Está en la página 1de 1

90 MliDITACIONliS

templa también y dirige la mirada al resto de documentos de


los tiempos y de todas las naciones; cuántos, tras denodados
esfuerzos, cayeron poco después y se desintegraron en sus
elementos. Y especialmente debes reflexionar sobre aque-
llas personas que tú mismo viste esforzarse en vano, y olvi-
daban hacer lo acorde con su particular constitución: perse-
verar sin descanso en esto y contentarse con esto. De tal
modo es necesario tener presente que la atención adecuada a
cada acción tiene su propio valor y proporción. Pues así no
te desanimarás, a no ser que ocupes más tiempo del apro-
piado en tareas bastante nimias.

33. Las palabras, antaño familiares, son ahora locucio-


nes caducas. Lo mismo ocurre con los nombres de personas,
que muy celebrados en otros tiempos, son ahora, en cierto
modo, locuciones caducas: Camilo, Cesón, Voleso, Leona-
to^®; y, poco después, también Escipión y Catón; luego,
también Augusto; después, Adriano y Antonino. Todo se
extingue y poco después se convierte en legendario. Y bien
pronto ha caído en un olvido total. Y me refiero a los que,
en cierto modo, alcanzaron soφrendente relieve; porque los
demás, desde que expiraron, son desconocidos, no menta-
dos ^^ Pero, ¿qué es, en suma, el recuerdo sempiterno? Va-
ciedad total. ¿Qué es, entonces, lo que debe impulsar nuestro
afán? Tan sólo eso: un pensamiento justo, unas actividades
consagradas al bien común, un lenguaje incapaz de engañar,
una disposición para abrazar todo lo que acontece, como

Camilo, célebre dictador que salvó a Roma de los galos; Cesón Fa-
bio, j e f e de los trescientos Fabios; V o l e s o , j e f e sabino; Leonato, posible-
mente Dentato, vencedor de Pirro.
H O M I - R O , Od. I 2 4 1 y s.

También podría gustarte