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ARRASCUE DELGADO ROSA MARÍA

Proponga y sustente algunas intervenciones contra el envejecimiento.

Uno de los grandes retos que plantea el envejecimiento poblacional es la creciente


probabilidad de desarrollar discapacidad y de saturar los sistemas de salud. Está claramente
establecido que, en el siglo pasado, la salud pública fue la gran responsable del incremento en
la expectativa de vida; para este siglo, la nueva responsabilidad de la salud pública tiene que
ampliarse a preservar la calidad de vida y la funcionalidad de todos aquellos a quienes les
adiciona años. Por tanto, cualquier política dirigida a los ancianos tiene que estar enfocada a la
preservación de la capacidad funcional y de la autonomía, la participación, el cuidado y la
autosatisfacción. La salud pública tiene que ir más allá de la prevención y la promoción de la
salud, debe enfocarse en el abordaje y el cuidado integrales. Un programa de salud pública
cuyo eje central sean los ancianos debe estar dirigido (incluso reforzando los lineamientos de
la OMS) integralmente a todos los determinantes de la salud a lo largo de la vida (sociales,
económicos, comportamentales, personales y culturales), incluyendo ambiente y acceso a los
servicios de salud, con particular énfasis en inequidades, diferencias por género y, como se dijo
anteriormente, preservación de la funcionalidad. A pesar de lo anterior, no puede dejarse de
lado que un gran porcentaje de ancianos está sano, por tanto es necesario tener precaución de
no equiparar discapacidad, enfermedad y vejez.

La idea del envejecimiento activo surgió en un intento de hermanar de forma coherente


ámbitos políticos muy compartimentados. En 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
dio a conocer el documento Envejecimiento activo: un marco político. En este marco se define
el envejecimiento activo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud,
participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que
envejecen”. Se hace hincapié en la necesidad de actuar en múltiples sectores, con el objetivo
de asegurar que las personas mayores sigan siendo un recurso para sus familias, comunidades
y economías. El marco político de la OMS reconoce seis tipos de determinantes clave del
envejecimiento activo: los económicos, los conductuales, los personales, los sociales, los
relacionados con los sistemas sanitarios y sociales y los relacionados con el entorno físico.
Propone cuatro políticas fundamentales para la respuesta de los sistemas de salud:

■ prevenir y reducir la carga del exceso de discapacidades, enfermedades crónicas y


mortalidad prematura.

■ reducir los factores de riesgo relacionados con las causas de enfermedades importantes y
aumentar los factores que protegen la salud durante el curso de la vida.

■ desarrollar una continuidad de servicios sociales y de salud que sean asequibles, accesibles,
de gran calidad y respetuosos con la edad, y que tengan en cuenta las necesidades y los
derechos de las mujeres y los hombres a medida que envejecen.

■ proporcionar formación y educación a los cuidadores.

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