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LEONARDO DE V I N C I

ESCRITOS
Literarios y filosóficos
TRADUCCIÓN Y PROLOGO DE

T. CAMPO MORENO

M. AGU1LAR
EDITOR

MARQUES DE URQUIJO, 89
MADRID. 1930
LEONARDO DE V I N C I

ESCRITOS
Literarios y filosóficos
TRADUCCIÓN Y PROLOGO DE

T. CAMPO MORENO

M. AGU1LAR
EDITOR

MARQUES DE URQUIJO, 89
MADRID. 1930
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Prólogo biográfico
Al recopilar datos acerca del inmortal Leonardo de Vin-
ci, encontramos en una conocida enciclopedia la abundan-
te reseña biográfica correspondiente, en la cual se estudia
al asojnbroso genio corno pintor exclusivamente, aunque
se consigna que también fué «escultor, músico, poeta, ar-
E S PROPIEDAD quitecto y sabio de primer orden». Aun sin más pormeno-
res, bastaría la enumeración de estos títulos para com-
prender la grandeza del tálenlo de aquel artista, asombro
de sus contemporáneos. Como escritor vamos a presentar-
le en el presente libro, que contiene una respetuosa tra-
ducción de obras suyas no conocidas en nuestro país y
dignas de la fama de Vinci en cuantas actividades prac-
ticó.
Digamos antes algo de la historia de su vida.
Vio la luz Leonardo el año 1452, en Vinci, cerca de Flo-
rencia. Fué hijo natural de un notario de aquella Señoría,
llamado ser Piero, sin que se sepa el nombre de su ma-
dre. Algunos biógrafos le suponen, equivocadamente, na-
cido de una familia noble del valle del Amo.
ber Piero educó a su hijo esmeradamente, y vio premia-
dos sus desvelos con la capacidad sorprendente de aquel
niño, que, sin maestros, aprendió gramática, aritmética
y dibujo, pasando de unas a otras disciplinas con la in-
constancia que fué característica de toda su vida.
Muy joven era aún cuando, acompañándose de una lira,
onaba cánticos que él mismo componía, o mejor dicho,
I'lp. Yugues.— Plaza dei Coods Barajas, i.
provisaba. No era ésta, sin embargo, su mayor afición,
PROLOGO BIOGRÁFICO ¡O BIOGRÁFICO III

sino el dibujo, ¡¡ara el cual manifestó extraordinaria ap- he logrado mi propósito al pintar ese iiiQiislruo. Puedes
titud. En vista de ello, su padre, ser Piero, mostró algu- llevarte el escudo y dárselo a su dueño.» Trocóse en elo-
nos diseños de Leonardo al maestro de la escuela toscana gios la primera mala impresión del padre, que, entusias-
Andrés Verrocchio, que era amigo suyo, y le pidió conse- mado con la obra de Leonardo, se la reservó, comprando
jo. Al punto vio éste que el muchacho tenía verdadero ge- para su servidor otra que tenía pintado un corazón con-
nio, y le tomó como discípulo en su taller, donde apren- una flecha clavada. Luego vendió la primera en cien du-
dió la escultura, y la pintura, después de perfeccionarse cados a unos mercaderes florentinos, que la revendieran
en el dibujo. por trescientos.
Buena prueba de sus facultades y del minucioso empe- ¿Puede extrañar a nadie que Vinci realizara rápidamen-
ño que ponía en estudiar y reproducir fielmente seres y te progresos en su aprendizaje? Pocos meses, después de in-
cosas, así como de su arte para combinarlos y transfor- gresar en el estudio de Verrocchio ya auxiliaba al maestro
marlos, es la primera obra suya de que se tiene noticia, la en- trabajos más importantes, y la precoz superioridad del
famosa rodela que describe Vasari, y cuya historia es discípulo llegó a inspirar celos a aquél. Confióle el tosca-
como sigue: Un aldeano, vecino de ser Piero, a quien éste no la tarea de pintar un ángel en el Bautismo de Jesucris-
utilizaba con frecuencia para ir de caza o de pesca, cortó to, que le habían encargado los frailes de Vallombrosa (y
un tronco de higuera muy grueso para hacerse un escu- que hoy se encuentra en la Academia de Bellas Artes de
do, y se lo llevó al padre de Leonardo para que lo envia- Florencia), y al verse superado por el discípulo, fué tanta
ra a Florencia a que, se lo pintasen. En vez de cumplir el su, desesperación, que renunció en aquel momento y para
encargo al pie de la letra, ser Piero entregó el escudo a su siempre a la pintura.
hijo, y éste empezó por enderezar la madera a la lumbre, Esto puede ser cierto o no; pero nadie, negará que fué po-
después, de lo cual la embadurnó de blanco y la preparó a sible. Cuando menos, indica que a los veinte arios ya no.
su manera para pintarla. Quiso el artista representar allí estaba Vinci en el estudio de Verrocchio, su maestro., ar-
algo espantoso, terrorífico, y después de pensarlo mucho, tista eminente, escultor, pintor y orfebre, cuyo verdadero
reunió en una habitación los animales más horribles que nombre era Andrés de Cioni.
pudo encontrar: murciélagos, serpientes, lagartos, escor- De los diez o doce años que Leonardo pasó en Florencia,
piones, sapos, etc., y, a pesar de la peste, que producían apenas se sabe nada; Vasari, que tenía poquísima benevo-
entre todos, realizó su trabajo sin interrupción, hasta que lencia para con el insigne pintor, sólo dejó detalles insig-
acabó de pintar un formidable monstruo saliendo de una nificantes y breves, que tampoco tienen ampliación en las
cueva obscura. Cuando lo tuvo acabado, llamó a su pa- referencias de Lomazzo.
dre. Tenía puesta su obra en un caballete y en las mejores Tratándose de Vinci, tiene poca importancia esa falta
condiciones de luz. El resultado de aquella prueba fué tan de documentos cronológicos, pues, según dice, muy acer-
satisfactorio para el artista, que difícilmente hubiera po- tadamente, Charles Clément, ida fantasía que gobernaba
dido imaginarse juicio más elocuente. Ser Piero entró en sus actos regía también sus esludios, y es probable que
el taller, y tal efecto le hizo la pintura, que, sin darse aun con mayor cantidad de documentos fuera difícil ha-
cuenta de lo que era, asustado, dio media vuelta y hubie- llar ^ en su vida esa unidad y ese desarrollo normal y, por
ra echado a correr a no contenerlo su hijo, diciéndole: decirlo así, lógico de su talento, tan acusados en Miguel
«Con lo que te acaba de pasar me conformo, pues veo que Ángel, y más todavía en Rafael». Aquel hombre asom-
PROLOGO BIOGRÁFICO PRÓÍ.OGO BIOGRÁFICO

broso en quien el sabio predominaba sobre el artista ini- mente al parecer. Lo mismo lia ocurrido con la imagen
ció desde el primer día de su estancia en Florencia sus es- de la Virgen, propiedad del Papa demerite V/i, que fué
tudios de mecánica, de hidráulica, de óptica, de geología, vista por D'Aryenville en el Vaticano a, mediados del si-
que no abandonó nunca, y en los guales resulta ser pre- alo XVIII, cuadro en el cual la imitación de la realidad
cursor y muchas veces émulo de los Bacon, de los Lapla- ' era cosa extraordinaria, pues Vasari consigna que figura-
ce y de los Cuvier. No era ajena a su talento ninguna rama ba en él un jarrón con flores cubiertas de rocío, de tal
del saber humano. Poeta, a veces, cantaba admirablemen- frescura que parecían arrancadas a la naturaleza.
te y era un músico muy diestro. Bien formado, de rara La curiosidad de Leonardo era insaciable: todo lo que
hermosura, con sorprendentes fuerzas físicas, era nada- podía ser observado le paréela interesante. Concurría a los
dor infatigable, jinete meritísimo y maestro de armas ave- mercados y a las tabernas, acompañaba a los senlencia-
zado a todas las habilidades de la esgrima y la gimnasia. I dios en la hora del suplicio y reunía en su casa grupos de
Pudiera creerse que la naturaleza tuvo empeño en reunir aldeanos,, a quienes obligaba a beber con exceso, y luego
en él todas las cualidades del espíritu. La pintura sólo era les contaba cuentos jocosos, aprovechándose de su embria-
para él, entonces, un entretenimiento, y se dedicaba a guez para tomar apuntes de sus ges-tos y contorsiones. Así
aplicar al arte su espíritu inventivo. Persiguiendo la no- tuvieron origen esas cabezas tan expresivas y esas carica-
vedad en los procedimientos, modelaba bocetos de las figu- turas, la mayor parte de las cuales han sido reproducidas
ras que se proponía pintar, para estudiar el relieve en sus muchas veces por el grabado: aquéllas revelan profundo
menores detalles; gracias a esto, su conocimiento de las conocimiento del corazón humano; éstas son grotescas, y
medias tintas y de la gradación de tonos era prodigioso; nada más. ,
pero, a juzgar por las obras de su juventud que han llega- Bobusto por naturaleza, podía Vinci atreverse a toda
do hasta nosotros, la imitación textual, si así puede decir- clase de fatigas y, de diversiones; se vela muy solicitado
se, del natural era su más decidido propósito, y hasta al- por la alta sociedad florentina, que tanto brilló en tiempos
gún tiempo después no estudió con extraña perspicacia y de los primeros Mediéis. Su carácter simpático agradaba
reprodujo con arte de consumado conocedor los efectos de a todos; su ingenio, su animación, su liberalidad dejaron
las pasiones y de los afectos del alma por medio de la ex- tan buenos recuerdos en Florencia, que el mismo Vasari,
presión del rostro. a pesar del rencor que le tenía por haber rivalizado can
De cuantas obras ejecutó Vinci durante su estancia en Miguel Ángel, hablaba de él así: «Tanto era su prestigio
Florencia, sólo tres: el ángel del Bautismo de Cristo, de y tanto el encanto de su conversación, que en seguida se
Verrocchio (Academia florentina); la Cabeza de Medusa y apoderaba de todas las voluntades. Sin poseer nada y
la Adoración de los Reyes Magos (Galería de los Oficios), siendo poco trabajador, tuvo, siempre criados y caballos,
hemos podido conocer. Las demás que citan sus biógrafos, que le gustaban sobre todas las cosas, y una colección de
Neptuno guiando unos caballos marinos, pintado para animales de todas clases que eran su distracción, y a los
Antonio Segui; un cartón de gran tamaño, Adán y Eva, uales cuidaba con paciencia y cariño infinitos. Frecuen-
en el cual estaban interpretados con minuciosa exactitud emente, cuando pasaba por algún sitio donde se vendían
todos los detalles del paisaje, flores y animales; admira- cab"™5' Vagaba por ellos el'precio que le pedían, los,sa-
bles retratos al carbón de Américo Vespucio y del cabe- 7ih'a* J la ¿aul" con sus propias manos y les devolvía la
cilla de bohemios Scaramuccio,se perdieron irremediable- iioertad.» '
PROLOGO BIOGRÁFICO PRÓLOGO BIOGRÁFICO Vil

,4. pesar del enorme tálenlo de que tantas pruebas había cima de. todos los músicos convocados para dejarse oír, y
dado ya, no parece que disfrutara de mucho favor ton Lo- además le juzgaron como el más hábil improvisador de su
renzo el Magnífico. Era más apreciado como ingeniero que época. El duque, después de oírle, se quedó tan entusias-
como pintor, no obstante lo cual fué desechado su proyec- mado con su pericia, que le. colmó de elogios y de mimos.
to' de canalización del Amo. Muy posible es que la vida de Le encargó en el acto un cuadro de altar, La Natividad
placeres que llevaba, y también la multiplicación de sus de Nuestro Señor, que el príncipe regaló al emperador en
estudios, la inquietud de su carácter y su indiferencia ha- cuanto estuvo terminado.)!
cia las cuestiones políticas y religiosas, que entonces apa- La protección del lúbrico y pródigo duque de Milán fué
sionaban a la gente, impidieran a sus compatriotos apre- lo que Leonardo esperaba, y los diez y seis^ o diez y ocho
ciar su genio en lo mucho que valía. Tanto era así, que años de su permanencia en la Italia Superior fueran las
resolvió buscar m.ejor suerte fuera de su patria, y anima- más felices y los más fecundos de su vida. Se acomodaba
do tal vez por los ofrecimientos de Ludovico, el Moro, que i muy bien a sus ambiciones el fausto de una corte esplen-
se proponía erigir un monumento a la memoria de su pa- dorosa. Menos escrupuloso de lo que lo hubiera sido Mi-
dre, se fué a Milán el año U83, según unos, o U80, en guel Ángel en análogas circunstancias, se prestó su pin-
opinión de otros. Por aquella época escribió a Ludovico el cel más de una vez a los licenciosos caprichos de su amo.
Moro la curiosa carta que se conserva en la Biblioteca Preparaba fiestas en las que él era el principal elemento,
Ambrosiana, de Milán, y que fué publicada por Amaretti. y las bodas de Juan Galeas con Isabel de Ñapóles y del
No puede decirse que tal carta sea un modelo de modes- propio duque con Beatriz de Este le ofrecieran oportuni-
tia; Leonardo compartía, al parecer, en este punto la opi- dades de desplegar todos los recursos de su inventiva ima-
nión de los antiguos, que consideraban que aquella virtud ginación.
era un vicio; fiero la nomenclatura, que en ella especifica
de sus estudios y sus investigaciones demuestra, hasta qué Tales distracciones no retrasaban sus estudios ni los
yunto atraían a aquel joven de veintiocho o treinta años quehaceres de otra clase que le encomendó el duque. Su
los problemas científicos, aparte de los trabajos, de arte primer cuidado fué, al parecer, agrupar en torno suyo
y a pesar de las distracciones de su vida social. El artista algunos discípulos y organizar la Academia de Milán,
se ofrecía principalmente como ingeniero de guerra. Fué cuya finalidad no se conoce bien hoy todavía. La creó, o
aceptado su ofrecimiento, y de su primera entrevista con por lo menos la reorganizó por completo, y le dio su nom-
Ludovico el Moro puede leerse en Vasari el muy curioso bre, como lo demuestra una frase de Vasari y un sello en
relato siguiente: el que aparecen estas palabras; Leonardi Vinci Academia,
sello del cual existe un grabado antiquísimo, hecho prp-
«Precedido por su extraordinaria fama, llegó Leonardo oaotemente por el mismo maestro, que Amoretti reprodujo
a Milán, y fué presentado al duque Ludovico Sforza, su- al frente de su obra, y que representa uno de esos extraños
cesor de Juan Galeas. Al duque le gustaba mucho oír to- enredos de cuerda, una especie de nudo complicado que
car la lira, por lo cual se presentó Leonardo con un ins- aparece con frecuencia en los dibujos de Vinci.
trumento construido por él mismo. Era una lira, casi toda Se ignora la clase de los estudios que en aquella Aca.de-
%
de plata, que tenía forma de cráneo de caballo, configura- a se cursaban, así como la importancia, de la misión
ción extraña que daba a los sonidos más intensa vibración 'm 6ndlla tenia su fundador. Escuela o corporación, pien-
y mayor sonoridad. En aquella ocasión quedó muy por en- ifica, daba, al parecer, mucho trabajo a Leonardo, que,
. . . .-. ;.;,• '>'{

Vil PROLOGO BIOGRÁFICO PRÓLOGO BIOGRÁFICO

si liemos de juzgar por los numerosos manuscritos, que Mirator veterum discipulus que memor,
más parecen preparativos en forma de notas para leccio- Deíuit una mihi symmetria prisca; peregi
nes públicas que obras definitivamente redactadas, era el Ouod potui. ¡Veniarn da mihi, posteritas!
profesor principal, si no el único.
Be ser, como se cree generalmente, la mayoría de aque- Así dice su epitafio, compuesto por el poeta Platino Piat-
llos manuscritos destinados a la enseñanza, precisa será lo cuando él vivía, y probablemente por su encargo: «Ad-
reconocer que los estudios que se cursaban en la Acade- mirador de los antiguos, y agradecido discípulo suyo, sólo
mia de Milán abarcaban la casi totalidad de las ciencias una cosa me ha faltado: su conocimiento de las propor-
que interesan a las bellas artes; es decir, según la opi- ciones. Hice lo que pude. ¡Que la posteridad me perdone!»
nión, repetidamente manifestada por el mismo Leonardo, Además de los indicados, habla Vasari de un Tratado
todo, exceptuando la Teología, la Filosofía y el Derecho. de perspectiva que constituía la introducción, de sus dis
Probable es, por otra parte, que el Tratado de la Pintura, tintas obras acerca de. la pintura, y del cual aseguraba
su obra más considerable, la única publicada completa, Benvenuto Cellini que había poseído una copia.
constituyera el cuadro general de sus enseñanzas. Sus tra- En París, y con el profesor Marco Antonio de la Torre..
tados especiales, perdidos unos, y otros cuyos manus.cri- , estudió Anatomía Leonardo, que hasta acostumbraba a
los se conservan en parte en París, en Milán y en Lon- hacer de sus disecciones dibujos con lápiz rojo, que luego
dres, estaban destinados a completar aquél, desarrollan- ' retocaba a pluma. Además redactaba las lecciones de su
do los temas principales relacionados con el arte, del di- maestro, desarrollándolas y comentándolas.
bujo. Repetidamente habla el mismo Leonardo en su Tra-
Todavía se cita un Tratado más: el de la Anatomía del
tado de la Pintura de las obras que había escrito o se pro-
caballo, que compuso cuando trabajaba en la estatua
ponía escribir. Allí menciona el Tratado de la luz y de las
sombras, cuyo manuscrito ha llegado hasta nosotros, y ecuestre de Francisco Sforza, y que fué destruido al mis-
que él empezó a escribir el 23 de abril de WO. En U89 es- mo tiempo que este hermoso monumento, cuando llegaron
taba redactando un Tratado del movimiento local, en el los franceses.
que se ocupaba de la quietud,, el movimiento, y la ponde- El Tratado de la Pintura es una especie de enciclopedia
ración del cuerpo humano. Comenzó otra obra, que debía de las artes del dibujo; pero no es en esta obra ni en al-
ser muy importante, titulada De la teoría y de la prácti- gunos voluminosos escritos donde se debe buscar a Leo-
ca. Refiérese además a un Tratado de los movimientos del nardo completo. El libro no pasa de. ser un programa y
hombre y a otro acerca de Las proporciones del cuerpo los manuscritos no han sido descifrados del todo, ni lo se-
humano, en el cual indica las medidas de la cabeza (di rán probablemente nunca. Afirmó Lucas Pacioli que Vin-
este manuscrito sólo queda un fragmento). Parece ser que el era zurdo, y el examen Jle sus dibujos parece indicar
le preocupaba mucho la idea de la armonía entre las dis- que efectivamente los trazó con la mano izquierda. Asegú-
tintas partes del cuerpo, o proporción, corno él la llama- rase también que, aunque no fuera zurdo, acostumbraba
ba. Se echa en cara a sí mismo no haber podido lograr la a escribir con dicha mano y empezando las líneas por la
perfección del arte, aunque la persiguió sin descjmso: derecha, a estilo oriental, y al revés, por lo cual, para leer
que el escribía era preciso valerse de un espejo que. in-
virtiera los escritos. Como era hombre de secretos, de mis-
, de recetas, nacido cuando estaba la alquimia en
•rrr.r¡< ' ,, , ./"'i.'

PKftL&GO BIOGRÁFICO PROLOGO' BIOGRÁFICO

lodo su auge, es posible que es-cribie.se así, sin ser zuráa, 1493' poco después de la boda del duque de Milán con Bea-
con el deseo de sustraer a la curiosidad y a la indiscre- triz de Este. Causó el monumento admiración exlraordina-
ción ajenas sus inventos. tria pero a Leonardo le pareció siempre que era preciso
En el año 1490 se interrumpieron las obras de la catedral corree/ir algún detalle, y cuando ocurrieron los sucesos de
de Milán, a causa de los disentimientos que hubo entre 1499 no estaba fundida todavía. A los arcabuceros gasco-
los arquitectos italianos y alemanes que las dirigían. Aqué- nes de Luis XII les pareció muy divertido tomarla por
llos querían que se adoptara el estilo del Renacimiento, y blanco de sus disparos, y la hicieron pedazos.
se veían apoyados por Ludovico el Moro y por la opinión La fatalidad parecía empeñada en destruir las obras
pública; los alemanes optaban por el arte gótico y la uni- : más importantes de Leonardo de Vinci. Otra de ellas, el
dad-de estilo, y opinaban que el monumento debía ser ter- [fresco de la Cena, del Convento de Santa María de la Gra-
minado con arreglo a los procedimientos seguidos hasta I cia, de Milán, está destruida. Un documento citado por
entonces. Renováronse, con motivo del coronamiento de vAmoretti consigna que aún estaba pintando esta obra en
la Cúpula de Milán, las violentas discusiones que se pro- ; 1497, y probablemente la terminó aquel mismo año. Tra-
dujeron en tiem.po de Hrunelleschi a causa de la ejecución fbajó en ella con un ardor y un entusiasmo que. no eran
de la cúpula de Santa María del Fiore. Las sesiones del f frecuentes en él. Bandello cuenta que muchas veces vio a
Congreso de arquitectos convocado .por el duque eran más «Leonardo abandonar de pronto el modelado de la estatua
tormentosas cada vez. El 27 de junio de 1450 habían sido | ecuestre, a mediodía, durante los más intensos calares de
presentados y rechazados cuatro proyectas; los milanes&s la canícula, para ir a Santa María a terminar can dos o
esperaban con impaciencia el resultado de las delibera- tres pinceladas algún detalle de la Cena, como si de este
ciones, que no se acababan nunca. Se nombró a Leonardo modo hallara alivio a sus preocupaciones. Otras veces se
adjunto de los arquitectos rivales, y aunque no se sabe quedaba tan absorto, tan esclavo de su labor, que perma-
exactamente la participación que le correspondió en la de- necía en ella desde por la mañana hasta por la noche, sin-
cisión adoptada, es de suponer que la alta, autoridad que acordarse de comer ni de nada.
le daban sus especiales conocimientos en matemáticas apli-
cadas contribuyó a poner fin al debate. Pasó el tiempo, y abrumaron al gran artista penalida-
des de todas clases, obligándole a salir de Milán. Las
Al mismo tiempo que intervenía en este asunto, ocupá- obras que ejecutó no le enriquecieron, ni mucho menos;
base en importantes trabajos de hidráulica y realizaba los cuando la suerte le sonreía se daba vida de potentado y
primeros estudios del canal de la Martesana, estudios que compartía su dinero con amigos y discípulos. Era bueno.
no terminó hasta mucho después. Melzi le llama en sus cartas «buen amigo y padre exce-
Durante diez y seis años trabajó sin cesar en el gigan- lente», pero carecía de esa dignidad de carácter y ese amor
tesco monumento que el duque de Milán quería erigir a « la independencia que aconsejan la previsión y el estoi-
Francisco Sforza, y aún le quedaba tiempo para ejecutar cismo. La carta que escribió al duque de Milán para par-
varios trabajos de escultura, bustos de. ancianos, imáge- ticiparle sus apuros es de una tristeza y una humildad
nes de Cristo, de la Virgen y otras que sólo conocemos por conmovedoras.
lo que de ellas dice Lomazzo en su Tratado del arte de la Por^un documento de 26' de abril de 1499 le donó Luis
. pintura. Esta labor tan variada no interrumpió la obra n viñedo situado junto a la puerta de Vercellino. Paco
principal, la estatua de Sforza, que fué descubierta en espués era expulsado de sus estados Ludovico el Moro,
• imfWnl'UB^^BI

PROLOGO BIOGRÁFICO PRÓLOGO BIOGRÁFICO XHÍ

y Leonardo presenció la destrucción del modelo de inonu-m tiñcaciones, recorriendo la Bomaña y la Umbría en todos
mentó a Francisco Sforza y de las obras que pintó par&W sentidos, e 'hizo también un breve viaje a Boma. En enero
el palacio ducal, así como de las hermosas y admirables* de 1503 'estaba de regreso en Florencia, donde figuró en-
construcciones del palacio de Galeas-San Severino. Al paM tre los artistas designados para dar su opinión acerca del
recer no tenía mucho deseo de marcharse de la capital def sitio donde había de colocarse el David de Miguel Ángel.
la Lombardia; se consideraba afecto a la persona del príral En 150b recibió el encargo de decorar una de las paredes
cipe, fuese éste quien quisiera, y deseaba permanecer enl del salón grande del Palacio Antiguo. Como tenía que pin-
aquel lugar, donde ya tenía una propiedad y donde le hu-¡ tar un asunto de la historia de Florencia, eligió un episo-
Mera gustado continuar su obra. dio de la batalla de Anghiari, qué ganaron sus compatrio-
Las dificultades que la guerra proporcionaba a Luis Xll tas contra Piccinino. Enterado de que iba a ser competi-
no le permitieron probablemente utilizar los conocimientos'- dor suyo en la ornamentación de aquella estancia Miguel
del hombre a quien tanto había de apreciar poco después,' Ángel, eligió intencionadamente un asunto, de acción que
y Leonardo se marchó a Florencia con su discípulo Salai yI : le permitiera seguir a su temible rival en el propio terre-
su amigo el matemático Lucas Pacioli. Halló a sus ami-{. no de éste. No queda traza alguna del cartón que hizo
gos de Florencia trastornados por los desórdenes y las agi- para ejecutar aquella pintura, que también ha desapare-
taciones que siguieron a la muerte de Savonarota. Fray*'; t cido. Sin terminarla, abandonó el trabajo, en el cual ocu-
Bartolomé era monje en el convento de San Marcos; Lo-'t paba a numerosos pintores, y se supone que el brillante
venzo de Credi, desesperado por la muerte del reformador, : éxito del cartón de Miguel Ángel La guerra de Pisa moti-
renunció a la pintura y guiso retirarse al hospital de San^l vó su renuncia.
la María la Nueva para morir allí; Boticelli, viejo, pobre'- Begresó a Milán en agosto de 1506, y el mariscal Chau-
y amargado, no era ya el alegre camarada a quien cono-.¡ moru, gobernador de Lombardia, nombrado por Luis XII,
ció veinte años antes. El Perugino fué el único de sus an-i le dio pruebas de la más sincera amistad, qu& le. praf&íó
tiguos amigos que no lomó parte alguna en los acontecí-1 hasta su muerte. El mariscal solipitó de la señoría de Flo-
mientos que tuvieron por escenario a Florencia. Era des-;\ rencia que permitiese a Leonardo prolongar la estancia a
de hacia mucho tiempo amigo de. Leonardo, y como él, su lado, en Milán, porque le necesitaba durante una breve
sentía la mayor indiferencia hacia las cuestiones políticas . temporada. La respuesta no debió de ser satisfactoria,
y religiosas. pues en octubre siguiente insistió el mariscal, a quign
En cuanto llegó a Florencia, Leonardo reanudó sus es- contestó el severo gonfalonero Soderini, secamente: «Dis-
tudios sobre la canalización del Amo, que él pretendía ha- i pénsenos Su Señoría que no concedamos el permiso, que
cer navegable desde Florencia hasta Pisa. Empezó proba-1 nos solicita para Leonardo de Vinci, porque éste no se ha
blemente entonces el retrato de Monna Lisa del Gioconda, portado como debía con la Bepública. Deseamos qm no
e hizo el de la bella Ginevra de Benci, ya retratada por i vuelva Su Señoría a pedirnos ese., permiso, porque no po-
Ghirlandajo en un fresco de Santa María, la Nueva. demos prescindir del trabajo de aquél.» Salió Leonardo de
Después de una permanencia bastante larga en Floren- '. Milán provisto de una carta de recomendación del maris-
cía, entró Leonardo al servicio de César Borgia, que le 1 cat'-para el gonfalonero, el cual no por ello dejó de. afear
nombró, en 1502, su arquitecto e ingeniero general. Se pasó i civn101 SUS inexaciitudes, su desconfianza y hasta el anti-
todo aquel año, casi, dibujando puertos, proyectando for- ¡ P0 que había recibido para hacer un trabajo que no acá-
.. < > .'M'f.r&NÍHIHi

PKÓLOGO BIOGRÁFICO XV
XIV PROLOGO BIOGRÁFICO

baba. Ofendido el artista, visitó a sus amigos, completó laí nenies naturalistas de la escuela moderna. Inventó la cá-
cantidad que le echaban en cara que hubiera recibido y im mara obscura y el higrómetro. Sus conocimientos en ma-
la llevó a Soderini, el cual no quiso recibirla. temáticas puras, eran muy extensos, y se preocupó princi-
Desde aquel momento sólo pensó Leonardo en marchar- j palmente en aplicarlos a la industria. Llamaba a la me-
se de la ciudad, donde—forzoso es reconocerlo—nunca É ¡ cánica «eí paraíso de las ciencias matemáticas)). Entre
estimaron en lo que valía, y sólo volvió una temporada I sus dibujos los hay de máquinas para laminar el hierra,
muy breve en 1507 y otra en 1511, con motivo de un pleito, para tundir el paño, para hacer tornillos, sierras, cepillar,
que tenía con un hermano suyo acerca de la herencia del cavar fosos, sondar, arar utilizando el viento como fuer-
un tío paterno, y en 15U, cuando iba a Roma con Julián/ za motriz y, por último, su detalladísimo estudio del famo-
de Médicis, a la coronación de León X. A su regreso a Mi-; so cañón arcliitonitro (archilrueno), que demuestra que
lán halló Vinci lo que más estimaba en este mundo: tran- discurrió emplear el vapor de agua como agente propul-
quilidad y amigos. La Lombardía, destrozada por la gue-¡ sor. Por todo lo dicho se ve que, como hombre de. ciencia,
rra, renacía bajo la sabia y justa administración del ma- Leonardo debe ocupar un lugar eminente.
riscal Chaumont y Juan Jacobo Trivulcio. Melzi recibió a-, En 1507 fué nombrado pintor del rey por Luis XII. En
Leonardo en su quinta de Vaprio, y poco después, en ami$-\ 11511, la muerte le privó de un protector que era además
tosa colaboración, pintaron ambos la gigantesca Virgen,.,} un buen amigo: el mariscal de Chaumont.
cuya cabeza no mide menos de metro y cuarto, hoy des-\ Cuando en 1513 fué Leonardo a Roma con Julián de Mé-
truida por el tiempo y por los soldados, pero cuyos restos' dicis, el artista casi había muerto, pero el hombre de cien-
conservan todavía tanta majestad. Volvió a tener en torno I . cia se agigantaba en la plena conciencia de su valer. Aquel
suyo a sus discípulos, y el primer dinero que cobró tM momento debía de ser solemne en la vida de Vinci; enfer-
compartió, según dicen, con Salai, que deseaba dotar a su; mo a causa del exceso de trabajo, unida, la enorrne canti-
hermana. dad de sus manuscritos a una labor constante, y diaria,
Llamado a Milán, principalmente "para terminar el ca- debió aparecérsele como la obra más grande de su existen
nal de la Martesana, pudo dedicarse, bajo la amistosa pro-' cia. Una nota del Código Atlántico nos lo ¡sesenta en Bel-
tección de Carlos de Amboise, a sus aficiones científicas J i vedere, en el estudio que te. fué construido par orden del
a la persecución de sus quiméricas invenciones. Magnífico, absorto en ejercicios nocturnos de matemáti-
Muchos son los trabajos científicos de Leonardo. Indicó cas. Otra nota nos le deja ver en Monte Mario, ocupado
claramente o adivinó gran número de descubrimientos. De'}, en buscar las señales de un pasada remotísimo: de cuan-
algunos pasajes de sus manuscritos se deduce que cono- do el mar cubría toda la tierra sobre la cual había de sur-
ció antes que Copérnico el 'movimiento de la tierra. Sus gir, andando el tiempo, Roma. El foso del castillo de
observaciones acerca de la circulación de la sangre, de la Sant'Angelo le proporcionó ocasión para algunas, observa-
capilaridad, del imán, de la refracción, del centelleo, ¿e ciones de acústica; los jardines del Vaticano le ofrecen
las estrellas, de la luz de la luna, del flujo y el reflujo; sus I materia de investigaciones zoológicas y botánicas y expe-
estudios de fisiología, botánica y sobre todo de geología, I rimentos acerca del vuelo de las aves. El Hospital de
en los cuales formuló, con tres siglos de anticipación y de "¡ ioma le abrió sus puertas, y las notas anatómicas que
U7
un modo muy exacto, las bases de una ciencia que se tie-í '° a M í fon más extensas y más numerosas.
ne por reciente, le colocan en la categoría de los más emi- a pasión por el estudio, el misterioso modo de obrar de
XVI PHÜLOGO BIOGRÁFICO
PRÓLOGO BIOGRÁFICO XVII

Leonardo, que ya le habían valido en Florencia las censu-


ras de algunos' timoratos de Dios, entonces, en la última-1! ¡aciones anatómicas, de perspectiva e hidráulicas, aun
época de su vida, despiertan en la sociedad romana, ab-M desconocidas para el mundo: «infinidad de volúmenes, to-
sorta ante los esplendores del renacimiento pagano, cier-'¡ dos en lengua vulgar, que si salen a la luz serán proficuas
to terror mezclado con, sospechas. Un tal Juan Tedesco, ce-, deleitosos» En aquellos últimos días ofuscó el espíritu
loso de la simpatía de que daba constantes pruebas Julián de Leonardo un desaliento muy hondo. Rodeado de sus
de Médicis a Leonardo, encuentra terreno favorable paral discípulos y de algunos eclesiásticos, intentó el renacimien-
sembrar maledicencias, y una, disensión personal termina I to de las ingenuas creencias de su niñez; pero la mueiie
en la persecución del sabio. Cierto día, cuando iba al UosA le sorprendió el 2 de mayo de 1519.
pital para proseguir sus investigaciones, que a la mente j
de la generalidad, envuelta todavía en las nieblas medioe-'
vales, le parecían actos de profanación, Leonardo se en-\ Las principales obras pictóricas de Leonardo son: La
contra con la prohibición terminante de entrar, dado por:i Cena (Milán), La Virgen en el regazo de ^anta Ana, San
orden superior. .Juan Bautista, La Gioconda, Baco, La Virgen de las Ro-
Fué un momento extraordinariamente triste; la mala in-<\ cas, el retrato de Lucrecia Crivelli (Museo del Louvre), La
tención se propagó y se hizo más profunda. ((Esto—dice% Virgen de la Botella (en el Vaticano), la Cabeza de Medu-
Leonardo en uno de sus párrafos reveladores de desahijen-1 sa, la Adoración de los Reyes Magos (Galería de los. Ofi-
to—me impidió practicar la Anatomía, pues la reprobaba I cios, de Florencia), La Virgen con el Niño y algunas más.
el Papa y también los del Hospital.»' En otra carta qué.M Las restantes han sido extraviadas, y algunas que se le
parece una auto-defensa argumenta contra las sospechas' \ atribuyen son de dudosa autenticidad.
con su propia vida, consagrada al estudio de la verdad.
Julián de Médicis le libró de lo peor; pero cuando, arras- ':
trado por el amor de una mujer, se fué a Sabaya (!) de I
enero de 18(5), Leonardo se apresuró a salir de Roma, Tienen muchos eruditos a Leonardo de Vinci no sólo
donde su ánimo padecía con un tremendo contraste. Este > como escritor de excepcionales méritos, sino como fautor
fué el verdadero motivo de su alejamiento de la Ciudajl de la pureza y del prestigio del idioma italiano. Pensador
Eterna y no la próxima llegada de Miguel Ángel, como y artífice de obras escritas, Leonardo dejó enorme canti-
supone Vasari, o un desacuerdo con León X acerca de un dad de notas, de apuntes que no alcanzaron unidad y ple-
cuadro, según otros. nitud de organismo. Por su misma extensión hubo de que-
Entristecido el ánimo, al año siguiente se marchó Leo- dar incompleto el plan del gran artista, y sus distintas par-
nardo de Italia. En Amboise, en el castillo de Cloux, su- tes en diferente estado de formación y madurez. Los miles
frió la parálisis de la mano derecha, y encaminó la acti- de pliegos vincinnos diseminados por Europa—y hay que
vidad de su imaginación al estudio de la canalización de tener en cuenta los muchísimos que habrán sido destruí-
Francia y a construir un palacio para Francisco I. Según dos o extraviados—no son más que reliquias del vasto
se lee en el diario de Antonio de Beatis, el cardenal Ara- Plan que apenas si se divisa en esos sobrios apuntes, en los
gona, que fué a visitar a Vinci. en 4511, le, encontró total- cuales cita Leonardo a un supuesto oyente, volúmenes que
mente imposibilitado para pintar, y en medio de sus apun- escribió, pero que en realidad estaban'todavía formándo-
se en sus notas o en gestación en su cerebro. Be esta ma-
fm^mmmHuaHm

XIX
PRÓLOGO BIOGRÁFICO
XVIII PROLOGO BIOGRÁFICO

No es cosa que deba asombrarnos el hecho fíe que tal&s


iiera indica cuarenta libros de ¡hidráulica y ciento veinte} materiales, aquellas partículas del pensamiento que que-
de estudios anatómicos, subdivididos por él y clasificados. dan en el desorden originado por su tumultuosa forma-
A pesar del distinto grado de realización de los escritos), ción—desorden agravado por la sucesiva desmembración
y de sus frecuentes repeticiones—que revelan la constante] de alguno de los volúmenes de notas y dibujos que dejó el
preocupación de Leonardo por expresar con toda claridad gran artista-—, hayan sido considerados durante mucho
su pensamiento—, en el fragmentario material se vislum--
tiempo como el fruto de una imaginación extraña, inquie-
bra su obra, que debió de ser, en el período más brillante
ta; pero menos aún puede sorprendernos la leyenda rápi-
del renacimiento, lo que fué la divina comedia para sm
época trecentista. Por ejemplo, limitándonos a la anato- damente difundida de un Leonardo dedicado al cultivo de
mía, después de prometer al lector que «te será présenla-, las ciencias ocultas y «principalmente de la Alquimia»,
da la cosmografía del mundo menor—o sea del cuerpo hu-. como escribió Vasari: de un Leonardo cultivador de «or-
mano—con el mismo orden que a mí me presentó Tolomeoi íes secretas». La leyenda contribuyó a justificar el secular
la del Universo en su Cosmografía, y para lograrlo dividi- abandono en que permanecieron los escritos vincianos,
ré aquél en miembros, como él divide la tierra en provin- que se tuvieron por misteriosos, por la misma singulari-
cias, y diré la función de cada parte», termina Leonardo: dad de la escritura al revés, complicada con abreviaturas
«¡Ojalá me permitiese Nuestro Autor describir el carácter y cifras, descomposiciones y agrupaciones de letras y de
de los hombres y sus costumbres del mismo modo que des- palabras; por las deficiencias de la puntuación, tas en-
cribo su figura!» miendas, tachaduras y repeticiones que concurrían a di-
ficultar su lectura y entorpecer su estudio.
Existe una extraña analogía entre el sistema de trabajo Así las cosas, no podía pensarse que aquella inquieta
al cual tenía que someterse Leonardo, al arrostrar el es- • imaginación, consagrada a tan complejas investigaciones,
tudio de los argumentos más singulares y variados, para abrumada por los múltiples cuidados del ejercicio del arte
llegar a la «certidumbre que nace del conocimiento ínte- en sus variados aspectos, dispusiera de tiempo y de des-
gro de todas aquellas partes, que cuando se hallan unidas ahogo para entregarse a preocupaciones de índole litera-
constituyen el todo», y el de Balzac, cuando, describiendo ria; no podía pensarse que Leonardo se detuviera a reunir
la fábula de la Comedia humana, resumía el método qua. un material lingüístico y lexicológico, con fines diddsii-
siguió con una concisión perfectamente vinciana en su cos que pasaran del propósito de un sencillo adiestramien-
forma: «Como todas las cosas son causantes y causadas, to en el empleo de la lengua. Su propia autoridad parecía
auxiliares y auxiliadas, creo imposible conocer las partes convalidar tal restricción de propósitos en cuestiones de
sin conocer el todo, ni el todo sin conocer las partes.» idioma,, al declarar: «yo no soy literata», y cuando, en
Ante estas palabras parece que se está oyendo a Leonar- pievisión de los reparos que «algún presuntuoso» pudiera
do explicar lo que fué el mayor trabajo de su imaginación, oponerle, se califica de «hombre iletrado».
de su vida, en constantes alternativas entre las investiga- or todo ello resulta razonable, por no decir discreto,
ciones de la naturaleza y las deducciones de la experieii- reconocer que Leonardo fué un autodidacto que sólo daba
' cia, pasando de los más leves fenómenos a los grandes pro- noia,s
blemas, a la síntesis de las fuerzas y de las leyes que ri- fin T*rf
1
^e índole lexicográfica la importancia y la
d e ser
T, unos ejercicios puramente personales.
gen el mundo en la pradigiosa unidad de su organismo y V en día, pasada la primera impresión de sorpr&sa, y
de su existencia.
XX PROLOGO BIOGRÁFICO
PflÓ LO G O BTOGBA KI! :0 XXI

hasta es posible que de desconfianza., que pu&de. inspirar


que debía haber hasta en liorna dos lenguas diferentes y
el hecho de ver delinearse la figura de Leonardo como re-
separadas. No pudo, en efecto, mantener su opinión más
suelto fautor de la lengua italiana, llega el caso de pre-
eficazmente ni con mayor intuición de la verdad que escri-
guntarse si, en realidad, puede ser motivo de asombro ima-
biendo en los Comentarios a sus sonetos: «La lengua que
ginarle, sobre sus muchas ocupaciones, dedicado a la ta-
fué común, casi necesaria para lodo el mundo por la ex-
rea de aportar una valiosa contribución a los dos instru-
pansión del Imperio romano, era en su tiempo materna y
mentos más esenciales para cualquier idioma: el vocabu-
natural, aunque más esmeradamente escritas con ciertas
lario y la gramática. El, que al más agudo sentido estéti-
reglas y razones por los que alcanzaron honores y posi-
co unía Un admirable temperamento de hombre de cien-
ción que por el vulgo, en general, y por las turbas, popu-
cia; él, que al mismo tiempo de anatomizar el cuerpo hu-
lares.» Así escribía el Magnífico para defender, con el pro-
mano—como nadie antes que él lo hizo, pues ya Lomazzo
pio ejemplo de Roma, la lengua que llamaba «común a
declaraba que «ningún otro podía igualarle» en tales prác-
toda Italia», y este reconocimiento del idioma hablado en
ticas—sabía pasar del terreno anatómico a las considera-
Toscana como lengua nacional fué lo que inspiró a Mo-
ciones fisiológicas y psicológicas, y de los fenómenos se-
randi argumentos para sostener su opinión de que hubie-
cundarios en apariencia ascendía con firme visión a las
ra sido el Magnífico el autor de la «Gramática de Lorenzo
leyes generales de la naturaleza, ¿podía acaso, desintere-
de Médicis», mencionada por Leonardo en una serie de re-
sarse de los medios que ésta le proporcionaba para for-
cuerdos personales, identificada por el propio Morandi en
mular su pensamiento con las luminosas propiedades de
,la breve Gramática florentina existente, según el inventa-
la palabra y la incisiva agilidad de la frasa? ¿No se en-
%rio de U9S, en la biblioteca particular de los Médicis, y una
trevé una forma de complacencia, casi de gratitud, cuan-
copia de la cual fué a parar en 1508 a la Biblioteca Va-
do dice: «poseo tantos vocablos en mi lengua materna, que
ticana.
casi he de dolerme más de la buena inteligencia de las co-
sas que de la falta de palabras que me permitan expresar Refiriéndose al Códice Trivulziano, la mayoría de cuyas
los conceptos de mi mente»? Y si alcanzaba en su lengua paginas está total o casi totalmente llena de listas de pa-
materna la claridad y la precisión de las palabras, la so- labras, colocadas en columna, sumando entre todas cuer-
briedad y la eficacia de las frases, ¿no había de ser espon- ea de ocho mil vocablos, con escasas repeticiones, opina
táneo en él, irresistible, el altruista propósito, de procurar el barón Enrique de Geymuller que aquellas nutridas co-
las mismas dotes al patrimonio, común, mira constante, umnas eran el fruto de anotaciones que Leonardo hizo
casi podemos decir exclusiva, de sus actividades:-' al leer diferentes textos, ya religiosos, de Hidráulica., de
Geografía o de Arte Militar, en los. cuales eligió los que
La cuestión de si se debe o se puede atribuir a Lorenzo yor impresión le producían o los que respondían mejor
el Magnífico la paternidad de la primera gramática ita- « ciertas investigaciones suyas. Al analizar la colocación
liana exige un momento de atención en lo que se relacio- m V Vocablos hace
notar que no es casual, pueA fácil-
na con la intervención de Leonardo. No hay ya duda di- bras n^ advierte la
correlación de sinónimos o de pala-
que a Lorenzo el Magnífico corresponde el mérito de ha- rresn eJentic!'0 opuesto, la agrupación de varias que co-
ber propugnado la necesidad de destruir las dificultades una m- n ° " " mismo significado o a modificaciones de
de la erudición humana, levantando la voz en defensa del ne<¡ o • f10 noción> expresivas de determinadas condicio-
idioma del Dante contra, los que se obstinaban en argüir 7
eferentes q particularidades de analogía u ortográ-
...;:,, :„,./,• s ::<-.•:.> ,^,»>)-'

XXII PROLOGO BIOGRÁFICO XXI i I


PRÓLOGO BIOGRÁFICO

ficas. Y dice Geymuller: «No se trata de la simple forma-,


fabético de sus iniciales nada más, y todas ellas acompa-
ción de un vocabulario, ni del exam&n de cuestiones rela-
cionadas solamente con la gramática italiana; lo que Leó-i ~ das de la correspondiente definición o explicadas por
nardo se propuso fué algo más trascendental; sus mirasí medio de sinónimos.
eran más altas; encaminábanse a crear la filosofía dem Leonardo supo conservar en sus escritas, la propiedad
idioma, al conjunto de cuestiones que a él se refieren, ol de los vocablos, la exactitud de su empleo, la evidencia, de
servando y estudiando las relaciones entre los sonidos yi su significado, de todo lo cual se deriva lo conciso y lo se-
las emociones del alma; entre la forma de las palabras,'^ W¡uro de su fraseología.
las ideas y los hechos, para desentrañar los secretos del";{ ¿Quién puede creer, después de la lectura de sus notas
lenguaje, para enfrentarse con el misterioso, tema de luí acerca del corazón, que haya posibilidad de describir en
germinación de las ideas, del desarrollo del pensamiento.»'f ! forma más concisa, más exacta y al mismo tiempo eviden-
l te el maravilloso latido de la vida que desde dicha viscera
Al erudito Morandi corresponde la gloria de haber apor- • irradia al cuerpo? ¿Quién no se queda asombrado, después
tado a este tema una noticia importantísima: la de que en ' Me leer sus notas referentes a la lengua, de la seguridad
tiempo de Vinci no existía aún el vocabulario italiano, ex- {narrativa con que pasa Leonardo del terreno rigurosa-
ceptuando un breve trabajo de Luis Putei que quedó iné-\ tmente anatómico al fisiológico y filológico, de la produa-
dito y fué extraviado por sil poca importancia, pero deis l ción de los sonidos, para elevarse a las más complejas con-
cual se valió Leonardo para comenzar con su personalísi- '; sideraciones del lenguaje, a su continua evolución, que
mo estilo la formación de un vocabulario verdadero y pro- '•• tres siglos después resumía Taine con frase que párese co-
pió de la lengua, pensado con rigor de métodos y de reglas, '• piada de Leonardo: «Hay tantos estilos como siglos, nacio-
como no se había intentado hasta entonces por nadie. Esto nes y grandes ingenios.» Leonardo dijo: «Los idiomas se
desbarata el argumento principal de los que opinaban que extienden hacia lo infinito porque • continuamente varían
con el material que reunió Leonardo sólo se proponía adies- de siglo en siglo, de nación en nación, mediante la mez-
trarse en el idioma para aprender y dominar, la. escritura cla de los pueblos, y son mortales como todas las cosas
científica. creadas.»
Valiéndose de su memoria, más que leyendo, cosechó
Vinci abundante material, en el que. no pasaban de. tres- * * *
cientas las palabras tomadas del único y pobre trabajo de
Pulci. Morandi, ya mencionado en estas líneas, puso de Las obras de Leonardo, puramente literarias, que pu-
manifiesto la bondad del sistema empleado por Leonardo, dieron ser recogidas después de su primitiva dispersión,
extrayendo de su memoria, más que de los libros, la pri- fueron clasificadas con el mayor acierto posible por el doc-
mera materia de la lengua toscana y más particularmente tor Edmundo Solni y agrupadas Fábulas, Alegorías, Pen-
florentina, cuya esencia reconocía y proclamaba el Mag- samientos, Paisajes, Figuras, Profecías y Chanzas. En
nífico, común a toda Italia. cste
mismo orden las traducimos.
El deliberado propósito de construir un verdadero voca-
bulario italiano resalta claramente en los cuatro folios del
Códice Trivulziano (12 y 13 anverso y reverso), que contie-
nen cerca de trescientas palabras, colocadas en arden al-
^T^TT™••..••/•. •••:••• •'• ••••-••••••• •

F á b u l a s
I. LA INQUIETUD.—El torrente arrastró tanta tierra y
tantas piedras hacia su cauce, que se vio obligado a
cambiar de sitio.

II. E L PAPEL Y LA TINTA.—Al verse el papel man-


chado por la obscura negrura de la tinta, se dolió de
ello; la tinta le explicó que para que subsistieran las
palabras compuestas en él era preciso conservar la
tinta.

III. E L AGUA.—Hallándose el agua en el soberbio


mar, que es su elemento, se le antojó ascender sobre
el aire, y ayudada por el elemento fuego elevóse con-
vertida en vapor sutil como el aire. Cuando estuvo en
lo alto encontró aire más sutil y frío, y fué abandona-
da por el fuego; al encogerse, las chispitas líquidas
se unieron y se hicieron más pesadas ; cayeron; la so-
berbia se trocó en fuga. El agua cayó desde el cielo,
se la bebió la tierra seca, y encarcelada en ella mu-
cho tiempo, sufrió la penitencia de su pecado.

V. LA LLAMA Y LA CANDELA.—Las llamas, después


e
P e r r nanecer un mes en el horno de vidrio, al ver
que se les acercaba una candela en su hermoso y re-
luciente candelero, se esforzaron en su deseo de acer-
! • • • • • • •itMinitmtimitrr' '' ///,

LEONABDO DE VINCI ESCIUTOS LTTETiAltlOS Y MLOSÓPICOS •>

cáraele. Una de ellas, abandonando su dirección n&M última que derritió el sol aquel estío. Así, los que se
tural y estirándose desde un tizo hueco en el cual sel
humillan son exaltados.
alimentaba, se salió por una rendija pequeña hacia ejH
lado opuesto y se confundió con la candela, que estaba! VI SOBRE EL MISMO TEMA.—La bola de nieve,
cerca, y con la mayor glotonería y avidez la devorqf
cuanto más rueda bajando de la montaña nevada,
casi hasta el fin; quiso luego procurar la prolongación^
más multiplica su magnitud.
de su vida, y en vano intentó volverse al horno de don»;
de había salido, porque tuvo que morir y desaparecerl
junta con la candela. Al fin, entre llantos y arrepen-J Vil. LA PIEDRA.—Una piedra de hermoso tamaño
timientos, convirtióse en molesto humo, dejando a to-| y recién descubierta por el agua estaba en un lugar
das sus hermanas con espléndida y larga vida y b e - | elevado en donde terminaba un deleitoso bosquecillo
lleza. y sobre un camino pedregoso, en compañía de hier-
bas y flores adornadas con colores variados, y veía la
gran cantidad de piedras que en el mismo camino ha-
V. LOS QUE SE HUMILLEN SERÁN EXALTADOS.—Ha-1 I bía colocadas. Sintió deseos de dejarse caer allí, di-
liándose un poco de nieve adherida a la cima de una! ciéndose a sí misma :
peña situada en lo más alto de una altísima montaña.j i —¿Qué hago yo aquí con estas hierbas? Quiero
concentró su imaginación, empezó a reflexionar y dijoí I irme a vivir en compañía de esas hermanas mías.
para sus adentros: Y dejándose caer acabó su voluble carrera entre las
—¿No me juzgarán altanera y orgullosa porque,; I deseadas compañeras. Apenas se vio allí, empezó a
siendo como soy un insignificante dracma de nieve, I I ser maltratada por las ruedas de los carros y los herra-
me haya situado a tanta altura y tolere que toda e s a ' i dos pies de los caballos y los caminantes. Unos la
cantidad de nieve que desde aquí puedo ver esté más'] ;• cambiaban de sitio, otros la golpeaban; a veces le
baja que yo? Ciertamente, mi pequenez no merece esta j • arrancaban un pedazo; otras se veía cubierta de fan-
altura, porque bien sé, por testimonio de mi insigni-»] í go o del estiércol de algún animal. Instintivamente
ficancia, lo que el sol hizo ayer a mis compañeras, que < contemplaba el sitio que abandonó en aquel lugar de
en pocas horas quedaron derretidas por su calor, y í paz tranquila y solitaria. Así les ocurre a los que de-
esto les ocurrió por haberse puesto más altas que lo; jan su existencia aislada y contemplativa para irse a
que les correspondía. Yo quiero huir de la furia del* vivir a la ciudad, entre gente sometida a infinitos
sol, descender, encontrar un sitio apropiado a mi p o - ' males.
bre cantidad.
Y lanzándose hacia abajo empezó a caer, rodando j i VIII. LA NAVAJA DE AFEITAR.—Al salir un día a la
desde la altura por encima de la otra nieve, y cuanto i I luz del sol k navaja de ese mango que es, al mismo
:iem
más bajaba más crecía su cantidad; de tal modo, que P°> s u vaina, advirtió que el sol se reflejaba en
al terminar el recorrido sobre un collado se vio no I su cuerpo, y c o n e i | 0 s e e n o rgulleció, y volviendo el
menor que el montecillo en que se apoyaba, y fué la ¡ pensamiento a lo pasado empezó a decirse a sí misma ;
nmm

UflÜNAfiftX) Díí VLNC ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

—¿He de volver yo a esa tienda de donde acaboi XII. L A PLANTA Y LOS PALOS. —Se quejaba la plan-
de salir ? ¡ Eso sí que no ! ¡ Los dioses no querrán qüjg ta del rodrigón seco y viejo que habían puesto junto
tan espléndida belleza caiga en tanta vileza de áni-1 a ella y de los palos secos que la rodeaban. Aquél la
m o ! j Buena locura sería esa, que me llevaría a rapar] mantenía derecha ; éstos la amparaban contra las ma-
las barbas no enjabonadas de rústicos villanos y a eje-! las compañías.
cutar operaciones mecánicas ! ¿Este cuerpo'mío en ta-f
les ejercicios ? ¡ D e ningún modo ! Voy a esconderme •' XIII. EL CEDRO Y LOS DEMÁS ÁRBOLES.—Ensober-
en algún sitio oculto y en él pasaré mi vida descan- becido con su hermosura, el cedro desdeñaba a los
sando tranquilamente. árboles que había a su alrededor, y convertido en to-
Así fué, y después de estar escondida unos meses, i rre entre ellos, el viento, que no se calmaba, le derri^
cuando volvió un día al aire libre y salió la navaja de í bó, desarraigándole.
sus cachas, vio que se había convertido en una sie-
rra herrumbrosa y que el espléndido sol no se refleja- X I V . LA CLEMÁTIDE.—Como no estaba contenta
ba en su superficie. Con inútil arrepentimiento lloró con su seto, la clemátide empezó a pasarse, con sus
en vano su irreparable desgracia, diciéndose : ramas, al camino y a enredarse en el seto inmediato.
—¡ Cuánto mejor era ejercitar con el barbero mi Los caminantes la destrozaron.
sutilísimo filo perdido! ¿Dónde está mi reluciente su-
perficie ? ¡ De seguro la ha consumido la molesta y su- XV. LAS MALAS COMPAñíAS ARRASTRAN A LOS BUE-
cia herrumbre f NOS EN SU PROPIA PERDICIÓN.—La vid, envejecida so-
Tal les ocurre a los ingenios que truecan la afctivi bre un árbol viejo, cayó al derrumbarse éste, y por
dad por el ocio, y que, a semejanza de la navaja de haber estado en mala compañía pereció con ella.
afeitar mencionada, pierden su aguda sutileza y Ven
estropeada su forma por el moho de la ignorancia. XVI. SOBRE EL MISMO TEMA.—El sauce, con su
larga germinación, pretendió crecer hasta verse más
IX. E L LIRIO.—El lirio se puso en la orilla del alto que ningún otro árbol. Por haberse unido con una
Tesino, y la corriente se llevó a la orilla y al lirio vid, que todos los años sufría una poda, se vio muti-
juntos. lado él también.

X . E L NOGAL.—El nogal ofrecía en un camino la XVII. E L CEDRO.—Deseando el cedro tener en su


c
riqueza de sus frutos a los transeúntes, y los hombres ima un fruto hermoso y grande, púsose a conseguir-
le lapidaban. lo con todas sus fuerzas, y cuando el fruto creció, por
c
ulpa de éste hubo de inclinarse la alta y erguida cima
XI. LA HIGUERA.—Como estaba 3Ín fruto la higue- del árbol.
ra, no la miraba nadie; deseosa de dar sus frutos
para que la elogiaran los hombres, éstos la encorva- XVIII. E L MELOCOTONERO.-—Envidioso de la gran
ron y rompieron. cantidad de frutos que tenía su vecino el nogal, un
/.. .;..,. ;•;•-.-• :fíii^W

b LEONARftO BE VINC1 ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓflCOS 7

melocotonero decidió competir con él, y se cargó <j| XXII. LA MARIPOSA.—No contenta la vana y va-
fruta, hasta tal punto que el peso de ésta lo tumt'"' gabunda mariposa con poder volar cómodamente por
desarraigado y roto, en el suelo. [ aire y atraída por la seductora llama de la vela,
quiso volar en ella, y su alegre movimiento fué causa
X I X . EL OLMO Y LA HIGUERA.—Estaba la higuera de súbita desgracia, porque en aquella luz se consu-
cerca del olmo, y viendo que sus ramas carecían d i mieron las sutiles alas, y la mísera mariposa cayó
fruto y tenían el atrevimiento de tapar el sol a sus hil abrasada al pie del candelera. Después de mucho llo-
gos verdes, le dijo, reprendiéndole : rar y arrepentirse, y enjugando las lágrimas de sus
1
—-¡Oh, o l m o ! ¿No te da vergüenza ponerte delar anegados ojos, levantó la cara hacia lo alto y dijo:
te de mí? Espera, espera que maduren mis hijos, K ¡ Oh, pérfida luz ! ¡ A cuántos como a mí les ha-
ya verás dónde te pones. brás hecho pasar el tiempo miserablemente equivoca-
Maduraron los tales hijos, y al verlos un grupo d¿ dos ! Si yo también quería ver la luz, ¿no debí dis-
soldados, para coger los higos, rompieron las ramafl tinguir la del sol de la fingida llama del sucio sebo?
y estropearon el árbol, rompiéndole por todas partesJ
Al verle tan destrozado de todos sus miembros, 1$
I XXIII. E L CASTAÑO Y LA HIGUERA.—Al ver el cas-
dijo el o l m o :
taño a un hombre subido en la higuera, y atrayendo
— ¡ Oh, higuera! ¡ Cuánto mejor es no tener hijos!
> hacia sí las ramas, de donde arrancaba los frutos ma-
que verse por culpa de éstos en tan deplorable estado Jí
duros, llevándoselos a la abierta boca, en la cual los
X X . LAS PLANTAS Y EL PERAL.—Viendo el laurel 'deshacía y los desgarraba con sus duros dientes, y sa-
fcudía las largas ramas, produciendo tumultuoso ru-
y el mirto que talaban el peral, le dijeron a voces:
mor, dijo :
—¡ Oh, p e r a l ! ¿Adonde vas? ¿Qué se ha hecho del
— ¡Oh, higuera! ¡ Cuánto menos obligada que yo
la soberbia que tenías cuando adornaban tus ramafl
I estas a la naturaleza ! ¿ Ves qué protegidos ha dispues-
los frutos maduros ? ¡ Ya no nos hará sombra tu e s a
to que estén mis dulces hijos, vestidos en primer tér-
pesa cabellera!
mino con una delgada camisa, sobre la cual llevan la
Y el peral respondió :
dura y forrada cascara, y no conforme con favorecer-
—Me voy con el agricultor q u e m e corta, y me lle|
•' me tanto haciendo resistente su albergue, ha puesto
vara a la tienda de un magnífico escultor, que con sii en
j espinas agudas y abundantes para que no me
arte me dará la forma del dios Júpiter, en tanto q u « |
Pueda dañar la mano del hombre?
tú estás a punto de verte desgajada y pelada de tujj
ramas, que los hombres, para honrarme, pondrán í J higuera y sus hijos se echaron a reír, y cuando
S a r n dÍ3 ella :
mi alrededor. I 3 llr
° '°
, a ; el hombre es tan ingenioso, que sabe em-
X X I . LA RED.—La red, que solía coger los p e c e s l sin f os y
piedras, echar abajo tus ramas, dejarte
fué cogida y arrastrada lejos por el furor de los mi»| u
los °*>
n los y cuando éstos han caído al suelo, pisotear-
mo* peces. pies o machacarlos con piedra», de modo
LEONARDO DE V1NCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

que salgan las castañas desgarradas y estropeadas di bre del mortífero pico del ave, y suplicó a la torre, por
su armado refugio. En cambio, a mí me tocan hábif la gracia que Dios le había otorgado de ser tan alta,
mente con las manos, y no como a ti, con palos tan grande, tan rica en campanas de sonidos majestuo-
piedras. sos que la socorriese y que, ya que no pudo caer bajo
las verdes ramas de su anciano padre y hallarse entre
X X I V . LA ALHEÑA Y EL MIRLO.—Vióse molestada la tierra vegetal cubierta de hojas secas, no la aban-
la alheña en sus finas ramas cargadas de frutos nuef donara, pues ya que se libró del feroz pico de la fiera
vos por las punzantes uñas y el pico de importuno mirf corneja y pudo huir de ella, quería acabar su vida en
lo, y se quejó a éste con lamentoso dolor, rogándola cualquier agujerito.
que ya que le arrebataba sus queridos frutos, no 1<| Oyendo estas palabras la pared del campanario, tu-
privase, al menos, de las hojas que la defendían da vo lástima y se consideró obligada a acoger a la nuez
los abrasadores rayos del sol y no descortezase y desf H i el sitio donde había caído. Poco tiempo después
nudara con sus agudas uñas su tierna corteza. A est<^ •"comenzó ésta a abrirse y a echar raíces por entre las
conteste el mirlo en tono de grosera reprimenda : ¡[junturas de las piedras, y a brotar y extender sus ra-
—i Cállate, retoño silvestre! ¿No sabes que la na^ imas fuera de su escondrijo, hasta que, a poco, salie-
turaleza te obliga a producir estos frutos para que ye r o n por encima del edificio, y las retorcidas raíces
me alimente? ¿No ves que estoy en el mundo paral agrietaron la pared, abriéndola y expulsando a las vie-
aprovechar este manjar? ¿'No sabes, villana, que cuan<l jas piedras de su antiguo sitio. Tarde e inútilmente
do llegue el invierno próximo servirás para alimentar} lloró la pared la causa de los perjuicios que sufría, pues
él fuego? abriéndose en seguida, se derrumbaron gran parte de
Escuchó el árbol con paciencia, pero no sin llanto,! sus componentes.
estas palabras, y al poco tiempo—el mirlo había sido!
cazado con una red y el cazador cortaba unas rami-
X X V I . E L SAUCE Y LA CALABAZA.—El mísero sau-
tas para hacer una jaula donde encerrarlo—tocó, e n j
ce no podía disfrutar la satisfacción de ver cómo cre-
tre otras, a las más delgadas de la fina alheña figuraf
cían sus finas ramas hasta el deseado grandor ni cómo
entre los mimbres de la jaula, y al verse causa de la
se enderezaban hacia el cielo, por culpa de una vid
perdida libertad del mirlo, se alegraron mucho y 1<¡
" algunas plantas más que había cerca de é l ; siem-
dijeron:
estaba desgajado, estropeado, roto. Recogiendo,
—¡ Oh, mirlo! Aquí nos tienes, sin que aún nójS concentrando todo su espíritu, abrió con él de par
haya consumido el fuego, como dijiste. ¡ Antes hemoij| Par Jas puertas de la imaginación. Y reflexionan-
de verte prisionero que tú a nosotras quemadas ! n esant
^ e m e n t e , investigando el mundo vegetal pa-
er c o n
ne . qué planta le convenía aliarse que no
X X V . LA NUEZ Y EL CAMPANARIO.—Una nuez fuel cesitara 1» - j j •' v •
llevada por cierta corneja a lo alto de un campanario;] nací' j ayuda de su unión, acudió a su ímagi-
re
y gracias a una hendiduda en la cual cayó, vióse lfj in«j pente el recuerdo de la calabaza, y de-
jando caer t- J i i r i
todas sus ramas a causa de su alegría, le
nsnt H^HHI

10 LKONABDO I>E Y1NC1 ESCBÍTOS LITEKABIOS V ÍULOSÚÍICÜS 11

pareció que había encontrado compañera para reavlil Germinaron las semillas rápidamente, y con el ere-
zar su ansiado intento—ya que la calabaza es más ai 'rri'ento v desarrollo de sus ramas comenzaron a ocu-
propósito para enredar a las demás que para que ÍM o a r t o d a s las del sauce y a ocultarle con sus enormes
enreden—. Adoptada esta determinación, levantó sU| • \ j a belleza del sol y del cielo. Como si no basta-
ramas al cielo como si esperase la llegada de algúri ra taAto daño, nacieron y crecieron luego las calaba-
ave amiga que pudiera servirle de mediador. Y vieri|f zas que por su propio peso inclinaron hacia la tierra
do cerca de sí una urraca, le dijo: los extremos de las tiernas ramas, con extrañas tortu-
—¡ Oh, lindo pájaro! T e suplico, por el refugio quel ras y molestias de éstas. Entonces, estremeciéndose el
estos días por la mañana encontraste en mis r a m a s ! sauce e¡ inclinándose inútilmente para procurar desem-
cuando el hambriento, cruel y rapaz halcón quería deji barazarse de las calabazas, pasó muchos días pade-
ciendo este error, pues la ligazón buena y firme se
vorarte; por el descanso que en mí también hailastej
oponía a sus propósitos. Vio que pasaba el viento, y
cuando tus alas necesitaban descansar, y por los ge
encomendándose a él, logró que soplara con más fuer-
cés que entre mis ramas disfrutaste cuando revolotea!!
za, con tanta que el tronco, viejo y hueco, se partió en
bas jugando con tus compañeras, te suplico que b u s i
dos hasta las raíces, y caído en el suelo en dos peda-
ques a la calabaza y le pidas unas cuantas semillas^
zos, lloróse en vanó a sí mismo, reconociendo que ha-
y le digas que cuando nazcan las trataré lo mismo que
bía nacido para no ser nunca dichoso.
si se hubieran engendrado en mis entrañas. Dile todas!
las palabras que tengan los mismos efectos persuasi-||
vos, aunque a ti, maestra de lenguajes, no es precistí I XXVIi. E L ÁGUILA.—Quiso un águila burlarse de
enseñarte. Si lo haces, me complaceré en sostener t J Sun buho, y se estuvo con las alas pegadas al cuerpo,
nido en el nacimiento de mis ramas, y en él a todal B:on lo cual el hombre la cogió y la mató.
tu familia, sin que tengáis que pagarme renta alguna:!
i XXVIII. L A ARAÑA.—Cuando quería coger una ara-
Entonces la urraca, después de convenir nuevas con-¡ | n a en sus falsas redes a una mosca, murió en ellas
diciones con el sauce, sobre todo la de que no permi-| i víctima de un abejorro.
tiese permanecer en su tronco ni entre sus ramas al
culebras ni a garduñas, alzó la cola, bajó la cabeza y,i | X X I X . E L CANGREJO.—Hallábase bajo una piedra
dejándose caer de la rama, confió su peso a las a l a s j r C i? a n , g r e í° Para coger a los peces que allí entraban,
v le
Estas, agitándose en el aire fugitivo, ya hacia aquíif go la crecida, con derrumbamiento de peñascos,
ya hacia el otro lado, guiándose hábilmente con eH | que a l r o c i a r le aplastaron.
timón de su cola, llevaron a la urraca junto a una ca-'l
labaza, y saludándola el ave con buenas palabras, leí | * X X . E L ASNO Y EL HIELO.—Sobre el hielo de un
pidió las deseadas semillas. Lléveselas al sauce, quel t.r.~i P r o ' u n d o se quedó dormido un asno, que con el
i calor cU SU i ••/ i ii
las recibió con cara alegre, y arañando la urraca lál •L J-, cuerpo derritió la capa congelada y se
s ertana e
tierra próxima al árbol, plantó los granos con el pica|| I fiad ° ' P - ° s bajo el agua y muriendo aho-
alrededor del sauce.
r'tóíwS

12 LEONARDO » E VINCI HITOS U T a U Í U O S Y í l L Ó S ü í i C O S 13

X X X I . LA HORMIGA Y EL GRANO DE MIJO.—Encon- por medio de la liga, causa de que los tordos per-
tró la hormiga un grano de mijo, que al sentirse ¿ o í diesen, no la libertad, sino la misma vida.
gido por ella, le gritó: / Esta es la suerte que espera a aquellos pueblos que
—Si m e haces el favor de permitirme que logré m i l reeocijan al ver que sus mayores pierden la liber-
deseo de germinar, te daré, en cambio, cien g r a n o s ! tad con lo cual pierden ellos el auxilio y quedan su-
como yo. jetos al poder de su enemigo, dejándose en sus manos
Y así se hizo. la libertad y hasta la vida.

XXXII. LA OSTRA, EL RATóN Y LA GATA.—£stabaf XXXVI. LA MONA Y EL PAJARITO.—Halló una mo-


la ostra con varios peces en casa del pescador cjuejloJ na un nido de pajaritos, y con la mayor alegría se apo-
desembarcó junto al mar, y rogó a un ratón que1 lal deró de ellos; pero como casi todos podían ya volar,
volviese al agua. El ratón, que tenía el proposita d e l sólo consiguió quedarse con uno, el más pequeño. Lle-
comérsela, consiguió que se abriera ; al morderla, l a l na de alegría y con el pajarillo en la mano se fué a
ostra cerró su concha y le prendió la cabeza, sujetan-i su refugio, y se puso a contemplar y a besar a su pre-
dolé. Vino luego la gata y le mató. sa ; con su entrañable amor tanto lo besó y le dio vuel-
tas y le apretujó, que le quitó la vida. Sépanlo los que,
X X X I I L EL HALCÓN Y EL PATO.—-No podía sopor-I ¡por no castigar a sus hijos, acaban mal.
tar el halcón la manera de esconderse del pato, que s e l
le escapaba siempre delante de él metiéndose bajo e l l X X X V I I . E L PERRO Y LA PULGA.—Dormía el perro
agua, y quiso, a imitación suya, seguirle ; pero se m o j ó ! sobre una piel de carnero, y al sentir una de sus pul-
las plumas y n o pudo salir del agua, en tanto que e l f
( gas el olor de la sucia lana, creyó que en ella podría
pato, elevándose en el aire, se burlaba del halcón, que! f vivir mejor y más a cubierto de las dentelladas y de
se ahogaba. , »as uñas del can que alimentándose de la sangre de
este,^ como hasta entonces ; y sin pensarlo más, aban-
X X X I V . LA OSTRA Y EL CANGREJO.—Cuando h a y ' i dono al perro. Ya metida entre la espesa lana, empe-
luna llena, las ostras se abren del todo, y al verlo los | zó^ con mucho trabajo a ver si podía pasar hasta las
cangrejos les echan dentro alguna piedra u otra cosa, 1 aices de los pelos ; y después de muchos sudores tuvo
con lo cual impiden que vuelvan a cerrarse, y se las 1 viue convencerse de que era aquello empresa vana,
comen. Esto les ocurre a los que abren la boca para I I Porque los pelos estaban tan espesos que casi se toca-
soltar su secreto, pues son presa del indiscreto oyente, f n unos a otros y no quedaba sitio alguno por donde
m\Pk puc iese c a t a r
* la. piel. Así que, al cabo de
Uerzo
X X X V . L o s TORDOS Y LA LECHUZA.—Mucho se del ° y cansancio, quiso regresar al cuerpo
alegraron los tordos al ver que el hombre se apodera- cisad TTOJ * > e r o ^ s t e s e h a l " 3 marchado, y se vio pre-
ba de la lechuza y la privaba de libertad atándole las am
' d e spués de arrepentirse mucho y de llorar
patas con fuertes ligaduras. Pero la lechuza fué lue- argam.€ n t e , a morirse de hambre.
•WHWHIIHHB

14 LEONARDO DE VINCI BSCBITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 15

XXXVIII. E L RATóN, LA COMADREJA Y EL GATO.-^ , j 0 provechoso que era para la vida tener apoyos
Sitiado estaba el ratón en su reducida vivienda por leu la mantuvieran en alto, le puso muchos postes, y
comadreja, que con su vigilancia continua procuraba! cuanto cogió el fruto quitó los postes y la dejó caer
su muerte y le observaba por un agujerito. A p a r e c i ó para hacer lumbre con los sustentáculos.
la gata de pronto, cazó a la comadreja y se la comió!
inmediatamente. El ratón, entonces, que había saeri>J| XLIII. LEYENDA DEL VINO Y DE MAHOMA 1.—Vióse
ficado a Júpiter algunas de sus provisiones, dio grá.3 en la mesa de Mahoma, en una valiosa taza de oro,
cias apresuradamente a su dios, y salió fuera de sül el divino licor de las uvas, el vino, y enorgullecido con
agujero para recuperar su perdida libertad; pero en e'lj honra tanta, se dio a pensar en sentido contrario, di-
acto le privaron de ella y de la vida los feroces diente^ ciéndose a sí mismo :
y uñas de la gata. —¿Qué s ° y Y0** C^e qué me alegro yo? ¿No me
doy cuenta de que estoy a punto de morir, de dejar la
XXXIX. LA ARAñA Y EL RACIMO DE UVAS.—Como'J áurea habitación de esta taza y entrar en la horrible
se encontraba entre las uvas, la araña cazaba las mos-,| y fétida caverna del cuerpo humano para convertirme
cas que acudían a alimentarse con el racimo; pero lie-] de licor suave y oloroso en sucia y triste orina? ¡ Y,por
gó la época de la vendimia, y con las uvas fué pisada] si fuera poco tanto daño, aun habré de permanecer
la araña.
mucho tiempo en esos feos recipientes en compañía
XL. SOBRE EL MISMO TEMA.—Dio la araña con un; de esa otra apestosa y corrompida materia que sale
racimo de uvas que por su dulzura era muy visitado: de las interioridades h u m a n a s !
por las abejas y por varias clases de moscas, y le pa-.j I Clamó al cielo pidiendo venganza de aquellos ma-
recio que aquél sería un lugar muy cómodo para sus] [les e implorando que tuviera fin tanta humillación, y
asechanzas. Introdújose allí valiéndose de su hilo más ¡ ¡¡que ya que aquel país producía las mejores uvas de
sutil, y apenas estuvo en su nuevo albergue, asomá-r I todo el mundo, no fuesen, al menos, convertidas en
base todos los días por los intersticios que había entrei f vino.
grano y grano, y asaltaba como un ladrón a los pobres I entonces Júpiter dispuso que el vino bebido por
animales, que no se guardaban de ella porque no kjli .ahorna s e le subiese a la cabeza y le privase del jui-
C1
veían. Pasado algún tiempo, el vendimiador cortó I ° , a consecuencia de lo cual incurrió en tantos erro-
aquel racimo como otros muchos, en unión de los cua- ¡¡ ¡ e s , que al volver en sí dio la ley de que ningún asiá-
les fué pisado en el lagar. De esta manera fué el raci- co bebiera vino. Y así quedaron libres las viñas y
mo trampa y engaño del engañador como lo había sido su fruto.
de las engañadas moscas. (Al margen.)
F¡ I n o
XLI.—BOSQUEJO. — Fábula de la lengua mordida : •L___" > al entrar en el estómago, comienza a her-
por los dientes. (1) T
V Uctor ai fl. u n i 8 r o » arábigo» eorr«ipo»d»B. a la» nota» qua hallara «1
XLII.—EL ALDEANO Y LA VIÑA.—Advirtiesndo ©1 al- " " a l d»i libro.
• • • • • •

16 LEONARDO DK VlüCl ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 17

üir y a deshincharse; su alma empieza a abandonar affl Y discurriendo entre ellos con paso alegre y gozoso,
cuerpo y se dirige hacia el cielo; en el camino tropirn^ . •/ c r e ciendo y apareció por los huecos superiores
za con el cerebro, culpable de la división de su sera j j o s l e ños, convirtiéndolos en agradables ventanas,
empieza a contaminarle, a enfurecerle, como si le vom ora aquí, ora acullá
viese loco; le obliga a cometer irreparables torpezas m Vióse ya muy alta sobre la leña, y trocó el sosega-
hasta a matar a sus amigos. do y tranquilo carácter en hinchada e insoportable so-
berbia, obligándose casi a sí misma a creer que podía
X L I V . BOSQUEJO.—El vino consumido por el beo^ lanzar todo el superior elemento sobre los pocos leños.
do, en el mismo bebedor se venga. Ya empezaba a zumbar, llenando de chispas y de
' • ¡ fulgores todo lo que había en torno al hogar; ya las
X L V . L A LLAMA Y EL CALDERO.—Un poco de lum-l llamas, grandes, se erguían juntas hacia arriba... cuan-
bre que en un carboncito había quedado entre la ti-'| do las más altaneras tropezaron con el fondo de la
bia ceniza, con la pocfi. materia que le quedaba, esca- caldera que tenían encima.
sa y pobremente se mantenía a sí misma. Cuando la
XLVI. E L ESPEJO Y LA REINA (fragmento).—El espe-
«ministra de la cocina», para ejercer su ordinaria y'j
jo se vanagloriaba mucho al tener dentro de sí, refle-
alimenticia profesión, apareció allí, y, puestos los le-
jada, la imagen de la reina; pero cuando ésta se fué
ños en el hogar, con la pajuela ya resucitada, ya casi
quedóse el espejo...
mortecina, prendió una llamita entre la bien dispues-
ta leña, colocando el caldero encima, sin otra preocu-
pación, de allí confiadamente se fué.
Animándose la lumbre entonces con los secos le-
ños qué le habían puesto encima, comenzó a ascen-
der, impulsando al aire por las rendijas que entre los
leños había, enredándose a sí misma entre ellos con
jovial y burlón movimiento.
Asomándose por entre los leños, en cuyas rendijas
se hizo agradables ventanas, y lanzando relucientes,
rutilantes llamitas, no tardó en desvanecer la obscuri-
dad de la cerrada cocina. Gozosas las llamas, ya cre-
cidas, bromeaban con el aire, y rodeándolo y cantan-
do con dulce murmullo, crearon sonidos suaves...
Se animó más la lumbre con los leños secos que en
el hogar ardían, y prendiendo en ellos jugueteó, enre-
dando sus llamitas por acá, por acullá, por los huecos
que los leños dejaban entre sí.
•NBHHHHI

Alegorías

LA COGUJADA.—Es la cogujada un ave de la cual


dicen que ¡levándola a la cabecera de un enfermo in-
5dica si éste ha de morir, en cuyo caso se vuelve de un
¡
vlado, se pone de espaldas y no le mira, o si, por el
Econtrario, seguirá con vida, y entonces no deja de mi-
niarle, y hasta le libra de cualquier dolencia.
I De la misma manera, el amor a la virtud se niega a
|ver las cosas malas o tristes, permanece siempre entre
\
f las honestas y virtuosas y vive en los corazones ama-
p i e s , como los pájaros en el verde bosque sobre las
tramas floridas. A ú n demuestra más amor en la adver-
|sidad °i u e en los tiempos prósperos, al modo de la luz,
íque mas esplende cuanto más obscuro es el sitio don-
fde se encuentra.

I U- ENVIDIA.—Dícese del milano que cuando en el


o ve que sus hijos están demasiado gruesos, les
•picotea los costados y loa tiene sin comer.

¿ ,, ALEGRíA.—La alegría es condición propia del


L ?' <jne con las más pequeñas cosas se alegra y can-
aciendo movimientos graciosos.
STEZA
§¿Ua A -—La tristeza es como el cuervo, que
* v ^ que eus hijos recién nacidos son blanco*
raHRB^HHHHH

20 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 21

siente tal dolor que se aparta de ellos, los a b a n d o n a a n o necesitar que les den el alimento, empiezan a
lamentándolo tristemente, y no les da de comer mienf pelear con su padre y no lo dejan hasta que le ahu-
tras no ve que les nacen plumas negras. yentan ; luego le quitan a su compañera y la hacen
suya.
V . PAZ.—Se cuenta del castor que cuando le p e í
siguen, sabiendo que la causa de ello es la virtud d i • X - CRUELDAD.—El basilisco es tan cruel, que cuan-
sus medicinales testículos, si ve que no puede esc do no consigue con su venenosa mirada matar a los
par, se detiene, y para que los cazadores le dejen trari 'animales, la dirige a las hierbas y a los árboles, y los
quilo, con sus agudos dientes se desprende aquella ¡ seca.
parte de su cuerpo y se la deja a sus enemigos.
•' XI. LIBERALIDAD.—Del águila se cuenta que no tie-
VI. IRA.—Del oso se asegura que cuando se acer-f l ne nunca tanta hambre que no deje parte de su presa
ca a las colmenas para quitarles la miel a las abejas| I para las aves que la rodean, las cuales, como no pue-
éstas empiezan a picarle, con lo cual abandona ím pden alimentarse por sí mismas, tienen que formar el
miel para vengarse; y como quiere tomar venganza |.cortejo del águila, porque así pueden comer.
de todas las que le pican, de ninguna se venga, y eti
cambio se pone rabioso y se tira al suelo, agitando inj I XII. CASTIGO.—Cuando el lobo se acerca cautelo-
útilmente patas y manos para defenderse de ellas. |sámente a algún redil de ganado, y por casualidad tro-
mpieza de modo de hacer ruido, se muerde la pata que
VII. MISERICORDIA O AGRADECIMIENTO.—La virtuc P í a tropezado para castigarla por su equivocación.
del agradecimiento se encuentra al parecer, más qu^¡
en ser alguno, en las aves llamadas abubillas, que r e J í XIII. HALAGO O ADULACIÓN.—Canta tan dulcemen-
conociendo el beneficio de la vida y de la nutrición qu€ P e Ja sirena, que adormece a los marineros, y luego
han recibido de su padre y de su madre, cuando veril I e ube a sus navios y mata a los adormilados navegantes.
que éstos están viejos les hacen un nido, les abrigan!
con su cuerpo, les dan de comer, les arrancan con ell XIV. PRUDENCIA.—Por natural impulso, la hormi-
pico las plumas viejas y feas, y con unas hierbas l e j j | ga se abastece en el verano para el invierno, matando
devuelven la vista, de modo que recobren su prospejj I s semillas q U e r e C 0 g e p a r a q U e n o . vuelvan a brotar
ridad. W a J l m e n t á n d o s e con ellas. *
1
VIII. AVARICIA.—El sapo se alimenta de tierra y | 1 X V . INSENSATEZ.—E3 toro salvaje odia el color
siempre está fofo, porque no se harta; tanto es el t e - | í J°. y como los cazadores lo saben, visten de rojo el
mor que siente de que llegue a faltarle aquélla. I. neo de un árbol, y el toro corre hacia él, furioso, y
c
I, ava los cuernos, después de lo cual los cazadores
IX. INGRATITUD.—Las palomas se asemejan a l a |
I'e matan.
ingratitud, puesto que cuando han crecido lo bastantel
••:• • .

22 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 5¿8

X V I . JUSTICIA.—Puede compararse la virtud de XXI- TEMOR O COBARDÍA.—La liebre siempre está


justicia con el rey de las abejas, que todo lo ordena; temerosa, y las hojas que en otoño caen de los árbo-
dispone con razón; así, a unas las envía en busca d | les la asustan constantemente y casi siempre la ponen
flores, otras a trabajar, otras a luchar con las avispas! en fuga.
otras a sacar la suciedad y otras a acompañar y cóii
tejar al rey, al cual, cuando es viejo y carece de alas] I XXII. MAGNANIMIDAD.—£1 halcón no coge nunca
llevan sobre sí, y si alguna no cumple con sil obliga:! ^inás que pájaros gordos, y antes se dejaría morir que
ción es castigada sin compasión de ningún género. alimentase con aves pequeñitas o comer carne fétida.

XVII. VERDAD.—Aunque las perdices se roban sus | XXIII. VANAGLORIA. — Este vicio lo padece, más
huevos unas a otras, los hijos que de tales huevos n a | ique ningún otro animal, el pavo real, pues siempre es-
cen vuelven siempre al lado de su verdadera madre. | i á contemplando la belleza de su cola, extendiéndola
fien forma de rueda y llamando la atención de los ani-
XVIII. FIDELIDAD O LEALTAD.—Las grullas son tal írnales que le rodean con sus gritos. Es éste el vicio más
fieles, tan leales a su rey, que por la noche, cuando él Ipifícil de dominar.
duerme, se sitúan algunas alrededor del prado p a r |
custodiarle de lejos y otras se ponen más cerca, cql I XXIV. CONSTANCIA.—Se parece a la constancia el
una piedra cogida en la pata levantada cada una, d l l «fénix, que, deseando, por naturaleza, su renovación,
modo que si las venciese el sueño caería la p i e d r a í Fes constante en mantener las abrasadoras llamas que
haciendo un ruido que las despertaría, para que se irj fíe consumen, para renacer luego de entre sus cenizas.
guiesen de nuevo; hay otras que hasta duermen er
torno al rey, relevándose cada noche, a fin de que nc| X X V . INCONSTANCIA.—El vencejo opta por la in-
llegue a faltarles él. constancia : siempre está en movimiento para no so-
Portar ni la más mínima incomodidad.
X I X . FALSEDAD.—Cuando ve la zorra algún grupo!
de urracas o de cornejas o de aves parecidas, se t u m J X X V I . TEMPLANZA.—El camello es el animal más
ba en seguida en el suelo con la boca abierta, de modof ujunoso que existe; es capaz de andar mil millas en
us
que, creyendo que está muerta, acudan dichas aves á | c a de una camella, y si estuviera constantemente
on
picotearla la lengua, ocasión que ella aprovecha p a r á | su madre o sus hermanas, no se acercaría a ellas,
cogerles la cabeza entre sus dientes. Porque sabe dominarse muy bien.

X X . MENTIRA.—El topo tiene los ojos muy peque-i XXVII. INTEMPERANCIA. — Por su intemperancia,
ñitos y siempre está bajo tierra, viviendo mientras está! Porque no sabe contenerse, por la afición que tiene a
s
escondido, pues en cuanto sale a la luz muere, por-l doncellas, el unicornio olvida su ferocidad y su sal-
que se manifiesta la mentira. Jismo ; dejando a un lado cualquier desconfianza, se
O•'••,,„'•:'.;•: •

24 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 25
acerca a la doncella sentada y se duerme en su regáf
zo, circunstancia que aprovechan los cazadores p a r í ndo es vieja, que se le queman las plumas ; pero
cogerle. naturaleza permite que recobre la juventud cayendo
n un p ° c o ^ e a S u a - Si sus hijos no pueden aguantar
XXVIII. HUMILDAD.—De la humildad tiene expe- a vista del sol, no les da de comer. ¡ No se acerque a
riencia suma el cordero, que se somete a todos los de*; su nido el ave que no esté dispuesta a morir ! ¡ Téman-
más animales, y cuando los entregan como alimento 4 la mucho los animales ! Ella no les hace daño, a me-
los enjaulados leones, pónense debajo de ellos coma nos de ser provocada, y siempre deja sobras de sus
lo harían con su propia madre, de tal modo que varia» presas.
veces se ha visto que los leones no querían matarlos^
¡ X X X V . L A LUMERPA (1).—Nace este pájaro en el
X X I X . SOBERBIA.—Por su altanería y su soberbia Asia Mayor, y brilla tanto que desvanece su sombra.
quiere el halcón predominar y mandar sobre todas las I No pierde luz al morir y nunca se le caen las plumas ;
demás aves de rapiña, y como desea ser solo, se le ha™ pero si alguna se le desprende, no vuelve a brillar.
visto algunas veces atacar al águila, reina de las a v e s ]
X X X V I . E L PELíCANO.—Este ave quiere mucho a
X X X . ABSTINENCIA.—El asno silvestre, cuando v a l ¿•sus hijos, y encontrándoselos una vez muertos por una
a la fuente a beber y se encuentra con el agua turbia,f f serpiente en el nido, se clavó el pico en el corazón, lo
por mucha sed que tenga se abstiene de beber y espe-i Irnojó con la sangre que de él caía como lluvia y así los
ra a que el agua se aclare. volvió a la vida.

X X X I . GULA.—Tan sometido a la gula está el bui- X X X V I I . LA SALAMANDRA.—En el fuego afina la


tre, que sería capaz de andar mil millas para comerse salamandra su piel. Símbolo de la virtud, no tiene
una carroña. Por eso sigue a los ejércitos. miembros pasivos (no padece), y le tiene sin cuidado
cualquier alimento que no sea el fuego, y en él renue-
X X X I I . CASTIDAD.—La tórtola no falta nunca a su va a menudo su piel.
compañero, y si uno de los dos muere, el otro vive en
estado de perpetua castidad y no se posa nunca en XXXVIII. E L CAMALEÓN.—Vive del aire y en él
rama verde ni vuelve a beber agua clara. te persiguen todos los pájaros. Para ponerse más a sal-
vo vuela por encima de las nubes, y allí encuentra un
XXXIII. MODERACIÓN.—Gracias a su moderación, air
e tan sutil, que no pueden sostenerse en él las aves
el armiño sólo come una vez al día, y antes se deja co- «ue le siguen.
ger por los cazadores que huir a su enfangada cueva, A tanta altura sólo llegan aquellos a quienes el cie-
para no macular su bello ropaje. ° se lo permite; allí vuela el camaleón.
XXXIV. E L ÁGUILA. — Vuela tan alta el águila
Ave fabulosa.
«M^» '".;'-.|T™

26 ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 27


LEONARDO DE VINCI

XLVIII. E L ESCORPIÓN.—La saliva que se escupe


X X X I X . E L PEZ AIEPO. — Alepo no puede vivír¡
fuera del agua. en ayunas sobre un escorpión le mata, a semejanza de
]a abstinencia de la garganta, que quita pronto y mata
X L . E L AVESTRUZ.—Este animal convierte el hierro] las enfermedades que de ella dependen y abre el ca-
en alimento suyo y empolla los huevos con la vista! mino a la virtud.
Para la milicia, alimento de capitanes.,
XLIX. E L COCODRILO. •— Hipocresía. Este animal
XLI. E L CISNE.—Es candido, sin mancha a l g u n a ; ! coge a un hombre y lo mata en seguida. Luego, des-
canta dulcemente al morirse, y su canto le acaba la] pués de matarlo, con voz afligida y muchas lágrimas,
vida. lo llora, y al terminar sus lamentaciones se lo come.
Así hacen los hipócritas, a quienes por la cosa más
XLII. LA CIGÜEÑA.—Bebiendo agua salada, la ci-j pequeña se les llena de lágrimas el rostro, pero dan
güeña aparta de sí las enfermedades; si su compañera! pruebas de tener un corazón de tigre y se alegran del
cae en falta, la abandona, y cuando envejece, sus hi-i mal ajeno poniendo cara de compasión.
jos la amparan y la alimentan hasta que se muere.
L. E L SAPO.—Huye el sapo de la luz del sol, y si
XLIII. LA CIGARRA. Con su canto obliga a callara tiene que afrontarla, aunque sea a la fuerza, se des-
al cuco; muere en el aceite y renace en el vinagre; $ hincha tanto que esconde la cabeza por debajo para
canta en la época del calor sofocante. librarse de los rayos de aquél. Esto es lo que hacen
los enemigos de la virtud clara e ingenua : que no pue-
X L I V . E L BASILISCO.—Crueldad. H a huido de to- den tenerla delante a la fuerza si no es con el alma
das las serpientes. En medio del camino lucha con él deshinchada.
la comadreja y le mata.
LI. LA ORUGA (simboliza la virtud).—Mediante un
X L V . — E L ÁSPID.—Lleva en los dientes la muerte estudio ejercitado, logra la oruga, con admirable'arti-
repentina, y para no oír las seducciones se tapa los ficio y trabajo sutil, tejer en torno suyo su nueva resi-
oídos con la cola. dencia, de donde sale luego con bellas y pintadas alas,
c
on las cuales se eleva hacia el cielo.
X L V I . E L DRAGÓN.-—Este sujeta las patas al ele- a
fante, que se cae encima de él, y los dos se mueren. 1 LII. LA ARAÑA.—La araña echa de su cuerpo la ar-
Al morir realiza su venganza.
tificiosa y magistral tela, la cual corresponde al bene-
XLVII. LA VÍBORA.—La particularidad de este rep- | ficio cogiéndole presas.
til es que abre la boca y después aprieta los dientes y I
mata a su marido. Luego los hijos que crecen en «w | Lili. E L LEÓN.—Este animal, con su tonante rugi-
cuerpo le desgarran el vientre y matan a su madre. do, despierta a sus hijos al tercer día del nacimiento,
28 29
LEONARDO DE VINCI 'ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

abriéndoles a todos los adormilados sentidos, y tod$j 1 mentes y conocen el peligro; si encuentran
las fieras de la selva huyen. f , 0 i 0 yy^ extraviado, amablemente
up hombre soio ^ . ^ ^ u _ ] U o ^le guían
^m.
Puédese comparar con los hijos de la virtud, qu| did Cuando encuentran huellas de hom-
mediante las voces de la alabanza se despiertan y c r | | al camino p e r u ^ - .
cen en los estudios honrados, que cada vez los elevaj intes de ver al que las ha dejado, temerosos de
más, en tanto que los malos, al oír aquel grito, escífj íguna asechanza, se paran, soplan, se las enseñan a
pan, alejándose de los virtuosos. los demás elefantes, se forman en fila y caminan cau-
Además, el león cubre sus huellas para que sus enéj telosamente. . . i i
migos no se enteren de su marcha. Siempre van en fila : el más viejo delante y el que
Conviene a los capitanes ocultar su secreto para q u | le sigue en edad el último, cerrando la formación. Son
el enemigo no se entere de sus propósitos. muy vergonzosos, no se ayuntan sino1 de noche y a
escondidas, y después de ayuntarse no vuelven a su
LIV. LA TARÁNTULA.—La picadura de la tarántulf manada sin lavarse antes en el río. Las hembras no
mantiene al hombre en sus propósitos, esto es, en luchan nunca como los demás animales. De tan cle-
que pensaba al ser mordido.
mentes que son, nunca hacen daño voluntariamente a
los menos potentes. Cuando se encuentran con un re-
L V . BUHO O LECHUZA. — Estos castigan a los qújl baño o grey de ovejas, las apartan con sus manos para
les atacan, privándoles de la vida, que así lo ha d i s j no pisarlas. No hacen daño a nadie más que cuando
puesto la naturaleza para que se alimenten. • son provocados. Si caen en algún hoyo, los demás ele-
fantes lo llenan con ramas, tierras y piedras, alzando
LVI. E L ELEFANTE.—El enorme elefante posee \M M fondo para que pueda salir fácilmente el que ha
que pocas veces se encuentra en el hombre, esto es : i caído. Les asusta el gruñido estridente de los cerdos,
probidad, prudencia, equidad y observancia de la re-i echan a correr. No hacen daño con los pies más que
ligión, puesto que cuando se renueva la luna van a l i sus enemigos. Les gustan mucho los ríos y siempre
río, y allí, después de purificarse, lávanse solemnemen^J agan en torno de ellos. Por su excesivo peso no pue-
te, y saludando así al planeta se vuelven a la selva. I nadar; comen piedras; los troncos de los árboles
Cuando están enfermos, túmbanse de espaldas y| alimento gratísimo para ellos; aborrecen a las ra-
echan las hierbas hacia el cielo, como si quisieran sa-1 pe ' a a s moscas les gusta su olor y se posan en ellos,
crificarse.
tr« J S e1 1* a 3n 8t e sy> k encogiendo la piel, las prenden en-
Entierran sus colmillos cuando se les caen de viejos. | Cuand " '^a n a a tSr a vmeSs taarn -
más r> ° ~ un río envían a sus hijos
De los dos colmillos emplean uno para extraer las raí-, j la
corrte U e ñ O S & p r o b a r l a profundidad del cauce, y si
ees, que son su alimento, y conservan la punta del otro! el aoiio e es c
°ntraria la interrumpen para que
para pelear. Cuando se ven alcanzados por los c a z a d o - |
res y el cansancio les rinde, golpéanse los colmillos 1 Ef drangoónse l r l l e v e '
S
hasta arrancárselos y con ellos se rescatan. ñas con ? a n z a s °bre su cuerpo, les ata las pier-
cola y con las alas y las garras le ciñe las
30 LEONARDO DE VINCI 31
Kscnn'oa 1 1TI5RARJOS Y FILOSÓFICOS

costillas; los degüella con los dientes; el elefar


r s icrran casi todo el tronco, y cuando el ani-
les cae encima; el dragón revienta, y así, al j
aquél, se venga de su enemigo. <m
<ii^™ j s e r ecuesta para dormir, cae al suelo, y los caza-
dores se apoderan de él. Es inútil pretensión la de co-
LVII. E L DRAGÓN.—Los dragones van siempre j t 9 rle ¿e 0 t r a manera, pues corre con increíble velo-
tos y se enlazan, con la cabeza alta, para atravesar {• cidad.
pantanos, donde encuentran alimento de su gusto. M
rio se enlazaran así, se ahogarían. Eso hace la u n i q | ( L X ! . E L BISONTE CAUSA DAñOS AL HUIR.—Nace este
animal en Peonia; tiene en el cuello crines como las
LVIII. LA SERPIENTE. — E s t e animal, grandísima del caballo, y en todo lo demás del cuerpo se parece
cuando ve algún pájaro en el aire, aspira con tarjf al toro, menos en los cuernos, que están de tal modo
fuerza que atrae a las aves hasta su boca. rcaídos hacia adentro, que no puede topar. Por esta ra-
Marco Régulo, cónsul del ejército romano, fué, A ' zón, no tiene más recurso que la huida, en la cual es-
su ejército, atacado por uno de estos animales y c|] Iparce estiércol durante cuatrocientas brazas de su re-
derrotado. Muerta aquella serpiente con una máqui l'corrido, y este estiércol abrasa como el fuego cuanto
mural, fué medida, y se vio que tenía ciento vein> |;toca.
cinco pies, o lo que es lo mismo, sesenta y cuatro bi¡
zas y media. Su cabeza sobresalía de entre todos 1 I LX1I. E L MURCIÉLAGO.—Este se vuelve más ciego
árboles del bosque. adonde más luz hay, y cuanto más mira al sol, más sin
•vista se queda. Como el vicio, que no puede estar don-
L I X . LA BOA.—Esta es una serpiente grande, q t i B e esté la virtud.
por sí misma se enrosca a las patas de una vaca, di
modo que ésta no pueda moverse, y luego mama s i • LXIII, LA PERDIZ.—Suele convertirse este pájaro
leche hasta dejarla casi seca. Un animal de és*os, el I de hembra en macho y hasta se olvida de su primitivo
tiempo del emperador Claudio, fué muerto en el mol sexo. Por envidia, roba sus huevos a las demás, pero
te Vaticano. En el cuerpo tenía un niño entero qu|
| ° s Pollos que de ellos nacen se van siempre con su
se había tragado.
•verdadera madre.
L X . AL ALCE POR EL SUEÑO SE LE ALCANZA.—E s 4 ^ LXIV. GOLONDRINAS.-^-Con la celidonia dan vista
animal es originario de la isla de Escandínavia, y tiél v a
« madres a los políuelos que les nacen ciegos.
ne la forma de un caballo grande, del cual le difereni
cia únicamente la mucha longitud del cuepo y de l a i L-XV. E L ARMIÑO.—La moderación refrena todos
orejas; pace la hierba al revés, porque tiene tan largÉj ,s
vicios. El armiño prefiere morir a ensuciarse.
el labio superior que, pastando de otro modo, c u b r i l
ría la hierba. Sus piernas son de una pieza, por láj ^ L X V I . LEONES, LEOPARDOS, PANTERAS Y TIGRES.—
cual, cuando quiere dormir, se apoya en un árbol. Loflf »odos ellos llevan las uñas envainadas, y no las des-
cazadores, enterados del sitio donde acostumbra a de envainan sino eobr® la presa o sobre «1 enemigo.
ESCRITOS LITERARIOS ¥ FILOSÓFICOS 33
32
LEONARDO DE VINCI

el sitio donde estaban aquéllos y rápidamente mon-


LXVII. LA LEONA.—Cuando la hembra del 1 » ie n a caballo y echa a correr. Al regresar el tigre halla
defiende a sus hijos contra las manos de los c a z a f l los espejos puestos en el suelo, y al ver su figura refle-
res, para no asustarse de las armas baja los ojoslj
iada en ellos, cree que está viendo a sus hijos; araña
suelo, y así evita su fuga y que con ella queden
sioneros sus hijos. con las zarpas, advierte el engaño, y al punto, guián-
dose por el olfato, descubre al cazador, el cual al ver
al tigre deja en el suelo uno de los cachorros ; el padre
LXVÍII. E L LEÓN.—Este animal tan terrible a i
lo coge y se lo lleva a su guarida; después vuelve en
da teme tanto como al estrépito de los carros vacíe!
y lo mismo al canto del gallo; le atemoriza bastar! busca del cazador, que repite lo mismo de antes, has-
verlos, y en pavorosa espera mira su cresta y se ac ta que puede embarcarse.
barda mucho cuando se cubre la cara.
LXXII. CATOPLEAS (1).—Procede de Etiopía, cer-
LX1X PANTERA DE ÁFRICA.—Tiene la forma de 1¡ 1 tca de la fuente de la Cabeza Negra. Es animal no muy
I grande, perezoso de todos sus miembros y con la ca-
leonas, pero sus piernas son más altas, su cuerpo ni
[beza tan grande que le cuesta mucho trabajo sostener-
delgado y más largo, y su piel toda blanca con m a
la, de tal modo que siempre está inclinado hacia el
chas negras, como rosetas; todos los animales se o
suelo. Si no fuera así, sería un azote espantoso para
leitan viéndolas, y siempre estarían a su alrededor í
los hombres, pues todos aquellos en quienes fija la mi-
no fuera por lo terrible de sus miradas; así que, saj
rada mueren en seguida.
biéndolo, esconden la cara y los animales que las r J
deán se tranquilizan y se acercan para disfrutar mejaj | LXXII1. E L BASILISCO. — Se cría en la provincia
tanta belleza, y entonces ellas cogen de pronto al mal Iprenaica y no es más largo de doce dedos. Tiene en
cercano y lo devoran en seguida. i tía cabeza una mancha blanca a modo de diadema. Con
fsu silbido ahuyenta a las serpientes, a semejanza de
L X X . CAMELLOS.—Estos animales tienen dos j o l
pa sierpe, pero no se mueve con esfuerzo, aunque sí
robas, los batrianos, y los árabes, u n a ; son muy v e |
p r guido de medio cuerpo arriba. Dícese que habiendo
loces en las batallas y útilísimos para llevar cargas!
puerto uno de ellos de una lanzada que le dio un ji-
Proceden con reglas y medidas escrupulosamente o b j
|i e ' s u veneno se corrió por la lanza, y no murió el
servadas, pues no se mueven si les echan carga m a y o j
r ,. r n l : ) r e . pero sí el caballo. Estropea las mieses, no
de la acostumbrada, y si les obligan a hacer más v i a j
P ° t o cándolas, sino con soplarlas solamente. Del mis-
jes, proceden del mismo m o d o : se paran en seguidíj
y los mercaderes tienen que aliviar su carga. ° m ° d o seca las hierbas y parte las piedras.

I | f-XXlV. LA COMADREJA. — Cuando la comadreja


L X X I . E L TIGRE.—Nace en Hircania; se parece! P u e r t a con el nido del basilisco, con el olor de su ori-
algo a la pantera por las manchas de su piel, y es a n i a e
mal de espantosa velocidad. El cazador, cuando e n - | gun Plinto, Catoblepas, especie de serpiente.
cuentra a los hijos del tigre, se los roba, pone espejosj
34 LEONAÍtDO DE V1NC1
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 3ñ

na bien esparcida le mata. Muchat vece» el aloJB


•crea de él algún áspid vase al lecho de fango del Nilo
esa orina mata igualmente a la comadreja.
I s e embarra por completo; luego se seca al sol y se
L X X V . LAS CERASTAS. — Tienen estos a n i m a f l Ruelve a enfangar, y así sucesivamente tres o cuatro
cuatro cuernecillos móviles, y cuando quieren alíme» Reces, hasta que queda cubierto de una especie de co-
tarse se esconden bajo las hojas, dejando fuera úniflj l a z a . Después ataca al áspid o bien riñe con él, de
mente los cuernecillos y moviéndolos de modo que Ifl Ihodo de ganar tiempo para precipitársele a la gargan-
pájaros se figuren que son unos gusanos pequeños <|H t a y matarle.
están jugando y se dejen caer rápidamente con la ifl
tención de comérselos. Entonces los rodean y se lc§ I L X X X . E L COCODRILO.—Procede del Nilo, tiene
tragan. •cuatro patas, daña lo mismo en la tierra que en el
lagua. Ningún animal terrestre que no sea él carece
L X X V I . LA ANFISBENA.—Este reptil tiene dos <fl Ide lengua; muerde moviendo solamente la mandíbu-
bezas : una en su sitio y otra en la cola, como si fl la superior ; crece hasta los cuarenta pies, tiene uñas,
fuera bastante que echase veneno por un solo sitio.fl •está provisto de una coraza de piel que soporta cual-
L X X V I I . E L YÁCULÓ (I).-^Se coloca sobre los a l Iquier clase de golpes ; de día está en tierra y de noche
boles y desde ellos se lanza como una flecha contra l f l •en el agua. Alimentado con peces, se adormece en
animales, los atraviesa y los mata. [la orilla del Nilo con la boca abierta, y el pájaro tro-
jlodites o reatino, que es pequeñísimo, se sube a su
LXXVIII. E L ÁSPID.—La mordedura de este a n l >oca, y saltando entre los dientes por dentro y por fue-
mal no tiene remedio, como no sea el de cortar inrrflj i> picotea los residuos de su comida, y limpiándose-
diatamente la parte mordida. Tiene el pestífero áspfl^ los con deleitosa voluptuosidad le excita a abrir toda la
tal cariño a su compañera (siempre van juntos), cjfl >oca, y así se queda dormido. Visto esto por un icneu-
si por su desgracia muere uno de ellos, el otro, con ra món, se lanzó a aquella boca, agujereó el estómago y
pidez increíble, persigue al matador, y tanto empeñi la
s tripas del cocodrilo y, por último, le mató.
pone en la venganza, que vence todas las dificultada
y atraviesa todos los ejércitos. Sólo le interesa castiga LXXXI. E L DELFÍN.—La naturaleza ha dado tanto
a su enemigo, y recorre cualquier espacio, y no se I '. enter
tendimiento a los animales, que no sólo conocen su
puede esquivar sino cruzando el mar en rapidísima Cor
nodidad, sino también las incomodidades de sus
huida. Tiene los ojos dentro y orejas grandes. Se g u i j
amigos, y así, el delfín "sabe cuánto vale el corte de
más por el oído que por la vista. as
espinas que lleva en el lomo y lo blanda que es la
L X X I X , E L ICNEUMÓN (2).—ES este animal el m o l ^'Pa del cocodrilo, por lo cual, cuando luchan se pone
3a
tal enemigo del áspid ; se cría en Egipto, y cuando | | Jo de él, le abre el vientre y de esta manera le
| ^ata.
(1) P l i n t o : Sierpe venenos».
(2) Vulgarmente, topo de Faraón.
í^1 cocodrilo es terrible para los que huyen de él y
c
°oardísimo con los que le cazan.
36 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 37

LXXX11. E L HIPOPóTAMO. — En cuanto se si,


XC I LA PANTERA.—Esta fiera, aun después de sa-
enfermo el hipopótamo va buscando las espinas 0 1
arle las entrañas, sigue luchando con los perros y los
residuos de cañas cortadas donde las haya, y tanto ja
cazadores.
ta en ellas una vena que acaba por cortarla. Sacada, <L
la sangre que necesita, se mete en el fango y eieatrjM
XCI. E L CAMALEÓN.—Como toma siempre el color
su herida. Su forma es semejante a la del caballo, c j l
de los sitios o cosas donde se para, muchas veces se
la uña partida, la cola torcida, dientes de jabalí y c|H
lo comen los elefantes con las hojas donde se ha po-
lio con crines ; la piel no puede escurrirse si no se r r j |
sado.
j a ; se alimenta de granos, y entra en los campos
revés, de modo que parece que sale de ellos. XCII. E L CUERVO. — Después de matar al cama-
león, el cuervo se purga con laurel.
LXXXIII. E L IBIS. — Se parece a la cigüeña,™
cuando está enfermo se llena el buche de agua y e<j XC1II. MAGNANIMIDAD.—El camaleón no caza sino
el pico se pone una lavativa. pájaros gordos, y antes se muere que comer carne que
no huela bien.
LXXX1V. Los CIERVOS.—Cuando muerde a esfB
animales la araña llamada falange, comen cangrejos tCIV. LAS GRULLAS.—Para que su rey no perezca
así se libran de aquel veneno. cfalta de guardia, las grullas se pasan la noche de
L X X X V . LAGARTO.—Cuando lucha con las si< centinela con una piedra en la pata.
pes el lagarto, come cicerbita (1) y queda libre. Amor, temor y reverencia : esto puede escribirse en
tres piedras de grulla.
L X X X V I . GOLONDRINAS.—Estas aves devuelve!
la vista a sus hijos ciegos merced al jugo de la cel| fCV. E L JILGUERO.—Los jilgueros dan plantas ve-
donia. gosas a sus hijos enjaulados. Antes muertos que fal-
tos de libertad.
L X X X V I I . LA COMADREJA.—Cuando caza ratonfl
este animal, come antes ruda. asrit n
^' AS P R E C A U C I O N E S -—El gal*0 n o c a n t a s i n
. , l a s alas tres veces; el papagayo, al cam-
•L , Sltl
L X X X V I I I . EL JABALÍ. — Cura sus enfermedad^! xnow. °» no pone el pie "donde no haya puesto pre-
comiendo hiedra. samente el p i c o .

PARA H A C E R L
L X X X I X . LA SIERPE.—Cuando quiere renacer, s i que «'1 O BIEN.—La rama del nogal,
desprende de la piel vieja, empezando por la cabezaj perfe .+ ^ s a c u c l ^ a y apaleada cuando su fruto está
Cu
Cambia de piel en un día y una noche. a n d o a m e i k t e m a c ' u r o > e s ejemplo de aquellos que
tíntno ^ c a b a n sus obras famosas son atacados de dis-
(1) Sonchus oleraceus, de Linneo. S modos
Por la envidia.
5
38 LEONARDO DE V1NCI

XCVIÍI. SOBRE EL MISMO TEMA.—El espino, injerí


to en buenos frutales, es como el que por sí no esta I
dispuesto a practicar la virtud y con ayuda de un prjM I
ceptor d a de sí útilísimas virtudes.

X'CIX. E L LINO.—El lino está destinado a la mueJB


te y corrupción de los mortales : a la muerte, por los»
lazos y trampas que con él se ponen a los pájaros, ani-a
males y peces ; a la corrupción, porque en telas de lint»
Pensamientos
se envuelve a los muertos para enterrarlos y que erB
ellas se pudran. El lino n o se desprende de sus talloíB
ACERCA DE LA CIENCIA
hasta que no empieza a macerarse y corromperse; e l
to es lo que debe emplearse para ornamentar en l d B
funerales. I. LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA.—Es preciso describir
rimero la teoría y luego la práctica.
C FRAGMENTO.—El lienzo de lino que se tiene e l
la mano dentro del agua corriente, en ella deja su s u * ; II. D E L ERROR DE LOS QUE EMPLEAN LA PRáCTICA SIN
ciedad. f CONOCIMIENTO.—Los que se enamoran de la práctica
|sin ciencia alguna son como el piloto que se mete en
i un barco sin timón ni brújula, en el cual nunca se sabe
«adonde se va.
La práctica debe construirse siempre sobre la buena
Iteona; de ella es la Perspectiva guía y puerta, y sin
esta nada puede hacerse bien cuando se trata de pin-
[tura.

[t PARANGóN DEL PRÁCTICO.—El pintor que retra-


I a valiéndose de la práctica y del juicio de sus ojos,
I ero sm fundamento, es como.el espejo, que imita to-
| as cosas que se le ponen delante sin saber por qué
F 1 cómo.

• PREEMINENCIA DE LA TEORíA SOBRE , LA PRáCTI-


CA L» ciencia es el capitán, y la teoría son los sol-
irados.
40 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 41

V. SOBRE EL MISMO TEMA.—Estudia primero la en la linca matemática, y en algún sitio en puntos ma-
ciencia, y después continúa con la práctica, que de la temáticos, puntos y líneas que son incorpóreos, y l a '
ciencia nace. práctica los hace corpóreos porque así lo exige la ne-
cesidad para sostener el peso de la balanza con los pe-
VI. CONSEJO AL PINTOR.—Tú, pintor, que deseas sos que sobre ella se calculan.
poseer la mayor práctica, ten entendido que si no la He averiguado que aquellos filósofos se equivoca-
adquieres sobre la firme base de las cosas naturales, ban en el cálculo de los pesos, y tal equivocación nacía
tus obras te proporcionarán poca honra y menos pro- de que en gran parte de su ciencia empleaban polos
vecho, y si lo haces bien, pintarás muchos y buenos corpóreos y en otra gran parte polos matemáticos, es
cuadros y tendrás honores y ganancias grandes. decir, mentales o incorpóreos 2.
VII. SOBRE EL MISMO TEMA.—Dice aquí el adver-
X. ESTERILIDAD DE LAS CIENCIAS SIN LA APLICACIóN
sario que no quiere tanta ciencia y que le basta la prác-
PRACTICA.— Todas las ciencias que se reducen a pala-
tica de retratar las cosas naturales. A lo cual respondo
bras encuentran la muerte tan pronto como la vida, ex-
que no hay cosa m á s engañosa que la confianza en
ceptuada su parte manual, o sea la escritura, que es
nuestro propio juicio sin m á s fundamento, como lo
la parte mecánica.
demuestra constantemente la experiencia enemiga de
alquimistas, nigromantes y otros ingenios sencillos.
XI. SOBRE EL MISMO TEMA.—Huye del estudio cuya
obra resultante perece con el operador que la ejecuta.
VIII. ACERCA DEL HECHO ANATóMICO DEL EXCESIVO
DESARROLLO DEL CRÁNEO EN LOS NIÑOS.—La naturaleza XII. CONSEJOS DE LEONARDO.—Cuando te apliques
arregla antes la casa de la inteligencia que la de los a la Ciencia de los movimientos del agua, acuérdate
espíritus vitales (1). de poner al pie de cada proposición su utilidad para
que la tal ciencia no sea inútil.
IX. DIFERENCIA ENTRE LA TEORíA Y LA PRáCTICA.—
De cómo la ciencia de los pesos es equivocada en la XIII. LA DISTRIBUCIÓN DE SUS TRATADOS.—Si tratas
práctica. de abrir un canal, hazlo con arreglo al libro De las uti-
La ciencia de los pesos es equivocada en su práctica, lidades, y al probarlo, alega las proposiciones demos-
que en muchos sitios no está ni es posible ponerla de tradas ; este es el orden verdadero, pues si quisieras de-
acuerdo con aquella ciencia, y esto obedece a los po- mostrar la utilidad de cada proposición, necesitarías
los de la balanza, mediante los cuales $e obtiene la Para ello instrumentos nuevos y confundirías el orden
ciencia de los pesos. Tales polos, según los filósofos tje cuarenta libros y también el de las figuraciones ; es
de
antiguos, fueron los polos puestos por la naturaleza cir, tendrías que mezclar la práctica con la teoría,
que sería cosa confusa e interrumpida.
(1) E l p»ol50.
XIV. VALOR INTRíNSECO DEL SABER.—La adquisi-
42 LEONARDO DE V1NCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILtíSüMCOS 43

ción de cualquier conocimiento es útil para la inteli- j el vientre cuando está repleto de viento superfluo. No
gencia porque puede apartar de ésta las cosas i ñuta lo decía sin motivo, puesto que consideraba que no
les y conservar las buenas. No se puede amar ni a b o había diferencia en las partes por donde ellos expelían
rrecer cosa alguna sin conocerla primeramente. la voz, ya fuese por arriba o por abajo, porque ambos
sitios tenían igual valer e importancia.
XV. TENDENCIA NATURAL DEL HOMBRE A SABER.—I
Todos los hombres buenos desean, naturalmente, sa- XIX. REFLEXIONES ACERCA DE LA ESTRUCTURA DEL
ber. CUERPO HUMANO.—No creo que los hombres gruesos,
de malas costumbres y poca inteligencia merezcan
XVI. SATISFACCIóN QUE PRODUCE LA CONTEMPLACIóN'; tan bello instrumento ni tanta variedad de mecanismos
DE LA NATURALEZA.—Los ambiciosos que no se c o n t e n - como los hombres especulativos y de talento grande;
tan con el beneficio de la existencia ni de la belleza defi sólo debían ser como un saco para recibir el alimento
mundo sufren la penitencia de que ellos mismos e n - • y expulsarlo luego, pues, en verdad, no merecen ser
tristezcan su vida y no comprendan la utilidad n i ¡-m considerados más que como un tránsito de la comida,
belleza del mundo. y nada creo que tengan que ver con la especie huma-
na, fuera de la voz y de la figura; todo lo demás es tan
XVII. LEONARDO CONTRA LOS QUE DESPRECIAN S U S | defectuoso como lo de las bestias.
OBRAS.—Sé que muchos dirán que este trabajo m í o e s j
inútil; así proceden aquellos de quienes dijo Demetrio: XX. CONTRA LOS HOMBRES A QUIENES S ó L O INTERE-
que hacía tanto caso del viento que en su boca p r o "¡L SA LA VIDA MATERIAL.—He aquí otros que no debían
ducían las palabras como del que salía por la p a r t ^ | ¡ llamarse más que tránsitos de alimento, productores de
de abajo; hombres que solamente desean la riqueza, estiércol y llenadores de letrinas, pues para ellos no hay
corporal, privados por completo de sabiduría, a l i m e n - _ otra cosa en el mundo ni virtud alguna en el trabajo.
to y riqueza verdadera del espíritu, porque cuanto m á s i Cuando han llenado la letrina n o queda nada de ellos.
digna es el alma que el cuerpo tanto más dignas s o n l
las riquezas de aquélla que las de éste. 1 XXI. LOS DOS TERRENOS DEL CONOCIMIENTO.—El
A veces cuando veo a alguno de ellos con mi o b r a ;J conocimiento del tiempo pasado y de la situación de
en la mano se me ocurre pensar si irán a llevársela, la tierra es adorno y nutrición d e la mente humana.
como los monos, a las narices, para preguntar luego si<
es cosa de comer. XXII. LA SABIDURÍA ES EL BIEN SUPREMO. — Dice
Cornelio Celso: «El supremo bien es la sabiduría; el
XVIII. CONTRA LOS DESPRECIADORES DE LA CIEN-3 ^ a l supremo, el dolor del cuerpo, porque estamos com-
CÍA.—Acostumbraba a decir Demetrio que no hay di- j puestos de dos partes ; es decir, d e alma y de cuerpo,
ferencia entre las palabras y las voces de los inexper-j siendo la primera la mejor y el peor éste. La sabidu-
ri
tos ignorantes y los sonidos o estrépitos producidos p ° r I a pertenece a la parte mejor, y el mal supremo, a la
44 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 45

peor o pésima. Óptima cosa para el alma es la s a b a


duría y cosa pésima para el cuerpo el dolor. Por cor¡
siguiente, así como el mal supremo es el dolor corp<j
ral, la sabiduría es el supremo bien del alma, es decíf
I cosas de tal modo, que en cualquier parte del mundo
s e encuentra algo que imitar.

X X V I . LA MISERIA DESGASTA LA SUTILEZA DEL IN-


del hombre cuerdo, y no hay cosa que se le puec
GENIO.—Del mismo modo que el hierro se oxida cuan-
comparar.»
do no se le emplea en algo, y el agua se pudre con el
'I frío y se hiela, el ingenio que no se ejercita se des-
XXIII. VALOR DE LA SABIDURíA EN LA VIDA.—Ad-| gasta.
quiere en tu juventud elementos que reparen los d á j
ños de tu vejez. Y si opinas que la vejez debe teñe» XXVII. EL ESTUDIO SIN GANA NO DA FRUTOS.—Así
como alimento apropiado la sabiduría, arréglatelas e n como es fastidiosa manera de alimentarse comer sin
tu juventud de tal modo que cuando llegues a la vejea apetito, estudiar sin ganas estropea la memoria, que
no carezcas de ese alimento. no retiene nada de lo que recibe.

X X I V . GLORIFICACIóN DE LA CIENCIA.—... desapa-™ XXVIII. SOBRE EL MISMO TEMA.—De la misma ma-


rece la fama del rico juntamente con su vida. Subsisíi nera que comer sin ganas es peligroso para la salud,
te la fama del tesoro, pero no del que lo poseyó. Muí estudiar sin deseos desgasta la memoria, que no recuer-
cho mayor es la gloria de las cualidades de los mortai da nada de lo que aprende.
les que la de sus tesoros. i
¡ Cuántos emperadores y cuántos príncipes ha habi-| XXIX. PARA JUZGAR LAS PROPIAS OBRAS ES PRECISO
do de los cuales no queda ningún recuerdo! Sólo bus-i VOLVER A EXAMINARLAS MUCHO TIEMPO DESPUéS DE EJE-
carón los territorios y las riquezas para dejar fama dej CUTADAS.—Así como el cuerpo, con gran tardanza mo-
ellos. tivada por la longitud de su movimiento, vuelve más
¡ Cuántos hubo que vivieron en la pobreza de diñe-, Pronto después del mayor choque, y el que tiene mo-
ro para enriquecerse de virtudes ! Más se le logra estel V!
mientos continuados y breves goza de poca salud, así
deseo al virtuoso que al rico, porque la virtud vale m á s | ^ estudio de una misma materia hecho a intervalos
que la riqueza. largos perfecciona el juicio, que juzga mejor sus erró-
¿ No comprendes que el tesoro por sí solo no ensal-a o s . L 0 mismo hace la mirada del pintor cuando la
za como la ciencia a quien lo acumula, cuando se hal aparta de lo que está pintando.
muerto? La ciencia es siempre testimonio y trompe-|
ta de su creador, porque es hija de quien la engendra,^ XXX. ANTIQUITAS SCECULI JUVENTUS MUNDI.—Sólo
y no hijastra, como el dinero. la
verdad es hija del tiempo.

XXV. D E CóMO EN TODOS LOS VIAJES SE PUEDE'; X X X I . GLORIFICACIóN DE LA VERDAD.—Vilipendia


ari
APRENDER.—La benévola naturaleza ha organizado las: to la mentira, que si dijese cosas grandes de Dios
46 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

quitaría gracia a su divinidad. En cambio, la v e r l m I n o 8 dice que el contacto con una superficie de la
es tan excelente, que bastaría que alabase cosas ini Jarte más aguda de la punta de un punzón es el ori-
niñeantes para que se ennoblecieran. U I e n del punto, no se dice verdad, y replicaremos que
Entre la verdad y la mentira hay, sin duda, la rMj t i contacto es una superficie que rodea su centro y que
ma diferencia que entre la luz y la obscuridad, y l | n ese centro reside el punto. Punto que no es de la
la verdad tan excelente, que aunque se aplique a U Inisma materia que la superficie, y ni él ni todos los
sas bajas y humildes, predomina, sin comparaciBj luntos del mundo están en potencia, aunque se re-
sobre la incertidumbre y la mentira aplicadas a rrjH inan—suponiendo que pudieran reunirse—, de cons-
nos y altísimos discursos, porque aunque nuestra i r f l tituir parte alguna de una superficie. Y suponiendo
ginación considera a la mentira como el quinto el- fcue te imaginaras un conjunto compuesto de miles de
mento, no por eso deja de ser la verdad a l i m e n t o j B tuntos, y dividiendo parte de esa cantidad de miles
inteligencias sutiles y no de ingenios v a g a b u n d a pe puede decir muy bien que tal parte es igual a su
j Pero a ti, que vives en, sueños, te agradan más lasjjH podo; y esto se demuestra con el cero, o sea la nada,
zones sofísticas y los subterfugios en cosas grande|
b sea la décima figura de la Aritmética, con la cual se
inciertas que las certidumbres naturales de menos
figura un 0, que no vale nada, pero colocado detrás
vación!
pe la unidad se llamará diez, y si ponemos dos ceros,
ciento, y así irá aumentando infinitamente diez veces
X X X I I . CONSECUENCIAS DE LA OPOSICIóN A | e
l número al cual se añada, y en sí no vale nada, y
VERDAD.—Los impedimentos a la verdad se convier| todas las nadas del universo son iguales a una sola na-
en penitencia de quien los pone. da en cuanto a su substancia y valor.

XXXIII. DEFINICIóN DE LA CIENCIA.—Llámase ci«fl XXXIV. VALOR DE LAS REGLAS DADAS POR LEO-
cia el discurso mental que tiene origen en sus últirriM NARDO A LOS PINTORES. — Estas reglas han de tenerse
en
principios, fuera de los cuales no puede encontrar» cuenta solamente para el replanteo de las figuras,
en la naturaleza otra cosa que forme parte de esa cil Puesto que todos los hombres cometen algún error en
a
c i a ; como en la cantidad continua, esto es, en la G¡| primera composición, y el que n o los advierte no
metría, que, empezando por la superficie de los c j 0s
corrige, de modo que tú, para conocer los errores,
pos, resulta que tiene origen en la línea, que es el 1 Í e °es replantear tu obra y donde los encuentres corn-
mino de dicha superficie. Todavía no nos parece es éelos y fíjate bien para no reincidir nunca más. Pero
bastante, porque sabemos que la línea tiene su térii 1
quieres emplear reglas para componer, no lo con-
no en el punto, y el punto es lo más pequeño que p | | fuirás nunca, ni harás otra cosa que producir confu-
de haber. 8i
ones en tus obras.
Así, pues, el punto es el primer principio de la G | i ^stas reglas tienden a que poseas un juicio libre y
en
metría, y no hay cosa en la naturaleza ni en la m e L o , puesto que el buen juicio nace del buen en-
humana que pueda ser principio del punto. P o r q u e j dimiento, y el buen entendimiento se deriva de los
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 49
48 LEONARDO DE VINCI

• _ n e S to quiero decir de estas cosas matemáticas


argumentos deducidos de las reglas buenas, qucH
• a q u e l l o s que solamente estudian en los autores y
hijas de la experiencia, madre común de toda]
I g n las obras de la naturaleza son, con relación al
ciencias y las artes. |^
sobrinos, no hijos, de tal naturaleza, maestra de
Así, pues, si tienes bien presentes los preceptcm rte
mis reglas, podrás solamente con el criterio rep'aH | D uenos autores.
juzgar y conocer todas las cosas d e s p r o p o r c i o n a d » • l u c h a es la estulticia de aquellos que censuran a
tu obra, tanto en perspectiva como en figuras y fl • e n e s estudian en la naturaleza, dejando a un lado
pormenores. • o s autores, discípulos de esa naturaleza.

• ( X X V I . CONTRA EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD EN LA


X X X V . L A LEY QUE GOBIERNA EL D E S E N V O L V í »
«CÍA.—Muchos creerán que pueden replicarme ra-
TO HISTÓRICO DE LA PINTURA Y DE LAS CIENCIAS.—CJB
• a b l e m e n t e alegando que mis demostraciones van
la pintura va declinando de edad en edad y perdH
• t r a la autoridad de unos cuantos hombres muy res-
dose cuando los pintores no reproducen más quefl
sas ya hechas. Bables y contra sus juicios inexpertos, sin tener en
• n t a que mis juicios han nacido de la simple y nue-
El pintor hará pinturas medianas si sólo reprojH
• experiencia, que es maestra verdadera.
otras pinturas ; pero si estudia en el natural, dará tJH
fruto, como podemos ver en los pintores que nfl
BCXXVII. E L PARTIDARIO DE LA NATURALEZA Y EL
después de los romanos, que siempre se copiaron iSm
m LO ES DE LA AUTORIDAD DE LOS ESCRITORES.—Aun-
a otros y de edad en edad dejaron decaer su arte. jB
tras de ellos vino Giotto, florentino, que h a b i e n d o » ^U( orno ellos, no supiese argumentar con los auto-
cido en montes desiertos, donde sólo vivían cabriB • mucho más importante y más digna de leer es la
otros animales por el estilo, él, estando destinadoB •tenencia, maestra de sus maestros. A n d a n aquéllos
la naturaleza a aquel arte, empezó a dibujar erijM llenados y pomposos, vestidos y adornados, n o con
piedras las actitudes de las cabras que tenía a su i W obras, sino con las ajenas, y a mí no me conceden
dado, y de esta manera fué poco a poco copiandqjfl P mías. Si han de despreciarme a mí por inventarlas,
l l a n t o más a ellos, no inventores, pero sí trompeíe-
dos los animales que había en el país, por lo cuál, 9
pues de mucho estudio, progresó, no hasta d o n d e *
bían progresado los maestros de su tiempo, sino fl
Í r v recitadores de obras ajenas, habrá que censurar!

t
JXXXVill. SUPERIORIDAD "DE LOS DESCUBRIDORES 5 E
que todos los que hubo hasta entonces en muehosBJ
P ClE!*To SOBRE LOS COMENTADORES DE OBRAS AJENAS.—
glos. Después volvió a decaer el arte, porque toBJ
l de ser juzgados y no menos estimados los hom-
imitaban lo ya pintado, y así, de siglo en siglo fué 4 f
i . 1Ilv entores o intérpretes de la naturaleza para con
mereciendo, hasta tanto que Tomás, el florentino, I
J ! ort ibres si se les compara con los propagandistas
mado Masaccio, demostró que los que tomaban n rt
• avoces de las obras de los demás, como al obje-
modelo cosa distinta del natural, maestro de m a e s t j 0
° c a d o ante un espejo comparado con su imagen
se cansaban inútilmente.
50 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 51

reflejada en el mismo espejo. El uno, por sí salM •ENTÍFICA. — Las buenas letras nacen de un natural
algo; el otro no es nada. ¡ Gente poco obligada | | • u e n o ; por ello, como se ha de elogiar más la causa
naturaleza, porque sólo son apariencias de hornf Kue e l efecto, más alabarás al buen natural de u n ile-
vestidos, sin lo cual podrían figurar en los rebaño| R a d o que al buen literato sin naturalidad.
animales!
I XLIII. ESTUDIO DE LA ANTIGüEDAD.—La imitación
X X X í X . CONTRA LOS HUMANISTAS.—Sé perfj H e lo antiguo es más digna de alabanzas que lo mo-
mente que, por no ser yo literato, habrá presuntuojB letno.
que crean poder censurarme con razón, alegando <B
soy un hombre iletrado. ¡ Gente necia! ¿ Ignoran q * I XLIV. NECESIDAD DE LA EXPERIENCIA Y DE LAS MA-
yo podría contestarles como Mario contestó a los ¡ 9 TEMáTICAS EN LAS CIENCIAS. — Ninguna investigación
tricios romanos : «Los que se adornan con los e s f i H • í u m a n a puede considerarse ciencia verdadera si no
zos ajenos, ¿no quieren reconocerme a mí los rníóJH ['se somete a las demostraciones matemáticas.
Dirán que por no ser 7/0 hombre de letras no p u ^ B I Dirás que las ciencias que principian y acaban en
expresar bien lo que pretendo decir. No saben <JB f la mente son ciertas, pero no sólo no te lo concedo,
mis cosas son más para deducidas de la experieraH •BíIIO qué lo niego, por muchas razones; la primera,
que de las palabras ajenas; que la experiencia n i •porque en los discursos mentales no hay experiencia,
maestra de los que escriben bien, y que por m a e s H Bsm la cual nada tiene certeza propia.
la tomo y en todos los casos argumentaré con ellaM
XLV. L A EXPERIENCIA.—La sabiduría es hija de la
XL. RESPETO DE LEONARDO HACIA LOS I N V E N T O ^ •experiencia.
ANTIGUOS.—De los cinco cuerpos regulares 3 . A l g u t H
comentaristas censuran a los inventores antiguos <§_ ™ XLVI. LA EXPERIENCIA NO FALLA; S ó L O FALLAN
produjeron la gramática y otras ciencias, y se convijH NUESTROS JUICIOS AL PROMETER COSAS QUE NO ESTáN EN
ten en caballeros contra los inventores muertos, p f l
que en vano querrían inventar nada, a causa de la p »
(j SU 'aPODER.—Equivocadamente
6
se quejan los hombres
experiencia, a la cual acusan, con muchos re-
reza y de la comodidad de los libros, y constantemej proches, de ser falaz. Dejad tranquila a la experiencia,
te esperan reprender con argumentos falsos a sus m a | K lamentad, en cambio, vuestra ignorancia, que os lleva
tros. * I c
°n vuestros vanos y estólidos deseos a prometeros co-
. . <iue no están en su poder, diciendo que la expe-
XLI. VALOR DE LA AUTORIDAD.—Quien discute a . - • ,IeHcia es falaz. Sin razón se quejan los hombres de la
gando autoridad no emplea el ingenio, sino la i r j | docente experiencia, acusándola con pruebas falaces
moria. y e
mbusteras.

XLII, ESPONTANEIDAD DE LA CREACIóN ARTíSTICA ^LVII. NECESIDAD DE LA SUCESIóN DEL EFECTO A LA


52 LEONARDO DE VlNCl ESCRITOS LITERARIOS X FILOSÓFICOS !*J

CAUSA ¿—-La experiencia no falla nunca ; sólo yerran XIÓN. — La experiencia, intérprete entre la artificiosa
vuestros juicios al prometerse de ella efectos tales que naturaleza y la especie humana, nos enseña lo que la
no son causados por nuestros experimentos, p o r q J B naturaleza realiza entre los mortales, obligada por la
dado un principio, es necesario que lo que le siga sel necesidad, no pudiendo hacer otra cosa porque la re-
su verdadera consecuencia, si no hubiese obstáculo flexión, que es su guía, la obliga a obrar.
y si hay alguno, el efecto que debiera seguir a dictB
principio participaría más o menos de dicho impedji
LV. LA DEDUCCIÓN,—No debe censurarse la expo-
mentó, según que éste sea más o menos poderoso quf
sición, en medio del orden del proceso de la ciencia,
el mencionado principio.
de algunas reglas generales que se deducen de la con-
clusión aludida.
XLVIII. LA EXACTITUD DE LAS MATEMáTICAS.—Ll
que censuran la suma exactitud de las matemáticas LVI. Es PRECISO PASAR DE LO IGNORADO A LO CO-
contentan con ilusiones, y nunca podrán acallar la» NOCIDO.—Para tener verdadero conocimiento del mo-
contradicciones de las ciencias sofísticas, con las c u a j vimiento de los pájaros en el aire, hay que conocer pri-
les se aprende una continua protesta. mero los vientos, lo cual se logra mediante los movi-
mientos del agua en sí misma, y esta ciencia sensible
X L I X . APLICABILIDAD GENERAL DE LAS MATEMáTI- será el escalón que nos permitirá llegar al conocimien-
C A S . — N O sólo se ha hallado proporción en los númJB to de los volátiles entre el aire y el viento.
ros y las medidas, sino también en los sonidos, pesos»
fui tiempos y lugares y en cualquier potencia existente/3 LVII. LAS LEYES DE LA NATURALEZA PREDOMINAN
SOBRE LOS HECHOS.—No hay en la naturaleza efecto
L. D E LAS CIENCIAS.—No existe certidumbre d o n ó »
sin causa. Si conoces las causas, no necesitarás la ex-
no puede aplicarse alguna de las ciencias matemática»
o de las relacionadas con las matemáticas. periencia.

LVIII. LA EXPERIENCIA ES FUNDAMENTO DE LA CIEN-


LI. LEONARDO AL LECTOR.—No me lea el que n i
CIA.—Acuérdate cuando hables de las aguas, de ar-
sea matemático según mis principios.
gumentar primero con la experiencia y después con
LIÍ. D E LA MECÁNICA.-Xa Mecánica es el paraís<B '& razón.
de las ciencias matemáticas, pues con ella se logra em
fruto de éstas. LIX. SOBRE EL MISMO TEMA.—Te recuerdo que si
formulas tus proposiciones, alegar lo anteriormente
LUÍ. LA MECáNICA Y LA EXPERIENCIA. — Todos l c ü escrito como ejemplo y no como proposición sería muy
instrumentos deben ser hechos con experiencia. sencillo; di a s í : experiencia.

LIV. ARMONíA ENTRE LA EXPERIENCIA Y LA REFLé LX. INVESTIGANDO LOS EFECTOS SE DESCUBREN LAS

6
54 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

CAUSAS.—Pero antes de seguir adelante he de hacer.; u adquiriendo constantemente mayor velocidad de mo-
experimento, porque mi intención es alegar la exf™ tiimiento 5.
riencia primero, y luego demostrar con razonarme™ Pudiera ocurrir que un átomo fuese tan veloz como
tos por qué tal experiencia se ve obligada a procedif la imaginación o como la vista, que en un instante sal-
así. va la distancia que hay hasta la altura de las estrellas,
Esta es la verdadera regla que han de tener preseL y entonces su viaje sería infinito, porque lo que se pue-
te los investigadores de los efectos naturales, pufi de disminuir infinitamente aumenta infinitamente en
aunque la naturaleza comience por el razonamiento I velocidad e infinito camino recorre (puesto que toda
acabe por la experiencia, nosotros necesitamos hacal cantidad continua es divisible por el infinito). Esta
lo contrario, esto es, comenzar, como antes he diehjf| opinión está condenada por la razón y consiguiente-
por la experiencia, y con ella investigar la razón. mente por la experiencia.
De modo que vosotros, investigadores, n o os fiéis de
LXI. Es PRECISO REPETIR LOS EXPERIMENTOS I los autores que sólo por medio de la imaginación han
RIANDO LAS CIRCUNSTANCIAS.—Antes de hacer regla g™ querido convertirse en intérpretes entre la naturaleza
neral de este caso, experiméntalo dos o tres veces, olí y el hombre, sino únicamente de aquellos que han
servando si tus experiencias producen los mismos e í e á ejercitado su ingenio no con las señales de la natura-
tos. leza, sino con los resultados de su experiencia. Y re-
conoceréis que las experiencias engañan a los que no
LXI I. EJEMPLO DE LA REGLA ANTERIOR.—Si se deja conocen su naturaleza, porque ésta, que parece la mis-
caer uno con otro, al mismo tiempo, varios cuerpos dM. ma muchas veces, tiene gran variedad, como aquí se
igual peso y figura, los excesos de sus intervalos serám demuestra.
:
iguales para todos ellos *. ,L
El experimento de la anterior conclusión acerca d e f | L.XIV. A LOS QUE ASEGURAN QUE EL AGUA SE EN-
movimiento debe hacerse en esta forma : tómense d o | CUENTRA EN LA CIMA DE LOS MONTES, PORQUE EL MAR
bolitas de igual peso y tamaño y déjeselas caer desdi ESTÁ MÁS ALTO QUE LA TIERRA.—Si el agua que brota
mucha altura, de modo que al sortarias se toquen una por las altas cimas de los montes procede del mar,
desde el cual la impulsa su propio peso, por estar más
a otra y el experimentador esté en el suelo viendo s i l
al caer, siguen o no en contacto. Hágase el experimetia
to varias veces para que no lo falsee o lo impida»cualÉ|
i alto que los montes, ¿por qué puede esa partícula de
agua elevarse a tanta altura y penetrar en la tierra a
quier inconveniente y no resulte equivocada la p r u e b a » ^osta de tanta dificultad y tanto tiempo, y no le es po-
sible al resto del elemento agua hacer otro tanto, ya
LXIII. Es PRECISO LIMITAR LA RAZóN A LA EXPERIEN« l ú e confina con el aire, que no puede ofrecerle resis-
CÍA Y NO EXTENDERLA MÁS ALLÁ DE ÉSTA.—Cuanto máSM tencia, para que se elevase el todo a la misma altura
se disminuye lo movible, más lo impulsa su motor, prwM de la antedicha parte? T ú , que tal invención discu-
porcionalmente según su disminución, hasta el infinito^ tiste, vuelve a aprender en la naturaleza que carece-
56 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 57

rías d e esas opiniones de las cuales has hecho abuf LXVIII. E L TESTIMONIO DE LOS SENTIDOS Y EL CRI-
dante provisión, así como del capital del fruto que pe TERIO DE LA VERDAD.—Si dices que el hecho de ver im-
sees pide la fija y sutil cogitación, mediante la cual se ahon-
da en las divinas ciencias, y que ese impedimento lleva
LXV. LA PERSPECTIVA Y LAS MATEMáTICAS \—, al filósofo a privarse de ver, contestaré que los ojos,
el estudio d e las causas y fundamentos naturales,: como señores de los sentidos, cumplen su deber im-
luz deleita más a los que la contemplan; entre las L. pidiendo a los confusos y embusteros no ya la ciencia,
sas grandes de las matemáticas, la certeza de la d| sino los discursos con los cuales siempre, con grandes
mostración eleva más prestamente el ingenio de le voces y manoteos, discuten. Lo mismo debieran ha^
investigadores. cer los oídos, que son los más molestados, porque de-
La perspectiva debe ser, pues, antepuesta a todo, searían un acuerdo en que todos los sentidos intervi-
los tratados y disciplinas humanos, pues en su campj nieran. Y si algún filósofo se arranca los ojos para
se complica la línea radiosa con los motivos de Xi quitar el impedimento a sus reflexiones, piensa que se-
distintas demostraciones. En la perspectiva se halla mejante acto correspondió a su cerebo y a su modo
gloria, no tanto de las matemáticas como de la Fía de discurrir, pues todo él fué locura. ¿No podía acaso
ca, que la adornan con sus flores. ¡,, cerrar los ojos cuando experimentaba aquel frenesí,
Las sentencias de éstas, ampliadas por el análisis y mantenerlos cerrados hasta que se le pasara la fu-
serán concretadas por mí con concluyente brevedad», ria? ¡ Loco era el hombre, insensato su razonamiento
entrelazando, según las condiciones del asunto, lógi| y necio del todo arrancarse los ojos !
cas y matemáticas demostraciones; deduciendo le Dicen que el conocimiento es mecánico cuando lo
efectos algunas veces por las causas, y otras las cau- produce por la experiencia, y que ésta es científica
sas por los efectos, y añadiendo a mis deducciones a l | cuando nace y acaba en la mente, y que ésta es semi-
gunas que no figuran entre aquéllas ni de aquéllas s i mecánica porque nace de la ciencia y acaba en las
sacan, si el Señor, luz de todas las cosas, se dignj¡ operaciones manuales.
iluminarme para tratar de la luz. A mí me parecen vanas y llenas de errores las cien-
cias que no proceden de la experiencia, madre de toda
L X V I . E L CONOCIMIENTO TIENE SU ORIGEN EN éL certidumbre, y que no terminan en una expresión no-
SENTIMIENTO.—Todos nuestros conocimientos comier|¡ toria, es decir, que su origen, su medio y su fin no
zan en los sentimientos. Pasan por ninguno de los cinco sentidos. i •
Y si dudamos de las cosas que pasan por los senti-
LXVII. CONSECUENCIAS DEL PRINCIPIO ANTERIOR.—. ^os> ¡ cuánto más no hemos de dudar de las cosas re-
Como el sentido sirve al alma y no el alma al s e n t i l beldes a esos sentidos, como la ausencia de Dios, del
do, donde falta el sentido oficial del alnta falta en e s t á ^|rna y otras por el estilo, que son siempre motivo de
vida la totalidad de la misión de ese sentido, come»! ^scusiones y disputas!
ocurre con los mudos y los ciegos de nacimiento. Realmente ocurre que siempre cuando faltan razo-
58 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 59

nes se recurre a los gritos, lo cual no sucede respectj P e la cual pintura hemos de decir, primeramente,
!
a las cosas ciertas. Por eso diremos que donde se gri sUS principios científicos y verdaderos : qué es cuerpo
ta no hay ciencia verdadera, poique la verdad no tif sombreado; qué es sombra primitiva y sombra deri-
ne más que una expresión que, apenas es manifestaL vada ; qué es luz, es decir, obscuridad, luz, color, cuer-
da, destruye el litigio para siempre ; y si ,1a discusióffl no, figura, sitio, separación, propincuidad, movimien-
se renueva, es que la ciencia que la motiva es mentir. to y quietud, todo lo cual sólo con la mente se estudia,
y confusión y no certidumbre renacida. ,„ sin operaciones manuales. Esta es la ciencia de la pin-
Las ciencias verdaderas son aquellas que por media. tura que permanece en la mente de sus contemplado-
de la experiencia han penetrado en los sentidos e imijJ res, de la cual nacen luego las operaciones, bastante
puesto silencio a las lenguas de los altercadores; quel más dignas que la antedicha contemplación o ciencia,
no alimentan con ensueños a los que las estudian, sindj
que con verdades primarias y con principios notorioá LXÍX. ERRORES DE LA IMAGINACIóN ABANDONADA A
proceden sucesivamente y con verdadera continuidaqj SÍ MISMA.- - N a d a hay tan sujeto a error como nuestro
hasta el fin, como se ve en las primeras matemáticas! juicio.
esto es, las de números y medidas, llamadas aritm&L
tica y geometría, que tratan con suma verdad de lain L X X . SOBRE EL MISMO TEMA.—La mayor equivo-
cantidades continuas y discontinuas, cación de los hombres está en sus opiniones.
En ellas no puede afirmarse que dos veces tres ha
gan más o menos de seis, ni que la suma de los án LXXI. CONTRA LA METAFÍSICA.-~Huye de los pre-
gulos de un triángulo valga menos de dos ángulos rec ceptos de esos investigadores cuyos razonamientos no
t o s ; cualquier objeción queda destruida con el silera. están confirmados por la experiencia.
ció, y los devotos de aquella ciencia terminan en pazi
sus discusiones, cosa que no ocurre a los de las falacesjj LXXII. SUPERIORIDAD DE LOS ANIMALES CON RESPEC-
ciencias mentales. TO AL HOMBRE.—El hombre tiene mucho discurso, en
s
Y si se me arguye qué aquellas ciencias exactas y » u mayor parte, vano y equivocado; los animales tie-
notorias son una especie de mecánica, puesto que no'3 nen muy poco, pero útil y cierto. Más vale la certeza
pueden terminar más que manualmente, me veré en e l l Pequeña que la mentira grande.
caso de decir lo mismo de todas las artes que pasan £_
por las manos de los escultores, las cuales son del ge- ;I LXXIII. D E L DICCIONARIO DE LEONARDO.—Silogis-
ñero del dibujo, miembro de la pintura; y la Astroloí-J ^ o •• habla dudosa. Sofisma: habla confusa. Teoría:
gía y las demás pasan por operaciones manuales que; C1
encia sin práctica.
han sido antes mentales, como sucede con la pintu-i»
xa, que existe primero en la imaginación de quien laf L X X I V . . SUPERIORIDAD DE LA CIENCIA DE LA PINTURA
ejerce y no puede obtener su perfección «ino con lasj RESPECTO A LA FILOSOFÍA.-—La Pintura desarrolla las
Su
operaciones manuales. Perficies, colores y figuras de todo lo creado por la
60 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 61

naturaleza,. y la Filosofía penetra en los mismos cuer*B IL puede dar tiene límites con las cosas que lo rodean
pos considerando sus propias virtudes, pero no se s a n l o r sus extremos, y no se puede dar lo que no tiene
tisface con la verdad, como lo hace el pintor, que abarJB Jérrninos.
ca en sí la primera verdad de dichos cuerpos, porque™
I LXX1X. SOBRE EL MISMO TEMA.—El movimiento
la vista se equivoca menos.
Ke la tierra contra la tierra, golpeando en ella, apenas
L X X V . N o SE CONOCE LA ESENCIA DE LAS COSAS.H •¡nueve la parte golpeada.
SINO SUS DEFECTOS.-—¿Qué es el elemento? No puedejB [ El agua percutida por el agua forma círculos alrede-
el hombre definir ninguna condición de los elementos,<fl |dor del sitio de la percusión.
pero gran parte de los efectos de éstos son notorios 8.;M Para distancia larga, la voz en el aire.
Más larga en el fuego .
L'XXVI. ¿POR QUé TIENE FORMA ESFéRICA EL CONJM Más la imaginación en el universo; pero como es
JUNTO DE AGUAS QUE RODEAN LA TIERRA?—La respuestaS ¡limitada, no se extiende a lo infinito.
es difícil, pero no por ello dejaré de exponer mi o p i j l
nión. El agua, vestida por el aire, desea, naturalmenJB LXXX. L A FINALIDAD DE LAS COSAS EXCEDE DE LOS
te, estar unida a su esfera, porque en tal sitio se priiB LíMITES DE LA MENTE HUMANA.—¡ Oh, especulador de la3
va de gravedad, y esta gravedad es doble; es decir,;» cosas ! No te envanezcas de conocerlas m á s que vul-
que el conjunco tiene la gravedad con relación al cen>í!B garmente, por su misma naturaleza, por su disposición
tro de la esferoicidad del a g u a ; si así n o fuese, cons-il [ natural; pero ¡ alégrate de conocer los fines de aque-
tituiría solamente media esfera, que es la que está del¡B llas cosas que ha dibujado tu imaginación!
centro hacia arriba 9. Pero de esto no le es fácil al ,1
LXXXI. L o s ANTIGUOS SE PLANTEARON PROBLEMAS
ingenio humano dar explicación más que d i c i e n d o »
^SOLUBLES.—Considera ahora, lector, lo que podemos
como se dice del imán, que atrae el hierro, que su p o - 1
hamos de nuestros antepasados, que quisieron definir
der es una propiedad oculta como hay muchas, infijH
nitas, en la naturaleza. 'lúe son el alma y la vida, cosa improbable, cuando las
*?ue ahora sabemos por experiencia y se pueden cono-
^ er y demostrar claramente han permanecido ignora-
LXXVII. D E LA DIVISIBILIDAD HASTA EL INFINITO DE I das o creídas erróneamente durante tantos siglos. Los
UNA ABSTRACCIÓN MENTAL.—-Lo que es divisible en ac- i °)os que tan claramente ejercen su misión han sido,
ción lo es también en potencia; pero no todas las c a n - S «asta en mi tiempo, definidos de una misma manera
tidades divisibles en potencia lo son en acción. Por infinitos autores, y a mí la experiencia m e enseñó
^ U e son muy distinta cosa.
L X X V i n . NO ES POSIBLE ABARCAR LO INFINITO CON 1
EL ENTENDIMIENTO.—<j Qué es lo que no se puede dar,;* LXXXII, LÍMITES PARA LA DEFINICIÓN DEL ALMA.—
y si se diese ,no existiría ?• Es lo infinito, porque si se'fl ^ n q u e el ingenio humano inventa muchas cosas, que
OJ1
pudiera dar sería limitado y finito, puesto que lo que I Variedad de instrumentos responden al mismo fin,
62 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 63

nunca podrá hallar invención más bella, ni más fáCl lía de lo que en mayor cantidad posees, que es tu ne-
ni más breve que la naturaleza, porque en sus inyen- 1 ,jaci? ¡ Y luego quieres, como esa muchedumbre de
clones nada falta ni nada hay superfluo, y no and» íoíistas, engañarte a ti y a los demás, despreciando la
con contrapesos cuando hace los miembros de los arjf| liencia de las matemáticas, en la cual se contiene la
males aptos para el movimiento, sino que pone el ®sM Verdad, y luego quieres hablar de milagros y escribir
ma dentro del cuerpo compositor. I¡ u e estás enterada de cosas que la mente humana n o
Este razonamiento no corresponde aquí, pero sí; fcuede concebir ni se pueden demostrar con ejemplo
la composición de los cuerpos animados. Dejo el restdj¡ fcatural de ningún género; y te parece haber obrado
de la definición del alma a la mente de los frailes, p | l •milagros cuando estropeas la labor de algún ingenio
dres de pueblos, que por inspiración conocen todos l o j | [especulativo, sin advertir que incurres en el mismo
secretos. UBI •error que padecería el que despojara al árbol de sus
No m e refiero a los libros eclesiásticos ni a los d o ¡ | | •ramas llenas de follaje mezclado con los olorosos fru-
mas, porque son la suprema verdad. Itos y flores !
Como hizo Justino, compendiador de las Historias
LXXXIII. CONTRA LOS INGENIOS IMPACIENTES'.,™ escritas por Trogro Pompeyo—que escribió adornada-
Los compendiadores de obras ofenden al conocimief mente todos los hechos notables de sus antepasados,
to y al amor, puesto que el amor a cualquiera cosa M .que estaban llenos de admirabilísimas ornamentacio-
hijo del conocimiento. ¡1 Ines—, y compuso u n a nota escueta a propósito nada
Es tanto más ferviente el amor cuanto más cierto ej más para esos ingenios impacientes a quienes les pa-
conocimiento, y esta certeza nace del conocimiento íft dece que pierden el tiempo cuando lo emplean inútil-
tegro de todas las partes, que, unidas, constituyen i| mente, es decir, en el estudio d e las obras de la natu-
todo de aquellas cosas que deben inspirarnos carine! i'aleza y de las cosas humanas.
¿De qué vale que por abreviar parte de las cosas, e _ Quédense estos tales en compañía de las bestias, eñ
que tiene por profesión darnos íntegra noticias de e l l a j 'a de sus cortesanos, como perros y animales de ra-
se deje atrás la mayoría de las que componen el todó| piña, y acompáñenles corriendo siempre detrás y si-
Cierto es que la impaciencia, madre de la estulticia San a los inocentes animales que con el hambre, en la
es la que alaba la brevedad, como si los que así prcl ^Poca de las grandes nieves, acuden a tu casa pidien-
a
ceden no tuvieran vida suficiente para poseer noticif ° limosna, como si fueras tutor suyo.
completa de una sola cosa, como es el cuerpo humálj—
no. ¡ Y luego pretenden abarcar el pensamiento J H p L-XXXIV. L A VIDA DEL PINTOR EN SU ESTUDIO.—
Dios, en el cual está comprendido el universo, aquilaj . a r a que la prosperidad del cuerpo no estorbe a la del
tándolo y desmenuzándolo en infinitas partes como | íl
genio, el pintor, o bien el dibujante,, debe estar solo,
tuvieran que anatomizarlo! • ttiás si se dedica a estudios y reflexiones que, pre-
¡ Oh, estulticia humana ! ¿No te das cuenta de qu) s t á n d o s e l e ante los ojos continuamente, d a n motivo
has estado contigo toda la vida, y a u n no tienes noti la
memoria para ser reservada.
64 LEONARDO DE VINCI
KSCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS G5

Si estás solo, serás completamente dueño de ti, y S


a ue le* impide ver y fijarse en varias cosas, y hasta
tienes un compañero nada más, serás medio dueñ<j|^B
cuchas veces, al encontrarse con amigos o parientes
ti mismo, y tanto menos cuanto mayor sea la i n d m
aue les saludan, parece que ni les ven ni les oyen ni
creción de tu procedimiento; y si te acompaña mil
de uno caerás en la misma dificultad. jes conocen, como si no hubiese más que aire donde
ellos están.
Si dices : «Lo haré a mi manera; me apartaré patja
ver mejor las,formas de las cosas naturales», te com
. L X X X V I . OTRO CONSEJO. — La imaginación del
testo que no podrás hacer eso porque te sería más d |
fícil no prestar atención muy a menudo a sus chai- pintor debe variar sus reflexiones tantas veces cuan-
las, y como no es posible servir a dos señores, cumpfB tas son las figuras de los objetos notables que tiene a
rías mal tu misión de compañero y sería peor el resuM la vista y retenerlas y anotarlas y formular con suje-
tado de tus investigaciones artísticas. ción a ellas reglas, según el sitio, las circunstancias, la
Si replicas : «Me apartaré tanto que no llegará a i f l luz y la sombra.
oído lo que digan, y me estorbarán», vuelvo a respol»
der que te tomarán por loco; pero, además, ¿no v 4 | LXXXVÍ1. VIDA DEL PINTOR FILóSOFO EN LOS PUE-
que conduciéndote así sería igual que si estuviese! BLOS.—Al pintor le son necesarias las matemáticas co-
solo ? rrespondientes a la pintura, y el aislamiento o carencia
de compañeros que no pertenezcan a su estudio, y ce-
rebro variable según la naturaleza de los objetos que
L X X X V . CONSEJO A LOS PINTORES.—La imaginaB
tenga delante, y alejado de otras preocupaciones.
ción del pintor debe ser como un espejo que c a m r a H
su color por el de las cosas que refleja, y tantas son la» Y si se trata de la definición y contemplación de un
imágenes que la llenan cuantas son las cosas que se lm caso, como ocurre cuando el objeto impresiona, debe
ponen delante. Juzgar cuál es la definición más trabajosa y continuar-
la hasta su mayor y más minuciosa claridad, volvien-
Así, pues, sabiendo tú, pintor, que no puedes s^M
buen artista si no eres maestro universal de reprodáB do luego a otras definiciones.
cir, por medio de tu arte, todas las circunstancias dé| Ha de ser, sobre todo, su mente igual a la superfi-
C1
las hechuras que produce la naturaleza, y no sabrás r<H e del espejo que cambia su color según los de los
producirlas si no las ves y las retienes en la m e m o r i | H °t>jetos que refleja; sus compañeros han de consa-
cuando salgas al campo procura que tu i m a g i n a c i ó n grarse a estudios parecidas a los suyos, y si no los en-
c
se fije en varias cosas sucesivamente, observando a h c f l °ntrara, sírvase de sí mismo en sus contemplaciones,
ra esto, luego aquello, y reuniendo un haz de c o s J H ^ ü e, después de todo, no podrá encontrar mejor ni más
útil compama.
notables y elegidas entre las mejores.
No hagas como algunos pintores, que, cansada « 9
LXXXVIII. NECESIDAD DEL ANáLISIS. — Sabemos
fantasía, abandonan el trabajo y van a pasearse p j 9
•^rectamente que la vista es una de las cosas más ve-
recreo, conservando un cansancio de la imaginación Ce
s que existen; pero si en un momento ve infinitas
66 LEONARDO DE VINCI 67
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS

cosas, no puede fijarse más que en una cada vez. IfH l 0 cí mar tempestuoso cuando el septentrional aqui-
gamos un ejemplo. Tú, lector, ves de una o j e a d a » lón lo azota formando espumosas olas entre Scila y
papel escrito, y en seguida te das cuenta de que era •Caribdis ; ni el Stromboli o el Mongibeilo, cuando las
cubierto de letras, pero no distingues de pronto c u j B •sulfurosas llamas, rompiendo violentamente y agüe-
son esas letras ni lo que quieren decir, por lo ¿ 9 itando el alto monte, fulminan hacia lo alto tierra y
tienes que mirarlas palabra por palabra, verso por i M [piedras juntas con las llamas que vomitan; ni las ca-
so, si deseas enterarte de lo que dicen aquellas letra» [vernas ardientes del Mongibeilo, al arrojar el mal con-
como si te propones subir a lo más alto de un e d i f i »
[tenido elemento (fuego), lo lanzan a su región atrope-
tendrás que ir escalón por escalón, o si no, no p o d B
[llando furiosas los obstáculos que se interpongan en su
llegar arriba.
[impetuosa ira... Arrastrado por mi ávido y vago de-
Por eso te digo a ti lo que la naturaleza exige paB (seo de ver la enorme confusión de las varias y extra-
ese arte : si quieres tener idea exacta de las f o r m a s U ñas formas creadas por la artificiosa naturaleza, dan-
las cosas, empezarás por sus partículas y no pasará^B Ido vuelta» a veces entre los umbrosos escollos, llegué
la segunda si no has aprendido antes bien y práctJM a la entrada de una enorme caverna, ante la cual—
mente la primera. Si no lo haces así, perderás el t i á B después de quedarme un instante estupefacto porque
po y prolongarás el estudio. Recuerda que vale m á f l j I desconocía aquello—, encorvé mis ríñones, y cerrada
diligencia que la prontitud. I la cansada mano sobre una rodilla, rodeé mis ojos de
obscuridad con la mano derecha puesta sobre los caí-
LXXX1X. CARáCTER DE LAS OBRAS DE L E O N A R D O * dos y cerrados párpados, y hasta inclinándome hacia
Comenzada en Florencia, en casa de Pedro di Br|H aquí y hacia allá, para ver si distinguía algo allí den-
ció Martelli 10, el día 22 de marzo de 1508, es esta u 9 tro, no pude lograrlo, porque la densa obscuridad me
colección sin orden, extraída de muchas cartas c f l J° impedía, y al cabo de algún tiempo despertáronse
yo he copiado, dispuesto a ordenarlas y c l a s i f i c a r a er
* mí, de pronto, dos cosas : temor y deseo; temor a
luego, según los asuntos de que tratan; pero creo < $ • ' a amenazadora obscuridad de aquella caverna y de-
antes de que termine de hacerlo tendré que repasB seo de ver si allí dentro había algo prodigioso.
una misma cosa varias veces ; así que, lector, no | H
censures, pues los asuntos son muchos y la memolH
no puede recordarlos todos y decir : «De eso no 9
cribo porque ya lo hice antes.» Para no incurrir M
equivocación, sería preciso que en cada caso que | B
quisiera agrupar sin repetirlo, releyese todo lo ari'fB
rior, y más habiendo largos intervalos de una v e J H
otra.

XC. SU INSACIABLE DESEO DE SABER.—N o ruge t|8J


Pensamientos
ACERCA DE LA NATURALEZA

I. PROEMIO.—Viendo que no podía encontrar asun-


to de mucha utilidad o deleite, porque los hombres que
nacieron antes que yo aprovecharon todos los temas
útiles y necesarios, haré como aquel que, a causa de
su pobreza, llegó a la feria el último, y no pudiendo
proveerse de otra cosa, tomó las que ya los demás ha-
bían visto y no quisieron y desdeñaron por su escaso
valor. ' '• '
En esta despreciada y rechazada mercancía, desecho
1I «e muchos compradores, emplearé mi pobre dinero, y
con ella, no por las grandes ciudades* sino por las al-
deas humildes, iré repartiéndola y recogiendo la re-
compensa que merezca lo que yo haya dado.

II. NATURALEZA Y CIENCIA.—La naturaleza está re-


pleta de razonamientos que no tuvo nunca la expe-
i riencia.

III. DIVERSAS LEYES NECESARIAS RIGEN LOS HECHOS


^E LA NATURALEZA.—La necesidad es maestra y tuto- i iiiiii 11
ra
de la naturaleza.
La necesidad es tema e inventora de la naturaleza;
es
freno y regla eterna.
YO LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 71

IV. LA RELACIóN DE LOS EFECTOS CON EL VALOR og


c ies de los componentes del universo quedan reducida»
SUS CAUSAS ES NECESARIA.—Todo cuerpo esférico M a un p u n t o ; pero este punto ¡ es tan asombroso !...
superficie densa y resistente, impulsado por una /tfflB ¡ Admirable y sorprendente necesidad, que obligas
za determinada, hará tantos movimientos como 'Wm con tus leyes a todos los efectos a compartir rápida-
rebotes al chocar con un plano fijo y sólido, comcjijB mente sus Causas!
fuese lanzado suelto al aire n. ¡ Estos son milagros !
¡ Qué admirable es tu justicia, Motor Primitivo, qué He escrito en tu Anatomía cómo en tan mínimo es-
no has querido dejar a ninguna fuerza la distribucióríH pejo puede la imagen visual reproducirse y reconsti-
la clase de sus efectos necesarios ! Cuando se trata ;|H tuirse en su tamaño.
una fuerza que debe lanzar a cien brazas una cosa i r »
pulsada por ella, si esta cosa tropieza con un obstágB
IX. TODAS LAS COSAS OBEDECEN A SUS PROPIAS LE-
lo en su camino, tú has dispuesto que la violencia del
YES.—Ejemplo del rayo entre las nubes. ¡ Oh pode-
choque produzca nuevos movimientos ; que merceífM
roso y ya animado instrumento de la artificiosa natu-
repetidos botes, realice el cuerpo lanzado todo el/$M
raleza ! Como no te sirven tus muchas fuerzas, te con-
corrido que debió hacer. Midiendo los diferentes sal-
viene abandonar la tranquila existencia y obedecer las
tos se ve que la suma de sus longitudes es igual á B
leyes que Dios y el tiempo dictaron a la madre natu-
distancia que recorrería el objeto lanzado al aire 6 w
raleza.
la misma fuerza.
¡ Cuántas veces se ha visto a los despavoridos gru-
pos de delfines o de atunes enormes huir de tu despia-
V. LAS LEYES DE LA NATURALEZA SON IMPRESCJ dado furor, y a ti, con el veloz estremecimiento de las
TIBLES.—La naturaleza no quebranta sus leyes. alas y de la poderosa cola, originar en el mar una
tempestad repentina, con tremendos choques y hun-
VI. SOBRE EL MISMO TEMA.—La naturaleza s e | dimientos de navios, con olas grandísimas llenando
obligada por sus propias leyes, que en ella existen^ 'os cauces descubiertos de temerosos y acobardados
fusamente. Peces!

VIL EL EFECTO SIGUE, NECESARIAMENTE/A LA X . PASIVIDAD Y ACTIVIDAD. — Muchas veces se ve


SA.—Cuando cualquier cosa, causa de otra, p r o | | ^rastrada una misma cosa por dos violencias : la ne-
por su movimiento algún efecto, es necesario q u | cesidad y la fuerza. Cae el agua de lluvia y la tierra
movimiento del efecto corresponda al m o v i m i e n t o 'a absorbe porque necesita humedad ; el sol la evapo-
la causa. ra luego, no por necesidad, sino en virtud de su poder.

VIII. E L MILAGRO ESTá EN LA RELACIóN DEL EFEJ XI. PREVENCIONES DE LA NATURALEZA EN LA CONFOR-
CON LA CAUSA 12. (Estudio de la naturaleza de los o.fM MACIóN DEL CUERPO HUMANO.—Como los ojos son las
En esta parte, las figuras, los colores, todas las e | | Ve
ntanas del alma, está siempre ésta temerosa de per-
BSCKITOS LITERARIOS I FILOSÓFICOS 78
72 LEONARDO DE VINSI

TURALEZA.—El hecho de cortar los pelos a las nari-


derlos, de tal modo que cuando se les pone delalÉ
Ices es cosa que da risa. H a y necios que acostumbran
alguna cosa capaz de asustar de pronto al hombre, é | i [
¡a realizarlo como si creyesen que la naturaleza se ha-
no acude con las manos a amparar al corazón, ruérjB
bía equivocado en alguna cosa y tuviéramos que co-
de la vida, ni a la cabeza, albergue del señor de ;Vm
rregirla los hombres. H a puesto dos agujeros en las
sentidos, ni a los oídos, ni al olfato, ni al gusto, a s
narices, cada uno de los cuales es para la mitad de la
tes que al sentido asustado; y no bastándole cenjH
I anchura de la caña de los pulmones, por donde se ex-
los ojos con sus cubiertas (párpados), apretándoJB
¡ hala el aliento; y si no hubiera esos agujeros la boca
mucho, los vuelve hacia otra parte, y no tranquilo aújH
sería suficiente para ese abundante aliento. Si me de-
los protege con una mano, en tanto que con la o S ,
cís a h o r a : «¿Por qué ha dado la naturaleza narices
extendida contiene, rechaza el motivo de su alarnJM
a los animales, si les basta la boca para alentar?», os
Pero hay más aún. La naturaleza ha dispuesto que
contestaré que las narices están eh su sitio para ser
los ojos del hombre se cierren por sí mismos, p ' U
usadas cuando está ocupada la boca en masticar los
que cuando no están protegidos durante el sueño n o | j
alimentos.
moleste cosa alguna.
X I V . ACERCA DEL FENóMENO DEL IMPULSO DE LAS
XII. PROVIDENCIAUDAD DE LAS DILATACIONES Y cam RAíCES .—Cuando el árbol pierde la corteza por algún
TRACCIONES DE LA PUPILA.—Las pupilas de los o9 sitio, la naturaleza, atenta a remediarlo, dirige al lu-
cambian de tamaño tantas veces cuantos son las t | B gar descortezado mayor cantidad de savia nutritiva
naciones de luz y de sombra de los objetos que affH que a los demás sitios, de modo que donde existió la
ella se ponen. raita trece la corteza mucho más gruesa que en el res-
Para este caso, la naturaleza ha protegido a la VjB to del árbol. Y es tan impetuosa la circulación de di-
tud visual: cuando lé ofende el exceso de luz, p u e j cha savia, que al llegar al sitio que necesita ayuda se
contraer las pupilas, y cuando le molestan los d i $ H levanta a lo alto a modo de bote de pelota con varias
sos grados de obscuridad, las dilata, como ocurre cjB germinaciones o borbollones, como los del agua hir-
la boca y con la bolsa. Hace en esto la naturaleza « iendo.
mo aquel que tiene demasiada luz en su habitaciótjM
cierra media ventana, más o menos según le convaB XV. SOBRE LA ESTRUCTURA DE LAS ALAS.—Los ti-
ga, y cuando se va haciendo de noche abre la v e i i H jnones nacidos en los hombros que tienen las alas de
0s
na de par en par para ver mejor dentro de la h a b í H pájaros son un hallazgo de la ingeniosa naturaleza
ción. La naturaleza emplea una ecuación continua « • Para la comodidad de cerrarlas en el vuelo recto, como
el continuo atemperar e igualar mediante el crecimiaB ° ejecutan las aves muchas veces en sus furiosos re-
to o disminución de las pupilas, en proporción de I B arados, pues es más fácil en los vuelos furiosos ple-
8ar
aludidas claridad u obscuridad que haya ante los ojjfl una mínima parte del ala que el ala entera.

*Vl. ACERCA DE LA DISPOSICIóN DE LAS HOJAS DE


XIII. CONTRA LOS QUE PRETENDEN CORREGIR A L A : | H
74 LEONARDO DE V1NCI ESCRITOS LITERARIOS ¥ FILOSÓFICOS ¿O

LOS ÁRBOLES.—Ha colocado la naturaleza las hojas d«f Todas las partes tienen inclinación a unirse a su todo
las últimas ramas a e rnuenos árooies de modo que la para huir de sus imperfecciones; el alma aspira a es-
sexta hoja este SoDre la primera, y asi s u c e s i v a m e n t e ! t a r con su cuerpo, porque sin los instrumentos orgá-
si no se interrumpe la regla. nicos de tal cuerpo nada puede hacer ni sentir.
Lsto lo ha realizado por dos conveniencias de lo8>$
mismos árboles : la primera, porque naciendo la ra»< XXII. RELACIÓN ESTRECHA.—Acércase el amado a
m a y el rruto del año siguiente de la yema que hay la cosa amada, como el sentimiento a la sensible, has-
encima, en contacto con el nacimiento de la hoja, el ta unirse, con ella y formar una sola cosa.
agua que moja aquella rama pueda descender parajjj La obra es lo primero que nace de tal unión. Si la
nutrir dicha yema ai detenerse las gotas en la cóncava! cosa amada es despreciable, el amante se vuelve des-
dad que orrece el nacimiento de la hoja. preciable también. Cuando la parte unida conviene al
La otra conveniencia es que naciendo tales ramas! que ha realizado la unión, le produce deleite, satisfac-
al año siguiente, la una no cubre a ia otra porque na|l ción y placer.
cen vueltas de cinco modos las cinco ramas. Cuando la amante se reúne con el amado, él des-
cansa ; cuando el peso queda colocado, allí descansa.
XVII. L E Y UNIVERSAL DE LAS COSAS. — Cada cosa Las cosas conocidas por medio de nuestra inteligen-
desea naturalmente mantenerse en su ser. cia...

XVIII. SOBRE EL MISMO TEMA. — U n i v e r s a l m e n i B XXIII. LEY DEL ESFUERZO MÍNIMO.—Todas las ac-
todas las cosas desean mantenerse en su modo a e sera ciones naturales se realizan por el procedimiento más
por lo cual la corriente de agua que se mueve aspir|B breve.
a mantener su curso según la potencia de su causa.fW
si encuentra algún obstáculo que se le oponga, da fiíffl X X I V . SOBRE LO MISMO.—Ninguna acción natural
la longitud del comenzado curso en un movimienfM puede ser abreviada.
circular y retorcido. Todo acto natural es realizado por la naturaleza del
^ o d o más breve posible.
XIX. LAS COSAS QUE SE SABEN DE SU ESTADO NATI
RAL TIENDEN A VOLVER A ÉL. — Todos los elementój X X V i LA NATURALEZA ES INFINITAMENTE VARIABLE.—
ks tan deleitosa la naturaleza y tan copiosa en sus va-
cuando se hallan fuera de su sitio natural, aspiran
caciones, que aun entre los árboles de una misma es-
volver a é l ; pero más que todos los restantes, el fueg|
pecie no se puede encontrar uno que se parezca a otro,
el agua y la tierra.
y no ya sólo los árboles, sino sus ramas, sus hojas, sus
XX. L E Y DEL ESFUERZO MíNIMO.—Todos los p e s | | f utos son diferentes ; no hay dos absolutamente ígua-
procuran caer al centro por el camino más corto. es.

XXI. CADA PARTE DESEA ESTAR CON SU TODO XXVI. CONTRA LOS ALQUIMISTAS.—Los intérpretes
70 LKONAHDO 1M£ V1NC1 KSCIUTOS UXÜliAKIOS Y FtLOñOKlCOS 7!»

embusteros de la naturaleza afirman que la plata üiüti'í [de nuestro siglo no se parecen exactamente a cualquier
es simiente común ae todos los metales, sin a c o i j a U otra, la mismo tendría que suceder con las bellezas.
se ae que la naturaleza vana las seminas según la diíjfj
yersidad de cosas que se propone ecnar al mundo;™ XXX. H A Y HOMOGENEIDAD DE ESTRUCTURA EN LOS
[SERES ANIMADOS .—Cosa fácil es, para quien conoce al
XXVli. M á S SOBRE LA VARIEDAD EN LA NATURAÍJ í hombre, unlversalizar luego, puesto que todos los ani-
ZA.—Oí la naturaleza Hubiese íijaao una sola r e g i a J j • males terrestres tienen semejanzas, es decir, poseen
ra la cualmaa ae los miembros, las caras üe touos lóH ! músculos y huesos, y sólo se diierencian en su tama-
hombres se parecerían ae tal rnoao que no poana|B ño y en su grosor, como se demostrará en la Anato-
distinguirse unos ae otros; pero na estaoiecmo tal van mía. Existen también los animales acuáticos, que son
rieaaa en los mismos miemoros üe la cara, que aujH de infinita variedad, acerca de los cuales no intentaré
que tenga üictaüas reglas casi universales en cuanto.™ persuadir a los pintores de que deben formular reglas,
su tamaño, no las observa en cuanto a su cauaadÉ pues varían casi hasta el infinito, como los animales
por eso se puede distinguir fácilmente a uno üe otro insectos.

XXViII. PRECEPTOS PARA LOS PINTORES. — DebJ| X X X I . CONCEPTO DE LA ENERGÍA.—ímpetu es la ex-


observar las meaiaas universales en cuanto a la loi presión del movimiento trasladado del motor al mo-
gitud ae las íiguras, pero no respecto a su grosor, pufj vido.
üüm
una de las cosas lauaaoles y maravillosas que se ei$ i oda impresión espera o desea ser permanente.
cuentran entre las ooras üe la naturaleza es que inr| Que desea la permanencia es cosa que se demues-
guna ae estas, en ninguna üe sus especies, hay un solí tra mediante la impresión producida por el sol en la
detalle que se parezca exactamente a otro; asi, puef vista, que de él se resguarda, y con la del sonido que
imitaoor üe la naturaleza, procura estar atento a la Vi! Produce el badajo ai golpear la campana.
rieüaü üe üelineaciones. Que la desea, se demuestra con el simulacro del mo-
vimiento (1) impreso al móvil.
X X I X . PRECEPTO, i—Defecto muy grande en lof
maestros es la costumbre üe repetir las mismas actjjj XXXII. LEY UNIVERSAL.—Todas las acciones tie-
tuües en las inismas «historias» (l), y muy proxim^ nen q u e ejercitarse con el movimiento.
unas a otras, como poner también siempre las mism$|
bellezas üe rostro, pues en el natural nunca se encueá XXXIII. SOBRE LO MISMO.—£1 movimiento es cau-
Sa
tran repetidas ; tanto que si todas las bellezas üe igü$| de la vida.
excelencia volvieran a la vida sumarian mayor nuinél
ro de personas que existen en nuestro siglo, y como lal XXXIV. DEFINICIóN DE LA FUERZA.— c Qué es la
'Uerza ?
(l
(1) Conjunto de figuras. > ímpetu.

h II!
78 LEONARDO DE VIWCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 7»

Fuerza es una virtud espiritual, una potencia in^SB diese hacer instrumentos en que se pudiera engendrar
sible que por violencia accidental exterior es prodi|^B ta lfuerza.
da por el movimiento y colocada e infundida eirnjH La fuerza con el movimiento material, el peso y la
cuerpos que están retraídos en su empleo natural (1),
percusión son las cuatro potencias accidentales en que
y que les da vida activa de sorprendente poder.
todas las obras de los humanos hallan su ser y su
XXXV. SOBRE LO M I S M O . — i Q u é es la fuerza?H
muerte.
Fuerza, digo, es una potencia espiritual, incorpóréJM La fuerza tiene su origen en el movimiento espiri-
invisible, que en poco tiempo se produce en los c i | H tual, que discurriendo por los miembros de los anima-
pos que por alguna violencia accidental se encuIIM les sensibles desarrolla sus miembros, que una vez
tran fuera de su ser y reposo natural. desarrollados se acortan y tiran de los nervios y ten-
dones que a ellos están unidos, de lo cual resulta la
X X X V I . L A MATERIA ES INERTE.—Ninguna cosa wm fuerza de los miembros humanos.
sensible se mueve por sí misma. Su movimiento 1 | | La calidad y la cantidad de las fuerzas de un hom-
producen otras. bre podrán dar origen a otra fuerza, que será tanto
mayor, proporcionalmente, cuanto m á s amplio sea el
XXXVII. L E Y DE LA TRANSMISIóN DEL MOVIMIENIH movimiento de la una respecto al de la otra.
Y DE SU EQUIVALENCIA.—El ímpetu es una virtud exÜ¡M
XL. VARIOS ASPECTOS DE LA FUERZA.—La grave-
da por el movimiento y transmitida por el motor a le
dad, la fuerza y el movimiento accidental, juntos con
que se mueve, lo cual tiene tanto movimiento cojj
la percusión, constituyen las cuatro potencias con las
ímpetu de vida tiene.
cuales todas las obras evidentes de los mortales tienen
s
X X X V I I I . PRINCIPIO DE LA INERCIA.—Todo m c p u existencia y su fin.
miento natural y continuo aspira a conservar su cií
XLI. A L G O M á S DEL PRINCIPIO DE LA INERCIA.—
so por la línea de su comienzo, entendiéndose que M
Todo movimiento espera su mantenimiento, o de otro
mo comienzo a cualquier lugar en que aquél cambie
rriodo, todo cuerpo movido sigue moviéndose mien-
X X X I X . ORIGEN DE LA FUERZA.-—La fuerza está' tras dura la impulsión de la potencia de su motor.
gendrada por la carestía y la abundancia; es hija j
XLII. MÁS AÚN.—Cada cual mantiene su ser vio-
movimiento material y sobrina del movimiento eá¡
l e t a m e n t e . Si fuese posible dar un diámetro de aire
ritual, madre y origen del peso. El peso es finito eáf a
esta esfera de la tierra, a semejanza de un pozo que
elementos de agua y tierra, y la fuerza es infinita, pof
*a atravesara desde una a otra superficie, y por ese
que con ella se moverían infinitos mundos si se f |
Pozo se dejara caer un cuerpo pesado, aunque este
Cu
erpo quisiera detenerse en el centro, se lo impediría
(1) La quietad. durante muchos años su impulso.
80 UJONARDO Di£ V1NCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 81

XLII1. ACERCA DE LA ARMONíA PITAGóRICA DE LAS é | Ningún elemento simple tiene gravedad ni levedad
FERAS CELESTES li.—¿Hace ruido o no el roce de : ,jfl en su propia esfera.
cielos ?
Todo los sonidos se producen por la repercusión del X L V . SOBRE LO MISMO.—El movimiento que rea-
aire en un cuerpo denso, y si esto ocurre entre dos cuera lizan los cuerpos pesados hacia el cuerpo común no
pos pesados y. mediante el aire que los rodea, este r J H es por la necesidad que tengan de hallarse en tal cen-
es tal que consume los cuerpos que lo sufren. De esifl tro, ni por atracción que ese centro ejerza, como la
podría deducirse que al rozarse los cielos, c o m a ' J H calamita (1) para atraer hacia sí dicho peso.
hay aire entre ellos, no deben producir ruido.
Si el roce fuese cierto, en tantos siglos como h a l l XLVI. MÁS ACERCA DEL MISMO TEMA.—¿Por qué
que dan vueltas los planetas se habrían c o n s u f n i d o i M no permanece el cuerpo pesado en su sitio?
la inmensa velocidad que desarrollan cada día, yj¡M —Porque no tiene resistencia.
produjeran algún sonido, éste no podría propagarse! —¿Y hacia dónde se dirige?
porque el sonido de la percusión dentro del agua cali —Hacia el centro,
no se oye, y menos o nada se notaría tratándose oH —¿Por qué no en otro sentido?
cuerpos densos ; más aún, el rozamiento de dos c u é ü —Porque el cuerpo pesado que no tiene resistencia
pos pulimentados no produce sonido, como tampó; tiende a descender hacia lo bajo por el camino más
lo tendría el rozamiento de los cielos; y si los ciél breve, y lo más bajo es el centro del mundo.
no están pulimentaros con su roce, seguirán sienj —¿Y por qué acierta a encontrarlo el cuerpo pesado

globulosos y ásperos, de modo que su contacto no pu| con tanta rapidez ?
U ai dé ser continuo, y siendo así, engendraría el vacío, ql —Porque no ya como cuerpo insensible (2) vagan-
es sabido que no puede producirse en la naturaleza
do antes en distintos sentidos.
Queda, pues, probado que él roce habría, consuifl
do hasta el fin cada planeta, y como son más velocL XLVII. ELOGIO DEL SOL.—Si ves a las estrellas sin
r
por el centro que hacia los polos, más se consumirj| ayos (3) (como ocurre cuando se las mira por un agu-
por aquél que por éstos, y se acabaría el roce y cesaíj Jerito hecho con la punta de una aguja muy fina y
el sonido, y los bailarines se pararían, a menos q acercándolo al ojo todo lo posible), verás que son tan
uno de los cielos tirara hacia Oriente y el "otro hacfj Pequeñitas que no existe cosa más pequeña que ellas,
el Septentrión. ^ realmente la larga distancia las hace disminuir ra-
cionalmente, aunque muchas de ellas sean muchísimas
v
X L I V . LA LEY DE LA GRAVEDAD.—La tierra es pl eces mayores que la estrella, esto es, la tierra con
e
sada en su esfera, y tanto más cuanto en elemen| ' 'agua.
más leve se halle.
(1
El fuego es leve en su esfera, y tanto más c u a í | >
2
Piedra Imán.
( ) Como cuerpo sin vida ni movimiento propio.
más pesado sea el elemento en que se encuentre. (3) Sin «gas {altas. radiación»! qu» procedan d» la Yl»ta.
82 LEONARDO DE VINCI ' ESCRITOS LITERARIOS t FILOSÓIICOS 83

Piensa ahora lo que parecería nuestra estrella a tari, La Esfera y Marullo elogian, cómo otros muchos,
ta distancia y considera cuántas estrellas se pondrían al sol.
en longitud y latitud entre esas estrellas que están dise-
minadas por el tenebroso espacio. XLIX. CONTINÚA,.—Acaso vio Epicuro que la som-
No puedo menos de censurar a muchos de aquellos bra de las columnas ,en las paredes cercanas tenía la
antiguos que decían que el sol no tenía mayor tamaño misma anchura del diámetro ,de las columnas que la
que el que podíamos ver. Entre ellos está EpicurcfflM producían, y siendo la totalidad de la sombra parale-
me figuro que dedujera tal afirmación de una luz co- la del principio al fin, creyó que el sol también estu-
locada en nuestro aire, equidistante del centro, IjK viera enfrente y paralelo, por lo cual no podía ser
que no la ven no advierten que disminuya su tamaño más grueso que aquellas columnas, y no advirtió que
a ninguna distancia. la disminución de la sombra tenía que ser impercep-
tible, por la mucha distancia a que se encontraba el
XLVIII. CONTINúA EL ELOGIO.—La explicación de sol. , . ' ,
su grandeza y sus circunstancias la reservo P a r l | H Si el sol fuese más pequeño que lá tierra, las estre-
cuarto libro. Pero me sorprende mucho que Sócrates llas de gran parte de nuestro hemisferio carecerían de
cesurara semejante cuerno y que dijese que era corno luz. (Contra Epicuro, que dijo que el sol es tan grande
una piedra encendida. Poco pecó, ciertamente, quien como lo vemos.)
le castigó por tal error.
Quisiera tener palabras crae me sirvieran para cri- L. CONTINÚA.—Dice Epicuro que el sol es tan gran-
ticar a los que pretenden alabar más la adoración a ]fl de como le vemos, y como al parecer mide un pie,
hombres que a ese sol, sin ver en el universo cueriM así lo debemos creer., Consiguientemente, cuando la
de mavor magnitud ni cualidades que él. Su luz'jfflM luna obscurece al sol será porque éste no tiene el ta-
mina a todos los cuerpos celestes repartidos en el.ufH c a ñ o , q u e aparenta, y siendo la luna mertor que el sol,
verso. Todos los ánimos proceden de él, pues el cáJK tendría menos de un pie, y por consiguiente, cuando
que tienen los animales vivos, del ánimo viene, y ; ^ P nuestro mundo la deja en sombra tendría un pie me-
1
hay ningún otro calor ni lumbre en el universo, c o | | ftos un d e d o ; es decir, que si el sol mide un pie y
demostraré en el libro cuarto. nuestra tierra produce una sombra piramidal hacia la
Es indudable aue los que auisieron adorar a los hcfi luna, es necesario que sea mayor el cuerpo luminoso
Ca
bres como a dioses, por ejemplo, a Júpiter, SatuEffl usante de tal pirámide que el cuerpo opaco que la
Marte y otros por el estilo, cometieron un error rol proyecta.
prande viendo que, aunque el hombre fuese tan erra
de como nuestro mundo, parecería como una estréf! LI. CONTINÚA.—¡Mide los soles que pueden ca-
be
mínima aue hace el efecto de un punto en el univerffl r en su curso de veinticuatro horas !... De este modo
es
y más al ver a aquellos hombres mortales y pútrí4M fácil ver si, como Epicuro dice, el sol es tan grande
c
y corruptibles en sus sepulturas. °mo le vemos, que, aparentando un diámetro de un
8* LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITEBAtUOS Y FILOSÓFICOS 85

pie, y suponiendo aue pudiese caber mil veces en ¡u ra yos calientes porque su origen es caliente* y lo mis-
curso de veinticuatro horas, recorrería en ese t i e m M ino sucede con el sol, que siendo caliente refleja calor
mil pies, o sea auinientas brazas, es decir, la sexta grande cuando pasa por los espejos fríos.
parte de una milla. No calienta la luz del sol, sino su calor natural.
De manera aue el sol, entre día y noche, caminaría
la sexta parte de una milla, o lo que es lo m i s m o J B LIV. PROPAGACIóN DE LOS RAYOS EN EL ESPACIO.—
venerable caracol ¡ sólo recorrería veinticinco brazas Atraviesan los rayos solares las frías regiones del aire
por h o r a ! y no cambian de naturaleza; atraviesan vidrios lle-
nos de agua fría y no modifican su condición; pasan
LII. DEMOSTRACIóN DE OUE EL SOL ES Cá"I IDO POR por cualquier cosa trasparente y es lo mismo que si
NATURAiEZA Y NO POR CUALIDAD.—Dicen que el s o l f B entrasen por otras capas de aire.
es cálido norone no tiene color de fuefro, sino g u e H a
mucho más blanco y más claro. A los aue esto diflH LV. ACERCA DE SI LAS ESTRELLAS RECIBEN LUZ DEL
se les ouede replicar aue cuando el bronce derreraB SOL O LA TIENEN PROPIA.—Dicen (los escritores) que las
está más caliente tiene el mismo color del sol y c u J B estrellas tienen luz propia, y alegan que si Venus o
do no está tan caliente tiene color dé fuego. Mercurio no la tuvieran suya, cuando se interponen
entre nuestras miradas y el sol, le obscurecerían tanto
LIO. SoRRE EL MISMO TEMA.—Demuéstrese a u J B cuanto lé cubrieran para nuestros ojos. Y esto no es
sol. por naturaleza, es cálido, y no frío, como quejB cierto, porque se ha demostrado que una cosa obscu-
dicho. ra puesta delante de una iluminada se ve completa-
El esneio cóncavo está frío al recibir los r a v n s l mente rodeada de fulgores laterales de lo que excede
fueco, y los devuelve más calientes aún que el mísj ue la luminosa, y resulta por esto invisible. Como se
fueró. demuestra cuando se ve el sol por entre las ramas de
La bola de vidrio Hena de acua fr'a despide ral os árboles sin hojas y a larga distancia, que las ra-
tomados de la luz, más calientes oue la pronía I|l "las no ocultan a nuestra vista parte alguna del sol.
De estos dos experimentos se deduce cine el cljj Lo mismo ocurre con los mencionados planetas, que
au
de los ravos producidos por el espeio o la bola dé'; nque por sí mismos carezcan de luz, no ocultan, co-
1110
drio con aóua fr'a son cálidos por condición v no p | queda dicho, parte alguna del sol a nuestras mi-
oue la bola o el espeio lo sean. Lo mismo sucede el radas,
el sol al nasar por esos c i w p o s , calentándolos norl Segunda prueba. Dicen que en la noche las estre-
as
virtud. Por esto se ha creído oue el sol no era cálí| parecen luminosísimas cuanto más altas están, y
Lo aue con los mismos evnpn'-mpntos indicados se: 9Ue s ¡ n o tuviesen luz propia, la sombra de la tierra,

muestra es oue el sol es calidísimo ; romo siicedej mterponerse ésta entre ellas y el sol, las eclipsaría
n
l«->* evnerim.entos del espeio v de la bola, aue est»$}| o le verían ni serían vistas por el cuerpo solar. Los
frío» al captar los rayos de calor del fuego, despi| ^ ü e tal afirman no han reflexionado en que la sombra
8
86 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 87

piramidal de la luna no llega a cubrir las muchas :'e8. LlX. LA TIERRA LES PARECE UNA ESTRELLA A LOS
trellas que alcanza, pues la pirámide se reduce tanto, QUE ESTÁN LEJOS.—Mi libro se consagra a demostrar
que ocupa poquísimo espacio en el cuerpo de la estre- que el Océano y los otros mares hacen, mediante el sol
lla, y todo lo demás sigue iluminado por el sol.
c uya luz reflejan, que brille nuestro mundo del mismo

LVI. L A TIERRA ES UNA ESTRELLA.—En tu discur-


modo que la luna, y a los que la vean desde muy le-
so tienes que reconocer.que la tierra es una estrella ca- jos les parecerá una estrella.
si parecida a la luna, y así demostrarás la importan- LX. LA TIERRA NO ES EL CENTRQ DEL UNIVERSO.—
cia de nuestro mundo. La tierra no está en el centro del círculo del sol ni en
Y así harás una enumeración de los tamaños de medio del mundo, sino entre sus compañeros unidos
muchas estrellas, según los autores. a ella. Al que estuviese en la luna cuando ésta y el
sol se encuentran debajo de nosotros, esta tierra, con
LV11. L A TIERRA ERILLA EN EL U N I V E R S O . — ^ ^ H
el elementó del agua, le parecería otra luna y haría
rra es una estrella. Mediante la esfera de agua que en el mismo papel que la luna para con nosotros.
gran parte la cubre, y que recoge la imagen del sol,
resplandece en el universo del mismo modo quej^B LXI. EN TIEMPOS REMOTOS LA TIERRA BRILLABA MÁS
demás planetas, y demuestra que ella es estrella tam- INTENSAMENTE.—Al hacer oficio de luna, la tierra ha
bién. perdido mucho de su esplendor antiguo en nuestro he-
misferio, por sumergirse en el agua, como se demues-
LVII1. ORDEN DE LA DEMOSTRACIóN DE QUE L ^ ^ H
tra en el libro cuarto : Del mundo y el agua.
RRA ES UNA ESTRELLA. — En primer lugar, defin*J|
ojos. LXII. ACERCA DE LA NATURALEZA DE LA LUNA.
Luego demuestra cómo el parpadeo de alguna¡||B ' • Ningún cuerpo levísimo es opaco.
¿
trellas se debe a nuestra vista y por qué dicho par - Ninguno más leve puede estar bajo otro menos
deo es mayor en unas que en otras, y que los í | eve.
de las estrellas proceden de nuestros ojos. Di que •>• ¿Tiene o no tiene la luna lugar entre sus ele-
parpadeo de las estrellas se realizase, como parecei mentos?
ellas, tal parpadeo aparente sea tan amplio cornj i si no tiene sitio especial, como la tierra, entre sus
mismo cuerpo de la estrella, y siendo ésta mayorí Cementos, ¿por qué no cae al centro de los nuestros?
la tierra, tal movimiento, hecho en un instante») ^ no está en medio de sus elementos y no cae, es
plicaría el grandor de dicha estrella; después derjl " U e es más leve que otros elementos.
tra que la superficie del aire en los confines del fuef" y si es más leve que otros elementos, ¿por qué es
la superficie del fuego en sus límites son aquellaa ¿}Jdá y ño se transparenta ?
que al penetrar los rayos solares llevan las irnágli
>XI1I. ACERCA DE LA GRAVEDAD DE LA LUNA.—Nin-
de los cuerpos celestes, grandes en su orto y su ojj|
*J cuerpo denso es más leve que el aire.
y pequeñas cuando se hallan en medio del cielo.
u n t a d a la demostración de que la parte de la luna
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 89
88 LEONARDO DE VINCI

_ X V . EL CALOR COMO PRINCIPIO DE VIDA.—El Ca-


que resplandece es agua que refleja el cuerpo del sol lor origina él movimiento de lo húmedo, y el frío lo
mediante la luz que de él recibe, como si tal agua jL ¡detiene, como puede verse en las regiones frías, que
reciese de ondas, lo cual demostraría la pequenez del ¡detienen las nubes en al aire.
astro cuyo brillo es muy semejante al del sol, procede I Donde hay vida hay calor; donde hay calor vital
ahora demostrar si la luna es cuerpo grave o leve, l a y movimiento de humores.
puesto que si fuese grave, reconociendo que de la tie-
rra para arriba a cada grado de altura aumentan los
LXVI. L A TIERRA E S UN SER GRANDE VIVIENTE.—
grados de levedad—es decir, que el agua es menos
[Nada nace en sitio que no tenga vida sensitiva, vege-
pesada que la tierra, y el aire menos pesado que el
tativa y racional: nacen las plumas en el cuerpo de
agua, y el fuego que el aire, y así sucesivamente—,
lias aves, y todos los años se c a m b i a n ; nacen los pe-
parece que teniendo la luna densidad como la tiene,
llos en los animales, y mudan todos los años, excepto
tendría gravedad, y, teniendo gravedad, el espacio
[en algunos sitios, como los pelos del bigote de los leo-
donde se encuentra no podría sostenerla, y por consi-
[nes, de los gatos y sus semejantes; nace la hierba en
guiente se vería obligada a descender hacia el centro
[los prados y las hojas en los árboles, y todos los años
del universo y conjuntarse con la tierra, y, si no ella,
se renuevan en gran p a r t e ; así, pues, podemos decir
caerían por lo menos sus aguas, despojándola de este
que la tierra posee vida vegetativa, que su carne es la
elemento, y caerían hacia el centro, dejando a la luna,
tierra y sus huesos los distintos órdenes de agrupacio-
con su ausencia, sin brillo, por todo lo cual, con arre-
nes de piedras con las cuales se forman las monta-
glo a los dictados de la razón, es evidente que la luna
nas ; sus ternillas, las tobas; su sangre, los veneros
está vestida con sus elementos, es decir, con agua, aire
Qe a g u a ; el lago de sangre que rodea al corazón, el
y fuego, y por consiguiente, en sí y por sí se sosti&
mar Océano; su aliento y el crecer y decrecer de la
ne en aquel espacio como nuestra tierra con los suy°s
sangre en los pulsos, es en la tierra el flujo y reflujo
en este otro espacio, y lo mismo hacen las cosas g?a'
" e l mar, y el calor del ánima del mundo, el fuego in-
ves en sus elementos que otras cosas semejantes e tu
ndido en la tierra, y la residencia del alma vegeta-
los nuestros. ,'j|
b a , los fuegos que en diversos lugares de la tierra bro-
tai
* en baños y en minas de azufre, y en volcanes co-
LXIV. LOS MUNDOS GRAVITAN EN EL SENO DE ¡ i I ^ el Mongibello, de Sicilia y otros.
PROPIOS ELEMENTOS.—Lo rojizo o yema del h u e v o j M
en medio de su albumen, sin caer en ningún sentía 0, LXVII. COMPARACIóN DEL HOMBRE CON EL MUNDO.
y es más leve, o más pesado, o igual que el alburia 11 J^INCIPIO DEL TRATADO DEL AGUA.—Los antiguos llama-
Si fuera más leve debería surgir sobre todo el alb ü an
al hombre «el mundo menor», y en realidad esa
men, para no detenerse hasta tropezar con la cásefl1
fricación es muy apropiada, puesto que el hombre
del huevo; si fuese más pesado, tendría que caffH
" a compuesto de tierra, aire, agua y fuego, y el cuer-
siendo igual, lo mismo podría estar en uno o e n , 1 » "
de la tierra, también. Si el hombre tiene huesos que
de los extremos o en medio. ü
90 LEONARDO DE VlNCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 91

sostienen el armazón de su carne, el mundo tiene t l B ¡sámente destinada a ser líquido vital de la ávida tie-
ñas que sustentan la tierra; sí el hombre tiene <°"¡M y la causa que la hace circular por sus ramifica-
un lago de sangre en la cual crecen y decrecen los ; venas contra el cursó natural de las cosas pesadas
pulmones al alentar, el cuerpo de la tierra tiene un m m (precisamente la misma que ordena la circulación
Océano que también crece y mengua cada seis hofjB' íps humores en toda clase de cuerpos de animales.
con el aliento del m u n d o ; si de dicho lago de s'ara^B
se derivan venas que van ramificándose por el cuéraH XI. E L AGUA SOBRE LOS MONTES.—El agua, hu-
humano, de parecida manera el mar Océano llenJJH ital de la máquina terrestre, mediante su calor
cuerpo de la tierra de infinitos veneros de agua, FjMr tiiral se mueve.
tan en el cuerpo de la tierra los nervios, y no los tíejB
LAXII. TRANSFORMACIONES ORIGINADAS POR EL
porque los nervios fueron creados para el movimi&jB
to, y como el mundo es de una esterilidad perfecta, a»; GUA.l—El agua es la conductora de la naturaleza.
tiene que moverse y no necesita nervios. En todo 'm LXXIII. LAS VIBRACIONES DE LA TIERRA.—Las co-
demás la semejanza es notable. rientes subterráneas de agua, así como las que hay
LXVÍII. E L AGUA.-—El cuerpo de la tierra, a J H ntre el aire y la tierra, consumen y profundizan con-
mejanza del de los animales, está entretejido de ramM inuamente el lecho de su cauce.
ficaciones de venas, unidas unas a otras y f o r m a | ^ | ha tierra arrastrada por los ríos se deposita en la
para la nutrición y vivificación de la tierra y sus iltima parte de su curso, o bien la tierra arrastrada
churas. •'•* 'nr otras corrientes de ríos se deposita en las últimas
'artes bajas de su recorrido.
L X I X . E L AGUA ES LA SANGRE Y LA LINFA DEI, _ Donde abunda el aeua dulce, en la superficie del
DO.—El agua que surge de los montes es la sanl ^ar, es prodigio manifiesto la formación de una isla
que los mantiene vivos, y ya perforándolos o atray Q
"e Quedará descubierta más pronto o más tarde, se-
sándolos con sus veneros, la naturaleza, auxiliarii 8Ur> sea mayor o menor la cantidad de aima que surja.
sus seres vivos, procúrala en abundancia para r e | | Tal isla se forma por la cantidad de tierra o acopio
diar la falta de la linfa perdida, a semejanza del sit ^e oiedras que hace el agua durante su curso subte-
golpeado en el cuerpo humano, en el cual se ve, ral r
'ráneo. H
ced a un auxilio semejante, multiplicarse la sang
bajo la piel a modo de hinchazón para proveer al lúl LXXIV. AMPLIAS TRANSFORMACIONES EN LO PASA-
dañado (por la percusión); así, la vid podada eri|
mayor altura envía su savia desde las últimas raiL
al lugar cortado, y derramada aquélla, no deja de á|I
I 0
0
Y EN LO PORVENIR.—Las orillas del mar van ganan-
terreno continuamente hacia el medio del mar.
*- °s. escollos o promontorios del mar se derrumban
dir hasta el fin de su vida. Se
desgastan continuamente.
'-os mediterráneos pondrán sus fondos en el aire y
LXX. SOBRE EL MISMO TEMA.—El agua está $f 0|
° reservarán el cauce para el río mayor que en él
92 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 93
i
se ponga, y que correrá hacia el ?1 Océc
o c é a n o , en el cual ¿o desde que la maravillosa forma de éste pescado
verterá sus aguas con las de todos los ríos que le acorrí.
m
murió en los cavernosos y retorcidos subterráneos del
pañen. monte!... Destruido por el tiempo, yaces ahora e n
este lugar cerrado. ¡ Con tus descarnados y desnudos
L X X V . E L AGUA EN LOS RíOS.—Entre las podé^ huesos has servido de armazón y sostén al monte que
sas causas de los daños terrestres, creo que los tenías encima!
con sus ruinosas inundaciones son la principal. Nc
el fuego, como algunos opinan, porque el fuego L X X V I I . BASTA UNA SEñAL PEQUEñA PARA RECONS-
W
mina su vorágine allí donde se le acaba el alimer TRUIR TODO EL PASADO .—Como las cosas son más an-
El movimiento del agua, mantenido por la incliná<j tiguas que las letras, no es sorprendente que en núes-'
de los valles, también termina y muere con el úllimH tros días no aparezcan escritos acerca de la ocupación
desnivel del valle ; pero el fuego se produce por l a f H de muchas tierras por los mares, y si hubo algún es-
mentación, y el movimiento del agua hacia los sra| crito, las guerras, los incendios, las inundaciones, los
más bajos. La alimentación del fuego está desurf cambios de idioma y de leyes han destruido todo lo
y así hace el daño desunido y separado, y muere antiguo; pero a nosotros nos basta el testimonio de
fuego donde ya no tiene con qué alimentarse. La las cosas que nacieron en aquellas aguas saladas y que
clinación de los valles es seguida, y seguido se p | se encuentran hoy en los altos montes, lejos de los
duce el daño por el ruinoso curso del río, hasta q^ mares de entonces.
en compañía de sus valles acaba en el mar, unive
sal profundidad y único descanso de las peregriáf LXXVIII. D E L DILUVIO Y DE LAS CONCHAS MARI-
aguas de los ríos. NAS.—Si dices que las conchas fósiles que e n los con-
Pero ¿en qué lengua, con qué palabras podré expr| fines de Italia, lejanos del mar, se ven a tanta altura
sar y decir las nefandas ruinas, los increíbles derruí en nuestro tiempo, están allí porque allí las dejó el di-
bamientos, la inexorable reprocidad producida por luvio, te contestaré que creyendo tú que las aguas del
inundaciones de los soberbios ríos ? ¿ Cómo lo dirl diluvio subieron siete codos por encima del monte más
No m e siento capaz para tal expresión, pero acaso c | alto—como escribió el que pudo medirlo—, esas con-
la ayuda que m e presta la experiencia me ingenie p j chas que siempre están cerca del lecho de los mares
referir la manera de hacer daño de los ríos desborl debieron quedar encima de los montes y n o a tan poca
a
dos, contra los cuales no vale ningún remedio 'tura sobre su base y todas a una misma altura por
mano. , capas.
i si dices que estando aquellas conchas cansadas
LXXVI. ACERCA DE UNA CONCHA FóSIL. — \Úi ^ e verse cerca del lecho del mar, y al ver que subía
ac
tiempo, veloz depredador de las cosas creadas ! ¡ Cuáij ¡uel fondo a tanta altura, las conchas se salieron de
tos reyes, cuántos pueblos has deshecho! ¡ Cuán$ ®u primitivo sitio y siguieron con la crecida de las aguas
cambios de estado y cuántos acontecimientos han o¿| hasta donde m á s alto subieron, h e de contestar que
94 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 95

«iendo las conchas animales tan tardas en sus m o n j AMIMALES.—A los que tal opinan debe respondérseles
mientos como las babosas, fuera del agua—y tal v«L que si existe esa influencia (1) no podrían encontrarse
más tardas porque no pueden nadar y hasta hacen <lfl e n una misma línea más que animales de las mismas
surco donde se apoyan—caminarían diariamente trá¡ especie y edad, y no viejos y jóvenes juntos, y no unos
o cuatro brazas. Así, pues, con ese modo de avanzlj con su cubierta y otros sin ella, y no unos rotos y otros
no hubieran ido desde el mar Adriano hasta Monfáf enteros, y no unos llenos de arena del mar y restos me-
rrato, de Lombardía, que son unas doscientas cineue|§ nudos o grandes de otras conchas dentro de sus con-
ta millas de distancia, en cuarenta días. chas enteras, que allí se quedaron abiertas, y no las
Y si replicas que las olas se las llevaron, ten en cuera™ bocas de los cangrejos sin el resto del cuerpo, y no
ta que las conchas, por su grosor, no se sostienen m a l conchas de otras especies pegadas a ellas, en forma de
que sobre el fondo ; y si no me concedes tampoco estila animales que sobre ellas se movieran, pues todavía
reconoce al menos que debieron quedarse en la cirrt« quedan huellas de su paso por encima de la cascara ya
de los montes más altos y en los lagos que entre los;; consumida como la madera por la carcoma; no habría
montes se encierran, como el lago de Lario o de Cal entre ellas huesos y dientes de pescados, de los cuales
mo, y el Mayor, y el de Fiésole, y el de Perusa, y otro! unos parecen saetas y otros lenguas de serpiente, y no
parecidos. habría tantos miembros de animales reunidos si no hu-
Si afirmas que las conchas son arrastradas por lajjta bieran sido arroiadbs allí, al lecho del mar.
olas cuando están vacías y muertas, te diré que n i No sé las hubiera llevado la inundación, porque las
estaban muy lejos las vivas del sitio por donde se hffl cosas más pesadas que el agua no pueden flotar, y no
liaban las muertas, y que en aquellas montañas se eríl estarían tan altas sin ir nadando hasta allí sobre las
contraron todas las vivas que hoy conocemos y tiene! aguas, cosa imposible por su pesantez.
sus cascaras apareadas y están en una hilera dondl En los valles adonde no llega la salada agua del mar
no aparece ninguna de las muertas, y un poco mal no se ven conchas fósiles, como lo prueba evidente-
alto está el sitio donde echaban las oblas a todas láji| mente el extenso valle del Arno, desde la Gonfolina,
muertas con sus conchas separadas cerca de donde lafi Peña de antiguo unida al monte Albano, en forma de
vivas caían al mar, a gran profundidad. Si las c o n ¡ | altísimo dique, que contenía embalsado a dicho río,
chas hubieran sido arrastradas por el revuelto Dilua "e manera que antes de verter sus aguas en el mar,
vio, estarían mezcladas separadamente unas de otrajl ^ e estaba más allá de su base, formaba dos lagos
entre el fuego y no por grupos ordenados en el s u e l o ! grandes : A primero de ellos en donde hoy florece la
C11
como en nuestro tiempo se ve. 'dad de Florencia, con Prato y Pistoia, y el monte
Líbano continuaba el dique hasta donde hoy está si-
L X X X I X . A LOS QUE DICEN QUE LAS CONCHAS ESTAr|l mado Serravalle. Por encima del valle del Arno hasta
EN UN ESPACIO EXTENSO Y NACIERON LEJOS DE LOS MA^L ^rézzo se formaba otro lago, que en el anteriormente
RES, POR LA NATURALEZA DEL LUGAR Y DE LOS CIELOS»
QUE DISPONEN £ INFLUYEN EN LA CREACIÓN DE DICH05J '*) De los astro» para crear anímale! fusile
96 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS '% FILOSÓFICOS V4

mencionado vertía sus aguas, cerrado cerca de dond«í se lleva todas las cosas movedizas qiie en él encuentra,
hoy se ve Girona, y ocupaba todo el valle superior e n | como las mencionadas conchas y otras cosas parecidas,
una extensión de cuarenta millas de longitud. Este/i y cuando el agua que viene de la tierra es más turbia
valle recibió en su fondo toda la tierra que arrastraron! que la del mar, tanto más poderosa y pesada que ésta
las aguas de aquella inundación, y aun se la ve a con||
se vuelve.
siderable altura en la falda de Prado Magno, dóne-
¡ No advierto, pues, manera de que puedan estar
los ríos no la han consumido. Entre aquella tierra apa
tales conchas entre la tierra no habiendo nacido allí!
recen todavía las huellas de los torrentes que por allí
Si me hablas del río Era (1), que pasa por Francia,
pasaron y que bajaban desde el alto monte de Prad<S¡
y en el crecimiento del mar (2) cubre más de ochenta
Magno, y en esos barrancos no existe vestigio alguno I;
de conchas ni de arenas del mar. Este lago se unía cora millas de terreno, porque es sitio muy llano y él mar
el de Perusa. sube cerca de veinte brazas y las conchas llegan hasta
dicha llanura, apartada dichas ochenta millas del mar,
Se encuentra gran cantidad de conchas en las des?
te diría que el flujo y reflujo de nuestros mares Medi-
embocaduras de los ríos, aunque en tales sitios no soíj
las aguas tan saladas, pues se mezclan con las aguají terráneos no alcanzan tanto, pues en Genova no crece
dulces que van al mar. Hay señales de esto en los si| nada, en Venecia poco y en África poco, y donde poco
tíos por donde antiguamente vertían sus ríos en el m a l sube poca tierra ocupa.
Adriano los montes Apeninos, los cuales, en muchaf L X X X . REFUTACIóN A LOS QUE DICEN QUE LAS CON-
partes, tienen gran cantidad de conchas, y lo mismo! CHAS FUERON TRANSPORTADAS A MUCHAS JORNADAS DE
el azulado terreno del mar que todas las piedras quej DISTANCIA DE LOS MARES A CAUSA DEL DILUVIO, QUE LOS
de allí se sacan, están llenos de conchas. HIZO CRECER TANTO QUE SUPERARON TALES ALTURAS.—
Lo mismo se sabe que ocurría con el Arno, cuandqf Digo que el Diluvio no pudo arrastrar a los montes las
caía desde la peña de la Gonfolina al mar, que no él J cosas nacidas eii los mares, si el mar, ya crecido, no
encontraba muy por debajo de ella, pues en aquellos!" hubiese producido inundaciones hasta dichas alturas, y
tiempos superaba, la elevación de San Miniato al T e - | | este crecimiento no puede existir porque se quedaría
deseo, porque en la mayor altura de aquél se ven laff
el mar vacío.
orillas llenas de conchas y de ostras dentro de sus pal Dirás : «El agua llenaría el hueco.» Pero ya hemos
redes. No llegaron las conchas al Valle de Nievole p o r | ¡ convenido en que lo que pesa no puede sostenerse so-
que no subían hasta allí las aguas dulces del Arnp. bre lo que no pesa, de lo cual se deduce la precisión
Las conchas no salieron del mar por el Diluvio, po}É de que aquellas inundaciones fueran producidas por
que las aguas que hacia la tierra iban, aunque arras*| las lluvias, y siendo así, todas esas aguas corren hacia
traban a los mares hacia la tierra, eran las que perca? el" mar y no el mar hacia las montañas, y si van al
tían en su fondo, pues el agua que viene de la tierra;|
tiene más velocidad que la del mar, y por consiguiere!
te más fuerza, y penetra eri ella y remueve el fondo #j| (I) Loire.
(') Flujo o marea alta.
98 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS W

mar empujan a las conchas hacia el fondo, y no lat nadas por el mar cuando se abrió el Estrecho de Gi-
arrastran hacia sí. braltar.
Argumentarás : «El mar creció con las aguas llb¡s| En las montañas de Parma y de Piacenza vese la
das y llevó las conchas a aquellas alturas.» Pero multitud de conchas y de corales carcomidos, pegados
queda consignado que las cosas más pesadas quejlM a las piedras, y de los cuales, cuando yo estaba ha-
agua no flotan sobre ella, sino que permanecen en sfl ciendo el caballo de Milán (1), me llevaron a mi ta-
fondo, del cual no se apartan sino a causa de la pjjflj ller unos campesinos un saco grande con los que ha-
cusión de las olas. bían encontrado en aquel sitio, y entre ellos había al
gunos que se conservaban en su buen estado primi-
Dices que las olas las llevaron a aquellos altos jl
gares; pero nosotros hemos demostrado que a ur¡ tivo.
profundidad grande las ondas se mueven en sentic^ Enterrados bajo las profundas canteras de piedra,
contrario, esto, es, hacia el fondo, y no como por él hallábanse los maderos de las vigas labradas, ya en-
cima, lo cual se prueba con la turbiedad de los iri! negrecidas, que fueron encontradas en mi tiempo en
res en los sitios removidos cerca de su lecho. Castillo Florentino, y éstas, en sitio tan hondo, esta-
ban desde antes que el fango del río que el Arno había
Las cosas más leves que el agua muévense al rnjj
mo tiempo que las olas y quedan en el sitio más a l | echado al mar que las cubría fuese abandonado a tan-
del límite de la onda más alta; las Cosas más pesj¡¡ ta altura y que las llanuras del Casentino rebajaran
das se mueven cuando el agua las impulsa con s | tanto su terreno continuamente desalojado de allí.
olas en la superficie y en su fondo. De estas dos c o | Si afirmas que tales conchas fueron creadas y se
clusiones, que en lugar oportuno serán demostrad! crean constantemente en lugares parecidos por la na-
plenamente, deducimos que las ondas superficiales turaleza del sitio y de los cielos, que en ello influye,
pueden arrastrar consigo conchas, por ser éstas m$ has de saber que esa opinión no corresponde a cere-
pesadas que el agua. bros que discurran bien, porque en aquéllas se seña-
lan los años de su crecimiento, en su superficie, y las
Aunque el Diluvio las hubiese llevado a trescientl
o cuatrocientas millas de distancia de los mares, lo há hay pequeñas y grandes, y sin alimento no crecerían y
bría hecho arrastrándolas confundidas con otras c l a s | sin movimiento no se alimentarían, y así no podrían
y amontonadas; pero hoy vemos a tal distancia l¿í moverse.
ostras juntas y las conchas y los peces de tinta y li
demás fósiles que aparecen reunidos, agrupados y tp L X X X I . LOS FÓSILES REVELAN EN SU PASADO UNA
dos muertos, y las conchas solitarias distantes unas VIDA ANÁLOGA A LA DEL PRESENTE.—En las faldas de los
otras, como en el lecho del mar las vemos todos 1 9 Montes, entre uno y otro lado, se descubren aún hue-
días. cas de lombrices que cuando aquéllas no estaban se-
cas caminaban por allí.
Y si encontramos juntas las ostras de gran t a m a í H J
entre las cuales se ven bastantes que aún tienen laS|
valvas unidas, esto quiere decir que fueron abandojjj (I) La estatua ecuestre de Francisco Sforza.
100 LEONARDO DÉ VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 101

Como todos los fangos marinos, aquéllos contienen Ljjar multiplicaba los montones de arena y de fango
todavía conchas que están petrificadas juntamente c ' S arrastrados por los ríos cercanos y que el mar derra-
el fango. [rfió e n s u •' e c n o - ^ s ' P a n s a s oponer que fueron otros
Hay estulticia y simplicidad en los que suponen qy e diluvios los que produjeron aquellas vertientes y lle-
tales animales fuesen llevados por el Diluvio a sitfft varon a su interior las conchas, sería preciso que afir-
distantes de los mares. maras también que había ocurrido una inundación
Otro grupo de ignorantes afirma que la naturaleza cada año.
o el cielo los crearon en aquellos sitios por influjo'|H Y si piensas decir que fué la inundación la que llevó
lestial, porque allí no había huesos de peces creeicf» esas conchas a cientos de millas fuera del mar, no ol-
durante mucho tiempo, pues en la superficie de l l i vides que no puede ocurrir tal cosa, puesto que fué
conchas y de las babosas no es fácil calcular los añM ocasionado por la lluvia, y, naturalmente, las lluvias
o los meses de su vida, del mismo modo que en i B impulsan a los ríos y a todo lo que llevan hacia el mar
cuernos de los bueyes o de los carneros y en las r a r » y no arrastran hacia los montes las cosas muertas que
ficaciones de las plantas que no fueron cortadas nun hay en el fondo de los mares.
ca por ningún sitio. Y si dijeras que la inundación llegó con sus aguas
Y habiendo demostrado mediante tales indiciosa encima de los montes, ten en cuenta que el movimien-
larga duración de su vida, habrá que reconocer M to del mar fué tan lento al avanzar contra la corriente
aquellos animales no viven sin poder moverse pg de los ríos, que no hubiera podido sostener a flote,
buscar el sustento, y no se nota en ellos que tuvier$ sobre sí, unas cosas más pesadas que el agua, y si las
con qué penetrar en la tierra y en las piedras ciorif sostuvo, al bajar su nivel hubiera ido dejándolas dise-
aparecen encerrados. nrmadas por distintos sitios.
Pero ¿de qué modo sería posible hallar en un cal Pero ¿qué diremos de los corales que hacia Monte-
col grande los restos y partes de otras muchas cías ferrato, en Lombardía, se encuentran constantemente,
de conchas si no se las hubieran echado encima di carcomidos, adheridos a los arrecifes y descubiertos
pues de muerto, en el lecho del mar, las ondas, con Por las corrientes de los ríos? Dichos arrecifes están
tantas otras cosas n o pesadas que el mar echó a cubiertos de moluscos, de familias de ostras, que ya
s
tierra ? abemos que no se mueven y que están pegadas con
ü
¿Cómo habría tantos restos y conchas enteras e n i na de sus conchas a la peña y abren la otra para ali-
falda y falda de piedra si las que había sobre la playf mentarse de animaluchos que nadan en el agua, y que
no hubieran estado recubiertas por la arena a r r o i a M Ceyendo que van a encontrar buen alimento se con-
Vl
por el mar, que luego se fué petrificando? «rten en cebo del molusco.
Si el antes dicho Diluvio las hubiera llevado a t a f l N.o se encuentran petrificadas arenas y algas marinas
sitios desde el mar, se encontrarían las conchas en I B 'Untas, Poroue las ñipas aue hav entre las arenas se en-
límite de una sola falda y no en los de varias. Débese ^ORen. El P o las deja al descubierto todos los días en
as
además contar las invernadas de los años en que el ruinas de sus riberas.
102 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS IOS

L X X X I I . L A S CONCHAS EN LOS MONTES .—Tal J B I mundo; y si así sucedió, sería porque la lluvia fué uni-
digas que las conchas que se hallan en los montes sM versal y cubrió toda nuestra tierra con figura esférica;
producto de la naturaleza mediante las constelaciones [pero la superficie esférica tiene todas sus partes equi-
con ló cual afirmarías que hay constelación q u e ' J H distantes del centro de su esfera, por lo cual.eri tales
produce de distintos tamaños y de diferente edad y es- circunstancias era imposible que el agua se moviese si
pecie en un mismo sitio. no bajaba su niveL Demostrado que no podía haber
¿ Cómo me presentarás la arena congelada por " j H 'movimiento, ¿cómo desapareció toda aquella agua? Y
pas (1) de distintas alturas del monte, siendo allí U ¡si desapareció, ¿como pudo moverse si no iba hacia
diferentes motivos arena arrastrada de varios países • arriba ? No hay razones naturales que lo expliquen,
por la corriente de los ríos, pues la arena no es otra I por lo cual tenemos que caer en la duda, recurrir al
cosa que trozos de piedra que han perdido sus aristas auxilio de algún milagro o suponer que el agua fué
a fuerza de revoluciones y de golpes y caídas que j » evaporada por el calor del sol.
fren en la corriente del agua que a tal sitio la lleva?
(Cómo justificarás el grandísimo número de hojas LXXXV. C ó M O SERá EL FIN DE LA EXISTENCIA DEL
de varias especies congeladas (2) que aparecen e n j MUNDO 15. — Quedará el elemento acuático encerrado
rocas altas del monte, y las algas, hierbas marinas, entre los altos diques de los ríos y se verá el mar en-
que allí yacen mezcladas con conchas y arena ? Tam- tre la elevada tierra ; el aire circundante, qué tiene que
bién puedes ver en las alturas toda clase de cosas U envolver y circunscribir la ablandada máquina terres-
trincadas junto con cangrejos marinos despedaza| tre (1), será de muy reducido espesor, situado entre el
dispersos y confundidos con las conchas. agua y el elemento del fuego y privado del agua nece-
saria. Los ríos perderán sus a g u a s ; la fértil tierra no
L X X X I I I . ACERCA DE LA ESTRATIFICACIóN GEQíI
producirá leves frondas ni se verán los campos ador-
CA Y CONTRA EL DILUVIO. — Por las capas de conci
nados con plantas recayentes; los animales, faltos de
descubiertas puede decirse que la tierra, por desdi
hierba fresca con que alimentarse, se morirán; care-
se sumergió bajo el mar para formar su primer suel<?«
cerán de cebo leones, lobos y otros animales que vi-
y luego el Diluvio hizo el segundo. v
«n de la rapiña, y los hombres, después de muchos
re
L X X X I V . DUDA.—Preséntase, al llegar aquí, ,{]H medios, tendrán que renunciar a la vida y se acaba-
duda, y es la de si el Diluvio ocurrido en tiempoiM ra la generación humana.
Noé fué universal o no, y nos parece que no, p las Abandonada de este modo la fértil y fructífera tie-
razones que consignaremos. Vemos e n la Biblia cj P el rra
> se quedará árida y estéril, y después, a causa del
Diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches, sieflM encerrado humor del agua (encerrada en sus entrañas),
la lluvia continua y universal, y que las aguas sé ¡M °bservará algo de su crecimiento (2), hasta que; llegado
varón seis codos por encima del monte más altoijH
'') El cuerpo esférico de la tierra, reblandecido por la», aguas áb-
(1) Estratificada y unida a las rocas. sidas.
<3
(2) Fosilizadas e Incrustadas. > Continuará produciendo vida y forma».
102 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS IOS

LXXXIÍ. LAS CONCHAS EN LOS M O N T E S . — T a p : J H I mundo; y si así sucedió; sería porque la lluvia fué uni-
digas que las conchas que se hallan en los montes J H versal y cubrió toda nuestra tierra con figura esférica;
producto de la naturaleza mediante las constelacionHI [pero la superficie esférica tiene todas sus partes equi-
con lo cual afirmarías que hay constelación que jjw distantes del centro de su, esfera, por lo cual eii tales
produce de distintos tamaños y de diferente edad y jfB circunstancias era imposible que el agua se moviese si
pecie en un mismo sitio. no bajaba su nivel. Demostrado que no podía haber
¿Cómo me presentarás la arena congelada p o r ' J M I movimiento, ¿cómo desapareció toda aquella agua? Y
pas (1) de distintas alturas del monte, siendo allí j J H I si desapareció, ¿como pudo moverse si no iba hacia
diferentes motivos arena arrastrada de varios paísM arriba ? No hay razones naturales que lo expliquen,
por la corriente de los ríos, pues la arena no es ó | H . por lo cual tenemos que caer en la duda, recurrir al
cosa que trozos de piedra que han perdido sus aristas auxilio de algún milagro o suponer que el agua fué
a fuerza de revoluciones y de golpes y caídas que J B evaporada por el calor del sol.
fren en la corriente del agua que a tal sitio la lleyjH
¿Cómo justificarás el grandísimo número de hojas L X X X V . CÓMO SERÁ éL FIN DE LA EXISTENCIA DEL
de varias especies congeladas (2) que aparecen en U MUNDO 15. — Quedará el elemento acuático encerrado
rocas altas del monte, y las algas, hierbas mariti^B entre los altos diques de los ríos y se verá el mar en-
que allí yacen mezcladas con conchas y arena? T a U tre la elevada tierra; el aire circundante, que tiene que
bien puedes ver en las alturas toda clase'de cosas | S envolver y circunscribir la ablandada máquina terres-
trincadas junto con cangrejos marinos despedazadJM tre (1), será de muy reducido espesor, situado entré el
dispersos y confundidos con las conchas. agua y el elemento del fuego y privado del agua nece-
saria. Los ríos perderán sus aguas ; la fértil tierra no
L X X X I Í I. ACERCA DE LA ESTRATIFICACIóN GEOLOTB
producirá leves frondas ni se verán los campos ador-
CA Y CONTRA EL DILUVIO. — Por las capas de c o n c | M
nados con plantas recayentes; los animales, faltos de
descubiertas puede decirse que la tierra, por d e s d l H hierba fresca con que alimentarse, se morirán; care-
se sumergió bajo el mar para formar su primer s u e | B cerán de cebo leones, lobos y otros animales que vi-
y luego el Diluvio hizo el segundo. v
en de la rapiña, ty los hombres, después de muchos
te
L X X X I V . DUDA.—Preséntase, al llegar aquí, ujH medios, tendrán que renunciar a la vida y se acaba-
duda, y es la de si el Diluvio ocurrido en tiempo jjH ra la generación humana.
Noé fué universal o no, y nos parece que no, por ¡M Abandonada de este modo la fértil y fructífera tie-
razones que consignaremos. Vemos en la Biblia q u l B rra
, se quedará árida y estéril, y después, a causa del
Diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches, sieri$| encerrado humor del agua (encerrada en sus entrañas),
la lluvia continua y universal, y que las aguas se e l observará algo de su crecimiento (2), hasta que; llegado
varón seis codos por encima del monte más altoijflM
'*) El cuerpo esférico de la tierra, reblandecido por las, aguas áb-
(1) Estratificada y unida a las rocas. sidas. •
(2) Fosilizadas e incrustada». ® Continuará príiduoisiida vida y íonnaj.
104 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 105
:<
te
ej.-aire frío- y sutil, se vea obligada a terminar ] r el Ljjima del hombre separada de él, y más en los movi-
elemento del fuego. Su superficie entonces se ¿ | /er- Imientüs de algunos casi imperceptibles equilibrios ;- pe-
tira en ceniza, y así dará fin la. ¿naturaleza terresti | r 0 puesto que vemos a las aves realizar gran variedad
L X X X V Í . LA TIERRA SUMERGIDA EN EL AGUA.í> ••a LA ¡perceptible de movimientos,, podernos juzgar; en vir-
LARGA .CONSUMACIÓN DE LAS MONTAÑAS;—Perpetúe: ' 3011 ¡tud de semejante experiencia, que las muy sensibles
los sitios profundos del fondo del mar, y todo le con- ¡pueden ser advertidas por, la inteligencia del hombre,
trario ocurre con las cimas de las montañas. Es o in- [y que éste podrá proveer ampliamente a la destrucción
diea que la tierra se volverá esférica, y al quedar [de aquel instrumento, al cual ha convertido en ánima
pletamente cubierta por las aguas será inhabita! [y guía.
L X X X I X . RECUERDOS QUE ACUDíAN A'LA'IMAGINA-
L X X X V I I . LOS FENÓMENOS ORGÁNICOS' E INQ^H CIóN DE VlNCI AL ESCRIBIR ACERCA'DEL VUELO, DEL MILA-
MICOS SE RIGEN POR LEYES MECÁNICAS .—La ciencia i j f l ¡NO.—Parece que sea mi destino esto d e escribir tan re-
trumental o de las máquinas es nobilísima y utilísí^B petidamente acerca del milano, pues el primer recuer-
sobre todas las demás, puesto que merced a ella t o J H do de mi infancia, me parece, es que hallándome yo en
los cuerpos animados que tienen movimiento reah||H la cuna se acercó a ini un milano, me abrió la boca con
sus distintas operaciones. Los .movimientos se origil^B su cola y me golpeó con ella muchas veces, .en el inte-
en su centro de gravedad, que está situado en e L a M
rior de los labios. ,
dio entre pesos desiguales, lo cual ocasiona escaselB
abundancia de músculos (1) y existencia r ••.r> X.C. POR' QUé LOS PáJAROS PEQUEñíTO.S NO VUELAN A
y contrapalancas. GRANDES ALTURAS NI LAS AVES GRANDES LES GUSTA VO-
LAR BAJAS.—Obedece,, esto, a la circunstancia de que los
LXXXVÍII. POSIBILIDADES HUMANAS DE IMITAR; pajaritos, como no tienen plumas, no pueden soste-
MEDIO DE LAS MÁQUINAS A LAS AVES VOLADORAS.—Ellf nerse en,la inmensa frialdad de, las alturas mayores del
jaro es instrumento que actúa por leyes matemátí|§ air
e, en las cuales viven los buitres, las águilas y otras
y entre las posibilidades del hombre está la cíe p¡ aves de gran tamaño muy plumadas y cubiertas de di-
imitar con todos sus movimientos, aunque no con tai» versas clases de plumas.
to poder ; sólo alcanza la posibilidad de m a n t e n e r a M Además,, los pajariílos, con sus débiles, sencillas y
equilibrio. Así, pues, diremos que tal instrumento es s,J
«les armas pueden sostenerse en el aire bajo, que
puesto por los hombres no carece más que del ánf es
denso, y no lo lograrían en las alturas, donde es
del pávaro,. la cual tiene que ser una imitación d e p Sll
til y resiste poco.
rri'a del hombre.
El ánima de los miembros de las aves obedecerá . XCI. PROCUREMOS, NUESTRA VIDA CON LA MUERTE DE
jor, sin duda, a sus necesidades d e lo que lo barí °TROS.—En toda cosa muerta subsiste algo de vida in-
a s i b l e , que reunida al estómago de los vivos recupe-
(1) Desequilibrio de las fuarz*s nsrviona». a
vida sensible e intelectual.
106 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 107

XCIÍ. E L CUERPO DE LOS ANIMALES MUERE Y REIIM XCVI. LA EXISTENCIA DE LA MUERTE Y DEL DOLOR
CE CONTINUAMENTE.—El cuerpo de cualquier ser que se ¡EN E L MUNDO.—Parece que la naturaleza ha sido con
nutre, sin cesar muere y sin cesar renace, porque el I muchos o para muchos animales, antes madrastra
alimento no puede entrar más que en aquellos sitios I cruel, que madre, y para algunos, n o madrastra, sino
donde el alimento anterior se ha consumido, y si se I B madre compasiva.
consumido, ya no tiene vida, ya no existe, y si nc¿«B
le proporciona alimento igual al desaparecido, le fal- XCVÍI. SOBRE EL MISMO TEMA.—¿Por qué no dis-
ta a la vida su valor, y si se le retira el alimento des- puso la naturaleza que n o viviese cada animal a costa
aparece del todo la vida. Pero si se le d a tanto como de la muerte de otro?
pierde durante el día, renace la existencia en la i j La naturaleza, indecisa y complaciéndose en crear
ma proporción, a semejanza de la luz cuando se l a ; $ ^ | | y producir continuamente vidas y formas, porque sabe
menta con el jugo que necesita, y para que luzca; j | H que son aumento de su materia terrestre, es más es-
cesar debe proporcionársele rápidamente por abajo 1$ pontánea y rápida para crear que el tiempo para con-
que por arriba consume y muere, convirtiéndose J B sumir ; pero ha dispuesto que muchos animales se sir-
brillante luz en tenebroso humo, y tal muerte es c | f l van de alimento unos a otros, y no siendo esto suficien-
tinua cuanto continuo sea el humo, y la c o n t i n u i J M te para sus deseos, lanza a veces ciertos vapores pes-
de tal humo es igual a la del alimento. A cada i n s t i B tilentes y envenenados sobre las agrupaciones y multi-
te muere y renace la luz a medida que se la a l i m e n J B plicaciones de animales, y más aún sobre las de los
hombres, que aumentan considerablemente porque n o
XCiíI. CIRCULACIóN DE LA MATERIA.—El h o m b r á H
se los comen otros animales, y suprimidas las causas,
los animales son tránsito y conducto de alimentos, B desaparecen los efectos.
pultura de animales, albergue de muertos, funda de < w
Lo cual quiere decir que esta tierra procura acabar
rrupción, pues se procuran la vida mediante la m u e f B c
-on su existencia cuando desea la continua multiplica-
ajena.
r o n de Sus habitantes.
XCIV. SOBRE EL MISMO TEMA.—Mira la luz y c $ H Por tu ordenada y demostrada razón, los efectos
Su
sidera su belleza. Parpadea y mírala ; lo que de ejH elen parecerse a sus causas : los animales son ejem-
ves no existía antes, y lo que antes existía ya no esjJB plo de la vida del mundo.
¿ Quién es el que lo rehace si el hacedor muere craH
tinuamente ? XCVIH. DESEOS DE DESHACERSE EN LAS COSAS Y
E
M LAS PERSONAS.—La esperanza y el deseo de repa-
X C V . MÁS ACERCA DEL MISMO ASUNTO 1 6 .—AnaJM g a r s e y de volver al primer caso (1) procede del mis-
goras. Todas las cosas proceden de todas las c o s a j J^o modo que las mariposas respecto a la luz, y el horn-
cada cosa se convierte en cada cosa, y todas las c o i H e e que con sus continuos deseos y continuas fiestas
es
vuelven a ser cada cosa, porque lo que constituye | H pera la nueva primavera y el nuevo estío, y el mes
elementos está hecho con esos elementos mismos. I
'*) Al estado primitivo anterior al nacimiento.
108 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS X FILOSÓFICOS 109

venidero, y el año nuevo, pareeiéndole que lo que £1 sentido del olfato se ve obligado por la necesidad
sea llega siempre demasiado tarde. ¡No se da euentjl a concurrir a dicho juicio; el tacto pasa por las perfo-
de que lo que está deseando es su propio aniquilal radas cuerdas (1), y es conducido a aquel sentido, cu-
miento I 9 I yas cuerdas se esparcen con infinitas ramificaciones por
Pero este deseo es la quinta esencia, el espíritu til la piel que rodea a los miembros corpóreos y a las
los elementos, que, al verse encerrado en el alma d e | visceras.
cuerpo humano, desea siempre volver a su mandara™ Las cuerdas perforadas llevan la orden y el senti-
rio. Y has de saber que este mismo deseo es la quintil miento de los miembros oficiales (2), y estas cuerdas y
esencia compañera de la naturaleza, y que el homraM miembros entre los músculos y las costillas ordenan a
es un modelo del mundo. éstas el movimiento, siendo obedecidos, y esta obe-
Y el hombre incurre en la suma insensatez de t r a b á j diencia la efectúan deshinchándose, puesto que al des-
jar siempre para no trabajar, y se le va la vida e s p á l hincharse se acorta la longitud, arrastrando a los ner-
rando disfrutar los bienes con tanto trabajo adquiridos*! vios (3), los cuales, entretejidos en las partículas de los
miembros y penetrando hasta el extremo de los dedos,
XCIX. Los SENTIDOS Y EL ALMA.—El alma residíB líevan al sentido los efectos de su contacto.
al parecer, en la parte juzgadora (1), la cual parece J8B Los nervios y los músculos obedecen a las cuerdas
halle en el sitio donde concurren todos los sentiddjM corno soldados a- su conductor, y las cuerdas sirven al
llamado sentido común (2), y no está toda ella repartijl sentido común como los conductores a los capitanes;
da por todo el cuerpo, como han creído muchos, siri|| así, pues, las junturas de los huesos obedecen a los
toda en ese sitio, puesto que si estuviese toda en todoj nervios, los nervios a los músculos, los músculos a las
y toda en cada parte no sería necesario el instrumental cuerdas y las cuerdas al sentido común, que es el asien-
de los sentidos concurrentes todos a un mismo lugarfl to del alma, y la •memoria, su provisión, y la sensibi-
antes bien, bastaría que los ojos realizasen la misión! lidad, su refrendaria.
de su sentido en su superficie y no enviaran por el cáfi
mino de los nervios ópticos la imagen de las cosas C. MECANISMO DE LA SENSACIóN.—El sentido común
que ven al sentido, pues el alma, por la antedicha raw fs
el que juzga las cosas que le presentan los demás
zón, podría percibirla en la superficie de los ojos. Y, sentidos.
del mismo modo, al sentido de oído le bastaría qüéJJ El sentido común actúa mediante las cosas que le
sonara la voz en la cóncava porosidad del hueso p M | Presentan los cinco sentidos.
dregoso, que está dentro de las orejas, y no se realiza-" Estos actúan mediante los objetos; los objetos en-
ría otro tránsito desde dicho hueso al sentido c o m ú n ! Vl
an su imagen a los cinco sentidos, de los cuales pa-
donde aquélla se aboca, para concurrir al juicio c«jj Sa
n a la sensibilidad o percepción, y de ésta al sentido
mún.
(1) Nervios.
(1) Intelecto. (2) Músculos.
(2) Cerebro. (3) Tendones.
Í1Ü LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS 1 FILOSÓFICOS I/U

c o m ú n ; examinados por éste, pasan a Ja memoria, efi da de la voluntad y del deseo del sentido común, a se-
la cual, según su potencia, permanecen más o merlán mejanza de los oficiales distribuidos por un señor en
tiempo. varias provincias y ciudades, ios cuales obedecen y re-
Los cinco sentidos son estos : ver, oír, palpar, gustaífflj presentan en sus sitios la voluntad de dicho señor. El
y oler. oficial que en un solo caso haya obedecido mejor las
Los antiguos especuladores dedujeron que esa par- órdenes de su señor, hará luego, por sí mismo, en igual
te del juicio concedida ai hombre proceüe de un ins- caso, cosas que no se apartarán de la voluntad de di-
trumento ai cual concurren ios otros cinco, mediante cho señor.
la sensibilidad, y a tal instrumento le llamaron serjjfL Así se ve no pocas veces a los dedos, que apren-
do común, y creían que estaba situado en medio de'¡al diendo con la mayor obediencia, en un • instrumento,
cabeza. Le llamaban sentido común solamente pbffl las cosas que les ordena el juicio, después de aprendi-
que es juez común de los otros cinco senados, esto e s j das tocarán el instrumento sin que ese juicio se cuide
de la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olíalo. ¿aja
de ello. '.:'•'.
sentido común actúa mediante la sensioilidad, que está
Los músculos que mueven las piernas, ¿no realizan
colocada entre él y los sentíaos. La sensibilidad obrM
merced a las imágenes cíe las cosas que hasta ella lle- su misión sin que el hombre lo sepa?
van los instrumentos Superficiales, es decir, ios sentffll
CU. LOS NERVIOS ACTÚAN MUCHAS VECES POR SÍ MIS-
dos que están entre las cosas exteriores y la sensibí.fj
MOS SIN QUE SE LO MANDEN LOS DEMÁS OFICIALES DEL
lidad, y, análogamente, los sentidos actúan medi&nH
ALMA.¡—Esto se advierte claramente, puesto que vemos
los objetos. Las imágenes de las cosas circunstantes p a n
a los paralíticos, a los frioleros y a los ateridos mover
san a ios sentidos, los cuales las trasladan a la s e i H
bilidad o percepción, y ésta al sentido común, d e É H sus trémulos miembros, así como la cabeza y las ma-
donde se fijan en la memoria, en la cual permaníjB nos, sin contar con el ánima, la cual, con todo su po-
cen más o menos tiempo, según sea la importanciájH der, no logrará evitar que tales miembros tiemblen.
el valor de la cosa de que se trata. Lo mismo ocurre con los epilépticos y con los miem-
bros cortados, como los rabos de lagarto.
El sentido más rápido en eí cumplimiento de su rífjM
sión es el de la vista, que es el más cercano al sitio aw& CIII. EL HOMBRE TIENDE A REPRODUCIRSE A SÍ MISMO
la sensibilidad. Los ojos son superiores y jefes pr>uH EN SUS PROPIAS OBRAS.—Defecto grande en los pintores
cipales de los demás sentidos, y sólo de ello h a b l a i M es el de repetir las mismas actitudes, las mismas figu-
mos, prescindiendo de los demás para no alargar 4M ras y colocación de los paños en un mismo cuadro y
asunto. hacer la mayoría de las cosas parecidas a las de su
maestro. Esto me ha producido admiración muchas
CI. Los MOVIMIENTOS AUTOMÁTICOS.—La naturaj|H yeces, porque he conocido algunos que parece que se
za ha dado al hombre músculos oficiales, tractores dJB hubieran retratado al natural en todas sus figuras. En
e
los nervios, que pueden mover los miembros a medí-J Uas se ven las actitudes y los modales de su autor.
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSOFIC05 118
m LEONARDO DE VINCI

sí mismo y ver en qué parte de su cuerpo se diferen-


Sí éste es pronto en el hablar y en los a d e m a h e s j
cia mucho o poco del que hemos dicho digno de ala-
sus figuras tendrán parecida ligereza; si el maestro es ;
banza, y enterado de esto, procure, a fuerza de estu-
devoto, lo mismo parecerán las figuras que pinte, con'l
dio, no incurrir en las "figuras que pinte en las mismas
el cuello torcido ; si el maestro es incapaz, se le asern¿B
diferencias que haya en su persona.
jarán sus figuras, representando la pereza retratada del
Has de saber que se necesita luchar tenazmente con-
natural; si es desproporcionado, lo serán también sus
figuras, y si es tonto, en sus cuadros lo revelará ara- tra esos defectos, puesto que han nacido con el juicio,
p'iamente, pues serán opuestos a las deducciones y dis- •cerque el alma, maestra de tu cuerpo, es la que ha
traídos de lo que hacen : unas figuras mirarán a un crmado tu propio juicio y gustosa se deleita en las
lado, otras a otro, como si estuvieran soñando. De esta obras que se parecen a la que ella hizo al componer
manera los detalles de la pintura corresponden a los su cuerpo. A esto se debe que no haya mujer tan fea—
del pintor. a menos de ser monstruosa—que no encuentre algún
amante.
Habiendo estudiado .muchas veces la causa de tal;|
Así, pues, no te olvides de estudiar las deficiencias
defecto, opino que es cosa de creer que el alma que
que haya en tu persona, y guárdate de reproducirlas
rige y gobierna cada cuerpo es la que forma nuestro
en las figuras qué compongas.
juicio antes de que sea realmente juicio nuestro. Así,
pues, ha organizado la cara entera del hombre corríjáM
le ha parecido que estaría bien : con las narices lar- CV. CONSEJO A LOS PINTORES.—El pintor que tenga
gas, cortas o chatas; ha determinado también su es- las manos groseras las hará iguales en sus cuadros, y
tatura, y es tanta la influencia de semejante juiciiM lo mismo le ocurrirá con cualquier miembro, si no se
que mueve los brazos del pintor y le obliga a copiarse lo impide el estudio. Por consiguiente, tú, pintor, fíja-
a sí mismo, pues cree tal espíritu que así es como h&iM te bien en lo más feo que tengas en tu persona y es-
de pintarse los hombres, y que se equivocan los q u e » tudíalo mucho, puesto que si eres bestial, tus figuras
los hacen de otro modo. Si encuentra alguno que $ # • lo serán también y sin ingenio, y, semejantemente, todo
parezca a su cuerpo, al que dicho espíritu ha formaiP lo bueno y lo malo que haya en ti se reproducirá en
do, le ama, se enamora de él, y esta es la razón de qugj tus figuras.
muchos se enamoren y tomen mujer que se les parel
ce, como los hijos que de ellos nacen se parecen a süi CVI. SOBRÉ EL MISMO TEMA.—Suele suceder que es
^rogenilores. ,™ nuestro juicio el que mueve la mano al crear los con-
tornos de las figuras en varios aspectos hasta que le
satisfacen, porque el juicio es una de las potencias de
CIV. E L INSTINTO NATURAL DEL HOMBRE LE LLEVA A]
nuestra alma, con la cual compone esta la forma del
BUSCARSE A SÍ MISMO EN LAS COSAS Y EN LOS OTROS S'ffll
cuerpo en que habita, según su voluntad, de modo que
RES.—El pintor debe hacer sus figuras guiándose por|
si tener que crear con las manos un cuerpo humano,
las reglas de un cuerpo natural que, generalmente, seai
copia espontáneamente el suyo, el que ella inventó, y
de proporciones laudables; además, debe medirse a?
114 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 115

de ello resulta que los que se enamoran ponen su arrJM sino por líneas tortuosas y reflejas, y son muchas las
en cosas que se les parecen. veces que los más remotos parecen más próximos que
Jos más cercanos, mediante el curso de dichas espe-
CVII. NATURALEZA DE LOS SENTIDOS.—Cuatro s f l cies, aunque la voz del eco sólo por líneas rectas se
las potencias : memoria, inteligencia, juicio y d e s e a ! relaciona con aquel sentido.
Las dos primeras son racionales y las otras sensuales. El olfato menos acierta el sitio donde se produce
De los mismos sentidos, los de la vista, oído y olfato un olor; pero el gusto y el tacto sólo al tocar el objeto
son de poca prohibición; no así el tacto y el gust^SB perciben su contacto.
El olfato lleva consigo el gusto en los perros y otrojí)
animales glotones. CXI. ACERCA DEL TIEMPO.—Aunque el tiempo figu-
ra entre las cantidades continuas, por ser invisible y
CVIIl. PROBLEMA DE LOS SUEñOS.—¿Por qué p e n H sin cuerpo no cae íntegramente bajo la potencia geo-
be la vista más exactamente las cosas en sueños qU#| métrica que lo divida en figuras y cuerpos de infinita
la imaginación cuando estamos despiertos ? variedad, como constantemente se observa en las co-
sas visibles y corpóreas, sino que sólo con sus prime-
CÍX. JUICIOS INCONSCIENTES. — La pupila del oifjB ros principios concuerda, esto es, con el punto y con
cuando se halla al aire, con toda clase de movim.ientojl la línea; el punto en el tiempo puede ser equiparado
del sol, varía de aspecto y de tamaño (1). al instante, y la línea se asemeja a la longitud de una
En cada grado dé magnitud, una misma cosa VÍSOT cantidad de un tiempo, y así como los puntos son prin-
se presentará de distintos tamaños aunque, a veces, la cipio y fin de dicha línea, así son los instantes térmi-
comparación con las cosas que la rodean no permití no y comienzo de cualquier espacio de tiempo dado,
distinguir los cambios de una sola que se mire. y si la línea es divisible por el infinito, no es ajeno a
tal división el espacio de tiempo, y si las partes divi-
CX, ERRORES DE LOS SENTIDOS.—A la distancia d i didas de la línea son proporcionales entre sí, también
bida, y con los debidos medios, los ojos se equivaclj lo son las partes del tiempo.
menos en su oficio que cualquier otro sentido, porql»
sólo ven las líneas rectas que componen la piráffl|
CXII. CONCEPTO DEL TIEMPO.—Escribe la calidad
dede (2), que se constituye en base del objeto y la Hef|
del tiempo separadamente de la geométrica.
a los oíos, como me prononEro demostrar. ..
Pero los oídos se equivocan mucho en cuanto al m CXIII. CONCEPTO DE LA NADA.—El menor punto na-
tío v distancia de sus obietivos, porque las especies | L tural es mayor aue todos los puntos matemáticos, cc-
no llegan a ellos por líneas rectas, como a los ojo$| *no se demuestra recordando que el punto natural es
una cantidad continua y todas las cantidades conti-
(1) Bé dilata o se contrae.
(2) Formada por los rayos luminosos. nuas son divisibles hasta el infinito, y el cunto mate-
(3> Goda» sonora». mático no es divisible porque no es cantidad.
116 LEONARDO DE VINCI

Toda cantidad continua intelectualmente es d i v t t í


ble hasta el infinito.
Entre las grandezas de las cosas que nos rodean, j B
existencia de la Nada tiene el principado. Su misiJB
alcanza a las cosas que no existen y su esencia rejM
de junto al tiempo, entre lo pretérito y lo futuro, fjH
que posea nada de lo presente.
Las partes de la Nada son iguales a su todo, como
el todo a las partes y lo divisible a lo indivisiblej^B A C E R C A DE L A M O R A L
mismo resultado produce su división que su multipfM
cación, y al sumarla o al restarla, como se d e m u e n H
por los aritméticos con su décima cifra, representanM 1. LOS ESTUDIOS DE LEONARDO. — Yo descubro a
de la Nada. Su potestad no llega a las cosas de la r » los hombres el origen de la primera y acaso la segun-
turaleza. da razón de su existencia.
Lo que llamamos Nada sólo se encuentra en el tiem-
po y en las palabras : en el tiempo, entre lo p r e t á B II. PROEMIO DE SU ANATOMÍA.—Tú, que afirmas que
to y lo futuro, sin poseer nada del presente ; en las ' $T es mejor ver practicar la anatomía que examinar tales
labras, entre las cosas que se dicen y no son o son"m dibujos, estarías en lo cierto si fuese posible ver todas
posibles. las cosas que en los dibujos aparecen en una sola figu-
ra, en la cual, con todo tu ingenio, sólo puedes ver y
En el tiempo reside la Nada entre lo pretérito y 1
enterarte de algunas venas, en tanto que para saber de
futuro, sin poseer parte alguna de lo presente, y eral
ellas cierta y completamente, he tenido yo que desba-
naturaleza entre las cosas imposibles. De modo q u |
ratar más de diez cuerpos humanos, destruyendo to-
como queda dicho, no tiene ser, puesto que dohfí
dos los demás miembros, consumiendo en pequeñísi-
existe la Nada se produce el vacío.
mas partículas toda la carne que alrededor de dichas
v
enas había, sin ensangrentarlas más que con el im-
perceptible ensangrentamiento de las venas capilares.
^ o basta un cuerpo solo para tanto tiempo, y era pre-
ciso proceder sucesivamente en varios cuerpos hasta
'°grar el completo conocimiento, y yo lo repetí dos ve-
ces para observar las diferencias.
"i tienes afición a ello, tal vez te la impida el estó-
mago, y si éste no, acaso te estorbe el miedo de estar
ei1
las horas de la noche en compañía de unos cuer-
pos descuartizados y despellejados, de tal modo que
<a
espanto verlos. Y si tampoco cato te lo impide, pue-
10
116 LEONARDO DE VINCI

Toda cantidad continua intelectualmente es divisi.


ble hasta el infinito.
Entre las grandezas de las cosas que nos rodean, Ja
existencia de la Nada tiene el principado. Su misión
alcanza a las cosas que no existen y su esencia resi-
de junto al tiempo, entre lo pretérito y lo futuro, I H
que posea nada de lo presente.
Las partes de la Nada son iguales a su todo, como
el todo a las partes y lo divisible a lo indivisible; el ACERCA DE LA MORAL
mismo resultado produce su división que su multipli-
cación, y al sumarla o al restarla, como se demuestra
por los aritméticos con su décima cifra, representante I. LOS ESTUDIOS DE LEONARDO. — Yo descubro a
de la Nada. Su potestad no llega a las cosas de la na- los hombres el origen de la primera y acaso la segun-
turaleza. da razón de su existencia.
Lo que llamamos Nada sólo se encuentra en el tiem-
II. PROEMIO DE SU ANATOMíA.—Tú, que afirmas que
po y en las palabras : en el tiempo, entre lo pretéri-
to y lo futuro, sin poseer nada del presente ; en las fjm es mejor ver practicar la anatomía que examinar tales
labras, entre las cosas que se dicen y no son o son'jjH' dibujos, estarías en lo cierto si fuese posible ver todas
posibles. las cosas que en los dibujos aparecen en una sola figu-
ra, en la cual, con todo tu ingenio, sólo puedes ver y
En el tiempo reside la Nada entre lo pretérito yJH,
enterarte de algunas venas, en tanto que para saber de
futuro, sin poseer parte alguna de lo presente, y en' 1 '»
«Has cierta y completamente, he tenido yo que desba-
naturaleza entre las cosas imposibles. De modo qujSj
ratar más de diez cuerpos humanos, destruyendo to-
como queda dicho, no tiene ser, puesto que d o n V
dos los demás miembros, consumiendo en pequeñísi-
existe la Nada se produce el vacío.
mas partículas toda la carne que alrededor de dichas
Venas había, sin ensangrentarlas más que con el im-
perceptible ensangrentamiento de las venas capilares.
No basta un cuerpo solo para tanto tiempo, y era pre-
ciso proceder sucesivamente en varios cuerpos hasta
lograr el completo conocimiento, y yo lo repetí dos ve-
ces para observar las diferencias.
Si tienes afición a ello, tal vez te la impida el estó-
mago, y si éste no, acaso te estorbe el miedo de estar
l
-ft las horas de la noche en compañía de unos cuer-
dos descuartizados y despellejados, de tal modo que
Ua
espanto verlos. Y si tampoco esto te lo impide, pue-
10
118 LEONARDO . DE YINCI ESCRITOS LITÉBABIOS Y FILOSÓFICOS 119

de ocurrir que te falte el dibujo bien hecho correspojffl como sea, es cosa divina ; así, pues, déjala que viva
diente a tal caso. ¿n su obra y a su gusto f no quieras que tu ira o tu mal-
Pero si tienes el dibujo y no le acompaña la pe«M dad destruyan una vida, pues, ciertamente, el que no
pectiva, y si le acompaña ésta y carece del orden de la aprecia no la merece.
la demostración geométrica y el del cálculo de , l J 9 T a n a disgusto se separa (el alma) del cuerpo, que
fuerzas y valor de los músculos, acaso te falte la p M creo que su iianto y su dolor no carecen de motivo.
ciencia y rio seas diligente.
De si he tenido yo todo eso o no lo he tenido, los V. EL MÉTODO EXPERIMENTAL Y SUS CONSECUENCIAS
ciento veinte libros que he compuesto darán fe. Para' EN EL PROCEDER HUMANO.—Estas regias son para que
hacerlo no me han estorbado la avaricia ni la n e g U aprendas a distinguir lo verdadero de lo falso, pues así
gencia, sino sólo la falta de tiempo. Vale. es como los hombres se proponen cosas posibles y con
más moderación y para que no te cubras de ignoran-
III. P A S O DE LA ANATOMíA A LA éTICA.—Así, p ú » cia, lo cual influiría en que al no conseguir tu objeto
aquí, en doce figuras enteras te será presentada la CjJM te desesperaras y te pusieras triste.
mografía del mundo menor (i) con el mismo orqlM
que me la enseñó a mí Tolomeo en su CosrnográmM VI. LÍMITES FIJADOS POR Í-EONARDO A LA CIENCIA.—
Por tanto, dividiré aquélla por miembros, como él d 9 Cómo permanecen muchos, mediante ciertos aparatos,
vidió el todo en provincias ; y luego diré la misiónilH bajo el a g u a ; cómo y por qué no escribo mi manera
cada parte, poniéndote ante los ojos la explicación de cíe permanecer debajo del agua, donde puedo estar sin
toda la figura y el valor del hombre en cuanto al rr¡M comer. No publico nada de esto ni lo divulgo, en vis-
vimiento local mediante sus distintas partes. ta del mal carácter de los hombres, los cuales comete-
¡ Así permitiera Nuestro Autor que yo pudiese de|M rían los asesinatos en el fondo de los mares, rompien-
nir la naturaleza de los hombres y sus costumbres lj|| do el fondo de los buques y sumergiéndolos con los
nombres que en ellos hubiera. Aunque enseño otros,
mismo que describe su persona! es
tos no son peligrosos, pues sobre el agua sólo apa-
IV. CONSECUENCIAS éTICAS QUE SE DERIVAN DE i i H rece el extremo de la caña por medio de la cual respi-
ESTUDIOS ANATÓMICOS.—Tú, hombre, que consideras! ran, colocada sobre otras cañas o sobre un corcho.
en este esfuerzo mío las obras admirables de la natUM
VII. CONTRA, LA NIGROMANCIA.—Entre las ocurren-
raleza, si te parece que es cosa nefanda destruirla»!
cias humanas debe ser tachada de estultísima la que
piensa que es nefandísima la de privar de la vida 'm
Procura la credulidad de la Nigromancia, hermana de
hombre, y si opinas que su composición es un artificitf la
Alquimia, paridora de cosas sencillas y naturales,
maravilloso, piensa que no vale nada comparada col
Porque no origina cosa alguna que no se le parezca,
el alma, que en tal edificio habita, y, ciertamente, sea es
decir, que no sea una bobada.
No ocurre Jo mismo con la Alquimia, que es sumi-
(1) La estructura del hombre. 4s
tradora de productos simples de la naturaleza, cosa
120 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 121

que no puede realizar ésta porque carece de instrumená gencia humana resistiría a sus dañinas fuerzas. Los
tos orgánicos con los cuales pueda actuar, como loj tesoros escondidos y las gemas ocultas en el seno de
hace el hombre mediante las manos, con las cualepf la tierra se descubrirían para él. Viajaría llevado por
fabrica vidrio, etc. los aires, de oriente a occidente, y a todos los puntos
Pero la Nigromancia, estandarte o verdadera b a | 9 más lejanos del universo...
dera ondeante, agitada por el viento, es guía de necjjW Pero ¿para qué he de extenderme más? ¿Qué cosa
muchedumbres que de continuo atestiguan con ladriffl puede haber que no se haga con semejante artificio?
dos los infinitos efectos de tal arte, y van llenando l J l Ninguna, excepto la de librarse de la muerte. Y si es
libros, afirmando que los encantamientos y los espiaM cierta, ¿por qué no se queda entre los hombres, que
tus trabajan y hablan sin lengua y sin instrumentos or- tanto lo desean, ya que nada tiene que ver con deidad
gánicos, a falta de los cuales no es posible hablar mi alguna?
soportar pesos enormes, y producen tormentas y HUM Sé que hay infinitos de ellos que para satisfacer un
vias, y convierten a los hombres en gatos, en loboáSH deseo serían capaces de destruir a Dios y a todo el uni-
en otros animales, aunque los más animales son los qu«| verso.
tales cosas afirman. Y si no se quedó entre los hombres, siéndoles tan
Si la tal Nigromancia existiera, como creen los H necesaria, la Nigromancia, es porque no existió nun-
tos de inteligencia, podría afirmarse que no habría'JM ca ni puede existir jamás en parte alguna, según la
la tierra cosa alguna que valiese tanto como ella tf^H definición del espíritu, que es invisible en el cuerpo, y
servir y para perjudicar a los hombres, pues si fuéfB entre los elementos no hay cosas incorpóreas, porque
cierto que con tal arte se tuviera poder para altera||H donde no hay cuerpo está el vacío, y el vacío no se
wX tranquila serenidad del aire, convirtiéndola en apMf presenta entre los elementos, porque pronto lo llena-
riencia nocturna, y producir relámpagos y vientos, con rían éstos.
truenos espantosos y rayos que se deslizaran en la oWM
curidad, y para destruir los edificios más altos ccffl
VIII. D E LOS ESPÍRITUS.—Hemos dicho acerca de
vientos impetuosos, y talar los bosques y golpear a I I
esto que la definición del espíritu es a s í : una poten-
ejércitos con los árboles desarraigados, destruyénqm
cia unida al cuerpo, porque éste no puede regirse por
los y aterrándolos, y además de todo esto, privando lffl
sí mismo ni tomar ninguna clase de movimiento local.
perjudiciales tormentas a los agricultores del premi»
Si afirmas que por sí mismo se rige, te diré que eso
de su trabajo, ¿qué guerra podría hacerse que tarjM
üo es posible entre los elementos, pues si el espíritu es
castigase al enemigo, privándole hasta de sus coJH u
na cantidad incorpórea, esa cantidad se llama vacío,
chas? ¿Qué combates marítimos se librarían que | U
y el vacío no existe eri la naturaleza, y suponiendo que
dieran compararse con los que entablara quien dis$|M vistiese, pronto le llenarían las ruinas del propio ele-
siese de los vientos y destruyera y hundiese cualquier mento en que el vacío se originase.
flota? No hay duda de que el dueño de tan t r e m e n d | | Por consiguiente, de la definición del peso, que dice :
poder sería el amo de los pueblos, y ninguna intell^| (<
La gravedad es una potencia accidental creada por
122 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS ¥ FILOSÓFICOS 123

algún elemento arrastrado o impulsado hacia otró|| X. ACERCA DE si EL ESPíRITU, AL TOMAR CUERPO EN
dedúcese que ningún elemento pesa en e! mismo el$¡ EL AIRE, PUEDE O NO MOVERSE.—ES imposible que el es-
mentó, pero sí en el superior, que es rnás leve, corrí píritu infundido en una cantidad de aire pueda mover-
se ve en una parte de agua, que no es más pesada 1M se en ese mismo aire, y esto está ya expuesto en el
más leve que la demás agua, pero si se la echa al arMj pasaje que dice : «El espíritu aligera la cantidad del
adquiere gravedad, y corno ese peso no puede s o s | H aire en la cual se infunde.» Por consiguiente, ese aire
nerse por sí mismo, le es necesario derrumbarse, y así ascenderá por encima del otro, y el movimiento será
cae en el agua en el sitio que quedó vacío de dkhá producido ppr su levedad y no por impulso voluntario
agua. Lo mismo ocurriría con el espíritu al hallarsa| del espíritu, y si dicho aire se encuentra con el viento,
entre los elementos, que continuamente originarían v a será impulsado por éste y no por el espíritu infundido
cíos de tal elemento donde aquél se hallase, por lo cÚH en él.
sería necesaria su continua escapada hacia el cielo ef
cuanto saliera de entre esos elementos. XI. ACERCA DE SI EL ESPíRITU PUEDE HABLAR O N O . —
Al tratar de s,i el espíritu puede o no puede hablar, es
IX. ACERCA DE SI EL ESPíRITU TIENE CUERPO Etf
raí necesario ante todo definir lo que es la voz y cómo se
LOS ELEMENTOS.—Hemos demostrado que el espí produce. Diremos, pues : La voz es el movimiento del
no puede estar por sí solo entre los elementos sin ci aire al rozar con un cuerpo denso, o de un cuerpo den-
po, ni por sí mismo puede moverse voluntanamei so al rozar con el aire (que es lo mismo). El roce de
no siendo hacia arriba. Ahora diremos cómo tomai /o denso con lo raro condensa a éste y ofrece resisten-
cuerpo del aire semejante espíritu tiene que infum cia, y entonces lo raro Veloz y lo raro lento se conden-
se en aquel aire, porque si estuviese unido (mezcla san por su contacto y producen sonidos y hasta gran-
con él, se tropezaría con dos inconvenientes, es de dísimo estrépito. El sonido, o por mejor decir, el mur-
que aligeraría, haría más leve dicha cantidad de a mullo, lo origina lo raro, que se mueve en lo raro sua-
con lo cual subiría a lo alto y no permanecería er vemente, como la llama, generadora de sonidos en el
el aire más pesado; además, esparcida en éste la ' nx- aire, y el estrépito grandísimo lo producen lo enrare-
tud espiritual, se disgrega, modifica su naturaleza cido con lo enrarecido cuando el más veloz de los dos
a consecuencia de esto pierde su primitiva virtud. penetra en lo enrarecido movible, como la llama de
Añádase el tercer inconveniente,"el de que tal o fuego que sale de la bombarda y percute en el aire, lo
tidad de aire tomada del espíritu y sometida a la$j mismo que la llama que sale de las nubes y percute
netración de los vientos, que desunen y desgarran a el aire al engendrar los relámpagos.
tinuamente las partes unidas de aquel aire, revolví- Diremos, por consiguiente, que el espíritu no puede
dolas y volteándolas en el otro aire. Por consiguien engendrar voz sin que haya movimiento de aire, y co-
el espíritu infundido en ese aire quedaría destroza! rno no tiene aire no puede expulsarlo de sí mismo, y
desgarrado, roto en el despedazamiento del aire en s
i no lo tiene y quiere agitar aquel en el cual está in-
cual estuvo infundido. 1 fundido, es necesario que el espíritu se multiplique, y
124 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 125

no puede multiplicarse no teniendo cantidad, por 1¿| XIV. ESTUDIOS ACERCA DE LA FISONOMíA.—No m e
cuarta razón, que dice : «Nada raro se mueve si noi ocuparé extensamente de la falaz Fisonomía y Quiro-
tiene lugar estable que le facilite el movimiento, y máaf mancia, porque en ello no hay verdad alguna, lo cual
aún teniendo que moverse el elemento en el elemento,', se demuestra con el hecho de que tales quimeras care-
que no se mueve por sí, sino por efusión uniforme del; cen de base científica.
centro de la cosa efundida, como ocurre con las efw Consisten en ver que los detalles de las caras reve-
ponjas cuando las oprimimos con la mano, que estátii lan en parte la naturaleza de los hombres, sus vicios,
bajo el agua y el agua se escapa, se efunde de ella&'l su temperamento ; pero en la cara hay que tener en
hacia todas partes con igual movimiento por las reitíi cuenta:
dijas de la mano que la oprime.» a) Los detalles que separan las mejillas de los la-
¿Tiene voz articulada el espíritu? ¿Puede ser o í d f B bios de la boca, y la nariz de sus ventanillas, y las
¿Qué es oír y ver? Las ondas de la voz van por e } | órbitas de los ojos están a la vista cuando se trata de
aire, como las imágenes de los objetos van a los ojoJM hombres risueños o alegres con frecuencia; los que
apenas tienen tales señales son hombres dedicados a
XII. SOBRE EL MISMO TEMA.—¡ Oh, matemática¡H la meditación.
aclarad ese error ! b) Los que tienen las facciones de la cara con mu-
El espíritu no tiene voz, porque donde hay voz haffl cho relieve o muy profundas son hombres bestiales e
cuerpo, y donde hay cuerpo hay ocupación de situM iracundos, poco razonables.
lo cual impide a los ojos ver las cosas situadas al otrOT, c) Los que tienen muy marcadas las arrugas situa-
lado de tal sitio; por consiguiente, dicho cuerpo l!ení|l das entre las cejas son iracundos.
hI por sí todo el aire circundante, es decir, con su i m a g e | H d) Y los que tienen las arrugas transversales de la
frente muy acusadas son hombres que tienen muchas
XIII. MÁS SOBRE LO MISMO.—No puede haber v f l lamentaciones ocultas o manifiestas.
donde no existe movimiento o percusión del aire ; donH Así se puede decir de otras muchas partes.
de no hay instrumento no puede haber instrumerfj^B Pero ¿ de la mano ? Aunque encontraras numerosí-
incorpóreo. Siendo así, los espíritus no pueden t e ñ e » simos ejércitos muertos a cuchillo en el mismo instan-
ni voz, ni forma, ni fuerza, y si tomaran cuerpo no p<>|B te, no hallarías una arruga de la mano igual en un
drían penetrar ni entrar donde estuviesen las puertas
nombre que en otro, y lo mismo en un naufragio.
cerradas.
Si alguien dijese : «Por e! aire congregado y restríjtJH XV. CONTRA LOS INVESTIGADORES DEL MOVIMIENTO
gido por el espíritu toma éste cuerpos de varias formas,>|l PERFECTO.—El agua que por el río corre es atraída o
y mediante tales instrumentos habla y se mueve coral e
xpulsada, o se mueve por sí misma. Si es atraída,
fuerza», yo responderé: «Donde no hay nervios njfl ^ejor diré, llamada, ¿quién la llama? Si es expulsada,
huesos no puede existir fuerza activa en ningún movajM f quién la expulsa? Si se mueve por sí misma, demues-
miento realizado por los espíritus corporeizados.» tra con ello tener inteligencia, cosa que en los cuerpos
126 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS t FILOSÓFICOS 127

que cambian dé forma constantemente no existe, p | S Jud, cosa \ que lograrás tanto más fácilmente cuanto
que tales cuerpos no tienen conciencia. más te guardes de los físicos (médicos), porque sus
composiciones son una especie de Alquimia, de la cual
X V I . MÁS DE LO MISMO.—El agua, por sí misiílB no hay menor número de libros que de Medicina.
no tiene estabilidad y no se mueve si no descienda™
El agua no se detiene por sí misma si no está c j f l XXIII. FUNCIóN DEL DOLOR EN LA VIDA ANIMAL.—
tenida. En los movimientos del hombre, la naturaleza ha pues-
to delante todas aquellas partes que al ser golpeadas le
XVII. SOBRE EL MISMO TEMA.—¡ Oh, i n v e s t i g a d producen dolor, como ocurre con los fustes de las pier-
res del movimiento continuo! ¡ Cuántos diseños inijraj nas, la frente y la nariz; y lo hizo así paia la mejor
les habéis hecho en vuestra investigación ! Podéis j u i | conservación del hombre, puesto que si no estuviese
taros con los buscadores de oro. ' dispuesto que sufriera tales dolores en esos miembros,
los muchos golpes que éstos recibirían habrían de ser,
XVIII. ADVERTENCIA.—No se desea saber lo inrrpf ele seguro, causa de su destrucción.
sible.
X X I V . P O R QUé NO SIENTEN DOLOR LAS PLANTAS.—
XIX. CONTRA LAS CIENCIAS OCULTAS.—¡ Q u i e r e ' ^ B Si la naturaleza ha ordenado las molestias en los se-
cer milagros ! Con menos que los demás h o m b r e s l j H res vegetativos con movimiento (en los animales), para
tranquilos, los que aspiran a enriquecerse en un dff.' conservarles los que con dicho movimiento podrían des-
vivirán mucho tiempo en la mayor pobreza, como 0 § H gastarse y estropearse, en cambio respecto de los se-
rre y ocurrirá eternamente a los alquimistas, a l o s q f l res vegetativos sin movimiento (árboles y plantas) que
tratan de producir oro y plata y a los ingenieros q f j no tienen que golpearse, ni se les pone delante nada,
pretenden que el agua muerta se dé vida motora | ] 9 no sienten molestia, ya que no es necesaria, y por esto
misma, con movimiento continuo, y a los muchos'JM aunque se rompan no sufren dolor como los animales.
tultos nigromantes y hechiceros.
XXV. INFLUENCIA DE LAS PASIONES EN LA CONSER-
X X . CONTRA LOS MéDICOS. — Se elige a alguniS VACIóN DE LA VIDA.—La lujuria es causa de la genera-
hombres para curar enfermedades que les son dese| ción.
nocidas. La gula es mantenimiento dé la vida.
El miedo o el temor es prolongación de la vida.
X X I . CONTINÚA.—Todos los hombres desean h* El dolor es lo que salva a los miembros.
cer dinero para dárselo a los médicos, destructores JH
vidas. X X V I . VALOR Y MIEDO.—Así como el valor es pe-
Por consiguiente, tienen que ser ricos. 'Sro para la vida, el miedo es garantía de ésta.

XXII. CONTINÚA.—Ingeníate para conservar la ffl XXVII. E L CUERPO ES EL ESPEJO DEL ALMA. — El
ESCRITOS ¡LITERARIOS Y i'ILOSÓUCOS 129 I
128 LEONARDO DE VINCI

] a fuga del tiempo, culpándole de exceso de rapidez,


que desee ver cómo vive el alma en el cuerpo, obseijH y sin darse cuenta de que es de suficiente p a s o ; la
cómo emplea ese misr o cuerpo su cotidiana h á b i l » buena memoria que la naturaleza nos ha dado hace
ción, es decir, que si está desordenada y revuelta, r # que todas las cosas que pasaron hace mucho tiempo
vuelto estará el cuerpo regido por su alma.
nos parezcan presentes a ú n .
X X V I I I . INDEPENDENCIA DEL ALMA RESPECTO A I X X X V . ILUSIONES DE LA MENTE Y DE LOS SENTI-
MATERIA CORPÓREA.—El alma no puede corromporse 9 DOS.—Nuestro entendimiento no juzga las cosas he-
la corrupción del cuerpo, pero hace lo mismo q u d ^ B chas a diferentes distancias de tiempo en sus debidas
viento, causa de los sonidos del órgano, que si estnM y propias distancias, porque bastantes cosas ocurridas
pea un tubo no resulta bien el efecto a causa del vatí^B muchos años atrás parecen propincuas e inmediatas a
lo presente, y muchas cosas próximas parecen anti-
X X I X . LA MEMORIA.—Todo daño se recuerda ccfl guas, como la antigüedad de nuestra juventud; así les
disgusto menos el daño supremo, es decir, la muerte, ocurre a los ojos con las cosas distantes, que cuando
que mata el recuerdo juntamente con la vida. están iluminadas por el sol parecen muy cercanas a
' • I los ojos, y, én cambio, muchas cosas próximas pare-
X X X . E L ESPÍRITU ES DOMINADOR.—Nuestro c i p cen distantes.
po está sometido al cielo y el cielo está sometido!
espíritu. ,._ XXXVI. L A MEDIDA DEL TIEMPO.—No nos faltan
maneras de repartir ni de mentir nuestros míseros días,
X X X I . RAZÓN Y SENTIDO.—Los sentidos son terrijH que aún debe agradarnos no malgastar ni pasar en
tres y la razón está fuera de ellos cuando contemplH vano sin algún motivo de elogio y sin dejar, recuerdo
de uno mismo en la memoria de los demás mortales,
X X X I I . SENTIMIENTO Y MARTIRIO. — ¿Dónde h i f l para que nuestro mísero paso no transcurra en vano.
más sentimiento? En los mártires, grandes mártiraH
X X X V I I . LA VIDA VIRTUOSA.—La edad que vuela)
X X X I I I . LA VIRTUD ES EL VERDADERO RíEN DE i j B
transcurre calladamente y engaña a los demás ; nada
HOMBRES.—No se pretenda riqueza de la que puffiH
uay más veloz que los años, y el que siembra la virtud,
perderse ; la virtud es nuestro verdadero bien, y el n j f l
jor premio de quienes la poseen ; no les a b a n d o n a j M hombradía recoge.
menos de que pierdan también la vida ; los vestid¿MH X X X V I I I . EPIGRAMA.—¡Oh, durmiente! ¿Qué es
las riquezas externas le mantienen en constante ternoH e
i sueño? El sueño tiene semejanza con la muerte. ¿Por
y frecuentemente dejan burlado a su poseedor cuan<j| ^ué no haces ahora de manera que después de muer-
las pierde. to parezca que estás perfectamente vivo, ya que vi-
viendo por medio del sueño te asemejas a los pobres
X X X I V . L A BREVEDAD DEL TIEMPO ES UNA ILUSIóN
Puerros?
DE LA MENTE.—Sin razón se lamentan los hombres Cf
130 LEONARDO DE VINO. ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 131

X X X I X . E L INSTANTE ES FUGAZ.-—El agua • q u e ' * Tales censores se callan que ese es el modo de cono-
cas del río es la última de la que se fué y la primeij cer al creador de tantas maravillas y que esa es la ma-
de la que llega. Así es el tiempo presente. nera de amar mucho a su Inventor. Porque, en reali-
dad, el amor grande nace del perfecto conocimiento
X L . NOBLEZA DEL TRABAJO.—La vida bien e m p i a de la cosa que se ama, y si no la conoces, poco o nada
da es larga. podrás amarla, y si la quieres por el bien que de ella
esperas y no por su mucha virtud, haces como el pe-
XLI. LA VIDA LABORIOSA.—Así como un día biel rro, que menea la cola y hace fiestas irguiéndose ante
empleado facilita un sueño tranquilo, una vida ei el que puede darle un hueso. Pero si conociese la vir-
pleada bien proporciona un tranquilo morir. tud de aquel hombre le querría mucho más, si tal vir-
tud estuviese en su propósito.
X L i l . E L TIEMPO DESTRUCTOR.—¡ Oh, tiempo, coiií
sumidor de las cosas !. ¡ Oh, envidiosa antigüedad ! ÍM XLIV. PLEGARIA.—Te obedezco, Señor, en primer
destruyes todq, consumes todas las cosas, con los djíl lugar, por el amor que lógicamente debo consagrarte,
ros dientes de la vejez, dándoles muerte poco a poctíl y en segundo, porque sabes acortar o prolongar la vida
Elena, cuando se miraba al espejo, al ver las m a n de los hombres.
. chitas arrugas de su cara, producidas por la vejez, llora
y pensó para sí por qué había sido raptada dos veces! X L V . ORACIóN.—¡ Tú, oh Dios, nos vendes todos
¡ Oh, tiempo, consumidor de todas las cosas ! ¡ 01» los bienes al precio de nuestras fatigas! ¡
envidiosa antigüedad, por la cual todas las cosas sójjj
consumidas! ,'""
X L V I . CONTRA LOS MALOS RELIGIOSOS.—Muchos
XLÍÍI. ACERCA DE LOS QUE CRITICAN,A LOS QUE m
ponen tienda para engañar a la necia multitud, y si
BUJAN EN LAS FIESTAS Y A QUIENES ESTUDIAN LAS O B R A |
alguno descubre sus engaños, le castigan.
DE DlOS.—Entre el número de los estultos hay eiertf
grupo llamado de «hipócritas)), que continuamenie esj XLVI I. MÁS DE LO MISMO.—Frailes fariseos, san-
tudian la manera de engañarse a sí mismos y a los d<£L tos quieren llamarse;
más, pero más a los demás que a sí misinos, aunquw
en realidad más se engañan ellos que lo que engañaffl X.LVIIÍ. T O D O ESTÁ DICHO.—No puede escribirse
a los otros. Son los que reprenden a los pintores qiílf fiada en busca de algo nuevo.
estudian los días de fiesta todo aquello que correspbifl
de al perfecto conocimiento de todas las figuras e r e » XLIX. COMPARACIóN DE LA PACIENCIA.—La pacien-
das por la naturaleza y solícitamente se ingenian par^| t a responde a las injurias del mismo modo que los
adquirir dicho conocimiento hasta donde les sea pó'i Paños al frío, puesto que si multiplicas tus paños con-
sible. tarme a la multiplicación del frío, este frío no te mo-
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 133
132 LEONARDO DE ViNCI

tengan ante ellas, admirados, los hombres para con-


leslará. Análogamente, la paciencia crece ante las in¿
templar sus perfecciones.
jurias grandes, y así éstas no pueden ofender tu per¿
Sarniento. LII. SENTENCIAS, REFRANES Y SíMBOLOS.

L. CONSEJOS A LOS ORADORES.—Las palabras q u e Nada hay más temible que la mala fama.
no agradan al oído del oyente, le producen tedio o des- La mala fama es consecuencia de los vicios.
agrado.' Muchas veces verás, en prueba de esto, audi- * * *
tores que bostezan mucho. Así, pues, tú que hablas Comparación : Un jarrón, crudo, roto, se puede arre-
ante los hombres, de quienes esperas benevolencia, glar ; cocido, no.
cuando veas ese prodigio de desagrado abreviaf^B * * *
charla o cambia de asunto. Si no lo haces así, en v i l El vacío nace cuando muere la esperanza.
del deseado favor sólo adquirirás odio y enemistades, * * *
Y si quieres ver a alguien satisfecho sin oírle hablar,
No siempre lo bello es bueno... En este error incu-
cambia de tema varias veces, cambiando de razoraH
mientos, y cuando le veas que está atento, que no bos- rren los oradores brillantes, que no dicen ninguna
teza ni arruga las cejas o hace algo por el estilo, pue- sentencia.
des estar seguro de que aquello que hablas es lo q H
El que quiere ser rico en un día es ahorcado en un
más le agrada.
año.
LI. CONSEJO, POBREZA Y JUICIO.—He aquí una cojM Para la ingratitud es frágil el recuerdo de los bene-
que cuanto más se la necesita más se niega : el c d M
ficios recibidos.
sejo, que siempre lo escuchan de mala gana los q S * »- *
más lo necesitan, es decir, los ignorantes.
Reprende a tu amigo a solas y elogíale en público.
He aquí otra cosa que cuanto más se la teme y l
* * •
huye de ella, más se aproxima : la pobreza, que c u | H
to más quieras alejarte de elia, más mísero te h a r á J H Quien teme al peligro no perece en él.
más sin descanso. * * *
Cuando una obra es pareja con el juicio que de ella Igual es el daño que no me perjudica que el bien
se forma, no es buena señal para dicho juicio; c u a n J B °!Ue no me aprovecha.
la obra le supera, pésima señal, como sucede en } 9 * * #
que se asombran de haberlo hecho tan bien ; y cuáiM Quien ofende a otro no está seguro.
do el juicio supera a la obra es señal perfecta si se n H * * *
ta de un joven, pues en tal disposición será un trabajM
dor excelente sin duda, pero producirá pocas obras. No mientas sobre cosas pasadas.
En cambio, éstas serán de calidad, y harán que se deffl * * •
11
134 LEONABDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 135

La estulticia es el escudo de la mentira, como l a No se puede poseer mayor o menor señorío que el
desvergüenza lo es de la pobreza. de sí mismo.
* * *
Donde hay libertad no hay reglas. Quien piensa poco yerra mucho.
* * * * * *
Más fácilmente se contesta al principio que al fin.
Una cosa que cuanto más la necesitamos la esti-
mamos menos es el consejo.
* * * No hay consejo más leal que el que se da en los bar-
cos que están en peligro.
Harás muy mal si elogias y peor si censuras las
cosas que no entiendas bien. * * *
* » * Tema el perjuicio el que se guíe del consejo de los
jóvenes.
Se te helarán las palabras en la boca y harás gela-
tina de Mongibello (nieve). ( N o puede haber belleza y utilidad? Eso se ve en
las fortalezas y en los hombres.
La amenaza es el arma del amenazado. * * *
* * « El que no teme sufre muchos perjuicios y se arre-
Pide consejo a quien se corrija bien a sí mismo. I piente a veces.

Si tuvieras el cuerpo como la virtud, no cabrías en


La justicia exige poder, inteligencia y voluntad, y *« el mundo.
asemeja al rey de las aves. * * *
* * * 'm Donde entra la ventura, la envidia pone asedio y la
El que no castiga el mal, incita a cometerlo. ataca; cuando se marcha deja dolor y arrepentimiento.
* * * * * *
Al que coja la culebra por el rabo, le morderá elU- Las bellezas y las fealdades parecen mayores cuan-
do se compara a las unas con las otras.
* * #
Al que cava la fosa se le derrumba ésta encirrMuH Pocas veces se cae el que anda bien.
* * * * * *
El que no refrene su voluptuosidad puede juntó! ¡ Oh, pobreza humana ! ¡ De cuántas cosas te haces
con los animales. Relava por dinero!
* # *
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ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 137

Muy perjuidicial es que la opinión se adelante a la El árbol se venga con su caída del que lo corta.
obra. * « *
* * *
Lo mismo vale hablar bien de un malvado que mal La hiedra tiene larga vida.-
de un hombre bueno. * * *
* * * Para el traidor, la muerte es vida, porque si se vale
La verdad logra que la mentira atormente a las Ie| de otros medios no logra que le crean.
guas embusteras. * * *
* * *
Constancia: no el que comienza, sino el que per-
El que no aprecia la vida, no la merece.
* * * severa.
* # #
Las cosas bellas cuando son mortales pasan y; Los obstáculos no me estorban.
duran. El rigor vence todos los obstáculos.
No se vuelve atrás quien fía en su estrella.
Con la fama al brazo huye el cansancio casi a,
condidas. Lili. LA VERDAD.—El fuego destruye la mentira, es
* * * decir, los sofismas, y restituye la verdad, ahuyentan-
El oro en barras se afina en el fuego. do las tinieblas.
El fuego debe ser considerado como consumidor de
todos los sofismas, descubridor y demostrador de ver-
Lanzadera : tanto he de moverme, que la tela q |
dades, porque es luz que ahuyenta la obscuridad, ocul-
dará terminada.
tadora de toda esencia.
El fuego destruye todos los sofismas, es decir, el
Todos los entuertos pueden enderezarse.
engaño, y sólo mantiene la verdad, esto es, el oro.
* * *
Al fin, la verdad no puede ocultarse; es inútil la
Con poca cosa se produce daño grande. simulación.
1
* * * La simulación queda frustrada ante los jueces.
Con las pruebas se conoce el oro fino. La mentira se pone careta.
* * * Nada se oculta bajo el sol.
El fuego es empleado por la verdad, pues destruye
Según sea el golpe será la huella. sofismas y embustes y las caretas de la falsedad y la
* * * mentira, que ocultan lo verdadero.
El muro se le cae encima al que lo descalza. LIV. Los BUENOS HECHOS.—Antes privado de mo-
* * # vimiento que cansado de gozar, primero le faltara el
movimiento que el goce.
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Antes muerte que cansancio. No me harto de sdffl Apenas aparece la virtud, engendra la envidia hacia
vir ; no me sacio de gozar. ella. Antes habrá cuerpo sin sombra que virtud sin en-
No tocias las obras me cansan. vidia.
Manos en las cuales caen como nieve ducados y pfH
dras preciosas no se cansan de servir ; pero tal servicio LVII. LA FAMA.—La Fama sube al cielo porque las
sólo tiende a su utilidad y no a nuestro proposito. Así?; cosas meritorias son gratas a Dios; la infamia ha de
me lo ordena la Naturaleza, naturalmente. representarse de arriba a abajo, porque todos sus ac-
tos son contrarios a Dios y hacia el infierno se ende-
L V . L A INGRATITUD.—El leño alimenta el fuego que;
le consume. rezan.
Cuando sale el sol, que desvanece las tinieblas paraí La Fama hay que pintarla con todo el cuerpo lleno
todos, tú apagas la luz que las desvanecía para ti p a r - | de lenguas en vez de plumas, y con figura de ave.
ticularmente, con arreglo a tu necesidad y comodidad.
LVIII. PLACER Y DOLOR.—Si el Placer está con el
LVJ. LA ENVIDIA.—La envidia ofende con la t e n l B Desagrado, hay que representarlos con un mismo tron-
brosa infamia, esto es, con la difamación que espaf|B co, pues nunca se hallan separados; se los pintará vol-
ta a la virtud. viéndose la espalda, pues son contrarios uno a otro,
La envidia se representa haciendo la higa hacia e l | pero con el mismo cuerpo, toda vez que tienen el mis-
cielo, porque si pudiese emplearía su fuerza c o n t f » mo origen, puesto que la base del placer son el cansan-
Dios. Píntala con la careta en la cara haciendo señaJB cio y el desagrado, y el origen del desagrado son los
de agrado ; píntala ofendida a la vista de palmas y ollfl placeres lascivos y variados. Pintadle 'con la caña en
vos, píntala la oreja atravesada de mirto y de lauréH la mano derecha, caña hueca y sin resistencia, cuyos
para expresar que el triunfo y la verdad la mortihcanJM pinchazos son venenosos. Colócanse las cañas en I os-
Pon muchos rayos saliendo de su boca, para signiñcMH cana para sostener los lechos, con lo cual se da a en-
sus malas palabras. Hazla delgada y seca, porque tender que en éstos se hacen los sueños vanos y se con-
siempre está en constante desfallecimiento; ponle €*• sume gran parte de la vida ; que allí se pierde mucho
corazón encarnado de una serpiente hinchada. Ponle tiempo útil, como el de las mañanas, cuando la men-
un carcaj y flechas de lengua, porque a menudo ofer|M te está fresca y descansada y el cuerpo apto para reco-
de con ellas. Píntale una piel de leopardo, por aquello ger nuevo cansancio; allí se disfrutan muchos place-
cíe que este animal, por envidia, mata al ieón engañárj|H res vanos y se imaginan con la mente cosas imposi-
dolé. Ponle en la mano un jarrón lleno de flores que bles y aquellos placeres del cuerpo que a veces son
esté también Heno de escorpiones y de sapos y otrClM causa de que se pierda la vida. Por esto se ponen las
bichos venenosos. Ponía cabalgando en la Muerte, cañas como sostén.
porque la envidia, si no muere, nunca se d e s m a y a ; !
píntale las bridas cargadas de armas diversas, p o r q ü e |
LIX. INFERIORIDAD FISIOLóGICA DEL HOMBRE.—He
todas son instrumentos de la muerte.
observado en la composición del cuerpo humano que,
140 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS UTKBABIOS ¥ FILOSÓFICOS» 141

como en todas las de los animales, tiene los más obtu- rosos), y tal cosa sólo ocurre entre los animales rapa-
sos y groseros sentidos; así está compuesto de instru-
ces, como en la especie leonina, leopardos, panteras,
mentos que carecen de ingeniosidad y de lugares in-i
IODOS, gatos y otros por el estilo, que algunas veces se
capaces para recoger la función de los sentidos.
comen a sus hijos.
En la especie leonina he visto que el sentido del ol- i^ero tú, además de los hijos, te comes al padre, a
fato ocupa parte de la substancia del cerebro y baja
la madre, al hermano, a los amigos, y como aún no
por las narices, receptáculo apropiado para el sentido|
te basta, vas a cazar por las otras islas, cogiendo a los
del olfato que penetra por entre gran número de bolsas ;
aemás hombres, y a éstos, medio desnudos de testícu-
cartilaginosas, con muchos conductos que van a paraíij
los, los haces engordar y te ios tragas. Pero ¿no pro-
al antedicho cerebro. Los ojos de la especie leonina
duce la naturaleza simples (vegetales) en cantidad su-
tienen por receptáculo gran parte de la cabeza, y los
ficiente para que te sacies? Y si no te basta con los
nervios ópticos se unen inmediatamente al cerebro. En
simples, ¿no puedes hacer con su mezcla infinitos
los hombres ocurre lo contrario, porque la caja de los
ojos es sólo una parte pequeña de la cabeza, y los neísl compuestos, según escribió Platina y los demás auto-
vios ópticos son delgados, largos y débiles, y por su dejl res de guia?
bilidad ven poco de día y menos de noche, en tant^M
LXí. CLASIFICACIóN DE LEONARDO. — Hombre. La
que los antes mencionados animales ven más de nojH
descripción del hombre comprende a los que casi son
che que de día, y la prueba de ello está en que r o b a d !
tie su misma especie, como zambos, monos y otros pa-
de noche y duermen de día, lo mismo que las avdjm
recidos, que son muchos.
nocturnas.
LXII. E L HOMBRE COMO ANIMAL. — E L andar del
17
L X . Su INFERIORIDAD ÉTICA .—Ya que has desctiM hombre. El modo de andar del hombre es por el es-
to al rey de los animales—mejor diría yo al rey de láffl tilo del andar universal de los animales de cuatro pies,
bestias, de las cuales eres tú la mayor—•, ¿por qué ncfl Puesto que así como éstos mueven sus pies cruzados,
a
le has matado para que luego pudieran darte sus hiffl la manera del trote del caballo, así el hombre mue-
y
jos a beneficio de tus tragaderas, con las cuales haSJH e sus cuatro miembros en cruz; esto es, si adelanta
e
intentado convertirte en sepultura de todos los anJ|M * pie derecho para andar, adelanta al mismo tiempo
e
males ? ' brazo izquierdo, y así sucesivamente.
Mucho más diría si se me permitiese decir la verdaqsH
LXIII. D E LOS ANIMALES AL HOMBRE HAY UN TRáN-
Pero no nos salgamos de las cosas humanas diciendo s
iTo LENTO.—Hay que hacer un tratado especial con la
una infamia tremenda que no ocurre entre los anima-
descripción de los movimientos de los animales de
les terrestres, ya que entre ellos no los hay que coman Ct
¡atro pies, entre los cuales se encuentra el hombre,
a otros de su misma especie, si no es por carencia de
^ e también en su infancia a n d a en cuatro píes.
cerebro, de cordura (pocos entre ellos y sus madres,
como entre los hombres, aunque no sean tan nume- L.XIV. L A EVOLUCIóN DE LA MODA.—Algunos días
14* LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 143

recuerdo haber visto, durante mi niñez, que los horn- j e mandé cortar dos camisas, un par de calzas y un
bres, pequeños y altos, llevaban todos los bordes de sus jubón, y cuando puse el dinero a un lado para pagar
vestidos estampados por todas partes, así por la cabe- todas estas cosas, me lo robó de la escarcela, y no fué
za como por los pies y por los lados, y esta invención posible que lo confesara, aunque yo estaba seguro.
gustaba mucho en aquella época. Cuatro liras.
Luego vi que el calzado, los gorros, las escarcelas, Al día siguiente fui a cenar con Jaime Andrés, y
las armas—que se usan para agredir—, los cuellos de el tal Jaime cenó por dos e hizo destrozos por cuatro,
los vestidos, los extremos de los jubones, las colas de puesto que rompió dos botellas, derramó el vino y aca-
los vestidos, y, por último, hasta la boca de los que bó por comerse mi cena.
querían parecer bellos se adornaban con largas y agu- ítem. El 7 de septiembre robó un garfio que valía
das puntas. doce sueldos a Marcos, que estaba conmigo. El garfio
En la época siguiente empezaron a crecer las man- era de plata y se lo quitó de su escritorio, y después
gas, y eran tan grandes que cada una de ellas era ma- de buscarle mucho Marcos, lo encontró escondido en
yor que la r o p a ; luego empezaron a subir los vestidos, la caja de Jaime. Una lira y dos sueldos de lira.
alrededor del cuello, tanto que cubrían toda la cabeza; ítem. El 26 de enero siguiente, cuando estábamos
luego empezaron a desnudarlo de tal modo que el paño en casa del señor Galeazzo, de San Severino, prepa-
no podía sostenerse en los hombros porque no descan- rando la fiesta de su torneo, y cuando se desnudaban
saba en ellos. unos palafreneros para probarse unos trajes de hom-
Más tarde se alargó la ropa de manera que los hom- bres rústicos que en dicha fiesta figuraban, se acercó
bres llevaban los brazos cargados de paño para no pJ' Jaime a la escarcela de uno de ellos, que estaba enci-
sarlo con los pies; después se empobrecieron, hasta ma de la cama con varias ropas, y le quitó el dinero
el extremo de que iban vestidos hasta las c a d e r a ^ B que tenía dentro. Dos liras y cuatro sueldos de lira.
hasta los codos, con ropas tan estrechas que muchos Ítem. Habiéndome dado el maestro Agustín de Pa-
sufrían grandes martirios al ponérselas y a otros se les vía en su casa una piel turquesca para hacerme u n
estallaban por abajo. Llevaban los pies tan oprimidos Par de zapatos, el mismo Jaime, pasados unos meses,
que se les montaban los dedos, unos sobre otros, y 9 ^ e la robó y se la vendió a un zapatero remendón
les llenaban de callos. Por veinte sueldos, dinero con el cual, según me con-
' e só él mismo, compró anises y confites. Dos liras.
LXV. JAIME, DISCíPULO DE LEONARDO 18
. — El día ítem. Más a ú n ; el 2 de abril dejó Juan Antonio un
23 de abril de 1490 empecé este libro y volví a e f l Garfio de plata encima de un dibujo suyo, y Jaime se
zar el caballo. '° robó. Valía 24 sueldos. Una lira y cuatro sueldos.
Jaime vino a mi lado el día de la Magdalena &e El primer año : una capa, dos liras ; seis camisas,
c
¡490, cuando tenía diez años. ^atro liras; tres jubones, seis liras; cuatro pares de
f i z a d o , siete liras y ocho sueldos de lira; un traje
l
Ladrón, embustero, terco, glotón.-—El segundo <||J °i"rado, cinco liras ; veinticuatro pares de zapatos, seis
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 145
144 LEONARDO DE VINCÍ

Si yo le enviaba a Lorenzo a pedirle trabajo, él se


liras y cinco sueldos; un gorro, una lira; cintas, agu. enfurecía, diciendo que no quería tantos maestros por
jetas... una lira. encima dé él y que su trabajo era para el guardarropa
de Vuecencia. Pasaron dos meses y siguió lo mismo,
L X V I . LEONARDO ANALIZADOR DEL H O M B R E . — T o - v un día encontré a Juan Nicolás, el del guardarropa,
dos los males que hay y que hubo puestos en obra por y le pregunté si el tudesco había acabado la labor para
éste no bastarían a satisfacer los deseos de su alma 11 Magnífico, y me dijo que no había nada de ello,
inicua. Aun disponiendo de mucho tiempo, no podría núes sólo le habían dado a limpiar dos escopetas. Más
yo describiros la naturaleza del hombre. larde, cuando le mandé llamar, dejó la tienda y per-
dió mucho tiempo en hacer otro torno y limas y otras
LXV1I. FRAGMENTO DE UNA CARTA A JULIáN DE M é - Herramientas para tornillos, y hacía molinetes para re-
DICIS 19. — Tanto me he alegrado, ílustrísimo Señor torcer seda, escondiéndolos cuando alguno de los míos
mío, de la deseada adquisición de vuestra salud, que entraba, diciéndole mil blasfemias y vituperios, de tal
casi se ha alejado de mí mi enfermedad. Pero siento modo que nadie en mi casa quería volver a entrar.
mucho no haber podido satisfacer los deseos de Vue- Al fin he averiguado que ese maldito Juan de los
cencia a causa de la maldad de aquel alemán embus- espejos es el que lo ha hecho todo, por dos razones :
tero, por quien no dejé de hacer cosa que pudiera agra- primera, porque dice que mi llegada le ha quitado la
darle, en mi opinión. Y, además, le invité a vivir con- conversación de Vuestra Señoría... Y segunda, porque
migo, porque así vería yo a todas horas su trabajo y le dice que le conviene la estancia de esos hombres...
corregiría fácilmente los errores en que incurriera, y para hacer los espejos. Y esto me ha demostrado que,
además aprendería la lengua italiana para poder ex- además de enemistarle conmigo, le ha obligado a ven-
presarse fácilmente sin necesidad de intérprete, y l e der todo lo suyo y a dejarle su tienda, donde trabaja rfo 1
di siempre, antes de tiempo, su dinero. Luego pidió &*.•'»•
con muchos obreros haciendo espejos bastantes para
modelos, bien terminados, de madera, como los que enviarlos a las ferias.
él había de hacer de hierro, y quería llevárselos & jm
tierra. Yo me negué, diciendo que le daría dibujados
la altura, la anchura y el espesor, además de la figura LXVIII. ¿CON QUÉ CONFIANZA PUEDEN ESPERAR EN
de lo que tenía que hacer, y por esto quedamos diS' EL PREMIO DÉ SU VIRTUD LOS MÍSEROS ESTUDIOSOS?—
gustados. En este caso sé que adquiriré no pocos enemigos, pues-
La segunda cosa fué que se hizo otra tienda, y to*' to que nadie creerá lo que yo pueda decir de él, por-
no, e instrumentos, y allí dormía y trabajaba p a r a que son pocos aquellos a quienes sus vicios desagra-
otros ; luego se iba a dibujar con los Suizos de la Gua r ' dan, pues sólo desagradan a los hombre sopuestos por
dia, donde hay tanta gente desocupada, en lo cual l eS naturaleza a tales vicios.
ganaba a todos. Las más de las veces se iba con do Muchos odian a sus padres y renuncian a la amistad
o tres de ellos, con escopetas, a matar pájaros para 1°9 de lo» que censuran su» defectos, y no quieren ver cjem-
vejestorios, y aquello duraba hasta la tarde.
146 LEONARDO DE VINfil ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 147

píos contrarios a éstos ni recibir consejo humano'IM to, he llegado a esta conclusión : mal es que sean ene-
guno. migos, pero peor si son amigos.
Si encontráis alguno virtuoso y bueno, no le alejéis
de vuestro lado; honradle, para que no tenga que irse L X X . FRAGMENTO DE UNA CARTA. — Conozco uno
i y refugiarse en los eremitorios, en las espeluncas -m
otros parajes solitarios para librarse de vuestros enga-
que por haberse prometido de mí cosas menos que de-
bidas, al quedar frustrado su presuntuoso deseó ha in-
ños ; si halláis alguno de éstos honorable, pues éllM tentado quitarme todos mis amigos, y viendo que eran
son vuestros dioses terrenales y merecen que les erijáis discretos y no accedían ligeramente a su pretensión, me
estatua. amenazó diciendo que en cuanto encuentre de qué acu-
Pero también os advierto que no os comáis sus imá- sadme me privará de mis bienhechores. Por esto se lo
genes, como en alguna región de la India ocurre aún";1' digo a Vueseñoría, para que cuando aquél quiera sem-
que cuando las imágenes obran algún milagro, se- brar sus acostumbrados escándalos, no halle el terreno
gún ellos, los sacerdotes las parten en pedazos (si s J H propicio para recibir las ideas y los hechos de su mala
de madera) y se los dan a todos los del pueblo, n o ! » H condición. Que cuando intente valerse de Vueseñoría
remuneración. Cada cual raspa un trozo para echar como instrumento de su malvada e inicua condición,
las raspaduras en lo primero que come, y así tienen vea frustrados sus propósitos.
por acto de fe el de haberse comido a su santo cre-
yendo que éste los librará luego de todos los peligros zo.
¿ Qué te parece, hombre, de esa especie tuya ? ¿ Eres
tan sabio como te figuras ? ¿ Son éstas cosas que deban
V •\;.¡l¡
hacer los hombres?
*•'«!
LXIX. DIáLOGO ENTRE EL CEREBRO Y EL E S P í R I »
QUE EN ÉL VIVÍA.—El cual espíritu vuelve a encontrar
al cerebro de donde había salido; en voz alta le d u H
estas p a l a b r a s : «¡Oh, feliz, venturoso espíritu! ¿)SH
dónde saliste?» Mal de mi grado, tengo bien r.onociaM
a este hombre. Es un refugio de villanías, es un veJM
dadero montón de ingratitudes enormes, en compañía
de todos los vicios.
Pero ¿a qué he de cansarme con palabras? Los rpIfB
yores pecados sólo en él se hallan. Y si entre ellos s«<;|
encuentra slguno que posea cierta bondad, del mismo.fi
modo que yo ¡será tratado por los hombres. Y, en e f e ^
A C E R C A DEL A R T E

Defensa de la pintura contra las artes liberales.

I. PROEMIO.—Con justificadas razones se duele la


Pintura de ser excluida del número de las artes libera-
les, siendo así que es verdadera hija de la naturaleza
y se realiza con el sentido más digno (1).
Equivocadamente, ¡oh, escritores!, la habéis deja-
do fuera del grupo de artes liberales, puesto que no
sólo a las obras de la naturaleza se dedica, sino a otras
infinitas que no fueron creadas por la naturaleza.

II. ¿ P O R QUé NO FIGURA ENTRE LAS CIENCIAS LA PIN-


TURA?—Como los escritores no han tenido noticia de
la ciencia de la Pintura, no han podido describir sus
grados y partes, y aun ella misma no se manifiesta con
sus fines (obras artísticas) en las palabras, habiendo
Permanecido, a causa de la ignorancia, detrás de di-
chas ciencias, sin que, a pesar de ello, carezca de su
divinidad.
Realmente, no han dejado de ennoblecerla sin mo-
"Vc", pues por sí misma se ennoblece, sin el auxilio de
' a s demás lenguas, del mismo modo que lo hacen las
ej
-celentes obras de la naturaleza.
Si los pintores no la han descrito y considerado como

'!) La vista.

12
150 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 151

ciencia, no es culpa de la Pintura, que no por ello es Entre tales ciencias es la primera la Pintura. Esta
menos noble, puesto que hay pocos pintores que ha- no la aprenden aquellos a quienes la naturaleza no
gan profesión de las letras, a causa de que su vida rio concede tal aptitud, como pasa con las matemáticas,
es suficiente para entender aquélla. de las cuales tanto aprende el discípulo como le lee
¿Hemos de decir, por tanto, que no existan las cua- el maestro; no se copia, como se hace con las letras,
lidades de las hierbas, piedras y plantas porque no las en las cuales tanto vale la copia como el original; no
hayan conocido los hombres? Ciertamente que no; se estampa, como lo hace la escultura, en la cual lo
pero afirmaremos que esas hierbas siguen siendo, por sí mismo es, en cuanto a calidad de la obra, el original
mismas, nobles, sin que a ello contribuyan las lenguas que la reproducción ; no tiene infinitos hijos, como ocu-
ni las letras humanas. rre con los libros impresos. Ella sola permanece no-
ble ; ella sola honra a su autor; sigue siendo preciosa
III. LA PINTURA ES UNA CIENCIA UNIVERSAL. - ^ H
y únicai y no tiene hijos iguales a ella. Esta singula-
ciencia más útil es aquella cuyo fruto es más umver-
ridad la hace más excelente que aquellas que en todas
salmente entendido, y por lo contrario, la ciencia es
partes son publicadas.
menos útil cuando es menos comunicable su frutqM
¿ No vemos ¡a los grandes reyes de Oriente que van
Las obras de la Pintura son entendidas por todas las
ocultos con un velo y cubiertos, porque creen que dis-
generaciones del Universo, porque están sometidas í
minuiría su fama si exhibieran o divulgaran su pre-
la virtud visiva y no penetran por el oído al sentido
sencia? ¿No vernos los cuadros que representan a la
común, del mismo modo que pasan por la vista. J
Divina Deidad cubiertos continuamente con telas de al-
Así, pues, la Pintura no necesita intérpretes de va-
tísimos precios? Cuando los descubren, se celebran
rios idiomas, como ocurre con las letras, y complace
antes grandes solemnidades eclesiásticas, con cantos
en el acto a la especie humana, como si se trataslM
de sones diversos, y al descubrirlas, la inmensa mu-
cosas producidas por la naturaleza. Y no sólo a " $ H
chedumbre que a tales actos concurre se echa al sue-
pecie humana, sino también a los demás animales rl 1M
lo inmediatamente, adorando a la imagen y rezando
mo se ha demostrado con un cuadro, retrato de un p a '
a lo que tal pintura representa, para recobrar la per-
dre de familia, al cual acariciaban sus hijitos que,sM
dida salud o para lograr la salvación eterna, como si
estaban en'mantillas, y lo mismo hacían el perro $m
tal Idea estuviese allí presente y viva.
gato de la casa, lo cual era un espectáculo sorprefl'
dente. Esto no sucede con ninguna otra ciencia, ni en otra
clase de obras humanas. Y si dices que ello no es vir
IV. LA PINTURA NO SE PUEDE DIVULGAR.—Las cfl tud del pintor, sino de Jo copiado, contestaré que en
e
cias imitables son de tal condición, que en ellas los cW ste caso la mente humana podría satisfacerse quedán-
cípulos igualan al autor y dan igualmente su fruto.',«B dose cada uno en la cama, en vez de ir a sitios fatigo-
las ciencias útiles a los imitadores, pero no de tan sos y peligrosos, en peregrinación, como se ve a diario.
excelencia como aquellas que no se pueden dejar ( Pero si de todas maneras se celebran continuamen-
herencia como las demás materias. te tales peregrinaciones, ¿quién las organiza sin nece-
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 153
152 LEONARDO DE VINCI

bre de hombre varía según los países, pero la figura


sidad? Seguro que dirás que es esa imagen, que no
n o cambia más que cuando muere.
pueden hacer todas las escrituras que pudieran descri-
Si me decís : «La poesía es más eterna», os contes-
bir la efigie y, por consiguiente, ia ídea representa-
taré que más eterna es la obra de un calderero, pues
da. De lo cual se deduce que a esa Idea ie agrada tal
el tiempo la conserva más que las vuestras y las nues-
pintura y quiere a quien ía adora y reverencia, tan
tras, pero en cambio es de poca imaginación, y la pin-
complacida de ser adorada más en ella que en otra
tura hecha sobre cobre, con colores de pintar cristal,
figura copiada de ella, y así concede gracias y da sa-
ruede ser mucho más eterna.
lud, según creen los que a tales lugares concurreri™
Por el arte podemos ser nosotros considerados como
nietos de Dios. La Poesía se extiende hasta la filoso-
V . CÓMO SE ADELANTA LA PINTURA A TODAS LAS DE- fía moral y la Pintura hasta la filosofía natural; si
MÁS OBRAS HUMANAS, POR LA SUTIL ESPECULACIÓN PRO- aquélla describe las operaciones de la mente, ésta con
PIA.—Los ojos, a los cuales se llama ventanas del al- la mente realiza movimientos; si aquélla asusta a los
ma, son la vía principal por donde el sentido común pueblos con ficciones infernales, ésta, con los mismos
puede más abundante y magníficamente percibir las medios de acción, consigue lo mismo. Dispóngase el
infinitas obras de ia naturaleza, y los oídos son el se- poeta a describir una belleza, una fiereza, una cosa
gundo, que se ennoblece por las cosas relatadas y fea y nefanda, monstruosa, al mismo tiempo que el
previamente vistas por los ojos. pintor; hágalo a su manera, corno se le antoje, cam-
Si vosotros, historiógrafos, poetas u otros matemá- biando las formas, de modo de superar al pintor... ¿No
ticos, no vieseis las cosas con los ojos, mal podríais habéis visto pinturas tan exactamente iguales al origi-
describirlas luego mediante la escritura; y si tú, poe- nal verdadero que engañaron a los hombres y a los
ta, representaras una historia con la descripción p° r animales ?
medio de la pluma y el pintor con el pincel, la hará
éste más fácilmente satisfactoria y menos difícil de VI. L A PINTURA CREA LA REALIDAD.—La misma pro-
comprender. Si llamas a la pintura poesía muda, e Porción hay entre lo imaginado y lo efectivo como en-
pintor podrá decir que la poesía es pintura sin vista- tre la sombra y el cuerpo que la produce; la misma
proporción que entre la Poesía y la Pintura, porque la
Ahora bien ; dime : ¿ Qué falta es más perjudicial ||ffl|
"oesía pone las cosas en la imaginación con las letras,
ceguera o la mudez? Si el poeta es libre, como el Pin'
y la Pintura las presenta realmente al través de la vis-
tor, para idear sus invenciones, sus obras no satisfa'
ta, por medio de la cual recibe la imaginación la ima-
cen a los hombres tanto como las pinturas, porque £
gen de lo pintado, lo mismo que si fuese natural. La
la poesía alcanza a representar por medio de las Pa" •oesía da la impresión sin ese parecido, y no llega
labras, formas, hechos y lugares, el pintor consig u a
la percepción por el camino de la virtud visiva, como
con el mismo parecido de las formas reproducir' 3 ' '* Pintura.
Dime : {Qué es lo que más se aproxima al hombre,
nombre de tal o la figura del mismo hombre ? El n° REPRESENTACIÓN Y DESCRIPCIÓN.—La Pintura
154 LEONARDO DE V1NCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 155

presenta a los sentidos las obras de la naturaleza, co¿ y reproduce con mayor verdad que el poeta las figu-
mayor verdad y certeza que las palabras o las l e t r a » ras de las obras de la naturaleza. Mucho más dignas
pero las letras representan las palabras con más ver* s on las obras de la naturaleza que las palabras, que
dad que la Pintura. Afirmamos, sin embargo, que e| son obra del hombre, porque la misma proporción hay i
más admirable la ciencia que representa las obras dé entre las obras de los hombres y las de la naturaleza
la naturaleza que la que reproduce las obras del opé-í que entre los hombres y Dios. Así, pues, es más dig-
rador, es decir, de los hombres, que son las palabrái¡¡ no imitar las cosas de la naturaleza, que son verdade-
como la Poesía y otras parecidas que pasan por la lé'|| ras imágenes de hechos, que imitar con palabras los
gua. hechos y las palabras de los hombres.
Si tú, poeta, con tu sencilla profesión, quieres des-
VIII. EXCELENCIA DE LA VISTA.—La vista, por n m cribir las obras de la naturaleza, fingiendo diversos lu-
dio de la cual se reflejan las bellezas del universo para' gares y formas de varias cosas, te verás superado por
sus contempladores, es, cosa tan excelente, que quien el pintor en una proporción de poder infinita; pero si
consiente su pérdida se priva de la percepción de t ó | | | quieres adornarte con las demás ciencias, aparte de la
das las obras de la naturaleza, con cuya contempla- Poesía, no te pertenecen éstas, así la Astrología, la
ción el alma está satisfecha en la humana cárcel, me™§¡ Retórica, la Teología, la Filosofía, la Geometría, la
ced a los ojos, con los cuales ve todas las variadas Cm Aritmética y otras parecidas. Entonces dejas de ser
sas de la naturaleza. ,,,_. poeta y te conviertes en otra cosa; ya no eres el hom-
Quien los pierde deja a su alma en una cárcel obs'f bre de quien hablamos. ¿No comprendes que si te di-
cura, donde la abandona la esperanza de volver a ' | H riges a la naturaleza vas con medios científicos, crea-
el sol, luz de todo el mundo. ¡ Cuántos son los que t i f i dos por otros sobre los afectos de la naturaleza? El
nen horror a las tinieblas aunque duren poco ! (Qü«S pintor, solo, por sí mismo, sin ayuda de cosas perte-
sería de ellos si les acompañara la obscuridad toda, «9 necientes a las demás ciencias u otros medios, realiza
vida? inmediatamente la imitación de esas obras de la natu-
Ciertamente, no hay nadie que no quisiera perdel;! raleza.
el oído o el olfato antes que la vista. La pérdida del Merced a la Pintura se acercan los amantes a las
oído equivale a la de todas las ciencias que tienen s|¡| imágenes de la cosa a m a d a ; con ella se ponen en mo-
expresión en la palabra, y a ello se resignarían mu vimiento los pueblos, con votos de fervor, en busca de
cbos con tal de no renunciar a las bellezas del mundo, las imágenes de los Dioses ; pero no para ver las obras
que consisten en la superficie de los cuerpos tanto ac* de los poetas, que representan con palabras a los mis-
cidentales (producto del arte) como naturales, refleja->. mos Dioses. Con ella se engaña a los animales. Vi yo
das en los ojos del hombre. una pintura que engañaba a un perro, por ser un retra-
j o muy parecido de su amo, al cual hacía muchas
' IX. E L PINTOK VA DIRECTAMENTE A LA NATURALEZA.—-' fiestas el can, y también he visto perros que ladraban
La Pintura sirve a sentidos más dignos que la Poesía, 5' querían morder a otros perros pintados, así como
156 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 157
un mono que hacía infinitas monadas ante otro mono
pintado. H e visto golondrinas que volaban y se posa» ciencia. T u lengua se verá estorbada por la sed y tu
ban en unos hierros pintados que sobresalían de las i cuerpo por el sueño y el hambre, antes de que descri-
ventanas de un edificio. bas con palabras el cuadro que en un instante repro-
duce el pintor. En la obra de éste sólo falta el alma
Je las cosas fingidas, pero cada cuerpo tiene la inte-
X . PODER EXPRESIVO DE LA PINTURA.—La imagina- gridad de la parte que se puede ver en un solo aspec-
ción no ve tan bien como los ojos, porque éstos recir to. Largo y aburridísimo habría de ser para la Poesía
ben la imagen de los objetos y la trasladan a la peffl describir todos los movimientos de los que intervienen
cepción, desde la cual van al sentido común, que las en tal guerra y las partes de sus miembros y de sus or-
examina. Pero la imaginación no se sale de dicho sen- namentos que la pintura acabada, breve y exactamen-
tido común sino para ir a la memoria, donde se detie- te, te pone delante, y en tal manifestación sólo falta el
ne y muere si la cosa imaginada no es de gran valer ruido de las máquinas de guerra, las voces de los es-
En este caso se encuentra la Poesía en la mente o iriijp|H pantados vencedores y los gritos y lamentos de los ven-
ginación de poeta que representa las mismas cosas que cidos, detalles que tampoco el poeta puede ofrecer al
el pintor y con ficciones pretende equipararse a él,", sentido del oído. La Pintura, pues, es más digna que
aunque lo cierto es que se queda muy distante, como'1! la Poesía, porqiie sirve a un sentido mejor.
hace poco dejamos demostrado. Así, pues, en el casó/
El verdadero oficio del poeta es fingir palabras de
de tal ficción diremos con certeza que la proporción,?
gente que habla y se responde, y esto es lo único que
entre la ciencia de la Pintura y la Poesía es la mismat 1
que hay entre el cuerpo y la sombra que de él se deri-',}
ofrece al sentido del oído como lo natural, porque son
en sí palabras naturales creadas por la voz humana.
\m
va y aun mayor, puesto que la sombra del cuerpo p5*$
En todo lo demás, predomina el pintor. Muchas más
netra por los ojos hasta el sentido común, en tantija
son, sin comparación, las variedades que abarca la
que la descripción de dicho cuerpo no entra por tal(|
Pintura que las que abarcan las palabras, porque el
sentido, sino que nace en los ojos tenebrosos (en el ce-
pintor está en condiciones de hacer infinitas cosas que
rebro o sentido común), j Cuánta diferencia hay para n
o pueden ser expresadas con palabras porque no exis-
los ojos tenebrosos entre imaginar la luz y verla de
ten vocablos apropiados. ¿No ves, si el pintor quiere
hecho donde no hay tinieblas ! re
producir animales o demonios en el infierno, con
Si tú, poeta, quieres representar una batalla san- c
uánta abundancia de invención discurre?
grienta, en la cual se confundan con el aire obscuro y '
Ya me h a ocurrido a mí pintar un cuadro que repre-
tenebroso el humo de las espantosas armas mortífe-¡v| Se
ntaba una cosa divina, y comprado por el adorador
ras, el espeso polvo que enturbia el ambiente y la pa- E9 Ce
ella quiso quitarle la representación de tal deidad
vorosa fuga de los infelices asustados ante la horrible:»
Para poder besarla sin escrúpulo. A l cabo, la concien-
muerte, no podrás hacerlo tan bien como el pintor» jj C1
a pudo más que los suspiros y la lujuria, y se vio obli-
porque tu' pluma se consume antes de que describas el
gado a llevársela de casa. <; Puedes tú, poeta, describir
conjunto aquel qué el pintor reproduce merced a »$¡¡ Ull
a belleza sin representaciones de cosas vivas y des-
158 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 159

pertar en el hombre con ella tales deseos ? Aunque di- nació ciego y no puede percibir por el oído, porque
gas : «Yo describo el infierno o el paraíso y otras deli-
n unca tuvo noticia de ello, qué es la belleza de algunas
cias o motivos de espanto», el pintor te ganará siem- cosas. Le queda el oído, con el cual solamente oye
pre, porque pondrá ante tus ojos cosas que en silencio ]as voces y las conversaciones humanas, en las cuales
expresen tales delicias o te espanten y te induzcan a se comprenden los nombres de todas las cosas a las
huir. Impresiona antes a los sentidos la Pintura que la que se ha dado su nombre. Sin saber esos nombres se
Poesía, y si argumentas que, por medio de las pala- puede vivir dichoso, como viven los sordos de naci-
bras, haces reír o llorar a un pueblo, te diré que no miento y los mudos, que con el dibujo, que es más a
eres tú quien lo consigue : es el orador, es la risa. Un propósito para los mudos, se deleitan.
pintor hizo un cuadro que todo el que lo veía boste-
zaba inmediatamente, y tanto duraban los bostezos XII, LA PINTURA ES UNA POESÍA MUDA.—¿Qué poe-
cuanto se miraba la pintura, que representaba una per- ta, por medio de las palabras, podría ponerte ante los
sona bostezando. ojos, ¡ oh amante !, la verdadera efigie del ser amado,
Otros han pintado actos lúbricos que incitaban a imi- como lo hacen los pintores? ¿Quién te presentará lu-
tarles a quienes los veían, cosa que no está al alcance gares de ríos, bosques, valles y campiñas que te re-
de la Poesía. Y si describes la figura de algún Dios, no cuerden tus pasadas alegrías con más verdad que los
logrará tal escritura la misma veneración que la Idea pintores ? í
pintada, porque ante la pintura se harán muchos vo- Dirás que «la Pintura es una Poesía muda por sí,
tos y rezos y acudirán a contemplarla varias genera- si no hay quien diga o hable por ella lo que represen-
ciones de distintas provincias, y en los mares orienta- ta». Pero ¿no ves que tu libro está en peor situación?
les se suplicará el socorro a tal pintura, pero no a la es- Aunque tenga un hombre que hable por él, n o se ve
critura. nada del asunto de que se habla, como se verá el que
¿Habrá quien no quiera perder el oído, el olfato y habla en las pinturas, que, si se ajustan perfectamen-
el tacto antes que la vista? El que pierde la vista s te a los actos con sus detalles mentales, serán com-
queda como si le echaran del mundo, toda vez que y* prendidas como si hablaran.
no lo ve ni ve ninguna cosa. Una vida así es hermana
XIII. MÁS ACERCA DE LA PINTURA Y DE LA POESÍA.—
de la muerte. La Pintura es una Poesía que se ve y n o se oye, y la
"oesía es una Pintura que se oye y no se ve. Así, pues,
XI. IMPORTANCIA DE LOS OJOS EN LA VIDA A N I M A L . " es
tas dos Poesías, es decir, estas dos Pinturas, han
Más perjudica a los animales la pérdida de la vista enrabiado los sentidos por medio de los cuales tienen
que la del oído, por muchas razones ; la primera, pP r ' ^ e penetrar en el intelecto. Porque si una y otra son
que mediante la vista encuentra el alimento con que fjj Pinturas, deben pasar al sentido común por el sentido
nutre, necesario a todos los animales, y segunda, p°' ífl
ás noble, que es la vista, y si ambas son poesía, Nfí
que con la vista se comprende la belleza de las cosa- '•'•en penetrar por el sentido menos noble, que es el
creadas, y más aún de las que inducen al amor, G^ I <*do.

1
160 LEONARDO DE VINCI ESOtlTOS LITEíUKIOS Y i¡'iLÜSOílCüS 161

Entregaremos, pues, la pintura al juicio de los s | | y con ambas se pueden presentar muchas costumbres
dos, y la poesía será juzgada por los ciegos de naci- morales, como lo hizo Apeles con su Calumnia.
miento ; y si la pintura está hecha con los movimien- De' la Pintura, como sirve a la vista, que es el sen-
tos apropiados a los accidentes mentales que las figu-- tido más noble, resulta una proporción armónica, como
ras experimentan en cada caso, el sordo-mudo coial de macha* y variadas voces reunidas a un mismo tiem- I
prenderá sin duda las actitudes e intenciones de las po resulta un conjunto armónico que agrada al sen-
figuras, pero el ciego no entenderá nunca las cosas que tido del oído, de tal modo que los oyentes se quedan
presente el poeta y que no podrán honrar a su poesía, con extraordinaria admiración casi semivivos. Pero
puesto que a sus partes nobles corresponde expresar mucho más consiguen las proporcionadas bellezas de
los gestos y los detalles de los asuntos y lugares ador- un rostro angelical reproducido por la pintura, de cu-
nados y deleitosos, con transparentes aguas, en las cuál ya proporcionalidad resulta un concierto armónico que
les se ven los verdegueantes fondos de su corriente, ju- sirve a la vista al mismo tiempo que lo hace la músi-
guetear las ondas en los prados entre las m e n u a M ca al oído. Y si se presenta esta armonía de bellezas
arenas y las hierbas que con ellas se mezclan, así como al enamorado de aquella de quien fueron copiadas,
los escurridizos peces, y otras descripciones por el es- no hay duda de que se quedará pasmado de admira-
tilo que lo mismo daría decírselas a una piedra que m ción y con una alegría incomparable, superior a la que
un ciego de nacimiento, pues nunca vio éste cosa á » puedan proporcionarle ios demás sentidos.
guna de las que constituyen la belleza de este mundo, Pero de la Poesía—que tenga que alcanzar a repro-
es decir, la luz, la obscuridad, los colores, los cuerpos, ducir una belleza perfecta, con la descripción especial
las figuras, los sitios, los movimientos, la proximidad, de cada uno de los detalles de que se compone en la
agitación y quietud, que son los diez ornamentos deJM Pintura la antedicha armonía—no resulta mayor gra-
naturaleza. cia que la que producirían en música varias voces can-
Los sordos, por haber perdido el sentido menos i f f l tando cada una por su lado a distintos tiempos, de
ble, han perdido con él también él habla, porque él modo que no constituyesen concierto alguno; como si
que, nunca oyó hablar nunca podrá aprender ningún quisiéramos presentar un rostro parte por parte, cu-
idioma, pero conocerán bien todos los detalles que hayf' briendo cada vez la que ya se hubiese enseñado, pre- Ul.lt '«

en el cuerpo humano mejor que uno que hable y oigÍ|j sentación con la cual el olvido nos impediría compo-
y del mismo modo entenderán las obras de los pint'OTJ ner ninguna proporción de armonía, porque los ojos
res y lo que representan, con tal que las figuras sean, no las abarcan con su poder visivo todas a un mismo
tiempo.
apropiadas. \M
Lo mismo ocurre con las bellezas de cualquier cosa
imitadas por el poeta, que por ser sus detalles dichos
X I V . CONTINUACIóN. — La Pintura es una P o e s M separadamente no recoge la memoria ninguna armonía.
muda, y la Poesía una Pintura ciega; una y otra i"11™
tan a la naturaleza en la medida de sus posibilidades"
XV. LA PINTURA SE OFRECE A LA VISTA COMPLETA
168 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 163

EN TODO MOMENTO.—La Pintura inmediata se te p r e . armonía que con suave concento agrada al sentido,
senta del modo para el cual la creó su autor, y produce de la misma manera que lo hace la proporcionalidad
al sentido máximo el mismo placer que podría pro- de varias voces al sentido del oído, que es menos dig-
porcionarle alguna cosa creada por la naturaleza. ÉM no que la vista, porque todo cuanto en él nace en él
este caso, el poeta que envía las mismas cosas al sen- muere, y es tan rápido en el morir como en el nacer.
tido común por la vía del oído (sentido menor) no da Esto no puede ocurrir en el sentido de la vista, porque
a la vista mayor placer que si se oyera contar alguna si presentas a los ojos una belleza humana constituida
cosa. por proporcionalidades de miembros bellos, tales, be-
Mira ahora la diferencia que hay de oír contar du- llezas no son tan mortales ni se disipan tan pronto
rante mucho tiempo una cosa que agrada a la vista, como la música, sino que subsisten mucho tiempo y te
andando el tiempo, o verla con la prontitud con que dejan verlas y contemplarlas; y no se renuevan, como
se ven las cosas naturales. Y aunque las obras de los la música, en fuerza de sonar, ni te inspiran aburri-
poetas sean leídas con largos intervalos de tiempo, hay miento, sino que te enamoran y son causa de que to-
frecuentes ocasiones en que no se las entiende yifflB dos los sentidos deseen poseerlas al mismo tiempo que
preciso formular algunos comentarios acerca de ellas. la vista, que hasta parece que quieran competir con
resultando muy pocas veces que los comentaristas en- ella. Parece que la boca la quisiera para s í ; el oído
tiendan la idea del poeta, de cuyas obras los lectores, se complace en escuchar sus bellezas ; el tacto desearía
por falta de tiempo, sólo leen una parte p e q u e ñ a . ' ; § 9 palparla con todos sus poros y la nariz aspirar el aire
cambio, las obras de los pintores son inmediatamente que sin cesar aspira ella.
comprendidas por quienes las ven. Pero el tiempo destruye en pocos años la belleza de
semejante armonía, lo cual no sucede con la belleza
X V I . CONTINÚA.—La Pintura te presenta de pron- copiada por el pintor, que el tiempo la conserva lar-
to su esencia en la facultad visiva y por el propio JfflM gamente ; y la vista, en cuanto a su misión, disfruta
dio por donde la percepción recibe los objetos natura- verdadero placer contemplando a la belleza pintada,
les, y aun en el mismo tiempo en que se forma la ar- como lo disfrutaría viéndola viva; fáltale el tacto, del
mónica proporcionalidad de las partes que co-aponen cual se convierte en hermano mayor al mismo tiempo,
el conjunto que satisface al sentido. La Poesía descrt- que, como habrá tenido su propósito, no impide a la
be lo mismo, pero por medio menos digno que la viM razón que admire la divina belleza. En este caso, la
ta, el cual medio^ conduce a la percepción de la ini^* pintura copiada de aquélla la sustituye en gran parte,
gen de las cosas mencionadas más confusamente y m a S sustitución que no puede realizar la descripción del
lentamente de lo que lo hace la vista, verdadero medí 0 •poeta, que en este caso pretende equipararse al pin-
de tránsito entre el objeto y su percepción, que inme- tor, y no advierte que sus palabras al mencionar los
diatamente se entera con exactitud de la verdadera su- "niembros de aquella belleza lo hacen separadas por
perficie y de las figuras de aquello que se le present 3 el tiempo unas de otras, dejando que interrumpa el ol-
delante, de lo cual nace dicha proporcionalidad | vido, y separa las proporciones que no puede enume-

^
164 ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 165
LEONARDO DE VINCI

Aquí contesta éste y cede a las anteriores razones;


rar sin mucha prolijidad, y al no poder nombrarlas no
pero dice que él supera al pintor porque hace hablar
le es posible componer la armónica proporcionalidad
que está formada de divinas proporciones. Por esta y reflexionar a los hombres con diversas ficciones, en
razón, en el mismo tiempo que se contempla una be- ]as cuales inventa cosas que no existen y que les excitan
lleza pintada no puede ofrecerse una belleza descrita, a tomar las armas, o que puede describir él cielo, las
y comete un pecado contra la naturaleza todo aquel estrellas, la naturaleza, las artes y todo lo demás. A
que quiere introducir por el oído lo que debe entrar lo cual se replica que ninguna de las cosas de las cua-
por los ojos. Üejad que pase la Música y no queráis les habla corresponde a su propia confesión, pues si
que entre también la ciencia de la Pintura, verdadera quiere hablar y perorar, le ganará el orador; si trata
imitadora de las formas naturales de todas las cosas. ele Astrología, se le roba al astrólogo; si de Filosofía,
¿Quién te incita, ¡oh hombre í, a abandonar tus al filósofo, porque, eri realidad, la Poesía no tiene sede
propias habitaciones de la ciudad, a separarte de pa- rropia, ni la merece más que como un mercader aco-
rientes y amigos y a caminar por sitios campestres, por plador de mercancías fabricadas por diferentes arte-
montes y por valles, más que la natural belleza del sanos.
mundo, de la cual, pensándolo bien, sólo con la vista Cuándo el poeta deja de expresar con palabras lo
disfrutas? Si en semejante caso pretende el poeta lla- que en la naturaleza son hechos, no iguala al pintor,
marse también pintor, ¿por qué no prefieres la des- porque si, dejando la figuración, describe las palabras
cripción de esos lugares por el poeta y te quedas en adornadas y persuasivas de aquel a quien pretende ha-
casa sin sufrir el tremendo calor del sol? ¿No sería cer hablar, se convierte en orador, y ya no es poeta, ni
esto más cómodo y menos cansado, ya que lo harías pintor, y si habla del cielo se hace astrónomo, y filó-
al fresco, sin moverte y sin peligro de enfermar ?./§H sofo y teólogo cuando habla de las cosas de la natu-
malo es que el ánima no podría disfrutar del beneficio raleza y de Dios; pero si volviera a hacer la descrip-
de la vista, ventana de su habitación; no podría re- ción de algo, emularía al pintor si pudiese satisfacer a
cibir la imagen de los sitios alegres; no podría ver los la vista con sus palabras como el pintor con sus obras.
umbrosos valles regados por los amenos ríos serpea* Pero la deidad de lá ciencia de la Pintura considera f
teantes; no podría ver las variadas flores que con * uS las obras, así humanas como divinas, cuando están de-
colores llevan armonías a la vista, ni todas las dema 8 armiñadas en su superficie, es decir, con la línea de
cosas que ante los ojos pueden presentarse. Pero s u n limitación de los cuerpos que dirige al escultor en la
pintor, en los crudos y fríos días del invierno, te pone Perfección de sus estatuas. Con su principio, que es el
delante los mismos paisajes pintados, y otros en I o3 dibujo, enseña al arquitecto a conseguir que sus edifi-
cuales te hayas recreado; si puedes verte junto a. W cios sean agradables a la vista, y lo mismo a los prac-
guna fuente, enamorado y con tu amada entre los flo* ticantes de distintos oficios, a los constructores de ja-
ridos prados, bajo la suave sombra de los verdeante* bones, a los orífices, tejedores, bordadores ; ha descu-
árboles, ¿no te agradará todo ello más que escuchar I a bierto caracteres con los cuales se expresan los diver-
descripción que haga el poeta? sos idiomas; ha dado sus cifras a los aritméticos, ha
13
1OT LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 167

enseñado la representación de los cuerpos a los peó- tura—me refiero a la Astrología matemática, no a la
metras, a los perspectivistas, a los astrólogos, maqui- fantástica, falaz (¡ y perdónenme los que a costa de
nistas e ingenieros. los tontos viven de ella!).
Dice el poeta que describe una cosa que representa
XVII. LA CIENCIA DE LA ASTROLOGíA NACE EN LA vffl otra llena de alegorías. El pintor contesta que tiene
TA PORQUE MEDIANTE ÉSTA ES ENGENDRADA.—No hay en que hacer lo mismo, y en este sentido también él es
la Astrología parte alguna que no corresponda a l f l poeta. Y si el, poeta dice que excita a los hombres el
misión de las líneas visuales y de la Perspectiva, hija amor, que es cosa principal de las especies de todos
de la Pintura, pues el pintor es quien, por las necesi- ios animales, el pintor, tiene el poder de hace? lo mis-
dades de su arte, ha producido la Perspectiva, yiifflM mo, tantb más cuanto que pone ante el amante la pro-
puede hacerse sin líneas, entre las cuales se incluyen pia efigie de la cosa amada, y él, con frecuencia, be-
todas las variadas figuras de los cuerpos engendrados sándola y abrazándola, hace lo que no haría con las
por la naturaleza, sin las cuales el arte del geómetra mismas bellezas presentadas por el escritor, y tanto
es ciego. más supera al ingenio de los demás hombres, que in-
Aunque el geómetra reduce todas las superficies c j B duce a amar y enamorarse de pinturas que no repre-
cundadas por líneas a la fisrura del cuadrado y todos sentan mujer viva ninguna.
los cuerpos a la figura del cubo, y la Aritmética realiza Si el poeta sirve a los sentidos por la vía del oído,
lo mismo con sus raíces cúbica y cuadrada, ninq-ima el pintor lo hace por la de la vista, que es sentido más
de dichas dos ciencias alcanza más que a la noticia digno. Sólo pido a ambos una cosa : que un buen pin-
de la cantidad continua y discontinua, pero no ' v H tor pinte una batalla furiosa y que el poeta describa
tan de la calidad, que es la belleza de las obras 4 « H otra igual, y puestos ambos en público juntos, verán
naturaleza y adorno del mundo. los espectadores ante cuál de ellos se detiene más gen-
te, dónde son más numerosos los que contemplan sus
XVIII. HABLA EL POETA CON EL PINTOR. — Dice el obras, a cuál de éstas se tributan más elogios y cuál
poeta crae su ciencia es invención y medida, y esto es complace más. De fijo que la Pintura, que es, con mu-
el sencillo cuerpo de la Poesía : invención de asuOTsB cho, más útil y más bella, agradará más. Poned el
mt-dida de los versos, que luego revisto con todas lá's nombre de Dios escrito en alguna parte, y enfrente su
ciencias. A esto contesta el pintor que los mismos:J|M imagen pintada, y veréis a cuál de los dos hacen más
pernos hene la ciencia de la Pintura, es decir, i n v l M reverencias. La Pintura abarca todas las figuras de la
ción y medida : invención del asunto que ha de cof)l| naturaleza, de las cuales no tenéis vosotros más que
y medida en las cosas pintadas para que no hava ^eS' 'os nombres, que no son universales como las formas.
proporción en ellas ; pero él no se visíe con las otra» Si vosotros poseéis los efectos de las manifestaciones,
ciencias, aúneme éstas se vistan con la Pintura c 0 nosotros tenemos la manifestación de los efectos.
gran parte, como la Astrología, que no puede bac||| Escójase un poeta que describa las bellezas de una
nada sin la Perspectiva, miembro principal de la P l i r 'nujer a su enamorado ; búsquese un pintor que las co-
168 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 169

pie, y veréis hacia dónde se inclina más el enamorado descripción\\ que es para ciegos. Dame cosas que yo
juzgador. La prueba de las cosas debiera permitir jueda ver y palpar y no las que, sólo pueda oír, y no
ciertamente, a la experiencia dar el fallo. Habéis in-
censures mis preferencias porque me haya puesto tu
cluido a la Pintura entre las artes mecánicas; pues
obra debajo del codo mientras tengo con las dos ma-
bien, si los pintores supieran elogiar sus propias obras
nos la del pintor, presentándosela a mis ojos, porque
en los escritos, como lo hacéis vosotros, dudo que le
las manos, por sí mismas, han optado por servir a un
dierais tan feo calificativo. Si la llamáis mecánica por-
sentido mejor que el del oído. Por mí juzgo que entre
que se realiza con las manos, y las manos representan
la ciencia del pintor y la del poeta hay la misma dife-
lo que discurre la fantasía, vosotros, pintores, dibujáis
rencia que entre los sentidos a los cuales sirven.
manualmente con la pluma lo que en vuestro ingenio
se halla. Y si le llamáis mecánica porque se hace por »¿No sabes que nuestra alma está compuesta de ar-
la recompensa, ¿quién incurre en tal error roas que monías y que la armonía no se produce más que en
vosotros? Leéis en los Estudios, ¿y no vais al del que momentos en que la proporcionalidad de los objetos se
mejor os recompensa? ¿Hacéis algo que no sea para cleja ver u oír? (1). ¿No, vés que en tu ciencia no existe
alcanzar un premio? No digo esto por censurar tales proporcionalidad producida en un mismo instante, an-
procederes, porque todo esfuerzo espera su recompen- tes bien, de una parte nace otra sucesivamente, y la
sa. Así podrá decir un poeta : «Voy a hacer una fan- siguiente no nace mientras no muere la anterior?
tasía que representará una cosa grande.» Lo mismo »Por eso juzgo que tu invención es muy inferior a
puede hacer el pintor, como lo hizo Apeles al pintar ia del pintor, sólo porque en ella no existe proporcio-
La Calumnia. nalidad armónica. No satisface a la mente del que oye
o del que mira, como lo hacen las bellísimas facciones
que constituyen la divina belleza de esa cara que veo
XIX. RESPUESTA DEL REY MATíAS A UN POETA QUE ante mí, y que todas juntas, al mismo tiempo, me pro-
COMPETÍA CON UN PINTOR.—Llevaba un poeta, el día del ducen tanto placer con su divina proporción que no
cumpleaños del rey Matías, una obra que había escri- creo que haya en el mundo cosa hecha por los hom-
to en alabanza del día en que aquél nació para bien bres que pueda producirlo mayor.))
del mundo, y un pintor enseñó al rey un retrato de su
a m a d a ; en el mismo instante el rey cerró el libro del X X . SUBLIMIDAD BEL MUNDO VISIBLE.—No es insen-
poeta y se volvió hacia la pintura, en la cual fijo sus satez, si a uno le preguntan qué le parece preferible :
miradas con la mayor animación. vivir en continuas tinieblas o perder el oído, contes-
Entonces, el poeta, muy enojado, dijo : «] Oh, rey tar que antes prefiere quedarse sin oído y sin olfato
Lee, lee, y verás una cosa de mayor sustancia <3U que perder la vista.
una pintura muda.» Quien se queda sin vista pierde las bellezas del inun-
El rey, viendo que le afeaban que mirara cosas r"1?' do, con todas las formas bellas de las cosas creadas,
das, dijo : «¡Calla, oh poeta, que no sabes lo que o
ees ! Esta pintura satisface a un sentido mejor que (1) La armonía exige contemporaneidad de su» componente».
170 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS } FILOSÓFICOS 171

y el sordo no pierde más que el sonido que produce sordos, diremos que la Pintura vale más que la Poe-
el movimiento del aire percutido, que es cosa insigni- sía porque aiecta a sentido mejor y más noble que la
ficante en el mundo. Afirmas que la ciencia es rnás roesia, nobleza que está demostrada por ser triple que
noble cuanto más digno es su objeto, y que por esto ia de los otros tres sentidos, ya que es preferible per- III
vale más una fingida maquinación de la esencia de der el oído, el olfato y el tacto a perder ei sentido de
Dios que la representación de una cosa menos digna. ;a vista.
A eso responderemos que la Pintura, que sólo abarca Porque quien pierde la vista, pierde la contempla-
las obras de Dios, es más digna que la Poesía, que ción de las bellezas del universo y se queda como un
sólo alcanza las falaces ficciones de las obras huma- nombre a quien hubieran metido vivo en una sepui-
nas. Lura donde hubiese vida y movimiento.
¿INo ves que los ojos abarcan las bellezas de todo el
XXI. ARGUMENTACIóN DEL POETA CONTRA EL PIN- mundo? Son los dueños de la Astrologiá; hacen la
TOR.—Dices, pintor, que tu arte es adorado; pero no Cosmografía; aconsejan y corrigen a todas las artes
te atribuyes a ti mismo el mérito, sino a las cosas que aumanas ; llevan al hombre a distintas partes del mun-
con la pintura se representan. do ; son principes de las matemáticas; sus conoci-
Y el pintor responde : «í ú, poeta, que también te mientos son exactos; miden la altura y el grandor de
haces imitador, ¿por qué no reproduces con tus pa- ¡as estrellas ; predicen lo futuro mediante la observa-
labras más cosas que las letras que encierran tus pa- ción de dichas estrellas; han engendrado la Arquitec-
labras, para que sean adoradas?» tura y la Perspectiva y la divina Fmtura. ¡ Üh, cosa ex-
La naturaleza ha favorecido más al pintor que al celentísima sobre todas las demás cosas creadas por
poeta, y, merecidamente, las obras del favorecido de- iJios! ¿Qué alabanzas podrán expresar tu mérito?
ben ser más estimadas que las de quienes no gozan ¿Qué pueblos, qué idiomas podrán describir tus ver-
tal favor. daderas funciones?
Así, pues, alabemos al que con palabras complace Son las ventanas del cuerpo humano por donde el
al oído y al que con la pintura satisface el agrado d e alma contempla y disfruta la belleza del m u n d o ; por
ver ; pero menos al de las palabras, que son acciden- ellos se conforma el alma con una cárcel humana y
tales y creadas por autor menos importante que el de sin ellos esta cárcel es su tormento; gracias a ellos la
las obras de la naturaleza que el pintor imita. La cuál destreza humana ha descubierto el fuego, mediante el
naturaleza está determinada entre las figuras de s U cual recuperan lo que antes les arrebató la obscuri-
superficie. dad. Ellos han adornado a la naturaleza con la Agri-
cultura y con deleitosos jardines.
X X I I . CONCLUSIóN DEL DIáLOGO ENTRE EL POETA Y Pero ¿qué falta hace que me extienda en tan alto
EL PINTOR.—Puesto que hemos convenido en que I a y tan largo discurso? ¿Qué cosa existe que no se haga
Poesía tiene el mayor agrado de comprensión para 1° Por ellos ? Llevan a los hombres de Oriente a Occiden-
ciegos y a la Pintura le ocurre lo mismo respecto a *' te ; han descubierto la navegación, y superan a la na-
172 LEONARDO, DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 173

, turaleza en el hecho de que los simples naturales (1) como la Pintura satisface al sentido de la vista, tiene
son finitos, y las obras en que Jos ojos guían a las nía-' más mérito que la Música, que sólo satisface al oído.
nos son infinitas, como lo demuestra el pintor en la Es más noble lo que tiene más eternidad; así, pues,
infinita figuración de infinitas formas de animales, hier- ja Música, que va consumiéndose a medida que nace,
bas, árboles y lugares. es menos meritoria que la Pintura, que con los colo-
res de pintor sobre vidrio se hace eterna.
XXIII. LA MúSICA DEBE LLAMARSE HERMANA MENOR Considérase como de mayor excelencia aquello que
DE LA PINTURA.—La Música no puede ser denominada contiene en sí mayor universalidad y variedad de co- lili
de otro modo que hermana de la Pintura, puesto que sas ; así, pues, la pintura debe anteponerse a todas las
es servidora del oído, sentido segundo de la víala, g obras, porque contiene todas las formas que existen
produce armonía por la conjunción de sus componer. y las que no existen en la naturaleza, y es digna de ser
tes proporcionales, trabajados al mismo tiempo y obli- ensalzada y exaltada más que la Música, que sólo com-
gados a nacer y a morir en uno o más tiempos armó- prende la voz.
nicos, tiempos que circundan la proporcionalidad cíe Con aquélla se hacen imágenes de los Dioses; en
los miembros de que consta dicha armonía, del misrtíl torno a ella se practica el culto divino, que se adorna ¡I !

modo que lo hace la línea circunferencial (2) respecte? con la Música, servidora de ella; se da copia a los
a los miembros con los cuales se engendra la bellei
amantes del objeto de sus amores, se conservan las be-
humana.
La Pintura sobresale y domina respecto a la Músi-
llezas que por causa de su origen y del tiempo son fu-
gaces ; podemos tener las imágenes de los hombres
i!
ca porque no se extingue inmediatamente después d|
su creación como la desventurada Música, sino q u |
famosos. Y si me dices : «La Música se hace eterna 1
sólo con,escribirla», te diré yo que lo mismo hacemos
sigue existiendo y ofrece como vivo lo que en reaíff nosotros aquí con las letras.
dad sólo tiene una superficie. De modo que si pones la Música entre las artes li-
¡ O h , ciencia maravillosa ! ¡ T ú conservas vivas las berales, o pones ésta y quitas aquéllas.
caducas bellezas de los mortales, que duran más que Y si añades : «Los hombres viles la hacen)), lo mis-
las obras de la naturaleza, modificadas continuamen- mo estropea la Música quien no la sabe.
te por el tiempo que las lleva a la debida vejez! E s Y si agregas : «Las ciencias no mecánicas son las
una ciencia que tiene con la divina naturaleza la mis- mentales», yo responderé que la Pintura es mental, y
ma relación que existe entre las obras de una y otra, que, así como la Música y la Geometría examinan las
y por eso es adorada. Proporciones de las cantidades continuas y la Aritmé-
X X I V . PINTURA Y M ú S I C A . — Más meritorio es tica de las discontinuas, aquélla considera todas las
aquello que complace a un sentido mejor ; así, pues, cantidades y la calidad de las proporciones de sombra,
de luz y de distancia en su perspectiva.
(1) Las variedades minerales, vegetales y animales.

1
(2) El contorno. XXV. HABLA EL MúSICO CON EL PINTOR.—Dice el
i/4 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 375

músico que su ciencia debe ser equiparada con 1& d¿l El poeta no puede fijar con las palabras la verdade-
pintor, porque constituye un cuerpo de muchos miem- ra figura de los miembros de que se compone el con-
bros, cuya gracia toda contempla el espectador en tan- junto, como el pintor que los pone a la vista con toda
tos tiempos armónicos como son ios en que eiia nace y ia verdad posible en la naturaleza. Al poeta le ocurre
muere, y con tales tiempos divierte graciosamente al lo mismo que al músico que canta sólo un canto com-
alma que reside en el cuerpo del que ia contempla. puesto de cuatro cantores, y canta primero el canto (1),
El pintor contesta, y dice que el cuerpo rorrnado por luego el tenor, y a seguida el contralto, y luego el bajo,
los miembros humanos no produce placer en los íien> con lo cual no resulta la gracia de la proporcionalidad
pos armónicos en que dicha belleza haya de nacefl^j armónica que se encierra en tiempos armónicos. El
morir, sino que lo hace permanentemente durante miaja poeta, al reproducir un rostro bello, lo presenta fac-
chísimos años, y es tanta su excelencia, que conserva ción por facción, y de este modo nunca quedaréis sa-
viva la armonía de los proporcionados miembros, cosa tisfechos de tal belleza, que sólo consiste en la divina
que la naturaleza, con todo su poder, no es capaz de proporcionalidad de las mencionadas facciones reuni-
conservar. das, que sólo juntas y al mismo tiempo constituyen la
¡ Cuántas pinturas han conservado la imagen de una divina armonía del conjunto de miembros que frecuen-
belleza divina que el tiempo o la muerte destruyeron.*! temente privan de la libertad que tenía al que no
resultando así más laudable la obra dei pintor que la los ve.
de su maestra ia naturaleza ! Si tú, ¡ oh músico í, dices La Música también produce en su tiempo armónico
que la Pintura es mecánica porque se hace con ei ejer- las suaves melodías compuestas por sus varias voces,
cicio de las manos, la Música se hace con ia boca»! de cuya división armónica se ve privado el poeta, y
pero no por el sentido del gusto, como ia mano que aunque la Poesía entra por el sentido auditivo a la
pinta no lo verifica por el sentido del tacto. sede del juicio, así como la Música, el poeta no puede
Menos valiosas son las palabras que los hechos. describir la armonía de la Música porque no tiene me-
¿Acaso tú, escritor, no copias con tu mano, descría;, dios de decir al mismo tiempo cosas distintas, como
biendo lo que está en tu mente, como lo hace el pín-í, la proporcionalidad armónica de la Pintura, compues-
tor? ta a un mismo tiempo de distintas partes, cuya dulzu-
ra se percibe al mismo tiempo, tanto conjunta como
X X V I , CONCLUSIóN DEL DEBATE ENTRE EL PoEfiB particularmente. Conjuntamente en cuanto al entendi-
EL PINTOR Y EL MÚSICO. •— i anta diferencia hay ert miento de la composición, y en particular en cuanto
cuanto a la representación de las cosas corpóreas, eM al entendimiento de los componentes que constituyen
tre el pintor y el poeta, como entre ios cuerpos des- el todo ; por todo ello, el poeta, en lo que se refiere a la
membrados y los unidos, porque el poeta, ai describí 1 figuración de las cosas corpóreas, se queda muy de-
la belleza o la fealdad de cualquier cuerpo, lo preserifjj
ta miembro por miembro, en tiempos distintos, y e*
pintor lo enseña todo de una vez. (1) Hoy •» aift, soprano.
176 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 177

tras del pintor, y respecto de las cosas invisibles, de-


trás del músico. El pintor y la Pintura.
Pero si el poeta pide prestada la ayuda de las de-
más ciencias, podrá presentarse en las ferias como los I. VASTEDAD DEL CAMPO DE LA PINTURA.—Todo lo
demás mercaderes portadores de diversas cosas he- que es visible está connumerado en la ciencia de la
chas por varios inventores, y esto lo hace cuando le Pintura.
prestan otras ciencias, como las del orador, del filóso-
fo, del astrólogo, del cosmógrafo y otros por el estilo, II. ORIGEN DE LA PINTURA.—La primera pintura fué
cuyos conocimientos nada tienen que ver con los dmU sólo una línea que circundaba la sombra del hombre
poeta. De modo que éste es un mediador que agrupa proyectada por el sol en las paredes.
a distintas personas para lograr la conclusión de un
mercado, y si queréis averiguar el oficio propio del III. E L PINTOR ES SEñOR DE TODA CLASE DE GENTE Y
poeta, veréis que no es otro que el de un agrupado];,,. DE TODAS LAS COSAS.—Si el pintor quiere ver belle-
de cosas robadas a diversas ciencias, con las cuales zas que le enamoren, es muy dueño de crearlas; si
hace un compuesto falaz, y si lo preferís dicho más quiere ver cosas monstruosas que espanten, o que sean
honestamente, un compuesto fingido. En esta libre bufonescas y risibles, o verdaderamente lamentables,
3 ' función, el poeta se ha equiparado al pintor, que es 1&|; es señor y dios de ellas, y si quiere crear lugares y de-
parte más débil de la Pintura. siertos, sitios umbrosos u obscuros en tiempo de ca-
1 i' lor, los inventa, y los mismos lugares calurosos en
XXVII. CAUSA DE LA INFERIORIDAD EN QUE SE TIEMH época de frío. Si desea valles, si quiere ver desde al-
A LA PINTURA.—Para reproducir palabras, la Poesía su- tas cimas de rnontaña3 una extensión grande de cam-
pera a la Pintura, y para reproducir hechos, la Pintu- po, y luego de ésta pretende ver el horizonte del mar,
es señor, dueño de hacerlo, como si quiere ver los al-
<*1 ra supera a la Poesía, y la misma proporción que hay
tos montes desdé los profundos valles, o desde los al-
entre los hechos y las palabras existe entre la Pintura
y la Poesía, porque los hechos son cosas de los ojos y tes montes los valles profundos y las playas. En efecto,
las palabras de los oídos ; así, los sentidos humanos o.uanto existe en el mundo por esencia, frecuencia o
están entre sí en la misma relación que sus objetos en- imaginación,, lo posee él, primero en la mente y lue-
tre sí también. De esto deduzco que la Pintura es su- go en las manos, y es tal la excelencia de éstas, que
perior a la Poesía ; pero por no saber sus practicantes en el mismo tiempo crean una armonía de proporcio-
exponer las razones, ha estado mucho tiempo sin abo- nes de una sola mirada, como lo hacen las cosas.
gados, pues ella no habla, aunque por sí misma pr e '
senta y termina los hechos, mientras que la Poesía IV. LA PINTURA ES UNA SEGUNDA CREACIóN.—El que
acaba en palabras, con las cuales, orgullosa, a sí mis- censure a la Pintura, censura a la Naturaleza, pues la
ma se alaba. obra del pintor representa las de dicha naturaleza, y
Por ello, el tal censor carece de sentimiento.
'J
i*
178 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 179

V. EL PINTOR NO MERECE ELOGIO SI NO ES UNIVER. ció la Pintura. Por consiguiente, la llamaremos funda-
SAL.—Claramente puede decirse que se equivocan los damente nieta de la naturaleza y pariente de Dios.
que llaman buen maestro al pintor que sólo hace bien
una cabeza o una figura. Realmente, no es un caso VIII. EN LAS OBRAS DE IMPORTANCIA NO DEBE FIARSE
extraordinario que estudiando todo el tiempo de su EL HOMBRE DE SU MEMORIA HASTA EL PUNTO DE NO CO-
vida una sola cosa llegue a lograr alguna perfección. PIAR DEL NATURAL.—Hombre muy ignorante me pare-
Sabiendo nosotros que la Pintura abarca y contiene cería el maestro aue se preciase de poder conservar
en sí todas las cosas que la naturaleza produce y las en su memoria todas las formas y efectos de la hatu-
que ocasiona la obra accidental de los hombres, y, por. raleza, puesto que tales efectos son infinitos y no hay
último, lo que puede verse con los ojos, me parece po- memoria humana que baste para retenerlos.
bre maestro el que sólo hace bien una figura. Así, pues, pintor, procura que la ambición de la ga-
¿No veis cuántos y cuáles hechos realizan los hom- nancia no predomine en ti sobre la honra del arte,
bres? ¿No veis qué distintos son los animales, árbpi pues mucho más importante es ganar honra que al-
les, hierbas, flores ; qué variedad hay de sitios mofy canzar los honores de la riqueza. Tanto, que por esta 1 1
tañosos y llanos, fuentes, ríos, ciudades, edificios pú- y otras razones eme podría decir, esperarás primero,
blicos y particulares, instrumentos apropiados al uso practicando el dibujo, a presentar, con formas con-
humano, trajes, adornos y artes? vincentes a la vista, la intención y la invención naci-
T o d o ello ha de ser conocido y pintado por aquel a das en tu mente ; lueco irás poniendo o quitando has-
quien tú quieras llamar buen pintor. ta aue te quedes satisfecho; ataviarás a los hombres
vestidos o desnudos, del modo que en tu obra hayas
VI. E L PINTOR Y LA NATURALEZA.—El pintor dispf pensado, y procurarás que por medida y tamaño, so-
ta y compite con la naturaleza. metida a la Perspectiva, no pase a aquélla nada que
no esté bien aconsejado t>or la razón y por los efectos
VIL EL QUE DESPRECIA LA PINTURA NO ES AFICIONA- naturales. Este es el camino para alcanzar honra con
DO A LA FI> OSOFÍA DE LA NATURALEZA.-— Si desprecias Í$ tu arte.
Pintura, única imitadora de todas las obras visibles de
la naturaleza, despreciarás sin duda una sutil inven- IX. E L JUICIO ACERCA DE i A PINTURA.—Sabemos per-
ción eme con filosófica y acuda especulación examina fectamente que es más fácil advertir los defectos en
todas las cualidades de las formas, campo de las figu- las obras aienas que en las propias, y a veces, censu-
ras, luo-ares, árboles, animales, hierbas y flores que se rando a otros errores penueños, desconocemos los nues-
ven rodeados de sombra y de luz. Verdaderamente ella tros, mucho mavores. Para huir de tal ignorancia, pro-
es ciencia e hiia legítima de la naturaleza, que la ha cura aue en primer lusrar sea buena la persoectiva ; lue-
parido. Para expresarlo más correctamente, diremo» po estudia bien las medidas del hombre y de otros ani-
nieta de la naturaleza, porque todas las cosas visible* males v hazte buen aronitecto, es decir, entérate bien
han sido alumbradas por la naturaleza, y de ellas n&- de cuanto #e refiere a la forpna de los «dificios y otra»
180 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 181

cosas que existen sobre la tierra, y cuyas formas son obra buena, diciendo: esta es de buen precio, esta es
infinitas. Cuanto más sepas, más laudable será tu tra- mediana o esta vale poco, y dar pruebas de que po-
bajo, y respecto a lo que desconozcas, no te niegues seen obras de todos los precios.
a copiarlo del natural.
XII. EL ESPEJO ES EL MAESTRO DE LOS PINTORES.—
X. E L PINTOR DEBE OíR SOSEGADAMENTE MIENTRAS Cuando quieras ver si tu pintura está toda ella de acuer-
PINTA LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS.—No debe ser recusa- do con lo que has copiado del natural, toma un espe-
da, ciertamente, mientras el hombre pinta, la opinión jo y haz que se refleje en él la cosa viva, y compara el
de cada cual, con tal de que se sepa claramente que reflejo con lo que has pintado; así podrás considerar
aquel hombre, aunque no sea pintor, conoce la forma, si los detalles dé ambas copias son iguales entre sí.
de los demás hombres y comprenderá bien si es gibp¿ Sobre todo, si el espejo ha de tomarse como maes-
so, si tiene un hombro alto o bajo, si su boca o su n » tro, ha de ser espejo plano, para que en su superficie la
riz son grandes u otros defectos. Y si sabemos que los pintura se refleje exactamente en todas partes.
hombres pueden juzgar acertadamente las obras de la La pintura hecha sobre un plano muestra cosas que
i naturaleza, nos convendrá mucho confesar que pueden parecen realzadas, y el espejo plano hace lo mismo ; la
l juzgar nuestros errores, pues no ignoramos lo mucho pintura es una sola superficie, como el espejo; la pin-
que se equivoca el hombre en sus obras. Si no lo ad- tura es impalpable, porque lo que parece redondo y
viertes en ti misino, considéralo en los demás 3'i'$ffl sobresaliente no se puede rodear con las manos, y con
aprovecharán los errores ajenos. el espejo pasa lo m i s m o ; el espejo y la pintura pre-
Conviene, pues, tener calma y paciencia para oír sentan las imágenes de las cosas rodeadas de sombra
las opiniones de los demás, considerando y pensando y de luz, y una y otra parecen estar más allá de su
mucho si el que censura tiene motivos o no para cen- superficie.
surarnos, y si opinamos que sí, debemos corregir, '$& Si ves que el espejo, por medio de lineamentos, som-
nos parece que no, hacer como que no hemos oído,;|H bras y luces, hace que parezcan las cosas destacadas,
demostrar con razones que está equivocado, si se tra- y teniendo tú entre tus colores sombras y luces más
ta de persona de nuestra estimación. mtensas que las del espejo, no hay duda de que, si sa-
bes componer bien tu pintura, parecerá que es una
XI. POBRES DISCULPAS QUE DAN LOS QUE FALSA E IN- cosa natural vista en un espejo grande.
DIGNAMENTE SE HACEN LLAMAR PINTORES.—Hay una cla-
se especial de pintores que, por lo poco que han estu- XIII. PRECEPTOS PARA LOS PINTORES. — Todos los
diado, tienen que vivir a costa de la belleza del oro J r
arnos y todos los frutos nacen en el nacimiento de
del azul, los cuales con mucha estulticia alegan que n» s
us hojas, que hacen las veces de madres al ofrecer-
hacen obras buenas porque les pagan poco, pero q u e os al agua de la lluvia y la humedad del rocío que cae
sabrían hacerlas como cualquier otro si les pagara" Por las noches sobre ellas, y al protegerlas muchas ve-
bien. ¡ Ved qué gente más necia! No saben tener u n a Ce
s contra el calor de los rayos del sol. i
1
7 1*
182 LEONARDO DE VXNC1
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 183

Por lo tanto, tú, pintor, que no tienes reglas pata tintos maestros, y que así se practica de prisa y se ad-
huir.de las censuras de los inteligentes, insiste en co- quieren buenos hábitos. A eso se responde que tales
piar todo lo que hagas del natural y no desdeñes el es- hábitos serían buenos siempre que las copias se hi-
tudio, como lo hacen los ganadores. cieran de buenas composiciones y de maestros estu-
diosos, y como éstos son tan escasos que apenas se
encuentran unos pocos, es lo más seguro copiar de las
XIV. LA PINTURA ES UN DISCURSO EN FIGURAS.—LOS cosas naturales que de las mal interpretadas, y acos-
hombres y las palabras son hechos, y tú, pintor, si rio tumbrarse mal, porque el que puede beber en el ma-
sabes hacer tus figuras, te pareces al orador qúefi™ nantial no debe hacerlo en e l v a s o .
sabe combinar sus palabras.
XVII. M O D O DE APRENDER BIEN A COLOCAR LAS FIGU-
X V . ORDEN DEL ESTUDIO.—Los jóvenes depin RAS EN LOS CUADROS.—Cuando hayas aprendido bas-
aprender, primero, Perspectiva ; luego, las medidas de tante Perspectiva y sepas de memoria todas las par-
todas las cosas ; luego, cíe mano de un buen riiaeá|^B tes y cuerpos de las cosas, ocúpate frecuentemente, al
aprender los buenos detalles; luego, del natural, para ir de paseo, en ver y considerar las actitudes de los
confirmar lo que hayan aprendido; luego, de rnaíio hombres cuando hablan, cuando se esfuerzan, cuando
de distintos maestros, y por último acostumbrars«M| se ríen o cuando pelean unos con otros, qué cosas ha-
trabajar y a practicar el arte. cen y cuáles hacen los circunstantes, los que los sepa-
ran o los espectadores de tales cosas, y toma breve
XVI. SOBRE EL MISMO TEMA.—Digo que prirrAgB nota de ello en tu cuadernito. Este cuadernito debes
deben aprender los miembros y las expresiones, y áfffl llevarlo siempre contigo, y ha dé ser de papel en que
bada tal enseñanza se debe continuar con los ¿*¡U no tengas que borrar, sino sustituir los viejos con los
dentes que ocurren a los hombres, y en tercer lugaí> nuevos, pues no son cosas que se puedan borrar, ya
componer los asuntos, cuyo estudio debe h a c e r s e í | | 9 que hay que copiarlas apresuradamente, siendo tantas
natural, con los detalles correspondientes a cada casPi las infinitas formas y los actos de las cosas, que la
y pensar en ellos por las calles, plazas y campiñas, J niemoria no es capaz de retenerlas, por lo cual utili-
anotarlos con ligeros apuntes ; es decir, que para r e zarás aquéllos (apuntes) como autores y maestros tu-
presentar una cabeza se haga una O, y para un br3' yos.
zo, una línea recta doblada, y lo mismo para las p i e f
ñas y el busto, y luego, al volver a casa, dibujar! 0 XVIII. H A Y QUE ESTUDIAR HASTA AL DESPERTAR Y
todo ello con su forma perfecta. APíTESDE DORMIR, A OBSCURAS.—Conmigo mismo he ex-
Dice el adversario que para llegar a adquirir pr» c ' perimentado que es de mucha utilidad cuando nos ha-
tica y hacer bastantes obras es mejor que los primero darnos én la cama, a obscuras, trabajar con la inteli-
tiempos del estudio se empleen en copiar varias coi*1' gencia, repitiendo los lineamentos superficiales de las
posiciones hechas en papel o en las paredes por C"8' %uras estudiadas anteriormente u otras cosas nota-
•^•¡••H

184 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 185

bles, comprendidas por sutil especulación. Es cosa XXII. PROGRESO INDEFINIDO DEL ARTE. — Cuando
laudable y útil afirmarse las cosas en la memoria, | ]a obra supera al juicio de su autor, poco gana éste;
pero cuando ocurre a la inversa, y el juicio supera a la
obra, ésta mejora continuamente, a menos que la ava-
XIX. M O D O DE AUMENTAR Y DESPERTAR EL INGENIO
ricia lo impida.
PARA VARIAS INVENCIONES.—No dejaré de poner entre
estos preceptos una nueva manera de especular que,
X X I V . PRECEPTOS ACERCA DE LA PINTURA.—Procu-
aunque parezca insignificante y casi risible, no por
ra, pintor, ejecutar tus obras de modo que atraigan a
eso es menos útil para despertar en el ingenio varias
los espectadores y que éstos se detengan ante ellas ad-
ideas, y es que cuando miras una pared ensuciada por
mirados y complacidos ; pero no los atraigas para ahu-
varias manchas o piedras de varias clases, si tienes que
yentarlos, como lo hace el aire con los que durante la
inventar algún sitio, en dicha pared podrás ver seme-
noche saltan del lecho desnudos para ver si el tiempo
janzas de distintos paisajes, adornados de montañas,
está nublado o sereno, e inmediatamente, ahuyentados
ríos, peñascos, árboles, llanuras, valles y collados de
por el frío, se vuelven a la cama de donde antes sa-
distintas formas; también podrás ver distintas bata-
lieron. Haz, por lo contrario, tus obras a la manera de
llas, y actitudes rápidas de figuras, expresiones de fiso-
ese aire que en tiempo caluroso saca a los hombres del
nomía extrañas, y trajes e infinitas cosas que puedes
lecho y los retiene, deleitados, para tomar el fresco es-
recoger íntegras y en buena forma. Ocurre con dichas
tival. No pretendas ser práctico antes que docto, ni
paredes y piedras como con los sonidos de las cam-
que la avaricia venza a la gloria en tal arte merecida-
panas, en cuyos toques puedes percibir todos los nom-
mente adquirida.
bres y vocablos que imagines.
¿No ves que entre las humanas bellezas un rostro
Yo he visto ya nubes y manchas de las paredes que
bellísimo, y no los ricos adornos, detiene a los vian-
me han inspirado buenas ideas de varios asuntos, y
dantes? T e digo esto a ti, que con oro y otras rique-
aquellas manchas, aun careciendo de perfección, en
zas adornas tus figuras. ¿No ves cómo pierden exce-
algunos aspectos no dejaban de tenerla en su posición
lencia las bellezas de la juventud a causa de los exce-
u otros detalles.
sivos y demasiado finos adornos? ¿No has visto a las
montañesas abrigadas con sus burdos y pobres paños,
X X . LA VIVIENDA DEL PINTOR.—Las estancias o ha- que parecen más bellas que las que llevan tantas rique-
bitaciones pequeñas avivan el ingenio, y las grandes zas?
lo desvían. No emplees los rebuscados tocados de cabeza en los
cuales* para los cerebros hueros, un solo cabello más
X X I . LA IDEA Y LA PRÁCTICA DEL ARTE.—J Pobre ¿e mdinado a un lado que a otro representa para su due-
aquel maestro cuya obra se adelanta a su juicio, y ° e ño una vergüenza, porque cree que todos los circuns-
que se endereza a la perfección del arte, y cuyas obrfl tantes, abandonando sus preocupaciones, sólo pensa-
quedan superadas por su juicio! rán y sólo hablarán de aquello. Estos tales tienen siem-
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 187
186 LEONARDO DE VINCI

den figurar los luminosos, ni líneas reflejas, ni cuerpos


pre por consejeros al espejo y al peine, y su enemigo
capital es el viento, que alborota sus acicalados ca-
bellos.
lúcidos, como espejos o cosas parecidas, de brillo, ni
sblas, ni tiempos obscuros, ni otras muchas-cosas II
-Haz, pues, que en las cabezas que pintes juguetee el qúte no digo por no aburrir.
viento con los cabellos en torno a rostros juveniles, LJO que tiene la escultura es que resiste más la ac-
adornándolos con sus graciosas revueltas, y no los pon- ción! del tiempo, aunque tiene resistencia parecida a
gas como los de aquellos que los embadurnan de cola la pintura hecha sobre cobre grueso esmaltado de blan-
y se ponen el rostro como si estuviese vidriado... Ljil co yypintado sobre éste con colores de esmalte, des-
curas humanas y progresivas para las que no hay na- pués "de lo cual se pone nuevamente al fuego para que
vegantes suficientes que traigan de los lugares de cuezcá. Esta clase de pintura, por su eternidad, gana
Oriente las gomas arábigas con las cuales se consigue a la escultura. Puede argüirse que donde haya un de-
que el viento no altere la igualdad de sus cabelleras, fecto no se puede remediar. Es un argumento pobre
que es lo que más van investigando todavía... es^ que intenta demostrar que una irremediable falta
deí memoria haga desmerecer la obra. Yo diré que el
ingenio de! maestro que comete esos errores es mucho
raás. difícil dé arreglar que la obra estropeada por él.
I
i.
Parangón de la Pintura con la Escultura. | Sabemos perfectamente que el pintor práctico y bueno
no incurrirá en semejantes errores, sino que, guiándo-
I. Como trabajo tanto en Escultura como en Pintí$| se por buenas reglas, irá levantando un poco cada vez
y llevará su obra por buen camino. Además, el escul-
á
ra, y hago las dos en el mismo grado, me parecéj^^B
puedo con escasa impugnación opinar cuál cíe ambaj» tor trabaja en tierra o en cera, y puede quitar y poner,
requiere mayor talento y cuál es más difícil y más p©í|§ y cuando tiene su obra terminada se echa fácilmente al
bronce, siendo ésta la última operación y la de efecto :l
fecta. Primero, la Escultura está sometida a cierta¥$^B
ees, es decir, a las de lo alto, y la Pintura lleva coñSJ-| más permanente de la Escultura, toda vez que las que
go luz y sombra, y la luz y la sombra son la importan*? son sólo de mármol están más expuestas a la destruc-
cía de la Escultura. El escultor se ve ayudado pcfeflB ción quedas de bronce.
naturaleza, por el relieve que él mismo hace, y el pi n " Así, pues, la pintura que se hace sobre bronce, en
tor, por arte accidental, lo hace en los sitios donde ló" la cual se puede, con los métodos del arte, quitar y
gicamente lo haría la naturaleza. El escultor no puedfí. poner, es parecida al bronce, pues cuando se hace la
diversificarse en las varias clases de colores de las .p^á primera obra, de cera, aún se puede añadir y quitar.
sas ; la Pintura rio falla en parte alguna. Las perspéO, Si la escultura en bronce es eterna, la pintura en co-
tivas de los escultores no parecen verdaderas; las de ore con colores de vidriar es eternísima; si el bronce
los pintores parecen a centenas de millas más allá del Permanece negro y sucio, el cobre está lleno de varia-
cuadro. La perspectiva aérea está lejos en sus obras | dos y lindos colores. Si hablaras de la pintura hecha
no pueden figurar los cuerpos transparentes ; no P u fJ¡ sobre talla, 'diría, muy satisfecho de dar mi opinión
i
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 189
188 LEONARDO DE VINCI

acerca de ella y de la Escultura : «La Pintura es másj como si le hubiese nevado encima; con toda la habi-
bella y de mayor fantasía, y más abundante; la Esculj tación sucia, llena de polvo y pedazos de piedra.
tura es más duradera, y esto es lo único que tiene.», Todo lo contrario le pasa al pintor—y hablo de pin-
Con poco trabajo realiza la Escultura lo que en P l tores y escultores excelentes—, puesto que con toda
tura parece cosa de milagro : ¡ que parezcan paipai/ comodidad se sienta ante su obra, bien vestido, y mue-
las cosas impalpables, de relieve las cosas plana»;••¡S ve el levísimo pincel portador de los colores. Se ador-
lejanas las próximas! En efecto, la Pintura está íéiox- na con las vestiduras que le a g r a d a n ; su habitación
nada de infinitas especulaciones a las cuales no llega está llena de lindos cuadros, y limpia; le acompañan
la Escultura. / ufl muchas veces músicos o lectores de variadas y bellas
obras, que, como no hay estrépito de martillazos u
II. La Escultura no es ciencia, sino arte m e c a n l M otro ruido confuso, pueden ser oídos muy a gusto.
en grado superlativo, porque produce sudores y canfl
sancio corporal al que en ella trabaja, al cual le baJfl IV. No hay comparación entre el ingenio, el arti-
conocer las medidas de los miembros y la clase de rrjB ficio y el discurso de la Pintura y el de la Escultura, a
vimientos y reposos; y así acaba en sí misma presdlH la cual no estorba la perspectiva, a causa de las con-
tando a la vista lo que es, sin causar la admiración d ¿ | diciones de la materia y no del artista.
quien la contempla, como la causa la Pintura, que JlB Si el escultor dice que no puede reponer la mate-
una superficie plana 3' a fuerza de ciencia ofrece cáJM ria desprendida de más de su obra, como puede ha-
pinas vastísimas con horizontes lejanos. cerlo el pintor, contestaré que el que demasiado quita,
poco entiende, y no es maestro. Porque, si conoce bien
III. No encuentro entre la Pintura y la Escultura las medidas, no quitará lo que no d e b e ; así, pues* di-
otra diferencia que la de que el escultor realiza su ó f M remos que este defecto es del trabajador, no de la ma-
con más cansancio de su cuerpo que el pintor, y¡j¡H teria.
pintor hace las suyas con mayor esfuerzo de la mental Pero no m e .refiero a esta clase de escultores, que no
que el escultor. son maestros, sino estropeadores de mármol.
Demuéstrase que esto es cierto con el hecho de c f l Los maestros no se fían de lo que la vista les dice,
el escultor, para ejecutar sus obras, tiene que hac«|| porque siempre engaña, como se demuestra en el in-
esfuerzos con los brazos y desgastar a golpes el m a í | tento de dividir una línea en dos partes iguales cal-
mol o la piedra que haya elegido hasta quitar lo q u ^|
culando con la vista nada más, y siempre se equivoca
sobra de la figura que dentro del mármol o la piedfw
el que pretende hacerlo, por lo cual los buenos juzga-
I se contiene, realizando un ejercicio mecánico acornp^íi
nado con frecuencia de sudor copioso, que al meZ'j, dores temen constantemente al error, cosa que no les
"fj ciarse con el polvo se convierte en fango, con la cara sucede a los ignorantes; y por eso, conocidas las me-
manchada y lleno todo del polvo del mármol, que p a * didas de todas las larguezas, y todos los grosores, y

Pf/J rece un panadero, y cubierto de escamas de mármol^ todas las anchuras de los miembros, guiánse por ellas

r
1
190 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 191

constantemente, y de ese modo no quitan más que lo sa del aire interpuesto entre los objetos y los ojos; las
debido.
nieblas, por entre las cuales penetran difícilmente las
La ciencia de la Pintura es de maravilloso artificio imágenes de los objetos; la lluvia, que deja ver tras
y de aguda especulación, condiciones ambas de qué de sí las nubes, los montes y los valles; el polvo, en-
carece la Escultura, por ser de brevísimo discurso.,;' tre el cual y al través del cual se ve a los combatien-
Al escultor que afirma que su ciencia es más dura- tes que lo han levantado ; el humo, más o menos den-
dera que la de la Pintura responderé que tal duración so ; presenta a los peces jugueteando bajo la superfi-
depende de la materia en que trabaja, y no del escul- cie del agua, y el fondo de ésta; las pulimentadas pie-
tor, y que no debe envanecerse con ello, sino dejar toda clrecillas de muchos colores, posadas sobre las lavadas
la gloria a la naturaleza, creadora de los materiales que arenas del fondo de los ríos y rodeadas de hierbas on-
él trabaja.
dulantes bajo la superficie del agua ; las estrellas a dis-
tintas alturas, por encima de nosotros, y otros innume-
V . La Pintura exige mayor discurso mental y t p rables efectos que la Escultura no consigue.
ne mayor artificio y maravilla que la Escultura, p'il
la necesidad obliga a la mente del pintor a transió: VI. CONCLUSIÓN.-—Carece la Escultura de la belle-
marse en la propia mente de la naturaleza y a ser ií) za de los colores; carece de la perspectiva de éstos;
térprete entre la naturaleza y el arte, comentando ctm carece de la perspectiva y confusión de términos de las
aquélla las causas de sus manifestaciones, obligada por cosas lejanas, ya que sólo puede dar idea de los tér-
sus leyes : cómo la manera con que las imágenes del minos de las cosas cercanas; no representa el aire in-
los objetos que hay en torno de los ojos concurren cOffl terpuesto entre la vista y las cosas remotas, ocupando
verdaderas copias a la pupila ; cuáles, entre varios oprí más dichas cosas, como las figuras veladas que dejan
jetos de igual tamaño, parecen mayores a los ojos; ver la carne desnuda bajo los velos que la cubren, ni
cuáles, entre colores iguales, son más o menos obscu- pintará la menuda arena dé varios colores bajo la su-
ros o más o menos claros, y, entre otras cosas igual- perficie del agua transparente.
mente bajas, cuál parece más o menos baja, o de la9
que están puestas a la misma altura, cuál lo está mas
o menos, y de los objetos iguales colocados a diversas
distancias, por qué parecen menos visibles unos que
otros.
Este arte abarca y encierra en sí todas las cosas vi-
sibles, lo cual no lo puede alcanzar la pobre Escultu-
ra ; esto es, los colores de todas ellas y sus reduccio-
nes ; copia las cosas transparentes, y el escultor sólo
presenta las naturales, sin artificio alguno; el pintor
figura varias distancias con variedad de colores, a caU'
/
Paisajes y fiemas
Los paisajes.

I. U N EFECTO DE NUBES EN EL LAGO M A Y O R . - 4 - U í


a ver esa multiplicación de aire (1), y ya encima de
Milán, hacia el lago Mayor, vi una nube en forma de
grandísima montaña, llena de escamas encendidas,
porque los rayos del sol, que ya estaba en el horizonte,
poniéndolo encarnado, la teñían de su color. Aquella
nube atraía a todas las nubéculas que había a su alre-
dedor, y no sólo no se movió de su sitio, sino que con-
servó en su cima la luz del sol hasta hora y media des-
[Vi! pués de haberse hecho de noche ; tanta era su grande-
za. Dos horas después de anochecer produjo tan fuer-
te viento, que fué cosa extraordinaria e inaudita.

II. ASCENSIóN AL MONTE ROSA 21. — El color azul


que vemos en el aire no es el color propio de éste, sino
que está producido por una humedad cálida evapora-
da en pequeñísimos e impalpables átomos, que lleva
tras sí la percusión de los rayos solares y se vuelve lu-
minosa bajo la obscuridad de las inmensas tinieblas
de la región del fuego que la cubre por encima.
•>,* Puede ver esto, como lo vi yo, todo el que suba al

4 (1) Condensaolón de nubes en la atmósfera.


••••^•¡¡••••^^B
IfflP
194 LEONARDO DE VINCI
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 195

Momboso (1), cúspide de los Alpes que separan Fran- la tierra; y visto desde alta mar parece azul, porque
cia de Italia, y montaña en cuya base nacen los cú'᧡ en sus ondas se ve reflejado el aire azul.
tro ríos que riegan en cuatro sentidos opuestos a toda
Europa. Ninguna montaña tiene su base a tanta al-
tura. VI. LA VEGETACIÓN DE UNA COLINA.—Las hierbas y
las plantas serán de color tanto más pálido cuanto m á s
Esta se yergue tan alta, que casi atraviesa las nu- árido y falto de humedad sea el terreno, y el terreno
bes, y pocas veces nieva en ella; sólo cae granizo e n ' es más pobre de humedad y más árido cuando está
verano, cuando las nubes están más altas, y dicho gra- sobre las peñas que forman los montes. Los árboles
nizo se conserva de tal modo, que si no fuese por lo serán tanto más pequeños y delgados cuanto más cer-
raramente que descienden o se elevan las nubes, cosa ca estén a la cima de los montes, y el terreno es tam-
que no sucede dos veces en una edad, habría una can- bién más pobre cuanto más se acerca a dicha cima, y
tidad altísima de hielo escalonado por el granizo. En más feraz cuanto más próximo se encuentre a la con-
el mes de julio lo vi grandísimo, y vi que el aire qi^e cavidad de los valles.
había sobre mí estaba obscuro y el sol que caía sobrtó
Así, pues, pintor, debes presentar en las cifas de los
la montaña era bastante más luminoso alií que en l a | | montes las piedras de que se componen, cubiertas en
llanuras bajas, porque el espesor del aire que entre é|t gran parte de tierra y de hierbas que allí nacen, pe-
y la cima de la montaña se interponía era menor. queñas, delgadas y en su mayoría pálidas y secas por
carencia de humedad ; la tierra arenosa y pobre se ha
III. BOSQUEJO.—Describe los paisajes con viento, de ver por entre las descoloridas hierbas, y las raquí-
con agua, a la salida y a la puesta del sol. ticas plantas crecidas y envejecidas, en su mínimo
grandor, con cortas y duras ramificaciones y con pocas
IV. OTRO.—Describe el viento terrestre y el maiM hojas, dejando ver gran parte de las enmohecidas y
'••V*' timo. Describe la lluvia.
áridas raíces mezcladas con las capas de las rocas y
las grietas de las mohosas escamas nacidas en los tron-
V. DISTINTAS COLORACIONES DEL MAR.—El mar on-
cos estropeados por los hombres y los vientos ; procu-
dulante no tiene siempre el mismo color. Para quien rarás que en muchos sitios se vean las piedras sobre-
lo ve desde tierra firme, es de color obscuro, tanto rnaS saliendo en los altos montes, cubiertas de sutil y pá-
obscuro cuanto más se acerca al horizonte, y en él ¿ e lida capa de moho, y dejando ver en algunos sitios su
ven algunos puntos claros o brillantes que se mueven ' verdadero color por la percusión de los fulgores del
con lentitud, a modo de ovejas blancas entre los rebar cielo, cuyo paso se ve estorbado a veces, n o sin ven-
ños de ganado mayor. Al que ve el mar desde alta ganza de tales peñascos.
mar le parece azul. Visto desde la tierra parece obsr'
curó, porque en sus ondas se refleja la obscuridad de Cuanto más desciendas hacia las raíces de los mon-
tes, más vigorosos y abundantes en ramas y follaje se-
(1) Monte Eosa.
rán los árboles, y su verdor, y su verdor, tan variado
como lo son las especies que formen aquel bosque, las
/
• • • • • i i! ,

ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 197


196 LEONARDO DE VINCI

ramificaciones de las cuales son de distintas clases y VIII. , CÓMO SE DEBE REPRESENTAR LA TEMPESTAD.—
espesores de ramas y de hojas, y de diferentes formas Si quieres pintar bien una tempestad, examina y dis-
y alturas, algunos con apretado ramaje, como los cÉ pon bien todos los detalles cuando el viento, soplando
preses; otros con ramas esparcidas y dilatables, como sobre la superficie del mar y de la tierra, remueve y
las encinas, los castaños y algunos semejantes ; varios arrastra consigo todo lo que no está firme, en la ma-
con hojas pequeñitas ; «otros con pocas hojas, como el rea universal.
enebro, el plátano y algunos más ; unos árboles, co- Para representar bien la tormenta harás ante todo
mo nacieron, separados por espacios de distintas di- unas nubes desgarradas, rotas, que caminan en la di-
mensiones, y otros juntos sin separación alguna. >;' rección del viento, acompañadas de una polvareda
arenosa levantada del lecho del mar, y ramas y hojas
VIL D E L MODO DE REPRESENTAR LA NOCHE.—Lt>
arrastradas por la fuerza del viento furioso alzándose
que está enteramente privado de luz está a obscuras en el aire con otras muchas cosas no pesadas.
del todo. Como esto es lo que le ocurre a la nochej||H Los árboles y las hierbas, doblados hacia el suelo,
quieres pintar un cuadro que sea de noche, harás j J H casi parece que quieren seguir la marcha del viento,
haya en él una hoguera grande y todas las cosas qü'£ con las ramas retorcidas fuera de su dirección natu-
estén cerca de la lumbre tengan el mismo color que ral, con las hojas revueltas y arregladas de nuevo. Los
ésta, porque lo más próximo a un objeto participa de hombres que allí se encuentren, unos caídos y otros
su naturaleza. Y pintando el fuego de color rojo, to- enredados en sus ropas, entre el polvo, casi estarán
das las cosas iluminadas por él serán rojizas, y las desconocidos, y los que permanezcan en pie, abraza-
más lejanas tendrán el color negro de la noche. L19 dos a algún árbol, para que no los arrastre el viento.
figuras que aparezcan entre ti y el fuego hai: cíe ser Otros se llevarán las manos a los ojos, cegados por el
obscuras como la noche, y no tendrán la claridad de polvo, con las ropas y los cabellos agitándose en la
misma dirección del aire. El mar, alborotado y tempes-
1 la lumbre ; las que estén a los lados han de ser medio
tuoso, estará lleno de remolinos y de espuma entre las I
obscuras y medio rojizas, y las que se vean más alia
del fuego estarán iluminadas con luz rojiza sobre forif altas olas, y el viento llevará la espuma más leve,
do negro. como si fuese densa y revuelta niebla. Los navios que
haya en el mar nada pueden hacer con sus velas rotas,
En cuanto a las actitudes, cuida que los que estén
cuyos jirones ondearán al viento en compañía de al-
cerca de la hoguera pongan sus manos o sus capas pro-
p;ún trozo de cuerda. Varios palos ratos, caídos, atra-
tegiéndoles contra el excesivo calor, y con la cara vúéfcj
vesados sobre el barco entre las olas tempestuosas, y
ta hacia otro lado, como apartándose de él, los rnaS
algunos hombres irritando y sosteniéndose en lo que
apartados. Pondrás muchos colocando sus manos a
queda del barco. Pondrás también unas nubes impul-
modo de visera para librar a sus ojos de la excesiva
sadas por el impetuoso viento, chocando con las al-
luz.
tas cimas de la montaña, formando remolinos a se-
mejanza de las aguas entre los escollos í viento espan-
/ 1*
¡
- **r»A' HHMHH^HHH^Hj

198 LEONARDO DE V I N O ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 199

toso, por la obscuridad que producen el polvo, la nie-' cillas, menos deben verse, antes bien, estarán más al-
bla y las densas nubes. tas y esparcidas y serán menos densas, y al contrario,
cuanto más cerca aparezcan serán más reducidas y más
IX. MODO DE FIGURAR UNA BATALLA.—Pon, prime- espesas.
ro, el humo de la artillería, confundido en el aire con El aire estará lleno de saetas en distintas direcciones,
el polvo levantado por el movimiento de los caballos subiendo unas, descendiendo otras, en línea plana
y de los combatientes. Y para representar esa confu- otras, y las balas de las escopetas irán acompañadas
sión, procederás a s í : el polvo, como cosa terrestre y de algo de humo que se verá tras ellas.
pesada, aunque por su levedad se mezcla con el aire, Las primeras figuras estarán polvorientas, con los
no por eso deja de caer por sí mismo, y lo que más cabellos, las cejas y todos los sitios planos de su cuer-
sube es la parte más leve, aunque menos visible, que po cubiertos de polvo. Pintarás a los vencedores co-
parece casi del mismo color del aire ; el humo que se rriendo, con el cabello y todas las cosas leves al vien-
confunde con el aire polvoriento, cuanto más ascien- to, con las cejas bajas y adelantando los miembros
da a cierta altura, parecerá una nube obscura, yfjM contrarios; esto es, que si tienen adelantado el pie de-
verá en la cima antes el humo que el polvo. recho, que avance también el brazo del otro lado. Si
El humo se pintará de color un poco azul, y el pol- pones a alguno caído, pinta las señales de que hubie-
vo tendrá su color ; por el lado de donde viene la luz ra resbalado en el polvo convertido en fango ensan-
parecerá esa mezcla de aire, humo y polvo mucho más grentado, y alrededor de la semiliquidez de la tierra
iluminada que por el lado opuesto. Los combatientes,", aparecerán impresas las huellas de los hombres y los
que se encuentren en medio de esa polvareda serán caballos que por allí hayan pasado.
menos visibles y, por consiguiente, menos se verán las Pondrás algún caballo arrastrando el cuerpo muerto
diferencias que haya entre sus luces y sus sombras. de su jinete, y detrás de él las huellas de haberlo lle-
Harás rojizos los rostros, las personas, el aire y los vado sobre el polvo y el fango; pondrás a los vencidos
escopeteros, así como lo que hava junto a éstos, y di- pálidos, con el entrecejo alto y la carne que hay so-
cho color irá esfumándose a medida que se aleje de la bre las cejas con abundantes arrugas de aflicción. Las
'4 causa aue lo produce. Las figuras que haya entre el fauces de la nariz tendrán también algunas arrugas en
espectador y la luz, si están lejos, aparecerán obscu- forma de arco, empezando en ellas para terminar en
ras sobre fondo claro, y sus piernas se verán menos á el principio de los ojos ; las narices levantadas, que es
medida que vayan estando más cerca del suele, porquw como producen tales arrugas; los labios arqueados,
a tan poca altura el polvo es más denso y más abun- dejando ver los dientes de arriba. La boca, abierta, en
dante. actitud de exhalar lamentaciones. Una de las manos,
Si pintas caballos corriendo fuera del tumulto, pon5- escudando los atemorizados ojos con las palmas vuel-
les unas nubéculas de polvo a tanta distancia unas oe tas hacia el enemigo. Pondrás a otros luchadores con
otras como puede haber entre los saltos de un caballo., la boca cerrada y huyendo; habrá mucha clase de ar-
y cuanto más lejos estén de dicho caballos esas nube- mas entre los pies de los combatientes, como escudos
m LEONARDO BE VINC1.
ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 201

rotos, lanzas, espadas partidas y otras cosas semejan..1 caballos. Y no pintes ningún sitio llano más que las
tes. Pintarás algunos muertos, unos medio cubiertos de,
huellas llenas de sangre.
polvo; otros mezclándose el polvo con la sangre que
brota de las heridas, convertida en fango rojo; desde X . REPRESENTACIóN DEL DILUVIO.—El aire estaba
los cuerpos, unos regueros tortuosos de sangre de su obscuro a causa de la densa lluvia, la cual, bajando
propio color correrán hasta caer al polvo; pintarás oblicuamente, sometida a la dirección transversal del
otros moribundos apretando los dientes y con los ojos viento, formaba ondas en el aire como las que vemos II
en blanco, los puños cerrados y el cuerpo y las pier- $ que forma el polvo; sólo variaban en que al través de
ñas retorciéndose. Puede haber en el conjunto algún la inundación formaban rayas las gotas de agua al
hombre desarmado y derribado por el enemigo, lu- caer. Su color era el del fuego producido por los rayos
chando a mordiscos y arañazos para tomar terríble , que hendían o desgarraban las nubes, cuyos relámpa-
venganza ; algún caballo veloz corriendo con las c¡r|í¡® gos abrían los grandes abismos de los inundados va-
nes al viento por entre los enemigos y causando mu-¡: lles, y al abrirlos dejaban ver las copas de los árboles
chos daños con las patas ; algún hombre mutilado* inclinadas. Veíase a Neptuno con su tridente en me-
caído en tierra, cubriéndose con su escudo mientrafí dio de las aguas y a Eolo rodeando con sus vientos mu-
' un enemigo inclinado hacia él se esfuerza por ma- chos árboles desarraigados, confundidos con las re-
tarle. vueltas aguas.
Podríase ver en el cuadro muchos hombres caídosí' El horizonte, en todo el hemisferio, estaba turbio y
en montón sobre un caballo muerto ; algunos de lóffl encendido por el fulgor de los continuos rayos.
vencedores suspender la lucha y destacarse de la rp'i-ffi Veíanse hombres y pájaros ocupando totalmente los
chedumbre, limpiándose con ambas manos los ojos ¡Hn árboles grandes que quedaban al descubierto entre las
dilatadas ondas que formaban montañas circundan- ',
las mejillas manchados de barro producido por las lá-Ü
grimas desprendidas de sus ojos y mezcladas con e l l
polvo ; las escuadras de socorro esperanzadas y des%|,
tes de grandes abismos.
X I . CONTINUACIÓN. — Veíase el ambiente obscuro
I I
confiadas, con las cejas angulosas y haciendo sombra,,, y nebuloso azotado por las corrientes de distintos ' !M
gil
a sus ojos con las manos para mirar entre la densa jSl vientos y envuelto en continua lluvia mezclada con
confusa obscuridad, atentos a las órdenes de su ca- granizo, los cuales, ya allí, ya acullá, arrastraban in-
pitán, y al mismo tiempo al capitán con el bastón le- , finitas ramas de los desgajados árboles, mezcladas con
vantado y dirigido hacia el lugar contrario adonde se infinitas hojas. Alrededor se veían árboles antiguos
encuentra el socorro, indicando a éstos la parte donde arrancados de raíz y despedazados pot el furor del
escasean los hombres ; algunos caballos corriendo en- viento. Veíase el derrumbamiento de los montes, ya
tre las aguas de un río, removiéndolas y enturbiando- 1 1 privados de su base por la corriente de los ríos, ca-
yendo en los mismos ríos y cerrando sus valles, y a

I
las a su alrededor con ondas de espuma y de agua re-
estos ríos, crecidos, que inundaban y sumergían mu-
movida que salpican el aire y entre las patas de lo* ,
dísimas tierras con sus habitantes.
HBHHDBHIBH

ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS


203
202 LEONARDO DE VINCI

por la cólera divina. ¡ Cuántos lamentos se oían!


I
r
A ú n se hubiera podido % er, agrupadas en la cima ¡ v-uautas pcisonas espantauas se iaiu.aoari aesue ios
de los montes, muchas especies de animales asustados aaeurfcs i veíanse las granaes ramas ae la encina
y dominados, por último, domésticamente, en compa- giaaue, cargauas ae nouiDies, arrasuauas por la l u n a
ñía de hombres fugitivos y de mujeres con sus hijos.
ae ios 'impetuosos vientos.
Las aguas que cubrían los campos llevaban en su su-
perficie mesas, camas, barcos y otras cosas hechas por
necesidad y por miedo a la muerte, en las cuales había
IViucnas eran las barcas que habían volcado y mu-
cnas las que, hauariaose enteras o en peuazos, iban 1
cargauas ae gente que se esrorzaba por lograr su sal-
mujeres, hombres con sus hijos, confundidos, lamen-
vación, con. actituaes y movimientos aoiorosos que
tándose y llorando, espantados por la furia del viento,
anunciaban una muerte espantosa. Otros, desespera-

"
I
que removía las aguas de arriba a abajo, juntas con
dos, se quitaban la viaa porque no poaian soportar
los que en ellas murieron ahogados. Ninguna cosa ha||
tanto aolor. Algunos ae estos se lanzaban al agua des-
bía más leve que el agua que no estuviese cubierta de
de los altos escollos ; otros se oprimían la garganta con
distintos animales, los cuales, dando tregua a sus ihs-ji;:
sus propias m a n o s ; éstos cogían a sus lujos y rápi-
tintos, estaban juntos en medrosa agrupación. Había/,
entre ellos lobos, zorros, serpientes y muchos más de
todas clases que huían de la muerte. Todas las olas,
damente ios arrojaban vivos ; aquellos se herían con sus
propias armas o se suicidaban; otros, dejándose caer
de roanias, se encornenaaDan a Uios. ¡ Cuantas maares
§
rechazadas por las orillas, forcejeaban con éstas, gol-
peándolas con diversos cuerpos sumergidos, cuyos gólr
iioraoan a sus hijos abogados, teniéndolos en el rega- n
pes mataban a los que aún estaban vivos.
zo, y alzando los brazos al cielo, con imprecaciones
que eran alaridos, desaliaban la ira de los dioses!
n
Hubieras podido ver algunas agrupaciones de hom- Otras, con las manos juntas y los dedos entrelazados
bres que a mano armada defendían los reducidos sitios
jé que les quedaban contra los leones, lobos y otros ani-
males rapaces que en ellos buscaban la salvación^
se ios mordían, y con sangrientas dentelladas los devo-
raban, doblánaose hasta tocar con el pecho las rodi-
i" llas, a causa de su inmenso e insoportable dolor.
¡ Cuántos ruidos espantosos se oían en el obscuro am- Veíanse los rebaños de animales, como caballos,
biente conmovido por la furia de los truenos y de los
rayos ,por ellos lanzados, que en el aire retumbabany
bueyes, cabras, ovejas, ya cercados por el agua, que se lili.
habían quedado, como en una isla, en las altas cimas
fulminando cuanto se oponía a su paso ! ¡ A cuántos de las montañas, restregándose unos contra otros y en- §t
hubieras visto tapándose con las propias manos los
oídos para esquivar los tremendos ruidos que produ-
cían en el tenebroso ambiente la furia de los vientos
tablando enconadas luchas entre sí, de los cuales mo-
rían muchos por escasez de alimentación.
Las aves se posaban ya en los hombres y en los ani-
11
mezclada con la lluvia, los truenos del cielo y la viP?j|| males por no encontrar el más pequeño espacio de tie-
leneia de los rayos ! rra que no estuviese ocupado por seres vivientes. Ya
A otros no les bastaba cerrar los ojos y se ponían el hambre, ministra de la muerte, había privado de la

7 ambas manos, una sobre otra, encima de ellos para


no ver la terrible matanza hecha en el género humano ¡
vida a gran parte de ios animales, cuando los cuerpos

1
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204 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS ¥ FILOSÓFICOS m>


muertos, ya aligerados, ascendían desde el fondo d e mantenerse a flote, montañas pobladas de hombres,
las aguas y surgían por arriba. Y bajo las alborotadas mujeres y animales, rayos de las nubes que alumbran
ondas, sobre las cuales forcejeaban unos con otros, y las cosas.
como bolas llenas de aire, salían detrás del sitio don- Figúrese en primer término la cima de una monta-
de habían sido impulsadas y se convertían en base ña abrupta con algunos valles alrededor de su base, y
de dichos muertos. Sobre aquellas maldiciones se veía a los lados de ella la corteza del terreno levantándose
el aire lleno de densas nubes divididas por los serpen- con las raicillas de la maleza y desprendiéndose de
teantes movimientos de los furiosos rayos del cielo*'] gran parte de las piedras que la rodean; ruinosa caída
que iluminaban aquí y allá las obscuras tinieblas. de tal derrumbamiento que en la violencia de su baja-
Los movimientos del aire se ven a merced de los da va golpeando y desenterrando las raíces retorcidas
movimientos del polvo que levantan las patas de I03 y llenas de protuberancias de los árboles grandes, de-
caballos, más rápidas para llenar el vacío que dejaba™ rribándolas una sobre otra. Las montañas, al desmo-
en el aire que ocupaban cuanto más rápidamente esca- ronarse, descubren sus grietas profundas, causadas por
paba el caballo de dicho aire. los terremotos de épocas pasadas, y la base de las
Creerás que puedes censurarme que haya represeaB montañas se ve reforzada en gran parte y cubierta con
tado el camino recorrido en el aire por los movimieii«S los restos de los arbustos caídos desde la alta cima de
tos del viento, porque el viento no se ve en el airelj dichas montañas, que están mezclados con fango, raí-
Pero te diré que no los movimientos del viento, sind| ces, ramas de árbol, hojas enterradas en dicho fango
los de las cosas que arrastra consigo, es sólo lo que sel y piedras.
ve en el aire. Las ruinas de algunos montes han descendido a la
Obscuridad, viento, tempestad en el mar, diluvio profundidad de algunos valles y se convierten en di-
de agua, bosques incendiados, lluvia, rayos del cifH que del agua rebosante de sus ríos, y ese dique, ya
lo, terremotos, derrumbamiento de montañas, demolWl roto, se desliza con enormes olas, las mayores de las
ción de ciudades. cuales chocan con las muralla* de las ciudades y las
1 'i Vientos vertiginosos que giran como torbellinos, lle-| villas de aquel valle. Y las ruinas de los altos edificios
vándose ramas de árbol y hasta hombres. de tales ciudades levantan al caer gran polvareda; el
Ramas desgajadas por el viento, arrebatadas por éste \ agua asciende como el humo y en confusas nubes co-
con la gente que en ellas se refugiaba. rre hacia la lluvia descendente.
Arboles partidos, cargados de personas. Pero el agua rebosante va dando vueltas por el abis-
Barcos despedazados que se estrellan contra los arre- mo, que la encierra dentro de sí, y con remolinos ver-
cifes. tiginosos va golpeando en diversos objetos y salpican-
Rebaños, granizo, rayos, vientos vertiginosos. do su fangosa espuma, para caer luego, salpicando en
Gente encaramada a los árboles que no puede sos- el aire el agua sacudida. Las ondas circulares que sa-
tenerse, árboles y escollos, torres, montañas llenas de len del punto de la percusión caminan con su impul-
gente, barcos, mesas, artesas y otros instrumentos para' so de través sobre el movimiento de la» otra» ondas

1
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206 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 207

circulares, que contra ellas avanzan, y después de,/ olas del mar cae por delante de su base, golpeándola
efectuada la percusión saltan otra vez al aire sm desVjj y refregándola con sus glóbulos, y su roce desmenuza
prenderse de su base. en partículas pequeñísimas el agua descendente, que,
Cuando saie el agua de tal abismo se ve a las deshe- convirtiéndose en niebla densa, se mezcla con la co-
chas ondas extenderse hacia la salida, pasada la cuál,-, rriente de) viento a modo de humo envolvente, de re-
cayendo o descendiendo en el aire, adquieren peso y volución de nubes, en las cuales se convierte al fm.
movimiento impetuoso, y con ellos, penetrando en la; Pero la lluvia que desciende, al ser combatida y gol-
percutida agua, la abren y llegan furiosamente hasta ; peada por el viento, se hace rara o densa, según sea
el fondo, de donde rebotan de nuevo hacia la super-!: ia rareza o la densidad del viento, y por eso se origi-
ficie del abismo, acompañadas del aire que con ellas na en el ambiente una inundación de diafanidades pro-
se sumergió y permanece en la salida, mezclando con ducida por el descenso de la lluvia que está cerca de
la espuma trozos de madera y otras cosas más leves; los ojos que la ven. Las olas del mar que azotan la
que el agua, en torno a las cuales se inician las ondas,! oblicuidad de las montañas que las limitan serán es-
que van creciendo en círculo a medida que adquiererj| pumosas al avanzar contra el dorso de tales monta-
movimiento, y este movimiento las hace tanto más baíffi ñas, y al retroceder se encontrarán con otras olas que
jas cuanto mayor va siendo su base, y así se ve cómo avanzan y que luego, con gran estrépito y gran inun-
se desvanecen. Pero si las ondas chocan con varios o]H dación, vuelven al mar de donde salieron. Impulsa-
jetos, retroceden hacia las ondas siguientes, observan^ dos por el crecimiento de la inundación, hacia las ci-
do el crecimiento la misma curva que había adquirido! mas de las montañas próximas se veían muchos hom-
al comenzar su movimiento. bres y animales diversos.
La lluvia, al caer desde las nubes, es del mismo c|H Olas del mar del Piombino, todas de agua espu-
lor de éstas, es decir, de su parte sombría, mientra»; mosa.

no penetran en ella los rayos del sol, pues si así fue|| A g u a que salpica; vientos del Piombino; remolinos
ra, la lluvia tendría menos obscuridad que la nubáffl de viento y de lluvia mezclados con ramas de árboles;
El gran peso del derrumbamiento máximo de las al- chapuzones de agua que caen en las barcas 22.
tas montañas o de los grandes edificios, al caer, gol'
pearía los grandes abismos de agua, que saltaría en
cantidades considerables por el aire, subiendo de modo
contrario a como se produce el movimiento pereusoí;'
XII. LA ISLA DE CHIPRE.—Desde las playas meri-
dionales de la Cilicia se ve hacia el austral la bella
isla de Chipre, que fué reino de la diosa Venus. Mu-
11
del agua, es decir, siendo el ángulo de reflexión igual chos, atraídos por su belleza, han destrozado sus na-
al ángulo de incidencia. ves contra los escollos circundados de vertiginosas on-
De entre las cosas que arrastre la corriente se apaí' das. La belleza de aquel suave monte incita a los va-
taran hacia la orilla opuesta las pesadas y de mayor gabundos navegantes a recrearse en su florido verdor,
tamaño. Los remolinos de agua son tanto más veloces al pasar por el cual el aire llena la isla y la parte del
/ cuanto más cerca están de su centro. La cresta de ¿ a8 mar que la rodea de suaves colores... ¡ O h ! ¡Cuan-
HHMBMBHHH^MMBBMBHMI

208 LEONARDO DE VINC1

tas naves se han hundido allí y a ! ¡ O h ! ¡Cuántos


barcos se han destrozado en aquellos arrecifes ! Allí.
se podrían ver muchos, rotos, medio sepultados en la
arena, unos enseñando la proa, otros la popa, éstos el
fondo, aquéllos los costados. H a de parecer aquello
una especie de Juicio final en que resuciten los navios
muertos, pues son tantos los que hay allí, que cubren,
toda la playa septentrional. Al pasar entre ellos los E l viaje a Oriente
vientos de Aquilón producen diferentes sonidos pavo-
rosos. DIVISIÓN DEL LIBRO 23

Predicación y persuasión de la fe.—La repentina inunda-


ción hasta su fin.—La destrucción de la ciudad.—Muerte
y desaparición del pueblo.—^Expulsión del predicador y su
liberación y benevolencia.—Daríos que hizo.—Hallazgo del
profeta.—Su profecía.—Inundación de las partes bajas de
Erminia (Armenia) occidental, cuyo desagüe se hacía por
la cortadura del monte Tauro.—El nuevo profeta (enseña)
aquella destrucción hecha por sus designios.

PRIMERA CARTA
DESCRIPCIÓN DEL MONTE TAURO Y DEL RIO EUFRATES

Al Diodiario (1) de Soria (2), lugarteniente del sagrado


Í Sultán de Babilonia.

La nueva desgracia acaecida en estas nuestras regio-


nes septentrionales, que estoy seguro de que no sólo
a ti, sino al universo entero aterroriza, te será dicha
sucesivamente por orden, enterándote primero del efec-
to y luego de la causa.
Hallándome yo en esta parte de Erminia, ocupán-

(1) Especie d» gob»r»»dor d»l p»l»cio.


(2) Slri».
MH m • B B H H H H H B B H H H H H I

• P

210 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 211

dome con amor y solicitud en la misión que me enco- do, ya alargado, ya partido en dos o tres fragmentos,
mendaste, y al comenzar por los sitios que me pare- ya unido, y a veces se pierde de vista y luego se le
cían mejor para nuestro prqpósito, entré en la ciudad vuelve a ver.
de Calindra (3), próxima a nuestros confines.
Esta ciudad se halla situada en las orillas de aquella
parte del monte Tauro que divide al Eufrates y mira SEGUNDA C A R T A
a los cuernos del monte grande por el poniente.
Dichos cuernos son tan altos que parece que llegan
FIGURA DEL MONTE TAURUS
al cielo y que no haya en toda la tierra cosa más alta
que su cima, que recibe los rayos del sol de oriente
cuatro horas antes de amanecen y como es de piedra No soy, ¡ oh Deodario!, merecedor de que me ta-
blanquísima, resplandece mucho y presta a aquellos ches de perezoso, como parece que dan a entender tus
erminios (armemos) el mismo servicio que la luz de reprensiones ; pero el desenfrenado amor, consecuen-
la luna en la obscuridad. Por su mucha altura, pasa cia de los beneficios que de ti he recibido, es lo que
de la mayor elevación de las nubes cuatro millas en) me obliga con la mayor solicitud a buscar, a investi-
línea recta. Acuella cima se ve desde una extensión gar diligentemente la causa de tan extraordinario efec-
grande del occidente, iluminada por el sol después d^| to, y para ello he necesitado tiempo. Ahora, para de-
ponerse éste hasta una tercera parte de la noche, y es jarte bien satisfecho acerca de la causa de efecto tan
la misma que cuando estábamos juntos creímos, en sorprendente, es necesario que te describa la forma del
tiempo sereno, que sería un cometa y nos parecía en sitio, y luego verás el efecto, con lo cual me figuro que
medio de la obscuridad de la noche que cambiaba d$V quedarás complacido.
forma, partiéndose en dos o tres fragmentos, unas ver No te quejes, ¡ oh Diodario !, de mi tardanza en con-
e e s ; alargándose ó acortándose, otras. Esto ocurnl testar a tus impacientes preguntas, porque estas cosas,
cuando las nubes en el horizonte del cielo se interpo- de las cuales quieres que te informe, son de tal natu-
v nen entre dicha montaña y el sol, y como interceptan raleza que no se pueden expresar bien sin disponer de
los rayos solares, la luz del monte queda interrumpida tiempo bastante; mucho más porque, deseando expo-
por varios espacios nubosos, y por esto parece de figii" ner la causa de tan sorprendente efecto, es preciso des-
ra variable en su esplendor. cribir de buena manera la naturaleza del lugar, me-
Como la cima de la montaña resplandece durante diante la cual podrás tú luego, con facilidad, quedar
la mitad o la tercera parte de la noche, les parece « n complacido en la indicada investigación.
cometa a los que la ven desde poniente en cuanto ano- Dejaré a un lado la descripción de la forma del Asia
chece, y antes de que amanezca, a los de levante. Menor y qué mares o qué tierras son los que termi-
Dicho cometa, con su figura variable, es ya redon- nan la forma dé su extensión, porque sé que la dili-
gencia y la solicitud de tus estudios no te han dejado i
(3) La medioeval Kelindrdh. ignorar tales datos, y voy a decir la verdadera figura
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218 LEONARDO BÉ VTNCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 213 1


1

del monte Taurus, que es el causante de la sorpren- ilena de manantiales muy bellos, de ríos y campos fér-
dente y perjudicial maravilla. tiles y abundantes en toda clase de bienes, más aún
Este monte Tauro es el que, según muchos, consti- en la parte que mira al mediodía ; pero en cuanto se
tuye la cima del monte Cáucaso; pero queriendo en- asciende a una altura de tres millas, se empieza a en-
terarme bien he hablado con algunos de los que vi- contrar selvas de grandes abetos, pinos, hayas y otros
ven más allá del mar Caspio, y me dicen que aunque árboles semejantes ; pasados éstos, en un espacio de
sus montes tienen el mismo nombre, son de mayor al- otras tres millas, hay praderas con abundantes pastos,
tura ; sin embargo, confirman que aquél es el verda- y todo lo demás, hasta el nacimiento del monte Tau-
dero monte Cáucaso, porque en idioma escítico, Cáu- rus, son nieves eternas que nunca desaparecen y llegan II
caso significa altura grande. Y, realmente, no hay no-
ticia de que en Oriente ni en Occidente exista un mon-
hasta una altura de cerca de catorce millas en junto.
Desde el nacimiento del Taurus hasta la altura de una
I
te de tanta altura, y la prueba de esto es que los habi-
tantes de los países situados a Poniente de él ven los
rayos del sol que iluminan, durante la cuarta parte de
milla no pasan nubes nunca, con lo cual tenemos quin-
ce millas que están a cerca de cinco de altura en línea
recta, y a otro tanto aproximadamente encontramos la
cima de los cuernos del Taurus, en los cuales, de la
k
la noche más larga, un trozo de su cima, y lo mismo
ocurre en los países que están a Oriente. mitad hacia arriba, empieza a haber aire que calien-
ta, y no se nota el soplo del viento ni hay cosa alguno
que pueda vivir mucho. Allí no nace nada, salvo al-
Cualidad y cantidad del monte Taurus,
gunas aves de rapiña que anidan en las grietas altas
La sombra de la cima del Taurus es tan alta, que del Taurus y bajan más abajo que las nubes a buscar
sus presas en los herbosos montes. Aquél es todo de
i
cuando a mediados de junio el sol está a mediodía, su
sombra alcanza hasta el principio de la Sarmacia (Di piedra, es decir, desde las nubes hacia arriba, de una
o lo que es lo mismo, doce jornadas, y a mediados de piedra blanquísima, y a la alta cima no se puede ir a
diciembre llega hasta los montes Hiperbóreos, que es causa de lo abrupto y peligroso de la subida.
viaje de un mes, hacia la Tramontana. La parte opues-
ta al viento está llena de nubes y nieblas, poroue el
viento que se abre al chocar con la peña, al otro lado TERCERA CARTA
de ésta vuelve a cerrarse, y de esta manera lleva con-
sigo las nubes de todas partes y las deia al chocar. Y
siemnre carece de percusión de ravos por la multitud Como yo me he regocijado contigo en las cartas,
de nubes que recoge; así que la peña está destrozada muchas veces, de tu próspera fortuna, sé ahora que,
y llena de ruinas. romo amigo, te contristarás conmigo de la mísera si-
i 0i# tuación en que me hallo, a causa de que en estos úl-
En su base está habitada por pueblos riquísimos v
II timos días han sido tantos mis afanes, temores, peli-
gros y perjuicios entre estos miserables aldeanos, que
I '• (1) Región que s* «ti»nd« «1 E. del Tanat, hasta •! mar Caiplo.
16 .
1
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HHHHHHS HHBMMMHHBHHKN^BHM

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214 LEONARDO DE V1NCI ESCRITOS LITERABIOS Y FILOSÓFICOS 215

teníamos envidia de los muertos. No creo, realmente Sé que mis desgracias te apenarán, querido amigo,
que porque los elementos con su separación hayan des- tanto como yo me alegro en mis cartas de tu bien.
hecho el gran caos, malgasten su fuerza y hasta su
furia en hacer a los hombres, tanto daño como en nos- FRAGMENTO
otros se ha visto y experimentado, hasta el punto de
que no puedo imaginar que pueda haber suirimiento Veíase gente que con gran apresuramiento cargaba,
mayor que el que hemos padecido por espacio de diez en distintas clases de naves, vituallas preparadas rá-
horas. pidamente por necesidad.
Primero nos vimos asaltados y combatidos por el El brillo de las olas no se veía en aquellos sitios,
ímpetu y la furia de los vientos, y a esto se unió la donde se reflejaba la tenebrosa lluvia con sus nubes.
caída de grandes montañas de nieve, que llenaron to- Pero donde los relámpagos producidos por los rayos
dos estos valles y asolaron gran parte de nuestra ciu- del cielo refulgían se Veían tantos brillos reflejados
dad. No satisfecha con elio nuestra desgracia, trajo re- cuantas eran las olas que abarcaban los ojos de los
pentinas inundaciones de agua que anegaron toda la circunstantes.
parte baja de esta ciudad ; a esto se anadio usía lluvia Tanto crecía el número de reflejos de los relámpa-
repentina y una tempestad asoladora de agua, arena, gos producidos por los rayos en las aguas cuanto cre-
fango y piedras mezcladas con raíces, malezas y':*» cía la distancia a los ojos que los miraban, como se
mas desgajadas de varios árboles, todo ello arcaatrado demuestra en la descripción de los esplendores de la
por el aire y bajando hacia nosotros. Por último, un luna. !
incendio que parecía producido, no por veinte, sino Tanto disminuía dicho número de reflejos cuanto
por diez mil demonios, que abrasó y destruyó toda esta más cerca estaban de los ojos que los veían, como se
región y que dura todavía. demuestra en la definición del esplendor de la luna y
Los pocos que nos hemos salvado nos hallamos én de nuestro horizonte marítimo, cuando el sol refleja,
tal estado de abatimiento y de temor, que, como ton- sus rayos y nuestros ojos, al recibir tales reflejos, es-
tos, apenas nos atrevemos a hablar unos con otrbs. tán lejos de dicho mar.
Abandonadas todas nuestras preocupaciones, estamos
juntos, reunidos en las ruinas de una iglesia, confun-
didos hombres y mujeres, chicos y grandes, a modo de
rebaño de cabras. Los vecinos nos han socorrido pP r
V compasión con algunas vituallas. Eran enemigos nues-
tros, y a no ser por su ayuda, hubiéramos muerto de
hambre.
¡ Ya ves cuál es nuestra situación ! Pues todos estos
males no son nada comparados con los que ños a m e '
nazan para dentro de poco tiempo.
, . , ' ( . )¡
• • W ^ ^ H H H n H H H I

Las figuras
I. LA PINTURA EXPRESIVA.—La pintura o las figuras
pintadas deben estar hechas de tal modo que quienes
las miren puedan conocer con facilidad, por sus acti-
tudes, el estado de ánimo en que se hallan. Si tienes
que figurar a un hombre de bien hablando, pon cui-
dado en que sus actitudes correspondan a palabras
bondadosas, y, del mismo modo, si tienes que pintar
un hombre bestial, ponle en actitud de fiereza, agitan-
do los brazos contra su oyente, y la cabeza y el pecho
más adelantados que los pies, acompañados de las
manos del locutor, a semejanza del mudo que viendo
a dos que hablan, aunque esté privado del oído, en-
tiende el motivo de su disputa por sus movimientos y
sus actitudes.
Yo he visto en Florencia un sordo accidental que
cuando se le hablaba con voz fuerte no entendía, y
hablándole bajito, casi sin que se percibiese la voz, lo
V comprendía toldo, por el movimiento de los labios. Po-
déis decir : ¿acaso no mueven los labios los que ha-
blan alto como los que hablan bajo? Y si los dos
los mueven, ¿no se les entenderá lo mismo a uno que
a otro? Dejo que conteste la experiencia. Haz hablar
a uno primero en voz baja y luego muy alta, y fíjate
e n ' s u s labios.
;'<''. ',¡<-:> ''• >:. 'ri'i,- •BHBHaltiBHHHHHflHMHHHSHHMHHI

218 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 219

II. ADVERTENCIA PARA EL PINTOR.—Fíjate bien por figura que no aparezca en actitud que exprese la pa-
la calle, al anochecer, cuando hace mal tiempo, en las sión de su alma.
caras de los hombres y de las mujeres. ¡ Cuánta gra- Es más elogiable la figura que con su actitud expre-
cia y cuánta dulzura hay en ellas! sa mejor la pasión de su alma.
III. LA PINTURA DEBE REVELAR LAS PASIONES DE LA VIL VARIEDAD INFINITA DE LA EXPRESIóN DE LOS
FIGURA PINTADA.—El buen pintor ha de pintar dos co-, SENTIMIENTOS.—Tantas son las distintas actitudes de
sas principales, que s o n : los hombres y su estado de los hombres como las impresiones que pasan por su
ánimo. Lo primero es fácil; lo segundo, difícil, por- mente, y cada una de éstas agita más o menos a los
que es preciso representarlo con gestos y actitudes de hombres según su mayor o menor intensidad y según
los miembros, y esto hay que aprenderlo de los mudos, la edad de ellos, pues en el mismo caso las expre-
que los hacen mejor que ninguna otra clase de hom-;; san de diferente modo los viejos que los jóvenes.
bres.
i
VIII. LA EDAD DEL HOMBRE.—Cómo se debe repre-
IV. LOS MUDOS SON MAESTROS DE LOS PINTORES.—
sentar la edad del hombre, es decir, su infancia, ni-
Las figuras de los hombres tienen actitudes adecuadas*
ñez, adolescencia, juventud ,vejez y decrepitud.
a stis actos, de manera que, viéndolas, se sabe lo quéi|
Los viejos deben dibujarse con torpes y lentos mo-
aquéllos dicen o piensan. Las aprenderá bien el queí
vimientos, piernas dobladas por las rodillas cuando es-
imite los movimientos de los mudos, que hablan c o n |
tán parados, los pies Separados, los hombros caídos,
las manos, con los ojos, con las cejas y con todo su'|
la cabeza inclinada y los brazos no extendidos del todo.
cuerpo, cuando quieren expresar su estado de ánimo.;,
Las mujeres en actitud avergonzada se han de re-
No os riáis de mí si os propongo un preceptor sin
presentar con las piernas juntas y apretadas una contra
lengua para que os enseñe un arte que él desconoce, I
otra, los brazos cruzados y la cabeza baja e inclinada a
pues mejor os enseñaré con hechos que otros con pa-U;
labras. No despreciéis mi consejo, porque ellos son un lado.
M
maestros de actitudes y entienden de lejos lo qué uno; Las viejas se pintarán con figuras osadas, en actitu-
habla cuando acomoda los movimientos de las manos des de rabia, corno las furias infernales, que deben pa-
a la palabra. recer más ligeras en la cabeza y en los brazos que en
las piernas.
Wf
V. EL MÉRITO DE LA PINTURA ESTÁ EN LA CÓRRELA-; Los niños pequeños, en actitudes diligentes y atur-
CiÓN DE LA TRAZA CON EL SIGNIFICADO.—Has de hacer, didas cuando están sentados, y si están de pie, tími-
f .» las figuras en tal acritud que sea suficiente para ex- dos y miedosos.
V presar que aquélla tiene tal disposición de ánimo. Sm
no es así, tu arte no es laudable. IX. CÓMO SE REPRESENTA A UNO QUE HABLA ENTRE
VARIAS PERSONAS.—Para imitar al que deseas que apa-
VI. CONTINUACIóN.—No es merecedora de elogio la rezca hablando en u n grupo de varias personas has de
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1MM1

220 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 221

tener en cuenta el asunto de que se suponga que ha-;. sopla el bocado de p a n ; el de más allá se inclina para
bla y acomodar sus actitudes a lo que a tal asunto co- ver al que está hablando, y se pondrá la mano sobre
rresponda ; es decir, si el asunto es persuasivo, con. los ojos para hacerles sombra; el otro se echa hacia
ademanes a propósito; si es expositivo, por diferentes atrás del que se inclina, y ve al orador por entre la
razones, el que habla tendrá cogidos con los dedos de pared y el inclinado.
la mano derecha uno de los de la izquierda y los dos
meñiques doblados, y la cabeza frente al grupo, la bo- XI. CÓMO SE DEBE HACER UNA FIGURA AIRADA.—
ca un poco abierta, que parezca que habla, y si está A la figura airada la pondrás cogiendo a otro por el
sentado, que aparente erguirse un poco con la cabeza ; cabello y torciéndole la cabeza contra el suelo, con
hacia adelante, y si está de pie, con la cabeza y el pe- una rodilla apoyada en el costado del caído y el bra-
cho inclinados hacia el grupo. zo derecho levantado, con el puño en alto; tendrá el
Mi El grupo estará callado y atento, mirando al orador,, pelo erizado, las cejas bajas y arrugadas, los dientes
a la cara, en actitud de admiración ; algunos viejos,/' apretados y arrugados los extremos de la b o c a ; el
asombrados de lo que oyen, tendrán las comisuras de;: cuello hinchado y lleno de arrugas, por estar inclinado
los labios caídas, con muchas arrugas en las mejillas j j hacia el enemigo.
las ceias, levantadas por el punto de su unión, foraj
mando arrugas en la frente; algunos, sentados, con XII. CÓMO SE REPRESENTA A UN DESESPERADO.—Al
las m.anos cruzadas sujetando una rodilla; otros, con, desesperado le pintarás con un cuchillo, desgarradas
las piernas cruzadas y una mano encima de la cual sej sus vestiduras con las uñas, con una de las cuales
apoye el codo, y sobre éste el barbudo mentón de urU agrandará su herida, con los pies separados, las pier-
viejo inclinado. nas algo dobladas, todo el cuerpo inclinado hacia el
suelo y con el cabello arrancado y esparcido.
X. NOTAS ACERCA DE LA COMPOSICIóN DEL CENáCU-
LO 24 .—Uno, que bebía, deja la taza en su sitio y vuel»,';
¡
ve la cabeza hacia el que habla. lili
Otro cruza las manos, y con las cejas rígidas se vuel-
ve hacia su compañero; otro, con las manos abiertas,
enseña las palmas de las dos, encobe los hombros has-
ta las oreias y pone boca de asombro. I
Otro habla al oído del aue está a su lado, y el que
le escucha se inclina hacia él, tendiendo el oído, y
'. ,»j
con un cuchillo en una mano y en la otra el pan a me-
dio r>artir. Otro, al volverse llevando en la mano un
cuchillo, derriba una taza sobre la mesa. 11
Este, puestas las manos sobre la mesa, m i r a ; aquel

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1
U n éíé^níe fantástico
PRIMERA CARTA

La negra cara, a primera vista, es horrible, espan-


tosa, y más aún los ojos, hundidos y encarnados, que
aparecen bajo las cejas obscuras y pavorosas, que ha-
rían nublarse el cielo y temblar la tierra.
Creedme. No hay hombre tan fiero que allí donde
él dirigía sus encendidos ojos no sintiera deseos de
icner alas para huir, pues el mismo Lucifer del infier-
no parecería tener un rostro angelical comparado con
aquél. La nariz arremangada, con enormes ventanas,
de las cuales salían muchas y largas cerdas, y debajo
de éstas la arrugada boca de labios gruesos, en el ex-
tremo de los cuales había pelos, a estilo de los bigotes
de los gatos, y los dientes amarillos. Camina sobre los
cuerpos de los hombres a caballo, con el dorso de los
'tries hacia arriba.
W ' Disgustado por la larga espera, convierte su ira en
furor y empieza a meterse entre la muchedumbre, dan-
do con sus pies, movidos por las poderosas piernas,
Patadas que lanzan a los hombres por el aire, y los
nacen caer sobre los otros hombres como una espesa
granizada. Muchos fueron los que al morir sembraron
la muerte, y tanta crueldad duró hasta que el polvo
HRflHHHHHwtfi^lHHMMHHHHH

ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 225


224 LEONARDO DE VINCI

que los pies levantaban, al ascender por el aire, obli-


gó a aquella furia infernal a retroceder. Nosotros con-'
tinuamos huyendo. SEGUNDA CARTA
| Cuántas clases de ataques fueron empleados con-
tra aquella endemoniada furia, para la cual de nada Querido Benedicto de Pertarti.
valía cualquier ofensiva ! ¡ Pobre gente ! No os sirven
las fortalezas inexpugnables, ni las altas murallas de Al caer el feroz gigante a causa de lo ensangrenta-
la ciudad, ni que seáis muchos, ni vuestras casas y do y fangoso del suelo, pareció que se hubiera caído
vuestros palacios ; no os ha quedado más que los re- una montaña, conmoviendo la campiña como con un
ducidos agujeros o cuevas subterráneas, como si fue-, terremoto y espantando al mismo infernal Plutón. A
rais grillos grandes o animales por el estilo, j Buscad causa del tremendo golpe se quedó en la tierra liana
la salvación en la fuga ! un poco atontado, y en seguida la gente, creyendo que
había muerto porque le hubiera alcanzado alguna fle-
¡ Cuántos infelices padres y madres se vieron pri-i
cha, regresó en gran muchedumbre y a guisa de hor^
vados de sus hijos ! j Cuántas míseras mujeres se qué-,,
migas que corrían apresuradamente por el cuerpo del
daron sin sus compañeros ! ¡ De veras, de veras, que-
caído gigante, y deslizándose por sus amplios miem-
rido Benedicto, creo que desde que fué creado el mun-
bros le laceraban con numerosas heridas.
do no se ha visto una lamentación, un llanto publicó,,';.
producidos por terror semejante ! El gigante, al recobrar sus fuerzas y verse casi cu-
Realmente en este caso la especie humana tiene que bierto por la muchedumbre, notó en seguida el escozor
envidiar a otras generaciones de animales, toda vfflB de los pinchazos, lanzó un bramido que parecía un
que si el águila vence por su fiereza a todas las demás trueno espantoso, apoyó una mano en el suelo, y le-
aves, al menos no son vencidas por la rapidez del vue- vantando el pavoroso rostro, se llevó una de sus ma-
lo, en la cual las golondrinas escapan, por su veloci- nos a la cabeza, que halló poblada de hombres afe-
dad, de la rapiña de otras aves ; los delfines, con su rrados a sus cabellos, como si fuesen esos animales
precipitada huida, se salvan de las ballenas y de los pequeñísimos que entre el pelo suelen nacer, por lo
cachalotes grandes; pero para nosotros, ¡infelices!, cual, sacudiendo la cabeza, arrojó por el aire a los
no hay escapatoria que valga, puesto que el gigante, hombres, que cayeron como cae el granizo cuando
andando despacio, se adelanta sobradamente a la ca- hace mucho viento, y murieron gran número de ellos
rrera de los más rápidos corceles. No sé qué decir W aplastados por los pies de los que corrían, pisoteándo-
qué hacer, y hasta me parece que voy nadando por su los. Otros, agarrándose a los cabellos del gigante y
enorme garganta y que me auedo confusamente muer- procurando ocultarse entre ellos, se parecían a los ma-
I i. I> to y sepultado en su grandísimo vientre. rineros cuando hay tormenta y trepan por las cuerdas
para arriar las velas.
ÜHHMflHRBI H B H H H H I

226 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 227

Padecerán los hombres tan cruel enfermedad, que


con las propias uñas se desgarrarán las c a r n e s : será
FRAGMENTOS la roña.
Se verá que los árboles se quedan sin hojas y que í. 5
¿Noticias de las cosas de Levante? Has de saber los ríos detienen su corriente.
que en el mes de junio apareció un gigante que ve- El agua del mar se alzará sobre las altas cimas de
nía del desierto de Libia... A semejanza de hormigas, las montañas hacia el cielo, y volverá a caer sobre las
corriendo furiosas... arriba, por el árbol derribado por viviendas de los hombres, es decir, por medio de las
el hacha del inflexible campesino. nubes.
Aquel gigante había nacido en el monte Atalante Se verá a los mayores árboles del bosque arrastra-
(Atlas); era un héroe ; tuvo que contender con egip- dos por la furia de los vientos de oriente a occidente,
cios y árabes, medas y persas, y vivía en el mar de es decir, por el mar.
las ballenas, de los cachalotes y de las naves. Los hombres echarán al aire sus propias vituallas,
Temiendo por su vida, Marte se refugió bajo la silla es decir, sembrando.
de Júpiter.
Con la tremenda caída pareció que se estremecía la • II. D E LOS NIñOS QUE ESTáN SUJETOS, ENFAJADOS.—
provincia entera. ¡ Oh, ciudad marina! Veo en ti a tus ciudadanos, así
hembras como machos, fuertemente atados brazos y
piernas, atados por gente que no entenderá nuestro
Las profecías de los animales racionales.
lenguaje, y sólo podréis desahogar vuestros dolores y
la i perdida libertad mediante lacrimoso llanto, suspi-
I. PROFECÍA.—Se verá a la especie leonina abrir ros y lamentaciones para vosotros mismos, pues quie-
la tierra con sus garras provistas de uñas y esconderse nes os sujetan no os entenderán ni vosotros los enten-
en las cuevas que haga junto con otros animales a deréis.
I k I ella sometidos.

h Saldrán de la tierra animales vestidos de tinieblas,


que con asombrosos asaltos atacarán a la generación
humana, y a feroces mordiscos y anegada en sangre
III. D E LAS CRIATURAS QUE MAMAN.—Muchos Fran-
ciscos, Domingos y Benitos comerán lo que antes, y
muy cerca, han comido otros, y pasarán muchos me-
I la devorarán. ses antes de que puedan hablar.
Además, pasará por el aire la nefanda especie vo-
látil, que arrastrará a los hombres y a los animales, IV. LOS QUE DUERMEN SOBRE LAS PLUMAS DE LAS
en los cuales se cebará dando grandes gritos y llenan- AVES.—Muchos serán los que, olvidando su existen-
do su vientre de roja sangre. cia y su nombre, estarán como muertos sobre los des-
Se Verá salir la sangre por las desgarradas carnes y pojos de otros muertos.
regar las partes superficiales de los hombres.
V. LOS QUE ESCRIBEN CARTAS DE UN PAÍS A OTRO.—
ilHhiHHHHHHHHnffl

228 LEONARDO DE VINC1


ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 229
Hablarán los hombres de remotísimos países unos con
otros, y se contestarán. moverse; verán én la obscuridad grandes esplendores.
¡ Oh, asombro de la especie humana ! ¿Qué frenesí te
VI. LAS PROSTITUTAS CASADAS.—Se verá a los pa- arrastra? Hablarás con los animales de todas clases y
dres entregar a sus hijas a la lujuria de los hombres y, ellos contigo en lenguaje humano. T e verás caer desde
premiarlas y abandonar toda la vigilancia anterior grandes alturas sin sufrir daño alguno. T e acompaña-
cuando se casen. rán los torrentes.

VIL' LAS DOTES DE LAS MUCHACHAS.—Así como la X I . DE LA SOMBRA QUE SE MUEVE CON EL HOMBRE.—
juventud femenina no podía antes defenderse de la lurí; Se verán formas y figuras de hombres y de animales
juria y la rapacidad de los varones, ni con la vigilancia,!; que seguirán a dichos animales u hombres adonde
de los padres ni con la fortaleza de los muros, llegará'íf quiera que vayan, y el movimiento del uno irá acom-
un tiempo en que sea preciso que los padres y parien*! pañado del movimiento de la otra; pero parecerá cosa
tes de las muchachas paguen grandes cantidades a los, admirable los distintos tamaños que van mudando las
que quieran dormir con ellas, aunque sean ricas, noli spmbras.
bles y bellísimas.
Esto revela que la naturaleza quiere extinguir la e | H XII. LAS SOMBRAS QUE HACE EL HOMBRE, DE NOCHE,
pecie humana como cosa inútil para el mundo y estraM A LA LUZ.—Aparecerán figuras grandísimas con for-
gadora de todas las cosas creadas. ma humana, que cuanto más te acerques a ellas más
irán achicando su misma magnitud.
VIII. Los QUE APAGAN LA LUZ CUANDO SE VAN A LM
CAMA.—Muchos, por expulsar con demasiada prisa el'í; XIII. LA SOMBRA DEL SOL Y DEL REFLEJO EN EL AGUA
aliento, pierden la vista, y después, todas las s e n s á S AL MISMO TIEMPO.—Veréis muchas veces que un hom-
ciones. bre se convierte en tres y que todos le acompañan, y
a veces, uno, el más cierto, le abandona.
IX. L o s SUEÑOS.—Andarán los hombres sin rnlffl
verse, hablarán con quien no esté allí y oirán a quien X I V . LOS IDIOMAS DE DISTINTOS PUEBLOS.—Llega-
no habla. rá a tal punto la generación humana que no entende-
rán unos lo que otros hablen; es decir un alemán con
X . MÁS DE LOS SUEÑOS.—Les parecerá a los hom- un turco.
bres que ven en el cielo nuevas ruinas y les parecerá
que se levantan en ellas volando y que en ellas huyen,
X V . LOS SOLDADOS A CABALLO. — Muchos serán
con terror, de las llamas que del cielo bajan ; oirán
vistos llevados por grandes animales en veloz carrera
hablar a los animales de cualquier especie en lengua-
a la ruina de su vida o a su rapidísima muerte. Por el
je humano ; correrán por cualquier parte del mundo sin
aire y por el suelo se verán animales de diferentes co-
17

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230 LEONARDO DE V I N O ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 231

lores llevando furiosamente a los hombres a perder la XXIII. LA TRILLA.—Los hombres maltratarán cruel-
vida. mente a lo que es causa de su vida : trillarán la mies.

X V I . L o s SEGADORES.—Habrá muchos que avan- ' X X I V . L o s JUGADORES.—Las pieles de los anima-


zarán unos contra otros llevando en la mano el cor- les excitarán a los hombres a abandonar su silencio y
tante hierro; éstos no se harán entre sí más daño que proferir grandes gritos y blasfemias : las pelotas de
el del cansancio, porque cuando uno avance, el otro juego.
retrocederá el mismo espacio. Pero ¡ pobre del que se
meta entre ellos, porque acabará despedazado! XXV. E L SONIDO DE LA ZAMPONA.—El viento que
pase por las pieles de los animales obligará a saltar :
XVII. Los ZAPADORES.—Muchos serán los que,, la zampona es lo que les hace dar saltos.
desollando a su madre, le echarán su piel encima : losl
labradores de la tierra. X X V I . L o s DADOS.—Veréis huesos de muerto mo-
viéndose velozmente y resolviendo la suerte de quien
los mueve : los dados.
XVIII. L A SIEMBRA.—Entonces, la mayor parte d e |
los hombres que queden vivos echarán fuera de sus!
X X V I I . GOLPEADOS Y AZOTADOS.—Los hombres se
casas las vituallas que tenían guardadas, dejándolas!
esconderán bajo la corteza de las descortezadas hier-
como presa libre a las aves y animales terrestres, sin|
bas, y allí, gritando, se martirizarán a sí mismos con
cuidarse de ellas para nada. grandes gritos.
X I X . LAS TIERRAS LABRADAS.—Se verá voltear laj
XXVIII. LAS LENGUAS DE CERDO Y DE TERNERA EN
tierra, quedando lo de arriba abajo, y mirar al hemis-1
LAS TRIPAS.—¡ Qué cosa más sucia ver a u n animal
i ferio opuesto, y descubrir las guaridas de ferocísimos;;
animales.
con la lengua en el culo de otro!
tí X X I X . L o QUE HA DE VENIR DE ORIENTE.—Vendrán
X X . L o s ZAPATEROS.—Los hombres verán compla--
de Oriente tinieblas que cubrirán de obscuridad el cie-
cidos cómo se deshacen y se rompen sus obras. lo de Italia.
vil X X I . LA SIEGA DE LA HIERBA.—Se extinguirán in-
X X X . LOS BARBEROS.—Todos los hombres huirán
numerables vidas y se formarán sobre la tierra innu-
al África.
merables agujeros.
Ni
Mm
XXII. D E L GRANO Y OTRAS S E M I L L A S . — E c h a r á n
los hombres fuera de sus propias casas las vituallas
que dedicaban a sustentar su vida.
aHHHHHnMHHH^HMHHHHHHHBHBHHnHHHHHHH

Las profecías de los animales


irracionales
I. ARRASTRAN LAS BOMBARDAS.—Los bueyes son en
gran parte causa de la destrucción de las ciudades, y
también los caballos y los búfalos.

II. BUEYES QUE SE COMEN.—Comerán al amo de las


posesiones y a sus mismos trabajadores.

III. LOS BURROS APALEADOS.—¡Oh, naturaleza des-


cuidada ! £ Por qué eres tan parcial que te portas con
algunos de tus hijos como madre piadosa y con otros
como cruel madrastra? Veo a tus hijos entregados a
la servidumbre de otros sin beneficio alguno, y, en vez
de remunerarles los beneficios que hacen, se les paga
con grandísimos martirios y consumen siempre su vida
en beneficio de su martirizador.

IV. D E LOS ASNOS.—Las muchas fatigas les serán


pagadas con hambre, sed, molestias, mazadas, pin-
chazos, blasfemias y ruindades.

V . LAS CAMPANILLAS QUE LAS MULAS LLEVAN JUNTO


A LAS OREJAS.—Se oirán en muchos sitios de Europa
instrumentos de distintos tamaños que producirán ar-
BHHHMHHHI^HHHHM

ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 235


234 LEONARDO DE VINCI

monías, con grandísimo cansancio de quien más de se esconderán ellos y sus hijos y sus vituallas en el in-
cerca las oye. terior de obscuras cavernas, y en ellas, lugares tene-
brosos, se alimentarán durante muchos meses, sin ver
VI. LOS MULOS QUE LLEVAN GRANDES CANTIDADES DE luz alguna, ni natural ni artificial.
PLATA Y DE ORO.—Muchos tesoros y grandes riquezas
habrá junto a los animales de cuatro pies, que los lle- XIII. LAS MOSCAS Y OTROS INSECTOS.—Saldrán los
varán a diversos lugares. Y hombres de su sepultura convertidos en aves, y asal-
tarán a los demás hombres, quitándoles el alimento de
VII. L o s CABRITOS.—Volverá el tiempo de Hero- sus propios senos y de su m e s a : las moscas.
des, porque los inocentes hijitos serán arrebatados a
sus nodrizas y morirán de tremendas heridas a mano XIV. L o s MOCHUELOS O BUHOS CON QUE SE CAZA
de los hombres. CON TRAMPA.—Perecerán muchos con la cabeza rota y
se les saldrán los ojos de la cabeza en gran parte, por
VIII. LAS OVEJAS, CABRAS, VACAS Y OTROS ANáLO- . culpa de unos animales pavorosos salidos de la obs-
GOS.—A muchísimas les serán quitados sus hijos pe-, curidad.
queños para degollarlos y descuatizarlos cruelmente. .
XV. LAS CULEBRAS QUE LLEVAN LAS CIGüEñAS.—Se
IX. LAS GATAS QUE SE COMEN LOS RATONES. — En verá por el espacio, a gran altura, larguísimas sierpes
vosotras, ciudades africanas, se verá que vuestros n a - ;
luchando con aves.
tivos serán descuartizados en su propia casa por crue-vi
lísirnos y rapaces animales de vuestro mismo país. X V I . Los PESCADOS COCIDOS.—Los animales del
agua morirán en agua hirviente.
X. LAS ABEJAS QUE PRODUCEN LA CERA DE LAS CAN- '
1(1, DÉLAS.—Serán ahogados los que dan la luz para el -i XVII. LOS PECES QUE SE COMEN NONNATOS.—Infini-
culto divino.
tas generaciones se perderán por la muerte de sus ma-
Y los que pacen la hierba harán de noche, día s
i
sebo. yores.
M
4 XVIII. LOS MOLUSCOS ARROJADOS POR EL MAR, QUE
XI. LAS ABEJAS.—-A otros muchos se les privará de
SE PUDREN DENTRO DE SUS CONCHAS Y CARACOLES.—
sus municiones y su alimento, y por gente insensata
serán sumergidos o anegados. ¡ O h , justicia de Dios! ¡ Cuántos serán los que, por haber muerto, se pudrirán
¿Por qué no te despiertas para ver cómo maltratan a en su propia vivienda, llenando el sitio que les rodea
M los que tú creaste? de fétido olor !

XIX. LOS HUEVOS QUE, POR SER COMIDOS, NO PUE-


XII. LAS HORMIGAS.—Son muchos los pueblos que
gHHHHHHHHHHMflHHMHHHBHHHMHHi

236 LEONARDO DE VINCI

DEN PRODUCIR SUS POLLUELOS. | A cuántos les estará


prohibido nacer!

XX. LAS URRACAS Y LOS ESTORNINOS.—Los que se


confían viviendo cerca de ellos, que serán muchedum-
bre, morirán todos de muerte espantosa, y se verá a
sus padres, sus madres y sus familias devorados y
muertos por crueles animales. LAS DE LOS ARBOLES
X X I . LAS ABEJAS.—Viven en grandes agrupacio-
nes ; las ahogan para quitarles la miel. Muchos y gran-
I. LAS NUECES, ACEITUNAS, BELLOTAS, CASTAÑAS Y
dísimos pueblos serán ahogados en sus propias casas.
OTROS SEMEJANTES.—Muchos hijos serán arrebatados
de los propios brazos de sus madres a fuerza de palos,
tirados al suelo y después desgarrados.

II. LAS NUECES GOLPEADAS.—Los que mejor lo ha-


yan hecho serán los más apaleados, y sus hijos, arre-
batados, descortezados o despellejados y rotos, y tritu-
rados sus huesos.

III. LAS ACEITUNAS QUE CAEN DE LOS OLIVOS NOS DAN


ACEITE, QUE PRODUCE LUZ.—Caerá violentamente al sue-
V lo el que nos da alimento y luz.

IV. LA LEÑA QUE SE QUEMA.—Los árboles y los ar-


bustos de los grandes bosques se convertirán en ce-
niza.

V . LOS ÁRBOLES QUE NUTREN A LOS INJERTOS.—Se


verá a padres y madres dar más ayuda a sus hijastros
que a los propios hijos.

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'fHBBHMSMHMSHBHHMBHMMHHBMHHHHMHHH

ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 239

VII. LAS PLUMAS EN LOS LECHOS.—Los animales


volátiles sostendrán a los hombres en sus propias plu-
mas.

VIII. E L PEINE DEL TELAR.—Muchas veces una cosa


desunida produce estrecha unión. Así es el peine, he-
LAS DE LAS COSAS MATERIALES cho de cañas separadas que une los hilos de la seda.

IX. E L HILANDERO DE SEDA.—Se oirán los gritos de


I
dolor, los fuertes chillidos, las roncas y encendidas vo-
ces de los que son desnudados con tormentos y que
I. LAS SUELAS DE LOS ZAPATOS QUE SON DE BUEY.—
por último se quedan sin movimiento y desnudos :
Se verá en gran parte del país a la gente, caminando
esto es por culpa del motor, que todo lo envuelve.
sobre piel de animales grandes.
X. E L LINO QUE SIRVE PARA EL CUIDADO DE LA GEN-
II. LAS CRIBAS HECHAS CON PIEL DE ANIMALES.—Se
TE.—Reverenciados y honrados serán, y con respeto y
verá pasar el alimento de los animales al través de su
amor oídos sus consejos, aquellos que antes hubieran
piel, por todas partes excepto por la boca, y penetrar
sido atados, desgarrados, martirizados con muchos y
por la parte opuesta para llegar hasta el suelo.
distintos golpes.
III. Los FAROLES.—Los feroces cuernos de potentes
XI. E L MANGO DE LA SEGUR.—Los bosques criarán
toros protegerán la luz nocturna contra la impetuosa
furia del viento. hijos que serán causa de su muerte : el mango del
hacha.
IV. SOBRE EL MISMO TEMA.—Los bueyes, con sus
XII. E L PALO, QUE ESTÁ MUERTO.—El movimiento
cuernos, protegerán al fuego contra la muerte : los fa-
de los muertos obligará a huir con dolor, llanto y gri-
roles.
tos a muchos vivos.
4 V . LOS MANGOS DE LOS CUCHILLOS HECHOS CON
CUERNOS DE CORDERO.—En los cuernos de los animales XIII. TRAMPAS Y LAZOS.—Muchos muertos se agi-
se verán cortantes hierros con los cuales se quita la tarán furiosos y cogerán y atarán a los vivos para en-
vida a muchos de la raza de aquéllos. tregárselos a sus enemigos, próxima ya su muerte y
destrucción. (
Vii VI. LOS ARCOS HECHOS CON CUERNOS DE BUEY-—
Muchos serán los que a causa de los cuernos de buey X I V . EL MOVIMIENTO DEL AGUA QUE ARRASTRA LA
morirán de dolorosa muerte. LEÑA MUERTA.—Se moverán los cuerpos sin alma por sí
'•"• «IJMHMHHHMHWPHMHBWí^M

240 LEONARDO DE VINCI


ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 241
mismos y llevarán consigo innumerables generaciones
de muertos, quitando sus riquezas a los vivos que les ANDANDO EN ZUECOS. — Habrá tanto fango, que los
rodeen. hombres caminarán sobre los árboles de su país.

XXI. Los ODRES.—-Las cabras llevarán el vino a la


X V . CARROS Y NAVES.—Se verá a los muertos lle- ciudad.
var a los vivos : los carros y los barcos en diferentes
sitios.
XXII. E L QUITASOL.—La percusión de la esfera del
sol será tal que quien crea que la oculta quedará ocul-
XVI. LAS CAJAS QUE CONTIENEN MUCHOS TESOROS — to por ella.
Se hallarán dentro de los nogales y de otros árboles,
tesoros considerables bien escondidos y custodiados.
II
XVII.- LA NAVEGACIÓN.—Se verá a los árboles de
los grandes bosques del Taurus y del Sinaí, del Ape-
I. PIEDRAS QUE SE CONVIERTEN EN ARGAMASA, CON LA
nino y del Atlante, deslizarse por el aire de oriente a
CUAL SE HACEN LOS MUROS DE LAS PRISIONES.—Muchos
occidente, de aquilón a mediodía, llevando gran '.mul-
que han sido deshechos por el fuego antes de ahora
titud de hombres.
privarán de la libertad a muchos hombres.
¡ Cuántos votos ! ¡ Cuántos muertos ! j Cuántas se-
paraciones de amigos y de parientes ! ¡ Y cuántos de II. E L REFLEJO DE LAS MURALLAS DE LA CIUDAD EN
ellos no volverán a ver su región, ni su patria, y mori- EL AGUA DE SUS FOSOS.—Se verán las altas murallas de
rán sin sepultura con los huesos esparcidos por dife-
la ciudad, boca abajo, en sus fosos.
rentes partes del mundo.
III. Los HORNOS.—A muchos se les quitará el pan
XVIII. LA NAVEGACIÓN. — Habrá fuertes vientos, de la boca : a los hornos.
merced a los cuales las cosas de oriente se harán oc-
cidentales, y las del mediodía, mezcladas en gran par- IV. MÁS ACERCA DE LOS HORNOS.—A los que se em-
te con el curso de los vientos, los acompañarán a leja- bocan por mano ajena le será quitado de la boca el
nos mares. alimento: el horno.

X I X . LAS NAVES QUE SE ANEGAN.—Se verán gran- V. E L METER Y SACAR EL PAN EN LA BOCA DEL HOR-
dísimos cuerpos sin vida llevar furiosamente muche- NO.—En todas las ciudades, tierras, castillos y casas se
dumbres de hombres a la pérdida de su existencia. verá que el deseo de comer impele a quitar el propio
alimento de la boca de otro que no puede defenderse..
XX. Los ANIMALES QUE CAMINAN POR LAS TIERRA3
VI. Los HORNOS DE LADRILLOS Y ARGAMASA.—Por
IBMMBHBHBMMMMHHHHHBBMHHBHMBMHWWWMMMHMB

242 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 243

último, la tierra se pondrá roja al encenderse varios LOS BOSQUES, PARA COCER CON ELLAS LA CARNE DE LAS
hornos, y las piedras se convertirán en cenizas. BESTIAS.'—Las grandes piedras de los montes echarán
tanto fuego que quemarán la leña de muchos y gran-
VIL LAS ARMAS OFENSIVAS.—Las obras humanas dísimos bosques y muchas fieras selváticas y domés-
son causa de su muerte : espadas y lanzas. ticas.
VIII. E L HIERRO SALIDO DE DEBAJO DE LA TIERRA ESTá X I V . LA YESCA.—Con piedra y con hierro se harán
MUERTO Y CON ÉL SE HACEN LAS ARMAS QUE MATAN A TAN- visibles cosas que antes no se veían.
TOS HOMBRES.—Los muertos saldrán de debajo de la
tierra y con sus fieros movimientos echarán del mundo X V . L o s METALES.—Saldrá de la obscura y tene-
a innumerables criaturas humanas. brosa cueva quien infunda a todo el género humano
grandes afanes y le ponga en peligro de muerte.
IX. LAS ESPADAS Y LAS LANZAS NO HACEN DAÑO POR Proporcionará deleite a muchos de sus partidarios,
Si SOLAS A NADIE.—Los que por sí mismos son pacífi- pero el que no lo sea morirá entre trabajos y calami-
cos y no ofenden, se volverán espantosos y feroces me- dades.
diante la mala compañía, y quitarán cruelísimamente Cometerá infinitas traiciones, lo cual aumentará y
la vida a mucha gente; aún matarían más si no de- persuadirá a todos los hombres para los asesinatos, los
fendieran a ios amenazados unos cuerpos sin alma sa- latrocinios y las perfidias; infundirá sospechas a sus
lidos de las cuevas : las corazas de hierro. partidarios; privará de su estado a las ciudades li-
bres ; apesadumbrará a los hombres con muchos arti-
X . LAS ESTRELLAS DE LAS ESPUELAS.—Mediante las ficios, engaños y traiciones.
l;' estrellas serán los hombres velocísimos, como cual- ¡ Oh, animal monstruoso! ¡ Cuánto mejor sería para
quier animal veloz. los hombres que te volvieras al infierno! Por ti se que-
dan sin árboles los bosques y pierden la vida infinitos
X I . E L FUEGO DE LAS BOMBARDAS.—¡Cuántos edi- animales.
ficios quedarán en ruinas por causa del fuego !
A X V I . E L DINERO Y EL ORO.—Saldrá de los caverno-
XIL LAS BOMBARDAS QUE SALEN DE LOS FOSOS.— sos subterráneos quien obligará a sudar y a cansarse
-é' Saldrá de debajo de la tierra quien con espantosos gri- a todos los pueblos del mundo, haciéndoles sufrir afa-
tos aturdirá a los que estén a su alrededor, y con su nes, ansiedades y sudores por conseguir su ayuda.
aliento matará a los hombres y destruirá ciudades y
castillos.

XIII. L A PIEDRA DEL FUSIL DESPIDE FUEGO QUE CON-


SUME TODAS LAS CARGAS DE LEÑA CON QUE SE DESHACEN
mHHBHBHHHHBi
SIHHHHMHHHHMHHHMHH1

ESCRITOS LITEBABIOS Y FILOSÓFICOS 245

cer su arte muchos se pondrán riquísimas vestiduras,


que parecerán estar hechas a modo de delantales.

VIII. LOS SACERDOTES QUE TIENEN LA HOSTIA DENTRO


DE SU CUERPO.—Casi todos los tabernáculos donde se
halla el Corpus Dómino se verán entonces caminar
por sí mismos por los diversos caminos del mundo.
LAS DE LAS CEREMONIAS
IX. Los FRAILES CQNFESQRES.:— Las desgraciadas
mujeres irán, por su propia voluntad, a revelar a los
I. LOS MUERTOS QUE SE VAN A ENTERRAR.—La gen- hombres todas sus lujurias y los actos vergonzosos y
te sencilla llevará muchas luces para alumbrar en su secretísimos.
viaje a los que han perdido la facultad de ver.
X . LA PINTURA DE LOS SANTOS ADORADOS.—Habla-
II. OFICIOS, FUNERALES, PROCESIONES, LUCES, CAM- rán los hombres a los hombres cosas que no sientan;
PANAS Y ACOMPAÑAMIENTO.—Se tributarán a los homr| tendrán los ojos abiertos y no verán; les hablarán sin
bres grandes honras, sin que se enteren. obtener respuesta ; pedirán favor a los que no los oyen
'
y encenderán luces para quien está ciego.
III. E L DÍA DE LOS MUERTOS.—¡ Cuántos serán \iffi
que lloren a sus antepasados muertos, llevándoles lufij XI. LA ESCULTURA.—¡ Ay de mí, que veo al Salva-
ees I dor crucificado otra vez !

IV. EL LLANTO EN VlERNES SANTO.—En todas laS XII. CRUCIFIJOS VENDIDOS.—Nuevamente veo ven-
naciones de Europa llorará el gran sacerdote la muer- dido y crucificado a Cristo y martirizados a sus santos.
te de un solo hombre que pereció en Oriente.
XIII. LA RELIGIÓN DE LOS FRAILES QUE VIVEN PARA
V . Los CRISTIANOS.—Muchos que tienen fe en el SUS SANTOS MUERTOS HACE MUCHO TIEMPO. — L o s que
Hijo levantan templos con el nombre de la Madre. murieron hace mil años pagarán los gastos de muchos
que están vivos.
VI1. E L TURÍBULO DEL INCIENSO.—Algunos, con ves-
tiduras blancas, irán amenazando con metal y con fue- XIV. LA VENTA DEL PARAíSO.—Infinitas multitudes
go, mediante movimientos arrogantes, a quienes no les venderán públicamente y pacíficamente cosas de gran-
hacen daño alguno. dísimo valor sin permiso de su dueño y sin que nunca
hayan estado en su poder; pero acerca de ello no
VII. LOS SACERDOTES QUE DICEN MISA.—Para ejer- proveerá la justicia humana.
18
wKm IHniHHHi

246 LEONARDO DE VINCI

X V . IOS FRAILES QUE, GASTANDO PALABRAS, RECI-


BEN GRANDES RIQUEZAS Y OTORGAN EL PARAÍSO. — Las}
monedas invisibles harán triunfar a muchos de los que
las venden.

XVI. LAS IGLESIAS Y LAS HABITACIONES DE LOS FRAI-


LES.—Muchos serán los que abandonarán los ejerci-
cios y las fatigas y la pobreza en el vivir y en el ves-
tir para irse a habitar entre riquezas y en medio de
LAS DE LAS COSTUMBRES
triunfales edificios, manifestando que tal es el medio
de hacerse amigo de Dios.

I. LA MUDANZA DE TODOS LOS SANTOS. — Muchos


abandonarán sus propias habitaciones, y llevando con-
sigo sus riquezas se irán a vivir a otros países.

II. Los HOMBRES QUE DUERMEN EN TABLAS DE áR-


BOL.—Los hombres dormirán y comerán y vivirán en-
tre los árboles nacidos en los bosques y en el campo.

J III. GOLPEAR LA CAMA PARA VOLVER A HACERLA.—


Habrá hombres tan desagradecidos que al que les dé
IV albergue sin cobrarles nada le abrumarán a palos, de
tal modo que gran parte de lo que tienen dentro se
saldrá de su sitio y dará vueltas por su cuerpo.

IV. Los MéDICOS QUE DUERMEN DE LOS ENFERMOS.—


Habrá hombres tan miserables que tendrán por favor
que otros triunfen de sus males o de la pérdida de su
verdadera riqueza, es decir, la salud.

V . E L COMÚN.—Un mezquino será burlonamente


adulado, y los aduladores serán siempre los que en-
gañen y roben y hasta asesinen al mezquin.o.
BHHHHHHI&HHMHMRHS!

?48 LEONARDO DE VINCI

VI. PROFECÍA.—Se llevará nieve lejana a los luga-


res cálidos, sacándola de la alta cima de las monta-
ñas, y se dejará caer, durante las fiestas en las plazas,
en tiempo de verano.

LAS DE CASOS QUE NO PUEDE HABER EN


LA NATURALEZA

I. LA FOSA.—Habrá muchos ocupados en el ejerci-


ció de levantar aquello que crecerá tanto cuanto se
sacó.

II. E L PESO PUESTO SOBRE LA ALMOHADA DE PLU-


MAS.—Al levantar la cabeza de ellos se verá a muchos
cuerpos crecer manifiestamente y disminuir su altura
• 7 cuando se les restituya la antes levantada cabeza.

III.' LA CAZA DE PIOJOS.—Habrá muchos cazadores


de animales que cuantos más cojan menos tendrán y
tendrán más cuantos menos cojan.

IV. SACAR AGUA DEL POZO CON DOS CUBOS ATADOS A


UNA SOLA CUERDA. — Permanecerán ocupados muchos,
que cuanto más tiren de ello hacia abajo, más escapa-
rá en sentido contrario.

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HHHHHUBHHHHHHHHBHHHHHMHHHHHHBHHHIHHHI

ESCEITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 251

de los cuerpos animados pasarán por los de otros ani-


males ; es decir, las casas deshabitadas pasarán a pe-
dazos por las casas habitadas, prestándoles utilidad y
llevándose consigo sus perjuicios; de otro m o d o : la
vida del hombre se mantiene con lo que come, y esto
se lleva consigo la parte del hombre que está muerta.

LAS DE LAS COSAS FILOSÓFICAS VII. LA VIDA DE LOS HOMBRES QUE TODOS LOS AñOS
CAMBIEN DE CARNE.—Los hombres pasarán muertos por
sus propias tripas.

VIII. LA CRUELDAD DEL HOMBRE.—Habrá sobre la


I. E L AVARO. — Habrá muchos que persigan tenaz-
tierra animales que constantemente lucharán entre sí,
mente, con todo estudio y solicitud, aquello que sienv,
produciéndose daños grandísimos y a veces matándo-
pre les asustó, por no conocer su maldad.
se mutuamente.
Su maldad no tendrá fin; por sus enfurecidos miem-
II. LOS HOMBRES QUE CUANTO MÁS ENVEJECEN MÁS
bros caerán a tierra muchos árboles de los grandes
AVAROS SE VUELVEN, CUANDO HABIENDO DE VIVIR POCO,'
bosques del universo; cuando hayan comido, su ma-
DEBIERAN TENER LIBERALIDAD.—Se verá a los hombres M
yor deseo será matar, excitar, cansar y pelear con cual-
quienes se cree de mayor experiencia y juicio que,
quier cosa animada. A causa de su desmesurada so-
cuanto menos necesitan las cosas, más ávidamente las
berbia querrán subir hasta el cielo, pero la enorme pe-
buscan y las rebuscan.
sadez de sus miembros les mantendrá abajo. No que-
dará en la tierra ni en el agua cosa alguna que no sea
11 III. E L AFÁN DE RIQUEZAS.—Los hombres persegui-

í rán lo que más t e m e n ; es decir, serán miserables por


no quedarse en la miseria.
perseguida, removida o estropeada por ellos y las de
unos países llevadas a otros. Su cuerpo servirá de se-

H IV. LAS COSAS QUE SE COMEN Y QUE ANTES SE MA-


pultura y tránsito a todos los cuerpos animados muer-
tos por ellos.
TAN.—Será muerto por ellos el que los alimenta y mar- ¡ O h , m u n d o ! ¿Por Qué no te decides a lanzarlos
tirizado con despiadada muerte. por las altas grietas de tus abismos y de tus concavi-
dades, para no enseñar más al cielo tan cruel y des-
V. LA BOCA DEL HOMBRE ES SEPULTURA.—Saldrán piadado monstruo?
grandes ruidos de la sepultura de aquellos que han
perecido de muerte ruin y violenta. IX. LA LECTURA DE BUENOS LIBROS.—¡ Felices aque-
llos que pongan oído atento a las palabras de los
VI. E L ALIMENTO QUE HA SIDO ANIMADO.—Muchos muertos ! Leer las buenas obras es realizarlas.
HHHHHI^HHHBHIBHBHBMHHHHHHHHHÍH

252 LEONARDO DE VINCi ESCRITOS LITKRARIOS Y FILOSÓFICOS 253

X . Los LIBROS QUE. DAN NORMAS.—Cuerpos sin al- hacia el cielo para no volver en mucho tiempo: las
ma nos darán consejos útiles para bien morir. nubes.

XI. LA FAMA.—Las plumas elevarán a los hombres, XVIII. LA NIEVE QUE CAE ES AGUA.—El agua caída
como a los pájaros, hacia el cielo; es decir, lo escrito de las nubes, aun en movimiento sobre las laderas de
por dichas plumas. las montañas, se detendrá mucho tiempo sin moverse,
y esto ocurrirá en muchas y distintas regiones.
XII. LA PIEL DE LOS ANÍMALES QUE TIENEN EL SENTI-
DO DEL TACTO Y EN LAS CUALES SE ESCRIBE.—Cuanto X I X . LA BOLA DE NIEVE RODANDO POR LA NIEVE.—
más se hable con las pieles, vestidura del sentimiento, Muchos son los que crecerán al derrumbarse.
más sabiduría se adquirirá.
XX. LAS LLUVIAS OBLIGAN A LOS ENTURBIADOS RíOS
A SALIRSE POR LAS TIERRAS.—Verá distinto cielo el que
I: ' XIII. LA HISTORIA.—Las cosas separadas se junta-
traslade gran parte del África que se ofrece a ese cie-
I! rán y tendrán tal virtud que devolverán a los hombres
lo hacia Europa, y la de Europa hacia África, y las
la perdida memoria. Es decir, los papiros, que se ha-
de las provincias escíticas se confundirán unas con
! cen de pieles sueltas y conservan el recuerdo de las'*
otras, con gran trastorno.
i cosas y hechos de los hombres.
X X I . LOS RÍOS LLEVAN LA TIERRA ARRASTRADA POR
XIV. E N CUALQUIER PARTE DE LA TIERRA SE PUEDE
ELLOS DE LAS MONTAÑAS, Y LA DESCARGAN EN EL FONDO
HACER LA DIVISIÓN DE ÉSTA EN DOS HEMISFERIOS.—Los'|
DEL MAR, Y DONDE ENTRA LA TIERRA EL MAR DESAPARE-
hombres, todos se mudarán al hemisferio inmediato.,!
CE.—Las altísimas montañas, aunque estén lejos del
lecho del mar, echarán a éste de su sitio.
X V . EN CUALQUIER PUNTO HAY SEPARACIÓN DE ÜRIEN-;,
TE Y OCCIDENTE.--Se trasladarán todos los animales de XXII. E L AGUA QUE CORRE TURBIA Y MEZCLADA CON
Oriente a Occidente, y también de Aquilón a Medio- TIERRA, Y EL POLVO Y LA NIEBLA MEZCLADOS CON EL AIRE,
día, y a la inversa. Y EL FUEGO CONFUNDIDO CON SU ELEMENTO, Y LOS DE-
MÁS CON CADA UNO.—Se verá a todos los elementos re-
X V I . LOS HEMISFERIOS SON INFINITOS Y POR INFI- unidos, mezclados con gran revolución, discurrir, ya
NITAS LÍNEAS ESTÁN SEPARADOS, DE MODO QUE CADA HOM- al través del centro del mundo, ya hacia el cielo y a
BRE TIENE UNA DE ESAS LÍNEAS ENTRE LOS PIES.—Se ha- veces por los lugares meridionales, corriendo con vio-
blarán, se palparán y se abrazarán los hombres ha- lencia hacia el frío septentrión, confundiéndose por el
llándose en hemisferios distintos, y entenderán sus len- universo con gran estrépito, estremecimientos y vio-
guajes. lencias.
XVII. LAS NUBES.—Gran parte del mar escapará XXIII. DE NOCHE NO SE DISTINGUE NINGÚN COLOR.—
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254 LEONARDO DE VINCI

Llegará a ocurrir que no se conozca la diferencia que


hay entre los colores, y todos parecerán negros.

X X I V . E L FUEGO.—Nacerá muy pequeño al prin-


cipio, pero no tardará en crecer ; no preferirá a ningu-
na cosa creada, de modo que con su poder casi todo
estará en condiciones de transformar su ser en otro.

XXV. EL ESPEJO CóNCAVO ENCIENDE EL FUEGO CON Agudezas


EL CUAL SE CALIENTA EL HORNO QUE TIENE AL FONDO,
QUE ESTÁ BAJO SU CIELO.—Los rayos solares encende-
rán fuego en la tierra, y con este fuego se quemará lo
que hay bajo el cielo, y rechazado por su entorpeci- I. D E UN FRAILE A UN MERCADER.—Los hermanos
r miento, volverá hacia abajo. menores acostumbran en determinadas épocas a obser-
var cierta cuaresma suya, durante la cual no comen
X X V I . HUELLA.—Subsiste el movimiento que se- carne en sus conventos; pero en viaje, como viven
para al movimiento de lo movido. de limosna, están autorizados para comer lo que les
pongan delante. Por esto, al detenerse en uno de di-
X X V I I . Los PLANETAS.—Muchos animales terres- chos viajes un par de tales hermanos en una hostería,
tres y acuáticos ascenderán hasta las estrellas : los pla- con cierto mercader, y sentados a la misma mesa, en
netas. la cual, a causa de la pobreza de la hostería sólo fué
servido un pollo cocido, el mercader, viendo que aque-
XXVIII. E L CONSEJO. — El más necesario para llo era poco para él, se dirigió a los frailes y les dijo:
quien lo necesite será desconocido, es decir, despre- —Si no recuerdo mal, ustedes en estos días no co-
ciado. men en sus conventos ninguna clase de carne.
A lo cual se vieron obligados los frailes, por su re-
X X I X . E L MIEDO A LA POBREZA.—La cosa mala y gla y sin pensarlo más, a contestar que era cierto, por
espantosa inspirará tanto ( temor a los hombres que, lo cual el mercader satisfizo sus deseos y se comió el
como insensatos, creyendo que huyen de ella, coope- pollo, y los frailes se conformaron como pudieron.
rarán apresuradamente con sus desmesuradas fuerzas. Después de aquella comida marcháronse los comen-
sales y siguieron su camino en compañía. Al cabo de
X X X . LA MENTIRA.—-Todas las cosas que en in- un rato de andar se encontraron con un río bastante an-
'H vierno se esconden bajo la nieve se quedan descubier- cho y profundo. Iban los tres a pie—los frailes, por su
tas y visibles en verano. Dícese esto por la mentira, pobreza, y el otro, por avaricia—, y fué necesario que
que no puede estar oculta. uno de los frailes, que estaba descalzo, pasara sobre
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256 LEONARDO DE Vl'NCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 257

los hombros al mercader, por lo cual, dando el fraile tu agua bendita, con la cual m e has estropeado casi
sus sandalias al mercader para que se las guardara, se mis pinturas.
echó a cuestas a aquel hombre.
Ocurrió luego que al llegar el fraile al centro del río, III. D E UN ARTESANO A UN SEÑOR.—Yendo un arte-
se acordó de su regla, y deteniéndose como San Cris- sano con frecuencia a visitar a u n señor sin tener nada
tóbal, alzó la cabeza hacia el que le abrumaba con su que pedirle, el señor le preguntó qué quería. Le dijo
peso y dijo : el preguntado que iba allí para tener u n a satisfacción
—Dime : ¿ llevas algún dinero ? que él no conseguiría, puesto que veía a hombres más
—¡Claro!-—contestó el interrogado—. ¿Cómo que- poderosos, como suele hacer la gente del pueblo, y el
rías, si no, que anduviesen a mi alrededor los demás señor no podía ver sino gente más humilde, por lo cual
mercaderes ? los poderosos carecen de aquellas satisfacciones.
—¡ A y de mí!—exclamó el fraile—. Nuestra regla
nos prohibe llevar dinero encima. IV. BUENA CONTESTACIóN DE UN PITAGóRICO.—Que-
Y dicho esto, le tiró al agua. riendo u n o demostrar, con la autoridad de Pitágoras,
El mercader comprendió que aquella broma era ven- que había estado en el mundo otras veces, y viendo
ganza de lo del almuerzo, y risueño, tranquilo, pero que otro no le dejaba acabar su razonamiento, le dijo:
poniéndose encarnado de vergüenza, la soportó. —En prueba de que he estado otras veces, te diré
que recuerdo que tú eras molinero.
li. D E UN PINTOR A UN SACERDOTE.—Iba un sacer- Entonces el otro, sintiéndose criticado por estas pa-
dote por su parroquia en Sábado Santo, echando, se- • labras, dijo que todo aquello era cierto y que gracias a
gún es costumbre, agua bendita en las casas, cuando tal indicación recordaba que su contradictor era el bu-
dio con la de un pintor, y al echar el agua mojó al- rro que llevaba las cargas de harina.
gunas de las pinturas, por lo cual el pintor, volviendo-,.
se hacia él incomodado, le dijo que por qué había he- ; V . RESPUESTA DE UN PINTOR. — Preguntaron a un
cho aquello y le había mojado sus obras, a lo cual el pintor por qué, haciendo figuras tan bellas que eran
sacerdote dijo que era costumbre y obligación suya; cosa sin vida, tenía hijos tan feos. El pintor contestó
que hacía bien, y que quien hace bien debe esperar que las pinturas las hacía de día y los hijos de noche.
bien y medio, pues así lo prometió Dios, y que por
todo el bien que se hacía en la Tierra le pagarían cien- VI. UN AMIGO A UN MALDICIENTE.—Dejó uno de tra-
to allá arriba. tar con cierto amigo suyo porque éste solía hablarle
Esperó el pintor a que saliese el otro; se asomó a mal de sus amigos. U n día, el amigo abandonado, do-
la ventana y le echó encima un cubo grande de agua, liéndose con el otro, y después de muchas quejas, le
diciéndole : rogó que dijese qué razón le había obligado a renun-
—Ahí tienes cómo te pago ciento por uno, según di- ciar a su amistad, a lo cual respondió el otro :
jiste que ocurriría con el bien que m e has hecho con —No quiero tratar más; contigo porque te quiero
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/IfflBHBlHMBHMBMHBBSBfflHHHBBBSMHMBMHEHi

258 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 259

bien, y si hablas mal de mí con otros, éstos, como yo, do a este arma. ¿Por qué no te desatas, ya que tienes
pensarán mal de ti porque les hablas mal de mí, que las manos libres, y recuperas la libertad?
soy amigo tuyo; de modo que dejando de vernos pa- A lo cual contestó el otro :
recerá que somos enemigos, y aunque m e maltrates, —Eso no se te ha ocurrido a ti, porque es cosa vieja.
como acostumbras, no te censurarán tanto como si si- Al verse reprendido, replicó el primero :
guiera nuestra amistad. —Te lo he dicho porque estoy enterado de que sa-
bes tan pocas cosas, que creí que hasta las m á s vul-
VIL DICHO DE UN ENFERMO.—Hallábase un enfer- gares te parecerían nuevas.
mo in articulo mortis, y al oír que llamaban a la puer-
ta, preguntó a uno de sus criados quién era el que apo- XI. BURLA A UN JACTANCIOSO.—Disputaba u n o jac-
rreaba la puerta, y le dijeron que una mujer que se tándose de saber muchos y muy lindos juegos, y otro
llamaba la señora Buena. El enfermo levantó los bra- de los circunstantes le dijo :
zos, dando gracias a Dios en voz alta, y ordenó al cria- —Yo sé uno que obligará a quitarse las bragas a
do que dejara entrar en seguida a la que llamaba para quien yo quiera.
que pudiera él, antes de morirse, ver una mujer buena, El jactancioso, que no las tenía, porfió :
ya que durante su vida no había visto ninguna. —¡ A que no ! [ A que n o consigues que yo m e las
quite ! ¡ T e apuesto un par de medias !
VIII. DICHO DE UN DORMILÓN.—Le dijeron a uno El que propuso el juego aceptó la apuesta, se procu-
que se levantara de la cama, pues ya había salido el ró varios pares de bragas y se los echó por encima
sol, y respondió : de la cabeza al que apostaba las medias, con lo cual
—Si yo tuviese que hacer tantos viajes y tantas co- ganó la porfía.
sas como él, ya m e habría levantado también; pero
como tengo que andar muy poco, no quiero salir de XII. RESPUESTA A OTRO CHISTE.—Dijo uno a cierto
la cama. conocido suyo :
—Se te ha cambiado el color de los ojos : los tienes
IX. ARGUCIA.—-Viendo a una mujer parada que se de un color muy raro.
ofrecía cierto individuo, después de examinar la tarje- El otro le respondió que aquello le sucedía con fre-
ta dijo mirando su lanza : cuencia.
Vi —¡ A y de m í ! ¡ Este trabajador es demasiado chico —Pero tú n o te has fijado.
para una tienda tan grande! —<*Y cuándo te sucede?—contestó el otro.
—Siempre que ven mis ojos esa cara tan rara que
X . RESPUESTA A UN CHISTE.—Al ver a uno que lle- tienes tú, por lo violento del desagrado, palidecen y se
vaba al costado una espada muy grande, le dijo un ponen de un color muy raro.
chusco :
—¡ Pobrecilio! Ya hace tiempo que te veo amarra- XIII. REPETICIóN.—Dijo u n o a otro :
SHHHHHBHBBBBHBHBHHBBHHHHPBHHBBBIHBBHBSi

260 LEONARDO DE VINCI


ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 261

—Tienes los ojos de un color muy raro. X V I I . MUY ASTUTO.—Caminaban de noche por un
camino dudoso dos hombres, y el que iba delante dejó
Y el aludido le contestó :
escapar una ventosidad estrepitosa, por lo cual le dijo
—Es porque estoy viendo esa cara tuya tan rara.
su compañero :
—Ahora me convenzo de que me quieres.
X I V . UNA FRASE.—Afirmaba uno que su país pro- —¿Por qué?
ducía las cosas m á s extrañas del mundo. Y otro le —Porque me das la correggia (1) para que no me se-
contestó : pare de ti ni me pierda.
—Con haber nacido allí demuestras que es cierto
lo que estás diciendo, pues no hay rareza mayor que XVIII. CONTESTACIóN DE UN. JOVEN A UN VIEJO.—Un
la fealdad de tu persona. viejo despreciaba públicamente a un joven, afirman-
do audazmente que n o le temía, y el joven le respon-
X V . AGUDEZA DE UN CURA.—Estaba una lavando dió que su avanzada edad era para él mejor escudo que
paños, y a causa del frío tenía los pies muy encarna- la lengua o la fuerza.
dos. Pasó cerca de ella un cura, y le preguntó, admi-
XIX. AGUDEZA. -Por qué tienen los húngaros la
rado, a qué se debía aquel color tan encendido, a lo;
cruz doble.
cual contestó la mujer en el acto que ocurría aquello
porque tenía los pies bajo la lumbre. Entonces el cura,
(1) Juego cíe palabras Imposible de traducir, pues correggia tiene dos
echando mano al miembro a causa del cual era sacer-| significados: correa y pedo.
dote y n o monja, se acercó a la mujer, y con voz dulceI
y persuasiva le rogó que hiciese el favor de encenderle
en su fuego aquella candela.

X V I . AGUDEZA.—Yendo a Moderna uno, tuvo que


pagar cinco sueldos de lira de impuesto por su perso-
na, y al pagarlos prorrumpió en exclamaciones de ad-
miración, que atrajeron muchos curiosos. Preguntado
por éstos qué motivaba tanto asombro, respondió
Maso:
—¿Pues no he de asombrarme? De modo que hom-
bre entero paga solamente cinco sueldos de lira, y en
Florencia yo, sólo por meter el ¿ . . . t u v e que pagar
diez ducados de oro, y aquí meto el c... y el c... y to-
do lo demás por tan modesto tributo. ¡Dios salvé y
conserve a esta ciudad y a quien la gobierna !
í#HHHIHHHHIHIIHHHHHIHDH9HHHHHH ^•••I^H

Notas
1. La leyenda que aquí refiere Leonardo carece de fun-
damento histórico y debe de proceder, probablemente, del
Tratado de las cosas más sorprendentes y más notables
que hay en todo el mundo, extractadas y coleccionadas en
el presente compendio por el valentísimo caballero espue-
la de oro, Juan de Mandavilla. Milán, 1480.
2. Las profundas observaciones contenidas en este pa-
saje fueron sugeridas a Leonardo por las contradicciones
e incertidumbres que rodeaban a la mecánica en los tiem-
pos antiguos. La palanca de Arqulmedes, que no era una
palanca sólida, sino una línea geométrica, sólo podía pro-
curar a los investigadores resultados matemáticos y abs-
tractos ; más adelante, los antiguos fundieron y confun-
dieron incautamente los datos de la aritmética con los de
la experiencia, haciendo así más agudo el contraste entre
lo ideal y lo real, que no logró arreglar la ciencia romana.
Vinci> percibiendo claramente una ciencia intérprete y le-
gisladora de la naturaleza, afirma en este sitio el propó-
sito de corregir, merced a la investigación crítica, las ci-
fras discordantes de los textos antiguos.
3. El pasaje que aquí- se relata procede de las esplén-
didas páginas de Leonardo contra la hipótesis fllolaico-
platónica, que asignaba respectivamente las figuras de
cada uno de los cinco poliedros regulares (figuras munda-
nas) a los elementos de tierra, agua, aire, fuego y universo.
&' En sus lentas y fatigosas investigaciones acerca de
la caída de los cuerpos pesados, no llega Leonardo a l a
determinación de la ley de los espacios proporcionales al

HBHHHHBHMHHHHHHHRUKH ••WHPHHM

264 LEONARDO DE V I N C I ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 265

cuadrado de los tiempos, que inmortalizó a Galileo Galilei. su propia figura, así como los efectos de la más amplia
El, principio aquí consignado es que el peso que cae está atracción que tiene recogido el elemento líquido alrededor
sometido a una fuerza de aceleración constante que influye del centro de la tierra.
en que el aumento de distancia entre los pesos descenden- 10. Pedro del Braccio Martelli, mencionado ya en otro
tes sea igual y proporcionado al tiempo de la caída. lugar por Vinci, no sólo fué un ciudadano de extraordina-
5. Este concepto acerca de las palabras semejantes, ex- ria integridad, sino un matemático insigne, motivo funda-
traído de la mecánica aristotélica, tiene su certeza afirma- mental para que se aficionase a él Leonardo. A principios
da por Vinci en sus límites naturales: «Si una fuerza del siglo XVI, aunque enfermo corporalmente, si hemos de
transporta un cuerpo en determinado tiempo a una dis- creer a Poccianti, compuso las siguientes obras: Libri
tancia determinada, la misma fuerza transportará la mi- quattuor in Mathematicas disciplinas, Epitolw plures et
tad de dicho cuerpo en el mismo tiempo • a doble distan- elegantes, Epigrammata non pauca et acutissima, que, ex-
cia, o lo que es igual, trasladará, la. mitad de, dicho cuerpo traviadas durante el saqueo de Roma (1527), nos han pri-
a la misma distancia en la mitad de tiempo.» (Manuscrito vado de un nuevo ejemplo de la influencia que tuvo Leo-
F. folio 26 v.°) Lo que Leonardo combate en el fragmen- nardo de Vinci sobre algunos matemáticos de su tiempo.
to LXII es la arbitraria extensión de la ley más allá de 11. La ley que aquí sienta Leonardo es la misma que
toda experiencia y de toda posibilidad natural; es la \&um Galileo formulaba en sú Dialoghi delle scienze nuove: al
dencia ingénita en ciertas mentes inquietas a dar forma descender un cuerpo de varias maneras, desviado por la
metafísica a las leyes físicas y aplicar la vacua abstrac- oblicuidad de sus saltos, llega al mismo punto en que hu-
ción del Vocablo infinito a la naturaleza que se manifiesta biera caído si no hubiese encontrado obstáculos. «Todo mo-
en el espacio y en el tiempo finito. vimiento hecho con la fuerza—escribe con su estilo límpi-
6. Este fragmento ha sido completamente aclarado por do y conciso Vinci—hará su recorrido conforme a la pro-
Ravaisson con la substitución de la palabra /rafe por la porción que exista entre la cosa que se mueve y la que la
de fructo, que está realmente en el manuscrito. mueve, y. si encuentra oposición resistente, dará fin a la
7. Leonardo tradujo este pasaje, palabra por palabra, longitud de su obligado recorrido con un movimiento circu-
de la Perspectiva de JOAN PECCKHAM, fallecido en 1922. lar o por otros varios, rebotes y saltos que, computado el
8. Según la doctrina aristotélica,, a la mente humana tiempo y el recorrido, resultará lo mismo que si se hu-
le era dado conocer la naturaleza de los cuatro elementos: biera realizado éste sin tropiezo alguno.»
tierra, agua, aire y fuego, resultantes de las diversas com- 12. Leonardo acepta en este fragmento el principio de
binaciones de lo grave con lo leve, lo húmedo con lo seco, que la visión se verifica en el interior del ojo, en un punto
principios componentes de la múltiple variedad de las co- indivisible y matemático. Más adelante, con los progresos
sas. Leonardo niega aquí la posibilidad de conocer la na- de sus investigaciones ópticas, alcanzó la razonable con-
turaleza de dichos elementos que constituyen la realidad vicción de la existencia de una superficie sensible a la luz
externa, como en otro lugar (Códice Atlántico, folio 79 r.°) y a los colores, es decir, lo que llamamos «retina». Gran-
negó, a imitación de sú contemporáneo Nicolás Cusano, diosa conclusión a la cual le llevó una serie de descubri-
la posibilidad de llegar al conocimiento de los elementos mientos no menos grandiosos, coleccionados en el manus-
primitivos en general. crito D y dispersos en los manuscritos F, K y E.
9. Aquí aparecen profundamente entrevistos los efectos 13. El origen de las noticias acerca de las ideas de Pi-
dé esa cohesión intermolecular que influye en que la gotí- tágoras referentes a la armonía de las esferas debe atri-
ta de agua adquiera forma esférica en torno al centro de buirse, en último análisis, al De Cosío, de Aristóteles (Li-

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266 LEONARDO DE V I N O ESCRITOS LITERARIOS V FILOSÓFICOS 267

bro II, cap. IX). Sin embargo, Vinci procede con indepen- dueirse la altura de los montes a consecuencia del desmo-
dencia de los argumentos peripatéticos. Según la filosofía ronamiento del terreno, producido por el agua. La prime-
pitagórica, todo cuerpo que se mueve rápidamente produ- ra hipótesis fué examinada y rechazada por Aristóteles;
ce un sonido; los cuerpos celestes, en su eterno movimien- ambas son expuestas en este fragmento por Vinci.
to, también producen una serie de sonidos cuya intensidad 16. Según ANAXáGORAS, todas las cosas del mundo estáa
varía según la distancia. Los intervalos de los astros co- formadas por un conjunto de componentes de la misma
rresponden, según los pitagóricos, a los intervalos de los naturaleza que el todo; estos principios se hallan repar-
sonidos en la octava. tidos por todas partes y son siempre iguales a sí mismos y
14. La tentativa de canalizar el Arno para beneficiar entran en la composición de todos los seres inorgánicos y
toda la llanura de Empoli y sus contornos, sugerida por orgánicos.
Lucas Fancelli, lleva a Vinci desde el terreno puramente 17. Las noticias acerca de estas costumbres de los sal-
práctico a los más arduos problemas de hidráulica y de Tajes han sido tomadas del Tratado de las cosas más sor-
gieología. El peñón de la Gonfolina, que está entre Signa prendentes y más notables que hay en todo el mundo, por
y Montelupo, constituía antiguamente un dique que sepa- MANDAVILLA, Milán 1480, «y si están gordos se los comen
raba dos extensos lagos, llenos, uno de agua salada, y el en seguida, y si están delgados los hacen engordar»,
otro de agua dulce. -Según Juan Villani (fallecido en 1348), 18. El códice en el cual se halla este fragmento contie-
lejos aún de toda idea de dinámica terrestre, la mano pró- ne, casi exclusivamente, notas acerca del tratado De la luz
vida del hombre destruyó aquel dique para dejar paso li- y de la sombra. El caballo de que se habla aquí es el mo-
bre al río; Leonardo veía en el lento trabajo del agua la delo para la estatua ecuestre "de Francisco Sforza. Jaime
causa del beneficioso efecto. Elevadas y fecundas son las Andrés, a cuya casa va Leonardo a cenar con su discípu-
deducciones que Vinci supo extraer de semejantes hechos; lo Jaime, es Andrés de Ferrara, gran conocedor de Vitru-
pero las pueriles creencias de su tiempo estaban tan arrai- bio y arquitecto de altos vuelos, que murió asesinado por
gadas en el alma de los investigadores, que todavía dos orden del general Trivulzio el 15 de mayo de 1500. Marcos
siglos después, ANTONIO VAIXISNIEKI, considerado como el es Marcos de Oggiono, pintor y discípulo de Vinci. Galeaz-
padre de la moderna ciencia geológica, sabe bastante me- zo Sanseverino, en casa del cual dirige Leonardo aquella
nos que aquél en cuanto a la existencia de las conchas fó- justa que siguió siendo siempre famosa en Milán (26 de
siles y a la mecánica de las transformaciones terrestres. enero de 1491), es el capitán a quien Ludovico el Moro
15. El problema del fin de la vida en el mundo preocu- confiara su propio ejército en el funesto año de 1499 y pro-
paba, como puede verse en los fragmentos LXXXVII y fundo conocedor del arte militar. Agustín de Pavía está
LXXXVIII, a Leonardo de Vinci; pero lo más admirable mencionado junto con Leonardo de Vinci en la carta que
es que éste, sin recurrir a una voluntad extramundana, Bartolomé Calco, secretario de Sforza, dirige al Refrenda-
considera el desenvolvimiento final de los seres como con- rio de Pavía con motivo de las bodas de Ludovico con Bea-
secuencia natural del trabajo sucesivo de las fuerzas físi- triz de Este, y de Ana, hermana del duque Galeazzo, con
cas. Dos consecuencias opuestas podrían deducirse de la Alfonso de Este, para reclamar el regreso de los artistas
lenta y continua transformación de la superficie terrestre: aue se encontraban en aquella ciudad (8 de diciembre de
al correr de los siglos las aguas se encontrarán encerradas 1490). Por último, Juan Antonio es el artista Juan Anto-
en el fondo de abismos sin fin, abiertos por el trabajo de nio Boltraffio, otro de los discípulos de Leonardo en Mi-
los ríos, que profundizan su propio lecho; al correr de los lán. El fragmento íntegro es, casi sin duda,un memorial
siglos el agua cercará por todas partes a la tierra, al re- de indemnización de daños y gastos.
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268 LEONARDO DE VINCI ESCRITOS LITERARIOS Y FILOSÓFICOS 269"

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19; Este fragmento es importantísimo p a r a la biografía que se encuentra en el manuscrito L, y la nota que, le
de Leonardo, particularmente en lo que corresponde a los a c o m p a ñ a : «hecha en el m a r del Piombino (año 1502)».
años'de 1513 a 1515. El Maestro Juan de los Espejos y los
demás a quienes aquí se recuerda vagamente son ope-
1 23. La cuestión del viaje de Leonardo a Oriente, plan-
teada por RICUTER en la Zeitscrift für bildende Kunst (Vie-
rarios o mecánicos alemanes, cuyo trabajo utilizaba Vinel na, 1881) y examinada a fondo por DOUGLAS FRESHFIELD en
p a r a ejecutar sus numerosos dibujos de aparatos, como los Proceedings of the Roijal Geographical Society (Lon-
por ejemplo el memorable torno ovalado (véase el Códice dres, 1884), puede decirse que no está resuelta, ni siquie-
Atlántico, folio 121 r.°). ra formulada en sus verdaderos términos. Si, por u n lado,
20. No se puede negar, como incautamente lo hace la División del libro sugiere la idea de u n a narración fan-
RíCHTER, la posibilidad de tal costumbre entre los habi- tástica, aunque parezca hecha con la esmerada exactitud
tantes de la India, dado el escaso cono-cimiento que tene- histórica y geográfica propias del genio de Leonardo, que-
mos de las prácticas supersticiosas populares, sujetas a. d a siempre por explicar el origen de determinadas noti-
los más altos principios de las religiones asiáticas. Pero cias, la razón de ciertos bosquejos, groseros y agudos al
más probable es, y más n a t u r a l al mismo tiempo, que a mismo tiempo, que retratan hombres y cosas asiáticos; el
las palabras como todavía en algunas regiones de la In- sentido de ciertas expresiones m u y vagas acerca de perso-
dia, se refiera Vinci a. las noticias qué empezaban a difun- najes y costumbres orientales, que brotan inesperadamen-
dirse en Europa a principios del siglo XVI acerca de las- te en los manuscritos como recuerdos de cosas vistas, pues-
costumbres de los pueblos americanos; y en este caso sus, tas como ejemplos de principios de perspectiva o de m>,
palabras tendrían más de u n a luminosa confirmación en dráulica. La misma referencia del esplendor nocturno del
las de FRAZER (The golden bough a study in comparativa T a u r u s puede decirse que es, más que u n a copia de los
religión, Londres 1890, vol. II, págs. 79-81) y en las de: Libros Meteorológicos, de ARISTóTELES, u n a rectificación
ACOSTA (Natural and moral history of the Indies, Londres del texto aristotélico hecha con argumentos extraídos del
Í880, vol. II, págs. 356-360). conocimiento directo de aquellos lugares.
21. El nombre de Momboso lo emplea FLABIO BIONDO 24. Si se compara esta especie de boceto del Cenáculo
(Roma ristaurata ed Italia illustrata, Venecia 1542, pági- con la obra terminada, se encontrará fácilmente algunos
na 165) p a r a indicar el grupo del Monte R o s a : «Los cua- de los elementos de l a primera, segunda y tercera figuras
tro ríos que riegan en cuatro sentidos contrarios toda Eu- descritas en la primera figura de la diestra de Jesús (San
ropa son: el Ródano a Mediodía y el Rhin a Tramonta- Juan) y en la primera (Santiago el Mayor) y en la c u a r t a
na, el Danubio o Danoyá a Greco (Nordeste) y el P o a Le- (San Mateo) de la izquierda. El artificio del cuchillo; el
vante,» La observación acerca de l a caída del granizo y l a grupo del hombre que habla y el que le escucha; el de-
más importante y m á s en contradicción con las ideas d | J talle de la taza caída, se, encuentran en la actitud de l a
aquel tiempo, de la mayor obscuridad del cielo a g r a n al-1 tercera figura de la derecha del Salvador (San Pedro), en
tura, confirmada tres siglos después por .DE SAUSSURE y la de las dos últimas figuras de la izquierda (San Tadeo
HUMBOLDT, inducen a creer que Leonardo de Vinci reali- y San Simón) y en l a de Judas. El hombre que pone las
zaba ascensiones de m á s de tres mil metros de altura. mauos en la mesa y mira es, con toda evidencia, el após-
22,, Las descripciones de Leonardo refiérense general- tol S a n Bartolomé de la pintura. La penúltima figura, a
mente a fenómenos por él observados. A propósito del pa- la izquierda (Santiago el Menor), conserva algunos deta-
saje «ondas d e l . m a r del Piombino, todas de a g u a espumo- lles salientes die las últimas líneas del fragmento.
sa», recuérdese el dibujo de u n a ola cubierta de espuma.
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Í N D I C E

Páginas

Prólogo biográfico I
Fábulas 1
Alegorías 19
Pensamientos acerca de la ciencia 39
Pensamientos acerca de la naturaleza 69
Pensamientos acerca de la moral 117
Pensamientos acerca del arte 149
Paisajes y figuras. ... ... 193
El viaje a Oriente 209
Las figuras 217
Un gigante fantástico 223
Las profecías de los animales irracionales 233
Las profecías de los árboles 237
Las profecías de las cosas materiales 238
Las profecías de las ceremonias 244
Las profecías de las costumbres 247
Las profecías de casos que no puede haber en la
Naturaleza 249
Las profecías de las cosas filosóficas 250
Agudezas... 255
Notas - 263

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