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EFECTO DOMINÓ

Era el año 2016 en Alemania, se presentaba con total esplendor la estación de invierno.
Sonneschein Prebich era una joven solitaria quien vivía en la deshabitada aldea de Waluine.
Esta aldea estaba rodeada de una capa de blanca nieve escarchada y hielo de color azul
profundo, los cuales cubrían en mayor parte el manto verde de sus tierras y sus bosques. En
ocasiones cálidos rayitos de sol se colaban entre las nubes y se posaban en lo blanco y cristalino
del lugar, embelleciéndolo con luces y destellos, en realidad era algo realmente hermoso y
mágico, estas características tan peculiares del paisaje se repetían una y otra vez cada año en
época de invierno. Sonneschein llegó allí porque su padre quien había sido el único habitante de
esta aldea falleció, dejándole una pequeña cabaña como herencia, igualmente le dejó una carta
de despedida muy corta que decía: “Hija querida, existen lugares de exuberante belleza que sin el
hombre hacer presencia en ellos los puede destruir, porque en su afán de dominio y poder hace
trascender la devastación que todo lo consume sin control ni humanidad. Sonn que tus ojos sean
testigos de la belleza de este lugar, disfruta cada sitio, cada detalle, atesóralos en tus recuerdos
porque esto no durará para siempre; trabaja cada día en ayudar a conservar el planeta, lucha por
los que no tienen voz. Recuerda hija somos nosotros quienes necesitamos de la naturaleza para
vivir, porque ella sola se abre camino sin nuestra ayuda. Te ama papá”.
Ya luego en cierto día, esta joven salió a buscar a su perro Roqueffeler el cual había escapado la
noche anterior, Sonn como la llamaba su padre buscaba en el espeso bosque y entre los arboles
doblegados por el peso de la nieve algún rastro de su compañero; las horas pasaban y la joven ya
cansada se sentó en una enorme piedra que sobresalía entre la gruesa capa de cristales blancos,
cuando logró observar a la distancia a su perro Roqueffeler quien inquieto observaba algo, al
acercarse al lugar la joven encontró que un enorme casquete de hielo que estaba sobre una
montaña se derretía bastante rápido originando una terrible avalancha, la cual violentamente
arrasaba todo a su paso; esta joven fue testigo de la desaparición de algunos nidos y huevos de
faisanes que se encontraban en el camino de aquella avalancha. Sonn no podía creer lo que estaba
pasando y por más que lo intentó solo pudo salvar un huevo de tantos que se perdieron en esta
tragedia, Sonn tuvo que salir corriendo de aquel lugar con el corazón estrujado por la tristeza que
sentía y que le invadía todo su ser; ella abandonó aquella aldea heredada de su padre, no podía
seguir habitando allí, pues día tras día eran más los hechos desastrosos que ocurrían, más
deshielos en montañas, descongelamiento de lagos, muerte de animales y destrucción de bosques.
La aldea se hundía poco a poco y con ella toda la belleza de sus campos, animales y paisajes que
ya en la mente de Sonn eran historia.
Sonn regresó a vivir en su antiguo apartamento de la ciudad, llevando consigo ese huevo que
rescató aquel nefasto día. En su viaje de regreso escuchó las noticias donde se hablaba de como el
mal proceder del hombre con la naturaleza estaba alterando el clima, como todo esto provocaba
un efecto dominó el cual estaba causando la extinción de especies tanto animales como
vegetales, la acidificación y contaminación del agua gracias a la concentración de dióxido de
carbono en el aire, fenómenos meteorológicos como sequias, huracanes, ciclones, inundaciones,
etc., y que todo seguiría a peor si no se tomaban cartas en el asunto de forma inmediata. La joven
comprendió lo que le decía su padre en aquella carta, la devastación de aquella hermosa aldea
tenía su origen en las manos del hombre, un hombre inconsciente, egoísta y totalmente ignorante,
el cual aún no entendía que al destruir el planeta se estaba destruyendo así mismo. Esto lo tenía
bastante entendido la joven y de inmediato comenzó a conectarse con grupos ambientalistas para
contribuir en lo que más pudiese con ellos para cambiar la difícil situación del planeta, y así lo
hizo trabajó fuertemente en donde se necesitara su ayuda, presencia y voz, haciendo caso a lo que
le dijo su padre en aquella carta de despedida, y a ello se dedicó toda su vida.
Al pasar varios días viviendo en la ciudad, Sonn entre bastantes cuidados y mimos consiguió que
aquel huevo que rescató llegara a buen término y eclosionara, saliendo de él un polluelo hermoso
de faisán a quien le puso por nombre Waluine en honor a su desaparecida aldea. Ese faisán quien
por obra y decisión de terceros irresponsables no podría nunca conocer ni disfrutar de su habitad
natural, crecería en cautiverio como un animal de compañía, en un pequeño apartamento,
rodeado de asfalto, de algarabía y de tráfico, sin oportunidad de volar y vivir en libertad entre los
suyos; y aunque Sonn hubiera querido dejarlo libre en otro lugar, Waluine no hubiese podido
sobrevivir, puesto que no había tenido ese primer contacto con sus verdaderos padres, esto hacía
la diferencia, pues son los padres quienes dan las enseñanzas para buscar comida, aprender a
levantar el vuelo y sobrevivir, aquel faisán no tendría nada de ello y dependería en todo sentido
de Sonn. Ella estuvo con el polluelo varias semanas hasta que él creció un poco, luego lo trasladó
a un albergue de aves que por motivos similares a lo sucedido con Waluine se quedaron sin
habitad natural donde vivir. Allí lo cuidaron y alimentaron sin inconvenientes; el faisán jamás
aprendió a volar, sus alas siempre permanecían pegadas a su cuerpo, por más que se intentó todo
con él, no lo logró. En solo un par de días Waluine entró en una profunda tristeza al no ver cada
día a Sonn, por lo tanto el cuidador del albergue llamó a la joven para informarle que era mejor
que se lo llevara de vuelta al apartamento, pues este podría morir de tristeza y de inanición por no
querer comer, Sonn sin pensarlo dos veces fue por él, pues de igual manera él era su compañero y
ella también lo extrañaba bastante; aunque a su lado él no tuviera las condiciones óptimas para
vivir ella le daba el amor y cuidados necesarios y el faisán ya se había acostumbrado a este estilo
de vida. Era mejor tenerlo en casa como animal de compañía que dejarlo morir en el albergue.
Desde ese día y de vez en cuando Sonn subía a la terraza del edificio en compañía de su amigo
Waluine encerrado en una jaula, para observar un paisaje rodeado de smog y bullicio, en el que
algunas veces si había suerte se podía ver cruzar una que otra ave pasajera, las cuales le hacían
estremecer el corazón a Sonn, al pensar si aquellas aves y sus polluelos tendrían donde vivir en el
futuro, si es que su especie lograba sobrevivir. Mientras que Waluine asombrado y feliz las
observaba desde abajo entre los barrotes de su jaula, sin saber que la felicidad que él conocía no
era nada en comparación de la que se podía vivir en libertad; él las observaba volar y no entendía
que eran, pues él nunca había desplegado sus alas, pues él nunca se enteraría que también pudo
haber volado. FIN

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