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La Ley del Efecto es hija de su tiempo, y naturalmente su validez no es plenamente vigente, si bien fue un valioso primer paso para la psicología conductista. Las principales críticas que se han realizado en su contra tienen que ver con sus implicaciones acerca de lo que ocurre después de que una acción tenga efectos desagradables.
La Ley del Efecto es hija de su tiempo, y naturalmente su validez no es plenamente vigente, si bien fue un valioso primer paso para la psicología conductista. Las principales críticas que se han realizado en su contra tienen que ver con sus implicaciones acerca de lo que ocurre después de que una acción tenga efectos desagradables.
La Ley del Efecto es hija de su tiempo, y naturalmente su validez no es plenamente vigente, si bien fue un valioso primer paso para la psicología conductista. Las principales críticas que se han realizado en su contra tienen que ver con sus implicaciones acerca de lo que ocurre después de que una acción tenga efectos desagradables.
La Ley del Efecto es hija de su tiempo, y naturalmente su validez no es
plenamente vigente, si bien fue un valioso primer paso para la psicología conductista. Las principales críticas que se han realizado en su contra tienen que ver con sus implicaciones acerca de lo que ocurre después de que una acción tenga efectos desagradables. Por ejemplo, el dolor, en un contexto sexual, puede actuar como el placer en algunas personas. Hay un cierto grado de incertidumbre acerca de qué estímulos son aversivos y cuáles no para un individuo concreto, especialmente teniendo en cuenta que el lenguaje y el pensamiento abstracto típico de los seres humanos criados en sociedad ofrecen una nueva manera de experimentar los estímulos más básicos. Otro ejemplo de esto lo encontraríamos en la percepción del castigo físico o incluso de la tortura. Para algunas personas fuertemente adoctrinadas, este tipo de sufrimiento puede resultar deseable como forma de martirio, y por eso no resulta imposible que las ejecuciones ejemplarizantes funcionen como un incentivo para quebrantar las normas, por ejemplo, mediante los atentados basados en el fundamentalismo religioso.