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Comentarios al libro de Ejercicios de


Un curso de milagros
Ken Wapnick

Llegamos al Epílogo, el final del Libro de ejercicios para los estudiantes. Su tema principal es similar al de
su contraparte en la clarificación de los términos: la finalización de un viaje en el que una antigua puerta
se abre de par en par. Volvemos a ver cómo Jesús parece guardar sus palabras más bellas para las
conclusiones de sus libros: Texto, Libro de ejercicios, Manual y aclaración de términos.

(1:1) Este curso es un comienzo, no un final.

Esta es la línea más desfavorable de todos. Al mismo tiempo que Jesús nos da esta gloriosa visión del fin
y nos asegura que la meta es cierta, también deja muy claro que debemos continuar nuestro viaje con el
Espíritu Santo. Así, leemos que el fin ya está aquí con Dios esperando a la puerta para nuestro regreso, y
sin embargo todavía tenemos trabajo que hacer en términos de nuestra práctica diaria. El Libro de
ejercicios es un programa de entrenamiento de un año para ponernos a cargo del Espíritu Santo -por
nuestra elección- para que podamos pasar el resto de nuestras vidas dejándole que nos instruya en la
manera apropiada de percibir el mundo de nuestras relaciones especiales.

(1:2-9) Tu Amigo te acompaña. No estás solo. Nadie puede llamarlo en vano. Sean cuales
sean tus problemas ten por seguro que Él tiene la solución y que gustosamente te la dará solo
con que te dirijas a Él y se la pidas. Él no se negará a darte todas las respuestas que necesites
para cualquier cosa que parezca perturbarte. Él sabe cómo solventar todo problema y
aclarar toda duda. Su certeza es tuya. Tan solo necesitas pedírsela para que te sea dada.

La manera de resolver problemas y resolver dudas es llevarlos a nuestro Amigo, en quien desaparecerán
porque no son más que un problema: la creencia de que estamos separados del Amor de Dios. La solución,
por lo tanto, es aprender que ya no estamos separados, sino unidos con nuestra Fuente a través del
Espíritu Santo. Nuestras mentes, proyectadas en cerebros específicos, experimentarán esta ayuda en
formas específicas, pero no debemos dejarnos engañar por esta especificidad. Nuestra atención debe
centrarse únicamente en el contenido. Usando las imágenes de la canción, no son las partes que queremos,
sino la canción en sí, como se describe en esta hermosa y familiar apertura de El Canto de oración:

La oración es el mayor regalo con el que Dios bendijo a Su Hijo cuando lo creó. Ya era
entonces aquello que habría de llegar a ser: la única voz que el Creador y la Creación
comparten; el canto que el Hijo le entona al Padre, Quien le devuelve las gracias que el
canto Le brinda. La armonía es perpetua, y perpetua es también la gozosa concordia de amor
que eternamente se profesan el Uno al Otro. Y de este modo se extiende la Creación. Dios
da gracias a Su extensión en Su Hijo... No puedes, por lo tanto, pedir el eco. El canto es lo
que constituye el regalo. Con él vienen las resonancias, las armonías, los ecos, mas todo esto
es secundario. (CO-1.in.1:1-6; CO-1.I.3:1-3).

Las partes de este glorioso canto -nuestras relaciones perdonadas- son lo que nuestro Amigo nos canta
para guiar nuestros pasos a lo largo del viaje hacia el Todo -la canción del Amor Mismo.

(2:1-3) Tu llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol
antes de que despunte el alba, después del ocaso y en las horas de luminosidad parcial que
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transcurren entremedias. De hecho, tu camino es todavía más seguro. Pues es imposible


cambiar el curso de aquellos que Dios ha llamado a Su vera.

Incluso antes de que el sol salga, sabemos que lo hará. Es una certeza en nuestro mundo perceptivo y
nunca está sujeta a dudas. Jesús nos está diciendo que nuestro camino a casa es aún más seguro que eso.
Recordemos el amoroso consuelo de Jesús: "el resultado es tan cierto como Dios" (T-4.II.5:8). No puede
ser posible que no podamos o no volvamos a casa, nunca nos fuimos. Recuerda una vez más el final del
poema de Helen, "Canto a mi Ser":

Nunca salí de la casa de mi padre.


¿Qué necesidad tengo
De regresar a Él de nuevo?

(Los dones de Dios, p. 38)

(2:4) Haz, entonces, tu voluntad, y sigue a Aquel a Quien aceptaste como tu voz para que te
diga lo que realmente quieres y lo que realmente necesitas.

Jesús no está diciendo que debemos obedecer su voluntad, sino la nuestra. Esto significa que
reconocemos que nuestra voluntad y la suya son una, y en esa unidad nos damos cuenta de que nuestra
voluntad y la de Dios son una. Jesús ciertamente no nos está pidiendo que nos sometamos a su autoridad,
ni está tratando de coaccionarnos. Él simplemente dice: "Date cuenta de que yo tengo razón y tú estás
equivocado. Cuando finalmente aceptes este feliz hecho, también aceptarás que tu voluntad y la mía son
la misma, porque somos parte del Hijo único de Dios, y él es parte de Dios".

(2:5-6) Suya es la Voz que habla por Dios y también por ti. Por lo tanto, Él habla de la
libertad y de la verdad.

Aunque eventualmente sabremos que nuestra Voz y la del Espíritu Santo son la misma, mientras hacemos
nuestro camino aprendemos que el Espíritu Santo habla por nosotros y no contra nosotros - Él no es
nuestro enemigo, ni quiere que sacrifiquemos o renunciemos a lo que queremos. Aprendemos así que la
Voz de Dios habla por lo que realmente está en nuestros corazones: el ferviente deseo de volver a casa del
que se habla en el Texto como "vuestro intenso y ardiente amor a Dios, y el suyo por vosotros" (T-
13.III.2:8). De nuevo, al final de la jornada, entendemos que no es solo que el Espíritu Santo habla por
nosotros, Él es nosotros, como nosotros somos Él. No hay más que una sola Voz, así como no hay más
que un solo Dios. En esa unidad, todas las formas diferenciadas desaparecen:

... Al ser el Espíritu Santo una Creación del único Creador y al crear junto con Él y a Su
Semejanza o Espíritu, es eterno y nunca ha cambiado. Fue “invocado para que
descendiera sobre la tierra” en el sentido de que entonces se hizo posible aceptarle y
escuchar Su Voz. Su Voz es la Voz de Dios y, por lo tanto, ha adquirido forma. Dicha
forma no es Su realidad, la cual solo Dios conoce junto con Cristo, Su verdadero Hijo,
Quien es parte de Él. (C-6.1:2-5).

Así, aunque no es real en el sentido absoluto, el Espíritu Santo refleja la realidad del Amor de Dios en el
sueño, un reflejo que corrige dulcemente nuestras ilusiones con su verdad.

(3:1) Ya no se asignarán más lecciones específicas, pues ya no se necesitan.


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No hay necesidad de más lecciones, porque la última lección -la culminación del Libro de ejercicios- es
que le pedimos al Espíritu Santo que se ponga a cargo. Mientras aceptamos Su guía, pasamos el resto de
nuestros días específicamente pidiendo ayuda cuando somos tentados a excluirlo y hacer que el ego sea
nuestro guía. Por lo tanto, ya no necesitamos palabras o lecciones porque hemos aprendido que estamos
equivocados y que el Espíritu Santo tiene razón, y buscamos continuamente reforzar esa conciencia. Al
elegir la Voz más allá de las palabras, que sin embargo parece hablar con palabras, nos dejamos dirigir
mientras practicamos nuestras lecciones diarias de perdón. No se necesita nada más que esta dulce guía
-siempre encantadora de leer- que enseña la impecabilidad del Hijo de Dios:

Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siempre estará ahí. Y serás más
consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este
tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindándote descanso en
medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. Pues desde este centro se te
enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente. (T-18.VII.8:1-4).

(3:2) En lo sucesivo, oye tan solo la Voz que habla por Dios y por tu Ser cuando abandonas el
mundo para buscar en su lugar la realidad.

En otras palabras, Jesús nos pide que vayamos al instante santo, el lugar de la verdad y la paz en nuestras
mentes. Allí oímos e integramos la verdad, para así volver nuestra atención al mundo, pero de manera
diferente, como él nos dice ahora:

(3:3) Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu
mente y cuándo debes acudir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra
certera.

Vendrás al Espíritu Santo en silencio cuando te des cuenta de que ya no tienes necesidades específicas. Al
principio del viaje necesitas que Él te diga exactamente qué hacer y decir, dónde y a quién. Tú haces las
preguntas, y Él parece dar la respuesta. Sin embargo, en algún momento te darás cuenta de que esta
especificidad no te está llevando a ninguna parte. Reforzará tu ser con el Maestro correcto, pero no te
traerá a casa. Es por eso por lo que necesitas aprender a venir en silencio, lo que significa que te das cuenta
de que todos los problemas son los mismos-aspectos del chillido estridente del ego. No necesitas ayuda
con un problema específico, sino con deshacer la fuente del problema: tu decisión de escuchar el parloteo
del ego. No importa lo que el ego esté diciendo; el problema es que piensas que lo estás escuchando. Basta
con decir una palabra al Espíritu Santo: "¡Ayuda!" Esto significa "Me olvidé de ti, y ahora quiero que me
devuelvas tu amorosa guía." El perdón -el abandono del juicio- es el medio que Él usa para deshacer los
bloqueos para que sigamos Su guía y escuchemos Su Palabra cierta. Así pues, Jesús instruyó
específicamente a Helen:

Recuerda que no necesitas nada, pero tienes una interminable cantidad de regalos amorosos
que dar. Pero enséñate esta lección solo a ti misma. Tu hermano no lo aprenderá de tus
palabras ni de los juicios que has hecho de él. No hace falta que le digas ni una palabra. No
puedes preguntar: "¿Qué le diré?" y escuchar la respuesta de Dios. Más bien pide:
"Ayúdame a ver a este hermano a través de los ojos de la verdad y no del juicio", y la ayuda
de Dios y de todos sus ángeles responderá. Retrocede, vete a Él, y deja que Él te guíe al
descanso y al silencio de la Palabra de Dios (Ausencia de Felicidad, p. 381).

(3:4-5) Suya es la Palabra que Dios te ha dado. Suya es la Palabra que elegiste para que fuese
la tuya propia.
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La palabra de separación del ego siempre ataca; la Palabra de Expiación de Dios termina el ataque a través
del perdón. Así escogemos la Palabra que nos traerá la paz que queremos por encima de todo.

(4:1) Y ahora os pongo en Sus manos para que seáis Sus fieles seguidores, y Él, vuestro
Guía en toda dificultad o dolor que consideréis real.

Jesús no nos está animando a negar nuestras experiencias, sino a elegir un Maestro que nos ayude a
darnos cuenta de que nunca estamos molestos por la razón que pensamos. La fuente de nuestro dolor no
es externa, porque el dolor proviene solo de la elección del maestro equivocado por parte de la mente.

(4:2) Él no os dará ningún placer pasajero, pues solo da lo bueno y lo eterno.

Nuestros egos quieren que el Espíritu Santo nos haga sentir bien aquí; que resuelva nuestros problemas
aquí; que ponga fin al dolor aquí; que nos dé las cosas que queremos aquí. Esto es lo que creemos que nos
dará placer y paz, por ejemplo, una relación que no sea abusiva, una cuenta bancaria que no se reduzca a
nada, un cuerpo que no sufra dolor. Jesús, sin embargo, nos está diciendo que el Espíritu Santo no nos
daría estas cosas porque no durarán; de hecho, nada del cuerpo lo hará. Lo que Él da es el Amor eterno
de Dios. Es importante, por lo tanto, que cambiemos nuestra percepción de la figura/el fondo para que
nuestras necesidades especiales se reduzcan al fondo y se conviertan en el marco en el que aprendemos a
perdonar, ahora en primer plano. Entonces observamos cuán rápidamente el ego salta y trata de cambiar
nuestra atención, empujando a Jesús y a nuestras mentes -la fuente del sueño- hacia el fondo, y el sueño
y sus figuras hacia el primer plano una vez más.

(4:3-4) Dejad que Él os prepare aún más. Él se ha ganado vuestra confianza hablándoos
diariamente de vuestro Padre, de vuestro hermano y de vuestro Ser.

Es interesante notar que Jesús aquí se iguala a sí mismo con el Espíritu Santo. Normalmente pensamos
en Jesús como el "yo", el que nos habla a través de Un Curso de Milagros. Sin embargo, aquí dice que
estas son las palabras del Espíritu Santo para nosotros, lo que significa que su función es la misma que la
del Espíritu Santo, al igual que sus voces. Esto no pretende ser un tema de controversia teológica. Solo
puede haber una Voz, ya que solo hay un Maestro interior. Decir que Jesús es la fuente de Un Curso de
Milagros es decir que el Espíritu Santo también lo es. Las formas no suponen ninguna diferencia, ya que
el contenido de la verdad sigue siendo el mismo. Lo importante es darse cuenta de que estas palabras no
vienen de nosotros como egos, sino de un amor y una verdad que están más allá de este mundo.

(4:5) Y continuará haciéndolo.

El hecho de que hayas terminado el Libro de ejercicios no significa que el Espíritu Santo dejará de hablarte.
Él será siempre una Presencia interior de Amor, el recuerdo que te recuerda que todo esto es un sueño.

(4:6) Ahora camináis con Él, tan seguros de vuestro destino como lo está Él; tan seguros de
cómo debéis proceder como lo está Él; tan seguros de la meta y de que al final la alcanzaréis
como lo está Él.

Compartiremos cada vez más Su certeza a medida que aprendamos a dejar que el mundo y todo lo que
hay en él retroceda al fondo, y a permitir que la meta -el fin y Su Amor- venga al primer plano.

(5:1-4) El final es seguro y los medios también. A esto decimos “Amén”. Cada vez que
tengas que tomar una decisión se te indicará claramente cuál es la Voluntad de Dios para ti
al respecto. Y Él hablará por Dios y por tu Ser, asegurándose así de que el infierno no te
reclame y de que cada decisión que tomes te acerque aún más al Cielo.
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Cuando Helen estaba escribiendo el Texto, ocasionalmente pensaba -y esperaba- que estaba llegando a
su fin. Sin embargo, Jesús continuó. En un momento dado ella preguntó: "¿Cómo sabré que esto está
terminando?" y él respondió: "Cuando oigas la palabra, Amén." Recuerda la línea inicial del último párrafo
del Texto: "Y ahora decimos 'Amén'" (T-31.VIII.12:1). Este pasaje, por lo tanto, nos alerta sobre la
conclusión del Libro de ejercicios. Por cierto, Jesús hace lo mismo en el Manual para el maestro, que
concluye con la palabra Amén.

Al principio de nuestro viaje -recuerda que el Libro de ejercicios se normalmente utilizado, y que
básicamente está destinado a ser usado al principio del trabajo de un estudiante con el Curso- creemos
que hay opciones en el mundo que tienen que ser tomadas, y aún no somos conscientes de que solo hay
una verdadera opción: el Espíritu Santo o el ego. Lo que nos lleva a esa toma de conciencia es pedir la
ayuda del Espíritu Santo para las opciones específicas que creemos que tenemos, reflejadas en las palabras
anteriores. A medida que avanzamos en el viaje -lo que significa que experimentamos menos culpa y
menos atracción por el especialismo- nos damos cuenta de que cada vez que hay un problema es porque
elegimos al maestro equivocado. Punto. Un error tan simple requiere una simple corrección-el perdón en
lugar de un ataque, el Espíritu Santo en lugar del ego, el Cielo en lugar del infierno-y su éxito es seguro,
pues ambos medios y fin son el Amor de Dios.

(5:5-6) Así es como hemos de caminar con Él de ahora en adelante, recurriendo a Él para que
nos guíe, nos brinde paz y nos ofrezca una dirección segura. El júbilo nos acompaña.

La verdadera y única alegría en este mundo es regresar a casa, y no podemos regresar a menos que
deshagamos el ego. Así, muchos estudiantes en su trabajo con Un Curso de Milagros pasan por períodos
en los que las cosas parecen empeorar, en los que no hay alegría, y todo lo que conocen es la oscuridad de
la culpa. Sin embargo, eso es un gran paso adelante porque ahora reconocen la oscuridad de la mente.
Antes, pensaban que todo era maravilloso, o que la oscuridad estaba en todos menos en ellos mismos. Sin
embargo, el dolor estalla cuando de repente se dan cuenta: "Yo soy el mal, el mal no está fuera de mí.
Como ahora veo que el problema es mi culpa, soy yo quien tiene que cambiar, no ningún otro". Sin
embargo, la alegría eventualmente llega cuando se dan cuenta de que hay una manera de mirar a la
oscuridad y darse cuenta de que la luz brilla más allá de ella. Esa es el verdadero júbilo y felicidad, que no
vienen del placer de satisfacer las necesidades especiales de uno, sino de darse cuenta de que hay una
esperanza genuina: "Sí, tengo un ego, pero también sé que es una defensa contra una realidad amorosa
que también está en mi mente". Solo en la salvación del Espíritu Santo, por lo tanto, hay esperanza de
verdadero júbilo, que surge al deshacer dulcemente el sistema de pensamiento del ego de ataque y dolor,
como leemos en la quinta característica del maestro de Dios, describiendo el júbilo de seguir la dirección
de su Maestro:

El júbilo es el resultado inevitable de la mansedumbre. La mansedumbre significa que ahora


el miedo es imposible. ¿Qué podría entonces obstaculizar el júbilo? Las manos abiertas de la
mansedumbre están siempre llenas. Los mansos no experimentan dolor. No pueden sufrir.
¿Cómo no van a ser felices? Están seguros de que son amados y de que, por lo tanto, están a
salvo. El júbilo va unido a la mansedumbre tan inevitablemente como el pesar acompaña al
ataque. Los maestros de Dios confían en Él y están seguros de que Su Maestro va delante de
ellos, asegurándose de que no les acontezca ningún daño. Disponen de Sus dones y siguen
Su camino porque la Voz de Dios los dirige en todo. El júbilo es su canto de gratitud… ¡Qué
gozo tan inmenso compartir el propósito de la salvación! (M-4.V.1:1-12,15)

(5:7) Pues nos dirigimos a nuestro hogar a través de una puerta que Dios ha mantenido
abierta para darnos la bienvenida.
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Observé al principio del Epílogo que encontramos este mismo pensamiento encantador en la conclusión
de la clarificación de los términos. Allí la puerta abierta es la antigua que creíamos que estaba cerrada para
siempre cuando la mente escogió en contra del Espíritu Santo. Ahora que regresamos con Él y estamos
al final de la jornada, nos damos cuenta de que la puerta no estaba cerrada en absoluto. Esta, por cierto,
es la misma puerta que Jesús tiene abierta para nosotros, como hemos visto en el siguiente pasaje del
Texto que enfatiza la necesidad de dejar atrás todo juicio, porque de lo contrario nunca sabremos que el
camino de regreso a casa ha permanecido abierto para nosotros por toda la eternidad:

Cristo está en el Altar de Dios, esperando para darle la bienvenida al Hijo de Dios. Pero
ven sin ninguna condenación, pues, de lo contrario, creerás que la puerta está atrancada y
que no puedes entrar. La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí
donde Dios quiere que estés. Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es
como te ama tu Padre. Puedes negarte a entrar, pero no puedes atrancar la puerta que
Cristo mantiene abierta. Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva
no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente. Dios es mi vida y la tuya, y Él no le niega nada
a Su Hijo. (T-11.IV.6).

La palabra Amén aparece por segunda vez:

(6:1-2) A Él le encomendamos nuestros pasos y decimos “Amén”. Continuaremos


recorriendo Su camino en paz, confiándole todas las cosas.

Este camino del milagro significa la perdición del ego. Ya no hacemos el viaje por el mundo con una guía
falsa, sino con el Espíritu Santo, en quien hemos aprendido a confiar más que en nosotros mismos.
Nuestras vidas aquí ahora brillan con el suave resplandor del perdón, y todo se hace seguro mientras
viajamos a casa en paz con el poder del amor a nuestro lado:

... Los maestros de Dios tienen confianza en el mundo porque han aprendido que no está
regido por las leyes que el mundo inventó. Está regido por un poder que se encuentra en
ellos, pero que no es de ellos. Este poder es el que mantiene todas las cosas a salvo.
Mediante este poder los maestros de Dios contemplan un mundo perdonado.

(M-4.I.1:4-7).

(6:3-5) Y esperaremos Sus respuestas llenos de confianza, cuando le preguntemos cuál es la


Voluntad de Dios en todo lo que hagamos. Él ama al Hijo de Dios tal como nosotros queremos
amarlo. Y nos enseña cómo contemplarlo a través de Sus ojos y a amarlo tal como Él lo ama.

Si necesitamos respuestas específicas experimentaremos Su amor como una respuesta específica; pero
nos daremos cuenta con el tiempo que Su Amor es la única respuesta, y que no tiene una forma específica.
Es esta respuesta la que informa nuestras aulas diarias, como nuestro Maestro nos instruye en el perdón
por medio del cual aprendemos a amar al Hijo de Dios como Él lo hace, para que la luz de Cristo pueda
brillar igualmente sobre todos nosotros, sin excepción:

Hazte a un lado y deja pasar al amor, el cual tú no creaste, pero sí puedes extender. En la
tierra eso quiere decir perdonar a tu hermano para que las tinieblas desaparezcan de tu
mente. Una vez que la luz haya llegado hasta tu hermano a través de tu perdón, él no se
olvidará de su salvador ni lo dejará sin absolver. Pues fue en tu rostro donde vio la luz que
quiere mantener a su lado, a medida que camina a través de las tinieblas hacia la Luz
eterna. (T-29.III.4).
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Las líneas finales del Libro de ejercicios son hermosas y profundamente conmovedoras, y las presentaré
sin comentarios. Terminan con la maravillosa frase de los últimos discursos del evangelio de Juan, donde
Jesús dice a sus discípulos: "Nunca te dejaré sin consuelo" (Juan 14:18). Como su última palabra aquí,
Jesús nos recuerda que el Amor del Espíritu Santo tiene una forma específica en nosotros dentro del
sueño, y él es esa forma. Aunque en su mente el viaje ya ha terminado, Jesús no exige nuestra aceptación.
Mientras nos aferramos a nuestro ser individual debemos seguir adelante, sin embargo, no es un viaje
que hagamos solos, ni sin el dulce consuelo de Dios que nos guíe:

(6:6-8) No caminas solo. Los ángeles de Dios revolotean a tu alrededor, muy cerca de ti. Su
Amor te rodea, y de esto puedes estar seguro: yo nunca te dejaré desamparado.

A esto decimos con agradecimiento: Amén.

-o0o-

Apéndice

1. El lugar del Libro de ejercicios en el plan


de estudios de Un Curso de milagros
Uno de los mayores errores que muchos estudiantes de Un Curso de Milagros cometen, a menudo
ocurriendo relativamente temprano en su trabajo pero con la misma frecuencia extendiéndose más allá
de eso, es confundir el Libro de ejercicios con el Curso mismo. Hace muchos años, mi esposa Gloria y yo
hicimos una gira de diez ciudades por Australia, y muy a menudo la gente nos contaba cómo habían
estado trabajando con el Curso durante dos, tres o cuatro años. A través de conversaciones posteriores
con ellos, se hizo obvio que realmente tenían muy poca comprensión de lo que el Curso estaba diciendo.
Descubrimos que lo que querían decir al decir que habían sido estudiantes era que habían hecho el Libro
de ejercicios, y de alguna manera pensaron que ese era el Curso. Muy a menudo, a lo largo de los años,
hemos oído decir a la gente: "Oh, sé de un Curso de Milagros; lo hice el año pasado", y lo que típicamente
querían decir es que hicieron el Libro de ejercicios.

El Libro de ejercicios no es Un Curso de Milagros. Es simplemente una parte del plan de estudios, y
ciertamente no es la enseñanza teórica del Curso. Al principio, Jesús dice que estudiar el Texto es
necesario para que las lecciones del Libro de ejercicios sean significativas. Si quieres saber lo que dice Un
Curso de Milagros y lo que enseña, entonces el Texto es donde tienes que ir, no el Libro de ejercicios. Daré
numerosos ejemplos para ilustrar esto. De hecho, hasta el momento en que el Curso fue publicado,
siempre que Helen, Bill y yo hablábamos del Texto, nos referíamos a él como "el Curso", y el Libro de
ejercicios que simplemente llamábamos "el Libro de ejercicios". Recuerdo haberme sentado con Helen en
su sofá justo antes de la publicación del Curso y haberle dicho que ya no podíamos hacerlo más, porque
los tres libros estaban claramente etiquetados como "Texto", "Libro de ejercicios" y "Manual del maestro".
Sin embargo, siempre tuvimos claro que el corazón de la enseñanza del Curso se encontraba en el Texto.
Si quieres saber lo que el Libro de ejercicios está diciendo en términos de presentar Un Curso de Milagros,
entonces primero debes entender lo que el Texto está diciendo. Esto no significa que tenga que trabajar
con el Texto antes de trabajar con el Libro de ejercicios. El final del Manual del maestro deja claro que no
importa qué libro se haga primero (M-29.1).
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Por lo tanto, como nota de precaución, no confundas lo que dice el Libro de ejercicios con lo que enseña
Un Curso de Milagros. El propósito del Libro de ejercicios, como dice la Introducción, es "entrenar tu
mente para que piense en la dirección que el Texto establece" (LE-in.1:4). El Libro de ejercicios es un
programa de entrenamiento mental. A menudo me gusta referirme a él como el laboratorio. Tal vez
Recuerdas que en la universidad, cuando tomabas un Curso de química, biología o física, había clases
impartidas por el maestro que asignaba tareas, y luego había sesiones de laboratorio que formaban parte
del Curso en sí. Estas sesiones de laboratorio eran donde se ponía en práctica lo que se había aprendido
en las clases. El laboratorio en sí mismo no sería suficiente para enseñarle la materia del Curso. Era una
parte integral del Curso, pero no era un sustituto de lo que el maestro enseñaba o del libro de Texto
presentado. Del mismo modo, sería un error aislar el Libro de ejercicios del Texto. Hay varios lugares en
el Libro de ejercicios, incluyendo la Introducción, donde Jesús deja claro que el Libro de ejercicios es la
aplicación de los principios teóricos presentados en el Texto (ver, por ejemplo, LE-pI.39.1,2; LE-
pI.132.5:3,4; LE-pI.161.6:2).

Uno de los puntos importantes que el Texto nos ayuda a entender, implícito en el Libro de ejercicios, pero
no específicamente declarado allí, es que parte del plan del ego para mantenernos separados de Dios y
nuestra verdadera Identidad como Cristo es convencernos de que no tenemos mente. Si no tenemos
mente, entonces obviamente no sabemos que tenemos una mente, y puesto que el ego descansa en la
mente, como lo hace el Espíritu Santo, no tenemos forma de acceder al problema (la creencia en el sistema
de pensamiento del ego), y ciertamente no tenemos manera de tener acceso a la solución (el perdón del
Espíritu Santo), que deshace el problema.

El propósito del Libro de ejercicios, entonces, es entrenarnos para saber que tenemos una mente, y que
nuestros pensamientos son importantes. Lo más importante de todo es que tenemos una opción. Este es
uno de los temas más importantes de Un Curso de Milagros, un tema importante en todo el Texto, y la
base del Libro de ejercicios: tenemos la opción de escuchar la voz de la mente errónea (el ego), o escuchar
la Voz de nuestras mentes rectas (el Espíritu Santo). Por lo tanto, uno de los principales propósitos del
Libro de ejercicios es entrenar nuestras mentes para que piensen de esa manera y comprendan que
tenemos una opción. Sin los antecedentes y la teoría que proporciona el Texto, los ejercicios del Libro de
ejercicios no tendrán sentido. Una vez más, esto no significa que no podamos hacer el Libro de ejercicios
como un ejercicio de aprendizaje. De hecho, se nos insta a hacerlo, ya sea que entendamos lo que el Libro
de ejercicios está enseñando o no, pero no nos beneficiaremos del currículo completo del Curso sin
entender que el contexto intelectual del Libro de ejercicios es el Texto.

-o0o-

2. Precauciones y directrices
El uso del lenguaje: Forma y contenido

Hay una serie de precauciones que me gustaría mencionar al principio, las cuales, si no son tenidas en
cuenta, pueden llevar a los estudiantes por mal camino, resultando en un malentendido de lo que el Curso
está enseñando. Una precaución tiene que ver con el uso del lenguaje del Libro de ejercicios. Como me
habrás oído decir otras veces, Jesús no siempre es consistente en su uso del lenguaje. Las palabras se usan
de una manera en una parte del Curso y de otra en otras partes. Siempre es estrictamente coherente, por
supuesto, con el contenido o el significado, pero las formas en que se expresa este contenido no siempre
son consistentes.
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Esto es particularmente cierto en el Libro de ejercicios. Un ejemplo claro es que a menudo cuando Jesús
usa el término Dios realmente está hablando del Espíritu Santo. Uno de los ejemplos más claros es la
lección 193: "Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprenda". Al principio de esa lección,
Jesús deja muy claro que Dios no enseña, y no sabe acerca del aprendizaje porque el aprendizaje ocurre
solamente dentro de una mente dividida y dualista. Dios es una Mente de perfecta unidad, y nuestra
Identidad como Su Hijo como Cristo comparte en esa perfecta Unidad. Por lo tanto no hay enseñanza o
aprendizaje en el Cielo, lo que significa que no puede haber enseñanza o aprendizaje en este mundo
viniendo de Dios. Lo que Jesús realmente quiere decir en esa lección es que todas las cosas son lecciones
que el Espíritu Santo quiere que aprendamos, porque es el Espíritu Santo quien es consistentemente, en
los tres libros, referido como nuestro Maestro. Dios no es nuestro Maestro. Una vez más, nuestro Creador
no sabe acerca de la enseñanza y acerca de la necesidad de aprender de Su Hijo.

Las dos lecciones anteriores, "Dios está en todo lo que veo" y "Dios está en todo lo que veo porque Dios
está en mi mente" (LE-pI.29, 30), no son lecciones de panteísmo o de que Dios esté presente en nuestra
mente dividida. Es el propósito de Dios lo que está en nuestra mente dividida, como lo aclara la Lección
29. Este propósito, que es sostenido allí por el Espíritu Santo, es que perdonemos. Eso entonces se
convierte en otra manera de entender que todo lo que percibimos en este mundo puede servir al santo
propósito de recordarnos quiénes somos en verdad y que realmente no estamos aquí, aunque la lección
misma dice "Dios está en todo lo que veo porque Dios está en mi mente".

Hay muchos otros ejemplos de esto en el Libro de ejercicios. Otra lección dice específicamente que
debemos pedirle a Dios que nos diga qué hacer (LE-pI.71.9), aunque una lección posterior del Libro de
ejercicios dice que Dios no sabe lo que pedimos, porque Él no escucha nuestras oraciones (LE-pI.183.7).
En la sección del Manual del maestro "¿Cuál es el papel de las palabras en la curación?" (M-21), Jesús de
nuevo deja muy claro que Dios no escucha palabras, porque las palabras fueron hechas para separarnos
de Él. Lo que hace que nos entendamos, lo que hace que las palabras sean palabras es el hecho de que
vivimos en un mundo dualista. En el Cielo no hay palabras porque solo hay un "sonido", si se quiere; el
"sonido" del Amor que no tiene sonido, forma o melodía. Dios no conoce las palabras, no oye las palabras
ni responde a las oraciones porque hacerlo haría que la ilusión fuera real.

¿Por qué, entonces, Jesús nos dice que debemos preguntarle a Dios? ¿Por qué emplea toda la Parte II del
Libro de ejercicios, Lecciones 221 a 360, dándonos oraciones para que le digamos a Dios Padre, aunque
nos diga en otra parte que el Creador ni siquiera sabe de nosotros? La respuesta es que Un Curso de
Milagros habla de escuchar al Espíritu Santo, quien a lo largo del Curso es descrito como la Voz de Dios.
Date cuenta de que el Espíritu Santo nunca es llamado la Voz de Dios. Él siempre es llamado la Voz que
habla por Dios. Jesús fue muy claro sobre eso con Helen (unas cuantas veces Helen escribió mal La Voz
de Dios) porque Dios no tiene una voz. Es el Espíritu Santo quien es descrito como la Voz que habla por
Dios, aunque Él no sea la Voz de Dios literalmente. Sin embargo, se nos pide repetidamente,
especialmente en el Libro de ejercicios, que pidamos ayuda a Dios. Y de nuevo, en la Lección 71 se nos
pide específicamente que le preguntemos a nuestro Padre qué debemos hacer, y luego esperar en silencio
su respuesta.

En otras palabras, no debemos tomar lo que el Curso dice literalmente en términos de forma, porque si lo
hacemos, encontraremos tantas inconsistencias que estaremos tentados a tirar el libro. Necesitamos
aprender que Jesús no estaba apegado a la forma. Eso, entre otras cosas, enloqueció a Helen, porque
estaba muy preocupada por la forma. Todo tenía que ser correcto y consistente. Era bastante claro para
ella que esto era una cosa del ego, y que no era así como Un Curso de Milagros estaba destinado a ser.

En resumen, entonces, en el nivel de la forma, se pueden encontrar docenas y docenas de inconsistencias


y declaraciones contradictorias, pero no en el nivel del contenido. Es extremadamente importante que
seas consciente de esto cuando trabajes con el Libro de ejercicios. Si estás comenzando con el Curso y
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comenzando con el Libro de ejercicios, lo más probable es que no te des cuenta de esto o ni siquiera lo
pienses. Pero a medida que tu trabajo con el Curso se profundiza con el paso de los años, probablemente
te quede claro que sus palabras no siempre deben ser tomadas literalmente. Muchas de estas afirmaciones
deben ser tomadas como metáforas y, específicamente, como metáforas que están destinadas a ser
entendidas en el mundo dualista que creemos que habitamos. Esto me lleva al siguiente punto importante,
el Espíritu Santo, que nos llevará más a la teoría del Curso.

El Espíritu Santo: Amigo, no enemigo

Uno de los elementos clave en el sistema de pensamiento del ego -el elemento, de hecho, que conduce
directamente a la creación del universo físico- es que el Espíritu Santo es nuestro enemigo, sin mencionar
a Aquel por Quien Él habla. Esta creencia es el resultado inevitable de nuestra culpabilidad, que viene de
la creencia de que hemos pecado contra nuestro Creador, habiéndole arrebatado Su realidad, poder, y
Mente; en verdad, arrebatando Su misma vida. Todo esto ha dejado sin vida al Todopoderoso, lo que
significa que nuestra existencia ha sido construida sobre Su cadáver moribundo. El pecado consiste en
que hemos cometido este acto horrible, con la culpa como resultado igualmente horrible. Esto a su vez
puso en movimiento el aterrador pensamiento de que ahora Dios se levantará de la tumba y nos destruirá.
El cuarto y último obstáculo para la paz es el temor de Dios, el temor de Su ira, que el ego nos dice es
inevitable. Para evitar esa ira, abandonamos la mente y fabricamos un cosmos en el cual escondernos. El
pensamiento del pecado está enterrado en nuestras mentes, y el propósito del mundo y del cuerpo es
protegernos de este pensamiento que significa nuestra destrucción segura. La falta de mente, por lo tanto,
es la principal defensa del ego y su salvación.

Al experimentarnos en este mundo como seres físicos y psicológicos, no estamos en contacto con el
pensamiento devastador que descansa en el fondo de nuestras mentes. El ego nos dice que si alguna vez
entramos en ella, un Dios maníacamente vengativo estará allí, listo para abalanzarse sobre nosotros y
destruirnos, quitándonos la vida que le robamos. Esto significa que ya no tendremos vida, que es el
significado de la muerte en el sistema del ego: castigo por el pecado.

Para evitar este horrible fin, creamos el mundo y nos descerebramos. El pensamiento que subyace a
nuestra identificación con este mundo, nuestra inversión en él y preocupación por el cuerpo como
enfermo o bien, feliz o triste, es el terror de que si volvemos a la mente, despojándonos del cuerpo, Dios
nos atrapará porque Él es nuestro eterno Enemigo. El Espíritu Santo, por lo tanto, también debe ser
nuestro enemigo, puesto que dentro de nuestro sueño de separación, Él habla por Dios. Este pensamiento
demente sostiene el mundo y nuestra existencia dentro de él.

Una parte esencial del programa de entrenamiento mental, por lo tanto, es enseñarnos que hay otra
manera de ver al Espíritu Santo. Primero tenemos que aprender que hay un Espíritu Santo, una presencia
amorosa del amor de Dios en nuestras mentes. Es útil pensar en la Voz de Dios como el recuerdo de
nuestra Fuente que llevamos con nosotros a nuestro sueño cuando nos dormimos y comenzamos a soñar
la terrible pesadilla del pecado, la culpa y el temor: robarle a Dios, ser abrumados por nuestro odio a
nosotros mismos, y temerosos del castigo que creemos que vendrá de Él. La corrección para este horror
es el recuerdo de quiénes somos en verdad como hijos de Dios. Sin embargo, este recuerdo ha sido
enterrado en la mente, al igual que el pensamiento del pecado, la culpa y el miedo. Así que se nos tiene
que enseñar que hay una mente, y que contiene los pensamientos de separación y Expiación, siendo ese
Pensamiento el perdón del Espíritu Santo.
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Puesto que el Libro de ejercicios es el vehículo de entrenamiento mental del Curso, una parte esencial del
Libro de ejercicios es enseñarnos que en realidad hay un Espíritu Santo presente dentro de nosotros, y
que Él es nuestro Amigo y no nuestro enemigo. No solo el Espíritu Santo es nuestro amigo, sino que Su
Fuente, Dios mismo, es nuestro amigo. Siempre es útil tener en mente que Jesús, nuestro hermano
mayor, nos habla como si fuéramos niños pequeños, porque espiritualmente lo somos. No importa que
tan viejos pensemos que somos cronológicamente, o cuán maduros socialmente, físicamente y
psicológicamente; en un nivel espiritual somos apenas infantes. Entonces, con amor y gentileza, nuestro
maestro nos habla en el nivel que podemos entender.

El pensamiento clave que nos ancla en este mundo de ilusión es que si Dios nos encuentra, nos destruirá;
si el Espíritu Santo nos encuentra, nos engañará; si tomamos la mano de Jesús, nos llevará al olvido de
nuestra identidad personal. Es por eso por lo que necesitamos un programa de entrenamiento mental que
enseñe que Ellos son todos nuestros Amigos; de hecho, nuestros únicos Amigos. Por lo tanto, hay un
énfasis en el Libro de ejercicios en hablar con el Espíritu Santo. Recuerda la lección 49: “La voz de Dios
me habla durante todo el día". Si fuiste criado en la tradición judía, se le enseñó que la última vez que Dios
habló fue al profeta Malaquías. Si usted fue criado como protestante o católico, se te enseñó que la última
vez que Dios realmente habló fue cuando "escribió" la Biblia. Puede haber algunas personas especiales
que, en virtud de su especialismo, sienten que Dios les habla, pero no habla con nadie más.

A la luz de esto, uno de los propósitos del Libro de ejercicios es enseñarnos que este no es el caso. Dios no
tiene favoritos porque no hay nada especial en el Cielo, a diferencia de este mundo que nació del
especialismo. Dios nos habla a todos de la misma manera porque todos somos iguales. Todos somos uno
con Él. Un enfoque principal del Libro de ejercicios es que reconozcamos que existe esta Presencia del
Espíritu Santo en nuestras mentes, una Presencia amorosa, una Presencia que se preocupa por nosotros.
Así como un hermano mayor consolaría a un hermano menor que está aterrorizado de un padre iracundo,
así también Jesús nos consuela a nosotros, sus amados hermanos, que también estamos aterrorizados de
un padre iracundo. Sin embargo, es un Padre iracundo que inventamos, y así nos enseña, como un
hermano mayor le enseñaría a un hermano o hermana menor: "No te enfades. Papá no está enfadado
contigo. Él te ama. Papá no te va a castigar, lo que significa que puedes poner tu futuro en sus manos.
Puedes preguntarle a papá qué hacer, y él te lo dirá. Puedes preguntarle a la voz de papá qué hacer, y él te
lo dirá". Y así sucesivamente. Una vez más, hay muchos lugares en el Curso en los que Jesús deja claro
que Dios ni siquiera sabe de nosotros, pero eso no ayuda a aquellos que están empezando a hacer su
camino a casa.

Un aspecto muy impresionante de Un Curso de Milagros es que está escrito en muchos niveles diferentes
al mismo tiempo. No importa dónde estemos en la escalera espiritual de la Expiación, al principio o cerca
de la cima, encontraremos algo en ella que nos ayudará. Las enseñanzas en el Curso de que Dios no sabe
de nuestra existencia individual, y mucho menos nos habla, que Él no sabe de un mundo que no existe,
todo esto corresponde al final del viaje. La mayoría de nosotros no estamos cerca de eso, y por lo tanto
necesitamos una enseñanza que nos encuentre donde estamos en la escalera.

Para resumir, aunque no hay nada en Un Curso de Milagros que dicte cuándo se debe hacer el Libro de
ejercicios, en general la idea es que los estudiantes hagan el Libro de ejercicios relativamente pronto en su
trabajo con el Curso. Esta no es una regla absoluta, y si tú te sientes guiado personalmente para hacerlo
de manera diferente, o para hacerlo al revés, eso es lo que debes hacer. No obstante, creo que es seguro
decir que debido a la forma en que está escrito el Curso, incluyendo los ejercicios de entrenamiento, el
Libro de ejercicios típicamente debe ser hecho en una etapa razonablemente temprana en el viaje con el
Curso.

Hay que reconocer que hay un fuerte énfasis en el Curso en ver a Dios y al Espíritu Santo como
involucrados con nosotros, que nuestro Maestro nos envía situaciones o personas, o nos envía a personas,
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aunque en realidad Él no hace tal cosa. Ya que todo está en nuestras mentes, lo que significa que
literalmente no hay un mundo fuera de nuestros pensamientos, uno de los ejes centrales de las primeras
lecciones, ¿por qué el Espíritu Santo haría cosas en el mundo? Sin embargo, Jesús dice eso en muchos
lugares, especialmente en el Libro de ejercicios, porque esa es frecuentemente nuestra experiencia. Sin
embargo, nuestros egos inconscientes nos hacen creer que la actividad del Espíritu Santo en el mundo es
punitiva debido a nuestra culpa, y por eso necesitamos una corrección en ese nivel que nos lo diga: "Sí, el
Espíritu Santo está involucrado en tu vida, pero es una participación amorosa. Él es tu Consolador, Amigo
y Maestro, y no te hará daño". No sería útil para nosotros, niños espirituales, en un estado perpetuo de
terror, aunque no lo sepamos, que nos digan que el Espíritu Santo no está involucrado en nuestro mundo
en absoluto. Eso nos aterrorizaría aún más. Imagínate a ti mismo como un niño pequeño al que tu
hermano mayor, Jesús, le dice: "No es que papá no esté enfadado contigo, ni siquiera sabe de ti". Debido
a que esta no sería una declaración reconfortante, Jesús en su mayor parte no nos dice eso. A veces lo
hace, pero este no es el enfoque central de su enseñanza. Cuando estemos listos para escuchar la verdad
prístina y no dualista, de repente nos daremos cuenta de lo que este Curso está diciendo realmente.

El Libro de ejercicios no es el Curso

Esto lleva a otra precaución, que he mencionado al principio. Debido a que el Libro de ejercicios se suele
hacer relativamente pronto en el trabajo con el Curso-y podemos definir "relativamente pronto" como de
uno a veinticinco años-uno es propenso a confundir el Libro de ejercicios con el Curso. Uno puede pensar
que debido a que "la Voz de Dios me habla durante todo el día" (LE-pI.49), escucho la Voz de Dios durante
todo el día, olvidando la línea aleccionadora en el Manual del maestro que dice que "muy pocos pueden
escuchar la Voz de Dios...". (M-12.3:3); olvidando, también, las enseñanzas importantes que
encontramos mucho más en el Texto que en los otros dos libros, que el Espíritu Santo no está involucrado
con los efectos (por ejemplo, T-27.VIII.9). Él no está involucrado con el mundo, sino con nuestros
pensamientos. La gente tiende a trabajar solo con el Libro de ejercicios porque es más fácil de leer y su
mensaje tiende a ser más positivo que el del Texto. No hay, por ejemplo, nada en el Libro de ejercicios
sobre las relaciones especiales o las leyes del caos, y muy pocas referencias al asesinato o al odio. Es el
Texto donde se encuentran estos pasajes de forma destacada.

En resumen, los estudiantes a menudo cometen el error de pensar que el Libro de ejercicios es el corazón
de Un Curso de Milagros, mientras que es simplemente un programa de entrenamiento de un año. Al
final del Libro de ejercicios se encuentran estas palabras desconcertantes: "Este Curso es un principio, no
un fin" (LE-ep.1:1). Puede ser tentador creer que cuando llegue el día 365, los cielos se abrirán en
bienvenida y el Espíritu Santo descenderá y nos pondrá una medalla proclamando que ahora somos un
maestro avanzado de Dios y que debemos ir a salvar al mundo. Y luego nos decepciona ver que no pasa
nada.

Una observación final: como programa de capacitación de un año, el Libro de ejercicios no tiene que
hacerse más de una vez, a menos que, por supuesto, tu guía interna así lo indique. Además, el hecho de
haberlo hecho "una sola vez" no significa que no puedas leerlo más de una vez. Es un libro extraordinario,
y ciertamente vale la pena leerlo y releerlo. También debo señalar que las introducciones son una parte
importante de la pedagogía del Libro de ejercicios: la introducción al Libro de ejercicios en sí, así como las
introducciones a las lecciones de revisión, y en la Parte II. En estas introducciones, Jesús nos habla más
directamente sobre la naturaleza y el propósito del Libro de ejercicios, y cómo evitar caer en ciertas
trampas.
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El Libro de ejercicios: Un programa de entrenamiento mental

Volviendo a la idea de que el Libro de ejercicios es un programa de entrenamiento mental, necesitamos


reconocer que la mente que Jesús está re-entrenando no sabe prácticamente nada. Él continuamente se
refiere a nosotros como niños pequeños porque los niños pequeños no entienden el mundo.
Contrariamente a muchas enseñanzas de la Nueva Era, Jesús no ve a los niños como seres sabios y cuasi
angélicos que son ejemplos de sabiduría, bendición e inocencia. Todo lo contrario. Él ve a los niños como
criaturas exigentes que necesitan ser enseñadas, porque no reconocen la naturaleza ilusoria del mundo.
A lo largo de su Curso, Jesús es el hermano mayor que enseña a sus hermanos pequeños la naturaleza de
la realidad, distinguiéndola de la ilusión. Pero como cualquier maestro o hermano amoroso, él enseña en
el nivel que podemos entender, y así nos habla como si hubiera un Espíritu Santo o un Padre amoroso
que está directamente involucrado con nuestras vidas físicas. Identificados con el ego, creemos que Ellos
están involucrados con nosotros, pero como un Padre o Maestro cruel que nos castigaría y destruiría. Es
por eso por lo que este pensamiento tiene que ser corregido dulcemente antes de que pueda ser
reemplazado. Mantiene nuestra obstinada insistencia en que el mundo y el cuerpo son realidad. Explica
por qué gran parte del Curso, y del Libro de ejercicios en particular, se desarrolla a ese nivel.

No puedo decir esto con suficiente frecuencia: se trata de un libro de entrenamiento mental. Su propósito
es entrenar nuestras mentes para que piensen diferente. Ya que hemos pensado erróneamente en Dios,
en el papel del Espíritu Santo y en nosotros mismos, necesitamos una corrección. Una vez más, Es por
eso por lo que Jesús habla de Dios y del Espíritu Santo como específicamente involucrados con nosotros,
pero esta no es la enseñanza general de Un Curso de Milagros, que se encuentra en el Texto. Con muy
pocas excepciones, no encontramos en el Libro de ejercicios los pasajes sangrientos que describen la fea
naturaleza del sistema de pensamiento del ego.

Estoy enfatizando este punto para que no confundas tu trabajo con el Libro de ejercicios con tu trabajo
con Un Curso de Milagros como un todo. Esta es la obra de toda una vida, y a medida que lees el Texto y
profundizas en sus enseñanzas, a medida que tus experiencias de perdón aumentan, empiezas a
vislumbrar el verdadero mensaje de Jesús, que es mucho más de lo que pensabas al principio. Así que,
por favor, no tomes el Libro de ejercicios por sí solo. Es un libro brillante, de forma y contenido, pero no
es la suma y sustancia de las enseñanzas del Curso.

El Libro de ejercicios como prueba proyectiva

Otro aspecto del Libro de ejercicios que es útil ver es que es como una prueba proyectiva. Las pruebas
proyectivas son administradas por psicólogos a sujetos o pacientes a los que se les pide que proyecten sus
propios pensamientos y percepciones sobre diversos objetos. El más famoso de ellos es el test de la
mancha de tinta de Rorschach, una serie de diez manchas de tinta ideadas por el psiquiatra suizo Herman
Rorschach a principios del siglo XX. Su idea era entender mejor cómo sus pacientes se percibían a sí
mismos y al mundo, y su relación con él. Su monografía original sigue siendo la mejor presentación de la
prueba. A Rorschach no le interesaba estudiar patología, sino cómo percibía la gente en general. Hizo
cientos de manchas de tinta, y finalmente eligió las diez que pensó que funcionarían mejor para su
propósito. Algunas cartas eran en blanco y negro, mientras que otras tenían color. Todas carecían
esencialmente de una forma específica, y Rorschach estaba más interesado en cómo se veían los estímulos
(contenido), que en lo que se veía (forma).
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La idea central de las pruebas proyectivas, por lo tanto, es presentar a los sujetos con un estímulo y luego
ver sus respuestas. Al analizar estas respuestas, el psicólogo tiene una mejor idea del proceso de
pensamiento del sujeto. Mi punto aquí es que podemos ver nuestras reacciones al Libro de ejercicios de
la misma manera. El mayor valor de repasar los ejercicios del Libro de ejercicios no tiene nada que ver
con la parte específica de entrenamiento mental, aunque esto es claramente importante. La verdadera
sanación radica en nuestra capacidad de monitorear nuestras respuestas a estos ejercicios, como explicaré
a continuación.

El enfoque compulsivo

Encontramos que muchos estudiantes se esfuerzan por hacer el Libro de ejercicios perfectamente: "Voy a
ser el mejor estudiante del Curso. Haré el cuaderno perfectamente, obedeciendo al pie de la letra. Cuando
Jesús dice que debo pensar en Dios seis veces por hora, ¡lo haré!". Algunos estudiantes incluso compran
relojes con alarma, el propósito es que cuando la hora llegue a las doce o lo que sea, no se olviden de hacer
su lección del Libro de ejercicios, perdiéndose totalmente de lo que se trata el entrenamiento mental del
Libro de ejercicios. Su propósito es entrenar nuestras mentes a querer pensar en Dios, a verlo a Él y al
Espíritu Santo como nuestros Amigos para que podamos pasar tiempo con Ellos, estar con Ellos, e ir a
Ellos cuando estemos en problemas. Sin embargo, nuestras mentes no están entrenadas de esa manera.
Usar una alarma para recordarte que tienes que hacer los ejercicios ataca este propósito, porque en
realidad estás eludiendo este entrenamiento.

Apoyando esta necesidad de ser perfecto está la idea, consciente o no, de que Jesús está sentado en el
Cielo con una tarjeta de puntuación que nos sigue la pista, anotando cuántas veces olvidamos su santa
palabra. Tenemos que hacer su Libro de ejercicios perfectamente para que no se enoje con nosotros. Esto
significa que hemos caído presa del pensamiento subyacente que mencioné antes, que Dios, el Espíritu
Santo y Jesús están enojados. Por qué? Porque somos miserables pecadores que le hemos dado la espalda
a Su Amor. Y así, aquí está este libro sagrado que nos dio Jesús, y estamos aterrorizados de que lo vamos
a traicionar, como lo hicimos con Dios en el instante original. Olvidaremos la frase sagrada del título de
la lección, tal vez incluso olvidemos que hay una lección. Muchas personas que se enorgullecen de tener
buena memoria de repente se dan cuenta de que tienen los comienzos de una enfermedad senil, porque
ni siquiera pueden recordar una frase. Pueden recordar docenas de números de teléfono, pero cuando se
trata de cinco, seis o siete palabras, sus mentes están en blanco.

Es este gran temor de fallarle al Amor de nuevo lo que lleva a muchos estudiantes a esforzarse
poderosamente para hacer las lecciones perfectamente. Cuando te encuentres cayendo en esta trampa,
recuerda que la premisa oculta es que eres un terrible pecador, y la culpa te está enseñando que si no
tienes cuidado, Dios te atrapará. Para prevenir Su ira, haces un trato con Él, que es nada menos que el
trato especial que todos hicimos con nuestro Padre enfadado: si nos comportamos correctamente, somos
buenos niños y niñas (por ejemplo, hacemos el Libro de ejercicios de Jesús perfectamente), Él verá
nuestra bondad e inocencia, tendrá misericordia y no nos castigará. Esto es lo que subyace a la necesidad
de que los estudiantes sean perfeccionistas cuando se trata del Libro de ejercicios.

Podemos ver, entonces, cómo el Libro de ejercicios puede ser muy útil como técnica proyectiva o recurso
de aprendizaje. Obsérvate a ti mismo interactuar con el Libro de ejercicios, al querer hacerlo sin
equivocarte. Curiosamente, muchas personas vienen al Curso de entornos fundamentalistas o de otros
trasfondos religiosos estrictos, donde se les enseñó que si no realizas los rituales de Dios, Él te castigará.
Ya sea que hayas sido criado como judío, protestante o católico, la idea era que si no heces lo que Dios, la
Biblia, tu rabino, ministro o sacerdote te dijo que hicieras, Dios se enfadará. Mucha gente deja todo eso
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porque se dan cuenta de su locura: que Dios no piensa de esa manera. Luego vienen a Un Curso de
Milagros y transfieren su antiguo entrenamiento y hacen lo mismo. Ven el Libro de ejercicios como una
serie de rituales que deben ser realizados religiosamente. Sin embargo, Jesús deja muy claro que el ritual
no es su objetivo. El Libro de ejercicios está muy estructurado, pero no está pensado para ser abordado
como un ritual o simplemente como otra serie de deberes.

Otra forma de esta dinámica es decidir que no pasará a la Lección 2 hasta que haga la Lección 1
perfectamente. Hace muchos, muchos años, durante el primer año de la publicación del Curso, de hecho,
un grupo de personas que estaban trabajando con el Curso vino una tarde a mi casa a hacerme preguntas.
Entre ellos había un joven muy sincero y estudioso que orgullosamente proclamó al grupo, incluyéndome
a mí, que había estado trabajando con el Libro de ejercicios 28 días y que aún estaba en la Lección 1, pero
que lo iba a conseguir absolutamente perfecto. De nuevo, esto pasa por alto el punto del entrenamiento
de la mente. Es la misma mentalidad: "Tengo que hacerlo bien." Te aseguro que si pudieras hacer la
Lección 1 perfectamente, no tendrías que hacer las otras 364 lecciones y no tendrías que estudiar el Texto.
No tendrías que hacer nada con este Curso. Recuerda de nuevo que el Libro de ejercicios está destinado a
las personas que empiezan el viaje. Jesús está asumiendo que somos niños muy pequeños que son nuevos
en los caminos de la salvación, y por eso no espera que seamos perfectos. Él deja muy claro en el Libro de
ejercicios cuán indisciplinadas son nuestras mentes realmente.

Por lo tanto, no tienes que hacer la lección perfectamente. Como regla general, sugiero que si pasas un día
y sientes que verdaderamente no hiciste la lección, quizás podrías pasar otro día o dos, como máximo, en
esa lección y luego seguir adelante. Si al tercer día, más o menos, sigues experimentando dificultades, lo
más probable es que haya una gran resistencia en ti. Lo peor que puedes hacer en ese momento es luchar
contra ello. Simplemente asume que hay algo en esa lección que te está asustando y causando el bloqueo.
Lo mejor, entonces, es pasar a la siguiente lección. Cualquiera que sea el obstáculo, puedes estar seguro
de que volverá a salir a la superficie, no solo más adelante en tu trabajo con el Libro de ejercicios, sino
años después en tu trabajo con el Curso. No quieres luchar contra esto, y no tienes que hacerlo
perfectamente.

Otra cuestión que surge en este contexto es que a veces nos preguntamos si una lección está teniendo
algún efecto cuando no sentimos nada mientras la estamos haciendo. Realmente no hay forma de saber
si nos está ayudando o no, porque somos las últimas personas en el mundo que lo sabrían. Esto es lo que
Jesús quiere decir en el Texto cuando dice: "Algunos de vuestros mayores avances los habéis juzgado
como fracasos, y algunos de vuestros retrocesos más profundos los habéis evaluado como éxitos" (T-
18.V.1,6). Es mejor no tratar de evaluar tu propio trabajo. Hazlo lo mejor que puedas. Lo que quieres
aprender de hacer el Libro de ejercicios es que la salvación no es un gran problema, y que su
deshacimiento es suave y gentil. De lo contrario, se corre el riesgo de hacer muy real el error del ego.

El enfoque de la feliz amenaza

La otra cara de la moneda tiene que ver con que la gente sea totalmente desordenada con el Libro de
ejercicios, omita las lecciones, haga una lección de la manera que quiera, o simplemente se olvide por
completo de la lección. Esto es también una expresión de miedo y culpa. La gente compulsiva quiere ser
perfecta para que Dios no se enoje con ellos y los perdone. El lado opuesto a la misma moneda de la culpa
es la esperanza mágica de los estudiantes de que al olvidarse del Libro de ejercicios, Dios se olvidará de
ellos: el mismo pensamiento de pecado, culpa y temor al castigo de Dios, pero en una forma diferente. Por
lo tanto, la esperanza es que si pudieran poner una niebla alrededor de sí mismos en el Libro de ejercicios,
no solo los protegerá de la amenaza del Libro de ejercicios para su ego, sino también de Dios.
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No juzgarse a uno mismo

Una vez más, lo más importante es observarse a uno mismo haciendo el Libro de ejercicios sin juzgarse
al ver cuán rápido olvidamos. Cuando Jesús dice que pienses en Dios cada hora, mira cuántas horas pasan
sin que pienses en Él. Cuando dice que pienses en Dios seis minutos cada hora, observa cuán rápido pasa
se tiempo sin siquiera pensar en la meta de tu salvación. Cuando la lección dice que hay que comenzar un
día pasando quince minutos con Dios, nota sin juicio cuán rápido permites que el mundo te afecte,
"causando" que se te olvide, o si no lo haces, viendo cómo miras el reloj, esperando a que los quince
minutos terminen.

Si pudieras pensar en Dios a lo largo del día, te aseguro que Un Curso de Milagros no es para ti; estás
mucho más allá de eso. Como estudiante del Curso, debes comenzar con la premisa de que Dios es la
última Persona en la que quieres pensar, el Espíritu Santo es la última Persona que quieres que sea tu
Maestro, y Jesús ciertamente es la última persona en el mundo con la que quieres conectarte, porque si
realmente quisieras que estuviera contigo todo el tiempo, él estaría contigo todo el tiempo. Entonces,
experimentarías su amor constantemente, permitiendo que este amor se extendiera a través de ti a todos,
sin excepción. Y de nuevo, no necesitarías su Curso. Jesús no espera que lo acojamos con los brazos
abiertos, ni que acojamos su Texto o su Libro de ejercicios. Y ciertamente no espera que creamos
realmente que somos el único Hijo del Padre que nos ama. Si realmente creyéramos todo esto, ni siquiera
estaríamos aquí.

Cuestiones no resueltas con Dios, el Espíritu Santo, Jesús

Recuerda, el pensamiento que subyace en el universo físico y en nuestra aparente existencia en él es que
Dios va a alcanzarnos, condenándonos a la aniquilación. Si creemos que Dios nos atrapará, ciertamente
creemos que el Espíritu Santo es el general de Dios, enviado al campo de batalla de nuestras mentes para
destruirnos. Las lecciones del Espíritu Santo, por lo tanto, no son a lo que queremos dedicar nuestro
tiempo, ni es a Él a quien queremos como nuestro Maestro.

Es por eso por lo que necesitamos un programa de entrenamiento mental que nos discipline para pensar
diferente, aprendiendo que tenemos la opción de ver al Espíritu Santo como nuestro enemigo o Amigo.
Pero se nos tiene que enseñar esto porque no lo creemos. Podemos decir que el propósito del Libro de
ejercicios es enseñarnos lo que no sabemos. Si tomas una clase en la universidad, y el primer día le dices
al maestro que no tú tienes que hacer las tareas o asistir al laboratorio porque lo sabes todo, el maestro
estaría justificado en preguntar qué estás haciendo yendo a esa clase. Bueno, Jesús estaría justificado en
decir lo mismo. Si crees que puedes escuchar al Espíritu Santo así, te aseguro que no necesitas este Curso,
cuyo propósito es ayudarte a entender cuán aterrorizado estás de tu Maestro, cuánto lo odias porque Él
representa el Amor en el que crees que has pecado. Antes de que puedas llegar más allá de esto al Amor
que ambos tienen y son, primero debes mirar los pensamientos de tu ego sobre ti mismo, el Espíritu Santo
y Dios. El Libro de ejercicios, entonces, es la ayuda que comienza este proceso de desaprender el sistema
de pensamiento del ego.

Para decirlo de otra manera, necesitamos observarnos a nosotros mismos en relación con el Libro de
ejercicios y ver cómo actuamos en nuestros asuntos especiales, tal como lo hacemos con las personas con
las que vivimos y trabajamos. No hay diferencia. Prácticamente todos en el mundo occidental, incluyendo
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la mayoría de las personas que trabajan con Un Curso de Milagros, tienen problemas sin resolver con
Jesús. Esa es una de las razones por las que su identidad como autor del Curso es tan manifiesta: nos
permite proyectarnos en él para que podamos dejar ir nuestra culpa. En otras palabras, casi todos tienen
un problema de autoridad con Jesús. Tendría que ser así porque el mundo es la expresión de nuestro
problema de autoridad con Dios: "Que es el autor de mi realidad: Dios o yo?" Si es Dios, mi ego está fuera
del negocio y su sistema de pensamiento de separación es una mentira. Pero si yo soy el autor de mi
realidad, eso saca a Dios del cuadro. Es una cosa o la otra. Para escapar de esta idea de que usurpamos el
lugar de Dios en el trono es por lo que hicimos este mundo, que se convierte en la encarnación del
problema de la autoridad. Lo que se desprende de esto es que si Jesús es un símbolo en el mundo
occidental del Amor de Dios, y nosotros como estudiantes del Curso creemos que este Curso vino de él,
es lógico que actuaremos con el autor del Curso exactamente como actuamos con el Autor de nuestra
realidad.

Hay un número de maneras diferentes en las que actuamos con nuestros problemas de autoridad. Una es
matar a la autoridad, y todos lo hemos hecho de una forma u otra. Podríamos trabajar con el Curso y
desafiar lo que dice y discutir con él. O podemos tomar lo que dice el Curso y cambiarlo. Esa es una manera
más sutil, para que el Curso no diga lo que dice; dice lo que nosotros decimos que dice. Si la autoridad
dice: "Haz esta lección del Libro de ejercicios y piensa en Dios cinco minutos de cada hora", podemos
manifestar nuestro problema de autoridad no haciéndolo cinco minutos de cada hora, sino cuatro y
medio, o dos y medio, o saltando unas pocas horas. Esto golpea con el dedo a la autoridad, diciendo: "No
me someteré a ti. No me digas lo que debo hacer con mi día". Esto obviamente nos pone en gran conflicto,
porque hay otra parte de nosotros que obviamente respeta la autoridad del Curso, de otra manera no
estaríamos estudiándolo. A su vez, esto nos pone en conflicto con nosotros mismos en el sentido de que
la parte de nosotros que verdaderamente sabe que este mundo no es nuestro hogar también sabe que no
podemos dejar este mundo sin ayuda, y que Jesús, específicamente su Curso, representa esa ayuda. Por
lo tanto, hay una parte de nosotros que quiere esa ayuda, y una parte que al mismo tiempo está
aterrorizada por esa ayuda. Todos compartimos este conflicto, y podemos aprender a identificar el
conflicto dentro de nosotros mismos al ver cómo manejamos el Libro de ejercicios.

Otra expresión del problema de la autoridad es hacer exactamente lo que la autoridad quiere que tú hagas.
Este es el ya mencionado compulsivo que hará el Libro de ejercicios perfectamente. En este caso, todavía
está la parte que odia a la autoridad, pero que le tiene miedo. Lo odiamos porque es más fuerte, más
poderoso y más sabio. Hay otra parte de nosotros que tiene aún más miedo de que nos castigue si no
hacemos lo correcto, y por eso es mejor que hagamos lo que dice. Es entonces cuando Un Curso de
Milagros se convierte en una religión, y simplemente transferimos todos los rituales que aprendimos
cuando éramos niños al Libro de ejercicios, que ahora se convierte en la Biblia, estableciendo los rituales
que deben regir nuestras vidas.

Una vez más, ver cómo tratamos con el Libro de ejercicios puede ser una especie de prueba proyectiva
para ayudarnos a ver cómo tratamos con Jesús, el Espíritu Santo, Dios y, de hecho, todas las figuras de
autoridad.

La manera "correcta" de hacer el Libro de ejercicios

P: Usted ha mencionado todas las diferentes maneras de tratar con el Libro de ejercicios, pero no ha
dicho nada en absoluto sobre la manera normal o apropiada de hacerlo.
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R: La forma "correcta" de hacer el Libro de ejercicios es hacerlo exactamente como lo haces tú: como un
ego plenamente desarrollado, que es lo que somos, y en lugar de avergonzarnos de ello, simplemente
observarlo en acción. Todo el mundo tiene un problema de autoridad. Si no lo tuviérmaos, no estaríamos
en este mundo. En el Texto, Jesús dice que el problema de la autoridad es "la raíz de todo mal" (T-
3.VI.7:3), que es otra manera de decir que es la raíz de todo pecado. Todos aquí están compitiendo con
Dios, como lo señala la Lección 13. No hay una manera normal de hacer el Libro de ejercicios porque
nadie aquí es normal. La gente normal no hace el Libro de ejercicios porque la gente normal no viene a
este mundo. Y así, la manera "normal" es hacer el Libro de ejercicios como dice, y luego observar cómo
tratas de cambiar las reglas. Puede que tengamos demasiado miedo de romper las reglas, pero
seguramente no puede haber nada malo en cambiarlas un poco, nos decimos a nosotros mismos. Pero
esa pequeña alteración es suficiente para mantener la distancia entre nosotros y Dios. En realidad hay
muy pocas reglas en el Libro de ejercicios, pero una de ellas es no hacer más de una lección al día. Qué
tentador puede ser entonces hacer dos al día.

Hace muchos, muchos años Gloria y yo estábamos visitando a Bill Thetford y Judy Skutch en California,
y asistimos a una reunión semanal del Curso. En algún momento, una joven le dijo con orgullo al grupo
que había encontrado la manera de hacer todo el Libro de ejercicios en un día. Tomó las 365 lecciones y
las dividió por el número de horas y minutos del día, y procedió a hacer todo el Libro de ejercicios en
veinticuatro horas. Todavía recuerdo el silencio aturdido en la habitación. Bill mantuvo la cabeza baja. Yo
también mantuve la mía baja, pero en un momento dado le eché un vistazo, como hizo conmigo. Nadie
dijo nada. La pobre señora tenía tanta prisa por alcanzar la salvación que no leyó la primera página que
dice no hacer más de una lección al día.

Este es un ejemplo extremo, pero podemos sorprendernos haciendo algo similar, si no en la forma,
ciertamente en el contenido de alterar las reglas. Tenemos que darnos cuenta de que esa es solo otra
manera de decirle a la autoridad: "Te daré algo de mi día, pero no todo". De nuevo, si estamos haciendo
el Libro de ejercicios sinceramente, las posibilidades son bastante altas de que creamos que Jesús o el
Espíritu Santo nos dio el Curso, y que no vino de una fuente terrenal. Significa que le tenemos suficiente
respeto para que decidamos dedicarle tiempo y energía para aprender de su mayor sabiduría. Pero
necesitamos vernos a nosotros mismos tratando de hacer tratos con esta mayor sabiduría, como lo hemos
hecho con Dios.

Todas las religiones formales han hecho lo mismo. Tener un ritual es una manera de decir a Dios: "Haré
un trato contigo". Leeré tu libro sagrado, realizaré los rituales que me pidas, y a cambio me amarás y me
darás la bienvenida a casa". Este trato especial es lo que hacemos con Un Curso de Milagros, también.
Una vez más, necesitamos observar cómo tratamos de desviarnos de las instrucciones del Libro de
ejercicios, y luego preguntarnos por qué querríamos ponernos en oposición a Jesús y discutir con él. ¿Por
qué queremos pensar, por ejemplo, que podemos escribir un Libro de ejercicios mejor que él? Necesitamos
ver esta dinámica en nosotros mismos, pero sin juicio.

Para resumir, la manera normal de hacer el Libro de ejercicios es estar tan basado en el ego como lo estás
con todo lo demás, pero observando esto sin juzgarte a ti mismo. La lección 95 es una excelente
descripción de cómo se debe hacer el Libro de ejercicios. Si de verdad pudieras decirle a Jesús: "Estoy
tratando de ser cauto, de ocultarte algo, y de demostrarte que sé más que tú. Sin embargo, sé que no me
condenarás por ello", sería una manera maravillosa de comenzar el proceso de aprender lo que es el
perdón: nuestros pecados contra Dios no han tenido, y todavía no tienen, ningún efecto. Así, tú podrías
"pecar" todo el tiempo con este Libro de ejercicios, y al mismo tiempo aprender que tus pecados contra
Jesús y su Curso no tienen ningún efecto. Esa es la manera "correcta" de hacer el Libro de ejercicios.

Y así, el verdadero valor del Libro de ejercicios se encuentra en ser capaz de hacerlo "pecaminosamente",
pero saber que no estás siendo castigado. Jesús no está juzgándote, y aunque no tengas esa imagen
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conscientemente, las posibilidades son muy altas de que esa imagen de él sea la base de cómo estás
haciendo su Libro de ejercicios.

P: ¿Está diciendo que si he pasado por 230 lecciones y luego he dejado de hacerlo, que si lo retomo en
algún momento futuro y lo termino, todavía obtendré la medalla de mérito al final?

R: No solo eso, recibirás la medalla de mérito al principio porque no se gana, sino que se acepta. Eso es lo
que el Libro de ejercicios te ayudará a entender. Recuerda lo que he estado diciendo, uno de los enfoques
importantes del Libro de ejercicios como programa de entrenamiento mental es enseñarnos que el
Espíritu Santo y Jesús son nuestros amigos, y que Dios es un Creador amoroso, no un enemigo. La idea
es pasar por el Libro de ejercicios como un "pecador", que es la única manera en que podemos pasar por
él porque si estuviéramos sin pecado no estaríamos aquí. Me refiero al pecado, por supuesto, en el
contexto de la creencia de que estamos separados de nuestra Fuente. Si podemos repasar el Libro de
ejercicios y no experimentar la condenación, la culpa y el miedo, habremos aprendido la maravillosa
lección del perdón, que es el único propósito del Curso. El amor en nuestras mentes que el ego había
ocultado sería entonces liberado para guiarnos en nuestro estudio y práctica.

El Libro de ejercicios no parece decir esto, porque no tienes que entender esa idea para hacer las lecciones.
Pero es importante ser capaz de perdonarse a uno mismo por no hacer el Libro de ejercicios
perfectamente, de la misma manera que es importante perdonarse a sí mismo por leer un pasaje del Texto,
llegar al final del mismo y olvidar cada palabra que se lee. Es tan importante, entonces, poder decir: "Sí,
eso es lo que haría mi ego. Está aterrorizado de lo que estoy leyendo, así que hace que caiga una pantalla
para que no vea". Una vez más, la idea no es tratar de hacer esto perfectamente, porque si pudieras hacerlo
perfectamente no lo necesitarías. Solo obsérvate a ti mismo en acción tratando de regatear con Jesús.

P: Sabía que estaba metiendo la pata, e incluso metí la pata con las tarjetas del Libro de ejercicios. Así
que me decía a mí mismo: "No soy culpable, esto no es pecado", pero eso no ayudaba. Así que seguí
observando, metiendo la pata y perdonando una y otra vez.

R: Bien. Entiende que este Curso te está aterrorizando, y dite a ti mismo: "Estoy aterrorizado de saber que
estaba equivocado y que el Espíritu Santo tenía razón. No quiero cambiar de mentalidad, porque una
parte de mí está empezando a entender que cambiar de manera de pensar significa dejar ir el juicio, la ira,
el especialismo y la importancia personal, y no estoy preparado para hacerlo".

Mírate a ti mismo defendiéndote contra la pérdida de todo eso olvidando lo que es el Libro de ejercicios,
olvidando la lección o la tarjeta de la lección. Simplemente reconoce de dónde viene todo esto y que no es
un pecado. Esa es la idea crucial: puedes hacer lo que quieras con Jesús, y él no se enoja ni te condena por
ello. Puedes romper el Libro de ejercicios, pero luego puedes perdonarte por haberlo hecho. El desorden
vino del miedo, no del pecado. Y tu ego debería estar aterrorizado. Este sistema de pensamiento es la cosa
más aterradora del mundo porque significa el fin del mundo, literalmente. A medida que empieces a darte
cuenta de esto, por supuesto que habrá miedo, y con el miedo viene la resistencia, la negación, la
proyección y todas las demás defensas.

Ser adicto al Libro de ejercicios

Un punto más sobre cómo hacer el Libro de ejercicios: Muy a menudo lo que les sucede a los estudiantes
después de que han hecho las lecciones del año es que de repente sienten un vacío. Como resultado,
quieren volver a hacer el Libro de ejercicios. Lo hacen un segundo año y sienten el mismo vacío, y quieren
hacerlo de nuevo. Antes de que te des cuenta, se han vuelto adictos al Libro de ejercicios. Ahora se podría
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decir que es mejor ser adicto al Libro de ejercicios que a la cocaína, pero es la misma adicción a la culpa,
solo que la forma es diferente. La adicción está diciendo que hay algo que falta en mí y que necesito llenar
la carencia desde fuera. Aunque, por supuesto, no hay nada intrínsecamente malo en hacer el Libro de
ejercicios una y otra vez durante cuarenta años, sería útil dar un paso atrás y observar cómo pasas por el
proceso de adicción que dice que si no tienes tu dosis matutina, algo saldrá mal. Esto simplemente
significaría que hay algo en el Libro de ejercicios a lo que no se ha prestado atención, confundiendo forma
y contenido, comportamiento y mente.

De nuevo, no hay nada malo en volver a hacer las lecciones si eso es lo que te hace sentir mejor. Sin
embargo, Recuerda que hay un período en el que la cocaína también se siente bien. Cada vez que sientes
que no puedes vivir sin esto-cualquiera que sea el "esto" -incluso este libro sagrado- estás involucrado en
una relación especial. Por eso hay un pasaje muy importante en la Lección 189: "Olvida este mundo,
olvida este Curso, y ven con las manos totalmente vacías a tu Dios" (LE-pI.189.7:5). El propósito del
Curso es que el Curso se vuelva innecesario. Eso no va a suceder de inmediato, pero ese es su propósito.
Nada está mal si te eres un adicto al Curso, pero ten en cuenta que eres adicto a él, y sabes que eres adicto
a él si no puedes ir sin él. Un Curso de Milagros, los tres libros, sigue siendo algo externo. Su propósito es
que los tres libros externos te enseñen lo que es interno, y luego que confíes en lo que es interno: el Amor
de Dios a través de Jesús o el Espíritu Santo.

Por lo tanto, necesitas ver cómo te vuelves adicto al Curso. No tienes necesariamente que detener la
adicción, pero debes ser consciente de ello. Todo lo que se requiere de cualquier estudiante es hacer el
Libro de ejercicios una vez. Esto no quiere decir que mientras trabajas con Un Curso de Milagros durante
muchos años, no te sentirás inspirado por ciertas lecciones u oraciones a las que te encuentras volviendo
una y otra vez. Estos maravillosos pasajes y oraciones que proveen ayuda inspiradora cuando los
necesitas son uno de los dividendos del Curso. Ese no es el problema. El problema es la necesidad que
roza la adicción, cuando crees que sin el Curso algo faltaría dentro de ti.

Resumiendo, el propósito de Un Curso de Milagros es entrenarnos para saber que podemos estar en
contacto con el Espíritu Santo las veinticuatro horas del día. Sus tres libros nos ofrecen un camino que
nos entrena para tomar conciencia de Su Presencia todo el tiempo. Sentir Su Amor a lo largo del día, no
necesitamos nada más. Esa es la diferencia entre un maestro y un maestro avanzado de Dios. El maestro
de Dios, como se explica en la sección del Manual "Cómo debe pasar el día el maestro de Dios", es alguien
que todavía necesita estructura y rituales. El maestro avanzado ya no necesita tal ayuda porque el Espíritu
Santo es la estructura y el ritual, por así decirlo.

Puedes pensar que no hay nada malo en ser adicto temporalmente hasta que estés listo para dejarlo. El
problema -y este es el caso de cualquier adicción, que es lo que es el especialismo- es que no sabes que es
especial, y por lo tanto no sabes que eres adicto. En otras palabras, puedes trabajar con este Curso, y como
es un libro tan "sagrado" y lo haces fielmente todos los días, año tras año, ya no eres consciente de la
dependencia. No eres consciente de que no puedes renunciar a ella. Sin embargo, otra cosa es poder decir:
"Sí, soy adicto porque tengo miedo de estar solo". Esto es diferente porque es honesto. El problema entra
cuando piensas que estás haciendo algo sagrado, cuando es solo otra forma del especialismo del ego.

Ciertamente, como parte del proceso, las personas deben formar una relación especial con el Curso. A
pesar de lo que he dicho hace un momento, es mejor que la cocaína, siempre y cuando seas consciente de
la adicción. Entonces puedes moverte a través de ella hacia el amor que está más allá de la defensa.
Cualquiera que haya sido paciente de psicoterapia lo sabe. Una parte típica del tratamiento es cuando el
paciente establece una fuerte transferencia con el terapeuta. Sin embargo, si esa proyección permanece,
no puede haber curación, ya que la línea se ha desdibujado entre la realidad y la fantasía. Pero si el
terapeuta ayuda al paciente a moverse a través de la dependencia para llegar a ser autónomo, la
transferencia se cura al igual que el paciente. Es lo mismo aquí. El propósito del Curso es que Jesús nos
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ayude a depender de él, viéndolo como nuestro maestro en lugar del ego. Al final del viaje nos damos
cuenta de que ya no es nuestro maestro porque nos hemos convertido en él. Ese día feliz llega cuando
estamos cerca del final, pero por ahora necesitamos ver nuestra relación especial con Jesús y la
dependencia de él y su Curso. El desafío es saber que es temporal y no un arreglo permanente.

Quiero extenderme brevemente sobre esta idea de la naturaleza temporal de nuestra relación con Jesús o
el Espíritu Santo. Cuando estamos cerca de aceptar la Expiación y alcanzar el mundo real, reconocemos
que el Espíritu Santo no está separado de nosotros. Así como creíamos que éramos nuestro ego, ahora
sabemos que somos el Espíritu Santo, porque Él es solo un Pensamiento, el recuerdo del Amor de Dios.
Si recordamos que somos el Amor de Dios y que Su Amor es uno, ¿cómo podríamos ser diferentes de la
Voz que nos lo dice? Eso es lo que Jesús quiere decir cuando dice que él es la manifestación del Espíritu
Santo (C-6.1:1). No hay diferencia entre él y el Espíritu Santo excepto que Jesús es el nombre que le
damos al Espíritu Santo en forma, y lo percibimos como alguien que realmente vivió como un cuerpo.

Volviendo a nuestra relación especial con Jesús, si él es el símbolo (o manifestación) en nuestro mundo
del Amor de Dios, y es ese Amor que odiamos y tememos porque creemos que está en competencia con
nosotros, vamos a odiarlo también, que es por lo que el mundo siempre lo ha odiado. Por lo tanto, no debe
sorprender que la gente tenga relaciones especiales con Jesús. Algunas de las formas son abiertamente de
odio; otras son más sutiles y las llamamos amor. Necesitamos tomar conciencia de estos aspectos del
especialismo, y el Curso es una forma muy útil de hacerlo. Por eso Jesús dice que necesita que lo
perdonemos (T-19.IV-B.6). Uno de los subproductos esenciales de trabajar a través de Un Curso de
Milagros es que sanaremos nuestra relación con Jesús. No se menciona a sí mismo muy a menudo en el
Libro de ejercicios, pero si el Curso ha venido de él, entonces claramente es él quien nos habla en las
lecciones.

Como he estado diciendo, observa cómo te relacionas e interactúas con el Libro de ejercicios. Lo que
realmente estás haciendo es interactuar con el maestro del Libro de ejercicios. La relación santa con el
Curso viene al reconocer que sus palabras son su maestro, y el Espíritu Santo o Jesús son la encarnación
de esa enseñanza. Su propósito es enseñarte a recordar quién eres; enseñarte a sentirte cómodo con tu
ego y a perdonarlo; guiarte a través del dolor y el terror hacia el amor y la paz que está más allá del ego.
Cuando alcanzas ese amor y esa paz, ya no necesitas un Curso de Milagros.

Tenemos que reconocer la importante diferencia entre forma y contenido. Lo que queremos del Curso no
es su forma, sino el contenido de su mensaje de enseñanza. A medida que aprendemos y nos identificamos
cada vez más con su mensaje de perdón, necesitaremos cada vez menos la forma del Curso. Aprendemos
a no hacer que el Curso sea especial. Incluso decir que es de Jesús no lo hace especial, porque en última
instancia queremos aprender que él tampoco es especial, de lo contrario quedaremos atrapados en la
misma trampa que ha atrapado a las Iglesias durante siglos. Una relación santa con el Curso en oposición
a una especial significa que nos relacionamos con él como un medio hacia el fin, no como el fin. Por eso
Jesús dice esas palabras "blasfemas" que cité antes: "Olvida este mundo, olvida este Curso...". (LE-
pI.189.7:5). Dice en el Texto que el objetivo de todo maestro es hacerse prescindible (T-4.I.6). Eso lo
incluye a él, el mejor maestro.

Es esencial que no nos saltemos pasos, un punto al que volveremos una y otra vez. No queremos despedir
el Curso antes de que lo hayamos aprendido realmente, y no queremos despedir a Jesús como nuestro
maestro antes de que hayamos aprendido todo lo que él puede enseñarnos. Volviendo a lo que dije antes,
ese es el peligro de trabajar solo con el Libro de ejercicios, porque el Libro de ejercicios a menudo hace
que el proceso parezca tan fácil. Una y otra vez en las lecciones Jesús dice: "Este es un día especial" o "Este
es el día que lo harás". Luego pasas la página y te das cuenta: "Dios mío, no lo he logrado. Y no solo no lo
he logrado, sino que Jesús sabía que no lo lograría porque las lecciones continúan". Es importante
entender que su visión del tiempo es muy diferente a la nuestra. Cuando dice: "Hoy lo lograrás", está
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hablando de alcanzar el instante santo, que podemos alcanzar cualquier día, cualquier momento, y ese
tiempo bendito se extiende hasta el final.

Es muy fácil, si no entendemos el Texto y lo tenemos como fondo, exclamar: "Yo lo he hecho". Soy un
maestro de Dios. Mírame a mí. Puedo canalizar, sanar y hacer todas estas cosas maravillosas". Si
trabajamos sinceramente con el Texto, te garantizo que este error no se producirá. Es por eso por lo que
he estado diciendo que el Libro de ejercicios no es la enseñanza de Un Curso de Milagros. El Texto
contiene la enseñanza. Si trabajamos con el Texto y realmente lo entendemos, no podemos caer en esa
trampa, porque nos daremos cuenta de que el Libro de ejercicios es una serie de ejercicios de
entrenamiento mental que nos ayudarán a comenzar el proceso de aplicar las enseñanzas del Texto en
nuestra vida diaria.

Una estudiante dijo que el valor del Libro de ejercicios para ella es que le ayudó a ponerse en contacto con
la memoria antigua, y se preguntó si tenía razón al concluir que estaba haciendo el Libro de ejercicios
correctamente. Tal experiencia es por supuesto maravillosa, pero el problema entra si ella no generaliza
esa experiencia para que se integre en su vida. Además, tendría que eludir la tentación de atribuir esa
experiencia a la realización del Libro de ejercicios. La generalización es un tema principal del Libro de
ejercicios, y si se hace correctamente, el Libro de ejercicios, además del estudio del Texto, permitiría a los
estudiantes estar en contacto con esa memoria todo el tiempo. Así evitaríamos la dependencia del Libro
de ejercicios que nos impediría generalizar una experiencia tan bella.

Una vez más, no hay nada malo en tener ese tipo de experiencias, porque hacer el Libro de ejercicios bien
podría llevar a ellas. Pero es esencial ver esas experiencias como el principio, no el final, y luego generalizar
a cada aspecto de nuestra vida. Esto nos ayudaría a entender que el recuerdo está dentro de nosotros, que
la memoria de quiénes somos como el Hijo perfecto de Dios está dentro de nosotros, no fuera y solo en
ciertas personas especiales. El Libro de ejercicios, en cierto sentido, ha cumplido su propósito si nos ha
ayudado a ponernos en contacto con ello. Pero este propósito es obvio si todo lo que aprendemos es que
la única manera de entrar en contacto con ese recuerdo ancestral es leer estas palabras sagradas. De la
misma manera, los terapeutas habrían fracasado si sus pacientes salieran de su consultorio cada semana
y se sintieran maravillosos, y luego durante otros seis días se sintieran terribles, solo para regresar la
próxima semana y decir lo bien que se sienten al hablar con ellos. Los terapeutas quieren que sus pacientes
generalicen esos sentimientos positivos de transferencia a todas las situaciones, todo el tiempo. Jesús
quiere lo mismo para nosotros mientras trabajamos con su Curso.

Los estudiantes a veces expresan la sensación de que el Libro de ejercicios los hace sentir queridos, como
un niño pequeño que está siendo elogiado y animado por su madre mientras aprende a caminar. Ese es
un buen punto porque el Libro de ejercicios te hace sentir bien, y es importante que nos sintamos bien en
relación a nosotros mismos y a Dios, ya que esto corrige cuán absolutamente podridos nos sentimos
acerca de nosotros mismos y de nuestra relación con nuestro Creador. Sin embargo, no somos conscientes
de ello. Muchos pasajes del Texto no nos hacen sentir bien, porque se nos pide que miremos realmente al
ego. En concreto, Jesús expone la imagen fea y aterradora del sistema de pensamiento de odio del ego.

Pero este no es el propósito del Libro de ejercicios. En general, nos proporciona experiencias que nos
hacen sentir bien al recordarnos que Dios no está enfadado, ni tampoco Jesús o el Espíritu Santo. Estos
son pasos extremadamente importantes, aunque tempranos. Que te digan que Dios no sabe de nosotros,
como dije antes, no ayuda. Es una declaración aterradora porque si Dios no sabe de nosotros, no
existimos. Así que antes de que estemos listos para mirar ese horrible pensamiento y movernos más allá
de él, necesitamos primero pensar en Dios como Alguien que nos ama. Aprender que no somos miserables
pecadores es lo que comienza a deshacer el sistema de pensamiento que subyace al universo y a nuestra
existencia dentro de él.
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3. La teoría subyacente a las lecciones

Una preparación útil para comenzar las lecciones es tener una buena base en la teoría en la que se basa el
Libro de ejercicios. Esto proporciona un contexto más significativo para lo que las lecciones están
diciendo, tanto como una enseñanza en el nivel de la forma, así como a lo que nos están llevando. Esta
sería otra forma de hablar del entrenamiento mental del Libro de ejercicios, pero será más específica en
términos de la teoría que subyace a las lecciones.

El marco teórico que refleja el Libro de ejercicios es que el Amor de Dios ya está presente en nuestras
mentes, pero cubierto por el sistema de pensamiento del ego. Por lo tanto, todo lo que necesitamos hacer
es quitar las interferencias a ese Amor. Como dice una lección: "Tu parte es simplemente permitir que
todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios Padre sean removidos silenciosamente para
siempre" (LE-pI.189.8:3). En otras palabras, el enfoque del Curso no está en Dios o en encontrar el amor,
sino en remover los obstáculos, y el Libro de ejercicios está específicamente orientado a ayudarnos a hacer
eso. El Libro de ejercicios, que refleja lo que se discute con mucho más detalle en el Texto (ver T-19.IV),
también explica estos obstáculos. Un gráfico nos ayudará a rastrear el flujo del proceso de deshacer. Debo
mencionar que este gráfico es diferente de la que utilizo con frecuencia, ya que está al revés. La razón es
que el Libro de ejercicios está al revés, en el sentido de que el movimiento típico que encontramos en el
Texto es que Dios está arriba y la separación es la escalera que nos aleja de Él hasta que tocamos fondo.
Esto significa que el proceso de Expiación va de abajo hacia arriba, en donde subimos por la escalera en
la que la separación nos llevó hacia abajo (T-28.III.1:2). En el Libro de ejercicios, el proceso del perdón
se describe generalmente como ir en la otra dirección, con Dios en el fondo y las capas de defensa del ego
colocadas sobre Él y Su memoria.

Por lo tanto, comenzamos desde abajo con Dios y Cristo, nuestro verdadero Ser. Varias lecciones
importantes contrastan nuestro yo ego con el Yo que es nuestra Identidad como Cristo. La unidad del
Padre y del Hijo es la verdad que es el Cielo. En el Libro de ejercicios se dice muy poco acerca de cómo
comenzó la separación, lo cual también es el caso en el Texto. Basta decir que tuvimos el pensamiento de
separación, que entonces pareció separarnos de nuestra Fuente así como de nuestro verdadero Ser, dando
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lugar a la mente separada. En Un Curso de Milagros, el Espíritu Santo es descrito como la Voz que habla
por Dios, la memoria que vino con nosotros a nuestro sueño que nos recuerda quiénes somos como Cristo.
Como nuestro Maestro, el mensaje principal del Espíritu Santo es el perdón, que culmina en el logro del
mundo real.

Cuando el Hijo de Dios pareció dormirse y comenzó su sueño, dos voces le hablaron. La primera es el
pensamiento del ego de separación, contestado por el principio del Espíritu Santo de la Expiación que
dice que la separación nunca ocurrió. Al elegir creer en las mentiras del ego, buscamos cubrir esta Voz
con el sistema de pensamiento de ataque del ego. En las primeras lecciones, Jesús se refiere a los
pensamientos de ataque del ego como sin significado, mientras que los Pensamientos de perdón del
Espíritu Santo son los únicos que tienen significado dentro del sueño. Esto pone en juego un término
importante que nunca se menciona como tal en el Curso, pero que se menciona indirectamente en todas
partes: la parte de la mente dividida que elige entre estas dos voces. Lo llamamos el tomador de decisiones,
que normalmente caracterizamos por un punto azul o un punto negro en la tabla impresa.

Una de las ideas clave, especialmente en las primeras lecciones del Libro de ejercicios, es la relación entre
estos dos sistemas de pensamiento y el mundo. Los pensamientos de ataque, cuando se proyectan desde
la mente, dan lugar al mundo, que luego experimentamos como una prisión. Tres palabras que son
prominentes en el Libro de ejercicios (así como en el Texto) para describir nuestra experiencia en el
mundo físico son oscuridad, dolor y muerte. Cuando el Pensamiento de Expiación del Espíritu Santo es
expresado en el mundo, nuestras vidas aquí son vistas como aulas que reflejan la luz de Su Presencia. El
mundo, entonces, se convierte en un lugar de dicha y felicidad por su propósito de ayudarnos a despertar
del sueño.

Un principio que es absolutamente esencial para entender Un Curso de Milagros es que no hay diferencia
entre lo que hay en el mundo y lo que hay en la mente, siendo el mundo simplemente una sombra que
refleja los pensamientos de la mente. La lección importante, "Mis pensamientos son imágenes que yo he
fabricado" (LE-pI.15), describe cómo las imágenes de lo que percibimos y experimentamos en el mundo
provienen de nuestros pensamientos. Son uno y lo mismo. Krishnamurti hizo de esta idea la piedra
angular de su enseñanza: el observado y el observador son uno, lo que es aparentemente exterior es lo
mismo que lo que es interior. La ilusión del mundo es que hay una diferencia, que el mundo exterior está
separado de nosotros. Leyendo las primeras lecciones cuidadosamente, te sorprenderás al encontrar que
la metafísica del Curso está claramente establecida. A primera vista estas lecciones parecen muy simples,
pero son cualquier cosa menos eso.

Jesús deja claro en el Libro de ejercicios que no necesitamos entender nada de lo que dice. Todo lo que
pide es que hagamos lo que él dice, no que necesariamente le creamos. A medida que avanzamos en
nuestro trabajo con Un Curso de Milagros, podemos encontrarnos leyendo el Libro de ejercicios unas
cuantas veces, y probablemente nos sorprenderemos mucho, como acabo de decir, de encontrar la
sabiduría metafísica en esas lecciones tempranas; una vez más, que nuestros mundos internos y externos
son uno y el mismo.

Al tratar de cambiar nuestras percepciones de otras personas y sanar nuestras relaciones, el enfoque está
en cambiar lo que percibimos que está fuera de nosotros, como cuerpos. La razón es que creemos que
realmente hay gente fuera de nosotros que tiene que ser perdonada. En realidad, lo que percibimos fuera
no es más que un pensamiento dividido dentro de la mente. Esto significa que terminamos
perdonándonos a nosotros mismos, otro tema importante del Curso. Sin embargo, ya que creemos que
somos cuerpos separados relacionándonos con otros cuerpos separados, esta experiencia es donde
necesitamos comenzar, por lo que Un Curso de Milagros está escrito de la manera en que está escrito,
incluyendo al Espíritu Santo y a Dios siendo tratados como si fueran Personas separadas que hacen cosas
por nosotros. Una vez más, como somos como niños muy pequeños que no entienden la diferencia entre
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la realidad y la ilusión, Jesús no nos exige que compartamos su nivel de comprensión. Él nos enseña desde
su nivel de comprensión, pero su enseñanza viene en una forma que podemos aceptar a nuestro propio
nivel de creer que somos cuerpos.

Solo cuando entendemos que no hay diferencia entre el mundo exterior y el mundo interior, entre el
cuerpo y la mente, podemos también entender que al perdonar a alguien que percibimos que está fuera
de nosotros mismos, estamos realmente perdonando una parte de la mente de la que no éramos
conscientes. Como hemos observado, la lógica detrás del Libro de ejercicios es entrenar nuestras mentes
para entender que tenemos una mente para la toma de decisiones. Todos creemos que estamos "aquí
afuera", lo que significa que somos cuerpos sin mente. Lo que consideramos que son nuestros
pensamientos no son en absoluto nuestros pensamientos (ver Lección 45). De hecho, tomando dos frases
separadas y haciéndolas una sola, tenemos esta declaración: "Los pensamientos que crees que piensas no
son tus verdaderos pensamientos." Esto se debe a que los pensamientos que pensamos que estamos
pensando realmente vienen de nuestro cerebro, que es parte del cuerpo, y por lo tanto no son
pensamientos en absoluto. Los verdaderos pensamientos son solo dos: la culpa del ego (que incluye
pensamientos de pecado y ataque) y el perdón del Espíritu Santo. No hay otros.

Lo que pensamos es que nuestros pensamientos están "aquí afuera". Por lo tanto, necesitamos una
espiritualidad que nos recuerda que lo que percibimos fuera es un reflejo o proyección de lo que hay
dentro. Con esta comprensión, nuestro enfoque regresa a la mente, donde nos damos cuenta de que
podemos elegir entre dos pensamientos o maestros. Necesitamos este entrenamiento mental porque
hemos olvidado las verdades que el Curso articula. Esto incluye el contenido de nuestros pensamientos
de ataque, que se proyectan como nuestros pensamientos de ataque externos. Este contenido de la mente
es que creemos que atacamos a Dios, y ahora creemos que Él está contraatacando y nos atacará Él a
nosotros. El ego nos ha convencido de que esta locura es cierta.

Freud se acercó en términos de entender que lo que parece ser consciente, en realidad es una proyección
de lo que es inconsciente, pero nunca llegó más allá del cerebro a la mente. El verdadero significado del
inconsciente, como enseñaría Un Curso de Milagros, es que los pensamientos inconscientes que
involucran al cuerpo no son el problema. Por ejemplo, algo terrible me sucedió cuando era niño y nunca
más lo volveré a ver, reprimiéndolo así. Ahora está en mi "inconsciente", y sale a la superficie de vez en
cuando, pero no sé de dónde viene. Sin embargo, eso no es lo que realmente está sucediendo. No hay
pensamientos inconscientes en el cerebro. Lo que consideramos que son estos pensamientos inaceptables
y aterradores son solo reflejos de una mente que está enraizada en el pensamiento del ego de que atacamos
a Dios, robamos Su vida y lo dimos por muerto, dándonos la vida a nosotros mismos en Su lugar. Pero
seguramente nos encontrará y se vengará. Es este horrible pensamiento, que es el verdadero significado
del inconsciente, que se encuentra totalmente fuera de nuestra conciencia.

Esto no está tan claramente explicado en el Libro de ejercicios, pero sí en el Texto, por lo que no debe
confundir el Libro de ejercicios con el Curso en sí. El Libro de ejercicios, como he estado diciendo, no te
dará la suma y la sustancia de la enseñanza del Curso. El libro de ejercicios no es para eso. Es el sistema
de pensamiento del Curso -el ego y su deshacimiento por el Espíritu Santo- por eso la gente tiene tantos
problemas con él. Estamos inconscientemente aterrorizados de que si practicamos lo que Jesús nos está
enseñando, dejaremos de prestar atención al mundo de los cuerpos y la pondremos en la mente, el hogar
de la ira de Dios. Esto nos ayuda a entender -lo cual el Libro de ejercicios no explica realmente- por qué
hay un mundo: para proporcionar un escondite para que nuestro Padre maníaco nunca nos encuentre.
En otras palabras, lo que tenemos que hacer es mirar la verdadera fuente de nuestra ansiedad y dolor, que
es la decisión de la mente por la culpa. Esto no tiene nada que ver con el mundo en absoluto, sino solo
con la ansiedad que proviene de la creencia de que Dios nos destruirá si nos encuentra; el temor que viene
de nuestra culpabilidad diciéndonos que merecemos ser aniquilados por eso tan terrible y pecaminoso
que hicimos.
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Evidentemente, el ego no es tonto. Sabe que al tener tanto miedo de eso, no solo preservamos ese miedo
creyendo todo ello (¿cómo puedes temer lo que no existe?), sino también negando la solución del Espíritu
Santo. El ego por lo tanto inventa esta idea de que hemos atacado a Dios para que nos volvamos tan
temerosos de la Presencia del Espíritu Santo, que corramos hacia un mundo y creamos que realmente
estamos allí dentro de nuestros cuerpos. El propósito de esto no es realmente protegernos de nuestro
sentimiento de culpa, pues la culpabilidad es una ilusión (el principio de la Expiación: no separación, no
pecado, no culpabilidad). El verdadero propósito del ego es evitar que la mente elija al Espíritu Santo
como su Maestro. Esta es la razón por la que Jesús pone tanto énfasis en que desarrollemos una relación
con el Espíritu Santo, aprendiendo que Él es nuestro único Amigo, Alguien que nos ama y nos conforta.
Esto corrige la creencia errónea de que el Espíritu Santo es el enemigo. Esta locura nos llevó a negar Su
presencia amorosa en la mente, para que Su lugar sea ocupado por la ira de Dios, ahora experimentada
en Su voz punitiva.

Mientras creamos que hemos atacado a Dios y robado Su tesoro, creeremos que Él nos castigará. A su
vez, cualquiera que represente a Dios será visto como un enemigo, ya sea que estemos hablando del
Espíritu Santo, de Jesús o de Un Curso de Milagros. Quienquiera que haya sido la persona que vivió hace
dos milenios, conocida por el mundo como Jesús, podemos entender mejor a través de la lente del Curso
por qué surgió el mito de la crucifixión, y por qué lo que lo que no podía sino ser un mensaje de amor fue
crucificado con él. Nuestro mundo se convirtió así en una cortina de humo para ocultar la culpa, que el
mundo simplemente refleja: "El mundo que ves es el sistema ilusorio de los que se vuelven dementes por
la culpa" (T-13.in.2:2).

Concluyo trayendo de vuelta uno de los puntos más centrales del Libro de ejercicios: no hay diferencia
entre lo que está afuera (el mundo) y lo que está adentro (la mente).

-o0o-

4. Las primeras cincuenta lecciones

Podemos decir que las primeras cincuenta lecciones del Libro de ejercicios son similares -al menos en un
aspecto importante- a los cincuenta principios del milagro que abren el Texto. Su similitud radica en que
ambos son como grandes preludios wagnerianos, que contienen muchos de los temas del drama musical
a seguir. Los cincuenta principios del milagro, que en forma breve y sucinta describen las características
del milagro y cómo y por qué funciona, siembran las semillas de lo que el resto del Texto amplificará. De
igual manera, podríamos decir que estas primeras cincuenta lecciones contienen las semillas o temas que
serán elaborados en las lecciones siguientes.

En estas primeras cincuenta lecciones, por lo tanto, tenemos un maravilloso resumen de Un Curso de
Milagros en sí mismo, reflejando su teoría básica. A nivel metafísico, estas lecciones enseñan que el
mundo es una ilusión, siendo simplemente un pensamiento que no ha abandonado la mente separada.
Describen los pensamientos de ataque del ego y el propósito de su sistema de pensamiento de
autopreservación y cómo deshacemos este sistema de pensamiento a través del perdón. Finalmente, las
lecciones nos dicen lo que significa ser un maestro de Dios, un instrumento de la luz del Cielo que ahora
brilla a través de nosotros.

Como una especie de repetición de los temas principales del preludio, repasaré brevemente lo que está en
la tabla. Nuestra verdadera realidad e identidad es Cristo, la extensión del Amor de Dios que es nuestro
verdadero Ser. Nos llevamos con nosotros en el sueño de separación el recuerdo del Amor de Dios y de
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nuestro Ser. Este recuerdo es el Espíritu Santo y Su principio de Expiación. El ego contrarresta este
Pensamiento construyendo nubes de ilusión y culpabilidad, que llenan nuestra mente con pensamientos
de ataque que parecen ahogar la Voz que nos recuerda que la luz de Cristo todavía brilla en nosotros. Para
asegurar que nuestro tomador de decisiones nunca escoja al Espíritu Santo y permanezca con el ego, el
ego elimina su sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo proyectándolo en el mundo. El mundo
entonces se convierte simplemente en la "representación pictórica" de los pensamientos de ataque, culpa
y venganza de la mente (LE-pI.23.3:2).

Cuando reconocemos que hay "otro camino" -solo hay dos opciones en la mente en lugar de una, y
podemos elegir al Espíritu Santo-, entonces miramos hacia un mundo que se ha transformado en un aula
en lugar de una prisión, una aula en la que aprendemos y enseñamos las lecciones del perdón. Aunque el
término maestro de Dios no aparece en el Libro de ejercicios (solo aparece en el Manual), el concepto de
maestro de Dios sí aparece. La lección 37, "Mi santidad bendice al mundo", es una buena descripción de
lo que significa ser un maestro de Dios. Cuando eliminamos los obstáculos en nuestra mente, la luz llena
de amor de Jesús o del Espíritu Santo brilla a través de nosotros. Es la santidad que nuestras mentes han
escogido la que bendice al mundo, simplemente por ser lo que es.

-o0o-

5. Atravesando las nubes de la culpabilidad

El enfoque específico de mis comentarios aquí es el proceso de pasar a través de las nubes (de la culpa),
del cual Jesús habla específicamente en las Lecciones 69 y 70. De hecho, nos dice allí que él es el que nos
ayudará a través de ellas (LE-pI.70.9:3-4). Después de esto, me centraré en lo que significa ser un maestro
de Dios, una extensión del Amor y la luz del Espíritu Santo en el mundo. Esta es un área que puede ser
particularmente tentadora para los estudiantes, porque tienden a confundir la forma y el contenido.
Finalmente, como lo he enfatizado anteriormente, la idea de no quedar atrapado en rituales y estructuras
es central en el proceso de las lecciones del Libro de ejercicios. Hay algunos pasajes más adelante en el
Libro de ejercicios que también tratan específicamente de estas áreas.

Las lecciones 68 a 72 contrastan el plan del ego para la salvación a través de la culpa y el ataque con el
plan de Dios para la salvación a través de volverse hacia adentro y perdonar. Refiriéndonos al gráfico,
podemos ver que el plan del ego para la salvación, que es el plan del ego para salvarse a sí mismo, consiste
primero en hacer realidad en la mente los pensamientos de culpa y ataque, y luego proyectar este
contenido, dejándonos a nosotros lidiar con la culpa y el ataque que ahora se percibe como algo externo a
nosotros. Nuestro enfoque se aferra al mundo inconsciente de los cuerpos; la culminación de la estrategia
del ego. El plan de Dios para la salvación, realmente del Espíritu Santo, es el milagro del regreso de los
pensamientos de ataque del mundo, a la mente, para ser mirados sin juzgarlos y así ser liberados. El plan
del ego nos hace mirar hacia afuera; la corrección del Espíritu Santo nos lleva hacia adentro.

La lección 69 utiliza las nubes para simbolizar la interferencia del ego con la verdad. En el ejercicio del
párrafo 4, se nos pide que "intentemos dejar ir todo el contenido que generalmente ocupa nuestra
conciencia". Aunque el Libro de ejercicios en este punto no explica este proceso, la manera en que dejamos
ir el contenido que generalmente ocupa nuestra conciencia (pensamientos de ataque, resentimientos, etc.)
es mirarlos sin juzgarlos. Para decirlo una vez más, el Libro de ejercicios no debe ser tomado como un
sustituto del Texto, porque el proceso expresado aquí suena tan fácil, diciendo que todo lo que tenemos
que hacer es cerrar los ojos, pensar en nuestros resentimientos, dejarlos ir, y entonces nos encontraremos
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a nosotros mismos en la luz del Cielo. Todos sabemos que en la práctica no es tan fácil. El peligro viene al
pensar que lo es, porque entonces creeremos que hemos dejado ir al ego cuando no lo hayamos hecho en
absoluto. Lo que hemos hecho es enterrar nuestros pensamientos de ataque en la mente, y de ahí surgirán
inevitablemente en formas muy poco amables.

Tomando el tema del aborto como ejemplo, muchas personas que dicen estar actuando en nombre del
amor y la vida realmente terminan atacando, si no asesinando, en defensa de sus creencias. Esto es
realmente proyección en acción. La culpabilidad en la mente que pensamos que ha sido deshecha porque
estamos del lado de la verdad, el amor, y Dios no es mirado, y así es negado o reprimido. Inevitablemente,
entonces, la culpa volverá a surgir y será proyectada. Esto es lo que explica cómo la gente bien
intencionada puede pelear guerras crueles y desagradables en nombre del amor y la verdad. Ciertamente
explica por qué los cristianos a lo largo de los siglos han sido capaces de hacer la guerra en nombre del
Príncipe de la Paz. Simplemente no eran conscientes de sus pensamientos ocultos de culpa y ataque, el
caldo de cultivo para la proyección, el ataque y la guerra.

A continuación, Jesús nos pide que pensemos en nuestras mentes "como un gran círculo, rodeado de una
capa de nubes pesadas y oscuras. Solo puedes ver las nubes porque parecen estar fuera del círculo y muy
alejado de él" (LE-pI.4:2-3). Jesús está tomando prestada una imagen que usó por primera vez en un
pasaje importante del Texto, que es mucho más complicado (T-18.IX.5-8). Cuando comparamos los dos
pasajes, vemos de nuevo cómo el Libro de ejercicios no pretende ser un sustituto del Texto. Para ayudar
a ilustrar las ideas expresadas en estos pasajes, he compuesto otro diagrama:

Ahora se nos dice que la mente dividida está rodeada por un círculo de nubes. En concreto, las nubes son
nuestra inversión en el mundo del especialismo y nuestra preocupación por el cuerpo. Las "nubes oscuras"
son el sistema de pensamiento del ego que se proyecta hacia afuera. Curiosamente, el Libro de ejercicios
no habla de la proyección como el cuerpo o el mundo, como lo hace el Texto. Allí se hace una distinción
crítica entre la culpa en nuestra mente y las proyecciones de culpa sobre el cuerpo y el mundo, una
distinción que no es necesaria para el ejercicio. Recuerda, Jesús nos ha dicho que no es necesario entender
de qué está hablando. Todo lo que necesitamos es hacer lo que nos pide. Para el propósito del ejercicio,
solo necesitamos traspasar las nubes y regresar a la mente. La discusión en el Texto nos ayuda a entender
la naturaleza del proceso, que la nube de la culpa está realmente en la mente. Desde allí la culpabilidad se
proyecta sobre el mundo, que entonces asume la función de la nube para oscurecer la luz en nuestras
mentes de toma de decisiones y evitar que la elijamos.

Cuando estamos "parados fuera del círculo", no vemos la mente, lo que implica que estamos identificados
con el cuerpo. La idea, por supuesto, es que la luz está en nuestra mente, pero cuando estamos fuera de
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ella, todo lo que vemos son las nubes, y por lo tanto "no podemos ver ninguna razón para creer que hay
una luz brillante escondida por las nubes. Las nubes parecen ser la única realidad. Parecen ser todo lo que
hay que ver". Todos sabemos que cuando estamos en medio de un ataque de depresión o ansiedad, o
sentimos dolor, no hay nada más que sea real para nosotros. Dios es la cosa más lejana de nuestra mente,
a menos que sea una Deidad mágica a quien le rogamos que nos saque del lío que hicimos. El verdadero
Dios amoroso sigue siendo un vacío total porque todo lo que conocemos son las nubes. Cuando estamos
involucrados en cualquier tipo de situación en el mundo que creemos que es importante, no podemos ser
conscientes de la luz que brilla en la mente. El mundo de las nubes nos llama la atención, convirtiéndose
en un poderoso recurso de preocupación y distracción, que por supuesto es su propósito. Dios parece un
mito, Jesús un ser inexistente, y el perdón es absolutamente imposible. No hay nadie en el mundo que no
sepa cómo es esto, porque de eso se trata estar aquí.

Una vez que vemos las nubes como la única realidad que existe, no intentamos traspasarlas, porque no
tenemos ni idea de que hay algo más allá de ellas. Ese es precisamente el propósito de las nubes de la
culpa, proyectadas como los problemas y preocupaciones corporales que ocultan las nubes de culpa de la
mente. Podemos ver en todo esto el poderoso propósito al que sirven el Libro de ejercicios, y Un Curso de
Milagros en general: recordarnos que hay en verdad una luz que brilla en la mente, y que hay en realidad
otra manera de ver, que en nuestras mentes hay algo más que la culpa, y en el mundo, otro propósito
además de la supervivencia y la minimización del dolor de vivir en un cuerpo prisionero que sufre y muere.

Pasemos ahora al pasaje equivalente del Texto. Mi propósito en esto es doble: no solo desarrollar el
mensaje de la lección, sino también mostrar cómo el Libro de ejercicios no es un sustituto del Texto, el
cual proporciona un tratamiento profundo de la relación entre mente y cuerpo, y cómo la culpa actúa para
ocultar la luz. Este pasaje aparece en la segunda mitad de los "Dos Mundos" en el capítulo 18. La base de
este material es la discusión -una de las más importantes del Curso- sobre el mundo que literalmente se
fabrica para ocultar la culpa en la mente.

Para el propósito de este diagrama, la culpa se representa como estando en la parte superior de la mente
y el perdón en la parte inferior. El propósito del mundo es ocultar la culpa de la mente. Recuerda que el
ego siempre tiene miedo de que regresemos a nuestras mentes y escojamos el perdón del Espíritu Santo
en vez de su culpabilidad. Así como la culpabilidad fue hecha para ocultar el Espíritu Santo en nuestras
mentes, el mundo sirve el propósito de cubrir la culpabilidad. El mundo es visto ahora como la sombra
de nuestra culpabilidad, excepto que no sabemos dónde o incluso qué es la culpabilidad. Solo creemos en
las sombras. Esto es similar a la Alegoría de la Cueva de Platón, donde los prisioneros solo ven las sombras
en la pared interior de la cueva, y debido a que sus cadenas les impiden girar, no saben que hay una fuente
de luz detrás de ellos, que hay figuras reales caminando de un lado a otro a lo largo del camino fuera de la
cueva. Todo lo que ven son las sombras en la pared interior, y por lo tanto confunden estas sombras con
la realidad, una confusión que fue uno de los temas principales de Platón. Jesús hace lo mismo en su
Curso, aunque el alcance de la confusión que describe se extiende más allá de Platón. El punto es que el
mundo es la sombra de nuestra culpa, pero creemos que las figuras de las sombras son reales.

Para completar el cuadro, podemos ver que así como la culpa se proyecta sobre el mundo, convirtiéndose
en nubes que oscurecen la luz, el perdón se extiende al mundo, una extensión que finalmente se convierte
en el mundo real reflejando la luz de Cristo. En términos del gráfico, el ego nos hace ir hacia arriba, de la
mente al mundo, mientras que el Espíritu Santo nos hace desplazarnos del mundo a la mente,
permitiendo que Su Amor se extienda al mundo.

Esta es, pues, la esencia del pasaje del Texto. En los dos párrafos anteriores, Jesús estableció la imagen
de las nubes y dijo que si estamos de pie en la tierra mirando a las nubes, podríamos ver todo tipo de
imágenes en ellas, que recuerdas nuestra anterior discusión sobre las manchas de tinta de Rorschach.
Sobre las nubes, Jesús dice: “Pero en ese banco de nubes es fácil ver todo un mundo. Las cordilleras, los
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lagos y las ciudades que ves son todos producto de tu imaginación; y desde las nubes, los mensajeros de
tu percepción regresan a ti, asegurándote que todo eso se encuentra allí.” (T-18.IX.7:1-2). Sin embargo,
esto no hace que lo que estemos viendo sea real. También dice que las nubes pueden parecer sólidas, pero
no tienen el poder de detener ni siquiera la caída de un botón (T-18.IX.6:4). Continúa la imagen del
párrafo 8:

Asimismo debería ser con las tenebrosas nubes de la culpabilidad, las cuales son
igualmente vaporosas e insubstanciales. No te pueden magullar al atravesarlas. Deja que
tu Guía te muestre su naturaleza insubstancial a medida que te conduce más allá de ellas,
pues debajo de ellas hay un mundo de luz sobre el que esas nubes no arrojan sombras. Sus
sombras solo nublan el mundo que se encuentra más allá de ellas, el cual está aún más
alejado de la luz. Sin embargo, no pueden arrojar sombras sobre la luz. (T-18.IX.8).

Las nubes parecen tener el poder de destruir el sol, pero todo lo que hacen es oscurecerlo. En sí mismas,
las nubes no tienen sustancia. No son sólidas, aunque puedan parecerlo, lo cual es reconocido por
cualquiera que haya volado, observando cómo el avión vuela más allá del banco de nubes hacia donde el
cielo está brillantemente iluminado por el sol. Jesús está usando la misma imagen aquí. Él nos está
pidiendo que atravesemos las nubes de la culpabilidad y nos demos cuenta de su naturaleza insustancial.

El siguiente paso:

Ahí el mundo exterior se ve con ojos nuevos, libre de toda sombra de culpa. Ahí te
encuentras perdonado, pues ahí has perdonado a todo el mundo. He aquí la nueva
percepción donde todo es luminoso y brilla con inocencia; donde todo ha sido purificado
con las aguas del perdón y se encuentra libre de cualquier pensamiento maligno que alguna
vez hayas proyectado sobre él. (T-18.IX.9:1-4).

Para resumir el proceso: Pasamos a través de las nubes del mundo dándonos cuenta de que no son más
que sombras de la nube de la culpa en la mente. Dejando que Jesús nos lleve de la mano, por así decirlo,
vamos de la culpabilidad al perdón, lo que significa que miramos nuestra culpabilidad sin juzgar.
Llevamos la culpabilidad al perdón, la oscuridad a la luz, las ilusiones a la verdad. En un nivel práctico,
esto se traduce en que cuando nos sentimos abrumados por los pensamientos del ego, llevamos nuestra
culpa, enfado, especialismo, depresión y ansiedad a Jesús o al Espíritu Santo. Miramos estos
pensamientos con Ellos, lo que significa que no nos juzgamos a nosotros mismos. De esta manera nuestra
culpa es perdonada, y cuando es perdonada desaparece. No queda nada más que la luz del perdón.
Identificarse con esa luz perfectamente es el estado mental conocido como el mundo real. Desde esa
perspectiva miramos al mismo mundo, no ya a través de los ojos de la culpabilidad que llevó a
experimentar el mundo como hostil o amenazante, sino a través de los ojos del perdón, la visión de Cristo.
La luz de esta visión brilla a través de nosotros, inspirando nuestras nuevas percepciones, ya sea que
estemos en un hermoso entorno natural o en un campo de exterminio.

Volviendo a la Lección 69 del Libro de ejercicios, encontramos el mismo proceso que acabamos de ver
descrito en el Texto, aunque la presentación no es tan complicada:

Después de que hayas pensado en cuán importante es para ti y para el mundo lo que estás
intentando hacer, trata de alcanzar un estado de perfecta quietud, recordando únicamente
la intensidad con la que deseas alcanzar hoy mismo, en este mismo instante, la luz que
resplandece en ti. Resuélvete a atravesar las nubes. Extiende tu mano y, en tu mente,
tócalas. Apártalas con la mano, y siente como rozan tus mejillas, tu frente y tus ojos según
las atraviesas. Sigue adelante; las nubes no te pueden detener. (LE-pI.69.6).
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Cerca del final de la lección 70, Jesús hace que el proceso sea mucho más personal:

Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra
tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has
estado buscando. No está ahí. Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras
ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. Pero
recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero, o que realmente
quisieras, en los tapices de nubes que te imaginabas. (LE-pI.70.8).

Aquí se expresa el tema importante que he estado enfatizando. Para alcanzar la luz primero debemos
lidiar con la oscuridad. No podemos saltarnos los pasos. Debemos atravesar las nubes. Aquí es donde los
estudiantes del Curso pueden ser atrapados -lo que sucede, como he estado diciendo- cuando trabajan
solo con el Libro de ejercicios. No entenderán el proceso de curación. No saltamos simplemente de donde
estamos, en el mundo, a la Luz de Cristo. Primero pasamos a través de las nubes de la culpa, lo que
significa que miramos nuestro especialismo y todos los demás asuntos del ego. Aquí es donde entra la
resistencia, donde el miedo se exacerba, y donde encontramos la fuente de la tentación de cambiar el
Curso para satisfacer nuestras necesidades.

Y lo que es más importante, no tenemos que hacer esto si no queremos hacerlo. No tenemos que tratar
con el ego, y hay muchos otros caminos espirituales que no nos lo piden. No hay nada malo en ninguno
de estos enfoques. Si ese es el camino por el que resonamos, tenemos que seguirlo. Sin embargo, no
debemos confundir Un Curso de Milagros con estos otros caminos. Este no es un Curso para
simplemente ir a la luz, sino para atravesar la oscuridad. Perdonamos la oscuridad de nuestra
culpabilidad, aprendiendo a no tener miedo de ella. Con el ego aliado de la culpa y el miedo fuera, no
queda nada más que la luz.

Además, no tenemos que buscar la luz o ir hacia ella, porque la luz está allí. Si tenemos que buscarla, es
porque nos decimos a nosotros mismos que no está ahí. Más bien, queremos buscar la oscuridad, los
pensamientos oscuros en nuestras mentes para poder perdonarlos. Esto no es para sugerir un análisis
extensivo. Los pensamientos oscuros se encuentran simplemente observando cómo interactuamos con el
mundo a través del juicio constante, y luego llevamos estos juicios a la mente llena de culpa que es su
fuente. Mirando estos pensamientos de juicio sin juzgarlos, atacándolos o sintiéndonos culpables por
ellos, hacemos que pierdan su poder. Y luego desaparecerán en la suave luz de nuestro perdón.

Todos podemos relacionarnos con la última frase: "Pero recuerda también que nunca has encontrado
nada en las nubes que hayas imaginado que perdurara, o que quisieras." Si somos honestos con nosotros
mismos, reconoceremos que cuando alcanzamos una meta que nos hemos fijado, sentimos que nunca es
suficiente. Tal vez sea suficiente para ese día, pero no será suficiente para el siguiente día, semana o mes.
Siempre necesitamos más. Nada en este mundo nos satisface o nos satisface total y permanentemente.

Debemos aceptarlo de verdad. Una cosa es decir lo que Jesús dice, asintiendo dulcemente con la cabeza
mientras decimos: "Sí, sí, sí, sí, lo que dices es verdad". Es otra cosa muy distinta entender plenamente lo
que él quiere decir, y ser claros con nosotros mismos, no solo en términos de las maneras obvias en que
el mundo nos ha fallado, sino también en términos de las maneras sutiles en que las cosas que hemos
buscado en el mundo no nos han satisfecho. En prácticamente todos nosotros hay una esperanza
persistente, generalmente inconsciente, de que todavía hay algún aspecto de especialismo que nos dará
lo que queremos, algo en el mundo que nos hará sentir bien con nosotros mismos. Este es otro ejemplo
de forma y contenido confuso, creyendo que algo del mundo exterior (forma) proveerá la falta que
experimentamos dentro de nuestras mentes (contenido).

Jesús concluye con esta consoladora y tranquilizadora oferta de su ayuda:


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Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás
quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos cuando te sería tan fácil llegar hasta
la luz de la verdadera salvación. Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier
medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano y que te
estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía. (LE-pI.70.9).

Preguntas y Respuestas

P: Jesús no dice aquí que tenemos que mirar las nubes.

R: Cierto. La idea de buscar aparece más adelante en el Libro de ejercicios, pero es extremadamente
importante en el Texto. El punto que he estado haciendo es que no obtenemos la teoría completa o el
proceso completo de perdón del Libro de ejercicios. Por eso suena tan fácil y por eso tanta gente se siente
tentada a trabajar solo con el Libro de ejercicios y dejar el Texto a un lado. No podemos soltar las nubes
si no las miramos porque, como explica el Texto, es el hecho de no mirarlas lo que les permite quedarse.
La negación es una de las defensas más primitivas y poderosas de todas.

Tomar la mano de Jesús significa mirar nuestra ansiedad, enfado, depresión y culpabilidad con él, pero
sin juicio. Si estamos mirando y también esperando que nos lo quite todo, lo hemos hecho realidad, lo que
significa que no hemos mirado realmente, sino que hemos juzgado. No estamos viendo porque vemos lo
que no está allí. Este es un punto extremadamente importante. Si nos aferramos a la idea de que Jesús
nos quitará el problema, estamos diciendo que hay un problema. Sin embargo, no hay ningún problema,
solo la creencia de la mente en su existencia. Mirar con Jesús significa darse cuenta de que todo lo que
sentimos no tiene ningún efecto en su amor por nosotros. Que el amor y la paz de nuestra mente son lo
único que nos importa. De hecho, solo ellos son la verdad dentro del mundo ilusorio de la separación.

La falacia de la separación comenzó con la idea de que el ataque que el Hijo pensaba que había hecho a
Dios -su necesidad de usurpar el lugar de Dios en el trono y hacerlo suyo- hacía imposible que Dios lo
amara de nuevo. Así, el gran mito judeocristiano de Adán y Eva termina con Dios desterrando a los dos
pecadores del Jardín del Edén (Cielo), colocando a un ángel con lanzas flamígeras en la puerta, para
asegurarse de que nunca volvieran a entrar. ¡Qué maravillosa expresión del sistema de pensamiento del
ego! Es esencial darse cuenta de que pedirle a Jesús que te quite un problema es hacerlo real, lo cual, una
vez más -en palabras de las primeras lecciones del Libro de ejercicios- significa que no estamos viendo
con la verdadera visión, porque estamos viendo algo que no está ahí.

Como he estado enfatizando, las primeras lecciones del Libro de ejercicios son increíbles en términos de
lo que están enseñando. Jesús quiere decir literalmente que cuando vemos un problema fuera de nosotros,
no lo estamos viendo, porque no hay nada más que una alucinación. Caminar con él significa ver a través
de sus ojos. Las frases "dándole la vuelta", "atravesando las nubes de la culpabilidad" y "tomando su
mano" expresan este proceso de mirar los pensamientos de nuestro ego, y no darles poder para interferir
con nuestro amor por Jesús y el suyo por nosotros. De esta manera replicamos el principio original de la
Expiación de que nuestros pensamientos de ataque contra Dios no tuvieron efecto: "...ni una sola nota en
el canto del cielo se perdió." No ha pasado nada. Esto no significa que debemos negar nuestro terror,
dolor, depresión o culpa. Miramos lo que estamos experimentando, pero sin culparnos a nosotros mismos
ni a los demás. Luego desaparecen. Esto puede parecer un buen punto, pero es crucial. Es lo que separa
Un Curso de Milagros de prácticamente cualquier otro camino espiritual que conozco: no se nos pide que
neguemos el ego, sino que lo miremos sin culpa, reconociendo su propósito. Lo que nos permite mirar sin
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juzgar es tomar la mano de Jesús, y por eso nos hace la dulce recomendación: "…piensa que te estoy
llevando de la mano y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.”

P: ¿Sería correcto decir que se supone que debemos mirar nuestro ego y amarlo?

R: Puedes hacerle cosquillas y mirarlo de una manera amorosa; no es que lo aceptes, sino que lo mires y
digas: "Esto no significa nada". Quieres mirarlo y no darle más poder. No quieres amarlo: la culpa no es
adorable; el asesinato no es adorable. Podrías llegar a decir que un pensamiento asesino es tonto porque
no te va a dar lo que quieres; de hecho, te va a privar de lo que realmente quieres: la paz de Dios. Pero no
me atrevería a decir que es adorable.

P: Pensé que si no lo hacía estaría juzgándolo y por lo tanto dándole una realidad que no tiene.

R: Si lo estás amando, también le estás dando una realidad que no tiene. No amas algo que no está ahí.
Amas algo que crees que está ahí. Cuando dices que es una tontería, lo que realmente estás diciendo es
que fue una tontería de mi parte creer que este pensamiento tenía algún poder sobre el Amor de Dios.

P: ¿Podríamos decir que tenemos que perdonar el ego?

R: Sí, podrías, pero realmente te estás perdonando a ti mismo, el que toma las decisiones, por haber
elegido el ego. El ego no es absolutamente nada. Te perdonas por no haber puesto nada en el lugar de
todo, y luego construir un mundo de nada, que parece ser algo, para ocultar la nada que es la defensa
contra el Todo.

P: ¿El ego también nos presenta cosas buenas? Hablas del ego, su ataque, ira y dolor, y puedo
identificarme con eso. ¿Pero el ego no tiene también cosas bonitas que nos engañan y nos pintan un bonito
cuadro del mundo? Después de todo, el mundo no es todo dolor y sufrimiento; tiene hermosos árboles y
un hermoso sol. ¿No es lo mismo que el ego?

R: Absolutamente. Esa es la distinción entre el odio especial y el amor especial. El odio especial se refiere
a cosas, personas y entornos que consideramos objetables. El amor especial se refiere a cosas, personas y
ambientes que encontramos placenteros. El ego funciona de la misma manera. Podemos volvernos tan
adictos a un hermoso atardecer, lago o lugar de campo como podemos ser repelidos por la fealdad de la
naturaleza o las crueldades de la guerra.

P: ¿Qué pasó con la parte buena de mí que me pareció divertida? Eso es lo más difícil de reconciliar.

R: No hay duda sobre eso, pero para abordarlo adecuadamente se requeriría otro taller. Las formas más
insidiosas de ser especial son aquellas que parecen ser tan positivas: gratificantes, amorosas y amables.
Son mucho más difíciles de tratar. En la Lección 12, por ejemplo, Jesús dice que "un 'mundo bueno'
implica un 'mundo malo', y un 'mundo satisfactorio' implica un mundo 'insatisfactorio'" (3:6). Siempre
estamos en opuestos, lados opuestos de la misma moneda de separación y dualidad.

P: Entonces, ¿esto también es algo que veríamos con Jesús o con el Espíritu Santo?

R: Sí. Nos damos cuenta de que creemos que nuestra paz depende de que el día sea hermoso y de que
estemos en un lugar hermoso, y sin eso, no tendríamos un buen día. Tenemos que mirar esto con Jesús
porque estamos diciendo que su amor no es suficiente; se necesita un hermoso lago o un atardecer para
hacernos felices. Esto no significa, por supuesto, que no podamos disfrutar de la pacífica escena de la
naturaleza, sino que nos demos cuenta de que son sustitutos del Amor de Dios, arraigándonos en el
mundo en lugar de experimentar el amor en nuestras mentes rectas. Y luego no sentir culpa porque la
locura ha sido nuestra elección. Lo que sí ayuda es ver las bellas formas como recordatorios simbólicos de
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la belleza del amor en la mente, el amor que realmente queremos por encima de todo lo demás y que
podemos elegir como nuestra realidad.

P: Cuando realmente creemos que nada puede separarnos del Amor de Dios, las lecciones del Curso han
terminado?

R: Correcto. Entonces ya no necesitas un Curso de Milagros. Como he estado diciendo, creo que es
ingenuo por parte de los estudiantes creer que pueden hacerlo en un período de tiempo relativamente
corto. El miedo a la pérdida de uno mismo es demasiado grande.

Cómo hacer el Libro de ejercicios, Lección 95

Ahora me dirijo a otro camino que Jesús nos da para ayudarnos a atravesar estas nubes de culpabilidad,
lo que significa mirar nuestros pecados y perdonarlos. Regreso a algo que ya he comentado antes, la
manera en que Jesús nos pide que hagamos su Libro de ejercicios y cómo elegimos hacerlo. Había
enfatizado que la manera de hacer el Libro de ejercicios es caer de bruces con él, olvidarse de Dios, olvidar
la lección, cometer los errores que todos cometemos, pero mirar todo esto sin juzgar, sin sentir que tienes
que recuperar el tiempo perdido con un ejercicio en particular, sin sentir que tienes que engañar a Jesús
o a otras personas, o que tienes que ser el estudiante perfecto para el Libro de ejercicios.

Mis comentarios estarán en el contexto de la Lección 95, "Yo soy un solo Ser, unido a mi Creador", que
también mencioné antes. Lo que es interesante de esta lección es que en medio de ella Jesús se aparta del
tema de la lección y habla en cambio de cómo hacer el Libro de ejercicios. La lección, entre muchas otras,
contrasta la grandeza del Ser que Dios creó con nuestra versión de nosotros mismos, descrita en esta
lección como "una ridícula parodia de la Creación de Dios; débil, viciosa, fea y pecaminosa, miserable y
acosada de dolor". (2:1). Jesús comienza con esto, y luego cambia a los comentarios acerca de cómo uno
trata con nuestros lapsus en la memoria. Esta discusión, a su vez, se convierte en la continuación del tema
de la lección.

Y así, en el cuarto párrafo Jesús nos habla de cómo hacer el Libro de ejercicios. Él nos dice que nuestras
mentes son relativamente inexpertas e indisciplinadas, y por lo tanto necesitamos una estructura. Aquí
estamos, tres meses después de su Libro de ejercicios, y se nos dice que no estamos meditando
adecuadamente, que nuestras mentes siguen vagando. Lo que ayuda en esto es que casi siempre la mente
divaga; sin embargo, Jesús nos hace saber que él es consciente de esto y que no debemos sentirnos
culpables. El contenido subyacente a este mensaje es: "Sé que eres un 'miserable pecador'; sé que tu ego
no se preocupa por mí ni por Dios, pero Nosotros te amamos. No me ocultes el hecho de que no estás
pensando en mí, que pones los ídolos del mundo por encima de mí y las lecciones, que buscas usurpar mi
lugar en tu mente y en tu vida con cosas especiales que son triviales. Sé que estás haciendo esto, y está
bien. Nada de eso tiene poder, excepto en los sueños".

Esto es extremadamente importante, porque es, como veremos, tanto en la forma como en el contenido,
que Jesús está subrayando el mensaje de su Curso: "Te amo, el Espíritu Santo te ama, Dios te ama, nada
ha cambiado ese feliz hecho." No solo es este el mensaje en términos del significado de todo, sino que la
misma forma en que nos lo da dice lo mismo. No tenemos que fingir con él. No tenemos que ser un gigante
espiritual que se sienta y medita, y luego observa cómo el mundo desaparece mientras la mente se inunda
de luz y amor. Nos dice: "Sé que esto no es lo que pasa, y eso está bien. Mi amor por ti sigue siendo el
mismo". Si recibimos ese mensaje una sola vez, hemos aprendido el Curso y ya no lo necesitamos. Dice
que el pecado que nosotros percibimos contra Dios no ha afectado a Su Amor, y si eso es verdad, el pecado
no existe y no es causa de nada. Sin pecado no hay justificación para la culpa, y no hay necesidad de
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proyectar la culpa hacia el futuro y temer el castigo. Todo el sistema de pensamiento del ego desaparece
con la simple afirmación: "No importa lo que hagas; mi amor por ti no ha cambiado".

Jesús nos está diciendo que no lo engañemos a él o a nosotros mismos. Simplemente tenemos que ser
conscientes de nuestra falta de disciplina mental y de la consiguiente necesidad de entrenamiento mental.
Si no somos conscientes de ello, ¿cómo vamos a perdonar nuestros errores? Esto significa que nuestro
pecado permanecerá enterrado, solo para salir a la superficie en nuestras proyecciones. El peligro es que
pensamos que hemos hecho algo cuando no lo hemos hecho. En el Nuevo Testamento, Jesús es visto
repetidamente como castigando a los fariseos. En una escena espantosa, los llama "una generación de
víboras". No estoy diciendo que Jesús realmente dijo esto, pero tomando esos incidentes como
instructivos, podemos entender al Jesús bíblico diciéndoles que su error fue creer que si ellos guardaban
la letra de la ley, ellos guardaban su espíritu. Los fariseos eran la rama del judaísmo que se adhería
estrictamente a las enseñanzas del Antiguo Testamento (la letra de la ley), y por lo tanto creían que eran
espiritualmente superiores a otros grupos judíos. En esencia, Jesús les estaba diciendo que estaban
obedeciendo las formas de amor (es decir, amor especial), pero les faltaba su contenido. Una vez más, el
peligro es que el odio oculto por la forma permanezca enterrado en la mente, resurgiendo más tarde de
maneras muy feas. La sangrienta historia del cristianismo, desgraciadamente, así lo atestigua.

Por lo tanto, Jesús está diciendo aquí que nunca debemos sentirnos culpables porque pasamos largos
períodos de tiempo olvidándonos de él y de la lección diaria. Él nos dice: "Sé que lo olvidarás. Tú tienes
este plan de estudios para que tu mente pueda ser entrenada para recordar. No te sientas culpable porque
estés pecando." Naturalmente, él no ve nuestro olvido como pecaminoso, pero nosotros sí. Olvidar sus
palabras y dar la espalda a su presencia es un recordatorio de lo que nos acusamos de haber hecho con
Dios, y todos reaccionamos, una y otra vez, a ese instante ontológico de horror. Recuerda, este mundo es
una prueba para nuestras mentes enloquecidas con la idea de que matamos a Dios, convencidos de que
podríamos construir un mundo mejor que el suyo; que, de hecho, podríamos ser Dios. Como mencioné
antes, este es el germen del problema de la autoridad: he derrotado a la autoridad. He usurpado Su lugar
en el trono. Yo soy Dios.

El propósito de Un Curso de Milagros es recordarnos cuán diminutos somos espiritualmente hablando.


Somos niños muy pequeños, muy lejos del gigante espiritual de nuestras fantasías. Jesús dulcemente nos
hace saber esto, y necesitamos dejar de pelear con él y tratar de fingir que somos algo que no somos. Más
bien, debemos reconocer: "Sí, esto es lo que soy, pero no es pecado". Esta honestidad deja que su amor
vuelva a entrar. Si insistimos en que no tenemos un ego, o que solo tenemos rastros de él, vamos a creer
que no lo necesitamos. Esto es exactamente lo que el ego quiere, que seamos nuestro propio autor: "No
necesito a Jesús ni al Espíritu Santo porque puedo hacerlo por mí mismo. De hecho, ya lo he hecho". De
esta manera, nos aseguramos eficazmente de que nunca recibamos la ayuda que necesitamos, y nos
embarramos aún más profundamente en el pantano de culpa y miedo del ego.

Y así nuestro maestro nos dice: "Todavía eres un niño pequeño, y por lo tanto necesitas esta estructura,
pero cuando crezcas ya no la necesitarás más." Hace un comentario similar en "Cómo debe pasar el día el
Maestro de Dios" del Manual ("M-16"). Habla allí de que los maestros avanzados de Dios no tienen que
preguntarse nunca: "¿Cómo debo pasar el día? Sin embargo, hasta que lleguemos a ese punto, la
estructura es muy necesaria. Recuerda de nuevo, el Libro de ejercicios es un programa de capacitación de
un año que generalmente se realiza cerca del comienzo del trabajo con el Curso. Por eso su estructura es
tan importante.
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Preguntas y Respuestas

P: Según el Curso, entonces, ¿es la esencia de la meditación simplemente mirar al ego y no salir a la luz,
o hacer las cosas que me darían un subidón?

R: Sí, claro. Este no es un Curso para alcanzar una altura espiritual. Justo lo contrario. Es un Curso para
ayudarnos a darnos cuenta de lo bajos que estamos, y luego mirar a ese punto bajo con Jesús. Eso es lo
que nos levantará. En el contexto del proceso del Curso, la meditación significaría mirar hacia abajo con
él, así como el perdón es mirar al ego con él. Cuando realmente entendemos eso, tendrá un sentido
perfecto para nosotros, y también hará que nuestra vida sea increíblemente fácil. Ya no tendremos que
luchar para hacer algo, como meditar: "Hoy iba a hacerlo bien. Pero medité catorce minutos y medio, y
en los últimos treinta segundos lo arruiné". No necesitamos luchar con las formas ni con el contenido.
Simplemente miramos a nuestros egos sin juzgarlos.

Para ampliar esto, podemos decir que la meta de Un Curso de Milagros no es que no tengamos
pensamientos del ego, que nunca nos enfermemos, o que nunca nos sintamos culpables, enojados o
temerosos. Su meta para nosotros es que, después de un tiempo, respondamos automáticamente a estos
pensamientos o acciones mirándolos con Jesús. Entonces desaparecerán. Si pensamos que debemos
enfocarla de manera diferente, estaremos estableciendo un estándar que nunca alcanzaremos. Si decimos
que necesitamos pasar un día sin un solo pensamiento egoísta, nuestro ego será desenfrenado porque
estamos implicando que el ego es real y terrible, y la salvación significa que estemos libres de él. Esto
simplemente le da una realidad y una fuerza que no tiene.

La meta del Curso es que tengamos todos los pensamientos del ego que queramos, pero debemos mirarlos
con Jesús o el Espíritu Santo, no dándoles más poder para quitarnos Su Amor de nuestras mentes. ¿Cómo
es posible que estos pensamientos no desaparezcan entonces? Esa es la importancia de estas líneas del
Manual: "No te desesperes, pues, por causa de tus limitaciones. Tu función es escapar de ellas, no que no
las tengas." (M-26.4:1-2). Esto se refiere a las limitaciones del cuerpo, y de lo que escapamos es de la
carga de la culpa que les ponemos, ya sea que las limitaciones sean físicas o psicológicas. Nuestra función
no es estar sin ellas, trascender las leyes físicas o psicológicas que hemos fabricado. Nuestra función es
mirarlas a ellas y a nuestra identificación con ellas, pero sin culpa ni juicio. Así es como las negamos, ese
es "el uso apropiado de la negación" (T-2.II.1:12). El uso inapropiado de la negación nos hace creer que
la culpa es tan temible que nunca la hemos de volver a ver. Jesús nos ayuda a negar que la culpabilidad
de la mente tiene poder sobre el Amor de Dios.

Como ya he comentado anteriormente, conseguir un despertador para asegurarse de que practicas


exactamente como Jesús te instruye, hace que pierdas de vista todo el asunto. La idea no es literalmente
pasar cinco minutos de cada hora con Jesús o con la lección del Libro de ejercicios. La idea es que quieras
hacerlo; pero aún más importante, la idea es ser consciente de hasta qué punto no quieres hacerlo. Si usas
un despertador, estás cortocircuitando el proceso, porque entonces no te permites ver lo mucho que no
quieres aprender tus lecciones, y por lo tanto te estás adelantando al proceso del perdón. También está
involucrado, como mencioné anteriormente, el pensar que si te haces con un despertador para recordarte
que hagas el ejercicio, estarás en buenos términos con Jesús y él pondrá una marca en su diario celestial
cada vez que tu "te acuerdas".

Esto te lleva a cumplir con los números en lugar de con el contenido. Este no es un Curso en cantidad
sino en calidad. Este es otro error común, y ha estado allí casi desde la publicación del Curso en 1976. La
gente se entusiasma con el creciente número de estudiantes, de cientos a un par de miles, decenas y
cientos de miles, incluso un millón o más. La emoción viene de creer que el gran número de personas que
estudian el Curso significa algo. No se dan cuenta de que simplemente se han visto atrapados en la trampa
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del ego de hacer que el mundo de la multiplicidad sea real: si hay suficientes cuerpos que estudian Un
Curso de Milagros, el mundo se salvará.

En la década de 1970 hubo personas que enviaron copias del Curso a la Casa Blanca de Carter y al
Vaticano. La idea era que si podíamos conseguir que la gente en el poder fuera estudiante del Curso, y
luego ellos lo transmitieran al mundo, el mundo se salvaría, como si hubiera un mundo que necesitara
ser salvado. Este es el error, por lo que no podemos trabajar significativamente con este Curso si no
entendemos su metafísica. Cuando Jesús dice "¡No hay mundo!" (LE-pI.132.6:2), lo dice literalmente.
¡Observa el signo de exclamación! Puesto que no hay mundo, ¿cómo podría salvarse lo que no existe? Es
el mundo de la mente el que tiene que ser salvado. El mundo no necesita grandes maestros del Curso, ni
tampoco necesita grandes libros escritos sobre él. El mundo necesita personas que vivan el Curso, y
ponerlo en práctica no tiene nada que ver con eventos o actividades mundanas. Pronto volveremos a lo
que realmente significa ser un maestro de Dios.

Y así que este no es un Curso en la multiplicación de estudiantes, porque una vez que quedas atrapado en
eso (los números son propios del sistema del ego), obviamente estás involucrado en el mundo de la
dualidad. Solo hay un número en todo el universo: uno. En el Manual del maestro hay una pregunta:
"¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?" (M-12). La respuesta es: uno. Mientras
que ese "uno" podría ser visto como Jesús (o cualquier otro que trascendiera el ego), su significado
subyacente es que Jesús representa al único Cristo. Solo se necesita un maestro para salvar al mundo,
porque solo hay un maestro porque solo hay un Hijo, no miles de millones. Nuestro trabajo es
simplemente hacer nuestra parte para salvar al Hijo único, lo que significa que sanamos nuestra mente
de pensamientos de culpa, que es la aceptación de la Expiación. No importa si el Presidente, el Papa o
cualquier otra persona tiene una copia de Un Curso de Milagros. Todo lo que importa es que tú tengas
una copia, y que trabajes con el Curso y hagas lo que dice y aprendas sus lecciones.

P: En referencia a los números, ¿significa eso que hacer que el Curso llegue a los medios de comunicación
no ayuda?

R: ¿Quién puede decir si está ayudando o no? Lo que estaba diciendo es que si eres estudiante de Un
Curso de Milagros y te hace feliz que esté en los medios de comunicación, es que algo anda mal. Que sea
en los medios de comunicación o no, no debe ser asunto de nadie. Lo que hace sufrir a la gente es pensar
que de alguna manera este es su Curso. No lo es. Este es el Curso de Jesús, y te aseguro que a él no le
importa si está en los medios de comunicación o no, porque no conoce los medios de comunicación. No
hay un plan cuidadosamente orquestado que vaya a hacer que esto llegue a la Casa Blanca y a todas las
capitales del mundo, a todas las iglesias y sinagogas, etc. No tiene agentes en cada uno de estos lugares
que vayan a hacer su trabajo. No es así. No es así. Se volvería loco si tuviera un plan así, porque eso haría
que el mundo fuera real.

Solo hay un plan: la aceptación de la Expiación. Si Un Curso de Milagros llega a los medios de
comunicación, al Vaticano o al Congreso, que así sea. ¿Pero qué interés tiene eso para ti, para mí o para
alguien más? Nuestra preocupación solo debería ser aceptar la Expiación. ¿Cómo podría importar lo otro
si no hay mundo y la mente que toma las decisiones lo es todo? Una vez que piensas que sí importa, has
sido atrapado creyendo que el mundo es real. Es muy fácil de caer en esta sutil trampa, pero se evita
fácilmente si se mantiene en el espejo de su cuarto de baño, escrito en crayones indelebles: "¡No hay
mundo!"

Si no hay mundo, ¿entonces qué o a quién vas a salvar? ¿A quién van a informar los medios de
comunicación si no hay mundo? Eso no significa que tú niegues lo que ocurre o lo que es tu vida física o
tus aulas de aprendizaje. Simplemente significa que cuando te encuentras preocupado o deprimido
porque algo no está sucediendo públicamente con el Curso, o te exaltas porque sí, te das cuenta que te has
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atrapado a ti mismo creyendo que hay algo ahí fuera que tiene que ser salvado. No hay nadie por ahí que
necesite un Curso de Milagros, porque no hay nadie por ahí! Sin embargo, hay alguien aquí que necesita
un Curso de Milagros - nuestras mentes para tomar decisiones.

P: ¿No deberíamos estar alegres de que el Curso se esté extendiendo, y no deberíamos estar molestos
porque está siendo alterado o comprometido por algunas personas?

R: Ese es el mismo error. Si te preocupa que el Curso esté siendo alterado, estás diciendo que hay algo
fuera de ti que tiene poder. Incluso asumiendo que tienes razón, que hay alguien ahí fuera que está
comprometiendo el Curso, recuerda que cada uno tendrá una comprensión diferente de quién está
comprometiendo qué. Entonces, puedes estar en lo cierto, pero si estás molesto, estás diciendo que la
persona ha cometido un pecado, y ahora tú, en tu brillante caballo blanco con Un Curso de Milagros
ardiendo en el aire, vas a cabalgar hasta la ciudad y quemar a los herejes porque sabes la verdad. Nos
vemos atrapados en este error todo el tiempo. Tu única preocupación debe ser contigo mismo, ya sea que
estés eligiendo el ego o el Espíritu Santo como tu maestro.

La otra parte de este asunto es por qué te sorprendería que la gente comprometiera el Curso; la gente
comprometió a Dios desde el principio. Sin embargo, es posible describir los errores sin juzgar a los
estudiantes, sin hacer un gran escándalo. Esto es lo más importante. Recuerda que en su Curso, Jesús
dice muy claramente que durante dos mil años los cristianos han tergiversado lo que él ha enseñado. Esas
no son sus palabras exactas, pero está muy claro que los cristianos han cometido muchos, muchos errores.
Sin embargo, nunca tienes la sensación de que está juzgando. Simplemente dice: "Así son las cosas". ¿Qué
tiene eso de inusual? El mundo entero es un compromiso."

Generalización

1. En el párrafo 8 de la Lección 95, Jesús lleva la discusión hacia la generalización, donde se hace obvio que
no está hablando solo de la lección particular del Libro de ejercicios, sino de un tema mucho más amplio.
Aquí hay dos frases muy importantes: "Tus errores no pueden hacer que el Espíritu Santo se demore en
impartir Sus enseñanzas. Solo tu renuencia a desprenderte de ellos puede hacerlo.". La referencia
inmediata es a los errores que cometemos con el Libro de ejercicios. Pero podemos generalizar eso para
significar que el Espíritu Santo no es obstaculizado por ninguno de nuestros errores. El problema, sin
embargo, no son los propios errores. Es nuestra falta de voluntad dejarlos ir sintiéndonos culpables, o
justificándolos o racionalizándolos, inventando historias para apoyar el error. Una vez más, el problema
no es el error, que nos olvidemos de pensar en Dios cinco minutos a la hora, o que condenemos en vez de
perdonar. El problema es que cuando olvidamos, nos aferramos a los errores sintiéndonos culpables o
proyectando la culpa sobre alguien u otra cosa. Esto, entonces, es lo mismo que ya he mencionado: el
problema no era la diminuta y loca idea de estar separado de Dios, sino tomarla en serio. Llamar pecado
a la pequeña y loca idea es tomarla en serio: “Es motivo de risa pensar que el tiempo pudiese llegar a
circunscribir a la eternidad, cuando lo que esta significa es que el tiempo no existe.” (T-27.VIII.6:5) -lo
está llamando un error. Como el Curso dice repetidamente, los pecados son castigados, los errores son
corregidos.

Por lo tanto, queremos desaprender el error original que cometimos llamando pecado al error, en lugar
de simplemente decir que fue una idea diminuta y loca que no tuvo ningún efecto. Desaprendemos el
error repitiéndolo una y otra vez, pero ahora lo vemos de otra manera. Una expresión de este error es no
hacer la lección de la manera en que se "supone que debemos", como si hubiera una "supuesta", como si
hubiera una manera correcta de hacer el Libro de ejercicios. Recuerda, la manera "correcta" de hacer el
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Libro de ejercicios es hacerlo "mal", y luego perdonarse por haberlo hecho. Eso es algo más que deberías
poner en el espejo de tu baño: "La manera correcta de hacer el Libro de ejercicios es hacerlo mal y luego
perdonarte por ello." Pero primero pon "¡No hay mundo!", porque eso es más importante.

Para reafirmar este punto esencial, el Espíritu Santo no se detiene por errores sino "solo por tu falta de
voluntad para dejarlos ir". Ese es el propósito de la culpa, y por eso hay tanto énfasis en el Curso sobre la
culpa. La culpa es lo que toma el error, lo congela, y lo llama pecado. Cuando simplemente lo miras
dulcemente sin juzgarlo y le sonríes, desaparece. No mirarlo es la falta de voluntad de dejarlo ir para
preservar nuestro ser separado.

En un hermoso pasaje de Los dones de Dios (p. 118), el poema en prosa que Helen había transcrito, Jesús
le pidió que le diera los regalos del ego, su culpa y temor, y a cambio él le daría los dones de Dios. Esto,
por supuesto, también es para todos nosotros. Venimos a él con los puños cerrados, aferrándonos
firmemente a nuestro pecado y culpabilidad. Jesús nos implora que abramos las manos y nos demos
cuenta de que solo hay un espacio vacío en tu interior, en el que ahora él podría poner sus dones de amor.
La idea no es que tengamos que ser perfectos; es que nos perdonemos por no ser perfectos, por nuestros
"lapsus de diligencia", por nuestros "fracasos en seguir las instrucciones para practicar la idea del día".

Lo que nos pide no es que le demos nuestro amor, sino que le demos nuestro pecado, culpabilidad y
pensamientos de ataque. No tenemos ningún amor que podamos darle; si lo tuviéramos, seríamos como
él. Le damos nuestra culpa y luego nos la quita. No es que nos la quite literalmente; es simplemente que
cuando abrimos nuestra mano, la culpabilidad desaparece. El puño cerrado refleja nuestra creencia de
que hay algo que sostener y apreciar: el pecado. La culpa la mantiene apretada, y la proyección la protege;
pero cuando abrimos nuestra mano nos damos cuenta de que no hay nada allí, y entonces su amor
automáticamente toma su lugar. El que nosotros hagamos el Libro de ejercicios de la manera que él nos
pide en la Lección 95 es lo que logra esto.

En otro pasaje importante del párrafo 8 de la Lección 95, Jesús nos instruye aún más acerca de ser
tolerantes con nuestras debilidades para que esto no retrase nuestro aprendizaje: "Si le damos poder para
hacer esto, lo consideramos como fuerza y confundimos fuerza con debilidad." Generalizando, podemos
decir que nosotros, la mente que toma las decisiones, le damos al ego el poder de retrasar nuestro regreso
a casa; de hecho, le damos al ego el poder de decirnos que no estamos en casa en primer lugar. También
damos poder a los egos de otras personas. Lo que deshace este poder y lo desmantela, haciendo impotente
al ego, es simplemente mirarlo y decir que no puede interferir con el Amor de Dios por nosotros, o el
nuestro por Él.

En el párrafo 10, Jesús cambia el enfoque al tema más amplio, llevándonos de vuelta al tema principal de
la lección:

El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí
mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa
quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No
importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue
siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieras
que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no
podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieras cuenta de que se trata tan solo de tu
propio sueño.

Nuestro maestro dice que todos nuestros intentos de suspender este Curso son deliberados. No es
casualidad que olvidemos la lección del Libro de ejercicios. No es accidental que dejemos caer su mano y
tomemos la del ego en su lugar. No es casualidad que sigamos atacando a la gente o a nosotros mismos,
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encontrando resentimientos que nos perturben en lugar de dejarlos ir. Todos estos son intentos de
mantener las nubes de la culpabilidad y atacar firmemente en su lugar, tanto así que no escucharemos la
Voz del Espíritu Santo que nos Recuerda que somos un solo Ser unido con nuestro Creador, como lo dice
el título de la Lección. Estos pensamientos egoístas intentan mantener el ego vivo y bien, y ocurren en
cosas tanto triviales como consecuentes. Todos son iguales. Jesús nos está diciendo aquí otra vez que no
tengamos miedo de cometer errores, y que no intentemos ser perfectos. No necesitamos probar que lo
amamos. Simplemente tenemos que aceptar su amor en vez de la culpa del ego.

La idea en todo esto, para volver de nuevo al principio central, es no confundir la forma con el contenido.
El contenido del Libro de ejercicios es el reentrenamiento de la mente. La forma es todo lo que nos pide.
Pero no está interesado en la forma; solo el contenido es importante. No podemos volver a entrenar
nuestra mente si no sabemos que tenemos una, y mucho menos saber lo que hay en ella: la maldad, el
miedo, la ira y la resistencia del ego. En resumen, hacer el Libro de ejercicios es una manera maravillosa
de sacar a la superficie todas estas defensas contra el Amor de Dios para que podamos dejarlas ir.

Repaso III - Introducción

Quisiera leer los párrafos 2 y 3 de la Introducción al Repaso III, ya que reflejan algunas de las ideas que
hemos estado debatiendo:

Entendemos, por supuesto, que tal vez te resulte imposible hacer cada día y cada hora del
día lo que aquí se sugiere como óptimo. Tu aprendizaje no se verá afectado si se te pasa
una sesión de práctica porque te resultó imposible hacerla en el momento señalado. No es
necesario tampoco que te esfuerces excesivamente por recuperar el número de sesiones
perdidas. Nuestro objetivo no es hacer un rito de las sesiones de práctica, pues ello
impediría el logro de nuestra meta.

Pero el aprendizaje definitivamente se vería afectado si dejaras de hacer una sesión de


práctica por no haber estado dispuesto a dedicarle el tiempo requerido. No te engañes a ti
mismo con respecto a esto. Esa falta de buena voluntad puede estar muy cuidadosamente
disimulada tras la falsa apariencia de situaciones que parecen estar fuera de tu control.
Aprende a distinguir entre las situaciones que no son propicias para tu práctica y aquellas
que urdes para enmascarar tu falta de buena voluntad.

Jesús nos dice de nuevo que sabe que no podremos hacer exactamente lo que él dice. A veces, por cierto,
la gente deja a sus familias y trabajos durante todo un año para que sus sesiones de práctica no se vean
interferidas por las cosas mundanas y triviales con las que la gente normal se enfrenta todos los días.
Piensan que entonces serán capaces de hacer el Libro de ejercicios perfectamente. Si hay personas que no
lo han hecho, ciertamente hay quienes desean poder hacerlo y envidian a quienes pueden hacerlo. Lo que
no se dan cuenta es que su vida diaria y sus responsabilidades son el lugar perfecto, el aula perfecto para
practicar sus lecciones diarias de perdón. Es importante recordar que Jesús no está interesado en los
números; él no cuenta cuántas veces nos quedamos cortos en nuestra práctica. No es necesario reservar
momentos especiales para hacer el Libro de ejercicios o para hacer arreglos especiales. Recordando
nuestra discusión anterior, este no es un Curso de meditación tradicional. Ni siquiera se nos pide que nos
enfoquemos en Dios. Más bien, se nos pide que aprendamos a pensar en Dios todo el tiempo, lo que
realmente significa ser cada vez más conscientes de lo mucho que no pensamos en Él, o incluso queremos
pensar en Él. Tenemos que ser conscientes de las interferencias y no juzgarlas. Es entonces cuando
comenzarán a desaparecer.
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Hace años, trabajaba con hermanas contemplativas que programaban regularmente tiempos de oración
cada día. Algunos días, debido a responsabilidades o emergencias, no podían orar en esos momentos
específicos. Me decían que justo antes de irse a la cama, rápidamente recuperaban todos los períodos de
oración perdidos. Esto es de lo que Jesús está hablando, excepto que no está hablando de monjas en
oración. Ciertamente no las excluye; de hecho, algunos de sus mejores amigas son monjas, ¡incluso
exmonjas! Lo que él está diciendo es que no tenemos que inventar lo que nos perdimos, como si estuviera
parado en el cielo con una tarjeta de puntuación. Solo pide que seamos honestos con nosotros mismos,
haciéndose eco de su petición en el Texto: "Sé muy honesto contigo mismo... porque no debemos
ocultarnos nada" (T-4.III.8:2). Además, nos pide que seamos sinceros con él: "No te dejes engañar por el
hecho de que muy a menudo te saltarás un período de práctica, no porque hayas tenido una emergencia
que requiera tu tiempo y atención, sino porque no querías pasar tiempo conmigo. Sé honesto contigo
mismo. Por supuesto que no quieres pasar tiempo conmigo, porque eso excluiría tu ego. Y como no me lo
tomo como algo personal, ni lo juzgo, tú tampoco deberías hacerlo". Necesitamos discernir si realmente
no podemos hacer la lección, o simplemente no queremos hacerla y estamos fingiendo que no podemos.

La idea es generalizar estas instrucciones para los períodos de práctica a todo lo que hacemos. Esta es otra
razón por la cual es útil para nosotros aceptar verdaderamente que Jesús y el Espíritu Santo no hacen
cosas en el mundo, ni están interesados en lo que sucede en él. Estar involucrado en el mundo haría que
el mundo fuera real, y además, confundiría la forma con el contenido. Su preocupación exclusiva es con
nuestra decisión de identificarnos con el amor que está en nuestras mentes. Cuando podemos mirar sin
juzgar cuánto nos hemos identificado con la culpa, el miedo y los pensamientos de ataque en la mente,
todos desaparecen. Lo que queda es el amor que fluye a través de nosotros por sí mismo. Eso es lo que
significa ser un maestro de Dios, lo que nos lleva al tema final de nuestra discusión del Libro de ejercicios.

-o0o-

6. Sobre ser un maestro de Dios

Aunque el término maestro de Dios no aparece en el Libro de ejercicios, como mencioné antes, Jesús
habla de ello en las Lecciones 153 a 157, entre otras, como la Lección 37 a la que me referí anteriormente.
Hay varios lugares en el Texto donde se expresa esta misma idea con respecto al milagro, el perdón y la
salvación (T-16.II.1; T-22.VI.9; T-27.V.1). En cada una de ellas, Jesús enseña que nuestra única función
es elegir entre el milagro o el perdón, mientras que su extensión no es nuestra responsabilidad.

Mis comentarios anteriores sobre el tema de la participación en la vida del Curso en el mundo me vienen
a la mente. Nuestra función es simplemente aceptar la Expiación para nosotros mismos, que es aprender
a elegir entre el milagro y un resentimiento, el perdón y el ataque. Una vez que tomamos la decisión
correcta, lo cual hacemos cada vez que miramos los pensamientos de nuestro ego sin juzgar, el amor que
se refleja en nuestra decisión se extiende automáticamente a través de nosotros. No importa si uno está
dando clases o escribiendo libros sobre Un Curso de Milagros, es albañil, psicoterapeuta, jefe de familia,
maestro de escuela o arreglando una pipa. Todo lo que uno está haciendo sería automáticamente el
instrumento a través del cual fluiría el amor de Jesús en nuestras mentes, y es este amor el que sana, no
las formas en las que se expresa.

Por lo tanto, nuestro enfoque no debe ser lo que hacemos con la forma, sino solo hacer espacio para la
verdad. Jesús nos dice esto cerca del final del Libro de ejercicios: "Nos ocupamos tan solo de dar la
bienvenida a la verdad" (LE-pII.14.3:7). Nuestro trabajo es conocer la verdad, no enseñarla o extenderla.
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Y llegamos a conocer la verdad al hacer espacio en la mente al liberar nuestra culpabilidad cuando
perdonamos. Esto permite que la verdad se extienda a través de nosotros de forma natural. Es por eso
por lo que Jesús le había dicho a Helen muy temprano en la escritura del Curso que estas palabras
dirigidas a ella que se mantuvieran en el Curso: "Pregúntame qué milagros debes hacer". En otras
palabras, "No hagas las cosas por tu cuenta. No seas un bienhechor. Déjame ser el bienhechor a mí. Solo
elígeme a mí y quédate conmigo, porque esto liberará mi amor para guiarte en qué decir y hacer en
términos de las personas a las que ayudarás". Este es el significado de "No confíes en tus buenas
intenciones. No son suficientes" (T-18.IV.2:1-2). Son las personas bien intencionadas las que se
concentran en salvar al mundo. Este no es un Curso para ser bien intencionado. Es un Curso para darse
cuenta de cuán malas son frecuentemente nuestras buenas intenciones, pero una vez que las vemos con
el amor de Jesús a nuestro lado, desaparecen, permitiendo que su amor fluya felizmente a través de
nosotros.

Pasamos ahora a la Lección 155, una lección extremadamente importante a la que me refiero con bastante
frecuencia, especialmente su primer párrafo. Ese párrafo -toda la lección, de hecho- nos alerta de la
trampa común del ego de intentar parecer santos, de querer que todos sepan cuán maravillosamente
avanzados estamos como maestros de Dios. Eso inevitablemente implica hacer juicios sobre las formas y
comportamientos del maestro de Dios, tales como las placas de matrícula que un maestro avanzado
debería tener en su coche -para usar un ejemplo extremo. Esa es la confusión de forma y contenido ya
mencionada, sobre la que Jesús llama nuestra atención. También debe notarse que en esta lección Jesús
está hablando de maestros avanzados, como lo hace en las diez características de los maestros de Dios en
el Manual de maestros.

(LE-pI.155.1:1-4) Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca
serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes mucho más a menudo. Tu frente se
mantiene serena; tus ojos están tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo como tú lo
haces reconocen en ti a uno de los suyos.

"No cambias de apariencia." No te comportas de manera diferente, no hablas, no te vistes ni comes de


manera diferente. De hecho, tú típicamente te muestras como cualquier otra persona, la única diferencia
es que sonríes más a menudo porque estás en paz. Esto se debe a que tú "das un paso atrás y dejas que Él
te guíe". Tú no guías el camino. El Espíritu Santo guía el camino. Tú das un paso atrás y miras a tu ego
con Él, no lo tomas en serio y le das poder para afectarte. Esto quita la carga de culpa y dolor de ti, dejando
solo una dulce sonrisa. Sin la culpa, todo lo que queda en tu mente es el amor de Jesús, y eso es lo que
viene a través de ti. Es esencial darse cuenta de que no hay nada que necesitas hacer para que ese amor
se manifieste. Tu trabajo es simplemente dar un paso atrás y mirar la interferencia de tu ego. Él hace el
resto.

Un tema recurrente, que aparece en el Texto, pero mucho más frecuentemente en el Libro de ejercicios,
es que Jesús, el Espíritu Santo y Cristo necesitan nuestros cuerpos. Una expresión de esto viene en la
lección 154 "Yo soy uno de los ministros de Dios":

Nuestra práctica de hoy consiste en darle a Él (el Espíritu Santo) lo que es Su Voluntad
tener, de manera que podamos reconocer los dones que nos concede. Él necesita nuestra voz
para poder hablar por medio de nosotros. Necesita nuestras manos para que reciban Sus
mensajes y se los lleven a quienes Él nos indique. Necesita nuestros pies para que nos
conduzcan allí donde Su Voluntad dispone, de forma que aquellos que esperan acongojados
puedan por fin liberarse. Y necesita que nuestra voluntad se una a la Suya para que podamos
ser los verdaderos receptores de Sus dones (LE-pI.154.11).
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Aparte de la "voluntad", que se refiere a la decisión de nuestra mente recta, todo lo que Jesús menciona
aquí -voz, manos y pies- se refiere a nuestros cuerpos.

Otra expresión de este tema ocurre en la Introducción a la Quinta Revisión, donde Jesús dice:

Así pues, deja que este repaso sea el regalo que me haces a mí. Esto es lo único que
necesito: que oigas mis palabras y se las ofrezcas al mundo. Eres mi voz, mis ojos, mis pies
y mis manos por medio de los cuales le llevo la salvación. (LE-pI.rV.9:1-3).

Otra referencia más viene en el último párrafo del resumen llamamiento "¿Qué es el segundo
advenimiento? en la Parte II del Libro de ejercicios, donde el segundo advenimiento es el tema:

Ora para que el Segundo Advenimiento tenga lugar pronto, pero no te limites a eso. Pues
necesita tus ojos, tus oídos, tus manos y tus pies. Necesita tu voz. Pero sobre todo, necesita
tu buena voluntad. (LE-pII.9.5:1-4).

El Segundo Advenimiento es el término del Curso para el fin de la Expiación, el despertar final del Hijo
en el que se reúne la fragmentada Filiación. El pasaje deja claro que El Segundo Advenimiento (o Espíritu
Santo) necesita no solo nuestro cuerpo sino también nuestra voluntad, lo cual refleja el cambio de la mente
en la identificación del ego con el Espíritu Santo.

Hay muchas otras referencias de esta naturaleza en el Curso. Su significado proviene de la manera en que
nos ayudan a entender que Jesús no está en contra del cuerpo, y que aunque nos dice que no hay mundo,
solo una creencia loca en él como un ataque a Dios, no lo condena. Él usa el mundo porque creemos en
él, y cambia su propósito a un aula a través del cual él puede comunicar su mensaje. Necesitaba el cuerpo
de Helen, por ejemplo, para que este mensaje inespecífico pudiera tomar forma. Necesitaba la decisión de
su mente de dejar que su amor pasara a través de su cuerpo para poder expresar sus palabras. La fuente
o el contenido del Curso es el amor abstracto. Las palabras son su forma.

Lo que hizo a Helen santa no fue el hecho de haber escrito un Curso de Milagros, sino el hecho de que
estaba dispuesta a unirse a Jesús. Esa misma santidad está en todos, por lo que cuando la gente trataba
de poner a Helen en un pedestal espiritual por hacer esta "obra santa", ella consistentemente les decía que
lo que ella hacía ellos también lo podían hacer. Esta idea de la buena disposición es un tema importante
en el Curso, especialmente en el Texto, donde se habla de ella como de "la pequeña predisposición" (ver
T-18.IV). Simplemente necesitamos la poca disposición de soltar la mano del ego y tomar la de Jesús en
su lugar. Esto significa mirar a nuestro ego y no tomarlo en serio. Cuando hacemos eso, nos identificamos
únicamente con el Amor de Dios, que ahora sabemos que es lo que somos. Entonces ese Amor vendrá
automáticamente a través de nosotros y se manifestará en el mundo.

El mundo y sus imágenes no son más que proyecciones o extensiones ("representaciones pictóricas") de
lo que está en nuestras mentes. Si lo que está en nuestra mente es el Pensamiento del Amor, entonces
todo lo que hacemos y decimos manifestará ese Amor. Como he observado anteriormente, Es por eso por
lo que Jesús nos dice que él es la manifestación del Espíritu Santo (C-6.1:1). Cuando apareció en esta
tierra, se parecía a todos los demás como un cuerpo. Sin embargo, lo que vino a través de él, lo que su
cuerpo reflejó, fue el amor resplandeciente del Cielo. Esto es lo que lo hizo diferente. Su mente estaba
totalmente unida con el Amor de Cristo, así que todo lo que dijo e hizo reflejaba eso. El Espíritu Santo usó
la voz, los ojos, los oídos, las manos y los pies de Jesús, a través de los cuales dio ese mensaje. El mensaje
de Jesús es exactamente el mismo hoy, y por eso en el Curso nos pide que nos convirtamos en su
manifestación. Como ya no está en un cuerpo y no habla palabras, necesita nuestros cuerpos -voz y
palabras- a través de los cuales pueda transmitir a otros su mensaje inespecífico del Amor de Dios, el
principio de la Expiación que dice que la separación de Dios nunca ocurrió, y por lo tanto no estamos
separados los unos de los otros.
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Los estudiantes son muy propensos, como he estado diciendo, a cometer el error de identificarse con la
forma: "Quiero ser una persona santa; quiero enseñar Un Curso de Milagros como tú lo haces", como si
hubiera algo sagrado en dar una conferencia. Lo que es sagrado es el amor del que se espera dé testimonio
la conferencia, no la conferencia en sí misma. Lo que te hace un maestro del Curso no es la habilidad de
exponer lo que enseña, simplemente repitiendo una serie de conceptos, sino el amor con el que enseñas.
Claramente, entonces, tú no eres el maestro, porque es el amor de Jesús a través de ti lo que enseña. Por
lo tanto, la idea no es dejarse atrapar en la forma, sino identificarse lo más posible con el amor que es su
identidad. De nuevo, es tu aceptación de este amor lo que te hace un maestro de Dios.

Pasando al segundo párrafo de la Lección 155, vemos una continuación de las enseñanzas de Jesús sobre
cómo nos convertimos en sus maestros:

(LE-pI.155.2) El mundo es una ilusión. Los que eligen venir a él andan buscando un lugar
donde poder ser ilusiones y eludir su propia realidad. Mas cuando se dan cuenta de que su
realidad se encuentra incluso aquí, entonces se hacen a un lado y dejan que esta les muestre el
camino. ¿Qué otra alternativa tienen realmente? Dejar que las ilusiones vayan delante de la
verdad es una locura. Mas dejar que las ilusiones se rezaguen detrás de la verdad y que esta se
alce como lo que es, es simplemente muestra de cordura.

Cualquiera que viene a este mundo está tratando de proteger su imagen de sí mismo como un ser
separado, siendo el mundo y el cuerpo el medio para demostrarlo. En ese sentido, el mundo es un
escondite en el que evitar nuestra propia realidad. El maestro de Dios "que las ilusiones se rezaguen detrás
de la verdad y que esta se alce como lo que es, es simplemente muestra de cordura.". Como maestros de
Dios, nos damos cuenta de que podemos estar en el mundo y no ser de él; vivir en el mundo como cuerpos,
y sin embargo saber que el Espíritu Santo está dentro de nosotros como mentes, que somos hijos de Dios
y no el ego. Nuestro ego ha retrocedido, lo que significa que el "tú" -la mente que toma las decisiones- que
se ha identificado con el ego ha retrocedido, y por lo tanto el amor es la realidad y guía el camino. Todo lo
que hagamos emanará entonces de esa realidad. Jesús nos está recordando que somos tentados a llevar
la verdad a la ilusión, más que la ilusión a la verdad. La lección es mirar la ilusión y no tener miedo de
ella. Solo entonces podrá retroceder y ser reemplazada por la verdad.

En los párrafos cuarto y quinto de esta lección, Jesús expone tres maneras diferentes de estar en el mundo:
El primero comprende a las personas que creen que el mundo es malo o pecaminoso, y que debe ser
evitado. El segundo consiste en aquellos que creen que el mundo es valioso, y que están intensamente
apegados a él porque es el medio para alcanzar la satisfacción y la felicidad. El tercero es el camino del
medio, el del maestro (avanzado) de Dios. Estos son los que caminan con Jesús y no el ego. Su
comportamiento y apariencia serán como los de todos los demás, pero habrá una paz en ellos porque es
el amor lo que viene a través de ellos, no la culpa o lo especial.

(LE-pI.155.4-5) Si la verdad exigiese que renunciasen al mundo, les parecería como si se les
estuviera pidiendo que sacrificasen algo que es real. Muchos han elegido renunciar al mundo
cuando todavía creían que era real. Y como resultado, se han visto abatidos por una sensación
de pérdida y, por consiguiente, no se han liberado. Otros no han elegido otra cosa que el
mundo, y su sensación de pérdida ha sido aún mayor, lo cual no han sido capaces de entender.

Entre estas dos sendas hay un camino que conduce más allá de cualquier clase de pérdida,
pues tanto el sacrificio como la privación se abandonan de inmediato. Este es el camino que se
te pide recorrer ahora. Caminarás por esta senda como otros lo hacen, y aunque no parezcas
ser distinto de ellos, ciertamente lo serás. Por lo tanto, podrás ayudarlos al mismo tiempo que
te ayudas a ti mismo, y encauzar sus pasos por el camino que Dios ha despejado para ti y para
ellos por mediación tuya.
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Los que creen que el mundo es malo están viendo en él la proyección de su propio pecado, pero ya no es
percibido como suyo. Ellos ven la forma del pecado fuera de ellos mismos, resultando en su creencia de
que el mundo es un mal lugar. Esto es a menudo una tentación para las personas que trabajan con el
Curso, ya que piensan que cuando Jesús dice que el mundo es una ilusión, realmente está diciendo que el
mundo es pecaminoso. Si sientes que tienes que retirarte del mundo o de sus responsabilidades, de ser
normal, estás diciendo que el mundo es malo, impío o no espiritual. Una vez que dices eso, lo has hecho
realidad, y al hacerlo, también has hecho realidad los pensamientos de separación y culpa que el mundo
representa.

Este fue el error gnóstico. Los gnósticos, una escuela filosófica que prosperó en los primeros siglos del
cristianismo, enseñaron casi unánimemente que el mundo no es real, que Dios no lo creó, que el Dios
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento era el Dios del ego (aunque no usaban ese término), y que
el verdadero Dios estaba más allá de eso. Convencidos de esto, muchos de ellos -no todos- se alejaron del
mundo, creyendo que involucrarse con él era pecaminoso, creyendo que debido a que el mundo era el
efecto del Dios inferior, involucrarse con él de alguna manera era caer en las garras de esta falsa deidad.
Valentín fue uno de los pocos maestros gnósticos que escaparon de esa trampa.

Las personas que trabajan con Un Curso de Milagros a menudo se ven atrapadas en la misma trampa.
Sus críticos a veces basan sus juicios en el argumento de que es gnóstico. Sin embargo, no se dan cuenta
de que es gnóstico en una área pero no en la otra. El Curso enseña, por supuesto, que Dios no creó el
mundo, pero no condena al mundo ni aconseja a sus estudiantes que no se involucren con el cuerpo.
Como dice el Texto:

... El cuerpo no es el fruto del amor. Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo
amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvarlo de
sus propias ilusiones. (T-18.VI.4:7-8).

1) Esta primera manera de ser en el mundo se basa en la creencia de que el mundo es malo, y por lo tanto
debe ser abandonado. El problema es que hay otra parte de nosotros que se siente atraída por el mundo,
lo que significa que tendríamos que sacrificar lo que nos atrae: Dios dice que no debo estar involucrado
con los pecados de la carne; por lo tanto debo separarme de los pecados corporales, los placeres del sexo,
la comida, la ropa, una cama cómoda, etc. Así que el problema está en el mundo, lo que nos lleva a evitarlo
a toda costa. Esto nos deja con el conflicto de creer que Dios nos está pidiendo que renunciemos a algo
que realmente queremos, una manera maravillosa de demostrar que el mundo y el sistema de
pensamiento que lo hizo son reales.

La idea del sacrificio y la pérdida surge de este conflicto de renunciar al mundo sin dejar de creer en su
realidad. La noción de sacrificio ha jugado un papel prominente en casi todas las religiones del mundo,
tanto en Oriente como en Occidente. Pero en esta lección, Jesús nos está diciendo que no es así como él
quiere que seamos. Hace lo mismo en la sección "No necesito hacer nada" (T-18.VII"), donde el contexto
es el de aquellos que pasan toda su vida en la contemplación, el sacrificio y la lucha contra el pecado.
Explica que este enfoque funcionará a largo plazo porque su meta es Dios, pero tomará mucho tiempo.
La forma en que nos ofrece en su Curso es mucho más corta porque no hace real el error y luego busca
superarlo. Simplemente mira el error y dice que no es la verdad.

Una vez más, muchos estudiantes de Un Curso de Milagros están tentados a ir en esa dirección, nacidos
del error ya familiar de forma y contenido confusos, y así buscan cambiar su comportamiento. Los
estudiantes afirman "Confío en mis hermanos que son uno conmigo"; "En mi indefensión está mi
seguridad"; "Una mente sana no planifica", y expresan estas "afirmaciones" modificando la forma en que
viven sus cuerpos, poniendo a menudo sus vidas o las vidas de sus seres queridos en peligro, por ejemplo:
No cerraré mi auto ni mi casa, no planearé para el futuro, dejaré todas las pólizas de seguro porque soy
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un maestro avanzado de Dios y más allá de tales preocupaciones mundanas". Hay una esperanza mágica
de que al cambiar lo que es externo (comportamiento), estamos cambiando lo que es interno (la mente).
Todo lo que sucede, sin embargo, es que la culpa interna permanece allí, pero ahora se ha atrincherado
aún más firmemente. Nuestro comportamiento puede haber sido modificado, pero la mente no ha
cambiado.

El pensamiento del mundo, por lo tanto, es que cambiando el comportamiento podemos cambiar nuestro
yo. Un Curso de Milagros enseña lo opuesto, que cambiando nuestro yo, es decir, la mente, nuestro
mundo cambiará, o ciertamente nuestra experiencia de él cambiará. La idea no es centrarse en cambiar
lo exterior. Recuerda que lo interno es la causa de lo externo, no al revés.

Para reiterar este punto central, la mayor interferencia en nuestro desarrollo como maestros de Dios es
confundir la forma con el contenido. Este es un Curso de contenido solamente, no de forma. Los pasajes
del Texto que tratan de relaciones especiales tienen como propósito ayudarnos a resolver esta confusión.
En una crítica velada al cristianismo (especialmente al catolicismo), Jesús señala la confusión de forma y
contenido al establecer el ritual como la Voluntad de Dios, que uno muestra su amor al Creador
obedeciendo las leyes que Él estableció. La idea central de la crítica de Jesús es que no es el ritual o la
forma lo que importa, sino el contenido. Esta confusión es evidente en el ritual de comunión (la
Eucaristía), donde la Iglesia Católica enseña que los fieles se hacen uno con Jesús al unirse con su cuerpo
transubstanciado. Es por eso por lo que nos dice en el Curso que es su mente con la que quiere que nos
unamos, no su cuerpo.

El problema, una vez más, es la creencia equivocada de que al modificar nuestra vida externa tendremos
un cambio correspondiente en nuestra vida interna. Llevamos esto a cabo adoptando comportamientos
en el mundo que juzgamos espirituales, como acabamos de ver ("Pongo mi futuro en las manos de Dios")
o adoptando comportamientos que nos permiten evitar el mundo que hemos juzgado como un lugar muy
pecaminoso.

Por eso es tan importante esta lección. En esencia, Jesús nos está diciendo que seamos normales, que nos
veamos y actuemos como todos los demás, pero que hagamos todo con él en vez de con el ego. Como digo
a menudo, uno de los puntos más importantes a tener en cuenta cuando trabajas con el Curso es no
olvidarte de ser normal; no intentes ser diferente o separarte de los demás.

Un último punto sobre esta primera forma de estar en el mundo: Una vez que etiquetamos ciertos
comportamientos como espirituales o no espirituales, estamos diciendo que hay una jerarquía de
ilusiones; por ejemplo, tener pólizas de seguro es malo, no tenerlas es bueno; tener cerraduras en las
puertas es malo, no tenerlas es bueno. Decir que las cosas en el mundo son buenas o malas obviamente
presupone un mundo. Además, una vez que afirmamos que algo es espiritual, lo opuesto también debe
ser verdad; y si afirmamos que algo no es espiritual, su opuesto debe ser verdad. Esto significa que
estamos en la dualidad. Al separar el mundo en gente santa e impía, actividad espiritual y no espiritual,
percibimos una representación pictórica de la dualidad de la mente: Dios-ego, víctima-verdugo, santo-
profano. Tomamos ese pensamiento demente, lo proyectamos en el mundo, y vemos dualidad y oposición
en todas partes.

2) La segunda forma de vivir en el mundo, de la cual Jesús también nos advierte, tiene que ver con la
gente que cree que el mundo es valioso. Típicamente, estos son los que la sociedad llama materialistas,
dedicándose a la adquisición de autos, dinero y posesiones de todo tipo, junto con la lucha por la fama, el
prestigio y la adulación. El mundo, entonces, es un buen lugar si les da lo que quieren. Sin embargo, Jesús
nos dice que no habiendo "elegido nada más que el mundo... han sufrido un sentimiento de pérdida aún
más profundo, que no entendían". En otras palabras, después de conseguir lo que quieren, la gente sentirá
que no es suficiente; todavía falta algo. Puesto que el ego ama las comparaciones, existe la persistente
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creencia de que algún otro tiene más que yo, lo que simplemente intensifica el impulso de adquirir más.
Reaccionan a esta angustia esforzándose por conseguir más y más y más, sintiendo al mismo tiempo que
nunca tendrán suficiente. En última instancia, este segundo grupo basa su valor como personas en la
cantidad de posesiones externas, o en ser estimado por otros. Lo que realmente ha sucedido es que el
sentido de vacío en la mente se ha llenado, no con el Amor de Dios -eso es lo que temen- sino con el amor
al dinero y a las cosas, y a otros cuerpos que adorarán en los santuarios del especialismo.

3) El camino del medio, sin embargo, "se aleja de toda clase de pérdidas, pues el sacrificio y la privación
se dejan rápidamente atrás.... Tú caminas por este camino como los demás, y no pareces ser distinto de
ellos, aunque sí lo eres" (LE-pI.155.5:1,3). Lo que te hace diferente como maestro avanzado de Dios es
que ahora caminas con Jesús o con el Espíritu Santo y no con el ego, lo que simplemente significa que tu
comportamiento externo y forma será la misma que la de los demás, pero habrá una paz en ti, sonreirás
más frecuentemente, y solo el amor vendrá a través de ti. Habrá compasión y preocupación genuinas, no
por un grupo contra otro, sino por todas las personas. No habrá excepciones en nada de lo que veas, hagas
o sientas. Reconocerás que todos somos víctimas y verdugos, porque todos sufrimos de la tremenda
montaña de culpa que viene de creer que hemos destruido el Cielo, que hemos huido de casa y que nunca
encontraremos el camino de regreso.

Lo que también es distintivo de este camino intermedio es que una vez que te identifiques con la paz de
Dios y el amor de Jesús, experimentarás ese estado mental como perfectamente natural y no fuera de lo
común. Por lo tanto, no habrá necesidad de anunciar con jactancia tu "estado avanzado" a otros, por
ejemplo. El Espíritu Santo enseña a través del contraste (T-14.II.1), y tú reconocerás este estado natural
al ver que ya no reaccionas a las situaciones como lo hacías antes. Tu paz será inconfundible y todos
sentirán la diferencia, al igual que aquellos que viven y trabajan contigo.

Finalmente, servirás a otros no haciendo buenas obras en el mundo, sino recordándoles lo que tú has
recordado. No hay nada malo en ayudar a otros en el mundo siempre y cuando sepas que tú no eres quien
ayuda y no inviertes emocionalmente en cómo el mundo reacciona a eso. No confunde la forma
(comportamiento) y el contenido (pensamiento). La subsección "La función del maestro de Dios" en el
Manual para el maestro es una presentación maravillosa de este importante aspecto de ser un maestro de
Dios. Jesús se refiere allí a cómo, como maestro de Dios, ayudamos a la gente que está enferma, pero
obviamente esto tiene el propósito de extenderse a todos, no solo a aquellos que están físicamente
enfermos.

(M-5.III.2:2-3,6-12) La simple presencia del maestro de Dios les sirve de recordatorio. Su


manera de pensar reclama el derecho de cuestionar lo que el paciente ha aceptado como
verdadero… Representan la Alternativa. Con la Palabra de Dios en sus mentes, vienen como
una bendición, no para curar a los enfermos sino para recordarles que hay un remedio que
Dios les ha dado ya. No son sus manos las que curan. No son sus voces las que pronuncian la
Palabra de Dios, sino que sencillamente dan lo que se les ha dado. Exhortan dulcemente a sus
hermanos a que se aparten de la muerte: “¡He aquí, Hijo de Dios, lo que la vida te puede
ofrecer! ¿Preferirías la enfermedad en su lugar?”

Todo lo que hacemos como maestros de Dios se recuerda, no por las palabras, sino por la paz de la mente
que se extiende a través de nosotros en el mundo. Este es el recordatorio a los demás de que pueden
cuestionar la forma en que han estado creyendo, sintiendo y comportándose: La ansiedad y el dolor que
sentimos provienen siempre de una elección que hemos tomado como un hecho, y hemos olvidado cómo
cuestionar; nuestra ira parece ser una realidad, y nuestra culpa algo con lo que hemos nacido. Todo esto
es lo que debemos cuestionar ahora.
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Para los inconscientes que han olvidado que tienen una mente, nuestra paz es una forma de decir que hay
otra opción. En palabras de Jesús, "Ellos representan la Alternativa". Nuestra función no es curar a los
enfermos, no hacer algo externo que haga que la gente se sienta mejor. Nuestros cuerpos pueden terminar
haciendo justamente eso, pero en verdad la sanación se hará a través de nosotros. Y sabremos la diferencia
cuando no tengamos ninguna inversión en que la otra persona sea feliz o sana, o en que alguna situación
cambie a causa de nosotros. Sabremos que lo hemos hecho con el Espíritu Santo en lugar de con el ego
cuando nuestra imagen de nosotros mismos no cambie debido al maravilloso trabajo que estamos
haciendo, y a todas las personas que nos dicen lo maravillosos que somos. En otras palabras, sabemos
que el amor y la paz de Jesús es todo lo que queremos, todo lo que tenemos, y todo lo que somos, y no
hay nada más. Por lo tanto, si la otra persona nos dice lo maravillosos que somos es irrelevante; si otra
persona se levanta del lecho y camina por nuestra causa, eso es irrelevante. Esto no significa que cosas
como esta no sucederán; solo significa que son irrelevantes para nuestra paz interior y verdadera
sanación.

Lo que ayuda no es tener manos sanadoras o decir palabras santas, ya sea de la Biblia, de un Curso de
Milagros o de cualquier otro libro: “… sencillamente dan lo que se les ha dado. Exhortan dulcemente a
sus hermanos a que se aparten de la muerte: “¡He aquí, Hijo de Dios, lo que la vida te puede ofrecer!
¿Preferirías la enfermedad en su lugar?”. Esto no significa que visitamos a una persona en el hospital con
el Manual del maestro en la mano y se lo leemos. Sé que suena raro, pero te aseguro que ha habido
estudiantes del Curso que han hecho precisamente eso. De nuevo, esto es solo y siempre acerca del
contenido (mente), nunca acerca de la forma (cuerpo). Habiendo sacado nuestros egos del camino, el
amor y la paz se reflejarán naturalmente en nuestro comportamiento y conducta. Nuestro pensamiento
correcto hablará del hecho de que también está en la otra persona, ya que las mentes están unidas. Así
como elegimos que Jesús estuviera con nosotros, la mente de esta persona que toma decisiones también
puede elegir estar presente en su amor.

(M-5.III.3:1-2) Los maestros de Dios avanzados no toman en consideración ni por un instante


las formas de enfermedad en las que sus hermanos creen. Hacerlo sería olvidar que todas ellas
tienen el mismo propósito y que, por lo tanto, no son en modo alguno diferentes.

Aquí vemos de nuevo el tema, presentado una y otra vez en el Libro de ejercicios, de que todo es igual.
Esta es la razón del fuerte énfasis en las instrucciones de las primeras lecciones de que no excluimos
específicamente ningún objeto en la práctica del día porque todo es igual. Jesús nos enseña este mensaje
profundo en instrucciones aparentemente sencillas. Nos está enseñando a no ser engañados por la forma.
Eso es lo que quise decir antes en mi advertencia sobre los números y la cantidad. No importa cuánta
gente estudie Un Curso de Milagros. No importa si hay una sola persona estudiando el Curso - tú - porque
dentro de nuestro sueño particular, nosotros somos los únicos que lo estudiamos, y ese debería ser nuestro
único enfoque. Ya que nuestras mentes son verdaderamente una, el amor que nos une se extiende
automáticamente para abarcar a todas las mentes. Sin embargo, esta extensión, en la mente o en el
mundo, no es de nuestra incumbencia. Ocurre de forma automática y natural sin necesidad de que lo
hagamos. Ser un maestro avanzado de Dios es por lo tanto la cosa más fácil del mundo porque no hacemos
nada. Todo se hace a través de nosotros. Nuestra única responsabilidad es enfocarnos en la interferencia,
y con el Espíritu Santo a nuestro lado, dejarlo ir.

Lo que puede ser confuso, volviendo a este tema anterior, son esos pasajes en el Libro de ejercicios que
sugieren que Dios está involucrado con nuestro mundo, y que lo que hacemos con nuestros cuerpos es
importante. Considera la Lección 71, que quiere que le digamos a Él: "¿Qué quieres que haga? ¿Adónde
quieres que vaya? ¿Qué quieres que diga, y a quién?" Esto puede fácilmente fomentar el pensamiento
mágico de que si simplemente decimos esa oración, todo estará bien porque Dios mismo nos dirá qué
hacer, etc. Es por esta razón que sigo instando a los estudiantes a no sacar de contexto lo que se dice en el
Libro de ejercicios. Identificados con los cuerpos, no podemos evitar tener una visión mágica de Dios o
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de Jesús. Reprimimos nuestra creencia secreta de que Dios es el Enemigo airado, y la cubrimos con la
fantasía de que nuestro Padre hará que todo sea maravilloso para nosotros. Pero debido a que realmente
creemos que Dios es nuestro Enemigo, Jesús nos corrige diciendo que nuestro Padre es nuestro Amigo
que se preocupa por nosotros como personas. Así leemos en la lección 194 "Pongo el futuro en las manos
de Dios":

Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu presente. Para Él son lo mismo y,
por lo tanto, deberían ser lo mismo para ti también. Sin embargo, en este mundo la
progresión temporal todavía parece ser algo real. No se te pide, pues, que entiendas que el
tiempo no tiene realmente una secuencia lineal. Solo se te pide que te desentiendas del
futuro y lo pongas en Manos de Dios. (LE-pI.194.4:1-5).

Jesús está diciendo que no hay tiempo, solo una ilusión en la que pasado, presente y futuro son uno. Sin
embargo, no podemos comprender esto porque todavía creemos que el tiempo es real, y por eso no nos
está pidiendo que entendamos que no hay futuro. Él simplemente nos pide que confiemos en que Dios
nos ama. Es el hermano mayor hablando con sus hermanitos, sabiendo que no sería útil decirles a los
pequeños: "No te molestes en preguntarle a papá, él ni siquiera sabe quién eres tú". La corrección útil es
decir: “Puedes confiar en papá; no está enfadado contigo". Ese es el mensaje: Dios no está enfadado. No
busca castigar, sino simplemente amar. Nada ha pasado que interfiera con Su Amor.

Jesús no transmite ese mensaje dándonos un extenso discurso sobre el pecado, la culpabilidad, el temor,
y el tiempo como defensa contra ese temor. Lo que es útil con respecto a esto es corregir el error que dice
que no podemos confiar en Dios porque Él nos castigará airado. Y así, podemos confiar en nuestro Padre
poniendo nuestro futuro en Sus Manos, aunque Jesús también nos hace saber que no hay futuro, diciendo
en efecto: "Dado que tú crees que hay futuro, yo te hablaré de esa manera. No es la forma de lo que estoy
diciendo lo que es cierto, sino el contenido". Esto es similar a su afirmación de que Dios nos echa de
menos, y que se siente solo e incompleto porque lo abandonamos. Desde la perspectiva del Curso, esto es
una herejía de primer orden. Sin embargo, eso es lo que Jesús dice. Por qué? No porque las palabras sean
literalmente verdaderas, sino porque su contenido es que Jesús nos enseña su mensaje de amor de una
manera que podemos entender sin miedo. El ego nos diría que Dios está contento de que su Hijo se haya
ido, y que se haya librado de él también. En cambio, Jesús nos dice que nuestro Padre está solo porque
nos escapamos de casa. En otro pasaje más se nos dice que Dios llora por nosotros. Con amor, Jesús usa
símbolos para transmitir la verdad de que Dios nos ama, y que los pecados que nosotros percibimos
contra Él no han tenido efecto.

En la lección 192 "Tengo una función que Dios quiere que cumpla", Jesús se refiere a Dios cuando
realmente se refiere al Espíritu Santo, el único que sabe acerca del perdón:

La santa Voluntad de tu Padre es que tú Lo completes y que tu Ser sea Su Hijo sagrado,
por siempre puro como Él, creado por el Amor y en Él preservado, extendiendo Amor y
creando en Su Nombre, por siempre Uno con Dios y con tu Ser. Mas ¿qué sentido puede
tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?

Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo con sus propias normas. Pues
¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede
entender? (LE-pI. 192.1:1-2:2)

Jesús deja claro que sabe que este mundo es un lugar de "envidia, odio y ataque", siendo una
representación del pensamiento de envidia, odio y ataque. Por eso es más significativo que nos hable de
cómo deshacer este pensamiento que de un Amor que no podemos entender y que nosotros somos su
extensión.
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Por lo tanto, tenemos otra declaración clara de por qué Jesús nos habla de la manera en que lo hace en el
Curso. Como somos como niños pequeños, la mayoría de las veces nos habla de esa manera, pues "¿quién
puede entender un idioma más allá de su simple comprensión? Lo que no está fuera de nuestro alcance
es esto: "Tienes un Padre amoroso en el Cielo que actúa como una persona. Él piensa, siente y llora; te
extraña, y está solo e incompleto sin ti; te habla y tú puedes orar a Él. Finalmente, en Su gran amor por
ti, Él tiene un plan para deshacer el ego." En otras palabras, Jesús nos habla como si Dios tuviera un
cuerpo, porque creyendo que tenemos un cuerpo, Dios debe tener uno también.

Sin embargo, Jesús también nos da pasajes en el Curso para ayudarnos a entender que Dios es abstracto,
no específico, que Él no tiene un cuerpo y no sabe acerca del mundo, que Él no entiende palabras y no
escucha oraciones, y así sucesivamente. Si estas afirmaciones van juntas, parece que se está
contradiciendo a sí mismo. Sin embargo, si vemos el viaje espiritual en términos de una escalera, podemos
entender que muchas de las declaraciones de Jesús están dirigidas hacia la parte inferior de la escalera,
algunas hacia el centro y otras hacia la parte superior. Entendido así, no son contradictorios en absoluto.
Siempre debemos pensar en el contenido o el propósito, no en la forma. Y así leemos que el perdón no
viene de Dios:

... El perdón es tu función aquí. No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el
que se puede deshacer lo que no es verdad. Pues ¿qué necesidad tiene el Cielo de perdón?…
El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve
desaparecer y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de
Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí.

(LE-pI.192.2:3-5; 4:1).

El perdón es desconocido en el Cielo. No afecta a la verdad en absoluto, porque la verdad está más allá de
todas las ilusiones del mundo. La "falsedad" que oculta la verdad es lo que hay que deshacer. "El perdón
mira dulcemente lo que es desconocido en el Cielo": todos nuestros pensamientos de ataque -odio, pecado,
especialismo- y las proyecciones de esos pensamientos de ataque en el mundo. Recuerda estas
importantes líneas: "El perdón... es tranquilo, y calladamente no hace nada... Simplemente mira, espera,
y no juzga" (LE-pII.1.4:1,3).

Lo importante aquí es entender que Jesús no está hablando de hacer cosas grandes y maravillosas en el
mundo. No le importa el número de estudiantes o la conversión del mundo a un Curso de Milagros.
Simplemente nos está enseñando que el perdón mira lo que es desconocido en el Cielo, y luego lo ve
desaparecer dulcemente. Debe desaparecer porque lo miramos dulcemente. Si miramos con dureza, que
es como normalmente miramos al mundo del ego -a través de los ojos de la culpa, el miedo y el juicio- se
solidifica aún más en nuestras mentes porque hemos hecho que el sistema de pensamiento del ego sea
real. A medida que continuemos leyendo, estudiando y practicando el Curso, veremos cuán a menudo
aparece esta idea de no hacer realidad el ego.

Una vez más, "El perdón mira dulcemente todas las cosas desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer...",
y en ese momento el mundo queda limpio. En este contexto el mundo es la mente, porque lo exterior y lo
interior son lo mismo. Sin el ego, la mente se queda solo con la Palabra de Dios, el principio de Expiación
que refleja el Amor del Espíritu Santo. Este es el hogar de Jesús, la mente sana que está libre de
pensamientos de pecado, sacrificio y ataque. La Palabra sanadora de Dios reemplaza "los símbolos sin
sentido escritos allí antes". Nuestros cuerpos, entonces, se convierten en aulas de aprendizaje:

... El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues esta deja de
ejercer su poderosa atracción y la culpa desaparece. El perdón permite que el cuerpo sea
percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el
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aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que
aprende. (LE-pI.192.4:2-3).

El cuerpo, hecho para ser una limitación y un ataque al amor -un instrumento de culpa, sufrimiento, dolor
y muerte- se transforma ahora en una ayuda para la enseñanza. No es bueno o malo, santo o impío, sino
neutro, libre para servir al santo propósito del perdón. Una vez más, el cuerpo no es santo en sí mismo,
sino que simplemente sirve al propósito sagrado de la mente. Esto es lo que significa ser un maestro
avanzado de Dios. No somos la Palabra de Dios, pero hemos permitido que ella hable a través de nosotros.
Nuestro trabajo consiste simplemente en elegir en contra de las barreras contra la verdad, y así darle por
fin la bienvenida. Lo que queda es la luminosa Palabra que es el resplandeciente amor de Jesús, que
naturalmente y sin esfuerzo se extiende a través de nosotros.

-o0o-

7. Resumen y cierre

Para concluir, quisiera formular algunas declaraciones que resumen esta exposición. Uno de los
principales objetivos del taller del que se ha tomado este extracto es ayudar a la gente a comprender la
naturaleza del Libro de ejercicios, así como fomentar que aprecien su importancia y su lugar en el plan de
estudios de Un Curso de Milagros. El efecto que produce entenderlo así lleva a un sentimiento de
humildad que puede ayudar a los estudiantes a ver cuánto se pueden perder cuando trabajan con el Curso,
tanto, que se necesitan más de una, dos o diez lecturas para comenzar a entender completamente su
propósito y la sabiduría que contiene.

Este sistema de pensamiento profundo no está diciendo lo que creemos que está diciendo. En un nivel,
su mensaje es que Dios nos ama, que no estamos separados de Él, y que todos somos uno, pero hay
docenas y docenas de espiritualidades, antiguas y contemporáneas, que dicen algo muy similar. Lo que
hace que este Curso sea diferente y una herramienta de aprendizaje tan poderosa, es que enfatiza la
necesidad de mirar el sistema de pensamiento del ego. El hecho de que Jesús diga que el ego es ilusorio
no significa que no debamos prestarle atención. Justo lo contrario, de hecho. Debemos prestarle mucha
atención porque creemos que es real. Una vez más, es humillante darse cuenta de cuánto nos resistimos
a comprender verdaderamente el significado de estas palabras, y mucho menos a ponerlas en práctica.

Si relees el Libro de ejercicios, te garantizo que lo verás de otra manera. Y luego, si relees el Texto, seguro
que también lo verás de otra manera. Se necesitan muchos, muchos años de estudio y disciplina para
poder poner en práctica sus enseñanzas. No es fácil mirar al ego y hacer que desaparezca. Una vez más,
si fuera tan simple, ninguno de nosotros estaría aquí. Nos encontramos en este mundo porque no
queremos mirar al ego. Es por eso por lo que este es un Curso de entrenamiento mental, de darnos cuenta
de que somos mentes y no cuerpos.

Frecuentemente he citado a Helen diciendo que Un Curso de Milagros era para cinco o seis personas.
Obviamente esto era un símbolo más que un número literal, aunque a veces se sentía tentada a contarlas
de verdad. Pero lo que Helen estaba expresando realmente es el reconocimiento de que este es un camino
muy difícil y no para las masas. Las religiones o la espiritualidad que se dirigen a un gran número de
personas no pasan una cantidad de tiempo desmesurada, como lo hace el Curso, hablando sobre el odio
asesino y vicioso de nuestras relaciones especiales. Y muy pocas espiritualidades occidentales hablan de
la naturaleza ilusoria del mundo y de las profundas implicaciones de este no dualismo para nuestra vida
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diaria, que no debemos prestar tanta atención al mundo; sino a nuestro pensamiento sobre él. Nuestro
enfoque, por lo tanto, no está en cambiar lo que está afuera, la forma; está en cambiar nuestros
pensamientos, y aún más al punto, en mirar con Jesús la fealdad del ego para que finalmente podamos
darnos cuenta de que no es fea en absoluto. Es simplemente un pensamiento tonto que una vez tomamos
en serio.

Una vez más, este es un camino muy difícil y debe ser abordado con respeto. Esto no significa que
debamos tratarlo como un libro sagrado, rodeándolo de flores, incienso y cosas por el estilo. Significa, sin
embargo, que debemos abordarlo con una humildad que dice: "No sé nada, y quiero que me enseñen, y
este es el vehículo que creo que me ayudará, con el maestro que me ayudará a aprenderlo". Entonces nos
daríamos cuenta de que si este es nuestro camino espiritual, estamos más que dispuestos a pasar el resto
de nuestras vidas haciendo el viaje con Jesús, lo que significa caminar el camino de nuestro ego, pero no
caminar solos. Cuando caminamos el camino de nuestro ego con él, el camino cambiará. Eso es lo que él
quiere decir con visión, cuando de repente oímos el canto de los pájaros, el gorgoteo de los arroyos y las
flores que brotan de la tierra. Estos son, por supuesto, solo símbolos para denotar lo hermoso que el
mundo nos parecerá porque nos hemos identificado con la belleza interior.

Estar con Jesús es la experiencia más hermosa del mundo, y cuando esa belleza sea parte de nosotros,
miraremos hacia un mundo de belleza, aunque el mundo de la forma sea tan feo y vicioso como antes.
Pero sentir la belleza y el amor dentro, eso es lo que veremos fuera: la proyección hace la percepción. Eso
es lo que significa ser un maestro de Dios que está avanzando hacia la meta de despertar de la pesadilla
del ego de la separación. A través del programa de entrenamiento mental del Libro de ejercicios, Jesús
nos ayuda a no subestimar nuestra inversión en el ego y nuestra identificación con él. Así caminamos con
él a través de las trampas de la ilusión, pero con ojos abiertos que ahora ven la verdad detrás de las
apariencias, el amor más allá del miedo, y la luz que nunca ha dejado de brillar tras las nubes oscuras de
la culpabilidad.

Para terminar, voy a citar la hermosa página de la Parte II del libro titulado "¿Qué soy yo?" (LE-pII.14).
Toda la segunda parte consiste en estas maravillosas lecciones y oraciones a Dios. Después de cada grupo
de diez, hay una página con una pregunta, que luego es contestada, las 14 preguntas sirven como un
maravilloso resumen de los temas de Un Curso de Milagros. La última es la respuesta a la pregunta:
“¿Qué soy yo?" Se nos dice varias veces en el Curso que esta es la pregunta fundamental que debemos
hacernos. El ego, por supuesto, nos da la respuesta: eres una persona pecadora, culpable, que luego
negarás, haciendo un mundo que parece decirte que eres otra cosa. La verdadera respuesta, por supuesto,
es la del Espíritu Santo: tú eres el verdadero y único Hijo de Dios. Esta página es una hermosa expresión
de esta verdad. Termina con una inspiradora representación de lo que significa ser un maestro de Dios,
viviendo en el mundo de la ilusión. No se refiere a las obras santas que haríamos, o a todos los que
convertiríamos. Más bien, expresa la simplicidad de ser un mensajero que demuestra al mundo el amor
que Jesús en su Curso nos ha enseñado.

¿Qué soy yo?

Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. En mí Su


Creación se santifica y se le garantiza vida eterna. En mí el amor alcanza la perfección, el miedo
es imposible y la dicha se establece sin opuestos. Soy el santo hogar de Dios Mismo. Soy el Cielo
donde Su Amor reside. Soy Su santa Impecabilidad Misma, pues en mi pureza reside la Suya
Propia.
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La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin. Mas en los últimos días de este año que tú
y yo juntos le ofrecimos a Dios, hemos descubierto que compartimos un solo propósito. Y así, te
uniste a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. La verdad de lo que somos no es algo
de lo que se pueda hablar o describir con palabras. Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la
función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos
con el ejemplo.

Somos los portadores de la salvación. Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual
se redime mediante nuestro perdón conjunto. Y al concederle el regalo de nuestro perdón, este
se nos concede a nosotros. Vemos a todos como nuestros hermanos y percibimos todas las cosas
como buenas y bondadosas. No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más
allá del umbral del Cielo. El Conocimiento volverá a aflorar en nosotros cuando hayamos
desempeñado nuestro papel. Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad.

Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo
pensamiento de pecado. Nuestros son los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar
que el mundo es inocente. Nuestras son las mentes que se unen conforme bendecimos al
mundo. Y desde la unión que hemos alcanzado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir
nuestra paz y a sumarse a nuestra dicha.

Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nombre, y que al llevar Su Palabra a todos
aquellos a los que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. Y de esa
forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora
procuramos servir. Le traemos buenas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. Ahora ha sido
redimido. Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.

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