sapiens.