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EMILIO C AFASSI - BIT S , MOLÉCULAS Y MERCANCÍAS

 
Bits,  
moléculas y mercancías 
BREVES ANOTAC IONES SOBR E LOS CAMB IO S EN EL SU BMUN DO DE L AS
M ERC ANC Í AS DIG IT ALI ZAD AS } 
POR EMILIO CAFASSI

I. Introducción.

En el campo académico y científico, la mirada está siendo crecientemente


desviada hacia los complejos bordes sociales del vertiginoso cambio tecnológico
al que estamos asistiendo. La incorporación de estas preocupaciones se hace
evidente con sólo reparar en su permanente inclusión en los programas
académicos y de investigación, aún en áreas diversas de las humanidades, o las
ciencias sociales en general.

No se trata en modo alguno, de una tendencia reciente. Probablemente


desde la enorme difusión -no sólo académica- que han tenido los trabajos de la
"escuela de la regulación"1 a mediados de los años ochenta, la lógica del devenir -

1Es particularmente significativo el hecho de que el trabajo fundacional de Aglietta incorpore el


novedoso concepto de "modo de consumo", particularmente resultante del análisis histórico de la
evolución del capitalismo americano. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Boyer, la
posibilidad de extensión de esta categoría se ha visto seriamente limitada. Por el contrario, la
escuela de la regulación ha centrado sus intereses en la dinámica productiva bien antes que en la

EDICIÓN DE HIPERSOCIOLOGÍA ( www.hipersociologia.org.ar ) 2009


Fuente Original: Susana Finquelievich y Ester Schiavo (compiladoras) “La ciudad y sus TICs: tecnologías de
información y Comunicación”, Universidad Nacional de Quilmes, Bs. As, 1998. (ISBN: 987-9173-25-2)
págs. 163-183
Cuidado Editorial: Hipersociología

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al menos- productivo fue instalándose como preocupación recurrente. En un


sentido puede establecerse cierta construcción consensual en torno a la
observación simultánea de los cambios tecnológicos tanto en la esfera productiva
cuanto en las formas mercantiles de consumo. En ambas dimensiones se les
reconoce importantes consecuencias en la conformación social de la vida urbana
en su más amplia acepción. Estas transformaciones, a primera vista, aparecen
tanto como causa de las mutaciones sociales, cuanto como resultados.

Sin embargo, por lo general, los cambios productivos y las mutaciones en


las formas de consumo tienden a considerarse virtualmente estancos. O en otros
términos, la pretendida conexión entre las transformaciones en los sectores I, y II
de la economía aparece como una vacante investigativa. Y hasta cierto punto la
discriminación encuentra razonabilidad en lo que al peso de estos impactos se
refiere, aunque genere reparos epistemológicos la ausencia de su consecución.

Las llamadas nuevas tecnologías de la información se desarrollan en el


marco de una crisis -no sólo- económica capitalista internacional, que impele
tendencias contradictorias respecto ellas. Por una lado, impulsa las innovaciones
más urgentes que operan en la reducción de costos y fundamentalmente
profundizan la derrota económica e ideológica de la fuerza de trabajo. Mas
simultáneamente, aporta un dique de contención a toda modificación que no
responda directamente a la inestabilidad de la tasa de ganancia.

Por un lado, observamos un notable crecimiento de los microprocesadores,


las computadoras de propósitos generales, y las telecomunicaciones, sin que la
robótica acompañe proporcionalmente esta tendencia. Autores como Coriat le
otorgan mayor impacto al fenómeno en la primera (1950-60), y segunda (1960-
70) fase, que en la actual en la que las condiciones tecnológicas parecieran estar
mucho más maduras para una expansión productiva sin antecedentes. Para
Forester "En Wall Street, y no en Detroit se encuentra siempre la última
generación de computadoras". Esta expansión prioritaria del uso financiero de los
equipos de computación, no se explica por razones tecnológicas sino
socioeconómicas, tales como la autonomía relativa de la fase del Capital dinero, el
incremento de la liquidez internacional, etc.

Tampoco puede asociarse la emergencia de los cambios tecnológicos a


mejoramiento alguno en el nivel de vida. Las nuevas tecnologías de la

circulatoria. Véase Aglietta, Michel, Regulación y crisis del capitalismo, México, Siglo XXI,
1979, y Boyer, Robert, Teoría de la Regulación, un análisis crítico, Bs. As., Editorial Humanitas,
1990.

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información están incrementando significativamente la productividad general del


trabajo, pero este aumento se encuentra mucho mas divorciado del avance
salarial, que caracterizó al "fordismo". Lo que más llamativamente acompaña el
cambio tecnológico es el incremento de la pobreza.

Concluimos de aquí que el impacto social de las transformaciones


económicas se remite prioritariamente a una ínfima proporción de la población
mundial que puede tener acceso a estos cambios, que adquieren particular
aceleración y vertiginoso despliegue en el sector II de la economía, es decir
cuando se inscriben como medios de consumo, antes que como instrumentos de
producción.

Es en esta dimensión en la que, incluso, los medios de comunicación se


han hecho eco profusamente del fenómeno contribuyendo decisivamente a generar
mayor confusión y a ideologizar seriamente su impacto, y consecuencias. Aunque
se les atribuye un grado de generalidad casi universalizado, es dable constatar que
se encuentran muy ceñidamente cifrados en el área más acotada de la informática.
Si bien estos cambios, inficionan otras ramas de la producción y circulación
mercantil, su gradiente de transformación convierte a estos procesos en casi
excluyentes indicadores de los cambios en curso. No resulta ajeno a este proceso,
aunque la particular impronta de estas transformaciones resulta estimuladora, que
la consecuencia ideologizante del optimismo tecnofílico, lo inscriba incluso como
"cambio de época".

Ciertos esfuerzos de cuna periodística se encuentran concentrados en


presagiar una "nueva era". Es así que en una poco imaginativa combinación
sintáctica se recurra al uso indiscriminado de prefijos como el "pos", y el "neo"2.
Estaríamos así situados en la "posmodernidad", o como plantea Negroponte en la
era de la "posinformación", o bien padecemos la implementación de una política
económica conocida como "neoliberalismo".

No pretendemos minimizar aquí el impacto de estos cambios, ni mucho


menos aún ciertas prometedoras potencialidades a las que dedicaremos particular
espacio del presente trabajo. Muy por el contrario, los cambios en el tratamiento
de la información y la comunicación se constituyen casi con exclusividad en un

2Al respecto intentamos criticar severamente estos intentos en otras oportunidades. Ver al
respecto, E. Cafassi, La Histeria del Fin de la Historia, Montevideo, Platón, suplemento de Cultura
del Diario La República, 8 de setiembre de 1990, y E. Cafassi, Posneologismos, Bs. As., Sociedad
y Utopía N° 6, 1993.

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territorio aún contradictorio, no completamente colonizado, por momentos


pletórico de articulaciones sociales, y de particularidades de mediación
caracterizadas genéricamente como "lo virtual". Pero nuestro objetivo será dar
cuenta de las tensiones con las que se desenvuelve el proceso respecto a las
relaciones de producción capitalistas. Será un primer intento, limitado, de
caracterización de las continuidades y discontinuidades en las que se inscriben
estos cambios.

Tradiciones teóricas completamente ajenas al liberalismo, tan alejadas


también del interés periodístico comenzaron a dar cuenta de ellas, en momentos
que apenas comenzaban a atisbarse estos fenómenos3, evitando especialmente
desligarlas del desarrollo de la reproducción dominante.

Nos permitimos señalar esta característica, con la intención de


distanciarnos de cierto descriptivismo contemplativo, en el que la simple omisión
de sus determinaciones estructurales, es el principal estimulante de la exaltación
de la novedad. No se pretende afirmar aquí que no existan formas de aparición
diversificadas, complejas, y hasta en cierta medida nuevas y estimulantes de la
realidad social, sino que es función del pensamiento establecer las mediaciones
entre estas emergencias concretas con la totalidad del desarrollo social, abstraídos
en consecuencia, de su sintomatología particular.

Con los enfoques más izquierdizantes sucede otro tanto, aunque adquieran
signo inverso. Aquí la novedad es rápidamente disuelta en la alquimia de los
movimientos estructurales. Cuando se trata de caracterizaciones en un nivel
socioeconómico, el acento suele estar puesto en el peso específico de la
información, como el conocimiento de datos concretos sobre el balance de alguna
empresa, el permanente intercambio informativo de las bolsas de valores
internacionalizadas conectadas las 24 horas, en la existencia de empresas
especializadas en el manejo de los bancos de datos, etc. Resulta evidente que esto
tiene, por ejemplo, una relevancia económica infinitamente superior, a la de
antaño, aunque no indica en esta línea analítica sino cierta expansión de la lógica
mercantil hacia otras áreas.

Probablemente satisfacer la demanda de información al instante es uno de


los negocios más redituables del momento. Yahoo no es sino un claro ejemplo. Al

3Siempre pionero, resulta increíblemente anticipatorio el trabajo de H. Lefebvre, Hacia el


Cibernántropo, Barcelona Gedisa, 1968. Véase también P. Naville, Vers l´autonomisme social, París,
Gallimard, 1964.

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convertirse en un insumo esencial de la actividad económica, el "valor de cambio


de la información" se ha incrementado como consecuencia de la generalización de
su valor de uso. No obstante, ciertas críticas desde la izquierda, desdeñando
correctamente las discontinuidades en pos de la centralidad de la reproducción del
capital, pasan por alto tensiones entre el despliegue de la informática en el sector
II, y la propia reproducción del capital. El acento está puesto en que la llamada
"economía de la información", no constituye un sistema de reglas diferentes (o
superadoras) de las vigentes en el capitalismo. Aunque simultáneamente cae en la
trampa de ubicar a la informática como un producto (y subproducto) mecánico de
la industria.

Si bien el salto que introducen las nuevas tecnologías de la información se


manifiesta en un aumento cualitativo de la gravitación mercantil del insumo
informativo, no deja de contradecir potencialmente la naturaleza mercantil este
propio carácter. Hasta resulta llamativo que las tradiciones analíticas inspiradas en
el marxismo, no sospechen de los gérmenes cualitativos que subyacen frente a
significativas modificaciones de cantidad4.

No obstante, podría el lector concluir de estas primeras líneas, cierta visión


maniquea según la cual en la producción académica residirían las exclusivas
posibilidades de aprehension de estas transformaciones, mientras la divulgación
periodística se encargaría de su ideologización. El resultado es más complejo, y
combinado.

Un trabajo como el Nicholas Negroponte5, de carácter netamente


periodístico a pesar de ser un directivo del Instituto de Tecnología de
Massachusetts, que a la vez resulta de la recopilación de sus notas en la revista
"Wired", puede sin embargo alertar respecto a transformaciones esenciales de la
vida social. He aquí donde emerge el bit, punto nodal de las profesías
negropontianas, con toda su carga prometedora, y encubridora a la vez.

II. Ontología del bit. En busca de las señales perdidas.

4
La transformación de la cantidad en calidad, ha sido subrayada por Hegel como un componente
inseparable de su lógica. Ver G. W. F. Hegel, Ciencia de la Lógica, Libro I, la doctrina del ser,
sección segunda, la magnitud, Bs. As, Solar-Hachette, 1976.
5
Nicholas Negroponte, Ser Digital, Bs. As. Atlántida, 1996

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En efecto, se trata de uno de los textos más sugerentes, a la par que


críticos, a pesar de su carácter divulgativo, hasta periodístico, en el que justifica el
salto hacia la era de la posinformación mediante la particular naturaleza de los
bits, opuesta estructuralmente a la de los átomos. Existiría un mundo
particularmente pesado y voluminoso, plagado de dificultades por la manipulación
humana de su naturaleza, confrontado al de la levedad digital que se despliega en
la inmaterialidad de los bits, sobre el que deposita toda las virtudes de lo etéreo.

"No hace mucho tiempo -nos confía Negroponte con tono coloquial-, asistí
a un seminario para ejecutivos de la firma PolyGram en Vancouver, Canadá. El
propósito de la reunión era incrementar las comunicaciones entre los niveles
gerenciales máximos y dar a cada participante un panorama general de lo que
sería el año venidero, lo que incluía numerosas muestras de música, películas,
juegos, y videos próximos a ser lanzados. Estas muestras debían ser enviadas al
seminario por intermedio de FedEx en forma de CDs, videocassetes, y CD-ROMs,
es decir material físico en enbalajes concretos, con peso y volumen.
Desgraciadamente, una parte del material fue detenido en la aduana. Ese mismo
día, en la habitación de mi hotel, yo había estado recibiendo y enviando bits a
través de la Internet, hacia y desde el MIT y otros lugares del mundo. Mis bits, a
diferencia de los átomos de PolyGram, no fueron, en ningún momento,
interceptados por aduana alguna"6.

El estilo profético, provocativo, y hasta cierto punto frívolo del directivo


del MIT, puede inducir a la rápida desacreditación de su tesis. Máxime cuando los
fundamentos sobre los que expone el punto de inflexión de su nueva resultan
claramente objetables, tanto técnica cuanto epistemológicamente. Sin embargo,
hay cierto atisbo intuitivo, una suerte de prefiguración en el "rol social del bit",
que sí creemos demarca un antes y un después, y fundamentalmente una brecha en
los mecanismos de reproducción de las relaciones de producción capitalistas, cosa
que el autor no sólo no profundiza, quizás ni sospeche, aunque fundamentalmente
a la vez dada la configración idológica general que exhibe su texto, es dable
presuponer que no desea.

O como sostiene Castells con mayor enjundia aunque precaución enfática,


"la profética y la manipulación ideológica que caracteriza la mayor parte de los
discursos sobre la revolución de la tecnología de la información, no debe

6
Negroponte, p. 20

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llevarnos equivocadamente a desestimar su verdadera significación"7. Veamos el


despliegue argumental para desbrozar el aspecto central de la tesis,
permitiéndonos ciertas correcciones.

II.1. Bits y señales eléctricas en general.

Uno de los aspectos que ha caracterizado particularmente con precisión a


la segunda revolución tecnológica es la producción y distribución de la energía
eléctrica que permitió una expansión generalizada de esta aplicación tanto a la
esfera productiva cuanto a la del consumo8. La energía eléctrica comienza a
configurar un nuevo horizonte mercantil en niveles de generalidad crecientes.

Pero una vez desarrollada la producción de energía, la electricidad


posibilitaba su utilización como carril unitario de información. La transducción de
energías, la modulación y demodulación en sus diversas formas abrió una
variadísima gama de aplicaciones comunicativas de la generación eléctrica, en las
que normalmente la magnitud de energía desplegada resulta despreciable. La
producción mercantil fue evolucionando particularmente a lo largo de este siglo
mediante la incorporación de señales eléctricas directamente analógicas, o bien
con algún grado de codificación9. No se trata aquí de la generalización de esta
forma de energía sino del hecho de que una señal analógica no es sino la
transducción10 de un tipo de energía en otra que pretende representar fielmente a
su fuente de origen, en la que la cuantificación energética misma resulta
insignificante. En su recorrido de transducción, la señal eléctrica pasa por infinitos
puntos, sin solución de continuidad. Cada uno de los puntos significa información,
y entre dos posiciones, siempre será posible encontrar otras intermedias.

La denominada información analógica o información por analogía, está


vinculada a la medición de magnitudes físicas contínuas, no disgregables, tales
como el tiempo, la longitud, velocidad, peso, temperatura, etc. Su magnitud puede

7
Castells Manuel, The Information Age: Economy, Society and Culture, Volume 1: The rise of
netware society, Cambridge-Massachussets, Blackwell Pubishers, 1996, chap. 1 The revoluton of
information technologies.
8
Preferimos adoptar el concepto mandeliano de revolución tecnológica, respecto al más
actualmente generalizado de revolución industrial, en virtud de la continuidad que estas
transformaciones tecnológicas tuvieron respecto al proceso de subsunción real de trabajo al
Capital. Ver E. Mandel, El capitalismo tardío, México, Era, 1982.
9
Preferimos plantearnos un nivel de definición vasto de lo analógico, sobre la base de la
conformación contínua de la señal. Tomemos por caso el ejemplo de la señal de sincronismo de la
televisión analógica. Se trata efectivamente de un caso de transducción analógica, o bien digital?
10
Transformación de un tipo de energía, acústica por ejemplo, en otro con idéntica forma.

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dar lugar a cualquier valor intermedio entre una gama contínua de valores posibles
al menos teóricamente infinitos. La idea de continuidad se asocia
matemáticamente a una recta, que supone que, dados dos puntos consecutivos,
siempre es posible hallar otro intermedio. No puede quebrarse la continuidad
física de las magnitudes citadas, ya sea porque le es inherente -como es el caso del
tiempo- o por razones prácticas que lo impidan, como el hecho de que resulta
imposible fraccionar un objeto para hallar su longitud o peso.

Como buena parte de las mercancías, requiere de un envase para su


manipulación, y realización como valor de uso, por lo que a medida que se
desarrollan y sofistican las señales eléctricas, crecerán con ella los dispositivos de
almacenamiento, los soportes físicos en los que las señales pueden guardarse, y
los equipos en los que pueda procesarse. Así fueron apareciendo en el mercado los
discos de pasta, luego reemplazados por el vinilo, los cassettes de audio y video,
los compact disc, etc.

Pero aquí el problema radica en que la calidad se degrada al almacenar la


información producto de las limitaciones estructurales de los sistemas de
almacenamiento para albergar los infinitos puntos de información que esta
estructura supone. Difícilmente el lector no haya experimentado grabar en
dispositivos de cinta como los cassettes sea audio o video, comprobando esta
limitación que a las vez se incrementa tanto con el tiempo cuanto con las
sucesivas regrabaciones.

Frente a esto, las señales digitales, no son sino un tipo más de señales
eléctricas que comporta una primera desventaja original, y un conjunto de
ventajas posteriores sobre las que se asienta su carácter revolucionario que llega a
incomodar ciertos circuitos de reproducción del capital. En su simplicidad radica
buena parte de sus alcances y límites11

11
La dimensión significativa del bit, no difiere mayormente en lo esencial del comportamiento
eléctrico de la naturaleza. Ante la generación de un estado eléctrico por frotación de un cuerpo es
dable observar:
a) que existen únicamente dos estados eléctricos posibles; positivo y negativo,
b) que dos estados eléctricos iguales se repelen, y que dos diferentes se atraen.
A principios de este siglo Bohr permite avanzar en el entendimiento de estos fenómenos al
formular un modelo simplificado de unidad de todos los elementos de la naturaleza: los átomos.
De esta forma, los elementos que componen la totalidad del universo natural se diferencian entre
sí, a partir de su contribución, por la cantidad de cargas eléctricas en sus átomos. Se construye
intelectualmente de esta forma un modelo universal, según el cual, las partículas negativas o
electrones giran alrededor de un núcleo con partículas positivas, en órbitas fijas. Además, en el
núcleo residen partículas subatómicas sin carga eléctrica llamadas neutrones. De forma tal que la
materia se encuentra normalmente en estado neutro. La explicación última del equilibrio

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La primer desventaja radica en su carácter limitado, incompleto como


transducción original, algo así como una suerte de defecto endémico del bit. No es
sino un proceso de deconstrucción por muestreo, para luego reconstruir por
aproximación el resto de la señal original. El mundo analógico será el de las
continuidades, el digital de la discontinuidad formal. La información digital,
cuando de emular las señales analógicas se trata, resulta originalmente un límite,
un obstáculo en el que sólo las limitaciones de la sensibilidad humana para
aprehender este carácter explica su uso. Sin embargo aparece una segunda
desventaja a la hora de pensar en velocidades de transferencia tanto de
almacenamiento, cuanto hacia otras máquinas y dispositivos. Y es que las señales
analógicas no se organizan mediante bytes, sino que toda su riqueza puede
desplegarse directamente en tiempo real. Los bits por el contrario tienen dos
caminos dependiendo de las estructuras físicas de conexión, pudiendo ser
secuenciales.

No es tan probable que el lector, haya experimentado en cualidades de


conversión analógico-digital, pero si contara, por ejemplo, con una computadora
con placa de sonido verificará claramente que al grabar digitalizadamente su voz
con una frecuencia de muestreo de 11 Khz (once mil muestras por segundo) sobre
un ancho de palabra de 8 bits notará al reproducir el registro una sensible
distorsión. Si aumenta sucesivamente a 22 khz, esta irá disminuyendo, hasta llegar
a un límite de 44 Khz en 16 bits en que la grabación se presenta diáfana, y hasta
resaltada. La conclusión por tanto resulta sencilla. Con cuarenta y cuatro mil
muestras de una precisión de 16 bits, basta para reproducir una calidad de audio
impecable, cifra insignificante respecto a los billones de valores por segundo que
la señal eléctrica analógica emanada del micrófono, contenía originalmente.

De aquí no se sigue que la ventaja adicional de los bits consista en una


suerte de compresión de la cantidad de información. Esto último también
constituye un aspecto resaltable, tanto más cuanto la señal es procesada ya
digitalmente, en especial en el plano de la imagen. Queremos simplemente referir
tangencialmente aquí, ya que lo desarrollaremos en el último apartado, que
consiste en la posibilidad de exacta clonación (o reproducción idéntica), cosa
directamente imposible en la dimensión analógica.

Lo liberador del mundo de los bits, no reside por tanto en que sean
infinitamente más leves que los gruesos y pesados átomos de Negroponte. Con las

concerniente a este modelo sintetiza la resultante entre la atracción eléctrica hacia el núcleo en
virtud del signo diferente de sus cargas, y la fuerza centrífuga de todo cuerpo en rotación.

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señales analógicas hubiera sucedido otro tanto si en vez de usar el teléfono de su


habitación para enviar bits por la Internet lo hubiera dedicado a hablar con su
secretaria, sino primeramente en que se desentiende de la naturaleza particular de
la señal que pretende portar, permitiendo universalizar los dispositivos de
almacenamiento, transmisión, y procesamiento. Un bit no se diferencia
cualitativamente de otro, sino en el lugar que ocupa en una estructura de
significación. En otros términos, un bit que correspondiente a este texto procesado
en una computadora personal no se diferenciará cualitativamente de otro que
corresponda a una pieza musical digitalizada, o a un video en idéntico formato.

Por su parte, el bit liberado de su función emuladora, puede como toda


formalización específica ser pasible de creación particular permitiendo explorar
horizontes insopechados de cratividad específica, con respecto a la práctica
analógica.

II.2. Mundo de los átomos, o mundo molecular?

La primera objeción respecto a la desagregación metodológica del mundo


de Negroponte que salta a la vista, es que el fenómeno de la tensión entre estos
dos planos, no resulta en modo alguno novedoso para el devenir tecnológico de
este siglo. Desde que se iniciaron experiencias tanto alámbricas cuanto en el éter
consistentes en transmitir señales eléctricas con algún grado de codificación
interna que las hiciera luego inteligibles, las formas "inmateriales"12 de existencia
de la riqueza se hicieron presentes. Antes aún, con el telégrafo de Marconi cuyo
uso generalizado fue finisecular.

Una primera desagregación más razonable siguiendo la evolución de la


tecnología desde la generalización de la producción y distribución eléctrica es
entre un universo mercantil "tradicional" y otro dominado por las señales. A partir
de estas experiencias, efectivamente el universo del valor, y consecuentemente del
trabajo pasa a subdividirse metodológicamente, y al sólo efecto de no interrumpir
el razonamiento formal de Negroponte, entre una esfera material, dominada por
las moléculas (más precisamente que los átomos), y un mundo atómico (o más
precisamente sub-atómico donde el electrón aparece como principal protagonista)
del que el bit obviamente forma parte. El hecho de que sea el bit quien garantice
actualmente la mejor comunicación, y reproducción respecto a un segmento
analógico de señal no le quita este carácter.

12
En verdad ya Marx señalaba que la sustancia del valor no guargaba relación alguna con la
riqueza. Ver K. Marx, El Capital, Libro I, Cap I, México, Siglo XXI, 1987.

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Reformulando entonces la característica de la división Negropontiana del


mundo, preferimos expresar la existencia de un universo molecular, en virtud de
que las mercancías materiales no están compuestas por un único elemento de la
materia sino por combinaciones de ellos que conforman una estructura particular,
y el universo subatómico, por el momento, de las señales eléctricas. Pero la
distinción esencial no reposa en su estructura material inmanente, sino en la
particular relación de estas dos esferas de la riqueza, con las relaciones de
producción dominantes.

La distinción entre átomos y bits, resulta llamativamente falsa para


caracterizar el estado de desarrollo, y mucho más particularmente aún para
justificar la transición hacia una nueva época. El problema parece estar puesto
para Negroponte en lo que en términos modernos llamaríamos simplemente la
tradición del packaging. El bit de Negroponte, resulta el inveterado "objeto
endemoniado" que Marx le atribuyó a la mercancía13. Por tanto no extrañará que,
como aquél, surja "rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas"14.

III. Bits, moléculas, y valor

Los átomos, las moléculas, la materialidad o inmaterialidad de las cosas,


no guardan relación alguna el valor (aunque tampoco con los precios, inclusive en
la teoría neoclásica)15. La distinción no es entre un mundo aherrojado como el de
los átomos, y uno liberado como el de los bits, sino entre un mundo molecular y
un mundo atómico (en realidad subatómico) sobre los que en ambos casos opera
la ley del valor, conscuentemente los precios16.
En primer lugar porque los bits no son metafísicos, sino que por el
contrario adquieron su sustancialidad material -aunque esta última carece de

13
Ibid.
14
K. Marx, El Capital, Libro I, vol 1, México, Siglo XXI, 1987, p. 87.
15
Efectivamente, el análisis sucesivo, no se alteraría en su objeción central si se utilizara un marco
teórico de teorías subjetivas del valor (Böhm-Bawerk ), o bien las algo más recientes y en pleno
apogeo ideológico de tipo neoclásico (Friedman, Samuelson, etc)
16
Aunque no puede afirmarse que haya correlato alguno entre estas dos teorías, sino en el ejemplo
exclusivamente acotado a este planteamiento. Aunque resulte redundante, no afirmamos que
ambas visiones converjan en el complejo problema de la transformación del libro III de Marx, sino
que aquí los precios poco importan para la determinación conceptual del asunto

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relevancia ontológica- en una parte de los átomos: los electrones. En cuyo caso,
una distinción más escrupulosa no debiera residir en el par bits-átomos, sino en el
par electrones-átomos completos, o más precisamente sus combinaciones, es decir
las moléculas. Pero esta distinción a la vez, revelaría realmente muy poco, porque
inmediatamente remitiría nuevamente al átomo al advertir que el papel del
electrón es exclusivamente cinético en una estructura física estable. Tampoco
lograría diferenciar la cuestión cuando, fibras ópticas mediante, los bits discurren
mediante la modulación de fotones.
Las señales eléctricas (y no sólo estrictamente eléctricas, sino todas ellas,
electromagnéticas, lumínicas, etc) son señales, esto es, información codificada, o
proporcional y directamente analógica, que contiene independientemente de su
materialidad y de su envase, transducción y necesidad de almacenamiento. La
particularidad mercantil del bit, no difiere en modo alguno del resto de las señales,
ni tampoco del universo molecular, en la fase de su producción.

III.1 El problema del valor: sustrato y relaciones de producción.

Marx advierte taxatativamente tanto en “El Capital” como en manuscritos


complementarios a esta obra, editados con posterioridad a su muerte, que la
sustancialidad del valor, no radica en modo alguno en la existencia de materia.
Puede inducir a cierto error, el hecho de que ejemplifique mediante mercancías
particularmente materiales extraídas del uso cotidiano de su época como los
populares lienzo y levita en la traducción de Wenceslao Roses. Insistencia que se
hace extensiva a otros textos, -destacándose especialmente el “capítulo VI
(inédito)”- donde el motor fundamental del modo de producción capitalista
consiste en la producción de plusvalor, forma económica a través de la cual tiene
lugar la apropiación del trabajo social.
De todas formas, la plusvalía depende de -y se articula con-, un concepto
más general: el de valor, que expresa las relaciones a través de las cuales el
trabajo particular, individual, realizado por diferentes personas en diferentes
lugares, se convierte en trabajo social. Este trabajo resulta indispensable para la
producción de los bits. Éstos no surgen espontáneamente de un manantial natural,
ni por el hecho de ser todos idénticos como unidad indisoluble de información, se
diriva que no deban constituir un orden particular, que supone precisamente un
trabajo, el de hacerlos significables. No importará aquí si los bits son portadores o
no de plusvalor, ya que esto depende directamente del detalle de conformación de
las relaciones de producción particulares en las que estos trabajos tienen lugar.
Los productos de estos trabajos, que por digitales no difieren de ningún otro en el
campo molecular, están condenados de esta forma a ser reconocidos en su carácter
social exclusivamente mediante una operación de intercambio.

EDICIÓN DE HIPERSOCIOLOGÍA ( www.hipersociologia.org.ar ) 2009


Fuente Original: Susana Finquelievich y Ester Schiavo (compiladoras) “La ciudad y sus TICs: tecnologías de
información y Comunicación”, Universidad Nacional de Quilmes, Bs. As, 1998. (ISBN: 987-9173-25-2)
págs. 163-183
Cuidado Editorial: Hipersociología

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EMILIO C AFASSI - BIT S , MOLÉCULAS Y MERCANCÍAS

La teoría del valor, define, de esta forma, un tipo específico de división del
trabajo que tiende a transformar los productos del trabajo (en nuestro caso los
bits) en mercancías, donde el trabajo privado se constituye en una alícuota del
trabajo social genérico, mediante una operación de equivalencia, de homologación
social. La interdependencia del capital respecto de la mercancía denota el marco
general en el que tiene lugar la producción de plusvalía y las formas sociales
derivadas de su apropiación.
Por lo tanto, la comprensión de la teoría general del valor-trabajo resultará
ininteligible, y carente de aplicabilidad rigurosa, fuera del marco de las relaciones
capitalistas de producción, a pesar de que por razones expositivas, Marx elija la
“asepsia” metodológica de la indeterminación de las condiciones concretas de
estas relaciones de producción, para desarrollar las categorías centrales en el
capítulo I. Es en este marco, que las relaciones de producción entre los hombres se
establecen bajo la forma del valor de las cosas (que aquí bien puede ser sustitida
por la forma del valor de los bits) y sólo pueden expresarse materialmente bajo la
forma social del valor en general.
La noción de valor no designa otra realidad que una forma social de
producir y distribuir, o, más precisamente, la forma histórica concreta que adopta
el carácter social del trabajo en el capitalismo como consumo de fuerza de trabajo
social. Esto indica que la generalización de la forma mercancía es específica del
capitalismo, y que el valor es, como concepto analítico, igualmente específico en
el mismo grado. El trabajo abstracto, por tanto es la expresión de un espacio social
homogéneo en el que se puede mensurar los resultados concretos de cada
actividad productiva particular. En nuestra consideración puede expresarse que los
bits se hacen socialmente mensurables en su relación con las moléculas.
Mediante la conversión uniforme de los productos del trabajo privado -
autárquicamente determinado en relaciones de producción específicas- en
mercancías son reconocidos, en tanto partes del trabajo global de la sociedad,
como partes del trabajo abstracto. Este hecho de reducción del trabajo privado,
concreto e individual a trabajo abstracto que crea valor, pone de manifiesto la
materialización del trabajo humano en una forma social específica: la economía
mercantil capitalista, sobre la que se desenvuelve la producción de bits. Existe,
por lo tanto, un espacio social homogéneo en el que es dable establecer una
medida expresada en el valor.
Lo que se presenta como lo más simple de las determinaciones no es otra
cosa que la abstracción de un todo concreto; específicamente, que los productos
del trabajo sean considerados mercancías lleva implícito una determinada relación
social como la existencia de productores libres e independientes entre sí, la
compraventa y su realización en el mercado. La manera en que está organizado el
proceso productivo en una sociedad influye decisivamente sobre la visión que los
individuos elaboran de las relaciones que entablan entre sí. En la sociedad

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mercantil capitalista, los productores aislados se relacionan cuando concurren al


mercado e intercambian sus productos; al constituirse como vínculo, pareciera que
es la cosa la que posee la virtud de establecer relaciones sociales de producción.
Todo productor incide en la sociedad en la medida en que suministra bienes a un
mercado o los sustrae de él. “Debido a la estructura atomista de la sociedad
mercantil -sostiene Rubin-, y a la ausencia de una regulación social directa de la
actividad laboral de los miembros de la sociedad, las conexiones entre las firmas
individuales, autónomas, privadas, se realizan y mentienen a través de las
mercancías, las cosas, los productos del trabajo”17, -añadimos-, los bits.
La fetichización de la mercancía, potenciada en la visión negropontiana de
la insustancialidad del bit, proviene de esta mediación de la cosa entre los
hombres, oscureciendo el carácter social de la producción, con la consecuente
atribución de cualidades intrínsecas a los objetos, cuando en realidad dichas
cualidades son consecuencia de la materialización de determinadas relaciones
sociales.
El valor de las cosas, los bits, o lo que fuera, no es otra cosa que la
envoltura que asumen los objetos de la actividad humana creativa por excelencia,
bajo relaciones capitalistas de producción. Tratándose de mercancías moleculares
tradicionales, su valor depende de la cantidad de trabajo socialmente necesario
que contiene para su producción. La magnitud de trabajo objetivado remite a la
sustancia común que permite su conmensurabilidad y, por lo tanto, su intercambio
como equivalentes. En última instancia, la mercancía constituye materialmente la
unidad dialéctica del valor de uso y el valor, siendo la base analítica sobre la cual
se erige el trabajo abstracto (única forma de trabajo creadora de valor) y la teoría
del dinero. Con los bits, no ocurre nada distinto.
Si bien como valor de uso la mercancía se orienta a la satisfacción de las
necesidades humanas (sean fisiológicas, estéticas, informativas, espirituales, etc.)
lo que supone la materialidad del deseo, como valor, la condición ineludible para
que ella se realice es su venta en el mercado, sin que en el caso de los bits,
suponga la resignación del propio consumo, como ocurre en el mundo molecular.
Un objeto es considerado mercancía exclusivamente si es producido para la venta
en el mercado. Los bits lo son. La contradicción irredimible entre utilidad e
intercambiabilidad, aparece en este caso, resuelta en un tipo particular de
clonación. El momento del intercambio implica una instancia unívoca de doble
transformación; en ese momento, asistimos al desvanecimiento de las formas
concretas de sus contenidos. Se abstraen las formas concretas de los diversos tipos

17
I. Rubin, Ensayos sobre la teoría marxista del valor, México, Pasado y presente, p.56.

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de trabajos privados, calificados e individuales. En el caso particular de los bits, el


poseedor puede tanto realizar su "valor de cambio", aunque luego discutiremos
este concepto, y a la vez su valor de uso.
Si nos atenemos ahora a lo que llamaremos "sustrato" de valor, es decir, al
componente material sobre el que reposa la conmensurabilidad de las mercancías
que en última instancia puede remitirse a su capacidad para satisfacer necesidades
humanas, sin que esto suponga valoración alguna, advertimos ciertas irregularidades
respecto a la clásica formulación marxiana, cuando de bits se trata. Este sustrato se
vincula con el valor de uso de las mercancías, supone un deseo insatisfecho y una
necesidad subjetivable del consumidor, pero hasta la emergencia del bit, éste se
resigna ineluctablemente para el vendedor.

III.2. La producción de bits

El trabajo como creador de mercancías contiene dos aspectos: concreto y


abstracto. Aunque la teroría neoclásica suponga lo contrario, el trabajo abstracto
es trabajo social y socialmente necesario. Esta forma de trabajo, contrariamente a
su apariencia, no es intrínseca a la cosa sino que es una relación social. El trabajo
en sí mismo no produce valores, no otorga valor al producto; la mercancía posee
valor en la medida en que contiene una cantidad de trabajo coagulado, objetivado.
Sin embargo, para determinar el valor de las mercancías, no basta con
abstraer las cualidades concretas de los diversos tipos de trabajos contenidos en
ellas. También es imprescindible reducirlos a una media social de producción que
permita homologarlos a trabajo socialmente necesario. Este se constituye como
tal, a través de la homogeneización del tiempo de trabajo socialmente necesario
para la producción de un valor de uso cualquiera, en condiciones normales de
producción y con el nivel medio de destreza e intensidad del trabajo imperantes en
la sociedad. De ello se deduce que la magnitud del trabajo varía en forma propor-
cionalmente inversa al desarrollo de las fuerzas productivas según la sociedad y el
momento histórico.
En una economía mercantil simple, el cambio entre dos mercancías
diferentes según sus valores, implica un equilibrio entre las dos ramas de la
producción en correspondencia con el gasto de trabajo socialmente necesario en
su producción, independientemente de sus trabajos concretos y grado de
complejización. En el mercado, los productos no se intercambian en términos de
cantidades iguales, sino de cantidades igualadas. En una sociedad capitalista, este
proceso de igualación no está organizado ni planificado, no responde a una pauta
de racionalidad aplicada sino que se desarrolla de manera errática y espontánea,
siendo el valor la norma de equilibrio de la economía mercantil.

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Pero hasta aquí hemos tratado el problema de las formas relativas del valor
expresado en las mercancías. La introducción de la forma dinero supone abordar
el problema en un nivel más complejo y, por lo tanto, más concreto. La expresión
de equivalente general de las mercancías, corporizado en la moneda, implica una
modificación cualitativa de la propia esencia de ellas y un desdoblamiento de
equivalentes, dado que es la forma en la cual se expresan todas las mercancías y
que, a su vez, reduce a todas ellas. El dinero no es un mero símbolo de valor,
introduce un punto intermedio en la metamorfosis de las mercancías que
caracteriza el proceso de intercambio: de M1-M2, la interposición del dinero lleva
el esquema a M1-D-M2.
Sólo en condiciones mercantiles ideales es posible suponer que los
productores independientes intercambian sus mercancías de igual valor en el
mercado y que el valor de cambio es igual al valor comercial, esto es, que el valor
y el precio son iguales. Se trata del valor comercial resultante de un nivel medio
de equilibrio, valor que fluctúa constantemente en relación a la oferta y la
demanda en el mercado y que no es proporcional al valor individual de cada
mercancía.
Así como el valor es impensable fuera del marco de relaciones mercantiles
de producción, el pasaje a un nivel de abstracción como es la economía capitalista
desarrollada, implica el tránsito hacia la problemática de la transformación del
valor en precio de producción, que contiene y se basa en la teoría del valor
trabajo.
Asumiendo pues este pasaje hacia determinaciones cada vez más precisas
y complejas, dos mercancías tienen el mismo valor si fueron producidas por dos
cantidades iguales de capital, independientemente de la composición del proceso
productivo. Cuantitativamente, precio de producción y valor no coinciden en la
sumatoria particular y, a su vez, el primero debe ser diferenciado del precio
comercial que fluctúa a su alrededor.
La explicación de estas diferencias se basa en algunas consideraciones ya
mencionadas: en primer lugar, el valor de cambio se determina por el trabajo
socialmente contenido en su producción y no por el trabajo empleado por cada
productor individual pues en el mercado no están contempladas las posibles
diferencias individuales. A su vez, si el precio de producción y el precio comercial
no coinciden, expresan oscilaciones respecto de la mayor o menor capacidad de
realización del valor respecto de la media. Estas distancias van a influir
directamente en las orientaciones productivas individuales y autárquicas. Esto
supone la permanente corrección de las desviaciones negativas y la puja constante
por superar la media social con el propósito de apropiarse de la mayor porción del
valor total disponible.

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IV. La reprodución de los bits.

La intuición de Negroponte, no obstante su fundamentación que hemos


intentado objetar hasta aquí, y ciertas correcciones que hemos tratado de sugerir,
no deja de ser brillante. Porque estamos en presencia de un aspecto mercantil, sólo
atribuible a los bits, que contradice no sólo la totalidad de la tradición productiva
capitalista, sino que requiere de una reteorización particular, exclusiva de esta
rama productiva.

En todo el universo molecular, y en el de las señales analógicas, puede


pensarse perfectamente que "las condiciones de producción son, a la vez, las
condiciones de la reproducción"18. O en otros términos que "si la producción
reviste una forma capitalista, no menos la reproducción. En el modo de
producción capitalista, así como el proceso de trabajo aparece tan sólo como
medio para el proceso de valorización, la reproducción no se pone de manifiesto
más que como medio de reproducir como capital el valor adelantado, es decir,
como valor que se valoriza a sí mismo. De allí que la máscara económica que
caracteriza al capitalista sólo se adhiere a un hombre porque su dinero funciona
continuamente como capital"19.

El sustrato de valor del bit, su valor de uso, la naturaleza concreta de su


composición, introduce por primera vez una ruptura entre este proceso de
producción, y el de su reproducción. La particularidad decisiva que introduce el
bit es su posibilidad de exacta clonación, prácticamente sin costos.

Cierto es que para la reproducción voluntaria de estos bits se hace


indispensable la existencia de un equipo casero y elemental de computación, de
cierta capacidad de almacenamiento de ellos, e inclusive de un mínimo trabajo
para reproducirlos. Pero en ningún otro campo de la producción humana esto
resulta factible, en el plano de la reproducción.

En un sentido puede suponerse que la reproducción de los bits, involucra


también una fase de transporte, especialmente válida cuando la reproducción se
realiza mediante redes como Internet por ejemplo (que no hace sino realizar una
transferencia de valor hacia las compañías telefónicas), una de almacenamiento en
la que podrá plantearse una analogía con el capital mercancía.

18
K. Marx, El Capital, Libro I, vol 2, cap. XXI, México, Siglo XXI, 1987, pág. 695.
19
Ibid, pág. 696

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Sin embargo esta coincidencia es formal, y sólo sostenible en virtud del


carácter hegemónico del capitalismo globalmente. En ningún otro caso que no sea
en el del bit, es dable pensar la clonación de una mercancía por otro proceso que
no sea la producción capitalista misma. Dados los elementales medios de
reproducción (una simple computadora personal), y almacenamiento (discos
duros, disquettes, zip drives, etc), no basta sino una simple operación de teclado y
un pequeño tiempo para obtener una copia exacta de un original cuya producción
puede haber insumido proporciones enormes de trabajo abstracto.

En el campo molecular esto es directamente imposible. Si poseo una casa


con garage (tengo capacidad de almacenaminto), y se estaciona frente a él un auto
que deseo, no por ello puedo copiarlo casi sin esfuerzo pasando a realizar luego su
valor de uso, es decir usándolo.

Esta técnica artesanal está siendo generalizada ofreciendo posibilidades de


cooperación entre usuarios de computadoras, permitiendo posibilidades
insospechadas de expansión del disfrute de los valores de uso a crecientes masas
poblacionales, sin el imperio de una restricción monetaria, cosa que le confiere un
enorme potencial democratizador, y una dosis muy fuerte de subversión de las
relaciones de producción dominantes.

Esta práctica resulta cada vez más corriente entre usuarios de información
digitalizada incluyendo en esto al software. Las propias multinacionales
capitalistas de produción de soft, y la compañía de Bill Gates es un ejemplo, están
recurriendo a la sesión gratuita de ciertos programas, o al uso de licencias
transitorias del tipo "free trial" con el objeto de posicionarse de la forma más
ventajosa en la competencia interburguesa de su rama (y normalmente subrama)
de producción.

En Internet asistimos a un proceso en el que la información publicitaria,


está ocupando lugares crecientes del tráfico, como mecanismo obliterado de
generar el financiamiento de la producción. El trabajo abstracto contenido en la
producción de cualquier tipo de información digitalizada, no es sino el que se
contiene en la realización del master, o matriz original.

Se objetará que esta característica podría desestimular la producción de tal


matriz, pero la historia de Internet, con sus sistemas cliente-servidor y sus
correspondientes interfaces demuestran exactamente lo contrario. El gopher, fue
desarrollado por la Universidad de Minesotta, no por Adobe. El protocolo World
Wide Web por el CERN suizo, no por Microsoft. En el campo de los sistemas
operativos de red, el Lynux demuestra caminos alternativos sumamente atractivos
a los de NT, o 95.

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Desde el momento en que esta posibilidad reposa en la particularísima


característica sustractiva del bit20, y dado que la conversión analógico-digital
permite el registro -y posterior reproducción- de todas las formas conocidas de
expresión cultural masiva (textos de todo tipo, fotografías, videos, música,
reproducciones pictóricas, software, etc), las posibilidades de democratización de
la cultura de la cultura que estos cambios permiten, resultan tecnológicamente
ilimitadas.

No se nos escapa que es sólo una ínfima parte de la población mundial la


que tiene acceso a estos medios digitalizados. Pero no por ser digitales, sino por
estar excluídos de todo circuito cultural en virtud de tener insatisfechas las más
elementales condiciones de vida. Si las quinta parte de esta población se reconoce
como directamente hambrienta, Si otra quinta parte permanece analfabeta, la
tercera parte carece de fuentes estables y seguras de agua, las dos terceras partes
de teléfono, etc21, no podemos esperar que su potencia alcance por sí misma a
estos contingentes sociales. Sólo revela que no es el bit el resposable de este
horror.

Si en el universo mercantil molecular, se operara una posibilidad


semejante, no sólo se podrían resolver buena parte de las miserias ominosas que el
mercado impone, sino que las relaciones capitalistas de producción se
desplomarían, ya que serían desbordadas por fuerzas productivas simples,
artesanales, y simultáneamente de magnitud insospechable. O se nos permite la
metáfora "fuerzas reproductivas", infinitamente más potentes y humanizadas. Se
revelaría por fin en términos prácticos su bárbaro carácter.

Pero esto sólo sucede con los bits. Como toda tecnología no es social, ni
políticamente neutro. Por sí mismo no hace nada. En nosotros, los hombres, reside
la posibilidad de dirigirlo hacia la satisfacción de -al menos ciertas- necesidades
humanas. No sucede lo mismo con otras tecnologías. La bomba atómica jamás
podrá cumplir esta función.

Está en nuestras manos aprovechar y tratar de expandir la fuerza política


del bit.

20
Apelamos aquí a la noción ya desplegada de sustrato de valor, como la forma particular que
adquiere el valor de uso de las mercancías, en este caso sólo atribuible a él, sin involucrar aquí al
resto de las señales eléctricas
21
Informe de la FAO 1990

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