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ACTO
JURÍDICO
“El Formalismo del Acto Jurídico como
elemento determinante y exclusivo a la
voluntad del Agente”
ARTÍCULO JURÍDICO
Huamán Calle, Elmer (Coordinador)
GRUPO Miñope Mechan, Franklin Manuel
Siancas Cabezas, Leydi Diana
N° 3 Yarlaque Segura, Yenny del Rosario
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Título: EL FORMALISMO DEL ACTO JURÍDICO COMO ELEMENTO DETERMINANTE
Y EXCLUSIVO A LA VOLUNTAD DEL AGENTE
Huamán - Miñope – Siancas - Yarlaque
Resumen:
El articulo consiste en el análisis y estudio del formalismo del acto jurídico como elemento
determinante y exclusivo a la voluntad del agente, su contenido y alcances.
En el Derecho moderno, el principio es la libertad de formas, el consensualismo, y la
excepción es el formalismo. Por el principio de libertad de formas, el acto jurídico puede
formarse válidamente cualquiera sea la forma usada para la manifestación de voluntad,
con tal que sea una técnica idónea para una efectiva comunicación social. En los actos
jurídicos bilaterales o plurilaterales se habla de consensualismo para significar que la
voluntad se puede expresar de cualquier manera, como lo decida el sujeto o sujetos que
intervienen en el otorgamiento del acto. El contrato consensual se perfecciona por el solo
consentimiento de las partes contratantes. Sin embargo, en ocasiones, siempre habrá
necesidad de proteger al otorgante del acto jurídico o a una de las partes para
garantizarle que manifieste su voluntad con pleno conocimiento de causa (con suficiente
reflexión).
Las conclusiones es resaltar el análisis del formalismo del acto jurídico como elemento
determinante y exclusivo a la voluntad del agente
Introducción:
Primero el presente artículo tiene por objeto el estudio el formalismo del acto jurídico
como elemento determinante y exclusivo a la voluntad del agente, La forma es una
técnica de comunicación social con la cual se manifiesta la voluntad negocial. Sin forma
no hay manifestación de voluntad que es el elemento esencial para que exista el acto o
negocio jurídico. Mediante la forma se objetiva la voluntad, permitiendo que sea conocida
por los demás. Manifestada la voluntad queda objetivada, materializada en una forma.
Como todo objeto cultural, el acto jurídico tiene un substrato: la forma, y un sentido: el
acto intrínsecamente considerado. La forma es el continente y el contenido es el acto; el
acto jurídico está contenido en una forma, es decir, en el modo cómo se nos presenta y
se hace reconocible en el mundo externo. La ausencia de forma implica la ausencia de
manifestación de voluntad, o sea la inexistencia del acto jurídico.
La forma prescrita por la ley puede ser probatoria o solemne (elemento estructural). Es
probatoria cuando su inobservancia no está sancionada con la nulidad del acto (art. 144);
si el acto se realiza en una forma distinta a la prescrita, el acto sigue siendo válido. Es
solemne cuando está designada bajo sanción de nulidad del acto en caso de
inobservancia (solemnidad legal), si no se observa la solemnidad, no existe acto jurídico
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válido. La solemnidad también puede estar establecida por las partes (solemnidad
voluntaria). La fuente de la forma solemne es la ley o el convenio de las partes; si el acto
jurídico no es celebrado en la forma solemne prescrita adolece de nulidad absoluta, por
falta de un requisito de validez.
Cuando se exige una forma para el otorgamiento del acto, se habla de formalidad o
formalismo para referirse tanto a la forma probatoria como a la solemne. Pero, en todo
rigor, la palabra formalidad es igual a solemnidad (formalidad o formalismo = solemnidad)
que atañe a la vida misma del acto, o sea, la forma solemne es requisito de validez del
acto conjuntamente con otros requisitos como son la capacidad, el objeto y el fin. La
forma es la forma del acto, la formalidad es la forma de la forma misma. En otros
términos, en el sentido riguroso de las palabras, una cosa es la forma y otra la formalidad.
La manifestación de voluntad puede provenir de una sola parte o bien puede requerirse
que a la manifestación de voluntad de una parte deba corresponder una congruente
manifestación de otra parte.
El presenté artículo busca informar a las personas con respecto a cuál es el formalismo
del acto jurídico como elemento determinante y exclusivo a la voluntad del agente para
mantenerlos autónomos ante cualquier acometida.
En las sociedades primitivas, hay acto jurídico solo cuando se ha dado cumplimiento a
ciertas formalidades rituales; la fuerza vinculante del acto jurídico proviene mucho más
del cumplimiento del rito o de la formalidad que de la voluntad de las partes. La dualidad
es: hay o no hay acto jurídico; no hay términos medios. Si no se ha observado la forma el
acto es nulo de pleno derecho. Con el transcurso del tiempo, en el Derecho romano se
admitieron los contratos consensuales (compraventa, arrendamiento, sociedad) que
fueron exceptuados de la forma. En los contratos reales se exigía, además del acuerdo,
la traditio del bien.
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en el Derecho común. La forma pasó a ser un elemento, innecesario en la mayoría de los
casos, aunque no en todos, de la declaración de voluntad dirigida a la producción del
efecto jurídico; se introdujo el principio de la ‘libertad de forma”.
Como hemos dicho, progresivamente se fue reduciendo la solemnidad a cada vez menos
actos jurídicos hasta que el Code Napoleón consagró el principio del consensualismo
en los contratos (libertad de formas), reduciendo los actos solemnes a su mínima
expresión. Pero luego se extendieron las solemnidades a un mayor número de actos, sin
que esto signifique un retorno al formalismo.
Marco Teórico
FORMALIDAD LEGAL
Para celebrar un acto jurídico, las partes pueden elegir libremente la forma en la cual van
a manifestar su voluntad, salvo que la ley imponga una forma determinada para facilitar la
prueba de la existencia (forma ad probationem o no solemne) o como una formalidad
para que el acto jurídico tenga validez (forma ad solemnitatem o solemne).
Artículo 144.- Cuando la ley Impone una forma y no sanciona con nulidad su
inobservancia, constituye solo un medio de prueba de la existencia del acto.
El art. 144 establece que cuando la ley impone una forma y no sanciona
con nulidad su inobservancia, constituye solo un medio de prueba de la
existencia del acto.
De este texto legal se desprende dos tipos de forma del acto jurídico la
forma probatoria y la forma solemne. Con lo dispuesto en este artículo se
da respuesta a la pregunta: ¿cómo saber si estamos frente a una forma
probatoria o a una forma solemne? La respuesta es la siguiente: si la ley
señala una forma sin sancionar su inobservancia con la nulidad del acto,
es probatoria; si la ley señala una forma sancionando su inobservancia con
la nulidad del acto, es solemne.
Son de carácter excepcional las normas que imponen el uso de una determinada forma
de manifestación de voluntad para ciertos actos jurídicos Estas normas no se extienden
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más allá de los casos considerados, porque la regla es la libertad de formas, por la que
los interesados pueden utilizar la que juzguen conveniente.
Las razones por las que la ley prescribe una forma para la celebración del acto jurídico
pueden ser la de proteger la ponderación que deben hacer los agentes respecto de la
conveniencia o no de celebrar el acto jurídico, y, si han tomado la decisión de celebrarlo,
disciernan bien sobre los términos y condiciones en los que deben celebrarlo, o puede
consistir en darle certeza a los derechos que adquieren y a los deberes que asumen, o
dar certeza a las situaciones jurídicas creadas frente a los terceros.
Las formalidades impuestas por la ley pueden ser obligatorias o necesarias (ad
substantiam), cuya ausencia produce la nulidad del acto o pueden ser probatorias
(adprobationem), en cuyo caso es mejor hablar de forma de la prueba que de forma del
acto. Desde ya hay que precisar que la forma requerida ad substantiam o ad
solemnitatem, si bien forma parte de la estructura del acto jurídico (determina su validez)
no deja de tener también una función probatoria del acto.
1. Forma probatoria
Si la ley impone una forma en la cual debe celebrarse el acto jurídico, sin sancionar su
inobservancia con la nulidad, esa forma es probatoria, denominada también forma no
solemne.
El art. 8 del Decreto Legislativo N° 299 dispone que el contrato de
arrendamiento financiero se celebrará mediante escritura pública, la
cual podrá inscribirse, a pedido de la locadora, en la ficha o partida
donde se encuentra inscrita la arrendataria.
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escrito, pero si se han celebrado verbalmente hay la desventaja
consistente en la dificultad, no la imposibilidad, de la prueba de su
existencia y contenido. En realidad, en casos como estos, la ley no impone
una forma para la celebración del acto jurídico, sino una forma de la
prueba de su existencia y contenido.
Lo que se quiere es que exista un documento escrito del cual conste la existencia y
contenido del acto. La falta del documento no conlleva la preclusión de cualquier
posibilidad de probar la existencia y contenido del acto, sino la prueba puede alcanzarse
con otros medios probatorios.
El documento adprobationem fijado por la ley o por las partes tiene por
única finalidad facilitar la existencia o el contenido de un acto jurídico que
se presupone celebrado y perfeccionado antes de su documentación, por
la sola manifestación de voluntad de las partes.
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partes, puede concurrir en su función de prueba de la existencia y contenido de tales
declaraciones con los demás medios pertinentes de prueba (declaración de parte,
declaración de testigos, pericia, inspección judicial, auxilios técnicos o científicos), los
mismos que pueden modificar lo que resulte del documento que quedará sin eficacia
probatoria.
2. Forma solemne
Por excepción, en casos particulares y en razón de particulares exigencias, la ley
prescribe que determinados actos jurídicos deban celebrarse en una forma determinada y
no en otra, como único medio de manifestación de voluntad, sancionando su
inobservancia con la nulidad. Esta es la denominada forma solemne o ad solemnitatem o
ad substantiam, la cual constituye requisito de validez del acto jurídico. El acto jurídico
que carece de la forma solemne, legal o pactada, es nulo (art. 219.6).
La forma solemne tiene por función favorecer a las partes para que ponderen
cuidadosamente sobre si les conviene o no celebrar el acto jurídico; mientras más
trascendencia social o económica tenga el acto jurídico más se incrementa la
solemnidad. También cumple la función de fijar de manera clara, cierta y precisa los
derechos, deberes u obligaciones de las partes; crear certeza de la existencia y contenido
de la relación jurídica entre las partes y frente a terceros; satisfacer las exigencias
publicitarias en protección de los derechos de las partes y de terceros.
La forma probatoria escrita sirve solamente para documentar la existencia del acto y la
forma solemne tiene un carácter constitutivo sin la cual el acto no existe válidamente; la
forma impuesta atañe a la vida misma del acto. La forma probatoria es una forma de la
cual se puede prescindir; en cambio, la solemne es imprescindible, si ella falta, el acto
jurídico no es válido porque falta uno de sus requisitos de validez. La forma probatoria no
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es sustancial, la solemne es ad substantiam. Cuando la forma es señalada por la ley
como un elemento constitutivo del acto, bajo pena de nulidad, se presenta como una
carga, sin cuya observancia, no se puede alcanzar la finalidad perseguida con la
actividad negocial; en cambio, cuando la forma es requerida como un medio de prueba, el
acto, faltando la forma, es válido, pero presenta dificultades de prueba de su existencia y
contenido.
Solo por excepción el Derecho exige una solemnidad para que la declaración de voluntad
llegue a ser eficiente, esto es, para que el acto jurídico llegue a existir válidamente {forma
dat esse reí), ya que lo normal es que cualquier manifestación inequívoca de voluntad
sea suficiente. La función del acto solemne está conectada con la oportunidad de
predisponer una documentación y de tener certeza del exacto contenido de la
declaración, así como llamar la atención del agente sobre la importancia del acto que
está por hacer; en efecto, la solemnidad es exigida por la ley para los actos de
disposición o gravamen del declarante, para el testamento y para algunos de los más
importantes actos de Derecho de familia.
La forma solemne no tolera ninguna limitación bajo ningún punto de vista, sino la forma
ya no sería solemne. Así, hay ciertos documentos (títulos) que, si no reúnen la forma
esencial establecida legalmente, no existen como tales.
Hemos dicho que la forma solemne está prescrita por la ley bajo sanción
de nulidad. El acto jurídico es nulo cuando no revista la forma prescrita
bajo sanción de nulidad (art. 219.6).
Sin embargo, en ciertos casos, la nulidad puede no estar dispuesta expresamente por la
ley, sino desprenderse, sin lugar a dudas, de su interpretación que lleve a la conclusión
que la forma es exigida como requisito de validez del acto jurídico.
La falta de ella implica que para los terceros no existe hipoteca, o sea no
hay el derecho real de hipoteca oponible erga omnes: no es concebible
hipotecas ocultas; la inscripción es un requisito de validez del contrato de
constitución de hipoteca, la ausencia de inscripción provoca la invalidez del
contrato, o sea su nulidad; no hay contrato de constitución de hipoteca sin
inscripción en el registro respectivo.
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TEORIA GENERAL DE LA CAUSA
Josserand sostiene, se advierte dos corrientes: la causa de la obligación (teoría clásica) y
la causa del acto jurídico-la causa impulsiva y determinante de la jurisprudencia francesa
-cuya obra hace que la teoría clásica se convierta en la teoría de los móviles, sumamente
matizadas y capaz de satisfacer ya a la voluntad de las partes, el orden público y a las
buenas costumbres.
Materiales y Métodos
El tipo de investigación es descriptiva, exploratoria y documental.
La técnica es la observación y análisis.
Conclusiones:
Sobre las consecuencias del acto que quiere realizar, o para proteger a terceros
interesados haciéndoles conocer la existencia del acto, o para darle certeza y facilitar la
prueba de su existencia, o para facilitar la interpretación y ejecución del acto jurídico,
razones por la que excepcionalmente se establecerán formas solemnes como condición
indispensable para su validez.
Hay que distinguir la forma del acto jurídico de las formalidades del acto. La primera es la
manera de expresar la voluntad, el modo de ser de la manifestación, ya se trate de la
palabra oral o escrita, de gestos inequívocos o cualquier otro comportamiento. En
cambio, la formalidad es la forma impuesta por la ley o por la voluntad de las partes para
manifestar la voluntad de una manera prefijada, ya como prueba del acto, ya como
elemento estructural.
La forma es el modo cómo se exterioriza la voluntad. En este sentido todo acto jurídico
tiene una forma. La formalidad es el modo dispuesto por la ley o por la voluntad, el mismo
que debe observarse necesariamente al hacerse la declaración para que el acto exista
válidamente. En este sentido no todos los actos jurídicos requieren de una formalidad,
sino únicamente aquellos para los cuales la ley o la voluntad de las partes designan una
formalidad especial como requisito necesario para su validez.
Cuando la forma está establecida como un elemento constitutivo del acto jurídico, este no
se perfecciona sino cuando la declaración está rodeada de la solemnidad necesaria
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exigida por la ley. La manifestación de voluntad hecha en cualquier otra forma conlleva la
nulidad del acto jurídico.
Bibliografía:
8. Pérez Triviño, J. L. (2016). ¿Cómo resolver un caso jurídico difícil? Editorial UOC.
https://elibro.net/es/lc/bibsipan/titulos/58467
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