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LA CONTRATACION ESTATAL.
Los preceptos constitucionales establecidos dentro de nuestro estado social de derecho han de
estar dirigidos a que la función pública dentro de nuestro ordenamiento jurídico este
enfocada en garantizar el interés general y las necesidades colectivas, las cuales deben
prevalecer por encima del interés particular por lo cual el estado para llevar a cabo este
mismo ha de utilizar como herramienta jurídica los contratos estatales ya que a través de
estos el estado exterioriza su actividad administrativa todo con el fin de promover dentro de
su marco normativo un eficaz desarrollo de la acción del estado dentro de una técnica
jurídica de colaboración. Los contratos estatales dentro de nuestra legislación están regulados
por el estatuto General de Contratación de la Administración Pública (Ley 80 de 1993) y
mediante la que podemos encontrar la definición de estos mismos en su artículo 32: los
contratos estatales son todos los actos jurídicos generadores de obligaciones” previstos en ese
mismo estatuto, en el derecho privado o en disposiciones especiales, “o derivados del
ejercicio de la autonomía de la voluntad” a partir de esta definición se puede decir que el
estado a través del derecho administrativo ha de acoger los diferentes tipos contractuales de
existentes en otras áreas del derecho con sus elementos esenciales y la regulación pertinente,
así como cualquier tipo contractual incluso de carácter innominado para aplicarlos en materia
de contratos estatales, así mismo se tiene que tener en cuenta que la implementación de estos
mismo en materia administrativa se lleva a cabo con el fin de lograr una correcta función
pública por parte del estado con observancia de los fines de la contratación estatal
establecidos en el artículo tercero de la ley 80 de 1993 no óbstate estos contratos estatales
deben cumplir con los presupuestos generales señalados en el art. 1502 del Código Civil
(Ley 57 de 1887) es decir, capacidad de las partes, consentimiento exento de cualquier vicio
de la voluntad, causa y objeto lícitos, elementos a los que la doctrina agrega apropiadamente
la forma del contrato que se celebra. La implementación de estos tipos de contratos en
materia administrativa.
A partir de esto podemos llegar a decir que los contratos estatales son todos aquellos
negocios jurídicos bilaterales en los que sea parte un ente público, celebrado con la
observancia de ciertas reglas especiales en su formación y productor de obligaciones
tendientes a la satisfacción del interés general y en los que se debe tener presente la
existencia de ciertos principios que en la ley 80 de 1993 han de ser importantes en razón a
que las actuaciones de quienes intervengan en la contratación estatal se desarrollaran con
arreglo a estos principios los cuales son : transparencia , economía , y responsabilidad , Sin
embargo hay que tener en cuenta que los principios mencionados no son los únicos que han
de estar presentes dentro del régimen de contratación estatal si no que esta esta actividad debe
guiarse por los principios de igualdad, eficacia, celeridad, economía, imparcialidad y
publicidad, que los artículos 209 y 123 de la Constitución Política prevén, como parámetros
específicos de la función administrativa y que además, hacen parte del núcleo axiológico
inherente a la filosofía del Estado Social de Derecho según lo establecido en la Sentencia C
449 de 1992.
Este principio ha de tener dentro de nuestro marco jurídico tres puntos fundamentales dentro
de su aplicación los cuales han de ser: 1. la selección del contratista: la cual consiste en que
el proceso de selección se realiza por medio de licitación o concurso público, y donde se
observa que solo hay excepciones a esta regla en los casos de contratación directa.2. La
publicidad de las actuaciones: consiste en la publicación que se realiza de los hechos que se
llevan a cabo por medio de copias de las actuaciones públicas.3. En la objetividad, licitud y
proporcionalidad de los pliegos de condiciones: es decir que las condiciones sean
redactadas de forma lícita y proporcional a las obras a realizar. A partir de estos tres puntos
mencionados el principio de transparencia se ha de desarrollar en nuestra legislación
permitiendo que la administración se encuentra obligada a garantizar la libre concurrencia de
los participantes, fijar las bases de participación, determinar los criterios de evaluación de las
ofertas, adelantar los análisis pertinentes de las propuestas presentadas, con criterios de
objetividad y transparencia garantizando la imparcialidad respecto de los oferentes, siempre
en busca de la propuesta más conveniente al interés público y la satisfacción de las
necesidades de la comunidad.