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Amado Padre, tú que conoces el corazón de tus hijos y no te quedas indiferente ante nuestras súplicas, tú que

comprendes la preocupación y también comprendes el sufrimiento de los familiares de una persona enferma,
hoy te alabamos, te bendecimos y te pedimos escuches nuestras súplicas.

Venimos hoy ante ti, humildes y arrepentidos de nuestras culpas, para pedirte mi Señor, que por tu infinita
misericordia sanes a nuestro ser querido que está pasando por estos difíciles momentos: Sanes al esposo, padre,
hermano, tío y amigo Gilberto Cantor Lombana.

Tú hermoso Señor, que quieres que tengamos vida en abundancia, llena de salud y de bienestar, sana y fortalece
a este, nuestro ser querido que se encuentra en padecimiento.

Te rogamos que, por tu bondad lo cures, pues tú conoces su vida, su sufrimiento, tú lo creaste y lo amas como
es. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según
sea tu voluntad.

Mira con ternura ese cuerpo que es obra de tus amorosas manos, mira sus enfermedades y sus debilidades, tú
que estás lleno de misericordia, toma cada uno de sus órganos y dale un poco de tu aliento de vida.

Amado Padre, pasa por esta persona trayendo la salud y la liberación de su cuerpo agobiado por la enfermedad,
fortalece sus pulmones, sus huesos, su piel, sus músculos, alivia su ser cansado y adolorido, llénalo de tus caricias
adorables y de tu luz resplandeciente.

Sana también toda raíz de mal que pueda enfermarlo, todo odio, toda desilusión, todo miedo, todo recuerdo
desagradable que pudo haber dañado su paz y su cuerpo.
Pasa mi buen Dios, por sus órganos internos, sanándolos con tu soplo de amor, renueva Señor todo su cuerpo,
su mente, su alma y líbralo de cualquier impureza que lo altere, para que pueda recibir todo tu amor y todas tus
bendiciones.

Padre fiel, pasa por cada una de las células de su cuerpo restaurándolo por completo.

Consuela y reanima Padre Santo, a las personas que se encuentran a su alrededor velando por su salud y
ofreciéndole sus cuidados incondicionales cada día, no dejes que caigan en la desesperación, ni en la duda, ni la
depresión, ni en el mal humor, sino que, desde su dolor, tengan la fortaleza y recurran a ti como única fuente de
vida y de sanación del cuerpo y del alma.

Te presentamos también a los médicos, enfermeros y a todo el personal que lo atiende, revístelos con tu
sabiduría y paciencia, e ilumina a los profesionales para que logren dar con acierto en el diagnóstico de su
enfermedad, que encuentren los medicamentos y tratamientos indicados. Tómalos como instrumentos de
sanidad.

Padre Celestial, te alabamos, te bendecimos, te reconocemos como nuestro Señor y nuestro Salvador, sin ti no
tenemos nada, pero contigo lo tenemos todo.

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