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Diseño pedagógico de Lectura activa.

Juan Antonio Cardete Agudo

1.Contenido y programación.

Es fácil detectar en la red creaciones con interesante contenido pero escaso


desarrollo informático y, al revés, productos de notables alardes digitales y escaso
interés argumental. Supone un auténtico reto encontrar el equilibrio de calidad de
contenido y programación. Mi humilde contribución a tal intento se ha visto muy
facilitada por el equipo de personas en el que he participado: un grupo de trabajo
capitaneado por Juan Antonio Olmedo e integrado por Laura Beatriz Andreu y Antonio
Fabregat, todos bajo las órdenes de Carmen Candioti, además de un equipo de
programadores.

El proceso de leer, pilar básico en la formación intelectual y emocional de cualquier


persona, supone un campo de trabajo telemático de enorme interés. La carencia de
aplicaciones interactivas que sirvan para favorecer la lectura profunda de un texto me
llevó a encaminar mis aportaciones por esa dirección. Rastreando textos a través de
la red tuve la suerte de descubrir el poema “The sick rose” de William Blake
(http://www.english.uga.edu/wblake/SONGS/39/39st1.html) en la web de la
Universidad estadounidense de Georgia. Su modelo de varios marcos que ofrecían el
poema en uno y aclaraciones léxicas o contextuales en otros me proporcionó una
visión diferente del análisis de textos.

Decidí desarrollar un material específico que ofreciese una lectura de uno de mis
poemas preferidos, “Peregrino” de Luis Cernuda, que por esa época me tenía también
ocupado en un estudio monográfico que presenté en el Congreso Internacional “Luis
Cernuda en su centenario” (León, 8-10 de mayo de 2002). El resultado es un módulo
que propuse denominar “Lectura activa”, al que se puede acceder desde la página
web del Plan de Fomento de la Lectura, plan impulsado por el Ministerio de Educación
español. La dirección donde se puede consultar esta aplicación es la siguiente:
(http://www.planlectura.es/recursos/lectores/sendas/lectura_activa/lecturactiva.php?
id0=4&id1=11&id2=).

En ese módulo, nacido de la chispa de Blake-Georgia pero de concepción original,


se permite al usuario elegir una lectura, subrayar el texto digitalmente, orientar su
recepción a través de preguntas, visualizar las herramientas morfológicas empleadas
por el autor, acceder a un glosario, jugar a componer los campos semánticos
dominantes y activar notas aclaratorias de las expresiones más significativas del
texto. Todo ello gracias al excelente trabajo del grupo de programadores que
materializaron en Java el diseño que yo proponía.

2. Concepto.

Aunque toda lectura por definición es activa (frente a la recepción más pasiva a
veces de productos audiovisuales), es indudable que hay niveles de lectura más y
menos activa. Podemos leer simplemente por entretenimiento y dejarnos llevar por
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una historia, prescindiendo de su contexto histórico, lenguaje, significado, autor,
tradición literaria... Pero una lectura más activa puede proporcionar un mayor
disfrute de un texto al intentar acceder a todos sus espacios. La lectura activa se
caracteriza por relacionar, interpretar y valorar. Para ello puede valerse de
herramientas muy sencillas como el subrayado, las anotaciones y el cuaderno de
lecturas.

A través del subrayado podemos recordar fragmentos destacados, palabras o


realidades que desconozcamos para después incorporarlas a nuestra competencia
lectora. A través de las anotaciones al margen se pueden hacer más visibles
relaciones con otras partes del propio texto o de otros textos. Gracias al cuaderno de
lecturas (el formato puede ser variable: fichas, hojas, libreta, cuaderno, archivos
digitales...) podemos favorecer nuestra capacidad de interpretar las claves
fundamentales de una obra mediante una visión global.

Eso es lo que múltiples lectores llevan siglos haciendo. Pero lo radicalmente


nuevo era trasladar a la red esos recursos que hacen que una lectura sea activa. La
lectura digital sin más es una realidad que tiene en habla hispana el impresionante
monumento (en permanente crecimiento) que es la Biblioteca Virtual Cervantes
(http://cervantesvirtual.com/index.shtml). Que el lector pueda subrayar su lectura
es algo que los nuevos soportes de libro electrónico han contribuido a posibilitar. Pero
que una lectura se exprima al máximo en un proceso de profundización creciente y
con un cierto grado de interactividad no es una ceremonia frecuente. Que el lector
juegue a pinchar palabras de un texto para colocarlas en el campo semántico
correspondiente no es sólo un juego creado como pasatiempo, sino que es un
procedimiento para agudizar la comprensión lectora y el análisis de textos con un
formato digital.

3. Ejemplo.

Donde mejor puede comprobar el usuario el valor de “Lectura activa” es en la


web donde está en funcionamiento esta aplicación. Pero en este artículo pretendemos
mostrar la cocina literaria de ese producto, el guión de esa película. A continuación
incluimos un ejemplo de contenidos que tiene la peculiaridad de ser un trabajo no
publicado y añade la dificultad de ser la trastienda de la aplicación, la parte menos
vistosa pero imprescindible. Es, como decíamos, el guión de la película que cobra
plenitud en la red.

La herramienta “Lectura activa” desarrollada en Java permite al usuario en


primer lugar elegir una lectura de entre varias, de las que ofrece inicialmente una
breve descripción. En nuestro caso, vamos a elegir una titulada “Tocar un libro”, en la
que quiero recordar el trabajo inicial de Laura Beatriz Andreu, especialmente en su
selección y sus valiosas notas del glosario. Al seleccionarla se activaría su
descripción: “Artículo periodístico del escritor José María Guelbenzu (Madrid, 1944)
publicado en el diario EL PAÍS el 13 de marzo de 2001.”

Una vez seleccionado el texto, se accede a su lectura y a una serie de opciones


accesibles en pestañas que sugi eren un proceso de lectura que favorezca la
profundización en el texto. En el ejemplo que proponemos, el texto es el siguiente:

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Tocar un libro

Cuando el señor Negroponte, el más ambicioso proyectista de autopistas de la


información, decidió explicar en qué consistía su apuesta, lo hizo escribiendo un
libro; quiero decir: lo hizo en forma de libro. ¿Será por el prestigio que aún le queda
al libro impreso en papel? ¿Será porque, hoy por hoy, la exposición pública de una
reflexión sigue necesitando un soporte que tienda a propiciar esa reflexión? La
lectura exige las cualidades de soledad, paciencia y reflexión para dejarse querer;
sin ellas no hay lectura buena que valga. Pero en la actualidad se va perfilando una
cualidad más, quizá de segundo orden en cuanto a importancia, pero sin duda
característica: el tacto. A medida que vayan progresando e incluso imponiéndose
otros soportes al papel, creo que el tacto va a pasar a convertirse, cada vez más, en
un elemento integrante del placer de la lectura.
No es que antes no lo fuera; lo que quizá ocurriese es que no lo apreciábamos
como tal, como elemento de importancia. Y no sólo el tacto. Yo he visto en muchas
ocasiones a amigos y a desconocidos abrir un libro que están hojeando con la
intención probable de comprarlo y llevárselo a la nariz, así abierto de par en par,
para aspirarlo con deleite. En esa ubicación del apéndice nasal entre los medianiles
del libro no había sólo un placer inmediato y una promesa de satisfacción sino
también un ejercicio de memoria. El papel, la tinta, incluso las colas, le remitían al
olfateador a otras lecturas que, sin duda, debieron ser extraordinariamente
placenteras para haber quedado asociadas al olfato. Una memoria que quizá operase
de libro en libro o quizá le recordara una colección de libros, o una serie particular,
o incluso una época determinada de la edición –no olían igual los libros de Al
Monigote de Papel, de Janés, que los de El Club de la Sonrisa, de Taurus, como
tampoco olían igual los policíacos de la colección El Búho que los de El Séptimo
Círculo venidos de la Argentina; ni la Biblioteca Breve de Carlos Barral que la
actual Biblioteca Breve, que ni siquiera va cosida.
Ver, oler y tocar: tres sentidos de cinco se aplican al libro. De todos, la vista es el
principal, pero el tacto es tan constante como ella. El lector establece, al adquirir un
libro, una unidad de medida que le permite manejarse con relativa facilidad; esa
unidad es la página; una vez asimilado el tamaño de ésta y apreciado el grosor de
los cantos, la vista y las manos trabajan perfectamente unidas para avanzar, para
retroceder, para buscar, para orientarse... Incluso cuando el libro se cierra porque
hemos terminado de leer por el momento, las manos acarician las tapas como se
despide una pareja hasta la cita del día siguiente. En fin, no quiero ponerme lírico.
Tampoco apocalíptico, entiéndanme. No estoy haciendo un canto a la belleza y
felicidad del libro y la lectura para acabar cayendo sobre ustedes en el último
párrafo con alguna revelación aterradora sobre el futuro que nos espera. Yo,
mientras la lectura siga siendo asequible, acepto cualquier soporte por el que me
llegue. Pero si puedo elegir, elijo el libro, que es lo que hizo el señor Nicholas
Negroponte en alguna de las áreas de descanso de sus autopistas de la información
porque, hoy por hoy, en cuanto a personalidad cultural, el libro sigue sin tener
rivales de peso.
Así como se ama a la literatura, ¿se puede amar a un libro? Me refiero al soporte,
claro, no a una obra determinada. El amor a la literatura es básico para disfrutar de
ella y para sentar las bases del gusto. ¿Y el libro, el objeto que la contiene? Hay
libros bellísimos y libros vulgares, aunque todo depende de lo que el lector vea en
ellos, como les ocurre a los ena morados con sus parejas. La lectura es un acto de
amor y un acto en el que el entendimiento se pone en marcha y se carga gracias a la
imaginación. Pero tocar un libro es como tocar a un amante. El que no sabe hacerlo
no sabe lo que se pierde.
JOSÉ MARÍA GUELBENZU (EL PAÍS, martes 13 de marzo de 2001)

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3.1. Presentación.

La primera pestaña que nos ayuda a realizar una “lectura activa” es la de


Presentación, que sitúa el texto en su contexto (época, autor, obra, categoría
textual...). En este caso, nuestra propuesta, que se puede leer a continuación, sitúa
al usuario en una caracterización general del medio de comunicación que ofrece el
texto: el periódico. A ella añadimos informaciones sobre el autor, el resto de su obra
y las circunstancias de producción del texto.

El periódico es un medio de comunicación que toma su nombre de la


periodicidad de su publicación, generalmente diaria o semanal. Frente a otros
medios de comunicación colectivos como la radio o la televisión, no difunde sus
mensajes de manera inmediata, pero posee la contrapartida de aumentar su calidad
expresiva, su profundidad informativa y su capacidad para trasladar opiniones al
receptor. Las actuales ediciones digitales de muchos periódicos, que pueden ofrecer
noticias muy recientes vía Internet, parecen reducir esa diferencia de inmediatez,
pero tanto el periódico impreso como el digital siguen dando mayor cabida a una
información desarrollada en profundidad.

Los mensajes periodísticos, impresos en papel o alojados en un servidor que


posibilita su consulta, permiten retomar la información después de un tiempo y
volver a analizarla. La estructuración de un periódico en diversas secciones
(portada, internacional, nacional, local, cultura, deportes...) acoge la mezcla de
mensajes de varios tipos en cada sección: informativos, de entretenimiento,
persuasivos y de opinión. La combinación del lenguaje escrito con imágenes
enriquece el poder comunicativo del periodismo.

En cualquier periódico podemos encontrar artículos de carácter prioritariamente


objetivo, orientados a informar (como las noticias), y otros prioritariamente
subjetivos (como el editorial –que refleja la línea ideológica de la dirección del
periódico y se publica sin firma–, la crítica –valoración de un hecho cultural– y el
artículo de fondo o artículo de opinión –en el que un periodista o escritor expresa su
visión de un tema de actualidad–).

José María Guelbenzu (Madrid, 1944) es el autor del artículo “Tocar un libro”.
Novelista, editor, colaborador en periódicos y revistas literarias, ha desempeñado la
docencia en cursos de escritura creativa. Sus primeras obras se hallan vinculadas a
la narrativa experimental: El mercurio (1968), Antifaz (1970); después de una época
literariamente inactiva escribe El pasajero de ultramar (1976), novela con la que
abre paso a una segunda etapa, definida por el abandono en parte del interés
formalista anterior. A esta obra le sigue La noche en casa (1977) y El río de la luna
(1981), galardonada con el Premio de la Crítica de Narrativa (1982). También es
autor de las novelas El esperado (1984), La mirada (1987), La tierra prometida ,
por la que obtuvo el Premio Internacional de Novela Plaza & Janés (1991), y El
fondo del espejo (1991). Posteriormente apareció El sentimiento (1995) -donde
profundiza en el paso del tiempo y en el hombre como ser mortal y perdedor- y Un
peso en el mundo (1999).

El texto que proponemos en esta lectura es un artículo en el que Guelbenzu


expresa sus ideas sobre un tema de actualidad, el futuro del libro frente a los
soportes aportados por las nuevas tecnologías. La celebración de las II Jornadas
Euroecom de Comercio Electrónico en Barcelona en el año 2000 despertó una gran
expectación por la presencia en España de Nicholas Negroponte, considerado gurú

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de las nuevas tecnologías. Guelbenzu parte de esa figura, auténtica autoridad de
nuestro tiempo, para poner en marcha su argumentación sobre el placer de leer un
libro.

3.2. Subrayado.

Aunque las pestañas pueden abrirse en cualquier orden, su colocación y


numeración propone el que se considera orden más apropiado para ir profundizando
en la lectura. Por ello, después de la pestaña “Presentación” aparece la de
“Subrayado”, acercamiento al contenido básico del texto.

Se pide al usuario que mediante un subrayado digital señale, en este caso, “la
oración u oraciones (desde su inicio hasta el punto) que contengan la idea principal
del texto”. Si el subrayado es correcto, aparece un mensaje de acierto. Si no lo es,
los mensajes de error llevarían una gradación y una alimentación para una respuesta
correcta.

Una vez descubierta la idea principal del texto (en este caso, proponemos como
correcta “A medida que vayan progresando e incluso imponiéndose otros soportes al
papel, creo que el tacto va a pasar a convertirse, cada vez más, en un elemento
integrante del placer de la lectura”), la aplicación ofrece una segunda actividad
dentro de la pestaña subrayado. Se trata de un ejercicio básico de comprensión
lectora, la síntesis de todo el texto en una frase. En el ejemplo, se ofrecerían varias
opciones para ser elegidas por el usuario con sus correspondientes mensajes de
acierto y error:
Este texto se puede sintetizar en una frase como:
El señor Negroponte proyecta un libro.
La lectura debe ser siempre en papel.
Los sentidos básicos en la lectura son el oído y el olfato.
Reflexión sobre el tacto del libro como placer añadido a la lectura. [CORRECTA]

3.3 Anotaciones

Esta pestaña es la más compleja por el número de subdivisiones que plantea.


Como cuando un lector activo en papel apunta en los márgenes palabras que no
entiende o que destaca por su expresividad o que relaciona con otras, en este
apartado se proponen varias actividades:
A) En una subpestaña llamada Acercamiento morfosintáctico se pide al usuario
que identifique las categorías morfológicas principales del texto (verbos, adjetivos
calificativos, sustantivos) para después intentar descubrir su valor estilístico. Por
ejemplo:

Actividad 1. Selecciona los verbos del primer párrafo del texto: [La aplicación permite ir seleccionando
palabras y las acepta o rechaza según sean o no la categoría gramatical propuesta, lo que puede suponer un
completo ejercicio de identificación de clases de palabras para estudiantes de primaria y secundaria].

Actividad 2.Una vez encontrados los verbos del primer párrafo, indica cuál es su valor estilístico en
esta lectura marcando una o varias opciones de las que te ofrecemos.
Aparece la tercera persona (en la parte expositiva) y la primera persona (en la parte argumentativa).
[CORRECTA]
Predomina el modo subjuntivo como expresión del deseo.
Todos son de aspecto perfecto por ser acciones acabadas.
Predominan los verbos de pensamiento.
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B) En una subpestaña llamada Acercamiento léxico-semántico se ofrecen dos
propuestas para profundizar en la comprensión del texto. Por un lado, un glosario con
notas sobre términos o expresiones que requieran alguna aclaración. Por otro lado,
una actividad que evidencia los campos semánticos que tejen el texto. El glosario en
nuestro caso sería:

Negroponte Nicholas Negroponte es autor del best-seller publicado en 1995 Being


Digital (traducido como El mundo digital) y director del prestigioso Laboratorio de
Medios del Instituto Tecnológico de Massachussets. En la primera mitad de los
sesenta estudió en el M.I.T., donde se graduó como arquitecto en el entonces nuevo
campo del diseño asistido por computador. Más adelante, en 1985, fundó el Media
Lab (Laboratorio de Multimedia) de dicho instituto, el famoso reducto que aún
dirige y donde hoy se desarrolla lo que mañana será cotidiano. Es reconocido como
un gran gurú de la tecnología de las comunicaciones. Como fundador de la revista
Wired ha difundido sus ideas sobre los cambios que provocará en nuestro mundo el
uso extendido del ordenador ligado a la red de comunicaciones. En internet
podemos consultar información de primera mano sobre él en
http://web.media.mit.edu/~nicholas/

autopistas de la información Vías de comunicación dentro del mundo de la


informática. Un ejemplo de ello es la red de redes, internet, en su versión World
Wide Web (WWW).

Soporte: Material utilizado para acoger informaciones esculpidas, trazadas, escritas,


sonoras, electromagnéticas o visuales, como el papiro, el papel, el metal, el
pergamino, el tejido, la madera, la piedra, el filme, la cinta magnética...

Deleite Placer.

Ubicación Situación, colocación.

medianiles Espacio en blanco comprendido entre el límite longitudinal interno de la


caja de composición y el lomo de un libro.

Serie : Colección, conjunto de obras independientes. Subdivisión en una colección


editorial.

Al Monigote de Papel Colección de libros de humor dirigida por José Janés. La


colección, de finales de 1940 y principios de 1950, constó de unos 50 títulos de
autores consagrados como G. K. Chesterton, A. Campanile, M. Twain y P. G.
Wodehouse.

Plaza & Janés: Editorial, fundada en 1959 en Barcelona como resultado de la fusión
de José Janés editor y Ediciones GP (Germán Plaza), especializada en publicación
de obras literarias y libros de divulgación. En 1982 pasó al grupo alemán
Bertelsmann y completó su colección con obras de novela y ensayo al crearse la
editorial Paradigma y comprar más tarde la editorial Lumen. Desde 1985 existe el
“Premio Internacional de Novela Plaza & Janés”, de concesión anual.

El Club de la Sonrisa Colección de novela de la editorial Taurus. El primer número


de la colección apareció en abril de 1955: La vida del repelente niño Vicente de
Rafael Azcona.

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Taurus: Editorial que en 1974 se incorporó al Grupo Santillana. Desde su fundación
en 1955 fue la referencia intelectual para una amplia generación de españoles y
latinoamericanos. Buena parte del pensamiento contemporáneo está reflejada en los
títulos de sus catálogos (Max Weber, Jürgen Habermas, Walter Benjamin, Vladimir
Nabokov, Norberto Bobbio...) junto con la nueva ensayística representada por las
obras más recientes de Robert Dahl, Giovanni Sartori, Emilio Lledó, Santos Juliá,
Juan Pablo Fusi, Jon Juaristi, Raymond Carr y Javier Tusell, entre otros.

colección El Búho Colección popular de novela policíaca que incluyó autores como
Dashiell Hammett, Simenon... El papel, la técnica de la impresión, los entintados no
hacen más que poner de manifiesto la precariedad de ese período (en el año 1952
aún había "racionamiento") y, sobre todo, que el autor recibiría escasa ganancia.
Como dato curioso aparece el nombre de la editorial puesto manualmente con un
tampón en la primera página. El nombre de la editorial figura en la contraportada.

El Séptimo Círculo Famosa colección argentina de literatura policíaca que


dirigieron para la editorial Emecé, a partir de la década de 1940, Borges y Bioy
Casares.

Biblioteca Breve Colección de novela y premio homónimo creada por Carlos Barral
que contó con el denominado “boom de la literatura sudamericana” y de la novela
más importante de la postguerra.

Carlos Barral(Barcelona, 1928-1989). Poeta y editor. Entre sus obras, destacan Las
aguas reiteradas (1952), Metropolitano (1957), 19 figuras de mi historia civil
(1961), Años de penitencia (1975), Los años sin excusa (1978), Lecciones de cosas.
Veinte poemas para el nieto de Malcolm (1986) y Cuando las horas veloces (1988).
En 1957 se incorpora con Víctor Seix a la gerencia de la empresa Seix Barral
fundada por sus padres en 1911. Fue senador (1982-1989) por Tarragona del PSOE
y miembro del Parlamento Europeo.

Cosida Sistema de encuadernación de un libro. El autor hace alusión a una


encuadernación actual menos sólida, pegada en lugar de cosida.

Cantos Corte del libro, opuesto al lomo.

Tapa Cada una de las dos superficies planas y rígidas que forman parte de la
encuadernación de un libro.

Lírico Género de poesía en que dominan los sentimientos y las emociones del autor.
Poético. Sensible, emotivo.

Apocalíptico Que amenaza o implica exterminio o devastación.

Párrafo Cada una de las partes de un escrito o discurso, separadas del resto por un
punto y aparte o por una pausa larga.

La actividad relacionada con los campos semánticos consiste en un sencillo juego


mediante el cual al usuario se le ofrecen varios campos semánticos básicos en el
texto. En nuestro caso, los campos de la lectura, de las sensaciones y de los
sentimientos. El usuario ha de ir buscando en el texto los términos que corresponden
a cada campo. Una vez seleccionados, se introducen en el campo correspondiente.

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Lectura Sensaciones Sentimientos

Cuando el señor Negroponte, el más ambicioso proyectista de autopistas de la


información, decidió explicar en qué consistía su apuesta, lo hizo escribiendo un
libro; quiero decir: lo hizo en forma de libro. ¿Será por el prestigio que aún le queda
al libro impreso en papel? ¿Será porque, hoy por hoy, la exposición pública de una
reflexión sigue necesitando un soporte que tienda a propiciar esa reflexión? La
lectura exige las cualidades de soledad, paciencia y reflexión para dejarse querer;
sin ellas no hay lectura buena que valga. Pero en la actualidad se va perfilando una
cualidad más, quizá de segundo orden en cuanto a importancia, pero sin duda
característica: el tacto. A medida que vayan progresando e incluso imponiéndose
otros soportes al papel, creo que el tacto va a pasar a convertirse, cada vez más, en
un elemento integrante del placer de la lectura.
No es que antes no lo fuera; lo que quizá ocurriese es que no lo apreciábamos
como tal, como elemento de importancia. Y no sólo el tacto. Yo he visto en muchas
ocasiones a amigos y a desconocidos abrir un libro que están hojeando con la
intención probable de comprarlo y llevárselo a la nariz, así abierto de par en par,
para aspirarlo con deleite. En esa ubicación del apéndice nasal entre los medianiles
del libro no había sólo un placer inmediato y una promesa de satisfacción sino
también un ejercicio de memoria. El papel, la tinta, incluso las colas, le remitían al
olfateador a otras lecturas que, sin duda, debieron ser extraordinariamente
placenteras para haber quedado asociadas al olfato. Una memoria que quizá operase
de libro en libro o quizá le recordara una colección de libros, o una serie particular,
o incluso una época determinada de la edición –no olían igual los libros de Al
Monigote de Papel, de Janés, que los de El Club de la Sonrisa, de Taurus, como
tampoco olían igual los policíacos de la colección El Búho que los de El Séptimo
Círculo venidos de la Argentina; ni la Biblioteca Breve de Carlos Barral que la
actual Biblioteca Breve, que ni siquiera va cosida.
Ver, oler y tocar: tres sentidos de cinco se aplican al libro. De todos, la vista es el
principal, pero el tacto es tan constante como ella. El lector establece, al adquirir un
libro, una unidad de medida que le permite manejarse con relativa facilidad; esa
unidad es la página ; una vez asimilado el tamaño de ésta y apreciado el grosor de
los cantos, la vista y las manos trabajan perfectamente unidas para avanzar, para
retroceder, para buscar, para orientarse... Incluso cuando el libro se cierra porque
hemos terminado de leer por el momento, las manos acarician las tapas como se
despide una pareja hasta la cita del día siguiente. En fin, no quiero ponerme lírico.
Tampoco apocalíptico, entiéndanme. No estoy haciendo un canto a la belleza y
felicidad del libro y la lectura para acabar cayendo sobre ustedes en el último
párrafo con alguna revelación aterradora sobre el futuro que nos espera. Yo,
mientras la lectura siga siendo asequible, acepto cualquier soporte por el que me
llegue. Pero si puedo elegir, elijo el libro, que es lo que hizo el señor Nicholas
Negroponte en alguna de las áreas de descanso de sus autopistas de la información
porque, hoy por hoy, en cuanto a personalidad cultural, el libro sigue sin tener
rivales de peso.
Así como se ama a la literatura, ¿se puede amar a un libro? Me refiero al soporte,
claro, no a una obra determinada. El amor a la literatura es básico para disfrutar de
ella y para sentar las bases del gusto. ¿Y el libro, el objeto que la contiene? Hay
libros bellísimos y libros vulgares, aunque todo depende de lo que el lector vea en
ellos, como les ocurre a los enamorados con sus parejas. La lectura es un acto de
amor y un acto en el que el entendimiento se pone en marcha y se carga gracias a la
imaginación. Pero tocar un libro es como tocar a un amante. El que no sabe hacerlo
no sabe lo que se pierde.

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El descubrimiento de estas correspondencias no es sólo un reconocimiento mecánico
de tipos de palabras, sino que pretende favorecer la percepción de la estructura
semántica de la lectura. Hallar esas redes de significados puede colocar al lector
mucho más cerca de la intención y el sentido del texto.

3.4.Cuaderno de lecturas

Esta penúltima pestaña ofrece al lector comentarios informativos e


interpretativos que profundizan en los matices del texto. En nuestro caso:

el más ambicioso proyectista de autopistas de la información En este extenso


sintagma, el autor desliza un adjetivo en grado superlativo relativo que puede
despertar connotaciones negativas: “el más ambicioso”.

lo hizo en forma de libro El autor basa su argumentación desvelando esta paradoja


inicial: el gran gurú de la comunicación digital, Nicholas Negroponte, se sirvió del
soporte impreso para difundir sus ideas de superación de ese soporte.

Será El autor decide usar la interrogación retórica (interrogación que encierra una
afirmación implícita) como revulsivo para marcar su divergencia frente a la
autoridad citada al iniciar el artículo, Nicholas Negroponte.

dejarse querer Guelbenzu tiñe la actividad de la lectura de connotaciones afectivas


que deslizan al receptor hacia su argumento.

Creo Aparece una marca textual explícita que nos indica inequívocamente la
intención comunicativa y el género periodístico al que pertenece el texto: se trata de
un artículo de opinión en el que el autor quiere ofrecernos su visión sobre un tema
de actualidad.

Yo he visto Otra marca textual explícita, como el verbo anterior “creo”, que nos
indica inequívocamente la intención comunicativa y el género periodístico al que
pertenece el texto (artículo de opinión). En este caso, además, el autor recurre a la
experiencia personal como argumento para persuadir al receptor.

como se despide una pareja hasta la cita del día siguiente Dentro del tono subjetivo
propio del artículo de opinión, el autor hace uso de una figura retórica (el símil o
comparación) que vuelve a incidir en la identificación entre libro y afectividad.

no quiero ponerme lírico. Uso irónico con el que el autor se aparta del tono poético
de parte de su discurso para apelar a una distancia crítica, esencial en un texto que
pretende provocar la reflexión.

Entiéndanme Apelación directa al receptor que da mayor viveza coloquial al


razonamiento del autor.

Yo Nueva marca textual explícita, como los verbos anteriores “creo” y “he visto”,
que nos indica inequívocamente la intención comunicativa y el género periodístico
al que pertenece el texto (artículo de opinión). En este caso, además, anuda los
caminos divergentes con los que inició el artículo entre los proyectos de Nigroponte
y la opinión de Guelbenzu: “Yo, mientras la lectura siga siendo asequible, acepto
cualquier soporte por el que me llegue. Pero si puedo elegir, elijo el libro, que es lo
que hizo el señor Nicholas Negroponte”.

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áreas de descanso de sus autopistas de la información Alusión metafórica e irónica
con la que Guelbenzu descarga su crítica implícita al poder social y económico del
hombre aludido. Así como las autopistas de tráfico rodado cuentan con unas áreas
de descanso para los conductores, imagina metafóricamente Guelbenzu otras áreas
de sesteo donde genios con tanto poder social y económico como Negroponte hayan
tenido que recurrir al soporte tradicional del libro contradiciendo sus celebradas
teorías.

como les ocurre a los enamorados Dentro del tono subjetivo propio del artículo de
opinión, el autor hace uso de nuevo de una figura retórica (el símil o comparación)
que vuelve a incidir en la identificación entre libro y afectividad.

como tocar a un amante Además de la reiteración de un símil afectivo, esta


expresión sella la identificación entre “libro” y “amante” que ha ido tejiendo
paulatinamente el autor.

no sabe lo que se pierde Cierre desafiante acorde con el tono apasionado de gran
parte del artículo. Al igual que Lope de Vega en su famoso soneto que termina
afirmando “esto es amor: quien lo probó, lo sabe”, Guelbenzu plantea que la lectura
es “un acto de amor”, por lo que entregarse a ese amor significa un “saber” que no
puede alcanzar quien no disfruta el tacto de un libro: “El que no sabe hacerlo no
sabe lo que se pierde”.

Aunque aquí se presenten de modo lineal, al igual que sucede en el apartado


“Glosario”, el soporte final en el que se ofrecen estos comentarios permite acceder a
ellos de forma secuencial o según el orden que desee el usuario, lo que supone un
sencillo y eficaz recurso de flexibilidad ante la diversidad de receptores o demandas
lectoras.

3.5 Conclusión.

Como cierre del proceso de lectura activa, se propone al usuario redactar su propia
conclusión. Una vez escrita, se abre la opción de leer una conclusión propuesta por el
sistema, con una invitación a tomar estas líneas como referencia de una de las
múltiples interpretaciones que puede provocar un texto. En nuestro ejemplo, la
conclusión propuesta es la siguiente:

José María Guelbenzu utiliza en este caso el formato del artículo de opinión
para ofrecernos una visión del placer de la lectura. Frente a los avances
tecnológicos que han supuesto la difusión de nuevos soportes de lectura, desde el
primer párrafo de su texto Guelbenzu defiende el valor del tacto del libro como
cualidad añadida al placer de leer.
Apoyándose morfológicamente en una alternancia entre la tercera (para la
parte expositiva) y la primera persona gramatical (para la parte argumentativa en la
que el autor defiende explícitamente su tesis, como es propio del género
periodístico elegido), la sobriedad adjetival cede el mayor papel a los sustantivos,
categoría más abundante que aporta los motivos sobre los que se reflexiona
(“información”, “libro”, “prestigio”, “lectura”, “tacto”...).
El campo semántico de la lectura, protagonista por el tema elegido, es
invadido por dos campos de especial rendimiento expresivo para la tesis defendida
por el autor: las sensaciones y los sentimientos. Frente a los nuevos soportes ajenos
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al libro impreso, se destaca la riqueza de la percepción sensorial del libro en papel y
se proyecta en el ánimo del receptor una afinidad del libro con la vivencia afectiva
(“las manos acarician las tapas como se despide una pareja hasta la cita del día
siguiente”).
La ironía con la que busca el autor despertar nuestra postura crítica frente a
corrientes de opinión generalizadas (“es lo que hizo el señor Nicholas Negroponte
en alguna de las áreas de descanso de sus autopistas de la información”) y el recurso
a la función poética del lenguaje (“tocar un libro es como tocar a un amante”) se
alían para aumentar el poder persuasivo de este artículo de un novelista que nos
transmite su amor por los libros.

4. Una lectura en poder de todos.

La herramienta digital “lectura activa” no sólo ofrece textos ya trabajados


previamente por redactores y programadores, sino que presenta la posibilidad de que
el usuario construya su propia “lectura activa”. Esta opción, pensada prioritariamente
para docentes, permite elegir el texto que se desee y aplicar el proceso de lectura
activa a ese texto nuevo, que quedaría listo para ser ofrecido a cualquier usuario. La
explicación del proceso puede consultarse, con muy útiles ejemplos visuales, en la
propia web.
Los numerosos mensajes que desde los medios de comunicación o desde los
sistemas docentes tradicionales destacan aspectos peyorativos de Internet no pueden
ocultar las enormes posibilidades que la red y el avance tecnológico ofrecen para el
proceso educativo. Este pequeño ejemplo que aquí hemos mostrado en su gestación
quiere ser una de las respuestas a los retos que plantea una realidad educativa plural
y dinámica. Una realidad que puede seguir alimentándose del placer de leer y
descubrir significados desde la motivación añadida de los nuevos soportes.

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