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P. Jaime E. Gutiérrez
Dios te Salve
Todos: Oh Dios de quien procede toda paternidad en el cielo y/o en la tierra; Padre, que
eres Amor y Vida, haz que cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de
tu Hijo Jesucristo, “nacido de mujer” y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en
verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones que siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus
familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su
humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del Matrimonio, se demuestre
más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras
familias.
Tú que eres la Vida, Verdad y el Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
I Parte
“Agradezcamos al Señor por la familia que nos ha dado”
El hombre, pues, es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo.
Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como la Iglesia se somete a Cristo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.
Así deben también amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos; amar a la
esposa es amarse a sí mismo. Y nadie aborrece su cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo
cuida.
M: Hoy, nuestro corazón se alegra y canta agradecido, las misericordias del Señor, que dio
al hombre por compañera a la mujer, para que en todo momento se escucharan y
sirvieran.
M: Y es tan grande nuestro agradecimiento por habernos hecho para vivir en familia, que
asociados a Jesucristo, el muy amado, y junto con Él, en cada Misa damos gracias al que es
tres veces Santo.
M: Gloria siempre y alabanza, pues, a la Santísima Trinidad, que es familia, donde el Padre
ama al Hijo, tanto como el Hijo al Padre, y ese amor, igual de Padre y del Hijo, es el
Espíritu Santo, Amor de Dios.
CANTO:
II PARTE
“Pidamos perdón por los pecados de las familias”
“Hijos obedezcan a sus padres, pues esto es un deber: honra a tu padre y a tu madre. Es,
además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: para que seas feliz
y goces de larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino
más bien, edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar en
Señor.”
M: La alegría del Padre es ofrecer los brazos abiertos al hijo que regresa arrepentido. La
alegría del hijo, es abrir su corazón para derramar hasta la última gota de sangre para
purificarnos de nuestros pecados, y la alegría del Espíritu Santo es llenar con su presencia
de paz y gracia el alma de los penitentes. Pidamos perdón por todas las familias, porque
hemos pecado mucho de pensamiento, obra, palabra y omisión.
M: Por los esposos rutinarios que han convertido el amor en una obligación.
M: Por los esposos violentos, de palabra y de obra, que rompen la paz y la sana
convivencia familiar.
M: Por los esposos rencorosos, que guardan ofensas y son incapaces de perdonar.
M: Por los esposos indiferentes ante su familia, que se encierran en su mundo y no abren
la puerta de su intimidad para compartirla con su familia.
M: Por los esposos que viven en mutua soledad, compartiendo una misma casa y una
misma familia.
M: Por los esposos divorciados, que sufren y hacen sufrir a toda su familia.
M: Por los padres que les niegan una mujer vida a sus hijos.
M: Por los padres que escandalizan y dan mal ejemplo a sus hijos.
M: Por los padres que descuidan voluntariamente la recta educación de sus hijos.
M: Por los padres que no dedican tiempo para estar con sus hijos y muy poco los
escuchan.
M: Por los padres que se despreocupan de sus hijos y no les importa corregir sus malos
hábitos y comportamientos.
M: Por los abusos y malas intenciones de algunos padres para con sus propios hijos.
M: Por los padres que poco preparan a sus hijos espiritual e intelectualmente, para
enfrentar la vida.
T: Perdón Señor y ten misericordia de nuestras familias.
M: Por los padres que irresponsablemente se ausentan del hogar, teniendo poca
presencia ante sus hijos.
M: Por los padres que no respetan la libertad de sus hijos, ni se interesan en formarlos
para que sepan decidir bien, por ellos mismos.
M: Por los padres que consienten los vicios de sus hijos y hasta los apoyan y de alguna
forma, los fomentan.
Todos:
CANTO:
III. Parte
“Pedimos perdón de nuestros pecados”
“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como
bronce que suena o trompeta que retumba. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera
todos los misterios y toda la ciencia; aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi
cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha. El amor es paciente, es
servicial; el amor no es envidioso, no es presumido, no se engríe; es decoroso, no busca su
propio interés; no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia sino que
se alegra con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor no acaba nunca”
M: La ofensa que más hiere el corazón de Dios, son las ofensas que hacemos a nuestros
padres, porque ha querido la Providencia Divina que ellos sean los más cercanos a
nosotros, nuestros prójimos y los más próximos a Dios, por su paternidad. Por eso,
verdaderamente arrepentidos, pidamos perdón a Dios por aquellos que son más nuestros
prójimos: padres, hermanos e hijos.
M: Por las muchas veces que despreciamos la voz de nuestros padres y no cumplimos
solícitos sus peticiones.
M: Porque los descuidamos en su madurez y vejez; por lo poco que los visitamos
M: porque no compartimos con ellos los bienes que el Señor nos regala y que ellos
siempre compartieron con nosotros.
M: Por las noches de desvelo y angustia que les ocasionamos con nuestros malos
comportamientos.
M: Por la intranquilidad que les provocamos con las discusiones, riñas y enfrentamientos
entre hermanos.
M: Porque en todo momento queremos que solo ellos se sacrifiquen por nosotros y den la
vida por nosotros.
Todos:
CANTO:
IV Parte
“Suplicamos el bienestar de nuestras familias”
Lector: Del evangelio según San Lucas 11, 9-13 La eficacia de la oración.
“En aquel tiempo dijo Jesús: yo os digo pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamad y se
os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama se le
abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da
una culebra, o si le pide un huevo le da un escorpión? Si vosotros, siendo malos, sabeís dar
cosas buenas a vuestros hijos ¡Cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los
que se lo pidan!”
M: porque vivimos siempre necesitados y el Señor quiere que pidamos con insistencia y
sin desfallecer. Suplicamos y pedimos con grande fe, pensando que Dios es quien mejor
conoce lo que necesitamos. Buscamos en todo momento hacer su voluntad, por encima
de lo que pedimos, porque sabemos que Él siempre nos dará lo mejor. Pero lo que más le
pedimos es que venga a nosotros su Reino, ahora y en la hora de nuestra muerte. Pidamos
pues, con toda confianza a nuestro Padre que siempre nos escucha.
M: te pedimos nos hagas entender el gran tesoro que es la familia, para que hagamos
todos de ella un espacio de encuentro y una hogera de amor, donde todos nos sirvamos
como verdaderos hermanos.
M: Te pedimos que entre todos los miembros de la familia construyamos la Casa de Dios,
la Iglesia doméstica, donde se ore, se crea, se ame y se de culto al verdadero Dios y a su
Madre Santísima, la Virgen María, que también es nuestra Madre.
M: te pedimos que los padres y los hermanos pongamos lo mejor de nosotros para hacer
de nuestra familia un taller que nos forme y capacite para el trabajo honrado y que
también sea una escuela que continuamente nos enseñe los valores cristianos y humanos.
M: Queremos pedir singularmente por cada uno de los que forman parte de nuestra
familia.
M: A los infantes:
M: A los niños:
T: Dales padres pacientes que les pongan atención y los sepan educar.
T: Dales padres comprensivos que los sepan escuchar y hermanos solidarios que los
quieran acompañar.
M: A los jóvenes:
T: dales la capacidad para saber elegir su vocación, movidos por el amor cristiano y no
por los intereses materiales y los apetitos carnales.
M: A los emigrantes:
T: dales fuerza para no sucumbir ante las tentaciones de las grandes ciudades, que no
pierdan su fe, que no abusen de su libertad y que el dinero no tome el lugar de Dios.
M: A los hermanos:
T: dales capacidad para perdonarse y ayudarse siempre. Que las cosas materiales no los
separen ni los dividan.
M: A los novios:
T: dales tiempo para conocerse y tratarse, que maduren en su amor y se respeten como
templos vivos de Dios.
M: A los estudiantes:
M: A los trabajadores:
T: Dales la fuerza para levantarse y llenarse de esperanza. Nunca es tarde para corregir
los errores y ser feliz.
T: dales médicos que curen su alma para que puedan sanar su cuerpo.
T: dales un amor más grande para compartir su tiempo con los más necesitados; para
servir con más amor a la Iglesia en sus diversos apostolados; para dar a los ancianos de
su familia, una caridad más exquisita y abundante.
M: A los esposos:
M: A los padres
T: Dales entrega total para acompañarse y acompañar a sus hijos en todo su largo
caminar hacia Dios.
M: A los ancianos
T: Dales esperanza para que sepan prolongar el ocaso de su vida en la eternidad de Dios.
ORACIÓN FINAL
Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, por los méritos de tu Hijo Jesucristo y por la
acción del Espíritu Santo en nuestros corazones, te alabamos y damos gracias por el don
de la vida e imploramos tu luz y tu fuerza para afrontar los momentos difíciles y de
sufrimiento, sin perder nunca la esperanza.
Que la familia de origen matrimonial entre un hombre y una mujer siga siendo el
santuario de la vida.
Que nos empeñemos por el bien común, trabajando para que haya leyes e instituciones
de estado que respeten, defiendan y promuevan el derecho a la vida, desde la concepción
hasta la muerte natural, y que todos nos empeñemos en difundir la cultura dela vida. Así
sea.
Canto final.