en el Jardín de Infantes
Reflexiones y propuestas de escritura y oralidad
Beatriz Ortiz
Mario Lillo
Ortiz, Beatriz Irene
Hablar, leer y escribir en el Jardín de Infantes: reflexiones y propuestas
de escritura y oralidad / Beatriz Irene Ortiz y Mario Lillo. - 1a. ed. 3a. reimp.-
Rosario: Homo Sapiens Ediciones, 2013.
128 p.: il. ; 22x15 cm. - (Educación inicial / Laura Pitluk)
ISBN 978-950-808-622-8
ISBN: 978-950-808-622-8
PRÓLOGO ............................................................................................................................................. 7
INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 9
7
Ya sabemos que hacer rulitos y palitos no aporta prácticamente
nada al aprendizaje de leer y escribir, sólo un supuesto «mejor manejo»
de la motricidad que poco tiene que ver con los aspectos importantes
vinculados con la apropiación de la lengua escrita.
También sabemos que sí se necesita de la comprensión de las fun-
ciones de la lengua escrita en contextos significativos y reales (escribir
una receta, una carta…, como nos lo presentan los autores de este libro),
y eso continúa siendo un importante desafío en muchas instituciones
educativas.
Entonces, la enseñanza de la lengua oral, al igual que de la lengua
escrita, implica el uso del lenguaje en situaciones cotidianas y con sen-
tido para los niños. El desarrollo de la competencia lingüística y comu-
nicacional es necesario abordarlo cuando los chicos ingresan al Jardín,
desde propuestas, ricas, creativas, significativas, alejadas de las situa-
ciones forzadas, lineales y repetitivas.
Una vez comprendido el enfoque, necesitamos ideas de cómo plas-
marlo en propuestas interesantes, y en este libro también podrán encon-
trarlas. Muchas ideas pensadas y probadas, impregnadas del valor de
lo teórico y de un profundo conocimiento de las instituciones de Nivel
Inicial, las características de los niños de 3, 4 y 5 años en relación a la
lengua oral y escrita y a la literatura, y el hacer significativo en cada sala.
Ser creativas, posibilitar el disfrute, los aprendizajes, las búsquedas y los
encuentros… son el común denominador de estas propuestas.
Secuencias didácticas, proyectos, propuestas lúdico-literarias,
recomendaciones de libros, sumadas a otros aspectos importantes que
los docentes muchas veces no saben cómo abordar, por ejemplo, el
uso o el «no uso» del cuadernillo, el trabajo con los libros álbum, la
enseñanza de la escritura del nombre propio, hacen de este libro un
recorrido significativo y pleno de aportes para todos aquellos vincu-
lados con la educación de los niños de 3 a 5 años.
Desde esta mirada, interesante e intensa, podemos transitar y
disfrutar el desarrollo de este libro, rico entramado de ideas, reflexio-
nes y propuestas que aúnan los saberes teóricos y prácticos. Los auto-
res, recorriendo la historia de la oralidad, la escritura y la lectura en
la educación inicial, plasman con intensidad el enfoque actual y pro-
puestas para llevarlo a la realidad escolar y a las acciones cotidianas.
Un aporte fundamental para enriquecer la educación infantil,
abriendo las puertas a pensar, diseñar, modificar y fortificar a la
educación inicial en sus aspectos más necesarios y significativos.
LAURA PITLUK
8
INTRODUCCIÓN
9
se observan en algunas salas; además se caracteriza a los niños como
lectores y escritores de textos ajenos y propios, ya que a muchos de ellos,
cuando se les pide que lean o escriban, se resisten porque no se identi-
fican con esos quehaceres, lo que se puede revertir rápidamente si los
adultos les dan la seguridad de que pueden hacerlo.
El capítulo siguiente está centrado en la lectura en la sala y todas
las posibilidades que se presentan para llevar adelante actividades
donde los chicos sean los protagonistas. Por supuesto, si se escribe sobre
lectura, los libros, la biblioteca institucional y las técnicas de transmi-
sión textual no pueden faltar; a través de dos entrevistas, una al ilustra-
dor, editor y escritor Itsvan Schritter, y otra al narrador oral y especia-
lista en literatura infantil juvenil, Juan Moreno, quisimos convocar a
protagonistas de la palabra y encargados de su transmisión.
El último capítulo está dedicado a la escritura en la sala de cinco
años, allí básicamente quisimos centrarnos en los textos y su circula-
ción social y de qué manera esto podía verse reflejado en las propues-
tas de producciones de textos a cargo de los nenes de las salas, haciendo
un aparte para la producción de textos a la manera literaria, ya que en
estas producciones se juega la creatividad grupal desde un lugar dis-
tinto. En este capítulo tuvimos la oportunidad de realizar un breve
reportaje a la excelente escritora Graciela Repún, no sólo desde su labor
de creadora, sino también como tallerista con una vasta experiencia
con niños.
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CAPÍTULO 1
Oralidad
Desde hace unos años, los docentes se han encontrado con muchos
cambios en los chicos, y quizás uno de los más llamativos sea el cambio
con respecto a la oralidad.
En general, al comentar el desempeño de sus alumnos con el len-
guaje, los maestros consideran que los chicos hablan «poco», que tienen
un vocabulario mínimo, no se les entiende lo que dicen porque sus ex-
presiones son pobres o están mal construidas, no pueden relatar sus
vivencias o lo que les pasa en la sala…
La intención de este capítulo es, por un lado, dar una pequeña
explicación teórica sobre lo que sucede con la oralidad en esta edad, y
por otro, reflexionar acerca de la manera en que, en la sala, se puede
andamiar este momento de la adquisición del lenguaje para comenzar
a formar a los niños como hablantes que se desempeñen de manera
adecuada en los distintos actos de habla que su sociedad les irá presen-
tando, e igualmente, como oyentes atentos y comprensivos, en una for-
mación que se desarrollará durante toda la vida.
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Y a la hora de justificar cómo llegábamos a hablar, la reflexión no
iba más allá de argumentos religiosos como, por ejemplo: es un don
divino. Al describir la adquisición de este «don», por otra parte, se ponía
el acento en la gracia divina, la capacidad de imitación de los niños y
la necesidad de repetirles palabras o frases como sustento suficiente en
el momento de aprender a hablar.
Pasó mucho tiempo y, lejos de las explicaciones naturalistas o reli-
giosas, son muchos los que en el siglo XX describieron e investigaron
esta adquisición.
En la actualidad, no hay duda de que todos coincidimos en aceptar
que uno de los cambios más radicales en el crecimiento de un niño es
el que se presenta a partir de la adquisición del lenguaje; y que este pro-
ceso, sumamente complejo por las características propias del lenguaje,
se realiza en un período relativamente breve en la vida de las personas,
ya que toma sólo los primeros tres años de vida
A este conocimiento que los niños tienen de la Lengua, se lo deno-
mina competencia lingüística, y se traduce, en la práctica, en que los niños,
a partir de los tres años, saben todo lo necesario para comprender lo que
se les dice; así que, desde el punto de vista del lenguaje, lo que necesitan
es «practicar» para poder expresarse cada vez con mayor adecuación.
¿Cómo se practica el uso del habla? La respuesta es sencilla: ha-
blando; en distintas situaciones, con distintos interlocutores, con pro-
pósitos diversos y en contextos comunicacionales significativos.
De esta manera, se amplía la competencia comunicacional, que es la
que se necesita construir y perfeccionar a partir de los tres años.
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Los chicos hablan en el hogar y hablan en el Jardín
Los niños, desde que nacen, se comunican y hablan con los adultos,
en esto se juega su supervivencia (necesitan comunicar cuando tienen
hambre, frío, están incómodos, les duele algo), y también tienen la
necesidad de comunicar sus sensaciones y sentimientos a aquellos que
los rodean.
Esta relación comunicacional se lleva adelante en un ambiente fa-
miliar, íntimo, que está formado por muy pocas personas.
Como consecuencia de esto, la experiencia de un niño pequeño con
la comunicación es altamente restringida, ya que en los primeros 3 años
de vida (si no concurre a un Jardín Maternal) no conocerá gran variedad
de interlocutores adultos además del adulto/cuidador o de otros adul-
tos cercanos, a los que se agregan algún hermano o primo como inter-
locutor niño que le permite conocer el intercambio con un par.
En este grupo, puede generarse lo que se denomina jerga familiar:
expresiones propias del grupo, uso de la media lengua con el bebe, etc.
Además de la jerga familiar, los momentos, los temas y las circuns-
tancias en los que se habla en un hogar son semejantes, por ejemplo:
el adulto/cuidador realiza alguna tarea en el hogar y mientras tanto
dialoga con el niño y no comparte con otros este diálogo sobre lo coti-
diano; un grupo de adultos conversan entre sí, el niño escucha y cuando
se aburre se va; o el niño dialoga con su hermano, juegan los dos solos
en su dormitorio o en la plaza…
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No será extraño, entonces, que esos niños no hablen demasiado
y les cueste comunicarse en forma fluida; sienten que su manera de
hablar no es adecuada o directamente no conocen cómo adaptarse
desde la oralidad a todas estas circunstancias.
Hace algunos años, Emilia Ferreiro escribió un excelente artículo
donde llegaba a la conclusión de que, para que los chicos hablen en una
sala de Jardín, básicamente tienen que sentir que los temas que apare-
cen son verdaderamente significativos, que ellos tienen algo que decir al
respecto, sus experiencias y vivencias deben ponerse en juego para que
su intervención en las conversaciones sea posible.
A veces los chicos son más perspicaces que los adultos.
Uno de los momentos en la sala donde claramente el propósito es
comunicacional es el intercambio, la propuesta es sencilla: el docente se
sienta en ronda con el grupo y propone un tema de conversación para
que todos los presentes participen, él se ofrece como moderador, ya que
se supone que los chicos deben aprender a respetar los tiempos de cada
uno y a escuchar a los otros.
Desde el punto de vista comunicacional, el intercambio es una ma-
nera de comunicarse que sólo se presenta en la escuela y más específi-
camente en el Jardín, es propio de este contexto, no vamos a encontrarlo
en la vida familiar de los nenes.
Es parecido a una conversación pero con diferencias muy intere-
santes: en el intercambio, la palabra no circula de manera horizontal
(cualquiera puede hablar cuando el turno está vacante), se forma una
estructura en forma de estrella: el docente/moderador tiene la palabra
y luego de una introducción inicial se «la pasa» a alguno de la ronda, y
después, en orden, cada niño debe decir algo (si no aprovecha el turno,
será salteado); si se produce algún silencio, otro niño puede participar
aún si no es su turno, pero sólo si el docente/moderador se lo permite,
no pueden interrumpirse y no pueden hablar entre ellos.
El resultado es que, la mayoría de las veces, los chicos se aburren,
y luego de su intervención, no prestan atención, se inquietan, interrum-
pen, se levantan y todo se pierde en lo intrascendente.
Una variante de este intercambio se da cuando el docente intro-
duce un tema o un contenido nuevo y quiere indagar qué sabe el grupo
sobre esto; o al revés, se realizó una salida o una actividad (por ejemplo,
de juego trabajo), y el docente quiere realizar un cierre con todo el grupo,
en el cual todos opinen, muestren su producción y den sus impresio-
nes. Este tipo de intercambios pierden sentido cuando se extienden
demasiado en el tiempo desconociendo las posibilidades de atención
de los chicos de Jardín.
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Ideas de solución
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Dialectos son las variedades lingüísticas que inicial y básica-
mente representan orígenes geográficos divergentes.
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• Creer que la variedad representada por el docente es la co-
rrecta y las demás no lo son; o
• que todas las variedades son equivalentes, pero no gozan de la
misma valoración social.
• Preguntas y respuestas
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Se produce un corte de luz en la casa
Nene: ¿La luz?
Padre: Se cortó, nos quedamos un rato sin luz.
Nene: ¿No hay más?
Padre: Se fue un rato y ahora vamos a prender velas para no
estar a oscuras.
Nene: ¿Velas?
Padre: Sí, vení, vamos a buscarlas y te las muestro, después las
prendemos con el encendedor.
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En el caso de los nenes preguntando, el docente creará situacio-
nes donde ellos pregunten y el resto del grupo conteste con un pro-
pósito definido: buscar información, jugar, comprobar si la pregunta
es correcta.
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Entrevista: es un cuestionario amplio que permite conocer
datos sobre la vida, estudios, trayectoria del entrevistado y sobre
lo que hace profesionalmente en ese momento. Por ejemplo,
esperamos la visita de un escritor y queremos saber cuándo
empezó a escribir, con quién vive, cómo escribe sus cuentos, si
le gusta leer, si era buen alumno, etc.
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• En una sala de 5 años, ya se puede contextualizar una activi-
dad a través de una narración que suplante los soportes ma-
teriales que en salas anteriores se hacían imprescindibles.
Los chicos, a esta edad, pueden recuperar sus conocimientos
a través de la palabra oral, si se crea un relato lo suficiente-
mente atractivo para ellos.
En este caso, el docente quiere realizar una experiencia
con las diferencias y semejanzas entre las familias de los chi-
cos, y comienza con un pequeño relato:
«Mi papá, cuando era un nene, vivía en el campo, y me
contó que jugaba con animales chiquitos, como pollitos, cor-
deros, cachorros, y le encantaba, ¿ustedes saben dónde vivían
sus papás o mamás cuando eran chiquitos?»
Lo mismo sucede cuando los docentes ficcionalizan una
situación narrativa que permite que los niños, como explica
Ana Borzone de Manrique (2008), recuperen su «contexto
cognitivo» a través de estrategias narrativas; un ejemplo de esto
puede darse cuando un docente le dice al grupo:
«Si un día vamos al teatro, un señor, el acomodador, nos
puede pedir la entrada así: “Buenas noches, ¿me puede dar
la entrada para este espectáculo?”; y yo le puedo preguntar:
“¿Ya empezó la función”; “No señora, adelante, su fila es la 12”.
¿Alguno de ustedes fue alguna vez al teatro o al cine y le pi-
dieron la entrada?»
Así, el docente, por medio de un contexto ficcional, dejó
en la voz de los chicos la posibilidad de recuperar sus expe-
riencias pasadas, y también brindó algunos recursos propios
de la narración, como el uso de diálogos, y los cambios de voz.
21
Algunas características del habla de los niños
de Jardín de Infantes
A los cuatro:
• Han dejado de lado la jerga infantil.
• Sus oraciones son más extensas, complejizándolas con el uso
de sujetos y predicados compuestos: «Pablo y yo queremos
salir al parque y llevar juguetes».
• Empiezan a usar conectores para organizar sus relatos, por
ejemplo: «de vez en cuando…», «a veces… », «donde…».
• Tienen mayor tiempo de escucha, prestando más atención
a lo que les dicen sus interlocutores.
• Siguen incorporando gran cantidad de vocabulario.
• Ajustan cada vez más la pronunciación de los fonemas.
• Comienzan a argumentar sus opiniones e ideas, tratando de
persuadir a sus interlocutores sobre ellas.
• Siguen disfrutando al hablar y amplía su capacidad expre-
siva por medio de las palabras.
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A los cinco:
• En general, pronuncian correctamente todos los fonemas y
los grupos consonánticos. La repetición de trabalenguas es
una buena ejercitación si hay alguna confusión con los soni-
dos y su realización.
• Pueden argumentar sus ideas y sostenerlas frente a otros.
• Sostienen diálogos en paralelo con distintos interlocutores
sobre distintos temas, por ejemplo, hablan con un compañero
sobre su juego y le contestan al docente una pregunta sobre
la merienda.
• Van completando el uso de tiempos verbales y corrigiendo el
uso de los verbos irregulares, por ejemplo cabo por quepo.
• También usan correctamente el gerundio y el participio.
• Usan correctamente los coordinantes para unir núcleos.
• Sus oraciones se complejizan, incluyendo el uso de subordi-
nadas, por ejemplo: «Quiero el auto que te llevaste».
• Como cualquier adulto incorporan palabras nuevas, asocián-
dolas a un significado.
• Se afianza y amplía el uso de conectores en sus relatos, por
ejemplo: «Vino mi tío y entonces fuimos a pasear».
• No confunde más los pronombres personales, usándolos
correctamente.
Oralidad y escritura
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La oralidad es: La escritura es:
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• El uso de los signos de puntuación no están en relación directa
con su uso en el habla.
• «Oir» la lengua hablada es bastante difícil, ya que lo que hace
un hablante, normalmente, es una suma entre lo que la per-
cepción le ofrece y lo que reconstruye por interpretación; si
a esto le agregamos la necesidad de transcribir, se observa la
dificultad con la que se encuentran los posibles escritores.
• Las unidades presentes en la escritura: letras, palabras, oración,
etc., no se corresponden con lo que el oyente percibe, la mate-
ria fónica es un continuum sonoro entre dos silencios, las pa-
labras representadas gráficamente se encuentran entre dos
vacíos que no tienen correspondencia con lo percibido por el
oyente. Errores en la escritura de expresiones como «dere-
pente» u «osea» están relacionados con que, cuando las escu-
chamos, nos parecen una unidad sonora y, de hecho, lo son,
la escritura las diferencia en dos palabras independientes.
Incluso se puede destacar el caso extremo de letras que no se
corresponden con ningún sonido como la «h», o la letra «q»,
que sólo puede aparecer en combinación con la «u» y las vo-
cales «e» o «i».
Términos técnicos
Competencia lingüística
Conocimiento que se relaciona con el sistema lingüístico como tal,
mediante el cual los hablantes pueden producir un conjunto de oracio-
nes indefinidamente extenso que compone su lenguaje. Su construc-
ción se realiza entre los cero y los tres años de vida (N. Chomsky).
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Actuación lingüística
Es el uso que un sujeto hace de la lengua. Esta actuación se verá
condicionada no sólo por la competencia del sujeto sino también por las
convenciones sociales y otros factores de índole cultural y emocional
(N. Chomsky).
Competencia sociolingüística
Es el resultado de la suma del nivel interno de la lengua (competen-
cia) y el externo (actuación) más los factores sociales de cada hablante
(William Labov).
Conversación
Diálogo entre dos o más personas que contribuyen con su inter-
acción a la construcción de un texto.
Cada interlocutor tiene su turno; el tema puede ser puntual o gene-
ral; condicionado por el contexto en el que se realiza; informal: el tema
varía y no hay una organización previa.
Para que se realice, básicamente, hay que querer conversar, y las
preguntas son una buena manera de empezar.
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Comunidad lingüística
Es un término neutro, ya que no implica ninguna dimensión social
concreta ni base alguna de carácter común. Así que se entiende en
general como aquella comunidad cuyos miembros participan al menos
de una variedad lingüística y de las normas para su uso adecuado. Una
comunidad lingüística puede ser muy pequeña, como una aldea o un
pueblo, o muy extendida, como una gran ciudad o una región o país
completo.
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CAPÍTULO 2
Lengua escrita
En la actualidad nadie se atreve a discutir la presencia de la lectura y
escritura en las salas de Jardín de Infantes. Esto empieza a verse con
más fuerza a mediados de la década del 90, y se pone más el acento
en la sala de cinco años que en las otras.
Justamente, en esta década, la preocupación por la alfabetiza-
ción se presenta como una prioridad en nuestro país y también a nivel
internacional. Es cierto que Berta Braslavsky, desde la década del 60,
estaba embarcada en un cambio de enfoque en la enseñanza de la lec-
tura y la escritura, poniendo el acento en la comprensión y no en la
decodificación. Y que la investigadora Emilia Ferreiro (1979) ya había
publicado su libro Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño, a fines
de los 70, donde por primera vez se planteaba la necesidad de revi-
sar los métodos de enseñanza en boga, en función del fracaso esco-
lar, para buscar otros caminos, contando, como marco teórico, con
la psicogénesis, más acorde con los intereses y la realidad de los niños;
pero aun así, hubo que esperar hasta ese momento para plantear de
una vez por todas que la lengua escrita estaba presente como objeto
cultural y social en la vida de los niños y que el Jardín no podía seguir
ignorándolo.
29
Leer y escribir en el Jardín.
Breve recorrido histórico de la presencia
de la lectura y escritura en el Jardín de Infantes
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– Desde el punto de vista psicológico, responde a la teoría aso-
ciacionista: el aprendizaje de la lectura se concibe como una
asociación de respuestas sonoras a estímulos gráficos.
• El método analítico:
– Leer es un acto global e «ideo-visual».
– Se reconocen primero las palabras u oraciones de una ma-
nera global.
– El análisis de los componentes es posterior.
– La lectura es una tarea fundamentalmente visual.
– Hay que comenzar con unidades significativas para el niño.
31
Se justifica el enfoque actual
32
Hubo un periodo en donde se malinterpretó esta posición y
muchos entendieron que el docente debía esperar a que el grupo mani-
festara sus intereses como punto de partida del trabajo en la sala; o
sea, que si la lengua escrita no hubiera estado en la calle, no les llama-
ría la atención, o si la película no hubiera hecho entrar en su universo
de ficción a los dinosaurios, estos no hubieran formado parte de sus
intereses.
En realidad esta es una postura empobrecedora para los chicos,
porque, de alguna manera, aquello que entra en su universo depende
directamente de los estímulos del entorno y de su ambiente, entonces
deja de lado a aquellos que, por ejemplo, no tienen contacto con los
medios o con el ambiente urbano, o con la naturaleza en un estado sil-
vestre. También empobrece al docente, porque no lo autoriza a selec-
cionar recortes y contenidos que no surjan de los propios niños y sus
intereses.
Así que, al respeto por el desarrollo de los chicos como individuos
y por los intereses grupales, los docentes deben sumar contenidos, recor-
tes, temáticas, propuestas e incentivos de todo tipo, para que la sala esté
verdaderamente inserta en la realidad de ellos y de la sociedad.
33
Leer y escribir textos
Textos variados
Textos completos
34
Los argumentos al respecto eran absolutamente válidos:
• Los niños se identifican con sus nombres y se apropian lite-
ralmente de ellos. Creen que ese nombre les pertenece, forma
parte de su identidad y, por lo tanto, la posibilidad de apren-
der a leerlo y escribirlo les parece sumamente atractiva. Así
que enseñarles a leer y escribir el nombre propio es una si-
tuación significativa.
• Los nombres propios están compuestos por varias letras que
aparecen ordenadas siempre de la misma manera; son una
cadena inmutable y su apropiación les permite a los chicos
comenzar a comprender algunos rasgos de la escritura, como
por ejemplo, que la sílaba en español siempre se construye
con al menos una vocal: «A-na», «Fe-de-ri-co».
• En el contexto de una sala hay muchos nombres circulando,
lo que permite que los chicos comparen escrituras y sigan com-
prendiendo cada vez más características del código escrito.
• Es un texto completo, con sentido pleno; cuando nos presen-
tamos socialmente lo hacemos, como primera medida, por
medio del nombre propio y, como sienten los niños, es parte
de la personalidad de un sujeto.
• En la mayoría de los diseños curriculares se presenta como
meta para la lengua escrita que los chicos reconozcan su nom-
bre propio y puedan leerlo y que también puedan copiarlo
de un cartel.
35
• Cuando otro lee mi nombre en un cartelito prendido a la ropa,
para presentarme e identificarme.
36
funciones sociales que tiene en situaciones realmente comunicati-
vas, dirigidas a interlocutores reales.
Hacerles escribir el nombre en cada una de las producciones de
plástica, al principio como puedan, sugerirles que usen el cartel para
copiarlo, hasta que no lo necesiten más, es repetitivo, pero tiene sen-
tido real: es mío, es la manera de mostrar que hay un autor; todos los
nenes produjeron un texto a la manera poética, hay que firmarlo para
que otros sepan que somos los autores; escribir el nombre del amigo
en la invitación al cumpleaños o en una lista del grupo encargado de
regar la huerta; escribir el nombre en la ficha del libro que se lleva
prestado de la biblioteca; buscar su nombre en una lista de los nenes
que esa semana van a ayudar con la merienda; realizar una agenda
telefónica de todos los chicos de la sala, donde cada un escribirá su
nombre, número de teléfono y dirección… y se podría seguir. Las inter-
venciones del docente no serán muy distintas de las descriptas ante-
riormente, pero se harán a un niño o a dos, en situaciones diversas,
que reflejan realmente el uso social del nombre propio, mientras los
otros chicos siguen realizando otras acciones y será más llevadero
para todos.
Las oportunidades para que el nombre propio aparezca de
manera significativa en la sala y que haya que leerlo o escribirlo son
múltiples; el problema es cuando las actividades se encierran en su
propio objetivo y se pierde de vista a los chicos.
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CAPÍTULO 3
Lectura
El boga, boga,
sentado,
boga.
El boga, boga,
callado,
boga.
El boga, boga,
cansado, boga…
El boga, boga,
preso en su aguda piragua,
y el remo, rema: interroga
al agua.
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Permanentemente, deberíamos ser conscientes de que la lectura
siempre es descubrimiento. Al respecto, nos dice Italo Calvino: «Leer
es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué
será» 2.
Se han dado muchas definiciones sobre qué es leer y casi todas
ponían el acento en la mecánica de la decodificación.
En la actualidad, se considera que leer es mucho más y, en princi-
pio, es dar significado a un texto, comprenderlo y entenderlo; en esta
concepción, la lectura es un proceso dinámico en el que intervienen de
manera activa tres actores:
• El autor, que construye un texto para comunicarse con un
lector.
• El lector, que aborda el texto para construir significados a
partir de él.
• El texto, que colabora con el lector, con sus características
particulares.
40
• Las experiencias vividas previamente y las lecturas realizadas
por el lector: al abordar una lectura partimos de todas las lec-
turas previas que hemos realizado y también de todas nues-
tras experiencias vitales. Por ejemplo, ante una descripción
rica en imágenes sensoriales, pondremos todos nuestros
recuerdos sobre olores, sabores, sonidos, texturas e imáge-
nes visuales al servicio de la comprensión de esta.
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escrito en su totalidad, pueden otorgar significado a los textos y a sus
portadores.
Por otra parte, a aquellos que tienen ese conocimiento y agregan
en la construcción de significados el de la lectura convencional, se los
denomina lectores convencionales.
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suficiente las necesidades e intereses de los chicos, o los conocimien-
tos que ya ha construido con respecto a los libros, puede aburrirlos con
un texto para más chiquitos o más grandes, con demasiada informa-
ción o pocas ilustraciones. Este es el lugar de quiebre, donde es necesa-
ria la figura de un promotor.
Textos informativos
Los contenidos de ciencias sociales y ciencias naturales nos brin-
dan excelentes oportunidades de leer distintos tipos de portadores y
de textos que presenten desafíos para los chicos.
• Han ido a la plaza o parque más cercano al Jardín para obser-
var qué bichitos (insectos) viven en ella. Lograron encontrar
43
bichos bolita bajo las piedras, arañitas, bichos canasto col-
gados en las ramas, moscas, hormigas negras, abejas, y en
las flores, vaquitas de San Antonio. Los padres que los acom-
pañaron se dividieron para acompañar a cada grupo y con
sus celulares sacaron fotos de cada uno de los descubrimien-
tos, con la promesa de hacer las fotos en soporte papel y traer-
las a la sala.
Búsqueda de información
Van a la biblioteca de la escuela o, si hay, a alguna cerca del Jardín,
o al rincón de biblioteca de la sala, si no hay otra opción, y seleccionan
material para leer en la sala: pueden ser revistas de información, manua-
les, enciclopedias, diccionarios, infografías 3, alguna propaganda sobre
la campaña para combatir al mosquito transmisor del dengue, etc.
Una vez en la sala, clasifican el material para pautar cómo lo irán
leyendo, para eso el docente les ofrece una «mesa de libros» (se ubica
el material sobre dos mesas, con las tapas a la vista para que los chicos
lo observen cómodamente y elijan qué leer); el propósito de esta lectura
es saber si hay información pertinente en el material seleccionado (se
guiarán por el índice, por las fotos que contenga el portador, consul-
tando entre ellos y con el docente); terminada esta exploración, algu-
nos de los materiales quedarán desechados y con los que contengan lo
que queremos saber, se realizará un cronograma de lectura, que depen-
derá de la cantidad de textos que haya, por ejemplo: durante dos sema-
nas, se leerá alguna definición, si hay insectos que colaboran con los
hombres o que los molestan y enferman; los que viven en comunidad,
como las hormigas y las abejas, y otros que viven solos, como las poli-
llas. Algunos días, se diseñarán breves escenas en un momento espe-
cífico del horario, por ejemplo, al terminar la merienda.
Escenas de lectura
Estos momentos serán eso: momentos; la propuesta no es leer
20 minutos seguidos, porque es abusar del interés y la paciencia de
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los chicos; durante 5 o 10 minutos, el docente lee, comentan, miran y
hacen circular las imágenes, para concluir con algún comentario a cargo
del docente o de un niño.
En estos recorridos, es el adulto, en general, el que lee, porque se
quiere transmitir textualmente la información, pero si un nene o nena
se ofrece a leer un texto porque le resultó atractivo, hay que alentarlo
a hacerlo, luego vendrá la lectura convencional como cierre. De la
misma manera, si el texto es muy largo, se puede leer en voz baja y
hacer un breve resumen del contenido. Aquí sí hay que leer y tratar de
mostrar las imágenes al mismo tiempo, imágenes que ilustran el texto
porque, justamente, «ilustran» el tema sobre el que se está leyendo.
Cierre
Se producirá cuando se haya recorrido todo el material seleccio-
nado. Será una decisión grupal si las lecturas quedan o no registradas
en un texto producido por el grupo cuyo propósito será realizar un
registro de parte de la información leída para compartirla con las otras
salas, ya que no siempre se lee para escribir.
La novela
Nos parece interesante dar un ejemplo de lectura literaria soste-
nida en el tiempo, que puede realizarse en la sala de cinco años, ya que
los chicos pueden recordar el argumento durante el tiempo que dure
la lectura, y este texto está escrito para ser leído, no para ser narrado.
La clave de esta propuesta serán los títulos que tenga planifi-
cado leer al grupo, ya que a la memoria y a la atención hay que ir
«entrenándola».
Para leer novelas, el grupo tendrá que haber oído gran cantidad
de cuentos, porque la lógica de este texto es sostener un conflicto ini-
cial planteado al principio de la historia que se solucionará en el final,
mientras en cada capítulo se irán abriendo y cerrando pequeños con-
flictos secundarios acompañados también por personajes secundarios
que aparecen y desaparecen. Entonces, los recorridos de lectura de
novelas aparecerán en las salas de 5 años hacia la segunda parte del año.
Batata, de Graciela Cabal, es un excelente comienzo, por su bre-
vedad (sólo dos capítulos) y por su sencillez: hay tres personajes, todos
protagónicos, las acciones son sencillas, los escenarios cercanos a cual-
quier niño, la historia es realista: una nena quiere tener un perro, pero
la mamá no se lo permite por la responsabilidad que implica; un día,
a la nena la sigue un perrito por la calle y, sin que la mamá se dé
cuenta, lo entra a su dormitorio; al descubrirlo, la mamá lo acepta a
45
prueba, y como se porta bien y la nena lo cuida, lo nombran Batata y
se queda a vivir con ellas.
46
Silencio, chicos leyendo
Cuando los chicos terminan la sala de cinco años tienen que ha-
cerlo con la seguridad de que pueden leer todo tipo de textos y que leer
es una experiencia gratificadora y agradable; de esto, van a depender
sus futuras experiencias como lectores. Por eso es fundamental que se
reconozcan como lectores desde los tres años.
Leer a su manera, como puedan, los llevará a algunos a apropiarse
del sistema de escritura, otros, quizás, se entusiasmen más con la bús-
queda de portadores y la lectura a partir de los elementos paratextua-
les, como las ilustraciones, y prefieran escuchar en la voz del maestro
la lectura convencional.
No importa, todo es válido si los acerca a la clave de la lengua es-
crita, el propósito del Jardín es acercarlos a todo tipo de portadores
y de textos; mostrarles para qué sirven, cuándo es necesario leer, dónde
encontrar el material que están buscando, cómo hacer si quieren infor-
marse o pasar un rato entretenido leyendo una revista o ensimismarse
con la lectura de un texto literario, cuáles son los resultados diversos de
la lectura individual y grupal en la construcción de significados del
texto; en fin, todo es válido si se proponen situaciones concretas, varia-
das e interesantes de lectura.
47
El docente alentará estas situaciones para que el niño se sienta
seguro en su papel de lector, pero también cerrará estas escenas con la
lectura convencional, porque así quedará en claro que estas lecturas no
convencionales no terminan de dar cuenta de lo que comunica el texto
en su totalidad, y alentará al grupo a seguir indagando sobre qué es leer.
Una oportunidad para crear estas situaciones se da cuando se les
proponen las mesas de libros. En el rincón de biblioteca se invita a los chi-
cos a leer libros de poesía, se disponen en dos mesas una cantidad de
libros que supere la cantidad de nenes que van a intervenir en la activi-
dad, la mayoría de los libros son de poesía pero hay tres o cuatro de tex-
tos narrativos e informativos.
Se invita a los chicos a elegir un libro, que lo observen para decidir
si es de poesías, y a leerlo como puedan. El docente circula entre ellos,
sentándose con alguno y preguntándole qué opina, si es o no poesía (de
esta manera se lo guía hacia el reconocimiento de la silueta visual del
texto), si no se anima a leer un poco; va con otro y le pregunta si pueden
leer juntos o si quiere que le lea para él, a otro le pide que le lea un ra-
tito, le muestra que al fin de los versos se repiten letras y le pregunta qué
piensa, por qué será.
Luego de 10 minutos, los invita a sentarse juntos para hablar y leer
de sus libros. Alguno dirá que en el de él no había poesías y entonces
tendrá que explicar su opinión; otro mostrará que sí son poemas lo que
hay en su libro, con suerte alguien intentará leer de manera conven-
cional, porque justo eligió un libro con una poesía conocida por el grupo
y la reconoció.
Así, se fueron sucediendo distintas escenas donde todos fueron
protagonistas por un rato.
48
una obra del siglo XV que del siglo XX; un autor argentino que uno
japonés.
Estos datos también ayudan a que el lector construya anticipa-
ciones sobre el significado del texto porque me proporciona informa-
ción fundamental sobre la obra. Si compro un libro de Stephen King 4
y es un recetario de cocina francesa, me sentiré defraudado.
En el Nivel Inicial, hay que contextualizar la obra desde el autor
y su época, y también desde el portador en sí, por ejemplo: ¿Dónde lo
consigo? En la librería, en el kiosco, en la biblioteca, en el rincón de
la sala. Si voy a una librería, ¿dónde estarán los libros para chicos, los
libros de cocina, las enciclopedias?
De la misma manera, hay que tener en cuenta el contexto en el
que se da la lectura: leer en la sala con todo el grupo, no es lo mismo que
leer solo en mi casa o en el rincón de biblioteca; la comprensión del
texto estará condicionada por las circunstancias de la lectura.
El docente termina de leer un texto informativo sobre la conta-
minación sonora y les pide a los chicos que mencionen lugares donde
les parezca que hay mucho ruido y es difícil escuchar: la avenida, en
casa con la tele muy alta, en el subte. Como no todos los nenes andu-
vieron en subte, le preguntan qué hace ruido, adónde va en subte, si es
muy oscuro… sólo cuando se lee en grupo se dan situaciones de este
tipo.
La palabra paratexto significa, etimológicamente, lo que acompaña
el texto, otra manera de definirla es como el entorno variable del texto.
Por una parte, el paratexto predispone y condiciona la lectura, y
por otra, la acompaña ayudando al lector a construir significados y cerrar
sentidos en el texto.
Si tomamos como ejemplo el diario, uno de los portadores más
ricos de nuestra sociedad, los titulares de las noticias adelantan al lec-
tor el posible contenido textual; si hay fotos, gráficos, la bajada y el
copete, el sentido a construir será cada vez más preciso impidiendo
que la información se malinterprete. En el caso de un libro, la ilustra-
ción de la tapa, el nombre del autor, la nota de la contratapa o la so-
lapa, si es una novela, una antología de cuentos, nos dará información
sobre el probable contenido del texto
Según J. Herbrard (en Braslavsky: 1994):
49
«(…) antes de ser un texto, un libro es , para el
lector, una cubierta, un título, una puesta en página,
una división en párrafos y en capítulos, una suce-
sión de subtítulos eventualmente jerarquizados, una
tabla de materias, un índice, etc., y desde luego, un
conjunto de letras separadas por blancos. En sínte-
sis, un libro es ante todo un proceso multiforme de es-
pecialización del mensaje que se propone a la acti-
vidad de sus lectores.»
50
Paratexto editorial
• Tapa • La ilustración
• Contratapa • Dibujos
• Solapa • Fotografías
• Primeras páginas: anteportada, • Esquemas
portada, posportada, título de • El diseño
la colección, director, lista de obras • Diagramación
del autor, menciones legales, • Tipografía
título original, fechas y ediciones, • Tipo de papel
dirección editorial.
• Últimas páginas: colofón.
Paratexto autoral
51
Propuestas de diversas secuencias didácticas de lectura
52
Ejemplo 1
53
la trama; o sea, en los recursos del lenguaje poético. Se reco-
mienda llevar adelante este tipo de propuesta a partir de
los cuatro años, ya que los más chiquitos necesitan afianzar
la estructura del texto y su trama.
Ejemplo 2
B. El diario.
C. Una enciclopedia.
54
contratapa y todo lo que no sea el texto: lo hacemos,
el docente se detiene en el índice y explica para qué
sirve, así los niños entienden para qué sirven los
números de las páginas; miran algunas imágenes y les
pregunta por qué están acompañando lo que está
escrito, ven el lomo y en la contratapa les lee el único
texto que está presente: «libros para soñar»; les cuenta
que ese es el nombre de la colección, distinto al de la
editorial.
En un segundo momento, se dividen en pequeños
grupos con distintos libros para que vean qué elemen-
tos de los nombrados están y cuáles no están. El cierre
se hará con la puesta en común de cada grupo a cargo
del que quiere contar lo que charlaron.
Aclaración: Esta actividad no hay que hacerla cada
vez que se lee un libro, al menos no en su totalidad. Se
puede preguntar cuál será el título, si se lee una tapa,
o dónde estará el nombre del autor, y nada más; en otra
oportunidad el docente puede detenerse en el lomo;
lo importante es que los chicos recuerden los elemen-
tos paratextuales, no que se aburran al comienzo de
la lectura del texto.
B. El diario
Se presentará el diario; como señalamos, el diario es
uno de los portadores más complejos que circulan, así
que le dedicaremos varias actividades.
• En la primera actividad, se darán consignas muy
claras sobre lo que se quiere que busquen: ¿hay
una tapa, un lomo y una contratapa como en los
libros?; ¿por qué habrá fotos?; ¿las letras: son
todas del mismo tamaño, del mismo tipo? Luego,
se los invita a que en pequeños grupos lean los
diarios que se trajeron (o que trajeron ellos si se
los pedimos). Para después hacer la puesta en
común.
• En las restantes actividades, se verán las seccio-
nes que lo componen, si para encontrarlas hay
un índice o si hay otra manera (observando la
parte superior de la página) y de qué tratan; se
dedicará una actividad especial al clima, los
55
juegos y las historietas y humor gráfico, si lo hu-
biera; de la misma manera se detendrán espe-
cialmente en el suplemento de espectáculos,
para señalar su función social.
C. Una enciclopedia
La enciclopedia es un portador que tendría que acom-
pañarnos en las actividades de Ciencias Naturales y
Ciencias Sociales, principalmente; y de ahí la impor-
tancia de que los chicos sepan cómo buscar informa-
ción en ellas. Algunas enciclopedias tienen su mate-
rial organizado en orden alfabético; otras dependen
de un índice de materias. Lo ideal sería mostrarles y
que leyeran de los dos tipos; si tenemos una sola
clase, nos conformaremos con que los nenes encuen-
tren lo que quieren saber en forma independiente;
por supuesto que en la práctica se guiarán por las ilus-
traciones y las fotos que acompañan los textos; lo
interesante es que agreguen a ese criterio de bús-
queda «evidente», otro, que se asocie más con la lec-
tura convencional.
No es necesario dedicarle más de una actividad a
esta exploración y lectura de la enciclopedia. A conti-
nuación, en las actividades donde se incluya será ne-
cesario recordar entre todos el uso del índice.
56
Así que nos parece oportuno diferenciarlos para, a la hora de selec-
cionar, tener un criterio adecuado con respecto a estos portadores.
El libro de imágenes es un portador en el cual una narración es-
crita comparte un mismo espacio con una creación plástica que tiene
su propia lógica y sus elementos fundamentales que responden al len-
guaje visual; por ende, al seleccionarlos, también hay que tenerlos en
cuenta:
• La línea: el uso de la línea crea sentido en el dibujo; hay dis-
tintos tipos: curvas, rectas, continuas, discontinuas, finas, áspe-
ras, negras, en color, etc. Con las líneas también se puede
transmitir sensaciones como espontaneidad, delicadeza, vio-
lencia; o representaciones culturales como las líneas curvas
transmitiendo sensualidad o femineidad.
• El color: es por todos sabidos que de los colores no sólo se
percibe si son fríos o polícromos, sino el hecho de que la so-
ciedad les asigna valores y significados; es lo que pasa con el
negro y el duelo en Occidente. También puede tratarse de un
uso decorativo o simbólico.
• La textura: es un elemento esencial para crear el ambiente y la
atmósfera.
• La perspectiva: se usa para lograr el efecto de tridimensión,
pero también es un recurso gráfico para la creación de sentido.
Por ejemplo, a través de ella se muestra el punto de vista del
narrador/ilustrador.
• La composición: es la relación de los distintos elementos de la
ilustración entre sí. Cada uno de los elementos tiene un signi-
ficado en sí mismo pero cobra uno nuevo al ponerse en rela-
ción con los otros. Es fundamental para establecer la secuen-
cia de lectura. Hay distintos tipos de composición: estables o
dinámicas, abiertas o cerradas, etc.
57
• El género: desde la ilustración se reconocen dos: científico
o literario; y dentro del literario, hay dos subgéneros: rea-
lista o fantástico. Igual hay que tener en cuenta que bajo la
denominación realismo se agrupan muchas manifestaciones,
no sólo el mimético o fotográfico.
• El punto de vista: todo ilustrador toma una posición frente al
texto que ilustra. A veces acompaña al autor literario y, en
otras, puede ironizar, hacer un contrapunto o dramatizar lo
narrado.
58
Es una necesidad concreta leer imagen y texto en simultáneo para
«leer» realmente estos libros.
Pero no sólo la unidad texto-diseño-imagen definirá un libro
álbum: «La poesía, lo estético, la riqueza de significados y el uso inte-
ligente de recursos son rasgos que pueden identificar a un libro álbum
de calidad» (Hanan Díaz, 2007).
Como explica Fanuel Díaz, hay que seguir teniendo presente que
lo artístico y su transmisión es el fin último y central para su selección.
En esta búsqueda de efectos artísticos, los autores no dudan en
llevar sus propuestas hasta la metaficción 7, como sucede en Las pintu-
ras de Willy, de Anthony Brown, que, además
de realizar un homenaje a las obras cumbres
de la Pintura occidental a través de la parodia,
deja abierta una nueva historia cuando en
su última página podemos ver que el prota-
gonista, Willy, el chimpancé, abandona la
habitación donde estuvo pintando y deja
tras de sí una máscara de mono y su chaleco
multicolor, ¿Quién es Willy?¿Quién es el
autor de esta obra? También en este texto
está presente un efecto artístico bastante
transitado, pero no por eso menos efectivo:
la intertextualidad a la que se le rinde home-
naje en la página desplegable donde están
todas las obras aludidas junto con breves bio-
grafías de sus autores.
Como era de esperar, muchas obras rin-
den homenaje a la historieta usando su uni-
dad básica de narración: la viñeta, además
de otros aportes como signos cinegéticos o
globos de diálogo.
Desde el punto de vista de los regis-
tros lingüísticos, podemos encontrar de
todo tipo, de la misma manera que, dentro
del lenguaje poético propio de lo literario,
encontraremos textos publicitarios o pro-
pagandísticos.
59
Jugar con la propia forma del libro y hacerla, incluso, desaparecer
es otra propuesta para los lectores de libro álbum que, evidentemente,
se caracterizarán por una gran plasticidad al elegir como lectura a este
tipo de portador que se cruza con lo multimedial; hay que aclarar que
cuando adquiere este formato es denominado libro objeto 8.
60
En muestro caso decidimos presentar primero el material: el libro
álbum en sí y luego concentrar la atención de los chicos en un solo autor
y finalmente en una sola obra del mismo.
Fueron cinco actividades en total, y dejamos una serie de cuatro
más por si la docente quería seguir con el tema luego de que nosotros
nos fuéramos.
En la primera actividad se presentó una mesa de libros con sólo el
material que queríamos presentar a los chicos. Luego de la exploración,
reunimos a los nenes para conversar sobre qué les había llamado la
atención sobre estos libros: «El tamaño», «son muy lindos», «los dibujos»,
fueron algunos de los comentarios. Como cierre, se leyó uno a todo el
grupo, por supuesto mostrando la imágenes y, para que todos observa-
ran mejor, se llevaron dos libros iguales; así, mientras una de las alum-
nas coordinadoras de la propuesta «decía» el texto y mostraba las ilus-
traciones, en otro ángulo, una compañera mostraba al unísono las de su
libro (hay que recordar que una de las características más importantes
de este tipo de portador son los detalles de
las imágenes y hay que mirarlas con deteni-
miento y de cerca para leer con detalle).
En la segunda, nos concentramos en di-
ferenciar claramente este tipo de libros de
los convencionales con ilustraciones. Nueva-
mente, la mesa de libros con todo tipo de li-
bros fue el primer paso, luego conversamos
y se realizó un cuadro comparativo sobre los
dos portadores.
Las tres últimas actividades las dedica-
mos a la obra de Anthony Browne, para de-
tenernos en El libro de los cerdos, que se desa-
rrolla íntegramente en el interior de una casa
inglesa, con todos los detalles de decoración
de las mismas y los agregados que el autor
realiza para incorporar nuevos sentidos a
la lectura (a medida que avanza la historia,
los personajes se transforman en cerdos, y
los detalles, como el dibujo del papel de las
paredes, el salero, las figuras de los cuadros,
también sufren la misma transformación).
Al finalizar, los chicos realizaron un collage
al estilo de las ilustraciones de Browne, con
material de revistas.
61
La fuerza del libro álbum como portador con características espe-
cíficas y sumamente atractivas quedó registrada en las producciones
de los chicos que reflejaron las ilustraciones originales y el espíritu de
los argumentos de los libros.
62
que tengan la capacidad para leer las imágenes y su diálogo
con el todo.
Creo que en este momento, con el auge que está vi-
viendo el álbum, las nuevas generaciones de editores se están
aggiornando al respecto, pero aún falta, y no es tan común
encontrar gente que tenga la «macromirada» sobre cómo se
desenvuelven todos los discursos en conjunto.
El mercado trata de imponer leyes que si el editor respeta
a rajatabla cae en el sometimiento, en la trampa. Incluso un
monopolio editor de estereotipos fundados en base a estu-
dios estadísticos de expertos en marketing estará bajo la tu-
tela de esos mismos expertos, fundando una línea editorial
cual editores (¿enfocados más a las ventas que a la formación
del lector? seguro, pero ocupando —¿usurpando?— el lugar
de editores al fin). No existe editorial sin editor. La contradic-
ción desarma de manera automática esa posibilidad.
Creo que ya respondí la pregunta, pero me amplío di-
ciéndote que lo que yo hago en la colección que dirijo (y que
siento que no es tan común, porque como autor pocas veces
lo siento en mi comunicación con mis editores) es leer todo,
pero al mismo tiempo creo que tiene que ver con una prác-
tica que arrastro desde la cuna y que he perfeccionado al es-
pecializarme, pero no veo el texto separado de los dibujos
ni del diseño, y eso creo que es lo que tiene que tener un edi-
tor de álbumes.
63
Es un momento que recuerdo vivamente, pues ahí caí en la
cuenta de la importancia de que en mi infancia y adolescencia
mis padres hayan resistido tanto la presencia de la tele, en
contraposición a la de las inmensas y pobladísimas biblio-
tecas que siempre hubo en casa.
En aquel mismo momento de esa cena en ese concurso
(ya ves lo importante que fue), ellos y Sergio Fasola (otro
dibujante) dijeron que qué bueno que sería lo mío para ilus-
trar libros infantiles.
Quedé conectado con ellos y ese mismo año o el siguiente,
en que terminaba la secundaria y tenía decidido radicarme
en Buenos Aires, les pedí contactos para presentarme a tra-
bajar como dibujante. Entre todos los que me dieron estaban
Laura Devetach y Gustavo Roldán, entonces directores de la
colección «El pajarito remendado», en editorial Colihue. A ellos
fui y fueron los que primero me dieron un libro para ilustrar.
Al hacerlo, me di cuenta de lo distinto que era ilustrar un
libro para niños que una historieta, de lo distinto que eran los
medios de expresión, de circulación y el soporte, entendí y
me fascinó ese espacio perdurable que es el libro, un terreno
todo para un solo ilustrador, tan distinto a lo efímero y multi-
autoral de las revistas.
Ahí fue que empecé a dedicarme a buscar trabajo más por
el lado de los libros ilustrados y así sigo hasta hoy. La geogra-
fía del libro, mientras uno está creando, es como un espacio
privado en donde todas las decisiones las toma uno, a lo sumo
hay que compartirlas con el coautor (el escritor) pero nada
más, y uno sabe que eso que está creando va a fundar una
línea de lectura que guiará al lector, ese desconocido que
terminará de dar sentido a todo. La conciencia de eso es lo
que me hizo elegir quedarme en esta zona de la ilustración,
y cada vez confirmo que fue una decisión buena.
64
en marketing. El autor es el que tiene la neurona despierta a
lo que señalan los tiempos. No creo que sea función del edi-
tor ordenar a los autores tal o cual tema o tal o cual formato
«convenientes». Sino percibir que el proyecto de artista se
adapte a una idea eje lo suficientemente flexible como acoger
toda idea original que aparezca.
Así que mi propuesta como editor fue generar algo que a
mí como autor siempre me hubiera gustado que me pasara.
Libros en los que determinan ellos, de acuerdo a las necesi-
dades de su obra, el formato del soporte (no era usual en
Argentina dar a elegir esto a un autor, respetando sus deseos
y necesidades). Diversidad. La que por antonomasia hace a
los libros.
Una colección en donde el eje es ser álbum. Un eje que
siento que rota en la misma dirección que mi carrera como
artista: la obra es el libro, y no el texto o las ilustraciones por
separado.
65
En una escuela, el espacio dedicado a la biblioteca debe
ser agradable, cómodo, con buena iluminación y tranquilo,
para que los chicos puedan leer, pensar y escuchar, un lugar
que invite a acercarse y quedarse.
Al ordenar el material, siempre debe estar al alcance de
los chicos, tienen que tener acceso directo a ellos; ubicarlos en
estantes o exhibidores con la tapa a la vista, ya que el lomo
«exige» leer convencionalmente el título para elegir una po-
sible lectura. El material gráfico (volantes, folletos, revistas,
diarios, etc.) puede estar ubicado en cajas con rótulos que per-
mitan anticipar los materiales que hay dentro de ellas para no
realizar búsquedas infructuosas.
Cuando no se cuenta con espacio suficiente, se puede
idear un sistema que permita delimitar un espacio y armarlo y
desarmarlo según las necesidades, con cajas, soportes móvi-
les, exhibidores, etc.
66
Carteleras, almanaque, agenda, carteles, revistas, diarios, eti-
quetas, álbumes, guía de teléfono, postales, libros, enciclopedias,
diccionarios, folletos, volantes, cuadernos, anotadores.
Hay que cuidar que todos los materiales estén en buenas condicio-
nes, muchos de ellos son muy frágiles, como los volantes o los diarios, al
manipularlos dos o tres veces se rompen fácilmente, ya que están hechos
para ser descartados luego de su lectura; por eso, vamos a poner en la
sala gran cantidad de ellos y descartarlos cuando se rompen. En el caso
de los libros, diccionarios y enciclopedias, es distinto, cuidándolos se
pueden conservar mucho más tiempo, y los chicos de cinco años pue-
den entender la necesidad de cuidarlos para que duren.
También se puede contar con otro tipo de materiales, como casetes,
videos, CD, DVD, donde puede haber música, narraciones de cuentos
o lecturas de relatos y poemas, incluso pueden incluir material informa-
tivo; ellos tendrían que estar en la biblioteca y al alcance de todos. Si
en la sala se produjeron materiales asociados a actividades creativas,
como títeres o máscaras, se podrían incorporar a la biblioteca o al rin-
cón, y los chicos los usarían de manera espontánea.
Los libros, para nuestra sociedad, siguen siendo los portadores más
importantes y, por eso, merecen ser tratados con más detalle. Cuando
se piensa en una biblioteca, se imaginan gran cantidad de libros, pero en
realidad, la clave de una biblioteca atractiva y completa es la variedad,
hay que ofrecer distintos tipos de libros:
• Libros de Literatura:
– Narrativa: mitos, leyendas, cuentos y novelas.
– Poemas.
– Obras de teatro.
• Historietas.
• Libros informativos:
– Enciclopedias.
– Diccionarios.
– Libros de interés general.
– Libros temáticos: por ejemplo, sobre la panadería,
los caballos.
– Libros de divulgación científica.
– Libros de reproducciones de plástica.
67
Además de enumerarlos para elegir distintas clases de libros, hay
que agregar la manera de decidir cuáles de los libros, autores y varie-
dades de textos son los más adecuados para los chicos de cinco años.
En lo que respecta a las ilustraciones, por ejemplo: los chicos nece-
sitan ver gran variedad de propuestas estéticas: ilustraciones a color, en
blanco y negro, figurativas y no figurativas, a doble página, a toda pá-
gina o más pequeñas.
El uso de fotos para ilustrar textos literarios y no literarios es muy
interesante para cotejar imágenes de lo real y distintas representaciones
artísticas de la realidad: ver la foto de un objeto (que no deja de ser una
posible representación) y el dibujo de ese objeto son experiencias com-
plementarias y enriquecedoras para ellos.
La presencia de ilustraciones en los libros para esta edad es funda-
mental porque por medio de ellas los nenes logran anticipar gran parte
de los significados de los textos. Por eso hay que prestar atención a que
las ilustraciones tengan relación con el texto.
68
• El texto del libro informativo
Lo fundamental para seleccionar estos materiales es la clari-
dad con que están escritos, que sea de fácil comprensión y que
la información que contengan sea adecuada al tema que se
desarrolla. Esta aclaración vale de la misma manera para de-
finiciones, notas, noticias, registros de experiencias, recetas,
cartas, etc. Recordar que la presencia de imágenes y otro tipo
de paratextos como mapas, gráficos, cuadros, también son im-
portantes porque les acercan a los nenes la complejidad y va-
riedad de estrategias que ponemos en juego al leer.
Textos narrativos:
– Protagonistas: las características de los protagonistas son
fundamentales a la hora de seleccionar un texto, porque
si los chicos no se identifican con el protagonista no les inte-
resará saber qué pasó con él en la historia. Por lo tanto, el
propósito al describirlo no es reconocer si es bueno o va-
liente, sino observar si será interesante para los nenes. El
protagonista para textos narrativos de tres años: un niño o
un animalito personificado con las mismas características
69
de ellos; a los cuatro: se suma el héroe de acción típico de los
relatos folklóricos y adultos infantilizados; a los cinco años
podrá ser: un nene como ellos, un animal personificado con
las características y conductas infantiles; un ani-
mal que actúa como tal, como en El loro pelado,
de Horacio Quiroga; un adulto, como en ¿Los dino-
saurios existen?, de Hana Johansen; un adulto de la
tercera edad como en La escoba de la viuda, de Chris
Van Allsburgh (este tipo de protagonista es muy
interesante porque se ve cómo los chicos se iden-
tifican con las situaciones de soledad, marginali-
dad y desprotección a los que el mundo de los adul-
tos condena a los viejos); aventureros como los
piratas o los astronautas.
10. Las acciones son lo que hace a los personajes y permiten que el argumento
avance; los acontecimientos son hechos que le suceden al protagonista inde-
pendientemente de su voluntad y cambian su suerte radicalmente, por
ejemplo: Pulgarcito es abandonado en el bosque.
70
En una sala de cinco años, si los chicos tienen experiencia
con los textos, pueden entender gran cantidad de acciones
y acontecimientos en los textos. Pueden seguir el hilo del argu-
mento a pesar de su complejidad. De ahí la posibilidad de
leer novelas con ellos.
71
empiezan a formar sus propias ideas sobre lo que está bien
y lo que está mal.
Hay que incluir relatos de origen folklórico y de autor
para que puedan gozar con la sencillez y sabiduría de los
mitos, los cuentos y las leyendas, y enriquecerse con el estilo
de cada uno de los autores literarios que producen sus tex-
tos con rasgos y particularidades irrepetibles.
Los cuentos secuenciados son aquellos que conservan al
mismo protagonista o grupo de protagonistas en distintas
historias, conservando los mismos escenarios, pero cam-
biando el conflicto, o sea, una parte de los elementos del argu-
mento. Es una lectura o narración excelente para presentar
indirectamente la experiencia de la lectura de
novelas.
Algunos ejemplos son los cuentos de Sapo:
Sapo enamorado, Sapo tiene frío, etc., de Max
Velthuijis; Sapo y Sepo son amigos o Sapo y Sepo
un año entero, de Arnold Lobel; los cuentos de
María Elena Walsh que tienen como protago-
nista a Felipito Tacatún, como «La regadera
mágica» en Cuentopos de Gulubú.
Textos poéticos
La poesía es la puerta de entrada a la literatura. Las can-
ciones de cuna y para dormir son su carta de presentación
y desde que nacemos los poemas nos resultan tan cercanos
como la presencia de nuestra madre o del que nos canta.
Esta aceptación del lenguaje poético muchas veces no se
refleja en la sala, donde se suelen escuchar mucho más
seguido cuentos que poesías. De ahí la importancia de su
presencia en la biblioteca, que los chicos puedan leerla, ob-
servar su silueta textual característica, reconocer las coinci-
dencias gráficas en las rimas y, por supuesto, escucharlas.
Repasemos algunas de sus características que permiti-
rán seleccionarlas para incluirlas en la biblioteca.
72
versificación: los versos de arte menor12 son más rítmicos
que los de arte mayor, la aliteración, la enumeración, la ji-
tanjáfora y la onomatopeya y la anáfora, son los recursos
más usados y adecuados en esta poesía.
12. Así son llamados los versos de hasta ocho sílabas, son los más abundantes
y comunes en el folklore.
13. Poema folklórico inglés, de carácter absurdo y con una métrica fija: cinco ver-
sos, tres de arte mayor (11 sílabas) y dos de arte menor (7 sílabas), su rima
es: AAbbA.
73
pueden pronunciar correctamente y con cierta velocidad
como para jugar con los trabalenguas).
Hay que hacer la misma aclaración que en narrativa,
si los chicos no tienen experiencia en escuchar poesía, habrá
que comenzar con los poemas más simples, de origen
folklórico, para luego ampliar la propuesta con poemas más
extensos y sofisticados en su forma.
El rincón de biblioteca
74
El equipo de conducción había organizado un espacio muy
pequeño para que funcionara como biblioteca y había encargado a dos
docentes celadoras que sostuvieran las visitas y consultas en el lugar.
En nuestra primera visita, vimos que el material estaba ubicado
correctamente en exhibidores al alcance de los niños y sugerimos que
se lo clasificara para que los chicos pudieran guiar su exploración te-
niendo en cuenta el tipo de texto de cada portador; nos mostraron el
cronograma organizado para que cada sala tuviera un horario concreto
para ir a la biblioteca y nos aclararon que por el momento no se pres-
tarían libros.
Sugerimos que, como parte del material estaba en una biblioteca,
ya que no entraba en los exhibidores, aprovecharan para cambiarlo
periódicamente y que los chicos se encontraran con distintas ofertas a
su alcance; con respecto al préstamo domiciliario, los alentamos para
realizar previamente talleres con los padres para significar la llegada
de los libros y la posibilidad de leerlos en familia.
Cuando nos íbamos, nos dieron el proyecto elaborado por las dos
celadoras con actividades para realizar en la biblioteca.
En la segunda visita, luego de la lectura del proyecto, les pregunta-
mos sobre las actividades diseñadas ya que la mayoría de ellas eran de
narración oral, lectura en voz alta y producción de textos. Las docen-
tes contestaron que era lo que ellas se imaginaban que se hacía en una
biblioteca.
Es interesante esta reflexión, asociar la biblioteca del Jardín sólo
con la literatura, vaciando de este tipo de actividades a las salas ya que
se realizan en la biblioteca.
Les pedimos que pensaran:
• Qué otras disciplinas podríamos elegir para actividades en
la biblioteca.
• Además de libros de ficción, qué otros materiales encontra-
ban en la biblioteca.
• Si ellas, como bibliotecarias, llevaban adelante las actividades
asociadas a la literatura, qué harían las docentes de la sala
cuando quisieran abordar esta experiencia artística.
75
Como este Jardín de Infantes cuenta con tres salas que funcio-
nan en una Escuela Primaria, fuimos a conocer los rincones de biblio-
teca de cada una y sugerimos realizar un proyecto donde se involu-
crara a la biblioteca de la Escuela Primaria.
Con esto se dio por finalizada esta primera parte del asesoramiento,
para después continuarlo sosteniendo la marcha de esta biblioteca.
76
Entonces, se narran siempre y sin dudar los textos de origen fol-
klórico, y los que tienen autor se adaptan para narrar o se leen tex-
tualmente para que los chicos disfruten con el estilo del autor.
77
¿Qué le aconsejás a un docente de Inicial
como narrador?
En primer lugar, debe tener en cuenta la selección del mate-
rial porque lo fundamental es que sean obras de arte, de
calidad artística, de trascendencia, con verdadero sentido
poético; y que se tenga más que nunca en cuenta lo que dice
Carmen Martín Gaite en su libro El cuento de nunca acabar,
que se narra «con» y no «para»; o sea, tener en cuenta el tipo
de grupo, sus necesidades e intereses, aun cuando vayan de
visita a narrar a una sala o escuela ocasionalmente.
En segundo lugar, que tengan en cuenta que esas expe-
riencias serán imborrables para los chicos, son sus primeras
experiencias del contacto artístico con la palabra, y deben
ser cuidadas y trascendentes.
78
sea un cuento de autor, la sensación del chico es que las
palabras son del maestro, en cambio, cuando el maestro
lee, el niño «sabe» que ese texto no es de él, que esa histo-
ria pertenece a otro y que es el acto de leer el que le da vida
al texto.
Para ir cerrando
79
responden a estereotipos instalados desde los inicios, de los cuales es
difícil desligarse; por ejemplo, los famosos trenes de nenas y de nenes,
las canciones con consignas que intentan reemplazar las «órdenes» do-
centes, los títeres que asumen la autoridad que los educadores no saben
cómo sostener. Otras, tienen como objetivo central mantener una su-
puesta relación cordial con las familias, demostrando que «en el Jardín
se hacen cosas importantes»; por ejemplo, las carpetas con trabajitos, el
muestrario de niños disfrazados en los actos patrios, los cuadernos de
aprestamiento que nos acercan un poco (al menos en las salas de 5 años)
al deseado nivel de reconocimiento de la Escuela Primaria. Algunas se
sitúan en la función del Nivel Inicial como una mera preparación para
la Escuela Primaria reconocida como la verdadera escolaridad.
Podemos ubicar a los famosos cuadernillos de ejercitaciones o cua-
dernos de aprestamiento como un ejemplo de estas propuestas que se
hacen desde siempre y se sostienen pese a los cambios de encuadres, que
responden a las demandas sociales y nos ubican como Nivel en un lugar
más reconocido.
Nacieron de las ideas tradicionales del aprendizaje de la lengua
escrita y de la matemática a través de ejercitaciones sostenidas en repe-
ticiones de actividades lineales como por ejemplo «seguir el recorrido de
la escuela a la casa» o «establecer la correspondencia término a término
entre la taza y el plato».
¿Cuáles son las concepciones en las cuales se sustentan estas ejer-
citaciones? ¿Desde qué objetivos se plantean? ¿Qué aprendizajes pre-
tenden alcanzar?
80
del acto de primaria o escribimos la receta para recordar cómo cocinar
una torta.
Desde esta mirada nada aportan las actividades que implican seguir
un camino con el lápiz o pegar papelitos dentro de un círculo, porque
no tienden a la presencia de la palabra escrita y los números en con-
textos significativos de uso real para resolver problemas «importantes»
para los niños a través de propuestas que el docente crea para favore-
cer la apropiación de dichos contenidos.
Queda clara la diferencia radical entre lo recién mencionado y bus-
car cosas amarillas en la sala repitiendo el término «amarillo» muchas
veces a fin de aprenderlo desde la ejercitación vacía de sentido y la aso-
ciación lineal entre el color del objeto y su nombre.
El uso del nombre de un color para pintar que forma parte de los
colores que encontramos en la realidad promueve la necesidad de nom-
brarlo para pedírselo a los compañeros, en la compleja tarea de compar-
tir, comentar y acordar con los otros. Esta es una postura que apunta a
que la práctica en la sala puede replicar las situaciones cotidianas por
las que atraviesan los chicos.
También queda clara la fundamental diferencia entre pegar pape-
litos en un círculo o arriba de una línea —para «aprender» las nociones
espaciales adentro/afuera que se suponen fundamentales para conocer y
comprender el manejo del espacio que posibilita escribir respetando los
códigos convencionales— y escribir en un cuaderno sin renglones tra-
bajando mediado por un adulto para poder expresarse de manera cada
vez más convencional a fin de que los otros puedan comprender el men-
saje y así realmente apropiarse de las funciones de la lengua escrita.
En ambos ejemplos, además, se nos presenta la problemática del
disfrute y el placer por aprender, bastante olvidado en el Nivel Inicial en
los últimos tiempos. ¿A quién puede agradarle incentivar a accionar el
repetir insaciablemente, establecer relaciones absolutamente simples
o pegar miles de papelitos sin un para qué atrapante?
Aquí entran en escena el cuadernillo y el cuaderno en el Nivel Inicial.
81
El cuadernillo
El término «cuadernillo» nos remite a una herramienta asociada a
la ejercitación y repetición mecánica de acciones, por ejemplo, de formas
de letras, grafismos, etc., donde el sentido brilla por su ausencia. ¿Será
que en el origen de esta propuesta, como dijimos, sólo se partía del Nivel
Inicial como una preparación para la primaria y que la lengua escrita en
el nivel se limitaba a la necesidad de prepararlos para lo gráfico y no para
entender y apropiarse de las funciones sociales de lo escrito?
Lo primero nos permite entender la concepción del Jardín no como
un verdadero espacio de aprendizaje sino como una preparación para
la verdadera escolaridad: la primaria; el segundo aspecto remite a
una concepción lineal del aprendizaje basada en la ejercitación, la repe-
tición, la sanción del error que se pagaba con más repeticiones, y la idea
que a través de las partes se puede aprender el todo: hacer un rulo un día,
marcar un recorrido en otra oportunidad y ejercitar redondelitos per-
mitirá escribir «correctamente» la letra «a», que sumado a la práctica de
las otras letras posibilitará «saber escribir».
Las ofertas de cuadernillos que en este momento encontramos son
numerosas y muy similares entre sí:
• Actividades imposibles de contextualizar en la realidad concreta.
• Gran peso en la práctica de grafismos basados en la ejercita-
ción y la repetición.
• Textos narrativos de baja calidad que pretenden servir de hilo
conductor de las actividades y no lo logran.
• Ilustraciones estereotipadas sin ningún valor estético.
• Poca originalidad en las propuestas.
• Actividades simplificadoras que no permiten poner en marcha
el pensamiento crítico de los chicos.
• Ridiculización de la infancia y sus procesos cognitivos.
• Actividades que replican las de los textos de la Escuela Prima-
ria (ya de por sí poco significativas), reduciendo las propuestas
y las intenciones de logro.
• Textos que aspiran a ser literarios y que no lo son, por la ausen-
cia de valores estéticos.
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• Ilustraciones de calidad y alejadas de los estereotipos.
• Personajes que presenten la historia y las actividades reflejando
las características apropiadas para las edades de Jardín sin
menospreciarlos.
• Las áreas de Naturales y Sociales con el resto, haciendo más
significativas las actividades de Lengua escrita y de Matemáticas.
• Actividades de Plástica, de Música y de Expresión Corporal,
por medio de reproducciones de artistas plásticos en tamaño
adecuado para presentarlas a los chicos, CDs con canciones
y música de diversos géneros para promover el movimiento
creativo.
El cuaderno
Cabe destacar que al nombrar «cuaderno» nos referimos a sopor-
tes de hojas en blanco, sin renglones, que en algún momento permita
marcar con lápiz renglones anchos, para ser usados por los nenes de
sala de cinco ya que los acerca al uso de los cuadernos convencionales
de 1º Grado.
El cuaderno es una herramienta que les permite a los chicos
desarrollar un trabajo integrador entre los aportes que el docente
considere pertinentes de los cuadernillos y variadas propuestas ela-
boradas por él.
El uso del cuaderno como una herramienta significativa puede
darse si…
• Nos desprendemos de la idea del Nivel Inicial como una mera
preparación para la Escuela Primaria y de la sala de 5 años
como pre-escolar.
• Nos alejamos del cumplimiento a las demandas de los padres
en relación a las cosas que ellos consideran importantes de
realizar en el Jardín en función de una buena preparación
para la verdadera escolaridad posterior.
83
• Nos distanciamos de las concepciones que ubican el apren-
dizaje de leer, escribir y calcular desde el practicar nociones
que permitirán esos logros futuros
• Nos acercamos a propuestas que impliquen el planteo de si-
tuaciones problemáticas y significativas en contextos de usos
cotidianos.
• Reconocemos el cuaderno como un soporte que puede enri-
quecer este proceso en el cual aprender a usar la hoja y el espa-
cio son aspectos importantes e interesantes si se desarrollan
conjuntamente con propuestas concretas y cotidianas.
84
• El cuaderno de comunicaciones es un lazo entre las familias
y la institución que relaciona a los adultos.
• El uso social del cuaderno en la sala de cinco años es lo único
que justifica su presencia.
El manual
Este portador sin duda se asocia a la enseñanza primaria; es raro,
aún ahora, encontrar un maestro que no lo use para acompañar su
85
trabajo cotidiano en la clase y para que los alumnos continúen estu-
diando, leyendo o completando algún ejercicio en sus casas.
Algunas de sus características son iguales a las que observamos
en los cuadernillos para el Jardín de Infantes: incluyen la mayoría de
las áreas, tienen propuestas para ejercitarse en grafismos, cálculos,
problemas, textos literarios para leer, etc.
El manual no está presente en el Nivel Inicial, salvo como modelo
a tener en cuenta al elaborar este tipo de texto didáctico.
En síntesis: el cuadernillo y el cuaderno, así como otros materiales
que proponen y permiten llevar adelante actividades y propuestas para
las salas, serán más pertinentes y significativos si los docentes los trans-
forman, releen y contextualizan con lo que se realiza en la sala.
Son medios a disposición del docente, que pueden ser adecuados
si tenemos en claro qué queremos hacer con ellos, en relación a los
procesos de enseñanza y aprendizaje que se están desarrollando.
86
CAPÍTULO 4
Escritura
[…] Tu vida entonces será un río innumerable que
se llamará pedro, juan, ana, maría, pájaro, plumón,
el aire, mi camisa, violín, crepúsculo, piedra, pañuelo aquel,
vals antiguo, caballo de madera.
La poesía es esto.
Y luego, escríbelo.
¿Qué es escribir?
87
De esta manera, se ponía fuertemente el acento en la idea de que
el proceso de escritura se resumía en la tarea mecánica de «codificar»:
a cada sonido le corresponde una grafía o letra y el que sabe esta clave
es un buen escritor.
Como escribe Cassany (1994): «Muchas veces se ha presentado el
código escrito como un sistema de signos que sirve para transcribir el có-
digo oral, como un medio para vehicular mediante las letras la lengua oral».
Entonces, si dejamos de lado esta relación aparente entre la orali-
dad y la escritura para definir qué es la lengua escrita, podemos decir que:
Es un sistema formado por el código escrito (el alfabeto); los sig-
nos de puntuación y entonación; las convenciones como el uso de ma-
yúsculas o el uso de sangrías; las características propias de los textos
y las reglas de producción textual que también están presentes en la
producción de los textos orales:
La adecuación: es la regla que determina la variedad de lengua
a usar (familiar o estándar) y el registro (tema, canal, relación entre
interlocutores).
La coherencia: es la regla por la cual se selecciona la información
como relevante o irrelevante; y se organiza la estructura comunicativa
en apartados, párrafos, conclusiones, entre otros.
La cohesión: es la regla que permite conectar las distintas partes del
texto: el uso de conectores, los pronombres anafóricos, etc.
De esta forma, se ve que la definición de escribir es más compleja
de lo que se planteaba y ahora la definiremos como: «Proceso complejo
que requiere una serie de acciones, elecciones y decisiones de parte de
quien escribe. Escribir es producir significados a través de signos gráfi-
cos. Es un hecho activo que depende de procesos conceptuales» (Ortiz-
Zaina, 1998).
Los estudios de lingüística textual o de gramática textual han ser-
vido para modificar los planteamientos anteriores. Cuando hablamos
o escribimos (y también cuando escuchamos o leemos), construimos
textos, y para hacerlo, hay que dominar muchas habilidades: discrimi-
nar las informaciones relevantes de las irrelevantes, estructurarlas en un
orden cronológico y comprensible, escoger las palabras adecuadas (por
ejemplo: ¿«Tú» o «vos»?; ¿«hacer» o «realizar»?), conectar las frases entre
sí para construir un párrafo, etc. Las reglas fonéticas u ortográficas, mor-
fosintácticas y léxicas que permiten formar oraciones aceptables sólo
son una parte del conjunto de conocimientos que domina el usuario de
la lengua. La otra parte es la formada por las reglas que permiten ela-
borar textos: las reglas de adecuación, coherencia y cohesión. A esto
hay que sumarle las características propias del sistema de escritura.
88
Todos estos conocimientos se ponen en marcha cuando alguien
escribe y esto es lo que se transmite a una persona para que pueda escri-
bir, es un proceso complejo que requiere tiempo para poder compren-
derlo y adquirirlo, cuanto antes se empiece, mejor.
LAS PALABRAS
Tenemos palabras para vender,
palabras para comprar,
palabras para hacer palabras.
¡Busquemos juntos palabras para pensar!
Tenemos palabras para fingir,
palabras para lastimar,
palabras para hacer cosquillas.
¡Busquemos juntos palabras para amar!
Tenemos palabras para llorar,
palabras para callar,
palabras para hacer ruido.
¡Busquemos juntos las palabras para hablar!
GIANNI RODARI
89
en particular, una situación nueva y extraña para el
niño. Nuestros estudios pusieron de manifiesto que
tienen muy poca motivación para aprender a escribir;
cuando se le empieza a enseñar no siente la necesidad
de hacerlo y tiene sólo una vaga idea de su utilidad.»
90
Almanaque: es un texto donde se consignan los días del año orga-
nizados por semanas y meses, resaltando las fiestas del año. En general,
está diagramado como un cuadro. La presencia de la escritura de la
fecha en las salas, como rutina diaria, permite muchas veces que los
chicos reconozcan y puedan leer los nombres de los días de la semana
y muchos de ellos escribirlos.
91
Reglamento: texto informativo cuyo propósito es comunicar la
manera de comportarse en un determinado lugar o en un juego, qué
se puede o no hacer. Su cumplimiento es obligatorio para aquellos que
se encuentran en ese espacio o participan de ese juego.
92
hemos enumerado para su uso en la biblioteca, vamos a caracterizarlos
para que se vea mejor esta relación:
Afiche: es uno de los portadores más usuales en las salas, a tal punto
que se lo confunde con un texto. Es de papel o cartulina y de conside-
rable tamaño. Cuántas veces se escucha: «escribimos un afiche». En
realidad, escribimos en un afiche un poema, una lista, el borrador de
un texto, etc.
93
Libros: el portador por excelencia para nuestra sociedad; descri-
birlo no tiene mucho sentido, pero sí vale aclarar que se puede pro-
ducir en la sala, dándoles a los chicos la oportunidad de sentirse ellos
también verdaderos «autores».
94
Los chicos producen textos. Posibles situaciones de producción:
quién escribe, qué se escribe, cuándo y cómo; la escritura como eje
95
Los chicos escriben:
• A su manera, escritura espontánea.
• Con ayuda del maestro.
• Cuando copian un texto.
• Cuando se les dicta un texto breve.
• Con letras móviles, con el teclado de una PC o de una máquina
de escribir.
• Con la ayuda de un adulto.
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Dictado de un texto breve
Le pedimos a Camila de cinco años que nos hiciera un dibujo y lo
firmara, lo que hizo correctamente e incluso agregó el nombre de su
mejor amiga, Mara, después le dictamos algunas palabras para obser-
var cuál era realmente su construcción del código. Los resultados fue-
ron muy interesantes, ya que Camila mostró que le encanta escribir,
que conoce perfectamente la escritura de su nombre, pero esto no le
permite realizar otras escrituras más convencionales.
Copia de un texto
La docente de una sala quiere realizar un cartel para que cuando
narre no se la interrumpa, el cartel irá en la parte exterior de la puerta.
Les propone a los chicos redactarlo, ella irá registrando en el
pizarrón el texto y después le dará a cada uno un papel y un marca-
dor para que copie el texto definitivo.
Les aclara que el cartel que se usará será el que se entienda mejor,
el que esté escrito más claramente, así lo pueden entender todos, y
lo van a poder leer.
97
Entre todos eligen el de Tomás que para los chicos es el que
quedó mejor. En realidad, el cartel lo escribieron todos porque todos
participaron en su redacción
Hay otra situación de copia posible muy interesante para tener
en cuenta:
En una sala se están leyendo y produciendo textos publicitarios,
el propósito es que los chicos hagan publicidades de aquellos produc-
tos alimenticios que son benéficos para la salud, las producciones se
incluirán en la cartelera de entrada del Jardín para que todos sepan
qué alimentos son los recomendados por la sala.
Macarena se acerca a la docente con su hoja donde ya ha reali-
zado la ilustración de su aviso y le dice:
—Seño, ¿me escribís que yo no puedo?
—Sí, podés, Maca; dale, vos escribís y yo te ayudo.
—No, yo te digo y vos lo escribís que te sale mejor.
Lo hacen así y Macarena se va a su lugar. Al rato vuelve y le mues-
tra a la señorita que copió el texto, ella solita y que de esa manera
(con las dos escrituras) se va a entender mejor.
98
A la hora de organizar en la sala una producción escrita, debemos
tener en cuenta el proceso que se pone en marcha, que podemos ca-
racterizar en tres momentos, cada uno de ellos se destina a finalidades
distintas:
Primer momento:
Definir el tema o idea inicial: sobre qué se escribirá.
El propósito comunicacional: qué queremos comunicar de ese tema:
dar información, lo que sentimos, etc.
Tipo de texto: qué texto comunicará mejor nuestro propósito, no
es lo mismo describir un oso en un diccionario que en un cuento, por
ejemplo.
Segundo momento:
Primera producción: el borrador; el uso del borrador es funda-
mental en el proceso de textualización, ya que permite revisar y repen-
sar la primera escritura. Durante algún tiempo, se dejó de lado el uso
de borradores y la consecuencia fue alumnos que se resisten a corregir
sus producciones cuando la escritura final tendría que ser el resultado
de una serie de ajustes sobre el texto.
Tercer momento:
Reescritura para ajustar la coherencia y la cohesión textual.
Textualización definitiva y edición.
Otros autores suelen denominar estos momentos como: adecua-
ción de la producción al propósito y al género; o planificación de la pro-
ducción y, por último, revisión de la producción. Por supuesto, todo esto
forma la planificación textual.
De este modo los nenes irán incorporando las distintas operacio-
nes del proceso de escritura, al mismo tiempo que las preguntas que se
realizarán para corregir el texto se transformarán en un momento cru-
cial de la redacción, como una estrategia significativa en la práctica de
su escritura.
Para poder ejemplificar cómo se desarrolla la producción de un
texto, analizaremos un caso que se nos presentó asesorando a un grupo
de maestros Jardines de Infantes de la Ciudad de Buenos Aires, cuando
formábamos parte del equipo de Literatura infantil de la Dirección del
Área de Educación Inicial.
El propósito de la asesoría era fortalecer la circulación de leyen-
das como material para leer o narrar en las salas y luego producir textos
a la manera folklórica.
99
En una primera etapa se seleccionaron textos para narrar y de esta
manera llevar a los chicos el modelo textual.
Luego se dio como propuesta lúdico literaria que los chicos eligie-
ran objetos significativos de su entorno y conversaran sobre su proba-
ble origen desde el punto de vista de la leyenda.
En una sala de cuatro años eligieron el origen de los truenos, a con-
tinuación comenzó el primer borrador:
100
«Antes cuando llovía no había truenos. Por una
ballena muy grande que hacía ruido, estaba en una pileta
grande y vacía y como quería salir golpeaba con la cola
las paredes. Golpea porque quiere salir, la pileta es muy
chiquita. Golpea cuando llueve, ve agua y quiere volver al
mar. Va a volver cuando se llene la pileta y no pega más.»
101
muy brevemente, podemos comentar que «surge del planteo de algún
problema o de una situación particular, tiene unidad de sentido y cohe-
rencia y persigue una finalidad o meta concreta: una construcción gru-
pal, una producción resultante de todas las tareas que se han realizado,
y así resuelve o resignifica el problema o la situación que lo originó»
(Hurrell y Pisos).
Primera propuesta
El docente armará una mesa con materiales (enciclopedias,
reproducciones de cuadros, fascículos que incluyan la obra de
un pintor). Invita a los chicos a que exploren el material y que
cada uno elija solo o en parejas aquella reproducción que más
le llamó la atención.
El cierre de la actividad es que el docente registre en un
afiche el nombre del autor seleccionado, el título de la obra
y el/los nombre/s de los que eligieron.
Portador de texto: afiche.
Tipo de texto: lista.
Segunda propuesta
Se reúne al grupo y se pone a la vista el material seleccio-
nado, para que todos puedan justificar su elección. Lo primero
a tener en cuenta es si el tema se respetó (¿son paisajes?), y
si pueden «convencer» al grupo sobre qué tiene de atractivo
la obra (los colores, las pinceladas, el lugar representado, etc.).
Quizás sea necesario hacer más de una actividad si la aten-
ción de los chicos se dispersa. Los argumentos más interesan-
tes serán registrados por escrito para retomarlos.
Portador de texto: afiche
Tipo de texto: cuadro de dos columnas: en una se anota
el título del cuadro, en la otra el comentario.
102
Tercera propuesta
Una vez evaluadas las obras, se propone seleccionar sólo
ocho para armar una pequeña exposición en el hall de en-
trada del Jardín y producir un catálogo para entregar al equipo
de conducción y a los invitados.
Se votan las ocho obras y se leen los comentarios hechos
por aquellos que las eligieron para considerar si se pueden
incluir en el catálogo.
Portador de texto: afiche, catálogo.
Tipo de texto: cuadro de dos columnas, comentario 17
103
También qué materiales voy a necesitar, y si no los tengo,
ver si hay posibilidades de comprarlos o conseguirlos.
Por último, si alguien más del Jardín va a participar, por
ejemplo: necesitaremos entrar fuera de hora, hay que con-
tar con el permiso del directivo y la buena voluntad del por-
tero; hay que realizar una exposición de los materiales pro-
ducidos, se convocará a los padres para que nos ayuden.
• Puesta en marcha: es el momento del desarrollo y de la
confección del material planificado como producto del
proyecto. En su transcurso, es importante no perder de
vista el propósito central del proyecto: la relación entre lo
teórico manejado al comienzo y el hacer concreto.
• Cierre: es el momento en el cual las actividades van con-
duciendo a la conclusión de todas las líneas de acción
abiertas durante el proyecto, incluso aquellas que apare-
cieron por fuera de la planificación; y se realiza la muestra
final abierta a toda la comunidad.
104
docente decide ampliar a otras disciplinas este interés por las
distintas culturas y grupos étnicos en la sala.
Inicio
Primera propuesta
Se realiza una mesa de libros con este material y se invita
a los chicos a que exploren y lean el material. Luego de 15
minutos se los llama y se explica de qué tratará el proyecto.
A continuación, se aclarará que los martes y los jueves, un
rato de la clase se dedicará a la marcha del proyecto.
Portadores de texto: enciclopedias, libros de información
sobre los pueblos originarios, libros de literatura folklórica.
Tipos de texto: definiciones, comentarios, mapas, cuentos,
leyendas, mitos y poesía.
Segunda propuesta
El docente hablará con el grupo todo lo que se hará para
este proyecto y les planteará de qué manera pueden regis-
trar lo que hay que hacer para no olvidarse de nada. El pro-
yecto empezará a implementarse en junio y concluirá el día
105
de «La Tradición»18, 10 de Noviembre. Esa fecha se realizará
la muestra de lo trabajado en la sala.
La agenda puede realizarse como mural para que durante
el tiempo del desarrollo del proyecto siempre esté a la vista.
Portador de texto: agenda
Tipo de texto: lista de acciones con aclaración de fecha y
hora de su realización.
Puesta en marcha
Tercera propuesta
En base a las historias que han sido registradas cuando
vinieron a narrar los familiares y el lugar de origen de los na-
rradores, se les propone a los chicos, empezar a buscar mate-
rial sobre estos países y provincias, preguntándoles a sus fami-
lias sobre cuatro temas:
¿Qué comían y qué comen igual que en su país?
106
¿Vivían en una ciudad, en un pueblo o en el campo? ¿Qué
animales y plantas había cerca de sus casas?
¿Las casas eran iguales que en la ciudad?
¿Se vestían igual que acá?
Cuarta propuesta
Mientras el reportaje llega a la sala, los chicos y el docente
buscan en otras fuentes, como en la actividad primera, pero
van a la biblioteca institucional, o barrial, si no contara la es-
cuela con una. Se selecciona el material para llevar a la sala y
volvemos allí.
La próxima actividad será el comienzo de los plantados
de las maquetas con las características naturales y sociales de
cada pueblo involucrado; así que se pedirá material de desecho
para trabajar.
Portadores de textos: enciclopedias, revistas infantiles, libros
de información, cuaderno de comunicados.
Tipos de texto: informativos y nota en el cuaderno.
107
figuras realizadas con masa o pequeñas figuras de animales
o plantas) para comenzar el plantado de la maqueta que se
realizará en varias actividades; esta maqueta irá acompañada
por textos breves que expliquen las formas representadas.
Portadores de textos: los anteriormente nombrados, la
tarjeta.
Tipos de texto: los nombrados y notas, comentarios y defi-
niciones en la tarjeta
108
Si ya han trabajado el carnet de biblioteca, será muy pro-
bable que ellos mismos sugieran la confección de uno para
esta ocasión, decidir entre todos qué datos se escribirán, por
ejemplo:
Nombre y apellido del niño.
Nombre del Jardín.
Nombre del docente y celular.
Nombre del grupo.
109
Novena propuesta: De regreso en la sala
Se hará una puesta en común de todo el material recopi-
lado: fotos, grabaciones, dibujos, plantitas que regalaron los
puesteros, volantes, chapitas de bebidas importadas, etc. Se
comenzará la clasificación del material, por ejemplo: qué ven-
den en los puestos, quién vende, cómo están vestidos (si hay
detalles interesantes), qué comida venden en los puestos, para
qué son los volantes; una vez realizado esto, se decidirá cómo
exponer este material asociado a las maquetas.
Se puede proponer realizar un cuadro comparativo de di-
ferencias y coincidencias sobre la manera de vivir en el país o
región originaria y aquí.
Portador de texto: afiche.
Tipos de texto: cuadro de dos columnas, registro del mate-
rial, listas de semejanzas y diferencias.
110
Paratextos: epígrafes, plano de los puestos que incluya el
nombre de las calles y su altura donde se instalan las ferias y
se realiza la fiesta, fotos y dibujos de los chicos.
Cierre: La muestra
Aclaraciones finales
111
• Como la cantidad de portadores a producir es grande, los chi-
cos podrían dividirse en grupos y dedicarse a la confección de
un portador en cada uno de los subgrupos o armar equipos,
según sus preferencias, que intervengan en cada portador, por
ejemplo: el grupo de diseño e ilustración; el grupo de redacto-
res; el grupo de armado del portador: cortan y pegan las tapas
y las hojas al lomo, etc. Incluso la pertenencia a cada equipo
puede ser rotativa, dependiendo de qué tienen ganas de hacer
ese día.
• Desde un principio, se contó con la colaboración de las familias
que habían sido convocadas para los encuentros de narración
oral. Pero si no hubiera existido esta convocatoria, se podrían
haber planificado uno o dos encuentros con la comunidad para
explicar los propósitos de este proyecto y la necesidad de su co-
laboración e interés en el desarrollo del mismo.
• Otra presencia interesante para este proyecto es la de represen-
tantes de grupos de los pueblos originarios o asociaciones de
las comunidades de los países originarios de las familias, ya que
muchos de ellos visitan los Jardines con sus trajes típicos, ins-
trumentos, danzan, otros realizan talleres de modelado, etc.
112
Estas propuestas deben repetirse en varias oportunidades para
observar cómo se construye una mayor complejidad en la concepción
y redacción de los chicos. Al principio, se verá que la presencia de los
programas de TV y los lugares comunes tendrán un lugar central,
después, con la narración y lectura de textos literarios y la práctica en
la producción, irán apareciendo nuevos personajes, ideas originales,
escenarios diversos.
En conclusión, el trabajo en la sala es un proceso con resultados a
mediano y largo plazo, cuanto más tiempo se realice, procesos más ricos
se desarrollarán y productos más completos y complejos se obtendrán.
Presentamos estas propuestas a modo de ejemplo, que podrán in-
centivar la creación de muchas otras:
En esta ocasión, detallamos especialmente los materiales porque
lo consideramos fundamental para que se comprenda el ejemplo.
Materiales:
• Seis papeles de 10 cm x 5 cm con el texto de las preguntas.
• 1 papel afiche.
• Marcador de punta gruesa para el registro de las preguntas.
Preguntas sugeridas:
• ¿Quién era?
• ¿Dónde estaba?
• ¿Qué hacía?
• ¿Qué dijo?
• ¿Qué contestó la gente?
• ¿Cómo terminó todo?
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Segunda propuesta: Caja de palabras
Este juego podría ser pensado como una actividad per-
manente. Cada vez que se lea un cuento o se narre, el maes-
tro, en un cartón, escribirá el título del cuento, luego lo colo-
cará en una caja; les pedirá a los niños que le digan palabras
que les resultaron significativas que salgan de ese cuento; las
irá anotando en cartones y colocando junto con el título den-
tro de la caja.
Cuando el docente lo crea necesario, podrá sacar palabras
de la caja, para su uso en diversas opciones:
• Como «memoria grupal»; y se utilizará para recordar
aquellas partes de los cuentos que les hayan resultado
realmente significativas de los ya leídos.
• Podría servir para caracterizar algún protagonista de una
historia que estemos escribiendo.
• Agregar tres palabras extraídas de los cuentos en fun-
ción del relato que se está produciendo y de esa manera
enriquecerlo.
Materiales:
• Una caja grande de cartón forrada.
• Cartones de 10 cm x 10 cm,
para anotar títulos y palabras.
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Finalmente, se lee al grupo lo registrado para que elijan la
idea o el diálogo que más les gustó y lo comiencen a trabajar
para producir un relato.
Materiales:
Todo aquel que resulte adecuado para los rincones:
• colas de lobo,
• trompas de mamut,
• gorros de enanos,
• pollera de Blancanieves, caperuza roja, etc.
• Un cuaderno, papel afiche y marcadores.
Materiales:
• Se traza una rayuela clásica.
• Se tienen preparadas nueve cajas,
en cada una de ellas habrá distintas
clases de palabras (sustantivos,
adjetivos, verbos, artículos,
preposiciones, coordinantes,
adverbios), y en las dos restantes
imágenes sugerentes.
• Una piedra para arrojar.
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Quinta propuesta: Completando una poesía
Se elige un poema, se lo transcribe en un afiche para leerlo
con los chicos, en un segundo afiche se lo transcribe pero se
le suprimen los versos pares y se les propone a los chicos,
luego de su lectura, agregar los versos que faltan. Luego de
probar la dinámica con todo el grupo, se realizará lo mismo
en pequeños grupos, pero con poemas conocidos por los
chicos; el docente irá por los distintos grupos para ayudar a
escribir las propuestas o para pensar un ratito con ellos si
no pueden empezar.
Materiales:
• Un papel afiche con el texto completo de la poesía.
• Un papel afiche con el texto a completar.
• Otros poemas en un papel de tamaño más pequeño
para trabajar en subgrupos.
• Marcadores.
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Cuando se realiza la primera parte de la propuesta con
todo el grupo, siempre se deja a la vista de los chicos el afiche
con el texto completo, en este caso para recuperar la rima que
aparece justo en los versos pares.
poco
coco
colo
coca
poca
toca
copa
roca
Una vez obtenida una lista, se leerá en voz alta varias veces
y cambiando los ritmos. También se podrá variar el orden bus-
cando sentidos, o crear un texto nuevo con otras palabras, in-
cluyendo las que están, por ejemplo:
Materiales:
• Un papel afiche para registrar lo dicho por los niños.
• Marcadores.
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Entrevista a Graciela Repún, escritora y tallerista
118
verseros. Nunca juzgo por una producción. Ellos van haciendo
un proceso y se irán descubriendo y cambiando a medida que
adquieran más seguridad, experiencia y recursos.
119
A MODO DE CIERRE
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BIBLIOGRAFÍA
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