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Titulo del orlginlll en alcmin: lcl1 ICtr Du P.-imera parte
Traducción de Horacio Crespo
Las palabras principios

Para el hombre el mundo tiene dos aspectos, en con-


formidad con su propia doble actitud ante él.

La actitud del hombre es doble en conformidad con


1 la dualid~d de las palabras fundamentales que pro-
nuncia.

Las palabras fundamentales del lenguaje no son ve>


cablos aislados, sino pares de vocablos.

Una de estas palabras primordiales es el par de \'O-


)
cablos Yo·Tií.

La otra palabra primordial es el par Y o-Ello, en el


que !!I o Ella pueden reemplazar a Ello.
De ahl que también el Yo del hombre sea doble.
Pues el Yo de la palabra primordial Yo-Td es distin.
lo del Yo de la palabra primordial Y o-Ello.

'
Las palabras primordiales no significan cosas, sino
que indican relaciones.
() 1974 por Ediciones Nueva Visión SAIC
Tucumán 3743, Buenos Aires, Argentina
Queda becho el depósito q,ue marca hri ley 11.72J
• Las palabras primordiales no expresan algo que pu-
diera t:xlstir independientemente de ellas, sino que,
Jmprao en la Argentina J Prlnted in Arwcntin11
Prohibida toda reproducdór. total o parcial una vez dichas. dan lugar a la existencia.

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Esas palabras primordiales son pronunciadas desde Todas estas cosas y otras sin1ilares a ellas dan fun-
el Ser. damento al reino del Ello.

Cuando se dice Tú, se dice al mismo tiempo el Yo Pero el reino del Tú tiene una base diferente.
del par verbal Yo-Ttí.

O Cua1.do
I :.. del par
se dice Ello, se dice al misn.o tiempo el Yo
verbal Yo-Ttí.
• Cuando se dice Tú, quien lo dice no tiene ninguna co-
sa como su objeto. Pues donde hay una cosa, hay
La palabra primordial Y o-Tií sólo puede ser pronun- otra cosa.
ciada por el Ser entero.
Cada Ello confina con otros; Ello no existe sino por.
La palabra primordial Yo-Ello jamás puede ser pro- que está limitado por otros Ello. Pero cuando uno di-
nunciada por el Ser entero. ce Tú, no tiene en vista cosa alguna. Td no tiene
confines.

Cuando se dice Tú, para quien lo dice no hay ninguna


No hay Yo en sí, sino solamente el Yo de la palabra cosa, nada tiene. Pero sí está en una relación:
primordial Y o-Ttí y el Yo de Ja palabra primordial
Yo-Ello. Se dice que el hombre posee una experiencia del
mundo al que pertenece. ¿Qué significa esto?
~,.. 1
Cuando el hombre dice Yo, quiere decir uno de Jos
dos. El hombre explora la superficie de las cosas y las
experimenta. Extrae de ellas un saber relativo a su
El Yo al que se refiere está presente cuando dice Yo. constitución; adquiere de ellas experiencia. Experi-
También cuando dice Tri o Ello, está presente el }'o menta lo que pertenece a las cosas.
de una u otra de las palabras primordiales.

Ser Yo y decir Yo son una sola y misma cosa. Decir


• Pero las experiencias solas no acercan el mundo al
hombre. Pues el mundo que ellas le ofrecen sólo
Yo y decir una de las palabras primordiales son lo está compuesto de esto y de aquello, de El y Ella, y
mismo. de Ella y Ello.
1

Quien pronuncia una de las palabras primordiales Tengo la experiencia de algo.


penetra en esta palabra y se instala en ella.
Nada cambiará con agregar a las experiencias "ex·
temas" las experiencias internas, según una distin-
ción en ningún modo eterna, que nace de la nece.
La vida de los seres humanos no se reduce sólo al sidad que la eSpecie humana tiene de hacer menos
círculo de los verbos transitivos. No existe solamente agudo el misterio de la muerte. ¡Cosas externas o
en virtud de actividades que tienen por objeto algu· cosas internas, no son sino cosas y cosas!
na cosa. Percibo algo. Tengo la experiencia de algo. t
Imagino elgo. Quiero algo. Siento algo. La vida del Tengo la experiencia de algo.
ser humano no consiste solamente de todas estas co-
sas y de otras semejantes a ellas. Nada cambiará la situación si añadimos "secretos"

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¿Pero qué derecho tenemos de integrar lo inefable
a las Cxpcriencias ''visibles", según esa presuntuosa en el mundo de la palabra fundamental?
sabiduría que conoce en la cosa un compartimiento
cerrado y reservado solan1cnte a los iniciados y del En las tres esferas, gracias a todo lo que se nos tor-
c:ual se tiene la llave. ¡Oh secreto sin misterio! ¡Oh na presente, rozamos el ribete del Tú, eterno, senti·
amontonamiento de información! ¡Ello, siempre Ello! mos emanar un soplo que llega de .1!1; cada Tú invo-
ca el Tú eterno, según el modo propio de cada una
de las esferas.
El hombre que tiene experiencia de las cosas no par·
licipa en absoluto en el mundo. Pues es "en él" don-
de la experiencia surge, y no entre él y el mundo. Considero un árbol.
El mundo no tiene parte en la experiencia. Se di.:ja Puedo encararlo como a un cuadro: pilar rígido bajo
experimentar, pero no compromete su interés. Pues el asalto de la luz, o verdor resplandeciente, suave-
esta experiencia nada le agrega y nada agrega a la mente inundado por el azul argentado que le sirve
experiencia. de fondo.
En cuanto experiencia, el mundo pertci;-iccc a la pa· Puedo percibirlo como movimiento: red hinchada de
labra primordial Y o-Ello. vasos ligados a un centro fijo y palpitante, succión
de las raíces, respiración de las hojas, incesante in-
La palabra primordial Y o-Ttí establece el mundo de
tercambio con la tierra y el aire ... y ese oscuro cre-
Ja relación. cimiento mismo.
Tres son las esferas en que surge el mundo de la
relación. Puedo clasificarlo en una especie y estudiarlo como
un ejemplar típico de su estructura y de su modo de
La primera es la de nuestra vida con la naturaleza. vida.
La relación es allí oscuramente recíproca y está por
debajo del nivel de la palabra. Las creaturas se mu~ Puedo deshacer su presencia y su forma al extremo
ven en nuestra presencia, pero no pueden llegar a de no ver en él más que la expresión de una ley:
nosotros, y el Tú que les dirigimos llega hasta el de una de las leyes en virtud de las cuales siempre
umbral del lenguaje. concluye por resolverse un conflicto permanente de
La segunda esfera es la vida con los hombres. La fuerzas, o de leyes de acuerdo con las cuales se pro-
relación es allí manifiesta y adopta la forma del len- duce la mezcla y la disociación de las materias vi-
guaje. Allf podemos dar y aceptar el Ttí. vientes.

La tercera esfera es la comunicación con las formas Puedo volatizarlo y conservarlo sólo como un nún1e-
inteligibles. La relación está allf envuelta en nubes, ro o una pura relación numérica.
pero se devela poco a poco; es muda, pero suscita A pesar de ello, el árbol sigue siendo mi objeto?
11na voz. No distinguimos ningún Tú, pero nos sentí· ocupa un lugar en el espacio y en el tiempo y con
mos llamados y respondemos, creando formas, pen- serva su naturaleza y constitución.
sando, actuando. Todo nuestro ser dice entonces la
palabra primordial, aunque no podamos pronunciar Pero también puede ocurrir que por un acto de vo-
Tú con nuestros labios.
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Juntad o por inspirai.:ión ele la gracia, al consider~r perceptible, descriptible, un haz flojo de cualidades
este árbol yo sC"a conducido a entrar en relación definidas, sino que, sin vecinos y fuera de toda cone-
con él. Entonces el árbol deja de ser un Ello. Me ha xión, él es el Tú y llena el horizonte. No es que nada
captado la potencia de su exclusividad. exista fuera de él; pero todas las cosas viven a su luz.

Para esto no es necesario que yo renuncie a alguno La melodía no se compone de sonidos, ni el verso de
de los modos de mi contemplación. Nada hay de Jo palabras ni la estatua de líneas, sino que sólo me.
cual deba hacer abstracción para verio, nada debo diante desgarraduras se llega a hacer de su unidad
olvidar de lo que sepa. La imagen y el movimiento, . una multiplicidad: lo mismo acontece con el hombre
la especie, el ejemplar, 13 ley y el número se hallan a quien digo Tú. Puedo abstraer de él el color de su
indisolublemente unidos en esta relación. cabello, o el color de sus frases, o el matiz de su
bondad. Estoy sin cesar obligado a hacerlo. Pero
Todo Jo que pertenece al árbol está ahí. Su forma y cada vez que lo hago deja de ser Tú.
su estructura, sus colores y su composición química,
su intercambio con los elementos del mundo y con Y así como la plegaria no tiene existencia en el tiem·
las estrellas, todo está presente en una totalidad po, sino el tiempo en la plegaria; así como el sacri·
Unica. ficio no tiene existencia en el espacio, sino el espacio
en el sacrificio, y que invirtiendo esta relación se
El árbol no es sólo una impresión, ni un juego de llega a abolir la realidad, así también no descubro al
mi imaginación, ni un valor dcpendienle de mi estado hombre que llamo Tú en ningún tiempo y en ningún
e.le ánimo. Erige frente a mi su realidad corporal, lugar determinado. Puedo situarlo en ellos, estoy sin
tiene que ver conmigo como yo con él, pero de una cesar obligado a hacerlo, pero desde entonces es un
manera distinta. El o Ella, esto es, un Ello, y no más mi Tú.

No procuréis debilitar el sentido de esta relación; toda Mientras se despliega sobre mi cabeza el cielo del Tú,
relación es recíproca. los vientos de Ja causalidad se aplastan bajo mis ta·
Iones, y el torbellino de la fatalidad se detiene.
¿Tendrá este árbol una concii:ncia, y una conciencia
similar a la nuestra? De tal cosa no tengo experiencia. Del hombre a quien llamo Tú no tengo un conocí· ·
Pero, porque aparentemente tenéis éxito al hacerlo ' miento empírico. Pero estoy en relación con él en ef
con vosotros mismos, ¿volveréis a intentar Ja des- santuario de la palabra primordial. Solamente cuan-
composición de lo indescomponible? Quien se hace do salgo de este santuario lo conozco de nuevo por la
presente a iní no es el alma ni la dríada del árbol,
sino el árbol mismo.
experiencia. La experiencia es alejamiento del Tú. •
. . '

La relación puede existir aunque el hombre a quien


digo Tú no lo sepa en su experiencia. Pues el Tú es
más que lo que el Ello conoce. El Tú es más activo
Cuando colocado en presencia de un hombre que es y experimenta más de lo que el Ello tiene conciencia.
mí Tú, Je digo Ja palabra fundamental Yo-Tú, él no es Ninguna decepción tiene acceso aquí: aquí está la
ya una cosa entre las cosas, ni se compone de cosas. cuna de la Vida Verdadera.
Este ser humano no es El o Ella, limitado por otro
El o Ella, un punto destacado del espacio y del tiempo
y fijo en la red del universo. No es un modo del ser lle aquí Ja fuente eterna del arte: a un hombre se Je

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presenta una forrna que desea ser fijada. Esta forma -Ninguna. Pues no se puede experimentar.
no es producto de su alma, es una ar-a1ición de fuera -Entonces ¿qué se sabe del Tú?
que se le presenta y le reclama su fuerza eficiente. -Todo o nada. Pues no se sabe nada parcial a su
Se trata de un acto esencial del hombre; si lo realiza, respecto.
si con todo su Ser dice la palabra primordial a la
forma que se le aparece, entonces brota la fuerza efi-
ciente, la obra nace.
El Tú viene a mí a través de la gracia; no es buscán·
-~l acto envuelve un sagjficio y un rj_~sgo. El sacri-
1
dolo como lo encuentro. Pero el dirigirle la palabra
ficio: la infinita posibilidad inmolada en el altar de primordial es un acto de mi ser; es, en verdad, el
la forma. Será menester arrasar todo lo que hasta ese acto de mi ser.
momento aparecía en la perspectiva. Nada de ello
penetrará en la obra. Así ha de ser por una exigencia . El Tr.í llega a mi encuentro. Pero soy yo quien entro
de exclusividad. El riesgo: la palabra primordial sólo en relación directa, inmediata, con él. Así la relación
puede ser dicha por el Ser entero; quien se decida a significa elegir y ser elegido; es un encuentro a la
decirla nada puede reservar de sí. La obra no tolera, vez activo y pasivo. La acción del ser total suprime
como lo hacen el árbol y el hombre, que yo me aparte las acciones parciales y, por lo tanto, las sensaciones
y descanse en el mundo del Ello; pues es la obra la de acción, todas ellas fundadas en el sentimiento de
que manda. Si no Ja sirvo bien, ella se quiebra o me un limite; esta acción se asemeja entonces a una }Ja·
quiebra a mí. sividad.
1
No puedo ni conocer por la experiencia ni describir ' La palabra primord\al Yo-Ttl sólo puede ser dicha con
esa forma que se me aparece; sólo puedo realizarla. la totalidad del ser.' La concentración y la fusión en
Y sin embargo, Ja contemplo espléndida en el radiante todo el ser nunca pueden operarse por obra mía, pero
brillo de lo que me confronta, más clara que toda Ja esta concentración no puede hacerse sin mí. Me rea·
claridad del mundo empírico. No la contemplo como lizo al contacto del Tú; al volverme Yo, digo Tú.
una cosa entre las cosas "interiores", ni como una
construcción de mi "fantasía". sino como Ja presen- Toda vida verdadera es encuentro.
cia. Si se le aplica el criterio de la objetividad, esta
forma no tiene existencia. Mas ¿qué hay que sea tan
presente como ella? Y la relación en que me encuen-
tro actúa sobre mí como yo actúo sobre ella. La relación con el Tú es directa. Entre el Yo y el Tti
no se interpone ningún sistema de ideas, ningún es-
Actuar es crear; in\'entar es encontrar; dar una forma quema y ninguna imagen previa. La memoria misma
es descubrir. Al crear descubro. Introduzco la forma se transforma en cuanto emerge de su fracciona-
en el mundo del Ello. La obra producida es una cosa miento para sumergirse en la unidad de la totalidad.
entre cosas, una suma de cualidades; es, entonces, Entre el Yo y el Tú no se interponen ni fines, ni pla·
experimentable y descriptible. Pero a quien la con- cer, ni anticipación. El deseo mismo cambia cuando
templa y la crea, ella puede algunas veces reaparecér- pasa de la imagen sofiada a la imagen aparecida. To-
sele en la plenitud de su forma corporizada. do medio es un obstáculo. Sólo cuando todos los me·
dios están abolidos, se produce el encuentro.
-¿Cuál es, entonces, la experiencia que uno puede te-t.
(, ner del Ttl? Ante la relación directa, todas las relaciones mediatas

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pierden su valor. lgualn1cnte carece de importancia el colocada por encima de las contradicciones. Pues no
que mi Tri sea ya o se torne en Ello para otros Yo hablo sino del hombre real, de ti y de mi, de nuestra
(un "objeto de experiencia común"), o que esto pueda vida y de nuestro mundo, no hablo de un Yo en sí ni
llegar a suceder a través de la realización de un acto de· un ser en sf mismo. Para el hombre real, la línea
de mi ser. Pues la linea de demarcación entre: el Tti. divisoria atraviesa también el mundo de las ideas.
y el Ello, por lo demás moviente y fluctuante, no
pasa entre la experiencia y la no experiencia, ni entre Sin duda, más de un hombre que en ei mundo de las
el dato y el no dato, ni entre el mundo del ser y el cosas se satisface con el conocimiento empírico y el
mundo del valor: atra\·iesa indiferentemente todos uso que hace de ellas. se ha construido por 5obre· él
los dominios que están entre el Tú y el Ello, entre la mismo un sistema y una estructura de ideas donde
presencia y el objeto. encuentra refugio y paz de la agresión de la nada.
Deposita en el umbral la vestidura de su mediocre
vida cotidiana. Se envuelve en lino inmaculado y se
regala con el espectáculo del ser primordial o del ser
El presente, y esto no significa el instante puntual necesario; pero su vida no participa de eso y hasta
que meramente designa en nuestro pensamiento el puede encontrar agrado en proclamarlo.
término del tiempo "transcurrido'', la sola apariencia
de una detención en este fluir, sino el instante real- Pero la humanidad del mero Ello, tal como un hom-
mente presente y pleno, sólo existe si hay presencia, bre asl puede imaginarla, postularla y enseñarla, nada
encuentro y relación. La presencia nace cuando el Tú tiene en común con una humanidad viviente en la
S¡! torna presente. que el hombre dice Tú con todo su ser. La ficción,
por noble que sea, sólo es un fetiche; la creencia más
El Yo de la palabra primordial Yo-Ello, el Yo no con- sublime, si es ficticia, resulta depraYada. Las ideas
frontado por un Tú concreto, sino rodeado por una no están entroni1.adas por encima de nuestra cabeza
multitud de "contenidos", no tiene presente, sino sola- más de lo que habitan en ellas; vagan entre nosotros
mente pasado. Dicho de otra manera, en la medida y se dirigen a nosotros. ¡Desdichado aquel que des-
en que el hombre se satisface con las cosas que expe- cuida decirles la palabra primordial, y pobre de aquel
rimenta y utiliza vive en el pasado, y su instante está que para hablarles emplea un concepto o una fór~
desnudo de presencia. Sólo tiene objetos, y los obje- mula, como si fuese su nombre! :·i ,
tos subsisten en el tiempo que ha sido.

El presente no es algo fugitivo, pasajero, sino algo


continuamente persistente y duradero. El objeto no es En uno de los ejemplos es obvio que la relación di-
duración, sino cesación, detención, interrupción, cor- recta implica una acción sobre lo que me confronta.
te, tiesura, ausencia de relación y de presencia. En el arte el acto del ser determina la situación en
la cual la forma se convierte en una obra. La simple
Los seres verdaderos son vividos en el presente, la coexistencia adquiere todo su sentido en el encuentro; ·
vida de los objetos está en el pasado. entra en el mundo de las cosas para prolongar allí
su acción al infinito, para tornarse infinitamente en
Ello1 pero también infinitamente Tú, para comunic&r
la inspiración y la dicha. Ella "adquiere cuerpo"; su
Esta dualidad esencial no se supera invocando un cuerpo emerge del flujo inespacial e intemporal, a
"mundo de ideas", que sería una tercera realidad. la orilla de la existencia.

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El sentido de este efecto es menos evidente en la re- del todo, presentirás lo que significa esta espera,
1ac1ón con un Tú humano. El. acto esencial que crea este quién vive, ese "cuello tendido" de la creatura.
aquí la inmediatez es lo frecuentemente interpretado Toda palabra falsearla los hechos: ¡pero observa!:
erróneamente en términos de sentimiento. Los senti.. en torno de ti viven seres su vida y en cualquier
mientos acompañan al hecho metafísico y metapsl· punto adonde te diriges siempre llegar al ser.
quico del amor, pero no lo constituyen. Los senti-
mientos concomitantes pueden ser de especies muy
diversas. El sentimiento de Jesús para con el poseso
es otro que su sentimiento para el discípulo bien- La relación es mutua. Mi Tú me afecta como Yo lo
amado; pero el amor es uno. A los sentimientos se afecto a él. '¡Nuestros discípulos nos forman, nues-
Jos "tiene"; el amor es un hecho que "se produce". tras obras nos edifican. El "malvado" se torna te-
Los sentimientos habitan en el hombre, pero el hom- veJador cuando la sagrada palabra primordial ha
bre habita en su amor. No hay en esto metáfora: es tocado su ser. ¡Cuántas cosas aprendemos de Jos
Ja realidad. El amor es un sentimiento que se adhiere niños y de los animales! Vivimos nuestras vidas
al Yo de manera que el 1'ú sea su "contenido" u otr inescrutablemente incluidos en la fluyente vida mu-
jeto; el amor está entre el Yo y el Tú. Quien no sepa tua del universo.
esto, y no Jo sepa con todo su ser, no conoce el amor,
aunque atribuya al amor los sentimientos que expe-
rimenta, que siente, que goza y que expresa. El amor
es una acción cósmica. Para quien habita en el amor -Te refieres al amor como si fuera la sola relación
y contempla en 'el amor, los hon1bres se liberan de entre los hombres. Mas, hablando con propiedad,
todo lo que los mezcla a la confusión universal: bue- ¿puedes elegirlo como ejemplo único, si también
nos y malvados, sabios y necios, bellos y feos, todos, existe el odio?
uno después de otro, se toman reales a sus ojos, se
toman otros tantos Tú, esto es, seres liberados. de- -En cuanto el amor es "~, esto es, en cuanto
terminados, únicos; los ve a cada uno cara a cara. no ve la totalidad de un ser\, -todavía no está some-
De una manera maravillosa surge de vez en cuando tido a la noción prirnprdial de la relación. El odio
una presencia exclusiva. Entonces puedo ayudar, cu- es, por su naturaleza,lcie¡O,, Sólo puede ser odiada
rar. educar, elevar, liberar. l!;T-amore~(Ta:-responsa­ una parte de un ser. Quien percibe un ser en su
b1lidad de un Yo por tlnTil. ITn esto reside la igual· totalidad y está constreñido a repudiarlo, no se halla
dad entre aquelJos que se aman, igualdad que no más en el reino del odio: se encuentra en el reino
podría residir en un sentimiento, cualquiera que fue- de la limitación humana de la capacidad de decir
se, igualdad que va del 111ás pequeño al más grande, Tú. Es incapaz de decir Ja palabra primordial al
d<I más dichoso, del más protegido, de aquel cuya otro ser humano que lo confronta. Esta palabra
vida entera se halla incluida en la de un ser amado, envuelve coherentemente una afirmación del ser a
hasta aquel que toda su vida está clavado sobre la quien se dirige. Por eso está obligado a renunciar a
cruz de este mundo porque pide y exige esta cosa sí mismo o al otro. El poder de entrar en relación
tremenda: amar a todos los ho1nbres. reconoce su propia relatividad en esta barrera, ba-
rrera que solamente puede ser abolida con esa misma
Quede en el misterio el significado de Ja acción re- relatividad. Sin embargo,'-e!_ hombre que experimenta
cíproca en el tercer caso: el de la creatura y nuestra inmediatamente el odio estl más cerca de la relación
contemplación de ella. Si crees en la simple magia que cuando no siente ni amor ni odio...--~
de Ja vida, sl crees que se puede vivir al servicio ~
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La exaltada melancolía de nuestro destino reside en Consideremos el lenguaje de los "primitivos", esto
el hecho de que en el mundo en que vivunos todo Tú es, de Jos pueblos que tienen un pobre acopio de
se toma invariablemente en Ello. Es indiferente el objetos y cuya vida se edifica dentro de un estrecho
grado de exclusividad en que el Tú se hallaba pre- clrcuk> de actos fuertemente impregnados de pre-
sente. Desde que se ha agotado la obra de la rela- sencia .. !A -núcleos de ese lenguaje, las palabras en
ción. o desde que ella ha sido contaminada de me- forma de- sentencias y de originales estructuras pre-
diatez, el Tú se vuelve un objeto entre objetos, quizás gramaticales (que más tarde, al desplegarse, darán
el objeto principal, pero un objeto en todo caso, origen a las diversas clases de palabras), indican en
fijado en su tamaño y en sus límites. IEn la obra su mayoría la totalidad de una relación. Nosotros
de arte, la realización en cierto sentido significa decimos "muy lejos"; el zulú. a su vez, tiene una
pérdida de realización en otro.; La intuición verda- palabra frase que significa "allí donde uno grita:
dera pasa en tiempo breve; luego la vida natural ¡Oh madre mla, estoy perdido!" El fueguino supera
que se me habla revelado en el misterio de la acción con un aletazo nuestra sabiduría analítica con su
reciproca se ha vuelto descriptible, descomponible, palabra-frase de siete sílabas cuyo sentido exacto es:
clasificable. Ya es sólo el punto ~e intersección de "ambos se miran, cada uno esperando que el otro se
innumerables sistemas de leyes.,. Y el amor mismo ofrezca a hacer lo que los dos desearían y que nin·
no puede mantenerse en la inmediatez de Ja relación; guno quiere hacer". En esa situación total. las per-
dura. pero con una alternancia de actualidad y de sonas tal como las expresen los nombres y los pro-
latencia~ El ser humano que había sido único e nombres están empotradas como en un bajorrelieve.
incondiCionado, no algo al alcance de la mano, sino sin una independencia terminada. Lo que importa
pres.en.te. no es susceptible de ser experimentado, no son los productos de la disociación y de la refle·
sinlL.ICalidad plena, se 113 vuelto un fll o una Ella, xión, sino la verdadera unidad original, la relación
una s.uma de cualidades, una cierta cantidad con vivida.
clert3 forma. Ahora puedo de nuevo abstraer de él
r el color de su cabello, el color de sus dichos y el Cuando encontramos a alguien, lo saludamos deseán-
matiz de su bondad. Pero tengo esta posibilidad en dole felicidad, o asegurándole nuestra devoción, o
tanto que ya no es más mi Tú, y ya no puede volver recomendándolo a Dios. Pero cuán mediatas, indi·
~ serlo. "'' rectas, son esas fórmulas. ¿Siente uno todavía en
Cada Td en el mundo está, por su naturaleza. con- el ¡Heil! esa virtud que le daba fuerza? Compárase
denado a volverse una cosa, o por lo menos a recaer esas fórmulas con el saludo con el que el cafre ex-
presa una relación siempre fresca y concreta: "Te
sin cesar en Ja condición de cosa'\> Se podría decir en
lenguaje objetivo que toda cosa-en este mundo pue- veo", o. en su variante americana. sublime a fuerza
de, antes o después de que se ha hecho cosa, apare- de ridícula: "¡Husméame!"
cer a un Yo como su Tti. Pero el lenguaje objetivo
nunca capta más que un jirón de la vida real. Cabe suponer que las caracterizaciones e ideas y.
también, las representaciones de las personas y de
El Ello es la eterna crisálida, el Tú es la mariposa las cosas se han destacado de representaciones de
eterna. Mas no siempre los estados se distinguen ne- fenómenos y de situaciones específicamente relacio-
tamente. sino que a menudo hay un proceso pro- nadas. Las impresiones y las emociones elementales
fundamente dual, confusamente intrincado. que despertaron el espíritu del "hombre natural"
provienen de fenómenos -experiencia de un ser que
lo confronta- y de situaciones -vida con un ser
En el comienzo es la relación. que lo confronta- de carácter relacional. No piensa

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en la luna que \'C tudas las noches, hasta la noche que lo visitan durante las noches y le traen dolor o
en que, en el sueño o en la vigilia, ella viene hacia júbilo, tienen ese poder. Pero también tienen poder
él, se le aproxima, lo embruja con el placer o el el sol que quema, la bestia ululante, el jefe cuya
dolor de su contacto. Lo que conserva no es la mirada lo constriñe y el hechicero cuyo canto lo
imagen de un disco luminoso ambulante, ni la de toma fuerte para la caza. Mana es simplemente esa
un ser demoniaco que estarla atado a él de alguna fuerz:i eficaz que ha transformado la persona lunar
manera, sino, ante todo, la imagen dinámica, emo- de los cielos en un Td que conmueve Ja sangre y deja
tiva de la acción de la luna, que atraviesa su cuerpo. su rastro en la memoria una vez que la imagen obje·
De esto emerge gradualmente la imagen de la luna tiva se ha destacado de la imagen emotiva. Y ello
que realiza su acción. Entonces solamente el .-e- aunque la luna misma no aparezca jamás sino como
cuerdo de lo que ha experimentado inconsciente- el autor o el productor de esta acción. Mana es
mente noche tras noche comenzará a iluminarse y aquello con lo cual el hombre, si lo posee -por
le permitirá representarse y objetivar al actor y al ejemplo en una piedra mágica-, puede actuar de
productor de esta acción. Asl se hace posible la c~a manera. En el hombre primitivo, la imagen del
transformación de lo desconocido en un objeto, un mundo es mágica, no porque tenga como centro la
,;1 o Ella, a partir de un Tú que originalmente 110 fuer.ta mágica del hombre, sino porque esa fuer.ta
pudo ser experimentado, sino simplemente sufrido. humana sólo es una variedad particular de Ja magia
universal de la que surge toda acción efectiva. La
Este carácter inicial y prolongadamente relacional causalidad en su imagen cósmica no es una secuen-
de todo fenómeno esencial hace más fácilmente com- cia continua, sino que está hecha de una fulguración
prensible cierto elemento espiritual de la vida del siempre renovada de poder; es un movimiento vol-
primitivo, muy estudiado y comentado por la ciencia cánico sin continuidad. klana es una abstracción
actual, pero aún no comprendido adecuadamente. primitiva, probablemente más primitiva que el nú-
Me refiero a ese poder misterioso cuya idea se en- mero, pero no más sobrenatural que él. La memo.
cuentra con muchas variantes en las creencias o en ria, al educarse, poco a poco aprende a clasifiCar
el conocimiento (lo que es lo mismo) de muchos los grandes sucesos relacionados, las sacudidas emcr
pueblos primitivos. Conocido como Mana u Orenda, cionales elementales. Lo más importante para el
abre el camino al bramán en su significación prima- instinto de la conservación y lo más notable para
ria y, luego, a la Dynamis y a la Charis de los Pa- el instinto del conocimiento, esto es, "lo que actUa",
piros Mágicos y de las Cartas Apostólicas. Se lo ha se destaca más enérgicamente, se toma autónomo.
caracterizado como un poder suprasensible o sobre- Lo menos importante, lo no general, el cambiante
natural, describiéndolo con el empleo de nuestras Tú de las experiencias, retrocede, permanece aislado
categorías, que no corresponden a las del hombre en la memoria, se objetiva gradualmente, poco a
primitivo. Los límites de su mundo están trazados poco se transforma en un objeto y n1uy lentamente
por su experiencia corporal, de la cual muy "natu· se distribuye en grupos y clases. En tercer lugar,
ralmente" forman parte las visitas a los muertos, finalmente, terrible cuando se halla asi separado, a
por ejemplo. Ha de parecerle absurdo el admitir veces más espectral que la muerte o la luna, pero
que realmente exista lo que no tiene cualidades sen- de una evidencia más incontrovertible, surge el otro
sibles. Los fenómenos a los que atribuye "poder mís- "incambiante" compañero, el Yo.
tico" son todos fenómenos elementales de carácter
relacional, esto es, fenómenos frente a los cuales La conciencia del Yo no está vinculada al poder
reacciona porque conmueven su cuerpo y dejan en primitivo del instinto de auroconscrvación más que
él una imagen conmovedora. La luna y los muertos al de los otros instintos. No es el Yo quien procura

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propagarse, sino es el cuerpo quien desea hacer co- trada sobre el Yo, este Yo no está aún incluido.
sas, utensilios, juguetes, ser un "creador". Además, Este fenómeno aísla de su medio al cuerpo humano,
en la función de Conocimiento primitivo no cabría considerado como el portador de sus impresiones.
reconocer· el eognosCo ergo sum, por ingenuo que El cuerpo aprende a conocerse y a distinguirse en
sea, ni la rioción, por infantil que sea, de un sujeto sus peculiaridades: pero la distinción sólo expresa
que experinien'ta. El Yo emerge, como un eIC1nento una simple contigüidad, y no entrai\a el sentimiento
singular, de la descomposición de la experiencia implícito de la cualidad verdadera del Yo.
primaria, de las vitales palabras primarias Y<Hrfec-
tante al Tú y Tú-afectante al Yo, una vez que han Pero cuando el Y o de la relación ha aparecido y ha
sido divididas y se ha dado eminencia de objeto al adquirido una existencia separada, por un extraño
participio. fenómeno se diluye y se funcionaliza a fin de pene-
trar en el hecho natural por el cual el cuerpo se aísla
!)
del mundo circundante y se despierta el estado en el
cual el Yo es propiamente activo. Sólo ahora puede
La diferencia fundamental entre las dos palabras tener Jugar· el acto consciente del Yo. Este acto es
primordiales se pone de manifiesto en la historia la primera forma de la palabra primordial Y o-Ello,
del hombre primitivo. Ya en el fenómeno de rela- de Ja experiencia en su relación con el Yo. El Ya
ción elemental pronuncia la palabra Yo-Tú con una que se ha destacado afirma que es el portador de
naturalidad que precede a lo que cabe llamar visua- sus impresiones y que el mundo es su objeto. Este
lización de las formas, esto es, antes de conocerse fenómeno, es verdad, ocurre en una forma "primi..
a si mismo como un Yo. En cambio, la palabra liva" y no en una forma que pertenezca a la "teoria
primordial Y o-Ello sólo se torna posible una vez del conocimiento". Pero en cuanto la frase "Yo veo
adquirido este conocimiento, una vez efectuado el el árbol" es pronunciada de tal modo que no expresa
aislamiento del Yo. una relación entre el hombre -Yo-- y el árbol -Tú-,
sino que expresa Ja percepción del árbol como objeto
La primera palabra primordial ciertamente puede por la conciencia humana, levanta una barrera entre
descomponerse en Yo y T1í, pero no ha nacido de el sujeto y el objeto. Entonces se pronuncia Ja palabra
la reunión de ambos; es por su índole anterior al Yo. primordial Y o-Ello, la palabra de la separación.
La segunda palabra primordial Y o-Ello ha nacido de
Ja unión del Yo y del Ello; por su índole es poste-
rior al Yo.
-Entonces, ¿esa melancolía de nuestro destino surgió
En el fenómeno primitivo de la relación, y a causa en la más temprana historia de Ja humílnidad?
de la exclusividad de este fenómeno, está incluido el
Yo. Como sólo puede haber en ese fenómeno dos -Ciertamente es asf, en la medida en que la vida
compañeros plenamente actuales, el hombre y lo consciente del hombre surgió en la historia temprana.
que lo confronta, y como el mundo se convierte en Pero vida consciente significa reaparición del ser cós-
una dualidad, el hombre presiente ya algo de esa mico como devenir humano. El espíritu aparece en el
emoción cósmica del Yo, antes aún de haber tenido tiempo como un producto, aun como un subproducto
conciencia del Yo mismo. de la naturaleza, y sin embargo sólo en él la natura·
leza entera se halla envuelta intemporalmente.
En cambio, en el fenómeno natural, actual, en la
experiencia que traduce Ja palabra Yo-Ello, cen· La antinomia de las dos palabras primordiales del

24 25
lenguaje ha tenido diversos nombres en tiempos dife- ser que lo lleva, pero parece también no estar ins-
rentes y en mundos diferentes; pero en su verdad cripto allí. No reposa solamente en la matriz de su
innominada, ella es inherente a la creación. madre humana. Esta vinculación tiene una cualidad
tan cósmica, que el mítico dicho de los judíos, ºen
el cuerpo de la madre el hombre conoce el mundo,
con el nacimiento lo olvida", parece como el imper-
-¿Y crees entonces en la existencia de un paraíso en fecto desciframiento de una inscripción de los tiem-
los más tempranos días de Ja humanidad? pos más primitivos. Y subsiste en el fondo del hom-
bre como una imagen secreta de su deseo. No que
-Aunque hubiera sido un infierno -y ciertamente aspire a retornar hacia atrás, como lo piensan los
el tiempo al que reiJ.onto en el pensamiento histórico que ven en el espíritu (confundido por ellos con su
ha estado lleno de furor, de angustia, de tormento y propio intelecto) un parásito de la naturaleza, cuan-
de crueldades-, en todo no ha sido irreal. do es más bien su fruto, aunque expuesto, es verdad,
a toda suerte de enfermedades. Es la aspiración a un
Las experiencias de relación del hombre en el tiempo lazo cósmico entre el ser llegado a la vida espiritual
más alejado no eran blandas y placenteras. Fueron, con su verdadero Tri.
en verdad, violencia ejercida sobre un ser que se ofre-
ce realmente a la experiencia y no una sombra de Como todo ser en formación, cada niño reposa en el
solicitud hacia números sin rostro. A partir de esa seno de Ja gran madre, el indiviso mundo prístino que
violencia hay un camino que conduce a Dios. A par·
precede a toda forma. Se separa de ella para entra•
tir de esa solicitud sólo hay una ruta hacia la nada. en la vida personal, y solamente en las horas oscu-
ras en que escapamos a la vida personal (lo que ocu-
rre todas las noches al hombre sano) nos separamos
de este universo. Pero ese separarse no se opera, por
La \'ida del hombre primitivo, aun si lográramos una brusca catástrofe, como la de la separación física
conocerla a fondo, sólo puede ser para nosotros un de la madre corporal: se concede al niño un tiempo
símbolo de la vida del hombre prístino real: sólo para cambiar contra un lazo espiritua1. es decir con-
nos ofrece breves atisbos sobre la relación en el tra una relación, el lazo natural que lo unía con el
tiempo entre las dos palabras primordiales del len· mundo y que va perdiendo gradualmente. Salido
guaje. El niño nos ofrece una enseñanza más com- de las tinieblas quemantes del caos, entra en Ja fría
pleta. claridad de la creación, pero aún no la posee. Pri-
meramente le es menester sacarla a ta luz del día
Aquí percibimos· claramente que la realidad espiri- y hacerla una realidad; le es menester hacer su mun-
tual de las dos palabras primordiales del lenguaje na- do propio. La creación sólo en el encuentro revela
ce de una realidad natural. La realidad de la palabra su naturaleza esencial como forma. No se vierte en
primordial Y o-Tti nace de una vinculación natural; la sentidos que la alcanzarían pasivamente, sino que
realidad de Ja palabra primordial Yo-Ello nace de se eleva en el encuentro con sentidos que saben
una distinción natural. captar. Todos los objetos habituales que se desple-
garán en torno del hombre adulto han de ser conquis-
La vida prenatal del niño es un estado de pura vincu~ tados, solicitados por el hombre adolescente en una
!ación natural, de interacción corporal y de flujos acción vigorosa. Ninguna cosa es parte hecha de una
recíprocos. Su horizonte vital, desde que llega a ser, experiencia. Nada puede ser conocido sino en Ja
parece estar inscripto enteramente en el interior del reciprocidad del ti.te il tete exclusivo. Como el hom·

26 27
bre primitivo, el niño vive de un sueño a otro (su vi- interlocutor bajo -una forma aún no verbal del Tú;
gilia es en gran parte un. sueño), en el resplandor pero la transformación en un objeto es un resultado
y en el contrarresplandor del encuentro. tardío nacido de la disociación de la experiencia pri-
mitiva, del separarse del interlocutor-fenómeno, com-
Desde el grado precoz y más restringido de la vida parable al nacimiento del Y o. Al comienzo es la
personal se puede observar la naturaleza prístina relación, como categoría del ser, una disposición de
del esfuerzo para satisfacer la necesidad de relación. acogida, un continente, una pauta para el alma: es
Antes aún de que pueda percibir cosas aisladas, tími- el a priori de la relación, el Tú innato.
das miradas del niño buscan en el espacio indistinto
algo indefinido; y en el momento en que, visiblemen· El Tú innato se realiza en las relaciones vividas con
te, no desea alimento alguno, los delicados, adema· aquello con que se encuentra. El hecho de que este
nes de sus manos, lanzados en el vacfo, procuran, en Tú pueda ser conocido como lo que enfrenta al niño,
apariencia sin objeto, encontrar algo. Podéis, si os pueda ser acogido exclusivamente y que se pueda,
place, decir que es un ademán animal, pero con esto finalmente, dirigirle la palabra primordial se basa en
no se explica nada. Pues estas miradas, precisamen- el a priori de la relación.
te después de largos ensayos, se ligarán a un arabes-
co rojo del tapizado y no se apartarán de él antes de En el instinto táctil (necesidad de entrar en relación
haber comprendido enteramente el alma del rojo; primeramente táctil y luego visual con otro ser) el
este movimiento de las manos adquirirá precisión al Tú innato se manifiesta desde temprano y expreSa
eontacto con un osito, percibiendo, por primera vez, de manera cada vez más neta la reciprocidad, la "ter-
con amor y de manera inolvidable, un cuerpo en su nura". Pero el instinto de "creación" que se establece
masa sólida. En los dos casos hay, no experiencia más tarde (instinto de producir objetos por síntesis
de un objeto, sino una correspondencia del niño, se· o, si ello no es posible, por análisis, desmembrando,
guramente "imaginaria", con un interlocutor viviente desgarrando) es también determinado por ese Tú in-
y activo. Esta "imaginación", sin embargo, no es en nato, de manera que se produce una "personificación"
lo más mínimo un "atribuir vida al mundo": es el de la cosa creada y un "diálogo". El desarrollo del
instinto de hacer de toda cosa un Tú, el instinto de alma en el niilo está íntimamente ligado con el des-
relación cósmica que, en ausencia de un interlocutor arrollo del instinto que tiende al Tú, con las satis-
viviente y activo, pero en presencia de su imagen y facciones y las decepciones que experimenta este ins-
de su símbolo, lo provee de su riqueza propia para tinto, con el juego de su actividad y con la trágica
dotarlo de acción y de vida. Pequeños gritos inartie seriedad de su perplejidad. La genuina inteligencia
culadas resuenan obstinadamente, todavía sin ningún de este fenómeno, que es afectada por las tentativas
significado, en el vacío. Pero estos gritos, un buen de referirlo a esferas más estrechas, sólo puede lo-
día, se tornarán inesperadamente en diálogo. ¿Con grarse si se lo examina y se lo explica recordando
quién? Quizás con la telera que hierve a fuego lento. su origen cósmico y metacósmico al mismo tiempo.
Pero será ya un diálogo. Más de un movimiento ca- Pues emerge del indiviso mundo prístino que prece-
lificado como reflejo es una sólida paleta que sirve de a la forma, del cual el individuo físico ha salido
a la persona para construir su mundo. No es verdad por el hecho del nacimiento, pero no aún el ser pere
que el niño comience por percibir el objeto con el cual sonal y actual que sólo se destaca poco a poco a
se pone en relación. Al contrario, lo primero es el medida que va entrando en el mundo de la relación.
instinto de relación; es él quien se ahueca y se ade-
lanta como una mano adonde viene a alojé¡rsc el
interlocutor; luego, se establece la reacción con ese

28 29
El hombre se loma un Yo a través del Tú. Aquello sividad, o las dispone en un esquema de observación
que lo confronta y desaparece, los fenómenos de Ja sin ningún sentimiento de universalida~
relación se condensan o se disipan. En esta alterna·
ción la conciencia del compañero que no cambia, del Sólo podrá encontrar el sentimiento de exclusividad
Yo, se hace más clara y cada vez más fuerte. Segu· en una relación; el sentimiento de universalidad, sólo
ramente ella aparece aún comprometida en la trama a partir de una reacción. Ahora, por primera vez,
de la relación con el Tú; es la conciencia gradual experimenta las cosas como sumas de cualidades.
Le to que tiende hacia el Tú sin ser el Tií. Pero se Ciertamente ha amasado en su memoria cualidades
afirma con una fuerza creciente hasta que el lazo pertenecientes al Tú recordado; pero sólo ahora, por
se rompe y el Yo se encuentra, como en el espacio primera vez, las cosas se componen para él de sus
de un relámpago, en presencia de sí mismo, como si cualidade~ Con el simple recuerdo de la relación,
se tratara de un Tú extraño: pero pronto retoma po- conservado en estado de sueño, de imagen o de pen-
sesión de sf y desde entonces se ofrece consciente- §3.miento, scg(1n su complexión propia, ensancha el
mente a ta relación. núcleo, la substancia que se le había revelado vigo-
rosamente en el Ttí con todas sus cualidades. Y
Sólo entonces puede constituirse la otra palabra también ahora por primera vez dispone las cosas
primordial. Pues sin duda el Tú de la relación ha en el espacio y el tiempo, en conexión causal, cada
palidecido muchas veces, pero sin tornarse en el Ello una con su lugar propio y su curso, su medida y su
de un Yo, en objeto de una percepción o de una condición. El Tú, es verdad, aparece en el espacio,
experiencia impersonal, como lo será más tarde. Se pero aparece en ese frente a frente exclusivo en el
ha welto en cierto modo un Ello para si, un Ello, que todo el resto de los seres sólo puede servir como
primeramente desatendido, puesto en reserva y que, un fondo del cual él emerge, sin encontrar ali( ni su
para nacer, espera que se produzca un nuevo fenóme- limite ni su medida. El Tú también aparece en el
no de relación. El cuerpo que madura en una perso- tiempo, pero en el instante que posee por si mismo
na se distingue ya de su medio en la medida en que la plenitud: no es vivido en una cadena fija y sólida-
se siente portador de sus impresiones y ejecutor de mente articulada, sino que es vivido en una "dura·
sus impulsos. Pero esta distinción fue simplemente ción" fuya dimensión puramente intensiva sólo se de-
un esfuerzo rudimentario y poco orgánico de orienta· fine en términos que le son propios. Finalmente, el
Tú aparece simultáneamente actuando y sujeto a ac-
ción, y no una absoluta separación del Yo y su objeto.
Mas ahora, el Yo destacado emerge, transformado. Re· ción, pero no está comprometido en una cadena de
causas. Pues la relación de reciprocidad en que está
ducido de su plenitud substancial a un punto fun-
cional, a un sujeto que experimenta y utiliza, el Yo con el Yo es al tiempo el origen y el fin del fenóme·
encara y toma posesión de todo Ello existente "en no. Una de las verdades fundamentales del mundo
y por sí mismo", para formar la otra palabra primor·
es: sólo el Ello puede ser dispuesto dentro de un
dial del lenguaje. El hombre que se ha hecho cons- orden. Cuando dejan de ser nuestro Tú para tornarse
ciente del Yo, el hombre que dice Yo·Ello, se coloca en nuestro Ello, las cosas se convierten en coordina-
blcs. El Td no conoce ningi'1n sistema de coordinación.
ante las cosas como obsenrador, en vez de colocarse
frente a ellas para el viviente intercambio de la ac-
ción recíproca. Inclinado sobre las cosas, con Ja Mas al haber llegado a este punto, es menester tam·
Jupa objetivadora de su mirada de miope, y ordenán· bién expresar la otra parte de la verdad básica sin la
dotas una a una en un panorama, gracias al teles· cual esta parte quedaría como un fragmento inutiliza-
copio objetivador de su mirada de présbite, las aísla ble: un mundo ordenado no es el orden del mundo.
para considerarlas sin ningún sentimiento de exclu· Hay momentos de profundidad silenciosa en los que

30 31
fronla simple1nente como un ser singular; y a cada
miráis el orden del mundo en su plena presencia. cosa la confronta simplemente como un ser. Lo que
Entonces se oye como un destello el sonido del cual existe se le descubre en el acontecer, y lo que aconte-
el mundo "ordenado" es la notación indescifrable. ce se Je presenta como lo que es. Sólo Je está presente
Esos momentos son inmortales, y los más, fugitivos. esa cosa única, pero ella implica el mundo en su tota-
No se puede retener de ellos ningún contenido, pero lidad. Medida y comparación se borran; de ti depende
su virtud se entrega en la creación y en el conoci· que una parte de lo inconmensurable se vuelva reali-
miento del hombre; efluvios de esta virtud penetran dad para ti. Esos encuentros no se ordenan de manera
en el mundo "ordenado" y lo descongelan, lo licuan de formar un mundo, sino que cada uno es una señal
una y otra vez. Esto acontece en la historia del indi· del orden del mundo. No están ligados entre sí, sino
viduo y en la historia de la especie. que cada uno te garantiza tu solidaridad con el mun-
do. El mundo que se te aparece bajo esta forma
t.penas merece tu confianza, porque continuamente
adquiere otro aspecto; no puedes tomarle la palabra.
Para el hombre el mundo es doble, en conformidad No tiene densidad, pues todo en él lo penetra todo;
con su propia doble actitud. Percibe todo lo que le no tiene duración, pues aparece sin que se le llame
rodea, las simples cosas, los seres vivientes en cuanto y se desvanece cuando se lo retiene. No puede ser
cosas. Percibe lo que ocurre en torno de si, los meros examinado, y si quieres hacerlo susceptible de examen,
hechos y las acciones en cuanto hechos; las cosas lo pierdes. Viene a ti, viene a revelarte; pero si no te
compuestas de cualidades y los hechos compuestos ~lcanza y no te encuentra, se disipa; pero vuelve en
de momentos; las cosas tomadas en la red del espacio, otra forma. No está fuera de ti. Toca lo profundo
los sucesos tomados en la red del tiempo; las cosas de tu ser, y al llamarlo "alma de mi alma" nada de
y los hechos delimitados por otras cosas y por otros excesivo has dicho. Pero cuídate de querer transpor-
hechos, mensurables entre ellos, comparables entre tarlo en su alma, pues lo aniquilarías. Es para ti Ja
ellos, un mundo bien ordenado, un mundo aislado. presencia; sólo por él tienes presencia. Puedes con·
Este mundo merece hasta cierto punto nuestra con· vertirlo en un objeto para ti, puedes experimentarlo,
f1ama. Tiene densidad y duración. Su ordenamiento utilizarlo. Hasta estás constreñido a hacerlo una y
puede ser abarcado con la mirada; se lo tiene bajo otra vez. Pero en cuanto lo haces, ya no tienes más
la mano, se lo puede representar con los ojos cerrados presencia. Entre él y tú hay reciprocidad de dones:
y examinarlo con los ojos abiertos. Está siempre allí, le dices Tú y te das a él; él te dice Tú y se da a ti.
contiguo a tu piel, si lo consientes, acurrucado en tu No puedes con nadie entenderte a su respecto. En el
ulma, si lo prefieres, es tu objeto, permanece siéndolo encuentro con él, estás con él sólo. Pero él te enseña
Jnientras asi lo deseas; te es familiar, ya sea en ti o a encontrarte con otros y a sobrellevar el encuentro.
tuera de ti. Lo percibes, haces de él tu "verdad", se Por el favor de sus apariciones y por la solemne me·
deja captar, pero no se te entrega. Es el solo objeto lancolla de sus partidas, te conduce hasta el Tú en el
·sobre el cual puedas "entenderte'' con otro; aunque cual las líneas paralelas de las relaciones se encuen·
se presenta diferentemente a cada uno, está siempre tran. Nada hace para conservarte en vida; sólo te
pronto para servirte de objeto común. Pero no es el ayuda a atisbar la eternidad.
lugar donde puedas encontrarte con otro. No podrf&s
vivir sin él, su sólida realidad te conserva; pero si El mundo del Ello es coherente en el espacio y en el
mueres en él, tu sepulcro estará en la nada. tiempo. El mundo del .Tli no es coherente, ni en el
espacio ni en el tiempo. Cada Tú, una vez transcu-
Por otro lado, el hombre que encara lo que existe y rrido el fenómeno de la i-elación, se vuelve fort.osa-
Jo que deviene como su interlocutor siempre lo con· nrente un Ello.

33
32
Cada Ello, si entra en la relación. puede volvers< Segunda parte
~Un Tú.
El n1undo del l10111bre
Tales son los dos privilegios básicos del mundo de
Ello. Llevan al hombre a encarar el mundo del Ello
como el mundo en el que ha de vivir y en el cual el
vivir es cómodo, como el mundo que le ofrece toda
suerte de atractivos y de estímulos, de actividades, de
conocimientos. En esta crónica de beneficios sólidos,
los momentos en que se realiza el Tú aparecen como
extraños episodios llricos y dramáticos de un encanto
seductor, ciertamente, pero que nos llevan a peligro-
sos extremos que diluyen la solidez del contexto bien
trabado y dejan atrás de ellos más inquietud que
satisfacción, quebrando nuestra seguridad; se los
cnct.entra inquietantes y se los juzga inútiles. Como
es menester, después de tales momentos, volver a la La historia del individuo y la historia de la especie
realidad, ¿por qué no quedar en la realidad?, ¿por humana, aunque en verdad se separan mucho la una
qué no llamar al orden a la aparición que se nOs de la otra, por lo menos concuerdan en que ambas
presenta y enviarla de oficio hacia el mundo de los indican un crecimiento continuo del mundo del Ello.
objetos?, ¿por qué, si uno no puede evitar decir Tú
a un padre, a una mujer, a un compañero, no decir Este hecho es puesto en tela de juicio cuando se trata
Tll pensando Ello? Producir el sonido Tú con Ja ayuda de la historia de Ja especie. Se señala que en el naci·
de los órganos vocales no es, en verdad, pronunciar miento de las civilizaciones sucesivas siempre se en-
esa Inquietante palabra fundamental. Más aun: mur- cuentra un estado primitivo cuya coloración puede
murar desde el fondo del alma un Tú amoroso es variar, pero cuya estructura es constante. En confor-
algo sin peligro si no se tiene otra intención que la midad con ese estado primitivo, las civilizaciones co-
de experin1entar y utilizar. mienzan con un pequeño mundo de objetos.

No se puede vivir en el solo presente. La vida serla No seria entonces la vida de Ja especie, sino la de
devorada si no se hubieran tomado precauciones para cada civilización tomada en particular, la que podría
superarlo rápidamente y totalmente. Pero es posible compararse a Ja vida del individuo. Pero si de entre
vivir en el pasado únicamente: más todavía: sólo en estas civilizaciones se apartan las que parecen aisla-
el pasado cabe organizar una vida. Para ello es sufi· das, se observa que aquellas que han sufrido históri·
ciente dedicar todos los momentos a experimentar y camente la influencia de otras civilizaciones han
a utilizar, y entonces no nos quemarán más. adoptado tal cual el mundo del Ello que se les había
presentado, pero en un estado intermedio ent~ su
Con toda Ja seriedad de Jo verdadero has de escuchar estado primitivo y su estado de plena expansión,, Esto
r esto: el hombre no puede vivir sin el Ello. Pero quien ocurre, sea que haya habido adopción directa de una
sólo vive con el Ello, no es un hombre. civilización contemporánea, como en el caso de Grecia,
que adoptó el mundo de Egipto, sea que haya habido
recepción indirecta de una civilización pasada, como
en el caso de la cristiandad medieval, que heredó la

34 35
civilización griega. Estas civilizaciones aumentan su "vida espiritual" representa en general un obstáculo
mundo del Ello en función no sólo de su experiencia para una vida vivida en el espíritu. Ella es a lo sumo
propia, sino también gracias al aflujo de la experien~ la materia que la vida del espíritu debe cOnsumir
cia extraña. Sólo entonces una civilización así desarro. después de haberla dominado y modelado.
liada llega a su plenitud, en decisiva, descubridora
expansión. (Provisionalmente dejaremos de lado la Es un obstáculo, pues el desenvolvimiento de la ca-
importante contribución ofrecida por la percepción y pacidad de experiencia y de utilización se desarrolla
los actos del mundo del Tú.) Se puede pues decir, en lo más a menudo a expensas del poder del hombre de
general, que el mundo del objeto, en una civilización entrar en relación, el único poder en virtud del cual
dada, es más extenso que en el de su predecesora. A el hombre es susceptible de vivir la vida del espíritu.
pesar de algunas detenciones o retrocesos aparentes,
cabe discernir netamente en la historia un aumento
progresivo del mundo del Ello. No importa aquí esen-
cialmente que la concepción filosófica del mundo, en El espíritu en su manifestación humana es una res-
una civilización dada, tenga más bien el carácter de puesta del hombre a su Tú. El hombre habla diversas
lo finito o el carácter de lo infinito, que sería mejor lenguas: lenguaje verbal, lenguaje del arte, lenguaje
llamar lo no finito. Un mundo "finito" puede muy de la acción; pero el espíritu es uno, es la respuesta
bien incluir un mayor número de partes, de objetos, del hombre al Tú que surge y se dirige a él desde el
de fenómenos, que un mundo "infinito". Es menester misterio. El espíritu es el verbo. Y así como el len-
también observar que se trata de comparar no sólo guaje se toma primero en palabra en el cerebro del
la extensión del conocimiento relativo a la naturaleza, hombre y luego suena en su laringe, y sin embargo
sino también la magnitud de las diferenciaciones so- aquélla y éste no son sino fragmentos del fenómeno
ciales y la perfección de las realizaciones técnicas. verdadero -pues en realidad no es el lenguaje quien
Pues a través de ambas se ensancha el mundo de los está en el hombre, sino el hombre quien está en el
objetos. :::ii ---- lenguaje y qwen habla desde el seno del lenguaje-,
así también ocurre con toda palabra y con todo espí-
La relación primaria del hombre con el mundo del ritu. El espíritu no está en el Yo, sino entre Yo y Tú.
Ello se funda en la experiencia~ que sin cesar recons· No es como sangre que circula en ti, sino como el
tituye el mundo, y en el uso, que conduce al mundo aire que respiras. El hombre vive en el espíritu cuan-
a los fines múltiples que tienden a consenrar, a faci- do sabe responder a su Tú. Y puede hacerlo cuando
litar y a equipar la vida humana. La capacidad de entra en la relación con todo su ser. Sólo en virtud
experimentar y de utilizar debe -crecer a medida que de esa capacidad el hombre puede vivir la vida del
se va ensanchando el mundo del Ello. El individuo, espíritu.
-~---•v.· .,. ;...
es verdad, puede reemplazar cada vez más la expe- . .!t-o . ~
riencia directa por la experiencia indirecta o "adqui- Pero es aquí donde se levanta en toda su fuerza el
sición de conocimientos" y puede cada vez más redu· destino propio del fenómeno de la relación. Cuanto
cir Ja utilización propiamente dicha, transformándola más vigorosa es la respuesta, tanto más se apodera
en "aplicación" especializada. Sin en,bargo, es inelu· del Tú, tanto más hace de él un objeto. Sólo el silen-
dible que la capacidad técnica se desarrolle de gene- cio en presencia del Tú -silencio de todos los len-
ración en generación. En esto justamente se piensa guajes, espera muda en la palabra indivisa, indefe-
cuando se habla del desenvolvimiento progresivo de renciada, que precede a la respuesta formulada y
la vida espiritual, lo que importa ciertamente un verbal- deja al Tú su libertad, y permite al hombre
verdadero pecado verbal contra el espíritu, pues esa establecerse en esa relación de equilibrio en Ja que

36 37
el espíritu no se manifiesta, pero está ahí. Una res- miento sea una realidad activa y viviente entre hom·
puesta, cualquiera que sea, encadena al Tti al mundo bres. Pero hay una manera e.le conocer que consiste
del Ello. Esta es la melancolía del hombre, y su en decir: "fu. aqut lo g11e_ss, l:>eJIQ\lÍ_ c_ómQ ~Jl¡¡u¡¡i,
grandeza. Pues es así como nace el conocimiento, así ~agi¡!..§J,L)!:ill'I.!""· Lo que 5e ha tornado en Ello es
es como, en medio de seres vivientes, se realiza una dejado como Ello. Se lo experimenta, se lo utiliza en
obra y nacen la imagen y el símbolo. tanto que Ello; se lo emplea para "orientarse" en el
mundo, y luego para ºconquistarlo". .cE--
Todo lo que de este modo se ha cambiado en Ello,
todo lo que se ha consolidado en cosa entre las cosas, Ocurre lo mismo en el arte: la [arma se revela al
ha recibido como sentido y como destino el ir cam- artista en la visión recíproca y él la fija en una "es-
biando una y otra v<.."Z siempre de nuevo. Este es el tructura". Esta "estructura" no habita en un mundo
significado de esa hora del espíritu en que éste se une de dioses, sino en este vasto mundo .. de los hombres.
al hombre para suscitar en él la respuesta; una y otra Sin duda está "ahí" aunque ninguna mirada humana
vez lo que tiene status de objeto debe incluirse en la la busque. Pero entonces duerme. El poeta chino
presencia, retornar al elemento del cual ha salido, cuenta que los hombres no habían querido oir su
para ser visto y vivido por el hombre como presente. canción en la flauta de jade. La entonó entonces para
los dioses, y ellos prestaron atención; desde ese mo-
El hombre que ha celebrado con el mundo del Ello mento también los hombres escucharon su canción.
un compromiso fundado en la experiencia y en la La canción descendió entonces desde los dioses hacia
utilización, impide que ese sentido y ese destino se los hombres, hacia aquellos de quienes la obra de
realicen; en vez de liberar lo que está incluido en el arte no podría prescindir. En el encuentro parecía,
n1undo del Tú, lo reprime; en vez de contemplarlo, Jo como en un sueño, que el hombre levantaba el velo y
observa; en vez de aceptarlo, se sirve de él. abrazaba la forma en el espacio de un minuto situado
. '
Examinemos primeramente el conocimiento. Es en la
fuera del tiempo. Luego se acercó paso a paso, apren·
dió lo que le es menester aprender, cómo es menester
contemplación reciproca donde el ser se descubre aprenderlo y lo que uno puede exprei:.ar, cuáles son
.ante quien quiere conocerlo. Lo que ha visto en la las cualidades de la obra y su lugar en el esquema de
presencia, el hombre podrá considerarlo como un las cosas.
objeto, compararlo con otros objetos, ubicarlo dentro
de clases de objetos, describirlo y analizarlo objeti· No es que la inteligencia científica y estética carezcan
vamente. Pues sólo en calidad de Ello puede ser in· de objeto; ambas son necesarias para que el hombre
legrado en el conocimiento. Pero en el instante en pueda realizar su obra con precisión y sumergirla en
que lo contempló, no era una cosa entre cosas, un la verdad de la relación, que está por encima de lo
fenómeno entre fenómenos. Era la única presencia. inteligible.
El ser no se ha comunicado en términos de la ley
deducida después del fenómeno, sino en términos de Y existe, en tercer Jugar, la pura acción efectiva sin
sf propio. Cuando un hombre piensa una idea gene- la arbitraria autovoluntad. Ella es más elevada que
ral, simplemente deshila el apretado ovillo del suceso el espíritu del conocimiento y el espíritu del arte,
que fue percibido en el caso particular, en la recipro- pues aquí el efímero hombre corporal no ha de gra·
cidad de la presencia. Y ahora el fenómeno es in- bar su impronta en la materia más durable que él.
cluido en el Ello del conocimiento, que está compuesto . Es él mismo quien sobrevive en tanto que obra de
de ideas. Aquel que lo libera de allí para conferirle arte, es él quien asciende como un astro al firma-
la -presencia,
.'-,,
hace lo adecuado para que el conoci· mento de la esfera rodeada de la música de su viviente

38 39
palabra. Allí el T1l se aparece al hombre, surgiendo Las Instituciones son el "afuera", ia tegión donde
de un misterio más profundo, le habla del sino del uno persigue toda suerte ae fines, donde el hombre
hombre y el hombre le responde con su vida. Allf, trabaja, hace negocios, influye, emprende, rivaliza
muchas veces, el verlo se ha hecho vida, y esta v!s;la. con otros, organiza, administra, predica. Son el edi-
es enseñanza. Esta vida puede haber cumplido la ley ficio casi ordenado y aproximadamente correcto en
o puede háberla transgredido; lo uno y lo otro son el interior del cual se desarrolla, con la ayuda mtíl-
continuamente necesarios, para que el espíritu no tiple de las cabezas y de los miembros humanos, el
muera sobre la tierra. Esta vida se presenta entonces curso de los acontecimientos.
a los que llegan después, para enseñarles, no acerca
de lo que es o de lo que debe ser, sino para enseñarles
cómo Ja vida se vive en el espíritu, frente a frente Los sentimientos son el "adentro", en el que se vive
con el Tú. y se descansa de las instituciones. Aquí el espectro
de las emociones danza ante nuestra mirada cauti-
Es decir, ella misma está pronta en todo momento a vada. Aquí el hombre goza de su ternura y de su
volverse un Tú para ellos y a abrir para generaciones odio, de su placer y, si no es demasiado violento, de
nuevas el mundo del Tú. O, más aun, no se contenta su dolor. Aquí uno se siente en su casa y se ex- 1--
con estar pronta: sin cesar se dirige a los hombres y tiende en la mecedora.
los conmueve. Pero ellos, inadecuados e indiferentes
a estos contactos vivientes que les abrió el mundo, Las instituciones son un mercado complejo, los sen-
tienen información abundante. Han captado las per- timientos son un gabinete cerrado, pero rico en va.
sonalidades en la historia, han aprisionado sus pala· riedad de intereses.
bras en las bibliotecas; han codificado, en una única
manera, tanto el cumplimiento como la violación de A decir verdad, el tabique que separa los dos domi-
Ja ley. Y no son avaros de su admiración, aun de su nios está siempre amenazado, pues Jos sentimientos
idolatría, ampliamente mezclada con psicologfa, como caprichosos hacen a veces incursión en las institu-
cuadra al hombre moderno. ¡Oh Rostro solitario como ciones más sólidas; pero con buena voluntad se llega
una estrella en la noche, oh Dedo viviente colocado siempre a reparar este tabique. Más que en ninguna
sobre una frente distraída, oh desfallecientes sonidos otra parte la delimitación neta es difícil en el reino
de pasos! de la llamada vida personal. En el matrimonio, por
ejemplo, es a veces imposible de determinar; pero
al final se hace posible. Esta delimitación es plena-
mente factible en lo que se llama vida pública.
El desarrollo de la función de experimentación y de Considérese, por ejemplo, cuánta seguridad impeca-
utilización se produce las más de las veces en detri· ble hay en la vida de los partidos y también en la de
mento de la aptitud del hombre para la relación. los grupos que se creen exteriores a los partidos y
Ja de las "tendencias" en el interior de esos grupos;
Ese mismo hombre que ha hecho del espíritu un me· cómo alternan las sesiones tormentosas con el trá-
dio de goce pilra sí mismo, ¿cómo se conduce respecto mite corriente de los asuntos, regular como un me·
t.le los seres vivientes que lo rodean? canisrno o descuidado como un organismo.
Dócil a la fórmula que separa, alejando el Yo del Ello, Pero et Ello aislado de las instituciones es un ani-
ha dividido su vida con sus semejantes en dos domi- mado terrón sin alma, y el Yo aislado de los senti-
nios, netamente delimitados: las instituciones y Jos mientos es un "pájaro de alma" que revolotea al
sentimientos. El dominio del Ello y el dominio del Yo. azar. Ni el uno ni el otro conocen al hombre; Jas

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instituciones sólo conocen el ejemplar, los senti-
mientos sólo conocen el ·"objeto". Ninguno de los una viviente reciprocidad. La segunda relación re-
dos conoce la presencia; las instituciones, aun las sulta de la primera, pero no está dada con la pri-
más modernas, sólo conocen el pasado ~in vida, el mera. La relación viviente y recíproca implica sen-
ser acabado; los sentimientos, hasta los más dura- timientos, pero no proviene de estos sentimientos.
blesm, sólo conocen el instante fugaz, lo que aún no La comunidad se edifica sobre la relación viviente
ha llegado propiamente a ser. Ninguno tiene acceso y recíproca, pero su verdadero constructor es el
a la vida real. Las inslilucioncs no producen Ja vida activo Centro viviente. Aun las instituciones de la
pública, los sentimientos no producen la vida per- llamada vida personal no pueden ser renovadas por
sonal. el sentimiento libre (aunque ellas no pueden ser
renovadas sin él). El matrimonio, por ejemplo, no
Con dolor creciente y en número cada vez mayor adquirirá vida nueva sino por aquello que siempre
sienten los hombres que las instituciones no pro- ha dado fundamento al verdadero matrimonio: el
mueven la vida pública: de ahí proviene la busca- hecho de que dos seres humanos se revelen el Tú el
dora angustia de este siglo. Los sentimientos no uno al otro. Sobre este fundamento, el Tú, que no
producen la vida personal. Poca gente lo sabe aún, es el Yo de ninguna de ellos, edifica el matrimonio.
pues en los sentimientos parece residir lo que tene- Este es el factor metafísico y metapsíquica del amor,
mos de más personal; y cuando se ha aprendido, para el cual los sentimientos sólo son meros acompa-
como el hombre moderno, a dar gran importancia ñamientos. Quien quiera dar nueva vida al matrimo-
a sus propios sentimientos, la desesperación de nio por otro procedimiento, no difiere esencialmente
comprobar la nada de ellos no nos esclarece mucho, de quien quiere abolirlo. Ambos ponen de manifiesto
pues esta desesperación misma es toda\'fa un senti- claramente que desconocen el factor vital. En efecto,
miento y como tal nos interesa. si se dejara de lado en la tan discutida filosofía eró-
tica de nuestro tiempo todo lo que se refiere al Yo, es
Los hombres que sufren porque las instituciones no decir, todas las relaciones en las cuales uno no está
promueven la vida pública han enconlrado un reme- presente frente al otro, y en la cual cada uno se li-
dio, y piensan que sería menester hacer flexibles las mita a gozar de sí mismo y a favor del otro, ¿qué
instituciones gracias a los sentimientos, o disolver- quedaría?
las, renovarlas, inoculándoles la "libertad del sen-
timiento". Si, por ejemplo, el Estado agrupa mecá- La vida pública verdadera y la vida personal venla-
nicamente a ciudadanos totalmente extraños Jos dera son dos formas de la relación. Para que ellas
unos a los otros sin cimentar ni favorecer una co- nazcan y duren se requieren sentimientos que son su
munidad verdadera, es menester -se dice- reem- contenido cambiante, e instituciones que son su forma ~
plazarlo por una comunidad de amor. Esta comu- constante; pero estos dos factores añadidos no crean 1..,--
nidad de amor debe nacer precisamente del hecho aún la vida humana; es menester un tercero, que es
de que los hombres se agrupen por la efusión de un la presencia central del Tú o, para decirlo con toda
St:ntimicnto libre y resuelvan vivir juntos. Pero a verdad, el Tú central acogido en la presencia. '•
decir verdad, no es asf. La verdadera comunidad
no nace de que las gentes tengan sentimientos Jos
unos hacia los otros (aunque no puede haberla sin
ellos); nace de estas dos cosas: de que todos estén La palabra primordial Yo-Ello no procede del diablo,
en relación mutua con un Centro viviente, y de que como la materia no procede del diablo. Lo que es
estén unidos los unos a los otros por los lazos de diabólico es que la materia pretenda tener la cualidad
del ser presente. Si un hombre la deja dominar, lo
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invade el Ello en su crecimiento incesante y le arre- -Tu discurso llega demasiado tarde. Hasta hace po-
bata la realidad de su Yo, hasta que el Incubo que lo co tiempo podías creer en él. Ahora ya no puedes.
oprime de fuera y el fantasma dentro de él se con- Pues acabas de reconocer como yo que el Estado ya
fiesan, susurrando, el uno al otro su no-salvación. no es conducido; los foguistas aún apilan el carbón,
pero los jefes solamente en apariencia dirigen las
máquinas en loca carrera. Y en este instante en que
hablas, puedes oir, como yo, que la maquinaria de la
-¿Pero la vida colectiva del hombre moderno no está, vida económica se pone a zumbar de manera insólita:
acaso, sumergida necesariamente en el mundo del los contramaestres te sonríen con aire de superiori-
Ello? ¿Cabe imaginar que las dos partes de esta vida dad, pero tienen Ja muerte en el corazón. Te dicen
-Ja e4.:onómica y la poUtica- en su extensión actual que adaptan Ja maquinaria a las circunstancias: pero
y en su actual estructura desarrollada puedan estar percibes que desde ahora sólo pueden adaptarse a la
basadas de otra manera que sobre la renuncia a toda maquinaria en cuanto ella se lo permite aún. Sus
relación inmediata, es decir, sobre el rechazo catcgó- voceros te explican que la economía recoge la herencia
1 ico, inflexible y resuelto de toda instancia "extraña" del Estado; pero tú sabes que no hay nada para he-
que no hubiera nacido de su propio terreno? Y si es redar fuera de Ja tiranía del Ello creciente en exu-
el Yo de la experiencia y de la utilización quien go- berancia, bajo Ja cual el Yo, más y más incapaz de
bierna aquí, el Yo que saca partido de los bienes y de dominar, sueña aún con ser el amo.
las actividades en la vida económica, de las opiniones
y de las tendencias en política, ¿no es justamente a La vida colectiva del hombre no puede más que el
su soberanía absoluta que se debe la estructura am- hombre mismo pasarse sin el mundo del Ello, sobre
plia y sólida de los grandes productos "objetivos" en el cual planea la presencia del Tú como el espíritu
estos dos dominios? Más aun, ¿la grandeza productiva planea sobre la faz de las aguas. La voluntad de
del estadista dirigente y del economista dirigente no aprovechamiento y Ja voluntad de poder actúan en el
reside en que ellos encaran a los hombres con los hombre de manera natural y legítima en cuanto per·
cuales tratan no como a los portadores del Tú inac- manecen ligadas a la voluntad de relación y son sos-
cesible a la experiencia, sinO como núcleos de reali- tenidas por ella. No hay mal impulso hasta el mo-
zaciones y de tendencias que se trata de evaluar y de mento en que el impulso se aparta del ser. El impul-
utilizar según sus capacidades particulares? ¿Su mun· so ligado al ser y definido por él es la sustancia vi·
do no se les derrumbaría sobre Ja cabeza si en vez viente de la vida colectiva; el impulso separado del
de sumar 1'.I más 1'.I más 1'.I ensayaran hacer la suma ser importa la desintegración de la vida colectiva.
de Tú más Td más Tú, que no da jamás otra cosa La economía, que es el dominio de la voluntad de
que Tú? ¿No sería esto cambiar el dominio formativo utilizar, y Ja política que es el dominio de Ja volun·
por un dilettantismo tedioso y la razón clara por un tad de dominar, participan de la vida en tanto que
brumoso fanatismo? Y si tendemos nuestras miradas participan del espíritu. Si reniegan del espíritu, re-
de Jos dirigentes a los que son dirigidos, ¿la evolución niegan de la vida. La vida, es verdad, no se apresura
de las formas del trabajo y de la propiedad moderna para llevar a cabo su faena, y largo tiempo aún se
no han destruido casi todo rastro de vida reciproca, cree ver moverse un organismo donde desde hace
de relación plena de sentido? Sería absurdo querer largo tiempo sólo había un mecanismo que giraba.
retroceder, y si el absurdo se produjera, se destruiría No se llevará alll el remedio con introducir en el pro.
el enorme y preciso aparato de nuestra civilización, ceso cierta dosis de espontaneidad; el hacer flexible
la única que hace posible Ja vida de una humanidad la economía organizada o el Estado organizador no
multiplicada al infinito. compensa el hecho de que ellos han dejado de estar

44 45
bajo la dependencia del espiritu que dice Ttl; ningu- da real, tal como lo planteamos aquí. Estas institucio-
na excitación periférica podría reemplazar Ja rela· nes no pueden volverse libres y equitativas partiendo
ción viviente con el Centro. Las estructuras de la de ellas mismas. Lo que más importa es si el es-
vida social humana extraen su calidad viviente de la píritu, que dice Tú y que responde, permanece vi-
abundancia de la capacidad para entrar en relación. viente y real; si los vestigios del espíritu, dispersos en
que llena todas sus partes; su forma es la que el Ja vida colectiva de los hombres, permanecen subor-
espíritu impone a esa fuerza ligada por él en un dinados al Estado y a la economía o son indepen-
haz. El hombre de Estado o el economista que obe- dientes efectivos y si lo que aún persiste del espíritu
dece al espíritu no actúa como dilettante. Sabe que en la vida personal del hombre se incorpora a la vi-
tratando únicamente como portadores del Tú a los da colectiva. Esto es lo decisivo. Y no se logra si la
hombres con los cuales ha de tratar, arruinaría su vida colectiva es fragmentada en reinos separados,
obra. Corre el riesgo de esto, pero no a ciegas: corre uno de los cuales sería el de "la vida espiritual".
este riesgo hasta el punto que el espiritu mismo le Significaría abandonar definitivamente al uswpador
fijarla, y el espíritu le fija, en efecto, este Umite. La las regiones sumergidas en el mundo del Ello y des-
tentativa azarosa que habrá hecho brillar una cons- pojar al espíritu de toda realidad. Pues el espíritu
trucción aislada, tiene éxito en una construcción so- jamás actúa directamente sobre la vida por sí mismo.
bre la cual planea la presencia del Tú. No es un fa- Actúa sobre el mundo gracias a la fuerza que tiene
nático. Sirve a la verdad que, aunque está por enci· de penetrar y de transformar el mundo del Ello. El
ma de la razón, no la contraría; a la verdad que lo espiritu sólo está verdaderamente "en su reino p~
contiene en su seno. Hace en la vida colectiva preci· pio" si puede encararse con el mundo que se abre
samente lo que en la vida personal hace el hombre a él, ese mundo al cual libera al mismo tiempo que
que, sintiéndose incapaz de realizar el Tú en toda su se libera a sf mismo. La espiritualidad expresada, de-
pureza, ratifica dfa tras dfa su verdad en el Ello, bilitada, degenerada, contradictoria, que hoy repre-
según la norma de cada día, esforzándose cada dla senta al espíritu, no podrá realizar semejante reden-
en trazar de nuevo su Umite. Igualmente, el trabajo ción mientras no recupere Ja esencia misma del es-
y la propiedad no pueden tampoco ser rescatados si- píritu, la facultad de pronunciar el T!í.
no por el espíritu; sólo Ja presencia del espíritu pue-
de infundir a todo traba_jo la significación, Ja alegria
y a toda propiedad Ja piedad y Ja devoción; no lle-
nándolos plenamente, pero sí en medida suficiente.
Sólo por obra de la presencia del espíritu pueden
-~ -
En el mundo del Ello tiene un dominio ilimitado la
causalidad. Todo fenómeno "físico" que puede ser
todo producto del trabajo, todo el contenido de la percibido por los sentidos y también todo fenóme-
propiedad, aunque queden en el mundo del Ello, al no "psíquico" existente o descubierto en Ja autoex-
cual pertenecen, transfigurarse en sus interlocuto-· periencia, es necesariamente causado y causante. No
res, en la representación del Tú. No hay ningún re- hay que exceptuar de esta causalidad los fenómenos
troceso, aun en el momento de la peor miseria, y has- a Jos cuales cabe atribuir un carácter de finalidad,
ta en este momento hay un excedente insospechado. pues son parte integrante del mundo del Ello. El
conjunto al cual pertenecen ciertamente tolera una
Poco importa que el Estado reglamente la economía teleología, pero solamente como contrapartida par-
o que la economía mande al Estado, mientras no se cial de la causalidad y si no daña a su completa con-
han transformado uno y otra. Importa, ciertamente, tinuidad.
que las instituciones del Estado se hagan más jus-
tas; pero esto no importa para el problema de la vi- El reino ilimitado de la causalidad en el mundo del

46 47
Ello, de importancia fundamental para el ordena- La causalidad no pesa en el hombre a quién le está
miento científico de la naturaleza, no pesa gravosa- asegurada ta libertad. Sabe que su vida mortal os·
mente en et hombre, porque el hombre no está res- cila perpetuamente entre el Tú y et Ello y sabe lo
tringido al mundo del Ello y puede siempre evadirse que esto significa, Le basta con ser capaz en todo
hacia el mundo de la relación. Allí, el Yo y el Tú se momento de franquear el umbral del santuario en
enfrentan libremente en una reciprocidad de acción el que no fue capaz de permanecer. El hecho mismo
que no está ligada a ninguna causalidad y que no de que deba abandonarlo una y otra vez está para él
tiene el menor matiz de ella. Allí el hombre encuen· íntimamente ligado al sentido y al carácter de esta
tra Ja ·garantfa de ta libertad de su ser y de la liber- vida. Alli, en el umbral, se enciende en él siempre de
tad del Ser. Sólo quien conoce Ja relación y la pre- nuevo el espíritu; aquí, en la vida profana e indi·
sencia del Tú es capaz de tomar una decisión. Et que gente de todos tos días, la chispa deberá manifestar
toma una decisión es libre porque ha encarado el su virtud. Lo que en tos hombres lleva el nombre
Rostro. de necesidad no puede aterrarto allí, porque altí ha

He aquí la sustancia ígnea de toda mi capacidad de _,


conocido la necesidad verdadera, el Destino.
querer que bulle en una prodigiosa ondulación. Todo Destino y Libertad se hallan solemnemente prometi·
lo que es para mí posible gira en tomo de mí como dos el uno al otro. Sólo el hombre que hace de la
un mundo en gestación, como una masa ceñida e in- Libertad algo real para él encuentra al Destino. En
disoluble. Las miradas seductoras de las virtualida- mi descubrimiento de la acción que me requiere, en
des resplandecen de todas partes, et Todo se hace este movimiento de mi Libertad se me revela el mis-
presente como una tentación, y el Yo, nacido en un terio; pero también se revela en el hecho de que
destello, las dos manos hundidas en la hornaza, Ja no pueda ya realizar esta acción tal como lo que-
remueve para buscar el acto único que allí se escon- ría. Es libre el hombre que, dejando de lado todas
de, el acto que se dirige hacia mí; finalmente el mo- las causas, toma su decisión del fondo mismo de
mento llega. Y tan pronto se ha apartado la amena· su ser, se despoja de todos sus bienes y de sus
za del abismo, ta multiplicidad difusa y fluida deja ropas para presentarse desnudo ante el Rostro. A
de hacer valer la igualdad tornasolada de sus llama· ese hombre el Destino se le aparece como una répli·
dos innumerables. Pero no hay ntás que dos térmi- ca de su libertad. El Destino no es su límite, sino el
nos simultáneos de una alternativa: el Otro, la idea cumplimiento; Libertad y Destino enlazados dan un
vana, y el Uno, la misión a mi cargo. Y sólo enton· sentido a ta vida. A ta luz de este "sentido", el Des-
ces comienzo a realizarme, pues la decisión no con· tino, ante la mirada aun antes tan severa, se suavi-
siste en realizar el Uno y en dejar al Otro amonto- za al punto de parecerse a la Gracia misma.
narse como una masa extinta que, capa sobre capa,
me engrosaría el alma. Mas sólo aquel que dirige
toda ta fuerza del Otro al cumplimiento del Uno, ha- No; la necesidad causal no pesa gravosamente sobre
ciendo entrar en la realización de lo que ha sido el hombre que vuelve al mundo del Ello llevando con-
elegido ta pasión intacta de lo que ha sido repudia- sigo esta chispa. Y en tiempos en que la vida es san·
do, "sirviendo a Dios con nuestros malos instintos", ta, la confianza se comunica de los hombres del es-
toma la decisión y decide el acontecimiento. Si se ha píritu a todo el pueblo. Todos, aun tos más obtusos,
comprendido esto se sabe también que ahí está ta jus- han conocido por lo menos una vez, de manera, por
ticia, la dirección justa en la cual uno se dirige y se· así decirlo, natural, instintiva, oscura, la presencia;
gún ta cual uno se decide; y si había ahí un Diablo han tenido el presentimiento del Tií; ahora el espl·
no sería él quien se ha decidido contra Dios, sino rilu tes otorga plena seguridad. Pero en las épocas en-
aquel que de toda eternidad jamás se ha decidido. fermizas ocurre que et mundo del Ello, al no estar

48 49
ya atravesado ni fecundado por los efluvios vivifi- sente como una tiranía. Pues el Klzarnia de una vi-
cadores llegados del mundo del Tú, sólo es una masa da anterior, de la que no tenemos conciencia, nos ha
aislada y estancada, un fantasma gigantesco surgido encerrado en una prisión de la cual no podemos eva-
del pantano y que oprime al hombre. Sucumbe en el dimos en la vida presente. Donde, como una ley,
debate con un mundo de objetos que no pueden ser antafio hallábase establecido encima de nosotros un
para él una presencia. Entonces, la suave causalidad cielo, manifiesto a los sentidos y de cuyo arco lumi-
del cosmos se agranda hasta tomarse una fatalidad noso pendía el huso de la necesidad, ahora rigen los
opresora, asfixiante. astros con una absurda y tiránica potencia. Antaño
bastaba con entregarse a la Dike, a la "senda" celes-
Toda gran cultura que abarca a un conjunto de pue- te, que es también la nuestra, para habitar libremen-
blos reposa sobre un originario fenómeno de rela- te en el corazón de la plenitud universal del destino.
ción, sobre una respuesta al Tú dada en su fuente, Ahora, cualquier cosa que hagamos, hemos de sopor-
sobre un acto esencial del espíritu. Este acto, refor- tar el peso muerto del Universo, con una fatalidad
zado por Ja energía de generaciones sucesivas que que ignora al espfritu. El deseo impetuoso que nos
siguen la misma dirección, crea en el espíritu una Heva hacia la redención queda finalmente insatis-
t.onccpcióu parti"'Ular sobre el cosmos. Sólo merced fecho, a pesar de numerosas tentativas, hasta que lo
a este acto es el cosmos un mundo aprehendido, un ('alma un hombre que enseña a sustraerse al ciclo de
mundo hogar, morada cósmica del hombre. En vir- los nacimientos, uno que abre a las almas tiraniza-
tud de este acto el hombre puede con toda tranqui- das por potencias extrañas el refugio que se llama
lidad de alma reconstruir siempre de nuevo, en una "la libertad de los hijos de Dios". Esto se produce
particular concepción del espacio, casas de Dios y cuando se ha realizado un nuevo fenómeno de en·
moradas humanas, poblar con himnos y con cantos cuentro, cuando el hombre ha dado una nueva res-
nuevos la vibración del tiempo y dar una forma a puesta decisiva a su Tú. De ese acto esencial y cen·
la comunidad humana. Pero sólo es libre y, en con- tral puede entonces nacer una cultura nueva que se
secuencia, creador en cuanto es capaz de hacer y de ofrece a la radiación del encuentro, a menos que la
soportar en su propia vida ese acto especial, en cuan- cultura antigua se haya regenerado por su propia
to tiene el poder de entrar en relación. Si una cultu- virtud.
ra deja de tener como centro un fenómeno de rela-
ción viviente y sin cesar renovado, se congela, se El mal de que sufre nuestro siglo no se parece al
torna un mundo del Ello, penetrado sólo de cuando de ningún otro, pero es de la misma familia que los
en cuando por los actos eruptivos y fulgurantes de males de todos los otros siglos. La historia de las
espíritus aislados. )Entonces la causalidad trivial se culturas no es un estadio de canes en el cual los co-
intensifica; y si an\es no pudo jamás turbar la cons- rredores, uno tras otro, habrfan de atravesar, con
titución espiritual del cosmos, ahora se convierte el coraje de la inconsciencia, el mismo ciclo mortal.
en una fatalidad opresora, asfixiante. El destino sa- Un camino inefable conduce a través de sus ascen-
bio y soberano que reinaba, en armonía con la ri- sos y sus declinaciones, no un camino de progreso
queza de sentido en el cosmos, sobre toda causali- y de evolución, sino un descenso en espiral a tra-
dad, se convierte ahora en un dcmonismo adverso vés de los círculos del mundo subterráneo del espí-
al sentido, y cae en poder de esa causalidad. El mis- ritu, al que también cabe llamar ascenso hacia ese
mo Khanna, en quien los antepasados reconocían torbellino tan profundo, tan sutil y tan complicado
una dispensa caritativa -pues todo lo que hacemos que ya no sufre ni avance ni retroceso, sino sólo esa
en esta vida nos eleva, en una existencia ulterior, a reversión inédita, el abrirse paso. ¿Nos será menes--
una esfera de vic.la más alta-, se revela en el pre- ter ir ha!tta el fin por este camino, hasta la prueba

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de las tinieblas últimas? Allá donde crece el peligro, rancia del mundo del Ello. Abusa del nombre del
también crece la fuerza salvadora. Destino. El Destino no es una campana neumática
dada vuelta sobre el mundo humano. Nadie lo en-
El pensamiento casi biologista y el pensamiento casi cuentra si no se parte de la libertad. Pero el dogma
historicista de nuestros tiempos, por diferentes que del curso ineludible de las cosas no deja lugar a la
sean sus fines, han colaborado para formar una libertad, ni a su revelación más concreta, aquella
creencia en la fatalidad. más tenaz y más anguslia· cuya fuerza cambia la faz de la tierra: la reversión.
dora que todo lo que se había conocido antes. No Ese dogma ignora que el hombre que supera la lu·
son ya las fuerzas del Kl1arma ni la potencia de los cha universal mediante la reversión rompe en pcda·
astros las que rigen despiadadamente la suerte del zos la trama de los hábitos instintivos, se libera de
hombre. Potencias diversas levantan sus pretensio- las ataduras de su clase y reanima, rejuvenece, trans-
nes a la soberanía, pero si se mira más de cerca, forma las estáticas estructuras históricas. El dogma
la mayor parte de nuestros contemporáneos creen del curso de las cosas sólo te concede en su juego
en una amalgama de estas fuerzas, como los últimos la opción de observar las reglas del juego o abando-
romanos crefap en una amalgama de dioses. Esto se nar; pero aquel que efectúa la reversión derriba to-
facilita por la naturaleza misma de esas pretensio- das las piezas. Este dogma te permite, es verdad,
nes. Ya sea la ley vital de una concurrencia universal que sometas tu vida al determinismo y que perma-
en la que cada uno está condenado a luchar o a nezcas "libre" en tu alma; pero el hombre ·que
desaparecer; que se trate de la ley del alrna que edi- realiza la reversión considera esa libertad como la
fica completamente la persona psíquica a partir de servidumbre más ignominiosa.
innatos hábitos instintivos, o la ley social de un
irresistible proceso social, para la cual la voluntad La única cosa que puede tomarse fatal para el hom·
y la conciencia no son más que epifenómenos; que bre es creer en la fatalidad; porque esta creencia su-
se hable de la ley cultural que se manifiesta en la prime el movimento que conduce a la reversión.
génesis y en la desapanción, igualmente regular, de
las formaciones históricas; bajo todos estos aspec- , La creencia en la fatalidad es errónea desde el prin-
tos. y también bajo otros, lo que se afirma es que cipio. Todo pensamiento fundado en el "curso de
el hombre está ligado a un devenir ineluctable con- las cosas" consiste en un ordenamiento de las cosas
tra el cual es ilusoria toda resistencia de su parte. "que han ocurrido", de los hechos aislados del mun-
El sacramento de los Misterios liberaba al hombre do, de la objetividad como si fuera historia; la pre-
del poder de los astros; el sacrificio brahm!nico. sencia del Tú, el devenir a partir de la conexión
unido al conocimiento, lo liberaba de la tiranía del sólida, son extraños a este pensamiento. No conoce
Kharma: en ambos se representaba la redención ... la realidad del espíritu; su esquema carece de valor
Pero el dios híbrido de nuestro tiempo no tolera para el espíritu. La predicción de la objetividad só-
la creencia en la redención. Pasa por ser cosa de lo es válida para el hombre que ignora la presen·
necios el imaginar una libertad. No se tiene otra al- cia. El hombre dominado por el Ello está forzado a
ternativa que la opción entre la esclavitud volunta~ ver en el dogma del curso invariable de las cosas
ria y la rebelión inútil. Poco importa que respecto una verdad que introduce claridad en la confusión
a estas leyes se hable de evolución teleológica y de Pero, ciertamente, este dogma sólo lo sujeta más
devenir orgánico, pues todas tienen como base el profundamente al mundo del Ello. Pero el mundo
dominio del "curso de las cosas". esto es, de la del Tú no está cerrado. Cualquiera que se dirija
causalidad sin freno. El dogma del proceso gradual a él con el ser concentrado y una fuérza ascendente
significa la abdicación del hombre ante la exube· hacia la relación descubrirá en si la libertad. Y el

5l 53
estar libre de la creencia de que no hay libertad Hombre libre es el que quiere sin la arrogancia de lo
es volverse libre. arbitrario. Cree en la realidad, es decir, en el lazo
real que une la dualidad real del Yo y del Tú. Cree
en el Destino, y cree que el Destino lo necesita. ¡No
lo tiene en andadores; lo espera! Es menester que
Así como uno puede tomarse amo de un íncubo in- se dirija hacia él, aunque no sepa dónde lo enconlra-
terpelándolo por su nombre verdadero, así el mundo rá; pero es menester que se dirija a él con todo su
del Ello, que hace un momento aplastaba con su ser. Lo que ocurrirá no se asemejará a lo que su re-
fuerza tremenda la humilde fuerza del hombre, está solución imagina. Pero lo que ha de acontecer no
constreñido a someterse al hombre que lo conoce acontecerá si no está resuelto a querer lo que es
tal como es. Entonces se hace manifiesto que el mun- capaz de querer. Le es menester sacrificar su peque-
do del Ello aleja de nosotros y nos hace extraña esa ño querer sin libertad, regido por las cosas y por los
plenitud cercana y abundante desde la cual el Tú te· instintos, a su gran querer que se aleja de la acción
rrestre, en todas sus formas, viene a nuestro encuen- determinada para ir a la acción predestinada. En-
tro y que, aunque en la espera nos parezca a veces tonces ya no interviene, pero, al mismo tiempo, no
grande y tremenda, como la diosa-madre, es, sin em- se contenta con dejar que las cosas ocurran solas.
bargo, maternal siempre. Espía lo que emerge de él mismo, vigila el camino
de lo que es esencial en el mundo. Y no para dejarse
-Pero ¿cómo podría el hombre que lleva escondí· llevar por lo esencial, sino para realizarlo, tal como
do en el fondo de sí un fantasma -el Yo privado lo esencial quiere ser realizado por el hombre del
cie libertad- interpelar al íncubo por su nombre cual necesita, por medio del espíritu humano y del
verdadero? ¿Cómo puede la arruinada fuerza de acto humano de la vida humana y de la muerte hu·
relación resurgir en un ser en quien a toda hora mana. Dije que cree, y esto significa realmente que
un fantasma vigoroso pisa los escombros? ¿Cómo un se ofrece al encuentro.
ser, furioso y constantemente perseguido por el Yo,
separado en un círculo vacío, irá a la busca de su
subjetividad abolida y llegará a recogerse? ¿Cómo El hombre que vive en lo arbitrario, no cree, no se
adquirirá conciencia de la libertad el hombre que apresta al encuentro. Ignora la solidaridad de la
vive en lo arbitrario? vinculación; sólo conoce el mundo febril del afuera
y su febril deseo de usarlo. Basta con dar al poder
-Así como Libertad y Destino son solidarios, así de utilización un nombre antiguo, y pronto ocupa
arbitrariedad y fatalidad están ligadas Ja una a la un puesto entre dioses. Cuando ese hombre dice Tri,
otra. Pero Libertad y Destino se hallan solemnemen- piensa "¡oh!, mi habilidad para hacer uso", y lo
te prometidos entre sf. y una vez unidos, componen que llama su destino es sólo una manera de armar
el sentido de la vida. La arbitrariedad y la fatalidad, y de sancionar su don de utilización. En verdad no
el fantasma del alma y el Incubo del mundo, firman tiene destino, y sí solamente un ser determinado por
un compromiso, viven lado a lado uno del otro, evi- las cosas y por los instintos. Cuando se somete a
tándose, s:n lazo y sin roce, en el absurdo, hasta ellos lo hace con un sentimiento de independencia,
que en un resplandor las miradas descarriadas se en- que es justamente el de lo arbitrario. No tiene un
cuentran y de pronto brota la confesión de su do- gran querer, y sí voluntad arbitraria. Es del todo
ble servidumbre. ¡Cuánto espíritu, cuánta elocuen· inepto para el sacrificio, aunque llegue a hablar de
cía y artificio no se gasta en nuestros días para im- el; se lo reconoce por ese su no hacer nunca con-
pedir o, por lo menos, para disfrazar este aconte- cretas las palabras sobre sacrificios. Interviene cons-
cimiento! tantemente y con la intención de pro\'ocar los acon·

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tccimientos ¿Cómo, td dice, debería uno privarse de do a sí mismo, sin contacto y sin lundirse con el Tú,
ayudar al destino, de usar medios accesibles que fa. se tome en un extraño íncubo. Pero, ¿cómo es posí·
vorezcan sus fines? También bajo este ángulo encara ble que el Ello del hombre pierda, como lo dices, su
al hombre libre; no lo puede ver de otra manera. realidad? Que viva en la relación o fuera de la rela·
Pero el hombre libre no tiene ali! fines para los cua- ción, el Yo conserva para si esa garantía que es la
Jes se procure aquí medios: sólo tiene una resolu· autoconciencia de si, el recio hilo de oro sobre el
ción, la de marchar hacia su destino. A esta resolu· cual se enhebran los estados policromos. Que diga:
ción, una vez tomada, la remozará tal vez a cada wel· "Yo te veo" o "Yo veo el árbol", quizá la visión no
ta del camino, pero dejará de creer en su propia sea igualmente real en los dos casos, pero lo que
vida antes que dejar de creer que la resolución de su es igualmente real en las dos cosas es el Yo.
gran querer sea insuficiente y que sea necesario sos-
tenerla por medios. Cree; se ofrece al encuentro. A su -Verifiquemos si efectivamente es así. La forma de
vez, el hombre arbitrario, incrédulo hasta la médula, las palabras no prueba nada. Muchos de los Tú expre·
sólo ve en todas partes incredulidad y arbitrariedad, sados no significan en el fondo sino un Ello al cual
elección de fines e invención de medios. Sin sacrificio uno dice Tú por hábito y por apatía, y muchos Ello
y sin gracia; sin encuentro y sin presencia, tiene significan un Td del cual uno ha conservado en el
como mundo un mundo mediatizado, alborotado de fondo de sf un recuerdo lejano-t Asi, en casos nume-
fines. Su mundo no puede ser diferente, y se llama rosos el Yo no es más que unj}>ronombre indispen-
Ja fatalidad. Así, a pesar de toda su soberanía, está sable, una abreviatura necesaria de "quien habla".
plena e inextrincablemente enredado en lo irreal. Lo ¿Pero Ja conciencia de si? Cuando en una frase se
sabe en cuanto piensa sobre si mismo; por eso cm· emplea el verdadero Tú de la relación y en otra el
plea Jo mejor de su espiritualidad en impedir o, por Ello de una experiencia, y cuando en los dos casos
lo menos, en disfrazar sus pensamientos. Pero si per· uno ha pensado verdaderamente el Yo, ¿se expresa
mitiera a este examen de su propia apostasía, de la la misma autoconciencia?
diferencia entre el Yo vaciado de realidad y el }'o
real, hundir raíces en el humus nutricio que el hom· El Yo de la palabra primordial Yo-Tú es diferente
bre llama la desesperación y de donde germina la del Yo de la palabra primordial Y o-Ello.
autodestrucción de si y el renacimiento, éste seria
el comienzo de la reversión. El Yo de la palabra primordial Yo-Ello aparece co·
mo un ser aislado y adquiere conciencia de sí como
de un sujeto (el sujeto del conocimiento práctico y
Los dioses y los demonios, cuenta el brahmán de las de costumbre).
Cien Rutas, estuvieron un día en conflicto. Los de·
El Yo de la palabra primordial Y o-Tú aparece como
monios dijeron: ¿A quién podremos ofrecer nuestras
ofrendas? Y depositaron sus ofrendas en sus propias una persona y adquiere conciencia de sí como de una
bocas. Pero los dioses depositaron sus ofrendas subjetividad (sin régimen genitivo).
los unos sobre los labios de los otros. Entonces Prad-
La individualidad aparece en la medida en que se
shapati, el espíritu prístino, optó por darse a Jos
distingue de otras individualidades. Una persona apa·
dioses.
rece en el momento en que entra en relación con
otras personas.

-Es comprensible que el mundo del Ello, abandona· La una es la forma espiritual de una separación na·

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tura!. La otra es la forma espiritual de una natural mo coexistente, y, por Jo tanto, como ser. El indivi-
sulidaridad de t:onexiún. duo adquiere conciencia de sí como siendo así y no
•l. ..............
de otro modo. La persona dice: "Yo soy"; el indivi-
La finalidad de la autodiferenciación es la experien· duo dice: "Yo soy así". ''Conócete a ti mismo'', sig~
cía y la utilización que, a su vez, tienen por objeto nifica para la persona: "Conócete como ser"; para
la vida. es decir, la muerte que dura el término de el individuo significa: "Conoce tu particular modo
una vida humana. de ser". La individualidad, al distinguirse de otros
seres, se aleja del ser verdadero.
La finalidad de la relación es el ser propio de la
relación, es decir, el contacto con el Ttí. Pues en el Con esto no queremos decir que Ja persona "renun-
contacto con un Tú, cualquiera que sea, sentimos pa- cia" de algún modo a su ser particular, a su ser
sar un soplo de ese Tií, es decir, de la vida eterna. distinto. Sólo queremos decir que su ser particular
no es el punto de vista en el cual se coloca, sino
Quien está en la relación participa en una realidad, la concepción necesaria y única significativa del ser.
es decir, en un ser, que no está únicamente en él El individuo, al contrario, se atraganta con su única
ni únicamente fuera de él. Toda realidad es una pre- manera de ser o, más aun, con esa ºmanera de ser"
sencia en la que participo sin poder apropiármela. que imagina que es la suya. Pues conocerse significa
Donde falta la participación no hay realidad. Allí para él, básicamente, construir lo más a menudo
donde hay apropiación ego[sta no hay realidad. La una forma de sí mismo que pueda parecer justifica-
participación es tanto más perfecta cuanto más di· da y que será para él cada vez más una ilusión;
recto es el coñtacto con el Tú. quiere decir, procurarse, contemplándola con vene-
ración, la ilusión de conocer su manera de ser, tal
El Yo es real en virtud de su participación en la rea- cual es realmente. El conocimiento verdadero de
lidad. Se torna tanto más real cuanto más completa su ser lo conduciría al suicidio ..• o al renacimiento.
es su participación.
La persOna contempla su sí mismo. El individuo se
Pero el Yo que permanece fuera del suceso relacio- ocupa de lo que es suyo; dice mi especie, mi raza,
nal y se encuentra solo, con la conciencia de ese mi actividad, mi genio.
separarse, no pierde su realidad. Su participación
se preserva en él de una manera viviente. En otros El individuo no participa en ninguna realidad y no
términos, como se dice de Ja relación más elevada, conquista realidad alguna. Se delimita por relación a
y que puede aplicarse a todas las relaciones, "con- Jo que no es él, y trata de apropiarse, por Ja expe-
serva en sí la semilla". Es ese el dominio de la sub- riencia y la utilización, la mayor parte posible de ese
jetividad en el que el Yo adquiere conciencia, al mis- no-yo. Este es su dinamismo propio; autodiferencia-
mo tiempo, de su solidaridad de conexión y de su ción y apropiación, doble operación que ocurre fuera
separarse. La subjetividad genuina sólo puede des- del Ello, en la no-realidad. El sujeto que se cree ser
prenderse dinámicamente, con10 la vibración de un pudrá apropiarse de lo que quiera, pero no extraerá
Yo en el interior de su verdad solitaria. Es también de ello sustancia; permanecerá tal cual es, un punto
el lugar donde nace y crece el deseo de una relación funcional, agente de experiencia y de utilización, y
más y más elevada, el deseo de Ja participación to- nada más. Ni su modalidad de ser extendido y con1-
tal en el ser. En la subjetividad madura la sustancia piejo, ni su "individualidad" ambiciosa le ayudará
espiritual de la persona. La persona se torna cons- a ganar enjundia.
ciente de sí misma como participante en el ser co-

58 59
No hay dos especies de hombres, sino dos polos de devela el oprobio del espíritu universal envilecido
humanidad. hasta no ser más que una espiritualidad.

Ningún hombre es puramente una persona, ninguno Pero el Yo tan viviente, tan enérgico, de Sócrates,
es puramente individualidad. Cada hombre vive en el ¡cuán legitimo y bello es! Es el Yo del diálogo infi·
interior de un Yo doble. Pero hay hombres en quie- nito. La atmósfera del diálogo lo envuelve con su
nes la persona es a tal punto preponderante que ca- soplo, ya se dirija a sus jueces, ya se encuentre en
be llamarlos personas. Y hay otros en quienes ta la última hora en su prisión. Este Yo vivía continua-
individualidad es a tal punto preponderante que ca· mente en la relación con los hombres, relación en·
be llamarlos individuos. La verdadera historia se de- camada en el diálogo. Creía en la realidad de Jos
sarrolla en la relación de los unos con los otros. hombres, y a ellos se dirigía. Vivía con ellos en la
plena realidad, y esta realidad no lo abandonó. Su
Cuanto más el hombre, cuanto más la humanidad, soledad misma no puede ser un abandono, y cuando
están regidos por la individualidad, tanto más el Yo el mundo humano hace silencio en tomo de él, oye
se hunde en la irrealidad. En tales épocas la persona que su demonio le dice Tú.
lleva en el hombre y en la humanidad una existencia
subterránea y escondida, y en cierto modo ilegíti·
ma... hasta la hora en que es llamada a la luz del
día. ¡Qué legítimo y bello es el sonido que produce el
Yo tan rico de Goethe! Es el Yo de una pura Intimi-
dad de la naturaleza que se libra a él y le habla sin
c~sar. le revela sus secretos sin traicionarle su mis·
Cuanto más fuerte es el Yo de la palabra primordial terio. Este Yo cree en la naturaleza y cuando dice a
Yo-Tú en la dualidad del Yo, tanto más personal es la rosa: ¡eres tú!, se asocia a ella en una misma rea-
el hombre. lidad. Por eso, cuando este Yo reflexiona sobre si
mismo, el espíritu de lo real le permanece fiel, la
Según la manera en que un hombre dice Yo -lo que visión del sueño se conserva en el ojo dichoso que
quiere decir cuando dice Y o- cabe decidir el lugar recuerda su propia naturaleza solar y la amistad
que ocupa y adónde conduce su camino. La palabra de los elementos acompada al hombre hasta en el
Yo es el verdadero shibolet de la humanidad. silencio de la muerte y del devenir.
¡Escuchad, pues, esta palabra!
He aquí el sonido que a través de las edades produ-
¡Cuán discordante es el Yo del individuo egotistal ce el Yo 11 suficiente, verdadero y puro" de quienes,
como Sócrates y Goethe, se dedican a la relacióri.
Puede conmovemos con una gran piedad cuando sale
de una boca oprimida por la tragedia de una silen· Y para tomar un ejemplo del reino de la relación
ciada contradicción Intima. Puede golpeamos con incondicional: ¡cuán poderoso y subyugador es el
su horror cuando sale de una boca caótica que da Yo pronunciado por Jesús, que toca a la evidencia!
a su contradicción íntima una expresión violenta, Es el Yo de la relación incondicionada en la que el
brutal y estúpida. Cuando sale de una boca vana hombre da a su Tú el nombre de Padre, a tal punto
y melosa nos parece penoso o desagradable. que él mismo no es más que Hijo y sólo Hijo. Si aún
aice Yo, no puede querer decir más que el Yo de la
Quien pronuncia con una mayúscula el Yo aislado palabra fundamenta! sagrada, elevada por él hasta lo

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inc.:ondlcionado. Si alguna vez ensaya el aislamiento, !ación alguna. No participa en ninguna realidad, pe-
su solidaridad con la relación es mayor, y dcsde·c1 ro es para lodos los hombres una realidad en la
seno de cst~1 relación se dirige a los otros hombres. que todos participan inconmensurablemenle.
En vano procuraréis reducir ese Y o a una potencia
que actúa sobre sí misma, a reducir ese Tú a wia En verdad, no encara a los hombres que lo rodean
realidad interior; en vano procuraréis frustrar de su sino como máquinas capaces de rendimientos diver-
realidad lo real, la relación presente: el Yo y el Tú sos, que él puede calcular y emplear al servicio de
subsisten; cada hombre puede decir Tú y es enton· su causa. De esta manera casi no se ve a sí mismo
ces Yo. Cada uno puede decir Padre y es entonces de otro modo, salvo si le es menester poner a prue-
Hijo: la realidad subsiste. ba su rendimiento propio en experiencias sin cesar
renovadas, sin llegar jamás a conocer los límites de
ellas. Se trata a si mismo también como a un Ello.
Entonces su decir Yo carece de vivacidad, de energía
-Pero, ¿qu¿ ocurriría si la vocación de un hombre y de plenitud; ni siquiera busca, como el egotismo
exige que no conozca más lazo que su causa particu- moderno, dar la ilusión de ella. No habla de sf, ha-
lar, que no Lenga más relación verdadera con Tú bla a partir de sí. Que hable o que escriba, su Yo
alguno, que no reconozca más la presencia de nin- es el sujeto gramaticalmente necesario de sus com-
gún Tú, que todo lo que le rodea se torne en Ello, probaciones y de sus órdenes, ni más ni menos. No
el Ello útil a su causa? ¿Qué hemos de pensar del tiene subjetividad, pero no tiene tampoco esa concien-
modo en que Napoleón dice Yo? ¿No es legítimo? Es- cia de sf que se preocupa de su propia manera de
ta encarnación de la experiencia y de la utilización, ser; sobre todo, no tiene la ilusión de manifestarse
¿no es una persona? un si mismo. "Yo soy el reloj que existe sin cono-
cerse", es asf como ha expresado lo que había de
-En verdad, el amo del siglo evidentemente ha ig- fatal en él, la realidad del fenómeno que representa·
norado la dimensión del Tú. Ha habido razón en ba y la irrealidad de su Yo, en la hora en que, arro-
decir que todos los seres eran para él valores. El que jado fuera de su causa, podía y debía, por primera
tuvo la mansedumbre de comparar a San Pedro a vez, reflexionar sobre su ser, sobre su Yo que por
aquellos que han renegado de él después de su cal- fin se destacaba. Ese Yo que se le aparecía por pri-
da, no podía renegar de nadie pues no conocía el mera vez no era t.inicamente un sujeto, pero, sin em-
Ser a nadie. Para las multitudes fue el Tú demonía- bargo, no tendía hacia la subjetividad; escapaba al
co, el Td que no responde, que responde al Tú con sortilegio que lo encerraba, sin que, por eso, se hu~
Ello, que no responde genuinamente en la esfera, la hiera liberado; se expresaba en esa palabra terrible,
cie su causa particular, con su propio acto. Ahí está legitima e ilegitima al mismo tiempo: "¡El universo
el límite histórico y elemental en que la palabra nos contempla!". Al final vuelve a hundirse en el
fundamental de la relación pierde su realidad y su misterio.
carácter de reciprocidad: el Tú demoníaco, para el
cual nadie puede ser un Tú. Además de (no entre) ¿Quién osaría, entonces, afirmar después de seme·
la persona y el individuo, del hombre libre y del ar- jante carrera y semejante caída, que ese hombre
bitrario existe esta tercera variedad de hombre, eri- ha comprendido su misión inaudita y tremenda, o
gido como un destino, en las grandes épocas del des· bien que la ha desconocido? Cierto es que esa edad
tino. Es aquel hacia quien suben las llamas, pero su que ha tomado como amo y como modelo al hom·
fuego es frío; es aquel hacia quien candi.icen las bre demoníaco y extraño a toda presencia no ha com·
re1ac1011cs, por millares, pero de quien no parte re- prendido a ese hombre. Ignora que en él reinaban no

62 63
la necesidad ni el placer de la potencia, sino la idea -las murallas han caído y desde el abismo se oyen
del destino y su consumación. El siglo se entusiasma chillidos- y observas en medio de tu tormento y
al ver esa frente despótica, pero no descifra los sig- adviertes que la vida subsiste y que tú. podrías vol-
nos escritos en ella, como los signos en el cuadrante ver a ella, te preguntas: ¿y cómo? Así el hombre, en
del reloj. Se empeña en imitar esa mirada arroja· las horas de reflexión, se estremece y busca sin ven-.
da sobre seres, y no comprende lo que en esa mi· tura esto y aquello. Sin embargo, es posible que .haya
rada es necesidad y coacción; confunde el estricto observado en su fondo el sentido de la verdadera di-
rigor de ese Yo con la excitación del sentido de si rección, Ja que por el sacrificio conduce a la rever-
mismo. La palabra Yo sigue siendo el shibolet de la sión. Pero rechaza este saber: el "misticismo" no
humanidad. Napoleón no ponla en ella ninguna fuer- soporta el resplandor solar de la luz eléctrica. Llama
za de relación, sino que la pronunciaba como el Y o en su ayuda al pensamiento, en el que tiene gran
de una consumación. Quien se esfuerza en decirla confianza; el pensamiento repara todo. En efecto, el
como él la dijo, solamente traiciona lo que tiene de gran arte del pensamiento está en diseñar una imagi-
irremediable su propia contradicción íntima. nación del universo que inspire fe. Así ese hombre
dice a su pensamiento: "Mira ese monstruo tremen-
do que está acostado allí, con sus ojos crueles: ¿no
es el mismo con el cual he jugado antaño? ¿Recuer-
-¿Qué significa contradicción Intima? das cómo me sonreía con esos ojos, antes indulgen-
-Cuando un hombre no atiende al a priori de la tes? Observa mi Yo miserable, quiere confesártelo,
relación en su vida con el mundo, cuando olvida ha· está vacío, y nada de lo que hago con la experiencia
cer actuar y realizar el Tú innato que encuentra, ese y la utilización penetra en su cavidad. ¿No quieres
Tú se introvierte. Se desarrolla al contacto de lo que reconciliarnos, a él y a mí de tal manera que me de-
no puede ser su objeto, se despliega allí donde no je en paz y que yo cure?" Y el pensamiento dócil e
hay lugar para ese despliegue. ingenioso, con su celeridad bien conocida, pinta una
o, más bien, dos series de imágenes sobre las pare-
Lo que se produce es un encuentro consigo mismo, des de derecha y de izquierda. De un lado está (o,
que no puede ser una relación ni una presencia ni mejor dicho, tiene lugar el mundo, pues las imágenes
una reciprocidad fecunda, sino mera autocontradic- del mundo, tales como las pinta el pensamiento, son
ción. El hombre puede procurar interpretarlo como una cinematografía digna de fe) el universo. Del tor-
una relación, por ejemplo como una relación reli- bellino de los astros se ve surgir la menuda tierra
giosa, para arrancarse del horror de ser su propio finita, de la prolifera tierra emerge el menudo hom-
doble espectro. Mas siempre descubre la falsedad bre y, luego, la historia lo arrastra a través de las
eogaliosa de esa interpretación. Está allí al borde edades, para que reconstruya pcrsistcntcmentc los
de su vida. Una experiencia no cumplida se había re- hormigueros de las culturas que la misma historia
fugiado en una apariencia de cumplimiento; ahora aplasta. Por debajo de esta serie de imágenes se leen
anda a tientas por laberintos en los que se hunde estas palabras: "El uno y el todo." En la otra pared
más y más. tiene su lugar el alma. Una hiladora hila las órbitas
de todos los astros y la vida de toda la creación y la
historia del universo; todo está tejido de un mismo
hilo, y deja de llamarse astros y criaturas y mundo
A veces el hombre, estremecido ante el desapego en· para llamarse sensaciones y representaciones, esto es,
tre el Yo y el mundo, piensa que debe hacer algo experiencias y estados del alma. Y bajo esta serie
para remediarlo. Cuando en la hora de medianoche de imágenes se leen estas palabras: "El uno y el to·
reposas presa de la pesadilla de un sueño despierto do."

64 65
En adelante, cuando se estremece en la soledad y el Tercera parte
mundo Jo aprisiona en angustia, el hombre levanta
los ojos (a derecha o a Izquierda, poco importa) y El Tú eterno
percibe un cuadro. Ve entonces que el Yo encuadra
en el mundo y que realmente no hay Yo del todo y
que el mundo nada podría hacer al Yo del todo;
o ve que el mundo encuadra en el Yo, y que real·
mente no hay mundo, y así el mundo nada puede
hacer al Yo, y se tranquiliza. Otra vez, el hombre,
si se estremece en la soledad y su Yo está angustia·
do, levanta los ojos y percibe una imagen. Poco im-
porta cuál sea ella; el Yo vacío se encuentra atestado
de mundo o la corriente del mundo ondea sobre él;
y el hombre se tranquiliza.

Pero llegará una hora, y ella está cercana, en la


cual el hombre estremecido, al levantar los ojos, per- Las líneas de las relaciones, si se las prolonga, se
ciba en un resplandor las dos series de imágenes al encuentran en el Tú eterno.
mismo tiempo. Y un estremecimiento más profun-
do lo sacudirá. Cada Tú particular abre una perspectiva sobre el Tú
eterno; mediante cada Tú particular la palabra pri·
mordial se dirige al Tú eterno. A través de esa re-
lación del Tú de todos los seres se realizan y dejan
de realizarse las relaciones entre ellos: el Tú innato
se realiza en cada relación y no se consuma en nin-
guna. Sólo se consuma plenamente en la relación
directa con el único Tú que, por su naturaleza, jamás
puede convertir en Ello.

Los hombres han dado muchos nombres a su Tú


eterno. Cuando cantaban a aquel al cual daban uno
de esos nombres, era siempre en el Trl en quien pen-
saban: los primeros mitos fueron himnos de alaban-
za. Luego los nombres entraron en el lenguaje del
Ello; los hombres se han sentido más y más empu-
jados a reflexionar sobre su Tú eterno y a hablarle
como a un Ello. Pero todos los nombres de Dios son
santificados, porque al pronunciarlos no solamente
se habla de El, sino también se le habla.

Muchos hombres quisieran prohibir el empleo del


vocablo Dios, porque se ha abusado de él demasia-

66 67
do. En verdad, es la más gravosamente cargada de scn$aciones de actos fundados solamente en sus 1i 4

todas las palabras que el hombre emplea, pero por milaciones particulares, e ineludiblemente se aseme-
esta misma razón es la más imperecedera y la más ja a una pasión.
indispensable de todas. ¿Qué importan todas las di·
vagaciones rsepecto de la esencia de Dios y de las Esta actividad es la del hombre llegado a su pleno
obras de Dios (pues sobre este punto no hay y no crecimiento y a la que se ha designado como un ha·
puede haber jamás sino divagaciones), en compara- ccr nada; porque nada de aislado, nada de parcial,
ción con la verdad única de que todos los hombres se mueve más en el hombre, y nada de él interviene
que han invocado a Dios realmente han pensado en ya en el mundo; porque es el hombre todo entero,
J!l? Pues quien pronuncia la palabra Dios cuando encerrado en su propia plenitud, descansando en su
está todo lleno del Tú, cualquiera que sea la ilusión plenitud, quien entonces actúa: porque el hombre se
que lo sostiene, se dirige al verdadero Tú de su vida. ha vuelto totalidad actuante. Cuando uno ha llegado
al que ningún otro Tú limita y con el cual está en a asegurarse la constancia de semejante disposición,
una relación que envuelve todas las otras. Y también está pronto para el encuentro supremo.
invoca a Dios todo aquel que tiene horror de este
nombre y se cree sin Dios, cuando, con el impulso Para esto es menester dejar de lado el mundo scnsi·
de todo su ser, se dirige al T1í de su vida, al Tú a ble como si fuera un mundo ilusorio. No hay mundo
quien ningún otro limita. ilusorio; sólo hay el mundo, que se nos aparece doble
en correspondencia con nuestra doble actitud. Sólo
hay que romper la barrera de la separación. Tampo-
co es necesario 11 ir más allá de la experiencia sensi 4

Cuando siguiendo nuestro camino encontramos a ble"; pues toda experiencia, aun la más espiritual,
otro hombre que venía hacia nosotros, siguiendo sólo nos daría como resultado un Ello. Ni es necc·
también su camino, sólo conocemos nuestra parte sario dirigirse hacia un mundo de ideas y de valores.
del camino, no la suya, porque de la suya sólo tene- porque ellos no pueden hacérsenos presentes. Nin·
mos conocimientos en el encuentro. Pero nuestra guna de esas cosas es necesaria. ¿Se puede decir qué
presunción nos habla de ella como si fuera algo de es realmente necesario? No, si lo que se quiere es
más allá del encuentro. un precepto. Todo lo que el espíritu ha inventado o
descubierto en el curso de las edades, en materia de
Lo que debe ocuparnos, aquello de lo cual debemos preceptos, de preparación, de práctica o meditación
inquietarnos, no es la otra parte, sino la nuestra; no nada tiene en común con el hecho prístino y simple
es la gracia, sino la voluntad. La gracia nos concierne del encuentro. Cualesquiera que sean las ventajas en
en la medida en que avanzamos hacia e11a, en que e) conocimiento o la eficacia que se puede extraer
esperamos su presencia; pero no es nuestro objeto. de tal o cual ejercicio, nada de eso repercute sobre la
re)ación de que estamos hablando; todo esto tiene su
Lo que conocemos del camino por haberlo vivido y lugar en el mundo del Ello y no nos hace progresar
porque es nuestra vida misma, no es una espera o un paso, no nos hace dar el paso decisivo que nos
un ser accesible. sacaría de ese mundo. No son prescripciones las que
El Tú se me presenta, pero soy yo quien entra en re- nos enseñarán a salir de él. Pero cabe demostrar que
lación directa con él. Asl, la relación comporta ser uno ha salido de él, si uno traza un círculo que ex·
elegido y elegir, y es a la vez pasión y acción; del cluya todo lo que no sea esa salida. Entonces apare-
mismo modo, toda acción con el ser entero suprime ce con evidencia la única cosa que importa: la perfec-
las acciones parci~Ies, y, al mismo tiempo, todas las ta aceptación de la presentía.

68 69
Con seguridad esta aceptación presupone que cuanto Los hombres no encuentran a Dios sí permanecen en'
más hundido está un hombre en su aislamiento, tanto el mundo. No encuentran a Dios si abandonan el
más dificil es la aventura y más elemental es la re- mundo. Quien con su ser entero se dirige a encon-
versión. No es que no renuncie al Yo, como lo supo- trar a su Tú e implica en este Tú el ser entero del
nen generalmente los escritos místicos; el Yo es in- universo. ése ha encontrado a aquel que no puede
dispensable en todas las relaciones y, por consiguien· ser buscado.
te, también en ésta, la más elevada, pues la relación
sólo es posible entre Yo y Tú. No es al Yo a quien Ciertamente, Dios es el "Todo Otro"; pero es tam-
se renuncia, sino a ese falso instinto de sí mismo que bién el "Todo Mismo••, el Todo Presente". Ciertamen·
11

empuja al hombre a huir de ese mundo incierto, in- te, es el Mysterium Tremendum que aparece y abate;
consistente, efímero, confuso, peligroso, que es el pero también es el misterio de lo autoevidente, más
mundo de la relación, y a refugiarse en el tener cosas. cercano a mf que mi Yo. Si averiguáis la vida de las
cosas y del ser incondicionado llegaréis a lo insonda-
ble; si negáis la vida de las cosas y del ser condicio-
nado estáis ante la nada; si santificáis esta vida en-
Toda relación verdadera con un ser o con una esen- contráis al Dios viviente.
cia en el mundo es exclusiva. El Tú de esta relación
es destacada, puesto aparte, único, existe solo frente
a nosotros. Llena el horizonte. Esto no significa r1
no exista nada más. Pero todo lo demás vive a su El sentido que el hombre tiene del Tú, cuando expe-
luz. En tanto que la presencia de la relación conti- rimenta en las relaciones con los Tri particulares la
núa, su amplitud cósmica es inviolable. Pero desde decepción de verlos transformados en Ello, aspira
que un Tú se toma en Ello, la amplitud cósmica de a sobreponerlos -sin apartarse de ellos- para alcan-
la relación aparece como una injusticia hacia el mun· zar el Tú eterno. Mas no como se busca una cosa;
do, y su exclusividad, como una exclusión del univer- no hay, hablando propiamente. "busca de Dios", por-
so. En la relación con Dios la exclusividad incon- que no hay cosa alguna en la que no se lo pueda
dicional y la inclusividad incondicional se identifi- encontrar. ¡Empresa necia y desesperada la del hom-
can. Quien ha entrado en la relación absoluta no bre que se aparta del camino de su propia vida para
se preocupa ya por nada aislado, ni por cosas ni por buscar a Dios! Aunque se hubiera apropiado toda la
seres, ni por el cielo ni por la tierra, pues todo está sabiduría de la soledad y toda la virtud del recogi-
incluido en esa relación. Entrar en la relación pura miento, no encontraría a Dios. El hombre que busca
no es descuidar toda cosa; es ver toda cosa en el a Dios es más bien comparable a aquel que, yendo
Tú,• no es renunciar al mundo, sino establecer el mun- por su camino, anhela que sea el buen camino: en la
do sobre su verdadera base. Apartarse del mundo no fuerza de este deseo se expresa su aspiración. Cada
es dirigirse a Dios; tener los ojos fijos sobre el mun- suceso relacional es un estrado que le abre una vista
do no acerca a Dios tampoco. Pero quien ve el mun- sobre la única relación satisfactoria. Así. en cada su-
do en Dios está en presencia de El. "El mundo por ceso, él no participa en el suceso de la relación única,
una parte, Dios por otra parte", es propio del len- pero también participa en ella (porque la espera).
guaje del Ello. Pero no excluir nada, no olvidar na- Siempre esperando, pero sin buscar nada, sigue su ca·
da, incluirlo todo, el mundo entero. en el Tú. recono mino; de ahí su seµnidad respecto de las cosas y esa
cer al mundo su derecho y su verdad, no captar nada manera que tiene de tocarlas, pues es para ellas ayu:
fuera de Dios, sino captar todo en él, he aquí la rela· da. Pero quien ha encontrado la relación verdadera,
c.ón completa. no aparta su corazón de las cosas, porque ahora todo

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le está dado de un solo golpe. Bendice todas las cel- uo sólo de sí mismo, sino también del polo que le es
das que lo han albergado y todas las que lo abriga- opuesto; todo sentimiento está condicionado por su
rán aún. Pu~s ese hallazgo no es el término, si)lo el contrario. Por lo tanto, si a la relación absoluta (que
eterno medio, del camino. encierra en realidad todas las relativas, porque ella
ya no es, como éstas, fragmentaria, sino total, sien·
Es un hallazgo que uno no ha buscado, un des~ubri.. do el cumplimiento de todas y su fusión en la uni-
miento de lo prístino, original. Su sentido del Tú, que dad),. se la redujera a la situación de un sentimien·
no puede saciarse antes de haber encontrado el Td to aislado y limitado, se la sometería a la relativi·
infinito, se lo ha representado desde el comienzo; dad psicológica. Desde el punto de vista del alma, la
solamente fue menester que esa presencia se hicie- relación perfecta sólo puede en tenderse como tenien-
ra para él real con plenitud en la santificada vida del do dos polos, como siendo la coincidentia opposito-
mundo. rum, como la resolución de las antinomias del senli-
míento. Sin duda uno de esos polos -suprimidos por
Dius no puede ser inferido de ninguna cosa. por la actitud fundamental religiosa de la persona- de~
ejemplo de Ja naturaleza, como su autor, o de la his- saparece a menudo de la conciencia reflexiva y sólo
toria, como su guía, o del sujeto del cual sería el puede ser evocado en la meditación de las profundi-
"sí mismo", en quien se piensa. No existe un "<lato" dades más puras y más sinceras del ser.
diferente de Dios y del cual Dios pueda ser extraído;
sino que Dios es el Ser más inmediato, más cercano Sí, ciertamente, en la relación pura te sentías entera-
y más duraderamente presente para nosotros; aquel mente dependiente, como no te sentiste en ninguna
a quien cabe dirigirse legftimamente, pero a quien otra relación, y también plenamente libre, más libr~
no se puede expresar. que en todo otro Jugar y momento: te sentías a la
vez creatura y creador. Lo que poseías entonces no
era uno de esos dos sentimientos limitados por el
Se ha pretendido que el elemento esencial de la re- otro; los poseías a ambos sin restricción y simultá·
lación con Dios sería un sentimiento (llamado scnti· neamente.
miento de dependencia, y recientemente, en términos
más precisos, sentimiento de ser una "creatura" ). En tu corazón siempre sabes que necesitas de Dios
Si bien es justo aislar y definir este elemento, al por encima de toda cosa; ¿pero, sabes también que
acentuárselo de una manera exclusiva se desconoce Dios necesita de ti, en la plenitud de Su eternidad?
el carácter de la relación completa. ¿Cómo existiria el hombre y cómo existirías tú si
Dios no tuviera necesidad de él, si no necesitara de
Lo que ya se ha dicho a propósito del amor vale aquí ti? Tienes necesidad de Dios ara ser Dios tiene
con mayor razón aun. Los sentimientos sólo son un necesidad e ti para rea izar e peno scntl o de tu
acompañamiento al hecho metafisico y metapsíquica Yé· Ensenanzas y poemas se esfuerzan por decirlo
de la relación, el cual no ocurre en el alma, sino en- más largamente y dicen de ello demasiado; ¡triste y
tre el Yo y el Tú. Por esencial que sea un sentimien. presuntuoso palabrería sobre un "Dios en devenir'·!
to, permanece sometido al dinamismo del alma, en Mas sabemos inconmoviblemente en nuestros cora-
el cual cada sentimiento es sobrepasado, eclipsado y nes que hay un devenir del Dios que es. El mundo
abolido por otro. A diferencia de Ja relación, un sen- no es un juego divino; es un destino divino. Hay un
timiento tiene su ubicación en una escala. Pero, SC>6 sentido divino en la vida del mundo, del hombre, de
bre todo, cada sentimiento tiene su lugar dentro de personas humanas, en la tuya y la mía.
una tensión polar, y extrae su color y su significado

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modos de contemplación imagina que Dios viene a
La creación nos supera, nos inunda, nos envuelve; integrarse en el Ser liberado del Yo o que ese ser
nos estremecemos a su contacto, nos sometemos a es identificado con Dios; el segundo significa que el
ella. Participamos en la creación, encontramos en ella ser despojado del Yo existe de manera inmediata
al Creador, nos ofrecemos a ~1 como sus auxiliares en sf mismo, como si estuviera en la unidad divina.
y sus compañeros. El primer modo implica, pues, que en el momento
supremo el Tú deja de existir porque la dualidad
Dos grandes servidores recorren las edades: la plega· está abolida. En el segundo caso, el Tú no subsiste,
ria y el sacrificio. El hombre que ora se derrama en una vez alcanzada la verdad, porque no hay duali·
un sentimiento de dependencia absoluta y sabe que, dad en la verdad. En el primer caso, uno cree en la
de una manera incomprensible, actúa sobre Dios, unidad de lo divino y lo humano. En el segundo caso,
aunque nada obtenga de Dios: pues cuando no anhe· uno cree en la identidad de lo divino y lo humano.
Ja nada para él mismo, ve ascender más alto la lla· En los dos casos se afirma un más allá del Yo y del
ma de su acción eficaz. ¿Y el hombre qué sacrifica? Tú que, en el primer caso, es un Deveniri realizado,
No lo puedo despreciar a ese honesto servidor del por ejemplo, en el éxtasis y, en el segundo caso, un
pasado que creía que Dios deseaba el humo de su estado que se revela, por ejemplo, en la contempla-
holocausto. En una manera necia, pero vigorosa, sa- ción de Sf en el sujeto pensante. En los dos casos
bía que uno puede y uno debe hacer donativos. Esto la relación está suprimida: de manera dinámica, en
también lo sabe el que ofrece a Dios su humilde que- el primer caso, en el que el Yo está absorbido por
rer para juntarse a ~l en el gran querer. Sólo dice: el Tú y deja de ser un Tú para ser un Ser único; y
'"¡Tu voluntad sea hecha!" Pero la verdad agrega por de manera estática, en el segundo caso, en el que
él: "hecho por mí, de quien TU tienes necesidad". el Yo resuelto en sf se conoce como el solo existente.
La teorla de la dependencia sólo deja al Yo que so-
¿En qué difieren Ja plegaria y el sacrificio de la ma- porta el arco universal de la relación pura una tan
gia? La magia pretende lograr sus efectos sin entrar débil y vana realidad, que se deja de creerla capaz
en la relación y practica sus artificios en el vacío. de llevar nada; una de las teorías del repliegue so-
Mas el sacrificio y la plegaria se colocan "ante el bre sí destruye este arco celeste en el momento en
Rostro", en la consumación de la sagrada palabra que iba a cumplirse; la otra teoría considera a este
primordial, que significa acción recíproca: pronun· arco como un espejismo que es menester superar.
cian el Tú, y luego oyen.
Las doctrinas de la absorción invocan las grandes
Querer entender la relación pura como dependencia fórmulas de la identidad de los seres y de Dios; una
es querer suprimir uno de los portadores de la relaª invoca, sobre todo, la palabra de San Juan: "Yo y el
ción y, al mismo tiempo, variar de realidad la rela- Padre somos uno"; la otra se vincula a la doctrina
de Sandilya: "Yo mismo, en el fondo de mi cora-
ción misma.
zón, soy lo universal."
Los caminos por donde conducen estas fórn1ulas son
diferentes entre si. La primera (después de un re-
Lo mismo ocurre si comenzamos desde el lado opues· corrido subterráneo) surge en la vida de una persona
to y vemos en el repliegue sobre sí, en el retorno al de magnitudes mlsticas y se expande en una doctri-
Si, el elemento esencial del acto religioso, sea que na; la segunda emerge en el interior de una doctrina
despojamos a este acto de toda relación con el Yo, y luego conduce a la vida mística de una persona.
sea que veamos en él la acción del único Ser dotado El carácter de la fórmula se modifica a lo largo de
de existencia y de pensamiento. El primero de estos
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estas líneas. El Cristo de la tradición juánica, el ver- Uno de estos fenómenos es el del alma que alcanza
bo hecho carne una sola vez en la historia, conduce la unidad. No es un fenómeno que ocurre entre el
al Cristo del maestro Eckhardt, eternamente engen- hombre y Dios; ocurre en el hombre. La fuerza se
drado por Dios en el alma humana: la fórmula de los concentra en un núcleo, y todo lo que trata de apar-
Upanishads, que es conocimiento del SI: "He aquí lo tarse de él es introducido en la órbita de su dominio;
real, he aquí el Sí, y Tú eres ese mismo", conduce el ser está reunido en sí y, como lo dice Paracelso,
prestamente a la fórmula budista que es una abdi- se goza en su exaltación. Es el momento decisivo pa-
cación: "Ni el Sí ni el Consigo son captables ni en ra el hombre. Sin este momento, es incapaz para la
verdad ni en reaJidad." obra del espíritu. Si conoce este momento, decide
en lo más íntimo si es un estado transitorio o es el
Corresponde considerar separadamente el origen y final definitivo de su camino. Concentrado en la uni-
el fin de cada uno de estos caminos. dad, el hombre está pronto para el encuentro, al fin
plenamente posible, con el misterio, con la salvación.
Para convencernos de que no es legitimo invocar el Pero también puede saborear la felicidad que le da
ru t:aµEv basta leer imparcialmente el Evangelio de esta concentración de todo su ser y, luego, retomar
Juan, capitulo tras capítulo. Es verdaderamente el a la dispersión del ser, sin haberse impuesto la ta-
Evangelio la relación pura. Hay allí más verdad que en rea suprema. Todo en nuestro camino es decisión
la fórmula mística familiar: "Yo soy Tú y Tú eres Yo." intencional, oscuramente entrevista, totalmente mis-
El Padre y el Hijo consubstanciales -podemos decir teriosa; esta decisión en el ser más íntimo es la más
Dios y el Hombre consubstanciales- son el par in- secreta de todas, es la que determina más poderosa-
destructiblemente real, los dos portadores de la rela- mente nuestro destino. El otro fenómeno está impli-
ción original que yendo de Dios al hombre Se llama cado en la naturaleza incaptable del acto relacional
misión y mandamiento, y yendo del hombre a Dios mismo, en el cual se supone que dos se tornan uno:
se llama conocimiento y amor, contemplación y per- "uno y uno unido, la desnudez bri11a aquí en la des-
cepción: relación en la cual el Hijo, aunque el Padr~ nudez"; Yo y Tú son absorbidos; la humanidad, que
actúa y habite en él se inclina ante aquel que es "más hace un momento se sentía en presencia de la divi-
grande" que el que le implora. Vanas son todas las nidad, se sumerge en ella. Han aparecido la glorifi-
tentativas modernas de interpretar esta verdad pri- cación, la deificación y la unidad del ser. Pero cuan-
1nera del diálogo como una relación del Y o con el Sí, do el hombre, iluminado y agotado, vuelve al cuida-
o como un fenómeno en el cual la integridad del hom- do de las cosas terrenales y cuando, con corazón ad-
bre se bastaría a si misma. Estas tentativas perte- vertido, reflexiona sobre las dos situaciones, ¿no está
necen a la historia abismal de la destrucción de la obligado a reconocer que su ser se ha escindido en
realidad. dos y una parte se ha librado a la perdición? ¿_Qµé
sirve a mi alma el poder ser de nuevo retirada de
-¿Y qué hay del misticismo? ¿No nos relata, aca- Cstc mundo y llevada a Ja unidad, si este mundo
so. cómo se experimenta la unidad sin dualidad? permanece necesaria y totalmente extraño a la uni-
¿Pocle1nos dudar de la exactitud de su relación? dad? ¿Qué significa ese "gozo de Dios" en una vida
~esgarrada en dos? Si este momento celestial de
Conozco no solamente uno, sino dos fenómenos dife- abw1dante riqueza nada tiene en común con mi po-
rentes en los que se pierde la conciencia de la du;:1- bre momento terrenal, ¿qué tiene que hacer conmi-
lidad. A veces se los confunde en las fórmulas del go si me es menester continuar viviendo, con toda
misticismo. Yo también los he confundido en el pa· senedad, en la realidad? He aquí cómo es menester
sado. comprender a los maestros que han renunciado a las
c;t~licias de la "unión" extática.

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Unión que no es una unión. Yo los compararía a esos
hombres que en el paroxismo del eros cumplido son ello ventaja." 11Así es, efectivamente", responde Pra-
a tal punto transportados por el milagro del abrazo shapati.
que la conciencia abolida del Y o y del Tú parece en
el sentimiento de una unidad que no existe ni pue. En la medida en que la doctrina contiene una afir-
de existir. Lo que el visionario extático llama unión mación respecto del ser verdadero -cuaJquiera que
es el dinamismo extasiador de la relación; no es una sea la verdad a la que podamos juzgar en esta vida-,
unidad nacida en este instante del tiempo y en el nada tiene en común con una cosa, con la realidad
cual vendrían a fusionarse el Yo y el Tú; es el dina- vivida; está constreñida a reducir también esa reali·
mismo de la relación misma que viene a colocarse dad a un mundo de las apariencias. Y en la medida
~nte los participantes en esta relación, inquebran- en que esta doctrina contiene un método para abis-
tablemente fijados el uno ante el otro, y que disi- marse en el ser verdadero, ello no conduce a la rea-
mula a cada uno el sentimiento extasiado del otro. lidad vivida, sino al aniquilamiento en el que ya no
Es como si el acto de relación desbordara las már- reina ninguna conciencia, y en el cual no surge nin·
sencs de la relación misl}la; _la unidad vital se pre- ~n recuerdo; el hombre que emerge de este aniqui·
senta con una vehemencia tal que los interlocutores .amiento puede referir su experiencia empleando las
E_arc~cn palidecer ante ella; por su existencia ella palabras "ausencia de dualidad", pero no puede atre-
hace olvidar el Yo y el Tú entre los cuales se había verse a llamarla unidad.
producido. Es uno de esos casos en que la realidad
se rodea de una franja en la que aparece diluida. Pero nosotros queremos tomar un cuidado religio-
Pero mayor que las ondulaciones enigmáticas de la so de nuestra sagrada realidad, que nos es dada para
franja del ser es para nosotros la realidad central de esta vida sola, pues no hay quizá ninguna otra vida
la hora cotidiana y terrestre en la que un rayo de más cercana a la verdad.
sol sobre una rama nos ha hecho presentir el Tú
eterno. Mas aquí se levantará la objeción de la otra En la realidad vivida no hay unidad del ser. La rea-
doctrina, la de absorción, según la cual el ser uni- lidad sólo existe en la acción efectiva; su fuerza y su
versal y el ser del Sí son lo mismo y, por eso, el im- profundidad son las de la acción efectiva. No hay
pulso hacia el Tzi no puede otorgar ninguna garan- tampoco realidad "interior", sino acción recíproca.
tía de realidad úllima. La realidad más fuerte y la más profunda existe
allí donde todas las cosas entran en la acción efecti-
Esta doctrina contiene ella misma la respuesta a esa va, sin reserva: el hombre en su totalidad y Dios,
objeción. Uno de los Upanishads cuenta cómo Indra, que abarca toda cosa, el Yo unificado y el Tú ili-
el rey de los dioses, fue en busca de Prashapati, el mitado.
Espíritu creador, para aprender de él a encontrar y
a conocer el Yo. Permanece un siglo en la escuela, El Yo unificado: pues la realidad vivida -lo he di-
es dos veces despedido con conocimientos insuficien- cho antes- implica la unificación del alma, la con-
tes hasta que, finalmente, la verdad se le revela: centración de su fuerza, el momento decisivo para
"Un dormir profundo y sin sueños, allí es~á el Yo, el hombre. Pero no importa, como esa absorción, un
es el Ser inmortal. Ser universal." Indra se retira, apartarse de la persona real. La absorción sólo quie-
pero pronto lo domina un escnípulo; retrocede y pre- re conservar lo "puro", auténtico y duradero, y de-
gunta: "En tal estado, espíritu sublime, el hombre es sechar todo lo demás. En cambio, en esta concentra·
incapaz de decir de su SI: Soy Ye., y ademi<.: Son ción lo instintivo no es considerado corno demasiado
los seres. Está librado al aniquilamiento. No veo en impuro, lo sensible como demasiado superficial, lo
emotivo como demasiado fugaz. Ella quiere incluirlo
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todo, integrarse en todo. Esta concentración no quie- puede haber vida de salud; si, oh monje, prevalece la
re al Yo como algo aislado, quiere al hombre entero, opinión de que el alma es una cosa y el cuerpo otra,
intacto. Tiende a la realidad, y es realidad. no puede haber tampoco alll vida de salud." En el
misterio de la contemplación, como en la realidad
La doctrina de la absorción misma exige y prome· de la vida, lo que reina no es una fórmula: Es asJ,
te refug!" en la única Esencia pensante (en "lo que o no es así. No es ni el ser ni el no-ser, sino esta
piensa a este mundo"), en el Sujeto puro. Pero en la fórmula: Es así y de otro modo; ser y, a la vez, no-
realidad vivida no hay algo pensante sin algo pen· ser. La confrontación indivisa con el misterio indi-
sado. El ser pensante depende de la cosa pensada viso es la primera condición de la salvación. Buda,
tanto como ésta depende de aquél. Un sujeto despo- ciertamente, es de aquellos que lo han reconocido.
jado de un objeto se ve privado de su propia rea· Como todos los verdaderos maestros, quiere enseñar
Jidad. No hay ser pensante en sf, sino en el pensa- no una doctrina, sino una senda. No objeta sino una
miento: primero, como su producto y objeto, como sola afimación, Ja de los "insensatos" que dicen que
una idea límite, sin un sujeto imaginable; segundo, no hay acto, que no hay fuerza. Dice que "Jos hom·
por anticipación, en la definición de la muerte, a la bres pueden seguir Ja senda". Sólo arriesga una lini·
cual se puede comparar con un sueño profundo, ca afirmación, decisiva: ºHay, monjes, un no nacido
casi tan impenetrable como ella; existe, finalmente, que ni llega a ser, ni es creado ni formado." Si este
en lo que enseña la doctrina en cuestión, en el suje- ser no existiera, no habría fin; el fin existe, la senda
to de un estado de absorción tan total que se aseme· tiene un fin.
ja a un dormir profundo, sin conciencia y sin me-
moria. Son estas las cimas más altas que puede al- Fieles a la verdad de nuestro encuentro podemos se--
= r el lenguaje del El/o. Hay que honrar su su· guir a Buda hasta ahí, pero si diéramos un paso más,
blirnc fuerza de desdén y reconocer respetuosamente seríamos infieles a la realidad de nuestra vida.
en ella cosas que uno puede a lo sumo experimentar,
pero que uno no puede vivir. Pues la verdad y la realidad que no extraemos de
nosotros mismos sino que nos son dadas e impartí·
Buda, el "perfecto" y el maestro de toda perfección, das de fuera, nos enseñan que si este fin es un fin
no se pronuncia sobre este punto. Se rehúsa a sos- entre muchos fines, no puede ser el nuestro, y que
tener que la unidad existe o no existe, que quien si es el fin, fue fijado por error. Y si es un fin entre
ha pasado por todas las pruebas de la absorción exis- muchos, Ja senda puede conducir a él, pero si es el
ta después de la muerte en la unidad o que no fin único, ella solamente se le acerca.
exista. Este negarse, este "noble silencia", se explica
de das maneras: una, teórica: porque la perfección Buda señala como el fin Ja abolición del dolor, es
alcanzada escapa a las categorías del pensamiento decir, del devenir y de la muerte, la liberación del
y del discurso; la otra, práctica: porque Ja revelación ciclo de los nacimientos. "¡Que no haya más retor-
de Ja existencia de Ja perfección no basta para fun· no!", es la fórmula del hombre que se ha liberado del
dar una verdadera vida de salud., La combinación de deseo de vivir y, con esto, de Ja necesidad de revi·
las dos explicaciones indica una verdad: aquel que vir siempre de nuevo. Ignoramos si hay retorno.
discurre sobre Jo que es un objeto de afirmación No podemos prolongar más allá de esta vida las lf.
lo arrastra al mundo de las distinciones, de las antí- neas de la dimensión temporal en Ja cual vivimos, y
tesis, que es el mundo del Ello y en el cual no hay no buscamos descubrir lo que se nos revelara en su
vida de salud. "Si, oh monje, prevalece Ja opinión de tiempo y según su ley. Mas si no supiéramos que hay
que el alma y el cuerpo son una n1isma esencia, no un retomo no buscaríamos de ningún modo escapar

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Toda la doctrina de la absorción se basa en la gigan-
a él, y en vez de aspirar a la existencia bruta anhela- tesca ilusión del espíritu humano que, replegado so-
ria1nos pronunciar en cada una de estas existencias, hre sf mismo, se imagina existir en el inte1;or del
según su 1nodo y en su lenguaje, el Yo eterno de Jo hombre. En verdad, el espiritu existe en el hombre
efímero y el Tií eterno de lo imperecedero. como punto de partida, entre el hombre y lo que no
No sabemos si Buda realmente conduce al fin con- es el hombre. Cuando el espíritu replegado sobre sí
sistente en liberamos de la necesidad del retomo. renuncia al sentido de la relación que le es propio,
Ciertamente conduce a un fin preliminar que nos está obligado a incluir en el hombre lo que no es el
interesa, a Ja unificación del alma. Pero, para condu- hombre, a integrar a su alma universo y Dios. Esta
cimos a él, no solamente nos tiene apartados del "ma- es la ilusión del espíritu acerca del alma.
torral de las opiniones" (como es necesario), sino
también nos aparta de "la ilusión de las formas", "Yo anunc:o, amigo, dice Buda, que este alto cuerpo
que, lejos de ser para nosotros una ilusión, es el de asceta, dotado de sensibilidad, contiene el mundo
mundo auténtico, a pesar de las paradojas subjetivas y el nacimiento del mundo y la abolición del mun-
de la intuición, las cuales para nosotros justamente do y la senda que conduce a la abolición del mundo."
son parte de él. La senda de Buda, también ella, im·
porta entonces el desprecio asf cuando nos babia, Esto es \'crdad, pero, en última instancia, no es más
por ejemplo, de nuestro adquirir conciencia de los \'erdad. Seguramente el mundo "habita" en sí en
fenómenos internos de nuestro cuerpo, se trata de cuanto imagen, del mismo modo que yo habito
una conciencia que es casi lo contrario de un segu- en él en cuanto cosa. Pero por esto no está él en mí,
ro conocimiento de nuestro cuerpo. Y no conduce como yo no estoy realmente en él. El mundo y yo
al ser unificado hasta el momento de pronunciar el estamos mutuamente incluidos el uno en el otro.
Tií supremo que se le revela. Su decisión parece des- Esta contradicción mental inherente a la situación
cansar en la extinción de la facultad misma de de- del Ello se resuelve en la situación del Td, que no
cir Td. me libera del mundo sino para atarme a él en cone-
xión de solidaridad. Llevo en mf el sentido del Yo,
Buda conoce el Tri que uno dirige a los hombres que no puede incluirse en el mundo. El mundo lle-
-lo prueba su trato con sus discípulos, a quienes, va en sí el sentido del ser, que no podrá estar in-
aunque harto distante de ellos, les habJa muy direc- cluido en la imagen. Mas este sentido del ser no
tamente-, pero no lo enseña. Pues Ja simple con· es un "querer" pensable, es simplemente la posición
frontación del ser es extraña a ese amor que "inclu- del mundo como mundo, lo mismo que el sentido del
ye indistintamente en su seno todo el Devenir". Cier· Yo no es un sujeto capaz de conocimiento, sino la
tamente, conoce ta111bién, en las silenciosas profun- posición total del Yo como Yo. Es imposible aquí
didades de su ser, el Tú que uno dirige a la primera una "reducción" ulterior; quien no respeta las últi·
causa, n1ás allá de todos los "dioses", a los que trata mas unidades irreductibles anula su sentido aprc-
como si fueran sus discípulos. Este acto suyo surge hensible, pero no comprensible. El comienzo y la
de un fenómeno de relación vuelto sustancial; este extinción del mundo no están en mf; pero tampoco
acto también es a su manera una respuesta al Tú, están fuera de mf. No son, se producen sin cesar y
mas guardo silencio sobre esta respuesta. Pero sus su llegada está vinculada a mf y depende de mí, de
discípulos entre las naciones, Jos que componen "el mi vida, de mi decisión, de mi servicio. No dependen
gran vehículo", lo han contradicho magníficamente. de que yo "afirme" o de que yo "niegue" el mundo
Lo que ellos han invocado bajo el nombre de Buda en mi alma; pero sf dependen de que yo transforme
es el Tú eterno del hombre; esperan al Buda futuro, en vida mi actitud psíquica hacia el mundo, en una
al último, el que llevará el amor a la perfección.
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vida que intervenga en el mundo, en una vida rea), La situación "religiosa" del ho1nbre, su lzallarse ante
y en Ja vida real las actitudes psíquicas pueden rami· la presencia, está caracterizada por su anlinon1ia
ficarsc por caminos muy diversos. Pero aquel que esencial e insoluble. La naturaleza de su ser deter-
se contenta con "vivir interiormente" su actitud, mina que su antinomia sea insoluble. Quien adnllte
que no la realiza sino en su alma, podrá ser tan la tesis excluyendo la antítesis altera el sentido de
rico en pensamientos como se quiera, pero será ex· la situación. Tratar de representarse una síntesis es
traño al mundo, y todos los juegos, las artes, las destruir el sentido de la situación. Tratar de hacer de
embriagueces, los entusiasmos y los misterios que la antinomia algo relativo es abolir el significado de
se desarrollan en él no tocarán ni siquiera la epider- la situación. Querer resolver el conflicto de la anti·
mis del mundo. Por cuanto un hombre que no se nomia con otra cosa que con la vida es pecar contra
ha liberado sino hacia dentro de sí, no puede traer- el sentido de la situación. El sentido de la situación
le al mundo dicha miseria; le es indiferente al mun- es que ella debe ser vivida con la totalidad de su
do. Sólo aquel que cree en el mundo puede tener antinomia, y que ella no puede sino ser vivida, viví·
verdaderamente algo que ver con el mundo: y sí se da muchas veces de manera siempre nueva e impre-
arriesga a ello, no permanereJ=á prLyado de Dios. Si visible, inimaginable e imprescriptible por antici-'
amamos al mundalffi:ñ1t: que no puede dejarse abolir, pado.
Sl {o amamos re e__con todo SU
Jnos abrazarlo con los brazos de Una comparación entre la antinomia religiosa y la
nuestras manos encontn.u:án__.otra antinomia filosófica aclarará las cosas. Kant bien pue-
'lrecharán. de hacer de la antinomia filosófica entre la nece-
sidad y la libertad algo relativo, atribuyendo la pri-
Ignoro lo que sería un "mundo" o una "vida en el mera al mundo fenoménico y la segunda al mundo
mundo" que separara al hombre de Dios. Lo que se noumenal, de manera que los dos postulados dejen
describe como tal, en verdad, es vida con un mundo de oponerse de frente y sellen un compromiso del
del Ello que se nos ha vuelto extraño, al que nos con- mismo modo como se concilian los dos mundos en
tentamos con conocerlo empíricamente y con utili- los cuales son valederos. Pero si yo considero la ne-
zarlo, Quien verdaderamente se dirige al encuentro cesidad y la libertad, no en mundos pensados, sino
del mundo, va también al encuentro de Dios. Es me- en la realidad de mi presencia ante Dios, si sé que
nester, a la vez, recogerse y salir de sí, lo uno y lo estoy "liberado" y que al mismo tiempo "todo de-
otro en toda verdad, pues lo uno y lo otro compo- pende de mí", entonces ya no puedo tratar de esca-
nen juntos la Unidad. par a la paradoja que es mi vida misma. Entonces
es inútil recurrir a algún artificio teológico para re-
Dios abarca el universo, pero no es el universo. Igual· conciliar los conceptos. Yo estoy constreñido a vivir-
mente, Dios abarca mi yo, pero no es mi yo. A causa los simultáneamente, y cuando se los vive, son uno.
de estaverdad inefable, puedo decir Tú en mi len-
guaje, como cada uno lo puede decir en el suyo. A
causa de esta verdad inefable, hay el Yo y el Tú, hay
diálogo, hay lenguaje, hay el espíritu y el lenguaje Los ojos de un animal tienen la capacidad de hablar
(el acto prlstino del esplritu) y el verbo de la eter- un gran lenguaje. Por si solos, sin necesidad de la
nidad. ayuda de sonidos y de gestos, más elocuentes cuan-
do absorben íntegramente en su mirada, los ojos ex-
presan el misterio en su prisión natural, la 'ansiedad
del llegar a ser. Sólo el animal conoce esta candi-

84 85
ción d~l misterio; sólo él nos lo puede ab1ir, pues es
un estado que puede abrirse, no descubrirse plena- habla surgido de las profundidades el mundo del
mente. El lenguaje que expresa este misterio es idén· Td, para extinguirse y recaer en el mundo del Ello.
lico al misterio que en él se expresa: la ansiedad, el
movimiento de la creatura entre el reino de la segu- Relato este incidente, que he experimentado varias
ridad vegetal y el reino de la aventura espiritual. Ese veces, a causa del lenguaje de esta casi impercepti-
lenguaje es el primer balbuceo de la naturaleza al ble alborada y ocaso del espíritu. En ningún otro len-
primer toque del espíritu, antes de que ella se entre· guaje he conocido tan profundamente cuán efímera
guc a Ja aventura cósmica del espíritu que llamamos es la na tu raleza de la actualidad en todas sus relacio-
hombre. Pero ningún discurso dirá jamás lo que este nes con el ser, la melancolía sublime de nuestro des·
balbuceo sabe y puede proclamar. tino, el retomo fatal de cada Tú aislado al Ello.
Pues los otros sucesos tenían, entre el amanecer y
la noche, su jornada, por breve que fuese; pero aquí,
Miro a veces el fondo de los ojos de un gato. El ani- el alba y la noche se fundían cruelmente el uno en
mal domesticado no tiene solamente de nosotros (co- la otra; el Tú luminoso, apenas percibido, se desva-
mo lo imaginamos a veces) el don de la mirada ver- necía. ¿El peso del mundo del Ello habla sido efec-
daderamente "parlante"; ha adquirido al precio de tivamente apartado del animal y de mf mismo por
su ingenuidad elemental Ja facultad de dirigirnos es· el espacio de una mirada? Yo, por mi parte, podía
ta mirada, a nosotros que no somos ya animales. por lo menos continuar pensando en lo ocunido,
Pero con esta facultad su mirada ha adquirido, en mas el animal habla recafdo del balbuceo de su mi-
su aurora y desde su comienzo, yo no sé qué aire rada en la inquietud sin lenguaje y casi sin recuerdo.
dt! asombro y de interrogación que falta al animal
salvaje a pesar de toda su ansiedad real. Es incues-
tionable que la mirada de ese gato iluminada al con· ¡Qué potente es la continuidad del Ello y qué frágiles
tacto de la mia, me pregunta primeramente: ..¿E~ son las apariciones del Tú!
posible que pienses en mí? ¿Lo que quieres de mí es
verdaderamente otra cosa que entretenerte? ¿Es ver- ¡Cuántas cosas no pueden nunca horadar la costra
aad que te interesas en mí? ¿Es que existo para ti? de la realidad material! Oh débil trozo de mica que
¿Es que existo? ¿Qué es lo que viene de ti a mf~ me has ensetíado por primera vez que el Y o no es
¿Qué es eso que flota en tomo de mí? ¿Qué es lo que algo 11en mi". Sin embargo, es en mí solamente
me llega? ¿Qué es eso?" Yo es aquf la perffrasis de donde yo he estado ligado a tf, es en mí >0!0, no
una palabra que no tenemos y que yo designaría un entre tú y yo donde el suceso ha ocurrido entonces.
Si sin ego; y "eso" representa el flujo de la radiante Pero cuando un alma viviente se destaca de las co-
mirada humana en la total realidad de su capacidad sas y tomá una existencia para mí y se acerca a mí
de entrar en relación. La mirada del animal, lengun· por la presencia y por el lenguaje, ¡cuán breve es
je de inquietud, se ha abierto muy grande, y a su vez inevitablemente el momento en que ese Ser es en-
se extingue. Mi mirada insistió aún, pero no era ya teramente un Tú para mil No es la relación la que
Ja radiante mirada humana. necesariamente se torna débil, sino la actualidad de
su inmediatez. El amor mismo no puede persistir en
I:I eje del mundo habla girado. A la rotación del mun- la inmediatez de la relación; el amor dura, pero en
do que habla introducido el suceso relacional siguió la alternancia de actualidad y de latencia. Cada uno
casi inmediatamente otra rotación que le puso fin. de Jos Tú que están en el mundo se hallan constre-
Hace un instante el mundo del Ello nos envolvía al flidos por su naturaleza misma a tornarse en una co-
animal y a mí; luego, por espacio de una mirada sa para nosotros o por lo menos a recaer continua-
mente en su naturaleza de cosa.
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Una sola relación, la que abarca toda cosa, permane- raleza, el Tú eterno es enforanionte tú; es sólo nues-
ce actual aun cuando está latente. Un sólo Td tiene tra lndole la que nos obliga a entrar en el mundo
la propiedad de no cesar jamás de ser Tú para no- del Ello y a emplear el lenguaje del El/o.
sotros. Sin duda, quien conoce a Dios también cono-
ce el alejamiento de Dios y la angustia de la esteri·
lidad del corazón atormentado; pero no conoce la
ausencia de Dios: sólo somos nosotros los que no El mundo del Ello está engastado en el contexto del
siempre estamos ahí. espacio y del tiempo.
Es exacto y es justo que el amante de la Vita Nuova El mundo del Ttlno está engastado ni en el contexto
diga lo más a menudo Ella y a veces solamente Voi. del espacio ni en ~del tiempo.
El visionario del Paradiso, cuando dice Colui, usa
un término impropio, por necesidad poética, y lo sa.
be. Que se invoque a Dios como un El o como un
Tiene su coherencia en ~l ~ donde las lineas
prolongadas de las relaciones se encuentra en el Ttí
Ello, es siempre una alegarla. Pero, cuando le deci· eterno.
mos Tú, entonces es que el espíritu mortal llama con
su verdadero nombre lo que es Ja verdad inquebran· En el gran privilegio de la relación pura están abo-
taaa del mundo. lidos los privilegios del mundo del Ello. El ininte-
rrumpido mundo del Tú existe por virtud de este
privilegio: los momentos aislados de Ja relación se
agrupan para formar una vi...a de solidaridad uni·
Toda relación real en el mundo es exclusiva. Lo que versal. Por virtud de este privilegio tiene el mundo
no es ella penetra en ella y se venga de haber sido del Td fuerza formativa; et• espíritu es capaz de
de ella excluido. Solamente en la relación con Dios penetrar y de transformar el mundo del Ello. Por
la exclusividad absoluta y la absoluta inexclusividad este privilegio escapamos a la heterogeneidad del
coinciden en una unidad que envuelve el todo. mundo, a la pérdida del Yo y al dominio de los fan-
tasmas. La reversión es el reconocimiento del Centro
Toda relación real en el mundo descansa sobre la y el acto de dirigirse hacia él. En este acto del ser
individuación; esta individuación hace su delicia, pues resurge la sepultada fuerza de relación del hombre,
sólo ella permite que se reconozcan los que son en· la onda que conduce todas las esferas de la relación
tre si diferentes. Ella es también su limite, pues im- se hincha en torrentes vitales para dar vida nueva a
pide a esos seres conocer a fondo y ser totalmente nuestro mundo.
conocidos. Pero en la relación perfecta, mi Tú en·
cierra mi Si aunque no sea mi Si mismo; mi cone>- Quizá no solamente a nuestro mundo. Pues podemos
cimiento limitado se expande en el sentimiento que percibir que la forma metacósmica primitiva inhe·
tengo de ser perfectamente conocido. rente al mundo, como totalidad en su relación con
Jo que es el mundo, forma cuya naturaleza dual está
Toda relación real en el mundo es vuelta a vuelta representada entre los hombres por la doble natura-
actual y latente. El Tú aislado está siempre cons- leza de sus actitudes, de las palabras primordiales
treñido a entrar en el estado de crisálida del Ello del lenguaje y de los aspectos del mundo, se mani·
para volver a tomar atas. Pero en la relación pura, fiesta en un movimiento doble: el uno que se aparta
el ser latente es sólo el ser actual que retoma alien· de la Fuente primera, en virtud del cual el universo
to, y el Ttí permanece en ella presente. Por su natu· se sostiene en el proceso del devenir y el otro, de

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en consecuencia, su sentido; todas se han vuelto utili-
retorno a esa Fuente primera y en virtud del cual zables y opacas, y permanecen opacas aunque las
el universo se abandona en el ser. Estas dos partes iluminemos con Jos nombres de Cosmos, Eros y J..o.
del movimiento se despliegan, cargadas de destino, gos. En efecto, sólo hay Cosmos para el hombre si
en el tiempo, pero están incluidas por gracia en la el universo se torna su morada, con un sagrado ho-
creación intemporal que, de manera inconcebible, es gar en el que ofrezca sacrificio; sólo hay Eros para
a la \'eZ liberación y preservación, abandono y liga· el hombre si los seres se le vuelven imágenes del
miento. La conciencia que tenemos de esta dualidad Eterno, con las que se revela la comunidad; y sólo
calla ante Ja paradoja del misterio inicial. hay para él Logos si se dirige al misterio por medio
del trabajo y de los senricios para el espíritu.

La demanda silenciosa de la idea, Ja palabra amoro-


El mundo de relación se construye en tres esferas. sa del hombre, el mutismo revelador de la creatura,
son otras tantas puertas que dan acceso a la pre-
La primera es nuestra vida con la naturaleza; en ella sencia del Verbo.
Ja relación llega hasta el umbral del lenguaje.
Pero cuando debe tener lugar el encuentro pleno
En la segunda esfera, la de nuestra vida con los hom· y perfecto, estas tres puertas se reúnen en un so1o
bres, la relación adquiere la forma del lenguaje. portal que es el de la vida real, y no podrías decir
por cuál de las tres has entrado.
La tercera esfera es nuestra vida con las formas in-
teligibles; la relación se produce en ella sin lengua·
je, pero engendra un l~nguaje.
De entre las tres esferas se destaca una, la de nues-
En cada una ele estas esferas, a través de todo pnr tra convivencia con los hombres. Aquí el lenguaje se
ceso de llegar a ser, cuya presencia sentimos, tende- completa, prolongándose en el discurso de su répli-
mos la mirada a la franja del Td eterno; en cada ca. Solamente aquí la palabra explicitada en el len-
una advertimos un soplo desde el Tú eterno; en suaje recibe su respuesta. Solamente aqul la palabra
cada Ttí. nos dirigimos al Tú eterno. · fundamenta] regresa y avanza en la misma forma,
la palabra de la invocación y la palabra de la res-
Todas estas esferas están incluidas en el Tú eterno, puesta se formulan y viven en un mismo lengua.je;
pero él no está incluido en ninguna. el Yo y el Tú están aquí, no solamente en relación,
sino en leal intercambio. Aquí, y aquí solamente, los
A través de todas las esferas, irradia una presencia momentos de la relación están ligados entre ellos por
única. Mas nosotros podemos, sin embargo, apartar el elemento mismo del lenguaje en el cual ellos están
del presente a cada esfera. inmersos. Aquí lo que nos confronta se expande en la
plena realidad del Tú. Por consiguiente, aquí, y aqul
De la vida con la naturaleza podemos extraer el solamente. nos sentimos realmente contempladores y
mundo "físico'', el de la existencia material. De la contemplados, conocedores y conocidos, amantes y
vida con los hombres podemos extraer el mundo amados.
"psíquico", el mundo de Ja sensibilidad. De la vida
con las esencias espirituales podemos extraer el mun- Tal es el gran portal a cuyo vano conducen y en don-
do "noético", el mundo de los valores. Pero enton- de están incluidas las dos puertas laterales.
ces, todas las esferas pierden su transparencia y,
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"Cuando un hombre está con su mujer, el deseo de estamos hechos para esta soledad. Pero si la soledad
las colinas eternas los envuelve con su soplo". es la fonaleza del aislamiento en la que un hombre
t.:onduce un diálogo consigo mismo, no para poner-
La relación con el ser humano es el verdadero sím· se a prueba y aprender a dominarse en vista de lo
bolo de la relación con Dios, en la cual la invocación que vendrá, sino para gozar allf de la panicular com-
recibe la verdadera respuesta. Con esa reserva: que plexión de su alma, entonces tenemos el verdadero
en la respuesta de Dios, todo el universo se ma- desliz del espíritu en la espiritualidad. El hombre
nifiesta como lenguaje. puede avanzar hasta el último abismo en el que el
hombre en su autoengaño imagina tener a Dios en
-¿Pero la soledad no es, también ella, una puerta? sí y conversar con Dios mismo. Pero, en verdad, si
¿En el silencio del aislamiento absoluto no se revela bien Dios nos envuelve y permanece en nosotros,
a veces una visión inesperada? ¿El trato consigo mis- no lo poseemos jamás en nosotros, y no podemos 1

mo no puede tornarse misteriosamente en trato con hablar con 1!1 sino cuando en nosotros muere el
el misterio? Más aun, el hombre que ya no está habla.
sometido a ningún ser ¿no es, acaso, el tínico que
sea digno de colocarse en presencia del Ser? "Ven,
solitario, hacia aquel que está solo", exclama Simón,
el nuevo teólogo, a su Dios. Un filósofo moderno da como cierto que todo hon1-
bre cree necesariamente, sea en Dios, sea en "ídolos",
-Hay dos clases de soledad, según la realidad de la es decir, en algún bien definido: su nación, su arte,
que la soledad nos aparta. Si la soledad significa que el poder, el conocimiento, la acumulación de dinero,
uno ha renunciado a experimentar y a utilizar las ..el siempre renovado sometimiento de la mujer" que
cosas, ella siempre es necesaria, no sólo para la re- se ha vuelto para él un valor absoluto colocado en-
lación suprema, sino también para todo acto de re- tre él y Dios; basta solamente con demostrarle la
lación, cualquiera que sea. Pero si la soledad signi· naturaleza condicionada de este bien para "romper"
fica la ausencia de toda relación, entonces aquel que el ídolo; y el acto religioso desviado retorna por si
ha sido abandonado por los seres a los que dinSía mismo al objeto adecuado. Esta concepción supone
el Tú verdadero será exaltado por Dios, mas no lo que la relación del hombre con los bienes finitos
será aquel que abandonó, él mismo, las cosas. Uno que él "idolatra" sea de la misma naturaleza que Ja
se allega a ciertos seres sólo en la medida en que relación con Dios y no difiera de ella sino por el ob-
está ávido de sacar de ellos panido, sólo puede estar jeto: en este caso, la simple sustitución del objeto
ligado a ellos en la relación. Y sólo aquel que está auténtico al objeto erróneo podría siempre salvar
así ligado es el tínico pronto para el encuentro de al hombre descarriado. Pero la relación del hombre
Dios. Pues sólo él afronta la realidad divina con una con la "cosa especial" que ha usurpado el trono del
realidad humana. valor supremo de su vida y ha suplantado a la eter-
nidad está siempre orientada hacia la experiencia y
Además, hay dos clases de soledad, según el objeto la utilización de un Ello, hacia una cosa o un objeto
que ellas se proponen. Si la soledad es el lugar de de gozo. Pues esa relación sólo es capaz de obstruir
la purificación, necesaria atín para el hombre que la perspectiva sobre Dios; es el mundo opaco del
\•ive en la relación, antes de penetrar en el más san- Ello; en cambio, la relación que encierra a la expre-
to de Jos santuarios, o bien en medio de sus albures, sión Tú abre siempre de nuevo esta pespectiva. El
entre el inevitable desfallecimiento y el ascenso hacia hombre que está dominado se halla posefdo por la
Ja experiencia de lo verdadero, entonces, ciertam~nte, necesidad de poseer, no tiene para ir a Dios otro ca-

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mino que Ja reversión, camino que es no sólo un cam-
bio de finalidad, sino un cambio en la naturaleza del Se suele decir que "religioso" es el hombre que no
movimiento. Se salva al poseído despertándolo y tiene necesidad de estar en relación alguna con el
educándolo para Ja solidaridad de Ja relación, no mundo y con los seres vivientes, porque el estado
dirigiéndolo hacia Dios en su estado de obsesión. de la vida social, que se define desde fuera, se halla
Cuando un hombre persiste en este estado, ¿qué sig- en él superado gracias a una fuen.a que sólo actúa
nifica que en vez de invocar el nombre de un demo- desde dentro. Mas en esta noción de vida "social"
nio o de un ser demonfacamente tergiversado para se combinan dos cosas enteramente diferentes: la
él, invoque el nombre de Dios? Esto significa que a comunidad, fundada sobre la relación, y la masa de
partir de ahí blasfema. Es una blasfemia cuando un unidades que no conocen la relación, es decir, que
hombre, después que el ídolo ha estallado detrás del padecen de esa carencia de relaciones que caracteri~
altar, pretenda ofrecer a Dios un sacrificio impío za al hombre moderno. Pero el luminoso edificio de
sobre el altar profanado. Ja comunidad, al que hay un acceso aun desde la
mazmorra de la "vida social", es obra de la misma
Cuando un hombre ama a una mujer cuya vida fuerza que actúa en la relación entre el hombre y
le está constantemente presente, es capaz de mirar Dios. Esto no significa que sea una relación entre
en el Tú de los ojos de ella un rayo del Tú eterno. otras, pues es la relación universal en Ja que desem-
Pero, en cambio, al hombre que sólo desea airada- bocan todas las corrientes sin agotar sus aguas. ¿C~
mente una "posesión siempre renovada", ¿le ofre- mo hacer aquí distinciones y trazar límites entre el
ceréis a su deseo insaciable un fantasma del Eterno? mar y sus afluentes? Sólo encontramos aquf un úni-
El hombre que se consagra al servicio de su pueblo, co torrente que va del Yo a un Tú más y más infini-
que se siente quemar por la llama inmensa del des- to, el torrente sin límites de la vida real. No es posi-
tino nacional, cuando se entrega a ese pueblo, en ble distribuirle vida entre una relación real con Dios
verdad lo hace pensando en Dios. Pero aquel que y una relación irreal del Yo y el Ello con el mundo;
hace de su nación un ídolo a cuyo servicio quiere no se puede a la vez orar verdaderamente a Dios y
someter todo (porque en la nación exalta su imagen sacar provecho del mundo. Aquel para quien es el
propia), ¿creéis que basta que le manifestéis vuestro mundo esencialmente aquello de lo cual extrae un
disgusto para que perciba la verdad? Y con mayor provecho, encara también a Dios de la misma mane-
razón, ¿qué significa que un hombre trate al dinero ra. Su plegaria será una manera de exonerarse en
-el no-ser en sí- como si fuera Dios? ¿Qué hay una audiencia con la descarga de la voz en el vacío.
de común entre la voluptuosidad de apoderarse de un Ese hombre -no el "ateo que del fondo de la no-
tesoro y guardarlo celosamente y la alegria que da la che hace ascender por su estrecha ventana el lJama·
presencia del Dios presente? ¿Puede el servidor de do de su nostalgia e invoca al innominado"- se
Man1mon decirle Tú a su dinero? ¿Y cómo se condu· presenta como un ser individual, aislado, separado
eirá respecto de Dios si no sabe pronunciar el Tú? ante Dios, porque ha sobrepasado el estadio del hom-
No puede servir a dos amos, ni tampoco a uno des· bre "moral", envuelto aU.n en el deber y la obliga-
pués del otro: es menester que primero aprenda a ción hacia el mundo. El hombre moral, se dice, aún
servir de otra manera. lleva la carga de la responsabilidad por los aclos
de los hombres que actúan porque está eternamenle
El hombre que habéis crefdo convertir por medio de determinado por el estado de tensión que existe entre
una simple sustitución posee ahora un fantasma al lo que es y lo que "debe ser" y, en su valerosa
que llama Dios. Pero Dios, la presencia eterna, no abnegación, grotesca e inútil, arroja trozo a trozo su
se deja "poseer". ¡Oh desdichado, el hombre poseído corazón en el abismo que los separa. Pero, por otra
que cree poseer a Dios! parte, el hombre "religioso" ha emergido de esa ten-

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¿Cuál es el eterno, prístino fenómeno, presente aquí
sión entre el mundo y Dios; aquí rige Ja de Ja exclu· y ahora y al que llamamos revelación? Es el fenó-
sión de toda inquietud, Ja que viene del sentimiento meno por el cual el hombre no sale del momento del
de Ja responsabilidad y Ja que viene de lo que se debe encuentro supremo tal como habla entrado en él. El
exigir de uno mismo; no hay ya voluntad propia: instante del encuentro no es una "experiencia" que
basta con ajustarse a lo que está ordenado; . todo se despierta en el alma en estado de receptividád y
"deber" se resuelve en el ser incondicionado, y el que crezca con peñecta felicidad; más bien en ese
mundo, aunque subsiste, ya no cuenta. Pues allí el momento algo ocurre al hombre. Unas veces es co-
hombre "religioso" ha de realizar sus deberes par. mo un resplandor; otras veces es como una sacudi-
ticulares, pero sin carácter de obligación, convenci- da brusca. pero siempre es un hecho. El hombre que
do de la nulidad de toda acción. Mas esto implica sale del acto de la relación que de este modo lo
suponer que Dios ha creado su mundo como una envuelve, tiene ahora en su ser un mds, un acrecenta-
ilusión y al hombre como un ser para el vértigo. Sin miento del cual antes nada sabía y cuyo origen no
duda, quien se presenta ante el Rostro ha sobrepa- sabría designar correctamente. Cualquiera que sea
sado el deber y la obligación. pero no porque se hu· el lugar asignado a esta "novedad" por la interpre-
hiera alejado del mundo, sino porque se ha acercado tación científica del mundo, en su esfuerzo legítimo
a él más ceñidamente. Sólo hay deber y obligación por establecer una causalidad, no nos basta aquf con
para con el extraño; para con el amigo fntimo sólo que se hable de la acción de lo subconsciente ni de
se tiene afección y ternura. Aquel que se acerca al ningún otro mecanismo anímico. Realmente hemos
Rostro disfruta de la plena presencia del mundo. recibido algo que no poseíamos antes, y lo hemos
alumbrado por la eternidad y puede decir, en una recibido de modo tal que sabemos que ello nos fue
respuesta singular. Tú al Ser de todos Jos seres. Ya dado. En lenguaje bíblico: .. Aquellos que esperan al
no hay distancia entre el mundo y Dios; sólo hay la Eterno renovarán su fuerza", o, como lo dijo Nietzs-
realidad única. Ese hombre no se ha liberado de to- che, fiel a la realidad hasta en el detalle de su des-
da responsabilidad; ha cambiado el tonnento de lo cripción: "Tomamos sin preguntar quién es el que
finito, la persecución de consecuencias, por el im- da."
pulso de lo infinito; ha contraído la fuerte responsa·
bilidad del amor por el curso universal e indiscerni- El hombre recibe, y Jo que recibe no es un "contc·
ble del proceso del mundo, de la profunda pertenen- nido", sino una Presencia, una Presencia que es una
cia al mundo ante el rostro de Dios. Seguramente, fuerza. Esta Presencia y esta fuerza implican tres rea-
ha abolido para siempre los juicios morales; el "mal- lidades inseparables. pero que tenemos derecho a
vado" es para él el hombre por el cual siente mayor encarar separadamente. En primer lugar. una ple-
responsabilidad porque necesita, más que otro, ser _na, real y entera reciprocidad; el sentimiento de ser
amado. Pero ~¡ se trata de su propio obrar, tomará acogido, de entrar en una relación: el hombre no pue-
sus decisiones, tranquilamente, desde las profundi- de decir en lo más mínimo cómo el vinculo de la re-
dades de la espontaneidad, hasta en Ja muerte; es- lación se ha producido, sin que este vínculo facilite
tará pronto para tomar siempre con corazón sereno en nada su vida; este vínculo hace pesada la vida, la
la decisión de cumplir el solo acto legítimo. Enton· torna más cargada de sentido. Segundo. está la inex-
ces, la acción no es vana; es voluntaria, es sentida presable confirmación del sentido. Este sentido se
como una misión, es útil, forma parte de la creación; halla asegurado. Nada. nada en el mundo puede ya
pero ya no es una acción que se imponga al mundo; ser. Y si se planteara, ya no habría de ser resuelto.
nace de él orgánicamente como si fuera una no-acción. No sabrías cómo mostrar y definir el sentido de la
vida; no tienes de él ni fórmula ni imagen. Y sin
embargo es para ti más cierto que tus percepcio-

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nes sensoriales. Este sentido, a Ja \·cz revelado y ocu1· y lo que debéis hacer." Sólo podemos marchar y
to, ¿qué quiere, qué reclama de nosotros? No quiere confirmar su verdad. Y esto también es no "imperati-
que Jo interpretemos (y no somos capaces de intcr· vo", pero lo podemos, lo debetnos.
pretarlo), pues sólo quiere que lo actualicemos. Ter-
cero, este sentido no es el sentido de "otra vida", es He ahí la revelación eterna, presente aquí y ahora.
el sentido de esta vida, de nuestra vida; no es el No conozco ninguna revelación ni creencia en nin~
sentido de un "más allá", es el sentido de este mun· guna revelación cuyo fenómeno prístino no sea éste
do de aquí. del nuestro, y en esta vida, en relación precisamente. No creo en una autodesignación, en
con este mundo, él quiere su confirmación. Este sen- una autorrevelación de Dios ante los hombres. La
tido puede ser recibido, pero no puede ser emplrica- palabra de la revelación es: Yo soy el que soy. Lo que
mente conocido; no puede ser empíricamente cono- revela es lo que se revela. El ser es, nada más. La
cido, pero puede ser efectuado, y es esto_ Jo que re- eterna fuente de la fuerza brota, el contacto eterno
clama de nosotros. No es en mí donde yo debo lle- persiste, la voz eterna sueña. . . y nada más.
var la garantía de él, pero por mi quiere ponerse
de manifiesto en el mundo. Pero así como el senti-
do mismo no se deja transmitir y enunciar en fónnu·
la general y aceptable para todos, así, la práctica de Por su naturaleza misn1a el Td eterno no puede vol-
él no puede transmitirse como un imperativo válido; verse Ello; porque por su naturaleza no puede de-
no está prescripto ni especificado en alguna tabla jarse reducir a una medida ni a un límite, ni aun a
de la ley que uno pudiese erigir por encima de la la medida de lo inconmensurable y al limite de lo
cabeza de todos los hombres. El sentido que fue re- ilimitado: porque por su naturaleza no puede ser
cibido puede probar su verdad por cada hombre concebido como una suma de cualidades ni aun como
solamente en la singularidad de su ser y en la singu- una infinita suma de cualidades elevadas a un nivel
laridad de su vida. Así como ninguna prescripción trascendental; porque no se puede encontrarlo ni en
puede conducirnos al encuentro, así no hay quien nos el mundo ni fuera del mundo; porque no puede ser
haga salir de él. Así como para tener acceso al en- empíricamente conocido, ni puede ser pensado; por·
cuentro basta con aceptar la Presencia, así, igual- que pecamos contra ltl, que es, cuando decimos: Yo
mente, basta la aceptación en un sentido nuevo pa- creo que SI es; "'SI" es también una metáfora; "Tú"
ra salir de él. Así como uno entra en el encuentn1 no es una metáfora.
con un simple Tú en los labios, así con el Tú en los
labios lo abandonamos y retomamos al mundo. Y, sin embargo, en conformidad con nuestra natu-
raleza, sin cesar convertimos el Tú eterno en Ello.
Aquello en presencia de lo cual vivimos, fuera de Jo en alguna cosa; hacemos de Dios un objeto. No,
cual vivimos, y en lo cual vivimos, el misterio mis- ciertamente, por capricho. La historia de Dios como
mo, ha permanecido tal como era. Se nos ha hecho una cosa, el pasaje de Dios como cosa a través de la
presente y se nos ha revelado, en su presencia. como religión y a través de los productos que la tocan,
la salvación; lo hemos "conocido", pero no tenemos a través de sus resplandores y de sus tinieblas, sea
de él ningún conocimiento que haga menor o mode- que ellas enaltezcan la vida, o que la nieguen, el ale-
re lo que tiene de misterioso. Nos hemos acercado jamiento del Dios viviente y el retorno a ~l. el pasa·
a Dios, pero no nos hemos acercado al develamiento je de la presencia al establecimiento de la forma, de
<..el ser o a la solución de su enigma. Nos hemos sen- objetos y de ideas, a la disolución, a la renovación,
tido liberados, pero no hemos descubierto una "salu· todo esto es un camino, es el camino.
ción". Lo que hemos recibido no podemos aportarlo a
los otros diciéndoles: "He aquf lo que debéis saber

98 99
¿De dónde proceden el conocimiento expresado y la en el encuentro, no puede, sin embargo, ir hacia Dios
práctica ordenada de las religiones? Todas las religio- y encontrarlo sino en tanto que persona. Anhela el
nes necesariamente invocan alguna suerte <le revela· despliegue en el espacio, la representación por me·
ción de la palabra hablada, o de la naturaleza o del dio de la cual la comunidad de los fieles se une a su
alma: sólo hay religiones reveladas. ¿Cómo se tornan Dios. Dios se torna así en el objeto de su culto. Tam-
la Presencia y la fuerza que el hombre recibe en la bién el culto realiza en el comienzo los actos de re-
revelación, en un "contenido"? La explicación tiene dos lación insertando en un contexto espacial de gran
aspectos. Comprendemos el aspecto psíquico exterior formato la plegaria viviente, el decir inmediato del
cuando consideramos al hombre en sí, aislado de la Tú, y vinculándolo a la vida de los sentidos. El culto
historia. Conocemos el aspecto interior real, el fenó- también reemplaza poco a poco la relación, cuando
meno prístino de la religión, cuando reponemos al la plegaria personal, en lugar de ser llevada por la
hombre en la historia. Los dos aspectos son insepa- plegaria común, es reemplazada por ella, y cuando
rables. el acto del ser, que no admite reglas, es reemplazado
por ejercicios devocionales reglados .•
El hombre aspira a poseer a Dios: desea una continui-
dad en el espacio y en el tiempo de la posesión de Pero, en verdad, la relación pura sólo puede llegar a
Dios. No se contenta con la inexpresable confirmación la estabilidad en el tiempo y en el espacio si se en-
del sentido; quiere ver esta confirmación del sentido: cama en la sustancia entera de la vida. No puede ser
quiere ver esta confirmación como una cosa extendi- preservada, sino sólo cabe que se pruebe su verdad,
da que uno pudiese siempre retomar y tratar como ·que sea hecha, ordenadamente, en la vida. El hombre
una continuidad temporal y espacial que dé a su \•ida no uede apreciar la relación con Dios, que le ha si-
una seguridad en cada punto y en cada instante. La c C·
sed de continuidad del hombre no se satisface con el dida en ue cada día realiza a Dios en el mundo. s a
ritmo vital de la relación pura. con la alternancia del es la un1ca garan 1a au enuca e a con 1nu1 a en el
ser actual y un ser potencial en el cual sólo decrece espacio. La garantía auténtica de la curación consis-
nuestra capacidad de entrar en relación, esto es, Ja te en que la relación pura pueda cumplirse transfor-
Presencia realizada, pero no la Presencia prístina. mando Jos seres en Tú, en que se haga oir en todos.
Anhela la extensión en el~ipo, la curación. Dios ellos la sagrada palabra primordial. El tiempo de la
se torna así un objeto d fe. Primeramente, la fe, vida florece entonces en una plenitud de realidad y
instalada en el tiempo, com a Íos actos dé lá iélá- la vida humana, aunque no debe ni puede liberarse de
c16n; peto iUego g1adua\1ncnte IOS teentplaza. 'fu ve>. la relación del Ello, está de tal manera impregnada
<lel conttnuamcnié iéiiotado 1110Viffi1enlo que va del de relación que la relación adquiere ella misma una
repliegue sobre sf a la relación, se establece una esta· constancia de vertiente luminosa. Los momentos del
bilidad en un Ello en el cual uno cree. El "sin em- encuentro supremo no son ya como relámpagos en
bargo creo" del luchador que conoce la lejanía y la la oscuridad, sino como Ja luna que se levanta en
proximidad a Dios se transforma más y más comple- una clara noche de estrellas. E igualmente la autén-
tamente en la seguridad de quien usufructúa, persua- tica garantía de la constancia en el espacio consiste
dido de que nada puede ocunirle, porque cree que en que las relaciones de los hombres con su Tú ver-
hay Uno que no permi lirá que nada le ocurra. dadero, los rayos que emergen de todos los puntos.
del Yo forman un círculo. En primer término se da,
no la periferia, la comunidad, sino los radios, la co-
Además, la sed de continuidad del hombre hállase in· mún cualidad de la relación con el centro. Sólo esto
satisfecha por la estructura vital ante el Tú, la ley garantiza la cx~stencia auténtica de la comunidad.
según la cual el hombre, si puede englobar el mundo

100 101
Solamente cuando surgen las dos ·-la vinculación Pues los dos primarios movimientos metacósmico . ;
temporal en una vida relacional de salvación y la vin- del mundo -la expansión en su ser propio y la rever·
culación espacial en la comunidad hecha una por su sión a la solidaridad- encuentran su fonnq humana
Centro- y solamente mientras existen, surge y existe más elevada, la verdadera, forma espiritual de .su con-
en torno al altar invisible un cosmos humano, con flicto y de su ajuste, de su unión y de su sepa.ración,
límites y forma, tomando por el espíritu de la sus- en la historia de la relación humana con Dios.
tancia universal del Eon, un mundo que es casa y
hogar, una morada para el hombre en el universo. En la reversión nace el Verbo sobre la tierra'. Ja e:.'<·
pansión lo encierra en una nueva reversió:i.
El encuentro del hombre con Dios no se produce para
que se ocupe de Dios, sino para que confirme que hay No es arbitrario lo que reina aquí, aunque a veces
un sentido divino en el mundo. Toda revelación es el movimiento hacia el Ello vaya tan lejos que amena-
requerimiento y misión. Pero el hombre, vuelta a vuel- za ahogar o suprimir al movimiento de retorno al Tú.
ta, en vez de llevar a cabo, en lugar de la realización,
una reflexión relativa a Aquel que se revela, quiere Las revelaciones poderosas que las religiones invocan
tratar con Dios y no con el mundo. Pero he ahi que son semejantes en su fondo a la revelación muda que
en tal reflexión ya no se enfrenta con un Tú, y sólo se opera en todo Jugar y en todo tiempo. las revela·
puede establecer un Ello-Dios en el reino de las cosas ciones poderosas que están en el origen de las gran·
y creer que conoce a Dios como se conoce un Ello y <les comunidades y en los recodos de las edades de la
hablar de ~I como de un Ello. Asi como el hombre humanidad no son sino la revelación eterna. Pero la
á\'ido de su "yo", en vez de experimentar directamente revelación no se vierte sobre el mundo a través de
una percepción o un sentimiento, reflexiona sobre su quien la recibe como por un embudo; ella le llega y
Yo que percibe o que vive el sentimiento, y por este capta todo su ser elemental en toda su naluralc.za
hecho deja de captar la verdad del fenómeno, asi el particular y se amalgama con él. El hombre qu~ e•
hombre ávido de Dios (que por lo demás puede acor' la "boca" de la revelación, lo es en verdad, no a la
dar interiormente muy bien con el otro), en vez de manera de un tubo parlante o de algún otro instru·
dejar actuar en él el don, reflexiona sobre Aquel que 1ncnto, sino a la manera de un órgano que vihra se-
lo da, y deja de captar al uno y al otro. gún sus propias leyes; y vibrar es canibiar de tono.
Pero hay una diferencia entre las varias edades de la
Dios permanece presente cuando se te encomienda historia. Hay un tiempo de maduración. cuando el
una misión; Dios precede en el camino a aquel que elemento verdadero del espíritu humano oprimido.
cumple una misión; cuanto más fiel es su cumpli- soterrado. madura escondidamente hasta tal tensión
miento, tanto más fuerte y más constante es la cerca- que no espera más que un solo contacto de Aquel cu·
nía de J:.1. Seguramente no puede tener trato directo ~·o contacto trae la germinación. La revelación que
con Dios, pero puede conversar con l!l. La reflexión, aparece entonces abarca en la totalidad de su cons-
en cambio, hace de Dios un objeto. Esta actitud, que titución al conjunto de Ja sustancia elemental en es·
parece dirigida hacia la fuente primera, forma, en pera, la funde y produce en ella una reforma que es
verdad, parte del movimiento universal de aparta· una forma nueva de Dios en el mundo.
nliento de ella, como la actitud de aparente aparta·
miento de quien cumple su misión forma en realidad Es as( como a lo largo del camino de la historia, a
parte del movimiento universal hacia la fuente pri· 1ra\'ésde las metamorfosis de la sustancia humana
mera. elemental, han sido elevadas sin cesar a la forma, lla·
1nadas a la forma divina, nuevas provincias del mun-

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do y del espíritu. Sin cesar nuevos ámbitos se tor- l"C de El un objeto. El uno es una íalsa liberación.
nan en regiones de una teofanía. No es la potencia el otro es una falsa seguridad: uno y otro apartan
propia del hombre la que actúa aquí ni es tampoco del camino de la realidad; uno y otro son intentos de
solamente el pasaje de Dios, sino que es Ja me7.c1a sustiluirse a la realidad.
de lo humano y de lo divino. Aquel que en la revc·
lación perciba que se le confía una misión, lleva en Dios está cerca de Sus formas en cuanto el hombre
sus ojoS" una imagen de Dios, y por más que ello ex- no se ln.s sustrae. Pero cuando el movimiento ex:pan·
ceda de los sentidos, la lleva en el ojo de su espíritu. sivo de la religión suprime el movimiento de rever·
en esa fuerza visual de su espíritu, que no es meta- sión y aparta de Dios la forma, la faz de la forma e•
fórico, sino plenamente real. El espíritu, por su lado, borrada, sus labios están muertos, sus manos cucl·
responde con una mirada, una mirada que es forma- gan, Dios ya no la conoce y la morada universal edi·
tiva. Aunque nosotros, seres terrenales, nunca miru· ficada en tomo de su altar, el cosmos espiritualmente
mos a Dios sin el mundo, sino que sólo miramos al entendido, cae en ruinas. Y ocurre que el hombre,
mundo en Dios, por el hecho de que miramos, crea- ante su verdad destruida, no ve más lo que ha ocu·
mos eternamente la forma de Dios. rrido.
La forma es una mezcla del Tú y el Ello. En la creen-
cia y en el culto puede la forma cristali7.ar en un Lo que ha ocurrido es la desintegración del Verbo.
objeto; pero en virtud de la esencial cualidad de la El Verbo tiene su esencia en la revelación, su a<:ción
relación que vive en ella tiende continuamente a tor· en la vida de la forma. su circulación en el dominio
narsc presente. Dios está cerca de Sus formas en tan· de la forma que ha muerto.
to que el hombre no se las sustrae. En la verdadern
plegaria, el culto y la creencia se unen y se purifican Así se producen las idas y venidas del eterno y ch:r·
para entrar en una relación viviente. El hecho de que namcnte presente Verbo en la historia.
la verdadera plegaria permanezca viviente en las
religiones, es prueba de su verdadera vida. En tanto
que la plegaria vive en ellas, ellas viven. La degenera· Los tiempos en los cuales aparece e) Verbo vivicntl'
ción de la religión significa la degeneración de la son aquellos en los que se renueva la solidaridad
plegaria. Su capacidad de entrar en relación está de la conexión entre Yo y el mundo; los tiempos en
más y más cubierta por la creciente objetividad; se los que reina el Verbo efectivo son aquellos en que
le hace cada vez más y más dificil pronunciar el TIÍ se mantiene el acuerdo entre el Yo y el mundo; los
con el ser total indiviso y. finalmente, para poder tiempos en que el Verbo se torna corriente son aque-
pronunciarlo, el hombre ha de salir de su falsa se- llos en que el mundo y el Yo pierden su realidad y Sl"
guridad y arriesgar la aventura de lo infinito, ha de vuelven extraños el uno al otro, en que se completa
salir de la comunidad reunida bajo la cúpula del la fatalidad... hasta que llega el gran estremeci-
Templo y no bajo el cielo, y entrar en la soledad su· miento, la suspensión del aliento en la oscuridad, y el
~ilcncio de la preparación.
prema. Es desconocer profundamente este impulso
atribuirlo a "subjetivismo". La vida en la presencia
de Dios es vida en la única realidad, la única vcrcla· Pero este derrotero no es circular. Es el camino. En
dcramente "objetiva": y el hombre que emprende cada nuevo Eon la fatalidad se torna más opresora.
esta vida qiuere escapar a la objetividad aparente la reversión más asoladora. Y la teofanía se torna ca-
e ilusoria y refugiarse en la que es verdaderamenlc da \'ez nid.s cercana, se aproxima siempre más a la
objetiva antes que su verdad la haya destruido. El esfera que está colocada entre los seres; se acerca
subjetivismo vacía a Dios de alma: el objetivismo ha. ~11 reino que se esconde en medio de nosotros, en

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el intervalo 1nismo 4uc nos separa a unos de otros. fndire
La historia es una misteriosa aproximación. Cada es-
piral de su ruta nos conduce al mismo tiempo hacia
una perdición más profunda y hacia una conversión
más total. Pero el acontecimiento que, visto del lado
del mundo, es una reversión, visto del lado de Dios
se llama salvación.

Primera parte
l..as palabras principios 7

S.:gunda parte
El 11rundo del 1101nbrl! 35

T r.!r(;era parte
El Tri eterno 67

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