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UNIDAD I

LA CULTURA: POSTURAS TEÓRICAS

“Qué comprende cultura”

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Capítulo 1

Cultura y Sociedad

¿Qué comprende Cultura?

La cultura comprende todos los conocimientos, creencias, costumbres, usos y


hábitos propios de una sociedad determinada. Es decir, todo nuestro
comportamiento es cultural, incluso el que se presenta como anti-cultural, porque
este se define por oposición a normas especificas. También forman parte de la
cultura las técnicas que usamos para hacer alguna cosa; una vivienda o un tapiz,
por ejemplo.

Comprende la religión, o sea, la creencia en seres sobrenaturales y el culto que se


le rinde, la concepción del alma y de su vida después de la muerte. A este orden
pertenece el mito. La religión no es un aspecto más de la cultura, sino la zona en la
que se condensan sus principales valores, los que dan a la existencia si sentido más
profundo. De ahí que resulte ingenua, torpe o directamente maliciosa la actitud de
la casi totalidad de los misioneros, que creen posible sustituir el universo de un
pueblo indígena por la fe que predican y “conservar” no obstante la cultura. En este
caso lo que se conserva es lo exterior, lo menos importante, un conjunto de
elementos que al perder su vínculo con lo sagrado no tardaran en desaparecer. La
cultura comprende también la moral, el orden ético, que por lo común se afirma en
lo religioso. La moral norma la conducta del individuo, indica lo que está bien y está
mal. Lo que debe y no debe hacerse. Esto varía significativamente de una cultura a
otra. Así, entre algunos grupos indígenas de la selva es lícito el infanticidio de uno
de los gemelos, ante la imposibilidad de la madre de cargar y alimentar a dos hijos
a la vez. Antes de decir que una cosa es moral o inmoral es preciso situarse en una
cultura determinada. Para el Cristianismo eran inmorales las danzas indígenas, que
para estos pueblos tenían en cambio gran valor, por ser un modo de afirmar la vida
y la vigencia de la cultura, viceversa, al indígena le sabían inmorales algunos
aspectos de esa religión; por ejemplo, el comer el cuerpo de Dios en la comunión.

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Vecino a la esfera de lo moral esta el orden jurídico, otro importante aspecto de la
cultura. Todo pueblo tiene su derecho, o sea, un cuerpo de normas que rigen las
relaciones humanas y el modo de apropiación de los recursos naturales. Lo que
separa al derecho de la moral es su coactividad, es decir, las sanciones que se
establecen. Mientras que en el campo de la moral todo parece librado a la
conciencia del individuo y al castigo de los poderes sobrenaturales, en el campo de
derecho de la misma sociedad se ocupa de castigar la trasgresión y resistir las cosas
a su lugar. Es decir, de reparar el daño o hacer que este se repare. En el caso de
los pueblos indígenas, vemos que su derecho es desconocido por la sociedad
dominante. No se estudia el mismo con miras a su aplicación; de entrada se le niega
el carácter de derecho aplicable, por más que haya funcionado bien durante siglos.

También tiene un lugar privilegiado en la cultura el pensamiento de un pueblo sobre


los distintos aspectos de su existencia, así como su concepción del arte y su sentido
de belleza y de las formas. La filosofía desconoció siempre al pensamiento indígena
y popular americano, centrándose en la historia del pensamiento europeo, pero hay
ya corrientes que procuran abrirle un sitio digno trabajando en torno a sus categorías
fundamentales. En este campo donde se deben rastrear los ejes principales de una
cultura, los pilares de su concepción del mundo, por tratarse de un saber sobre los
saberes, una reflexión no sobre el ser en abstracto, sino su ser en el mundo.

La lengua conforma asimismo uno de los aspectos sustanciales de la cultura que


en el caso de los pueblos indígenas de América fue negado, reprimido,
discutiéndose, a los fines de la “integración”, la conveniencia de su preservación y
cultivo. El ataque a las lenguas dominadas o su deliberado olvido fue siempre uno
de los principales métodos de destrucción cultural. El lenguaje no es solo el
instrumento de comunicación de un pueblo, desde que en el reside la estructura
misma de su pensamiento, su modo peculiar de abordar el conocimiento. Toda
sociedad se funda en el lenguaje, y su derecho al mismo es inalienable, no
negociable. Nadie desde afuera puede arrogarse el derecho de decidir, y ni siquiera
de discutir, la convivencia de su cultivo o abandono.

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Otras veces las culturas populares comparten una misma lengua con la cultura
dominante, pero el habla difiere. O sea, se encontrara una particularidad en la forma
de armar las frases, modificando o destruyendo las leyes gramaticales (sintaxis); de
utilizar ciertas palabras y descartar otras; de crear nuevos términos (neologismos),
explotando las posibilidades de la lengua madre y los aportes de otros horizontes
lingüísticos que confluyen, como en el caso del lunfardo en Buenos Aires y el creóle
y el papiamento del Caribe; de deformar las palabras o su pronunciación, y también
de darles un sentido nuevo, para designar un fenómeno o desenmascarar la
ideología dominante. Cuando estas particularidades son muy marcadas cabe ya
hablar de dialecto.

También las artes constituyen un aspecto privilegiado de la cultura. Demos incluir


aquí:

a) La literatura, que en el campo popular es principalmente (no exclusivamente)


oral, y que incluye el relato mítico, la leyenda, el cuento, los casos o sucedidos, el
refranero y la poesía en sus distintas formas: coplas, corridos, decimas, romances,
etc. Al cancionero tradicional anónimo se debe agregar la letra de canción de
composición reciente, y a menudo de autor conocido perteneciente a los sectores
populares; b) el teatro, que registra antecedentes en la América precolombina y
resulta un instrumento de gran eficacia en el trabajo de concientización; c) La
música y la danza, a menudo ligadas a la esfera de lo ritual; d) la pintura, el grabado
y el dibujo; e) la cerámica y la alfarería; i) los tejidos, cuyos diseños suelen presentar
un gran interés; g) la fotografía, el video y el cine, que si bien son ajenos a la
tradición de los sectores populares, están siendo objeto de apropiación, como lo
revelan numerosas experiencias recientes.

Otra importante dimensión de la cultura es la de los conocimientos científicos, los


que reciben el nombre de etnociencia cuando están referidos a los grupos étnicos.
El rescate de los saberes populares se puede realizar como una reconstrucción de
lo ya perdido, valiéndose de crónicas y documentos antiguos y técnicas modernas
de investigación, pero más necesaria es la recuperación y difusión de conocimientos

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que se están perdiendo. Estos conocimientos abarcan múltiples órdenes; desde la
matemática y la astronomía a las ciencias biológicas. Cuando analizamos los
conocimientos biológicos de los distintos grupos étnicos estamos en el campo de la
etnobiología. En la misma suele haber conocimientos imaginarios, no científicos,
pero siempre encontraremos una gran proporción de conocimientos verdaderos, lo
que obliga a prestarle atención. Actualmente crece el interés por la medicina
tradicional, con miras a usarla como complemento de la medicina moderna
occidental entre los sectores populares. La farmacopea tradicional de América nos
proporciona cientos de fármacos de origen vegetal, animal, y mineral que no se
estudiaron aun suficientemente. La rama de la etnobiologia que estudia las plantas
dentro de una demanda cultura (nombre que recibe, valor simbólico, usos rituales,
alimenticios, medicinales e industriales) se llama etnobotánica. La que estudia los
animales, también dentro de una determinada cultura, se llama etnozoología.

Otro campo de la cultura es el que hace la construcción de la vivienda familiar y


casas con fines ceremoniales o de otro tipo, la que al alcanzar cierto desarrollo nos
permite hablar de la arquitectura. Los planes metropolitanos de vivienda popular
suelen olvidar el aspecto cultural, como si lo que fuera conveniente en un medio
determinado debiera serlo en otras partes, en todo tipo de sociedad. Cada cultura
suele poseer estilos de construcción ajustados al medio ambiente y a su concepción
del mundo, y elabora los materiales que tiene a su alcance: piedras, hojas de
palmera, madera, adobes, etc. Cae asimismo dentro de la cultura la fabricación de
la indumentaria y los adornos corporales. Estos últimos suelen alcanzar en ciertos
casos la dimensión de un verdadero arte, como en el caso de los caduveros de
Brasil, los chamacocos de Paraguay y los onas de Argentina.

También es parte de la cultura la fabricación de toda suerte de utensilios destinados


a resolver las distintas funciones vitales de la sociedad, como ollas, cantaros,
canastos, armas de caza, redes de pesca, trampas, piezas de talabartería y
metalurgia, etc. La cocina y las costumbres culinarias fueron a menudo
menoscabadas por los estudiosos, pero por las mismas se puede conocer la forma

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de vivir y hasta de pensar de un pueblo, entrar en su esfera mas intima, en los
pequeños y grandes rituales. O sea, el orden de las comidas y las bebidas no puede
ser reducido a una cuestión de simples recetarios, por todos los significados
sociales y culturales que se ponen en el de manifiesto.

Toda cultura posee entonces una visión del mundo o imago mundi, que comprende
también una determinada interpretación de las relaciones sociales. Esta ultima
suele ser un reflejo de la vida real de los individuos en el marco de una sociedad
especifica, más que una conciencia crítica de la misma. Mirando a las distintas
culturas populares desde una conciencia analítica, hallaremos a menudo, junto a
elementos verdaderos, de un claro contenido social y ético, elementos falsos o
puramente imaginarios, que son deformaciones o interpretaciones erradas del
mundo real, por lo común resultado de las imposiciones de un sistema de
dominación. Así, hay personas postradas en la miseria por un sistema injusto que
las oprime y margina socialmente y las explota económicamente, que aceptan este
hecho como si fuera producto de la fatalidad o de una inferioridad congénita. En vez
de tomar conciencia de su realidad y lucha por su modificación, acomodan su
conciencia a ella, falsificándola, llegando a sostener que es pobre o rico por ley
divina, o por azar.

Aspectos de la Cultura

La cultura nos presenta como una totalidad que norma la vida de un grupo humano,
pero está compuesta en verdad por una multitud de partes o elementos
interrelacionados.

Las unidades mínimas de la cultura se denominan rasgos. La unión de varios rasgos


sobre una base coherente forma un complejo. Así, la vivienda es un complejo en el
que se asocian múltiples rasgos. En la investigación no se debe aislar a los rasgos
del complejo del que forman parte. A los complejos, a su vez, no se debe aislarlos
de la rama de la cultura a la que pertenecer. Así, por ejemplo, no se separará a la
máscara de la indumentaria de una determinada danza, y a esta del conjunto de

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danzas de cultura. Un rito funerario o matrimonial, el ayllu andino, una fiesta o un
arpa son complejos, pues reúnen varios rasgos.

Suele hablarse de foco cultural para señalar la tendencia de toda cultura a presentar
mayor complejidad, mayores variaciones, en determinados aspectos del conjunto.
Se desarrollan así ciertas fases de la vida, mientras que otras permanecen
relegadas, el foco de una cultura es entonces el conjunto de características más
sobresalientes de la misma.

En la cultura hay aspectos materiales y aspectos espirituales. Los primeros dan


respuesta a las necesidades materiales del hombre, como beber, comer, protegerse
de las inclemencias del tiempo, defender su vida, trasladarse de un lugar a otro. Los
que no se relacionan con estas necesidades son los aspectos espirituales de la
cultura. Podemos hablar así de necesidades materiales y de necesidades
espirituales. Un cántaro, una red, un cuchillo, una canoa se relaciona con las
segundas, así como las decoraciones que se le hacen al cántaro o a la canoa. Pero
no debe de confundirse esto con lo que se llama cultura material y cultura espiritual
de una sociedad. La cultura material hace referencia a todos los objetos producidos
por una cultura, por lo que una cerbatana y una flauta entran en la misma categoría,
pese a satisfacer necesidades distintas. La cultura espiritual esta constituida por la
música, por la danza, las normas de conducta, las creencias, la poesía y narraciones
orales, y todo tipo de comportamiento o conducta, la creencias, la poesía y las
narraciones orales, y todo tipo de comportamiento u obra que no deje una huella
material visible. Así, en la danza, los trajes de los danzantes serian ya cultura
material. Actualmente la antropología no pone énfasis en esta discusión ante el uso
discriminatorio que se hizo de la misma.

La cultura posee aspectos manifiestos y aspectos encubiertos. Así, una antropólogo


que llegue a una comunidad podrá ver y describir los objetos que usa la gente
(casas, vestimentas, utensilios, etc.), pero hay aspectos a los que no podrá acceder
nunca plenamente a través de la simple observación. Por ejemplo, las creencias
religiosas, los poderes que se atribuyen a determinadas plantas, valores morales.

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Para comprenderlos bien precisara de un informante, es decir, de alguien que
pertenezca a esa cultura. Los primeros son los aspectos manifiestos. Los últimos,
los aspectos encubiertos de una cultura. Estos consisten en conocimientos,
actitudes y valores, es decir, en fenómenos de tipo síquico. Al estudiar los mismos
se penetra en el terreno de la psicología tanto individual como social.

Si observamos cualquier cultura, incluso las más simples veremos que no todos sus
elementos son conocidos por la totalidad del grupo. Habrá elementos que si son
compartidos por la enorme mayoría, que Ralph Linton llama los universales de una
cultura, y otros solo son poseídos por unos cuantos miembros de la sociedad, ósea,
las especialidades. El idioma, como vehículo de la cultura, será común, aunque en
su léxico habrá siempre palabras que no todos conocen, por no ser muy usuales.
Las costumbres relacionadas a la alimentación, la indumentaria, los matrimonios y
ritos fúnebres serán también conocidos por todos. Pero los curanderos poseen
conocimientos y técnicas que los otros miembros de la sociedad desconocen, al
igual que los músicos y artesanos. Los ancianos suelen ser también depositarios de
valiosos elementos de la tradición oral que los jóvenes ignoran. Este fenómeno
crece a medida que la sociedad se torna más compleja, como consecuencia de una
mayor división del trabajo. Así, la edad, el sexo, los oficios, y las clases sociales
representan esferas de conocimientos especiales, unidas por la base común de los
universales de la cultura. Esto llevo a pensar a algunos antropólogos que lo que se
llama cultura es en verdad un conjunto unificado de pequeñas culturas.

Hay veces en que una cultura establece dos o más cosas de hacer una cosa.

Son las llamadas alternativas de una cultura. El uso de una u otra alternativa
institucionalizada por la cultura puede decir ya algo de un individuo, pero una
personalidad sobresaliente se adquiere por formas experimentales de
comportamiento dentro del marco u horizonte de esa misma cultura. Por eso no hay
personalidad que no esté referida directamente a una cultura.

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En el trabajo de rescate y clasificación de los elementos de una cultura es preciso
tomar en cuenta el grado de difusión de los mismos. Ósea, si son conocidos por
todos, o solo por las mujeres, los ancianos, los músicos o curanderos, por ejemplo.
Esto orientara luego la acción de difusión.

Referencia Bibliográfica

Colombres, Adolfo (1992) Cultura y Sociedad en Manual de promotor cultural,


Bases teóricas de antropología cultural. Editorial Humanitas. Pp. 14-26

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