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Escrituras

1Sm

Los Libros de

SAMUEL

W. T. Purkiser

Introducción

Los dos libros de Samuel son los primeros de seis “libros dobles” que eran originalmente tres, no
divididos: Samuel, Reyes y Crónicas. Samuel y Reyes se encuentran en el canon hebreo, junto con Josué
y Jueces, en una sección conocida como “Los primeros profetas”. Entre todos, estos libros contienen el
registro histórico comenzado por Josué y el cruce del Jordán, hasta el período del exilio babilónico.

En la Septuaginta (LXX), la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo, los volúmenes
originalmente simples fueron divididos. Los dos libros de Samuel recibieron el nombre de Primero y
Segundo de los Reinos, y lo que nosotros conocemos como 1 y 2 Reyes fueron llamados Tercero y Cuarto
de los Reinos. Jerónimo adoptó nombres similares en su Vulgata latina, llamando a los cuatro: Primero,
Segundo, Tercero y Cuarto de los Reyes.

A. AUTOR Y FECHA

Los libros de Samuel son de autor anónimo, aunque llevan el nombre del gran juez-profeta cuya obra se
relata con bastantes detalles en 1 Samuel 1-8. Puesto que la muerte de Samuel se describe en 1 Samuel
25:1, él no pudo haber escrito los libros en la forma que actualmente tienen. Sin embargo, una de las
funciones del profeta era actuar como historiador, y es posible que Samuel dejara memorias o registros
que están incorporados en los libros. Se nos habla de un libro “el cual guardó delante de Jehová” (1 S.
10:25); y en 1 Crónicas 29:29 hay una referencia a una relación de los hechos de David en “el libro de las
crónicas de Samuel vidente”.
Las teorías críticas sobre el autor y la composición de los libros de Samuel varían en cuanto a detalles.
Además de la historia de “Samuel el vidente”, en el Antiguo Testamento se mencionan otras fuentes del
período cubierto por 1 y 2 Samuel, tales como “las crónicas del profeta Natán” y “las crónicas de Gad,
vidente” (1 Cr. 29:29). Sin embargo, la mención de la duración del reinado de David en 2 Samuel 5:4
muestra que los libros no pudieron haber asumido su forma actual sino hasta algún tiempo después del
reinado de este rey. Referencias ocasionales a condiciones o señales existentes “hasta hoy” (1 S. 5:5;
6:18; 27:6) parecerían indicar una fecha posterior a los días de Salomón pero anterior al exilio babilónico
— probablemente durante el período de la monarquía dividida, entre el 931 y el 721 A.C. 1 Samuel 9:9
muestra que “profeta” había reemplazado la voz antigua “vidente”.

Los eruditos conservadores se inclinan a considerar que 1 y 2 Samuel fueron compilados en gran parte
de las fuentes ya mencionadas, a saber, los libros de Samuel, Natán y Gad. Las vidas de estos tres
profetas abarcan todo el período. En los libros mismos hay indicaciones del empleo de otras fuentes
independientes, tales como los dos relatos de la amonestación a Elí (1 S. 2:29-36; 3:11-14) y de la guerra
con los amalecitas (1 S. 14:48; 15:1-35), o las repetidas explicaciones sobre las relaciones familiares de
David (1 S. 16:11-13; 17:12). Pero esto no significa que sean dos relatos antagónicos ineptamente
entretejidos por un redactor del siglo VI, como algunos afirman.1

El material representa ciertamente historia de la especie más verídica y elevada, esto es, la apreciación
de los acontecimientos desde el punto de vista de una gran idea. Esa gran idea se convirtió en la
inspiración de los profetas principales de Israel en época posterior, y justifica plenamente el lugar
conferido a estos libros entre “Los primeros profetas” en la división de las Escrituras llamadas los
Nebhim o profetas. La verdad tan bien ilustrada es que la historia es realmente “la historia de Dios”, el
desarrollo de los poderosos actos de Dios en los asuntos humanos, recompensando el bien y castigando
el pecado. Los éxitos de Israel son considerados consecuentemente como la vindicación por parte de
Dios de sus propósitos y promesas. Los fracasos y derrotas de la nación se muestran claramente como el
resultado de la rebelión y el pecado. Toda la historia es una vívida ilustración de la verdad condensada
en Proverbios 14:34, una breve expresión de una larga observación: “La justicia engrandece a la nación;
mas el pecado es afrenta de las naciones.”

B. CRONOLOGÍA

Es imposible dar con absoluta exactitud la cronología de este período. Hay muchos indicadores
cronológicos que señalan al 931 A.C. como la fecha de la muerte de Salomón y la división del reino.
Puesto que entre los reinados de David y Salomón se señala un período de corregencia (1 R. 1:32-40), no
es posible sumar simplemente los 80 años atribuidos a los dos reinos en conjunto, para obtener la fecha
de la muerte de Saúl. Las siguientes fechas parecen razonables:

Nacimiento de Samuel

1115 A.C.

Llamamiento de Samuel

1105 A.C.

Samuel empieza su tarea de juez

1070 A.C.

Saúl es ungido para ser rey

1043 A.C.

Muerte de Samuel

1025 A.C.
David asciende al trono

1010 A.C.

Muerte de David

970 A.C.

C. ARQUEOLOGÍA DEL PERÍODO

Aunque el siglo y medio que abarcan los libros de Samuel es el período más importante entre el éxodo y
el exilio y está cubierto completamente en los libros bíblicos, la arqueología del período no ha sido hasta
ahora demasiado fructífera.

Las exploraciones de la llanura costera de Palestina han descubierto una cantidad de reliquias de los
filisteos, el principal enemigo de Israel durante los días de Samuel y Saúl. El mismo nombre de Palestina
se deriva del término Filistía. Los fragmentos de cerámica muestran una estrecha relación con la cultura
egea de Grecia, y actualmente no se duda de que los filisteos fueron originalmente un pueblo de origen
griego y, más recientemente, de la isla de Creta.

Los filisteos también fueron los primeros en usar el hierro en el Medio Oriente, y en la época de Saúl
disfrutaban del monopolio total de los trabajos en hierro. El idioma que hablaban es desconocido,
puesto que no dejaron inscripciones. Sin embargo, han sido descubiertas numerosas evidencias de su
religión en la excavación de dos templos en Betsán por Fisher, Rowe y Fitzgerald, entre 1921 y 1933. A
uno de esos templos es indudablemente a donde fueron llevadas las armas de Saúl después de su
muerte en la batalla del monte Gilboa.3
También nos remontan a la época de Saúl las excavaciones de la fortaleza de Gabaa por William F.
Albright en 1922 y 1923. Conocidas ahora como Tell el- Ful, estas ruinas de la bíblica Gabaa, a unos cinco
kilómetros al norte de Jerusalén, revelan un antiguo establecimiento en el lugar, el cual fue quemado
hacia fines del siglo XII A.C . probablemente en la época de los acontecimientos descritos en Jueces 19-
20. La segunda ocupación pasó como un siglo después.

En el segundo nivel, que dataría del tiempo de Saúl, se encontró una fortaleza de dos pisos. Estaba
construida con dobles murallas y tenía una torre en cada esquina. Los vasos de alfarería indican lo que
se ha llamado “cierta medida de lujo rústico”. Una punta de arado de hierro hallada en las ruinas indica
que en las cercanías había algo de agricultura. Este fue indudablemente el cuartel general de Saúl
durante las guerras con los filisteos. Fue destruida y abandonada durante algunos años, probablemente
después de la muerte de Saúl. En el mismo lugar se reconstruyó otra fortaleza en escala más pequeña.4

En el sudeste de Palestina se han descubierto varias poblaciones fortificadas que datan de la época de
David, caracterizadas por las llamadas murallas casamatas. Estas eran murallas paralelas, relativamente
delgadas, unidas entre sí por murallas transversales, lo que les daba un aspecto de gran fuerza y solidez.
La ubicación de las fortificaciones sugeriría la defensa contra los filisteos.

La captura de la fortaleza jebusea de Jerusalén tiene un interesante aspecto arqueológico. David dijo:
“Todo el que quiera atacar a los jebuseos, que suba por el canal” (2 S. 5:8, BJ.). Los arqueólogos han
descubierto una perforación vertical cavada en la roca sobre la cual está edificada la ciudad hasta un
estanque alimentado por la Fuente de la Virgen frente a la aldea de Siloé. Esta perforación habría
posibilitado a la guarnición sacar agua de la cisterna sin salir fuera del refugio de sus murallas. S. R.
Driver describe la perforación como un pozo vertical de unos 16 metros de profundidad que
desembocaba en un túnel horizontal de unos 13 metros de largo, para descender luego en un ángulo de
45 grados durante unos 15 metros, terminando en otra perforación vertical de unos 15 metros hasta el
nivel del agua. 5 Es muy posible que Joab y sus hombres lograran escalar este pozo, que no estaba
vigilado, tomando por sorpresa a los descuidados jebuseos.

Otra nota arqueológica procede de las excavaciones de J. B. Pritchard, a partir de 1956, en el sitio de
Gabaón, la actual El-Jib. El lugar ha sido identificado sin duda alguna por haberse hallado trozos de
alfarería con la inscripción “Gabaón”. Se halló un gran estanque excavado en la roca, de unos 12 metros
de profundidad, con una escalera para descender al mismo. Pritchard ha sugerido que este sería el
estanque en que los siervos de David y los de Is-boset pelearon según la descripción de 2 Samuel 2:12-
17.6
1 Cf. A. M. Renwick, “1 y 2 Samuel: Apéndice II, The Critical View of Sources and Documents”; The New
Bible Commentary, ed. por F. Davidson (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1953), pp. 293–
99.

3 J. A. Thompson, The Bible and Archaeology (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1962), pp.
94–95.

4 Cf. T. C. Mitchell, “Gibeah”, NBD, pp. 466–67.

5 Notes on the Hebrew and the Topography of the Books of Samuel, segunda edición (Oxford: Clarendon
Press, 1913), p.

6 Cf. Thompson, op. cit., p. 100.

Bosquejo

I. El Ministerio de Samuel, 1 Samuel 1:1-8:22

A. Nacimiento y Primeros Años de Vida de Samuel, 1:1-3:21

B. Samuel Como Profeta y Juez, 4:1-8:22 II. Saúl Hecho Rey, 1 Samuel 9:1-15:35

A. Elección y Coronación de Saúl, 9:1-12:25

B. La Guerra Filistea, 13:1-14:52


C. La Misión a Amalec, 15:1-35 III. Saúl y David, 1 Samuel 16:1-31:13

A. Ungimiento y Popularidad de David, 16:1-17:58

B. David y Jonatán, 18:1-20:42

C. David Huye de Saúl, 21:1-24:22

D. David en Continuo Peligro, 25:1-27:12

E. Ultima Guerra de Saúl y su Muerte, 28:1-31:13

IV. El Reinado de David, 2 Samuel 1:1-20:26

A. David Proclamado Rey en Hebrón, 1:1-4:12

B. David Rey sobre Toda la Nación, 5:1-10:19

C. El Pecado de David y sus Consecuencias, 11:1-14:33

D. La Rebelión de Absalón, 15:1–19:43

E. La Rebelión de Seba, 20:1-26 V. Apéndice, 2 Samuel 21:1-24:25

A. La Venganza de los Gabaonitas, 21:1-14


B. Ilustraciones de Coraje en la Batalla, 21:15–22

C. Canto de Acción de Gracias de David, 22:1–51

D. Ultimas Palabras de David, 23:1-7

E. Los Valientes de David y sus Hazañas, 23:8-23

F. La Legión de Honor, 23:24–39

G. La Pestilencia, 24:1–25

1Sm 1:1-8:22

Sección I El Ministerio de Samuel

1 Samuel 1:1-8:22

Los libros de Samuel comienzan con un resumen de la vida y la obra del profeta Samuel, conocido como
el último de los jueces y el primero del orden profético. Samuel es considerado como la figura más
grande de la historia de Israel entre Moisés y David (cf. Jer. 14:1).

1Sm 1:1-3:21

A. NACIMIENTO Y PRIMEROS AÑOS DE VIDA DE SAMUEL, 1:1-3:21


En la Biblia se relatan varios nacimientos extraordinarios. En la mayoría de los casos, las personas así
nacidas llegaron a ser notables en algún sentido. Ejemplos de ellos son Isaac, Moisés, Sansón, Samuel,
Juan el Bautista y, en un sentido totalmente único, Jesús.

1Sm 1:1-2:10

1. La familia de Elcana (1:1-2:10)

El padre de Samuel fue Elcana (“creado o adquirido por Dios”), cuya ascendencia se remonta hasta Leví
en 1 Crónicas 6:33-38, pero que no pertenecía a la familia aarónica o sacerdotal. Su hogar estaba en el
territorio de Efraín; por lo cual Elcana es llamado efrateo

(1).

Y tenía él dos mujeres (2). La poligamia (pluralidad de esposas) estaba permitida por la ley de Moisés
(Dt. 21:15). Jesús enseñó con toda claridad que el plan original de Dios era el matrimonio de un hombre
y una mujer para toda la vida (Mt. 19:8). El Antiguo Testamento muestra que la práctica de la poligamia
siempre engendraba problemas. Penina, que tenía hijos, le hacía la vida imposible a Ana (“gracia” o “don
gracioso”) que no los tenía. El favoritismo era también una fuente de fricción en ese hogar (5–8).

Elcana era un hombre muy devoto, jefe al parecer de la familia de Zuf, de la cual tomaba nombre su
aldea. Remataim de Zofim (1) significa “las alturas gemelas de Zuf”, y se emplea para distinguir a esta
localidad de otras conocidas también como Ramá. Ramá significa “altura”, y en una región montañosa
como Palestina es muy natural que hubiera una cantidad de localidades con este nombre. El Antiguo
Testamento menciona seis de ellas. Más tarde Samuel vivió y fue sepultado en este preciso pueblo de
Ramá (1:19; 2:11; 7:17; 8:4; 25:1; 28:3).

Todos los años Elcana llevaba a su familia a Silo, donde desde los días de Josué había estado el
tabernáculo (Jos. 18:1). Hacían este viaje para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos
(3; heb., Yahweh tsaba, “el Señor de todos los poderes”; la Septuaginta traduce: “el Todopoderoso”) —
aquí se emplea por primera vez en el Antiguo Testamento.1
Elí (contracción de “Dios es alto”) era sumo sacerdote. Entre los otros sacerdotes estaban dos hijos de
Elí, Ofni y Finees, notorios por su corrupción e irreligiosidad (2:12-17; 23:25; 3:13). Siendo hereditario, el
sacerdocio pasaba de padres a hijos, sin tener en cuenta las condiciones morales de los candidatos.

a. El deseo y la oración de Ana (1:4-11). Ana se afligía profundamente por su falta de descendencia, pues
el no tener hijos para una mujer hebrea era una fuente de vergüenza. Su esposo trataba de consolarla.
Una parte escogida (5) debería ser “una porción doble”; sin embargo, el texto hebreo es oscuro y la
Biblia de Jerusalén, siguiendo la Septuaginta, traduce: “pero a Ana le daba solamente una porción, pues
… Yahvéh había cerrado su matriz”.

Penina, aprovechándose de su situación, se convirtió en adversaria o rival (6) de Ana. Así hacía cada año
(7) —“esto sucedía año tras año” (Berk.). En su angustia, Ana oraba a la puerta del tabernáculo. Templo
(9)— hebreo, hekal, puede significar también “palacio” o “edificio majestuoso”. El templo propiamente
dicho no había sido construido aún en esta época. Junto a un pilar —hebreo, mezuzah, “lado o poste de
la puerta”.

En su oración pidiendo un niño, Ana incluyó el voto de que (a) lo entregaría al Señor para que le sirviera
todos los días de su vida; y (b) que no pasaría navaja sobre su cabeza. Esto último era la marca especial
de los nazareos (Nm. 6:5), hombres o mujeres que estaban especialmente consagrados a Dios. Los votos
del nazareato podían tomarse por un lapso determinado, pero el propósito de Ana era dedicar a su hijo
por toda la vida. Dos reglas especiales prohibían a los nazareos contaminarse ceremonialmente
teniendo contacto con cadáveres, y beber cualquier forma de vino o bebidas fuertes. Sansón también
estaba dedicado como nazareo, pero vivió teniendo muy poca consideración al significado de su
dedicación. En parte, al menos, el voto y la vida del nazareo eran un tipo de santidad del Antiguo
Testamento.2

b. Rechazo y bendición de Elí (1:12-18). Ana oraba largamente (12), no contenta con una simple petición
—persistencia de la cual Jesús enseñó claramente la importancia (Lc. 18:1-8). Elí estaba observando la
boca de ella— notaba el movimiento de sus labios. No percibiendo ninguna voz audible, sospechó
erróneamente que estaba ebria y bisbiseaba en el estupor de la ebriedad. Este es un lamentable
comentario sobre el estado de la religión en esa época y particularmente en el santuario de Silo. Lo que
empeoraba aún más la situación era el carácter y la conducta de los hijos de Elí.
Elí le dijo a la mujer: Digiere tu vino (14). En hebreo, vino es yayin, “lo que es prensado”, y se refiere a
una bebida hecha de uva. Según Génesis 9:21, donde aparece por primera vez en la Biblia, y el uso de
todo el Antiguo Testamento, era embriagante. Sidra (15; VM., “licor fermentado”), hebreo. shekar, era
cualquier licor embriagante hecho de otras frutas o granos tales como dátiles, cebada, miel o loto. Yayin
wa-shekar, vino y sidra (15) incluye toda la gama de bebidas embriagantes.

Ana ha dado una profunda definición de la oración con sus palabras: he derramado mi alma delante de
Jehová (15). No era una mujer impía (16, VM., “hija de Belial”) sino una mujer profundamente
angustiada por la pesada preocupación que la llevaba a pedir ayuda a Dios. Siempre es peligroso sacar
conclusiones apresuradas de observaciones casuales. Un hijo o “hija de Belial” (heb. beliya‘al,
“indignidad, impiedad”) era una persona vil o malvada. La expresión se emplea un total de 16 veces en
el Antiguo Testamento, nueve de ellas en los libros de Samuel.

Elí se apresuró a corregir su error y se unió a Ana en su petición de que Dios le concediera su deseo. Ana
ilustra la naturaleza de la fe que se enseña en el Nuevo Testamento.

Convencida de que Dios había oído su oración, su tristeza se disipó aun cuando no había señal visible de
que su petición le hubiera sido concedida. “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os
vendrá” (Mr. 11:24); “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (He.
11:1).

Los versículos 1–18 ilustran “Los Ingredientes de una Vida Grande”. Pueden numerarse del uno al tres:
(1) Un hogar piadoso, 1–8; (2) Una madre que ora, 9–11; y (3) Un pastor fiel, 12–18.

c. Nacimiento y dedicación de Samuel (1:19-28). Cuando nació el niño, Ana le puso por nombre Samuel
(20) que significa literalmente “nombre de Dios” o “un nombre divino”. Puesto que lo había recibido en
respuesta a la oración, buscó para él un nombre y una naturaleza piadosos. Los nombres que en el
Antiguo Testamento contienen la partícula “el” son derivados de Elohim o El, los términos genéricos que
se usan para Dios.

Después del nacimiento de Samuel, Ana no acompañó a la familia a Silo en las festividades anuales hasta
que el niño fue destetado (22), lo que por lo general tenía lugar entre los dos y tres años de edad. Es
evidente que Elcana estaba en conocimiento del voto que Ana había hecho acerca de su anhelado hijo, y
que acompañaba plenamente a su esposa en su propósito. Que esto significaba un sacrificio para él
tanto como para Ana, se ve en la actitud de Jacob hacia José, el primer hijo de su esposa favorita, Raquel
(Gn. 37:1-4). En el versículo 21, en lugar de el sacrificio acostumbrado y su voto, la Septuaginta dice:
“Pagar sus votos y todos los diezmos de su tierra.”3

Cuando se celebró la primera fiesta después del destete de Samuel, Ana lo llevó a Silo con ofrendas
consistentes en tres becerros, una efa de harina, y una vasija de vino (24; la LXX y la versión Siríaca
dicen: “un becerro de tres años”). Uno de los becerros sería para el holocausto de dedicación de Samuel
(25); los otros dos, si vale la versión de Reina-Valera, serían parte del sacrificio anual de la familia. Un efa
equivalía a unos 37 litros. La vasija de vino (VM., “un cuero de vino”) era un nebel, un odre. Esto da la
idea de una ofrenda muy generosa.

Al presentar el niño a Elí, junto con el animal para el sacrificio, Ana recordó al anciano sacerdote su
oración. Lo dedico … a Jehová (28) —una manera mejor de expresar la idea, sería: “lo devuelvo al
Señor.” Y adoró allí a Jehová— (NC. traduce “adoraron”). Sin embargo puede ser que el significado sea el
que da la Versión Moderna: Y “Samuel adoró allí a Jehová”, o como traduce la Biblia de Jerusalén: “Y le
dejó allí a Yahvé”; es decir, que Samuel permaneció allí y creció en Silo, al servicio del tabernáculo, y
aprendió allí a adorar al Señor.

d. Cántico de alabanza de Ana (2:1-10). Y Ana oró (1) en la forma de un salmo de alabanza. Esta es una
poesía de gran belleza y profundidad, y es el modelo para el “Magnificat” de María en el Nuevo
Testamento (Lc. 1:46-55). “Mi cuerno” (1; VM. BJ.) — Es decir: mi poder; referencia a la imagen de un
buey que tiene su fuerza en el testuz. Mi boca se ensanchó —antes muda ante las burlas de su rival, la
boca de Ana se abre ahora en alabanzas a Dios. En tu salvación —hebreo, yeshuah, “seguridad,
comodidad, salvación”—

se emplea de muchas maneras en la Biblia: para indicar una victoria militar o política, alivio del
sufrimiento o la enfermedad, pero principalmente la liberación del pecado.4

Y no hay refugio (VM., “Roca”) como el Dios nuestro —frecuentemente se describe a Dios como una
Roca (por ej.: 2 S. 22:2-3; Sal. 18:2; 28:1; 62:2, 6, etc.) tanto en el sentido de refugio como de
fundamento. No multipliquéis palabras (3) —dirigiéndose a la adversaria de Ana. La estéril ha dado a luz
siete (5) puede ser una profecía de la familia subsiguiente de Ana, aunque el número de sus hijos parece
haber sido seis (21). Puede que el número esté empleado en su significado secundario o relativo de
símbolo de perfección o plenitud.
Dará poder a su Rey, y exaltará el poderío (VM., “el cuerno”) de su Ungido (10). Aunque cuando se
pronunciaron estas palabras faltaban muchos años para que Israel tuviera rey, la idea era familiar, pues
el pueblo había querido hacer rey a Gedeón (Jue. 8:22). Sin duda que desde época tan temprana,
muchos sentían que la nación necesitaba un gobierno centralizado, cosa que rara vez se lograba bajo los
jueces. Su Ungido (mashiach, de donde viene “Mesías”), aparece aquí por primera vez. Este término
llegó a ser a la vez título y nombre de Jesús (“Cristo” es la traducción griega del hebreo mashiach). La
expectación de un Mesías que habría de venir se desarrolló vigorosamente durante los últimos tiempos
de la edad profética en Israel, y es el trasfondo del cumplimiento neotestamentario en Cristo, tanto en
su primer advenimiento como en su retorno final.

1 George B. Caird, “The First and Second Books of Samuel” (Exegesis), The Interpreter’s Bible, ed.
George A. Buttrick, et. al., II (Nueva York: Abingdon Press, 1953), 879.

Berk. The Berkeley Version

2 Cf. Merrill F. Unger, Unger’s Bible Dictionary (Chicago: Moody Press, 1957), art, “Nazarite”, pp. 779–
80. VM. Versión Moderna

VM. Versión Moderna

3 Cf. David Erdmann, “The Book of Samuel”, Commentary on the Holy Scriptures: Critical, Doctrinal and
Homiletical, ed. J. P. Lange (Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1905), V, 60.

LXX Septuaginta

VM. Versión Moderna NC. Nacar Colunga VM. Versión Moderna BJ. Biblia de Jerusalén

4 Cf. Otto T. Baab, Theology of the Old Testament, (Nueva York: Abingdon-Cokesbury Press, 1949), pp.
115–55. VM. Versión Moderna

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