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varios órganos del Estado, dentro de un mismo plano de igualdad, se puede obtener un
equilibrio que se traduce en un prudente ejercicio del poder, es decir, en un balance de
poderes, con el fin de que un poder sirva de freno o de control hacia el otro, a quien le
hace un contrapeso.
Un poder vigila y controla la actividad del otro, en atención a su reciproca vigilancia, en
virtud de que estando perfectamente delimitados sus campos, cada uno dentro de su
propia esfera, evitará salirse de ella y que los otros puedan también inmiscuirse dentro
de su correspondiente esfera de competencia.
En nuestro país, por ejemplo, en un régimen de derecho se pueden presentar los
siguientes ejemplos descritos en el Art. 165 Constitucional:
Declarar con el voto de las dos terceras partes del número total de diputados que integran
el Congreso, la incapacidad física o mental del Presidente de la república para el ejercicio
del cargo. La declaratoria debe fundarse en dictamen previo de una comisión de cinco
médicos, designados por la Junta Directiva del Colegio respectivo a solicitud del
Congreso;
Si los jueces tuviesen la posibilidad de llegar a crear la ley, estaría dando un mal ejemplo,
al sistema, y estaría diciéndoles a los funcionarios del órgano administrativo que ellos por
igual, podrían juzgar los casos que se les llegue a presentar. De igual forma, el congreso
creería que por igual puede juzgar a las personas. Se tiene claro que, es el organismo
legislativo el encargado de crear la ley, el juez es llamado para juzgar y ejecutar lo
juzgado. Y el Ejecutivo, el encargado de desarrollar la actividad estatal.
De igual manera:
En el caso guatemalteco, es evidente que existe una concentración de frenos y
contrapesos en manos del Congreso de la República, institución que por diseño
constituye un “Primero entre iguales” entre los poderes del Estado.
El Congreso de la República tiene en sus manos una serie de mecanismos para
balancear y controlar al Ejecutivo. El más evidente, son las citaciones a funcionarios del
Ejecutivo y las interpelaciones a Ministros. El Legislativo tiene además la facultad de pedir
el “voto de falta de confianza” contra los Ministros del Ejecutivo. También, el Congreso
tiene en sus manos la facultad de aprobar el Presupuesto del Gobierno, y de aceptar o no
la liquidación presupuestaria que anualmente elabora la Contraloría General de Cuentas.
Además de lo anterior, el Legislativo tiene la competencia de los procesos de antejuicio
contra Ministros, Presidente y Vicepresidente. Y por si fuera poco, el principio de
“Supremacía Legislativa” faculta al Congreso a sobreseer vetos presidenciales.
Por su parte, el Legislativo tiene tres herramientas de control hacia el Organismo
Judicial: la elaboración y fiscalización del Presupuesto del Organismo Judicial; la elección
de magistrados de Salas de Apelaciones y Corte Suprema de Justicia; y la competencia
para conocer antejuicios contra los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
De parte del Ejecutivo, este tan solo tiene dos herramientas de control hacia el
Legislativo: el poder del veto presidencial, y la confirmación ministerial en el caso de un
voto de falta de confianza. Pero ambos, quedan subordinados al principio de “supremacía
legislativa”, por lo que al final del día, el Congreso puede igual sobreseer lo actuado por el
Ejecutivo.
Mientras que, de parte del Organismo Judicial hacia el Legislativo, este tiene la
competencia de conocer los antejuicios contra diputados.