Está en la página 1de 9

EL 

DIABLO MUNDO

INTRODUCCIÓN:

El Diablo mundo es el último poema extenso de Espronceda. Comenzó a escribirlo en 1839 y


en los dos años siguientes publicó varios fragmentos en revistas, leyó algunas partes en el
Liceo y Boix lo editó por entregas. Cuando murió no lo había acabado.

Se trata, por tanto, de una obra inconclusa, dividida en una introducción, seis cantos y algunos
fragmentos del séptimo canto publicados en revistas.

Marrast opina que la intención de Espronceda con esta obra fue la de sintetizar la poesía social
y la subjetiva, sin recurrir a un tema tradicional.

En ella se mezcla lo dramático y lo lírico, lo narrativo y el cuadro de costumbres, lo


trascendente y lo fútil. Era una obra para ser publicada por entregas, por lo que, en ocasiones,
prevalece la fragmentación, la arbitrariedad y el desorden. Se refleja el pesimismo del autor,
en la linea del romanticismo revolucionario, con cambios de expresión constantes (lo patético
y lo lírico, lo dramático con el sarcasmo), según algunos autores. Martinengo, sin embargo,
opina que la ironía junto al polimorfismo son los elementos unificadores de una obra que no
está ni desorganizada, ni dispersa (V.V.A.A., Historia de la literatura española, Volumen II,
Madrid 1990, Cátedra, pág. 926).

Esta obra expresa el espíritu romántico byroniano, pero crea su propio estilo y temas, entre los
que destacan la fugacidad de su propia creación, la tensión entre la vida y la muerte, la
relación individuo-sociedad y su posterior rebelión, representa una condena de las clases
conservadoras, a quienes describe en pinceladas goyescas: “hipócritas parleros”, “charlatanes
eruditos”, “funesta plaga”, “gusanos”. “turba de viejas”,etc.

Es un poema de fondo simbólico, en el que el poeta trata de problemas metafísicos (Dios, el


Hombre, el sentido de la Vida y de la Muerte). Para Espronceda esta obra quiere ser un “cierto
trasunto del hombre y su quimera, tras la que va la humanidad entera”.

ARGUMENTO:

Se trata de una alegoría sobre la existencia (dividida en una introducción y seis cantos), en la
que su protagonista Adán, que encarna el género humano, tiene que elegir entre morir, y
conocer la verdad última, o vivir eternamente. Escoge esta última opción y a partir de este
momento, renace desde su senectud hacia una juventud limpia, pura, inocente encarnada en
la figura de un joven (de sospechoso parecido físico a Espronceda por las contínuas citas al
ensortijado pelo negro) fuerte y guapo. Su elección le traerá amargas consecuencias.

Introducción: Nos presenta la visión del poeta durante la noche en medio de un diabólico
festín, y en la que vive el destino atormentado de la humanidad. Con la llegada del día, el
poeta se sentirá agotado y sumido en una gran confusión. En ella se mezclan distintas voces,
coros ,demonios y los pensamientos del propio poeta. Las voces hablan de desengaño y duda.
El poeta de un Dios maligno como hipótesis.

Canto I: aparece el protagonista, un anciano, que encarna el destino del mundo poético. En un
cuarto de alquiler, el protagonista medita sobre la vida, con una visión desoladora y llena de
melancolía, a la espera de su único y cierto futuro (morir), cuando le vence el sueño. Se le
presenta una visión: aparece la deidad que le dará la oportunidad de irse con ella, mientras le
describe un mundo de paz y reposo, mientras suenan los cánticos celestiales. Pero él lucha con
los últimos soplos que le quedan de vida y vuelve en sí, no como el viejo decrépito que
buscaba la muerte, sino como un joven bello, inocente e inmortal. Antes de que se difumine la
visión, le recuerdan que ha sido una elección libre y sin vuelta atrás. No podrá quejarse de su
destino puesto que para el coro celestial la inmortalidad es un castigo más que un premio,
como queda reflejado en estos versos:

...

Maldices tu eternidad,

Acuérdate que tú fuiste

el que fijó tu destino,

Que ser inmortal pediste,

Y arrojarte al torbellino

De las edades quisiste.  (Diablo, V.1258-1263)

Canto II: “A Teresa” (Descansa en paz), así reza el título de esta segunda entrega. Es una
evocación del alma del poeta “un desahogo de mi corazón; sáltele el que no quiera leerlo sin
escrúpulo, pues no está ligado de manera alguna con el poema” como dice él mismo en una
nota al inicio del poema.

44 octavas componen este himno elegíaco que es un canto a la desilusión y a la desesperanza.


Se trata de un poema independiente dentro de la obra, en el que se mezclan la expresión de
intimidad del poeta con la evocación de un pasado de ilusiones, del amor perdido, que
provocan el dolor presente expresado en ocasiones con ironía e indiferencia, pero de gran
belleza formal.

Canto III: retoma la narración del Canto I. El protagonista, bautizado con el nombre del primer
hombre, Adán, ante el renacimiento de su cuerpo y de su espíritu, se vuelve loco de alegría.
Desnudo y feliz lo encuentra el casero, quien ante tan extraño suceso (el viejo al que iba a
echar a la calle por no pagar el alquiler ha desaparecido y en su lugar hay un joven) llama al
resto de vecinos que contemplan asombrados y atónitos la escena. Adán, en su inocencia y
lleno de alegría, se precipita a la calle en cueros, levantando un gran revuelo. Él ofrece su amor
y su bondad a todos y la única respuesta que obtiene es el dolor. Piedras, gritos, injusticia y
crueldad que le ponen por primera vez en contacto con la realidad. Es prendido por los
soldados y llevado a la cárcel. Pero a pesar de estos hechos, Adán sigue confiando en los
hombres y deleitándose con las sensaciones que experimenta, con lo que le rodea: no ha
perdido del todo esa inocencia.

Canto IV: hay una transformación de Adán. Aprende a hablar y deja de ser un bárbaro. Conoce
el amor a través de Salada, la hija de tío Lucas (que se convertirá en el protector y consejero de
Adán), que visitando a su padre en la cárcel se enamora de la gallardía y prestancia de Adán.
Éste se convertirá en el defensor de los débiles, en el más hábil en el manejo de los naipes y de
las armas y aprenderá de lo malo como si de una virtud se tratara, puesto que es puro y
desconoce la diferencia entre el bien y el mal, como queda patente en los siguientes versos:

Y un abismo de crímenes inmundo

Cruza, y el crimen por virtud aprende:


Y aquel pecho que es noble sin segundo

Y que el valor y el entusiasmo enciende,

Aplica el crimen la virtud que alienta

Y puro es, si criminal se ostenta.  (Diablo, V.3303- 3.307)

Ha aprendido a defenderse en una vida llena de dificultades. También él se enamora de Salada


y ésta mueve cielo y tierra para sacarlo de la cárcel. Una vez fuera corren a su casa para
consumar su amor.

Canto V: Comienza con un cuadro de costumbres, en los que aparecen majos y majas, manolos
y manolas, un cura y los dos protagonistas en una taberna del barrio de Avapiés. Un antiguo
novio de Salada y sus amigos incitan a Adán a una pelea, que es respondida por ella al lanzarle
una puñalada y herirle; tras esta acción huyen ambos a su casa. Mientras se desarrolla la
escena, Adán se mantiene alejado de lo que sucede en ella, porque su mente se encuentra en
sitios inalcanzables, en su fantasía quiere igualarse a la nobleza, vivir en su ambiente, su lujo,
su belleza.

En el cuadro II, primera escena, Adán intenta que Salada le explique porque no puede él ser
como aquellos nobles, no entiende la división de clases, puesto que el ha renacido puro, ni
siquiera entiende la noción del Dios creador y Padre de todas las criaturas, finalmente se
queda dormido. Mientras tanto, Salada sufre un ataque de celos que la lleva a pensar en
matarle y matarse, pero se sobrepone por el amor que le profesa. Adán despierta con una
visión cargada de espíritu romántico: soñó con la libertad, a lomos de un caballo cabalgando
frenéticamente a campo abierto. La ambición, los triunfos, las riquezas han invadido el
universo amoroso de Adán y Salada.

En la escena segunda, vuelve a aparecer el cura acompañado de seis maleantes, amigos del tío
Lucas, que vienen a proponerle a Adán su participación en un robo de una casa muy principal.
Él acepta, contra la voluntad de Salada que sabe que va a ser su perdición, puesto que sus
fantasías de conocer las riquezas y la vida fastuosa se van a hacer realidad.

Canto VI: el autor nos habla del hastío, la desesperanza y la desilusión de la condesa de Alcira,
una mujer que ha dejado atrás su juventud y con ella, las ansías de disfrutar de la vida.
Mientras ella duerme, los bandidos entran en su habitación, cargada de alhajas y objetos
lujosos, que son observados atentamente por Adán. La música de un reloj admirado por el
protagonista suena y la condesa se despierta. Ésta es asediada por los ladrones y, ante su
indefensión, Adán se convertirá en su protector, luchando encarnizadamente contra ellos, que
huyen cuando llega la justicia. Él también escapa y se refugia en una casa de citas, en medio de
una extraña escena. Una vieja vela el cadaver de su hija en una habitación, al tiempo que cobra
los honorarios de los servicios de sus muchachas, que entretienen a unos mozos en la
habitación contigua. En este inusual marco en el que dolor y placer se mezclan y se oponen,
discurrirá una conversación entre Adán y la vieja sobre la muerte y Dios.

Canto VII: De este canto, tan sólo quedan fragmentos que son continuación del capítulo
anterior. La vieja se conmueve con la bondad e inocencia de Adán que pretende buscar la
forma de resucitar a Lucía o hablar con Dios para que se apiade del dolor de la vieja y le
devuelva a su hija. Es el canto de desesperación de una madre ante su hija muerta, del paso
del tiempo que cambia toda situación, como lo reflejan los siguientes versos:
¡Ella otro tiempo, cuando Dios quería,

Con dulce voz su madre me llamaba

Y mi pecho llamándola ¡hija mía!

De cualquier pesar se desahogaba.

Abrazándome ayer ¡oh! todavía

Moribunda, su madre me llamaba:

¡Ayer! ¡Ayer aún! ¡Mísera! Hoy

Madre tan sólo de un cadaver soy!

También se conserva un fragmento inédito “El ángel y el poeta”, publicado en el Iris, el 7 de


febrero de 1841. Se trata de un diálogo entre estos dos personajes sobre la poesía y su
trascendencia espiritual. El poeta habla de sus sentimientos que están por encima de lo
terrenal, mientras que el ángel le recuerda su orgullo irreverente al pretender estar por
encima de reyes y del propio Dios, contra el que se rebela el poeta.

EL “ARGUMENTO PARALELO”:

El hilo argumental de El diablo mundo se bifurca: por un lado está la historia de Adán y de
Salada, en la que intervienen una serie de personajes menores que afectan a los hechos
directa o indirectamente y por otro aparece el poeta-narrador que se entromete cuando y
como quiere. A este segundo camino lo he llamado “argumento paralelo”, porque el poeta
crea una segunda historia que está conformada por detalles, intromisiones y digresiones del
autor en los momentos tensos para quitarles importancia y dar un desahogo al lector ante
tanta abrumadora rotundidad filosófica y pesimista de la vida.

Es un poema ambigüo en el que se mezclan la voz del poeta, filósofo, que muestra una visión
trágica de la vida, con el irónico que satiriza y se ríe y cuestiona la validez y la sinceridad de sus
actitudes angustiadas y rebeldes. Esta doble vertiente del poeta hace que esta obra sea
moderna y nos muestra a un Espronceda en la cima de su madurez intelectual y artística.

La digresión, que es lo que compone este “argumento paralelo”, cumple una triple función,
según dice Casalduero (Espronceda, Madrid (1983). Taurus, pág.189): “sirve para expresar la
superioridad del sentimiento sobre la forma, o la soledad y agotamiento histórico del poeta, o
es un lírico acompañamiento a su dolor. El romántico pone la vida y el sentimiento personal
por encima de la obra”.

INTERPRETACIÓN DE EL DIABLO MUNDO

El título elegido por el autor es una forma de demostrar que el mal reina en el mundo y en el
corazón del hombre. La sociedad de los hombres esta corrompida por la hipocresía, la
mezquindad, la codicia, la indiferencia al dolor. Ante este desolador paisaje el poeta adopta
dos actitudes: se refugia en la contemplacion y nos muestra la imposibilidad de escapar al mal.

Adán encarna la inocencia y la pureza en un mundo en el que no tienen cabida los


sentimientos bondadosos. Tras el contacto con la dura realidad y su encarcelamiento, se
enfrenta con ilusión al amor, del que sale decepcionado porque el amor es un mal condenado
como tal por los hombres. La pasión amorosa se desinfla y Adán parte en busca de libertad y
de ascenso social. Más tarde aparecerá en él la vertiente trágica, con la muerte de la niña
Lucía, en el que se enfrenta al destino aciago. La interpretación de los últimos cantos queda
confusa al no estar terminado el poema.

TEMÁTICA DE EL DIABLO MUNDO

Espronceda hace un completo recorrido por los temas predilectos de los románticos, quizá con
la excepción del hecho histórico extraído de la Edad Media.

El más sobresaliente de ellos es el de la maldad que se encuentra inmersa en el corazón del


hombre y, por tanto, en la sociedad formada por éste. Los rasgos de bondad, de inocencia, de
pureza son anulados por este sentimiento universal de destruir que forma parte de la
Humanidad y que la sobrepasa.

La libertad se nos presenta de forma pura en el canto I en la figura de Adán. ¿Qué es más libre
que un hombre que nace de la nada, sin malicia, sin ideas preconcebidas, sin experiencias,
como un recién nacido, tan sólo movido por una vitalidad insaciable y una felicidad por estar
vivo? Es la esencia pura de la libertad las que nos presenta en este personaje que con el paso
del tiempo no llegará a perder del todo esas ansias de ser libre, como en el sueño en el que se
ve cabalgando sin rumbo o cuando decide hacer realidad sus fantasías al ir a casa de la
condesa, o cuando ama apasionadamente y deja de amar o cuando sueña en formar parte de
la nobleza.

Pero el paso del tiempo acabará con todo: con la juventud de Teresa, con las ilusiones del
poeta, con el amor de Salada, con las ansias de libertad de Adán, pero no con la maldad del
hombre. En Espronceda el tiempo está vinculado con la eternidad porque la dimensión
temporal del hombre provoca la miseria de la condición humana.

En esta obra hay un sentimiento de rebelión contra lo establecido, contra el mundo y sus
leyes. El individuo no pertenece a ningún grupo social. Lucha contra la norma moral y la social,
se enfrenta a Dios y a los hombres.

La crítica a la sociedad, en este caso la madrileña, queda patente en el canto III. Nos describe
las miserias de un escritor que reparte su tiempo entre los artículos del periódico, que es lo
que le da de comer, y hacer literatura. La azarosa esposa del casero que a pesar de su casto
rubor ante la contemplación de un hombre desnudo, no deja de hacer la comparación de rigor,
de la que sale triunfante Adán. El “populacho insano” que levanta calumnias y se agolpa para
ver el espectáculo, para después huir no sin antes sembrar el pánico entre la gente. Esa misma
gente que acaba apedreando, golpeando e insultando a Adán.

El amor apasionado y el amor desengañado se nos presentan como causa y efecto. Una vez
satisfechos los primeros impulsos amorosos queda un vacío que ese amor no puede llenar y
que desemboca en el desengaño. En el Canto a Teresa nos habla de la pasión experimentada
por ella que la hace infringir las reglas de l a sociedad y hundirla en una degradación moral de
la que sólo escapará con la muerte.

La mujer es una ilusión que una vez conocida queda degradada. El placer, el valor y la mujer se
asocia con lo nuevo, con lo desconocido que se experimenta por primera vez y sólo se
mantiene mientras dura. El hombre, una vez perdida la ilusión, buscará otro objeto de
atención que llene el vacío dejado por ella. Hay una búsqueda constante de algo por lo que
vivir, nuevas sensaciones, nuevos sentimientos:

................”rabio
yo por probar un nuevo sentimiento.

Palabras nuevas pronunciar mi labio,

renovado sentir mi pensamiento

ansío, y girando un dulce desvarío,

ver nuevo el mundo siempre en torno mío.

(Diablo,  v.1326-1331.)

La muerte se presenta como una elección en el primer canto, que es rechazada por Adán en
favor de la vida eterna o del eterno castigo. Vuelve a aparecer en la elegía a Teresa como
liberación cuando la vida y la ilusión la habían abandonado: el único camino para olvidar su
desdicha y disipar su dolor. En el último canto, Adán se vuelve a enfrentar con la muerte de
una inocente niña, Lucía, que es descrita con profundidad y expresividad por su madre, una
alcahueta que llora sinceramente por lo único bueno que ha tenido en esta vida.

La situación dolorosa del hombre ante la muerte y el dolor se mezclan y oponen a el mar de la
vida, el hombre como marinero y la tormenta del vivir.

La injusticia, la maldad, la sociedad, los hombres conducen al autor a otro tema fundamental
de esta obra: a Dios. La pregunta formulada en la Introducción “¿Quién es Dios?” queda sin
responder a lo largo del poema. El nombre del Creador es citado, tomado en vano, acusado de
hipócrita y falso y esto es así porque “el hombre romántico considera el mundo como un
misterio, cuya clave posee el ser supremo y a quien se dirige para interrogarle sobre sus
secretos designios”. (Marrast.R.: Historia y crítica de la literatura española. Barcelona (1982):
Crítica. Pág. 174).

Espronceda concibe en El diablo mundo a un Dios vengativo, que crea el mundo y a los
hombres para luego abandonarlos. Es un mundo caótico en lo que se refiere a los sentimientos
humanos y a la vida, regida por un destino irracional, en la que se entrecruzan el azar y la
casualidad, que conducen a la muerte.

La duda constante del romántico, que se convierte en incertidumbre, es un estado de ánimo


en el que no puede encontrar la verdad que busca incesantemente.

La cárcel, lugar emblemático de los románticos, es el sitio propicio para situar a los personajes
principales del poema: Adán, Salada, el tío Lucas. Todos ellos seres marginales de una sociedad
situados en un lugar que resulta hasta acogedor y adecuado para la inocencia del protagonista.
Un tema tan atrayente para el espíritu romántico que nos llega a hacer creer que es el sitio
idóneo para desarrollar las virtudes humanas.

Tambien aparece un cuadro costumbrista, del que eran tan aficionados los autores del siglo
XIX, en el canto V, desarrollado en una taberna de Avapiés, como reflejo de los cuadros de
Goya.

Los interiores descritos en esta obra, la habitación del anciano y la casa de Salada nos
muestran la pobreza en la que viven estos personajes, en consonancia con su clase y
sentimientos, que contrasta poderosamente con la suntuosidad y lujo del palacio de la
condesa de Alcira, descrito con todo tipo de detalles.

ESTILO
En el Romanticismo, nos encontramos dos estilos claramente definidos: el trivial o vulgar en el
vocabulario, rima y ritmo y el líricamente apasionado, y ambos se adaptan al sentimiento del
poeta en el momento que escribe.

Ros de Olano, prologuista de El diablo mundo, habla de “la armonía del sentimiento, con la que
el poeta expresa no sólo lo que sus palabras retratan, sino hasta la fisonomía moral que
caracteriza las imágenes, las situaciones y los objetos de que se ocupa”.

Su estilo es original y creativo pero presentado como un confuso revoltijo en el que se mezclan
aciertos con vulgaridades. Su maestro Lista decía sobre su estilo que era “como una plaza de
toros muy grande, pero con mucha canalla dentro”.

Sus expresiones bastante histriónicas y poco depuradas, a la búsqueda de un total efectismo:


“rostro cadavérico”, “martirio horrendo”, etc. Su retórica un poco salida de tono con los veinte
“ayes” del Canto a Teresa.

A pesar de todo, era un poeta imaginativo, sabía dar plasticidad a sus imágenes y musicalidad a
sus versos.

Se trata de una obra escrita en versos polimétricos (de cuatro, seis, ocho, diez, once y doce
sílabas) y poliestróficos, con rimas consonantes, asonantes y blancas, con composiciones como
la canción marinera (Introducción), octavas, octavillas italianas, quintillas, romances,
serventesios, estancias, redondillas, seguidillas, que son utilizados para pasar de estados
eufóricos a tranquilos, de la luz a la oscuridad, para dar consejos, para cantar, en definitiva,
para matizar los sentimientos de ese preciso momento, en el que los versos se adaptan al
corazón del poeta.

Antítesis, paradojas, comparaciones, abundante adjetivación, , apóstrofes, interjecciones,


exclamaciones para expresar sus quejas y lamentos, pero también la alegría, la ilusión y la
esperanza; Interrogaciones retóricas, ironías, sarcasmos, todos ellos recursos que configuran la
obra de Espronceda y le dan esa distinción con el resto de autores románticos españoles.

PERSONAJES

El poeta de la introducción y de las digresiones, que se ve sumido en la confusión de sus


sentimientos, en disquisiciones filosóficas, en planteamientos morales y sociales. Se rebela
contra la realidad y contra el mundo, siempre con una duda constante porque no puede hallar
la verdad.

El viejo de Espronceda que aparece en el Canto Y se muestra fatigado y escéptico por la ciencia
acumulada y se lamenta por la juventud perdida, por la pérdida de las ilusiones y por la llegada
cercana de la muerte. Hay una pasividad en este personaje, una quietud.

Adán es un joven inocente, que ha renacido en una libertad absoluta: sin recuerdos, sin habla.
Representa el ideal romántico del sentimiento por lo nuevo, por lo primero, por una realidad
libre de juicios preconcebidos, vista por los ojos de un ser puro y limpio. Pero con el paso del
tiempo, buscará la riqueza, el lujo y el poder en una sociedad que le queda pequeña y en
medio de un amor, ya desapasionado y desilusionado.

Salada es una mujer apasionada y enamorada de Adán, condenada por la sociedad. Su mísera
vida se ve iluminada por el amor del joven, al que le entregará su alma sin condición y le
defenderá de cualquier peligro o intento de separarle de su lado, pues es lo único bueno que
tiene. Cuando Adán la abandona se convierte en una pobre mujer, despreciable, con un dolor
profundo porque, tras conocer el amor de Adán, ahora siente un alma.

El tío Lucas, padre de Salada, es un personaje tipo de ladrón del siglo XIX. Se convierte en el
protector y consejero espiritual de Adán ante la vida, las mujeres y la sociedad. Aunque esto
no es del todo real, puesto que el joven ni necesita protección, ni realmente llega a
comprender lo que Lucas le explica.

El cura, contra el que arremete Espronceda en una nota, es un hombre “flaco, ruin de estatura,
lampiño..., chisgarvís repugnante que toca la guitarra”. Inmoral, contamina de maldad todo lo
que le rodea

La condesa de Alcira que representa el lujo, la desilusión por la vida, la pérdida de la juventud,
el tedio (no hay nada nuevo e insólito que la anime a vivir). Es una imagen de la antítesis entre
la riqueza material y la miseria espiritual.

La alcahueta, representación de los placeres físicos del hombre, en contraposición a la


dolorosa realidad de la muerte de su hija, su único bien. Es una mujer transida por el dolor que
no olvida sus obligaciones terrenales. Los sentimientos materiales y espirituales se mezclan de
nuevo.

Lucía, la hija muerta, refleja lo que Casalduero ha llamado “cadáver moderno” (Forma y visión
del Diablo mundo, (1975), pág. 170). El cuerpo vivo al transformarse en cuerpo muerto se
convierte en cosa, y por tanto, es algo para el olvido.

Personajes que representan a la sociedad madrileña, tratados con un tono satírico, llenos de
prejuicios sociales y falsos convencionalismos: en el Canto I, la mujer del concejal, el escritor
periodista, el médico materialista y el populacho que organiza un motín “festivo”, producto de
la inestabilidad política, moral y social de esa época.

Los manolos y manolas, majos y majas, “guapos” y los bandidos, reflejos de la capa social más
baja, que se mueven por instintos primarios: alegría, celos, pasión, etc.

ANÁLISIS DEL CANTO A TERESA

Esta elegía ha sido objeto de discusión entre los críticos con referencia a su no conexión con el
resto de la obra, a pesar de que Espronceda nos dice que es un canto independiente que le
sirve de desahogo a su espíritu dolorido.

Martinengo sugiere la hipótesis de que el autor español se inspiró, en un principio, en


la Dedica  faustiana de Goethe (ambas están escritas en octavas y dedicadas a personas
muertas), pero que posteriormente el desarrollo de su canto le hizo tomar otros derroteros.
(Alborg: Historia de la literatura española. Madrid (1982): Gredos, pág. 355)

Casalduero, sin embargo, defiende la coherencia de este poema con el resto de la obra. El
destino del hombre y de la humanidad “tiene sus raíces en el corazón” y no en la religión o la
filosofía. La gran digresión que es este canto, nos relata una felicidad pasada, un presente
doloroso y un futuro desesperanzador. (O.C.Alborg, pág. 356)

Una interpretación intermedia nos la muestra Carnero: el Canto a Teresa es la perfección del
amor, que fracasa, contada en primera persona de una forma íntima y sincera que rompe con
el resto del poema, en tono satírico, pero que no podía ser descrito de otra manera por el
propio carácter del poeta y de su época. (O.C., pág.356)
Este canto representa el fracaso del amor, un amor pesimista y desilusionado, que acaba en la
muerte, como salida liberadora de la degradación y el dolor de los hombres y, en este caso, de
Teresa.

Teresa representa la primera ilusión, la nueva experiencia que enciende su espíritu y lo


enriquece, pero que una vez conocida, se desecha. Podemos reconocer distintos grados del
alma del poeta con respecto a su amada: insultos a consecuencia de la infidelidad (Sola y
envilecida, y sin ventura/ Tu corazón secaron las pasiones;/ Tus hijos, ¡ay! de ti se
avergonzaran/ Y hasta el nombre de madre te negaran.), la muerte como reparadora de su
imagen pura, concluyendo con cínico sarcasmo.

En un análisis realizado por Pedro Salinas sobre el Canto II (Historia y crítica de la literatura
española, Volumen 5, Barcelona (1982): crítica, págs. 151-153), poema independiente incluido
en El diablo mundo, llega a la conclusión de que Espronceda pasa por tres estados en su forma
de enfrentarse con la realidad: de iniciación a la vida, de desilusión y de odio y desesperación.

La primera fase es la del disfrute de la belleza y de gozar de todo aquello que ama y que le
rodea de una forma ardiente, apasionada. Busca en la realidad lo que su espíritu poético
busca. Pero llega el contacto con ella y se da cuenta que las formas del mundo real y las de su
mundo poético e interior no son las mismas. Ha buscado la gloria y la bondad, sólo encuentra
polvo hediondo. Ha soñado con mujeres de limpieza virginal, cuando se acerca a ellas se
vuelven lodo y podredumbre.

La realidad y el mundo poético chocan en la tercera etapa y producen en el poeta odio y


rebeldía, cuyo único desenlace posible es la muerte. Puede ser una muerte física o espiritual
como en la expresada en la penúltima estrofa de este canto:

Dentro del pecho mi dolor oculto,

Enjugo de mis párpados el llanto

Y doy al mundo el exigido culto:

Yo escondo con vergüenza mi quebranto,

Mi propia pena con mi risa insulto,

Y me divierto en arrancar del pecho

Mi mismo corazón pedazos hecho.  (Diablo, v.1837-1843)

Espronceda finaliza esta elegía en un tono burlón y sarcástico, donde se aprecia la queja
desesperada del enamorado ante la crueldad e indiferencia de la realidad:

¡Que haya un cadáver más qué importa al mundo!  (Diablo, v.1851)

Relacionar el pesimismo escéptico de Espronceda con su relación amorosa con Teresa es


superficial. Teresa era menos importante como persona que por lo que representaba: llenar un
vacío dejado por la falta de fe en la ciencia, la razón o la religión. Casalduero dice: “No
debemos partir de Teresa para llegar al sentimiento de la vida de Espronceda, sino que
partiendo del sentimiento que de la vida tiene el poeta debemos llegar a ver la forma que
debía adquirir su amor”. (Forma y visión del “Diablo mundo” de Espronceda, Madrid, 1951,
pág. 129).

También podría gustarte