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Alconada ha investigado varios casos claves de corrupción en la Argentina y por eso mismo ha
estado en riesgo algunas veces. Esas experiencias le han dejado algunas enseñanzas sobre cómo
protegerse, cuidar a su familia y a sus fuentes. Lo más importante ante historias potencialmente
peligrosas es prevenir: tomar ciertas precauciones para no tener que lidiar después con las
consecuencias.
“Hay muchísima información que está disponible en Internet, pero yo soy muy descreído de eso.
Hay que ponerse los zapatitos y salir a la calle, caminar, preguntar,” dice Alconada sobre el origen
o el elemento disparador que puede convertirse luego en una investigación periodística. Hay que
afinar la vista, el oído, el olfato o la intuición y estar muy pendiente de lo que observas, lo que
escuchas y ponerle atención a lo que te parece extraño o lo que no cuadra.
Esos hombres y mujeres insatisfechos, que a veces son despedidos o renunciaron, pueden ser
luego fuentes claves para denunciar lo que está ocurriendo al interior de una institución o de una
empresa.
A menudo están dolidos o indignados, y por eso mismo están dispuestos a hablar con periodistas.
“Los realmente peligrosos son los que alguna vez fueron íntimos tuyos y ya no. Las exesposas,
exsocios, exempleados que te acompañaron durante un tiempo, pero ahora se han distanciado y
manejan información que puede ser muy valiosa. Primero debemos saber qué ocasionó el
distanciamiento y cómo está su relación hoy en día”, recomienda el maestro.
Es importante ser realistas a la hora de plantear la investigación e ir evaluando qué tan factible y
relevante es realizarla. Para eso, Alconada utiliza la matriz de Jeff Leen, el editor jefe de
investigaciones del Washington Post. Sobre una línea o eje traza qué tan fácil es alcanzar el
objetivo (¿qué pruebas realmente puedo conseguir?). Sobre otra línea evalúa la cantidad de
personas afectadas o implicadas (¿es una o toda la población de una ciudad?). Sobre un tercer eje
se plantea la importancia del investigado (¿involucra al presidente de la nación) o de las víctimas o
afectados (¿son niños de kinder?).
El periodismo de investigación es como una maratón, dice. Hay que trabajar con método y tener
paciencia, sabiendo que no siempre te va a ir bien, porque estás trabajando temas ocultos y
difíciles. Lo importante es no desmoralizarse y continuar. Y ver otras posibilidades. Quizás no
logres una historia máxima, pero sí encuentres una historia mínima: algo que descubres en tu
proceso de investigación y que también vale la pena contar.
Investigar es como ir armando un rompecabezas y hay que buscar las fichas que puedan darte una
imagen o que cuenten la historia completa. Antes de levantar el teléfono y empezar a llamar
fuentes hay que pensar estratégicamente: cómo y dónde conseguir las piezas que pueden ser de
distintos tamaños, colores, formas y estar en lugares dispersos y hasta insospechados.
Las preguntas son tu mejor guía para ir a buscar las piezas o las fuentes que pueden ser humanas,
documentales (libros, informes oficiales y privados, reportes, análisis, memos, fotos), digitales
(correos electrónicos, WhatsApp, Instagram), de alto y bajo nivel, oficiales, extraoficiales y
oficiosas y que nos aporten nuestras propias audiencias (crowdsourcing).
Alconada también aplica, es que no trabaja con fuentes anónimas; es decir, personas que no están
dispuestas a identificarse, a darte la cara pero quieren entregarte información para incriminar a
otros. Está bien que alguien no quiera exponerse públicamente pero hay que tener cuidado y
sospechar también de la insistencia en el anonimato.
Hay un orden también a la hora de hacer esta reportería. Alconada ha aprendido de Seymour
Hersh que lo mejor es ir de abajo hacia arriba, o de afuera hacia adentro. Si estás investigando un
banco, por ejemplo, no empiezas por el presidente sino por los choferes, los que hacen la limpieza,
luego los cajeros, después los gerentes, los integrantes del directorio y así hasta llegar al máximo
responsable.
Los encuentros en persona siguen siendo lo mejor para hablar de temas sensibles. Busca un lugar
que sea discreto, donde puedas sentirte cómodo. Pueden ser lugares muy públicos, una cafetería
o bar, un aula de una universidad, donde ese encuentro pase desapercibido entre tanta gente.
Una vez tienes todo el material que has recabado, los documentos, las entrevistas, las cifras y todo
lo demás que prueba tu hipótesis original, hay que plantearse muy seriamente cómo vas a contar
la historia. En esta etapa entran varias consideraciones: narrativas y de enfoque, la coyuntura, el
formato o la manera de presentar la historia e información, el proceso de revisión, edición y
verificación, y la seguridad propia y de tus fuentes.
Hay cosas que nunca ha publicado porque a esos informantes les puede costar la pérdida de un
empleo como mínimo, el exilio o incluso la muerte. Y así las fuentes te digan que quieren hablar on
the record, en algunas ocasiones es deber del periodista cuidarlas y recordarles los riesgos que
existen. Aún con el off the record, hay que tomar otras precauciones. Alconada suele preguntarles
a sus informantes cuántas personas saben de eso mismo que le están contando. Si es solo una, no
publica porque van a saber que fue esa persona quien entregó la información. Su recomendación
ante este tipo de situaciones es: “Hagan lo que a ustedes los deje dormir bien de noche”.