Está en la página 1de 7

4/8/2019 Liturgia Papal - El papa Francisco explica la liturgia bautismal

Celebraciones litúrgicas
papales

EL PAPA FRANCISCO EXPLICA LA LITURGIA


BAUTISMAL
CATEGORÍA: EL PAPA EXPLICA LITURGIA (/INDEX.PHP/CELEBRACIONES-LITURGICAS/EL-PAPA-EXPLICA-LA-
LITURGIA.HTML)

 Creado: 16 Mayo 2018

    

Ver el Ritual del Bautismo de niños (/index.php/recursos-lit%C3%BArgicos/libros-lit%C3%BArgicos/613-ritual-del-bautismo-de-


ni%C3%B1os.html)

Ver el Ritual de la iniciación cristiana de adultos (/attachments/article/563/Ritual%20Iniciacion%20Cristiana.pdf)

https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 1/9
4/8/2019 Liturgia Papal - El papa Francisco explica la liturgia bautismal
El papa Francisco explica los ritos del Bautismo

1.Introducción (Audiencia del 11 de abril de 2018)


Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que
proviene de Cristo mismo. Somos, de hecho, cristianos en la medida en la que dejamos vivir a Jesús en nosotros. ¿De dónde partir entonces
para reavivar esta conciencia si no desde el principio, desde el sacramento que encendió en nosotros la vida cristiana? Eso es el bautismo. La
Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos alcanza a través del bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de
Jesucristo, es Él el Señor de su existencia. El bautismo es «el fundamento de toda la vida cristiana» (Catequismo de la Iglesia Católica, 1213).
Y el primero de los sacramentos, en cuanto a que es la puerta que permite a Cristo Señor establecerse en nuestra persona y a nosotros
sumergirnos en su Misterio.

El verbo griego «bautizar» significa «sumergir» (cf. CCC, 1214). El baño con el agua es un rito común a varias creencias para expresar el
paso de una condición a otra, señal de purificación para un nuevo inicio. Pero a nosotros cristianos no se nos debe escapar que si es el
cuerpo lo que se sumerge en el agua, es el alma lo que se sumerge en Cristo para recibir el perdón del pecado y resplandecer de luz divina
(cf. Tertuliano, De resurrectione mortuorum VIII, 3: CCL 2, 931; PL 2, 806). En virtud del Espíritu Santo, el bautismo nos sumerge en la muerte
y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios y haciendo nacer al
hombre nuevo, recreado en Jesús. En Él, todos los hijos de Adán están llamados a una vida nueva. El bautismo, es decir, es un renacimiento.
Estoy seguro, segurísimo de que todos nosotros recordamos la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero me pregunto yo, un poco
dubitativo, y os pregunto a vosotros: ¿cada uno de vosotros recuerda cuál fue la fecha de su bautismo? Alguno dicen que sí, está bien. Pero
es un sí un poco débil porque tal vez muchos no recuerdan esto—. Pero si nosotros festejamos el día del nacimiento, ¿cómo no festejar —al
menos recordar— el día del renacimiento? Os daré una tarea para casa, una tarea hoy para hacer en casa. Aquellos de vosotros que no os
acordéis de la fecha del bautismo, que pregunten a la madre, a los tíos, a los sobrinos, preguntad: «¿Tú sabes cuál es la fecha de mi
bautismo?» y no la olvidéis nunca. Y ese día agradeced al Señor, porque es precisamente el día en el que Jesús entró en mí, el Espíritu Santo
entró en mí. ¿Habéis entendido bien la tarea para casa? Todos debemos saber la fecha de nuestro bautismo. Es otro cumpleaños: el
cumpleaños del renacimiento. No os olvidéis de hacer esto, por favor.

Recordemos las últimas palabras del Resucitado a los apóstoles, son un mandato preciso: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28, 19). A través de la pila bautismal, quien cree en Cristo se
sumerge en la vida misma de la Trinidad.

No es, de hecho, un agua cualquiera la del bautismo, sino el agua en la que se ha invocado el Espíritu que «da la vida» (Credo). Pensemos
en lo que Jesús dijo a Nicodemo para explicarle el nacimiento en la vida divina: «El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es Espíritu» (Juan 3, 5-6). Por eso, el bautismo se llama también
«regeneración»: creemos que Dios nos ha salvado «según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu
Santo» (Tito 3, 5).

El bautismo es por eso un signo eficaz de renacimiento, para caminar en novedad de vida. Lo recuerda san Pablo a los cristianos de Roma:
«¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el
bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva» (Romanos 6, 3-4).

Sumergiéndonos en Cristo, el bautismo nos convierte también en miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia y partícipes de su misión en el
mundo (cf. CCC, 1213). Nosotros bautizados no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo. La vitalidad que brota de la fuente
bautismal está ilustrada por estas palabras de Jesús: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da

https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 2/9
4/8/2019
mucho fruto» (cf. Juan 15, 5). Una misma vida, la Liturgia Papal Santo,
del Espíritu - El papacorre
Francisco explicaa lalos
de Cristo liturgia bautismaluniéndolos en un solo Cuerpo (cf. 1
bautizados,
Corintios 12, 13), ungido con la santa unción y alimentado en el banquete eucarístico.

El bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según la propia condición,
en la transformación del mundo. Recibido una sola vez, el lavado bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hasta la
Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo. El sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente
cuando es un adulto quien pide el bautismo. Pero también los niños, desde la antigüedad son bautizados en la fe de los padres (cf. Rito del
Bautismo de los niños. Introducción, 2). Y sobre esto yo quisiera deciros una cosa. Algunos piensan: ¿Pero por qué bautizar a un niño que no
entiende? Esperemos a que crezca, que entienda y sea él mismo quien pida el bautismo. Pero esto significa no tener confianza en el Espíritu
Santo, porque cuando nosotros bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo hace crecer en ese niño, desde
niño, virtudes cristianas que después florecen. Siempre se debe dar esta oportunidad a todos, a todos los niños, de tener dentro el Espíritu
Santo que les guíe durante la vida. ¡No os olvidéis de bautizar a los niños! Nadie merece el bautismo, que es siempre un don para todos,
adultos y recién nacidos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, este don emana y da fruto en un terreno alimentado por la fe. Las
promesas bautismales que cada año renovamos en la Vigilia Pascual deben ser reiniciadas cada día para que el bautismo «cristifique»: no
debemos tener miedo de esta palabra; el bautismo nos «cristifica», quien ha recibido el bautismo y va «cristificado». Se asemeja a Cristo, se
transforma en Cristo y lo convierte verdaderamente en otro Cristo.

2. El rito de acogida (Audiencia del 18 de abril de 2018)


Continuamos, en este Tiempo de Pascua, las catequesis sobre el bautismo. El significado del bautismo destaca claramente de su celebración,
por eso dirigimos a ella nuestra atención. Considerando los gestos y las palabras de la liturgia podemos acoger la gracia y el compromiso de
este sacramento, que está siempre por redescubrir.

Hacemos memoria en la aspersión con el agua bendita que se puede hacer el domingo al inicio de la misa, como también en la renovación de
las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual. De hecho, lo que sucede en la celebración del bautismo suscita una dinámica espiritual
que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el inicio de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Por lo tanto, regresar a la
fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro bautismo y a renovar el compromiso de
corresponder en las condiciones en las que hoy nos encontramos. Renovar el compromiso, comprender mejor este don que es el bautismo y
recordar el día de nuestro bautismo, qué día fui bautizado. Yo sé que algunos de vosotros los saben, otro, no; los que no lo saben, que
pregunten a los parientes, a aquellas personas, a los padrinos, a las madrinas... que pregunten: «¿Cuál es la fecha de mi bautizo?». Porque el
bautismo es un renacimiento y es como si fuera el segundo cumpleaños. ¿Entendido? Hacer esta tarea en casa, preguntar: «¿Cuál es la
fecha de mi bautizo?»

En primer lugar, en el rito de acogida se pregunta el nombre del candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona. Cuando nos
presentamos decimos inmediatamente nuestro nombre: «Yo me llamo así», para salir del anonimato, el anónimo es aquel que no tiene
nombre. Para salir del anonimato inmediatamente decimos nuestro nombre. Sin nombre se permanece como desconocidos, sin derechos ni
deberes. Dios llama a cada uno por el nombre, amándonos individualmente, en la concreción de nuestra historia. El bautismo enciende la
vocación personal de vivir como cristianos, que se desarrollará durante toda la vida. E implica una respuesta personal y no prestada con un
«copia y pega». La vida cristiana, de hecho, está entretejida por una serie de llamadas y de respuestas: Dios continúa pronunciando nuestro
nombre en el transcurso de los años, haciendo resonar de mil maneras su llamado a ser conformes a su Hijo Jesús. ¡Es importante, por lo
tanto, el nombre! ¡Es muy importante!

Los padres piensan en el nombre que dar al hijo ya desde antes del nacimiento: también esto forma parte de la espera de un hijo que, en el
nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios. Ciertamente, ser cristianos es un don que nace de lo
alto (Juan 3, 3-8). La fe de no se puede comprar, pero sí pedir y recibir como regalo. «Señor, regálame el don de la fe» es una hermosa
oración. «Que yo tenga fe» es una hermosa oración. Pedirla como regalo, pero no se puede comprar, se pide. De hecho, «el bautismo es el
sacramento de esa fe con la que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo». (Ritual del
bautismo de niños, Introd. gen., n. 3). A suscitar y despertar la fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y
la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del bautismo.

Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por los
padres, con los padrinos. El diálogo con ellos permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el bautismo y a la Iglesia la intención
de celebrarlo. «Expresión de todo esto es la señal de la cruz, que el celebrante y los padres trazan sobre la frente de los niños» (Ritual del
bautismo de niños, Introd., n. 16). «La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a
pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz. (Catecismo de la Iglesia católica, 1235). En la
ceremonia hacemos sobre los niños la señal de la cruz. Pero quisiera volver sobre un tema del que os he hablado. ¿Nuestros niños sabe
https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 3/9
4/8/2019
hacer Liturgia
el signo de la cruz bien? Muchas veces he visto Papal -que
a niños El papa
paraFrancisco
hacer laexplica
señal ladeliturgia bautismal
la cruz hacen así…, no saben hacerlo, vosotros,
padres, madres, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñarles a hacer bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se ha
hecho en el bautismo. ¿Habéis entendido bien? Enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Si lo aprenden desde niños lo harán bien
después, de mayores. La cruz es el distintivo que manifiesta quién somos: nuestro hablar, pensar, mirar, obrar, está bajo el signo de la cruz, es
decir, bajo la señal del amor de Jesús hasta el fin. Los niños son marcados en la frente. Los catecúmenos adultos son marcados también en
los sentidos, con estas palabras: «Recibid la señal de la cruz en los oídos para escuchar la voz del Señor»; «en los ojos para ver la claridad
de Dios»; «en la boca, para responder a la palabra de Dios»; «en el pecho, para que Cristo habite por la fe en vuestros corazones»; «en la
espalda, para llevar el suave yugo de Cristo» ( Rito de la iniciación cristiana de los adultos, n. 85). Cristiano se es en la medida en la que la
cruz se imprime en nosotros como una marca «pascual» (cf. Apocalipsis 14, 2; 22, 4), haciendo visible, también exteriormente, el modo
cristiano de afrontar la vida.

Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de las comidas, ante un peligro, en defensa contra el mal, la noche antes de dormir,
significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quien queremos ser. Por eso, es muy importante enseñar a los
niños a hacer bien la señal de la cruz. Y, como hacemos entrando en la iglesia, podemos hacerlo también en casa, conservando un pequeño
vaso un poco de agua bendita —algunas familias lo hacen: así, cada vez que entramos o salimos, haciendo el signo de la cruz con el agua
recordamos que estamos bautizados. No os olvidéis, repito: enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz.

3. Liturgia de la Palabra (Audiencia del 25 de abril de 2018)


Continuamos nuestra reflexión sobre el bautismo, siempre a la luz de la Palabra de Dios. Es el Evangelio que ilumina a los candidatos y
suscita la adhesión de fe: «el Bautismo es de un modo particular “el sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de fe»
(Catecismo de la Iglesia católica, 1236). Y la fe es la entrega de sí mismos al Señor Jesús, reconocido como «fuente de agua […] para vida
eterna» (Juan 4, 14), «luz del mundo» (Juan 9, 5), «vida y resurrección» (Juan 11, 25), como enseña el itinerario recorrido, todavía hoy, por los
catecúmenos ya cercanos a recibir la iniciación cristiana. Educados por la escucha de Jesús, de su enseñanza y de sus obras, los
catecúmenos reviven la experiencia de la mujer samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento que abre los ojos a la luz, de
Lázaro que sale del sepulcro.

El Evangelio lleva en sí la fuerza de transformar a quien lo acoge con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al
Señor con alegría y novedad de vida. A la fuente bautismal no se va nunca solo, sino acompañados de la oración de toda la Iglesia, como
recuerdan las letanías de los santos que preceden la oración de exorcismo y la unción prebautismal con el óleo de los catecúmenos. Son
gestos que, desde la antigüedad, aseguran a quienes se preparan a renacer como hijos de Dios que la oración de la Iglesia les asiste en la
lucha contra el mal, les acompaña en el camino del bien, les ayuda a escapar del poder del pecado para pasar en el reino de la gracia divina.
La oración de la Iglesia. La Iglesia reza y reza por todos, ¡por todos nosotros! Nosotros Iglesia, rezamos por los demás. Es algo bonito rezar
por los demás. Cuántas veces no necesitamos nada urgente y no rezamos. Nosotros debemos rezar, unidos a la Iglesia, por los demás:
«Señor, yo te pido por esas personas que tienen necesidad, porque aquellos que no tienen fe...». No os olvidéis: la oración de la Iglesia
siempre está en marcha. Pero nosotros debemos entrar en esta oración y rezar por todo el pueblo de Dios y por esos que necesitan de las
oraciones. Por eso, el camino de los catecúmenos adultos está marcado por repetidos exorcismos pronunciados por el sacerdote (cf. ccc,
1237), o sea, por oraciones que invocan la liberación de todo lo que separa de Cristo e impide la íntima unión con Él. También para los niños
se pide a Dios liberarles del pecado original y consagrarlos como casa del Espíritu Santo (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Los niños.
Rezar por los niños, por la salud espiritual y corporal. Es una forma de proteger a los niños con la oración. Como prueban los Evangelios,
Jesús mismo combatió y expulsó los demonios para manifestar la llegada del reino de Dios (cf. Mateo 12, 28): su victoria sobre el poder del
maligno deja libre espacio a la señoría de Dios que alegra y reconcilia con la vida.

El bautismo no es una fórmula mágica sino un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe «a luchar contra el espíritu del mal»,
creyendo que «Dios ha mandado en el mundo a su Hijo para destruir el poder de satanás y transferir al hombre de las tinieblas en su reino de
luz infinita» (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 56). Sabemos por experiencia que la vida cristiana está siempre sujeta a la tentación, sobre
todo a la tentación de separarse de Dios, de su querer, de la comunión con Él, para recaer en los lazos de las seducciones mundanas. Y el
bautismo nos prepara, nos da fuerza para esta lucha cotidiana, también la lucha contra el diablo que —como dice san Pedro— como un león
trata de devorarnos, de destruirnos.

Además de la oración, está después la unción en el pecho con el óleo de los catecúmenos, los cuales «reciben la fuerza para que puedan
renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida» (Bendición de los óleos, premisas, n.3). Por la
propiedad del óleo de penetrar en los tejidos del cuerpo dando beneficio, los antiguos luchadores solían rociarse de óleo para tonificar los
músculos y para huir más fácilmente de ser tomado por el adversario. A la luz de este simbolismo, los cristianos de los primeros siglos han
adoptado el uso de ungir el cuerpo de los candidatos al bautismo con óleo bendecido por el obispo, para representar, mediante este «signo de
salvación», que el poder de Cristo Salvador fortifica para luchar contra el mal y vencerlo (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 105).
https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 4/9
4/8/2019
Es cansado combatir contra el mal, escapar de sus Liturgia
engaños, Papal - El papa
retomar Francisco
fuerzas explica
después delauna
liturgia bautismal
lucha agotadora, pero debemos saber que toda
la vida cristiana es una lucha. Pero debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el
bautismo, no sucumban a las insidias del maligno sino que le venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortificados por el Señor
Resucitado, que ha derrotado al príncipe de este mundo (cf. Juan 12, 31), también nosotros podemos repetir con la fe de san Pablo: «Todo lo
puedo en Aquel que me conforta» (Filipenses 4, 13). Todos nosotros podemos vencer, vencer todo, pero con la fuerza que me viene de Jesús.

4. Liturgia bautismal (Audiencia del 2 de mayo de 2018)


Prosiguiendo con la reflexión sobre el bautismo, hoy quisiera detenerme en los ritos centrales, que se desarrollan en la pila bautismal.
Consideramos en primer lugar el agua, sobre la cual se invoca el poder del Espíritu para que tenga la fuerza de regenerar y renovar (cf. Juan
3, 5 y Tito 3, 5). El agua es matriz de vida y de bienestar, mientras que su falta provoca la extinción de toda fecundidad, como sucede en el
desierto; pero el agua puede ser también causa de muerte, cuando sumerge entre sus olas o en grandes cantidades arrasa con todo;
finalmente, el agua tiene la capacidad de lavar, limpiar y purificar.

A partir de este simbolismo natural, universalmente reconocido, la Biblia describe las intervenciones y las promesas de Dios a través del signo
del agua. Aún así, el poder de perdonar los pecados no está en el agua en sí, como explicaba san Ambrosio a los nuevos bautizados: «Has
visto el agua, pero no toda el agua resana: resana el agua que tiene la gracia de Cristo […] La acción es del agua, la eficacia es del Espíritu
Santo» (De sacramentis 1, 15). Por eso la Iglesia invoca la acción del Espíritu sobre el agua «para que aquellos que en ella reciban el
bautismo, sean sepultados con Cristo en la muerte y con Él resuciten a la vida inmortal» (Rito del Bautismo de los niños, n. 60). La oración de
bendición dice que Dios ha preparado el agua «para ser signo del bautismo» y recuerda las principales prefiguraciones bíblicas: sobre las
aguas de los orígenes se libraba el Espíritu para hacerlas semilla de vida (cf. Génesis 1, 1-2); el agua del diluvio marcó el final del pecado y el
inicio de la vida nueva (cf. Génesis 7, 6-8, 22); a través del agua del Mar Rojo fueron liberados de la esclavitud de Egipto los hijos de Abraham
(cf. Éxodo 14, 15-31). En relación con Jesús, se recuerda el bautismo en el Jordán (cf. Mateo 3, 1 3-17), la sangre y el agua derramados de su
costado (cf. Juan 19, 31-37), y el mandato a los discípulos de bautizar a todos los pueblos en el nombre de la Trinidad (cf. Mateo 28, 19).
Fortalecidos por tal recuerdo, se pide a Dios infundir en el agua de la pila la gracia de Cristo muerto y resucitado (cf. Rito del bautismo de los
niños, n. 60). Y así, esta agua viene transformada en agua que lleva en sí la fuerza del Espíritu Santo. Y con esta agua con la fuerza del
Espíritu Santo, bautizamos a la gente, bautizamos a los adultos, a los niños, a todos.

Santificada el agua de la pila, es necesario disponer el corazón para acceder al bautismo. Esto sucede con la renuncia a Satanás y la
profesión de fe, dos actos estrechamente conectados entre ellos. En la medida en la que digo «no» a las sugestiones del diablo —aquel que
divide— soy capaz de decir «sí» a Dios que me llama a adaptarme a Él en los pensamientos y en las obras. El diablo divide; Dios une siempre
la comunidad, la gente en un solo pueblo. No es posible adherirse a Cristo poniendo condiciones. Es necesario despegarse de ciertas uniones
para poder abrazar realmente otros; o estás bien con Dios o estás bien con el diablo. Por esto la renuncia y el acto de fe van juntos. Es
necesario cortar los puentes, dejándoles a la espalda, para emprender el nuevo Camino que es Cristo.

La respuesta a las preguntas —«¿Renunciáis a Satanás, a todas sus obras, y a todas sus seducciones?»— está formulada en primera
persona del singular: «Renuncio». Y de la misma forma es profesada la fe de la Iglesia, diciendo: «Creo». Yo renuncio y yo creo: esta es la
base del bautismo. Es una elección responsable, que exige ser traducida en gestos concretos de confianza en Dios. El acto de fe supone un
compromiso que el mismo bautismo ayudará a mantener con perseverancia en las diferentes situaciones y pruebas de la vida. Recordamos la
antigua sabiduría de Israel: «Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba» (Eclesiástico 2, 1), es decir, prepárate a la
lucha. Y la presencia del Espíritu Santo nos da la fuerza para luchar bien.

Queridos hermanos y hermanas, cuando mojamos la mano en el agua bendecida —entrando en una iglesia tocamos el agua bendecida— y
hacemos la señal de la cruz, pensemos con alegría y gratitud en el bautismo que hemos recibido —esta agua bendecida nos recuerda el
bautismo— y renovamos nuestro «Amén» —«Estoy contento»—, para vivir inmersos en el amor de la Santísima Trinidad.

4.1 Bautismo (Audiencia del 9 de mayo de 2018)


La catequesis sobre el sacramento del bautismo nos lleva a hablar hoy del lavacro santo acompañado por la invocación de la Santísima
Trinidad, o sea al rito central que propiamente «bautiza» —es decir sumerge— en el Misterio pascual de Cristo (cf.Catecismo de la Iglesia
Católica, 1239). El sentido de este signo lo recuerda san Pablo a los cristianos de Roma, preguntando antes: «¿O es que ignoráis que cuantos
fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados por su muerte?» y después respondiendo: «Fuimos, pues, con él sepultados por el
bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva» (Romanos 6, 3-4). El bautismo nos abre la puerta a una vida de resurrección, no a una vida mundana. Una
vida según Jesús.

https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 5/9
4/8/2019
¡La Liturgia
pila bautismal es el lugar en el que se hace Pascua conPapal - El papa
Cristo! Francisco el
Es sepultado explica la liturgia
hombre viejo,bautismal
con sus pasiones engañosas (cf. Efesios 4,
22), para que renazca una nueva criatura; realmente las cosas viejas han pasado y han nacido nuevas (cf. 2 Corintios 5, 17). En las
«catequesis» atribuidas a san Cirilo de Jerusalén se explica a los neobautizados lo que les ha sucedido en el agua del bautismo. Es bonita
esta explicación de san Cirilo: «En el mismo momento habéis muerto y habéis nacido, y aquella agua llegó a ser para vosotros sepulcro y
madre» (n. 20, Mistagógica 2, 4-6: pg 33, 1079-1082). El renacimiento del nuevo hombre exige que sea reducido a polvo el hombre
corrompido por el pecado. Las imágenes de la tumba y del vientre materno referidas a la pila, son de hecho muy incisivas para expresar
cuanto sucede de grande a través de gestos sencillos del bautismo. Me gusta citar la inscripción que se encuentra en el antiguo baptisterio
romano del Laterano, en el que se lee, en latín, esta expresión atribuida al Papa Sixto III. «La Madre Iglesia da a luz virginalmente mediante el
agua a los hijos que concibe por el aliento de Dios. Los que habéis renacido de esta pila, esperad el reino de los cielos». Es bonito: la Iglesia
que nos hace nacer, la Iglesia que es vientre, es madre nuestra por medio del bautismo. Si nuestros padres nos han generado a la vida
terrena, la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna del bautismo. Nos hemos convertido en hijos en su Hijo Jesús (cf. Romanos 8, 15;
Gálatas 4, 5-7). También sobre cada uno de nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, el Padre celeste hace resonar con infinito amor
su voz que dice: «Tú eres mi hijo amado» (cf. Mateo 3, 17). Esta voz paterna, imperceptible al oído pero bien audible para quien cree, nos
acompaña para toda la vida, sin abandonarnos nunca. Durante toda la vida el Padre nos dice: «Tú eres mi hijo amado, tú eres mi hija amada».

Dios nos ama mucho, como un Padre y no nos deja solos. Esto desde el momento del bautismo. Renacidos hijos de Dios, lo somos para
siempre. El bautismo, de hecho, no se repite, porque imprime un sello espiritual indeleble: «Este sello no es borrado por ningún pecado,
aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación» (cic, 1272). El sello del bautismo no se pierde nunca. «Padre, pero si una
persona se convierte en un bandido, de los más famosos, que mata a gente, que comete injusticias, ¿el sello no se borra?». No. Para su
propia vergüenza el hijo de Dios que es aquel hombre hace estas cosas, pero el sello no se borra. Y continúa siendo hijo de Dios, que va en
contra de Dios pero Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Habéis entendido esto último? Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Lo repetimos todos
juntos? «Dios nunca reniega de sus hijos». Un poco más fuerte, que yo o estoy sordo o no he entendido: [repiten más fuerte] «Dios nunca
reniega de sus hijos». He aquí, así está bien. Incorporados a Cristo por medio del bautismo, los bautizados se conforman, por lo tanto, a Él,
«el primogénito entre muchos hermanos» (Romanos 8, 29). Mediante la acción del Espíritu Santo, el bautismo purifica, santifica, justifica, para
formar en Cristo, de muchos un solo cuerpo (cf. 1 Corintios 6, 11; 12, 13). Lo expresa la unción del crisma, «que es señal del sacerdocio real y
de su agregación a la comunidad del pueblo de Dios» (Rito del bautismo de los niños, Introducción, n. 18, 3). Por ello, el sacerdote unge con
el sagrado crisma la cabeza de cada bautizado, después de haber pronunciado estas palabras que explican el significado: «Dios mismo os
consagra con el crisma de salvación, para que inseridos en Cristo, sacerdote, rey y profeta, seáis siempre miembros de su cuerpo para la vida
eterna» (ibíd., n. 71).

Hermanos y hermanas, la vocación cristiana está toda aquí: vivir unidos a Cristo en la santa Iglesia, partícipes de la misma consagración para
desarrollar la misma misión, en este mundo, llevando frutos que duran para siempre.

Animado por el único Espíritu, de hecho, todo el Pueblo de Dios participa en las funciones de Jesucristo, «Sacerdote, Rey y Profeta» y lleva
las responsabilidades de misión y servicio que se derivan (cf. CIC, 783-786). ¿Qué significa participar del sacerdocio real y profético de
Cristo? Significa hacer de sí una oferta grata a Dios (cf. Romanos 12, 1) ofreciéndole testimonio por medio de una vida de fe y de caridad (cf.
Lumen gentium, 12), poniéndola al servicio de los demás, sobre el ejemplo del Señor Jesús (cf. Mateo 20, 25-28; Juan 13, 13-17). Gracias.

5. Ritos ilustrativos (Audiencia del 16 de mayo de 2018)


Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre el bautismo. Los efectos espirituales de este sacramento, invisibles a los ojos pero operativos en
el corazón de quien se ha convertido en una nueva criatura, se hacen explícitos mediante la entrega del vestido blanco y de la vela encendida.
Después del lavacro de regeneración, capaz de recrear al hombre según Dios en la verdadera santidad (cf. Efesios 4, 24) ha parecido natural,
desde los primeros siglos revestir a los neobautizados con una vestimenta nueva, cándida, similar al esplendor de la vida conseguida en
Cristo y en el Espíritu Santo.

La vestimenta blanca, mientras expresa simbólicamente lo que ha sucedido en el sacramento, anuncia la condición de los transfigurados en la
gloria divina. Lo que significa revestirse de Cristo lo recuerda san Pablo explicando cuáles son las virtudes que los bautizados deben cultivar:
«Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia,
soportándoos unos a otros y perdonándoos, mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó. Y por encima de todo
esto, revestíos del amor que es el vínculo de la perfección» (Colosenses 3, 12-14).

También la entrega ritual de la llama extraída del cirio pascual, recuerda el efecto del bautismo: «Recibe la luz de Cristo», dice el sacerdote.
Estas palabras recuerdan que no somos nosotros la luz sino que la luz es Jesucristo (Juan 1, 9; 12, 46), el cual, resucitado de entre los
muertos, venció a las tinieblas del mal. Nosotros estamos llamados a recibir su esplendor. Como la llama del cirio pascual da luz a cada vela,
así la caridad del Señor Resucitado inflama los corazones de los bautizados, colmándolos de luz y calor. Y por eso, desde los primeros siglos,
https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 6/9
el4/8/2019 Liturgia
bautismo se llamaba también «iluminación» y a quien Papal
era - El papase
bautizado Francisco explica
le llamaba «el lailuminado».
liturgia bautismal
Esta es, de hecho, la vocación cristiana:
«caminar siempre como hijos de la luz, perseverando en la fe» (cf. Rito de iniciación cristiana de los adultos, n. 226; Juan 12, 36). Si se trata
de niños, es tarea de los padres, junto a padrinos y madrinas, hacerse cargo de alimentar la llama de la gracia bautismal en sus pequeños,
ayudándoles a perseverar en la fe (cf. Rito del Bautismo de los niños, n. 73). «La educación cristiana es un derecho de los niños; esta tiende a
guiarles gradualmente a conocer el diseño de Dios en Cristo: así podrán ratificar personalmente la fe en la cual han sido bautizados» (ibíd.,
Introducción, 3).

La presencia viva de Cristo, para custodiar, defender y dilatar en nosotros, es lámpara que ilumina nuestros pasos, luz que orienta nuestras
elecciones, llama que calienta los corazones en el ir al encuentro al Señor, haciéndonos capaces de ayudar a quien hace el camino con
nosotros, hasta la comunión inseparable con Él. Ese día, dice el Apocalipsis, «ya no habrá noche, y ya no necesitaremos la luz de lámpara ni
la luz del sol, porque el Señor Dios nos iluminará. Y reinaremos por los siglos de los siglos» (cf. 22, 5). La celebración del bautismo se
concluye con la oración del Padre Nuestro, propia de la comunidad de los hijos de Dios. De hecho, los niños renacidos en el bautismo
recibirán la plenitud del don del Espíritu en la confirmación y participarán en la eucaristía, aprendiendo qué significa dirigirse a Dios llamándole
«Padre».

Al finalizar estas catequesis sobre el bautismo, repito a cada uno de vosotros la invitación que expresé así en la exhortación apostólica
Gaudete et exsultate: «Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello
opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el
fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Gálatas 5, 22-23)» (n. 15).

El papa explica la liturgia

(/i d h / l b i li i / l (/i d h / l b i li i / l (/i d h / l b i li i / l


El papa Francisco explica la El papa Francisco explica la El papa Francisco explica la
Misa (I): aspectos Misa (II): los ritos iniciales Misa (III): la Liturgia de la
generales (/index.php/celebraciones- Palabra
(/index.php/celebraciones- liturgicas/el-papa-explica-la- (/index.php/celebraciones-
liturgicas/el-papa-explica-la- liturgia/689-el-papa-explica- liturgicas/el-papa-explica-la-
liturgia/691-el-papa-explica- la-misa-ii-los-ritos- liturgia/690-el-papa-
la-misa-i-aspectos- iniciales.html) francisco-explica-la-misa-iii-
generales.html) la-liturgia-de-la-
palabra.html)

(/i d h / l b i li i / l (/i d h / l b i li i / l (/i d h / l b i li i / l


El papa Francisco explica la El papa Francisco explica la El papa Francisco explica la
Misa (IV): la Liturgia Misa (V): el rito de liturgia bautismal
Eucarística conclusión (/index.php/celebraciones-
(/index.php/celebraciones- (/index.php/celebraciones- liturgicas/el-papa-explica-la-
liturgicas/el-papa-explica-la- liturgicas/el-papa-explica-la- liturgia/688-el-papa-explica-
liturgia/692-el-papa-explica- liturgia/693-el-papa- la-liturgia-bautismal.html)
la-misa-iv-la-liturgia- francisco-explica-la-misa-v-
eucarística.html) el-rito-de-conclusión.html)

Redes sociales
https://liturgiapapal.org/index.php/celebraciones-liturgicas/el-papa-explica-la-liturgia/688-el-papa-explica-la-liturgia-bautismal.html 7/9

También podría gustarte