Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
contrario
(versión digital)
11
En la senda del contrario Martín Blasco
tapando con su enorme cuerpo el sol, con su ojo muerto apuntando a la tierra.
Faruk está cansado. Probablemente delira. Aun así, siente que hay una lección
en el fondo de esa confusa imaginería que lo invade. Hay algo que aprender en ese
cielo revuelto de pájaros y peces. Una intuición de la realidad.
El mundo es un gran espejo.
12
Esa bestia, que gruñe desde su interior, que pide alimento para el bienestar de
su cuerpo, que solo piensa en sobrevivir
Esa bestia... ¿es su otro?
18
Piensa que podría comerse un camello entero. Más aún, un camello que dentro
tuviera un cordero.
Que dentro tuviera un pollo.
Que dentro tuviera una perdiz.
Que dentro tuviera un pescado. Que dentro tuviera almendras.
Trata de visualizar el plato que acaba de inventar: camello relleno de cordero
relleno de pollo relleno de perdiz rellena de pescado relleno de almendras.
Una auténtica aberración alimenticia. El hambre se le pasa un poco por la
sorpresa que le causa descubrir hasta dónde puede llevarlo su imaginación.
Por lo general, solo come frutas y verduras.
Mira alrededor, buscando una sombra donde refugiarse del sol, y se da cuenta
de que el lugar en el que se encuentra le resulta familiar.
19
Ya vio ese tramo de camino, ya sintió ese viento en la cara, ya olió esa mezcla
particular de flores silvestres. No muy lejos ve la entrada a una ciudad,
O quizá no. Quizá no conoce ese lugar. A veces el camino hace eso: se disfraza
de viejo conocido para que el caminante crea que sabe algo. Para que crea que tiene
experiencia. Pero es solo una ilusión. El mundo es una eterna novedad.
20
Faruk no recuerda su edad, pero sabe que es viejo. Lleva muchos años
recorriendo el camino. Ha aprendido a escuchar a sus pies. Si se detienen en algún
lugar, por algo será.
En las ciudades a veces lo tratan bien, a veces mal. Para algunos es un sabio,
Para otros, un loco. Para muchos, un tonto. En cierta manera, Faruk está de acuerdo
con todas estas opiniones.
Se acerca un poco. Ve una arbolada. Un conjunto de casas, un camino para
entrar en la ciudad. Posibles pistas para interpretar. Faruk pasa la mano por su
barba blanca. Busca señales que lo guíen. No las encuentra.
A veces, la falta de señales es también una señal.
21
Entra en la ciudad con la vista clavada en el suelo, para no llamar la atención.
Entra en la ciudad con el estómago crujiente, porque en las ciudades hay comida.
Desde los tiempos más remotos, los hombres entran en las ciudades solo por ese
motivo: porque en las ciudades hay comida.
En el centro de la ciudad hay una plaza. Siempre hay una plaza en el centro de
la ciudad. No importa la ciudad, no importa la plaza, no importa el centro. Figuras
que se repiten.
Faruk camina hasta la plaza y cuando llega, con algo de dolor, dobla las rodillas
hasta sentarse en el piso. A lo lejos ve personas, pero no muchas. Lo único que
quiere es comida, pero no va a ponerse a pedir, Odia pedir comida. Lo que puede
hacer es quedarse ahí y esperar. El camino no quiso ofrecerle nada de comer,
aunque él se
23
26
dice que hay personas alrededor, y que van creciendo en número, que se
acercan adonde están los guardias y él.
Los habitantes de la ciudad, piensa.
Hablan entre ellos, comentan el caso.
¿Simpatizarán con Fannk? ¿Simpatizarán con los guardias? ¿Tendrán comida?
28
Finalmente, los guardias toman una decisión.
Hay que llevarlo preso. Es una decisión fácil, es la que siempre toman.
En realidad, desde el principio saben que el único desenlace posible es alzar
los huesos cansados del viejo y llevarlo a prisión. Y si se toman su tiempo para
hacerlo es porque la situación los agarró desprevenidos.
Suele suceder ante lo extraño, lo inesperado —y Faruk es extraño e inesperado
para ellos—, que la primera reacción sea la de quedarse quieto y sentir curiosidad
por la extrañeza, pedirle que no se vaya, que muestre la cara. Que nos rescate de
los brazos protectores pero asfixiantes de la realidad. Por eso se quedan quietos
quienes ven fantasmas y demonios. No corren a esconderse. Resisten y esperan.
Por más.
29
Ya esta, piensa Faruk. Mejor me dejo morir, Al menos no voy a tener más
hambre.
Se sienta a esperar. Pero la muerte no llega tan fácil. Lo único que consigue es
quedarse dormido. Y sabe que no está muerto, porque sueña con comida.
Cuando abre los ojos, el sueño se convierte en pesadilla. Pero ya no es sueño,
es vigilia. Hay alguien más en la cárcel, alguien que antes no estaba; una joven. Es
casi una niña. Y los guardias están encima de ella.
Ese es el momento en que Alia y Faruk se conocen.
37
Y mientras golpea y destruye, una pequeña parte suya puede ver esa furia
como algo extraño y desconocido.
Eso no es él.
Es algo que está en él y ahora se despierta. Esa bestia... ¿es su otro?
40
Alia apenas entiende. ¿De dónde salió ese viejo loco? ¡Estaba en un rincón,
muriéndose de hambre! Los guardias tampoco entienden, pero no pueden hacer
nada para detenerlo; su fuerza es inconmensurable, fuera de toda lógica. Solo
pueden caer al piso, derrotados.
Cuando el viejo termina se queda quieto, de pie en medio de todos esos
hombres tirados. Como si ya no tuviera nada que hacer. Parece estar pensando,
tiene cara de ido. La que reacciona es Alia.
—Rápido —dice—, tenemos que salir.
Dejan la prisión. La noche ayuda a esconder sus pasos. Van al monte. Alia es
la que guía, el viejo apenas la sigue. Cada tanto ella tiene que darse vuelta y tomarlo
de la mano para no dejarlo atrás. Lo lleva hasta la Casa Oculta.
41
Mientras corren entre los árboles, Alia piensa en lo que acaba de ocurrir. Fue
una especie de milagro.
Que ese viejo derrotara solo a todos esos hombres... ¿Cómo lo hizo? Lo mira.
Faruk tiene su habitual cara de nada. El gesto triste, la mirada perdida que suele
hacerlo pasar por idiota. Alia ya no está tan segura de que sea una buena idea
llevarlo hasta la Casa Oculta, el refugio de su padre. Más bien lo que an tes fue el
refugio de su padre y ahora alberga a quienes lo seguían. ¿Y si el viejo en realidad
trabaja para los hombres del rey? ¿No era esa la información que querían sacarle
los guardias con sus golpes? ¿El paradero de la Casa Oculta?
No, ella lo vio luchar. Vio la furia. Vio la rabia.
Entonces lo observa mejor. La barba larga, la ropa sucia. Es uno de esos
hombres en los que ella jamás podría creer. Es un hombre del camino.
43
los iluminados del mundo, los místicos de la religión que sea, no son más que
pequeños estafadores que juegan con la buena fe de la gente. ¿Vas a convertirte en
pájaro ahora mismo ante mis ojos? ¿Puedo elegir en cuál? ¡Que en búho! ¡Que sea
en gorrión! ¡Que sea en águila!
Así le agradece Alia, y mientras habla, sabe que está llamando "cobarde" y
"egoísta" a un hombre que acaba de arriesgar su vida a cambio de nada. Pero no
puede detenerse. Primero debe decir lo que piensa, aunque no quede espacio para
nada más.
Faruk quiere responderle que tiene razón, que jamás se definiría como un
hombre valiente. Que es un cobarde y lo sabe, que si se queda al costado del camino
y abando na el mundo es porque el mundo lo supera. Que en su experiencia, un
hombre del camino es alguien que comprende el poco valor que tiene y por eso se
aparta. ¿Qué sentido tiene ser parte de un mundo que no te deja actuar? Vamos por
la vida como hojas que mueve el viento y con soberbia decimos "yo quise ir para
ahí", "yo elegí este destino", "yo tomé esa decisión". ¡Pero es el viento el que
empuja! La voluntad propia, la mayoría de las veces, es solo justificación. Si la
vida es derrota, mejor asumirlo desde el primer momento. Eso es para él un hombre
del camino.
Todo eso piensa Faruk. Un elaborado discurso que cuando abre la boca, en un
ejercicio prodigioso de síntesis, queda reducido a dos palabras.
—Tengo hambre.
46
Y es que los que sí están —sus tíos, sus familiares, los seguidores de su padre—
hacen todo lo posible para que su presencia no se esfume. Si hasta permanecen
quietos, como esperando que él sea el primero en acercarse y abrazar a su hija.
Y como ese abrazo fantasmal no llega, entonces sí, se abalanzan sobre ella,
para llenar de besos y cuidados a la niña que ha regresado y está viva, y libre, a
pesar de que parecía imposible. Cuando los besos, los abrazos y las lágrimas pasan,
descubren al hombre que entra con Alia. Descubren la barba, el pelo revuelto, la
túnica larga, la mugre acumulada durante años en el camino, la mirada perdida, de
idiota, de santo, de sabio, vaya a saberse, de un hombre que da miedo, da risa, da
respeto, da vergüenza ajena, o todas esas cosas a la vez. Faruk.
48
50
Mientras come, la madre de Alia se acerca con lágrimas en los ojos. Le cuenta
cosas que apenas escucha, le dice que ella siempre creyó en los hombres del
camino, y ahora él, que es uno de ellos, le trae viva a su hija.
Faruk oye su voz como si fuera el arrullo de un río, una melodía pensada
especialmente para acompañar el placer que le produce comer.
Para cuando termina, muchos ya se fueron. Él no se dio cuenta porque estaba
comiendo. Alia le dice que debe quedarse a dormir, que es peligroso afuera, que
ahora su vida también está en peligro. Los guardias deben estar buscándolos a los
dos.
Lo llevan al altillo. La madre de Alia lamenta no tener un lecho más cómodo
para ofrecerle. Tendrá que dormir en el piso. Y se lamenta, no solo porque haya
salvado a su hija: se lamenta porque la hospitalidad es
51
la ley primera. ¿No repetían sus padres, y los padres de sus padres, que el
visitante es sagrado? ¿Qué les ocurrió como pueblo para que la costumbre más
esencial haya caído en desuso y los extranjeros ahora sean motivo de desconfianza?
¿Acaso un pueblo es una bandera, un límite en el mapa, un grupo de personas? ¿O
debería ser estas costumbres que alguna vez fueron motivo de orgullo? Esto ya no
es un pueblo, piensa la madre de Alia. Ya no es una ciudad, ya no es un país.
Pero se equivoca. Un techo sobre la cabeza es un palacio para Faruk. La
hospitalidad todavía está viva.
52
¿Que pasa en esa ciudad? Hace varios días que vive con ellos. Aun para
alguien como Faruk ha llegado la hora de entender un poco. La torre, más que nada
quiere saber sobre la torre.
Es el castillo del rey, le dicen.
En un mundo de casas bajas, la torre es muy alta. ¿Por qué la torre es tan alta?,
piensa Faruk. ¿Y por qué debería importarle? Él no es quién para cuestionar la
altura de una torre.
Eso se pregunta justo antes de dormirse, cuando la sombra de la torre se vuelve
más y más amenazadora a la distancia.
La pregunta se repite mientras llega el sueño.
¿Quién soy yo para cuestionar la torre de un rey?
¿Quién soy yo para meterme en este asunto?
¿Quién soy yo para preocuparme por esta ciudad?
57
En la senda del contrario Martín Blasco
Y no hace falta que llegue el sueño. Su sola confusión abrevia las preguntas,
las convierte en una sola, la pregunta confusa e impronunciable que les surge a
todos antes de dormir.
58
Las personas aquí sentadas bajo la noche eterna y acompañadas por las luces
del fuego sabemos que, en verdad, ya tuvimos más de lo que deberíamos,
Nadie tiene por qué recordar nuestros nombres.
Al final del día, lo que pedimos es una vida medianamente buena.
Puede parecer poco, pero solo en la justa medida está la sabiduría.
Y al final del día, es más que suficiente tener una vida medianamente buena.
Pedimos:
Un par de brazos que nos abracen.
Que el cielo se mantenga firme sobre la tierra.
Dar y recibir amor, Y si queda tiempo, un poco de humor,
61
Hombres y mujeres que lo miran. Que esperan algo de él. En sus ojos hay
respeto, esperanza, reverencia, temor. Y lo peor de todo, devoción. Faruk está
completamente seguro de no merecer ninguno de esos sentimientos. ¿Pero cómo
decirles?
La historia del rescate de Alia se extendió de punta a punta de la ciudad.
Quieren ver al extraño de cerca. Sus infancias estuvieron plagadas de historias
sobre hombres como él, que vagan por el campo; hombres que alguna vez fueron
normales y ahora, renacidos, tienen extraños poderes; hombres santos que les
recuerdan rituales olvidados que alguna vez fueron importantes. Como el Dhikr.
Dhikr significa, literalmente, "recuerdo". Es un ritual de meditación, con
letanías, cantos y en algunos casos hasta danzas, Los que participan comienzan a
inhalar y a exhalar con fuerza y cadencia musical.
65
Inventan su propio juego. Se llama "la lucha de los contrarios". Suele empezar
Alia y Faruk intenta seguirla.
72
Faruk disfruta esas caminatas. Disfruta charlar con Alia y eso lo lleva a
preguntarse si le hubiese gustado que su vida fuera distinta. Por ejemplo, tener una
hija, una hija como Alias ¿Le hubiese gustado? La mira sonreír bajo los rayos del
sol y las sombras de las hojas.
Ella suele hablarle de su padre. Le duele hablar de él, pero no puede dejar de
hacerlo. Se lo describe físicamente, le cuenta sus costumbres, sus particularidades.
Faruk se hace la imagen de un hombre preocupado por sus vecinos, que se gana el
cariño del pueblo y por eso el rey lo manda a matar. Firme y cariñoso. Un buen
hombre. ¿Y él qué es? ¿Es un buen hombre?
Se da cuenta de que suele pensar mucho en el bien y el mal. En lo que está
bien y lo que está mal. Debería ser sencillo, pero no lo es, Todo lo que piensa
termina pareciéndole equivocado. Si dice "soy una buena
75
En la senda del contrario Martín Blasco
persona”, ¿no hay algo malo en creerse bueno? Lo mismo al revés: si piensa
“soy una mala persona”, ¿no hay algo bueno en ese reconocimiento?
¿Cómo se puede ser un juez justo de uno mismo?
Quizá nadie es bueno, ni nadie es malo, piensa Faruk. Pero entonces, si no hay
hombres malos… ¿qué pasa con el que mata, con el que estafa, con el que oprime
a los demás, con el que saca provecho del débil? ¿Qué pasa con el rey en la torre?
76
Dedica una parte de la noche a observarla. En la oscuridad, la torre brilla con
una luz especial. Se tiñe de azul marino, como si reflejara ríos turbulentos y no
nubes. En su parte más alta, hay una pequeña ventana con una luz encendida. Una
sombra se mueve dentro. Es la habitación del rey. Faruk imagina a ese hombre,
que decide vivir separado del resto de las personas. ¿No es el mismo tipo de vida
que llevaba él?
El rey, en la torre.
El hombre, en el camino.
Quizá no sean tan distintos.
77
La noche se convierte en noches. Entre ellas hay días, pero no son menos
oscuros. Ahora la ciudad respira violencia.
La Casa Oculta ya no es segura. Deben mudarse. Aunque estén ocupados
esquivando piedras, apagando o provocando fuegos, los guardias volverán. Cae
una lluvia fina. Frente a la Casa Oculta se encuentran Faruk, Alia y su madre.
Pronto pasará a ser la Casa Abandonada. La madre de Alia parece de piedra:
inmóvil, congelada en un tiempo que ya no puede seguir. En esa casa vivió
felicidades y tristezas, pero vivió. Al final, la nostalgia nunca es solo de lo bueno,
sino de todo. Alia la toma del brazo.
—Tenemos que seguir.
Adónde no está claro. Son buscados, ningún lugar será seguro para ellos por
mucho tiempo. Ya no hay Casa Oculta, pero ellos siguen siendo personas ocultas.
87
In la senda del contrario Martín Blasco
—Lo mejor va a ser que yo vuelva al camino ---dice Fantk. Para él es suficiente
despedida, ya se está dando vuelta y buscando la salida de la ciudad.
—Por favor, no.
Es la voz de Alia, una voz poco acostumbrada a suplicar.
—Ahora solo molesto —responde Faruk—. Nunca debería haber entrado a la
ciudad.
—¿No creen los hombres del camino que todo lo que sucede es por una razón?
¿No es eso lo que dicen las personas de fe ante cualquier desgracia que no pueden
explicar? Es lo que siempre dice mi madre: "Todo sucede por una razón". Tantas
veces tengo ganas de responderle: "La muerte de mi padre, ¿también?"
Pero ahora, ahora es cuando viene al caso esa frase. Porque esas personas que
lucharon contra los guardias lo hicieron después de haber visto cómo querían
llevarse preso a un anciano que no molestaba a nadie, a un hombre del camino
recién llegado a la ciudad. Porque vieron cómo la más antigua de nuestras
costumbres, la hospitalidad, ya no cuenta. La prueba de esto es el viejo, que en paz
recitaba sus versos.
Había motivos de sobra para que enfrentaran a los guardias antes, pero no lo
hicieron. Había muertos. Había hambre. Había injusticia.
—Pero también había paz, paz que puede volver si me voy.
—La paz sin justicia se llama opresión.
88
Faruk no sabe de política, si es que eso es política. No puede argumentar como
Alia, de solo intentarlo siente que la cabeza le va a explotar. Para él es simple:
quiere irse, volver al camino, volver a los árboles, a los insectos, a la noche a la
intemperie. Pero uno de los problemas de tratar con gente es que no se es libre de
decidir cuándo dejar de hacerlo.
Alia y su madre lo llevan hasta la casa de un matrimonio joven que va a
hospedarlo durante los siguientes dos días.
Ellas buscarán otro refugio, ya no es seguro estar juntos.
Si a Faruk la idea de no volver al camino y quedarse con Alia y su madre le
resulta dura, ahora que sabe que le esperan días de convivencia con extraños decide
que, apenas se dé la oportunidad, escapará.
89
En la senda del contrario Martin Blasco
Sin embargo, la pareja lo trata con tanto cariño. En los dos días que pasa con
ellos llega a conocerlos e incluso a quererlos. Lo cuidan y lo admiran. Entiende las
palabras de Alia. Faruk se ha convertido en un símbolo. No importa que no lo haya
buscado, no importa lo que él haga, es lo que la gente de ese pueblo está haciendo
con él, cómo su imagen empuja a tomar las calles, a no tolerar más la brutalidad
de los guardias, a tener el valor de enfrentarlos.
90
En el camino, Faruk conoció una vez a otro hombre del camino que se
dedicaba a la poesía. Su nombre era Rida Ibn Musarra Al-sadiq y, al parecer, como
poeta era muy bueno. O al menos siempre estaba rodeado de jóvenes venidos desde
los puntos más lejanos del país para escuchar sus versos. Faruk había pasado un
tempo a su lado, le gustaba escucharlo recitar su poesía, aunque muchas veces no
entendía el significado. O si creía entenderlo, si se decía "esta poesía la entendí,
habla de la vida, de la naturaleza, de la vanidad de los hombres", si creía haber
identificado en las palabras recitadas por Rida un conocimiento, un sentido, al
menos un placer estético determinado, entonces aparecía alguien que interpretaba
lo contrario o algo totalmente diferente. O era el propio poeta quien, al terminar de
recitar, hablaba del poema y contradecía todo lo que Faruk había creído entender.
91
En lo senda del contrario Martín Blasco
esa casa, o quizá no se enteran, sino que simplemente van atacando puerta por
puerta hasta encontrarlo. Entran, tiran al piso a la anciana, destrozan sus pocas
pertenencias. Y entonces aparece ese otro que habita en él, el mismo que salió en
defensa de Alia cuando estaba en la cárcel, el mismo que otra vez se lanza a
derribar guardias como si estuvieran hechos de papel. Salen a la calle, Faruk y la
pobre anciana se unen a las masas furiosas que crecen y crecen, mientras los
guardias son cada vez menos. Se dice que algunos huyeron y que otros, cansados
de tener que luchar contra sus propias familias, vecinos o amigos, dejaron de ser
guardias para sumarse a la masa.
Faruk es parte de la multitud furiosa que toma las calles, y no solo parte sino
símbolo e incluso líder inesperado Cuando camina, la gente sigue su paso. Y
cuando lucha, cuando la lucha viene a él en realidad, lucha con una fuerza nunca
vista, avergüenza a hombres jóvenes y fuertes, es un tigre, un león, un oso, es
fuerza pura.
En ese mismo tiempo sin sueño y sin comida, de calle y de lucha, es posible
rescatar un momento de algo parecido a la calma; cuando Alia y Faruk vuelven a
encontrarse.
94
Primero hablan como dos guerreros que se unen para comentar el desarrollo
de la batalla. Alia desde una punta de la ciudad, Faruk desde la otra, hacen
retroceder a los guardias hacia el centro, hacia la torre. Luego no queda más que
comentar, porque no son soldados ni generales, son una joven casi niña y un viejo
acostumbrado a vivir en el camino, y ahora que están solos, que no están rodeados
por ese pueblo que comienza a idolatrarlos, pueden ser ellos mismos.
Entonces, como cuando caminaban por el bosque y hablaban de cosas
importantes e insignificantes con la misma seriedad y hacían pelear el fuego con
el agua, el cielo con la tierra, la luna con el sol; de la misma manera, cansados de
tanta batalla, se sientan sobre las hojas secas.
95
-Cuando yo era chica, mi mamá creía mucho en los hombres del camino.
Ahora también, pero cuando yo era chica mucho más. Me parece que el tiempo
corróe las creencias, o quizá las apacigua para que así sean más verdaderas, no lo
sé. Pero cuando yo era chica, mi mamá creía. No paraba de hablarme de ustedes,
los hombres capaces de convertirse en pájaros. Porque eso era lo que más le
gustaba. No le interesaba tanto la sabiduría, o la supuesta austeridad que los
caracteriza. Lo que más le atraía era la parte mágica, los mitos, o quizá pensaba
que eso era lo que podía atraer a una niña como era yo entonces. Y no se
equivocaba: de niña vivía en un mundo que era tan mágico como real. Supongo
que todos los niños son iguales en eso, no es clara la división entre fantasía y
realidad; o más bien esa división les viene transmitida por los adultos, y si un adulto
dice que la
97
luna es de queso, que en el fondo del mar hay sirenas, que a los desiertos los
habitan genios, o que hay hombres capaces de convertirse en pájaros, así será. Y
si se lo piensa, no suena menos fantástico a que existan diferentes idiomas; o a que
nacemos para después morir. Así que yo me creía todo, y mi madre llenaba mis
días y mis noches de sirenas, de dragones, de árboles que cobraban vida, de genios
que se transportaban por la tierra jineteando vientos. Nunca aclaraba qué era cuento
y qué era realidad. Ahora pienso que ni ella lo sabía bien. Eran tiempos más
ingenuos, era fácil creer que en las sombras de la noche, en tierras lejanas sucedían
todas esas cosas. Y cuando me contaba una historia que empezaba con un pájaro,
por ejemplo, la del hombre que recorre la India y trae en una jaula un loro, o la del
viajante que le da de comer a una golondrina, o la del rey y la gaviota, yo ya sabía
lo que iba a pasar. iEse pájaro era un hombre del camino! Y en algún momento,
para sorpresa de todos, se liberaría de su forma emplumada, seguramente dándole
una lección al cazador, viajante o rey, que creía estar tratando con una simple ave.
En el mundo mágico que mi madre pintaba para mí, todo pájaro era un posible
hombre del camino, Me señalaba los que cruzaban el cielo y decía "ahí va uno",
"ahí va otro", al punto de que yo no podía estar ni frente al más simple canario sin
ver en sus ojos la mirada cansada de un sabio y esperar ansiosa a tener el honor de
presenciar el momento de la conversión.
98
Hasta que un día cometí el error de confesarle este a mi padre. "Quiero ver a
un hombre del caminoconvertirse en pájaro. Es lo que más deseo en la vida",
dije. Él era muy diferente a mi madre, su rostro era severo, nunca salían fantasías
de su boca, más bien tristes realidades: "Hoy los guardias golpearon a una
mujer", "hoy se llevaron a este vecino", "hoy nos dejaron sin nuestra riqueza".
Creo que mientras pudo no prestó atención a las extravagantes historias de mi
madre o quizá las veía como parte de su encanto, una mujer bien intencionada
que todavía creía en los sabios que se convierten en pájaros. Pero se cansó, o
consideró que ya era demasiado, o tendría un día especialmente duro, así que
decidió explicarme a mí, su pequeña niña, que todo eso era mentira: "Los
hombres no se convierten en pájaros, es imposible; los pájaros son pájaros y los
hombres, hombres. No hay sirenas en el mar, nadie jamás pudo mostrar evidencia
de que existieran. Lo mismo con los genios, o con los árboles vivientes. Nada de
eso existe. mamá tiene una fantasía desbocada, no es mala persona, solo le gusta
ver cosas que no son reales, es su forma de quitarle lo gris al mundo" iQué
estafada me sentí! ¡Los pájaros eran pájaros; los árboles, árboles; el viento,
viento; y todos los océanos del mundo solo un montón de agua! Como si me
robaran un sentido, como si dejara de ver o de escuchar o de oler, mi realidad se
achicó ese día, perdió volumen.
99
En lo senda del contrario Martín Blasco
Sufrí, mi madre sufrió, supongo que mi padre, a su manera, también.
Pelearon entre ellos, pelearon conmigo. Mi madre, con lágrimas en sus ojos, trató
de justificarse, de sostener sus creencias, dijo que mi padre había sido
excesivamente cruel al romper el mundo de fantasía que ella había creado para
mí. Sí, claro, ella había exagerado, por supuesto, lo reconocía, no todo gorrión es
un hombre del camino transformado, ni son tan frecuentes las sirenas como las
sardinas, ni todo viento transporta genios. “¡pero hay que creer!" repetía con
lágrimas en los ojos. ¿Y por qué? , pensaba yo, que comenzaba a tomar el bando
de mi padre. ¿Por qué hay que creer en cosas que no sabemos si son ciertas?
¿Cuál es el beneficio de eso? Mi madre no terminaba de argumentar su posición,
sin embargo afirmaba: "Hay que creer porque hay que creer, porque si no el
mundo no sería más que un lugar oscuro y triste". Poco después la realidad tomó
partido, decidió que el mundo era sin duda un lugar oscuro y triste. Mi padre
murió asesinado. Y no hubo sirena, duende, genio u hombre volador capaz de
aportar magia a tanta realidad.
En un mismo instante, pasé a tener un padre muerto y una madre loca.
100
La Charla no dura mucho. No hay tiempo para la paz, ahora son guerreros.
Vuelven a la ciudad, lo que quiere decir que vuelven a la batalla, porque ahora
ciudad y batalla son una misma cosa. Faruk no quiere pelear, no es su intención,
como no lo era cuando atacó a los guardias que la tenían a Alia en la prisión; él
no quiere pelear y, sin embargo, lo hace. Porque está en la calle, y los guardias
atacan y no puede simplemente quedarse quieto. Algo tiene que hacer. Entonces
lucha. Es el enemigo del rey. Así lo llaman.
—¡Entreguen al enemigo del rey!
—¡Venimos a llevarnos al enemigo del rey!
—¡Todo el que proteja o esconda al enemigo del rey será arrestado!
Es el grito de los guardias cuando atacan. A él lo buscan, por él pelean.
103
En la senda del contrario Martín Blasco
¡Él pudo, por lo tanto nosotros podemos! Ya sea hallar la paz, la perfección,
la buenaventura, el amor, la riqueza, la fama, según el caso. Sueños rotos que no
van a cumplirse, inspirados en hombres que tampoco los cumplieron, confusión
sobre confusión, ruina tras ruina, tropiezo tras tropiezo. ¿Pero qué otra alternativa
queda sino luchar y seguir adelante, golpeando cada vez más fuerte, aunque no se
obtenga nada, aunque no haya victoria posible? Y mientras más lucha, más crece
la leyenda de Faruk. Porque, en esta historia, Faruk es el héroe.
108
Y todo héroe debe tener un villano. En la escena que está por suceder el
villano es Baltazar, jefe de los guardias. Viene persiguiendo a Faruk desde hace
días. Ha ordenado apresarlo, patear cada puerta, romper cada ventana, tirar abajo
cada pared, hasta dar con él. Ha llenado con sus gritos cada silencio, con un
discurso de pura ira pensado para envalentonar los corazones de sus hombres,
con un sinfín de preguntas que no buscan respuesta.
—-¿Cómo es posible que un viejo zaparrastroso escape de la cárcel? —grita
Baltazar—. ¿Cómo dejarlo andar libremente? ¿Cómo permitir que los simples del
pueblo les arrojen piedras a los guardias? Y para mayor escándalo, no solo ellos,
sino también sus mujeres y sus hijos. ¿Ya no se respeta nada? Desde que ese
hombre nefasto entró en la ciudad, ¿será lo mismo ser panadero, herrero,
sirvienta o maestra que noble guardia del
109
En lo senda del contrario Martín Blasco
Se diría que el silencio lo barrió todo; que el mundo, el tiempo y los hombres
han decidido detenerse.
Para ver el antiguo rito.
De un héroe enfrentándose a un villano.
112
Con Idéntica fuerza, con idéntica furia, Faruk y Baltazar golpean como si
lucharan contra un espejo, ¿Es posible tanta igualdad?
Baltazar es un hombre de armas. Faruk, un hombre de paz.
Baltazar está en la plenitud de la vida. Faruk es un anciano.
Baltazar quiere matar a cualquiera que se le enfrente. Faruk solo quiere
volver al camino.
Entonces...
¿Cómo ese anciano lucha de igual a igual con el capitán de los guardias?
Las leyendas dicen que Faruk ha contenido su furia a tal punto y durante
tanto tiempo, que cuando la suelta nada iguala su fuerza. Eso explicaría su
capacidad inaudita para vencer a los guardias.
113
No piensa si está mal o si está bien; ni siquiera se trata de eso, sino más bien
de la tristeza de no poder conocerse, de descubrir, una vez más, que lo que creía
sobre sí mismo es falso. Ahí está, a punto de matar a un hombre. De hombre del
camino a asesino en cuestión de días. ¿Es que está destinado a ver siempre
defraudado lo que creía saber sobre su persona?
La espada cae.
Baltazar no entiende lo que sucede. Faruk no se molesta en explicarle. Se da
vuelta. Y se va. No se detiene, sigue adelante. La ciudad queda atrás.
Faruk está nuevamente en el camino.
116
por Alia, sin siquiera despedirse. ¿Y si ahora está muerta? ¿Y si los guardias
despertaron de su letargo y ganaron la batalla? ¿Qué será de ella? ¿Qué será de su
madre? ¿Qué será de todos?
No debe pensar en eso. Hizo lo que pudo, su tarea terminó, su lugar es el
camino.
Es un hombre del camino,..
Es un hombre del camino...
Es un hombre del camino...
118
Los pocos soldados que aún defienden al rey lo hacen con rodillas
temblantes, sabiendo que en cualquier momento el pueblo enfurecido vendrá por
ellos. Lo que no esperan es a ese hombre que corre, espada en mano.
Intentan detenerlo, pero es imposible. Los derriba como si fuera un huracán
de furia.
Faruk golpea la puerta de la torre.
-iAbran! ¡Tengo que ver al rey!
La puerta se abre. Aparece un hombre, tan anciano como Faruk.
—Soy el secretario del rey. Me ha ordenado que nadie entre a la torre y
cumpliré mi tarea aunque me cueste la vida.
Y sale al encuentro de Faruk espada en mano.
A pesar de ser dos hombres de avanzada edad, pelean con la fuerza y el vigor
de cien jóvenes. Como si
123
En lo senda del contrario Martín Blasco
dos brillantes ejércitos se encontraran en ese lugar, así se cruzan sus espadas,
así es el vigor de la contienda.
Pero Faruk es ya indetenible. Golpea a su contrincante, lo aplaca.
Entra en la torre.
124
Mientras sube los escalones teme que sus pesadillas se hagan realidad, pero
no hay paredes vivas ni escalones interminables. La escalera lo lleva ante la
pequeña habitación que se encuentra en la cima.
Frente a él hay una simple puerta de madera.
Abajo escucha los pasos del secretario del rey, que sube las escaleras ya
repuesto del golpe, Faruk abre la puerta. Entra.
125
En el cuarto solo hay una cama, una silla, un espejo en una pared y una
ventana por la que entra la luna entera, tras él llega el secretario, cansado y
vencido.
—¿Dónde está el rey? —pregunta Faruk.
Su voz, habitualmente calma, denota algo cercano a la desesperación.
El secretario del rey, guardián de la torre, permanece en silencio. Luego
responde.
—Allí.
Le indica un rincón del cuarto.
Faruk camina lentamente hacia el lugar señalado: el espejo.
Este le devuelve su rostro rugoso, su barba blanca, sus ojos confundidos.
Entonces recuerda.
127
130
132
Alia no comprende. Pareciera que más que atacarla, el rey buscaba abrazarla.
Ahora su cuerpo yace en el piso.
El secretario, en un rincón, apenas se anima a moverse.
—¿Y Faruk? ¿Dónde está? —pregunta Alia, que lo vio entrar en la torre.
Entonces lo encuentra.
Un pájaro negro posado en el balcón.
Alia entiende.
El hombre del camino se ha convertido ante sus ojos.
Por un momento, vuelve a ser la niña a la que su madre le contaba historias
asombrosas. Su antiguo deseo finalmente se ha cumplido.
Ella contará la leyenda, Dirá que si el pueblo es libre, es gracias al hombre
del camino que cuando cumplió su tarea, se volvió pájaro.
139
En lo senda del contrario Martín Blasco
Se acerca al balcón, para saludarlo por última vez. Pero el ave no espera,
despliega sus alas y alza vuelo.
—Adiós, Faruk.
Abajo, en las calles, el pueblo aguarda.
Alia se asoma.
—¡El rey ha muerto! —grita.
Y los corazones se agitan de felicidad.
El pueblo, Alia, Faruk, el rey.
Todos han conseguido lo que deseaban. Justicia y paz.
140
Opinión del editor (michael): un libro totalmente increíble con un gran
camino de redención en el protagonista, si no te gusto el final me dices hora y
lugar y nos partimos la madre >:v