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¿Es o no democrático el referendo sobre la adopción homoparental?

¿Es realmente asertivo o no dejar en manos de unos magistrados el futuro de unos niños? Y ¿De
igual forma es correcto afirmar que deben ser las mayorías las que deban decidir si una pareja
homosexual puede o no adoptar niños?

Hoy en día hablar de democracia parece ser un prototipo o un modelo, que en ocasiones podría
ser inalcanzable, ya que el concepto de democracia quiere dar a entender que todos somos iguales
y gozamos de libertad total ante las leyes y es una forma de gobierno en donde el pueblo manda
sobre un territorio del cual es soberano y a su vez ejerce el poder político. Pero realmente nada es
así, ya que los políticos hacen y deshacen cuantas leyes quieran para salir privilegiados y el
perjudicado cada día más en un país con 50.37 millones de habitantes que es pisoteado por las
minorías elitistas.

Ahora bien, se supone que de la constitución de 1886 a la del 91 se hizo un gran salto de
modernidad, ya que se cambia el juicio de Dios como fuente de toda autoridad emanada a través
de la carta magna a ser el pueblo la fuente de autoridad sin desconocer a Dios y dar un paso
adelante al reconocer la libertad religiosa, la autonomía y libertad de conciencia de los
ciudadanos, de igual forma se le incluyen derechos y temas de mayor importancia como la
elección de un representante ante los demás países.

Los niños y niñas de Colombia merecen la protección del estado, como lo expresa claramente el
artículo 44 del capítulo II: “Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la
salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una
familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la
libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o
moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos.
Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los
tratados internacionales ratificados por Colombia. La familia, la sociedad y el Estado tienen la
obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el
ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su
cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen sobre los
derechos de los demás”, es decir se da un paso a la libertad religiosa, la autonomía y libertad de
conciencia de los ciudadanos, incluyendo derechos y temas con mayor importancia, como lo es la
elección de los representantes del mismo pueblo a causa de que no todos podemos gobernar al
mismo tiempo.

Ahora, sin tanto rodeo, yo creo que no es democrático que a través de un referendo sea el pueblo
el que decida si una pareja del mismo sexo puede tener o no hijos, ya que en ese caso no existe
una relativa “libertad” para poder conformar una familia. Y en el caso del señor Gaviria, tampoco
está bien que sean unos magistrados los que decidan el futuro de unos niños, ya que ellos NO son
quien moralmente para decirle a una pareja homosexual que lo que ellos quieren crear no es una
familia para un niño. Incluso una familia conformada por una pareja homosexual puede enseñarle
mejores valores y enseñarle a respetar la gran diversidad de amores que hay. Ahora bien, todas las
personas no somos iguales ni pensamos de la misma forma ni amamos de igual manera, y yo no
puedo recriminar a una mujer por querer a otra mujer o un hombre a otro hombre, debemos dejar
de lado ese pensamiento de que la familia solo la conforma hombre con mujer, debemos dejar
entrometernos en la felicidad del otro y empezar a ser más abiertos a los diferentes tipos de
familia que pueden llegar a haber.

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