Educación con perspectiva de género:
nociones relevantes
y experiencias nacionales1 (extracto)
Fernanda Stang
Seguramente muchos de ustedes han visto
esta imagen, que fue parte de una campaña
de Amnistía Internacional, circulando en
redes sociales, o han escuchado hablar del
caso de Joane Florvil en televisión. Joane
era la joven haitiana de 28 años que murió
hace algunas semanas después de estar
internada por varios días, tras un confuso
episodio en el que fue detenida. La noticia
más reciente que tuvimos de este caso es
que el director de la Posta Central, el centro
hospitalario en el que estuvo internada, dijo
ante una comisión de la Cámara de
Diputados que la joven habría contado que
fue torturada durante su detención, o al
menos que fue víctima de un uso excesivo
de la violencia por parte de Carabineros,
para decirlo de manera eufemística […].
Es muy probable que si me pusiera a
preguntar en la calle a varias personas qué
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Presentación realizada en el marco de un taller con
docentes de escuelas de la comuna de Renca, 2 de noviembre
de 2017.
es lo más significativo que recuerdan del
caso de Joane, la mayor parte me
responderá que todo partió porque,
supuestamente, Joane abandonó a su hija,
se la dejó a un guardia, y por esa razón se
llamó a carabineros, para que interviniera
en esta situación. Les propongo que
imaginemos cómo hubieran ocurrido los
hechos si el que dejara la niña al guardia
hubiera sido un hombre haitiano, y no una
mujer. ¿Creen que el guardia y los
funcionarios que intervinieron hubieran
asumido tan prontamente, o con tanta
facilidad, que la estaba abandonando? ¿No
les parece que tal vez hubieran estado más
dispuestos a pensar que quizás necesitaba
alguna forma de ayuda con su hija? Es
cierto, es un ejercicio hipotético, en verdad
no podemos saber qué hubiera pasado, qué
curso hubieran tomado estos hechos tan
dramáticos. Pero aun así, sabemos que es
más probable que el guardia y los demás
funcionarios hubieran sido más
comprensivos. Pero se trataba de una
mujer, y eso significa que se asume que
tiene que cumplir con ciertos mandatos que
están supuestamente ligados a su rol de
madre: cuidar al hijo, en cualquier situación,
bajo cualquier circunstancia, porque está
instituido que es su deber, porque
supuestamente se lo dicta su instinto.
Bueno, pues una educación con perspectiva
de género debiese poder enseñarnos a
cuestionar estas ideas dadas por supuestas,
1
a reflexionar sobre ellas y permitirnos
entender lo arbitrarias que son. Entender
que esos mandatos no son naturales, que
son construcciones sociales que
históricamente han establecido jerarquías
entre las personas a partir de su sexo y su
género, jerarquías en las que unas personas
ocupan lugares subalternos, en este caso,
las mujeres, y las personas que por su
identidad de género o su orientación sexual
no se ajustan a las normas hegemónicas de
nuestra sociedad en esas dimensiones. Y
esto que digo no tiene nada que ver con
amar o no a los niños, cuidar o no a los
niños, sino con asumir, por ejemplo, que las
mujeres estamos más obligadas que los
hombres a hacerlo.
Ahora bien, el caso de Joane fue muy
significativo además porque condensa
muchas otras desigualdades que
confluyeron para que esta historia tuviera el
peor final. Para entenderlo, basta con seguir
planteándonos preguntas: ¿hubieran
actuado del mismo modo el guardia, los
funcionarios municipales y los carabineros si
hubiese sido una mujer blanca?, ¿y si
hubiese sido una mujer chilena? Me dirán:
es que si hubiese sido una mujer chilena, se
habría podido hacer entender por el
guardia. Es cierto. Pero si hubiese sido una
mujer estadounidense, o francesa, ¿no les
parece que el guardia se hubiese esforzado
mucho más por entender la situación?, ¿no
les parece que el guardia hubiese estado
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menos dispuesto a pensar tan prontamente
en que ella estaba abandonando a su hija?
En el caso de Joane, confluyeron de modo
trágico el hecho que era mujer, negra,
extranjera, específicamente haitiana, pobre,
y que hablaba otra lengua. Esta confluencia
trágica nos muestra de manera brutal que
las situaciones de discriminación que se
derivan de la construcción de jerarquías
sociales entretejen muchas dimensiones a
la vez, y que por lo tanto no pueden
pensarse, ni afrontarse, de forma aislada.
Esta forma de entender estos procesos
como intersecciones, y no como simples
adiciones, es lo que algunas autoras del
feminismo negro han llamado enfoque
interseccional […].
El caso de Joane ilustra también con mucha
claridad lo urgente que es asumir el
enfoque intercultural […]. Si hubiesen
conocido lo que significa ese enfoque, el
guardia y los funcionarios municipales, aun
cuando no hubiesen entendido el idioma, se
habrían dado al menos el espacio para
preguntarse por qué Joane hacía eso, o para
pensar que en esa acción quizás estaba
presente un modo distinto de entender las
cosas. Hubiesen quizás sabido que en Haití
los guardias son una figura de autoridad
muy legitimada, y por lo tanto es lógico
dejarle un niño al cuidado mientras se debe
atender una urgencia de algún tipo.
(Fin del extracto)